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XIX - XX, 2000 - 2001
ANALES DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE
PREHISTORIA, ARQUEOLOGÍA
E HISTORIA ANTIGUA
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Lorenzo Abad Casal, Director
Mauro S. Hernández Pérez
Arcadio del Castillo Álvarez
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Juan Manuel Abascal Palazón
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Estos números se editan con una subvención parcial del Vicerrectorado
de Extensión Universitaria de la Universidad de Alicante.
PORTADA: Composición a partir de un fragmento de pintura mural
del Tossal de Manises (Foto original Archivo MARQ).
Edita:
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XIX-XX
2000-2001
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis
de su distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Anales de la Universidad de Alicante
Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua
Índice
Portada
Créditos
PINTURA RUPESTRE ESQUEMÁTICA Y TERRITORIO:
ANÁLISIS DE SU DISTRIBUCIÓN ESPACIAL EN EL
LEVANTE PENINSULAR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Sobre la conceptuación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Hacia un reconocimiento de la pintura rupestre
esquemática en el Levante peninsular . . . . . . . . . . . . 12
El espacio geográfico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
El patrón de emplazamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Análisis del patrón de emplazamiento de los
yacimientos en el grupo 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Análisis del patrón de emplazamiento de los
yacimientos en el grupo 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Análisis del patrón de emplazamiento de los
yacimientos en el grupo 3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Análisis del patrón de emplazamiento de los
yacimientos en el grupo 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
Índice
Consideraciones sobre los espacios vacíos . . . . . . . . 57
Algunas consideraciones sobre el arte esquemático
en el Levante de la Península Ibérica . . . . . . . . . . . . . 59
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Notas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
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XIX - XX, 2000 - 2001
Pintura rupestre esquemática y territorio:
análisis de su distribución espacial en el
Levante peninsular
PALMIRA TORREGROSA GIMÉNEZ
Presentamos un estudio sobre el análisis del patrón de emplazamiento
de los yacimientos con pintura rupestre esquemática en el Levante de
la Península Ibérica, una manifestación gráfica clave para la explicación
del proceso de neolitización y afianzamiento de las primeras comunidades agropecuarias en dicha zona.
Étude de l’analyse du modèle d’emplacement des sites à peinture
rupestre schématique situés au Levant de la péninsule ibérique, une
expression graphique clé pour expliquer le processus de néolithisation
et d’affermissement des premières communautés paysannes de cette
zone.
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Introducción
E
l trabajo que aquí presentamos constituye una parte sintética de nuestra Tesis Doctoral (nota 1), que
tenía como objetivo el análisis global de una de las
manifestaciones gráficas prehistóricas con mayor distribución
geográfica, tanto en el ámbito peninsular como mediterráneo.
De este modo, se emprendió el estudio de la pintura rupestre
esquemática en tierras valencianas con el objetivo de sistematizar un amplio número de motivos y abrigos, que habían sido
publicados desde principios del pasado siglo y con ello afrontar
un necesario análisis de contextualización arqueológica y de
establecimiento de un posible patrón de emplazamiento.
Aunque la calidad de la información se nos presentaba desigual y las investigaciones –prospecciones, publicaciones,
primeras síntesis- en los últimos 15 años habían supuesto un
salto cualitativo para desarrollar nuevas perspectivas para su
análisis, la pintura rupestre esquemática todavía adolecía, en
la zona levantina, de una escasa valoración, llegando a ser
considerada por algún autor como una manifestación minoritaria respecto al Arte Levantino y con un cariz general, más
propio de un núcleo marginal que de un foco original (Baldellou,
1988, 264).
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Sin embargo, en la actualidad el panorama es bien distinto.
Gracias a los trabajos de un amplio número de investigadores,
en las tierras valencianas se han documentado cerca de un
centenar de abrigos y una primera visión sobre la distribución
de los mismos en el territorio, nos mostró la existencia de
claros agrupamientos en torno a diversas cuencas fluviales
(Torregrosa, 1993).
Hecha esta serie de consideraciones, estamos en situación de
exponer el desarrollo de este artículo. El primer apartado, esencial ante cualquier análisis, estará dedicado al establecimiento
de algunas premisas básicas sobre la conceptuación del Arte
Esquemático, lo que nos permitirá aproximarnos al reconocimiento de dicha manifestación recogido en el epígrafe siguiente. Como introducción al análisis del patrón de emplazamiento
de los yacimientos, hemos considerado oportuno presentar un
esbozo del espacio geográfico, soporte de las relaciones de la
sociedad con el medio. Tras el establecimiento del patrón de
emplazamiento, su distribución espacial e interrelación entre
abrigos, terminaremos con una discusión final.
Por último, me gustaría agradecer a Mauro S. Hernández Pérez, María Francia Galiana Botella y Francisco Javier Jover
Maestre su dedicación y sugerencias a lo largo de toda nuestra
línea de investigación.
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Sobre la conceptuación
Pocos autores han realizado un intento de conceptuación
explícita sobre lo que entienden como Arte Esquemático. La
mayoría de las veces se han propuesto consideraciones o
apreciaciones vagas que hacen referencia a su denominación,
debatiendo la idoneidad del término como definitorio de lo que
realmente se representa. Para P. Acosta (1968) el término
esquemático hacía referencia a un arte simbólico sin conexión
con la realidad, aunque de hecho, en el mismo, se incluían
motivos que no respondían con exactitud a esa definición. Por
tanto, debemos tener presente que el fenómeno esquemático
tiene una manera especial de tratar las figuras y eso es, precisamente, lo que responde a su concepto.
En realidad, y como bien apuntaba A. Beltrán (1999), resulta difícil ajustar lo que en Prehistoria entendemos por “Arte
Esquemático” al verdadero sentido de la palabra, aunque en
la mayoría de los casos, los autores consideran aceptable el
término por una cuestión práctica, al haberse generalizado
su uso (Alonso y Grimal, 1996a, 123; ídem, 1996b, 178) y no
parece contraproducente seguir utilizándolo para la mejor e
inmediata comprensión del término (Martínez, 1997, 26).
Por otra parte, tampoco parece claro qué tipo de motivos representa este “arte”, ya que para algunos investigadores se
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trata de un arte abstracto y casi simbólico sin conexión con la
realidad (Acosta, 1968, 18), de una reducción progresiva de
los detalles de las representaciones hasta conseguir un número mínimo de rasgos que permiten su identificación (Ripoll,
1983, 27), o bien una representación mínima de la realidad que
puede quedar reducida a estrictos esquemas (Alonso y Grimal,
1996, 123). Lo que parece claro es que no debe tomarse en
sentido estricto el significado del término esquemático, ya que
al hablar de esquemas no podemos referirnos exclusivamente
a la definición propuesta por la Real Academia Española (1992,
902) que determina que el esquema es “la representación
de una cosa atendiendo sólo a sus líneas o caracteres más
significativos”.
En otro sentido parece haberse dirigido la conceptuación del
Arte Esquemático y es la tendencia a definirlo como el “Arte”
de un periodo cronológico determinado, “independientemente
de que dentro de un concreto sentido de la palabra, haya
esquemas geométricos y abstracciones vigentes en etapas
anteriores” (Beltrán, 1999, 46) o posteriores. Quizá esta sea
una de las variables fundamentales a partir de la que debe
establecerse su conceptuación.
Resumiendo las propuestas de la mayoría de los investigadores, al hablar de Arte Esquemático nos referimos a:
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
- Una manifestación gráfica prehistórica, con pinturas y grabados, tanto rupestre como mueble.
- Con un desarrollo cronológico para la Península Ibérica
desde momentos iniciales del Neolítico y que perdura hasta
la Edad del Bronce, desapareciendo de manera desigual en
las diferentes áreas geográficas (Hernández, 1995) con la
nueva organización de la sociedad (Martínez, 1997).
- Se desarrolla en toda la Península Ibérica, así como en el
marco general del Mediterráneo.
- Representa figuras de la realidad y abstractas reconocibles y
que atienden a trazos más elementales o esquemáticos que
son claves para su reconocimiento.
- Representa motivos aislados, con una tipología variada, o
formando composiciones.
Estando de acuerdo con todas estas proposiciones que constituyen la conceptuación del Arte Esquemático, desde nuestro punto de vista, cabe añadir una nueva que consideramos
fundamental: bajo la denominación de Arte Esquemático se
incluyen un amplio conjunto de manifestaciones gráficas
correspondientes a numerosas sociedades concretas prehistóricas que se desarrollaron en un espacio físico determinado
y se distinguieron de otras a través de la representación de
sus propios rasgos singulares plenamente normalizados.
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Hacia un reconocimiento de la pintura rupestre
esquemática en el Levante peninsular
Siguiendo con el concepto de Arte Esquemático, creemos que
éste no debe considerarse como una manifestación estática
y monolítica sino que, como cualquier otra actividad humana,
fue dinámica y en continua transformación, tanto en el ámbito
formal como del contenido.
El Arte Esquemático constituye una manifestación gráfica del
conjunto de las primeras sociedades productoras peninsulares,
desde su implantación en el VII milenio cal BC hasta principios
del II milenio cal BC. Por tanto, no es el Arte ni de una cultura
ni de una sociedad, sino de múltiples sociedades concretas
cuyo reconocimiento lo podemos realizar exclusivamente a
través de sus rasgos culturales. El Arte Esquemático es una
actividad más de cada una de esas sociedades y por ello no
es una manifestación estática ni homogénea, sino dinámica
y heterogénea, ya que corresponde a la manifestación ideológica de un conjunto de sociedades con diferente grado –o
similar- de desarrollo social y económico.
La problemática que actualmente se plantea es que esos
cambios que han sido apreciables en la aparición de nuevos
motivos, tras un largo desarrollo del Arte Esquemático, solamente han sido observados en la variable temporal o espacial,
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
pero nunca en el marco del desarrollo de las culturas arqueológicas que son el reflejo de las entidades sociales dinámicas
que ejecutaron grafismos esquemáticos como manifestación
de su ideología creencias.
A esta problemática no han escapado las consideraciones del
Arte Esquemático en el Levante Peninsular, ya que su análisis
se ha estudiado como un bloque homogéneo en todo el territorio, atendiendo exclusivamente a las variantes tipológicas y
técnicas que pudieran existir.
Sin embargo, desde nuestro planteamiento, dentro de lo que se
considera como Arte Esquemático en las comarcas levantinas,
se podrían establecer diversos grupos esquemáticos, siguiendo la línea de “provincias” propuesta por M. S. Hernández et
alii (1991, 55) y que cada uno de ellos estaría caracterizado
por la representación de motivos singulares. Cada agrupación
esquemática ocuparía un territorio concreto que podría ser
variable a lo largo del tiempo.
El problema que se plantea reside en cómo interpretamos cada
una de esas agrupaciones observadas en el registro. Por una
parte, podría ser interpretado como la manifestación propia de
una sociedad concreta y, por tanto, con una cultura material
y unos grafismos singulares claramente diferenciables frente
a otras. Y por otra, también podría ser la manifestación de un
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grupo humano - linaje, familia extensa, etc - integrado en una
entidad social determinada.
