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278 pages, Paperback
First published January 1, 1901
“life itself is anything beyond a heartless little chimera- it is as real in its weariness and bitter heartache”
“Mi impresionante carrera” de la autora australiana Miles Franklin es la primera historia sobre pioneros australianos que leo. Australia como país tuvo origen en la colonia-cárcel que ocupaba la isla. Al estar tan alejada de Inglaterra a muchos condenados y deudores se les daba la opción de ser expatriados allí, donde las condiciones de vida eran durísimas. También fue el destino de mujeres venidas a menos, prostitutas o víctimas de trata. Sin embargo, a pesar de su origen “criminal”, la sociedad australiana creció asemejándose a un cruce entre la metrópoli y los territorios inexplorados de lo que hoy es Estados Unidos. Esto se refleja maravillosamente bien en la novela de Franklin quien presenta ambos mundos con una transición muy natural: la niña que nació en las praderas salvajes, pasó por una infancia dura de trabajos en una zona ingrata y salvaje y fue acogida por una abuela un poco mejor situada en la vida, cuyo hogar se encontraba en un lugar más civilizado, más inglés. En esa narración de como va creciendo Sybylla, cuando no se centra en ella, la autora hace descripciones muy vívidas de las condiciones de vida en Australia, de lo difícil que era salir adelante si no se tenía fuerza y entereza.
Los personajes, con excepción de Sybylla (que ahora explicaré), me resultaron muy entrañables. Se trata de un libro semiautobiográfico por lo que se refleja muy bien el cariño que la autora tenía a algunos miembros de su familia y amigos, y el rencor que sentía hacia otros. Este es un aspecto de la novela del que se arrepintió después: el daño que hizo a sus padres con este retrato hizo que Franklin prohibiera que este libro se reeditara hasta después de su muerte. Así pues el personaje de Sybylla es complicado. Tuvo una infancia muy feliz mientras los tiempos eran buenos y su padre un hombre más despreocupado. Pero la caída en desgracia y sobre todo la pobreza hizo cambiar el rumbo de vida y, más que nada, su carácter. Sybylla es egoísta, egocéntrica, caprichosa, está llena de ira y no mira más que por si misma durante más de la mitad de la novela. Es, en esencia, una adolescente como cualquier otra. Cada piedra del camino es una lección aprendida pero Sybylla es muy cabezota y le cuesta aprender. El resto de personajes: la abuela, el tío JJ, Archie, Harold Beecham y su familia, y sobre todo, la tía Helen, son unos personajes muy entrañables.
La novela en si es una maravilla. Me hubiera gustado que el libro hubiera tenido otro final, la verdad. Y que la relación de Sybylla con su madre no fuera tan horrible, ahi está la clave de por qué no acaba como me hubiera gustado. De todos modos considero a la protagonista/narradora demasiado emocional como para que nos haya dado una versión justa y fiable de los hechos, nunca lo he visto tan claro como en este libro. Sybylla no es odiosa, es más, se le acaba teniendo cariño, pero es la persona más terca y más frustrante del mundo y eso hace que, incluso en los momentos en que tiene razón, nos inclinemos un poco hacia la otra parte.
En determinados momentos este libro me recordaba a Willa Cather. Una versión mucho más severa que Cather, claramente.
”You will find that plain looks will not prevent you from gaining the friendship love of your fellows –the only real love there is.”
”In poverty you can get at the real heart of people as you can never do if rich.”
”It would be from fair to middling if there was love; but I laughed at the idea of love.”
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