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“El castellano en la ortografía portuguesa: el caso de João Franco Barreto”

2012, Boletín de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística 8

BOLETÍN de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística Número 8 (2012) Comité Científico del BSEHL Manuel ALVAR EZQUERRA (Universidad Complutense de Madrid), Pedro ÁLVAREZ DE MIRANDA (Universidad Autónoma de Madrid), Eric BEAUMATIN (Université La Sorbonne-Nouvelle Paris III), Mª Luisa CALERO VAQUERA (Universidad de Córdoba), Ricardo ESCAVY ZAMORA (Universidad de Murcia), Miguel Ángel ESPARZA TORRES (Universidad Rey Juan Carlos), Lia FORMIGARI (Universidad di Roma I, La Sapienza), Manuel GALEOTE LÓPEZ (Universidad de Málaga), José Luis GIRÓN ALCONCHEL (Universidad Complutense de Madrid), José J. GÓMEZ ASENCIO (Universidad de Salamanca), Mª Filomena GONÇALVES (Universidade de Évora), Gerda HASSLER (Universität Potsdam), Mª Ascensión HERNÁNDEZ DE LEÓN PORTILLA (Universidad Nacional Autónoma de México), Konrad KOERNER (Zentrum für Allgemeine Sprachwissenschaft Berlin), Brigitte LÉPINETTE (Universidad de Valencia), Margarita LLITERAS (Universidad de Valladolid), Mª José MARTÍNEZ ALCALDE (Universidad de Valencia), Mª Dolores MARTÍNEZ GAVILÁN (Universidad de León), Hans-J. NIEDEREHE (Universität Trier), Eustaquio SÁNCHEZ SALOR (Universidad de Extremadura), Pierre SWIGGERS (Katholieke Universiteit Leuven), Otto ZWARTJES (Universiteit van Amsterdam). Domicilio social: Sociedad Española de Historiografía Lingüística Universidad de Valladolid Facultad de Filosofía y Letras. Departamento de Lengua Española (Lingüística) Pza. Campus Universitario s/n. 47011 Valladolid Tfno. 983 42 36 18. Fax 983 42 37 59. E-mail: lliteras@fyl.uva.es Secretaría-Tesorería: Dra. Dña. Elena Battaner Moro Universidad Rey Juan Carlos Campus de Fuenlabrada, Edif. Departamental III, Desp. 008 Cº del Molino s/n. 28943 Fuenlabrada (Madrid) Tfno.. 914888738 - e-mail: elena.battaner@urjc.es El Boletín de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística (siglas: BSEHL) es una publicación científica especializada, de periodicidad bienal, incluida en Dialnet y en Latindex, cuyo objeto es la Historiografía de la Lingüística en el ámbito hispánico. Este número 8 ha sido editado por Rogelio Ponce de León Romeo y Vicente Calvo Fernández. ISSN: 1695-2030 Depósito Legal: M-50099-2010 Imprime: Centro Gráfico Alborada BSEHL 8 (2012), 3-22 Carmen Galán Rodríguez & María Isabel Rodríguez Ponce Utraque ex ore: los pecados de la lengua en los Emblemas de Covarrubias 1 Resumen El objetivo del estudio es analizar la relación entre la representación icónico-simbólica de los pecados de la lengua recogida en los Emblemas (1610) y su traducción verbal en las entradas correspondientes del Tesoro (1611). Palabras clave: Pecados de la lengua, Covarrubias, lexicografía. Abstract The purpose of this study is to analyze the relation between the iconic-symbolic representation of the sins of the language collected in the Emblemas (1610) and its verbal translation in the corresponding entries of the Tesoro (1611). Key words: Sins of language, Covarrubias, lexicography. 1. Introducción Los manuales emblemáticos de los siglos XVI y XVII constituyen una excelente muestra de la voluntad didáctica de una época en la que la educación del príncipe se vigilaba con exquisito cuidado, en tanto era considerado un espejo que debía guiar el comportamiento de sus súbditos. Para cumplir esta inclinación pedagógica, los libros de emblemas se articulaban en empresas que combinan elementos visuales (el grabado), elementos textuales (epigramas, octavas, sonetos, glosas en prosa) más un lema o mote, pues se pretendía favorecer la memorización de conceptos morales mediante su vinculación con imágenes de la tradición cultural reconocibles por su solidez convencional. No obstante, y más allá del precepto horaciano del utile dulci, la dimensión artística de los emblemas tiene, además, un indudable carácter enciclopédico, muestra de la peculiar concepción de los saberes y creencias de la época recopilados también en algunos tratados lexicográficos. El caso de Covarrubias, en su calidad de emblemista y lexicógrafo, es, por tanto, un ejemplo magnífico de esta doble faceta didáctica y moral. En 1 Este trabajo ha sido realizado en el marco del Proyecto de Investigación Modelos y representaciones metateóricas en la Historia de la Lingüística (FFI2012-35802), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, cuya IP es la Dra. Galán Rodríguez. Artículo recibido el 30/07/2012 y aceptado el 18/09/2012 BSEHL 8 (2012), 3-22 Carmen Galán & Mª Isabel Rodríguez esta línea, el objetivo de nuestro estudio es analizar de qué modo la representación icónico-simbólica de los pecados y excesos de la lengua recogida en los Emblemas (1610) se traduce verbalmente en las entradas correspondientes del Tesoro2 (1611), pues la cercanía en el tiempo de ambas obras explica la poderosa inclinación visual de las definiciones. 2. Palabras pecadoras que suenan y muerden Es un tema constante en la tradición filosófica occidental y oriental que la palabra hablada, aunque es un canal inevitable para transmitir conocimientos, es causa inagotable de trampas y engaños. Como es conocido, en la tradición cristiana se puede pecar no solo de obra (acciones), sino de pensamiento, omisión y palabra, modalidad ésta que nos interesa especialmente para los propósitos del trabajo, pues cuenta con un elenco significativo de vicios lingüísticos descritos minuciosamente tanto en los tratados éticos medievales3 como en los manuales de retórica. La primera fuente es la Epístola de Santiago (3, 1-12), donde se recogen expresiones que utilizará Covarrubias en el Tesoro y en los Emblemas, como la identificación entre lengua y fuego, lengua y veneno o la dualidad de la lengua para hacer el bien y el mal, reelaborado en el emblema II, 81 (UTRAQUE EX ORE) que da título a este trabajo. La lista de pecados lingüísticos abarca la blasphemia, el murmur, el mendacium4, el periurium, la contumelia5, el falsum testi- 2 Todas las citas del Tesoro de Covarrubias proceden de la edición en CD de Arellano & Zafra (2006). 3 Entre otras muchas referencias, valga como ejemplo la figura de Radulfus Ardens (cuyo apellido se debe al entusiasmo con que acometía sus predicaciones morales), un escolástico del siglo XII, autor de la voluminosa Summa de vitiis et virtutibus or Speculum universale que incluye interesantes discusiones sobre la veritas y utilitas en el discurso, lo que permite establecer vínculos con los manuales de retórica. También puede consultarse la edición electrónica de la obra de Luis de Torres Ventiquatro discursos sobre los peccados de la lengua y como se distinguen, y de la grauedad de cada vno dellos, 1590. La obra se inicia con la cita “In manibus lingue vita et mors” (Proverbios, 18), dualidad que aprovecha Covarrubias para definir los términos relacionados con el discurso. 4 En un ejercicio de etimología popular muy curioso e interesante, Covarrubias propone como uno de los étimos posibles de caza la palabra hebrea caçav, que significa ‘mendacium’, “porque los cazadores suelen alargarse, y en materia de caza mentir a porfía unos con otros”. Cf. sub caza. 5 “Vale afrenta, reproche, injuria de palabras. Díjose contumelia a contemnendo. Contumelioso, el que tiene por costumbre de afrentar a otro. No son vocablos muy usados en lengua española”. El mismo sentido de “pecado de palabra” se recoge en ignominia, disfamar e insulto (aunque este último no se limita únicamente a la afrenta lingüística). La consecuencia de la contumelia o la infamia es una señal (cf. almagre y nota) o una mancha (cf. aceite y entiznar). 4 BSEHL 8 (2012), 3-22 Utraque ex ore: los pecados de la lengua monium6, la contentio, el maledictum, la adulatio, la iactantia (cf. también vanagloria), la derisio (cf. escarnecer), el multiloquium y vaniloquium7 y, finalmente, la taciturnitas8 (si es que el callar puede ser considerado pecado reprobable). Aunque casi todos los pecados de la lengua tienen en común la intención9 de dañar la honra o la fama ajena, sus repercusiones morales varían notablemente en función de su naturaleza (contenido) y de la presencia (o ausencia) de la persona injuriada, como recogen pormenorizadamente los tratados de la época. A Covarrubias, sin embargo, no parece interesarle tanto diferenciar léxicamente los tipos, como ofrecer una descripción general de los pecados acompañada de imágenes (emblemas) cuando sea el caso, relatos míticos, fábulas o incluso refranes y expresiones populares, como las que se incluyen en las entradas lengua, afrenta o injuria del Tesoro. Por ejemplo, aunque es seguro que Covarrubias debía conocer la diferencia entre contumelia, convicio e improperio10, injurias que se cometen en presencia del injuriado, solo define el primer término (“afrenta, 6 La infamia o falso testimonio puede traducir también el pecado de la detractio. Aunque Covarrubias no lo incluye en el Tesoro, en la entrada jeroglífico menciona expresamente la sierra y la lima como símbolos de la detracción y la murmuración. Cf. también argüir y libelo. 7 Cf. la expresión ser uno vacío en la entrada vaciar: “vale ser arrogante, vano y presuntuoso. Decir vaciedades, es decir arrogancias”. En la entrada güeco (cf. también hueco): “Hablar güeco, hablar de papo y con mucha arrogancia y boato, como el que está en cuba o tinaja. Ser güeco, ser vano y presuntuoso. Ponerse güeco, ensancharse y desvanecerse”. En la entrada entonar también hay una referencia por extensión metafórica a este pecado: “Dar tono a las voces. Entonar los órganos, levantar los fuelles, y con el aire que reciben y envían al secreto, toman espíritu los caños que el organista desatapa, hollando las teclas; y de allí se dijo entonarse uno, porque parece henchirse de viento. Entonado, el que pone el punto en su lugar con fineza; y entonado el vano, presuntuoso y arrogante”; y en la entrada vana cosa se aplica el refrán “Una vana y dos vacías”, que alude a la cáscara de algunos frutos secos y, por extensión metafórica, a los “hombres habladores y sin sustancia”. 8 “Sobre las virtudes del silencio, cf. las entradas callar y silencio: “Vale idem quod taciturnitas, a verbo sileo, es, por callar. Los gentiles tuvieron un dios del silencio, al cual llamaron Harpócrates, y le figuraban con el dedo en la boca”. Esta referencia se recoge en el emblema III, 26 (TACUISSE NUNQUAM POENITVIT). 9 Frente a estos pecados, que obedecen a una clara voluntad de provocar un daño moral, Covarrubias (como todos los moralistas de su época) es más condescendiente con los denominados pecados que se cometen “por flaqueza” (cf. sub flaco), esto es, “los de la sensualidad y fragilidad humana, opuestos a los de malicia”. 10 Contumelia, convicio e improperio son injurias en presencia del injuriado; la primera es la más grave y designa un defecto de culpa (por ejemplo, llamar a alguien bellaco o borracho); si el defecto es de naturaleza (ciego, manco) se denomina convicio y es menos grave; el improperio es “la injuria que se da en rostro con algún bien que se hizo a la persona injuriada cuando estaba en alguna necesidad”. Sobre estas distinciones semánticas, algunas de una fineza y precisión sorprendentes, cf. Chauchadis (2004). 5 BSEHL 8 (2012), 3-22 Carmen Galán & Mª Isabel Rodríguez reproche, injuria de palabras”), con una observación sobre su escaso uso, e integra los tres pecados sin diferenciar en el término afrenta: Es el acto que se comete contra alguno en deshonor suyo, aunque sea hecho con razón y justicia, como azotar a uno o sacarle a la vergüenza; y a este tal decimos que le han afrentado. También se recibe afrenta de palabra, como si a uno le dijesen ladrón, o otra palabra de las injuriosas. Díjose afrenta quasi en la frente, porque de la vergüenza que toma el afrentado le salen colores al rostro. También es semejante a contumelia en su alcance moral el término reproche (“cuando damos en rostro con alguna cosa mal hecha; de re y proicio porque se lo echamos en público”), marcado igualmente como “Vocablo antiguo”, como denuesto11. Sí es más preciso y cuidadoso cuando define los pecados que se cometen en ausencia del injuriado —murmuración y detracción—, aunque este último no se define, sino que se ejemplifica a partir de los jeroglíficos que lo representan (sierra y lima) porque estos pecados atentan contra la honra y la fama. Pero esta labor pedagógica y moral no es tampoco sistemática, pues faltan entradas para algunos pecados, como hemos visto, y en otros casos, encontramos una descripción minuciosa de los pecados encadenada a las sucesivas informaciones que se aportan, a pesar de que la entrada pertenece a otro ámbito semántico, como ocurre con grifo12 y gafo13. En lo que atañe a la historia de los pecados, Casagrande y Vecchio (1987) han observado un antes y un después en torno al siglo XIII. Hasta entonces, el 11 “Vocablo corrompido del lat. dehonestare, dehonesto, tas, contrario del verbo honesto; y de allí denuesto, la afrenta. Deste término usa la ley 4, tít. 4, partida 2, por toda ella, en que especifica tres maneras de denostar”. Pero Covarrubias no las expone. 12 Según Clearco, de quien Covarrubias toma la referencia, un grifo es “una cuestión jocosa, aguda y artificiosa, propuesta por entretenimiento para probar los ingenios de los circunstantes por conversación de sobremesa en los convites, entreteniendo entre estas pláticas la música”. Pero tras esta definición, Covarrubias introduce una apostilla que no viene al caso, salvo si se entiende como un comentario pedagógico-moral: “pero lo que agora se usa veo que es tratar de vidas ajenas y hablar descomposturas; y este es el verdadero monstruo, más que el grifo y que la quimera, ni esfinge”. 13 Las enfermedades o defectos del cuerpo son especialmente sensibles a desvíos metafóricos que signifiquen pecados. En este sentido, Covarrubias se sirve del significado de “leproso” para hablar de diferentes tipos de injuria, aunque es consciente de que esta asociación semántica merece una explicación: “¿qué más tenía la enfermedad de gafo o leproso de la del paralítico, el ciego, el cojo, el manco y todos los demás enfermos y lisiados, para que ella sola fuese infame y afrentosa, y las demás no? Pudo ser por cuanto siendo enfermedad asquerosa y contagiosa, todos se recataban del leproso y le echaban de su consorcio y trato; y en sentido espiritual podemos llamar leproso al que vive mal y da mal ejemplo; y su trato es hacer a los demás de su condición, y la lepra deste tal es más peligrosa y contagiosa, especialmente si está tocado de herejía”. Cf. también flema. Solo las palabras sobre los santos son incompatibles con los pecados, como recoge el término flos santorum, añadido por Noydens. 6 BSEHL 8 (2012), 3-22 Utraque ex ore: los pecados de la lengua discurso sobre los vicios se había restringido al ámbito monástico pero, a partir de ese momento, la renovación teológica y pastoral propiciada por el clero secular y las nuevas órdenes mendicantes derivó su atención hacia el mundo laico en dos aspectos fundamentales: en primer lugar, el crecimiento de la clase social vinculada a las leyes (“los profesionales de la palabra”) exigió una redefinición de los valores del silencio y del discurso desde un punto de vista no religioso; y, en segundo lugar, y especialmente a partir del siglo XV, la descripción de los pecados mostraba la voluntad didáctica de una época en la que la educación del príncipe se vigilaba con exquisito cuidado, en tanto era considerado un espejo que debía guiar el comportamiento de sus súbditos. Es en esta dimensión donde la obra de Sebastián de Covarrubias encaja perfectamente. Muestra de esta preocupación didáctico-moral es que en el Tesoro de la lengua no se recojan apenas metáforas aplicadas a las virtudes de la lengua, lo cual es revelador de que en la práctica Covarrubias considera más dignos de atención los actos de palabra en su vertiente negativa que en su vertiente positiva. Incluso en las definiciones más neutras de términos relacionados con el acto de hablar o escribir, Covarrubias incluye valoraciones morales. Así, por ejemplo, en la entrada lengua, Covarrubias señala expresiones “vulgares” vinculadas con este sustantivo, como: “poner lengua en alguno, hablar mal dél. [...] Irse de lengua, hablar demasiado en perjuicio de tercero. Deslenguado, el que tiene costumbre de hablar mal de los otros”. La única expresión positiva es “Hacerse lenguas, hablar con gran fervor de alguna persona, con abundancia de palabras”, aunque el exceso lingüístico puede llegar a convertirse en un pecado, como se indica en la entrada glosa: Yo digo que así como la glosa es la lengua del texto, así ocasional y acidentalmente la copia demasiada de glosas ha sido enmudecimiento de lenguas y aterramiento de ingenios [...], sabían mucho más los hombres que agora, que con confianza de glosas, comentos, anotaciones, escolios, observaciones, castigaciones, misceláneas, centurias, paradojas, colectáneas, lucubraciones y adiciones, han dejado ranciar los ingenios y enmudecerse las lenguas, y, lo que peor es, por la multiplicación de las glosas están ahogados los textos de leyes y medicina, con que se pierden las haciendas de los pleiteantes, se multiplican las enfermedades de los achacosos, y será mucho si no se ensanchan las conciencias. Ejemplos semejantes ofrecen las entradas fábula, simposio o filatería. En el primer caso, Covarrubias aprovecha la connotación de ‘ignorancia’ que se desprende de la definición “rumor y hablilla del pueblo” para engarzar la siguiente acepción (“cosa sin fundamento [...], que vale tanto como eso es mentira”) y arremeter contra las explicaciones míticas de los filósofos clásicos quienes especulan “al modo de los alquimistas”; sin embargo, el fabulador no alcanza la consideración peyorativa que tiene el mentiroso. En la definición de simposio (“En estos tales convites antiguamente se trataba materia de letras y de virtud, como lo muestra el diálogo de Platón”) introduce una apostilla final, ajena por comple7 BSEHL 8 (2012), 3-22 Carmen Galán & Mª Isabel Rodríguez to a la extensión semántica del término, que ha de entenderse como una recomendación moral contra el pecado de la maledicencia: “muchos modernos han tomado este argumento para tratar cosas muy altas, de do se infiere que estos no se emborrachaban ni se juntaban para decir mal de nadie, ni para jugar sus haciendas”. O el caso de filatería, cuyo significado denotativo conoce sobradamente (“No ignoro lo que otros han dicho sobre la etimología desta palabra phylacterium, a phylatro et thorat y que phylacteria dicantur chartae in quibus continentur incantationes”) y, pese a ello, la primera acepción de la palabra con la que se abre la entrada remite a un “tropel de palabras que un hablador embaucador ensarta y enhila para engañarnos y persuadirnos lo que quiere; por semejanza de muchos hilos enredados unos con otros”. La descripción del entramado de hilos, metáfora, a su vez, del enredo lingüístico que practican los embaucadores, le permite mencionar la figura del fariseo para significar ‘hipócrita’, si bien la inclusión del término es tan sutil, que parece uno de tantos ejemplos de los que gusta Covarrubias en sus definiciones enciclopédicas: Este modo de vestido a todo ruedo es propio de las lobas, que usan los clérigos muy autorizados; y pienso, si no me engaño, que tales debían de ser las de los fariseos, por los cuales dijo el Señor, Matthaeo, cap. 23: “Dilatant enim phylacteria sua, et magnificant fimbrias”. Van muy autorizados y pomposos con sus vestiduras de mucho harapo y de todo ruedo. Es muy interesante la elevada proporción de términos que expresan modos de hablar y son definidos de manera muy visual mediante onomatopeyas relacionadas con el oído. Por ejemplo, desde los términos más neutros como chistar, chiste, chitón, rezongar o tonto, que aluden al acto de hablar en voz baja, hasta otros procedentes del ámbito musical cuyas connotaciones morales (sin alcanzar todavía la consideración de pecados de la lengua) derivan por extensión metafórica, como se recoge en taravilla, añadido a cítola (“usamos de este término en la misma alusión del parlero, apresurado e importuno”); matraca (“En Salamanca llaman dar matraca burlarse de palabra con los estudiantes nuevos o novatos”); o cencerro (“A los hombres cascarrones y habladores impertinentes, decimos que son unos cencerros; y estos no pasan atapados, que siempre se hacen oír”). También recoge Covarrubias una posible explicación onomatopéyica para charlatán, chisme y chismería, si bien la consideración moral de un charlatán (embaucador de ignorantes) es más condescendiente que la de un chismoso (“cuenta con malicia para revolver y causar diferencias. Y así refiere las cosas por el peor término que puede. Estos son cizañeros, que siembran discordias entre los hermanos; ministros de Satanás”). Igualmente son creaciones onomatopéyicas los términos que designan “formas de burla mediante la palabra”, como fisga, chiflar, befa, farfante y mofa. Los pecados más reprochables, sin embargo, utilizan metáforas animales que sugieren la masticación o la mordedura, como mordaz (“que tiene mala len8 BSEHL 8 (2012), 3-22 Utraque ex ore: los pecados de la lengua gua y perjudicial que como perro muerde y se encarniza en la honra del prójimo”) y roer (“Del verbo latino rodo, is, si, proprie murium est et similiumque dentibus fere semper aliquid abrodunt; y por alusión llamamos roer murmurar del prójimo”). La definición de roer va asociada a otra metáfora de contenido similar, basada tanto en el oído (murmurar < murmullo) como en la boca (murmurar = “hablar entre dientes”). Covarrubias indica que deriva de mormullo: “El ruido que hace el agua cuando va corriendo suavemente, a murmure, por figura onomatopeya. De donde se dice murmurar el decir mal de otro hablando entre dientes”. Para murmuración (“plática nacida de envidia, que procura manchar y obscurecer la vida y virtud ajena”), Covarrubias recurre nuevamente a la metáfora de la ingestión (“es oficio de gente vil y baja a quien ninguna vianda sabe bien si no le tocan en vida ajena”), añadiendo una cita de San Bernardo en la que se identifica “la lengua maldiciente” con una víbora (animal despreciable en nuestra tradición occidental por su mordedura venenosa) y otra de San Agustín: “Cualquiera que gusta de roer la vida de los ausentes, entienda que es indigno de sentarse a esta mesa”. Las metáforas de la mordedura (vinculada a la serpiente) y de la vista engañada/engañosa (vinculada al camaleón y al cuervo, como veremos más adelante) aparecen también en la entrada lisonjero: Latine adulator, homo omnia ad voluntatem loquens; el que nos alaba siempre a gusto de nuestro paladar, alabándonos lo que hacemos o decimos, aunque sea malo y contra razón. La materia del adulador es común y a esta causa no me alargo en traer ejemplos14. 14 Sin embargo, en el Tesoro, Covarrubias lo considera en primer lugar “símbolo del hombre astuto, disimulado y sagaz, que fácilmente se acomoda al gusto y parecer de la persona con quien trata para engañarla”. Solo después establece la identificación entre camaleón, adulador y lisonjero en términos muy similares a los que explican el emblema I, 50: “que si lloráis llora, y si reís ríe, y si a medio día claro decís vos que es de noche, os dirá que es así, porque él ve las estrellas”. Noydens sí aporta algún dato más que permite poner en relación el camaleón y el cuervo (“su mayor enemigo”): “herido y muerto el camaleón, muere también el cuervo si come dél, por poco que sea, porque es todo veneno”. Cf. sub camaleón. Y ambos animales vuelven a aparece en el añadido de Noydens a lisonjero: “Que abren la senda al engaño y es su fin despeño y precipicio. Bien penetró sus calidades Diógenes, cuando preguntado quién era el más pestilente y nocivo de los animales, respondió: “De las fieras la que muerde, de los hombres el que lisonjea” [...] Veneno disfrazado con vaso de oro, llamó un moderno a la lisonja; y menos daño es caer en manos de cuervos, decía Antístenes, que en la lengua de los lisonjeros, que aquellos sacan los ojos del cuerpo y estos ciegan a los del discurso, con que hacen tropezar y caer al más entendido y al más cuerdo. Jeroglífico de la lisonja lo es una maceta hermosa de olorosas flores que encubre una víbora enroscada y esta [letra]: “Latet anguis”. El camaleón, con diversa variedad de colores vestido y esta [letra]: “Ad omnes”. Porque menos el blanco, que es símbolo de la verdad, todos los demás le sirven para el engaño”. 9 BSEHL 8 (2012), 3-22 Carmen Galán & Mª Isabel Rodríguez Igualmente, el embeleso (“desvanecimiento que nos causa un mentiroso y fruncidor con cuentos y mentiras que ensarta y enreda”) se vincula a la ingestión y al reino animal, según la cita de Juan López de Velasco que adjunta Covarrubias: “Belesa es una hierba que emborracha las ovejas, de donde se dice embelesado”. No obstante, pese a que los pecados descritos se construyen mediante metáforas que designan acciones animales con la boca, también las virtudes, llevadas al extremo, pueden convertirse en pecados de la lengua y someterse a un idéntico proceso metafórico. Es el caso de lisonjero en Covarrubias (“el que nos habla siempre a gusto de nuestro paladar […] aunque sea malo y contra razón”) y adular (“Vale lisonjear y mostrarse obediente y subdito al gusto de otro, condescendiendo con todo lo que dice y hace, séase cual se fuere, así con palabras como con ademanes”). Obsérvese que en los ejemplos aparecen palabras como “gusto” y “paladar”, términos que denotan un cierto refinamiento (a fin de cuentas, lisonjero y adular están a medio camino entre el vicio y la virtud) frente a las metáforas empleadas anteriormente. 3. Las imágenes del pecado Por lo que respecta a la representación visual de los pecados (y virtudes) de la lengua, la proporción y distribución de emblemas es significativa: de los dieciséis seleccionados que tratan de los pecados de la lengua, cinco se centran en el pecado de la murmuración, dos en el pecado de la adulación o lisonja, tres en el embuste y la farsa y cuatro en la virtud del silencio y la mesura. Y volvemos a encontrar tanto referencias a los animales mencionados en las entradas del Tesoro (camaleón, cuervo) con referencias más detalladas al sentido de la vista, como representaciones simbólicas del sentido del oído, bien sean metafóricas o metonímicas. 10 BSEHL 8 (2012), 3-22 Utraque ex ore: los pecados de la lengua Ilustración I La acción del cuervo, pues, es mucho más dañina, pues mientras el camaleónadulador es un engaño para la vista-entendimiento (solo se ve/comprende lo que se quiere ver/comprender), el cuervo simboliza la ceguera absoluta de la razón 11 BSEHL 8 (2012), 3-22 Carmen Galán & Mª Isabel Rodríguez (“saca los ojos del alma y del entendimiento al hombre vivo que está en el trono y majestad de su imperio y mando, privándole de aquello que tanto le importaba para el gobierno de su persona y de los suyos”), tal y como se representa en el emblema HOC ILLI GARRULA LINGUA DEDIT (III, 20), Ilustración II 12 BSEHL 8 (2012), 3-22 Utraque ex ore: los pecados de la lengua donde el cuervo simboliza las terribles consecuencias que acarrea la adulación llevada al extremo con el propósito de ganar el favor o la voluntad del destinatario de tales palabras; en este caso, la lisonja se convierte en murmuración malintencionada (detractio)15, un pecado de la lengua mucho más reprobable, a juzgar por la disposición de las imágenes en ambos emblemas y por el texto explicativo que las acompaña. Así, en el emblema del camaleón solo aparece la imagen del animal (ocupa todo el emblema), pues el alcance del pecado recae sobre este único personaje, que es el que ha de acomodarse y “mudar”; de ahí que el epigrama o subscriptio sea puramente descriptivo (estático) para recoger esta capacidad mediante adjetivos contrapuestos (cf. la ilustración I), como “manso / fiero”, “doméstico / salvaje”, “astuto / necio”, que se resumen en el neologismo “mudacolores”. Por el contrario, el emblema del cuervo es mucho más narrativo para que pueda “leerse” el alcance de la murmuración: la escena (cf. la ilustración II) está articulada en dos planos: en un primer plano aparece el cuervo que contempla a los amantes (segundo plano) semiocultos en un bosque e ignorantes de que van a ser delatados ante Apolo, reinterpretado según la moral cristiana. La deshonra (fruto de la murmuración o detracción) que sufrirá el dios, ausente en la escena, se marca visualmente por la contraposición entre el cuervo (ya de color negro, según el castigo que refiere el mito) y los brillantes rayos de sol que iluminan la escena. La intención es crear un juego simbólico entre sombra y luz16, metáforas a su vez del enfrentamiento entre la naturaleza lumínica de la 15 El emblema hace referencia al mito de Coronis y Apolo, narrado por Ovidio en las Metaformosis, (II, 596-630). Aunque la asociación del cuervo con la delación es clásica, en algunas expresiones (como “echacuervos”) se identifica con los charlatanes. En el añadido a la entrada Covarrubias sugiere que este término puede derivar “como algunos quieren”, de ceretani: “Fue Cerete un pueblo en Italia que los romanos por justas causas destruyeron y asolaron. Los vecinos de él se esparcieron por diversas partes y, como gente pobre y mendiga, buscaba invenciones con que sacar dinero para pasar la vida, y de aquí vino llamar ceretanos a todos los vagamundos echacuervos. Y vuelven esta palabra ceretani en nuestro vulgar charlatanes” (cf. sub charlatán; añadido). Sin embargo, en la entrada cuervo explica el origen de “Echacuervos” en una anécdota: “De ciertos mancebos traviesos se cuenta que tomando con lazos unos cuervos, les dieron color blanca y después los soltaron, y en la voz y en el cuerpo conocían ser cuervos y desconocíanlos en la color. Hiciéronse agoreros en el pueblo los que los habían echado y pronosticaron diversas cosas, con que tenían a la gente embelesada y amedrentada, hasta que se entendió el engaño y la burla; y de aquí nació llamar echacuervos a los que con embelecos y mentiras engañan los simples por vender sus ungüentos, aceites, hierbas, piedras y otras cosas que traen, que dicen tener grandes virtudes naturales”. 16 Este juego de contrastes también aparece en otros emblemas que recogen el pecado de la murmuración, como en III, 22: VIX SINE FUMO IGNIS EMICAT (“El fuego brilla apenas sin humo”). 13 BSEHL 8 (2012), 3-22 Carmen Galán & Mª Isabel Rodríguez virtud (la honra difamada de Apolo) y la oscuridad (el color negro del cuervo)17, fruto de la maledicencia. Y así, si en el texto en prosa que acompaña el emblema del camaleón, Covarrubias parece mostrarse más condescendiente con el pecado de la adulación (tan solo lo tacha como “Plaga es de los Principes” consentidores)18 en el texto adjunto al emblema del cuervo, sí incluye expresamente tanto su valoración como el comportamiento esperable de un buen Príncipe: Los malsines soplones y delatores, gente infame, siempre fueron aborrecidos, y aun muchas vezes castigados de los Principes y de sus ministros, porque andan en assechanças, haciendo diligencias para descubrir cosas secretas que no dan escandalo, ni se pueden prouar, ni ha precedido infamia, ni los demas requisitos para proceder a inquisición y pesquisa. Por lo que respecta a las representaciones simbólicas del sentido del oído, y por su clara vinculación con el pecado de la murmuración, nos centraremos en los emblemas II, 81 UTRAQUE EX ORE (“Lo uno y lo otro sale de la boca”)19 y III, 2 SEPI AURES TUAS SPINIS (“Cerca tus orejas con espinas”). 17 Sobre la oposición luz/oscuridad se lee en la entrada cuervo: “Vendrá muy bien a este propósito declarar el nombre que los hebreos dan al cuervo; porque en la lengua santa se llama ['rb] ['oreb], ghorev, del verbo ['rb] ['arab], ngharav, que entre otras sinificaciones vale commiscere; y de allí se dijo la prima noche ['rb] ['ereb], vespera, quod lux et tenebrae eo tempore permisceantur. Y porque el cuervo es símbolo de la noche tomó el nombre de la mesma raíz, y a la prima noche las colores extremas de ambas aves de Apolo se confunden: conviene a saber, del cuervo, del cisne, del día y de la noche, de la luz y de las tinieblas, y el uno es vespera, y el otro mane”. 18 No obstante, en el emblema III, 45: SOLUS NESCIT ADULARI (“Únicamente ellos no saben de adulación”) critica abiertamente a los aduladores. El emblema muestra un caballo derribando a su jinete y, en los versos finales, escribe: “Solo el caballo al hombre desengaña / Quando sobre el no tiene brio y maña”). Covarrubias parte del texto de Plutarco (Moralia: Cómo distinguir a un adulador de un amigo, 16, 58F) donde se refiere el comentario de Carnéades, filósofo griego del siglo III a. C., sobre los aduladores que suelen rodear a los príncipes. “Carnéades decía que los hijos de los ricos y de los reyes solo aprenden a montar a caballo, pero no aprenden ninguna otra cosa bien y conveniente. Pues el maestro alabándolos en sus estudios, y el que lucha con ellos, sometiéndoseles, les adula; pero el caballo, al no tener conocimiento ni preocuparse de si es un particular o un gobernante o un rico o un pobre, derriba a los que no lo saben montar”. Esta advertencia didáctico-moral fue especialmente difundida entre los pedagogos de los siglos XVI y XVII, por ejemplo, cf. la referencia de Erasmo (1956, 310). Alciato también utiliza la misma imagen (In adulari nescienten, Emblemas, XXXV, 69). 19 No obstante, en el emblema III, 45: SOLUS NESCIT ADULARI (“Únicamente ellos no saben de adulación”) critica abiertamente a los aduladores. El emblema muestra un caballo derribando a su jinete y, en los versos finales, escribe: “Solo el caballo al hombre desengaña / Quando sobre el no tiene brio y maña”). Covarrubias parte del texto de Plutarco (Moralia: Cómo distinguir a un adulador de un amigo, 16, 58F) donde se refiere el comentario de Carnéades, filósofo griego del siglo III a. C., sobre los aduladores que suelen rodear a los príncipes. “Carnéades decía que los hijos de los ricos y de los reyes solo aprenden a montar a caballo, pero no aprenden ninguna otra cosa bien y conveniente. Pues el maestro alabándolos en sus estudios, y 14 BSEHL 8 (2012), 3-22 Utraque ex ore: los pecados de la lengua Ilustración III En el primer emblema se dibujan dos leños ardiendo en un gran fuego. Dos cabezas, semejantes a las representaciones clásicas de los vientos, se muestran a el que lucha con ellos, sometiéndoseles, les adula; pero el caballo, al no tener conocimiento ni preocuparse de si es un particular o un gobernante o un rico o un pobre, derriba a los que no lo saben montar”. Esta advertencia didáctico-moral fue especialmente difundida entre los pedagogos de los siglos XVI y XVII, por ejemplo, cf. la referencia de Erasmo (1956, 310). Alciato también utiliza la misma imagen (In adulari nescienten, Emblemas, XXXV, 69). 15 BSEHL 8 (2012), 3-22 Carmen Galán & Mª Isabel Rodríguez cada lado del fuego y, mientras una sopla para avivarlo, la otra escupe para apagarlo. Es este uno de los emblemas que más texto en prosa aporta pero, curiosamente, a Covarrubias no parece interesarle especialmente descifrar el sentido del emblema por ser sobradamente conocida la ambivalencia de los términos del “decir”20 que menciona en el texto: De las excelencias de la lengua, y juntamente de sus inconvenientes, siendo agora buena, y luego mala, están escritas grandes sentencias, en las letras diuinas, y humanas, y por ser este lugar comun, le passare con solo remitirme a la figura ques vnfuego. y la simbología del fuego respecto a los pecados de la lengua21, especialmente respecto al pecado de la murmuración. Por este motivo, y puesto que el alcance moral de la imagen ya está suficientemente asentado, Covarrubias se permite una digresión lexicográfica de carácter sociolingüístico para explicar el término “moscella” que aparece en el epigrama: La palabra moscella es toledana, y vale lo mesmo que la pauesa, quando aun conserua ensi el fuego, y dixose dela palabra, latina mucus y ansi la llamamos moco vulgarmente, como costa del termino de hablar, quando queremos dar a entender, se ha escogido vna cosa con cuidado y diligencia, pues dezimos estar escogida a moco de candil. 20 Cf. las valoraciones contrapuestas en la entrada lenguaje (“Es lo mismo que en latín sermo; buen lenguaje o mal lenguaje”), en decir (“Decir verdad, decir mentira”) y en los términos contrarios maldecir (“Latine maledicere, y de ahí “maldito” y “maldición”; en relación con “maldito”, cf. también anatema) y bendecir (“Vale tanto al sonido, como decir bien, el cual es en muchas maneras: el que dice la verdad, y el que aconseja a otro lo que le conviene. El que habla con elegancia, dice bien, y son entonces dos dicciones, bene et dico, dicis; pero benedicere vale algunas veces loar, engrandecer, hacer gracias, reverenciar, adorar”). La misma ambivalencia se recoge en la entrada palabra: “Tener malas palabras uno con otro, es reñir de palabra […] Palabras mayores, son las injuriosas, como ladrón, cornudo, etc. […] Palabrero, el que tiene muchas palabras”. 21 La fuente de Covarrubias puede ser el italiano Scipione Bargagli quien, con el mote GRANDIOR NECAT, presenta unos leños ardiendo, avivados por el soplo del viento que se personifica en una cabeza de un niño entre nubes (Dell’Imprese, 1594, 283). Cesare Ripa personifica la Murmuración mediante una mujer que muestra la lengua y lleva dos antorchas encendidas para significar que el fuego de la murmuración fomenta el odio entre los hombres (Iconología, II, 40). La mención al desconcierto del sátiro en el texto en prosa del emblema (“elqual se escandaliço deuer que con el soplo de su boca se calentasse en vna ocasión, y enfriasse en otra”) parece evocar el emblema III, 33 de Horozco (SÁTIRO Y EL FUEGO), reproducido en parte en la entrada fuego del Tesoro: “Grandes han sido los provechos que el hombre ha sacado del conocimiento del fuego y de su uso, ultra de que con su calor nos calienta y con su luz nos alumbra; pero es menester tratarle con mucho recato y respeto, porque si os arrimáredes a él queriéndole abrazar, atraídos de su resplandor, os acaecerá lo que al sátiro que se chamuscó y se quemara a no retirarse en tiempo, según finge una fábula”. Aunque Covarrubias tiene también un emblema sobre un sátiro y una salamandra (I, 63 DONDE TV BIVES YO MVERO), el tema trata la diferente condición y naturaleza de los seres humanos. 16 BSEHL 8 (2012), 3-22 Utraque ex ore: los pecados de la lengua Esta definición es muy similar a la que se recoge en el Tesoro para moscella, candil y moco (“moco de candil”): “La centella que salta de la mecha del candil, quasi muscella, a muco. Brocense, morcella de lumbre, corrupto de centella, lat. scintilla”. En la entrada candil, se lee: “Escoger una cosa a moco de candil, se dijo particularmente por los huevos, que mirados a la vislumbre se conoce si son frescos o añejos”. Y en la entrada moco: “Moco de candil, la jeta que hace la vela o el candil en el tiempo húmedo, que pronostica lluvia, lat. fungus; Virg., lib. 1 Georg.: “Putres concrescere fungos”. Escogido a moco de candil, vale bien examinado, como el huevo que se escoge a la luz del candil, que descubre si es fresco”. Pero dicha aclaración lexicográfica no puede sorprender si tenemos en cuenta el modo de proceder enciclopedista de Covarrubias. Ya hemos señalado la notable perspectiva sensitiva de algunas entradas del Tesoro que el autor utiliza con una deliberada intención ética y religiosa para anclar la definición lexicográfica en el saber enciclopédico de la época. Por tanto, no es de extrañar que Covarrubias adopte en algunos emblemas el camino inverso. Así, si los conocimientos iconográficos de Covarrubias desempeñaban un papel fundamental en algunas definiciones lexicográficas, los comentarios lexicográficos que acompañan al emblema constituyen un complemento imprescindible para comprender la historia de las palabras. Esta permeabilidad de códigos ya ha sido observada por Calero Vaquera (2011, 162) en el Tesoro: Las reflexiones lingüísticas de Covarrubias no se encuentran insertas de modo exclusivo en las entradas donde aquéllas serían esperables (= en la terminología gramatical, por ejemplo) sino que en ocasiones aparecen en otros artículos cuyo desarrollo explicativo parecería, en principio, ajeno al campo lingüístico, como se puede comprobar en nuestro apéndice final de entradas (cf., por ejemplo, la voz Vascuña). Por último, en el emblema III, 2 SEPI AURES TUAS SPINIS (“Cerca tus orejas con espinas”) se dibujan dos orejas cercadas por un seto espinoso para evitar ser alcanzadas por las palabras (soplos) que emiten cuatro cabezas, semejantes también a las representaciones de los vientos comentadas en el ejemplo anterior. El cerco de espinas, además de una salvaguarda que impide el acceso a los murmuradores, representa por atribución metonímica (corona de espinas = Cristo) el amparo y la protección de Jesucristo22. 22 En otros emblemistas, la corona real aparece rodeada por la corona de espinas de Cristo para que sirva de salvaguarda contra las asechanzas y peligros de la acción del gobierno. Cf., por ejemplo, la empresa XX de Saavedra Fajardo (1640, 128). 17 BSEHL 8 (2012), 3-22 Carmen Galán & Mª Isabel Rodríguez Ilustración IV La cita de Covarrubias procede nuevamente del Eclesiástico (28, 28): “Saepi aures tuas spinis et noli audire linguam nequam”. Este emblema es una síntesis de los pecados de la lengua más perjudiciales. El texto en prosa recuerda al 18 BSEHL 8 (2012), 3-22 Utraque ex ore: los pecados de la lengua lector el ruego del profeta David para que Dios “apartasse sus ojos y los arredrasse para nover las vanidades” y “ese mismo peligro tienen las orejas”, añade Covarrubias, abiertas sin protección a las lisonjas, las murmuraciones, las mentiras y las falsas doctrinas: “La vista y el oydo son los dos sentidos que mas especies nos traen a la fantasia, para representarla al entendimiento”. La mención de estos dos sentidos corporales entre los más dañinos se ve refrendada por los pecados de la lengua a ellos vinculados. Respecto al valor de los sentidos corporales23 en la escala moral y mística, Covarrubias es indiscutiblemente agustiniano al negar la confianza en las sensaciones físicas, engañosas por naturaleza; por este motivo, los sentidos se hacen corresponder con otros tantos sentidos internos24. En el libro X de las Confesiones de San Agustín, hay constantes alusiones a estos peligros. El oído es, sin duda, la vía a través de la que entran los estímulos más peligrosos (por ejemplo, la música nos puede llevar a perder el sentido de las palabras)25; pero también la vista, en tanto que es una de las vías de acceso a la belleza de las formas, tiene sus riesgos. No obstante, la importancia de la vista es tal que “usamos esta palabra referida a los demás sentidos cuando nos servimos de ella para conocer” (X, 35). 23 Recuérdese que la Antigüedad clásica identificaba dos “vías regias” de la percepción, la vista y el oído, entre las que se estableció muy pronto una oposición que caracterizará la reflexión filosófica posterior. Por ejemplo, para Aristóteles es la vista la fuente de todo conocimiento: “Éstas [las sensaciones] son amadas por sí mismas, incluso al margen de su utilidad y más que todas las demás, las sensaciones visuales. Y es que no sólo en orden a la acción, sino cuando no vamos a actuar, preferimos la visión a todas —digámoslo— las demás. La razón estriba en que ésta es, de las sensaciones, la que más nos hace conocer y muestra múltiples diferencias” (Metafísica 980A-B). 24 Esta desconfianza ya se recoge en Platón, quien atribuía al ojo interno la capacidad de ver las entidades ideales. Gorgias, 508A. 25 Sobre el poder curativo y cautivador de la música, cf. la entrada del Tesoro vigüela: “Díjose vihuela a vigore, por la fuerza que tiene la música para atraer a sí los ánimos de los hombres, y danle tanta que afirman autores antiguos haber en tiempos pasados florecido músicos que con la armonía deste instrumento, o de otro tal, curaban enfermos, mudando los tonos hasta topar con el que era simpático a la complexión del enfermo, y con su sonido les reducía sus humores a su natural estado y complexión. El atraer a sí Orfeo con la música las piedras, los árboles, los animales, es darnos a entender la fuerza de la música, aunque para mí, yo entiendo que atraía los hombres rústicos con la suavidad de la elocuencia”. En el emblema II, 31 (SONUS EST QUI VIVIT IN ILLA) Covarrubias utiliza la vihuela como ejemplo del discurso mesurado que se acomoda (“armonía y concierto de sus razones”) a aquellos con los que se trata. El vocabulario musical del texto en prosa (concierto, armonía, sonido, disonancia, templar) tiene una clara interpretación moral. El mismo tema se recoge en el emblema II, 54 (QUAL LA MANO QUE ME TOCA), siendo el instrumento un laúd. 19 BSEHL 8 (2012), 3-22 4. Carmen Galán & Mª Isabel Rodríguez Conclusión Esta forma de proceder no hace sino manifestar nítidamente una inclinación pedagógica que, mediante la combinación de elementos visuales y lingüísticos (“algunas cositas que acompañen”, dice el propio autor)26, aspira a lograr el máximo efecto moralizante. Si, acorde con la atmósfera esencialista platónica de su época, considera Covarrubias que en la etimología “está encerrado el ser de la cosa, sus calidades, su uso, su materia, su forma” (cf. sub etimología), para la explicación de los “pecados de la lengua” ningún procedimiento puede ser más transparente que la utilización de emblemas cuya dimensión icónico-narrativa alcanza idéntico valor hermenéutico al de la etimología lingüística, si bien, su alcance no es tanto enciclopédico como moralmente persuasivo27. Y así como el Tesoro es un repertorio etimológico-enciclopédico (esas “cositas que acompañen”), un método intelectual para catalogar el saber, los emblemas pueden ser entendidos como un contrapunto visual del mismo carácter, auténticos textos visuales de los que se sirve Covarrubias para fijar en los receptores una impresión indeleble de contenido moral (Galán & Rodríguez Ponce, en prensa). Como afirma Bravo-Villasante (1978, 28), el planteamiento de Covarrubias en su diccionario era tratar “la propia lengua castellana” como “materia emblemática”, convirtiendo cada palabra en un emblema, un misterio que el comentarista debía descifrar. Referencias bibliográficas Agustín de Hipona. 2006. Confesiones. México: Editorial Lectorum. Alciato, Andrea. 1531. Emblematum Liber. Augsburgo: Steyner. [En: http://www.studiolum.com /es/cd04-alciato.htm]. Arellano Ayuso, Ignacio. 2006. “Selección bibliográfica en torno a Covarrubias”. En: Ínsula 709710 (Ejemplar dedic. al Tesoro de la lengua castellana de Sebastián de Covarrubias), 31-2. Aristóteles. 1994. Metafísica. Ed. de T. Calvo Martínez. Madrid: Gredos. Bargagli, Scipione. 