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Francia frente al abismo

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Mañana se cumplirá en Francia una instancia clave: las elecciones definitivas, en balotajes en centenares de circunscripciones del país, de los diputados que conformarán la nueva mayoría política que tendrá la responsabilidad de apoyar la integración de un nuevo gobierno.

El proceso fue generado por el presidente Emmanuel Macron al disolver constitucionalmente la Cámara de Diputados luego de la pésima votación de su partido en las elecciones para el Parlamento europeo del pasado 9 de junio. La jugada, arriesgada, se basaba en los diferentes tipos de escrutinios: mientras que para la elección europea se trata de una representación proporcional casi integral en circunscripción nacional, para Diputados en Francia el mecanismo de elección es en 577 circunscripciones y con voto mayoritario.

Los cálculos del presidente eran que los enfrentamientos directos en una gran mayoría de esas circunscripciones entre los candidatos del partido de extrema derecha de Marine Le Pen Reunión Nacional (RN) y su propio partido (Renacimiento), habrían de permitirle ganar una mayoría relativa en las instancias de balotajes de mañana, y contrariar así la ola nacionalista favorable a Le Pen. Sin embargo, como todo experimento que termina saliendo mal, el resultado de la primera vuelta de las parlamentarias en esas 577 circunscripciones no posicionó al partido de Macron como gran protagonista. Por el contrario, se avizora para mañana una mayoría de Diputados para RN. El segundo lugar en cantidad de diputados sería para el llamado Nuevo Frente Popular (NFP), que es una conjunción de izquierdas que se formó rápidamente luego del 9 de junio.

Así las cosas, si mañana termina de confirmarse lo que los resultados de las primeras vueltas del domingo pasado permiten suponer, y que las encuestas también sugieren, estaríamos ante una Francia que por primera vez desde 1940 tendría una mayoría política que responde a una tradición de extrema derecha. Pero eso no es todo: en el otro extremo, la oposición a esa mayoría parlamentaria (relativa o absoluta, es algo que se decidirá mañana) tendría como protagonista a una izquierda completamente extremista, cuyo discurso mayoritario es pro Hamás y anti Israel, cuyas políticas de integración son multiculturalistas y favorables a la inmigración masiva extraeuropea, y cuyo modelo económico es completamente anticapitalista y pro- ecologista radical.

En este contexto, habrá quienes pedirán la renuncia de Macron, cuyo mandato constitucional está vigente hasta 2027. Si el presidente logra soportar esa presión para quitarlo del poder, igualmente quedará muy debilitado. El rumbo gubernamental fijado por la mayoría derechista señala que está dispuesta a echar masivamente inmigrantes ilegales de Francia, y a dejar de apoyar la política exterior de estos años favorable a la resistencia ucraniana frente a la invasión rusa. En paralelo, es claro que un gobierno de RN de ninguna manera aceptará seguir adelante con una negociación de apertura co-mercial con el Mercosur.

Más allá de todos esos cambios radicales está el problema mayor de la gobernabilidad de todo el sistema. En efecto, varios actores principales del NFP no están dispuestos a aceptar un gobierno de extrema derecha. Hay, latente, una fuerte pulsión de explosión social y la posibilidad cierta de dar un paso adelante hacia el abismo de una especie de guerra civil ampliada. Y se trata, por cierto, de un escenario que no es del todo novedoso para Francia, ya que fue el que antecedió a la llegada de Charles de Gaulle al poder en 1958.

Además, sabido es que hace años que existen territorios de “banlieues” (suburbios) que están tomados por organizaciones delictivas vinculadas a todo tipo de tráficos ilegales, en los que miles de jóvenes que sufren de anomia social y desintegración cultural pueden hacer perfectamente de carne de cañón para proyectos revolucionarios y desestabilizadores. Y en este contexto internacional, tampoco puede descartarse que toda esa chispa de malhumor social traducida en caos político esté siendo alimentada por ciertos intereses de potencias extranjeras a quienes conviene que uno de los grandes pilares de Europa se resquebraje en conflictos internos.

Mañana puede llegar a ser una de las jornadas electorales más importantes en lo que va de este siglo para Francia. París siente el vértigo de un abismo muy cercano. Definitivamente son horas muy aciagas para el futuro del país que legara al mundo la gran divisa de Libertad- Igualdad- Fraternidad.

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