Sin embargo, la evaluación de todo ello está condicionada
por varios factores de difícil resolución en el estado actual de
la investigación. En primer lugar, los yacimientos con motivos
esquemáticos se encuentran aislados de los lugares de hábitat
con los que se deberían relacionar y con los que se establecen
las secuencias cronoculturales. De este modo, las manifestaciones gráficas solamente pueden ser un indicador más del
desarrollo de una cultura arqueológica, pero no pueden constituirse en el elemento definidor de ésta. Y, en segundo lugar,
por el momento únicamente se ha establecido la secuencia
crono-estratigráfica del Neolítico en el Levante peninsular en
su totalidad (Bernabeu, 1989; Bernabeu et alii, 1993), pero
todavía no se ha entrado a definir culturas arqueológicas como
sí ha ocurrido en el SE.
El espacio geográfico
Debemos tener en cuenta que no existe Arte rupestre Esquemático en todo el territorio levantino. Por ello, hemos considerado como mejor procedimiento la ordenación de yacimientos
por cuencas fluviales, ya que pensamos que los cursos de los
ríos en la mayoría de los casos son los vertebradores del terriÍNDICE
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
torio, constituyendo por sí mismos unidades fisiográficas con
vías de comunicación. En el caso de las tierras valencianas se
trata de pequeñas cuencas de escaso desarrollo longitudinal
enmarcadas por elevaciones montañosas de gran desarrollo
(Fig. 1).
La zona central del Mediterráneo peninsular se caracteriza por
la conexión de tres unidades geológicas: la Cordillera Costerocatalana, el Sistema Ibérico y el Sistema Bético.
La zona más extensa se corresponde con el Dominio Ibérico
que conecta con el Sistema Bético de manera progresiva,
coexistiendo ambos en el borde meridional del Macizo del
Caroig, dominando ya los pliegues béticos en el extremo
meridional de la Sierra de Enguera. En el litoral es el área de
La Safor donde se produce esta coexistencia (Sanchis et alii,
1990, 404-405).
Dentro del dominio Ibérico se distinguen el sector Ibérico valenciano septentrional y el sector Ibérico valenciano meridional. El primero de ellos corresponde desde las Sierras de El
Maestrat, Javalambre y Espadán hasta la depresión de UtielRequena y la Hoya de Buñol, y se caracteriza por tener una
intensa tectónica de plegamiento y fracturación con materiales
mesozoicos y unas sierras de dirección NO-SE (Sanchis et
alii, 1990, 440).
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Figura 1: Mapa geográfico con indicación de las diferentes cuencas
levantinas.
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
La zona meridional que comprende desde la depresión de
Utiel-Requena hasta el valle del río Canyoles, se caracteriza
por afloramientos triásicos de carácter diapírico que afloran
en los corredores del río Magro, Ayora, Cofrentes, el río Cabriel y de Navarrés y por materiales cretácicos sobre el resto,
donde se alcanza una importante acumulación de sedimentos
calcodolomíticos (Sanchis et alii, 1990, 445).
En el Sistema Bético se diferencia entre el Prebético Interno y
el Prebético Meridional. El primero se extiende desde el valle
del río Canyoles por el N hasta una banda con dirección SONE que recorrería desde Villena-Bocairent hasta Palma de
Gandía, incluyendo en su territorio la Vall d’Albaida (Sanchis
et alii, 1990, 447). El Prebético meridional, con aproximadamente 40 Km de anchura, se extiende desde la Sierra de
Salinas, Peñarrubia, Mariola, Cantalar, Alfarada, Terra Nova
y l’Almirant por el Norte, hasta las alineaciones montañosas
de Crevillent por el Sur.
Dentro de este marco general se distribuyen una serie de
unidades fisiográficas menores que albergaron las manifestaciones artísticas consideradas como Arte Rupestre Esquemático.
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El patrón de emplazamiento
Hasta hace una década, se venía comentando el escaso interés prestado al estudio del Arte Esquemático en la zona del
Levante (Hernández et alii, 1983, 1995), tanto por la escasez
de yacimientos como por la falta de espectacularidad de sus
paneles en relación con otras zonas de la Península Ibérica.
Con los hallazgos de la década de los 80 y 90, el número de
yacimientos conocidos en la actualidad ha llegado casi al centenar, de los cuales algunos todavía permanecen inéditos. Sin
embargo, el Arte Esquemático de la zona central mediterránea
sigue, hoy en día, pasando casi desapercibido, fundamentalmente por el peso en este área del Arte Levantino o por la
espectacularidad del Arte Macroesquemático.
El aumento considerable de yacimientos con pintura rupestre
esquemática ha revalorizado esta manifestación gráfica y se
ha llegado a proponer incluso, dentro de este territorio, una
“provincia” de Arte Esquemático que se situaría en el macizo
montañoso alicantino y al que se sumarían los hallazgos de la
Vall del Canyoles, la Vall d’Albaida y la desembocadura del río
Serpis, quedando su límite por el N en la cuenca del río Xúquer
(Hernández et alli, 1991, 55). Es en torno a la cuenca media
del río Xúquer donde se localiza otra importante agrupación de
yacimientos que, si bien no es tan abundante como la de las
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Figura 2: Distribución general de yacimientos en el Levante peninsular
indicando cada una de las agrupaciones de arte rupestre Esquemático distinguidas.
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cuencas alicantinas y del sur de Valencia, también responde
a un conjunto uniforme de abrigos repartidos en un mismo
territorio y con unas características formales determinadas. El
resto de agrupaciones no resultan tan uniformes y solamente
a partir de la proximidad de unos pocos yacimientos nos atrevemos a su individualización y calificación como grupo.
Estamos convencidos de que, por una parte, las agrupaciones
de arte son el resultado de procesos o intensidades desiguales
de prospección llevados a cabo en determinados territorios,
pero por otra, la ausencia de yacimientos no va ligada a la falta
de prospecciones, como lo evidencian algunas zonas como
por ejemplo la cuenca del río Vinalopó (Soler, 1976; Jover et
alii, 1995; Esquembre, 1997) o la Foia de Castalla (Cerdá,
1983) y es a esta cuestión a la que debemos proponer una
explicación.
Según la distribución de los yacimientos con pintura rupestre
esquemática en la zona levantina en estudio y teniendo en
cuenta principalmente las concentraciones de abrigos pintados, establecimos en el momento de redactar nuestra Tesis
Doctoral (Torregrosa, 2000) cuatro agrupaciones significativas, separadas además por zonas vacías de pintura rupestre
esquemática, sin que ello suponga ni la contemporaneidad
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
de los grupos ni de los abrigos incluidos dentro de cada uno
(Fig. 2):
GRUPO 1: Cuenca del río Serpis, cuencas menores de La
Marina, cuenca del río Albaida y cuenca del río Canyoles.
GRUPO 2: Curso medio del río Xúquer.
GRUPO 3: Zona entre los ríos Turia y Palancia.
GRUPO 4: Rambla de la Viuda y Els Ports.
Somos conscientes de que este panorama puede verse
modificado con el avance de la investigación, el hallazgo de
nuevos abrigos o la ampliación de los territorios que ocupa
cada grupo, sin embargo creemos que el mapa actual puede
servir como base sólida sobre la que se podrán producir esas
modificaciones.
Una vez establecidos las agrupaciones espaciales de yacimientos de la zona del Levante peninsular, pasaremos al
análisis de emplazamientos a los que responden, siguiendo
la propuesta de J. Martínez García (1998; 2000) y adaptando
sus patrones a las características del paisaje en el que se
distribuyen. Seguidamente definiremos cada uno de los tipos
de emplazamiento:
1.- Patrón de emplazamiento asociado a un cerro o montaña individualizado en el paisaje. Soporte de uno o varios
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abrigos pintados con amplia cuenca visual, tanto desde el
territorio como desde el abrigo, esta última de tipo semicircular. Son los denominados abrigos de visión (Martínez
García, 1998, 550).
2.- Patrón de emplazamiento asociado a puntos elevados de
grandes sierras. Generalmente presentan uno o pocos
abrigos localizados en las mayores altitudes de las sierras. Desde el territorio el abrigo queda disimulado por el
conjunto de la sierra, sin embargo desde él la visibilidad
es muy alta, de tipo semicircular, son los llamados abrigos
de culminación (Martínez García, 1998, 551).
3.- Patrón de emplazamiento asociado a barrancos o ramblas.
Es quizá el modelo más común y generalmente está compuesto por un número elevado de abrigos. La visibilidad
es variable, en la mayoría de los casos de tipo sectorial o
lineal. Se definen como abrigos de movimiento (Martínez
García, 1998, 552).
4.- Patrón de emplazamiento asociado a estrechos y puertos.
Se trata de abrigos localizados en estrechos o puertos que
actúan como zonas de comunicación entre dos territorios.
La visibilidad es variada, determinada por la topografía del
terreno. Se denominan abrigos de paso (Martínez García,
1998, 552).
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
J. Martínez García añade un tipo de emplazamiento más, el
asociado a cañones con paredes verticales, bajo las que transcurre el cauce de un río y denomina a estos yacimientos como
Figura 3: Distribución general de estaciones con pintura rupestre esquemática en la zona del Prebético meridional valenciano e integradas en el Grupo 1.
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abrigos ocultos (Martínez, 1998, 552) por su visibilidad puntual,
únicamente perceptible desde las inmediaciones. Sin embargo, consideramos que este tipo de relieve no es propio de las
zonas del Levante peninsular. El cañón, que se define como
“paso estrecho o garganta profunda entre dos altas montañas
por donde suelen correr los ríos” (Real Academia Española,
1992, 395), es más bien propio de cuencas fluviales de amplias
dimensiones. Por este motivo, consideramos que no es un término adecuado para describir las gargantas existentes en los
ríos propiamente mediterráneos, ya que éstos son de pequeño
tamaño y escaso recorrido. A este respecto, es significativo
que en la toponimia de la zona no se haya empleado nunca
este término y sí el de “Barranc”. Por este motivo, incluiremos
los posibles abrigos ocultos de nuestra zona de estudio dentro
del emplazamiento asociado a barrancos.
A continuación aplicaremos el análisis de los modelos de emplazamiento al territorio donde se distribuyen los yacimientos
estudiados en este trabajo. No obstante, queremos dejar claro
que el análisis espacial que podamos observar puede, o no, ser
el resultado de una ordenación coetánea, aunque pensamos
que es probable que buena parte de ellos sí lo fuesen en un
momento de desarrollo.
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Análisis del patrón de emplazamiento de los
yacimientos en el grupo 1
Esta zona montañosa, atravesada por abundantes cuencas de
ríos cortos con escaso caudal, presenta la mayor concentración
de yacimientos con pintura esquemática de la zona de estudio. Un total de 61 yacimientos – casi el 70% de la totalidad a
estudiar-, a los que se deben sumar los todavía inéditos, que
se distribuyen de la siguiente manera (Fig. 3):
CUENCA
Serpis
Gallinera
Girona
Xaló
Algar
Amadorio
Albaida
Canyoles
TOTAL
YACIMIENTOS
14
7
4
12
7
1
14
1
%
22’9
11’4
6’5
19’6
11’4
1’6
22’9
1’6
Los yacimientos de la cuenca del río Serpis se localizan, la
mayoría de las veces, en una posición aislada o como mucho
en una agrupación de máxime tres yacimientos próximos, a
escasos metros. Los modelos de emplazamiento que encontramos son los siguientes:
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RIO SERPIS
B. Coves
Sarga
Salt
Port P.
