Avilés, Clara María. “Instantáneas transatlánticas: la apuesta por la fotografía de la
revista ilustrada Elegancias (1911-1914)”. Anclajes, vol.26, n.° 1, enero-abril 2022,
pp. 127-139.
https://doi.org/10.19137/anclajes-2022-2619
Instantáneas
transatlántIcas:
la apuesta por la
fotografía de la revIsta
Ilustrada ElEgancias
(1911-1914)
Clara María Avilés
Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales, INHUS / Centro de Letras Hispanoamericanas, CELEHIS
Universidad Nacional de Mar del Plata
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET
Argentina
avilesclaram@gmail.com
ORCID: 0000-0002-3109-9803
Fecha de recepción: 14-09-2020/ Fecha de aceptación: 07/03/2021
Resumen: La sociedad de publicaciones en español de los hermanos uruguayos Guido
edita, desde París, una serie de impresos dirigidos al público latinoamericano hispanohablante. Entre 1911 y 1914, Rubén Darío se dedica a la dirección literaria y envía contribuciones a dos de ellas, Elegancias y Mundial Magazine. La primera se presenta como una
revista profusamente ilustrada, que busca la atención del lectorado femenino en las
dos orillas del Atlántico. En Elegancias, la dirección editorial, artística y literaria concede
cierta importancia a la fotografía. Analizamos esta cuestión a partir de un artículo incorporado en el número cuarenta y dos, “El arte y la fotografía”, en el que se discute el
novedoso alcance de dicho medio técnico.
Palabras clave: Elegancias; fotografía; publicaciones periódicas; siglo XX; Río de la Plata.
Transatlantic Snapshots: the Bet for Photography
of the Illustrated Magazine Elegancias (1911-1914)
Abstract: The publishing company founded in Paris by Uruguayan brothers Alfredo and
Armando Guido edited a series of magazines aimed at the Spanish-speaking public of
Latin America. Between 1911 and 1914, literary editor Rubén Darío sent contributions
to two of them, Elegancias and Mundial Magazine. The former, sought female readership
on both sides of the Atlantic, was an abundantly illustrated magazine while Elegancias
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also lent a modest importance to photography. We analyze this topic from an article
that appeared in issue number 42, “El arte y la fotografia”, in which the scope of this
technical medium is discussed.
Keywords: Elegancias; photography; periodical publications; 20th century; Río de la
Plata.
Instantâneas transatlânticas: a aposta na
fotografia pela revista ilustrada Elegancias (1911-1914)
Resumo: A sociedade de publicações em espanhol dos irmãos uruguaios Guido publica,
desde Paris, uma série de impressos dirigidos ao público latino-americano de língua
espanhola. Entre 1911 e 1914, Rubén Darío se dedicou à direção literária e enviou contribuições a duas delas, Elegancias e Mundial Magazine. A primeira é apresentada como
uma revista profusamente ilustrada, que busca a atenção do público feminino de ambos
os lados do Atlântico. Em Elegancias, a direção editorial, artística e literária atribui certa
importância à fotografia. Analisamos essa questão a partir de um artigo incorporado no
número quarenta e dois, “El arte y la fotografia”, em que se discute o alcance inovador
desse meio técnico.
Palavras chave: Elegancias; fotografía; publicação de jornal; século XX; Río de la Plata.
Al dedicar mis esfuerzos á estas dos publicaciones
de Mundial y Elegancias, tan hermosamente presentadas, son mis deseos que ellas sean un punto
de encuentro de la mentalidad iberoamericana,
con cuya buena voluntad he de contar en ambos
continentes.
