Hermēneus. Revista de Traducción e Interpretación
Núm. 8 - Año 2006
LITERALIDAD Y ALEGORISMO DE LOS CUENTOS MARAVILLOSOS
Y ESTILÍSTICA DE SU TRADUCCIÓN. DE LOS FORMALISMOS RUSOS
A LOS TEÓRICOS DEL POLISISTEMA
Denitza BOGOMILOVA ATANASSOVA
Universidad de Sofía
Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava
construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un
lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El
mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre y para
mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
¿Qué es lo que hace que un texto sea literario y cómo se distingue del que no lo es?
La filosofía ya nos ha dado la respuesta. La realidad en sí –dice Immanuel Kant– es
incognoscible: sólo conocemos fenómenos y hechos. No obstante, somos capaces de
desenvolvernos en el mundo e incluso de transformarlo partiendo de la información que tenemos
sobre él. Es decir, el conocimiento es una síntesis de intuiciones integradas en conceptos o de
conceptos abstraídos de intuiciones.
Benedetto Croce continúa esta línea de reflexiones diciendo que existen dos clases de
conocimiento: el conocimiento intuitivo de lo concreto o particular que nos lleva a la poesía y el
conocimiento conceptual de lo general o universal que nos lleva a la ciencia. Disponiendo del
lenguaje y sus símbolos –ahora es Ernst Cassirer quien habla–, el hombre construye su propio
mundo y el mundo de su cultura: mito, religión, filosofía, arte, historia, ciencia, política.
La mediación que el lenguaje realiza entre el hombre y lo que lo rodea, se desenvuelve en dos
ámbitos distintos: el “discursivo” y el “metafórico”. En la vertiente discursiva, la lógica es la que
estructura, ordena y reduce la experiencia a unos determinados límites expresivos; mientras que en
la metafórica, los mecanismos artísticos y ficcionalizadores alcanzan su plenitud y hacen alarde de
su riqueza.
El propósito de este trabajo se inscribe de lleno en el plano metafórico, que es expresamente
dialéctico y el estudio de cuyo funcionamiento constituye una de las tareas más actuales de la
estilística literaria. Con fines metodológicos, hemos de trazar una línea divisoria entre la
comunicación lógica y práctica, donde los símbolos son referenciales, y la expresión poética y
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estética, donde son evocativos. El escritor no maneja elementos públicos y universales sino
privados y particulares, objeto de una selección cuidadosa, de una estructuración sintáctica ceñida a
los cambios anímicos y de una elaboración estilística rica en figuras del pensamiento y de la
expresión. De esta manera, escribiendo, se pasa del plano real a la esfera ficcional. El Homo sapiens
es ahora Homo scriptor.
Tras haber definido el primer objetivo de este artículo, que es identificar los cuentos
maravillosos como inconfundibles portadores de carga literaria y alegórica, enfoquemos la
segunda parte del título que refiere la obra de ficción como el caldo de cultivo donde el problema
de la traducción se manifiesta en toda su plenitud.
Un escrito estéticamente orientado, causa a su traductor quebraderos de cabeza
incomparablemente mayores que un escrito de significado práctico o técnico o una obra de
especulación intelectual. Estos productos de la razón funcional y sustancial proporcionan al
respectivo texto una armadura lógica que permite restablecer fácilmente su contenido en los
términos de un nuevo sistema idiomático. En cambio, esta posibilidad es mucho más remota en la
creación literaria cuyos componentes lógicos resultan mezclados con otros sentimentales,
emocionales y sensuales dentro de una forma verbal dominada por el designio estético y presidida
por el valor artístico.
Otro de los objetivos que se plantea este artículo, es demostrar a través de los ejemplos
aducidos más adelante, que la competencia de producir e interpretar textos literarios es, además,
una noción sociocultural porque el lector imputa o no literariedad, movido e inspirado por los
incentivos y los criterios de la cultura a la que pertenece y que es la que concede o no carácter
literario a un texto.
Toda nuestra reflexión parte de la base de que los cuentos maravillosos, con todos sus
tipismos y particularidades, representan una variedad genérica de la narrativa literaria al tiempo que
comparten las características de todo fenómeno folklórico. Tal como pretendemos demostrar, el
cuento maravilloso transforma la secuencia mítica en sintáctica, y el mito queda adulterado por la
narrativa que no tarda en gestar todo un universo –semántico, que no plástico– de maravillas,
milagros, prodigios y portentos.
El texto literario es por definición lingüístico y su traducción acusa las mismas peculiaridades
que los demás tipos de traducción. Por otro lado y también por definición, cada texto literario es un
discurso específico que forma parte de la estructura de un determinado sistema literario, y un
producto estético-ideológico, que participa de la estrategia global de cada una de las culturas
nacionales. De ahí el tercer objetivo de este trabajo reflejado en el subtítulo: rastrear aquellos
elementos de reflexión teórica que van desde la metodología funcionalista del Círculo de Praga a
la Teoría del Polisistema que también sitúa el TLM1 en la perspectiva del polo receptor.
Los tres objetivos de este artículo quedarán ilustrados más adelante con ejemplos de
traducción de cuentos populares búlgaros al español, que sustentan la necesidad de una “plataforma
de salida” desde la que el traductor aborde el hábitat cultural del fenómeno de los cuentos para
luego diseñar estrategias de aceptación general, sirviéndose de herramientas y mecanismos
1 Las únicas abreviaciones que utilizaremos aquí son LO (lengua origen), TLO (texto en la lengua origen), LM
(lengua meta) y TLM (texto en la lengua meta).
