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Extravíos de la antropología mexicana

2007, Dimensión Antropológica

Rodrigo Martínez Baracs, Sobre Extravíos de la antropología mexicana de Horst Kurnitsky), Dimensión Antropológica, 41, septiembre-diciembre de 2007, pp. 208-212. https://revistas.inah.gob.mx/index.php/dimension/article/download/2329/2240/3965

Horst Kurnitzky, Extravíos de la antropología mexicana, México, Fineo (Norte), 2006, 86 pp. Tiene muy particular alcance la presen­ tación en la Escuela Nacional de Antro­ pología e Historia (enah) del reciente libro de Horst Kurnitzky, Extravíos de la antropología mexicana, porque se trata de una obra que apunta a una cuestión medular de nuestro mundo, su incapa­ cidad de conocerse a sí mismo y por lo tanto de resolver de manera racional sus problemas, y porque el libro se cen­ tra en la incapacidad de la antropología e historia mexicanas para estudiar de manera cientíica, racional, el pasado prehispánico de México, que constituye una de las dimensiones esenciales de nuestro ser, y objeto de estudio privile­ giado en esta Escuela. Estos Extravíos, piensa Kurnitzky, la antropología mexicana los comparte con todas las antropologías, en su inca­ pacidad para captar las sociedades no 208 capitalistas o capitalistas marginales o atípicas. Pero el caso mexicano se agra­ va porque las sucesivas fundaciones y refundaciones del Estado mexicano, con la revolución de Independencia, la guerra de Reforma y la Revolución me­ xicana, pusieron a la historia y antropo­ logía mexicanas al servicio de la cons­ trucción del Estado proveyendo una versión gloriosa del pasado prehispá­ nico, importante sustento ideológico del patriotismo mexicano, heredero del patriotismo criollo de los siglos xvii y xviii. Esta subordinación de la concien­ cia histórica mexicana a los requeri­ mientos de construcción del Estado na­ cional no ha afectado solamente al co­ nocimiento del pasado prehispánico, pues también ha diicultado el acceso a otros periodos y aspectos de nuestra historia, como el ilegitimizado periodo colonial, y sin embargo tan fundamen­ tal, y los siglos xix y xx, ya tan nuestros, con su maniquea división entre buenos y malos, liberales y conservadores, re­ volucionarios y reaccionarios. Pero no cabe duda de que la barrera más gran­ de se levanta ante el pasado prehispá­ nico, debido no sólo a la escasez y las diicultades de las fuentes existentes (códices destruidos por los frailes, quie­ nes nos dieron sus propias versiones del pasado, dominadas por categorías como Dios y el Diablo), sino a una serie de tabúes epistemológicos, como lo son los indios del pasado y del presente, in­ criticables y por ende no pensables, ni por la antropología mexicana ni por la extranjera. Quisiera citar el breve texto de Theodor W. Adorno, el gran ilósofo marxista de la Escuela de Frankfurt, DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA, AÑO 14, VOL. 41, SEPTIEMBRE/DICIEMBRE, 2007 que Kurnitzky puso al frente de su li­ bro: La autocensura política que tiene que practicar quien no quiere sucumbir o, al menos, no ser totalmente excluido, tiene una tendencia inmanente, proba­ blemente irresistible, de devenir en el mecanismo inconsciente de la censura y, con ello, en la estupidización. De modo que la autocensura cons­ ciente o inconsciente de los historiado­ res y antropólogos ha ocasionado una estupidización, esto es, una disminu­ ción de la capacidad de pensar. De ma­ nera especíica, provocó una “ausencia de crítica hacia los testimonios conser­ vados y a la falta de imaginación para concebir relaciones sociales distintas a las propias”. Quisiera asentar mi con­ cordancia con la enunciación de estos requerimientos de la investigación y re­ lexión históricas, que son la crítica y la imaginación: la conjugación de la críti­ ca profunda de las fuentes y las inter­ pretaciones existentes, con el uso in­ tenso y controlado de la imaginación, además