Rubén Darío, “Un Banquete de homenaje
y de despedida” (1912)1
L
os escritores modernistas hispanoamericanos expusieron un gran
interés por las innovaciones en la técnica y en la reproducción
masiva de discursos, sonidos e imágenes2. Contemporáneo al
proceso de modernización global, Rubén Darío (1867-1916) dedicó parte de
los últimos años de su vida profesional a materializar su fascinación por el uso de
1
Fragmento extraído del discurso que Rubén Darío ofreció, el 23 de abril de 1914, en la fiesta
celebrada con motivo del inminente viaje de promoción de las dos revistas –encabezado por el
poeta y cronista nicaragüense, el periodista y redactor Javier Bueno y alfredo guido–, a la que
acudió “lo más selecto y lo más prestigioso del intelectualismo hispano-americano residente en
parís”. (Mundial Magazine, XIII, 70)
2
adela pineda aborda, en un reciente trabajo sobre Mundial, la relación de rubén darío con la
tecnología como factor determinante en las relaciones de producción de bienes culturales, desde
una lectura benjaminiana. si bien los intereses y el público de las dos revistas dirigidas por darío
no fueron los mismos, creemos que es posible recuperar la propuesta de Pineda para reflexionar
sobre Elegancias de igual manera.
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la fotografía y el incipiente crecimiento de la cultura cinematográfica, sin descuidar, por supuesto, sus tareas como cronista, poeta y diplomático. Los casos más
notorios en esa dirección son, entre la vasta producción dariana, las colaboraciones que, como corresponsal desde Europa del diario porteño La Nación, publicó
en la sección titulada “Films”3 y, sobre todo, su papel de dirección literaria de dos
revistas culturales profusamente ilustradas, editadas en París.
La Sociedad de publicaciones en español comenzó a editar la revista quincenal Elegancias –que luego se vio forzada a modificar su periodicidad y editarse
una vez por mes– y el magazine mensual Mundial, desde mayo de 1911 hasta
agosto de 1914, en la ciudad de París. Si bien había diferencias en cuanto a la
ejecución de los proyectos, las revistas gemelas alimentaban la propuesta editorial de insertar a Hispanoamérica en el centro de la metrópolis moderna y de
acercarle al público hispanohablante las últimas novedades culturales en ambos
lados del Atlántico. Por este motivo, es preciso recuperar las posturas críticas
asumidas con respecto a la importancia que tuvo la fotografía para la dirección
artística y literaria del magazine Elegancias (Gluzman; Torres “Rubén Darío: la
fotografía…”), y se detiene especialmente en la consideración de un artículo publicado en uno de los últimos números: “El arte y la fotografía”, que trata sobre
el incipiente medio técnico y lo posiciona como un objeto con valor artístico
propio (Torres “Rubén Darío: la fotografía…”).
En las siguientes páginas, se indagan los posibles aportes de la puesta en valor
de la fotografía como forma del arte en Elegancias, una revista ilustrada de moda
femenina que se editó en París. En esa publicación periódica, la fotografía, además de ser ponderada por la dirección de la revista como un producto cultural
complejo con valor estético propio4, es un vehículo fundamental para la inserción del público femenino hispanohablante en las nuevas tendencias metropolitanas y en el mercado. Por lo tanto, el gesto de legitimación de este medio como
un objeto propio del gusto estético y con valor artístico, transmite los intereses
comerciales de una publicación editada para el atractivo mercado hispanohablante en plena expansión.
Modernidad en las dos orillas del Atlántico:
la fotografía en Elegancias
El fin de siècle favoreció una intensa comunicación entre América Latina y
diferentes regiones de Europa y América. Como parte de ese intercambio entre
3
una selección de estas crónicas y de otros escritos dispersos publicados en periódicos y revistas
de la época fue recogida en Todo al vuelo (1912), volumen antológico compilado bajo el criterio
editorial de rubén darío y publicado en Madrid.
4
María alejandra torres aborda en sus estudios tempranamente, ya desde 2008, la dimensión artística de la fotografía en la obra de rubén darío, la atracción de los modernistas por los nuevos
medios técnicos y la reproducción masiva de imágenes. para ampliar sobre este abordaje, ver:
torres, “la verónica modernista…” y torres, “rubén darío: la fotografía…”.