1594. Dell’Imprese di Scipion Bargagli gentil’huomo sanese. Venezia. [En: http://mdz1.bib-bvb.de/~emblem/emblanzeige.html?Auswahl[]=51&inpBitmuster=2] Baschet, Jérôme. 2000. “I Peccati Capitali e le loro Punizioni nell’Iconografia Medievale”. 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Boletín de la Real Academia Conquense de Artes y Letras (Número extraordinario conmemorativo del IV Centenario de la publicación del Tesoro de la Lengua Castellana o Española, de Sebastián de Covarrubias) 6, 161-92. Casagrande, Carla & Vecchio, Silvana (eds.) 2000. I sette vizi capitali. Storia dei peccati nel Medioevo. Torino: Einaudi. Cordero de Ciria, Enrique. 1987. “El erasmismo en los emblemas morales de Sebastián de Covarrubias”. En: Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar 27, 5-16 Covarrubias Horozco, Sebastián de. 1973 [1610]. Emblemas morales. Madrid. (Ed. facs. de Luis Sánchez, introd. Duncan W. Moir. Menston: Scholar Press). —— 1978 [1610]. Emblemas morales. Ed. C. Bravo-Villasante. Madrid: Fundación Universitaria Española. —— 1611. Tesoro de la lengua castellana o española y Suplemento manuscrito. Edición de Ignacio Arellano & Rafael Zafra. Budapest & Palma: Studiolum, 2006. [En: http://www.stu diolum.com/es/covarrubias.htm]. 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Universidad de Extremadura Dpto. de Filología Hispánica y Lingüística General Facultad de Filosofía y Letras Avda. de la Universidad s/n E-10074 Cáceres Carmen Galán Rodríguez cgalan@unex.es María Isabel Rodríguez Ponce mirponce@unex.es 22 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler A primeira Grammatica Anglo-Lusitanica (Londres, 1701) e as suas edições Resumen Con data de 1701, un autor identificado como A. J., o sea, Alexander Justice, publicó en Londres un diccionario bilingüe inglés-portugués y portugués-inglés con el título A Compleat Account of the Portugueze Language. A este primero diccionario de estas dos lenguas modernas, el mismo autor anejó una gramática portuguesa para hablantes anglófonos con el título Grammatica Anglo-Lusitanica, una obra que fue reeditada en 1702 y 1705. Aunque las obras metalingüísticas de Justice hayan sido objeto de referencias ocasionales en obras de estudiosos modernos, hasta ahora no existía ninguna apreciación exhaustiva de todas las cuestiones importantes relacionadas con ellas. Por ello, el presente artículo intenta informar sobre las ediciones, aspectos estructurales del contenido y otras cuestiones bibliográficas y afines, relacionadas con la que puede ser considerada la primera gramática anglo-portuguesa propiamente dicha. Palabras clave: historiografia linguística, gramaticografia bilingue, inglés, portugués, siglo XVIII Summary Dated from 1701, an author identified as A. J., aka Alexander Justice, published in London a bilingual English-Portuguese and Portuguese-English dictionary under the title A Compleat Account of the Portugueze Language. To this first dictionary of these two modern languages, the author attached a grammar for Portuguese speakers with the title Grammatica Anglo-Lusitanica, a work that was reprinted in 1702 and 1705. Although Justice’s metalinguistic works have been the object of occasional references in works of modern scholars, until now there has been no comprehensive assessment of all major issues related to them. Therefore, this article attempts to report on the editions, structural aspects and other issues related to the grammar’s content, as well as information of bibliographical or similar nature, related to what may be considered the first AngloPortuguese grammar itself. Keywords: linguistic historiography, bilingual gramar, English, Portuguese, eighteenth century 1. Introdução Desde 1536 a língua portuguesa foi o objeto de vários manuais linguísticos impressos, quer sejam gramáticas, tratados metaortográficos ou outras obras dedicadas aos aspetos mais variados relacionados com a língua portuguesa. Mesmo quando foram publicadas as primeiras gramáticas da língua portuguesa, a língua vernácula estava longe de ter um papel de relevo no sistema ensino anterior às Artículo recibido el 22/06/2012 y aceptado el 11/10/2012 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler reformas do sistema educativo promovidas pelo Marquês de Pombal desde 1759, tendo sido abandonado o ensino do latim em latim a favor de um ensino em língua portuguesa, que a partir de 1770 até foi complementado pela institucionalização do ensino da própria língua portuguesa, se bem que por um período bastante reduzido. É inegável que anteriormente à consagração oficial da Arte da grammatica da lingua portugueza (1770) de António José dos Reis Lobato o português como língua materna carecia de qualquer estatuto formal, uma vez que não era objeto do ensino público. Deixando de lado escolas públicas de ensino especial como o Real Collegio dos Nobres (1761-1837) onde consta ter havido um ensino do francês, do inglês e do italiano, não houve em Portugal qualquer ensino generalizado das línguas europeias modernas, havendo somente um número reduzido de manuais didáticos. É natural que o mesmo se aplique aos outros países europeus em relação ao português. Conservam-se do século XVII algumas obras metalinguísticas plurilinguísticas que incluíram o idioma Português de uma forma ou de outra, sendo o papel da gramática da língua portuguesa bastante limitado nestas obras. Se considerarmos o mundo anglófono, a publicação do primeiro dicionário das línguas portuguesa e inglesa, assim bem como da primeira gramática puramente bilingue de português como língua estrangeira (PLE) para leitores anglófonos remonta somente até 17011. Embora a investigação nas últimas décadas nos tenha conduzido a uma melhor compreensão de alguns dos aspetos mais importantes do início da história da linguística portuguesa, pouco se sabe ainda sobre a questão de como os gramáticos do passado previam a aprendizagem do português por falantes de outras línguas modernas e vice-versa. Dada a importância e a relativa frequência da publicação das primeiras gramáticas ‘anglo-lusitanicas’ destinadas para o ensino de português para falantes anglófonos e do inglês para falantes lusófonos, este ramo específico das tradições linguísticas bilíngues das duas línguas pode ser um meio interessante para obtermos algumas informações sobre o pensamento gramatical do autor. Por esta razão, ir-nos-emos concentrar-nos nas primeiras gramáticas impressas das línguas portuguesa e inglesa da autoria de A. J., através das quais foi estabelecido 1 Pelo que se sabe hoje em dia, a obra A Portuguez Grammar: or Rules shewing the True and Perfect way to Learn the said Language (1662) do francês ‘Monsieur de la Mollière’ é a primeira publicação metalinguística que se dedica ao português como língua estrangeira. Contrário ao que se pode pensar no título, não se trata meramente de uma gramática portuguesa, mas sim de uma obra trilingue em três colunas, na qual todas as considerações metalinguísticas (em boa parte em forma dialogística) como também a parte dicionarística (que parece ocupar a maioria de Molière 1662, 37-104) têm os seus equivalentes em português, inglês e francês. A natureza e o conteúdo desta obra interessante estão atualmente a ser objeto de estudo da parte de um colega nosso. 24 BSEHL 8 (2012), 23-42 A primeira grammatica Anglo-Lusitanica um método de unir essas duas línguas. Sendo manifesto que a Grammatica Anglo-Lusitanica é uma tradução da obra Ars grammaticæ pro lingua Lusitana addiscenda Latino idiomate (1672) do lexicógrafo, gramático e ortógrafo português Bento Pereira (1605-1681)2, o presente artigo tem por objetivo informar sobre esta obra importante e as suas edições. No que diz respeito à autoria, um estudo exaustivo das propostas relativas à identificação do autor semianónimo A.J. foi empreendido em Kemmler (no prelo b)3. Como resultado destas investigações, pode concluir-se que entre todas as propostas que tentam explicar a autoria da obra, a sugestão de Alston (em Justice 1970, [III]), que refere que o autor possa ter sido uma pessoa chamada Alexander Justice, o que nos parece ser a proposta mais adequada. Sabe-se de Justice que era huguenote de origem francesa a residir em Londres até finais de 1711. Publicando sob a abreviatura A.J., era conhecido na Londres de então como tradutor de várias línguas europeias e até clássicas. O facto de existirem outros argumentos que motivam uma identificação de A.J. com a personagem histórica conhecida como Alexander Justice (cf. Kemmler no prelo b), optámos por aceitar a proposta de identificação da autoria das obras metalinguísticas atribuídas a A.J. a este autor histórico, procedimento este que coincide, aliás, com aquilo que se observa nos catálogos de algumas bibliotecas que possuem as obras em questão. 2. A Grammatica Anglo-Lusitanica e as suas edições Uma vez que a Grammatica Anglo-Lusitanica teve uma tradição editorial pouco convencional, iremos a seguir dedicar-nos a uma breve descrição dos principais aspetos relacionados com as edições existentes. 2.1 A Grammatica Anglo-Lusitanica dentro do Compleat Account (1701) A Grammatica Anglo-Lusitanica em língua inglesa foi publicada por um autor que se identifica como A. J. Este tratado metagramatical constitui um anexo do dicionário bilíngue intitulado A Compleat Account of the Portugueze Language 2 Para uma apreciação da tradução da gramática de Pereira (do latim para o português) que julgamos terá sido elaborada por Alexander Justice, cf. Kemmler (no prelo a). Conforme Rodrigues (1951, 65) critica com pertinência, a autoria da obra traduzida não chega a ser mencionada pelo tradutor: “Do padre Bento Pereira, nem palavra”. 3 Alvo de discussões entre bibliógrafos e investigadores desde o século XIX, à questão autoral tem sido objeto de estudos mais pormenorizados (entre outros assuntos) nas publicações de Luís Cardim (1923, 1929), tendo sido retomada mais recentemente por Manuel Gomes da Torre desde meados dos anos oitenta do século XX (cf. Torre 1985, 1988, 1990, 1990, 1996, 1998). 25 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler (Londres, 1701)4, de que é dependente do ponto de vista bibliográfico. Relativamente a este dicionário bilingue que é o primeiro a justapor os idiomas inglês e português, o estudioso alemão Stefan Ettinger afirma o seguinte: Em 1701 foi publicado em Londres A Compleat Account of the Portugueze Language, um dicionário inglês-português e português-inglês com cerca de 50 000 até 55000 entradas num arranjo pouco convencional. Apresenta uma forte lematização simples, traz um número surpreendente de diminutivos e advérbios em -mente na parte português-inglês e introduz os adjetivos regulares na forma feminina, em combinação com cousa (= coisa) (eg maravilhósa cóusa: That is wonderful or admirable)5. O dicionário consiste de um total de 437 páginas não paginadas no formato in4.º (ca. 32 x ca. 20 cm)6. Dentro desta obra, a gramática bilingue ocupa 38 páginas não paginadas, seguidas pelo apêndice à gramática, intitulado “An Appendix of the Forms of Writing”, de 11 páginas não paginadas7. A impressão é atribuída a um impressor londinense identificada como ‘R. Janeway’, pelo que parece provável que o livro tenha sido publicado em Londres pelo tipógrafo Richard Janeway Junior8, tendo a edição sido feita ‘for the Author’ (Justice 1701, [I]), ou seja, como edição do autor. Falte um rosto próprio que documente tratar-se de um livro separado das restantes partes do Compleat Account. Assim, fica claro que a publicação do texto da gramática dentro do conjunto dicionarístico-gramatical 4 Baseado em testemunhos contemporâneos, Rodrigues (1951, 63) constata o seguinte sobre a receção da parte lexicográfica do Compleat Account: “[...] este dicionário foi durante três quartos de século o único auxiliar dos estudiosos da língua portuguesa que não se cansavam de lamentar a sua insuficiência”. 5 Cf. Ettinger (1991, 3022): “1701 erschien in London A Compleat Account of the Portugueze Language, ein englisch-portugiesisches und portugiesisch-englisches Wörterbuch mit ca. 50 000 bis 55 000 Einträgen in einer etwas eigenwilligen Anordnung. Es weist eine starke Einzellemmatisierung auf, bringt im portugiesisch-englischen Teil erstaunlich viele Diminutive sowie Adverbien auf mente und führt die regelmäßigen Adjektive in der femininen Form in Verbindung mit cousa (= Sache) ein (z.B. maravilhósa cóusa: That is wonderful or admirable)” [tradução RK]. 6 Isto é, [CCCCXXXVII] páginas a contar com a página do rosto. As informações sobre as páginas do livro e o formato derivam do nosso exemplar pessoal. 7 Esta última parte do guia epistolar não se encontra na gramática de Pereira. Ainda não nos foi possível identificar a fonte das cartas em língua portuguesa. 8 Segundo Plomer (1922, 170), o tipógrafo Richard Janeway júnior foi conhecido por ter sido um impressor ativo na capital britânica desde ca. 1698 até ca. 1724: “JANEWAY (RICHARD), junior, printer in London, Dogwell Court, Whitefriars, near Fleet Street, 1698-1724. Probably son of Richard Janeway, senior. In 1698 The Lancashire Levite Rebuk’d was “printed by Richard Janeway, junr.” He is probably the Janeway given in Negus’s list of printers, 1724, as being in White Friars [Nichols, Lit. Anecd. I. 291], and also the Janeway who printed occasionally for Dunton both before and after the latter’s misfortunes, c. 1698 [p. 250]; Negus classes him among the printers “well affected to King George”. [Nichols, Lit. Anecd. i. 291.]”. 26 BSEHL 8 (2012), 23-42 A primeira grammatica Anglo-Lusitanica que principia com o cabeçalho intitulado Grammatica Anglo-Lusitanica deve ser considerado como a primeira edição deste texto metagramatical do autor semianónimo. O conteúdo da obra completa apresenta a seguinte estrutura: páginas [rosto:] A Compleat ACCOUNT OF THE Portugueze Language. [página em branco] TO THE [I] [II] READER. [III-V] [página em branco] [VI] VOCABULARIUM Anglo-Lusitanicum. [VII-CCI] [página em branco] [CCII] VOCABULARIUM Lusitano-Anglicanum. [CCIIICCCLXXXVII] [página em branco] [CCCLXXXVIII] GRAMMATICA Anglo-Lusitanica. [CCCLXXXIXCCCCXXVI] [Fonética] [CCCLXXXIX] [Morfologia] [CCCLXXXIXCCCCXVIII] Prosodia. [CCCCXVIIICCCCXXII] [Ortografia] [CCCCXXIICCCCXXVI] Here follow some Rules which are peculiar in Writing and Reading the Portugueze Language. [CCCCXXIIICCCCXXVI] APPENDIX OF THE FORMS of WRITING Commonly used in Correspondence among them in the following manner. AN [CCCCXXVIICCCCXXXVII] Já que a primeira edição da gramática como tal não apresenta qualquer paratexto nem qualquer divisão do próprio texto em capítulos ou outras divisões, cabe uma importância especial ao seguinte prefácio bastante extenso que o autor dedicou aos leitores do conjunto de manuais linguísticos com o título A Compleat Account of the Portugueze Language: 27 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler to the READER. TO excuse all that Nauseous Trumpery and Vanity of Dedications and Prefaces, with which in this Scribbling Age most things are crowded into the Press, a Line or two may serve to acquaint the more Ingenious Peruser of these following Papers, that they were many Years since designed, and put together for the Composer’s own Use, and had been buried with him, had not the Perswasions of some Friends, and his own Observations, induced him to believe, that as they may prove a Diversion to the Curiosity of some, so they must be of undoubted Use and Service to all such as are already ingaged in, as well a[s] those that shall at any time hereafter set out for the World of Business. It will be needless to say any thing more for the Credit and Reputation of this Language, than that it may justly own the Latin for its Mother and Original, and from its very Birth hath kept up its Alliance with that Strictness and Nicety, that it yet retains many intire Sentences that are allowable Latin, and for that Reason esteem’d as Elegant Portugueze; which none of its Neighbours can pretend to. It’s true, the Italian may look big, and swell with his lofty State and Grandeur, and the Spaniard pretend to charm with his easie Softness, but the Portugueze may justly claim a Share in both their Graces; and when he makes an Address in his politer Garb, he shews that becoming Decency and Gravity that allows no deference, and by his manner of Expression shews himself equally awing and ingaging: But this is far from the present Design, to play the Critick, and Gingle upon Words; it is not to be doubted but that they and their Neighbours suffered an extream Diminution of their Primitive Purity by the Irruptions of those Northern Warriers the Goths and Vandals, who rambled over all the delightful Places of Europe, to gratifie their Curiosity and Luxury, and left behind them the lasting Stains of their Barbarity, both in Manners and Speech; and for an accession to this Misfortune, both Portugal and Spain for many Hundred Years lay under the Tyranny and Oppression of the Moorish Government, which introduced with it such a numerous Train of Fopperies both in Customs and Language, which the Ancients complain of under the Character of Spurcities Mauritana, that it is doubted whether another Age will be able to retrieve its Original Fineness; and withal, at this very day the Decay of Humane Learning is come to that deplorable Degree, that gives yet a fainter Prospect of almost the possibility of a Reform: However (as it is) notwithstanding all these Disasters, it hath successfully spread itself through all the Four Parts of the World, in which the Portugueze have so famed themselves to all Posterity for their early Discoveries and Conquests; and even now where their Sword hath laid aside its awful Power, the Language hath set up its Standard, being at this day look’d upon as the most useful and safest Convoy through all those vast Tracts and Dominions of the Eastern and South-west Parts of the World, so much celebrated and resorted to in this Age by all Nations for Trade and Commerce. And since the English Correspondence in Trade with the Kingdom of Portugal hath been for these many Years, and is at this time so very considerable, and our Navigation to all those Parts where that Nation hath yet in their Possession very large Territories and Dominions, and where they left the remaining Footsteps of their earliest Acquests, as well in Africa, as Asia and America, is equal, if not superior to any, or all of the rest of the Europeans; the present Design cannot miss of a desirable Acceptance from the Publick, especially considering that it aims at nothing but being useful within its Sphere and Compass, and reducing the Tediousness of Grammatical Forms to the most agreeable Compendium and Brevity. It is well known how uneasie the due Pronunciation of the Modern Tongues is to our Northern Climates, and therefore the distinguishing Accent over its proper Syllable in every Word will be no mean Assistance, if not indispensably Necessary; and to prevent its being two Bulky and Voluminous, 28 BSEHL 8 (2012), 23-42 A primeira grammatica Anglo-Lusitanica all those particulars classes which are generally subjoined to Works of this Nature are designedly omitted, as being comprehended within the Compass of the Alphabet. It cannot be presumed to be singular in its Exemption from the common Imputation either of Excess or Deficiency; but for that, its being purposely contriv’d to suit with all Capacities will make the best Apology; and for the prevention of Errors, (which in such a crowd of Words is impossible to avoid,) the Revisals of the Press have been carefully and frequently repeated; so that it’s hop’d, that whatsoever shall occurr, the more Ingenious will candidly reform, and the less knowing by an easie collation with the Rules of Construction, will soon be acquainted with. In fine, if with the plain and ordinary Dress it appears in, it do but answer the Ends for which it was contrived, to make use of an old Saying in the Language, A obra pagara os braços quebrados, and to have done a piece of real Service to any part of Mankind, will be no little Satisfaction for the unaccountable pain and drudgery of Composing. Farewel (Justice 1701, [III-V]). Com a intenção de explicar a génese das obras metalinguísticas de que consta o Compleat Account, o autor afirma que levou vários anos na elaboração e aplicação do seu manuscrito para o uso próprio, tendo sido levado a publicá-lo devido à intervenção de uma pessoa amiga. A questão de saber se esta afirmação pode realmente ser o pano de fundo desta obra, ou se deve ser considerado apenas mais uma das então frequentíssimas captationes benevolentiae por o autor admitir a partilha de algo supostamente bastante íntimo, talvez nunca possa ser resolvida. Em relação ao público-alvo do conjunto de obras, é bastante interessante que o autor coloque uma ênfase muito especial, não na generalidade da ‘Curiosity of some’ (ou seja, na ‘curiosidade de alguns’), mas, em vez disso, em ‘those that shall at any time hereafter set out for the World of Business’ (ou seja, ‘aqueles que, em qualquer momento futuro irão partir para o Mundo dos Negócios’). A orientação muito prática para a utilização de obras metalinguísticas como ferramentas para o comércio que encontramos nas palavras do autor britânico assemelha-se à que encontramos no século XVII na Ars grammaticæ (1672) de Bento Pereira –sendo, no entanto, óbvio que a obra inglesa não partilha o aspeto religioso, ou melhor, o aspeto missionário que parece estar inerente à orientação dupla de gramática do jesuíta: Cùm verò in me patriæ amor, frigescente ætate non frigeat, sed magis ac magis exardescat, hoc potissimum tempore, quo video Lusitaniam, postquam feliciter pugnavit, pace, quam libens concessit, quiescere, haberéque commercium cum omni natione quæ sub cœlo est, & Christiano nomine gloriatur, vehementèr dolui carere Lusitanos arte, qua suam linguam exteris addiscendam proponant. Est enim perspicuum in spiritualibus, & temporalibus sperari maximum emolumentum ex facilitate addiscendæ nostræ linguæ, ut exteri sive mercatores suis opibus nos ditent, & nostris ditentur, sive concionatores pervadant usque ad fines Orbis, seu Lusitani imperij, ubi nationes barbaras veris Evangelij divitiis locupletent (Pereira 1672, [X]). 29 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler O topos do comércio será repetido mais tarde no prefácio. O autor não se refere apenas ao poder militar da coroa portuguesa, mas também ao poder económico que deriva da presença colonial portuguesa em três continentes e que julga poder ser útil para os comerciantes britânicos. A caraterização da língua portuguesa em relação ao latim, ao italiano e ao espanhol9 parece de alguma forma semelhante à argumentação em elogios contemporâneos do português, como o que se encontra, por exemplo, no “DISCVRSO II. DAS PARTES QVE HA DE hauer na lingoagem para ser perfeita, & como a Portuguesa as tem todas, & algũas com eminencia de outras lingoas” (Faria 1624, fls. 62r–86v). Na sua busca que visa provar que o Português seria a língua perfeita, Manuel Severim de Faria (1624, 71 r) afirma o seguinte: E mostrando nôs, que a Portuguesa participa mais da Latina, & que na copia, pronunciação, breuidade, Ortographia, aptidão para todos os estilos, não he inferior a nenhũa das modernas, antes igual a algũas das antigas, cõ rezão lhe poderemos dar o louuor de lingoa perfeita, & de ser hũa das milhores do mundo. Embora não possa ser comprovado por agora onde o autor terá encontrado os seus principais argumentos como o ‘olhar grande’ do italiano ou o ‘encanto’ aparente e a ‘suavidade’ do espanhol, parece evidente que esta parte do prefácio se insere na mesma tradição vernacular que era tão popular nos séculos XVI e XVII. Para além disso, o autor procede a dar outra prova da sua naturalidade nãoportuguesa quando no prefácio continua a explicar alguns aspetos do seu método lexicográfico (Justice 1701, [V]). Por considerar que a pronúncia das línguas modernas seria demasiadamente difícil para os falantes do inglês (ou seja os residentes nos ‘Northern Climates’), o autor considera útil colocar um acento prosódico na vogal tónica de todas as palavras plurissilábicas. Como as obras originais de Pereira10 não incluem esse tipo de acentuação prosódica para as entradas em língua portuguesa, o uso do acento para fins didáticos (mas não para fins 9 Não deixa de ser curioso que o autor não menciona a língua francesa que indiscutivelmente era a língua da cultura europeia nos séculos XVII e XVIII. Será que se pode tratar de um reflexo de um relacionamento difícil do autor huguenote expatriado com a antiga pátria? Note-se que a parte do prefácio com as ponderações sobre as línguas, como ainda outros trechos, se encontra traduzida livremente para o português em Rodrigues (1951, 65). 10 Como indicou o Prof. Telmo Verdelho (Universidade de Aveiro) em comunicação verbal com base na análise preliminar dos dois dicionários, o dicionário português-inglês parece estar baseado inteiramente no português-inglês de Pereira. Este dicionário, o Thesouro da Lingoa Portuguesa foi impresso em Lisboa por Paulo Craesbeeck em 1647, tendo mais tarde sido desde 1661 num volume único com o dicionário latim-português intitulado Prosodia in vocabularium bilingue e outras partes, passando todo o conjunto vulgarmente a ser conhecido como Prosodia. 30 BSEHL 8 (2012), 23-42 A primeira grammatica Anglo-Lusitanica ortográficos) pode ser encarado como um dos principais traços inovadores tanto do Compleat Account como da Grammatica Anglo-Lusitanica11. Como o autor poderia basear as suas observações apenas num número muito limitado de gramáticas da língua portuguesa, existe realmente apenas uma única gramática que iria oferecer-se a um autor estrangeiro como o modelo para a elaboração de uma gramática do português como língua estrangeira. A gramática em questão é a já referida Ars grammaticæ pro lingua Lusitana addiscenda Latino idiomate (1672) do jesuíta português Bento Pereira, uma obra especialmente adequada para esta tarefa por ser a única gramática portuguesa escrita em latim, constituindo, para além disso, um livro de referência bastante recente para qualquer estudioso de finais do século XVII ou inícios do século XVIII (cf. Kemmler no prelo a). Parece, enfim, que o conjunto do Compleat Account não chegou a ser publicado, como o diz o rosto da obra, em 1701, mas sim, em 1702, conforme testemunha o seguinte anuncio publicitário dentro da revista de recensões críticas The History of the Works of the Learned, publicado para o mês de agosto de 1702: There is now published, in Folio, A Compleat Account of the Portuguese Language, being a Copious Dictionary of English with Portuguese, and Portuguese with English; together with an Easie and Unerring Method of its Pronunciation, by a distinguishing Accent; and a Compendium of all the necessary Rules of Construction and Orthography digested into a Grammatical Form. To which is Subjoined, by way of Appendix, their usual manner of Correspondence by Writing; being all suitable, as well to the Diversion and Curiosity of the Inquisitive Traveller, as to the Use and Advantage of Traders and Navigators to most of the known Parts of the World. By A. J. (HWL 1702, 510). O texto publicitário reproduz o rosto da obra quase na íntegra. Observam-se, no entanto, umas alterações ligeiras no fim do texto: onde Justice (1701, [I]) fala de “[...] as to the Indispensible Use and Advantage of the more Industrious Trader and Navigator [...]”, no anúncio faltam as palavras ‘Indispensible’ e ‘the more industrious’, encontrando-se o público-alvo dos comerciantes e navegadores (‘Traders and Navigators’) no plural em vez do singular. Como fiel reprodução da primeira edição de 1701, existe uma edição fac-similada do Compleat Account que foi editada pelo investigador inglês Robin Carfrae Alston (1933-2011) em 1970 (Justice 1970). Atualmente, duas reproduções digitais da obra completa podem ser baixadas na internet: o exemplar da Biblioteca Bodleiana da Taylor Institution em Oxford encontra-se em Google Books e 11 Também Rodrigues (1951, 65) identifica esta acentuação prosódica como a principal inovação do Compleat Account em relação às suas fontes: “A única originalidade da obra está no facto de acentuar as palavras para facilitar a pronúncia aos estudantes, e na substituição das máximas morais, com que o Jesuíta termina a sua gramática, por modelos de epistolografia e documentos comerciais”. 31 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler o exemplar da Biblioteca Nacional de Portugal no registo 16421 no site purl.pt da Biblioteca Nacional Digital12. Consta ainda que a obra faz parte do repertório on-line da coleção ECCO (Eighteenth Century Collections Online)13 da editora Gale, podendo ser encomendado como livro produzido por encomenda, ou seja, print on demand. 2.2 A Grammatica Anglo-Lusitanica (21702) Com base na já mencionada Grammatica Anglo-Lusitanica que é parte integrante do Compleat Account, foi em 1702 que o mesmo tipógrafo londrino Richard Janeway junior imprimiu uma segunda edição, desta vez no âmbito de uma publicação independente do ponto de vista bibliográfico. Atribuída igualmente ao autor identificado como A. J., a obra é intitulada Grammatica Anglo-Lusitanica: Or a Short and Compendious System of an English and Portugueze Grammar (Justice 1702). O rosto informa que, contrário ao Compleat Account, a gramática terá sido produzida para ser vendida pelos livreiros londrinos Samuel Crouch14 e Richard Parker15, o qual, curiosamente, tinha a sua loja debaixo da Piazza da bolsa do Royal Exchange em Cornhill, tal como o livreiro R. Smith16 que viria a vender as obras de Alexander Justice em 1704 e 1707. De maneira similar ao texto original da Grammatica Anglo-Lusitanica (Justice 1701), esta segunda edição da gramática não apresenta nenhuma divisão discernível do texto. No entanto, a paginação da obra permite-nos perceber a estrutura como segue17: 12 Para o presente artigo utilizámos o nosso exemplar pessoal da primeira edição que se encontra na nossa biblioteca particular. 13 A coleção ECCO, como outras coleções de reproduções digitais da mesma editora, não pode ser consultada livremente, mas somente por investigadores pertencentes a instituições que fizeram a subscrição o serviço. 14 Cf. Plomer (1922, 89): “CROUCH (SAMUEL), bookseller in London, at the Prince’s Arms, a corner shop of Pope’s Head Alley in Cornhill, 1674-1711”. 15 Plomer (1922, 233) fornece as seguintes informações sobre o livreiro “PARKER (RICHARD), bookseller in London, Unicorn, under the Piazza of the Royal Exchange, Cornhill, 16921725 (?). A publisher of plays and historical works. He made his first entry in the Term Catalogue in 1692. [T.C. II. 393.] Dunton [p. 210] speaks of him as "fortunate in all he prints... universally known and beloved by the merchants that frequent the Royal Exchange". He subscribed to the Bowyer Fund in 1713”. 16 Na sua coleção póstuma de descrições biográficas, John Dunton (1659-1733) oferece a seguintes informações sobre este livreiro: “Mr. Smith, near the Royal Exchange. His fair Soul is tenant to a lovely and well-proportioned Body; his eyes are clear and shining, his brow proclaims fidelity, and his whole frame of face and favour is a most perfect mixture of modesty and sweetness; he has all the advantage of mind and body, and an honest birth (being son to that eminent Bookseller Mr. Ralph Smith), conspiring to render him a happy person” (Dunton 1818, 222). 17 Os parênteses retos são sempre nossos, os itálicos, as maiúsculas e as maiúsculas pequenas são do texto original. 32 BSEHL 8 (2012), 23-42 A primeira grammatica Anglo-Lusitanica páginas [anterrosto:] GRAMMATICA Anglo-Lusitanica: Or a Short and Compendious SYSTEM OF AN English and Portugueze GRAMMAR. [1] [página em branco] [2] [rosto:] GRAMMATICA Anglo-Lusitanica: Or a Short and Compendious SYSTEM OF AN English and Portugueze GRAMMAR. [3] [página em branco] [4] THE PREFACE TO THE READER. [5-8] ERRATA. [8] GRAMMATICA Anglo-Lusitanica. 9-156 [Fonética] 9-12 [Morfologia] 12-125 Prosodia. 125-141 [Ortografia] 141-156 Here follow some Rules which are peculiar in Writing and Reading the Portugueze Language. 145-156 FAMILIAR DIALOGUES IN English and Portugueze. APPENDIX OF THE Forms of Writing Commonly used in Correspondence among them in the following manner. AN [página em branco] A 157-192 193-231 [232] VOCABULARY IN English and Portugueze. 233-264 Em relação à edição primitiva, são, portanto, novos os capítulos intitulados “Familiar Dialogues in English and Portugueze” (Justice 1702, 157-192) e “A Vocabulary in English and Portugueze” (Justice 1702, 233-264), sendo estas duas partes obviamente destinadas para complementar a gramática como publicação metalinguística independente do Compleat Account. Tanto a disposição do texto como a falta de uma estrutura explícita por causa da omissão de títulos de capítulos a título regular fortalecem a crença de que o autor não poderá ter sido um professor profissional, mas sim um amador na área de da linguística aplicada de línguas estrangeiras. A gramática vem prefaciada pelo seguinte texto: 33 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler THE PREFACE TO THE READER. UPON due Consideration of the indispensable Necessity of contriving some certain Rules, and a well directed Method for the more easie and successful Attainment of any Language; and that a Cursory smattering, govern’d altogether by the loose and straggling Directions of Sound and Sense, can never render it either useful or delightful in Conversation; the Composer of a Dictionary of the Portugueze Language, lately published, in Pursuance of the Proposal therein mentioned, thought he could not do better than to gratifie the World with this Manual, of a real Use and Service, tho’ of a narrow Compass and Extent, and which at-once may prove to be a full and intire Advice, as well as a constant companion, and a Pocket Diversion; it is commonly seen that the vulgar Eye is most of all taken up with the Greatness of the Object and People are wont to gaze at, ad admire, what for being unmanageable, they cannot so easily comprehend: But this is most undoubtedly true, that as in the Creation, to be compendious, was of a distinguishing and lasting Reputation, so in Languages, as well as other things, it will lose nothing of its real Value and Esteem. To prevent therefore the common Error of doting upon Bulk and the Grossness of Matter, the Design of this Abbreviature is to reduce all the necessary Rules of Construction into as narrow a Compass as is possible, and to comprize such Directions as shall be thought most conducive to that end in such orderly Paragraphs, as may clearly inform the Understanding, and be no Burden to the Memory; that an easie Application to those Rules and Precepts thus digested in a little time, may make them natural, and forming themselves into a Habit, may become more agreeable and valuable. It is to be presumed that there are very few sent abroad into the World to transact Affairs and Business, but at some time or other have been more or less acquainted with the Parts of Speech, that are the Fundamentals of all Language. Now the Care that hath been herein taken, hath been chiefly imployed in digesting those necessary Precepts into such a Method, that an easie Survey of them may renew the Impressions of those early Instructions, and with the Observations subjoined to each particular, in a little time Master all that can seem puzzling in the Language: And because Correspondence and Conversation are the two main Ends and Advantages of all Languages; that such necessary Helps might not be wanting to this, here are purposely subjoined, by way of an Appendix, some few Forms of writing that may be serviceable to the Man of Business upon several Occasions, and more clearly illustrate all the necessary Rules of Construction to the most ordinary Capacity; and for its yet farther Advancement towards the Use of Humane Society, it is thought not improper to add, as a Close, some familiar Discourses and Dialogues, all distinctively accented, that the inquisitive Traveller, who either resides in, or passes through those Countries, may not (for his barbarous Pronounciation) be either ridiculed by those with whom he converseth, or misunderstood in his Enquiries. The Design thus laid together, in short, aims at nothing more than a general Good to be procured by a plain and easie Method, and doubts not of its Acceptance, from the Prospect it hath of answerable Success to all those whose Curiosity or Affairs shall induce them to peruse it (Justice 1702, [5-8]). Observa-se desde logo que o prefácio menciona o autor do livro na terceira pessoa. Se bem que isso poderia significar que o texto possa ter sido redigido por um terceiro, tal como o tipógrafo Richard Janeway junior, ou até mesmo por um dos livreiros relacionados com a edição, o conhecimento profundo que o prefaciador manifesta ter da gramática e dos seus objetivos parece, no entanto, indicar 34 BSEHL 8 (2012), 23-42 A primeira grammatica Anglo-Lusitanica que o texto teria sido redigido pelo próprio autor, uma vez que o prefaciador não só justifica a adição dos diálogos, mas também fala sobre o uso da gramática. Também nesta obra, faz-se uso do topos da utilidade da gramática de língua estrangeira, destinada especialmente para fins de comunicação na área de negócios e do comércio. De maneira semelhante ao que se verifica no tocante ao Compleat Account, conserva-se um texto publicitário, desta vez no catálogo livreiro intitulado Bibliotheca Annua para o ano de 1701, publicado em 1702: 72. Grammatica Anglo Lusitanico: Or a Short and Compendious System of an English and Portuguese Grammar; Containing all the most Useful and Necessary Rules of Syntax, and Construction of the Portuguese Tongue; together with some useful Dialogues agreeable to common Conversation. With a Vocabulary of useful Words in English, and Portuguese, designed for, and fitted to, all Capacities, and more particularly, such whose Business may lead them to those parts, where that Language is used. By A. J. Printed for S. Crouch, the Corner of Popes-Head-Alley, and R. Parker, at the Unicorn and Lyon under the Royal Exchange in Cornhill (BA 1702, 42). O texto publicitário retoma de forma óbvia a essência das informações fornecidas sobre a obra no próprio rosto de Justice (1702). No entanto, deixando de lado as divergências de menor importância que têm a ver com o uso de sinais de pontuação, de maiúsculas ou minúsculas ou de abreviaturas dos livreiros, observam-se algumas divergências como o próprio título principal da obra que é reproduzido como ‘Grammatica Anglo Lusitanico’ em vez de ‘Grammatica Anglo-Lusitanica’ que parece ser gralha.18 Já as alterações de ‘Portuguese’ em vez de ‘Portugueze’ (ou seja, a mudança da grafia de <-z-> para <-s->) e ‘Rules of Syntax’ em vez de ‘Rules of the Syntax’ (isto é, sem artigo), o corte de ‘and Colloquies’ em ‘Dialogues agreeable’ em vez de ‘Dialogues and Colloquies, agreeable’, bem como a omissão do impressor em ‘Printed for’ em vez de ‘Printed by R. Janeway’, como ainda o acréscimo da informação topográfica ‘and Lyon’ no texto publicitário ‘at the Unicorn and Lyon’ em vez de ‘at the Unicorn’ levam a crer que o responsável pelo anúncio introduziu estas alterações ao texto primitivo. A intervenção do editor desconhecido do texto publicitário (que julgámos poderá ter sido uma das pessoas envolvidas no processo da publicação da obra, isto é, o tipógrafo ou um dos livreiros) fica mais ainda evidente na parte final da última frase do título. Onde o rosto de Justice (1702, [3]) traz o texto [...] and more especially such whose Chance or Business may lead them into any part of the World, where that Language is used or esteemed. 18 Os negritos são sempre nossos e servem à distinção das alterações em questão. 35 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler o texto publicitário em BS (1702, 43) é retocado da seguinte maneira: [...] and more particularly, such whose Business may lead them to those parts, where that Language is used. Novamente, o topos do comércio de destacado dentro do anúncio publicitário, mais ainda do que acontece no rosto da próprio gramática. Ao contrário do que acontece noutras entradas no catálogo livreiro, a entrada número 72 na categoria “Miscellanies” da Bibliotheca Annua não menciona qualquer preço. Não existe nenhuma edição fac-similada independente desta edição. No entanto, a obra não pode atualmente ser baixada livremente na internet mas é o exemplar digitalizado com base no original do British Museum que faz parte do repertório on-line e de livros print on demand da já referida coleção ECCO19. 2.3 A edição de Lisboa (1705) Quatro anos após a primeira publicação da Grammatica Anglo-Lusitanica em Londres, o tipógrafo lisboeta Miguel Manescal (1663-1742) foi responsável pela publicação da terceira edição da obra (Justice 1705), desta vez sem qualquer referência explícita ao autor. Mesmo que o impressor tenha feito tudo para respeitar a composição tipográfica da edição anterior, a gramática evidencia os problemas do tipógrafo com a reprodução dos grafemas estrangeiros <W, w> e <K, k>. Como estes grafemas obviamente não faziam parte do repertório tipográfico português de Manescal, este optou pela reprodução da letra que ainda hoje é chamada ‘duplo v’ em português como <VV, vv> (cf. ‘VVorld’, ‘narrovv’; Justice 1705, [5]), enquanto todas as ocorrências de <k> foram resolvidas mediante o uso de um <K> maiúsculo (cf. ‘PocKet’, ‘BulK’, ‘maKe’; Justice 1705, [6]). Para além disso, observa-se como aspeto geral da gramática que o tipógrafo português dispensou da maioria dos acentos nas vogais dos exemplos portugueses. Este procedimento faz sentido, uma vez que a acentuação prosódica das duas edições inglesas parece ter sido destinada a servir de informação adicional para os que aprendiam o português como língua estrangeira com base nas primitivas edições londrinas20. Um olhar para a estrutura desta edi19 O nosso exemplar pessoal foi impresso em 9 de março de 2011 como livro fac-símile de impressão Print on Demand. Por tratar-se de uma mera reprodução impressa que foi feita com base num ficheiro digital, julgamos que esta edição não pode ser considerada como pertencendo a uma quarta edição. 20 Julgamos que a correspondência entre as formas portuguesas nas edições de Londres e de Lisboa deveria ser analisada num estudo separado. Sem qualquer pretensão de fazer tal comparação, deparámos as entradas ‘Filthy: Féo’ e ‘Full: Chéo’ em Justice (1702, 263). A edição posterior permite a leitura ‘Filthy. Feyo’ e ‘Full. Cheyo’ (Justice 1705, 263). As formas da edição 36 BSEHL 8 (2012), 23-42 A primeira grammatica Anglo-Lusitanica ção evidencia que o tipógrafo lisboeta teve o cuidado de manter a essência da estrutura e da paginação de Justice (1702)21: páginas [anterrosto:] GRAMMATICA Anglo-Lusitanica: Or a Short and Compendious SYSTEM OF AN English and Portugueze GRAMMAR. [1] [página em branco] [2] [rosto:] GRAMMATICA Anglo-Lusitanica: Or a Short and Compendious SYSTEM OF AN English and Portugueze GRAMMAR. [3] [página em branco] [4] THE PREFACE TO THE READER. [5]-[8] GRAMMATICA Anglo-Lusitanica. 9-156 [Fonética] 9-12 [Morfologia] 12-125 Prosodia. 125-141 [Ortografia] 141-156 Here follovv some Rules vvhich are peculiar in VVriting and Reading the Portugueze Language. 145-156 DIALOGUES IN English and Portugueze. 157-192 APPENDIX OF THE Forms of VVriting Commonly used in Correspondence among them in the follovving manner. 193-231 FAMILIAR AN [página em branco] A [232] VOCABULARY IN English and Portugueze. 233-264 Vejamos um trecho exemplar em que todas as alterações entre a edição de 1702 e a de 1705 se encontram assinaladas por negritos nossos: portuguesa indicam que o fenómeno fonológico conhecido como a epêntese de uma semivogal anti-hiática [j] pode já ter sido um fenómeno corrente no português de princípios do século XVIII. 21 O respeito da paginação não é absoluto, pois há quebras de páginas que divergem da edição anterior. As ‘ERRATA’ em Justice (1702, [8]) constituem uma exceção. Esta entrada não se encontra reproduzida em Justice (1705), tendo as correções sido devidamente efetuadas como, por exemplo, em ‘pucaro’ (Justice 1705, 160) ~ ‘píecaro’ (Justice 1702, 160) ou ignoradas quando se trata de ocorrências do acento prosódico, típico somente das edições londrinas. 37 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler Justice (1702, 9) The Letter C before a, o, u, is pronounced like K, as in the Words, Cása, an House; Cóva, a Den or Hole; Currál, a Fold or Repository for Cattle; before e and i it is pronounced as with a dash or tail, as s in the Words Cessár, to cease; Cingír, to gird or bind; but when written with a dash, it is pronounced with more force mixt with a kind of Aspiration, as in the Word Abraçár, to embrace. Justice (1705, 9) The Letter C before a, o, u, is pronounced like K, as in the VVords, Cása, an Honse; Còva, a Den or Hole; Curàl, a Fold or Repository for Cattle; before e and i it is pronounced as vvith a dash or tail, as s in the VVords Cessàr, to cease; Cingìr, to gird or biud; but vvhen vvritten vvith a dash, it is pronounced vvith more force mixt vvith a kind of Aspiration, as in the VVord Abraçàr, to embrace. Esta breve comparação documenta que o impressor tentou reproduzir com bastante fidelidade o texto da gramática de 1702 que lhe serviu como modelo. Apesar disso, observa-se a introdução de alguns erros tipográficos, a substituição já mencionada de <W, w> por <VV, vv>, assim como uma mudança na utilização dos acentos gráficos, uma vez que o acento grave passa a ser preferido em detrimento do acento agudo do texto de origem22. Devido ao elevado grau de proximidade entre o texto de ambas as edições que de resto pode ser observada ao longo da edição de 1705, parece justo afirmar que esta deve ser considerada a terceira edição desta primeira gramática das línguas inglesa e portuguesa. A edição de 1705 pode atualmente ser consultada na internet. O exemplar da Biblioteca Bodleiana em Oxford encontra-se no site da própria biblioteca e em Google Books. 3. Conclusão A primeira Grammatica Anglo-Lusitanica foi publicada em Londres como anexo gramatical bibliograficamente dependente do conjunto dicionarístico-gramatical intitulado A Compleat Account of the Portugueze Language (com efeito a obra contém o primeiro dicionário de inglês-português e português-inglês que se conhece). Se bem que o rosto da obra seja datado 1701, uma referência publicitária contemporânea permite a constatação de que somente terá, saído efetivamente do prelo em tempo útil para ser noticiado no número de agosto de 1702 da revista The History of the Works of the Learned. A segunda edição da gramática, desta vez como monografia independente, foi publicada pelo mesmo tipógrafo com data de 1702, conservando-se um texto 22 Na edição de 1705, a regularidade do uso da acentuação diminui gradualmente desde a página 33. 