de la lucha permanente contra toda censura y autocensura del pensa­ miento. Ya en el siglo xix los historiadores más lúcidos enunciaban el principio de que la verdad se debe buscar con inde­ pendencia absoluta de las consecuen­ cias que creamos que pudiera tener la enunciación de esa verdad, al margen de que guste o no, de quedar bien con uno u otro partido, con la “izquierda” o la “derecha”, o lo “políticamente co­ rrecto”. Suele suceder que los de iz­ quierda piensen que somos de derecha y que los de derecha piensen que somos de izquierda, lo cual no me parece mal. La investigación, búsqueda de verdad y de verdades, es por deinición im­ previsible y su función es ayudarnos a conocernos, desconcertarnos, sorpren­ dernos, divertirnos, iluminarnos y cues­ tionarnos. (Qué lejos estamos del histo­ riador proveedor de identidad grupal; más bien, hoy, el historiador cuestiona las falsas identidades.) Este papel provocador es el que ha asumido Kurnitzky en Extravíos de la antropología mexicana, y como tal es loa­ ble, pues quiere sobre todo provocar a pensar, recuperar o alcanzar una acti­ tud racional. Así debe considerarse su libro, por lo que merece que se tome en serio de manera total y en cada uno de sus argumentos, lo cual nos aleja del elogio formal y nos acerca al diálogo real. El libro tiene dos líneas argumen­ tativas, a veces separadas, a veces en­ trelazadas: una argumentación negati­ va, de crítica a los extravíos de la antro­ pología y la historia mexicana, y una argumentación positiva, de enuncia­ ción de las proposiciones de Kurnitzky sobre el periodo prehispánico. En el Prólogo y a lo largo del libro, Kurnitzky critica la supuesta imposibi­ lidad de los españoles para conocer el mundo prehispánico que vinieron a con­ quistar. Algunos argumentos de este autor son cuestionables, pero no vale la pena discutirlos ahora porque él mismo aclara que “el problema de las crónicas españolas puede superarse si se las lee conociendo las múltiples estrategias cristianas de conversión y difusión, así como la mentalidad de sus autores”. Lo que más bien quiere poner de maniies­ to son RESEÑAS 209 […] los extravíos de la antropología y la historia mexicanas del siglo xx que, después de siglos, continúan aceptan­ do acríticamente las valoraciones, des­ cripciones y clasificaciones asentadas en las crónicas españolas, y se confor­ man con hacerlas encajar en un esque­ ma positivista que no es sino la secula­ rización del mismo esquema medieval español en donde las categorías del bien y del mal siguen apegadas a la moral cristiana y persiste la práctica de intentar introducir toda una realidad ajena y compleja (la geografía, la eco­ nomía, los usos y costumbres, la gue­ rra, el Estado, la religión, el arte, etcéte­ ra) en compartimientos estancos, ha­ ciendo caso omiso de las relaciones, purificando la realidad pasada y bo­ rrando los conflictos. Esta visión uniicada, elogiosa y folclórica del pasado prehispánico se debe a que el Estado corporativo fun­ dado por la Revolución de 1910 puso “a la antropología y a la historia mexica­ nas a su servicio”. Kurnitzky critica con razón: La constatación de que ‘como México no hay dos’; el proyecto de diviniza­ ción de la nación mexicana como estra­ tegia política de la oligarquía revolu­ cionaria, y la reelaboración de la ‘raza cósmica’ y del indigenismo al servicio de un mito de origen propio, fueron ac­ ciones constitutivas y productos exito­ sos tanto de la nueva cultura nacional como de su antropología e historia. Tras el movimiento de 1968, según Kurnitzky, surgió la necesidad de una renovación de la visión del pasado pre­ 210 hispánico, pero el resultado fue la susti­ tución de una ideología importada por otra, el marxismo vulgar en lugar del positivismo, en el marco de una nego­ ciación entre el pri y los académicos, cuyo descontento se aplacó con em­ pleos universitarios y públicos. Esta no me parece una descripción muy