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las dos costas del Atlántico, se generó un considerable número de publicaciones
periódicas entre los últimos años del siglo XIX y el comienzo de la Primera
Guerra Mundial. Nos referimos a una serie de revistas y magazines editados en
la capital francesa y destinados al lectorado de hispanoamericanos residentes en
París, a los parisinos hispanohablantes y a los suscriptores rioplatenses y españoles5. En el caso de Elegancias, esto último se advierte en el hecho de que, en la
contraportada del primer número, figura –entre otros datos editoriales– el costo
de las suscripciones en París, Buenos Aires y España, respectivamente (sin contar los números exclusivos para las montevideanas). Además, se mencionan las
empresas encargadas de distribuir los ejemplares en numerosos países de nuestro
continente (Chile, Paraguay, Panamá, Venezuela, entre otras).
En este marco finisecular, y siguiendo el enfoque histórico-medial y cultural
propuesto por Hanno Ehrlicher para el estudio de revistas y magazines del momento, consideramos que estas publicaciones periódicas articulan discursos de
la modernización de las elites intelectuales y artísticas y, además, son testimonios
elocuentes de los fundamentos materiales de esa modernización acelerada que se
inició a fines del siglo XIX. En este sentido, recordemos que la revista se publicó
en un momento coyuntural, caracterizado por la expansión del capital, el crecimiento de las conexiones, la circulación de la noticia y las comunicaciones globales (Osterhammel 90). La consolidación de los ideales de una cultura burguesa
trajo consigo lo moderno y sus derivados –tecnología, progreso, novedades–,
configurados sobre una raíz común: el fenómeno de la “unificación del mundo”
(Hobsbawm 60).
Elegancias es un magazine que forma parte de un nutrido grupo de impresos
de diálogo transatlántico, dirigido a las hispanohablantes de ambas orillas del
Océano Atlántico, editado y publicado desde París, “la metrópolis que los avalaba como artistas de primer orden ante el mundo” (Pineda 108). Como consecuencia de esto, queda al descubierto el deseo editorial, no solo de responder a
los requerimientos de una modernidad emergente, sino también de atender las
demandas de incipientes públicos especializados, entre los que surgen las lectoras. Sin embargo, es preciso señalar que Elegancias fue parte de una iniciativa
editorial mayor que se propuso contar con Rubén Darío en la dirección literaria,
destacarse por su calidad material y editarse en París, cosmópolis del modernismo hispanoamericano. Tal como lo señala Alejandra Torres (“La conformación”
106), Mundial y Elegancias sucedieron –en prestigio y materialidad– al magazine
Gustos y Gestos (1910-1911). Las publicaciones fueron solventadas por los tres
conocidos editores propietarios: los uruguayos empresarios del libro, Alfredo y
Armando Guido –Guido Fils–, y el fotógrafo y dibujante español, Leo Merelo,
también responsable de la dirección artística de las revistas.
5
en este punto, seguimos la investigación realizada por Margarita Merbilhaá (2014).