38 BSEHL 8 (2012), 23-42 A primeira grammatica Anglo-Lusitanica publicitário no catálogo livreiro intitulado Bibliotheca Annua para o ano de 1701, publicado em 1702. Omissa a acentuação prosódica das edições londrinas, a mesma obra foi reimpressa em Lisboa no ano de 1705: Nesta terceira edição, observa-se que a paginação da segunda edição é largamente coincidente. No entanto, a obra apresenta uma composição tipográfica ligeiramente divergente que se deve ao facto de o tipógrafo lisboeta não dispor dos tipos para <w, W, k, K>, pelo que optou pela representação daquelas letras por <vv, VV, K>. Para além disso, o tipógrafo optou por não reproduzir boa parte das ocorrências da acentuação prosódica das duas edições londrinas. Tanto a disposição do texto da gramática em geral como a falta de uma estrutura explícita através da atribuição de títulos de capítulos levam à conclusão de que o autor não podia ter sido um professor profissional de línguas, mas sim um gramático amador (no sentido de não ser um profissional na transmissão de conhecimentos linguísticos), mesmo que possa ter sido um tradutor com ampla experiência (Kemmler no prelo a). Conforme tivemos a ocasião de analisar noutro âmbito, torna-se evidente que Justice de facto traduziu a essência do texto latino da gramática portuguesa Ars grammaticæ pro lingua Lusitana addiscenda Latino idiomate (1672) de Bento Pereira, mantendo os exemplos e outras idiossincrasias que são próprios do texto do jesuíta. Mesmo que não pareça de todo improvável que Justice tenha tido alguns conhecimentos da língua portuguesa, a falta de compreensão de algumas das especificidades da língua portuguesa indica que sua fluência era questionável na melhor das hipóteses. A gramática bilingue de Justice é a primeira gramática das línguas portuguesa e inglesa para um público que tem o inglês como língua materna. Parece, no entanto, evidente que a obra não tenha sido concebida para servir em escolas de ensino primário, mas que estava destinada a servir como um manual de língua estrangeira para fins autodidáticos. Devido à orientação bilingue da Grammatica Anglo-Lusitanica publicada em Londres, a edição ‘portuguesa’ de 1705 serve, em seu próprio direito, como a primeira gramática da língua inglesa a ser impressa em Portugal, também ela num ambiente em que não havia aulas de inglês no sistema escolar português da época. 4. Referências bibliográficas BA (1702) = “Grammatica Anglo-Lusitanico.” Em: Bibliotheca Annua: or the Annual Catalogue for the Year 1701, Being an Exact Catalogue of All English and Latin Books, Printed in England 3 (March 25, 1701 to March 25, 1702), edição fac-símile, London: The Gregg Press ( = English Bibliographical Sources, Series 1; 4), 42. 39 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler Cardim, Luís. 1923. “Some notes on the Portuguese-English and English Portuguese grammars to 1830”. Em: Revista da Faculdade de Letras da Universidade do Porto 5-6, 437-51. ——. 1929. “Portuguese-English Grammarians and the History of English Sounds”. Em: Cardim, Luís. Estudos de Literatura e de Lingüística. Porto: Faculdade de Letras, 159-205. Dunton, John .1818. THE / Life and Errors / OF / JOHN DUNTON, / CITIZEN OF LONDON; / WITH THE / LIVES AND CHARACTERS OF MORE THAN A THOUSAND / CONTEMPORARY DIVINES, / AND OTHER PERSONS OF LITERARY EMINENCE. / TO WHICH ARE ADDED, / DUNTON’S CONVERSATION IN IRELAND; / Selections / FROM HIS OTHER GENUINE WORKS; / AND A FAITHFUL PORTRAIT OF THE AUTHOR. / VOL. I. // PRINTED BY AND FOR J. NICHOLS, SON, AND BENTLEY, / AT THE PRINTING-OFFICE OF THE VOTES OF THE HOUSE OF COMMONS, / 25, PARLIAMENT STREET, WESTMINSTER: / SOLD ALSO AT THEIR OLD OFFICE IN RED LION PASSAGE, / FLEET STREET, LONDON. / 1818. Ettinger, Stefan. 1991. “318: Die zweisprachige Lexikographie mit Portugiesisch”. Em: Hausmann, Franz Josef & Reichmann, Oskar & Wiegand, Herbert Ernst & Zgusta, Ladislav (eds.). 1991. Wörterbücher, Dictionaries, Dictionnaires: An International Encyclopedia of Lexicography, Encyclopédie internationale der Lexicographie, Ein internationales Handbuch zur Lexikographie. Berlin & New York: Walter de Gruyter (= Handbücher zur Sprachund Kommunikationswissenschaft, Handbooks of Linguistics and Communication Science, Manuels de linguistique et des sciences de communication, 5.3), 3020-30. Faria, Manuel Severim de. 11624. DISCURSOS / VARIOS / POLITICOS / POR MANOEL SEVERIM DE FARIA / Chantre, & Conego na Santa Sê de Euora. // Com as licenças necessarias. / EM EVORA Impressos por Manoel Carvalho / Impressor da Vniversidade. Anno 1624. HWL. 1702. = The History of the Works of the Learned: Or an Impartial Account of Books Lately Printed ion all Parts of Europe, With a Particular Relation of the State of Learning in each Country IV, 8 (August 1702), 510. J[ustice], A[lexander]. 11701. A Compleat / ACCOUNT / OF THE / Portugueze Language. / Being a Copious / DICTIONARY / OF / English with Portugueze / AND / Portugueze with English. / TOGETHER / With an Easie and Unerring Method of its Pronunciation, / by a distinguishing Accent, and a Compendium of all the / necessary Rules of Construction and Orthography di/ gested into a Grammatical Form. / To which is Subjoined by way of / APPENDIX / Their usual Manner of Correspondence by Writing, being all suitable, / as well to the Diversion and Curiosity of the Inquisitive Traveller, as to / the Indispensible Use and Advantage of the more Industrious Trader and / Navigator to most of the known Parts of the World. / By A. J. // LONDON: / Printed by R. Janeway, for the Author, M.DCC.I.23 ——. 21970. A complete account of the Portuguese language: 1701, with Grammatica AngloLusitanica. Menston: Scholar Press (= English Linguistics 1500-1800: A Collection of Facsimile Reprints, 260). ——. 21702. GRAMMATICA / Anglo-Lusitanica: / Or a Short and Compendious / SYSTEM / OF AN / English and Portugueze / GRAMMAR. / Containing / All the most Useful and Necessary Rules / of the Syntax, and Construction of the / Portugueze Tongue. / Together with some Useful Dialogues and / Colloquies, agreeable to common Conversa- / tion. / With a 23 O exemplar em Google Books pode ser consultado debaixo do seguinte link: http://books.google.pt/books?id=epANAAAAQAAJ&printsec=frontcover&hl=de&source=gbs_ge _summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false. Numa qualidade bastante mais elevada, uma reprodução do mesmo exemplar do Taylor Institute pode ser baixada em http://purl.ox.ac.uk/uuid/37fedc69f2c84b81837fcc22772fc0e9. A referência no site na Biblioteca Nacional Digital é http://purl.pt/16421 [última consulta: 23 de maio de 2012]. 40 BSEHL 8 (2012), 23-42 A primeira grammatica Anglo-Lusitanica Vocabulary of Useful Words in English and / Portugueze. / Designed for, and fitted to all Capacities, and more / especially such whose Chance or Business may lead / them into any part of the World, where that Lan- / guage is used or esteemed. / By A. J. // LONDON: Printed by R. Janeway, and sold by Sam. / Crouch, the Corner of Popes-Head-Alley, and Rich. Par- / ker, at the Unicorn under the Royal Exchange, Cornhill, 1702, edição fac-símile, La Vergne: Gale ECCO (Eighteenth Century Collections Online Print Editions). —— . 31705. GRAMMATICA / Anglo-Lusitanica: / Or a Short and Compendious / SYSTEM / OF AN / English and Portugueze / GRAMMAR. / CONTAINING / All the most Useful and Necessary Rules / of the Syntax, and Construction of / the Portugueze Tongue. / Together vvith some Useful Dialogues / and Colloquies, agreeable to com- / mon Conversation. / VVith a Vocabulary of Useful VVords in / English and Portugueze. / Designed for, and fitted to all Capacities, / and more especially such vvhose Chan- / ce or Business may lead them into / any part of the VVorld, vvhe- / re that Language is used / or esteemed. // LISBOA. / Na Officina de Miguel Manescal, Im- / pressor do Santo Officio. / Anno de 170524. Kemmler, Rolf. no prelo a. “The Grammatica Anglo-Lusitanica (London, 1701), a Translation of Bento Pereira’s Ars grammaticæ pro lingua Lusitana addiscenda Latino idiomate (Lyon, 1672)?”, artigo submetido para publicação em: Beiträge zur Geschichte der Sprachwissenschaft. ——. no prelo b. “Quem foi, afinal, o autor do Compleat Account of the Portugueze Language e da primeira Grammatica Anglo-Lusitanica (Londres, 1701)?”, artigo submetido para publicação em: Agália: Revista de Estudos na Cultura. Molliere, de la. 1662. A / Portuguez Grammar: / OR, / RULES shewing the True and Perfect way to / Learn the said LANGUAGE. / Newly Collected in English and French, for the Use of ei- / ther of each Nation that desire to Learn the same. / By Monsieur DE LA MOLLIERE, / A French Gentleman. // London, Printed by Da. Maxwel for Samuel Brown, at the Sign of the Queens / Arms, by the Little North-Door of Saint Pauls Church. 1662. Pereira, Bento. 11672. ARS / GRAMMATICÆ / PRO LINGVA / LVSITANA / ADDISCENDA LATINO / Idiomate proponitur, / In hoc libello, velut in quædam academiola diuisa in / quinque classes, instructas subselliis, recto ordine / dispertitis, vt ab omnibus tum domesticis, / tum exteris frequentari possint. / Ad finem ponitur Ortographia, ars rectè scribendi, / vt sicut prior docet rectè loqui, ita posterior / doceat rectè scribere linguam Lusitanam. / In gratiam Italorum coniugationibus Lusitanis Italæ / correspondent. / Authore P. Doct. BENEDICTO PEREIRA, Societ. / IESV, Portugallensi Borbano, in Supremo Lusitaniæ / S. Inquisitionis Tribunali Censorio Qualificatore, / & modò Romæ pro assistentia Lusitana / Revisore. // LVGDVNI, / Sumptibus LAVRENTII ANISSON. / M. DC. LXXII. / SUPERIORUM PERMISSU. Plomer, Henry R[obert]. 1922. A dictionary of the printers and booksellers who were at work in England, Scotland and Ireland from 1668 to 1725, with the help of H[arry] G[idney] Aldis, E[rnest] R[eginald] McC[lintock] Dix, G[eorge] J[ohn] Gray, and R[onald] B[runlees] McKerrow, edited by Arundell Esdaile, Oxford: Printed at the Oxford University Press. Rodrigues, A[ntónio Augusto] Gonçalves. 1951. “A língua portuguesa em Inglaterra nos séculos XVII e XVIII”. Em: Biblos 27, 43-76. 24 O exemplar em Google Books pode ser consultado debaixo do seguinte link: http://books.google.pt/books?id=OHEOAAAAQAAJ&printsec=frontcover&hl=de#v=onepage&q &f=false. Numa qualidade bastante mais elevada, uma reprodução do mesmo exemplar da Biblioteca Bodleiana pode ser consultada em http://purl.ox.ac.uk/uuid/37fedc69f2c84b81837fcc22772fc0e9. [última consulta: 23 de maio de 2012]. 41 BSEHL 8 (2012), 23-42 Rolf Kemmler Torre, Manuel Gomes da. 1985. “Gramáticas inglesas antigas: alguns dados para a história dos estudos ingleses em Portugal até 1820”. Porto (trabalho complementar à dissertação de doutoramento apresentada á Faculdade de Letras da Universidade do Porto, em: http://hdl.hand le.net/10216/13511). ——. 1988. “O interesse pelo estudo do inglês em Portugal no séc. XVIII”. Em: Torre, Manuel Gomes da & Homem, Rui Carvalho & Castilho, Maria Teresa (eds.) 1988. Actas do Colóquio comemorativo do VI Centenário do Tratado de Windsor (de 15 a 18 de Outubro de 1986), Porto: Universidade do Porto. Faculdade de Letras, 41-54 [em: http://ler.letras.up.pt/uploads/ficheiros/5412.pdf]. ——. 1990. “Quem foi o autor de ‘A compleat account’”. Em: Revista da Faculdade de Letras: Línguas e Literaturas 7, 211-24. ——. 1995. “Imported models: a tradition of English-Language Teaching in Portugal”. 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Nosotros nos proponemos en este artículo abordar, de la sucinta manera que lo permite un trabajo de esta extensión, el estudio de la lexicografía vasca anterior al citado diccionario de Larramendi. En primer término trataremos de poner de relieve sus semejanzas (aunque también sus peculiaridades) con las producciones lexicográficas de su entorno europeo, para, a renglón seguido, trazar una relación cronológica de todos los repertorios lexicográficos vascos del periodo tratado, detallando algunas de las principales características de cada uno de los mismos: autoría, título, orden de las lenguas, número de entradas, fuentes, estudios críticos, etc. Palabras clave: Lexicografía, Euskera, Lingüística histórica. Abstract According to academic literature, the 1745 publication of Larramendi’s Diccionario Trilingue del Castellano, Bascuence y Latin represents the first important example of old Basque lexicography. In this article, we propose to examine, to the extent the length of this text permits, Basque lexicography prior to Larramendi’s dictionary. First, we will try to highlight its similarities (as well as it peculiarities) with the lexicographical works of European counterparts and then, provide a chronological assessment of all Basque lexicography of the period, while attempting to detail some of the principal characteristics of each: authorship, title, order of languages, length, sources, critical studies, etc. Key words: Lexicography, Basque language, Historical linguistics. 1. Introducción 1.1 Objeto de estudio Nuestro propósito en este trabajo es el de abarcar el somero examen de la lexicografía vasca desde sus tímidos inicios en el Codex Calixtinus de mediados del siglo XII hasta la publicación en 1745 del Diccionario Trilingue del castellano, bascuence y latin de Larramendi, obra que, aun con todas sus carencias, puede ser considerada como el primer hito de la lexicografía eusquérica. Artículo recibido el 19/07/2012 y aceptado el 01/10/2012 BSEHL 8 (2012), 43-71 Josu M. Zulaika Hernández Son varios los autores que en los últimos años se han ocupado del estudio de la lexicografía vasca antigua en su conjunto. Podemos destacar entre ellos los eruditos trabajos de Arzamendi (1981), Urkizu (1989, I, 467-74), Azkarate (1991), Lakarra (1992, 1996 y 2001), Gómez (1997), Urgell (1997 y 2003), Cid (2010) o, finalmente y de manera muy especial, Gómez y Urgell (2010, 295308). Además, los principales repertorios lexicográficos vascos antiguos han sido objeto de análisis por una gran diversidad de autores entre los que, en no pocas ocasiones, descuellan algunos de los más eminentes vascólogos de todos los tiempos. No podemos pretender, por ello, sustituir ni menos aún enmendar tan ingente trabajo, sino tan solo tratar de organizar y actualizar en la medida de lo posible un corpus de estudios un tanto disperso. Si bien nuestra aspiración, siempre a modo de desiderata, es la de incluir la revista de todos los diccionarios, vocabularios y simples listados de palabras anteriores a la ya citada obra de Larramendi, huelga decir que, salvo que quisiéramos hacer de este un trabajo interminable, de alguna manera hay que limitar el objeto de estudio. Así, y desde un punto de vista cuantitativo, sólo abordaremos el examen de aquellas producciones lexicográficas conformadas por al menos una quincena de vocablos. De tal manera, y a modo de ejemplo, quedarán fuera de nuestra empresa las diferentes relaciones existentes de los nombres vascos de los meses o de los días de la semana1. En cuanto a las restricciones de tipo cualitativo, era en principio nuestra intención la de incluir únicamente el estudio de los vocabularios redactados con afán lexicográfico, entendiendo que el mismo existe siempre que el autor persigue con su obra bien una finalidad didáctica (esto es, el diccionario como instrumento para el aprendizaje de lenguas ajenas o para el perfeccionamiento de la propia), bien la simple plasmación de la muestra de una lengua extraña. Creemos que resulta algo forzado calificar como lexicográficas aquellas relaciones en las que los vocablos son seleccionados por el autor única y exclusivamente como medio instrumental para intentar demostrar un apriorismo: el parentesco o grado de afinidad entre dos o más lenguas distintas. Son motivaciones de otro tipo, y no lexicográficas, las que inspiran estas producciones que, por lo mismo (y la práctica así lo demuestra), adolecen casi siempre de cualquier tipo de rigor. No son pocos los listados de este tipo existentes en la esfera vasca pues es bien conocido el hecho de que vascólogo y etimólogo fueron, hasta no hace mucho, tér- 1 La primera relación de los meses vascos de la que tenemos noticia es la que alguna mano anónima anotó a principios del s. XVI en el ejemplar del Breviario (1501) de Baquedano que se conserva en la Catedral de Pamplona (véase Satrustegi 1987, 19). En cuanto a los nombres vascos de los días de la semana, creemos que habría sido Vinet (1556, 9) el primero en consignarlos, haciéndolo de la siguiente manera: astelehéna, asteártea, asteásquena, orseguná, orsilárea, larúmbata e igándea. 44 BSEHL 8 (2012), 43-71 Breve panorámica de la lexicografía vasca minos poco menos que sinónimos2. De hecho, ya Picaud (ca. 1140, V, 196r), en el que es el primer repertorio lexicográfico vasco conocido, se atreve a ensayar (y sin conocer la lengua vasca) una peculiar propuesta etimológica: “presbiterum: belaterra, quod interpretatur pulcra terra”. Pese a lo que antecede, y atendiendo sobre todo a lo que es la práctica común en nuestro ámbito, finalmente hemos optado por comprender también el estudio de algunos de estos listados etimológicos; concretamente, y por lo que a los autores vascos se refiere, los de Oihenart (1638, I, 44-56) y Larramendi (1728, 47-89)3. 1.2 La lexicografía vasca en el contexto europeo: paralelismos Los historiógrafos de la lexicografía vasca vienen haciendo especial incidencia en los últimos años en la conveniencia, cuando no en la necesidad, de insertar las distintas producciones lexicográficas vascas en el más amplio marco de las corrientes lexicográficas (y lingüísticas en general) europeas de la época. Los paralelismos entre ambas se evidencian, pensamos, tanto al estudiar los diferentes tipos de productos lexicográficos del periodo tratado como al indagar acerca de los modelos de los que se sirvieron los lexicógrafos de la lengua vasca. 1.2.1 Tipos de repertorios lexicográficos Una de las manifestaciones primarias del quehacer lexicográfico europeo fueron las glosas medievales de textos clásicos latinos y griegos. En el ámbito de la lengua vasca podemos hablar de las dos anotaciones que aparecen en las denominadas Glosas Emilianenses del siglo XI: içioqui dugu y guec ajutu eç dugu. Conforme a los criterios cuantitativos expuestos anteriormente, no podemos considerar que ambas glosas tengan la entidad material suficiente como para ser consideradas conformadoras de repertorio lexicográfico alguno, lo cual desde luego no obsta para poner de relieve su extraordinaria importancia. 2 Conviene no perder de vista el hecho de que estamos hablando de una época en la que eran norma las disputas entre los eruditos del momento acerca de cuál hubiese sido la primera lengua hablada en la Península Ibérica. Los vascos, como no podía ser de otra manera, apostaban por la suya, afirmando que además de haber sido la primera también había sido universal en toda España. Hay, efectivamente, toda una serie de obras que incluyen listados de palabras vascas en los que la selección de los distintos términos se llevó a cabo por los autores con finalidades que difícilmente podemos conceptuar como lexicográficas. Tal es el caso, sin ánimo de ser exhaustivos, de la obra De la antigua lengua, poblaciones, y comarcas de las Españas (1587) de Poza; de los Discursos de la antiguedad de la lengua Cantabra Bascongada de Echave (1607, 59-62); o, finalmente, del Origen y Antiguedad de la lengua bascongada (1731) del coronel Perochegui. 3 En cuanto a los autores foráneos aquí estudiados, son listados de este tipo los redactados por Lhuyd (1707, [preliminares]), Parry (1707, 270-89) y Eckhart (1750 [ca. 1718], 28-36). 45 BSEHL 8 (2012), 43-71 Josu M. Zulaika Hernández También en la Edad Media se hallan los inicios de un tipo de literatura: la de los diarios de viaje. En ellos los protagonistas tenían, ocasionalmente, a bien dejar una muestra de alguna de las lenguas con las que entraban en contacto. Y así, ya en el primer libro de viajes de la literatura occidental, el “Iter pro Peregrinis ad Compostellam” del Codex Calixtinus (ca. 1140) de Picaud, aparece el primer vocabulario vasco. Posteriormente, también otros caminantes como Harff, Venturino o Manier, este último ya en el s. XVIII, elaborarían breves listados de voces vascas. Estos modestos trabajos tenían como objeto bien la simple presentación de una lengua exótica (tal sería el caso de Picaud o de Venturino), bien también la elaboración de una muy básica guía de conversación con la que poder satisfacer las necesidades más perentorias del peregrino (como serían los supuestos de Harff y Manier). Muy distinto es el caso del también viajero Willughby, pues los vocabularios que tanto él como su maestro John Ray (ambos destacados miembros de la Royal Society) recogieron en la segunda mitad del s. XVII con ocasión de sus diversas travesías deben enmarcarse, más bien, en aquella máxima de su compatriota Francis Bacon que, en los albores de la era científica, preconizaba la observación directa (y qué mejor para ello que una expedición) como modo de adquisición del conocimiento. La Edad Media dejó paso al Renacimiento, época en la que proliferaron las producciones lexicográficas en nuestro viejo continente, a lo que contribuyeron en muy buena medida tanto el pensamiento humanista como la invención y difusión de la imprenta. De aquella época, concretamente del año 1530, data el pequeño vocabulario vasco que el humanista siciliano Lucio Marineo incluyó en su obra De rerum Hispaniae memorabilibus. Igualmente tuvo una destacada importancia en aquellos tiempos la aparición de la reforma protestante que, a lo largo del siglo XVI, propició la traducción de los textos bíblicos a un buen número de lenguas. De ahí la publicación en 1571 del Iesus Christ Gure Iaunaren Testamentu Berria de Leizarraga (obra que, por cierto, acabaría constituyéndose en una de las fuentes de la que más autores beberían para la elaboración de sus producciones lexicográficas vascas). Asistimos igualmente (dicho sea entre comillas y con las pertinentes reservas) a los primeros ensayos de lo que siglos más tarde sería conocido con el nombre de lingüística comparada. En aquellos sus primigenios balbuceos, los autores generalmente se limitaban a elaborar determinado tipo de obras con las que intentaban ofrecer al lector una muestra del mayor número posible de lenguas: ora mediante la traducción a las mismas de la oratio dominica (en euskara publicaron el padrenuestro, tomándolo del Testamentu Berria de Leizarraga, autores como Vulcanius, Megiser, Merula y Waser), ora elaborando vocabularios multilingües (tal fue el caso del Thesaurus Polyglottus de Megiser o del “Appendix” de Parry). En ocasiones los autores van más allá y pretenden con sus trabajos determinar la posible afinidad entre dos o más lenguas; en cuanto al euskera, 46 BSEHL 8 (2012), 43-71 Breve panorámica de la lexicografía vasca podríamos citar los casos de Sparwenfeld o (en alguno de sus vocabularios) de Lhuyd y de su discípulo Parry, quienes indagaban acerca del posible parentesco entre el vasco y las lenguas celtas. Abundando en la interrelación cultural vasco-europea, podemos afirmar que si Voltoire publicó a principios del siglo XVII una obra titulada L’Interprect ou Traduction du François, Espagnol & Basque (que incluía una serie de consideraciones gramaticales básicas, un vocabulario francés-vasco y unos diálogos), no es sino porque manuales de lenguas muy semejantes venían publicándose con gran profusión por toda Europa desde el siglo XVI. Lo mismo puede predicarse del Modo Breve de Micoleta o del Diccionario de Lubieta, con la única salvedad de que estas dos últimas obras, al parecer hechas por encargo, no fueron impresas. Aun tratándose de trabajos de mayor enjundia que los manuales de lenguas de los que venimos de hablar, parecida función pedagógica tenían las gramáticas bilingües que bulleron en el viejo continente sobre todo a lo largo de los siglos XVII y XVIII. También de este tipo de obras, que solían contener unos vocabularios bilingües más o menos extensos de los idiomas estudiados, hallamos ejemplos en la lengua vasca: la Grammaire Cantabrique (ca. 1714) de Urte y la Gramatica Escuaraz eta Francesez (1741) de Harriet. Parece que también los anónimos glosarios vasco-islandeses de finales del s. XVII podrían cumplir un similar uso práctico-didáctico; en este caso el de facilitar las relaciones comerciales entre islandeses y pescadores vascos. Miglio (2008), empero, matiza esta opinión pues considera que la presencia en dichos vocabularios de términos como, por ejemplo, cielo o infierno bien pudiera responder a un interés puramente intelectual (concretado en el conocimiento de otra lengua y de otra cultura) del compilador o compiladores4. 1.2.2 Modelos de los lexicógrafos del euskera Son constantes a lo largo del tiempo las influencias o, en no pocas ocasiones, directamente las copias entre lexicógrafos, haciendo uso los autores posteriores de las obras de los que les precedieron. Con razón pudo decir Michelena (1960b, 228) que, en este campo, “el plagio, por lo mismo que es usual y acaso inevitable, es tan normal que ni la más estricta moral ha llegado a condenarlo”. Con respecto a los concretos modelos de los lexicógrafos vascos, Urgell (1997, 671) señala que son “generalmente foráneos”, ya que “los diccionarios vascos han sido al menos bilingües hasta 1984, y no pocas veces el vasco es la lengua de destino”. 4 Parece inminente la publicación de un cuarto glosario vasco-islandés recientemente descubierto por Miglio en la Houghton Library de la Harvard University. 47 BSEHL 8 (2012), 43-71 Josu M. Zulaika Hernández En efecto, los diccionarios de Elio Antonio de Nebrija sirvieron de modelo para multitud de obras posteriores5, también en el ámbito vasco. De este modo, y como ya pusiera de relieve Gallina (1959, 129), Landuchio tomó del diccionario español-latino de Nebrija6 las entradas castellanas de su Dictionarium Linguae Cantabricae de 1562. Larramendi, por su parte, y como señaló Urgell (2001), se sirvió para la elaboración del Diccionario Trilingue de la macroestructura de otra de las grandes obras lexicográficas españolas: el conocido como Diccionario de Autoridades (1726-1739). De la misma obra, más concretamente de su primer volumen, entresacaría también Larramendi los lemas del listado etimológico que aparece en su libro De la antiguedad y universalidad del Bascuenze en España (1728). Al otro lado de los Pirineos, Oudin publicó en 1607 el Thresor des deux langues françoise et espagnolle, obra que, como las ya citadas de Nebrija, tuvo un notable éxito y múltiples imitadores. Uno de ellos sería Pouvreau en su proyectado Dictionnaire Basque, François, Espagnol et Latin (ca. 1666), especialmente en la parte española del mismo (Kerejeta 1991, 869). Es posible que igualmente Oihenart tomase de la obra de Oudin, al menos en parte, las entradas españolas del glosario etimológico de su Notitia utriusque Vasconiae (1638). También el Testamentu Berria (1571) de Leizarraga está inspirado, como ya dijimos, en las traducciones bíblicas de su entorno europeo; de hecho, y como advierte Kintana (2007, 111-115), uno de sus vocabularios, concretamente el titulado “Testamentu Berrico hitz eta minçatzeco manera difficil bakoitz batzu bere declarationéquin” [= Relación de algunas palabras y expresiones difíciles del Nuevo Testamento], adopta claramente como modelo el “Recueil d’aucuns mots et manieres de parler difficiles du Nouveau Testament, avec leur declaration” del calvinista Nouveau Testament de Ginebra de 1563. Ello también puede aplicarse, aun sin atrevernos a explicitar su concreta fuente, a otro de los glosarios de Leizarraga: el denominado “Testamentu Berrian diraden icen propri Hebraico eta Greco batzuén declarationea” [= Relación de algunos nombres propios hebraicos y griegos que aparecen en el Nuevo Testamento]. William Jones, por su parte, y por encargo de su compatriota galés Lhuyd, utilizaría como guía para las dos versiones de su vocabulario manuscrito latín-inglés-vasco (ca. 1703) el también manuscrito Vocabularium Latinum et Hibernum (1662) del arzobispo Plunket. Tampoco Pierre d’Urte fue original en la elaboración de sus obras, y hoy sabemos merced a Gómez (2010) que el modelo de su Grammaire Cantabrique (ca. 1714) habría sido la gramática de Lily; posiblemente, y entre otras cosas por 5 Especialmente seguido e imitado, cuando no directamente traducido, fue su Lexicon hoc est dictionarium ex sermone latino in hispaniesem (1492), más conocido como Diccionario latino-español. 6 Concretamente, en opinión de Liverani (2004, 144), de la edición de 1516 del mismo. 48 BSEHL 8 (2012), 43-71 Breve panorámica de la lexicografía vasca lo que se refiere a los vocabularios temáticos de la obra de Urte, alguna de las numerosas gramáticas bilingües anglo-francesas que, inspiradas en la de Lily, proliferaron en aquella época, como las de Mauger de las que nos habla Bilbao (2008) o alguna otra similar. En cuanto a su inacabado Dictionarium Latino Cantabricum (ca. 1715), parece que Urte hizo uso de la macroestructura del anónimo Linguae Romanae Dictionarium luculentum novum de 1693. Prosiguiendo en esta senda de búsqueda de analogías vasco-europeas, sabemos gracias a Sáez (2006, 446-8) que los diálogos de L’Interprect (ca. 1620) de Voltoire están tomados de la obra Coloquios familiares muy convenientes (1568) de Meurier. Como igualmente conocemos que los del Modo Breve (1653) de Micoleta son copia del primero de los publicados por Minsheu en su Pleasant and Delightfull Dialogues in Spanish and English (1599), tal y como ya supusiera Samuel Sainthill cuando en 1661 le remitiese a Thomas Browne el manuscrito del Modo Breve (cf. Dodgson 1899). Conocido el modelo de sus diálogos, es seguro que una atenta indagación de los vocabularios de las obras de Voltoire y de Micoleta también nos permitiría hallar la fuente de los mismos. Las entradas francesas del “Dictionaire Alphabetique” de Voltoire guardan cierta similitud con, por ejemplo, las que aparecen en otra obra del recientemente citado Meurier: el Dictionaire Francois-Flameng de 1574. Mientras que en los lemas españoles del “Dictionario breve” de Micoleta parecen resonar, aunque lejanos, los ecos de los trabajos lexicográficos de Nebrija. Y es que, en definitiva, puede decirse sin ambages que, tanto en Vasconia como en el resto de Europa, contados son los redactores de diccionarios cuya obra es auténticamente original. Por ello se hace necesario incidir en la importancia que tiene la indagación de las fuentes de las que se hayan podido nutrir los diferentes autores (sin que obviemos, por supuesto, las dificultades que en ocasiones entraña dicha tarea). 1.3 La escasez de producciones como principal particularidad de la lexicografía vasca con respecto a las de su entorno europeo No obstante todo lo anterior, la producción lexicográfica vasca presenta ciertas peculiaridades con respecto de las de las lenguas vecinas cuyo tratamiento aquí es ineludible; entre otras consideraciones porque las circunstancias causantes de dichas particularidades marcarán decisivamente el devenir no ya sólo de la lexicografía sino de la propia lengua vasca. La creación de los distintos estados europeos, que comenzó en el Renacimiento, aparejó en la mayoría de los casos la elección en cada uno de los mismos de una sola lengua que podríamos denominar oficial y la consiguiente marginación del resto de los idiomas hablados en su territorio. Es sumamente ilustra- 49 BSEHL 8 (2012), 43-71 Josu M. Zulaika Hernández tivo el comprobar que cuando Larramendi, trabajando en solitario, publica en 1745 su Diccionario Trilingue, ya hace muchos años que en Francia y en España se vienen publicando importantes diccionarios monolingües y que tanto la Académie française como la Real Academia Española han dado a la luz, con un importante despliegue de medios humanos y económicos, sus respectivos diccionarios: Le Dictionnaire de l’Académie Françoise en 1694 y el Diccionario de la lengua castellana (más conocido como Diccionario de Autoridades) entre 1726 y 1739. No serían años, sino siglos, los que habrían de transcurrir para que empezasen a elaborarse diccionarios monolingües en lengua vasca7. Pese a todo, fueron varios los autores que se propusieron hacer del euskera una lengua de cultura y que al efecto escribieron, o proyectaron escribir, no sólo diccionarios sino también gramáticas de la lengua vasca8. Estamos hablando, en este sentido, de las figuras y de las obras de Pouvreau, Bela, Bidegaray, Urte, Etcheberri de Sara, Oyanguren y Harriet (así como, aunque de manera más modesta, de las de Voltoire, Micoleta y Lubieta). Lamentablemente la mayoría de estos autores fallecerían sin ver publicadas sus obras, perdiéndose, además, con el devenir de los años los manuscritos de muchas de las mismas. En realidad sólo Larramendi acabaría publicando su gramática y su obra lexicográfica. Es en exceso aventurado el intentar adivinar qué hubiese sido de la cultura y de la lengua vascas si los proyectos de esta pléyade de notables autores hubiesen visto la luz en aquella su época. Lo que no podemos obviar es que en algunos casos (pensemos en las frustradas iniciativas de Bidegaray y de Etcheberri de Sara) fue la propia sociedad vasca, encarnada en las instituciones que la representaban, la culpable de tal lamentable situación de desidia. Tal vez exagerase Vinson (1925, 562) al afirmar que “il semble evident qu’il n’y a pas de littérature basque au sens général du mot”, pero dicha aseveración no hace sino poner de relieve el hecho evidente de que la marginación política, social y cultural del euskera habría de marcar decisivamente el devenir de todas sus manifestaciones, entre las cuales las lexicográficas no serían excepción. 7 Si bien es cierto que hay producciones lexicográficas monolingües de carácter menor como son, en el periodo que ahora tratamos, los tres pequeños vocabularios incluidos en el Testamentu Berria (1571) de Leizarraga y el escueto glosario de Sauguis (a. 1640). 8 La autonomía científica de la lexicografía en modo alguno debe implicar el obviar su estrecha relación con la gramática y con otras ramas de la lingüística aplicada. En efecto, tanto las obras gramaticales como las lexicográficas serán plasmaciones del ideario lingüístico de los distintos autores. Si observamos con atención, comprobaremos que la gramática precede casi siempre cronológicamente al diccionario y que, en consecuencia, este último será siempre fiel reflejo de las ideas lingüísticas expresadas en la primera. 50 BSEHL 8 (2012), 43-71 2. Breve panorámica de la lexicografía vasca Relación cronológica de vocabularios vascos Expondremos en este apartado, ordenados cronológicamente, los trabajos lexicográficos vascos del periodo estudiado. Tras el año de su producción, el nombre del autor y el título del vocabulario si lo tuviere (también el de la obra en la que en su caso esté inserto), añadiremos, de manera muy esquemática, las principales características de cada uno de ellos: el orden de las lenguas, el número de entradas, su ordenación alfabética o temática y, cuando nos sean conocidas, sus fuentes vascas9. A este último respecto conviene aclarar que, al hablar de las fuentes vascas de cada una de las producciones lexicográficas, nos referiremos únicamente a los vocabularios del propio listado en tanto en cuanto uno de ellos pueda haber sido fuente de otro posterior. No haremos, pues, mención a ninguna otra obra que no aparezca en dicha relación, con la única excepción del Testamentu Berria (y ello atendiendo, sobre todo, al hecho de que esta obra de Leizarraga se erige en algunos casos en exclusiva fuente de alguno de los trabajos tratados). Finalmente, señalaremos las diferentes ediciones de los distintos repertorios lexicográficos así como los estudios particulares relativos a cada uno de los mismos. Limitaremos a un máximo de seis el número de ediciones y/o estudios de cada vocabulario, intentando seleccionar (además de su primera mención en el ámbito de la vascología) los que a nuestro juicio son más importantes. Además de estos exámenes individualizados de los que hablamos, el lector deberá tener en cuenta que es obligada la remisión a aquellos estudios generales de los que hablamos más arriba10. Esta que sigue es la relación de los vocabularios vascos conocidos anteriores al de Larramendi: ca. 1140 - PICAUD, Aymeric - [Vocabulario] (Codex Calixtinus) - Latín-vasco; 18 lemas o entradas - Manuscrito de Picaud (ca. 1140, V, 196). Primera edición en Fita (1880, 57-60). Otras ediciones y/o estudios: Vinson (1881b y 1881c); Caro Baroja (1945, 23-32); Michelena (1964, 49-51); Bilbao (1994, 61-84); Trask (1997; 44-5) ca. 1499 - HARFF, Arnold von - “Piscaysche sprach” & “tzellem” (Pilgerfahrt o Pilgertagebuch) - Vasco-germano; 23 lemas 9 En cuanto a las fuentes no vascas, esto es, a los modelos de los que se sirvieron los lexicógrafos del euskera, ya tratamos de las que a día de hoy conocemos en el § 1.2.2. 10 Hablamos de los trabajos ya nombrados en el § 1.1: Arzamendi (1981), Urkizu (1989, I, 467-74), Azkarate (1991), Lakarra (1992, 1996 y 2001), Gómez (1997), Urgell (1997), Urgell (2003), Cid (2010) y Gómez y Urgell (2010, 295-308). 51 BSEHL 8 (2012), 43-71 Josu M. Zulaika Hernández - Manuscrito de Harff (ca. 1499, 200r). Primera edición en Groote (1860, 227). Otras ediciones y/o estudios: Linschmann (1892); Vinson (1892b); Gavel (1922); Michelena (1964, 63-5); Brall-Tuchel & Reichert (2007, 241) 1530 - MARINEO SICULO, Lucio - “Vocant itaque Vascones” & “Habent etiam numerandi modum dicentes” (De rebus Hispaniae memorabilibus) - Latín-vasco; 57 lemas - Primera edición en Marineo Sículo (1530a, 21r). Otras ediciones y/o estudios: Marineo Sículo (1533a, 21r); Abbadie & Chaho (1836, Prolégomènes, 3839); Bonaparte (1879); Vinson (1880a); Urquijo (1925); Michelena (1964, 146-147) 1530 - MARINEO SICULO, Lucio - “Ansi que llaman los Vizcaynos” & “Tiene ansi mesmo orden de contar en esta manera” (De las cosas memorables de España) - Español-vasco; 57 lemas; es copia, cambiando la lengua de las entradas, del anterior - Primera edición en Marineo Sículo (1530b, 29r). Otras ediciones y/o estudios: Marineo Sículo (1533b, 29r). Marineo Siculo (1539, 29r); Bonaparte (1879); Vinson (1880a); Urquijo (1925); Michelena (1964, 146-147) 1562 - LANDUCHIO, Nicholao - Dictionarium Linguae Cantabricae - Español-vasco; 5365 lemas con correspondiente vasco; orden alfabético - Manuscrito de Landuchio (1562). Primera edición en Michelena & Agud (1958). Otras ediciones y/o estudios: Mayáns (1737, I, 46-48); Larramendi (1745, I, xxxv-xxxvi & II, 393-400); Martínez de Madina (1998); Urgell (2008); Núñez (2009) 1571 - LEIZARRAGA, Joannes - “Testamentu Berrian diraden icen propri Hebraico eta Greco batzuén declarationea” [= Relación de algunos nombres propios hebraicos y griegos que aparecen en el Nuevo Testamento] (Iesus Christ Gure Iaunaren Testamentu Berria) [= Nuevo Testamento de Nuestro Señor Jesucristo] - Monolingüe vasco; 128 entradas; orden alfabético - Primera edición en Leizarraga (1571, [apéndices] Mm iii-Mm iv). Otras ediciones y/o estudios: Linschmann & Schuchardt (1900, [apéndices] Mm iiiMm iv); Kintana (2007, 111-115) 1571 - LEIZARRAGA, Joannes 52 BSEHL 8 (2012), 43-71 Breve panorámica de la lexicografía vasca - “Testamentu berrico hitz eta mincatzeco manera difficil bakoitz batzu bere declarationéquin” [= Relación de algunas palabras y expresiones difíciles del Nuevo Testamento] (Iesus Christ Gure Iaunaren Testamentu Berria) - Monolingüe vasco; 94 entradas; orden alfabético - Primera edición en Leizarraga (1571, [apéndices] ã i-ã vii). Otras ediciones y/o estudios: Linschmann & Schuchardt (1900, [apéndices] ã i-ã vii); Kintana (2007, 111-5) 1571 - LEIZARRAGA, Joannes - “Çuberoaco herrian usançatan eztiraden hitz bakoitz batzu hango ançora itzuliac” [= Algunas palabras que no son usuales en Zuberoa traducidas a la manera de allí] (Iesus Christ Gure Iaunaren Testamentu Berria) - Vasco (navarro-labortano)-vasco (suletino); 71 lemas; orden alfabético - Primera edición en Leizarraga (1571, [apéndices] ã vii). Otras ediciones y/o estudios: Bonaparte (1880); Vinson (1880b); Linschmann & Schuchardt (1900, [apéndices] ã vii) 1572 - VENTURINO, Giovanni B. - [Vocabulario] (Dell viaggio fatto dall Illmo. e Rvmo. Card. Alessandrino) - Vasco-italiano; 22 lemas - Manuscrito de Venturino (1572, 390r-391v). Primera edición en Schurhammer (1926). Otras ediciones y/o estudios: Gárate (1942, 107-14); Tellechea (1955) 1597 - VULCANIUS, Bonaventura - “Vocabulorum aliquot Cantabricorum” & “Ratio numerandi apud Cantabros” (De Literis & Lingua Getarum) - Vasco-latín; 120 lemas; orden alfabético - Fuentes: Marineo Siculo (1530a) y Leizarraga (1571) - Primera edición en Vulcanius (1597, 92-96). Otras ediciones y/o estudios: Thomassin (1690, 492-497); Burgaud des Marets (1860); Gárate (1961); Michelena (1963); Oroz (1981) ca. 1600 - ANÓNIMO - “Nonbres de romançe y bascuençe” (Crónica Ibargüen-Cachopín) - Español-vasco; 112 lemas; orden temático - Manuscrito anónimo (ca. 1600, 441-444). Primera edición en Sarasola (1983, 161-73). Otras ediciones y/o estudios: Lezama (1921, 43-44); Arriolabengoa (2008, 131-46) ca. 1600 - ANÓNIMO 53 BSEHL 8 (2012), 43-71 Josu M. Zulaika Hernández - “Indice de algunos vocablos de vascuence reducidos y vertidos en castellano” (Crónica Ibargüen-Cachopín) - Vasco-español; 153 lemas; orden alfabético - Manuscrito anónimo (ca. 1600, 445-9). Primera edición en Sarasola (1983, 16173). Otras ediciones y/o estudios: Lezama (1921, 43-4); Arriolabengoa (2008, 131-46) 1603 - MEGISER, Hieronymus - Thesaurus Polyglottus - Multilingüe, siendo el latín la lengua de las entradas; 133 lemas con correspondiente vasco; orden alfabético - Fuentes: Marineo Siculo (1530a) y Vulcanius (1597), entre otras - Primera edición en Megiser (1603). Otras ediciones y/o estudios: Megiser (1613); Vinson (1891a-1898, II, 715); Urkizu (1986, 346-348); Zulaika (2009a, 308-9) 1605 - MERULA, Paul - “Vocant, inquit, Vascones” & “Habent etiam Numerandi modum, dicentes” (Cosmographiae generalis) - Latín-vasco; 57 lemas - Fuente: Marineo Siculo (1530a) - Primera edición en Merula (1605, 302-3). Otras ediciones y/o estudios: Merula (1621, 230); Merula (1634, 70-1); Merula (1635, 70-1); Vinson (1895); Urquijo (1987); Zulaika (2009a, 311) 1610 - WASER, Caspar - “Vocabulorum aliquot Vasconicorum” (Mithridates Gesneri) - Vasco-latín; 100 lemas; orden alfabético - Fuente: Vulcanius (1597), con la supresión del vocablo haraguia y de la “Ratio numerandi apud Cantabros” - Primera edición en Waser (1610, 135-6). Otros estudios: Oroz (1980, 4) ca. 1620 - VOLTOIRE - “Dictionaire Alphabetique despuis lettre A iusques à V pour compter & pour les Iours, Semaynes, Mois & Ans” (L’Interprect ou Traduction du François Espagnol & Basque) - Francés-vasco; 1172 lemas; orden alfabético - Primera edición en Voltoire (ca. 1620, 41-131). Otras ediciones y/o estudios: Voltoire (1642a y 1642b, 41-131); Brunet (1866); Lakarra (1997); Videgain (2000, i-xi); Sáez (2006); Etxagibel (2010) 54 BSEHL 8 (2012), 43-71 Breve panorámica de la lexicografía vasca ca. 1630 - ETCHEBERRI (DE ZIBURU), Joannes - [Dictionnaire] - Vasco-latín (y puede que alguna otra lengua como el francés) - Manuscrito perdido citado por Oihenart (apud Kerejeta 1991, 884, 890, 894 y 898-899), nuevamente por Oihenart (apud Lafitte 1967, 229) y por Pouvreau (apud Urquijo 1909b, 507-8 y 513-6) 1638 - OIHENART, Arnaud - “De veteri Hispanorum lingua” (Notitia utriusque Vasconiae) - Español-latín-vasco; 135 lemas; orden alfabético - Primera edición en Oihenart (1638, I, 44-56). Otras ediciones y/o estudios: Oihenart (1656, I, 44-56); Garma (1738-1751, I, 234-236); Ramos (1994, 10314) a. 1640 - SAUGUIS, Bertran - [Vocabulario] (Euscaldunen erran çaharrac) [= Antiguos refranes de los vascos] - Vasco (navarro-labortano)-vasco (suletino); 50 lemas - Manuscrito perdido de Sauguis (a. 1640, 24-6). Editado, antes de su desaparición, en Urquijo (1908, 704-5) 1653 - MICOLETA, Rafael de - “Dictionario breve de vocablos los mas usados en vasquense propio” & “Modo de contar” & “Nombres de los dias de la semana” (Modo breve de aprender la lengua vizcayna) - Español-vasco; 935 entradas; orden alfabético - Manuscrito de Micoleta (1653, 5-10). Primera edición en Sanpere (1880). Otras ediciones y/o estudios: Browne (1684, 134-137); Dodgson (1897); Zelaieta (1988 y 1995); Pagola (2002); Bijuesca (2010) 1657 - OIHENART, Arnaud - “Neurtiz hautaco hiz bekanen adigarria. Explication des mots rares qui se rencontrent parmy ces vers” (Les proverbes basques recueillis par le Sr d’Oihenart, plus les poesies basques) - Vasco (con indicación del dialecto al que pertenece cada vocablo)-francés; 116 lemas; orden alfabético - Fuentes: Leizarraga (1571), entre otras - Primera edición en Oihenart (1657, II, 67-75). Otras ediciones y/o estudios: Francisque-Michel (1847, 216-23); Lafon (1955, 167-73); Orpustan (1992, 101-4 y 251-5) 1664 - WILLUGHBY, Francis 55 BSEHL 8 (2012), 43-71 Josu M. Zulaika Hernández - [Vocabulario] [= Glossary] - Multilingüe, siendo el latín la lengua de las entradas; 391 lemas; orden temático - Manuscrito de Willughby (1664). Editado en Trask & Coates (2006) 1665 - OIHENART, Arnaud - [Vocabularios] [= Notes pour le glossaire basque de Pouvreau] - Vasco-francés; 6 cartas con un total de 639 lemas - Fuentes: Etcheberri (ca. 1630), entre otras - Manuscrito de Oihenart (1665). Primera edición en Burgaud des Marets (1866). Otras ediciones y/o estudios: Vinson (1909); Urquijo (1909b); Urquijo (1910); Michelena (1961); Kerejeta (1991) ca. 1666 - POUVREAU, Silvain - [Dictionnaire Basque-François] - Vasco-francés; alrededor de 8500 lemas; orden alfabético, por familias de palabras - Fuentes: Leizarraga (1571); Voltoire (ca. 1620), Etcheberri (ca. 1630); Oihenart (1657) y Oihenart (1665), entre otras - Manuscrito inédito de Pouvreau (ca. 1666a). Estudios: Humboldt (1817, 69); Vinson (1909 y 1910); Urquijo (1909b); Michelena (1961); Lakarra (1995); Etxagibel (2008 y 2010) ca. 1666 - POUVREAU, Silvain - [Dictionnaire Basque-François] - Vasco-francés; alrededor de 8500 lemas; orden alfabético, por familias de palabras; es una versión diferente del anterior, ambas con la función de borradores con los que Pouvreau pensaba completar su proyectado Dictionaire Basque, François, Espagnol et Latin (ver siguiente) - Fuentes: Leizarraga (1571); Voltoire (ca. 1620); Etcheberri (ca. 1630); Oihenart (1657) y Oihenart (1665), entre otras - Manuscrito inédito de Pouvreau (ca. 1666b, 33-200). Estudios: Humboldt (1817, 69); Vinson (1909 y 1910); Urquijo (1909b); Michelena (1961); Lakarra (1995); Etxagibel (2008 y 2010) ca. 1666 - POUVREAU, Silvain - [Dictionaire Basque, François, Espagnol et Latin] - Vasco-francés-español-latín; 512 lemas; orden alfabético, por familias de palabras. - Fuentes: Leizarraga (1571); Voltoire (ca. 1620); Etcheberri (ca. 