Frainos
Morro C.
Roges B.
Salemes
Paella
P. Banyà
Garrofer
Gleda
Benicadell
Llarga
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
X
X
X
X
4
(estrecho)
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
Los yacimientos ubicados en puntos elevados de grandes
sierras, se distribuyen en tres espacios, el primero en las estribaciones nordoccidentales de la Sierra de Aitana, con los
abrigos del Barranc de Frainos (960 m) y del Morro Carrascal
(1.060 m), el segundo en la Sierra Mariola con el Abric de la
Paella (740 m) y el de la Penya Banyà (880 m) y, por último,
el abrigo de la Penya del Benicadell (900 m) en la sierra del
mismo nombre. Esta distribución hace que los yacimientos
formen un triángulo que enmarca la cuenca alta y media del
río Serpis y que en la bibliografía ha sido citado como zona
límite del Arte Macroesquemático (Martí y Hernández, 1988,
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
21). El emplazamiento de estos yacimientos en las sierras de
mayor envergadura de la zona debe valorarse como puntos
destacados de dominio y control visual sobre el resto de yacimientos localizados a lo largo del curso del río Serpis, además
de contar con una comunicación visual entre las tres sierras.
Más numerosos son los yacimientos ubicados en el interior de
barrancos tributarios de pequeños afluentes del río Serpis. La
característica principal de los emplazamientos de esta zona
es que son relativamente escasos los localizados en cada
barranco. En la cabecera del río Serpis encontramos el abrigo
del Barranc de les Coves, tributario del río Polop que junto con
el Barxell forman el primero. Este abrigo se ubica en el interior
de un estrecho y accidentado barranco, con una visibilidad
escasa ya que, además, la altura sobre el nivel del cauce es
baja. Si bien su situación hace que sea un abrigo oculto, su
carácter estratégico se valora al tener en cuenta que aguas
arriba, a escasos metros, se localiza el Abric de la Falguera,
cuya estratigrafía parece confirmar una ocupación en el Neolítico (Rubio y Barton, 1992; Carrión, 1999; Bernabeu, 1999).
También en la cabecera del río Serpis, pero a la altura de su
afluente el Molinar, se ha descubierto recientemente un nuevo
yacimiento –todavía inédito-, que podríamos incluir en el tipo
4, ya que se localiza en la salida de un estrecho que se abre
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hacia la Foia d’Alcoi y que deberá ser valorado en el momento
de su publicación.
En otro afluente por la derecha, el río Penáguila, se localizan
otros dos yacimientos, uno con varios abrigos en el Barranc
del Salt y otro en el Port de Penáguila. El primero con una
visibilidad menor al estar en el interior de un accidentado barranco, mientras que el segundo se abre hacia una zona más
extensa.
En la Vall de Seta se localizan los abrigos de Coves Roges y
Salemes, situados en la cabecera de este afluente. Y también
en la cabecera del Barranc de l’Encantada, que vierte sus
aguas directamente al río Serpis, encontramos otros dos yacimientos, en dos de sus barrancos tributarios. En el Barranc
de la Gleda, muy próximo al yacimiento del Tossal de la Roca
(Cacho et alii, 1995) y en el Barranc del Llombo, el Abric dels
Garrofers, situado en un barranco paralelo a la localización de
la Cova d’En Pardo (Tarradell, 1969, Soler Díaz, 1999).
Por último, esta vez en la parte baja del barranco, en L’Orxa
se localiza la Cova Llarga, con una visibilidad media de tipo
sectorial, destacando que en el gran abrigo sólo existe una
figura y es ésta la que dirige una excelente y directa visión
hacia la cumbre de la sierra Mariola y el pico del Benicadell.
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Para finalizar, podemos decir que los yacimientos de la cuenca
del Serpis, localizados en su cabecera y curso medio –aunque
se han descubierto en la cuenca baja pero no han sido publicados todavía- se articulan principalmente según dos patrones
de emplazamiento. Por una parte, tres conjuntos ubicados en
lo alto de grandes sierras, formando un triángulo que encuadra
parte del curso alto y medio del río y, por otra, una serie de
yacimientos aislados que se distribuyen por barrancos tributarios de afluentes del Serpis, situándose generalmente en
su cabecera.
La zona de La Marina se caracteriza por estar articulada por
varias cuencas de pequeños ríos o ramblas –Rambla de Gallinera, Río Girona y Río Xaló, Río Algar, Río Amadorio- en las
que se distribuyen los yacimientos de la siguiente manera:
RAMBLA
GALLINERA
B. Grau
R. Pou
Jeroni
Benialí
Magrana
C. Negra
Benirrama
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
X
X
X
X
X
X
X
4
(estrecho)
Como puede verse en la tabla anterior, la totalidad de yacimientos catalogados hasta el momento a lo largo de la Rambla
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29
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
de Gallinera se sitúan en barrancos tributarios por su margen
izquierda y cercanos a su cabecera. La mayoría de los barrancos son estrechos y de cauce accidentado y los abrigos
pintados suelen localizarse en su cabecera, la mayoría de las
RÍO
GIRONA
Torrudanes
B. Infern
Llidoners
B. Palla
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
X
X
X
X
4
(estrecho)
veces con escasa visibilidad o restringida, incluso en lugares
escondidos (Cova Jeroni, Benialí).
El río Girona recibe las aguas en su cabecera del largo y
encajado Barranc de l’Infern. A él vierten, entre otros, los barrancos menores de Sergues y Cristòfol donde se ubican los
abrigos pintados de Torrudanes y Llidoners, respectivamente.
A lo largo del Barranc de l’Infern propiamente dicho, se localizan gran cantidad de abrigos pintados, entre los que existen
varios con pinturas rupestres esquemáticas. Una vez que se
abre el Barranc de l’Infern, el río Girona cuenta con sólo un
yacimiento situado en el Barranc de la Palla, también estrecho
y con accidentado cauce. Su ubicación no permitiría gran visibilidad desde el abrigo, sin embargo, la situación de la boca y la
configuración de las montañas permite que se observe desde
ÍNDICE
30
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
él la Sierra del Montgó –donde se sitúa la Cova del Barranc
del Migdia con pinturas esquemáticas- y el mar, lo que parece
mostrar que la elección del lugar no fue fortuita.
RÍO
XALÓ
B. Fita
B. Famorca
B. Bil.la
C. Roges T
Gorgorí
C. Alta
Seguili
Mansano
Palmeral
C. Migdia
Santes D.
Santes B.
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
X
X
X
X
X
X
4
(estrecho)
X
X
X
X
X
X
El río Xaló –o Gorgos en su tramo final- nace del drenaje de
las sierras de Alfaro y Serrella y recoge a lo largo de su curso
el agua de diferentes barrancos. Es en los barrancos de su
cabecera donde se concentra la mayor parte de los abrigos
con pinturas rupestres esquemáticas. Los abrigos del Barranc
de Gorgorí, Coves Roges T y del Barranc de la Cova Alta
se localizan en el cauce del Barranc de Malafí, mientras los
abrigos del Barranc de Famorca, Barranc de la Fita y Barranc
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31
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
de la Bil.la se distribuyen a lo largo del río Castells, afluente
del Xaló.
Al llegar al curso medio del río Xaló, el patrón de emplazamiento parece diferente. Solamente se han documentado, hasta la
fecha, dos yacimientos con pintura rupestre esquemática, la
Cova del Mansano localizada al pie de la sierra del Ferrer, en
la cabecera del Barranco de Maserof, relativamente cerca de
la Peña Escrita, y el Abric del Seguili que se sitúa sobre una
elevación con el mismo nombre, con una altitud de 518 m y
con una visibilidad media sobre el valle inmediato.
Pero es en la cuenca baja del río Xaló –ya Gorgos en esta
zona- donde el patrón de emplazamiento de los yacimientos
es más diverso. En la margen derecha del río se localiza la
Balma del Barranc del Palmeral, en un pequeño barranco en
el interior del imponente y estrecho desfiladero conocido como
la Garganta y que actúa como corredor natural entre la parte
sur de la Marina Alta y los fértiles valles de Xàbia y Dénia, dominando tanto la entrada a la Garganta desde el norte, como
la amplia zona hacia el sur que llega hasta el mar (Bolufer,
1989, 259).
En la margen izquierda del río, en la ladera meridional de la
Sierra del Montgó, se ubica la Cova del Barranc del Migdia, una
cavidad desde la que se visualiza el amplio valle, la entrada
ÍNDICE
32
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
a La Garganta y más al sur la sierra de Bernia y que además
de los paneles pintados, fue utilizada como cueva de enterramiento durante el III milenio BC (Casabó et alii, 1997).
Muy interesante resulta la ubicación de los yacimientos de
Coves Santes de Dalt y Coves Santes de Baix, ambas en el
Cabo de San Antonio, en la zona de desembocadura del río
Gorgos, ya que son los yacimientos más próximos al mar.
Quizá la explicación de la presencia de pinturas tan próxima al
mar podría relacionarse con la presencia en esta misma zona
de lugares de hábitat como la Cova del Montgó.
RIO
ALGAR
Confrides
Covatelles
B. Sord
P. Roc
B. Bolulla
P. Escrita
P. Vicari
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
4
(estrecho)
X
X
X
X
X
X
X
Variados son los emplazamientos de los yacimientos distribuidos a lo largo de la cuenca del río Algar, con su afluente el
río Guadalest. El primero de ellos, el Port de Confrides, como
su nombre indica se localiza en la parte alta del puerto, lugar
estratégico ya que actúa como punto de comunicación entre
el valle de Penáguila y el de Guadalest. Cercanos a la cabeÍNDICE
33
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
cera del río se localizan los abrigos del Barranc del Sord y del
Barranc de Covatelles, ambos en el interior de barrancos con
escasa visibilidad. Y aguas abajo, encumbrado en la ladera
oriental de la sierra de Aitana, con una altitud de 875 m, se
ubica la Penya Roc, desde la que se observa todo el valle y
gran parte de La Marina, así como el mar.
La cuenca del río Algar, propiamente dicha, comprende tres
yacimientos con diferente emplazamiento y como más adelante
analizaremos, de gran envergadura, al menos dos de ellos. El
abrigo del Barranc de Bolulla, se localiza en el interior de un
barranco, mientras que la Penya Escrita lo hace en un paso
natural, el Pas dels Bandolers, entre la sierra del Ferrer y la
sierra de Bernia. En esta última se localiza el yacimiento de la
Penya de l’Ermita del Vicari, en la vertiente de solana y a una
altitud de 830 m. Entre estos últimos yacimientos la comunicación es relativamente fácil y rápida, al cruzar a pie la montaña
en un par de horas (Galiana y Torregrosa, 1995).