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Con la propuesta editorial de estas publicaciones lujosas, los hermanos Guido contactaron –por recomendación de Alejandro Sux6– a Rubén Darío, una de
las plumas más reconocidas del modernismo hispanoamericano. Darío, quien
se encontraba en la capital francesa como corresponsal del diario porteño La
Nación, se convirtió en director literario de Mundial y Elegancias. Así evocaba
el nicaragüense la convocatoria a participar en Mundial –ya sobre el final de la
autobiografía que publicó por entregas en la revista Caras y Caretas:
Llamado por el artista Leo Merelo para la fundación de la revista Mundial, entré luego en arreglos con los distinguidos negociantes señores Guido, y he consagrado mi
nombre y parte de mi trabajo a esa empresa, confiando en la buena fe de esos activos
hombres de capital. (La vida de Rubén Darío… 198)7
De ese modo, Rubén Darío ingresó a Mundial para desarrollar tareas de
director literario y colaborador –así señalado entre las primeras páginas de cada
número– sobre los diferentes temas abordados en el magazine cuyo subtítulo
anunciaba “Arte, Ciencias, Historia, Teatro, Actualidades y Modas”. Lo mismo
pasó, aunque apareciera nombrado director literario desde el número dieciséis
en adelante, con la otra revista, cuya primera sede fue también el Boulevard
des Capucines, 24: Elegancias. Como adelantamos, fue una revista ilustrada,
artística, literaria, de modas y actualidades, con información general dedicada
por entero al género femenino que, en los primeros doce números, tuvo una
periodicidad quincenal y luego salió mensualmente. En la dedicatoria del primer número, los editores Leo Merelo, Alfredo y Armando Guido anunciaron
sobre Elegancias que “será el exponente de la vida hispano americana en París
y se ocupará de las mundanidades y de modas, de todo aquello, en fin, que se
relacione con las bellas artes, la vida femenina y la sociedad” (Elegancias I 1). En
esos momentos, las mujeres lectoras no eran una rareza, sino que contribuían
al lectorado diversificado y creciente que consumía impresos de todo tipo. Ya
eran frecuentes las lectoras de periódicos y semanarios, de magazines ilustrados
o de revistas de moda que se imprimían solo para ellas y en los que colaboraban,
además, asiduamente, como redactoras (Batticuore 28).
Elegancias, vio la luz el 1º de mayo de 1911, mientras que el número cuarenta y seis, el último, fue publicado en agosto de 1914. Por ese entonces, durante las primeras décadas del siglo XX, la prensa periódica había alcanzado un
gran desarrollo y las publicaciones existentes ya contaban con reporteros, cronistas y fotógrafos. Debido al proceso de industrialización, iniciado en Europa,
se implementó la experimentación con innovaciones técnicas como el grabado
6
en “rubén darío visto por alejandro sux”, el escritor y periodista argentino relata cómo le
propuso la dirección de la revista Mundial Magazine a rubén darío, una vez que él rechazó el
ofrecimiento de leo Merelo (sux 303).
7
si bien menciona únicamente a Mundial –porque de las dos revistas esta última fue la que le
exigió más compromiso y dedicación–, fue el director artístico también de Elegancias.
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y la fotografía, que se incorporaron en las páginas de la prensa periódica de la
mano de sus especialistas –grabadores, dibujantes–, cada vez con mayor frecuencia. Esto dio como resultado la conformación de un nuevo público lector,
caracterizado por el creciente acostumbramiento de este tipo de textos icónicos.
Desde fuera de Latinoamérica, estas publicaciones periódicas –y la prensa como
institución en general– habían comenzado a ocupar un espacio discursivo privilegiado, desde el cual apelaron a la unidad y construcción de la identidad propia
–“iberoamericana”, en palabras del nicaragüense–, y se inscribieron en el centro
de la modernidad.
Ya en su concepción, Elegancias supuso la incorporación de un gran número
de imágenes que se materializaron en la sintaxis de un magazine profusamente ilustrado. Y, en este sentido, el primer detalle que llama la atención es el hecho de
que se presente como una “revista ilustrada”, lo que le confiere desde lo discursivo y lo material un sitio destacado a la imagen, específicamente a la fotografía,
la reina del magazine. Elegancias, además de disponer de la prestigiosa dirección
literaria y de las contribuciones del mismo Darío, contó con artículos, poemas,
cuentos y crónicas de reconocidos autores del modernismo hispánico, como los
enviados por Juan Ramón Jiménez, Amado Nervo y Enrique Gómez Carrillo
–muchos de ellos conocidos y amigos de Darío.
La inversión editorial en un formato lujoso, extendido a los aspectos “tipográficos y artísticos” (Merbilhaá 102), dio como resultado una revista de edición
lujosa con gran variedad de recursos visuales: fotografías, ilustraciones en blanco
y negro y a color, reproducciones fotográficas de pinturas y dibujos. El afán por
constituir “el doble locus de enunciación del magazine, parisino y latinoamericano” (Merbilhaá 101) y por dar a conocer al público femenino hispanohablante
los temas de moda y actualidad se vieron reforzados por el marcado interés puesto en la fotografía, una herramienta cuya difusión fue relativamente rápida, cada
vez más portátil y de mayor acceso.