1630); Oihenart (1657) y Oihenart (1665), entre otras - Manuscrito de Pouvreau (ca. 1666c, 201-6). Editado en Bilbao (1992). Otros es- 56 BSEHL 8 (2012), 43-71 Breve panorámica de la lexicografía vasca tudios: Vinson (1892a, 97-9) a. 1667 1679 - BELA, Jacques de - [Dictionnaire Basque] - ¿Vasco-francés? - Manuscrito perdido citado por el propio Bela (apud Clément-Simon 1894-1895, 219-20 y 295) - BIDEGARAY, Dominique de - [Dictionnaire basque, françois, latin et espagnol] - Vasco-francés-latín-español - Manuscrito perdido citado por el propio Bidegaray (apud Dubarat 1914-1917) ca. 1685 - ANÓNIMO - [Tertii cuiusdam glossarii quae reliqua sunt] [= Glossaria duo Vasco-Islandica] - Vasco-islandés - Manuscrito perdido. Parcialmente editado en Deen (1937). Otros estudios: Bilbao (1991a); Miglio (2008) ca. 1690 - ANÓNIMO - Vocabula Gallica [= Glossaria duo Vasco-Islandica] - Vasco-islandés; 564 lemas; orden temático - Manuscrito anónimo (ca. 1690, 192r-199v). Primera edición en Deen (1937). Otras ediciones y/o estudios: Hualde (1984 y 1991); Oregi (1987); Bilbao (1991a); Knörr (2006) y Miglio (2008) ca. 1690 - ANÓNIMO - Vocabula Biscaica [= Glossaria duo Vasco-Islandica] - Vasco-islandés; 281 lemas; orden temático - Manuscrito anónimo (ca. 1690, 200r-204v). Primera edición en Deen (1937). Otras ediciones y/o estudios: Hualde (1984 y 1991); Oregi (1987); Bilbao (1991a); Knörr (2006); Miglio (2008) ca. 1698 - SPARWENFELD, Johann G. - Specimen linguarum Cantabrica/Iberica et Irlandica/Hibernica - Latín-vasco-gaélico irlandés; 31 lemas - Manuscrito de Sparwenfeld (ca. 1698, 161). Primera edición en McKendry (1997, 521-23). Otras ediciones y/o estudios: Zulaika (2010, 129-31) ca. 1698 - SPARWENFELD, Johann G. - [Vocabulario] 57 BSEHL 8 (2012), 43-71 Josu M. Zulaika Hernández - Español-vasco-gaélico irlandés; 31 lemas; es copia, cambiando la lengua de las entradas, del anterior - Manuscrito de Sparwenfeld (ca. 1698, 161bis-161tris). Primera edición en McKendry (1997, 521-3). Otras ediciones y/o estudios: Zulaika (2010, 129-31) ca. 1703 - LHUYD, Edward - [Vocabulario] [= Hiztegi poliglota] - Vasco-latín o vasco-inglés (y, en ocasiones, alguna otra lengua como el galés o el gaélico irlandés); 303 lemas - Fuentes: Vulcanius (1597) y Micoleta (1653) - Manuscrito de Lhuyd (ca. 1703). Primera edición en Urkizu (1983). Otros estudios: Zulaika (2009a, 315) ca. 1703 - LHUYD, Edward & JONES, William - Bascuenza Lingua sive Cantabria [= Dictionarium Latinum, Anglicum, Cantabricum] - Latín-inglés-vasco; 1769 lemas; orden alfabético - Fuente: Leizarraga (1571) - Manuscrito de Lhuyd & Jones (ca. 1703a). Edición parcial en Abbott (1906). Otros estudios: Abbott (1905); Dodgson (1905); Zulaika (2009a, 316-7) ca. 1703 - LHUYD, Edward & JONES, William - [Vocabulario] [= Latin-Basque Vocabulary] - Latín-vasco-inglés; 601 lemas; orden alfabético; es copia parcial, y cambiando el orden de las lenguas, del anterior - Fuente: Leizarraga (1571) - Manuscrito inédito de Lhuyd & Jones (ca. 1703b). Citado en Abbott (1900, 381) 1707 - LHUYD, Edward - “At Y Kymry” (Archaeologia Britannica) - Gaélico irlandés-vasco; 99 lemas; orden alfabético - Fuentes: Leizarraga (1571) y Micoleta (1653) - Primera edición en Lhuyd (1707, [preliminares]). Otras ediciones y/o estudios: Nicolson (1724, 224-8); Malcolme (1738, 14-7); Zulaika (2009a, 317-20) 1707 - PARRY, David - “An essay towards a British Etymologicon” (Archaeologia Britannica) - Multilingüe, siendo el inglés la lengua de las entradas; 145 lemas con correspondiente vasco; orden alfabético - Fuentes: Leizarraga (1571), Vulcanius (1597), Megiser (1603) y Micoleta (1653) 58 BSEHL 8 (2012), 43-71 Breve panorámica de la lexicografía vasca - Primera edición en Parry (1707, 270-89). Otras ediciones y/o estudios: Zulaika (2009a, 321-26) 1707 - PARRY, David - “Appendix voces aliquot quotidianis & Maxime antiqui usus plerisque Europeae linguis completans” (Archaeologia Britannica) - Multilingüe, siendo el latín la lengua de las entradas; 125 lemas con correspondiente vasco; orden alfabético - Fuentes: Leizarraga (1571), Vulcanius (1597), Megiser (1603) y Micoleta (1653) - Primera edición en Parry (1707, 290-8). Otras ediciones y/o estudios: Urkizu (1989, I, 56-63); Zulaika (2009a, 326-8) 1707 - AA, Pieter van der - “Als by voorbeeld” & “Zie hier hun wijze en bewoording van tellen” (Beschryving van Spanjen en Portugal) - Holandés-vasco; 60 entradas - Fuentes: Marineo Siculo (1530a), más el vocablo andria (een getrouwde Vrouw) - Primera edición en Aa (1707, I, 41) 1707 - ÁLVAREZ DE COLMENAR, Juan - “Ils apèlent” & “Voici comme ils comptent” (Les delices de l’Espagne et du Portugal) - Francés-vasco; 60 entradas; es copia, cambiando la lengua de las entradas, del anterior - Fuentes: Marineo Siculo (1530a), más el vocablo andria (une Dame) - Primera edición en Álvarez (1707, I, 108-9). Otras ediciones y/o estudios: Álvarez (1715, I, 108-9); Álvarez (1741, II, 52); Vinson (1895, 267) ca. 1712 - ETCHEBERRI (DE SARA), Joannes - [Escuaraz, Latinez, Francesez eta Espainolez Hitzteguia] - Vasco-latín-francés-español - Manuscrito perdido citado por el propio Etcheberri (apud Urquijo 1907, 320) y por Larramendi (1745, I, xxxvi) ca. 1714 - FRÉRET, Nicolas - Vocabulaire Basque tiré de la traduction du Nouveau Testament par Leiçarraga - Vasco-latín; 1215 lemas - Fuente: Leizarraga (1571) - Manuscrito de Fréret (ca. 1714) ). Primera ed. en Zulaika (En prensa). Otros estudios: Bullet (1759, II, Préface); Hurch (2002, 95); Zulaika (2008, 121-6) 59 BSEHL 8 (2012), 43-71 ca. 1714 ca. 1715 ca. 1718 ca. 1723 Josu M. Zulaika Hernández - URTE, Pierre d’ - [Vocabularios] (Grammaire Cantabrique) - Francés-vasco; 1232 entradas; orden temático - Manuscrito de Urte (ca. 1714, 15-43). Primera edición en Vinson & Clark (1893 y 1894). Otras ediciones y/o estudios: Webster (1900, 15-55); Lakarra (1994b y 1994c); Bilbao (2008); Zulaika (2009b); Gómez (2010) - URTE, Pierre d’ - Dictionarium Latino Cantabricum - Latín-vasco; más de 25000 entradas; orden alfabético - Manuscrito de Urte (ca. 1715). Primera edición en Urkizu (1989). Otros estudios: Webster (1895); Urquijo (1905, 285); Urkizu (1988); Lakarra (1994b); Zulaika (2009b, 320-323) - ECKHART, Johann G. - [Vocabulario] (De origine germanorum) - Gaélico irlandés-vasco-germano; 47 lemas; orden alfabético - Fuente: Lhuyd (1707) - Primera edición en Eckhart (1750 [ca. 1718], 28-36). Otros estudios: Davillé (1911, 203); Poppe (1986) - OYANGUREN, Melchor de - [Diccionario Trilingüe Tagalog, Castellano, Cántabro] - Tagalo-español-vasco - Manuscrito perdido citado por Castillo (1871, 67) y por Civezza (1879, 440) 1728 - LUBIETA, Joseph D. - [Vocabularios] & [Números] (Diccionario en castellano y bazquence) - Español-vasco; alrededor de 1000 entradas; orden temático - Manuscrito inédito de Lubieta (1728, 249-303, 309-27 y 445-59). Estudios: Bilbao (2011) 1728 - LARRAMENDI, Manuel de - “De las Etymologias de las voces Castellanas” (De la antiguedad y universalidad del Bascuenze en España) - Español-vasco; 140 lemas; orden alfabético - Fuentes: Oihenart (1638), entre otras - Primera edición en Larramendi (1728, 47-89). Otros estudios: Urgell (2009b) 1736 - MANIER, Guillaume - “Quelques mots de cette langue biscayenne” (Voyage d’Espangne fait en 1726) 60 BSEHL 8 (2012), 43-71 Breve panorámica de la lexicografía vasca - Francés-vasco; 71 entradas - Manuscrito de Manier (1736, 215-7). Primera edición en Vinson (1891b) 1741 - HARRIET, Martin - “Dictionarioa Escuaraz eta Francesez” (Gramatica Escuaraz eta Francesez) - Vasco-francés; 1589 entradas; orden alfabético - Fuentes: Leizarraga (1571) y Voltoire (ca. 1620), entre otras - Primera edición en Harriet (1741, 268-323). Otras ediciones y/o estudios: Larramendi (1745, I, xxxv); Aizquibel ([1883], I, v); Lécluse (1826, 123-169); Lakarra (1991); Lakarra (1994a); Urgell (2009a) 1741 - HARRIET, Martin - “Dictionnaire François & Basque” (Gramatica Escuaraz eta Francesez) - Francés-vasco; 3192 entradas; orden alfabético - Fuentes: Leizarraga (1571) y Voltoire (ca. 1620), entre otras - Primera edición en Harriet (1741, 324-440). Otras ediciones y/o estudios: Larramendi (1745, I, xxxv); Aizquibel ([1883], I, v); Lécluse (1826, 175212); Lakarra (1991); Lakarra (1994a); Urgell (2009a) ca. 1741 - HARRIET, Martin - [Dictionnaire Basque] - ¿Francés-vasco? - Manuscrito perdido citado por el propio Harriet (1741, 504-5) Referencias bibliográficas Fuentes primarias [Aa, Pieter van der]. 1707. Beschryving van Spanjen en Portugal (5 partes en 1 vol.) Leyden: Pieter Vander Aa. Álvarez de Colmenar, Juan (seudónimo). 1707. Les delices de l’Espagne et du Portugal (5 vols.) Leide: Pierre Vander Aa. (Reed. en Leide: Pierre Vander Aa, 1715, y en Amsterdam: F. L’Honoré, 1741). Anónimo. ca. 1600. “Nonbres de romançe y bascuençe” & “Indice de algunos vocablos de vascuence reducidos y vertidos en castellano”. En: Íñiguez de Ibargüen, Juan & Cachopín. Coronica General Española y Sumaria de la Cassa Vizcaina [= Crónica Ibargüen-Cachopín]. Ms. 11760 de la Biblioteca Nacional de España, ff. 441-9. 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Zulaika Hernández zulaika@telefonica.net   BSEHL 8 (2012), 73-94 Sónia Duarte El castellano en la ortografía portuguesa: El caso de João Franco Barreto* Resumen Como explica Ponce de León (2005, 675-6), previamente a la publicación en el siglo XIX de materiales específicamente orientados para el estudio del castellano, éste cumple ya un papel destacado en la gramaticografía, ortografía y lexicografía portuguesas y latino-portuguesas. Si bien el alcance de esa presencia ya ha merecido alguna atención específica desde la investigación historiográfica –como ilustran, en los últimos años, los estudios de Rodríguez (2005), Ponce de León (2006b), Salas Quesada (2006) y Duarte (en prensa)–, están aun por explotar muchos textos. Una de las obras sobre las que cabe ahondar es precisamente la de João Franco Barreto, aunque ya ha merecido importantes comentarios desde ese enfoque en los estudios de Gonçalves (2003, 872-3) y Ponce de Léon (2006a y 2006b). En este trabajo se tratará de hacer el acopio e interpretación de las referencias explícitas al castellano en la Ortografia de Barreto, procurando analizarlas desde las finalidades que cumplen ahí y las representaciones subyacentes Con ello se procurará demostrar que la obra de Barreto contiene información valiosa sobre el castellano y que la plantea desde una perspectiva que no coincide con la de enfrentamiento que marcó la tradición anterior y que, aunque con otros contornos, siguió condicionando la presencia del castellano en la tradición portuguesa de los siglos siguientes. Palabras clave: João Franco Barreto, ortografía portuguesa, siglo XVII, representaciones lingüísticas. Abstract As Ponce de León (2005, 675-6) explains, prior to the publication in the nineteenth century of materials specifically orientated to the study of Spanish, this language already plays an important role in Portuguese and Latin-Portuguese gramaticography, orthography and lexicography. Although the impact of its presence has already received some specific attention from historiographical research –as, in the last years, illustrate the works of Rodríguez (2005), Ponce de León (2006b), Salas Quesada (2006) and Duarte (in print)–, several texts are yet to be explored. One of the works that still deserves further investigation is precisely João Franco Barreto’s, though it has already received some important comments from this point of view on the works of Gonçalves (2003, 872-3) and Ponce de Léon (2006a and 2006b). * Este trabajo se ha realizado en el ámbito de las actividades de doctorado financiadas por la Fundação de Ciência y Tecnologia (SFRH/BD/74989/2010) y supeditadas al proyecto de tesis “La lengua y la gramaticografía españolas desde la historiografía gramatical portuguesa (1623-1848)”, inscrito en el Departamento de Filología Hispánica y Clásica de la Universidad de León y realizado bajo dirección de la doctora D.ª María Dolores Martínez Gavilán. Artículo recibido el 30/07/2012 y aceptado el 10/11/2012 BSEHL 8 (2012), 73-94 Sónia Duarte This paper engages on the listing and interpretation of the explicit references to the Spanish language in Barreto’s Ortografia, trying to analyse them while focusing primarily on the goals that they serve there and its underlying representations. On doing so, the paper attempts to demonstrate that Barreto’s work contains precious information on the Spanish language and that it does not share the conflictive point of view that prevailed in the previous tradition, and that, although with other features, kept determining the presence of Spanish in the Portuguese tradition in the following centuries. Keywords: João Franco Barreto, portuguese orthography, seventeenth century, language representations. 1. Nota biobibliográfica En las obras de Machado (1741, II, 664-6) y Silva (1859, III, 379-80; 1862, VII, 416; 1883, X, 264-5) está recogida gran parte de la información de tipo biobibliográfico sobre João Franco Barreto, aunque –como también en aquellas se pone de relieve– siguen faltando datos básicos. En efecto, se conocen su fecha y lugar de nacimiento (Lisboa, 1600), pero se ignoran los datos sobre su muerte1. La bibliografía consultada informa también sobre su formación en derecho y su actividad militar, diplomática, eclesiástica y filológica. Interesa aquí centrar el enfoque en esta última vertiente y resaltar dos aspectos: i) su labor como mestre de letras de los hijos de Don Francisco de Melo (?-ca. 1652)2; ii) sus escritos, entre los que predominan las obras de corte histórico o literario –en efecto, la Ortografia da Língua Portugueza (Lisboa, 1671) es su único texto metagramatical. De estos datos cabe poner de relieve los que puedan aportar información sobre la relación del autor con España y con el castellano. En primer lugar está, naturalmente, el hecho de que su vida transcurre parcialmente durante el periodo de la monarquía dual (1580-1640) y totalmente en el periodo del bilingüismo literario en territorio portugués (siglos XV-XVIII)3. El especial marco político y el conflictivo tono de las relaciones peninsulares podrá haberlos sentido con particular proximidad a través de la convivencia con el citado Francisco de Melo –una figura destacada en el proceso de restauración de la independencia portuguesa, según datos recogidos en Serrão (1975, 247-8). Además de tomar parte en la educación de los hijos de Melo, Barreto fue su secretario en la embajada enviada a Francia por D. João IV en 1641 y le dedica precisamente la obra que in1 Silva (1859, III, 279), no obstante, deja constancia de que aún vivía en 1674. Cabe advertir que se trata del montero mayor y embajador Francisco de Melo, y no del escritor Francisco Manuel de Melo (1608-1666). La información sobre estas figuras está recogida de Serrão (1975, IV, 247-9). 3 Este marco cronológico es el que proponen Vázquez Cuesta (1981, 42-62), Buescu (2004) y García Martín (2008, 15) en cuyos estudios se puede encontrar información detallada sobre esta materia. 2 74 BSEHL 8 (2012), 73-94 El castellano en la ortografía portuguesa tegra el corpus, como se puede comprobar en la portada y dedicatoria de la misma. En segundo lugar, dentro de los datos que lo ponen en contacto con la historia y cultura españolas, están los que aporta su propia obra. Entre los textos impresos, se le tribuye un opúsculo intitulado Puras Verdades (Lisboa, [1641]4), cuyo contenido Silva (1883, X, 265) describe como “relativo a acclamação de el-rei D. João IV e á restauração do reino, exaltando o esforço dos portuguezes contra o domínio castelhano”5. Por su parte, entre las obras inéditas de Barreto, destaca la Bibliotheca Portugueza –una recopilación de información sobre autores portugueses, en la que se basa la Bibliotheca Lusitana (Lisboa 1741) de Diogo Barbosa Machado, como explica el mismo Machado en el prólogo y en la entrada que le dedica a Barreto. Aunque la Bibliotheca Portugueza tenga por objeto los autores portugueses, esta da cuenta de la amplia cultura bibliográfica de Barreto y, por lo tanto, es posible que en ella existiera información valiosa sobre el conocimiento de los autores españoles por parte de Barreto –no obstante, como informa el mismo Silva (1859, III, 380), la obra no está localizada. En lo que atañe a sus conocimientos del castellano, además de los datos aportados en su Ortografía y analizados en este trabajo6, se sabe asimismo que tradujo del castellano Flos Sanctorum. Historia das vidas, e obras insignes dos Santos pelo Reverendo Padre Pedro de Ribadeneyra da Companhia de JESUS, e de outros Authores traduzida de Caftelhano em Portuguez (Lisboa 1674). Dicho esto, importa centrarnos en la obra de la que se ocupa este estudio y de la que, según se sabe, no hubo más que una edición, pero que ya han puesto de relieve los trabajos de Kemmler (2001, 197-205), Gonçalves (2003, 870-94) y Ponce de León (2006a). Asimismo, Gonçalves (2003, 871, 894) y Ponce de León (2006a, 48) subrayan la singularidad de este texto en aspectos como la indicación explícita de sus fuentes, la inclusión de una parte significativa dedicada a cuestiones morfológicas (capítulos VI a XIV) y la originalidad de su teoría metaortográfica. 4 La información sobre la fecha, como advierte Silva (1883, X, 265), se retira de la fecha de fijación de la tasa. 5 Se ha de puntualizar que Silva no determina con seguridad la autoría de ese folleto publicado anónimamente, como ilustra el título completo, presentado igualmente por Silva: “PURAS VERDADES DA MUSA PORTUGUEZA / COMPOSTAS POR HUM CURIOSO PORTUGUES: OFFERECIDAS A SANTO ANTONIO”. 6 Cabe advertir que el análisis que aquí se lleva a cabo está enfocado sobre todo desde el punto de vista de las finalidades subyacentes a la exposición de los datos expresos y de las representaciones subyacentes a ellos. Aunque sería oportuno realizar igualmente un estudio de la interlengua de Barreto en los ejemplos presentados por él en su Ortografia, eso superaría con creces los objetivos de este trabajo. 75 BSEHL 8 (2012), 73-94 2. Sónia Duarte La percepción de la lengua Como ya ha puesto de relieve Ponce de León (2005, 675-6), en las obras publicadas sobre el portugués, entre los siglos XVI y XVIII, salvo contadas excepciones7, el castellano funciona fundamentalmente como paradigma contrastivo o de referencia y obedece esencialmente a tres finalidades: i) una estrategia didáctica, bien para la enseñanza del latín, bien para la del portugués; ii) una estrategia de exaltación del portugués; iii) una estrategia editorial de difusión de la gramática o del léxico destinada a los hispanohablantes. En la Ortografia de Barreto las referencias al castellano8 cumplen fundamentalmente con dos de esas finalidades estratégicas, a veces superpuestas, y en función de las cuales se organizará este apartado. 2.1 Afirmación del portugués Como explica Buescu (1983, 225) –que sigue a Stegagno-Pichio (1959, 13)9–, en los gramáticos del siglo XVI, el particular marco teórico e ideológico (“a questão da língua em Portugal”) que conforma esta estrategia no permite separar las referencias al latín de las que se hacen al castellano: Ora o binómio português/castelhano, aparentemente adversativo do binómio latim/português traz, afinal, a neutralização deste, na medida em que a posição em relação ao castelhano releva duma praxis: apresenta a iminência de um risco que os humanistas pressentem. O do predomínio de uma língua competitiva, forma de expressão de uma nação de algum modo rival –em termos objetivos mais poderosa– no plano político interno e também no plano duma política expansionista e imperial. Assim a reaproximação com o Latim representa o estreitamento de um vínculo que, sendo tutelar, é também libertador (Buescu 1983, 225). Ponce de León (2006a, 50), al tiempo que trata de situar en la tradición gramaticográfica portuguesa o latino-portuguesa los capítulos de Barreto sobre las partes de la oración, pone de manifiesto que el cotejo entre el latín y el portugués constituye un rasgo destacado de esas páginas. Cabe aquí averiguar si en la totalidad de la obra ortográfica de Barreto el acercamiento a la lengua latina cumple 7 Es el caso de Porta de linguas de Amaro de Roboredo (Lisboa 1623), “en la medida en que es totalmente consciente de que con la Ianua linguarum-Porta de linguas, los portugueses que desconozcan el español podrán aprenderlo” (Ponce de León 2005, 675). 8 En este trabajo se preferirá el término castellano sobre el término español. Como explica García Martín (2008, 15, n.2), comentando el uso de estos términos durante la época de bilingüismo, “la denominación ‘língua espanhola’ en el Portugal de este periodo era utilizada mayormente para referir una lengua hispánica común, que englobaba variantes como ‘português’ y ‘castelhano’”. Para más información, cf. sobre el mismo tema Pensado (1983). 9 No ha sido posible acceder directamente a este texto, por lo que se toma como referencia la cita en Buescu (1983, 222). 76 BSEHL 8 (2012), 73-94 El castellano en la ortografía portuguesa o no con un propósito de exaltación del idioma materno y/o de diferenciación del castellano, como ocurre en la tradición precedente y ponen de manifiesto los estudios de Buescu (1983, 215-36), Vázquez Corredoira (1998, 38-56) y Rodríguez (2005). Cabe empezar por observar que, en el texto objeto de estudio, pese a que las referencias contrastivas al funcionamiento de la gramática latina son efectivamente frecuentes, son pocos los pasajes en los que el autor comenta el distinto grado de acercamiento al latín de ambos idiomas (portugués y castellano), lo cual, a la luz de los pasajes arriba transcritos de Stegagno-Pichio y Buescu, no es una cuestión baladí. Uno de los pocos casos en los que Barreto aporta información al respecto corresponde al siguiente pasaje: Porque muytas cousas podemos dizer ẽ nossa lingoagem, que juntamente seja Latim, & o mostrarão claramente os exemplos seguintes, que aindaque vulgares, & impressos por diversos Autores fazem muyta prova ao que dizemos. [...] Cõ estes ha outros muytos versos, & prosas juntamente impressos, que por evitar prolixidade nã refiro, & desta maneyra se pudera encher muyto papel: o que os Italianos, & Francezes nã podem fazer ẽ sua lingua: nẽ cõ tanta perfeyçã & inteyreza os Castelhanos, por mays que o contrario nos queyram persuadir ẽ suas obras o Mestre Oliva Morales, & o Cathedratico Francisco Martins, & primeyro que elles Marineo Siculo, referidos todos de Aldrete ẽ o principio da lingua Castelhana: & assi do referido claramente se conhece, que a lingua Portugueza he filha legitima da Latina (Barreto 1671, 24-6)10. Si bien no hay aquí una clara valoración subjetiva de la menor proximidad entre el castellano y el latín, tal parece quedar implícito en la denuncia de la intención por parte de la historiografía del castellano de beneficiarse de cierta cercanía lingüística11 y se intuye, asimismo, en otros pasajes. Es lo que ocurre cuando, en el apéndice final con el comentario a las reglas de ortografía de Duarte Nunes de Leão (s.l. 1576)12, en contraposición a la apología de la diferenciación del latín por parte de Leão, Barreto sostiene la opción ortográfica culta en contra de la vulgar, coincidiendo en su discurso con los argumentos nacionalistas usados por 10 En las transcripciones se ha optado en dos casos por la modernización de los grafemas: i) se ha uniformizado con la letra “s” la representación de la sibilante sorda; ii) se ha uniformizado con la letra “v” la representación de la fricativa labiodental sonora. 11 La matización es significativa. Cabe advertir que Barreto marca la gradación en la proximidad con el latín diferenciando entre el lugar que en ella ocupan el castellano, por una parte, y el italiano y el francés por la otra. 12 El citado apartado se intitula Regras Geraes da Ortografia Portugueza per o Licenciado Duarte Nunez, cõ a reposta do Autor á margem y ocupa las páginas 230 a 264. Es oportuno advertir que la obra de Barreto se plantea como una reacción y en muchos casos censura a la de Leão, como ya han subrayado Kemmler (2001, 197-8) y Gonçalves (2003, 874). Barreto no explicita la edición consultada. Aquí se indica la primera, salvo en las citas, donde el texto se reporta a la transcripción que hace Barreto del texto de Leão. 77 BSEHL 8 (2012), 73-94 Sónia Duarte otros autores en el marco de la cuestión de la lengua en Portugal e incluso apoyándose de algún modo en la autoridad de esos mismos autores. Contra isto he o commũ dos doutores ẽ a nossa lingua; cujo parecer he, que tanto tẽ ella mays de excelencia sobre as outras, quando mays se chega ao Latim; donde o nosso poeta fallando de Venus acerca da lingua Portugueza diz; na qual quando imagina cõ pouca corrupçã cre que he Latina (Barreto 1671, 231-2)13. Sea como fuere, en la obra de Barreto, esta cuestión no alcanza la visibilidad ni adquiere el tono programático observable en algunos de los gramáticos lusos anteriores. Aunque el autor demuestra ser consciente del prestigio que acarrea la proximidad con la lengua latina, también relativiza los resultados divergentes presentando, por otra parte, casos de evolución paralela en latín y castellano. Os Castelhanos mudam ẽ h, o f, nos vocabulos que tẽ dos Latinos, & assi de effocare, faba, facies, factor, factum, falco, fames, farina, fartus, fastidium, fasces, februarius, fel, ferire, ferrum, ferramentum, fervere, filius, fillũ, findere, fossa, fæmina, fætor, folium, forma, færmosus, formica, fornax, fugere, fuga, fuligo, fumus, funda, fundum, fungus, furca, furnus, furo, furart, furtum, &c. dizem ahogar, haba, haz, hechor, hado, halcon, hãbre, harina, harto, hastio, hachas, Hebrero, hiel, herir, hierro, herramenta, herver, hijo, hilo, hender, hoz, hẽbra, hedor, hoja, horma, hermozo, hormiga, hornaja, huir, huida, hollin, humo, honda, hongo, horca, horon, hurtar, hurto, ẽ os quaes, & noutros, que por brevidade deyxo, siguimos direytamente a analogia Latina dizendo, afogar, fava, face, feytor, fado, feycã, fome, farinha, farro, fastio, fachas, Fevereyro, fel, firir, ferro, ferramenta, ferver, filho, fio, fẽder, fosso, femea, fedor, folha, forma, fermoso, formiga, fungo, fornalha, fugir, fugida, felugẽ, fumo, fundado, fungã, forca, forno, forã, furtar, furto; onde evidentemente se ve quã bẽ avisinhamos cõ os Latinos. Os Latinos muyto antigos, ufavam do f, por h, & assi diziam forreum, trafo, vefo, fircus, por horreum, traho, veho, hircus; & os Castelhanos diziam tambẽ fijo, por hijo, fazer, por hazer; fidalgo, por hidalgo, &c. (Barreto 1671, 126-7). En efecto, en el pasaje anterior, el recurso al latín no funciona como instrumento de distanciamiento del castellano, sino de diferenciación. Interesa subrayar los límites entre estos conceptos, ya que, una vez que esa diferenciación se produce a partir de un sustrato lingüístico compartido, la referencia al latín parece implicar aquí justamente la percepción de proximidad entre el portugués y el castellano y la consciencia de ciertas regularidades en la evolución lingüística, como está, además, patente en el fragmento siguiente, sobre la formación del plural. Nelle devem acabar todos os pluraes dos nomes, que nós acabamos ẽ ã, & os Castelhanos ẽ on, porque estas duas linguas, como originadas da Latina, saõ analogicas: & assi de coraçã, 13 La afirmación de Leão a la que respecta este pasaje es la siguiente: “Porque não conciste a policia da lingua Portugueza, em as palavras serẽ mũy cõjunctas, & parecidas com as latinas” (Leão apud Barreto 1671, 231). 78 BSEHL 8 (2012), 73-94 El castellano en la ortografía portuguesa cordã, opiniã, roupã, quinhã, sermã, que elles dizem coraçon, cordon, opinion, ropon, quinhon, sermon, diremos corações, cordões, opiniões, roupoẽs, quinhões, sermões: & assi diremos calções, tostões, porquanto elles dizem calçones, tostones, & nã calçães, tostães, como o vulgo circunvisinho de Lisboa costuma, & o que aõde acabar ẽ aẽs, acabam ẽ oẽs, como Capitoẽs, Alemoẽs, ẽ vez de Capitaẽs, Alemaẽs, & semelhantes (Barreto 1671, 104-5)14. Cabe subrayar el especial significado que pueden asumir en Barreto estas correspondencias regulares entre el portugués y el castellano. En efecto, el autor llega a poner a la par la analogía con el castellano y la proximidad con el latín, como criterios de corrección gramatical. Os nomes acabados ẽ al, mudam para o plural o S[corregido en errata], ẽ es, como de mortal, mortaes, & nã mortays, segundo certo ortografo moderno ensina: porque assi o pede a boa analogia da lingua Latina, & correspondencia, que cõ a Castelhana temos. Dizem elles Mortales, animales, finales, iguales, cabales, &c. diremos mortaes, animaes, finaes, iguaes, cabaes, per aes, & nã per ays (Barreto 1671, 190-1). En definitiva, para Barreto, aunque con consecuencias desde el punto de vista de las representaciones construidas sobre los dos idiomas, ni la diferenciación ni la identidad respecto del castellano o del latín parecen configurarse como objetivo. Más bien funcionan como herramienta de descripción lingüística y parte de una estrategia metodológica contrastiva para el aprendizaje del portugués, cuyo objetivo hay, por lo tanto, que enmarcar más exactamente en el plano didáctico, como se procurará desarrollar a continuación. 2.2 Aprendizaje del portugués Por lo general, en la obra de Barreto, los comentarios sobre el funcionamiento del castellano asumen un valor instrumental, porque parecen estar prioritariamente orientados a favorecer la interiorización de las reglas del portugués. 14 La censura de rasgos dialectales en Barreto merece aquí comentario, ya que ese es un tema que, en el marco de la cuestión de la lengua, suele ser especialmente significativo. En efecto, como pone de manifiesto Vázquez Corredoira (1998, 57-63), en la tradición gramaticográfica portuguesa es habitual encontrar, desde el siglo XVI, referencias despectivas a las hablas del norte motivadas por los rasgos que presentan en común con el gallego, el cual, a su vez, representa en esos textos un papel negativo por su permeabilidad y proximidad al castellano. A diferencia de la tradición precedente, en Barreto, las notas sobre los dialectos norteños no parecen integrar una estrategia de distanciamiento del castellano. Por una parte, también se critican rasgos dialectales del sur, como en este pasaje, y justamente porque no tienen por referencia al castellano en determinados hechos de lengua. Por otra parte, hay, asimismo, situaciones en las que ciertos rasgos diferenciadores de las hablas del norte, como el betacismo, van justificados y relativizados por Barreto (Barreto 1671, 171) ya por razones históricas, ya precisamente por el modelo lingüístico del castellano, con el que, en esos aspectos, presentan identidad. 79 BSEHL 8 (2012), 73-94 Sónia Duarte Así, en el ámbito de la descripción de las vocales, el contraste con el castellano permite distinguir más fácilmente las formas sencillas o contractas del artículo femenino en portugués (a / á) y, por lo tanto, cuándo debe o no acentuarse: Para melhor intelligencia dos articulos & saberse quando escrevemos a, ou á, nos governamos pelos Castellanos, desta sorte: dizem elles, Voy a Roma, voy a Toledo; nós diremos tãbẽ, vou a Roma, vou a Toledo; entẽdẽdo que ali o a, nã he articulo, mas preposiçã sẽ articulo; & quandoelles disserem, voy a la India, voy a la Persia, nós diremos, vou a India, vou a Persia; entendendo, que naquelle á se une o articulo cõ a preposiçã [...] (Barreto 1671, 63-4). Del mismo modo, sirve para advertir de la proximidad funcional entre los grafemas <o> y <u> en determinados contextos: Angelo Policiano escrevendo a Bertolameu Scala, diz que algumas terras carecem de o, & ẽ seu lugar uzam de u; [...] Os Castelhanos tãbẽ ẽ lugar de o, quãdo he conjũçã, usam muytas vezes do u (Barreto 1671, 81). O bien para diferenciar los contextos de realización de <y> y de <i>, en los que el ortógrafo detecta rasgos diferenciadores respecto de otros idiomas, entre los que estaría el castellano. Para cõ os Castelhanos serve de consoante, salvo quando he conjunçã, porque entã constitue per si silaba (Barreto 1671, 84). Nós a uzamos cõ muyto acerto, para distinçã de algumas dições, que no soido o i Latino nã difere do y Grego, como diz Ioã Bautista Porta, ẽ o livro, de occultis literarum notis, livro 3. cap. 3. cõ estas palavras; Græcum quoque y é nostris expungimus, cum satis fit notarijs ejus sonum expleri per i, sonum enim utrique characteri cõmunis est. E essa deve ser a razã, porque muytos Castelhanos doutos a excluem de suas composições, como Aldrete, que sómente usou do i Latino, & assi ẽ seus escritos se ve (Barreto 1671, 85). Ultimamente advirto que nehuma diçã nossa começará por esta letra y como fazem os francezes, & os Castelhanos. Os italianos nã a tẽ ẽ seu Abece (Barreto 1671, 87). Al tratar de los diptongos, Barreto contrasta igualmente la situación de disensión que, al respecto, es observable entre los ortógrafos portugueses15 con la de supuesto consenso en otras tradiciones ortográficas como la del castellano16: 15 Los datos recogidos en Kemmler (2001, 159-97) y en Gonçalves (2003, 791-869) respecto del número de diptongos identificados por los ortógrafos portugueses que preceden a Barreto corroboran este retrato: Fernão de Oliveira (1536): 16 diptongos; João de Barros (1540): 7 diptongos; Magalhães Gândavo (1574): no especifica; Duarte Nunes de Leão (1576): 16 diptongos; Amaro de Roboredo (1615): 17 diptongos –información aportada únicamente por Gonçalves (2003, 847)–; 80 BSEHL 8 (2012), 73-94 El castellano en la ortografía portuguesa Em Castelhano ha doze, como diz o Mestre Bertolomeu Ximenes Patam, no dito Epitome da ortografia Latina & Castelhana, que saõ, ae, au, ao, ei, ia, ie, io, oi, ua, ue, ui. Entre nossos ortografos ha muyta variedade, porque ũs querem que sejam quinse, outros dezasseys, outros vinte & quatro: os que eu acho são estes: ae, ãe, ay, ãy, ao, ão, au, ey, eo, eu, ia, ie, io, oe, óe, oy, ou, ua, uy, que são dezanove (Barreto 1671, 95-6). En este pasaje se detecta una contradicción: aunque indica que son doce los diptongos en castellano, Barreto sólo presenta once, como, por cierto, ocurre también en Jiménez Patón (1965 [1614], 70), al que cita aquí como fuente. Aunque lo más probable es que sea sencillamente un calco que comprobará la consulta directa de la obra del autor español, lo cierto es que, además de los susodichos diptongos, Barreto está igualmente convencido de la existencia del diptongo representado por <ey>, como queda claro al referir-se a ello: "he Portuguez, & Castelhano somente [...]” (Barreto 1671, 101). En efecto, el autor sostiene la diferenciación de <ei> y <ey> en castellano, como se concluye del primero de los siguientes fragmentos, en los que el cotejo entre los dos idiomas permite marcar los contextos de uso de determinados diptongos, como los representados gráficamente por <ay, ai, ey, ei, ão, ie, oy>: Nós usaremos sómente do ditongo ay; todas as vezes, que cõ a vogal a, ouver de ir i, & nã soar como i, assi como ẽ ay, pay, amays ensinays, &c. porque usando do ditongo ai póde causar anfibologia, como ẽ esta diçã cay, terceyra pessoa do verbo cayo, no indicativo, que se se escrever cõ i, dirá cai, na primeyra pessoa, do preterito perfeyto; assi say, sai, &c. & aos Castelhanos pola mesma razã convinha muyto uzar dos mesmos, porque diferentemente soará, entre elles ley, ou lei; Rey, ou rei: porque ley, & Rey saõ nomes apelativos, & lei, preterito do verbo leo, rei preterito do verbo rio; & outros muytos, & me espanto de como o nã advertiram ẽ suas ortografias omẽs tã doutos, que a escreveram (Barreto 1671, 99). Este ditongo sucedeo ẽ lugar da antiga terminaçã dos Portuguezes, om, que punham ẽ lugar de an, ou, on, dos Castelhanos, como se ve nestes versos de ũ letreyro antigo. Aqui jaz Simom Antom, Que matou muyto Castelhão E debayxo de seu covom Desafia a quantos são A qual ainda agora guardam algũs de antre Douro, & Minho, & os Galegos, que dizem, fizerom, amárom, Capitom, Cidadom, Tabaliom, Apellaçom, &c. Álvaro Ferreira De Vera (1631): 18 diptongos –información aportada únicamente por Kemmler (2001, 191) –; Bento Pereira (1666): 14 diptongos según Kemmler y 15 según Gonçalves. 16 La realidad metaortográfica castellana no corresponde, sin embargo a una situación de absoluto consenso, como describe Esteve Serrano (1982, 135-6): si bien algunos autores, como Antonio de Nebrija en su Gramática Castellana (Salamanca 1492) defienden un sistema de doce diptongos, otros, como Mateo Alemán en su Ortografía Castellana (México 1609), proponen hasta veinte. 81 BSEHL 8 (2012), 73-94 Sónia Duarte He o mays frequente de nossa lingua, & sobre que ha varias opiniões; a minha he, que para o acertarmosnòs guiaremos pela lingua Castelhana, & os vocabulos, que elle [sic] acabarem ẽ ano, anos, acabaremos nós ẽ ão, aõs; Dizẽ elles, cano, ciudadano, aldeano, mano, vano, sano, vilhano, & no plural, canos, ciudadanos, aldeanos, manos, vanos, sanos,; diremos nós cão, cidadão, aldeão, mão, vão, são, villão; & no plural, caõs, cidadãos, aldeãos, mãos, vaõs, saõs, & outros semelhãtes (Barreto 1671, 100). Delle usamos ẽ pocas dições, como nestas, especie, efigie, Clicie. Entre os Castelhanos he frequẽnte, & tambẽ entre os Italianos (Barreto 1671, 104). Devemos usar este ditongo todas as vezes que despoys de o, ouver de ir i, & nã tiver o i esse seu sõ; [...] E tambẽ o deviam usar os Castelhanos, quando dizem estoy, voy, & outros taes, & nã estoi, voi (Barreto 1671, 105). Es curioso cómo, en el primero y en el último pasajes, además de reforzar didácticamente la justificación de los hechos lingüísticos del portugués, el castellano funciona a la vez como objeto de teorización lingüística per se, ya que no es el castellano el que funciona de referente para el portugués, sino a la inversa. Cabe asimismo observar, en estos mismos pasajes y en el segundo, una valoración negativa, tanto en la referencia crítica a la tradición ortográfica española en su conjunto (en el primero y último pasajes) como en la expresiva elección del ejemplo literario (en el segundo). Por otra parte, en el segundo fragmento transcrito, interesa también llamar la atención sobre el papel que se le asigna al castellano no sólo como referencia para facilitar la formación del plural17, sino también para decidir sobre un aspecto que, como ponen de relieve Gonçalves (2003, 90, 465-6) y Kemmler (2007, 340-7), será objeto de especial atención y polémica en la teoría ortográfica portuguesa: la representación gráfica del diptongo [α̃w̃]. 17 Tema al que Barreto regresa posteriormente, reforzando la utilidad del castellano: "os pluraes mays dificultozos de nossa lingua são os que vẽ de singulares, que soam ẽ am; nos quaes se embaraçã muytos, que cuydam sabem de ortografia, porque tẽ diversas terminações; & para acertar nellas he muyto proveytoso, & necessario ter bastante conhecimento da lingua Castelhana, pola grande correspondencia, que a nossa tẽ, cõ ella. E assi os pluraes, que elles acabam ẽ anes, nós os acabaremos ẽ ães; como de Capitanes Capitães, de Alemanes, Alemães, canes, cães, gavilanes, gaviães, panes, pães, &c. Os pluraes que elles acabam ẽ ones, acabaremos nós ẽ ões; como de sermones, sermões, opiniones, opiniões, corazones, corações, tostones, tostões, equadrones, esquadrões, &c. E assi acabaremos os nomes, que soando ẽ am, forẽ meramente Portuguezes, como tecelões, foliões, travões, de tecelã, foliã, travã; só tiraremos tabaliões de tabaliã Os nomes que elles acabam ẽ ano, nós acabaremos ẽ ãos, como de cortezanos, cortezãos, ciudadanos, cidadãos, aldeanos, aldeãos, Cristianos, Cristãos, hermanos, irmãos, sanos, sãos, vamos, vãos, manos, mãos, paganos, pagãos, zanganos, zangãos; màs de villanos diremos villões, de escrivanos, escrivães, ou escrivões, & de franganos, frangãos" (Barreto 1671, 192). 82 BSEHL 8 (2012), 73-94 El castellano en la ortografía portuguesa Dentro de la descripción de los diptongos, Barreto (1671, 108) comenta igualmente lo que considera falsos diptongos y entre los cuales incluye el representado gráficamente por <ẽe>. Deste ditongo usam os ditos ortografos ẽ os pluraes dos nomes, cujos singulares acabam ẽ ẽ; como de beem, beẽs, vinteẽ, vintẽes, &c. Os quaes pluraes, dizem se nã podem formar ẽ nossa lingua, sẽ o vinculo do til, que liga os dous ee, por nã dizermos bemes, como a razã, & analogia de nossa lingua pedia, nẽ benes, como Castelhanos. Argumentam ẽ falso, porque os taes nomes nẽ os havemos de escrever cõ dous ee, nẽ cõ m ẽ o cabo, màs cõ ũ e, & ũ til, nesta forma; bẽ, vintẽ, nigẽ, aos quaes acrecentando ũ s, que he a nota de nossos pluraes, diremos, bẽs, vintẽs, ningẽs, &c. (Barreto 1671, 109). El castellano parece servir aquí de referente negativo, aunque no queda claro si esa perspectiva la comparte Barreto o es tan sólo la de los autores a los que se enfrenta ahí sobre esos diptongos18. El recurso contrastivo al castellano se hace igualmente para explicar el uso de determinadas consonantes como las representadas en los grafemas <b, v, d, h, m, n, q, r>19, como a continuación se expone y por este orden. Acerca dos Castelhanos cousa he geral trocar o b, por v, & o v, por b; como ja bẽ advertio Aldrete no principio da lingua Castelhana; & que para os notar disso escreveo delles ũ certo Autor. Sobrij homines, & quibus non placet bibere, sed vivere, & ũ Tudesco disse tambẽ, Si beta est veta: Sane bibere est vivere. Verdade he que também os Latinos (como elle mesmo ali diz) mudaram muytas vezes o b, ẽ u, porem nã consoante, màs vogal, dizendo de abfero, abfugio, aufero, aufugio, & semelhantes (Barreto 1671, 114)20. 18 Según datos recogidos en Kemmler (2001, 166-7, 178, 195-6), en la crítica caben tanto la Grammatica da Lingua Portuguesa (Lisboa 1540) de João de Barros y las Regras Gerays (Lisboa 1666) de Bento Pereira –quienes adoptan la grafía <em>–, como la Orthographia da Lingoa Portuguesa (Lisboa 1576) de Duarte Nunes de Leão –quien prefiere la grafía <ẽe> , como también advierte Gonçalves (2003, 880). Y, en efecto, la semejanza con, por ejemplo, el texto de Leão es casi literal: “Os quaes pluraes, se não podẽ formar ẽ nossa lingoa, sem o vinculo do. til. q[ue] liga os dous. ee. por não dizermos, bemes, como a razão & analogia da nossa lingoa pedia, nẽ benes, como Castelhanos” (Leão 1576, 31). Cabe advertir que, en la versión de las Regras transcrita al final de su Ortografia, Barreto, por lo menos en ese aspecto, sigue en la transcripción su propia práctica y propuesta ortográfica (<ẽ>), como enseña el cotejo con el original de Leão. Es asimismo oportuno observar que Barros, a diferencia de Leão, no identifica en la grafía <em> un diptongo y que en el plural de los nombres terminados de esa forma usa la grafía <-ẽes>, como señalan tanto Kemmler (2001, 166-7) como Gonçalves (2003, 805-6). Como pone aun de manifiesto Kemmler (2001, 195-6), Pereira tampoco lo considera un diptongo, pero en el plural prefiere la grafía <-ns>. 19 Del contraste entre los dos idiomas en el uso del grafema <f> (Barreto 1671, 126-7) se ha tratado en el apartado anterior, en el marco de la distinta proximidad que con el latín establecen el castellano y el portugués. 20 De nuevo la aproximación al latín aparece aquí como criterio para valorar los resultados de la evolución lingüística del latín a romance, en este caso, con perjuicio implícito para el castellano. 83 BSEHL 8 (2012), 73-94 Sónia Duarte [...] Quando tratey do B dice, como os nossos Beyrões, & d' entre Douro, & Minho, trocam o b, por v, & o v, por b, màs tambẽ os antigos o faziam, escrevendo Suevi, & Suebi. E os Castelhanos nenhuma diferença fazem de uma a outra (Barreto 1671, 171).21 Nenhũ vocabulo nosso acaba ẽ esta letra, màs somente alguns, que temos peregrinos, como Cid, David, Galaad, & outros taes. Os Castelhanos todos os que nós acabamos ẽ ade, acabam ẽ d, como cidade, piedade, calidade, vontade, verdade, que dizem piedad, calidad, voluntad, verdad, & assi acabam todos os imperativos ẽ o numero singular, como amad, leed, ensenhad [...] (Barreto 1671, 124). Aulo Gelio ẽ o segundo das noytes Aticas diz que os Antigos admittiram o h, ẽ algumas palavras para lhes dar mayor força, & vigor ao sõ; como sintimos ẽ algumas palavras Castelhanas, ẽ que he muyto frequente; aindaque como diz Aldrete, no principio de sua lingua cap. II, lib. 2 ẽ algumas palavras que se aspiravam, se hia ja deyxando o h, & assi por hazer, hormiga, hombre; dizem azer, ormiga, ombre: polo que cõ muyta mays razã nós, que nenhuma palavra pronunciamos da garganta, devemos escrever sẽ h, as palavras que nossos Ortografos aspirantes, como Ario, querem se escrevam per h. como homem, honesto, honestidade, humildade, humillar, humido, humidade, humor, hũ, huma, & semelhantes; más diremos omem, onesto, onestidade, umilde, umildade, umilhar, umido, umidade, umor, ũ, uma (Barreto 1671, 138). Porque o que digo do m. so entre nós se observa inviolavelmente, & ninguẽ o corrompe mays que os Castelhanos, que ordinariamente, antes do b, p, poẽ n, elles saberão a razã, & ate no cabo das dições o pronunciam como n (Barreto 1671, 149)22. Os Castelhanos ẽ lugar de m, final, poẽ sempre n, ẽ o que imitam aos Gregos, porque como dicemos, nestes nehuma diçã sua acaba ẽ m. Porẽ os Castelhanos o fazem cõ tal excesso, que até o am final dos Latinos, convertem ẽ an, ao menos ẽ a pronunciaçã, & assi dizẽ amaban, 21 Curiosamente, aquí el castellano sirve para explicar (o quizás incluso justificar), junto al criterio histórico, el desvío a la norma. Se observa asimismo cómo esto corrobora lo anteriormente dicho sobre las diferencias encontradas entre Barreto y la generalidad de la gramaticografía precedente respecto del tratamiento de los rasgos dialectales del norte. 22 En el caso de final de palabra, el contraste se centra explícitamente sobre la pronunciación e indicia una separación entre la fonética y la grafía. Esa distinción queda aún más clara, en el fragmento transcrito inmediatamente después de éste, donde la expresión “ao menos ẽ a pronunciaçã” puede suscitar dos lecturas: i) el autor sostiene que, aunque el fenómeno en cuestión no se verifique en la grafía, se produce en la oralidad; ii) el autor deja constancia de no estar muy seguro de la dimensión ortográfica de este hecho lingüístico. En el segundo caso, esto representaría un dato significativo sobre el nivel de conocimiento del castellano por parte de Barreto y sobre sus desiguales competencias receptivas y productivas en ese idioma. Ya respecto del uso contrastivo de <m> antes de <b> y <p>, no queda claro a qué planos (ortográfico/fonético) se aplican sus conclusiones. Lo cierto es que la presencia del adverbio ordinariamente presupone la inexistencia de una práctica uniforme, lo cual está corroborado por los estudios historiográficos de Maquieira (2006a, 384-5; 2006b, 519) y Esteve Serrano (2007) sobre la tradición metaortográfica castellana. En estos trabajos se pone de relieve que si bien la postura más extendida desde Nebrija es la de carácter etimológico (opción por <m>), algunos autores adoptan el criterio fonético (opción por <n>). 