RIO
AMADORIO
B. Arc
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
X
4
(estrecho)
Por el momento, sólo se ha publicado un yacimiento localizado
en la cuenca del río Amadorio y se encuentra en el interior del
Barranc de l’Arc, que vierte sus aguas al afluente río Sella,
ÍNDICE
34
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
constituyéndose en el yacimiento con pintura rupestre esquemática más meridional de la zona de estudio.
Como valoración general de la distribución de yacimientos
con pintura rupestre en La Marina, observamos cómo se produce una elección determinada de los emplazamientos. En
la mayoría de los ríos o ramblas se localizan yacimientos en
barrancos generalmente próximos a su cabecera, actuando
como abrigos de movimiento, como el caso de los situados
en la Rambla de Gallinera que comunicarían la costa con la
zona interior de la cuenca del río Serpis.
Sólo existen dos yacimientos situados en la desembocadura
del río, Coves Santes de Dalt y Coves Santes de Baix, lo que
hasta el momento parecía extraño, aunque no debe serlo tanto
si consideramos que también hay lugares de hábitat cercanos
al mar como la Cova del Montgó o la Cova de les Cendres. En
cuanto a abrigos de paso destacan la Balma del Barranc del
Palmeral, situado en La Garganta y la Penya Escrita en el Pas
dels Bandolers. Como abrigos de culminación encontramos la
Cova del Barranc del Migdia en la sierra del Montgó, desde la
cual se obtiene una amplia cuenca visual, la Penya Roc en lo
alto de la sierra de Aitana y la Penya de l’Ermita del Vicari en
la cima de la sierra de Bernia. Es importante comentar que,
si bien no desde los abrigos sí desde las cimas de las tres
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35
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
sierras, se obtiene una perfecta conexión visual, repitiendo el
mismo sistema de distribución de abrigos de culminación de
la cuenca del río Serpis.
Al N de las cuencas de los ríos Serpis y de La Marina, dentro de lo que consideramos Grupo 1, se encuentra la Vall
d’Albaida, recorrida por el río con el mismo nombre. Este río
está formado en su cabecera por dos afluentes principalmente,
el río Clariano o d’Ontinyent, por la izquierda, y el río Micena,
por la derecha.
RIO
ALBAIDA
Salem
C. Mig
Carbonera
B. Mata
C. Petxina
Calvari
Capellà
Finestres
Pontet
Fabriqueta
Creu
Gegant
Monja
Fos
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
X
4
(estrecho)
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
En la cabecera del río Clariano se sitúan la mayor parte de los
yacimientos de esta zona, ubicados casi todos en el Barranc
de Bocairent, que forma un estrecho que sirve de paso natural
ÍNDICE
36
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
entre los valles de Bocairent y el de Albaida. En este estrecho
barranco se localizan los abrigos de Cova del Capellà, Les
Finestres, El Pontet, Balma de la Fabriqueta, El Gegant y La
Monja. El Abric del Calvari se localiza en la cabecera del barranco, en la intersección con otro, el Barranc dels Tarongers,
donde se localiza el Abric de la Creu y la Cova del Garrofer,
cueva de enterramientos múltiple donde se ha localizado, entre
otros materiales, un fragmento de ídolo oculado sobre hueso
(Bernabeu, 1981). Todos estos abrigos tienen una visibilidad
muy limitada al interior del barranco, teniendo en cuenta que
la posición del Abric del Gegant, por su orientación cerrando
el estrecho y la presencia de un antropomorfo con adornos
en la cabeza, dan al abrigo un posible valor jerárquico dentro
del conjunto de yacimientos.
Aguas abajo del río Clariano, en un barranco situado en uno
de los recodos del río, se localiza el Abric de la Fos, a una
altitud de 320 m con una visibilidad media, dominando parte
del trayecto del río hasta su encauzamiento en el Barranc de
Bocairent.
El otro afluente del río Albaida, el Micena, recoge las aguas
principalmente de la Sierra del Benicadell, donde se ubica el
otro conjunto importante de yacimientos con pintura rupestre
esquemática de la Vall d’Albaida. En los barrancos que desÍNDICE
37
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
cienden desde la sierra se localizan los abrigos de Salem, en el
Barranc de les Coves -destacando que en lo alto del puerto con
el mismo nombre, pero ya en la vertiente que da a la cuenca
del río Serpis, se localiza la Cova de l’Or-, Carbonera y Mata,
con una visibilidad limitada por su presencia en el interior de
un barranco.
En lo alto de la vertiente septentrional del Benicadell, sobre la
Penyeta de la Cova, se sitúa la Coveta del Mig, a una altitud
de 775 m, como abrigo de culminación con amplia visibilidad
sobre todo el valle por donde discurre el río Albaida. Este
yacimiento se encuentra relativamente cerca del abrigo de la
Penya del Benicadell, en la otra vertiente de la sierra, dentro
de la cuenca del río Serpis.
Tras unirse los ríos Clariano y Micena para formar el río Albaida
éste se encaja en el llamado Estret de les Aigües para comunicar la Vall d’Albaida con el valle del río Canyoles. En este
estrecho se localiza el abrigo de la Cova Gran de la Petxina,
que actuaría como abrigo de paso.
A lo largo del curso del río Canyoles solamente se ha constatado un yacimiento con pintura rupestre esquemática, situado
en el interior del Barranc del Bosquet.
ÍNDICE
38
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Como valoración general tras el análisis del patrón de emplazamiento de la zona incluida por nosotros dentro de lo que
hemos denominado Grupo 1, podemos resumir las siguientes
consideraciones (Fig. 4 y 5):
- Los emplazamientos más comunes responden al tipo abrigos de movimiento, ubicados en el interior de barrancos.
Generalmente los abrigos pintados ocupan la cabecera de
estos barrancos, con una visibilidad, en la mayoría de los
casos, limitada por su ubicación, lineal o semicircular. Muchos de estos emplazamientos no son aleatorios, sino que
ocupan un lugar predeterminado por su carácter estratégico,
como por ejemplo la Cova Llarga con la observación directa
desde el abrigo de las cumbres de las sierras de Mariola y
Benicadell, o del Abric de la Palla, que desde dentro de un
estrecho barranco también visualiza la cumbre de la sierra
del Montgó y el mar.
- Los llamados abrigos de culminación situados en las partes
altas de las montañas más elevadas son pocos en la zona, no
obstante creemos que su escasez responde a una distribución estratégica. Están presentes en las cuencas principales
-Serpis, Xaló, Algar, Albaida-, con al menos un yacimiento
en cada una de ellas. La ubicación del total de 9 yacimientos
considerados dentro de este tipo de emplazamiento corresÍNDICE
39
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
Figura 4: Yacimientos con pintura rupestre esquemática integrantes
del Grupo 1, con indicación de los abrigos de visión, de paso o movimiento y los de culminación.
ponde, aproximadamente y teniendo en cuenta que el paisaje
no es homogéneo, con la delimitación de la zona que hemos
considerado como Grupo 1.
ÍNDICE
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Figura 5: Distribución general de abrigos con diferentes manifestaciones pictóricas en la zona del Grupo 1.
- Existen 10 yacimientos que hemos catalogado como abrigos
de paso localizados en puertos o estrechos que comunican
dos valles o cuencas diferentes. Es el caso de La Penya Escrita entre la cuenca del río Algar y la del Xaló, la Balma del
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41
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
Barranc del Palmeral, en el corredor natural entre el sur de la
Marina Alta y el valle del Xaló, el Abric del Port de Confrides,
zona de comunicación entre la cuenca del Serpis y la del
Guadalest, los yacimientos en el estrecho que comunica los
valles de Bocairent y Albaida y la Cova Gran de la Petxina
entre la Vall d’Albaida y el valle del río Canyoles.
Figura 6: Distribución general de estaciones esquemáticas del Grupo
2: 1. Cueva de la Araña; 2. Abrigo de los Gineses; 3. Abrigo del Charco
de la Madera; 4. Abrigo de la Balsa de Calicanto; 5. Abrigo del Zuro; 6.
Abrigo de la Era del Bolo; 7. Abrigo del Espolón del Zapatero; 8. Abrigo
del Cinto de la Ventana; 9. Cueva del Cerro; 10. Abric de Roser; 11.
Abrigo Eduardo.
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
- Creemos que la intensidad de yacimientos con pintura
rupestre esquemática en estas cuencas está relacionada
estrechamente con la cantidad de yacimientos de hábitat
ocupados en el Neolítico.
Análisis del patrón de emplazamiento de los
yacimientos en el grupo 2
Menos numerosos –un total de 11- son los yacimientos con
pintura rupestre esquemática distribuidos por la cuenca media
del río Xúquer, incluso teniendo en cuenta que en la actualidad
se conocen algunos más que todavía permanecen inéditos
(Fig. 6).
RÍO
XÚQUER
C. Araña
A. Gineses
A. Charco
Calicanto
A. Zuro
Era Bolo
Espolón
C. Ventana
C. Cerro
A. Roser
A. Eduardo
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
4
(estrecho)
X
La mayor parte de estos yacimientos se distribuyen a lo largo
de barrancos, algunos de ellos como único yacimiento con
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43
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
arte, como el caso de la Cueva de la Araña, en el Barranco
de Hongares, tributario del río Cazunta, afluente del río Xúquer. También como único yacimiento dentro de un barranco
encontramos el abrigo del Espolón del Zapatero, que como
su nombre indica se sitúa sobre un espolón en la margen
izquierda de la Rambla del Zapatero, la Cueva del Cerro que
se abre al Barranco de la Paridera y el Abric de Roser en la
margen izquierda del Barranco de la Puerca.
Es en el Barranco Moreno, que vierte sus aguas al río Cazunta,
donde se localizan la mayor parte de yacimientos con pintura
rupestre esquemática de esta zona. Los abrigos –un total de
5- se distribuyen a lo largo de su cabecera, con unas altitudes
entre los 400 y 500 m. La falta de una publicación completa y
detallada de estos abrigos nos impide realizar una valoración
general de la agrupación de abrigos de este barranco, sin embargo, parece ser que el abrigo de Balsa de Calicanto debió
jugar un determinado papel dentro del conjunto, a tenor de la
cantidad y peculiaridad de los motivos en él representados.
Como único yacimiento ubicado en una montaña individualizada está el Abrigo Eduardo, en la Muela de la Tortosilla, con
una altitud considerable de 1.100 m, desde la que parten varios
barrancos y ramblas que drenan el río Cantabán, afluente del
ÍNDICE
44
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Xúquer. Este yacimiento se encuentra relativamente alejado
de la agrupación del Barranco Moreno.
En cuanto al Abrigo del Cinto de la Ventana, situado en el
barranco del mismo nombre, en la confluencia del Barranco
Falón junto al salto de la Rebolla, lo podríamos catalogar como
abrigo oculto, ya que se ubica en el interior de un barranco.
Figura 7: Distribución de estaciones esquemáticas del Grupo 3: 1. Las
Colochas; 2. Peñón del Santo Espíritu; 3. Covacha del Aigua Amarga;
4. Barranco del Diablo; 5. Covachas del Picayo.
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LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
Las características del mismo, con paredes muy altas, hacen
que éste actúe como una gran garganta que corta la sierra
del Caballón hasta verter sus aguas en el Xúquer. A escasos
metros del abrigo pintado se localiza la Cueva de la Cocina,
con una importante secuencia en su ocupación entre el Epipaleolítico y el Neolítico (Fortea, 1971).