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concretos de traducción. El análisis estructural ofrecido se inspira en el “modelo conversacional” de
Enrique Anderson-Imbert, aunque también damos cuenta de otras teorías sobre el cuento que ven su
génesis en la realidad histórica del pasado (Vladímir Propp) y en las peculiaridades de la psiquis
humana (Bruno Bettelheim).
Creemos por tanto que hoy en día el análisis del texto debe incluir otra rama más, en vista de
que un público cada vez más numeroso lee traducciones. Esta rama ha de analizar los textos desde
la óptica de su traducción y futura vida literaria en la cultura de llegada, a la que el TLM pretende
llevar todo el mosaico de significados de origen para hacerlos funcionar con sus nuevos usuarios y
hacer también que los nuevos usuarios funcionen con ellos, aceptándolos y convirtiéndolos en parte
de su cosmovisión y fuero interno, tan inteligibles como los leídos o escuchados en el idioma
materno y quizá más impactantes por el aire de exotismo que irremediablemente aportan.
José Ortega y Gasset es todavía más revolucionario declarando que la traducción propiamente
dicha ha de diferenciarse de las demás reesrituras (imitación y paráfrasis por ejemplo), arrancar al
lector de sus hábitos lingüísticos –que para practicarlos tiene más que suficiente con la producción
de los autores nacionales– y llevarlo al lenguaje del TLO aun si para eso es necesario forzar las
posibilidades de la LM y transgredir los límites prudentes que aseguran la comunicación.
El primer argumento a favor de nuestra tesis, lo proporciona el teórico checo Jirí Levy, 2 quien
utiliza la metodología del Círculo de Praga y adopta un enfoque funcionalista hacia los fenómenos
lingüísticos y los hechos del lenguaje literario. Levy considera la literatura traducida como
indisolublemente unida al proceso literario del respectivo país y, al mismo tiempo, como una
manifestación de la cultura mundial, pues la traducción ha sido desde hace milenios uno de los
procedimientos más importantes para la propagación de la cultura, para la creación y el desarrollo
de nuevas literaturas, así como para el enriquecimiento de las lenguas que entran en contacto.
Junto a lo común, similar y cercano, las obras importadas ostentan unos rasgos específicos
que definen su peculiar identidad en la cadena evolutiva de las culturas al tiempo que constituyen
asimismo un “certificado” de originalidad y valor para la cultura receptora. Levy subraya que no
considera idénticos los mensajes que reciben los lectores del TLO y los del TLM, pero califica de
obligatorio el requisito de que, por una parte, ambos textos cumplan idénticas funciones en el
sistema históricocultural de la LO y de la LM y, por otra, que los diversos elementos del texto se
subordinen a la totalidad acatando el concepto de semejanza funcional o tipización.
En realidad, y tal como anunciábamos unos párrafos más arriba, este es el prolegómeno de la
visión, según la cual ni el TLO ni el TLM existen aislados y solitarios sino que comparten una serie
de características típicas de las estructuras ideológicas a las que pertenecen y que condicionan el
funcionamiento de los textos quitándoles su transparente inocencia. En esto consiste precisamente
el gran aporte del enfoque polisistémico que abre nuevas perspectivas a los estudios literarios, a los
Translation Studies y, no en último lugar, a la labor práctica del traductor de obras literarias que,
merced a este hallazgo, puede tomar conciencia más clara de las posibilidades y procedimientos de
los que dispone para emplazar el TLM de la forma más conveniente, acertada y funcional en el
sistema literario de la cultura meta.
2 Jirí Levy, Искусство перевода (El arte de traducir), traducción al ruso de Rossels, Progress, Moscú, 1974 (1963).
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Y en esto consiste la gran ventaja que esta teoría lleva a las tradicionales que solían estar
esencialmente orientadas al TLO y la cuestión de la traducibilidad. El enfoque polisistémico aborda
los TLMs desde su creación y capacidad de satisfacer las necesidades del polo receptor, tomando en
consideración la medida en la que dichas necesidades propician y hasta condicionan la producción
de TLMs.
Es así como Even-Zohar se aparta de la tradicional opinión sobre el canon como un corpus de
textos literarios invariantes, cuya vigencia ampliamente aceptada establece las normas estándar y
las pautas a seguir en una cultura dada, y pasa a adoptar una actitud distinta que le permite utilizar
la misma noción de canon, pero esta vez para descubrir lo nuevo y lo diferente:
While canonized literature tries to create new models of reality and attempts to
illuminate the information it bears in a way which at least brings about
deautomatization, as the Prague Structuralist put it, non-canonized literature has to
keep within the conventionalized models which are highly automatized. Hence the
impression of stereotype one gets from the non-canonized works.3
Un “caso práctico” en este sentido puede ser el papel del folklore durante el Romanticismo y
en la actual novela latinoamericana. Estas dos épocas de la historia literaria echan mano de
estilizaciones folklóricas en un intento de aportar frescura y originalidad a la expresión, rescatando
para la Modernidad la sabiduría y la elocuencia de una antiquísima y ancestral forma de pensar y de
sentir. Esta es la culminación del cambio de estatuto que han experimentado las creaciones artísticas
del pueblo a lo largo de los siglos: canonización (ésta fue la primera expresión poética del espíritu
humano que, en los albores de la historia, inició el procesamiento artístico de la realidad) ➡
descanonización (en las épocas de paulatina estratificación de la sociedad cuando el prestigio
individual se impuso como máxima autoridad expresiva) ➡ recanonización (aparición de la
folklorística y, más tarde, consagración de la cultura popular como prestigiosa y renombrada
mediante el uso que hacen de ella autores que, por su formación y producción, pertenecen al ámbito
canonizado).
