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El terrorista de Christchurch y Vox, en el mismo combate

2019, El Progreso | 3 abril 2019

Antes de pasar al acto, Brenton Tarrant, el extremista australiano de 28 años de edad que abatió a 50 personas en Christchurch, se cuidó mucho de publicar en twitter un manifiesto racista de 74 páginas bajo el título 'el gran reemplazo', en referencia a una teoría complotista muy popular en los foros de extrema derecha sistematizada por el escritor francés Renaud Camus hace casi una década, según la cual los «pueblos europeos» estarían siendo «reemplazados» por poblaciones de inmigrantes. en un alarde de narcisismo, el monstruo quiso teorizar su odio, para lo cual procedió a la selección de una serie de variables y motivos de la ultraderecha, el nazismo e incluso el «ecofascismo», dejando en evidencia un delirio obsesivo por la supuesta «sumersión» del «mundo occidental» bajo hordas invasoras étnica-mente discordantes. La filiación manifiesta de tarrant ha sido interpretada como un indicador de la expansión del radicalismo violento de ultraderecha en nuestras socie-dades, vinculando la matanza en nueva Zelanda con atentados como el de Oklahoma City de abril de 1995, que dejó un saldo de 168 muertos, y los de julio de 2011 en Oslo y la isla noruega de Utoya, que segaron la vida de 77 personas. Como mito movilizador compartido se halla la idea de que la raza blanca está desapareciendo y, por consiguiente, frente al apocalipsis pregonado, todos los medios se antojan lícitos. La aprensión al «reemplazo», cuyo colofón es el exterminio del hombre blanco, va de la mano del rechazo de una sociedad multicultural, pero sobre todo multiétnica, que abre la puerta a la definición de un enemigo compartido y, de paso, al establecimiento de una solidaridad y proyecto comunes.