También dentro de este Grupo 2 encontramos la presencia de
varios yacimientos con Arte Levantino, incluso la presencia de
abrigos que comparten este arte con el Esquemático.
Resumiendo y teniendo en cuenta la escasez de yacimientos
con pintura rupestre esquemática dentro de este grupo podemos decir que:
- La mayoría de los abrigos pintados se localizan en el interior
de barrancos.
- Generalmente existe un yacimiento por barranco, a excepción
de la agrupación del Barranco Moreno, donde posteriores
estudios podrán evaluar el comportamiento interno de los
abrigos.
- Existe un yacimiento, Abrigo Eduardo, localizado en una
montaña individualizada, sin aparente conexión con el resto
de yacimientos de este grupo.
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46
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Análisis del patrón de emplazamiento de los
yacimientos en el grupo 3
Los yacimientos incluidos en este grupo se distribuyen en el territorio comprendido entre los ríos Turia y Palancia (Fig. 7).
RÍO
TURIA
Colochas
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
X
4
(estrecho)
Los yacimientos descubiertos hasta el momento en esta zona
son muy pocos, uno en la cuenca del río Turia, en su curso
medio, y tres en el curso bajo del río Palancia.
El yacimiento de Las Colochas se localiza en el barranco
del mismo nombre, en la vertiente occidental de la sierra de
Gestalgar. Su situación en el interior de un barranco limita su
visibilidad al entorno inmediato.
Por el momento no se conocen yacimientos en sus proximidades, por lo que nos resulta difícil realizar una valoración del
patrón de emplazamiento de los abrigos con pintura rupestre
esquemática en la zona.
RÍO
PALANCIA
S. Espíritu
A. Amarga
B. Diablo
Picayo
ÍNDICE
1
(montaña)
2
(sierra alta)
X
X
47
3
(barranco)
X
X
4
(estrecho)
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
Tampoco abundan los yacimientos ubicados a lo largo del
curso bajo del río Palancia. De los cuatro yacimientos publicados hasta la fecha, dos de ellos se localizan en el interior de
barrancos que discurren desde el monte del Santo Espíritu.
El abrigo con este nombre se localiza en la ladera N de la
montaña, vertiendo sus aguas hacia el río Palancia y disfruta
de una visibilidad semicircular sobre el valle inmediato.
La Covacha del Aigua Amarga se ubica en la ladera O de un
cerro al SO del Abrigo del Santo Espíritu, del que en línea
recta dista 1’5 Km (Aparicio, 1977, 37). La visibilidad desde
el cerro está limitada a un área próxima debido a la presencia de montes en sus alrededores. La comunicación de este
yacimiento con el abrigo del Santo Espíritu es relativamente
fácil, a través de la cumbre de la montaña, por la que hoy en
día discurre un camino forestal.
En cuanto a los restantes yacimientos, Covacha del Barranco
del Diablo y Covachas Picayo, se localizan en las estribaciones de la Sierra Calderona, el primero en una cresta junto al
monte Picayo conocida como El Pardalot y el segundo en la
vertiente oriental del Picayo. Desde ambos la visibilidad es
amplia, dominando la llanura litoral.
Al igual que con el Grupo 2 la escasez de yacimientos de esta
zona no permite realizar una valoración exhaustiva del patrón
ÍNDICE
48
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Figura 8: Distribución de yacimientos incluidos en el Grupo 4: 1. Molí
Darrer; 2. Peña de Villarroches; 3. El Puig; 4. Cova de la Collà; 5. Barranc dels Cirerals; 6. Racó Molero; 7. Mas del Cingle; 8. Pou de Nosca; 9. Cova d’en Rampau; 10. Covassa; 11. Fores de Dalt; 12. Roca
de Senallo; 13. Vistabella del Maestrat; 14. Castell de Vilafamés; 15.
Roques de Mallassén; 16. Cova de Gargan; 17. Covacha del Barranquet; 18. Galeria de la Partició.
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49
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
de emplazamiento. Destacando, por el momento, la existencia
de yacimientos en el curso bajo del río Palancia, con la presencia de abrigos de movimiento y abrigos de visión.
Análisis del patrón de emplazamiento de los
yacimientos en el grupo 4
Este grupo comprende los yacimientos distribuidos a lo largo
del curso de la Rambla de la Viuda y la cuenca del río Bergantes o Els Ports (Fig. 8).
RAMBLA DE
LA VIUDA
M. Darrer
Villarroche
B. Cirerals
R. Molero
M. Cingle
P. Nosca
C. Rampau
Covassa
Fores Dalt
R. Senallo
C. Gargan
Vilafamés
Mallassén
1
(montaña)
2
(sierra alta)
3
(barranco)
X
X
X
X
X
X
X
X
X
X
4
(estrecho)
X
X
X
La trayectoria de la Rambla de la Viuda, de N a S, es larga
y accidentada, drenada por abundantes barrancos donde se
localizan los abrigos de esta zona.
ÍNDICE
50
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
La mayor concentración de yacimientos se produce en los
barrancos tributarios de la Rambla Carbonera, que junto con el
río Montllor conforman la cabecera de la Rambla de la Viuda.
Los barrancos donde se ubican los yacimientos son generalmente estrechos y accidentados y los abrigos se distribuyen
por todo su curso, sin que exista uniformidad, apareciendo
tanto en la cabecera como en la zona de confluencia. A lo largo
de la margen izquierda de la Rambla Carbonera se localizan
los abrigos de Molí Darrer, Peña de Villarroches, El Puig, La
Collà, Els Cirerals, Racó Molero, Mas del Cingle y Pou de
Nosca. Este último se encuentra en un farallón rocoso, en el
interior de un barranco ubicado entre las cimas de El Puig y
Bosquet en el S y la Llecunera al N. Es el paso natural entre
los valles de Albocàsser y Catí. Además, entre el yacimiento
y la fuente que le da nombre, discurre un camino que comunica el barranco de La Valltorta con el valle de Catí (Martínez
y Oliver, 1995, 40).
La Cova d’en Rampau y Covassa se sitúan en ambos barrancos que descienden desde la Serra d’en Segures y vierten sus
aguas a la margen derecha de la Rambla Carbonera.
En la cabecera del río Montllor, situados sobre la Roca del
Migdia, se encuentran los abrigos de Fores de Dalt y Roca
ÍNDICE
51
LVCENTVM
XIX - XX, 2000 - 2001
del Senallo, con una visibilidad relativamente amplia dada la
altitud de la sierra (1.200 m).
Y en las estribaciones de la sierra del Penyagolosa, en el barranco de los Frailes, tributario del río Llucena, afluente a su
vez de la Rambla de la Viuda, se localiza la Cova de Gargan,
quizá como abrigo de culminación, con una altitud de 1.100
m y con una amplia visibilidad.
En el curso medio de la Rambla de la Viuda, el abrigo del
Castell de Vilafamés, como su nombre indica, se asienta sobre
el cerro donde se construyó el castillo medieval, a cuyo pie
transcurre el Barranc d’en Gil, donde se encontró un conjunto
de vasos cerámicos decorados cuya adscripción podría remontarse al Eneolítico (Mesado, 1973) o más bien al Horizonte
Campaniforme de Transición (Bernabeu, 1984). La visibilidad
desde el abrigo no es demasiado amplia, reduciéndose al entorno inmediato. Sin embargo, desde lo alto del cerro se puede
divisar parte del valle conocido como Pla de l’Arc. Aguas arriba
de este barranco se ubica el abrigo de Roques de Mallassén,
con una visibilidad más reducida, dada su poca altura sobre
el cauce del barranco.
RÍO
BERGANTES
Barranquet
Partició
ÍNDICE
1
(montaña)
2
(sierra alta)
52
3
(barranco)
X
X
4
(estrecho)
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Los dos yacimientos con pintura rupestre esquemática localizados en la muela de Morella, se sitúan en el interior de
barrancos y a una altitud próxima a los 1.000 m.
El espacio compartido
Si bien hemos valorado la distribución de yacimientos con
pintura rupestre esquemática, no debemos olvidar que esta
zona se caracteriza por la presencia de otras manifestaciones
gráficas postpaleolíticas como son el Arte rupestre Levantino
y el Arte Macroesquemático. Mientras el primero está presente en la mayor parte de las cuencas, el segundo sólo se ha
documentado en el mismo territorio ocupado por el Grupo 1
esquemático.
Por tanto, exclusivamente en la zona del Grupo 1 es donde
se localizan compartiendo el territorio, yacimientos e incluso,
paneles, con Arte Esquemático, Macroesquemático y Levantino.
El conjunto de yacimientos con Arte Macroesquemático asciende a un total de 9, repartidos 2 en la cuenca del río Serpis, 1
en la Rambla de Gallinera, 1 en la cuenca del Girona y 5 en la
del río Xaló (Hernández et alii, 1988). Por las características
de los yacimientos podemos caracterizarlo como una manifestación que se representa exclusivamente en abrigos situados
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53
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XIX - XX, 2000 - 2001
en barrancos, con una cuenca visual limitada al mismo curso.
No se ha documentado ni en abrigos de culminación, ni en
abrigos con una amplia cuenca visual.
Un dato interesante es que no existe ningún yacimiento –que
no abrigos- exclusivamente Macroesquemático, hecho que
sí ocurre con el Levantino y el Esquemático. Normalmente
en los mismos yacimientos Macroesquemáticos aparecen
representados motivos esquemáticos y/o levantinos, siendo
solamente éstos últimos los que en el caso del Panel 2 del
Abric I de la Sarga, se superponen, anulando a varias figuras
macroesquemáticas.
Al mismo tiempo, en ocho de los nueve yacimientos Macroesquemáticos se han documentado motivos levantinos y en siete
esquemáticos, coincidiendo en seis de ellos la presencia de
los tres artes. Únicamente en el yacimiento de Coves Roges T
aparecen motivos esquemáticos junto a macroesquemáticos y
en Racó de Sorellets y Pla de Petracos motivos levantinos.
El número de yacimientos con Arte Levantino en la zona del
Grupo 1 es más abundante y habría que analizar su patrón
de emplazamiento para contrastar si responde a una ordenación semejante a la del Arte Esquemático. En principio parece
que responden a una ocupación del interior de barrancos o
ramblas, con escaso dominio visual (Hernández et alii, 1998,
ÍNDICE
54
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
145), constituyéndose en abrigos de paso o de movimiento.
Nunca se representa en lugares montañosos encumbrados,
ni en abrigos con una amplia cuenca visual, como sí ocurre
con el Arte Esquemático.
El número de yacimientos con Arte Levantino asciende a 33,
ampliamente repartidos por todas las cuencas, aunque principalmente en las de La Marina, con una especial concentración
hacia las cabeceras. De ellos, dos comparten espacio con el
Macroesquemático, seis junto al Macroesquemático y Esquemático, 14 exclusivamente junto al Esquemático, mientras que
los restantes, 11, son estaciones con la representación de
motivos exclusivamente levantinos. Este aspecto, su presencia
aislada como manifestación pictográfica junto a su destacada participación junto al resto de artes, es uno de los datos
a tener presente. No obstante, no debemos olvidar que son
cerca de 40 los yacimientos exclusivamente esquemáticos, es
decir, un número cuatro veces superior al de levantinos, y que
el Esquemático comparte el espacio y los paneles por igual
que éste último, aunque en ningún momento se superpone
al Macroesquemático. Es más, en los pocos casos en que
comparten panel, el Esquemático siempre se distribuye en las
zonas marginales, no ocupadas por el Macroesquemático.