Aportando mi experiencia personal de hablante no-nativa del español y traductora de cuentos
populares búlgaros al español, definiría como un paso imprescindible y previo a la traducción, la
necesidad de saber cómo son y cómo se cuentan cuentos en castellano, familiarizándose con
algunas de las innumerables colecciones de cuentos de Asturias, Cantabria y León, de las dos
Castillas, de Extremadura y Andalucía, así como de las áreas lingüístico-culturales del catalán, el
gallego y el vascuence. Esta documentación inicial nos permitiría elaborar una amplia plataforma de
comparación con los respectivos fenómenos que se dan en el espacio cultural búlgaro.
Aduzcamos un ejemplo concreto. La traducción al español de “La muchacha que estaba hecha
de cal”4 puede apoyarse en “Los tres leones”5: la semejanza entre algunas microsecuencias del
desarrollo argumental podría darnos ideas sobre cómo contar esta parte del cuento búlgaro en
español de manera que no resulte incoherente o inconsistente. Sin embargo, dicha lección sería muy
general, puesto que el cuento búlgaro tiene una serie de rasgos “deformados” o “tergiversados” que
3 Itamar Even-Zohar, Papers in Historical Poetics, Tel-Aviv, Porter Institute For Poetics and Semiotics, 1978, p. 16.
4 Cuentos populares búlgaros contados en castellano. Traducción, introducción y notas de Denitza Bogomilova
Atanassova. Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial de la Universidad de Valladolid, volumen 4 de
Disbabelia (Colección Hermeneus de Traducciones Ignotas), Facultad de Traducción e Interpretación, 2002, p. 95.
5 José M.ª Guelbenzu, Cuentos Populares Españoles, Madrid, Siruela, 1996, p. 172.
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apuntan a una época de creación posterior a la del cuento español: todo el afán de las princesas
envidiosas que también pretenden casarse con el hijo del voivoda 6 es mantener a la muchacha
encerrada y lejos de su prometido, mientras que la suegra calumniadora casi consigue la muerte de
su nuera; el silencio de la muchacha de cal hecha es en cumplimiento de un deseo paterno, mientras
que a la joven esposa del príncipe le es impuesto por una misteriosa voz sobrenatural.
El cuento de los tres leones es de una tonalidad trágico-dramática que sólo tras grandes
tensiones termina con un final feliz, mientras que en el de la muchacha de cal hecha el dramatismo
está suavizado por la comicidad de todo cuanto ocurre: la muchacha llega a casa de su novio a lomo
de un jamelgo; después de que la primera princesa se queda sin nariz, el hijo del voivoda manda a
por la segunda que la tiene muy larga; después de que también la segunda intenta imitar a la
muchacha blanca y se queda chamuscada y ahumada como una cecina, el hijo del voivoda se la
devuelve a su padre y se marcha a la guerra. Por tanto, en la traducción hemos de buscar como
modelos también otros cuentos españoles que nos enseñaran cómo crear un ambiente de ligera
parodia o de una seriedad ambigua.
A nuestro modo de ver y como anticipábamos al definir la línea metodológica de este trabajo,
las raíces del cuento maravilloso se encuentran en la realidad histórica del pasado y en las
particularidades de la psiquis humana y del proceso artístico creacional. Son frutos de la evolución
de la sociedad y su cultura, del paulatino desarrollo de los procesos internos de la psiquis humana y
de las inclinaciones lúdicas y ociosas del hombre como contrapeso de su actividad productiva.
Así pues, el método de Vladímir Propp aborda el análisis de los cuentos maravillosos a
través del prisma de los fenómenos histórico-sociales, rituales, mitológicos o etnológicos al objeto
de establecer su estructura y definir sus funciones constantes y variables. Los argumentos de la
tradición oral son pues universales y vienen del período de los clanes preagrícolas. En su análisis
poético-morfológico, Propp señala que las funciones que desempeñan los héroes son bastante
restringidas, regularidad que caracteriza también la estética de los apócrifos considerados herederos
de antiguas leyendas hebreas, orales o escritas y que no están incluidas en el Viejo ni en el Nuevo
Testamento, así como de varios elementos de la mitología griega y oriental que a lo largo de la
historia han ido mezclándose con el cristianismo.
En época contemporánea, el análisis de casi todos los sistemas de signos se inspira en alguna
tendencia psicoanalítica: la Teoría de los Arquetipos de Jung, la de los Cuatro Componentes
Materiales de la Imaginación de Bachelard, la de los Ciclos Naturales de Frye o la de los Mitos
Occidentales de Gilbert Durant. En esta misma línea está el modelo del psicólogo Bruno
Bettelheim, quien afirma que los cuentos tratan en forma literaria los problemas básicos de la vida,
particularmente los inherentes a la lucha por alcanzar la madurez y la crisis de desarrollo
desencadenada por el complejo de Edipo. Al pasar de los cuentos que proyectan la necesidad de
integración interna a los que tratan los conflictos edípicos, nos habremos trasladado de los cuentos
maravillosos del mundo oriental al dramatismo del mundo occidental que, según Freud, es el drama
de la vida para todos nosotros.