84 BSEHL 8 (2012), 73-94 El castellano en la ortografía portuguesa legeban, musan, &c. Os Latinos rarissimamente o usam, ẽ suas clausulas; & nós á sua imitaçã ẽ muyto poucas (Barreto 1671, 152)23. [...] Outros tendoa [la letra q] ẽ pouco necessaria, a excluiram do numero delas, como diz Ioã Bautista Porta; & fez Nigidio Figulo, filosofo pithagorico, doutissimo ẽ a gramatica, & contemporaneo de Marco Tullio, que nunca usou do q. dizendo que o mesmo efeyto tinha ẽ tudo o C. & assi muytos vocabulos antigos, que per q. se escreviam como arqus, oqulus; se escreveram despoys per c. arcus, oculus; & de sequor, disseram secutus, de loquor, locutus; & tambẽ uzaram de ũ & de outro promiscuamente; como se ve nos relativos quis, & qui, que nos oblicos fazem cujus, cui. E alguns Castelhanos doutos por quanto, quando, escrevem, cuanto, cuando, &c. (Barreto 1671, 155-6). Sua pronunciaçã a muytas nações he trabalhosa, & cõmũmente aos pividosos; porque ou a deyxam detodo, ou a trastornã, dizẽdo ẽ lugar de prato, pato, ou parto; outros a trocam ẽ l, como de Demostenes dicemos; & por quarto, pronunciam qualto, o que tãbẽ he proprio nos mininos, porque nã tẽ força para o exprimir; & assi o grande poeta Dom Luis de Gõgora. Perque llora la Mariquita? Que chiribica? Chiriba ũ ochabo de oro; Danme ũ qualto de palta y lloro (Barreto 1671, 158-165 [sic - debería ser 159]). Desde la perspectiva del valor de los modelos literarios castellanos, el último fragmento merece especial comentario. Luis de Góngora (1561-1627) –el único poeta español mencionado por Barreto– más bien parece funcionar aquí como antimodelo para ilustrar faltas frecuentes entre los españoles. No obstante, conviene precisar que no hay aquí suficientes datos como para saber si Barreto critica al mismo Góngora o únicamente a los hechos reproducidos por el poeta. Cabe efectivamente, la posibilidad de que lo interprete como una estrategia literaria mimética y no como una falta. Sea como fuere, los datos recogidos en otro punto de la obra legitiman el valor de la literatura en castellano como modelo lingüístico. En el apéndice que reproduce el texto de Leão con los correspondientes comentarios de Barreto, aquel refiere un fenómeno de excesiva vulgarización: añadir una e a las palabras cuyo étimo latino empieza por el grafema <s>24. Barreto discrepa como se ilustra a continuación: Em nenhuma cousa verdadeyramente achey a este Autor mays despropositado, que nesta regra, & assi advirto que tudo o que se nella comprende, se deve fazer ao revez. Porque de ou23 Aquí se puede observar de nuevo la fidelidad o corrupción del latín como criterio de valoración lingüística. 24 Se reproducen a continuación las palabras de Leão: “que não sigamos o abuso, de acrescentar a todas as dições Latinas, que começão em s. hũ e, fazẽdoos sempre demais hũa sillaba, do que teẽ de sua colheita” (Leão apud Barreto 1671, 242). 85 BSEHL 8 (2012), 73-94 Sónia Duarte tro modo toda nossa poesia (como ja noutro lugar dice) & a Castelhana fôra errada (Barreto 1671, 242). Se ha de advertir, sin embargo, que si bien el autor refuerza aquí su creencia en el valor de los modelos literarios españoles para evaluar la corrección lingüística, por otra parte, no se puede concluir de ello que los asuma en lo que atañe al portugués. En el ámbito de los dígrafos <ch, lh, nh>, lo que resalta es el papel del castellano en la distinción entre lo propio y lo ajeno en términos de identidad lingüística, además de la crítica a la opción ortográfica del castellano en estos casos, salvo en el del primero de estos dígrafos, por razones de afinidad con el portugués. & nã saõ as pronuciações deste concurso de letras proprias nossas, como dizem, porque assi pronũciam os Castelhanos, como já mostrey do lh, & do nh, ẽ ella, & niño; he diferente si a escritura, & a nossa mays posta ẽ a razã, que a sua, poys fazem do l, n, & do l, h, não o sendo, nẽ ẽ a figura, nẽ ẽ o soido. E os Italianos a tẽ tambẽ, màs variam, & adulteram, como os Castelhanos as letras, ainda que por outro estilo; fazem do g, antes do l, l, & do l h, como ẽ voglio, & ẽ egli, & tambẽ do g, n, & e do n, h, ẽ ogni, como atràs dice. E assi nẽ ũs nẽ outros pronunciam como escrevem, nẽ escrevem como pronunciam, que he contra o principal fundamento da boa ortografia. Menos rasã me parece teve quẽ quiz mostrar difẽrença na letra c ẽ esta palavra tacha, & Mechanico; porque ẽ tacha faz o h, oficio de letra acerca do Portuguez, & Castelhano, & ẽ mechanico faz oficio de aspiraçã no Latim; porque nós sẽ aspiração devemos escrever mecanico, & outros semelhantes, como ja dicemos (Barreto 1671, 135-6). Quizás pueda verse también en otros lugares una percepción de determinadas estructuras del castellano como ajenas, como parece ocurrir con la propuesta de doble subjuntivo en los paradigmas verbales (Barreto 1671, 49-52): i) el de los tiempos de presente y pasado, formado por la estructura como + indicativo o, en algunos casos, gerundio o infinitivo; ii) el designado “voses proprias do conjuntivo ẽ a lingoagem Portugueza”, formado por la estructura posto que + subjuntivo. Aunque este estudio se centra más bien en las estructuras a partir de las cuales el mismo Barreto ofrece datos expresos sobre el castellano, cabe considerar aquí la información aportada por Ponce de León (2006a, 53-4) respecto del papel que el castellano puede haber desempeñado en este aspecto concreto de la teoría verbal de Barreto, sobre todo para dar cuenta de los límites de las conclusiones que más adelante se sacarán25. Como pone en evidencia Ponce de León (2006a, 25 En efecto, teniendo en cuenta que, en lo que son las referencias explícitas anteriormente expuestas, el número de casos en los que el castellano funciona como referente negativo es inferior a áquellos en los que figura como modelo, sería interesante averiguar en qué medida ese resultado está o no reflejado en las demás opciones lingüísticas, como es el caso del doble subjuntivo. No obstante, tal estudio sobrepasa con creces lo que se ha propuesto como objetivos para este trabajo. 86 BSEHL 8 (2012), 73-94 El castellano en la ortografía portuguesa 54), esta propuesta no parece tener precedente en la gramaticografía del portugués sino tan solo en la latino-portuguesa. El investigador cree que en la base de ello está la edición a cargo de António Velez de los De institutione grammatica libri tres (Évora 1599) de Manuel Álvares, donde se reproduce la misma propuesta de paradigma –en la línea de ediciones anteriores de Álvares, como explica también Ponce de León (2006b, 15526)– y donde se advierte sobre el peligro de la contaminación castellana en la traducción de la construcción latina cum + subjuntivo27. Por lo tanto, de haber tomado el doble subjuntivo de la editio velesiana de Álvares, Barreto conocería igualmente los fundamentos “anticastellanos” de tal propuesta, aunque no los explicite. De acuerdo con lo anteriormente expuesto, parece acertado concluir con Ponce de León (2006a, 53-4; 2006b, 154-7) que la opción de Barreto puede expresar cierto rechazo a la interferencia del castellano, probablemente para evitar el calco de oraciones de tipo causal introducidas por como + subjuntivo, como las que presenta Nebrija en la traducción al castellano de los paradigmas verbales latinos. Sin embargo, el hecho de que Barreto no justifique la opción asumida parece, no obstante, ser igualmente significativo y es lo que distingue su actitud de la que marca el discurso expresamente “anticastellano” de la citada edición de Álvares. Por último, se tratará ahora de las situaciones en las que el cotejo entre los dos idiomas se orienta hacia resultados idénticos. Cuando, en su momento, Barreto trata específicamente de la analogía y préstamo entre lenguas, lo hace sin comentar la especial relación de afinidad entre el castellano y el portugués (Barreto 1671, 29). En efecto, en cierta medida, diluye la similitud entre estos idiomas ilustrándola en ese contexto con una tabla comparativa de determinadas voces afines en ocho idiomas (griego, latín, flamenco28, francés, castellano, italiano, inglés y portugués). Aunque en ese momento no hay otro indicador de una especial analogía entre el portugués y el castellano además de la información que se puede extraer de la tabla en cuestión, lo cierto es que Barreto, en el párrafo siguiente, informa de la percepción de esa especial analogía en la tradición precedente a través de una cita de Origem da lingoa portuguesa (Lisboa 1606) de Nunes de Leão, donde el relieve dado a la lengua castellana (referida de forma aislada) frente a las demás (referidas en conjunto) comunica esa idea. Ẽ ellas tẽ estas, Mano, & Mana, palavras de brandura, cõ que falamos (diz [Nunes de Leão]) aos mininos, ou pessoas, a que queremos bẽ, a que nã ha outra na lingua Espanhola, nẽ nas 26 Ponce de León menciona en concreto la edición de Lisboa, en 1578 y la de Zaragoza, en 1579. 27 Y el mismo planteamiento lo detecta Ponce de León (2006b, 155) en los escolios de la editio princeps de la obra de Álvares (Lisboa 1572). 28 Es ésta la terminología usada por Barreto. 87 BSEHL 8 (2012), 73-94 Sónia Duarte outras, que lhes responda, so os Latinos [continua elle] tẽ uma interjeyção blandientis, que he amabo, que parece vay ter a isto [...] (Barreto 1671, 30)29. Pero también en otras partes de la obra se comenta la identidad entre determinadas estructuras del portugués y del castellano. Aunque ni el número ni el relieve de estas referencias, abajo transcritas, sean especialmente significativos, lo cierto es que matizan los rasgos diferenciadores aportados a lo largo de la obra e insisten en presentar la analogía entre los dos idiomas como criterio de corrección en portugués. Esas notas inciden –como a continuación se observa por este orden– sobre el uso del diptongo representado gráficamente por <io>, la formación del plural, los valores del grafema <c>, los valores de <h> y su pronunciación. Temos este ẽ muytos vocabulos, como saõ beneficio, artificio, exercicio, oficio, vicio, ocio, lirio, imperio, oprobrio, folio, & infinitos outros; & he comũ a Castellanos e Italianos (Barreto 1671, 104). Os nomes acabados ẽ al, mudam para o plural o S[corregido en errata], ẽ es, como de mortal, mortaes, & nã mortays, segundo certo ortografo moderno ensina: porque assi o pede a boa analogia da lingua Latina, & correspondencia, que cõ a Castelhana temos. Dizem elles Mortales, animales, finales, iguales, cabales, &c. diremos mortaes, animaes, finaes, iguaes, cabaes, per aes, & nã per ays [...]. IL [...] Nẽ diremos robijs, màs rubis, & escreveremos como aqui rubi, per u ẽ a primeyra silaba, & nã robi per o, como elle escreve, porque vẽ de ruber; & os Castelhanos, & os Francezes, o escrevem assi rubi, & os Italianos rubino; & os Latinos modernos dizem rubinus [...]. Ol Os nomes acabados ẽ ol, mudam o l, ẽ es, siguindo a analogia, que cõ os Castelhanos temos; polo que diremos Espanhoes, caracoes, soes, como elles Españoles, caracoles, soles (Barreto 1671, 190-1). & o terceyro tambẽ he improprio, que he quando se ajunta cõ h, que se pronuncia assi chapeo, cheiro, chicharo, choro. Chuva. a qual pronunciaçã se nã acha entre os Latinos, Gregos, nẽ Hebraicos, màs he sõ dos Espanhoes [...] (Barreto 1671, 117-8)30. Em nossa lingua (& na Castelhana) não ha duvida que tẽ tres oficios, porque realmente serve de letra, de aspiraçã, & de distinçã (Barreto 1671, 132). Entre os castelhanos tẽ a mesma pronunciaçã ẽ pecho, acha, rechaçar, rechinar, coche; &c (Barreto 1671, 132-3). Aunque no constituya exactamente una referencia a rasgos similares en lo que es la norma del portugués y del castellano, cabe asimismo observar, en el marco de 29 Cabe señalar el uso excepcional del término “espanhola” para referirse a la lengua caste- llana. 30 Ya en este caso, la expresión “espanhoes” parece ajustarse a su acepción más extendida e incluir igualmente a lusohablantes e castellanohablantes. 88 BSEHL 8 (2012), 73-94 El castellano en la ortografía portuguesa las afinidades registradas, la referencia a prácticas censuradas en portugués que ocurren por interferencia del castellano, como sea el uso indistinto de los grafemas <e> e <i> con valor de conjunción, aunque matizando el tono despectivo a la luz de la tradición precedente. E assi cõ pouco fundamento certo escritor nosso moderno usou promiscuamente della & do i, por cõnjunçã, imitando a algũns Castelhanos, que fizeram o mesmo com o e. Sebẽ nã ignoro, que os Antigos ẽ muytos vocabulos, confundiam estas duas letras; dõnde Quintiliano, lib. I, c.4. disse que ẽ here, nẽ o i, nẽ o e, se ouviam distintamente, ẽ Ingrez tẽ grande amizade entre si, de maneyra, que uma supre o lugar da outra, & se usam ás vezes indiferentemente (Barreto 1671, 76). Finalmente, si hasta aquí se han puesto de relieve las representaciones subjetivas que se han procurado identificar en los comentarios de Barreto, cabe ahora subrayar que, en ellos, se ofrece asimismo un importante conjunto de datos contrastivos sobre el funcionamiento objetivo del castellano, sin que se pueda, no obstante, concluir que eso fuera un propósito del autor. En la siguiente tabla, se ha intentado sistematizar y ejemplificar esa información. Fenómenos en contraste Portugués Castellano Páginas 1. Correspondencias vocálicas Ie delle usamos ẽ pocas dições he frecuente 104 -ã / -on coraçã coraçon 104-5 -y nenhuma diçã nossa começará por esta letra y como fazem [...] os Castelhanos 87 2. Correspondencias consonánticas -ade / -ad piedade piedad 124 f/h afogar, fava ahogar, haba 126-7 lh / ll ---- ella 135 nh / ñ ---- niño 135 -m / -n31 ---- amaban 152 q- / c- quanto cuanto 155-6 3. Morfología 31 No se incluye lo que refiere sobre la ocurrencia de n antes de p o b (Barreto 1671, 125), por parecer tratarse de un comentario al uso corriente y no a la norma. Por la misma razón tampoco se incluye en esta tabla la información relativa a las dificultades de los españoles en la pronunciación de la r (Barreto 1671, 158-165 [sic; debería ser 159]). 89 Sónia Duarte BSEHL 8 (2012), 73-94 3.1. Formación del plural -ões / -ones calções calçones 104-5; 192-3 -ãos / -anos cortezãos cortezanos 100; 192-3 -ães / -anes capitães capitanes 192-3 -oes / -oles Espanhoes Espanholes 191 -aes / -ales mortaes mortales 190-1 3.2. Artículo acentuación y contracción con preposición / artículo y preposición por separado à a la 63-4 4. Fonética b≠v / b=v <h>: ausencia/realización de la aspiración nenhuma palavra pronunciamos da garganta [...] cousa he geral trocar o b, por v, & o v, por b; 114 e os Castelhanos nenhuma diferença fazem de uma a outra 171 he muyto frecuente 138 en tabla 29 5. Léxico en tabla Aunque el autor no lo plantea como un objetivo metodológico, esta información constituye una aportación muy significativa en un periodo en el que todavía no estaban publicados en Portugal materiales gramaticográficos para el aprendizaje del idioma, pese a que en Inglaterra James Howell ya había editado el pequeño estudio contrastivo entre el portugués y el castellano –Of the Portugues language or subdialect- que integra su Spanish Grammar (Londres 1662)32. Conviene, sin embargo, recordar, por una parte, que este tipo de información contrasti32 Es oportuno aclarar que el nombre del gramático galés no consta en la lista de autores que Barreto indica haber consultado; tampoco el cotejo entre los datos extraídos de Barreto y el opúsculo de Howell aporta información que sostenga esa hipótesis, ya que apenas hay dos rasgos en común entre los comentados por los dos autores: la variación <f/h> y la presencia de <-d> en final de palabra. En Duarte (2009, 216) se puede encontrar una tabla que sintetiza los rasgos que Howell identifica como diferenciadores entre los dos idiomas. 90 BSEHL 8 (2012), 73-94 El castellano en la ortografía portuguesa va no aparece por primera vez en Barreto, como aquí se expuso anteriormente, siguiendo a Ponce de León (2005, 675-6), y, por otra parte, dar cuenta de que en lo que es el primer material gramaticográfico de corte expresamente contrastivo entre los dos idiomas publicado en Portugal –el Methodo breve, y facil para entender Castelhanos la lengua Portugueza (Lisboa, 1721) de Rafael Bluteau, inserto en su Diccionario castellano y portuguez– (Ponce de León & Duarte 2005), no hay tampoco cualquier referencia explícita a Barreto, ni los datos en común son de tal monta33 como para que se deduzca que el autor francés se haya apoyado en la obra de Barreto. 3. Conclusión Analizados los datos recogidos, se ha de concluir que la presencia del castellano en la obra de Barreto es bastante relevante tanto por su número como por su significado, sobre lo que cabe establecer algunas consideraciones finales: i) desde la perspectiva cuantitativa, la presencia del castellano está justo por debajo del latín y el griego; ii) por otra parte, el elevado número de idiomas considerado34 denuncia una actitud contrastiva generalizada y no especialmente enfocada al castellano; iii) esa diversidad indica igualmente que cabe distinguir el grado de conocimiento que de esos mismos idiomas tiene Barreto, sobre lo cual, por cierto, él mismo advierte, al hablar de los idiomas en la tabla a la que ya se hizo aquí mención, aunque no aclara cuál es la situación con relación al castellano: “se eu fora mais destro ẽ estas Linguas, nã duvido pudera trazer muytos mays exemplos, & ainda mays a proposito, & por ventura cõ outras, que de todo ignoro” (Barreto 1671, 30). iv) cabe asimismo advertir que el número de notas que expresa cierto matiz despectivo respecto del funcionamiento del castellano no alcanza ni siquiera un cuarto del total de referencias35. 33 Las notas contrastivas en común atañen a la presencia / ausencia de <-d> en final de palabra, a la variación <ll/lh>, la correspondencia en castellano de <-ão>, y a la variación <–m; -ão / -n>. En Ponce de León & Duarte (2005, 387-8) se pueden igualmente encontrar tablas que sistematizan la información contrastiva aportada en el texto de Howell. 34 Además de los otros seis idiomas ya indicados en la tabla, a lo largo de la obra hay muchísimas referencias a idiomas tan variopintos como el chino, el hebraico, el alemán, el gallego, el árabe, el polaco, el turco, etc. 35 Corresponden esas referencia negativas a pasajes de las siguientes páginas: 24-6; 99; 105; 149; 159(¿?); 135-6. En total se han podido identificar treinta referencias al castellano. Sobre las dudas que se conservan respecto del pasaje de la p. 159, ya se hizo el oportuno comentario anteriormente en este trabajo. 91 BSEHL 8 (2012), 73-94 Sónia Duarte En definitiva, lo expuesto a lo largo de este estudio sobre la presencia, los propósitos y la valoración de sus comentarios sobre el castellano permite situar a Barreto en una posición sui generis tanto respecto de la tradición precedente –en la que las referencias al castellano están enmarcadas por la cuestión de la lengua en Portugal–, como por la tradición subsiguiente –caracterizada sobre todo por la escasez de comentarios al respecto y, en consecuencia, por la distancia del castellano. Bibliografía Fuentes primarias Barreto, João Franco. 1671. Ortografia da Lingua Portugueza. Lisboa: Joam da Costa. Howell, James. 1662. A New English Grammar Prescribing as certain Rules as the Language will bear, for foreners to learn English. 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Universidade do Porto Centro de Linguística Faculdade de Letras Via Panorâmica, s/n P-4150-564 Porto Sónia Duarte duarte.sonia@sapo.pt 94 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez Nuevas pistas acerca de la edición “no tan fantasma” de la Gramática de la Real Academia Española de 1788 1 Resumen Este artículo pretende desvelar nuevas pistas acerca de un capítulo en torno al cual nuestra tradición historiográfica no ha logrado llegar a un acuerdo: ¿existió una edición de la gramática académica en 1788? Aunque nadie ha encontrado ejemplares de este libro, algunos autores hablan de ella; otros niegan directamente su existencia por la falta de evidencias o bien dudan de su publicación. Nuestro trabajo aspira a servir de enlace de todas estas visiones, intentando demostrar la existencia de la GRAE-1788 por medio de un estudio tipográfico de algunos de los distintos ejemplares con que contamos de la gramática anterior de 1781 en nuestras bibliotecas. Palabras clave: gramática, historiografía, edición, reimpresión, tipografía. Abstract This paper aims to uncover new clues about a disputed chapter in our historiographical tradition: was there an edition of the academic grammar published in 1788? Although no one has found hard copies of this book, some authors speak of it; others, however, directly deny its existence and doubt its publication citing a lack of evidence. Our work intends to serve as a link between these distincs points of view, attempting to prove the existence of the GRAE-1788 through a typographical study of different copies of the previous edition, published in 1781, that we have in our libraries. Key words: grammar, historiography, edition, reprint, typography. Este trabajo pretende desvelar nuevas pistas acerca de un capítulo en torno al cual nuestra tradición historiográfica no ha logrado hasta el momento llegar a un consenso: el de la existencia o no de una edición de la gramática académica en 1788. A juzgar por las notas historiográficas con las que contamos hasta la fe1 Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación FFI2012-35802, titulado “Modelos y representaciones metateóricas en la historia de la lingüística” (Ministerio de Economía y Competividad), dirigido por la Dra. Carmen Galán Rodríguez (Área de Lingüística General, Universidad de Extremadura). Artículo recibido el 31/10/2012 y aceptado el 09/11/2012 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez cha, no queda del todo claro si esta edición debe formar parte o no de las gramáticas oficiales de la Academia. Aunque hasta el momento nadie parece haber demostrado con certeza la existencia del texto, no faltan alusiones directas a él por parte de Sarmiento (cf. 1977 y 1979), que dice que “si se tienen como ediciones las de 1772, 1781, no alcanzamos a ver razón alguna para que se excluya la de 1788” (cf. 1979, 72, n. 21), así como también Taboada Cid (1981, 97), que a pesar de afirmar que no ha podido consultar ningún ejemplar de la edición de 1788 se muestra tajante: “Si se considera la edición de 1781 como la «tercera impresión» a pesar de las leves variaciones que supone con respecto a la de 1771, no hay ninguna razón en contra para catalogar la de 1788 como la 4ª impresión”. Un año más tarde, es el mismo Taboada Cid (cf. 1982) quien publica unas aclaraciones a su propio trabajo, en las que constata una serie de variaciones entre dos de los ejemplares de esta gramática en la Biblioteca Nacional de España, que posteriormente también pudo corroborar entre los hallados en la Biblioteca Universitaria de Salamanca, y que les lleva a afirmar la existencia de una impresión realizada en 1788 de esta obra con un gran número de erratas. Otros autores, de una manera indirecta, también aluden a ella: Fries (cf. 1989, 189), por ejemplo, incluye la edición de 1788 en su bibliografía final, aunque se limita a remitir al estudio de Sarmiento (cf. 1977). Y, del mismo modo, Ridruejo (cf. 1989) habla de una reimpresión sin modificación en esa fecha de 1788, pero solo a la luz de los datos aportados por Taboada Cid2. Más escépticos se muestran los estudios de Rojo (cf. 2001, 32), Gómez Asencio & Garrido Vílchez (cf. 2005, 596) y Garrido Vílchez (cf. 2008, 21-5) que, aunque también apoyados en las palabras de Sarmiento y Taboada Cid, parecen ser más cautelosos y aluden a la posible existencia de una tirada de 1500 ejemplares de la gramática en 1788 en los que se habría mantenido la fecha de edición de 1781 a la luz de una petición de reimpresión de la propia Academia de cuya ejecución no tenemos hasta el momento constancia: Habiendose tratado de reimprimir la Gramática, teniendo presente la Academia, que si se aguarda á q.e se concluyan las correcciones q.e se estan haciendo, segun el corto numero q.e hay de exemplares, llegarian a faltar enteram.te acordó, que desde luego se haga una reimpresion sin alterar nada, y se tiren mil y quinientos exemplares (Libro 16 de Acuerdos, Acta de 1 de julio de 1788). Desde las opiniones claramente a favor de la existencia de la gramática, hasta las más reservadas que la consideran una edición “fantasma” que al parecer nunca se ejecutó, pasando por algunas visiones más cautelosas, lo cierto es que hasta el 2 Por su parte, Hernando García-Cervigón (2006, 6 y 61) no solo se hace eco de la defensa hecha por Taboada Cid sobre la reimpresión de 1788, sino que incluye este texto entre las fuentes directas declaradas como corpus de su investigación a pesar de que en su estudio no hay mención alguna a esta Gramática. 96 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 momento ningún autor ha detectado ejemplares de esta gramática. Nuestro trabajo pretende servir de punto de unión de estas visiones, intentando zanjar el debate actual con un estudio tipográfico de distintos ejemplares de esta obra que, bajo nuestra opinión, nos servirá para aportar nuevas pistas al asunto. Estoy lejos de considerarme un experto en la materia, pero creo que no erraré si afirmo que el examen del montaje de las cajas de imprenta de algunos de los distintos ejemplares con los que contamos en algunas bibliotecas españolas arrojan resultados bastante claros: en efecto, la publicación de esta gramática en 1788 sí se llevó a cabo como una mera reimpresión de la de 1781, en cuya portada se mantuvo el mismo pie de imprenta originario3. Esa es además la razón por la que no aparecen referencias a esta gramática de 1788 ni en Cotarelo (cf. 1928), Conde de la Viñaza (cf. 1893) o BICRES III (cf. Niederehe 2005), ni en otros catálogos y documentos académicos posteriores, en los que no figuran referencias explícitas al texto: así, por ejemplo en la “Advertencia” de la gramática académica de 1870 se afirma que “[…] en 1771 dió á la estampa la primera edicion de su Gramática, reimpresa luégo en 1772, 1781 y 1796, y repetidas veces tambien en el siglo actual” (RAE 1870, XI). Pero estas palabras no invalidan el hecho de que la reimpresión de 1788 se ejecutara. De hecho, nuestra investigación confirma la existencia, no de dos, sino de tres tiradas con composiciones tipográficas diferentes que parecen corroborar la ejecución de la edición de 1788 y nos obliga a catalogar la impresión de 1788 como una publicación oficial de la corporación, en la línea de lo manifestado por Sarmiento (cf. 1979, 72, n. 21) y Taboada Cid (cf. 1981, 97 y 1982, 327). Todo ello si rechazamos, obviamente, otras posibilidades: entre ellas, el hecho de que alguno de estos documentos forme parte de alguna de las ediciones contrahechas que algunos impresores de la época solían realizar de algunos textos con fines lucrativos, cuestión nada desdeñable tratándose de esta época4 o bien, aunque 3 El pie de imprenta no tiene crédito alguno en la época, pues en este momento son posibles múltiples situaciones: reediciones que mantienen el nombre del impresor originario con cambio de año; reediciones que modifican el nombre del impresor pero conservan el año, reediciones con cambios tanto en el impresor como en el año; finalmente, reediciones con el mismo pie de imprenta, tanto para el año como el impresor. No debe extrañarnos, pues, esta práctica, que era común en la época y que afectó años más tarde también a otro texto académico, el de la gramática de 1796, que fue reimpresa por la Real Academia Española sin alteraciones de fechas en 1800, 1802, 1817, 1822 y 1831 –como nos informa Fries (cf. 1989, 189)– además de por otros tantos impresores no autorizados que llevaron a cabo ediciones contrahechas de la obra de las que recientemente he tenido constancia también por medio del estudio tipográfico de varios de los ejemplares que conservamos de esta obra en bibliotecas españolas. 4 En la Advertencia de la 4ª edición de su Compendio de Gramática castellana, según Salvá i otros autores (Caracas, 1849), Vicente González (cf. 1849) nos comenta de la corporación que “desde 1796 no corrige su Gramática i la deja reimprimir por codiciosos especuladores, que la alteran sin tino i sin otro propósito que la ganacia” (cit. por el Conde de la Viñaza, cf. 1893, 336-7). 97 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez menos probable, la posibilidad de que alguno de los modelos pueda corresponderse con las pruebas de imprenta que se mandaban a los académicos para su corrección, hecho que también conocemos por V. Salvá en su “Introducción” al Nuevo diccionario de la lengua castellana, en la que además critica la negligencia mostrada por algunos académicos en esta labor: ¡Cuántas veces no ha omitido la Academia una acepcion, ó la ha definido de otro modo, fundada en el mismo texto que allí se copia! ¡Cuantas ellas y yo hemos encontrado que la cita no era exacta, ó que estaba el defecto en la edicion que los primeros Académicos habian tenido á la vista! (Salvá 21847, IX) Á estos defectos, de que adolecia la edicion octava y en gran parte las anteriores, ha añadido la nona el ser incorrecta hasta un punto inexcusable, pues si el Académico encargado de cuidarla, no pudo por sus ocupaciones, edad avanzada, falta de salud ó de la vista, examinar las pruebas, debieran haberlas leído y cotejado en la imprenta; y ninguna de las dos cosas se ha practicado, según lo prueban el sinnúmero y la clase de erratas (39), y los diversos artículos saltados entera ó parcialmente (40). Habiéndome servido de un ejemplar de ella para ejecutar la mia, he tenido que hacer muchas mas correcciones en el original que enviaba á la imprenta, que en las primeras pruebas, á pesar de estar compuesto el libro por cajistas que ignoran nuestra lengua (Salvá 21847, XVII). No parece que estas situaciones anteriores sean las que rodeen a los ejemplares estudiados, así que no existen motivos, una vez encontradas pruebas de la existencia de diferentes composiciones del texto, para negar que la edición se produjera. Sí nos parece interesante preguntarnos por las razones que llevaron a la Academia a conservar el pie de imprenta en esta edición, a diferencia de la tendencia de cambio de fecha de sus anteriores gramáticas (nos referimos a las de 1772 y 1781), y, aunque en un principio pensamos en el hecho de que quizás ya en estas fechas la Academia empieza a reservar el cambio de fecha para verdaderas nuevas ediciones (diferenciando entre reimpresión y edición), esta idea deja de tener validez si tenemos en cuenta su modo de proceder en otros trabajos graCiertamente, el período que va de finales del XVIII hasta mediados del XIX está marcado por la existencia de constantes ediciones contrahechas de la obra académica (y también de otras) por parte de impresores que veían en estas un negocio para sus imprentas, y que respondían a una ampliación del mercado favorecida por el crecimiento de la alfabetización en la segunda mitad de siglo así como la demanda por parte Hispanoamérica de libros procedentes del viejo continente (acerca del mercado americano, cf. Roldán Vera 2003). La mayor parte de estas ediciones se fraguaron en imprentas francesas, donde desde principios de siglo se acrecienta el interés por la cultura española, especialmente por parte de editores parisienses con un un amplio mercado abierto (codiciado también por los norteamericanos y los ingleses) con Hispanoamérica, en una época en la que –como nos comenta Fernández (cf. 1998)– América se halla bastante desvinculada de España como consecuencia de los procesos de emancipación. Para una mayor información al respecto de algunas de estas ediciones contrahechas de las gramáticas académicas de la época, cf. Gaviño Rodríguez (2010 y 2012). 98 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 maticales posteriores en los que sí cambia el pie de imprenta para obras que reproducen textos gramaticales idénticos. Nuestras pesquisas se han llevado a cabo a partir de algunos de los ejemplares con que contamos de la gramática de 1781 en bibliotecas españolas. En total se han cotejado 13 ejemplares, de procedencias diversas, que constituyen un corpus de textos reunidos sin criterio selectivo alguno, salvo el del alcance o la disponibilidad de la que hemos dispuesto para la consulta de las obras durante el periodo de la investigación. El estudio tipográfico de los ejemplares consultados, procedentes de la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca (USAL), Taylor Institution Library (TIL), Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Biblioteca de la Real Academia Española (RAE), Biblioteca Nacional de España (BNE), Biblioteca Nacional de Colombia (BNC), Biblioteca del Hospital Real de la Universidad de Granada (UGR), Instituto Feijoo del Siglo XVIII de la Universidad de Oviedo (UO)5 nos ha dado como resultado la presencia de tres impresiones de esta gramática, repartidas tal y como sigue en tres modelos que denominaremos en adelante con las letras A, B y C: Modelo A Modelo B Modelo C USAL BG/33162 USAL BG/11246 RAE 35-G-0 TIL FINCH.AA.50 USAL BG/331356 UO IFESXVIII IV A-1 UCM BH FLL 23604 BNE 3/47885 BNE 3/23806 BNE 3/52163 RAE Ac.Esp.III-2 UGR BHR/A-035-480 BNC F. Cuervo 741 En esta época que estudiamos las obras se imprimían a base de tipos movibles, esto es, de la composición manual de las distintas letras de imprenta; este trabajo era muy laborioso porque los cajistas se encargaban de componer manualmente las palabras, líneas y párrafos, bien a partir del original que se les enviaba a la 5 La mayoría de estos ejemplares han sido consultados físicamente, si bien algunos de ellos solo han podido ser cotejados por la digitalización encontrada en internet. En esta situación se encuentran los ejemplares de la Taylor Institution Library y la Universidad Complutense de Madrid, ambos digitalizados por Google, así como el ejemplar de la Biblioteca Nacional de Colombia, accesible también en http://www.bibliotecanacional.gov.co/. 6 De los dos ejemplares del modelo B con que contamos en la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca, BG/11246 presenta peor estado de conservación aunque se conserva completo, mientras que al ejemplar BG/33135 le faltan algunas páginas del Prólogo, en concreto, las que van de la III a la XVIII. 99 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez imprenta, bien a partir de otro ejemplar ya impreso, encargo que requería mucho tiempo y habilidad y que estaba siempre sujeto a diferencias entre los resultados de cada montaje7, de modo que incluso en las portadas de una misma obra, que, por lo general, eran especialmente cuidadas en las imprentas8, encontraremos diferencias cuando estas pertenezcan a distintas tiradas, ya sea por el uso de distintos tipos o su diferente disposición, ya sea por la existencia de cambios textuales9. En la reproducción de las portadas de cada uno de los modelos que hemos encontrado de la gramática de 1781 se cumplen dos de estas características: en líneas generales, los tres modelos de portadas presentan un cuidadoso espaciado interlineal y amplios márgenes, si bien la disposición de los tipos en los modelos tipográficos A es más cuidada y perfecta que en B y C, al presentar mejor encuadre y un espaciado más homogéneo entre todos los tipos (obsérvese al respecto el diferente espaciado de la palabra española en el modelo A con respecto a los otros dos modelos). El espaciado es una operación importante y no siempre es fácil conseguir uniformidad entre todas las palabras proporcionalmente10. Por otro lado, y si examinamos no solo la composición tipográfica global de la portada (todas ellas con el grabado del emblema de la Academia), sino también su composición textual, podemos apuntar una leve variante en la parte baja de la portada del modelo B, en el lugar reservado para la información de la imprenta: POR D. JOAQUIN DE IBARRA IMPRESOR DE CÁMARA | DE S. M. Y DE LA REAL ACADEMIA (modelo A) / POR D. JOAQUIN IBARRA, IMPRESOR DE CÁMARA | DE S. M. Y DE LA REAL ACADEMIA (modelo B) / POR D. JOAQUIN DE IBARRA IMPRESOR DE CÁMARA | DE S. M. Y DE LA REAL ACADEMIA (modelo C)11: 7 Dada la dificultad y minuciosidad exigida en su trabajo, el cajista debía estar, “si fuera posible, instruido en todas las ciencias para llenar completamente todos sus deberes”, tal y como afirma Sigüenza y Vera (1811, 30), discípulo de Ibarra y regente de la Compañía de Impresores y Libreros del Reino, que publicó este tratado de tipografía partiendo de las observaciones de su maestro. 8 Sigüenza y Vera (1811, 26) nos dice al respecto lo siguiente: “Las portadas y títulos como son las que dan hermosura á la obra, y no se pueda fixar regla para ello, así por su varia composicion, como por proceder principalmente del gusto; sin embargo, procurará que una línea no sea igual ni en grado ni en longitud a la que la precede, sino que haya alguna armonía, estudiando bien las voces primordiales para ponerlas mas crecidas”. 9 Para una detallada y clara información técnica y terminológica de la técnica impresora de la época, puede consultarse, entre otros, el primer capítulo de Martín Abad (cf. 2003, 13-43). 10 Al respecto de esta función de espaciado, comenta Sigüenza (cf. 1811, 22-3) que “uno de sus mas principales cuidados será la reparticion de los espacios, de modo que toda la plana que componga esté igual”. 11 Las diferencias textuales en el pie de imprenta se repiten en otras tantas impresiones que Ibarra lleva a cabo por entonces en su oficina, de lo que se deduce que la imprenta no parecía en la época ser especialmente cuidadosa con el hecho de que los datos del impresor aparecieran siempre con idéntico texto y similar disposición. Aparte de las diferencias textuales halladas en estas edi100 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 Portada modelo tipográfico A ciones, encontramos otras variantes en sus publicaciones, ya sea por el uso de distintos tipos y textos, ya sea por las diferentes disposiciones de los tipos en las líneas, según cada obra: a) “POR DON JOAQUIN IBARRA IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M. | Y DE LA REAL ACADEMIA”, que aparece en las portadas de los tres tomos del Quijote de 1780; b) “POR D. JOACHÍN IBARRA, Impresor de Cámara de S. M. | y de la Real Academia”, combinando de tipos de caja alta y caja baja, en las obras de Meléndez Valdes (cf. 1780) y Francisco Agustin de Cisnéros (cf. 1780), por ejemplo; c) “Por D. Joachin Ibarra, Impresor de Cámara de S. M.” (cf. Bails 1779 y Ponz 1780), etc. 101 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez Portada modelo tipográfico B 102 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 Portada modelo tipográfico C Las semejanzas y diferencias que guardan los distintos modelos de estas portadas nos sugieren dos hipótesis, de las cuales consideramos más improbable la primera y más viable la segunda: ¿es el modelo B, único que presenta variante textual, la fuente original a partir de la cual se crean los otros dos ejemplares de manera encadenada o es quizás el último elemento de la cadena de creación? Desde nuestra óptica, el modelo A es el correspondiente a la edición original de 103 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez 1781, por su perfección y la calidad de su impresión, propia del cuidado que se daba a las primeras ediciones gramaticales (es usual que el trabajo en la primera tirada sea más esmerado y detallado que el resto porque esta servía de impresión primera para el lector), además de su singular disposición de tipos frente a los otros dos modelos, siendo los modelos B y C reproducciones posteriores realizadas en cadena. La reproducción del modelo C, que pensamos que puede corresponderse con la edición de la gramática de 1788, se llevó a cabo a partir del modelo A, aunque en ella rece idéntica información en el pie de imprenta, como podremos demostrar fundamentalmente por la idéntica distribución de los tipos y las líneas en algunas de sus páginas. La edición del modelo B, con numerosas erratas y particularidades, es casi con toda seguridad posterior a 1788 y fue realizada a partir del modelo C, razón por la cual la disposición de tipos en su portada es similar a la de este modelo C. Si bien las portadas de las distintas ediciones ya nos aportan pistas sobre la cronología de creación de las distintas obras, conviene a la hora de estudiar tipográficamente una obra no conceder un valor determinante a la portada que, como puede intuirse, se trataba de un elemento que, una vez desaparecida la cubierta, con facilidad se desligaba de la obra global y en ocasiones era restituida años o siglos más tarde por una nueva. No es, sin embargo, esa la situación que nos encontramos en ninguno de los ejemplares de nuestro corpus de obras, ya que las portadas de los distintos ejemplares de cada modelo son plenamente coincidentes entre sí. Aún así, intentaremos demostrar nuestras hipótesis con otros datos que sirvan para corroborar nuestra idea inicial y, en esta línea, seguiremos con el análisis de las composiciones tipográficas que aparecen como cabeceras al inicio de cada parte de la gramática, que nos ayudarán también a extraer algunas conclusiones en la línea de lo comentado: Modelo A Modelo B 104 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 Modelo C Como se aprecia, los tres modelos optan por un sistema de composición tipográfica similar, al menos en lo referente a la primera parte de la gramática, pues en los ejemplares del modelo B se observa una novedosa composición para la segunda parte de la gramática no coincidente con el de los otros dos modelos, que sí eligen una misma composición tipográfica como cabecera del inicio de cada parte de la gramática. Esto no quiere decir, no obstante, que las composiciones tipográficas de A y C sean idénticas: la elaboración manual de la época para la composición de estos elementos, por medio de la colocación manual de las piezas compositivas una a una hasta conformar el dibujo deseado al completo, suele vislumbrar diferencias más o menos palpables en el resultado final. En este sentido, por ejemplo, la primera de las composiciones tipográficas del modelo A, correspondiente a la parte I de la gramática (RAE 1781, 1), tiene orientados al revés cuatro de los seis óvalos que aparecen en el detalle central de la composición, característica esta que no aparece en el resto de composiciones, en las que los óvalos aparecen todos en armonía con una única orientación. Por su parte, la segunda de las composiciones del modelo C, que acompaña el inicio de la parte II de la gramática (RAE 1781, 239), presenta también otra peculiaridad en su parte central, al usar un detalle decorativo (similar a una estrella) diferente al del resto de composiciones, aunque coincidente con el de los laterales de esa parte central. Es suficiente con lo señalado, aunque si fijamos más la atención, no faltarán nuevas distinciones. Llama la atención, como ya hemos apuntado, la particularidad del modelo B, que presenta una diferente composición tipográfica que la singulariza con respecto al resto de modelos y rompe con la armonía que podrían tener estos elementos decorativos entre las dos partes de la gramática. Esta composición tipográfica, exclusiva de este modelo, es repetida posteriormente en estos mismos ejemplares antecediendo al Prólogo. Por su parte, los modelos A y C presentan ambos otra composición: Modelo A Modelo B 105 Modelo C BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez Más concluyente resulta el análisis de los grabados que sirven de remate final para cada parte de la gramática, terreno en el que nuevamente el modelo B queda aislado por la ausencia de estos grabados. Esta característica, acompañada de las composiciones tipográficas arriba analizadas particularizan especialmente esta tirada, no solo en relación con las otras dos que estudiamos, sino también en general con respecto a las dos ediciones anteriores de la gramática académica (publicadas en 1771 y 1772) en las que estos elementos están presentes, y descartan, al mismo tiempo, cualquier posibilidad de considerar los ejemplares del modelo B como edición original de la gramática en 1781 o como modelo que sirviera de base para la edición posterior del modelo C. Los modelos A y C solo coinciden en la reproducción del segundo de los grabados, esto es, el que da fin a la segunda parte del libro de gramática; el grabado que cierra la parte I de la gramática difiere en cada uno de los modelos. Resulta curioso que estas son precisamente las mismas diferencias que hallamos entre los grabados que acompañan a las partes I y II de las ediciones gramaticales de 1771 y 1772, que coinciden con los modelos C y A, respectivamente12: Modelo A 12 El primero de los grabados del modelo A, el correspondiente al final de la primera parte de la gramática de 1781, aparece también en la gramática de 1771 al final del índice, tendencia que desaparece a partir de la segunda edición de la gramática, en el que ya no aparecen grabados en este lugar. Por su parte, el primero de los grabados del modelo C, además de estar presente en la GRAE-1771 aparece también en otras obras de la Imprenta de Ibarra como, por ejemplo, la portada de las Lecciones de clave, y principios de harmonía, de Benito Bails, publicada en 1775. 106 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 Modelo B Modelo C En el ámbito de los filetes y adornos decorativos que aparecen al principio de los capítulos, índices, etc., la cuestión también es esclarecedora y sirve para singularizar aún más el modelo B frente a los otros. Los modelos A y C usan para adornar la tabla de los capítulos y el índice los mismos elementos decorativos que aparecen al principio de las partes de la gramática, mientras que el modelo B usa nuevas composiciones. Por otro lado, los filetes que anteceden a los capítulos en el modelo A son gruesos y dobles, frente a los del modelo C, en el que son dobles pero menos gruesos; finalmente, el modelo B usa filetes simples: 107 BSEHL 8 (2012), 95-118 Modelo A Victoriano Gaviño Rodríguez Modelo B Modelo C En referencia a aspectos textuales, hay que concluir que los diferentes textos presentan pocas diferencias, pero suficientes para aportarnos datos en torno al proceso de elaboración de cada uno de los modelos, especialmente, al de si existió o no una cadena de creación entre los tres modelos y, en caso afirmativo, en qué orden se produjo. Las características encontradas nuevamente nos diferencian los ejemplares A y C de B, y están centradas en los siguientes aspectos: a) Acentuación, con numerosas diferencias entre los modelos (especialmente en la acentuación de algunos tiempos verbales): entonces / entónces (XVIII y 16)13, tienen /tîenen (21), ve / vé (27), ví / vi (65, 66 y 351), abríe /abrie (80), se tornaría, le haría, nos pesaría / se tornaria, le haria, nos pesaria (80), dí / di (126), cupísteis, cupieses / cupisteis, cupiéses (135), cupiereis / cupiéreis (136), pusiéreis / pusiereis (137), quisísteis / quisisteis (138), supísteis / supisteis (139), sabríais / sabriais (140) supiéseis, supiéreis / supieseis, supiereis (140), tendríais / tendriais (141), tuviéreis / tuviereis (142), conduxísteis, conduxérais, conduxéseis, conduxéreis / conduxisteis, conduxerais, conduxeseis, conduxereis (146), sintiérais, sintiéseis, sintiéreis / sintierais, sintieseis, sintiereis (148), durmiérais, durmiéseis, durmiéreis / durmierais, durmieseis, durmiéreis (150), mientras / miéntras (186), fé / fe (186 y 187), tí / ti (192), lejos / léjos (194, 196 y 197), amenos / aménos (195), sábiamente, felízmente / sabiamente, felizmente (205), etc. Aunque Taboada Cid (cf. 1982) sostiene que la mayoría de las correcciones ortográficas que encontramos en el modelo B son erróneas, al entrar en contradicción con el criterio del texto global o con el del modelo A, lo cierto es que un análisis detallado desvelaría, en general, la presencia de erratas o contradicciones internas en todos los modelos analizados. 