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XIX - XX, 2000 - 2001
Todo ello podría ser interpretado como indicativo de varias
cuestiones de especial transcendencia como son:
- La convivencia del Esquemático con el Macroesquemático.
- La convivencia del Arte Esquemático con el Levantino,
siempre con posterioridad al desarrollo del Macroesquemático, si tenemos presentes las superposiciones conocidas
(Hernández et alii, 1988), además de que los yacimientos
Macroesquemáticos siempre aparecen junto al resto de las
manifestaciones e infrapuesto al Levantino.
- El mayor desarrollo temporal del Arte Esquemático frente al
resto, ante el mayor número de estaciones, mayor número
de yacimientos compartidos, un mayor territorio ocupado y
un alto número de paralelos muebles (Torregrosa y Galiana,
2001).
En los Grupos 2 y 4 de Arte Esquemático está presente el
Arte Levantino. En el Grupo 2 no parece existir una compartimentación del territorio, sino más bien al contrario, en los
mismos barrancos se documentan yacimientos exclusivamente
Esquemáticos, Levantinos, Esquemáticos y Levantinos en un
mismo yacimiento, e incluso, ambas manifestaciones en los
mismos paneles. Aunque existen yacimientos aislados de las
dos manifestaciones, es importante destacar la concentraÍNDICE
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
ción de éstos en torno al Barranco Moreno, donde se puede
observar algunas de las superposiciones publicadas (Hernández Pacheco,1924), así como la participación de ambas
manifestaciones por igual. Quizá habría que hacer hincapié
en el Grupo 4, donde junto a espacios compartidos por ambos
artes como puede observarse en la cabecera del río Bergantes
o en la Rambla Carbonera (Porcar et alii, 1935; Ripoll, 1963;
Sarriá, 1988-89), cabe destacar la constatación de territorios
con la exclusiva presencia de Arte Levantino. El ejemplo más
significativo es el del Barranco de La Valltorta (Obermaier y
Wernert, 1919; Viñas, 1981 y 1982) con un conjunto muy amplio de yacimientos a lo largo de su curso, aunque tampoco
podemos olvidar algunos abrigos aislados como La Joquera
o la Cova del Mas dels Ous.
Consideraciones sobre los espacios vacíos
Tras el análisis de la distribución de los yacimientos con pintura
rupestre esquemática en la zona levantina, se puede observar
cómo existen algunos espacios en los que esta manifestación
gráfica es, por el momento, prácticamente inexistente. Es el
caso de la cuenca del río Vinalopó, la Vega Baja del Segura,
la cuenca del río Montnegre, La Safor, el río Millares, el curso
alto del Palancia, el curso medio del río Turia o la Valltorta.
Ello se puede deber a la falta de prospecciones sistemáticas
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XIX - XX, 2000 - 2001
y los pocos yacimientos conocidos siempre han sido resultado
de hallazgos fortuitos. Es el caso de los descubrimientos de
La Safor, todavía inéditos o del sur de Alicante – Cueva de las
Arañas del Carabasí (Ramos, 1982; Beltrán, 1996), El Bancalico de los Moros (Ros, 1981)-, a los que se les debe sumar la
difícil adscripción cultural de sus motivos representados.
No obstante, existen otras zonas en las que se ha desarrollado una ingente labor de prospección, como en el caso de la
Foia de Castalla (Cerdá, 1983), en la cuenca del río Vinalopó
(Soler García, 1976; Jover et alii, 1995; Esquembre, 1997),
donde sólo se ha documentado un abrigo cuya relación con
el Arte rupestre Esquemático se reduce a la tipología de uno
de sus motivos representados (Segura y Torregrosa, 1999), o
en el barranco de La Valltorta donde quizá habría que buscar
la explicación en el mayor desarrollo de la pintura rupestre
levantina.
Quizá en las montañas levantinas asociadas a los cursos de los
ríos Millars, Palancia o Turia una intensa prospección revelaría
la existencia de yacimientos con pintura rupestre esquemática, teniendo en cuenta que en el curso alto del último existen
pinturas levantinas en el Rincón del Tío Escribano (Aparicio
et alii, 1984).
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Otra de las causas de la inexistencia de pintura rupestre
podría ser las condiciones físicas del entorno y los rasgos
litológicos del soporte, sin embargo es común la presencia
de abrigos rocosos en muchas de las áreas con ausencia de
Arte rupestre postpaleolítico, además, en diversas ocasiones
las pinturas se localizan en abrigos muy erosionados y de
soporte deleznable.
Por último debemos considerar que los vacíos de Arte rupestre
Esquemático no se corresponden con zonas deshabitadas
durante la Prehistoria, ya que como en el caso de la Foia de
Castalla contamos con la presencia de la Cova de El Fontanal,
donde se han documentado diversos ídolos oculados sobre
hueso (Soler Díaz, 1985) por lo que debe existir algún motivo
concreto que quizá podría relacionarse con el comportamiento
interno de las sociedades o grupos que ocupan el lugar. Estos
grupos humanos quizá tuvieran otras formas de plasmar sus
ideas, sobre materiales muebles o mediante algún tipo de
manifestación no detectable en el registro arqueológico.
Algunas consideraciones sobre el arte esquemático en
el Levante de la Península Ibérica
En el presente trabajo se ha intentado mostrar y estudiar el
conjunto de abrigos con pinturas rupestres esquemáticas doÍNDICE
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XIX - XX, 2000 - 2001
cumentadas, hasta el momento, en el Levante de la Península
Ibérica. Para ello hemos partido de la conceptuación del Arte
Esquemático, con el objeto de analizar sus características fundamentales y así contribuir al conocimiento de su desarrollo,
no desde una perspectiva artística o simbólica, sino con una
orientación arqueológica y un intento de contextualización
histórica.
Al hablar de Arte Esquemático, nos hemos referido a una
manifestación gráfica prehistórica, tanto rupestre como mueble, con un desarrollo cronológico para la Península Ibérica
–de la que no es exclusivo- desde inicios del Neolítico hasta
la Edad del Bronce, desapareciendo de desigual manera en
cada área geográfica. Representa figuras de la realidad y
abstractas reconocibles y que atienden a motivos entendidos
por las sociedades que los representaron. Estos motivos son
de variada tipología y aparecen, tanto aislados dentro de un
panel, como formando algunas asociaciones.
La base sobre la que hemos desarrollado el estudio de la pintura rupestre esquemática del Levante de la Península Ibérica
constituye un conjunto de 92 yacimientos que se han analizado
dentro de unas unidades fisiográficas como son las cuencas
de los diferentes ríos que vertebran el área levantina. A lo
largo del registro hemos recogido la información disponible,
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
teniendo en cuenta que, tanto la calidad, como la magnitud
de la misma son muy dispares, disminuyendo conforme nos
dirigíamos hacia el norte del territorio.
Tras ordenar y clasificar los abrigos y los motivos pintados,
hemos conseguido una base sobre la que realizar una labor de
clasificación crítica que nos ha permitido proponer o distinguir
a priori cuatro grupos de pintura esquemática en función de
su distribución geográfica concentrada. El Grupo 1, desarrollado en el Prebético Meridional valenciano y que comprende
las cuencas del Serpis, Gallinera, Girona, Xaló, Algar, Vall
d’Albaida y Vall del Canyoles. El Grupo 2, localizado en la
cuenca media del Xúquer; el 3 que se extiende entre los cursos
de los ríos Turia y Palancia y el 4 que comprende la Rambla
de la Viuda y la cuenca del río Bergantes. De todos ellos, el
grupo mejor definido por la calidad de la información generada
es el primero, por el número de yacimientos y por la variedad
de motivos representados.
Después del análisis del patrón de emplazamiento de los yacimientos dentro de cada grupo, hemos constatado que en el
Grupo 1 las localizaciones más comunes son los barrancos,
constituyéndose como mayoritarios los denominados abrigos
de movimiento, mientras que los abrigos de culminación, ubicados en las orlas montañosas que delimitan las principales
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XIX - XX, 2000 - 2001
cuencas de ríos y cubren visualmente un amplio territorio, son
minoritarios y parecen responder a una ordenación motivada
por el control visual entre ellos y sobre el resto de los yacimientos. También se han localizado abrigos de paso en lo alto
de puertos, comunicando dos valles o cuencas diferentes. Los
abrigos del Grupo 2 responden a abrigos de movimiento, situados todos ellos en el interior de barrancos. El Grupo 3 integrado
tan sólo por cuatro abrigos no nos ha permitido realizar una
valoración del patrón de emplazamiento seguido en esta zona.
Y en el Grupo 4, nos encontramos con yacimientos localizados
también en el interior de barrancos, a excepción de la Cova
de Gargan que se ubica en lo alto de una montaña, si bien la
mayoría de estos yacimientos consideramos que deben ser
descartados como representativos del Arte Esquemático por
sus características formales, más propias de otros momentos,
incluso algunos ya de fechas históricas.
El análisis de los motivos representados ha sido decisivo a
la hora de determinar si la hipótesis sobre la existencia de
cuatro grupos pictóricos en el Levante peninsular era posible
(Torregrosa, 2000). El denominado Grupo 1 forma un núcleo
homogéneo, con gran variedad de motivos representados pero
que parecen seguir una misma concepción en los detalles. Los
motivos más representados son las barras y los antropomorfos
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62
Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
que presentan una variada tipología, predominando los que
tienen las extremidades en ángulo. También es significativo
en esta zona la presencia de zoomorfos, zigzags, soliformes
e ídolos. El Grupo 2 también presenta unas características
formales definitorias con un dominio de antropomorfos, zigzags
y serpentiformes, así como la ausencia de soliformes e ídolos.
El análisis de los motivos de este grupo y su comparación
con otros de la provincia de Cuenca nos induce a pensar que
deberíamos hacerlo extensible o integrarlo junto a la cuenca alta del Xúquer. Tendríamos una excepción en el Abrigo
Eduardo, al que habría que buscar, quizá, semejanzas en los
yacimientos de Albacete.
El escaso número de abrigos registrado en el Grupo 3 impide,
por el momento, reconocer un núcleo con características formales propias, manteniéndose solamente como agrupación
geográfica. Y en cuanto al Grupo 4, después del análisis formal
de los motivos representados, hemos llegado a la conclusión
de que la mayoría de los yacimientos que tradicionalmente
se han incluido en el Arte Esquemático no responden a las
directrices que marca esta manifestación. Por tanto, tampoco
consideramos la existencia de un núcleo formal desarrollado,
por el momento, en la Rambla de la Viuda. En cuanto a los
yacimientos de la cuenca del río Bergantes, poco tienen que
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XIX - XX, 2000 - 2001
ver con los anteriormente citados y cabría la posibilidad de
que estuvieran relacionados con otros núcleos más septentrionales.