Todo esto ayuda a comprender el relato maravilloso, pero no esclarece otra cuestión que aún
permanece insoluta: ¿por qué se contaban semejantes historias, de qué manera se formó el cuento
maravilloso como género narrativo? La teoría del cuentista y teórico argentino Enrique Anderson6 Voivoda. Título que se da a los señores feudales o a los jefes militares.
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Imbert se edifica sobre el concepto de que el ‘cuenta-cuentos’ es un conversador ágil que elige
como tema de su charla algún lance de la existencia humana y, desplegando su esfuerzo intelectual,
logra un argumento de rigurosa forma e intenso lirismo. En sus orígenes históricos el cuento fue una
diversión dentro de una conversación.
En la narración de un cuento, la actitud del público es esencial y constituye una peculiaridad
que lo distingue y diferencia de los demás géneros de la tradición oral: a solas se puede cantar un
romance, rezar una plegaria o hacer un conjuro, pero nadie se cuenta un cuento a solas. Este último
supone la existencia de dos polos, vinculados de manera directa y falta de mediaciones. El hecho de
contar un cuento a alguien se convierte en un acontecimiento interpersonal, en un mecanismo de
vasos comunicantes. Es decir, exactamente las mismas premisas que se dan en la traducción: el
traductor es una persona aparte y el público lector de la obra traducida es portador de otras
tradiciones y se desenvuelve en otro ámbito cultural. Como se expresa bella y metafóricamente
Peter Newmark, el texto traducido es como una partícula en un campo eléctrico, atraída por las
fuerzas de dos culturas, de dos normas lingüísticas, de la idiosincrasia del autor, de las expectativas
de los lectores, de los prejuicios del traductor y a veces también de los del editor.
Así pues a veces, respondiendo a lo que piden los oyentes, el narrador cambia el artificio
estructural del que se había valido su relato en ocasiones anteriores o incluye aportaciones nuevas y
personales conservando, eso sí, la estructura dramática secuencial. Por lo tanto, adecuándose a las
milenarias reglas de las tradiciones folklóricas, la traducción de una pieza popular sonará distinta
del original no sólo en cuanto a idioma sino también en cuanto a capacidad de recepción cultural del
auditorio.
En algunas variedades genéricas, el cuento empieza con la intervención de un narrador
omnisciente (posiblemente, participante a su vez en alguna conversación anterior y desconocida)
que habla en tercera persona. Una rutina folklórica muy difundida es disfrazar el cuento en tercera
persona con fórmulas de primera. Por ejemplo:
•
las fórmulas de apertura “¿Quieres que te cuente un cuento de...?”; “Comiendo una
vez en la mesa de un gran señor, yo...”; “Y así un día contó un gitano delante de mí a
otros un engaño...”; “Cuentan los que lo vieron, yo no estaba, pero me lo dijeron...”
•
las fórmulas de clausura “...y aunque testigo no he sido, así me lo han referido”; “...y
las fiestas fueron muy lucidas. Y yo estuve allí y de una patada me enviaron aquí”;
“...y ellos se quedaron allí y a mí me enviaron aquí a que te lo contara a ti”; “...y ya
no cuento más, pues aún tengo que ir al lago para ver si es verdad”; “...aquí se acabó
el cuento, como me lo contaron te lo cuento” o este final de un cuento búlgaro “...y
entonces cayeron del cielo sobre el mantel tres manzanas: una para el que cuenta el
cuento, otra para quien lo escucha y la tercera para el abuelo Todorán”.
Como veremos más adelante cuando hablemos de bilingüismo, por oposición a la idea de
Bajtin de ‘novela polifónica’, y su aplicación en la traducción de cuentos maravillosos, el narrador
que mentalmente acompaña al héroe en su viaje al otro reino, sólo puede traer de allí la facultad de
narrar. Este no es sino un mero mediador, cuyas impresiones sirven de marco a la narración: “...y
vivieron toda la vida muy felices y comieron muchas perdices y a mí me dieron con los güesos en
las narices” (la colección de Espinosa); “...vivieron y disfrutaron y en grande se lo pasaron y a mí
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nada me dejaron” (la colección El Príncipe Cangrejo de Ítalo Calvino7 que contiene, según las
palabras del propio autor, narraciones tomadas de la recopilación Fiabe italiane (editada en Turín en
1956); “...yo traía el regalo con el que me obsequiaron en las bodas, pero, al entrar en la aldea, me
arremetió el perro de los vecinos y me lo quitó” (la colección de Kuzman Shapkárev).8
A modo de resumen, nos gustaría formular algunos rasgos estructurales que se nos antojan en
comunicación con el “modelo conversacional” de Anderson y de los que tiene que dar cuenta la
traducción:
•
Las repeticiones que facilitan la retención y que afectan a retratos de personajes,
situaciones argumentales, generalizaciones, moralejas, etc.
•
La estructura “gramaticoide” que, merced a su sencillez, introduce lo fantástico y lo
mágico en lo aparentemente real. En el mundo de los cuentos –el país de nunca
jamás, donde los animales todavía gastan albarcas, las ranas tienen pelo y las
gallinas, dientes– lo maravilloso y lo cotidiano nunca llegan a mezclarse pese a que
se relacionan con muchísima frecuencia y apenas difieren en cuanto a modo de
existencia: las metamorfosis de los ogros y gigantes no parecen más extrañas y
sobrenaturales que, por ejemplo, las de las mariposas, la bruja prepara sus ungüentos
y pócimas al igual que el boticario ofrece pociones medicinales a sus enfermos, el
gato da a su amo consejos astutos y le enseña mañas y ardides con la misma
habilidad con la que caza ratones, etc.