13 En otras ocasiones, los tres modelos lo reproducen con tilde: entónces / entónces (192 y 194). 108 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 b) Grafías, entre las que destaca la conservación del grupo culto –bs– en el modelo B en palabras como substantivo (3, 4, 6, 9, 31, 46, etc.) substituir (69), substancia (3 y 240), obscuro, obscuridad y obscuramente (206), etc., característica esta última que ya había sido indicada por Taboada Cid (cf. 1982, 326) y Uruburu (cf. 1989, 4) para un ejemplar concreto de la obra (que corresponde con nuestro modelo B) cuyo texto coincidía con el resto pero presentaba abundantes erratas, entre las que destacaba la del mantenimiento del grupo culto latino –bs– en palabras como substancia y substantivo y sus derivados, así como una diferente distribución de las páginas14. Otras características diferenciales de tipo gráfico afectan a la distinta escritura de algunas palabras en la oposición entre los modelos A y C / B: (Estremadura / Extremadura; Estremeño / Extremeño (26); respeto / respecto (64 y 208), remplazar / reemplazar (317), recelosos / rezelosos (350). c) Redacción, con diferencias en la escritura conjunta o separada de la locución comoquiera / como quiera (13)15, las diferencias entre signos de puntuación utilizados en las obras, especialmente entre el punto y la coma, como aparece, por ejemplo, en la despedida del anteprólogo (SEÑOR. / SEÑOR,) o en otras tantas partes del texto (yo amo, / yo amo: (87), o algunos erratas como las encontradas en Lo quarto, sirven para juntarse con los verbos neutros [...] / Lo quarto, sirve para juntarse con los verbos neutros [...] (41); adjetivo / adjetivos (53), imperfecto de subjuntivo / pretérito imperfecto de subjuntivo (125), empobrezco / empobrezca (128), ó hace / y hace (187), compatible… con… la justicia / compatible… con… la injusticia (273), contaminarse… con… los viciosos / contaminarse… con… los vicios (277), pelarse… por… alguna cosa / pelearse… por… alguna cosa (308), precipitarse… de, á… alguna parte / precipitarse… á, de… alguna parte (310). Es sumamente esclarecedor que las características textuales de la redacción en la edición precedente de la gramática, la de 1772, como las de la edición posterior a la gramática de 1781, esto es, la de 1796 (también la de la edición contrahecha de 1793 de Manila), son coincidentes con las de los modelos A y C, de lo que se deduce más fácilmente la relación estrecha entre estos modelos y su oficialidad, mientras que parece oscurecer y dejar en un papel secundario al modelo B, con numerosas especificidades textuales y tipográficas con respecto al resto de ejemplares de esta gramática. 14 Aunque no es lo normal, los ejemplares del modelo A también presentan alguna errata, como la de substituir (334), con conservación del grupo –bs–. 15 Con respecto a este elemento, los distintos modelos presentan soluciones divergentes: en su página 13 aparece escrito junto solamente en el modelo A (comoquiera), mientras que en los otros dos modelos B y C se reproduce de manera separada (como quiera); en otros pasajes, como, por ejemplo, el de la página 191, también el modelo A lo escribe separado. Si comparamos estas grafías con las de la edición anterior de la gramática académica, comprobamos que en esta edición aparece escrita de manera conjunta (comoquiera) (RAE 1772, 13). 109 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez Especialmente interesantes resultan para el estudio tipográfico la distinta distribución de las líneas en algunos de los párrafos de la obra en los ejemplares pertenecientes al modelo C (especialmente en el prólogo, aunque también en otras partes de la obra, como la página 38, por ejemplo), que a pesar de no ser una característica muy frecuente en la obra, nos sirve, especialmente, para poder establecer relaciones más que evidentes, ahora definitivas, entre los modelos A y C, frente al modelo B; pueden servirnos de ejemplos algunos de los siguientes fragmentos que hemos extraído de las páginas I, XIX-XI del prólogo16: Modelo A Modelo B 16 Modelo C No disponemos de la reproducción de las páginas XIX y XX en los ejemplares del modelo C, aunque se ajustan en su composición al modelo A, tal y como sucede con la página I, que sí aparece reproducida. 110 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 Además de las anteriores diferencias tipográficas, queremos dejar constancia de otros detalles menores, como son: a) la coincidencia plena en los tres modelos en la numeración de páginas para cada capítulo del índice; b) la existencia en el modelo B de un error de numeración en la página 267, que aparece por error como 667, y c) una errata en el modelo C, en cuya portada interior de la Parte II de la gramática, la dedicada a la sintaxis, reza, por error, “Parte I”: 111 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez Modelo B Modelo C 112 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 La imprenta de Ibarra, al igual que el resto de impresores de su tiempo, usaba algunas ligaduras tipográficas, normalmente enlazando letras consecutivas, que no tenían sino un valor puramente decorativo. Cuando el alemán J. Gutenberg inventa el primer mecanismo de impresión con tipos movibles en el siglo XV, el deseo era que los textos impresos se parecieran lo más posible a los manuscritos, de ahí el origen de las ligaduras en tipografía, que reproducían las uniones de dos o más letras que por economizar esfuerzo eran tan frecuentes en la escritura manual de la época. Este deseo por ser fiel a la escritura manuscrita llevó a que las imprentas se hicieran en sus inicios con muchos signos combinados (hasta trescientos tipos distintos de letras y ligaduras hallamos en la Biblia de Gutenberg), e incluso distintas variantes para una misma letra que recreaban la falta de uniformidad del manuscrito. Todas estas características fueron siendo, poco a poco, abandonadas por diversas razones: tener trescientos tipos diferentes en imprenta para cada estilo y cuerpo de letra es ruinoso en tiempo, esfuerzo, dinero y espacio. Cuantos más signos distintos, más se complica el trabajo de los cajistas y más matrices hay que comprar, así que, desde finales del siglo XVIII, la situación se va estandarizando en tipos sueltos para cada letra, hasta dejarlas, desde el principio del XIX, en su mínima expresión (la correspondiente a etcétera, principalmente). En este sentido, si damos por buena la hipótesis de que, cuanto más atrás en el tiempo, más ligaduras o politipos encontraremos, parece lógico pensar que el modelo tipográfico A de los tres estudiados se corresponde con la gramática de 1781, al ser el único cuyos ejemplares conservan ligaduras para el grupo –ct–, frente al resto, que carece de ellas17. Numerosos son los ejemplos de estas ligaduras, si bien pensamos que bastará con citar, de manera poco sistemática, algunos ejemplos como los de perfecto (64), respecto (66), imperfecto (66 y 67), actividad (183), docto, doctísimo y doctor (203)…, así como una reproducción de las mismas: 17 Puede quizás aportarnos alguna pista adicional el hecho de que en la edición de la sexta impresión de la Ortografía (1779) también se usa esta misma ligadura, ya ausente en la siguiente edición ortográfica de 1792. 113 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez Modelo A Aunque la presencia de ligaduras en la tipografía de una determinada imprenta está relacionada en líneas generales con una mayor antigüedad de la obra –un determinado impresor, cuando el cajetín de la ct ya no tenía matrices suficientes porque se habían gastado, a lo mejor ya no encargaba más, sino que empezaba a usar distintos tipos para c y t18– no hay que descartar que en algunos casos su 18 Hay que tener en cuenta que la capacidad de las imprentas españolas para abastecerse de tipos siempre fue muy limitada, dado el alto coste económico que suponía su adquisición y la falta de grabadores de punzones en nuestro país, situación que obligó a que los impresores trabajasen con tipos fundidos en unos pocos juegos de matrices que se importaban normalmente del extranjero o bien con tipos ya fundidos que se adquirían a obradores extranjeros, especialmente de Francia e Italia, aunque a partir de un cierto momento, también a la Imprenta Real (cf. al respecto, Corbeto 2009). Al existir menos diseños que imprentas, los diseños de los tipos eran reproducidos por muchas imprentas y esa es la razón por la que se habla de familias de tipos, cada una de ella con infinidad de variantes, según cuándo y quién diseñaron las letras, fabricaron los punzones y fundieron las matrices. La falta de juegos de matrices en el país, unido a la falta de recursos económicos, provoca al mismo tiempo en la época un uso excesivo de los tipos, así como tipos de escasa duración que habían sido creados con metales de poca calidad, cuando no la presencia de tipos defec114 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 presencia puede depender de encargos concretos y de los cambios de tipos que se dan a lo largo del tiempo. Así, por ejemplo, en el prólogo de la Real Academia se dice que para la impresión del Quijote de 1780 a cargo de Ibarra “se hiciéron tres fundiciones nuevas de letra destinadas precisamente para esta obra, con las matrices y punzones trabajados en Madrid por Don Gerónimo Gil para la imprenta de la Biblioteca Real, franqueadas á la Academia por Don Juan de Santander, del Consejo de S. M. su Bibliotecario Mayor y Académico supernumerario” (cf. Cervantes Saavedra 1780, VII). Por otra parte, no debemos olvidar los casos de préstamo o alquiler de matrices y tipos fundidos, o incluso su venta; si un impresor se jubilaba o quebraba, sus prensas y fundiciones las podía comprar otro impresor de otra ciudad, pues eran un activo económico que apenas perdían valor. De todo ello se deduce que el uso de tipos de imprenta como una forma de garantizar la fiabilidad de una edición así como su procedencia se complica bastante en algunas ocasiones. Conclusiones: a) El estudio tipográfico realizado documenta la existencia de tres impresiones de la gramática académica de 1781; acaso haya más. b) El modelo A, por su perfecta composición, el especial cuidado del montaje de su portada, así como la disposición de tipos, el uso de ligaduras y las escasas erratas presentes en el texto parece corresponderse con la edición de la gramática académica de 1781. Es, al mismo tiempo, el modelo del que más ejemplares hemos encontrado en nuestra investigación y quizás el de mayor presencia en nuestras bibliotecas. c) Los ejemplares del modelo C quedan singularizados por una distinta distribución de tipos en la portada de la obra, así como la ausencia de ligaduras y una errata en la portada interior que da inicio a la segunda parte de la gramática (en la que consta como Parte I), pero presentan, en líneas generales, semejanzas evidentes con el modelo A en lo referente al uso de similares composiciones tipográficas y grabados y, especialmente, de acentuación, grafías y redacción, al tiempo que una idéntica distribución textual de líneas y párrafos a lo largo del texto. Todo hace pensar que se trata de una reproducción llevada a cabo a partir del modelo A, en cuyo caso podría corresponderse con la edición de la gramática de 1788, a pesar de que en ella rece idéntica información en el pie de imprenta. No hay certeza absoluta de que eso sea así, si bien no faltan indicios tipográficos, textuales y documentales para datarla en ese año, en cuyo caso no habría razón para negar la oficialidad de dicha edición gramatical: tenemos el reconocimiento explícito de la orden de dicha impresión por parte de la Academia y la impresión de la obra (cuyas características diferenciales han sido descritas en este artículo); fue realizada por Ibarra, impresor de la Academia; no aparece recogida en los distintos catálogos por llevar idéntico año en el pie de imtuosos que se producían a partir de las adulteraciones de moldes ya existentes para nuevas fundiciones. 115 BSEHL 8 (2012), 95-118 Victoriano Gaviño Rodríguez prenta, pero ello no invalida su oficialidad19. d) De los tres, el modelo B es la edición menos cuidada, con mayores errores y diferencias textuales, ausencia de grabados, composiciones tipográficas particulares, errores de paginación, etc. Todo ello nos hace pensar que estamos ante una edición no autorizada de la obra, que bien se llevó a cabo fuera de la imprenta de Ibarra (quizás menos probable, por la similitud de tipos), bien fue elaborada en el taller del propio Ibarra sin autorización de la Academia, porque el propio impresor considerara beneficiosa la obra para su negocio como tirada de consumo o surtido, en cuyo caso debió, por su ilegalidad, ser realizada con celeridad o de manos de algún operario quizás no especialmente cualificado (el taller de Ibarra contaba con dieciséis prensas y sus operarios pasaban de cien), hecho que provocaría las numerosas erratas de la obra. Debemos tener en cuenta que, a pesar de que Ibarra era, al parecer, especialmente cuidadoso con la selección de sus operarios, a los que exigía conocimientos de lengua latín y cultura general, su muerte en 1785 supone un momento de especial convulsión en sus oficinas. De hecho, pese a que en 1785 aparecen varios libros impresos bajo el pie de imprenta de “Viuda de Ibarra, hijos y compañía”, parece que la sucesión del negocio fue algo complicada hasta 1789, fecha en la que la viuda de Ibarra, Manuela Contera (junto a su hija menor) usa las marcas tipográficas de su marido y publica con el pie de “Viuda de Ibarra”. Esta tirada se llevó a cabo a partir del modelo C, con el que escasamente comparte la disposición de tipos de su portada y algunas leves características gráficas, pero difiere en la confección del texto en algunas páginas concretas. Bibliografía Bails, Benito. 1775. Lecciones de clave, y principios de harmonía. Madrid: Joaquín de Ibarra. ——. 1779. Elementos de matemática. Madrid: Joaquín de Ibarra. Cervantes Saavedra, Miguel. de. 1780. El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha. Nueva edicion corregida por la Real Academia Española. Madrid: Joaquin Ibarra. 19 Aunque damos por buena esta conclusión, nuestro análisis no encuentra una respuesta satisfactoria que explique la escasez de ejemplares de esta gramática de 1788, de la que sabemos que la Academia ordenó mil quinientos ejemplares. Contrasta esta situación con una alta presencia de ejemplares de la primera edición de 1781, que contó con idéntica tirada, a juzgar por las informaciones del acta del 10 de octubre de 1780, en la que consta que el 31 de marzo de 1780 el tesorero alerta de que quedan pocos ejemplares de la gramática, lo que da como resultado esta nueva reimpresión sin ninguna modificación con respecto a la de 1772: “El Sr. Tesorero hizo presente que han quedado ya muy pocos exemplares de la Gramatica castellana. La Academia acordó que se reimprima y tiren dos jornadas y para la correccion nombró al Sr. Huerta” (Acta del 10 de octubre de 1780) (citado por Rojo, cf. 2001). 116 BSEHL 8 (2012), 95-118 Nuevas pistas acerca de la GRAE-1788 Cisneros, Francisco Agustín de. 1780. La felicidad de la vida del campo. Égloga, impresa por la Real Academia Española. Madrid: Joaquín de Ibarra. Corbeto, Albert. 2009. “Tipografía y patrocinio real. La intervención del gobierno en la importación y producción de tipos de imprenta en España”. Imprenta Real. Fuentes de tipografía española. Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, AECID. Cotarelo y Mori, Emilio. 1928. Discurso acerca de las obras publicadas por la Real Academia Española: leído en la Junta pública de 7 de octubre de 1928 con ocasión de celebrar la “fiesta del libro” e inaugurar una exposición de las referidas obras. Madrid: Tipografia de la Revista de Archivos. 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Gómez Ulla, 1 E-11003 Cádiz Victoriano Gaviño Rodríguez victoriano.gavino@uca.es 118 BSEHL 8 (2012), 119-141 Emiliano Battista Los programas de “Lingüística romance” entre 1924 y 1946. El giro dialectológico Resumen El presente trabajo se propone analizar los programas de la materia “Lingüística romance” dictados en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires entre 1924 y 1946. Como buscaremos demostrar, el análisis de estos programas permite confirmar, en el plano de la enseñanza universitaria, el proceso de transformación que, en el campo de la filología hispánica, se produce a partir de la actividad desarrollada en la Argentina por Amado Alonso. Para ello, en primer lugar, reseñamos las condiciones históricas que enmarcan la creación de una cátedra de “Lingüística romance”, y luego analizamos los programas dictados por Agustín Millares Carlo (1924), Manuel de Montolíu (1925), Juan Chiabra (1926) y Amado Alonso (1928-1946). Concluimos que las modificaciones que se observan entre los programas a lo largo del período considerado permiten registrar el desplazamiento desde un paradigma histórico-positivista –que concibe el lenguaje como un objeto despersonalizado y desespiritualizado– hacia un paradigma sincrónico-idealista –que considera la dimensión subjetiva en la contemplación del fenómeno lingüístico. Palabras clave: Lingüística romance, Instituto de Filología, Facultad de Filosofía y Letras, Amado Alonso Abstract This paper analyzes the syllabuses of the course “Romance Linguistics”, delivered at the Faculty of Philosophy and Letters in the University of Buenos Aires from 1924 through 1946. As we will try to demonstrate, the analyses of these syllabuses allow us to confirm the transformation process achieved, at a University teaching level, in the field of Hispanic Philology, since the academic activity developed in Argentina by Amado Alonso took place. In order to do so, we will review the historical conditions in which the chair of “Romance Linguistics” was created, and will analyze the syllabuses delivered by Agustín Millares Carlo (1924), Manuel de Montolíu (1925), Juan Chiabra (1926) and Amado Alonso (1928-1946). We conclude that the modifications observable among the syllabuses throughout the period considered allow us to record the movement from a historical-positivist paradigm – which regards language as a depersonalized and unspiritualized object– towards a synchronic-idealistic paradigm –which regards the subjective dimension in the contemplation of the linguistic phenomenon. Keywords: Romance Linguistics, Institute of Philology, Facultad de Filosofía y Letras, Amado Alonso. Artículo recibido el 31/10/2012 y aceptado el 08/11/2012 BSEHL 8 (2012), 119-141 1. Emiliano Battista Introducción El presente trabajo se propone analizar los programas de “Lingüística romance” correspondientes al dictado de esta asignatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires entre 1924 y 1946. La determinación del período se justifica en un criterio maximalista (Swiggers 1983): su inicio coincide con el primer dictado de la materia en 1924, y el de cierre con el último a cargo de Amado Alonso. Durante estos años, según veremos, estos programas ofrecen un valioso testimonio del debate filosófico y lingüístico entre positivismo e idealismo que tiene lugar en la filología española de la primera mitad del siglo XX. Puntualmente, consideramos que los programas permiten registrar y analizar la tensión que se despliega en el ámbito más general del hispanismo entre el mantenimiento de una perspectiva teórica y metodológica de matriz decimonónica, y el inicio de un proceso de modernización de la disciplina producto de la incorporación de un conjunto de teorías lingüísticas contemporáneas. La incorporación de “Lingüística romance” como asignatura obligatoria en el plan de estudios de las carreras cursadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires supone la emergencia de la enseñanza de la lingüística en el nivel de la educación superior argentina. Hasta su aparición, ningún otro plan de estudios en ninguna otra universidad del país incorpora como parte de su oferta académica un curso destinado exclusivamente a cuestiones filológicas y lingüísticas. Esta novedad está directamente vinculada a un proceso histórico de carácter más global: la institucionalización de los estudios lingüísticos que se produce en la Argentina a partir de la creación, resuelta por la Facultad en 1922, de un Instituto de Filología bajo la dirección honoraria de Ramón Menéndez Pidal y la efectiva de una serie de integrantes del Centro de Estudios Históricos que tienen a su cargo además el dictado de “Lingüística romance”. De este modo, analizar los programas de esta asignatura permite no solo aportar a una dimensión de los estudios historiográficos poco atendida hasta el momento (a saber: la historia de las enseñanzas lingüísticas en el nivel universitario), sino también dar cuenta de la particular imbricación que, durante el período considerado, se observa entre investigación y enseñanza1. Para dar cuenta de este proceso, en primer lugar, presentaremos brevemente las condiciones institucionales que se vinculan con la creación del Instituto de Filología y la reforma del plan de estudios que establece el dictado de la asignatura “Lingüística romance” (§2.). Luego, y siguiendo un orden cronológico, ana1 Vale aclarar que, si bien resultan un documento relevante para la investigación, los programas permiten, en términos metodológicos, un acceso limitado al conocimiento de lo que ocurría, pues con ellos no contamos más que con una planificación que puede registrar algunas diferencias respecto de aquello que efectivamente los docentes dictaban. 120 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) lizaremos cada uno de los programas diseñados para el dictado de la materia durante sus primeros años –esto es, los correspondientes a Agustín Millares Carlo (1924) (§3.), Manuel de Montolíu (§4.) y Roberto Lehmann-Nitsche (1926) (§5.)– y, finalmente, durante el extenso período (1927-1946) en el que Alonso oficia como responsable (§6.). 2. La fundación del Instituto de Filología En diciembre de 1920, el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras aprueba un nuevo plan de estudios, que introduce algunos cambios respecto del vigente. Hasta entonces, los estudios en la Facultad estaban organizados en tres secciones: Filosofía, Letras e Historia; la reforma de 1920 resuelve, entre otras modificaciones, incorporar un curso más de letras clásicas en todas ellas y crear una nueva asignatura para la sección de Letras: “Lingüística romance” (Buchbinder 1997, 113). A pesar de lo establecido en la normativa, la nueva materia no se dicta durante 1921 ni 1922. En junio de este año, el decano Ricardo Rojas presenta al Consejo Directivo un proyecto de creación de un “Instituto de Lingüística” como dependencia de investigación de la Facultad. El planeado centro tendría el objetivo de llevar a cabo dos tareas: 1) “estudiar el castellano vivo de la Argentina, influido por las lenguas indígenas y por las lenguas inmigratorias”; y 2) “renovar la enseñanza del castellano en nuestros colegios y escuelas, poniéndola más de acuerdo con las nuevas tendencias científicas y didácticas” (RUBA 1922, 703). Para ello, además, Rojas sugiere que quien resulte designado Director del Instituto tenga a su cargo, también, el dictado de la asignatura “Lingüística romance”. Su propuesta busca integrar “la investigación científica y la transferencia educativa: la gramática y el diccionario son a la vez el punto de llegada de la ciencia y el punto de partida de la acción docente” (Toscano y García 2011, 142). A la vez, al definir como objeto de estudio “el castellano vivo de la Argentina” –y, oportunamente, otras variedades no peninsulares del español– se distancia de una perspectiva histórica y adopta en su lugar una de tipo sincrónico, en la que la variación lingüística debería ocupar el foco de atención. El Consejo Directivo aprueba la propuesta y es así creado el Instituto de Lingüística; sin embargo, este no comenzará sus actividades hasta 1923. En tanto, las autoridades de la Facultad avanzan en la organización administrativa del nuevo centro: resuelven designar a Ramón Menéndez Pidal como su director honorario, y delegar en él la atribución de designar a los directores que habrían de cumplir funciones efectivas en Buenos Aires. Menéndez Pidal acepta la propuesta de las autoridades de la Facultad y nombra como primer director del Instituto a uno de sus colaboradores más cerca121 BSEHL 8 (2012), 119-141 Emiliano Battista nos en el Centro de Estudios Históricos: Américo Castro, quien asume sus funciones el 6 de junio de 1923. Desde este momento, el “Instituto de Lingüística” pasará a ser denominado, en todos los ámbitos administrativos, “Instituto de Filología”, a pesar de que no llevará legalmente este nombre hasta 1923. En sus trabajos sobre la historia del Instituto, Toscano y García (2009 & 2011) ha señalado que este cambio debe ser interpretado como un signo del desplazamiento que, en la práctica, ocurre entre el programa fundacional de Rojas y el control por parte de Menéndez Pidal de las actividades del recién creado centro de investigación2. La concepción de los estudios lingüísticos de Menéndez Pidal encuadra en lo que Portolés ha denominado el “paradigma schleicheriano”, de corte positivista y matriz neogramática; una posición que “en lingüística, mantiene la existencia de leyes, y en literatura, estudia la Edad Media, donde predomina el anonimato, y la creación tradicional” (1986, 88). Su trabajo “observa aquello que agrupa los casos particulares”, sin detenerse en –tal como haría una perspectiva idealista– “lo individualizador de cada uno de ellos” (1986, 89); es así que Menéndez Pidal lleva a cabo “una adscripción decidida de la lingüística a las ciencias históricas” (1986, 49), cuyo objeto privilegiado es el español peninsular; una perspectiva, como es evidente, que se aleja y opone a la enunciada por Rojas, centrada en “el castellano vivo de la Argentina”. A pesar de lo que establecen la ordenanza fundacional del Instituto y el contrato que firma con la Facultad, Castro no dicta en 1923 el curso de “Lingüística romance” que debía inaugurar. Sin embargo, lleva a cabo durante su breve gestión una intensa actividad de difusión y propaganda, que busca reiteradamente caracterizar al enfoque filológico inaugurado por Menéndez Pidal y del que es heredero como el nuevo dogma de la modernidad científica; al mismo tiempo que, con insistencia inédita para el medio local, busca denunciar y corregir los que, en su consideración, son los rasgos del “mal hablar” propios de las variedades nacionales del español (Toscano y García 2006). Así, ya en el discurso que pronuncia al dar inicio a sus funciones al frente del Instituto, Castro manifiesta su intención de velar por la unidad lingüística y de corregir pedagógicamente las desviaciones que observa en el español de la Argentina respecto de la norma culta castellana, producto según entiende de la presión que ejercen las lenguas inmigratorias y vulgares. Heredero de la tradición menendezpidaliana, Castro considera que la filología, en su acercamiento científico al lenguaje, no puede sino estar sujeta al método histórico; entiende que, si la dialectización es un signo del deterioro social, la restricción del cambio necesariamente acompaña la preservación de la integridad social. Así, la tarea que define para el Instituto apunta tanto 2 En esta línea, puede observarse también que la asignatura creada en 1920 (es decir, previamente a la designación de Menéndez Pidal) conserva la denominación “lingüística”, que parece representar más claramente la posición epistemológica de las autoridades de la Facultad. 122 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) a una labor de policía del desvío dialectal como a la búsqueda de un fundamento teórico-metodológico que, con eje en la lingüística del siglo anterior (su posición es heredera, por ejemplo, del debate sobre la “romanización” del español), encuentra en el recurso a la dimensión diacrónica la justificación de su perspectiva valorativa, normativa y prescriptiva. Como es evidente, los siete meses que dura la breve gestión de Castro dan cuenta de un fuerte alejamiento respecto del programa original propuesto por Rojas. 3. El programa de Agustín Millares Carlo (1924)3 Es Millares Carlo quien dicta por vez primera “Lingüística romance”; su programa es significativo, porque permite registrar con claridad el tipo de perspectiva que adopta, los problemas que delimita y los contenidos que releva como prioritarios. Así, programáticamente, su curso se enfoca exclusivamente en la historia del español peninsular, sin hacer referencia alguna al español de la Argentina o América. Globalmente, el recorrido sigue el diseño propuesto por Menéndez Pidal en su Manual de gramática histórica española (1905); se trata, en suma, de un curso de gramática histórica del español de España. Así, parte de la conquista romana y de la difusión del latín, para centrarse en sus elementos indígenas y heterogéneos; presenta luego las lenguas neolatinas y su repartición geográfica, buscando probar la unidad de origen de las lenguas romances y explicar las causas de su diferenciación. A continuación, clasifica las lenguas neolatinas, y se detiene en la expansión de la lengua española. A partir de la séptima unidad pasa a la descripción (también evolutiva) de los sonidos vocálicos y consonánticos de esta lengua (AFyL B-3-1). No solo se trata de un enfoque absolutamente diacrónico del español peninsular, sino que además el programa está exclusivamente orientado hacia temas y autores españoles: El Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita, y La vida de Santo Domingo de Silos, de Gonzalo de Berceo, son algunos de los textos mencionados en la bibliografía. Como antes con Castro, la perspectiva adoptada por Millares Carlo para el dictado de “Lingüística romance” es deudora de los desarrollos menendezpidalianos, centrados hasta ese momento en la evolución histórica del español en la Península; su perspectiva, también, se aleja del programa fundacional diseñado por Rojas, algo que se verifica en la actividad que Millares Carlo lleva a cabo como Director del Instituto en 1924: su gestión continúa las tareas de edición de una Biblia medieval romanceada iniciadas por Castro duran3 Los programas correspondientes al período 1924-1936 se conservan inéditos en el Archivo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; los citamos por su número de expediente en el Archivo. A partir de 1937, la Facultad los publica como libro (cf. “Fuentes primarias” al final). 123 BSEHL 8 (2012), 119-141 Emiliano Battista te el año anterior, a las que agrega en este caso el dictado de cursos y conferencias y la publicación de artículos sobre paleografía medieval (Toscano y García 2009). 4. El programa de Manuel de Montolíu (1925) Montolíu asume como Director del Instituto en 1925. Su formación lo distingue de otros filólogos del Centro: sus intereses se vinculan principalmente con los de la geografía lingüística y la dialectología. Sin embargo, el programa propuesto por Montolíu constituye nuevamente un curso de historia del español peninsular en el que no encontramos ninguna referencia al español de América: comienza con una unidad dedicada a posicionar al latín en el grupo de lenguas emparentadas; diferencia el latín clásico del vulgar y destina cuatro unidades a la caracterización fonológica y morfológica de este último, hasta llegar a la diversificación del latín en las lenguas románicas. El programa continua con dos unidades metodológicas: una en la que distingue entre “Filología” y “Gramática” para, dentro de esta, dividir entre “Sintaxis”, “Lexicología”, “Composición de las palabras”, “Morfología” y “Fonética”; y otra en la que presenta la “Fonética empírica”, la “Fonética histórica” y la “Fonética genética”. Sigue con la definición del objeto de la filología románica y la caracterización de su área geográfica, y concluye con un grupo de unidades destinadas a los fenómenos vocálicos y consonánticos en latín y en romance (AFyL B-3-1). Si no podemos verificar ningún cambio notable en este programa respecto del diseñado por su antecesor, la gestión de Montolíu sin embargo constituye, en otra dimensión, el primer paso de un proceso de paulatina reformulación de la perspectiva del Instituto, ya que dirige sus actividades en virtud del objeto de estudio que delimitaba el proyecto original: las variedades no cultas (“populares”) del español de la Argentina (Toscano y García 2010). Bajo su dirección, el Instituto da inicio al proyecto de un Diccionario del habla popular argentina, que debía resultar de un proceso de selección, ordenamiento y análisis que un grupo de técnicos llevaría a cabo sobre los datos recolectados por informantes y corresponsales. El objetivo del Diccionario era dar cuenta de algunas variedades dialectales del país; el método aplicado para tal fin sería el diseñado por Jules Louis Gilliéron y utilizado en Suiza por Louis Gauchat en el Glossaire des patois de la Suisse romande. En este sentido, la propuesta de Montolíu resulta modernizadora en varios aspectos. En primer lugar, porque desde su discurso de asunción como Director del Instituto (1926a) ubica, en un gesto completamente novedoso para la filología hispánica, en un lugar central las ideas de Ferdinand de Saussure; en segundo lugar, porque desde su publicación en el Cuaderno 7 del Instituto –“El lenguaje 124 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) como fenómeno estético”(1926b)– es el primero que introduce en el medio local la tradición idealista: específicamente, inscribe esta perspectiva en una corriente que, según explica, se remonta a Johann von Herder y a Wilhelm von Humboldt, para consolidarse con Benedetto Croce y Karl Vossler (cf. Battista, en prensa). Su propuesta busca articular los saberes de la geografía lingüística y la lingüística idealista, que según entiende actúa como causa principal de la variación dialectal; el modelo teórico que propone concibe la investigación dialectológica como un registro de las diferencias del habla, que deben ser (re)interpretadas por una perspectiva que acentúa la dimensión subjetiva del hecho lingüístico. Por otro lado, su actividad en el Instituto pone en práctica también la integración que el proyecto fundacional había planteado entre investigación científica y transferencia educativa. Así, Montolíu dicta un “Curso de gramática superior del castellano”, “destinado a los profesores de las escuelas normales y colegios nacionales como parte de una actividad de extensión universitaria” (Toscano y García 2011, 154). Se trata de un programa que se distancia de la tradición gramatical decimonónica e incorpora una concepción descriptiva (y de orden sincrónico) del lenguaje. Específicamente, el curso destina sus primeras unidades a la caracterización de la naturaleza del lenguaje, y distingue entre enseñanza del lenguaje y enseñanza de la gramática. Luego, distingue entre una gramática pedagógica y una gramática científica, y anuncia una crítica de los métodos vigentes en la enseñanza gramatical; también puntúa una crítica de la división de la gramática vigente en las escuelas. En las siguientes unidades se detiene sobre la división de las palabras o partes de la oración, y sobre diferentes criterios para distinguirlas. A continuación, el programa articula las categorías lingüísticas de fonema, semantema, morfema, oración y proposición; presenta las categorías gramaticales (tiempo, modo, género y número) y las partes de la oración (en este caso: sustantivo, adjetivo, verbo, adverbio, artículo, preposición, pronombre y conjunción); y dedica por último una unidad a la fonética (en la que incluye una clasificación fisiológica de los sonidos en castellano) y otra a la semántica (en la que revisa los fenómenos de la hipérbole, la ironía, la homonimia y la sinonimia) (AFyL B-3-1). El programa de este curso, entendemos, debe leerse en continuidad con su Gramática castellana (1914), una obra destinada a los tres primeros grados de la educación inicial que consiguió amplia circulación en el ámbito escolar hispánico. En líneas generales, se trata de una gramática en la que se registra una oscilación entre tradición e innovación; puntualmente, Montolíu conjuga en ella una base logicista con los presupuestos modernos (frente a los academicistas y tradicionalistas), y ofrece una orientación sintáctica centrada en la oración, y no en la palabra (Battista 2011). Sin embargo, ni en el programa del curso ni en su gramática castellana Montolíu adopta una perspectiva dialectológica para la descripción lingüística y gramatical. 125 BSEHL 8 (2012), 119-141 5. Emiliano Battista El programa de Juan Chiabra (1926) En 1926, tras la demora de Menéndez Pidal en designar a un nuevo responsable para el Instituto, el Consejo Directivo de la Facultad nombra como Director interino al antropólogo alemán Roberto Lehmann-Nitsche. Durante su gestión, las autoridades universitarias buscan reorientar las actividades del Instituto hacia el proyecto original; para ello, establecen la creación de una sección de lingüística indígena y sugieren que el centro desarrolle sus investigaciones de manera conjunta con los Institutos de Literatura Argentina e Investigaciones Geográficas (Toscano y García 2011). La materia “Lingüística romance” es dictada durante 1926 por el profesor de latín Juan Chiabra; el programa se centra básicamente en la historia de la lengua y, casi linealmente, en la descripción gramatical sigue, al igual que Millares Carlo, la organización dispuesta por Menéndez Pidal en su Manual (AFyL B-3-2): I. Filología, lingüística y glossología y glottología. Lingüística romance y lingüística romance castellana. Idea de los elementos que forman parte la lengua española. II. Vocales y consonantes. Fenómenos accidentales que influyen en la evolución fonética. IV. El nombre. V. El pronombre. VI. El verbo. VII. Las partículas. A pesar de su brevedad, el programa de Chiabra es el primero en incorporar referencias bibliográficas; entre ellas es de destacar que se mencione el Manual de gramática histórica española (1905), de Menéndez Pidal (1869-1968), un libro con el que el programa, tal como hemos indicado, tiene una relación estrecha en cuanto a su organización. También la bibliografía explicita un corpus que, en buena medida, va a mantenerse durante los años siguientes: principalmente, con autores como Edouard Bourciez, Wilhelm Meyer Lübke, Rufino José Cuervo, Charles Hall Grandgent y Friedrich Hanssen. 6. Los programas de Amado Alonso (1928-1946) Según Toscano y García, en las ideas lingüísticas de Amado Alonso (18961952) pueden reconocerse tres momentos: en primer lugar, uno anterior a 1927 en el que adopta la perspectiva teórica y disciplinar definida por el Centro de Estudios Históricos; en segunda instancia, uno situado entre 1927 y 1936 en el que se advierte un “proceso de transformación teórica”, de “progresiva apropiación de los modelos del idealismo y la estilística” a partir de los que Alonso “somete a explícito cuestionamiento los presupuestos de la lingüística decimonónica”; y, por último, uno situado entre 1936 y 1946, en el que Alonso “profundiza su alejamiento del modelo filológico menéndezpidaliano” y “avanza en el afianza- 126 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) miento del sistema teórico [la estilística] que había venido construyendo desde fines de la década del 20” (2011, 334-6). En el sector educativo, entendemos, se registra un desplazamiento similar a partir del análisis de sus programas de “Lingüística romance”. Así, podemos reconocer también tres momentos: un período inicial (1928-1931), en el que Alonso se muestra conservador respecto de los cursos dictados hasta el momento (§6.1); un período de transición (1932-1937), en el que busca modernizar los contenidos y la perspectiva transferidos (§6.2); y un período final (1938-1946), en el que la actualización teórica se articula con las investigaciones sobre el español de América y da origen a un “giro dialectológico” (§6.3). 6.1 El período inicial (1928-1931) El primer programa de “Lingüística romance” que dicta Alonso en 19284 es un breve texto manuscrito, sin división en unidades ni bibliografía; en líneas generales, reproduce la estructura de los anteriores, que ajustaban su organización según el ya referido Manual de Menéndez Pidal (AFyL B-3-3): I. Nociones generales sobre el lenguaje. Condiciones lingüísticas e históricas del latín. II. El latín vulgar. III. Vocales latinas acentuadas. Su resultado en español. IV. Vocalismo (continuación). V. Los diptongos latinos en español. VI. Las consonantes simples. VII. Los grupos de consonantes. VIII. Analogía. Asimilación. Disimilación. IX. Etimología popular. Ultracorrección. X. Morfología. El nombre. El adjetivo. XI. La sufijación. XII. El pronombre. XIII. El verbo. El programa de 1929, a diferencia del anterior, es elevado por Alonso al Consejo Directivo de manera mecanografiada. Cuenta con ocho unidades: abre con una introducción destinada a presentar “nociones fundamentales de lingüística sincrónica y diacrónica”, y dedica la segunda unidad al latín vulgar y las lenguas romances; a partir de la tercera se centra en la historia del español peninsular y, en particular, en el vocalismo y el consonantismo, para luego pasar a los procesos morfológicos y a la descripción de algunos caracteres sintácticos; las unidades sexta y séptima tratan sobre el léxico y las leyes generales de la semántica; el 4 Alonso asume la dirección del Instituto en octubre de 1927, motivo por el cual el dictado de “Lingüística romance” es suspendido hasta el año siguiente. 127 BSEHL 8 (2012), 119-141 Emiliano Battista curso se cierra con la caracterización de los “dialectos hispánicos” (AFyL B-33). Si bien se trata de un programa que, a diferencia de los de años subsiguientes y manteniendo el criterio del año anterior, no desarrolla en profundidad el temario, comienza a ofrecer distinciones que constituyen el punto de partida de la tarea de modernización que Alonso busca imprimir al dictado de la materia y, de modo más general, a su propia tarea como investigador y a las actividades del Instituto. En particular, el programa resulta innovador en cuanto a dos cuestiones. Por un lado, preserva la unidad inicial destinada a las nociones fundamentales de lingüística, pero en ella agrega la distinción entre las perspectivas sincrónica y diacrónica en el estudio del lenguaje: dos categorías que dejan ver una temprana incorporación al ámbito argentino de la teoría saussureana. Por otro, por primera vez desde 1924 el recorrido propuesto dedica la última unidad al estudio de las variedades del español. Aunque muy pequeño en los primeros años, el espacio destinado a la reflexión dialectológica irá ampliándose progresivamente; de hecho, y frente a la utilización no intuitiva y valorativa que había hecho durante su gestión Castro, aquí Alonso inaugura un uso técnico y no valorativo del término dialecto, definido, pues, como variedad geográfica. El programa de 1930 prácticamente reproduce el de 1929, aunque precisa ciertos conceptos que llevan a su ampliación en nueve unidades. El aporte principal dentro de la iniciativa de modernización de Alonso aparece, en este curso, con los contenidos de la última unidad: “Idioma, jerga y dialecto. Los dialectos hispánicos peninsulares y extrapeninsulares. Su caracterización” (AFyL B-3-4). Las categorías teóricas (“idioma”, “jerga” y “dialecto”), no solo evidencian la novedad de un abordaje sincrónico del lenguaje, sino un nuevo criterio para el estudio científico de la variación, pues la caracterización de este fenómeno se complejiza y deja de obedecer a criterios evaluativos; así, presentar la noción de “dialectos hispánicos” junto a la de “jerga” permite pensar la primera como variedad geográfica o diatópica y la segunda como variedad contextual o diafásica (Coseriu 1962). No obstante lo anterior, si bien el programa anuncia el estudio de los dialectos no peninsulares (o “extrapeninsulares”) –en lo que se vería nuevamente involucrado uno de los objetivos prioritarios del proyecto fundacional del Instituto–, presentarlo en estos términos supone que el punto de referencia es lo “peninsular”, lo que evidencia las limitaciones que, sin embargo, pesan todavía sobre Alonso en relación con el abordaje de la variación lingüística. En cuanto a las referencias bibliográficas, a los clásicos textos sobre gramática histórica de Meyer Lübke y Menéndez Pidal, se agrega el Manual de pronunciación española (1918) de Tomás Navarro Tomás. Al mismo tiempo, Alonso incluye explícitamente a Saussure y su Curso de lingüística general (1916), y a Charles Bally y su El lenguaje y la vida (1913). Estas dos obras no solo anticipan el proceso de profundización modernizadora que tendrá lugar en los próxi128 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) mos años, sino que dan cuenta de su preocupación por incorporar las teorías lingüísticas contemporáneas, en general, y el enfoque idealista, en particular. El programa de 1931 reproduce exactamente el del año anterior; sin embargo, a los referidos en 1930 se agregan textos en la bibliografía, entre los cuales algunos merecen especial atención. En primer lugar, Le Langage. Introduction linguistique à l'histoire (1921), de Joseph Vendryes; una obra que fue traducida del francés por Montolíu y José M. Casas en 1925. En segunda instancia, a partir de este año comienzan a incorporarse como bibliografía trabajos correspondientes a la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, cuyas publicaciones se extienden entre 1930 y 1949 (Toscano y García 2011). Este emprendimiento constituye una de las principales series editoriales del Instituto, junto con la Colección de Estudios Estilísticos y la Revista de Filología Hispánica; de acuerdo con Barrenechea y Lois, las publicaciones de la Biblioteca “sientan las bases metodológicas del estudio del español de América como una realidad lingüística que no puede aislarse del ámbito general de la dialectología hispánica” (1989, 83-4). En este sentido, la constante incorporación de los materiales publicados por el Instituto que tendrá lugar durante los siguientes años permitirá una “notable reorientación de los contenidos” (Toscano y García 2011, 177). Puntualmente, el programa de 1931 incluye las tres primeras ediciones de la Biblioteca: Problemas de dialectología hispanoamericana (1930), de Alonso; El español de Nuevo México (1930), de Aurelio M. Espinosa; y La lengua del Martín Fierro (1930), de Eleuterio Tiscornia. 