En cualquier caso, consideramos que el Arte Esquemático
como manifestación pictográfica de las sociedades de la Prehistoria Reciente que habitaron las zonas del Levante peninsular, dispone del suficiente grado de información, como para
proponer una hipótesis que dé cuenta, no solamente de su
contextualización histórica dentro del proceso de constitución
y consolidación de las primeras sociedades agropecuarias en
estas tierras, sino también de su desarrollo como manifestación
socio-ideológica de múltiples entidades sociales concretas que
se gestaron y desarrollaron desde inicios del V milenio BC
–6000 cal BC- hasta aproximadamente los inicios de la Edad
del Bronce –2200-2000 cal BC-.
En la actualidad, todos los argumentos empíricos disponibles
apuntan hacia una misma dirección: la aparición en el registro
de las primeras manifestaciones esquemáticas debe ponerse
en íntima relación con la aparición de los primeros grupos
neolíticos en la Península Ibérica (Marcos, 1981; Martí y Hernández, 1988; Hernández, 1995; Martínez, 1997; Hernández
y Martí, 1999).
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Las pinturas esquemáticas son una manifestación cultural de
sociedades plenamente productoras de alimentos. Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla si tenemos en cuenta que
son varios los modelos o conjuntos de hipótesis que se han
formulado en relación con la interpretación y explicación del
proceso de neolitización en la fachada Oriental de la Península Ibérica. De todos ellos – modelo de capilaridad, modelo
fractal, alternativas de funcionalidad y estacionalidad de los
yacimientos, modelo dual- el único que parece aunar e interpretar las manifestaciones pictográficas junto a las cuestiones
tecnoeconómicas es el modelo dual. Aquí el arte es considerado como una prueba más de la coexistencia, durante un
tiempo, de dos comunidades humanas con diferentes bases
económicas y manifestaciones culturales, interpretada en directa relación con un proceso de colonización de la Península
Ibérica por parte de comunidades agrícolas (Fortea, 1975a;
Martí y Hernández, 1988; Bernabeu et alii, 1993; Bernabeu,
1996; Martí y Juan-Cabanilles, 1997).
Ahora bien, no se trata de explicar en este apartado final las
diferentes propuestas realizadas para la interpretación del
origen del Neolítico en estas tierras, ya que al menos, existen
dos recientes trabajos que son claramente definitorios de ello
(Bernabeu, 1996; Martí y Juan-Cabanilles, 1997). En ellos se
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XIX - XX, 2000 - 2001
exponen claramente los problemas que plantea aceptar los
modelos señalados, al mismo tiempo que se defiende abiertamente el modelo dual, al ser el que dispone de un mayor
número de argumentos para contestar a las preguntas que se
plantean al registro arqueológico. Así, el conjunto de argumentaciones justificativas que le respaldan, permiten considerar
que se trata de la única interpretación viable actualmente,
aunque el conjunto de procesos fue tan complejo que son
difíciles de reducir bajo la simple descripción y aceptación de
la dualidad (Martí y Juan-Cabanilles, 1997).
De este modo, más que resumir a continuación los argumentos que permiten contrastar el modelo dual y que refutan el
resto, mi posición aquí es más bien la de aceptar plenamente
el modelo dual, como hipótesis interpretativa del proceso de
neolitización en la Península Ibérica y con la que, al mismo
tiempo, afrontar la contextualización del Arte Esquemático.
La viabilidad del modelo dual supone necesariamente la aceptación de un proceso de colonización, es decir, del desplazamiento y asentamiento en tierras peninsulares de un contingente poblacional, siempre por el Mediterráneo si nos atenemos
a la localización de los yacimientos neolíticos (Bernabeu at
alii, 1993; Bernabeu, 1996; Martí y Juan-Cabanilles, 1997),
así como su coexistencia en territorio peninsular durante un
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
tiempo con las poblaciones epipaleolíticas de base cazadorarecolectora. Se trata de un proceso de expansión poblacional
de comunidades agropecuarias que llevan consigo no sólo
las especies domésticas que constituyen su subsistencia y de
los que no existen sus agriotipos silvestres en la Península
Ibérica, sino también sus normas sociales y representaciones
ideológicas, algunas de las cuales han sido calificadas como
la religión neolítica (Martí y Hernández, 1988; Bernabeu et alii,
1993, Hernández, 1995).
Además, la aceptación de la colonización significa, a la vez,
que el proceso de neolitización de las poblaciones epipaleolíticas locales se produjo por aculturación directa –y también
indirecta-, es decir, a través de la entrada en contacto con las
poblaciones colonizadoras.
El denominado por algunos autores como Complejo Neolítico
(Bernabeu, 1996) o Neolíticos puros (Fortea, 1973; Martí y Hernández, 1988), además de basar su subsistencia en alimentos
producidos por ellos mismos –cereales, legumbres o cría de
ganado- tuvieron una cultura material claramente diferenciada
de la de los grupos locales, caracterizada por el dominio de la
cerámica, la exclusiva presencia de utillaje pulido y óseo diversificado, junto a un utillaje lítico tallado plenamente diferenciado
del propio de las comunidades epipaleolíticas (Juan-CabaniÍNDICE
67
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XIX - XX, 2000 - 2001
lles, 1985, 1992; Fortea, Martí y Juan-Cabanilles, 1987; Martí
y Hernández, 1988; Bernabeu, 1996). Junto a estos complejos
artefactuales, aquellos grupos humanos colonizadores también
introdujeron consigo una serie de manifestaciones ideológicas
representadas de forma gráfica, tanto en soportes muebles
como rupestres, a los que se les ha denominado como Arte
Macroesquemático -exclusivo de la zona entre las sierras de
Aitana, Mariola, Benicadell y el mar- y Arte Esquemático (Martí
y Hernández, 1988; Hernández, 1995; Bernabeu, 1995).
Frente a estas manifestaciones, la dualidad cultural se observa
en el Arte Levantino, al ser considerado como una expresión
propia de los epipaleolíticos en vías de neolitización (Fortea y
Aura, 1987; Martí y Hernández, 1988).
Así que, después de varias décadas dedicadas a conseguir
suficientes bases estratigráficas para el afianzamiento de la
secuencia regional (Martí, 1980, Bernabeu, 1989, Bernabeu
et alii, 1994), parece más que evidente que la llegada de los
primeros colonos a la Península ibérica debe relacionarse con
el Horizonte de cerámicas cardiales, descartándose cualquier
otro horizonte, cerámico o acerámico previo (Bernabeu et alii,
1999). De este modo, es sobre cerámicas cardiales donde
encontramos las primeras representaciones de motivos macroesquemáticos y esquemáticos, documentados en varios
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
yacimientos como Cova de l’Or (Beniarrés), Cova de la Sarsa
(Bocairent), o Cova de les Rates Penades (Rótova).
Con todo ello, si compartimos las ideas expuestas, también
tendremos que admitir que el desarrollo de las primeras manifestaciones de Arte Esquemático en la Península Ibérica
deberá aparecer en los mismos enclaves donde se establecieron los primeros colonos agrícolas que arribaron. Y si en la
actualidad todo parece indicar que la colonización se efectuó
casi de modo simultáneo en diferentes puntos cercanos a la
costa a lo largo de la Península Ibérica, de igual manera habrá
que esperar que el Arte Esquemático debió ser una manifestación propia que se desarrolló de manera independiente en
cada uno de los núcleos de colonización. Por tanto, si hace
unas décadas se consideraba que el Sudeste era el foco único
desde donde se expandía el Arte Esquemático hacia el resto
de la Península, actualmente, la aceptación del modelo dual
y el asentamiento de colonos agrícolas en diversos puntos
cercanos a la costa (Martí y Juan-Cabanilles, 1997), supone
la admisión de la existencia inicial de múltiples focos de Arte
Esquemático en la Península ibérica –tantos como puntos de
colonización-, casi simultáneos, asociados al horizonte cardial
y con un desarrollo diferenciado y singular para cada uno de
ellos. De este modo, la aceptación de esta hipótesis supone,
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como hemos dicho, la introducción del Arte Esquemático en
varios lugares que se constituyen en una multiplicidad de focos
desde donde se extendería el fenómeno esquemático, todo
ello a pesar de que el registro todavía deba evidenciarlo.
En este sentido, los focos iniciales de Arte Esquemático en la
fachada Oriental de la Península Ibérica deben ser los mismos
que consideremos como focos cardiales. Hoy parece evidente, sin que se pueda rechazar la posibilidad de que existan
otras áreas, que la investigación ha puesto de manifiesto la
existencia de dos grandes núcleos de posible asentamiento de
colonos cardiales. Por un lado, como bien señala J. Bernabeu
(1996), cabe destacar las comarcas litorales y prelitorales catalanas, centradas en el curso bajo y medio del río Llobregat,
y por otro, las comarcas litorales y prelitorales valencianas, en
torno al curso del río Serpis, en un espacio delimitado por las
sierras de Benicadell, Aitana y Mariola.
Es probable que a ellas se puedan incorporar zonas peor definidas como las costas malagueñas, el Bajo Guadalquivir y el
curso del río Mondego en Portugal (Martí y Juan-Cabanilles,
1997).
De todas ellas, la que aquí nos interesa especialmente es la
zona del Prebético Meridional valenciano, que incluye los ríos
Serpis, Rambla de Gallinera, río Girona y el río Xaló. Esta área
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
geográfica que incluye las comarcas de l’Alcoià-El Comtat,
La Marina y La Safor, es el núcleo principal de localización
de yacimientos con presencia de cerámica cardial de todo el
Levante peninsular. Al mismo tiempo, en ella se localizan los
yacimientos que sirven de base para el establecimiento de la
secuencia regional –Cova de l’Or, Cova de Les Cendres, Cova
de la Sarsa, Jovades, Niuet- y es además la zona por donde
se extiende el Grupo 1-aquí propuesto- del Arte Esquemático
del Levante peninsular (Fig. 9).
Tampoco se ha de olvidar que en este mismo territorio es
donde se localiza exclusivamente el Arte Macroesquemático
(Hernández, Ferrer y Català, 1988), manifestación pictográfica
singular y cuyo desarrollo temporal no parece ser muy prolongado, limitándose a los momentos iniciales del horizonte
cardial (Martí y Hernández, 1988). Así se expresaban Martí y
Juan-Cabanilles (1997, 230) a este respecto:
“En el País Valenciano, desde el mar a la sierra de Mariola y
desde la sierra de Benicadell a la de Aitana, como ha insistido
especialmente Hernández (1995), el territorio ocupado por el
arte Macroesquemático es una de las áreas peninsulares con
mayor densidad de yacimientos del Neolítico antiguo cardial,
prueba de la estrecha relación que une aquí a las primeras
comunidades agrícolas con el nuevo arte. Si recordamos las
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Figura 9: Distribución general de abrigos con diferentes manifestaciones pictóricas en la zona del Grupo 1 y yacimientos cardiales.
superposiciones del arte rupestre Levantino (Hernández,
Ferrer y Catalá, 1988) y sus paralelos en las decoraciones
cerámicas (Martí y Hernández, 1988), la correlación es que
ambas líneas de creación artística nos lleva a la misma dualiÍNDICE
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
dad que la cultura material, a saber la de las primeras comunidades campesinas y los grupos epipaleolíticos locales que
se adentra en el proceso de neolitización, siempre combinando
territorialidad y cronología. De manera que a un primer tiempo
corresponderá el arte Macroesquemático o el desarrollo del
arte Macroesquemático y el inicio del arte Levantino en zonas separadas; mientras que en un segundo tiempo, el arte
Levantino recubriría y unificaría lo que antes fueron territorios
diferenciados. Y es que si el arte Macroesquemático ha sido
considerado como la expresión de la nueva religión neolítica,
el arte Levantino sería una pictografía de la nueva manera de
vivir que va afianzándose con la neolitización de los epipaleolíticos (Fortea y Aura, 1987)”.