•
La economía narrativa que hace que un mismo elemento funcional tenga diversas
formas o que adopte funciones distintas aunque tipificadas.
•
La imitación de la palabra hablada y de sus entonaciones interrogativas y
exclamativas totalmente faltas de disimulo, que dotan el cuento popular de su
impacto y de su fuerza poética. Así pues, solamente los “cuenta-cuentos” natos, la
gente de pico de oro, son los que logran continuar la tradición oral en las páginas de
la más sofisticada literatura escrita que ya ha dejado muy atrás la inocencia y la
ingenuidad.
•
El fuerte y sólido núcleo argumental que da lugar a la formación de ciclos y la
movilidad de episodios entre cuentos del mismo ciclo.
•
Las fórmulas recurrentes y los elementos funcionales idénticos en cuentos
argumentalmente diversos o de factura distinta.
Los últimos dos rasgos son esenciales para el éxito de la traducción puesto que cada versión
aporta una nueva combinación de secuencias, creando en sus lectores u oyentes la costumbre de
orientarse rápido en las distintas situaciones narrativas y leer las versiones con un grado mayor de
aviso. Esto les permite aceptar sin excesiva extrañeza los cuentos de otros pueblos y culturas, que
jamás habían oído pero cuya existencia presentían e intuían gracias a sus hábitos de lectores de
cuentos ‘nacionales’.
7 Ítalo Calvino, El Príncipe Cangrejo, traducción de Esther Benítez, Austral Juvenil, Espasa Calpe, 1986 (1974).
8 Shapkárev, Kuzman: “Сборник бьјігарски умотворения” (“Compendio de obras búlgaras de la sabiduría
popular”), 1894, en Сборнцк за наробнц умомеорнця (Compendio de obras de la sabiduría popular), en búlgaro,
Sofía, Naúka i knízhnina, edición periódica: el primer número salió en 1889.
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Así lo testificaba ya D. Ramón Menéndez Pidal, quien, presentando su Antología de cuentos
de la literatura universal, decía que muchos de los cuentos allí recogidos se divulgan en España
como algo nuevo y exótico, por primera vez traducido al idioma del país, aunque suenan a los oídos
españoles como cosa ya vagamente conocida, semejante a tal otro relato que es familiar y esas
semejanzas embargan con su enigma:
Y el cuento oral pasa de boca en boca, aunque las bocas hablen lenguas diversas,
pues la traducción de un idioma a otro no tropieza con dificultades verbales o
métricas de ninguna clase, toda vez que carece de una redacción precisa.
Cualquiera que haya entendido o captado la estructura de un relato así, en un
lenguaje ajeno, puede transportarla a su propio idioma, sin trabajo ninguno. Por
eso el cuento es el género literario emigrante por excelencia. Se infiltra a través de
los territorios lingüísticos más extraños, a través de los orbes culturales más
dispares. [...] Muy grande originalidad cabe en repetir un cuento tradicional: unas
veces originalidad anónima en refundirlo estructuralmente para aplicarlo a nuevas
ideas o gustos colectivos; otras veces originalidad personal, tanto trabajando sobre
su estructura como sobre el estilo expositivo.9
El cuento es uno de los géneros que de mayor prestigio artístico gozan hoy en día por haber
sabido transformar la expresión estereotipada en poética, sugerente e impactante. Pensemos en la
enorme popularidad de las aventuras de Harry Potter, en el éxito de Tolkien llevado a la gran
pantalla, en el interés con el que niños y mayores leen a Roald Dahl, en los espectáculos de “cuentacuentos” presentes en la oferta de ocio de cualquier capital europea o en la celebración mundial del
aniversario de Hans Christian Andersen, aunque es difícil referirse a éste último en el lenguaje del
análisis literario ya que sus obras han pasado a ser parte inseparable de nuestro propio destino.
La “mentalidad primitiva” no es típica sólo de las edades tiernas del hombre y del mundo
porque no sólo los niños o los salvajes sino también los sensatos y cultos mayores a veces se ven
dominados por deseos maravillosos: rejuvenecerse, volverse invisible, volar, visitar el más allá,
disponer del espíritu de la botella, recobrar el paraíso perdido, etc. La Humanidad, deseosa de ver
resucitar el libre curso de lo maravilloso, está dispuesta a abandonar la actitud intelectual al menor
guiño de aquello que, rechazado por la ciencia, vuelve a ganar terreno.
El elemento fantástico-maravilloso en los cuentos determina las particularidades
composicionales y el estilo del género, permitiendo a todo el conjunto de aventuras increíbles y
personajes insólitos desenvolverse en los límites de un espacio y de un tiempo fuera de lo usual,
utilizando como telón de fondo un mundo innaturalmente material y sin sacrificar por ello el poder
de persuasión artística del relato.
La constante tensión entre las distintas funciones del mundo material dentro del campo
semántico del cuento crea la sensación de ligereza e incorporeidad de ese ambiente repleto de cosas.