6.2 El período de transición (1932-1937) En 1932, se produce una modificación importante en el nivel administrativo del dictado de “Lingüística romance”: ese año Alonso eleva junto con el programa una nota al decano Alberini en la que destaca “la conveniencia de establecer clases de trabajos prácticos” a modo de “complemento necesario” para el dictado de la signatura. Propone en el cargo a Raimundo Lida”–“colaborador del Instituto de Filología”–, quien “desempeñaría su labor ‘ad honorem’” (AFyL B-3-5). El programa de la materia conserva la orientación impuesta hasta el momento, pero en él se advierten una extensión mucho mayor –doce unidades en lugar de nueve– y una notable precisión en cuanto al relevamiento bibliográfico, que aparece detallado por unidades. Los contenidos desplegados en la primera unidad ya dan cuenta del proceso de modernización de la disciplina y de la constante preocupación por incorporar las teorías lingüísticas contemporáneas (AFyL B3-5): I. Nociones de lingüística general. Estructura del signo lingüístico; b) Teoría de los valores de F. de Saussure; c) Lo afectivo; d) Funcionamiento del lenguaje; e) La fonética y la articu129 BSEHL 8 (2012), 119-141 Emiliano Battista lación. Tono, timbre, cantidad e intensidad del sonido. El acento y la sílaba. Sistema vocálico y sistema consonántico. De este modo, el nuevo programa propuesto por Alonso da cuenta del lento pasaje de una orientación diacrónica hacia una orientación sincrónica –que, como hemos señalado, viene produciéndose paulatinamente desde la gestión de Montolíu. En esta unidad es particularmente destacada la presencia de Saussure y su teoría del signo lingüístico, definido bajo la noción de lengua como sistema de valores puros. Al mismo tiempo, en términos de los conceptos puntuados y de la bibliografía señalada para desarrollarlos, el curso permite entrever el desplazamiento hacia una perspectiva idealista y la incorporación plena de este paradigma, en el que el estudio de lo afectivo en el lenguaje va a estar ligado al estudio de las diferentes valoraciones con las que un sujeto concibe o refiere un objeto determinado. En esta línea, el programa agrega la referencia a “El sistema de la gramática”, de la Filosofía del lenguaje (1923) de Vossler. Las siguientes unidades, en líneas generales, amplían los contenidos tradicionales ofrecidos por los programas anteriores con una creciente descripción de las cuestiones gramaticales desde el punto de vista tradicional de la historia de la lengua. Las referencias bibliográficas también crecen notablemente en estas unidades; se hace explícito un corpus que se conserva durante los siguientes años y que recoge los aportes de autores como Maurice Grammont, Alexander Pfänder, Antoine Meillet y Rodolfo Lenz. Por otro lado, se suman textos de Alonso y se amplía la presencia de materiales publicados por los integrantes del Centro: entre ellos, Vicente García de Diego y Samuel Gili Gaya. La última unidad, que es la habitualmente destinada a las nociones de dialectología, aparece notablemente ampliada (AFyL B-3-5): XII) Partición dialectal en España y América. a) La España dialectal en el siglo X, en el siglo XVI y en el siglo XX. b) Zonas dialectales americanas. c) El judeo-español. d) Historia externa del español. El castellano y la castellanización. Épocas principales. e) El año 1492. f) Elementos extranjeros en el vocabulario: procedencias y épocas. g) Las últimas transformaciones en la fonética. Explicación de la actual estabilidad relativa. La referencia a la “Explicación de la actual estabilidad relativa de esta lengua” parece contradecir, desde el conocimiento acumulado que empieza a proveer la dialectología hispanoamericana, las afirmaciones alarmadas sobre la pérdida de la unidad del español que, durante dos décadas, habían realizado Menéndez Pidal y algunos de sus discípulos como Castro. Del mismo modo, y si bien el enfoque dialectológico aparece planteado desde una perspectiva diacrónica y solo revisa los cambios lingüísticos a partir de la Conquista, este programa constituye la primera iniciativa seria de transferir al sector educativo el estudio de las varie- 130 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) dades no peninsulares. En términos bibliográficos, las referencias se amplían con otras publicaciones del Instituto5. El programa de 1933 conserva la estructura de doce unidades del curso de 1932. La primera unidad, referida a las nociones de lingüística general, presenta un conjunto de incorporaciones que, entendemos, contribuyen a enfatizar la perspectiva idealista (AFyL B-3-6): I. Nociones generales. a) Teorías sobre la estructura del signo lingüístico (Saussure, Husserl); b) Lo afectivo y lo activo en el lenguaje (Bally); c) Lo fantasístico y lo estético (Vossler, Lorck). Causas de la inestabilidad de las lenguas. Así, el punto de partida del programa no solo está constituido por la perspectiva puramente sincrónica del enfoque saussureano, sino que procura también revisar el abordaje afectivo de la estilística de Bally y el abordaje estético del idealismo vossleriano. De este modo, entendemos, Alonso busca conjugar en la unidad introductoria del programa los conceptos que, articulados bajo su mirada, darán lugar a una visión particular del lenguaje: una perspectiva en la que la noción de sistema lingüístico o lengua –como objeto unitario– aparecerá atravesada por la noción de estilo –como objeto complejo, subjetivo y creativo. En cuanto a la bibliografía, se suman textos del propio Alonso y dos obras de Vossler no referidas en los programas anteriores: Positivismo e idealismo en lingüística (1904) y El lenguaje como creación y evolución (1905), ambas traducidas en un mismo volumen por José Francisco Pastor. La presencia de este material confirma la creciente presencia de este autor en particular, y del idealismo en general, en los programas de la materia. Luego, el programa se detiene sobre los tradicionales cambios vocálicos y consonánticos, pero luego de ello se organiza, en esta oportunidad, en unidades correspondientes cada una a una categoría gramatical hasta llegar al proceso de derivación. La última unidad nuevamente introduce la temática de los dialectos; pero en ella la perspectiva sincrónica va ganando terreno sobre la diacrónica. Antes de presentar la historia del español peninsular a partir del siglo X y su desarrollo en América a partir de la Conquista, incorpora un punto específicamente destinado a nociones generales de la dialectología, donde distingue entre lengua escrita y oral, lengua general y regional, lengua de ciudad y de campo. Así, frente a la asunción consolidada en la disciplina de que el español es una y la misma 5 En 1932, el Instituto publica el primer tomo de la Colección de Estudios Estilísticos: Introducción a la estilística romance (1932). Si bien, obviamente, no se incorpora este texto en el programa de 1932, los materiales editados en esta colección serán –al igual que los de la Biblioteca de Dialectología– utilizados como insumos bibliográficos para el dictado de “Lingüística romance”. El segundo tomo de la Colección de Estudios Estilísticos tendrá lugar recién cuatro años después con la publicación de El impresionismo en el lenguaje (1936). 131 BSEHL 8 (2012), 119-141 Emiliano Battista cosa, Alonso empieza a complejizar su mirada sobre la variación en general, y sobre las variedades no cultas del español americano en particular6. En 1934 (AFyL B-3-7) se regresa a un programa tradicional de historia de la lengua, en el que desaparece la primera unidad que se había mantenido desde 1928; con ella, se eliminan también las referencias a de Saussure, Bally y Vossler en la bibliografía. A su vez, se enriquecen los contenidos efectivamente tratados con referencias a trabajos de filólogos españoles y, en general, de historiadores de la lengua: entre ellos, Gustave Gillaume, Georges Cirot y Johan Melander. Los temas reservados a la dialectología se preservan y esta vez aparecen separados en dos unidades. En cuanto a la bibliografía sobre el tema, además de los textos mencionados para los años anteriores, el programa incorpora textos producidos por integrantes del Instituto. Es de destacar el trabajo de Marcos Morínigo, Hispanismos en el guaraní (1931), un libro que constituye la primera y única publicación de la Colección de Estudios Indigenistas. El programa de 1935 (AFyL B-3-8) conserva la estructura de los cursos anteriores, pero ampliada a quince unidades. Reincorpora al comienzo la unidad dedicada a las nociones de lingüística general y, junto a ellas, la distinción entre lo objetivo y lo afectivo en el estudio del lenguaje. La segunda unidad profundiza sobre los temas de historia de la lengua habitualmente tratados y ya presentes en programas anteriores con apoyo bibliográfico en la obra de Menéndez Pidal. La iniciativa modernizadora, en este punto, resulta de la actualización de las lecturas y problemas que practica Alonso, pues en 1935 incorpora trabajos publicados solo un par de años antes, en 1933; así, de una serie de artículos recopilados en Psichologie du langage (1933), refiere a los trabajos de Nikolái Trubetzkoy, Edward Sapir y Alf Sommerfelt. Se suma el libro de Alonso El problema de la lengua en América (1935a), y la bibliografía referente a la última unidad se amplía notablemente. El programa de 1936 (AFyL B-3-9) nuevamente deja de lado la primera unidad dedicada a las nociones de lingüística general. Su organización es similar a la del curso de 1934. En cuanto a la bibliografía, incorpora dos nuevas publicaciones de Alonso: “Estilística y gramática del artículo en español” (1933) y “Noción, emoción, acción y fantasía en los diminutivos” (1935b); se trata de trabajos especialmente significativos porque en ellos Alonso comienza a aplicar la perspectiva idealista al análisis gramatical. 6 Este movimiento de ampliación del objeto de estudio de la filología románica se inicia en rigor unos años antes, con la fuerte intervención que Alonso lleva a cabo en el “Propósito” (1930) con que prologa el primer tomo de la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana. Allí, señala la necesidad de adoptar un nuevo marco teórico para abordar el español de América y las formas de hablar no cultas: “La Dialectología, y especialmente la Geografía lingüística, nos van ahora permitiendo entrever el acto mismo en que las fuerzas del espíritu van modelando la materia idiomática” (1930, 7). 132 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) En 1937, con el objetivo de que Alonso percibiera los mismos beneficios que los de cualquier docente, se desdoblan los cargos de Director del Instituto de Filología y de Profesor de la asignatura Lingüística romance; este cargo se concursa, y Alonso –los otros aspirantes son Lida y Pedro Henríquez Ureña– obtiene el cargo de profesor regular de la materia (Toscano y García 2011: 184). A partir de este año, todos los programas de la Facultad comienzan a ser impresos en libro. El de 1937, en particular, continúa ofreciendo un curso de historia del español peninsular con el tradicional complemento de las últimas dos unidades dedicadas a las nociones de dialectología (FFyL 1937): “XIII. Dialectos. XIV. Historia externa del español”. La bibliografía, en este caso, no aparece separada por unidades; se mencionan solo cinco textos –dos de Menéndez Pidal, Meyer Lübke, Navarro Tomás y Grandgent– y se indica que “el profesor dará bibliografía más detallada para cada bolilla”. 6.3 El período final (1938-1946). El “giro dialectológico” De acuerdo con Toscano y García, el programa de 1938 encierra una “radical transformación respecto de la perspectiva adoptada durante casi quince años de dictado de la materia” (2011, 187): por primera vez, el curso tiene exclusivamente como tema el de “El castellano en América”. La conciencia de la novedad que, en el campo de la enseñanza de la disciplina, entraña esta decisión se hace explícita en la solicitud que Alonso eleva al Decano de la Facultad para que este difunda la información a través de los periódicos, toda vez que, según sostiene, es la primera vez que se dicta en una universidad, europea o americana, un curso ordinario sobre el tema (AFyL C-2-6, 6). Hasta 1937, tal como hemos visto, las referencias a nociones de dialectología eran normalmente periféricas, y de hecho se ubicaban en las últimas unidades del programa. En este caso, por el contrario, el programa adopta exclusivamente esta disciplina, con especial referencia al español de América. La denominación “dialectología hispanoamericana” aparece al comienzo del programa ubicando epistemológicamente la perspectiva; globalmente, el español peninsular deja de ser, como en los programas anteriores, el punto de referencia, y las variedades americanas del español se convierten en objeto privilegiado de atención y análisis. El curso está organizado en doce unidades (FFyL 1938). Se abre con la ubicación de la dialectología hispanoamericana dentro de la lingüística romance, para luego efectuar una caracterización de la dialectología como disciplina científica y presentar algunas de sus categorías analíticas: lengua literaria/oral, lengua general/regional, jerga, lenguaje profesional y dialecto. La segunda unidad toma el período de la Conquista como punto de partida para iniciar un recorrido que continúa con la colonización y la castellanización de América; sobre este 133 BSEHL 8 (2012), 119-141 Emiliano Battista proceso diferencia puntos de vista para su abordaje, que son los que irán guiando el estudio de los temas tratados en las siguientes unidades: el histórico-cronológico, el etnológico, el de la procedencia regional de los colonos, el de las agrupaciones humanas y el comercio; también refiere a un punto de vista idealista, en el que la lengua aparecería culturalmente orientada. Para la descripción de los problemas de la romanización trasladados a la castellanización de América, en la tercera unidad adopta el punto de vista etnológico, y presenta la teoría del sustrato étnico en la lingüística general y en la lingüística romance. En la cuarta unidad presenta la teoría del indigenismo como rasgo caracterizador del español americano; en la siguiente, aborda el mismo problema que en la tercera unidad pero desde el punto de vista regional de los colonos. Tras dedicar la sexta unidad al seseo, reserva la séptima para el estudio de las consonantes x y j y de la pronunciación de la h en diferentes períodos y áreas geográficas de España y América. La octava unidad nuevamente aborda los problemas de la romanización trasladados a la castellanización de América, pero en este caso desde el punto de vista de las relaciones y el trato social, e intenta establecer una correlación entre las áreas dialectales y las áreas históricas, presentando también las situaciones problemáticas. La novena unidad versa sobre la nivelación del castellano americano en el siglo XVI y recorre las diferenciaciones dialectales de los siglos XVII y XVIII, hasta abrir juicio sobre el destino futuro del español americano; pone en juego también consideraciones del determinismo materialista y del idealismo espiritualista frente a la historia de la lengua. La décima unidad describe la partición dialectal del español americano, y presenta de ella las grandes divisiones según diferentes criterios. Las últimas dos unidades se destinan a la geografía lingüística de caracteres aislados, tales como h aspirada, yeísmo, voseo, la aspiración de la s final de sílaba, etc. La bibliografía –exhaustiva en este caso– nuevamente aparece detallada por unidades. En la primera unidad, entre las obras referidas, aparece un texto de un autor no citado hasta entonces en los cursos: “Les problèmes de la Géographie Linguistique du point du vue du Géographie” (1930), de Petr Savicky, quien fuera un pionero de la geografía lingüística que tomó el epíteto de “estructural” en razón de sus lazos con el Círculo lingüístico de Praga. El resto del programa, en líneas generales, se basa en los materiales publicados por el Instituto, principalmente en la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana. La lista se completa con numerosos trabajos de autores americanos y españoles: Benvenuto Murrieta, Dantin Cereceda, Raimundo, Mendonça, Fernando Ortiz, Francisco de Icaza, Luis Thayer Ojeda, S. de Ispizúa, J. D. M. Ford, J. M. Ots y José Torre Revelo. Por lo tanto, advertimos que la aparición de este programa permite plasmar el proyecto de transferencia educativa con el que fue originalmente fundado el Instituto en 1922, pues busca transponer los aportes de las investigaciones del centro argentino al ámbito de la enseñanza universitaria. Así, entendemos que 134 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) Alonso, con el correr de los años, procura emprender en todos los órdenes del espacio académico –tanto el de la investigación como el de la capacitación– aquello que Toscano y García denomina “giro dialectológico” (2011, 224): un movimiento programático que legitima una nueva valoración de las variedades americanas, y en particular de las argentinas. Este giro intenta operar un desplazamiento según el cual la lengua peninsular y literaria deja de ser el objeto de estudio privilegiado y se incorporan las variedades americanas no cultas del español. En este sentido, la empresa de Alonso se distancia de la perspectiva histórica menendezpidaliana con la que Castro y Millares Carlo guiaron las tareas del Instituto durante sus dos primeros años, y procura, en una línea ya inaugurada por Montolíu, concebir la variación no como un signo del deterioro social, sino como la expresión de distintos significados (no referenciales) asociados a la manifestación de diferentes subjetividades. El cambio lingüístico es visto, desde este enfoque, como una propiedad de las lenguas, que codifican opciones subjetivas por las que los hablantes se inclinan, de modo que los fenómenos de variación del español no peninsular se explicarían “en una clave que ya no necesita denunciar su potencial rupturista sino delimitar las significaciones recogidas en el sistema lingüístico” (Toscano y García 2011, 335). Este programa, en definitiva, resulta novedoso y modernizador incluso respecto de la delimitación del ámbito de la filología hispánica en general. Tal como hemos señalado a partir del “Propósito” (1930) con el que Alonso presenta el primer volumen de la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, con este “giro” se amplían los horizontes de la lingüística romance como disciplina, en tanto se la obliga a redimensionar su objeto de estudio y a reconsiderar la caracterización de la variación lingüística: lo americano deja de ser visto como periférico y degradado, la dialectización ya no es entendida como signo del deterioro social ni limitación de las posibilidades expresivas de un pueblo, sino, por el contrario, como una manifestación de su singular actividad espiritual. El programa de 1939 constituye nuevamente un curso centrado en las introductorias nociones de lingüística general y en la historia de la lengua española, y ya no recoge –ni siquiera en las últimas unidades– cuestiones de dialectología (FFyL 1939). Sin embargo, entendemos que esto se debe a que –como veremos a continuación– el programa dialectológico va a alternar con el histórico durante los años subsiguientes. Las dos primeras unidades anuncian en detalle la división entre sincronía y diacronía, nociones que, cada una de ellas, respectivamente, toma como eje. Al mismo tiempo, ambas unidades dan cuenta del intento de Alonso por agotar la delimitación de diferentes perspectivas para el estudio del lenguaje –naturalista versus culturalista– y por actualizar los contenidos con los aportes de las teorías lingüísticas contemporáneas. Vale destacar, al respecto, para la primera unidad, la enumeración de conceptos propios de la caracterización saussureana –“len135 BSEHL 8 (2012), 119-141 Emiliano Battista guaje”, “lengua”, “habla”– junto a la presentación de categorías dialectológicas, a partir de las que Alonso profundiza su percepción de la variación no ya en el orden diatópico –“español de América” y “español de España”– sino más bien en el orden situacional –“lengua oral” y “lengua literaria”– y en el individual – “comunicación”, “expresión” y “acción”. También se produce la incorporación de un concepto –central para el desarrollo de la perspectiva idealista y de la contemplación de la subjetividad en el fenómeno lingüístico– que Vossler indica haber recuperado de Humboldt: la “forma interior del lenguaje”. A continuación, el programa continúa con los temas de historia de la lengua tradicionalmente abordados por los cursos de años anteriores. La tercera unidad presenta los antecedentes históricos de la evolución del español y la cuarta se centra en cuestiones de morfología y sintaxis. A continuación, desde una perspectiva diacrónica, dedica la quinta unidad a la categoría lingüística del sustantivo y la sexta a la categoría gramatical del género. Tres unidades destina a la descripción del pronombre, y, tras trabajar en una sobre el artículo, encontramos también tres unidades para la descripción de la categoría lingüística del verbo. La decimocuarta unidad corresponde a adverbio, preposición y conjunción, y la última al proceso de formación de palabras. El programa de 1940 es similar al de 1937, aunque con algunas diferencias puntuales de formulación en las primeras cuatro unidades (FFyL 1940). El programa de 1941 retoma el curso de 1938, centrado en problemas dialectológicos. Si bien en líneas generales reproduce la estructura de este, encontramos algunas modificaciones de formulación en cuanto a la manera de distribuir los mismos contenidos en las diferentes unidades. Este programa no incluye bibliografía (FFyL 1941). El programa de 1942 reproduce esencialmente el de 1940. Las referencias bibliográficas son acotadas respecto de versiones anteriores; sin embargo, se mantiene la referencia a los autores más destacados. El único material nuevo que aparece citado es el libro de Alonso Castellano, español, idioma nacional (1938) (FFyL 1942). El programa de 1943 retoma las nociones de lingüística general que aparecían en el curso de 1939 y que en los de 1940, 1941 y 1942 habían sido dejadas de lado. Básicamente, condensa en una única unidad las diferencias entre una perspectiva sincrónica y una diacrónica; sin embargo, es interesante notar algunas reformulaciones y ciertos conceptos que incorpora en su primera unidad para dar cuenta de las “condiciones y causas de la evolución lingüística”: “raza”, “suelo”, “clima”, “inercia”, “aprendizaje infantil”, “estrato cultural del pueblo”, “sustrato étnico”, “la moda”. Se trata de nociones con las que Alonso busca complejizar aun más la caracterización de la variación lingüística como un fenómeno que se manifiesta en diferentes dimensiones. Las restantes unidades se organizan bajo el eje de presentación de un curso de historia del español, y de su 136 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) evolución tanto en la Península como en territorio americano (FFyL 1943). De esta manera, no solo se deja de lado la categorización gramatical decimonónica que organizaba el desarrollo de la explicación histórica, sino que el recorrido por la historia del español también parece practicarse desde una perspectiva dialectológica. Por ejemplo, entre otros temas, la unidad cinco aborda “la constitución dialectal de la España cristiana al nacer el reino de Castilla (siglo XI); la unidad seis aborda la “expansión geográfica del castellano en los siglos XI-XIII”; la unidad siete aborda los “rasgos principales en el castellano hablado en las distintas regiones”; y las últimas unidades abordan “italianismos, galicismos, anglicismos e indigenismos americanos”. La unidad que cierra el programa –“Los estudios sobre el idioma”– no tiene precedentes en los cursos anteriores. Esta revisa el trabajo de destacados gramáticos, desde Nebrija y Juan de Valdés, pasando por los del siglo XVI –los Anónimos de Lovaina, Cristóbal de Villalón, Juan de Miranda, Bernardo de Alderete, Sebastián de Covarrubias, Ambrosio de Salazar y Gonzalo Correas– y por algunos extranjeros –César Oudin, R. Percival, Lorenzo Franciosini– hasta llegar a los estudios fonéticos en España en los siglos XVI y XVII. También presenta, en esta unidad, el “Esquema histórico de la Academia Española”, y junto a él convierte en objeto de análisis el Diccionario de autoridades y la Gramática de la Academia. Por último, es la primera vez que deviene objeto de estudio “la escuela filológica de Menéndez Pidal”, cuyo fundador parece ya resultar una institución en sí misma y no mero soporte bibliográfico para la contemplación de determinados fenómenos. El programa de 1944 retoma el de 1940 sobre historia de la lengua; sin embargo, lo complementa incorporando también la distinción entre sincronía y diacronía con la que formuló las dos primeras unidades del curso de 1939. En esta oportunidad, Alonso abre el programa con una sola unidad dedicada a este tema, en la que hace hincapié sobre sus diferencias de método. Respecto de las trece unidades que conforman el programa de 1940, el de 1944 amplía sus contenidos para formar dieciséis unidades. Los cambios más importantes consisten en la incorporación de conceptos específicos del ámbito de la fonética y la fonología, principalmente en la quinta unidad –“Nociones de fonética descriptiva”–, en la que aparecen nuevos conceptos: “Fonación y articulación. Sonido y fonema. Tono, timbre, cantidad e intensidad. El acento. La sílaba. El ritmo y la melodía como elementos formales de la frase”. En cuanto a la bibliografía, el programa menciona, para cada unidad, muy pocos textos, básicamente los que a esta altura podríamos llamar canónicos, e indica que “la bibliografía circunstanciada se irá dando en clase” (FFyL 1944). El programa de 1945 retoma íntegramente el de 1939, de modo que implica un retorno al dictado de un curso con particular atención a la descripción gramatical, pero buscando cada vez más concretar el desplazamiento desde lo diacróni137 BSEHL 8 (2012), 119-141 Emiliano Battista co hacia lo sincrónico. En cuanto a la bibliografía, simplemente se mencionan los textos más representativos de los contenidos a tratar, pero estos no aparecen especificados por unidades (FyL 1945). El programa de 1946, último dictado por Alonso en la Argentina, retoma la temática y la estructura del curso de 1943. La única excepción se encuentra en la unidad introductoria, pues, a diferencia de aquel, este programa de “Lingüística romance” –que aquí se subtitula “Historia de la lengua española”– nuevamente omite los contenidos dedicados a las nociones de lingüística general, en la que ingresaban los abordajes más actuales de la disciplina. En su lugar, el curso se abre con una unidad que revisa la historia de la lengua desde los pueblos aborígenes de Iberia en el siglo III a. C., hasta la llegada de los romanos a la península. También presenta aquí los conceptos lingüísticos de estrato y superestrato y la resistencia de las lenguas indígenas a la romanización; las restantes unidades van desde el período republicano con los romanos en Iberia hasta la constitución del español moderno (FFyL 1946). 7. Consideraciones finales Hemos analizado los programas de Lingüística romance que tuvieron lugar desde la fundación del Instituto en 1922 hasta la renuncia de Alonso en 1946. Advertimos que esta asignatura, en principio, comprendía básicamente el estudio histórico de la lengua castellana a partir de un modelo que, en términos globales, había sido diseñado por Menéndez Pidal a comienzos del siglo XX. Esta visión va modificándose paulatinamente, de forma paralela a las actividades de investigación del Instituto, también reflejadas en las series editoriales del centro: principalmente, la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana y la Colección de Estudios Estilísticos. Frente al programa sujeto a la tradición decimonónica en virtud de la cual Castro y Millares Carlo gestionaron el Instituto en 1923 y 1924, respectivamente, Montolíu inicia un proceso de modernización que se intensificará con el “giro dialectológico” de Alonso, plasmado en el sector educativo con el programa de 1938. De esta manera, observamos que, con el correr de los años, los contenidos de los programas se reformulan buscando ajustarse a las innovaciones de la disciplina. Los cursos de Alonso, específicamente, procuran actualizar sus saberes incorporando las teorías lingüísticas contemporáneas (Saussure, Bally, Vossler), los avances en fonética descriptiva (Trubetzkoy, Grammont) y los modelos de la dialectología y la geografía lingüística (Gilliéron). Consideramos que las modificaciones en los diferentes programas registran el desplazamiento de un paradigma histórico-positivista –que concibe el lenguaje como un objeto despersonali138 BSEHL 8 (2012), 119-141 Los programas de Lingüística romance (1924-1946) zado y desespiritualizado– hacia un paradigma sincrónico-idealista –que considera la dimensión subjetiva en la contemplación del fenómeno lingüístico. Esta perspectiva –que inicia Montolíu e impulsa y desarrolla Alonso– busca redefinir el objeto de estudio, y en lugar de investigar el español peninsular y literario, enfocar las variedades no cultas del español americano. En este sentido, intenta establecer un criterio que, apartándose de una tradición que en el estudio de la lengua se interesa por lo unitario y lo homogéneo, pone su atención en los fenómenos de variación dialectal. Esta visión idealista del lenguaje utiliza la investigación dialectológica como un insumo metodológico de una nueva teoría lingüística que aspira a reintroducir la dimensión subjetiva en los estudios lingüísticos. Referencias bibliográficas Fuentes primarias Archivo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (=AFyL). Programas de la asignatura “Lingüística romance” 1924-1936. Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (=FFyL). 1937. Programas de los cursos de 1937. Buenos Aires: Imprenta y Casa Editora “Coni”. ——. 1938. Programas de los cursos de 1938. Buenos Aires: Imprenta de la Universidad. ——. 1939. Programas de los cursos de 1939. Buenos Aires: Imprenta de la Universidad. ——. 1940. Programas de los cursos de 1940. 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Madrid & Frankfurt: Iberoamericana Editorial Vervuert, 2010, 280 pp. Bajo el título La excepción en la gramática española. Perspectivas de análisis, Carsten Sinner y Alfonso Zamorano Aguilar reúnen once artículos que versan sobre un tema, cuanto menos, sugerente, si tenemos en cuenta que excepción queda definida como ‘cosa que se aparta de la regla o condición general de las demás de su especie’ (DRAE 2001: s.v. excepción). Ya en la introducción, “La excepción en la gramática española: viejos temas con nuevos enfoques”, los editores, siguiendo a H. Geckeler, definen la excepción lingüística como “irregularidad o anomalía en la lengua en cuanto a una regla o norma de la lengua en un determinado estadio evolutivo” (p. 12). Además, para situar al lector, antes de presentar los artículos que conforman el libro, Sinner y Zamorano recuerdan brevemente la historia de la excepción en latín y en las lenguas románicas así como la terminología que tradicionalmente se ha empleado (anomalía, irregularidad, deviación o desviación, etc.). Los once artículos que componen el volumen abordan diferentes perspectivas en torno a la excepción y vienen firmados por estudiosos procedentes de diferentes universidades. Algunos de los trabajos se centran en categorías gramaticales o fenómenos lingüísticos concretos como los verbos defectivos, el leísmo/loísmo/laísmo, el artículo de los relativos compuestos o el que galicado; otros se ocupan de revisar los conceptos y términos relacionados con la excepción en gramáticas y diccionarios publicados a lo largo de la historia del español. En primer lugar, María Luisa Calero Vaquera (Universidad de Córdoba) se centra en “Las irregularidades lingüísticas desde la perspectiva de los inventores de lenguas universales” (pp. 17-36). Tras repasar la polémicas dicotomías simetría vs. asimetría y analogía vs. anomalía, la autora se centra en tres inventores de lenguas artificiales: Bonifacio Sotos Ochando, Pedro López Martínez y José López Tomás, los dos primeros desarrollan su labor a mitad del siglo XIX y el tercero, durante el primer cuarto del siglo XX. Todos ellos, preocupados por la estética formal, pretenden conseguir uniformidad en la descripción lingüística. Sotos Ochando intenta un modelo de categorización semántica de la realidad y pretende homogeneizar la lengua mediante propuestas como la reducción de fo143 BSEHL 8 (2012) Reseñas nemas o la pérdida de la concordancia de género entre el sustantivo y el adjetivo, entre otras. Por su parte, López Martínez plantea una lengua a partir de los principales códigos europeos (latín, italiano, español, francés, inglés y alemán) y, entre otras medidas, formula la igualación de las palabras en cuanto al número de sílabas (tres), el establecimiento de tres géneros (masculino, femenino y neutro) o la supresión del subjuntivo. Finalmente, Calero Vaquera da noticia de López Tomás, que se basa en el español, atendiendo fundamentalmente a su fácil ortoepía; entre otras reformas, el autor propone la supresión del artículo o una gran simplificación del sistema verbal. No obstante, a pesar de los intentos de creación de lenguas universales, como concluye la autora, “ha terminado por dominar la idea, frente a prejuicios anteriores, de que tal vez el discurso ordinario no es la maquinaria imperfecta que se pensaba” (p. 34). Por su parte, Alfonso Zamorano Aguilar (Universidad de Córdoba) nos ofrece un interesante estudio metateórico titulado “El metalenguaje de la excepción en las gramáticas españolas” (pp. 37-65). A modo de introducción, el autor dedica los primeros apartados a revisar la historia del metalenguaje, como término y concepto, su definición y clasificación, además de su estatus como lengua de especialidad. Ya centrado en la excepción o irregularidad, Zamorano Aguilar se centra en un corpus de cinco gramáticas publicadas entre 1850 y 1950 (Bello, Commelerán, Blanco y Sánchez, RAE, Pérez Rioja), atendiendo especialmente a los apartados relativos a la tipología verbal, el artículo, el género del sustantivo y la ortografía. A partir de los datos extraídos, el autor acierta a plantear la existencia de una “categoría metalingüística abstracta” ('irregularidad') realizada mediante “categorías metalingüísticas concretas” que, a su vez, quedan expresadas mediante “unidades no lexicalizadas” (metalenguaje de la lengua), unidades autonímicas (metalenguaje del discurso) “unidades lexicalizadas” (metalenguaje científico de la lengua). Las más habituales son las “unidades no lexicalizadas”, entre las que se encuentran términos de índole nominal (accidente, anomalía, particularidad, mutación, desacuerdo, diferencia, matiz, desorden, vicio, etc.) y, en menor medida, de índole verbal (variar, alterar), que, según advierte Zamorano Aguilar, evidencian la actitud positiva o negativa de los gramáticos ante la irregularidad. No obstante, el autor apunta que “unidades lexicalizadas” tales como excepción, irregularidad, verbo irregular, verbo defectivo, participio irregular o verbo deponente, entre otras, se alzan como las más interesantes desde el punto de vista historiográfico, debido a que indican “la consolidación de tendencias y de un léxico especializado del campo científico de la Gramática” (p. 61). De otro lado, centrado en la categoría verbal, Carsten Sinner (Universität Leipzig) nos ofrece un estudio sobre “Los verbos defectivos en la historia de la gramática española” (pp.67-108). Sinner comienza su trabajo advirtiendo de que, en la tradición gramatical española, habitualmente se denominan verbos irregulares tanto los que presentan anomalías desde el punto de vista morfológico co144 BSEHL 8 (2012) Reseñas mo aquellos que poseen un paradigma incompleto. Precisamente a estos últimos, llamados verbos defectivos o incompletos, dedica el autor su estudio, que comienza dando cuenta de la heterogeneidad existente al quedar definidos y caracterizados en algunas gramáticas del español publicadas en el siglo XX. En efecto, parece que no hay consenso al identificar estos verbos, pues suelen denominarse defectivos tanto los que carecen de ciertas personas como aquellos que poseen formas de baja frecuencia en la lengua. Además, un aspecto clave en la investigación de Sinner es la relación entre los verbos defectivos y los impersonales, pues en la tradición gramatical estos se clasificaban como subclase de aquellos, a pesar de que los impersonales han gozado de un mayor éxito como objeto de análisis y descripción. Al revisar el tratamiento de los verbos impersonales y defectivos en la historia de la gramática española –del que da muestra en las minuciosas tablas incorporadas como anexos–, observa la confusión terminológica y la mezcla de criterios al definir y ejemplificar cada una de estas clases. Como prueba de tal imprecisión, se presenta la propuesta de Calleja, gramático que en el primer cuarto del siglo XIX conjuga las categorías verbal y defectivo incurriendo en contradicciones debido al afán por seguir los dictados impuestos por la tradición. Para concluir, Sinner apunta como futura y necesaria línea de trabajo la comparación del tratamiento de los verbos defectivos en la gramática española con la tradición grecolatina y, además, con las principales lenguas románicas a fin de valorar la “transferencia intercultural”. A continuación, bajo el título “La excepción en las primeras gramáticas históricas del español” (pp. 109-31), Julio Arenas Olleta (Universidad Complutense de Madrid) nos sitúa a comienzos del siglo XX, en el momento en que España acoge un nuevo paradigma practicado en Europa desde el último cuarto del siglo XIX: el de la Gramática histórica. Tras dar breve y precisa noticia de las vicisitudes del método histórico en su recepción hispánica y de las obras publicadas en el momento (Gramática histórica de las lenguas castellana y catalana, 1884, de Ignacio Farré y Carrió; Gramática comparada de las lenguas castellana y latina, 1889, de Francisco Commelerán y Gómez; Gramática histórica de la lengua castellana, 1903, de Salvador Padilla, entre otras), Arenas Olleta se centra en el concepto de ley fonética y recuerda que, en la noción de cambio fonético, “la excepción no es un recurso válido” (p. 119), si bien se establecen mecanismos como la analogía o los llamados por Menéndez Pidal cambios fonéticos esporádicos (metátesis, asimilación, etimología popular, etc.) para explicar la excepciones a las leyes fonéticas. No obstante, en el contexto español, ante la “incapacidad para entender la historicidad del lenguaje” (p. 122), el concepto de ley fonética se iguala al de regla gramatical, por lo que la excepción no se aplica a un proceso histórico sino a una norma. De ahí que el autor catalogue de “pseudohistóricas” las gramáticas objeto de estudio. 145 BSEHL 8 (2012) Reseñas En “Regla y excepción en la historia de la gramática española: el ejemplo del leísmo/loísmo/laísmo” (pp. 133-51), Claudia Polzin-Haumann (Universität des Saarlandes) parte de diez gramáticas del español publicadas a lo largo del siglo XVIII a fin de revisar el tratamiento de los conceptos regla y excepción en la descripción de tres fenómenos de interés normativo como son el leísmo, el loísmo y el laísmo. En un primer momento, Polzin-Haumann afirma que, actualmente, su objeto de estudio se relaciona con la excepción y no tanto con la regla, salvo en el caso del leísmo de persona (“el uso de le por lo se admite cuando el referente es una persona de sexo masculino”, p. 138). En el siglo XVIII, según demuestra la autora, no existe unanimidad al establecer las normas de empleo de los pronombres átonos, aunque, en general, se suele privilegiar la distribución atendiendo al género, haciendo caso omiso al criterio etimológico. Por ejemplo, el laísmo, censurado en nuestros días, es aceptado con moderación por gramáticos como Benito de San Pedro, Agustín Muñoz Álvarez, Gregorio Garcés o la RAE en su primera gramática. En definitiva, la delimitación entre regla y excepción se muestra vaga en los textos analizados en esta investigación, por lo que la autora termina por afirmar que “las excepciones no existen en sí mismas, tampoco las reglas. Son productos de actos humanos” (p. 149). A propósito de “La gramática española en el siglo XIX entre la gramática general y la particular: excepción en dos perspectivas” (pp. 153-65), Vera Eilers (Universität Tübingen) revisa la influencia del sensualismo y la ideología en España, la definición de gramática general y gramática particular y, más adelante, presenta el corpus en el que basa su estudio: seis gramáticas españolas de corte pedagógico publicadas a lo largo del siglo XIX, tres generales y tres particulares, que compara con las obras de Port Royal, Condillac, Destutt de Tracy y Jovellanos. Eilers explica que la excepción no encuentra lugar en estos textos, pues se entiende como un obstáculo para el alumno, al que se le ha de instruir lo más fácil y claramente posible. Para ejemplificar el proceder de los gramáticos ante el problema de la excepción, la autora se centra en “la teoría del verbo único” –en latín, esse; en francés, être–, imitada por los autores españoles –para los que el verbo único era ser o estar–, pero cuestionada por Gómez Hermosilla, quien se percató de la distinta índole de ser y estar. Por su parte, Éva Feig (Universität Duisburg-Essen) revisa el empleo de los conceptos anomalía, excepción e irregularidad en “Sistema y libertad del uso: el discurso desviacionista en la Gramática castellana de Andrés Bello” (pp. 16786). La autora sigue una metodología basada, de un lado, en el estudio onomasiológico de la obra, a partir de la detección de aquellos fenómenos gramaticales considerados por el venezolano particulares o diferentes en relación a una regla. De otro lado, desde una perspectiva semasiológica, Feig selecciona los párrafos donde se documentan los conceptos objeto de estudio. Sus resultados apuntan que los términos relacionados con la irregularidad son los más empleados, espe146 BSEHL 8 (2012) Reseñas cialmente para describir la morfología verbal; siguen aquellos relativos a la excepción, especializados fundamentalmente para referirse a la morfología nominal (género y número) y a la concordancia; finalmente, anomalía se emplea raramente, a pesar de su importancia en la tradición gramatical grecolatina, para explicar cuestiones relativas a la morfología verbal o al orden de los sintagmas. En definitiva, Feig concluye que anomalía, excepción e irregularidad no son empleados por Bello de una manera aleatoria, como sinónimos, sino de modo plenamente consciente para aludir, en cada caso, a un tipo de particularidad concreta. En “Excepción implícita y gramaticalización. Los gramáticos ante el artículo de los relativos compuestos” (pp. 187-199) José Luis Girón Alconchel (Universidad Complutense de Madrid) nos acerca a la teoría de gramaticalización, en concreto, al “continuum categorial y diacrónico” que se da en ciertas clases de palabras que albergan diferentes significados. Para ello, alude al concepto de excepción implícita, a saber, “polisemia creada por los procesos de gramaticalización no concluidos” (p. 188). A partir de aquí, el autor expone varios ejemplos de tal excepción en la historia de la gramática española, entre otros, la intuición de cambio lingüístico en Nebrija al acuñar el término “nombre participial infinito” para catalogar al participio de los tiempos compuestos y así diferenciarlo del participio pasivo. En concreto, Girón Alconchel basa su investigación en los relativos compuestos (artículo + que), noción formulada por Bello, ampliamente debatida en la tradición gramatical en lo que respecta a la índole de su primer elemento, “clase de palabra que es un continuum entre pronombre y afijo flexivo de concordancia” (p. 193). El autor se pregunta por el motivo que lleva a los gramáticos a no categorizar los distintos usos del artículo, que no es otro que la versatilidad de esta clase de palabra, además del peso de la tradición gramatical especialmente en cuanto a la terminología empleada. En torno a un tratado anterior al de Nebrija, bajo el título “Acerca de la gramática antes de Nebrija: regla y excepción en el Arte de trovar de Enrique de Villena” (pp. 201-29), Elmar Eggert (Ruhr-Universität Bochum) reflexiona sobre los conceptos excepción, regularidad y analogía. Tras caracterizar bien estos términos y revisar brevemente la historia de la gramática en el siglo XV, el autor se centra en la obra objeto de estudio, resume su estructura y la cataloga como “el primer documento de reflexiones sobre la lengua en el ámbito del castellano” (p. 213). Lo cierto es que, al describir las observaciones fonéticas y gráficas de Villena, Eggert detecta que el gramático medieval intuye no solo la regularidad de los sonidos, “ligados a unidades significativas y representables en la escritura” (p. 214), sino también la diversidad en la pronunciación, debido a la variedad diatópica. Además, como Eggert destaca, Villena no solo especifica la articulación de cada letra sino los sonidos en el contexto de la palabra. Es ahí donde detalla reglas generales a las que se subordinan reglas específicas, seguidas de un 147 BSEHL 8 (2012) Reseñas número limitado de excepciones, “desviaciones no muy frecuentes que obedecen a la regla expuesta anteriormente” (p. 226). Seguidamente, desde otro punto de vista, Magdalena Coll (Universidad de la República, Montevideo) ofrece información sobre excepciones en “Tratamiento lexicográfico de las irregularidades del verbo en español” (pp. 231-54). En esta investigación se revisa la inclusión de las irregularidades verbales en diccionarios de información gramatical así como en los diccionarios generales producidos por la RAE a lo largo de su historia. En cuanto a los primeros, Coll observa cómo se incluye información sobre la irregularidad verbal tanto en los diccionarios de dudas (en el interior de los artículos lexicográficos, en el caso del diccionario de Cuervo; en anexos o cuadros en el cuerpo de la obra, en el caso del diccionario de Seco) como en los de conjugación (que suelen presentar listas de verbos conjugados sin explicación alguna, aunque la autora destaca el diccionario de Villar, provisto de información minuciosa y detallada de la clasificación y conjugación de los verbos), si bien los filológicos solo dan noticias imprecisas. En lo que respecta a los diccionarios generales académicos, Coll revisa tanto la micro como la macroestructura (prólogo, apéndices, etc.) y llega a la conclusión de que únicamente se incluyen notas sobre conjugación verbal en la primera y última edición impresa del repertorio académico (Diccionario de autoridades, 1726-39 y DRAE 2001, respectivamente). Finalmente, tras retomar el debate necesario sobre cuánta gramática ha de contener el diccionario, Coll se detiene en la lematización de formas verbales irregulares, si bien comprueba que en la tradición lexicográfica académica solo se contempla el infinitivo como lema. En definitiva, atendiendo al usuario y en la línea del diccionario de María Moliner, Coll apoya la propuesta consistente en incluir como entradas las formas verbales irregulares y remitir a la entrada canónica en infinitivo. Finalmente, cierra el libro Andreas Dufter (Universität Erlangen-Nürnberg) con su contribución “El que galicado: distribución y descripción gramatical” (pp. 255-80). Como introducción, Dufter recuerda que la etiqueta de “que galicado” fue acuñada por Cuervo para designar casos de calco sintáctico trasparente del francés. Seguidamente, delimita el contexto sintáctico del que y sus variantes, y revisa el tratamiento que ha recibido esta partícula en la tradición gramatical. De manera frecuente, según apunta Dufter, el “que galicado”, obtiene una valoración negativa en la bibliografía especializada de todas las épocas, que lo señala como una amenaza para la lengua española. No obstante, al revisar su origen y distribución, Dufter explica cómo muchos autores reivindican el abundante empleo del “que galicado” en Hispanoamérica, y también en España, fundamentalmente, en el habla actual de los jóvenes. A fin de comprobar empíricamente los datos presentados, el autor revisa en los corpus de la RAE (CORDE y CREA) dos perífrasis (es + adv. + que y adv. + es + que) y observa que esta estructura se do- 148 BSEHL 8 (2012) Reseñas cumenta desde el castellano medieval, por lo que Dufter apunta la confusión de los especialistas al condenar la partícula objeto de estudio en todos los contextos. *** La tensión entre anomalía y analogía, regla y excepción se convierte en el hilo conductor de este volumen, en el que termina por cautivarnos el discurso de la exclusión, sin duda, más atractivo e insondable que el relativo a la norma. En efecto, aunque el peso de la tradición gramatical hace acatar definiciones y afirmaciones, en principio, concluyentes, parece que, a menudo, se vuelven incómodas al describir el uso de los distintos fenómenos lingüísticos. De este modo, el libro reseñado no solo muestra que las reglas son puestas a prueba por las excepciones –según reza la máxima latina de origen jurídico Exceptio probat regulam in casibus non exceptis– sino que estas refinan, amplían o modifican la regla hasta completarla y concretarla. En conjunto, los trabajos compilados cubren ampliamente el propósito con el que fueron convocados, en palabras de los editores, “indagar diferentes aspectos relacionados con la tradición del concepto de ‘excepción’, de su tratamiento y descripción” (p. 9). Se trata, en definitiva, de una serie materiales que constituye una magnífica contribución al estudio de la gramática española, y que sirve, sin duda, para seguir consolidando el avance de los estudios lingüísticos desde una perspectiva historiográfica. Universidad de Jaén Departamento de Filología Española Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Campus de las Lagunillas, s/n E-23071 Jaén Marta Torres Martínez matorma@ujaen.es GÓMEZ ASENCIO, José J. Los principios de las gramáticas académicas (17711962) (= Fondo Hispánico de Lingüística y Filología, 8). Berna: Peter Lang, 2011, XIV + 218 pp. El trabajo del profesor Gómez Asencio, figura destacada en el ámbito de la historiografía de las ideas gramaticales y lingüísticas en España, ofrece un valioso análisis de las partes introductorias (“principios”) de las gramáticas de la lengua publicadas por la Real Academia Española entre 1771 y 1962. Este “librito”, en palabras de su autor, “está dedicado, según reza su título, a los márgenes de las GRAEs: sus comienzos y, en mucho menor grado, sus finales: epílogos y despedidas en el supuesto, no muy regular, de que existan” (p. 8). 