exacta —ni, por cierto, muy cortés— porque pasa de una discusión de ideas a una descaliicación moral, de corrupción colectiva indiscriminada. La realidad es que, si bien es cierto que la autocensura ha calado hondo y que muchos problemas no han recibido la atención que merecen, como el sacri­ icio humano y la antropofagia, habría que ver que tanto en México como en el extranjero se está produciendo un cam­ bio, una visión más crítica e imaginati­ va ante los documentos etnohistóricos, arqueológicos, epigráicos, tal como la pide Kurnitzky. Su voz no es tan diso­ nante como él mismo pretende, y tengo la impresión de que aunque muchas veces busca entrar en confrontación, más bien se incorpora a un diálogo. Bienvenido. No cabe duda de que la realidad del sacriicio humano y la antropofagia ha sido crecientemente aceptada y ha sido incorporada, si bien aun de mane­ ra incipiente, a una discusión seria so­ bre el conjunto de la sociedad mexica. Lo mismo puede decirse sobre la acep­ tación de la importancia del sacriicio entre los mayas, gracias al descifra­ miento parcial de su escritura y de los avances de la epigrafía, particularmen­ te a partir del libro The Blood of Kings de Linda Schele y Mary Ellen Miller, de 1986, difundido y discutido en México por Octavio Paz en sus “Relexiones de DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA, AÑO 14, VOL. 41, SEPTIEMBRE/DICIEMBRE, 2007 un intruso”, y por Enrique Florescano en varios de sus libros. Se acepta cada vez más esta nueva concepción de los mayas, antes concebidos como “los grie­ gos de Mesoamérica”, pacíicos arqui­ tectos y observadores de los astros. Pero sin duda falta pensar toda la cuestión más a fondo, y transmitir esta relexión a toda la sociedad y particularmente al medio académico, como lo muestra la incomodidad e histeria que provocó la película Apocalypto. Se imprimieron carteles y se difundieron correos elec­ trónicos diciendo: “¡No la veas!”, ver­ dadero llamado a abdicar del pen­ samiento. ¿De qué lado están, de los sacriicadores o de los que intentan es­ capar del sacriicio? (Algunos contestan al viejo estilo: “Le vamos a aplicar el 33 a ese gringo que se atreve a criticar­ nos”.) También está naciendo una per­ cepción de la importancia de la guerra, la tortura y múltiples formas de sacrii­ cio entre los antiguos habitantes de Mi­ choacán. Claudia Espejel, gracias a su investigación hermenéutica sobre la Relación de Michoacán (escrita en 1541 por el franciscano fray Jerónimo de Alcalá), pudo ver con claridad tanto el iltro que creaba en el fraile las medievales Siete partidas de Alfonso “El Sabio”, como la realidad permanente de los sacriicios humanos y de la quema de madera en hogueras, no muy ecológicas. Pero, pese a todo, la franciscana, tzintzuntza­ nista y teocrática Relación de Michoacán se volvió hoy el fundamento histórico de las celebraciones del “año nuevo pu­ répecha”. Por ello acierta Kurnitzky cuando advierte los graves peligros de la intervención de los antropólogos en la conformación de las memorias y su­ puestas identidades étnicas de los pue­ blos indios. Los cuestionamientos de Kurnitz­ ky son importantes y aun vitales, pero desmerecen cuando se limitan a criticar de manera descontextualizada a auto­ res como Miguel León­Portilla, Enri­ que Florescano o Luis Vázquez León. Primero porque las críticas son injus­ tas: León­Portilla ha impulsado análisis y ediciones de las fuentes en náhuatl y otras lenguas indias, que precisamente permiten al antropólogo y al historia­ dor relexionar por su cuenta. Floresca­ no ha destacado justamente la cons­ trucción estatal de los diferentes para­ digmas de las historias del pasado de México y ha avanzado en la historia comparativa del periodo prehispánico, sin soslayar la existencia de los sacrii­ cios. Y Vázquez León, al referirse al modo de producción tributario —como lo han hecho Eric Wolf y muchos histo­ riadores y antropólogos—, no hace más