Al principio de este artículo hablábamos de la mutación del mito en narrativa y anunciábamos que
la supremacía de la semántica respecto a la plástica constituye aquella fuerza interna que logra
desmaterializar el mundo del cuento y poner las bases de un estilo abstracto y generalizador. La
9 Ramón Menéndez Pidal, Antología de cuentos de la literatura universal. Estas reflexiones sobre la traducción de
cuentos populares deben entenderse en el contexto de su tiempo y visualizando el motivo con el que fueron
formuladas: la obra magistral de Pedro Alfonso Disciplina clericalis.
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paradigmática mítica se transforma en sintagmática cuentística, el metaforismo empieza a ceder
paso a la narratividad.
Quizás el cuento maravilloso sea uno de los géneros que más “conscientemente” hace uso de
la ficción artística, que a su vez se nutre de múltiples raíces, aunque aquí hayamos referido tan sólo
tres posibles teorías sobre su génesis y particularidades. La ubicación temporal de la acción en el
pasado y la falta de un “testigo ocular” garantizan la sensación de veracidad de lo referido, como
reza una de las principales leyes de la convención estética del folklore.
En el caso de los cuentos búlgaros, el tiempo pretérito y el modo renarrativo (este modo, junto
con el indicativo, el subjuntivo=subordinativo y el imperativo forman el sistema modal del verbo
búlgaro) funcionan como una clara y elocuente señal de que todo intento de comparar la realidad
del cuento con la realidad de la vida es infundado. Al final de su evolución, el cuento maravilloso,
privado del apoyo de la mitología y el contexto autoritario de la religión oficial, pasa a ser
interpretado básicamente como una fuente de delectación estética.
El cuento maravilloso posee su propio mundo en el que no es obligatorio que los significados
connotativos se relacionen únicamente con las creencias mitológicas, pues en parte proceden
también de la general atmósfera semántica de maravillas, milagros y prodigios que caracterizan el
cuento. Tomemos como ejemplo la traducción del cuento “La niña dorada” de Cuentos búlgaros
contados en castellano.
La madrastra hace a su marido abandonar a la hija de su primer matrimonio en el bosque
donde ésta da con la cabaña de una vieja ensalmadora y maga. Bruno Bettelheim, “psicoanalizando
los cuentos de hadas”, examina la posible influencia que las angustias edípicas pueden haber
ejercido en la constitución de los argumentos cuentísticos. La muchacha, por un lado, quiere seguir
disfrutando de los cuidados amorosos de la madre y, por otro, deshacerse de la mujer vieja y
malintencionada que se opone a su feliz existencia edípica con el padre. Así pues, el personaje
femenino egoísta y vengativo pasa a ser la madrastra, mientras que la maga, que satisface todos los
deseos del héroe o la heroína, representa a la madre preedípica de nuestros primeros años que todo
lo da.
Una vez en la cabaña de la maga, la protagonista de nuestro cuento “La niña dorada”
madruga, ordena la casa y hace todos los quehaceres domésticos. La última prueba a que la somete
su anfitriona es la petición de que le cante mientras se echa una siesta. “La niña obedeció, se sentó a
la cabeza de la vieja y se puso a cantar con tanta dulzura y suavidad que parecía el aletear de una
mariposa” o “el zumbido de una abeja” en otras versiones del mismo cuento. Interpretando este
episodio a la luz de los ritos iniciáticos, podemos suponer que no se trata de una evocación casual:
las canciones de la abeja son deleitables al igual que su miel es deliciosa, es símbolo del trabajo
duro y de la dulzura, significa la labor constructiva y la satisfacción que de ella se obtiene,
contrastando con la pereza y la tosquedad de la hermanastra. En el simbolismo cristiano,
particularmente durante el período románico, la abeja simbolizaba la diligencia y la elocuencia. Por
eso, la vieja premia a la muchacha trabajadora y solícita bañándola en el agua dorada de un río
encantado donde la niña agarra un cofrecito lleno de monedas de oro.
El color del agua nos sugiere otro paralelismo útil para la traducción: en los cuentos
españoles, el agua amarilla es el agua de la vida gracias a la cual hermanos y hermanas o esposos y
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esposas rescatan a sus parientes petrificados o hechizados (sirvan como ejemplos “El agua
amarilla”,10 “El pájaro que habla, el árbol que canta y el agua amarilla”11 o “El agua de la salud”).12
Interés científico podría ofrecer el estudio de la nomenclatura de los atributos –edad, sexo,
situación social, apariencia física–, las particularidades de la entrada en escena y el hábitat de los
personajes. Éstos son los detalles que proporcionan al cuento su pintoresco colorido, su belleza y su
encanto, constituyendo un contrapunto a su estructura absolutamente uniforme. Tanto es así que la
libre iniciativa del narrador de cuentos maravillosos es muy restringida por los rigurosos límites del
género: el modelo morfológico, el sistema de los siete personajes y lo fantástico que, además,
disminuye las posibilidades de una presentación realista de los personajes y predetermina la
imposición del principio de la careta y la pose encubridoras.
El cuento distingue con nitidez entre el dominio en el que el narrador jamás inventa y aquel
que le permite mayor o menor libertad creativa. La libertad no es admisible en los siguientes casos:
∗
∗
∗
∗
el orden de funciones morfológicas;
los elementos que se hallan vinculados por una dependencia absoluta o relativa;
la elección de los personajes según sus atributos y en conformidad con una
determinada función;
la dependencia entre la situación inicial y las funciones siguientes.