La fotografía, entonces, fue uno de los aspectos más cuidados y presentes en
ese magazine ilustrado. Por esta razón, es interesante recuperar la crónica que Javier Bueno publicó en el número quince de Mundial, en la que relata en primera
persona las peripecias del viaje publicitario Mundial y Elegancias:
Todas las fotografías que llegan aquí, bien en revistas, en libros o sueltas se guardan
y se catalogan. Así, por ejemplo, si su majestad, en un momento cualquiera, quiere
conocer o recordar a Rubén Darío, envía un recado y al instante podemos darle su
retrato. De seguro que encontramos a Darío. En un cofre de madera, en donde por
orden alfabético están ordenados unos cartones, encontramos uno que en efecto dice:
Rubén Darío. ‘Mundial’, ‘Elegancias’ (“El viaje de Mundial”. (Mundial XV 253)
Evidentemente, el uso de la fotografía era muy valorado en la época, como
lo expresa Bueno en su relato sobre el encuentro de la tripulación de Elegancias
con El Conde de las Navas, en la biblioteca del rey de España. El cofre de madera sintetiza, en la voz de Bueno, el fichero de fotografías como otra dimensión
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de la prensa y la escritura –conserva, aún, el rótulo de las revistas– susceptible
de clasificación, posiblemente por dos cuestiones: el volumen de imágenes disponibles en las páginas del magazine y el creciente valor asignado a los textos
icónicos. Esta convergencia entre visualidad y escritura hizo posible que la imagen gradualmente adquiera mayor protagonismo –en gran medida, producto de
las transformaciones culturales antes mencionadas– y que la difusión de nuevas
tecnologías permitiera ampliar el horizonte de posibilidades dentro del ámbito
gráfico.
El arte en la fotografía: pintar con luz o publicar a contraluz
“El arte y la fotografía” es un brevísimo artículo que integra el número cuarenta y dos de la revista Elegancias, publicado en abril de 1914 –ya sobre el ocaso
de este emprendimiento editorial que concluyó con el desencadenamiento de
la Primera Guerra Mundial. El texto comparte su ‘contexto de publicación’8
con una fotografía: el retrato de una niña que posa recostada sobre un puente y
toma, con actitud risueña, una caña de pescar. Una pequeña inscripción sobre
el margen inferior izquierdo adjudica la fotografía a “Talbot” (entendemos que
se trata del Estudio fotográfico Talbot, ubicado a unos pasos de la imprenta de
Elegancias, en rue de Royale, 25, en París).
La autoría del texto en “El arte y la fotografía”, por su parte, no está explícita como en el caso de la fotografía. Si bien no figura el nombre ni las iniciales
de Rubén Darío, es decir, no aparece una firma editorial como sucede en la
gran mayoría de sus textos publicados en prensa, Alejandra Torres le adjudica
el escrito al nicaragüense. La especialista reconoce la “impronta” “dariana”, en
tanto que, en sus propias palabras, “sigue la línea trazada por el autor en relación
a la concepción de la fotografía” (“Rubén Darío: la fotografía…” 98) en dos
cuentos publicados con anterioridad. Podríamos agregar además que, para ese
entonces, Rubén Darío figuraba como director literario de Elegancias, en la tapa
de la revista, desde el decimosexto número, en febrero de 1912, de manera que
es posible aventurar que este es otro de los textos escritos por el director, pese
a que no cuente con su signatura. Otra posible razón que podría alegarse es
que los números de Elegancias recibían trabajos de diferentes fotógrafos y casas
fotográficas –como, por ejemplo, Félix y Talma–, por lo que es factible que la
decisión editorial fuese no colocar la firma de Darío para no sesgar el criterio ni
hacer explícita la preferencia por los estudios Talbot (Torres “Rubén Darío: la
fotografía…” 103).