Ahora bien, aunque estemos de acuerdo con el anterior texto,
se ha de reseñar que exclusivamente se está planteando la
dualidad cultural en los términos de Arte Macroesquemáticocomunidades agrícolas frente arte Levantino-grupos epipaleolíticos en vías de neolitización, sin tener en cuenta la
presencia de una tercera manifestación, tan antigua y propia
de las comunidades agrícolas como es el Arte Esquemático
–aunque evidentemente puede darse la circunstancia de que
se considere que el Arte Esquemático es una derivación del
Macroesquemático, cuestión que únicamente tendríamos que
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XIX - XX, 2000 - 2001
admitir como posible para la zona del Prebético Meridional
valenciano y no para el resto de la Península Ibérica-.
Sin querer restar importancia al Arte Macroesquemático y su
transcendencia en la explicación de la aparición de las primeras
comunidades agrícolas en la zona del Grupo 1, consideramos
que a una escala más amplia, en concreto, para el ámbito de
la fachada oriental de la Península Ibérica, la dualidad debe
observarse en la plasmación del Arte Esquemático frente al
Levantino. Y ello podría ser así si consideramos que el Arte
Macroesquemático debió ser una manifestación puntual y
singular, localizada en un espacio geográfico muy restringido
y cuyo desarrollo temporal se corresponde exclusivamente
con los momentos antiguos, y por tanto, iniciales, del horizonte cardial. Es probable que se corresponda con una manifestación propia de los colonos iniciales y sus generaciones
descendientes que se asentaron en la zona del Prebético
Meridional valenciano, abandonándose por una manifestación formalmente más simplificada y de menor tamaño, pero
con el mismo contenido social e ideológico como es el Arte
Esquemático, que parece representarse sincrónicamente en
esta zona junto al Arte Macroesquemático y de forma aislada
en otros posibles focos de colonización.
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
Algunos autores ya han propuesto esta posible cuestión
para otras zonas. En concreto, V. Baldellou (1994, 50) ha
considerado que “no resulta en absoluto insensato identificar
el arte Esquemático con las poblaciones neolíticas y el arte
Levantino con las cazadoras-recolectoras de raigambre material epipaleolítica. Éstas poseedoras desde antiguo de sus
propias formas de manifestación artística –según las investigaciones de Alonso y Grimal-, quizás las desarrollasen en
mayor medida cuando percibiesen la presencia de los grupos
neolíticos, con la intención de acotar territorios y de dotarlos
de una significación alegórica que respaldase su sentido de
propiedad –teoría de Llavori de Mineo-. Es posible que a ello
se deba la antes mentada coincidencia de las distribuciones
geográficas de lo cardial y de lo levantino: una revitalización
de lo segundo para “acotar” o “salvaguardar” unos espacios
físicos vecinos a unos “invasores/colonizadores” cada vez más
ávidos de tierras”.
De ahí que no sea anecdótico que el territorio cardial y el
Macroesquemático coincidan también con la distribución del
Grupo 1 de Arte Esquemático, incluso demarcando y ocupando
más explícitamente toda la orla montañosa donde se encuentran los asentamientos cardiales, así como buena parte de los
pasos montañosos y corredores naturales.
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Algunas recientes aportaciones como el hallazgo en los niveles más profundos de la Cova de Les Cendres de varios
fragmentos cerámicos pintados en rojo y representando motivos en zigzag corroboran el desarrollo del Arte Esquemático
desde los momentos iniciales, como bien ha señalado M. S.
Hernández (1995). Y la importancia de ello reside en las posibilidades interpretativas que se abren, que como destaca J.
Bernabeu (1995, 54) interesan dos: “la posibilidad de que estas
manifestaciones funcionen, a la vez, como manifestaciones
ceremoniales aglutinadoras de la identidad del grupo, cara al
interior, y como marcadores territoriales, cara al exterior (otros
grupos). La interpretación de que algunos de los enclaves de
arte rupestre funcionaran como santuarios se avendría bastante bien con la primera posibilidad; en relación a la segunda,
sólo podemos suponerlo”.
Siguiendo el discurso expuesto por J. Bernabeu, y aunque es
posible que sea una hipótesis de difícil contrastación, cabe la
posibilidad de considerar que durante el tiempo en que estuvieron conviviendo el Arte Macroesquemático y el Esquemático, los abrigos donde se representaba el primero de ellos,
funcionasen como santuarios aglutinadores de la identidad y
de las preocupaciones de todas las comunidades familiares
integrantes de la entidad social que constituían, mientras que
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
los segundos, fuesen marcadores territoriales o pequeños
santuarios de carácter local. La localización de los abrigos
con Arte Macroesquemático en la zona central del territorio
cardial y en enclaves especialmente elegidos, nunca en lugares
encumbrados y fácilmente visibles, junto a la localización del
Arte Esquemático en abrigos de culminación en las periferias
del ámbito cardial o en lugares muy próximos a los lugares
de hábitat, permiten al menos no desechar rápidamente esta
hipótesis.
No obstante, y con independencia de ello, el análisis del comportamiento de la pintura rupestre esquemática en el Levante
de la Península Ibérica nos ha permitido proponer una serie
de consideraciones en relación con su desarrollo histórico que
se concretan en los siguientes puntos:
1. Que la zona del Prebético Meridional valenciano constituye uno de los focos iniciales de introducción y desarrollo
del Arte Esquemático en la Península Ibérica por parte de
grupos cardiales, cuya base subsistencial fue la producción de alimentos aportados por ellos mismos. Junto al Arte
Esquemático y de forma singular se desarrolló en el seno
del mismo complejo cardial constituido en la zona, el Arte
Macroesquemático.
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2. La zona del Grupo 1 es uno más de los posibles focos de desarrollo del Arte Esquemático en el marco peninsular desde
los momentos iniciales del horizonte cardial. El Arte Esquemático debe entenderse dentro del modelo dual, como una
manifestación introducida y propia del Complejo cardial, con
múltiples focos iniciales de desarrollo, tantos como zonas
de desarrollo cardial en el ámbito de la Península Ibérica.
De este modo, debe descartarse la concepción de un foco
único de introducción y expansión del Arte Esquemático.
3. El Grupo 1 de Arte Esquemático es anterior en su constitución al resto de grupos distinguidos en la zona del Levante,
dado que por el momento es el único foco cardial destacado
y, por tanto, de posible colonización. El resto de grupos no
pudieron iniciarse en los momentos iniciales del Neolítico
Antiguo, ya que se encuentran alejados del único núcleo de
neolítico puros o Complejo cardial. La gestación de estos
grupos debe relacionarse, o bien con los momentos avanzados del proceso de neolítización donde ya se daba la dicotomía Esquemático-Levantino como se observa a través de
las diferentes superposiciones de Arte Esquemático sobre
Levantino, o bien una vez acabado este proceso, cuando
las bases económicas subsistenciales fundamentales de
los grupos locales pasaron a ser la agricultura y/o la cría de
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
ganado. Es muy probable que alguno de los grupos –3 y 4ya sea de cronología posterior, posiblemente del Neolítico
Final o Neolítico II de J. Bernabeu (1995), e incluso, algunos
abrigos del Campaniforme, del Bronce Final o históricos.
4. El Grupo 1 se constituye en uno de los núcleos fundamentales del Arte Esquemático peninsular, al estar representada
toda la secuencia artística desde el Horizonte antiguo cardial
hasta muy probablemente la Edad del Bronce.
5. El Grupo 2, en la cuenca media del río Xúquer y posiblemente también integrado por su cabecera, constituye otro
núcleo con rasgos formales singulares que le diferencian del
resto, especialmente con respecto al Grupo 1. Esta agrupación representa un claro ejemplo de la dicotomía Arte
Esquemático/Arte Levantino, cuestión que permite situar
su desarrollo durante el proceso de Neolitización en estas
comarcas. Así mismo, no parece prolongarse en el tiempo
como sí ocurre con el Grupo 1.
6. Son varios los argumentos cronológicos disponibles que
han permitido proponer cuatro momentos en el desarrollo
histórico del Arte Esquemático del Levante peninsular (Torregrosa, 2000). El Momento 1 supone la aparición del Arte
Esquemático en el seno del Complejo cardial y es exclusivo
en la zona del Grupo 1. El Momento 2 se iniciaría en el NeoÍNDICE
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lítico medio o a finales del Neolítico antiguo y supondría la
incorporación del Grupo 2 y la continuación en el Grupo 1. El
Momento 3 se daría posiblemente durante el Neolítico final
para desarrollarse plenamente durante el Calcolítico. Este
momento supondría la generalización y normalización de
los ídolos en buena parte de la Península Ibérica, surgiendo
numerosos grupos de Arte Esquemático. Los Grupos 3 y 4
podrían iniciarse en este momento, aunque en la zona del
Grupo 1 encontramos las estaciones más significativas,
así como el registro artefactual mueble más destacado.
El Momento 4 se gestaría a partir de la Edad del Bronce y
supondría la aparición de manifestaciones muy puntuales
de difícil adscripción y encuadre dentro de lo que se ha
conceptuado como Arte Esquemático.
Con todo, buena parte de la lectura y propuestas efectuadas
están limitadas por la calidad y magnitud de la base empírica
disponible. La evaluación de las presentes consideraciones
pasan por la prospección territorial de amplias zonas, la revisión de calcos antiguos, la sistematización de la información
disponible y la protección de las estaciones conocidas.
De igual forma, creemos necesario dotar de la misma importancia al Arte Esquemático que al resto de artes –Arte Macroesquemático y Levantino-, a pesar de ser formalmente poco
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Pintura rupestre esquemática y territorio: análisis de su
distribución espacial en el Levante peninsular
Palmira Torregrosa Giménez
espectacular. Y ello es así por tratarse de una manifestación
clave para la explicación del proceso de neolítización y del
proceso histórico de las primeras comunidades agropecuarias
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Palmira Torregrosa Giménez
1. El presente artículo es una parte de nuestra Tesis Doctoral sobre la
Pintura rupestre Esquemática en el Levante de la Península Ibérica,
realizada gracias a una Ayuda para la Investigación del Instituto de
Cultura Juan Gil-Albert de la Diputación Provincial de Alicante y que
fue presentada en la Universidad de Alicante en el año 2000 bajo la
dirección del Dr. Mauro S. Hernández Pérez.
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