La libertad sí es admisible en los siguientes casos:
*
*
*
*
la selección de funciones que se incluyen u omiten;
la selección del medio, a través del cual se efectúa la función (así se crean nuevos
argumentos, variantes, cuentos);
la nomenclatura y las características de los personajes;
los medios estilísticos.
A raíz de esto, podemos formular la principal conclusión que las observaciones citadas
implican para la traducción:
1. Los casos, en los que el narrador no puede ser libre, son los que presentan menores
dificultades de traducción y donde traducir equivale a decir lo que se ha dicho en la
LO con los medios léxico-gramaticales de la LM.
2. Los casos, en los que el narrador sí puede ser libre, son los que presentan mayores
dificultades de traducción y donde traducir equivale a contar lo que se ha contado en
la LO con los medios pragmático-culturales, que la LM utiliza normalmente para
describir una situación similar, es decir, contar un cuento y conseguir el interés y el
compromiso de los oyentes.
Como decíamos, en el universo de los cuentos maravillosos, lo importante no es la vida real y
terrenal sino la de más allá, que es trascendental y verdadera, el arte se vuelca con el arquetipo, la
10 José M.ª Guelbenzu, op.cit. p. 56.
11 Aurelio del Llano Roza de Ampudia, Cuentos asturianos recogidos de la tradición oral, Oviedo, GEA (Grupo
Editorial Asturiano), 1993 (1925), p. 69.
12 Marciano Curiel Merchán, Cuentos extremeños, Jerez, Editora Regional de Extremadura, 1987 (1944), p. 398.
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norma, las variantes del tema tradicional, la reproducción de cánones establecidos, la “etiqueta” y la
repetición. La identidad es más valiosa que la variedad, lo antiguo más preciado que lo nuevo. No
es casual que Lotman13 llame la estética folklórica, “estética de la identidad”.
Los cuentos maravillosos basan la estructura de su género en la idea de la invariante
morfológica. Un grupo de investigadores rusos,14 aplicando la metodología de Lévi-Strauss (cuyo
“Análisis estructural del mito” aparecido en 1955, tuvo en Europa el efecto de un manifiesto
científico) ha presentado la semántica del cuento como una cadena de transformaciones de sentidos
invariantes. Esto les ha permitido formular la suposición de que los cuentos se parecen unos a otros
no sólo por sus relaciones históricas, migraciones o influencias mutuas sino también por obra del
esquema sintagmático común. Por su parte, las unidades semánticas pueden converger en cuanto a
sentido y divergir en cuanto a contenido concreto porque el texto del cuento no se agota en su
significado directo sino que accede a capas más profundas que el lector sabe rescatar e interpretar
gracias a sus conocimientos de fondo y sus estrategias de comprensión textual.
Bajtin introduce la noción de “polifonía” denominando “polifónica” la literatura que crean
Rabelais, Cervantes, Swift, Sade, Balzac, Dostoyevski, ejemplos a los que Kristeva añade a los
representantes de la novela “moderna” del s. XX Joyce, Proust y Kafka. 15 Acogiéndonos a ello,
podríamos decir que el cuento maravilloso reduce las posibilidades de polifonía y de
multilingüismo, que le proporciona el universo de la expresión verbal, a la bifonía y al bilingüismo
de su contexto inmediato. El cuento actualiza las palabras no sólo como signos sino como signos
elevados al cuadrado, pues lo relevante para él no son los significados directos y cotidianos sino los
asignados por las reglas del específico juego en el que éste participa.
Precisamente debido al funcionamiento de este mecanismo generador de significados
ambivalentes, surge el extraño e intrigante lenguaje de palabras y acciones mágicas del que suele
hacer uso el cuento maravilloso. Así es como nacen las peculiaridades del estilo del género, a
menudo definido como “ritualizado y etiquetado”. Este lenguaje, en cierto sentido secreto y
sagrado, es la razón del fácil establecimiento de contactos entre todos y todo.
Las manifestaciones más típicas del bilingüismo de los cuentos maravillosos son las
siguientes:
•
El cuento maravilloso dota el lenguaje secreto de la facultad de cambiar de sitio
palabras y acciones. Estas acciones-signos son el equivalente funcional del estilo
directo, pero sin adoptar su forma sino la de la narración. Por ejemplo, el héroe llama
a su caballo con la fórmula mágica “Caballito mío, estés donde estés, vente
conmigo” o bien sacude la brida mágica que éste le ha dejado en prenda.
13 Iuriy Lotman, Структура художественного текста (Estructura del texto literario), en ruso, Moscú, Iskusstvo,
1970. Está traducido al español por Victoriano Imbert: Iuriï Mijaïlovich Lotman, Estructura del texto artístico,
Madrid, Istmo, 1982, p. 350.
14 E.M.Meletinski, S.I.Nekliúdov, E.S.Nóvik, D.M.Segal, “Problemas de la descripción estructural del cuento
maravilloso” en Uch. zap., t. IV, en ruso, Universidad de Tartu, 1969 y “Otra vez acerca del problema de la
descripción estructural del cuento maravilloso” en Uch. zap., t.V, en ruso, Universidad de Tartu, 1971.
15 “Tolstoy’s monologism is epic and Dostoievski’s dialogism novelistic.” M. M. Bajtin, Problemas de la poética de
Dostoyevski, en ruso, Judózhestvennaya literatura, Moscú, 1963, p. 77.