El artículo en cuestión discute la fotografía como medio técnico y pondera
sus cualidades en la contemporaneidad, a comienzos del siglo XX. En este senti8
annick louis propone la noción de ‘contexto’ como un abordaje productivo para el estudio de
las revistas ilustradas. Define ‘contexto de publicación’ como los elementos que conviven en la
misma página (escritos o iconográficos). Lo que más nos interesa de la propuesta de Louis es la
consideración de la revista en su materialidad (35).
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do, resulta interesante –y novedoso– que el autor de ese texto breve discuta allí
lo que, años más tarde, Roland Barthes señalaría sobre la fotografía: la importancia de la imagen no radica únicamente en su tarea de ‘acompañar’ las palabras
(12). Si bien suelen aparecer junto a diferentes formatos de textos y anotaciones
–sobre todo aquellas publicadas en la prensa–, las fotografías exigen, al decir de
Barthes, una estructura propia de análisis que, al momento de suscitarse la discusión en la revista Elegancias, resultaba prácticamente desconocida.
Las primeras líneas elaboran una discusión etimológica y estética sobre qué es
el arte y aquello que le concede estatuto artístico a una ‘obra de arte’ –nada menos que en la voz de quien en ese momento, para muchos, empuñaba la pluma
más importante de las letras en lengua española:
La fotografía ¿es un arte? Indudablemente, pero no con el mismo derecho que la pintura, porque el esfuerzo del fotógrafo, por hábil que sea, no alcanzará nunca al de un
Bonnat, Jacques Blanche, y tantos otros de los tiempos modernos, sin hablar de los
antiguos. Con la punta de su pincel, un gran retratista, traza una figura y la anima,
idealiza una fisonomía, y hace palpitar el alma. (Elegancias XLII 201. La cursiva es
nuestra)
Si bien en el imaginario “dariano” la fotografía, a priori, no está a la altura
de “un Bonnat” o un cuadro pintado por Jacques Blanche, algunos fotógrafos
son verdaderos artistas. Precisamente, el caso de Talbot es el más emblemático y,
por ese motivo, se dedica los siguientes párrafos del artículo a legitimar el valor
artístico de los trabajos del fotógrafo:
En la primera fila hay que poner á Talbot, que posee este don creador, propio del
artista. Nada encontraréis en él de convencional y de vulgar. Cada persona colocada
frente á su objetivo tiene su fisonomía propia, viviente, su actitud natural, idealizada
por la ciencia del hábil fotógrafo, que conoce todos los secretos de los movimientos
armoniosos. (Elegancias XLII 201. La cursiva es nuestra)
El poeta-cronista nicaragüense pondera, como resulta evidente, el estatuto
artístico del retrato fotográfico en el disparo de Talbot, y encuentra vasos comunicantes que posicionan la fotografía en diálogo con la pintura. En el texto, se
valora la fotografía como arte y se traspasa el concepto de ‘arte bello’ de un medio a otro –de la pintura a la fotografía–, a partir de la idea de que Talbot logra
captar ‘algo más’ en una foto, aquello que excede la captura más tradicional del
medio técnico. La alusión al arte del retrato en la pintura, y a dos grandes retratistas franceses, cede el espacio para comenzar a discutir el arte de los retratos de
Talbot, como el de la niña de la foto que encabeza el artículo.
Pocos años después de la publicación de este artículo, en 1931, Walter Benjamin escribe “Breve historia de la fotografía”. En ese ensayo, reflexiona acerca de
las relaciones entre arte y fotografía y reconoce, en ellas, una tensión similar a la
discutida en el artículo de Elegancias. Para Benjamin, el concepto mismo del me134
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dio técnico es inseparable de la polémica histórica que suscitó su invención, un
acontecimiento cuya aparición supuso cierta ruptura para el arte. La disyuntiva
planteada por Benjamin a los lectores del siglo XX enfatiza en la novedad histórica que representa la fotografía y, como consecuencia, la reproductibilidad y su
impacto en la obra de arte. Con ese objetivo, propone correrse de la discusión
acerca de si es un arte o no lo es, para reflexionar acerca de si el arte se puede o no
hacer con este nuevo medio técnico. La fotografía debe examinarse, en adelante,
a partir de la propia relación del retratista con la técnica, precisamente porque él
es quien puede darle a sus producciones “valor mágico” (Benjamin 87).