que enunciar un nivel de funciona­ miento, tecnológico, económico, polí­ tico, social y religioso, de las múltiples sociedades del viejo y del nuevo mun­ do a lo largo de su historia agrícola ci­ vilizacional (mediante el tributo los campesinos sostienen a las ciudades con sus reyes, nobles, sacerdotes, ar­ tistas y guerreros), lo cual no impide la investigación de otros aspectos de la realidad. Y sobre todo, esta crítica al concepto de modo de producción tribu­ tario se ve mal si Kurnitzky lo enfrenta con generalidades aún más vastas, como el carácter primigenio del sacrii­ cio de mujeres, la centralidad del sacri­ icio en todas las sociedades, o la trans­ misión matrilineal, entre otras, presen­ tadas de manera declarativa, cuando RESEÑAS 211 son precisamente asuntos que se trata de pensar. Estas críticas personalizadas, y otras respecto a las que no vale la pena ale­ gar, impiden tratar de ver con mayor claridad los obstáculos, los extravíos, las censuras y autocensuras que limitan inquirir a fondo el pasado prehispáni­ co, tanto en México como en el extranje­ ro. Y entender problemas semejantes en el mundo actual, porque también hay muchas “otredades” cuyo desconoci­ miento, pese a toneladas de publica­ ciones, ha llevado a sangrientas y des­ tructivas confrontaciones. Otra vez, las supuestas “identidades” étnicas (racia­ les­racistas al revés o al derecho) y reli­ giosas (religiones que ligan y desligan, unen y separan, enfrentan). A manera de contrapunto con su crítica a los Extravíos de la antropología mexicana, Horst Kurnitzky expone va­ rias propuestas positivas, sin duda im­ portantes y sugerentes, como son la imbricación de la religión y de las rela­ ciones de parentesco en la vida econó­ mica y política toda de las sociedades prehispánicas, la herencia matrilineal, su concepción cíclica del mundo con­ trapuesta a la concepción del mundo histórica de las sociedades dominadas por las religiones judeocristianas, la centralidad del sacriicio en la repro­ ducción de las sociedades prehispáni­ cas y de todo el mundo antiguo, los sa­ criicios de mujeres como forma pri­ maria del sacriicio en las sociedades arcaicas, la religión que surge ante la angustia humana de no poder controlar un mundo desconocido y amenazante, la sustitución de los sacriicios humanos por otras formas de sacriicio, presentes aun en las sociedades capitalistas do­ 212 minadas por el dinero y su estructura sacriicial represiva de la naturaleza in­ terior y exterior del hombre y, sobre todo, la posibilidad de liberarnos de esta omnipresencia del sacriicio.1 Todas estas ideas, y varias más, son importantes y merecen discutirse a fondo. Pero Kurnitzky las presenta como si fueran verdades incontroverti­ bles y el lector a menudo siente que le dice: “si no estás de acuerdo conmigo, quiere decir que estás sometido a los extravíos priistas y corruptos de la an­ tropología mexicana”. No se trata de aprobar o reprobar tal o cual problema oportunamente replanteado por Kur­ nitzky, sino de someterlo a una investi­ gación verdadera, no censurada ni au­ tocensurada, en el que se maximice el uso de la crítica y la imaginación. Más allá de los extravíos propia­ mente mexicanos, Horst Kurnitzky advierte los peligros de la renuncia a pensar en términos globales, radicales y críticos en las sociedades del pasado y del presente, de acuerdo con exigencias de inteligibilidad que se abandonaron con el supuesto fracaso teórico del mar­ xismo a ines del siglo xx. Sin esta re­ lexión es imposible entender la grave situación en que se encuentra la huma­ nidad, y ver la manera de superarla. Rodrigo Martínez Baracs Dirección de Estudios Históricos, inah. 1 Horst Kurnitzky expuso algunas de estas ideas en su libro La estructura libidinal del dinero. Contribución a la teoría de la femineidad, México, Siglo XXI, 1978 [1974]. DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA, AÑO 14, VOL. 41, SEPTIEMBRE/DICIEMBRE, 2007