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•
El lenguaje secreto usa los recursos del lenguaje natural atribuyéndoles otros
significados. Un ejemplo adecuado en ese sentido son los “cuentos de la ciencia
astuta” donde el lenguaje ordinario enseguida se sumerge en su dimensión mágica.
El fatigado viandante deja escapar un suspiro “¡Ah!” y resulta que “Ah” es el
nombre del espíritu que mora en aquellos lares y que se le aparece en el acto.
•
El bilingüismo tiene una manifestación terminológica que consiste en conservar
determinadas fórmulas que rodean de un ambiente misterioso a personas y objetos.
Por ejemplo, la muchacha se empecina en no decir esta boca es mía hasta escuchar
las palabras “muchacha de cal hecha”.
•
El bilingüismo originado por una forma de hablar distinta de la común, se contiene
en algunas partes del cuento que aparecen rimadas y que suelen referirse al estilo
directo, como ocurre en “El gallito valiente”, donde el gallito atravesando un mal
momento, invoca la ayuda de sus auxiliares mágicos:
Водолей, водолей,
всичката вода излей
въглените угаси
Лъвчо, лъвчо, мил и драг,
и петленцето спаси
покажи, че си юнак
Aquí ofrecemos las traducciones versificadas de dos traductores que han utilizado como
original la versión recogida por Karalíychev en Cuentos populares búlgaros, Sofía, Vedriná, 1993
(1929-1933).
¡Cuernecito, cuernecito,
vierte el agua despacito,
las brasas tú apagarás
y a este gallito salvarás
¡Leoncito, leoncito, fuerte y querido,
enséñame que eres muy aguerrido!16
Acuario, acuario,
eres mi santuario,
echa el agua fuera
sálvame de esta hoguera.
Leo, leo querido,
muestra que soy tu protegido17.
Volviendo a la idea, que los objetivos de este artículo contemplan como instrumental, de
“impregnar al traductor” de las manifestaciones nacionales del género para asegurar a su obra un
posicionamiento adecuado en el conjunto de la producción literaria en la LM, quisiéramos aducir
como ejemplo algunos análogos de este cuento en la tradición española: “El gallo y el medio real”,
“El gallito y el rey”18 y el “El medio pollito”.19 En el primero los ayudantes mágicos son la zorra
que se come los gallos y las gallinas, el lobo que se come los caballos y los mulos y el río que apaga
el horno, mientras que en el segundo son una manada de lobos que se come los caballos, una
manada de toros que despeja la hoguera y una bandada de palomas que se come el trigo.
16
17
18
19
Traducción de Rafael Alvarado, Sofía, Pleyada y Pétex, 1992.
Traducción de Denitza Bogomilova, op. cit., p. 106.
Marciano Curiel Merchán, op.cit., pp. 248 y 303.
Julio Camarena Laucirica, Cuentos tradicionales recopilados en la provincia de Ciudad Real, Ciudad Real, Instituto
de Estudios Manchegos (CSIC), 1984, p. 340.
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En cuanto al bilingüismo, originado por una forma de hablar distinta de la común, en el
primero vemos las siguientes partes rimadas. Dirigiéndose a sus futuros auxiliares, el gallito dice:
“Hurga con un palito y métete en mi culito” y, cantando a las puertas del palacio real, entona:
“Quiquiriquí, una bolsa de dinero me deben aquí”. Éste es también el argumento de “El medio
pollito” con excepción de la rima que es: “Pues métete en mi culito y atranca un palito”.
Aunque ésta pueda resultar una afirmación atrevida, creemos que el cuento maravilloso carece
de su propia “iconosfera” y sistema de equivalentes visuales a pesar de que, a primera vista, se
percibe como muy pintoresco y decorativo. Por ejemplo, es prácticamente imposible conseguir una
fiel, aunque a veces sí acertada, transformación visual del cuento a través de ilustraciones, cómics,
dibujos animados, películas o espectáculos teatrales, ya que estos equivalentes visuales imitan la
realidad relacionándola directamente con los fragmentos de la ficción artística. De esta manera,
queda suprimido lo fantástico-maravilloso que es el fundamental principio estético del género y, en
su lugar surgen la variante parodiada o grotesca y la estilización, que no logran un efecto fantástico
sino cómico o poético-alegórico.
Así pues, nos ratificamos en nuestra postura de que, estando emplazada en el ámbito de la
expresión verbal, la traducción de cuentos maravillosos constituye uno de los ejercicios de rewritng
que con mayor fidelidad tratan las peculiaridades del género. La actitud del traductor se nos antoja
próxima a la actitud activa del oyente de antaño que consistía en saber utilizar los elementos que le
proporciona el cuento para montar un mundo íntegro y, comparándolo con el real, llegar a descubrir
el significado del relato.
En vez de decir, como los antiguos, que la traducción es siempre posible o siempre imposible,
siempre total o siempre incompleta, la lingüística contemporánea llega a definir la traducción como
una operación relativa en su éxito y variable en los niveles de comunicación que alcanza. En este
sentido, es muy significativa la capacidad del lenguaje de ayudar al individuo a exteriorizar su
aspiración irreprimible hacia la otredad. Como decía Hegel, realizarse en lo otro para
autoconocerse. Comprendiendo lo otro y en general comprendiendo, el hombre no sólo admite la
existencia de la diversidad, sino que se hace él también diverso, diferente. Lo propio y lo otro se
derivan de una relación hermenéutica en la que el presente del intérprete y el pasado de la tradición
funden sus horizontes.
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