Por su parte, el escritor y crítico belga Philippe Dubois traza en su libro
El acto fotográfico (1986) un recorrido que va desde la representación hacia la
recepción de la fotografía, tal como lo enuncia en el subtítulo de su volumen.
El autor señala que se trata de una “imagen-acto”, porque involucra el acto de
producción y, a la vez, es inseparable del acto de recepción y contemplación. Entonces, se aprecia el acto fotográfico y, en consecuencia, su producto, en palabras
de Dubois, como
un medio mecánico, óptico-químico, pretendidamente objetivo, del que con frecuencia se ha dicho, en el plano filosófico, que se realiza “en ausencia del hombre”,
implica de hecho ontológicamente la cuestión del sujeto, y más específicamente del
sujeto en marcha. (11-12. En cursiva en el original)
La definición de Dubois de la fotografía como “imagen-acto” contribuye a la
discusión del artículo que analizamos porque, como se observa en el texto atribuido a Darío, en Elegancias la fotografía de Talbot cumple dos funciones claves:
constituye, fundamentalmente por el uso de la fotografía, el “programa estético
del magazine” y, a la vez, posee “su fisonomía propia, viviente” (Torres “El uso
de la fotografía…” 19). No obstante, no es la primera vez que leemos el nombre
de ese fotógrafo. El número de colaboraciones de Talbot en esta revista ilustrada
es otra prueba del reconocimiento del valor artístico de su obra, con la diferencia
de que en “El arte y la fotografía” es la primera vez que se lo propone como un
tema a discutir. La cantidad de trabajos de Talbot recuperados en diferentes ‘contextos editoriales’ (Louis 35) y con distintos propósitos es muy significativa por
su repetición: quizás el detalle más saliente sea que, desde su primera aparición
en la publicación de diciembre de 1911, no hay números posteriores sin trabajos
de esa casa fotográfica.
En el primer apartado de Lo obvio y lo obtuso, Roland Barthes analiza lo que
él denomina “La escritura de lo visible” (9). El semiólogo explica allí que la
fotografía de prensa es en sí un mensaje (12) que requiere una fuente emisora,
constituida por el grupo de técnicos que integra la redacción del periódico y que
son los encargados de tomar las instantáneas, seleccionarlas, colocar un epígrafe
y comentarlas. En este sentido, teniendo conocimiento de que el artículo que
analizamos fue adjudicado a Rubén Darío, y dada la materia que aborda, podríamos aventurar que muy posiblemente fuera él quien tomó la decisión de incorXXVI.1 (enero-abril 2022) ISSN 1851-4669 |
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porar el trabajo de Talbot, autor sobre el que versa el texto. Conocemos además
que, cuando se publicaron las revistas, el equipo editorial no contaba con un
contratado –como sí lo tuvieron posteriormente otras publicaciones periódicas–,
sino que compraban las imágenes a las casas dedicadas a tal fin –por lo general,
las mismas tres– o directamente a los retratistas.
La fotografía de moda ha evolucionado desde su creación, de acuerdo con
los desarrollos técnicos en la impresión y los usos (aquellas dedicadas a la prensa
o como obra de arte independiente). Por eso es preciso señalar que, si bien en
números anteriores de Elegancias hubo contribuciones de ese estudio, es interesante que fuera seleccionado para este texto en particular porque, desde nuestra
perspectiva, además de discutir el sentido artístico del medio técnico, el artículo reconoce específicamente a Talbot, la firma que más se repite en Elegancias,
como un artista de la lente.