52 Mundo miércoles 3 de aBril de 2019 ELPROGRESO El terrorista de Christchuch y Vox, en el mismo combate por DAVID ALVARADO politólogo, periodista y consultor ntes de pasar al acto, Brenton tarrant, el extremista australiano de 28 años de edad que abatió a 50 personas en Christchurch, se cuidó mucho de publicar en twitter un manifiesto racista de 74 páginas bajo el título ‘el gran reemplazo’, en referencia a una teoría complotista muy popular en los foros de extrema derecha sistematizada por el escritor francés renaud Camus hace casi una década, según la cual los «pueblos europeos» estarían siendo «reemplazados» por poblaciones de inmigrantes. en un alarde de narcisismo, el monstruo quiso teorizar su odio, para lo cual procedió a la selección de una serie de variables y motivos de la ultraderecha, el nazismo e incluso el «ecofascismo», dejando en evidencia un delirio obsesivo por la supuesta «sumersión» del «mundo occidental» bajo hordas invasoras étnicamente discordantes. La filiación manifiesta de tarrant ha sido interpretada como un indicador de la expansión del radicalismo violento de ultraderecha en nuestras sociedades, vinculando la matanza en nueva Zelanda con atentados como el de Oklahoma City de abril de 1995, que dejó un saldo de 168 muertos, y los de julio de 2011 en Oslo y la isla noruega de Utoya, que segaron la vida de 77 personas. Como mito movilizador compartido se halla la idea de que la raza blanca está desapareciendo y, por consiguiente, frente al apocalipsis pregonado, todos los medios se antojan lícitos. La aprensión al «reemplazo», cuyo colofón es el exterminio del hombre blanco, va de la mano del rechazo de una sociedad multicultural, pero sobre todo multiétnica, que abre la puerta a la definición de un enemigo compartido y, de paso, al establecimiento de una solidaridad y proyecto comunes. el racismo es una ideología que bebe de la exclusión del otro pero que también precisa de la propagación del grupo propio como bloque homogéneo, unido. Los nazis no sólo articulaban su doctrina sobre el antisemitismo, sino que asimismo creían en el renacimiento de la raza aria. La derrota de Hitler no hizo que dejasen de prosperar en el viejo continente y en estados Unidos, entre adeptos de corrientes reaccionarias bien definidas, la tesis de un gran cambio poblacional fruto de un complot judío para, a través de la promoción del mestizaje biológico y cultural, destruir europa y Occidente en general. en esta línea, entre otros tarrant evoca a david Lane, un neonazi estadounidense para quien la raza blanca era víctima de un genocidio flagrante urdido por hebreos. renaud Camus, autor de ‘Le grand remplacement’ y transcendental referente del asesino de Christchurch, retoma y ordena viejas doctrinas, que incluso encontramos en Maurice Barrès, uno de los padres intelectuales del nacionalismo francés de finales del XIX; y las adapta a la era post-11-s, relegando el substrato antisemita e integrando el «choque de civilizaciones» y la islamofobia. A aunque los datos objetivos lo desmientan, Camus presenta, ya de partida, lo que para él es una «constatación demográfica»: la «inmigración masiva» y la «fuerte fecundidad» de las poblaciones de origen extraeuropeo eclipsarán paulatinamente a las poblaciones nativas e impondrán su cultura y religión. a subrayar que poco importa que alguien haya nacido en Francia, tenga padres franceses o sus ascendientes se encuentren en el país desde hace generaciones: si no se es de raza caucásica, solo se puede ser un activo del reemplazo, sin matices. por supuesto, no falta la vertiente complotista, señalando a un «poder reemplacista», a la sazón las élites dirigentes «capitalistas mundialistas», como instigador de esta inmigración masiva con el objeto de «construir un hombre nuevo desprovisto de toda especificidad nacional, étnica y vez más focalizado en lo musulmán porque existe un miedo —legítimo— a atentados yihadistas, que desemboca en un rechazo —ilegítimo— de individuos de confesión musulmana. La extrema derecha encuentra en la crisis económica, pero también en la inseguridad, la justificación de su racismo y la legitimación de sus designios. Los relatos del miedo, de la invasión y el reemplazo, todo tipo de amalgamas mediante, cristalizan en el odio al que llega de fuera y, en último término, en la islamofobia. plenamente consciente de que ambos males son dos caras de la misma moneda, tarrant evoca el «aceleracionismo» en su manifiesto, como la afirmación de la necesidad de multiplicar los actos violentos para precipitar la radicalización de la sociedad en su conjunto y alcanzar el estadio de enfrentamiento cultural. al igual que timothy cultural», un hombre «intercambiable» y «deslocalizable», óptimamente adaptable a las necesidades de la economía global. este es, precisamente, otro aspecto que ha redundado en el éxito de las teorías de Camus porque los sectores militantes del «nacionalismo blanco» se nutren de los olvidados de la mundialización: la historia de la extrema derecha es una historia de resistencia al cambio y, en pleno siglo XXI, a la globalización. Hace décadas que concurren este tipo de corrientes ideológicas que amparan una visión de Occidente específicamente blanco y cristiano, y recelan del mestizaje, que juzgan estimulado por los poderes en liza. La novedad es que hoy estas ideologías identitarias se nutren de las dificultades, reales o imaginadas, susceptibles de ser emparentadas con la inmigración y el radicalismo islámico. el odio a lo exógeno está cada Salvo por la deriva violenta, que no es explícita, Vox se inscribe en los postulados de Brenton Tarrant McVeight, autor de los atentados de Oklahoma City, el australiano busca perpetrar una acción estruendosa para que otros lo imiten, aumentando la cadencia de ataques, de uno y otro bando, hasta alcanzar la guerra total. Huelga decir que los bardos del islamismo hacen lo propio para persuadir a los fieles mahometanos que son una masa uniforme, víctimas de una opresión sin paliativos, consolidando el comunitarismo y engrosando las filas de la yihad. sobre la base de esquemas doctrinales no tan diver- gentes, extrema derecha y radicalismo islámico se requieren y retroalimentan. salvo por la deriva violenta, que no es explícita, al menos de momento, la formación de ultraderecha española Vox se inscribe plenamente en los postulados doctrinales del asesino de Christchurch. Más allá de la omnipresencia de banderas y los guiños al nacionalismo más rancio, arremetiendo contra todos aquellos que no sean «españoles de bien», según criterios bien definidos y parciales, la inmigración y el islamismo, así como las teorías del reemplazo, ganan protagonismo. al menos así destilan de las declaraciones de algunas de las cabezas más visibles de la formación y de un análisis de sus propuestas y programa. a su presidente, santiago abascal, se le ha oído exhortar que «la inmigración ataca nuestras fronteras» y que ésta «no viene a españa a engrandecerla, sino a recibir prebendas que muchos españoles no tienen», que «la españa que madruga está harta de ver cómo los manteros y la inmigración ilegal campan a sus anchas» o que «se está regalando el fruto de nuestro esfuerzo a los que llegan sin llamar a la puerta». Los contenidos de corte xenófobo e islamófobo también son moneda común en las diatribas de su número dos, Francisco Javier Ortega smith, quien advierte de forma recurrente sobre la «invasión islamista» o como «las catedrales de españa serán sustituidas obligatoriamente por mezquitas», que «se están asaltando nuestras fronteras», que «cada vez más europeos se están poniendo en pie porque están viviendo en sus calles lo que es la aplicación de la sharia» o que «pronto las mujeres tendrán que cubrir sus rostros con una tela negra». Y estas desgracias, claro , no son sino el fruto de una mano negra, de una intriga a gran escala, evocándose una supuesta entente «entre enemigos internos y externos que nos la tienen jurada». en una reciente intervención en el parlamento europeo, el secretario general de Vox presentó a su formación como «la resistencia de europa», enfatizando que «sin navas de tolosa, la batalla de Lepanto o Carlos V, todas las personas de esta sala vestirían el burka». Vox, sin embargo, intenta huir de la etiqueta de «xenofobia» y se esfuerza por articular su retórica alrededor de la cuestión de la «inmigración ilegal». Los neofascistas españoles reclaman la deportación de todos los migrantes en situación irregular, la expulsión de los inmigrantes legales que cometan delitos de cualquier naturaleza, la supresión del «arraigo» y la reagrupación familiar, elevar la exigencia en nivel de idioma, tributación e integración para la adquisición de la nacionalidad, y todo ello para acabar con un supuesto «efecto llamada». Vox toma como punto de partida varias leyendas, que nada o poco tienen que ver con la realidad, como pueden ser las cifras de criminalidad, que magnifican y envilecen para ofrecer soluciones radicales. de este modo, se valen de un inexistente estado de convulsión social y plantean la inmigración en términos culturales, no económicos o sociales. Con un enemigo plenamente identificado, en Vox distinguimos claramente la retórica de «invasión» y «reemplazo», conceptos colmados de «complot», pasando toda salvación por el retoñar de la raza hispana, a la vanguardia de una europa blanca y cristiana. por descontado, también hay que dar cuenta de «aceleracionismo» en estado puro, a través de una retórica incendiaria y falaz, repetida hasta la saciedad, de forma altisonante y grosera. todos los ingredientes de ‘el gran reemplazo’ habitan en la sustancia de la formación: Vox y Brenton tarrant, en el mismo combate.