En la París de Elegancias eran pocos los estudios fotográficos de moda y, de
los más famosos, la mayoría había publicado en la revista: Boissonnas y Taponier, Reutlinger, Félix y, por supuesto, Talbot. Las casas de moda más “elegantes”
del momento exhibían modelos vestidos con sombreros, trajes e indumentaria,
algunas firmadas directamente sobre la imagen, otras con un epígrafe que reconocía al autor de la fotografía. En este sentido, señalamos el flagrante gesto
por parte de la dirección de la revista en publicar lo que a nuestros ojos es una
declaración sobre la fotografía del arte, pero, sobre todo, una forma de publicitar
a una de las tres casas fotográficas más conocidas en la París de la preguerra.
El segundo elemento que reconoce Barthes, al considerar la fotografía como
un mensaje, es el receptor: el público lector de esa revista. En este caso, se trata
de un público de habla hispana, como se ha mencionado, que mayormente accedía a la revista en su lugar de origen, París, o con la posibilidad de acceso a las
ediciones especiales dirigidas al lectorado rioplatense.
El semiólogo francés se detiene, por último, en el canal de transmisión. Para
ello, define la propia revista como un entramado que compromete
un complejo de mensajes concurrentes que tienen a la fotografía como centro, pero
cuyo entorno está constituido por el texto, el titular, el pie de foto, la compaginación
y, también, de un modo más abstracto, pero no menos «informativo», la misma
denominación del periódico (puesto que su nombre constituye un saber que puede
pesar muchísimo en la lectura del mensaje propiamente dicho). (11)
Anteriormente señalamos que en la revista ilustrada aparece el nombre de
Talbot, en diferentes contextos editoriales. Por ejemplo: al pie de la fotografía
que es tapa de revista en los números veintisiete y cuarenta y seis, en fotografías
grupales de eventos sociales, en retratos de señoritas de la aristocracia hispanoamericana o francesa de la época y, con motivos más publicitarios, se le atribuyen
también otras fotografías de accesorios de vestimenta femenina, únicamente de
los objetos o de mujeres posando con ellos. Si seguimos la lectura que ofrece
136
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Barthes, es importante considerar que el acompañamiento de fotografías se propuso como una herramienta fundamental para captar la atención de sus lectoras
urbanas, acostumbradas al ritmo contingente y siempre renovado de las ciudades
en transformación. Por esta razón, no sorprende que la revista solicitara colaboraciones fotográficas y literarias que despertaran la curiosidad y fueran novedosas
para su público. Además, la versatilidad que ofrecen los diferentes usos de la
fotografía no atenta, necesariamente, contra la valoración artística del medio
técnico, sino que la pondera, como sucede en “El arte y la fotografía”.
Consideraciones finales
Para concluir, se podría afirmar que el proyecto editorial, encabezado por los
hermanos Guido y el dibujante y fotógrafo Leo Merelo, se constituyó en el deseo de interesar a las lectoras de los dos lados del Atlántico –“Iberoamérica”, en
las palabras de Darío que abrieron este trabajo. Por esta razón, la naturaleza del
magazine, que se define como “ilustrado”, remite a la importancia que tuvo para
Elegancias la presencia de las imágenes, entre las que se destaca la fotografía.
Es evidente, entonces, que, en los dos magazines cuyo director literario fue
Rubén Darío, la imagen –y, muy en primer lugar, la fotografía– se ha ganado un
lugar importante en el marco del propósito general del grupo editorial: comunicar París y España con Latinoamérica. Es preciso señalar que, sin contar las publicidades, todos los textos incorporados en Elegancias compartieron el contexto
de publicación, en la distribución de la página, con una o más fotografías. En
cada una de ellas, se despliega una variedad de recursos visuales –fotografía, dibujo, tipografía, caligrafía, diseño gráfico– que interactúan con el texto literario
para privilegiar el sentido de la vista. El reconocimiento de la fotografía como
otra manifestación del arte y los deseos de una publicación periódica de modas
elegante por difundir las novedades sartoriales y promover las ventas (de la misma revista y de los productos de las casas parisinas) dan cuenta de un magazine
que busca el diálogo entre el arte, la moda y la modernidad para difundirlo entre
las lectoras hispanohablantes.
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