149 BSEHL 8 (2012) Reseñas La observación y análisis de cada uno de esos “márgenes” ofrecen al lector una visión sincrónica a la vez que diacrónica de los fundamentos teóricos, doctrinales, procedimentales o metodológicos que han guiado el quehacer gramatical de la Academia desde 1771 hasta 1962. Sin embargo, Los principios de las gramáticas académicas (1771-1962) no es el final de un trabajo de ardua y laboriosa investigación, sino “un capítulo de un ambicioso –e inconcluso– proyecto cuya meta podría ser formulada de este modo: analizar desde puntos de vista variados [...] la labor gramatical en general y gramaticográfica en particular llevada a cabo por la Real Academia Española” (p. 1). La consideración de la obra como “un capítulo de un ambicioso –e inconcluso– proyecto” se formula en el primero de los trece apartados que componen la obra, bajo el título de “Introducción”. En este apartado se describe el análisis de la labor gramatical y gramaticográfica de la RAE entre 1771 y 1962 como un proyecto complejo y extenso para el que el autor define, de manera concisa, las fuentes documentales imprescindibles y los aspectos a considerar en cada GRAE. En la “Introducción” también se definen los objetivos de la obra (“librito de modesto alcance”) y se delimita el sentido de los “principios” que serán objeto de análisis. En el segundo apartado, “Las ediciones de la Gramática de la Real Academia Española: variantes, modelos y réplicas”, se identifican las treinta y seis obras gramaticales editadas por la Academia desde 1771 hasta 1962. En la clasificación de las obras se distinguen tres tipos de gramáticas: los modelos (ediciones de 1771, 1796, 1854, 1870, 1880 y 1917), los submodelos (ediciones de 1858 [submodelo de 1854]; 1874 [submodelo de 1870]; 1883, 1904 y 1911 [submodelos de 1880]; 1920 [submodelo de 1917]) y las reediciones (ediciones de 1772 y 1781 [reediciones del modelo de 1771]; 1862, 1864, 1865, 1866 y 1867 [reediciones del submodelo de 1858]; 1878 [reedición del submodelo de 1874]; 1885, 1888, 1890, 1895, 1900 y 1901 [reediciones del submodelo de 1883]; 1906, 1908 y 1909 [reediciones del submodelo de 1904]; 1913 y 1916 [reediciones del submodelo de 1911]; 1924, 1928, 1931 [reediciones del submodelo de 1920]; 1959 y 1962 [reediciones de la reedición de 1931]). De toda esa producción gramatical Gómez Asencio destaca los modelos gramaticales de 1796 y 1917 por ser los más persistentes en el tiempo. La edición de 1796 “aparte de que estuvo en activo durante casi sesenta años, gestó el modelo de prácticamente todas las gramáticas académicas hasta 1917” (pp. 22-3). La edición de 1917 “fue sin reservas la gramática oficial al menos hasta 1973, fecha de aparición del Esbozo, y su vigor o validez han sido oficialmente contestados apenas en 2009 por otra gramática académica propiamente dicha” (p. 23). 150 BSEHL 8 (2012) Reseñas La tercera parte de la obra se destina al análisis de las portadas de la GRAE consideradas como el primero de los “principios” que se contienen en los comienzos de las gramáticas. El autor presta especial atención a la cuestión del nombre de la lengua, castellana o española, y a la autoría de los textos, Real Academia Española o Academia Española. Asimismo, presta atención a la página par que se encuentra en los reversos de las portadas (“segunda de portada”) que informan sobre los derechos de propiedad intelectual y de autor desde 1858. Los apartados comprendidos entre el cuarto y el décimo, ambos inclusive, se destinan al estudio de los prólogos de las principales ediciones de la Gramática de la Academia: En el apartado cuatro se analiza el texto fundacional de 1771; en el apartado cinco la reforma de la GRAE de 1796; en el seis el Prólogo de 1854 y las Advertencias de 1858; en el siete la Advertencia de 1870, 1874 y 1878; en el ocho el silencio prologal de 1880 a 1909; en el nueve la Advertencia de 1911 a 1916; y en el diez las reformas del primer tercio del siglo XX: de 1917 a 1931. El análisis del texto de 1771, apartado cuatro, se centra en los argumentos que la Academia ofrece como forma de justificar su obra; en las dificultades de elaborar un texto de gramática; en las fuentes declaradas y su papel; en los aspectos de naturaleza gramatical que la Academia anunció en el Prólogo como forma de realzarlos, y en cuestiones sobre la historia de la lengua y la forma de propiciar su mejora constante. En la reforma de la GRAE de 1796, apartado cinco, Gómez Asencio analiza los aspectos de naturaleza gramatical que la Academia anuncia desde el Prólogo. Los aspectos tratados en el texto de 1771 se encuentran también en el de 1796, sin embargo, los redactores de 1796 añaden nuevos temas, a la vez que disienten de sus predecesores en otros. Los principales aspectos que se analizan en el trabajo y en los que la Academia centró su atención son: las partes de la oración, la clase de palabras “nombre”, la cuestión de la declinación, el género de los nombres, la conjugación de los verbos regulares e irregulares, y la preocupación por arreglar la Sintaxis (la voluntad de integrar Analogía y Sintaxis en un solo cuerpo doctrinal, la reestructuración e incremento del campo de la Sintaxis, y la lista de palabras que se construyen con preposición). En el apartado seis Gómez Asencio refleja la importancia que la edición de 1854 tuvo para la Academia en el siglo XIX al relevar el modelo dieciochesco de 1796, que algunos autores consideraban como anticuado. El nuevo texto, en palabras de Gómez Asencio, “sale al paso a las críticas de inmovilismo en materia de gramática [...]; y aporta innovaciones evidentes que tocan tanto al aspecto puramente material y externo del libro como a los contenidos” (p. 82). El análisis de los textos se centra en aquellos aspectos de naturaleza gramatical que la Academia consideró dignos de ser anunciados en el Prólogo del modelo gramatical de 1854, y en las Advertencias del submodelo de 1858: las nuevas corrien151 BSEHL 8 (2012) Reseñas tes teórico-metodológicas (la postura académica y sus fundamentos), la clasificación de las categorías verbales, la denominación de los tiempos verbales, la proporción de la Analogía y la Sintaxis en el libro de gramática, el aspecto pedagógico de la gramática y el cuidado de la lengua. Además, se analiza un elogio de la lengua, que sustituía a la noticia de la historia de la lengua española de las ediciones de 1771 y 1796, y una breve alusión a la función social de la RAE, que actuaba como texto de cierre. La Advertencia de los textos de 1870, 1874, y 1878 se analiza en el séptimo apartado. Especial atención se presta al modelo de 1870 en el que “se percibe, en relación con las ediciones precedentes, un endurecimiento general de las posiciones adoptadas por la corporación” (p. 114). La Advertencia de 1874 y 1878 es semejante a la de 1870, pero con sutiles diferencias que atestiguan el modo de proceder la Academia. Esas diferencias revelan el interés de la corporación por ajustar sus textos a la realidad cambiante. Los principales contenidos analizados en este apartado se refieren a la historia de la RAE (breve noticia y elogio), a sus relaciones con la sociedad y el público de sus obras, a las reflexiones acerca de su papel y función en relación con la lengua española (aspectos teórico-metodológicos y cuidado de la lengua), y a las innovaciones (reforma de carácter teórico-descriptivo y reforma de carácter teórico-gramaticográfico). Entre las ediciones de 1880 y 1909, ambas inclusive, la Academia opta por eliminar de su obra gramatical toda información prologal. Los textos se editan sin advertencias, avisos ni prólogos. Esta circunstancia es analizada por Gómez Asencio en el apartado ocho de su obra y aporta dos posibles conjeturas que podrían explicar el fenómeno: “la Academia y su gramática están perfectamente instaladas en la vida cultural y educativa del país” o “la escasez, por no decir inexistencia, de innovaciones en cada una de las reimpresiones invitaba al silencio” (p. 121). No obstante, la edición de 1880 presenta una novedad en su estructura y contenido que perdurará, con minúsculas alteraciones, hasta la edición de 1962: La inclusión, al final de la Sintaxis, de un nuevo capítulo (“Vicios de dicción”) a cuyo análisis Gómez Asencio destina el apartado once, el más extenso de su obra. Las ediciones de 1911 a 1916, analizadas en el apartado nueve, retoman la tradición académica de acompañar sus obras de textos prologales. Así, en 1911 reaparece la Advertencia, si bien los cambios anunciados son mínimos. El valor de estos textos, para Gómez Asencio, no radica en las novedades anunciadas, “correcciones” en palabras de la Academia, sino en su anuncio de reformar la Gramática: “Otras reformas de más trascendencia se propone hacer la Academia en ediciones sucesivas” (p. 127). El último apartado que se destina al análisis de los principios de las GRAE, el décimo, se centra en el modelo de 1917, que hace realidad la reforma anunciada por vez primera en 1911 y que perdurará hasta la edición de 1962. En el estu152 BSEHL 8 (2012) Reseñas dio se tratan cuestiones presentes en la Advertencia preliminar como las relativas a las modificaciones efectuadas en ediciones anteriores, o a la oportunidad de la reforma y su prudencia. También se presta atención a las menciones sobre lo que queda invariado y lo que se modifica, o a la reaparición del motivo pedagógico en línea con los prólogos de las ediciones dieciochescas. En el apartado once, el más extenso de la obra, Gómez Asencio analiza los “Vicios de dicción”, una de las principales novedades de la Gramática de 1880 que, sin embargo, no formaba parte del plan inicial de la obra. Este “capítulo inopinado” permanecerá en la obra de la Academia hasta la edición de 1962, y sus preceptos no serán derogados hasta el Esbozo de 1973. En el período comprendido entre 1880 y 1962 se distinguen dos modelos gramaticales: el de 18801916 y el de 1917-1962. El profesor Gómez Asencio analiza cuáles son las diferencias entre esos modelos y cuáles son los elementos que ambos comparten. Entre los principales aspectos tratados cabe destacar: el barbarismo, el solecismo, la anfibología u oscuridad gramatical, la cacofonía, la monotonía, o la pobreza gramatical. Además, se presta especial atención a la “teoría de la salvedad” que permite comprender cómo un fenómeno dado puede pasar de ser considerado vicioso y rechazado a ser normal y aceptado. El estudio se cierra con una serie de consideraciones finales en las que Gómez Asencio indaga en el valor del trabajo teórico-normativo y de actuación de la Academia, a la vez que formula algunas cuestiones que hoy todavía están pendientes de resolver. El apartado doce, “Apuntes postreros”, se destina a recapitular cuestiones de contenido, a la vez que ofrece información sobre los límites y limitaciones del trabajo y sobre la naturaleza y alcance de los “Principios”. El apartado se cierra con una breve aproximación a la Advertencia del Esbozo de 1973 en la que se muestran algunas consideraciones que, en palabras de su autor, no agotan la cuestión. Las referencias bibliográficas ocupan el último apartado de la obra, el trece. La lectura de Los principios de las gramáticas académicas (1771-1962) ofrece una visión sincrónica y, al mismo tiempo, diacrónica de las principales doctrinas, teorías o metodologías que la Real Academia Española dispuso en los comienzos de su obra gramatical. La sencillez en la exposición y la claridad del análisis hacen de esta obra una lectura sencilla para cualquier persona interesada en las ideas gramaticales de la Academia. Al mismo tiempo, la obra es de gran interés para los gramáticos, los teóricos de la gramática o los historiadores de la lengua, que encontrarán en sus páginas información valiosa, ya que el texto de Gómez Asencio no es un todo, sino una parte de un plan más ambicioso que tiene como centro a la Academia y su obra gramatical. Los principios de las gramáticas académicas (1771-1962) nos permite ahora comprender la Nueva gramática de la lengua española (2009-2011) como un modelo gramatical más, el último, de los muchos que han marcado la historia de 153 BSEHL 8 (2012) Reseñas la obra académica. La lectura de sus páginas permitirá al lector acercarse al Prólogo de la Nueva gramática desde una perspectiva más rica y compleja, que sin duda servirá para valorar en su justa medida el trabajo del profesor Gómez Asencio y el de la Academia. Universidad Rey Juan Carlos Dpto. CC. Educ., Lenguaje, Cultura y Artes Cº del Molino s/n E-28943 Fuenlabrada (Madrid) Adrián Álvarez Fernández adrian.alvarez.fernandez@urjc.es ESPARZA TORRES, Miguel Ángel & NIEDEREHE, Hans-Josep (compiladores), ÁLVAREZ FERNÁNDEZ, Adrián & BATTANER MORO, Elena & CALVO FERNÁNDEZ, Vicente & HAOUET, Lamia & RODRÍGUEZ BARCIA, Susana. Bibliografía cronológica de la lingüística, la gramática y la lexicografía del español (BICRES IV). Desde el año 1801 hasta el año 1860 (= Studies in the History of the Language Sciencies, 118). Amsterdam & Philadelphia: John Benjamins Publishing, 2012, 696 pp. Cuando se publicó en 2005 el volumen dedicado al siglo XVIII de la Bibliografía cronológica de la lingüística, la gramática y la lexicografía del español, BICRES III, y Hans-J. Niederehe anunció que su proyecto que se detendría en 1800, surgió una lamentación común en vista de lo que hasta el momento se había conseguido: una obra solo comparable para el español a la Biblioteca histórica de la filología castellana del Conde de la Viñaza (1893) y de una magnitud tal que desde esa fecha no había sido abordada por ningún otro compilador con unos criterios tales de modernidad en la presentación de los datos y con la utilización y desarrollo específico de herramientas informáticas puestas al servicio de la lingüística hispánica. BICRES se había convertido, así, en un periodo de diez años –con la aparición del primer tomo en 1994, “Desde los comienzos hasta el año 1600”; el segundo de 1999, “Desde el año 1601 hasta el año 1700”; y el tercero, “Desde el año 1601 hasta el año 1700”–, en una obra de referencia fundamental e imprescindible para los estudios históricos e historiográficos del español, que completaba el panorama de las fuentes primarias en las que el español aparecía como lengua objeto de la descripción lingüística o como metalengua con la aportación de más de 3.800 registros, a los que se unía un amplio repertorio alfabético de fuentes secundarias. Los retos de la preparación de una bibliografía de estas magnitudes para el siglo XIX pasaban por el examen de un número muy elevado de autores, de lugares de publicación y editoriales y de la gran diversidad y cantidad de obras producidas en este período, tarea que, por todas las dificultades tanto técnicas como 154 BSEHL 8 (2012) Reseñas de acceso a la bibliografía, superaba las capacidades de una sola persona, aún tan evidentemente calificada como el profesor Niederehe. Y si hoy podemos contar finalmente con BICRES IV es gracias al empeño de Miguel Ángel Esparza, coautor del volumen –quien ya había trabajado anteriormente con Niederehe en la creación y gestión de bases de datos bibliográficas (Bibliografía Nebrisense, 1999)–, y a la colaboración de un competente equipo compuesto Adrián Álvarez Fernández, Elena Battaner Moro, Vicente Calvo Fernández y Lamia Haouet, de la Universidad Rey Juan Carlos y Susana Rodríguez Barcia, de la Universidad de Vigo. De este modo, y con la finaciación ministerial del proyecto, ha sido posible dar el paso trascendental de convertir una obra personal en el producto de un trabajo de grupo y, en concreto, de un equipo bien engranado que ya nos ofreció en 2008 una obra básica y complementaria de la actual: la Bibliografía Temática de la Historiografía Lingüística Española. Fuentes Secundarias (BiTe), muestra sobrada de su solvencia y capacidad en este tipo de trabajos de compilación bibliográfica. La distancia física entre los integrantes fue solventada gracias a las mejoras técnicas y a un método para compartir los archivos en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y en Tréveris, lo cual permitió conservar el mismo estilo de anteriores entregas de BICRES y trabajar con un control doble sobre la base de datos. Así pues, BICRES IV, ha sido concebida como una obra de continuación y mantiene el formato general de los volúmenes anteriores, cuyo objetivo es “reunir los datos ofrecidos en los estudios historiográficos modernos con los que brindó en su tiempo el Conde de la Viñaza y describir, del modo más completo y fidedigno posible, los manuscritos, libros y estudios de índole lingüística en los que el español aparece como lengua objeto de la descripción lingüística o como metalengua” (p. 3). Esta nueva aportación, que alcanza una envergadura enorme, se muestra como obra imprescindible de referencia para cualquiera que se dedique a los estudios filológicos y lingüísticos sobre el español del siglo XIX. A diferencia de los tomos anteriores, que comprendían períodos cronológicos superiores al siglo, la estimación de la producción editorial en el siglo XIX alcanza unas dimensiones tan elevadas que ha sido necesario establecer el límite temporal del período consignado en 1860, sin que ello responda a criterios internos declarados. Sería deseable que no se hiciera de esperar demasiado el volumen que integre el resto del siglo y que pudiera quedar así completado el complejo panorama bibliográfico decimonónico. La “Bibliografía I. La lingüística española desde 1801 hasta 1860” (pp. 11447) constituye la parte esencial del volumen. Hay que destacar la abundancia y precisión en las informaciones que se presentan para este primer período del siglo XIX: un total de 3.279 obras, dato que si se revisa con la perspectiva de lo ya publicado hasta el momento permite observar otro de los beneficios del trabajo en equipo, como es que el incremento de las fuentes primarias citadas es ex155 BSEHL 8 (2012) Reseñas ponencial y, sobre todo, que el 70 por ciento de las mismas han sido cotejadas personalmente, tarea de otro modo compleja si se tiene en cuenta el incremento de la producción bibliográfica y el volumen de datos. Para calibrar la importancia de este hecho hay que tener en cuenta el avance imparable de la digitalización de textos al que estamos asistiendo día a día, en el que las más importantes bibliotecas, universidades y organismos están ofreciendo sus fondos antiguos en un formato universalmente accesible a través de internet, lo que permite disponer de un número cada vez mayor de ejemplares “raros” o de difícil acceso hasta el momento. Pero también, hay que valorar el alcance de esta digitalización, que no se produce de forma ordenada o sistemática, de manera que son impredecibles las ediciones de una obra de las que se puede disponer en red; este es un nuevo punto a favor de la fiabilidad que proporciona poder contar con la fidedigna información controlada de los ejemplares que aparecen examinados en BICRES IV. El modelo de artículo bibliográfico, descrito de modo claro y preciso en la introducción (pp. 3-9), es fijo y mantiene el mismo el formato desde el primer volumen: se presenta como cita la reproducción exacta de los caracteres del título que aparece en la portada del libro y las abreviaturas; sigue el comentario que conforma el resto del artículo, en el que merece especial atención lo que constituye un problema especial en la identificación de las obras decimonónicas: el tratamiento de las obras anónimas y la determinación de la autoría debida al ocultamiento del autor bajo acrónimos, iniciales o sobrenombres que se resuelve catalogando al autor, si es conocido, por su sobrenombre. No obstante, esto no es siempre posible y se mantienen algunos casos irresolubles (algunos ejemplos son los de “Unos amigos”, que en 1859 preparan el Diccionario manual o vocabulario completo mallorquín-castellano; “Tres amigos” que en 1820 hacen lo propio con el Diccionario de las gentes del mundo, o “F. V. y M. B. amigos colaboradores” que publican en 1841 la Colección de refranes y locuciones familiares, etc.). Se evita en todo caso la clasificación como anónimo y se utiliza entonces la denominación del título abreviado para identificar el registro. Hay que constatar la presencia en este catálogo de obras reeditadas o traducidas desde siglos anteriores, o con amplia difusión o revisiones sucesivas –especialmente gramáticas, diccionarios monolingües y bilingües, guías de conversación, métodos de aprendizaje–, en las que se han incluido los nombres de todos los autores o editores de la obra, como se señala en la introducción, para dejar constancia de la sucesión como responsables de la obra pudiendo encontrarse así, series de hasta cuatro autores para cada título. La ficha bibliográfica se completa con varios contenidos: la foliación; la fuente bibliográfica, una nota bibliográfica (Bibliografía) que suele completarse con mayor frecuencia con la mención catálogo donde aparece descrita la obra, y pero también con la mención de los estudios en los que se analiza (consignados 156 BSEHL 8 (2012) Reseñas en la “Bibliografía II”, si están publicados) o que han sido obtenidos por otros medios; el paradero del libro con una marcación específica sobre las obras inspeccionadas o no inspeccionadas, información esta realmente práctica, ya que con el control personal de un elevado número de las obras, la identificación y la autentificación de la referencia que consta en los catálogos permite “evitar que otros pierdan tiempo si necesitan trabajar con ese título”; y, finalmente, se encuentra el número de identificación (NumID) que corresponde al registro de la base de datos o de registros que en un futuro se pondrá a disposición de los investigadores, si se cumple, como es de esperar, lo anunciado en la introducción. Al catálogo anterior sigue la “Bibliografía II. Fuentes bibliográficas consultadas y estudios” (pp. 449-79) donde se aportan más de seiscientas referencias sobre las obras publicadas en el período, entre las que ocupan un lugar muy destacado –como no podría ser de otro modo–, los numerosos estudios clásicos y actuales dedicados a las grandes figuras de la primera mitad del siglo XIX, Vicente Salvá y Andrés Bello. Es asimismo destacable la presencia de bibliografía sobre autores menos conocidos y estudios específicos que pueden encontrarse referidas en los registros bibliográficos cronológicos, en el apartado de Bibliografía. Esta bibliografía pone en evidencia el interés cada vez mayor por este período por parte de los investigadores en lingüística, historiografía lingüística e historia de la lengua, como puede comprobarse en el contenido de las actas de los últimos congresos de la SEHL hasta 2010 y de la AHLE, y de la producción de los investigadores de la AJIHLE. Por su propia naturaleza, es imposible esperar una absoluta exhaustividad en un repertorio como este y como en toda compilación, en la búsqueda se pueden observar ausencias, que son las menos si tenemos en cuenta que el límite temporal se sitúa en el año 2010, fecha esta especialmente fructífera en los estudios decimonónicos. Desde ese momento se han ido incorporando a la bibliografía importantes resultados de los proyectos de investigación en marcha, entre otros, por ejemplo, los dedicados a las gramáticas escolares, y se ha producido también un notable incremento en los estudios ya numerosos sobre la lexicografía del siglo XIX, así como un mayor conocimiento de obras y autores, especialmente hispanoamericanos, hasta el momento no bien integrados los catálogos. La experiencia del equipo en la confección de la BiTe se ha dejado notar en este caso y, si se tiene en cuenta la limitación temporal, en el elenco proporcionado se alcanzan unos niveles óptimos en la recopilación de los títulos de referencia sobre lo escrito en los dominios de la lingüística, la gramática y la lexicografía para este período. El volumen se completa con cuatro índices que facilitan el manejo de la obra cuando las pretensiones de la búsqueda no son cronológicas. En ellos se puede seguir la trayectoria de una obra o un autor. Estas informaciones complementarias resultan de utilidad, aunque por la misma organización del volumen 157 BSEHL 8 (2012) Reseñas que finaliza en 1860 algunas de ellas ofrecerán sin duda una nueva perspectiva al poder ser contempladas con una panorámica global para esta centuria. El “Índice de títulos abreviados” (pp. 481-536) está organizado alfabéticamente por la parte fundamental de cada título, de modo que permite observar el número de ediciones y reediciones de cada obra que aparecen así ordenadas cronológicamente, organización especialmente útil si lo que se pretende es observar su cantidad y su éxito editorial, fundamentalmente las ediciones de ciertos diccionarios tanto monolingües como plurilingües o la continuidad en las gramáticas, revisiones o epítomes. Siguen un “Índice de editoriales y lugares de publicación” (pp. 537-615) que se complementa con un “Índice de lugares de publicación y editoriales” (pp. 617-31). En el primero de ellos aparece el nombre del editor o impresor (apellido, nombre) respetando estrictamente el que se indica en el libro (lo que supone ciertas repeticiones en el listado que pueden ser significativas: Estevan, José y hermanos; Estevan, José; Estevan; y Estevan, Jose, yernos: en Valencia). Estas informaciones que aportan datos sobre las empresas más relevantes en la península y también de las casas editoriales europeas y americanas (fundamentalmente París y Londres, con proyección hacia los mercados americanos y México, Caracas o Nueva York o Boston, al otro lado del Atlántico) pueden ser de interés para valorar los avatares de las casas editoriales, la trayectoria de los exiliados españoles y sus obras durante esta primera mitad de siglo XIX, el conocimiento de la producción bibliográfica y la fortuna de obras o la fidelidad entre editoriales y autores. El último lugar corresponde al “Índice de autores” (pp. 633-96), en el que constan más de mil autores y editores. En los casos en los que se conoce, se indican también entre paréntesis los datos biográficos de las fechas de nacimiento y muerte, y alguna información complementaria como la pertenencia a órdenes o congregaciones religiosas, por si es dato relevante en la investigación, el desarrollo de los sobrenombres (Moralejo, José María (“el Cura de Brihuega”), y aún esporádicamente constan otras informaciones como los títulos nobiliarios; en los casos de autoría desconocida aparece el título abreviado de la obra, en lugar de anónimo. El anuncio de la publicación de este tomo IV y la presentación de “BICRES IV: Balance de un proyecto” realizada por Miguel Ángel Esparza durante el Congreso de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística, celebrado en la Universidad Rey Juan Carlos en diciembre de 2011, se convirtió de manera espontánea e inesperada en un emotivo homenaje al profesor Niederehe, en un reconocimiento colectivo de los presentes quienes que tuvimos así la ocasión de mostrarle nuestro agradecimiento por tantos años de meritorio trabajo y por su generosidad al gestar y poner a la disposición de la comunidad científica una obra de esta magnitud. 158 BSEHL 8 (2012) Reseñas Para cualquier trabajo futuro que se plantee en el ámbito de la investigación sobre el español de la primera mitad del siglo XIX, será obligada la consulta de las fuentes primarias ofrecidas en BICRES IV; y si vastas eran las obras anteriores en las que el profesor Niederehe trabajó en solitario, el volumen presente impresiona por su extensión y nos hace esperar con gran interés la aparición del siguiente que culmine la producción bibliográfica del siglo XIX. Y, por último, si la preocupación de los autores era estar a la altura de las anteriores entregas de BICRES y que supusiera un avance en el conocimiento y valoración de la riqueza de la tradición lingüística española, pueden sentirse seguros de que sí se cumple. Una obra indispensable. Referencias bibliográficas Esparza Torres, Miguel Ángel & Elena Battaner Moro & Vicente Calvo Fernández & Adrián Álvarez Fernández & Susana Rodríguez Barcia. 2008. Bibliografía Temática de la Historiografía Lingüística Española. Fuentes Secundarias. Hamburgo: Helmut Buske. Universitat de València Facultat de Filologia, Traducció i Comunicació Avd. Blasco Ibáñez, 32 E- 46010 Valencia Mercedes Quilis Merín Mercedes.Quilis@uv.es ZWARTJES, Otto. Portuguese Missionary Grammars in Asia, Africa and Brazil, 1550-1800. Amsterdam & Philadelphia: John Benjamins Publishing, 2011, XIV + 359 pp. Con la publicación de Portuguese Missionary Grammars in Asia, Africa and Brazil, 1550-1800, una vez más, la editorial John Benjamins contribuye a que la colección Studies in the History of the Language Sciences cumpla uno de sus cometidos: renovar el interés por la Historia de la Lingüística. En este caso, la obra de Otto Zwartjes se centra en las gramáticas misioneras sobre lenguas amerindias, africanas y asiáticas escritas en portugués y publicadas a lo largo de la etapa colonial. En la introducción, el autor expone su objetivo principal, esto es, describir, analizar y evaluar dichas gramáticas. Este trabajo constituye, por tanto, la primera monografía general que dirige su interés hacia la empresa lingüística emprendida por los misioneros portugueses en Asia, África y Brasil; materia de estudio que contaba con número reducido de antecedentes, entre los que se encuentran las monografías especializadas de Buescu (1983) y Fonseca (2006). Más adelante, Zwartjes señala las causas por las que los estudios historiográficos han des159 BSEHL 8 (2012) Reseñas cuidado las fuentes misioneras y hace hincapié en el valor de estos textos para las investigaciones sobre la tipología de las lenguas o sobre el desarrollo de conceptos lingüísticos. Después, el autor explica que la organización de este trabajo está fundamentada, en primer lugar, en el criterio geográfico –así, dedica capítulos independientes a la India, Japón, Brasil, África y las zonas de habla árabe y hebrea; y, en segundo lugar, cronológicamente. Antes de terminar el apartado introductorio, presenta, de forma muy acertada, a dónde quiere llegar, detallando los objetivos concretos a los que aspira en relación con fonología y ortografía, la morfosintaxis, los diccionarios y la información extra gramatical. Por último, recoge los textos que han sido objeto de su estudio (pp. 20-2), facilitando de esta manera la consulta de las principales fuentes primarias. No obstante, en este epígrafe faltan, a nuestro entender, las referencias de las obras de Araújo y Brusciotto (estudiadas en los apartados 4.2.2. y 5.2, respectivamente), aunque la información bibliográfica de estos textos sí está contendida en las referencias finales. A esta introducción le siguen cinco bloques temáticos, que conforman el cuerpo del trabajo: The Indian subcontinent (pp. 23-92); Missionary linguistics in Japan (pp. 93-142); Missionary linguistics in Brazil (pp. 143-204); African languages (pp. 205-42); y Arabic and Hebrew (pp. 243-260). En el capítulo 2, Zwartjes se centra en las contribuciones de los misioneros portugueses en la India. El autor estudia aquí cinco gramáticas misioneras. La primera es el Arte malauar (1549) de Henriques, sobre el tamil, lengua drávida; y las demás recopilan lenguas de la familia indo-aria: el konkaní, en el Arte da lingoa canarim de Stephens, conservado gracias a la versión ampliada de Ribeiro y otros jesuitas (1640); el bengalí, en el Breve Compendio da Grammatica Bengala (1743) de Assumpçam; el maratí, en la anónima Gramatica marastta (1778); y el hindi, en la Gramatica indostana (1778), también anónima. El tercer capítulo está dedicado íntegramente al Arte da lingoa de Iapam de Rodrigues, publicado por primera vez en 1608 en Nagasaki, y a su segunda edición, Arte Breve da Lingoa Iapoa, impreso en 1620 en Macao. La lingüística misionera en Brasil es objeto de estudio en el capítulo cuarto, donde Zwartjes analiza cuatro gramáticas: el Arte de grammatica da lingoa mais vsada na costa do Brasil (1595) de Anchieta y el Arte da lingva brasilica (1621) de Figueira, que describen el tupinambá; la Gramatica da lingua geral do Brasil, un manuscrito anónimo del siglo XVIII que se centra en otra variedad de la lengua tupí, la lengua general amazónica; y el Arte de grammatica da lingua brazilica da Naçam Kiriri (1699) compuesto por Mamiani, que codifica la lengua kipeá-kiriri. En el quito capítulo, dedicado a África, el autor examina tres gramáticas sobre lenguas del África subsahariana, todas ellas pertenecientes a la familia bantú. Se trata de los trabajos de Brusciotto à Vetralla, que estudia la lengua congoleña en Regulae quaedam pro dificillimi Congiensium idiomatis faciliori captu ad grammaticae normam redactae 160 BSEHL 8 (2012) Reseñas (1659); Dias, que se interesa por el kimbundu en su Arte da lingva de Angola (1697); y un jesuita anónimo, también del siglo XVII, que compone el Arte da lingua de Cafre. Finalmente, en el sexto capítulo, se ocupa de las dos gramáticas árabes compuestas por Baptista y Sousa y tituladas, respectivamente, Instituições da lingua arabiga (1774) y Compendio da grammatica arabiga (1795), así como del Compendio dos principios da Grammatica Hebraica (1773) de Paz. Zwartjes también examina otras fuentes no gramaticales: considera tanto el Cathecismo na Lingoa Brasilica (1618) de Araújo, como el Catecismo da Doutrina Christiãa na lingua Brasilica da Nação Kiriri de Mamiani (1698), porque ambos contienen información relevante sobre la pronunciación de estas lenguas brasileñas; y estudia la Doutrina christiãa (1624) de Cardoso y el Gentio de Angola suficientemente instruido (1642 o 1643) de Pacconio y Couto, que completan los datos ortográficos sobre las lenguas subsaharianas. Por otro lado, a pesar de que la monografía está dedicada a las gramáticas, el autor considera pertinente incluir un apéndice en el que describe los diccionarios portugueses bilingües más importantes. Para ello, sigue el esquema anterior, repasando la tradición lexicográfica de las lenguas de la India, de Japón, de Brasil, del África subsahariana, así como del árabe y del hebreo, y añade una sección sobre los diccionarios del portugués con el chino, el vietnamita y el malayo. Desde el punto de vista interno, cada capítulo comienza con una síntesis histórica que contribuye a ubicar los documentos estudiados en su contexto. Tras estas introducciones generales, Zwartjes se centra en cada autor (excepto en el capítulo sobre las gramáticas árabes, donde trata en conjunto a Baptista y Sousa), aportando datos generales sobre las lenguas descritas por cada misionero (más de una docena); además, no faltan las secciones destinadas a compilar la información biográfica existente sobre los autores de tales gramáticas. La mayoría de ellos fueron portugueses y jesuitas, como Henriques, Rodrigues, Figueira o Dias, aunque también están presentes otras nacionalidades (Stephens era inglés; Anchieta, español; y Mamiani, italiano), así como distintas órdenes religiosas (Assumpçam era agustino y los gramáticos de las lenguas árabe y hebrea eran franciscanos). Algunos clérigos compusieron, además de las gramáticas, obras doctrinales, como Stephens, que redactó una doctrina cristiana (1622); Assumpçam, un catecismo (1735 o 1743) o Rodrigues, que escribió la Historia da Igreja do Japão (1740). Muchos eran bilingües o políglotas, como muestran las referencias a diversas lenguas presentes en sus tratados gramaticales, y sin excepción mantuvieron una actitud abierta hacia las lenguas indígenas. Una vez ubicados los gramáticos y sus obras, Zwartjes describe la estructura de las artes misioneras, subrayando qué partes de la gramática son estudiadas por cada autor, puesto que no todos siguen el mismo criterio. Así por ejemplo, la gramática de Assumpçam no dedica ningún capítulo a tratar las cuestiones ortográfico-fonéticas de la lengua bengalí, como tampoco lo hace el autor anónimo del Arte da lín161 BSEHL 8 (2012) Reseñas gua de Cafre; sin embargo, en la gramática tupí de Anchieta esta es la materia privilegiada. A lo largo de estos cinco capítulos, Zwartjes también presta atención a las fuentes que pudieron emplear los misioneros a la hora de codificar las diversas lenguas indígenas. En primer lugar, subraya que los modelos latinos no dejan de estar presentes. La gramática tupí de Figueira está organizada conforme al modelo alvaresiano y en el trabajo de Mamiani también se perciben paralelismos con Manuel Álvares, sobre todo en las categorizaciones de los pronombres, las interjecciones o las conjunciones. Igualmente, Dias se vale de la gramática latina de Álvares para redactar su tratado sobre la lengua de Angola y Rodrigues se inspira en la edición japonesa del texto de Álvares, impresa en 1594 en Amakusa. No obstante, en otras ocasiones, no hay correspondencias claras entre Álvares y las gramáticas misioneras (como en el Arte da lingoa canarim de Stephens) o bien las artes misioneras toman como punto de partida otras gramáticas latinas de la tradición portuguesa; en concreto, Zwartjes resalta las similitudes entre la gramática bengalí de Assumpçam y el Arte de grammatica, pera em breve saber latim (1610) de Pedro Sánchez. El caso de las gramáticas del árabe y del hebreo es completamente diferente: tanto Baptista como Sousa se basan fundamentalmente en la gramática árabe de Erpenius y Paz continúa la tradición occidental de las gramáticas hebreas. Estos textos no desarrollan acercamientos nuevos, pero, tal y como señala el autor, merece la pena su estudio en tanto que introducen en la tradición portuguesa términos técnicos derivados del árabe y del hebreo. En segundo lugar, Zwartjes resalta que en la lingüística misionera japonesa la tradición gramatical local juega un papel importante, porque los portugueses supieron aprovecharse de los estudios previos de esta zona. La confluencia de varias tradiciones se hace palpable en la gramática de Rodrigues donde no solo se citan los autores occidentales clásicos, sino que también están presentes fuentes japonesas antiguas y contemporáneas. Una muestra clara de esta convivencia es la triple clasificación de las partes del discurso propuesta por Rodrigues: por un lado, mantiene la división en ocho partes, como en las gramáticas latinas; por otro, añade los ‘artigos’ y las ‘particulas articulares’; y por último, fundamentándose en la tradición japonesa, establece una clasificación tripartita y usa los términos metalingüísticos propios de esta tradición (teniwoha, na y kotoba). En tercer lugar, Zwartjes no desestima la influencia de otras tradiciones, como en el caso de Henriques –único gramático que menciona a João de Barros–, y la gramática hindi anónima, que probablemente se inspiró en otras fuentes gramaticales europeas: en las obras del gramático alemán Ketelaar (1698) y del militar británico Hadley (1772). Además, cuando es pertinente, el autor presta atención a la filiación de los textos de un área concreta. En el caso de Brasil, resalta que Figueira, aunque no la cite textualmente, se vale de la gramática de 162 BSEHL 8 (2012) Reseñas Anchieta y la gramática tupí de 1750 toma como punto de partida algunas de las observaciones de Figueira. Por otra parte, en cada capítulo, Zwartjes saca a la luz las aportaciones de las diversas gramáticas en relación con los aspectos ortográfico-fonológicos y morfosintácticos; ahora solo resaltamos algunas de ellas. Con respecto a la ortografía y fonología, las fuentes misioneras de la India transcriben de forma inadecuada el sistema fonológico de las lenguas estudiadas debido a la insuficiencia del alfabeto latino: Henriques no marca la diferencia entre vocales largas y breves del tamil y Stephens, aunque lo intenta, no consigue describir la riqueza del vocalismo del konkaní. Sin embargo, el autor anónimo de la gramática hindi desarrolla un sistema de diacríticos bastante completo y tanto Stephens como el autor de la gramática maratí describen con acierto las consonantes retroflejas desde el punto de vista articulatorio. En África, los gramáticos estudiados tampoco desarrollaron un sistema adecuado que dé cuenta de los rasgos fonológicos característicos de las lenguas bantúes, aunque Dias fue consciente de la importancia del tono y presentó pares mínimos en los que la diferente ubicación de los ‘assentos’ conllevaba cambios en el significado. Los gramáticos de las lenguas brasileñas, en cambio, no tienen que enfrentarse a difíciles problemas a la hora de describir la estructura fonológica de estos idiomas. Anchieta emplea el sistema de diacríticos más completo y Mamiani, además del alfabeto latino, utiliza algunas letras griegas y otras usadas por ‘estrangeiros’. De igual modo, Rodrigues usa los diacríticos para evitar ambigüedades y percibe el proceso de pre-nasalización del japonés. En relación con el nivel morfosintáctico, las gramáticas de la India amplían el paradigma verbal latino para dar cuenta de otros tiempos e inventan nuevas etiquetas: ‘preterito perfeito 1’, ‘preterito perfeito 2’ y ‘preterito perfeito 3’ (Stephens); ‘preterito perfeito’ y ‘outro preterito perfeito’ (Assumpçam); o ‘preterito imperfeito pouco uzado’ y ‘preterito imperfeito mais uzado’ (el anónimo de la lengua maratí); además, el gramático del hindi usa el término ‘verbo auxiliar’ y Henriques diferencia entre ‘tempos affirmatiuos’ y ‘tempos negatiuos’ para el tamil. Por otro lado, el autor anónimo de gramática maratí, desviándose de la tradición latina, usa la expresión ‘particulas demonstrativas’ para los marcadores del caso oblicuo, dativo y acusativo, y Henriques presta atención a los tratamientos honoríficos de la lengua tamil. Además, la gramática de la lengua hindi considera el artículo una parte autónoma de la oración y distingue el ‘articolo finito’ y el ‘articolo indefinido’; pero esta distinción no se refiere a la oposición entre definido e indefinido (el, la – un, una), sino que el ‘articolo finito’ se usa para distinguir el número y el género, mientras que el ‘articolo indefinido’ también señala el caso. En Japón, Rodrigues señala el estatus de –wa como marcador discursivo, a través de los términos ‘denotatiuo’ y ‘demostratiuo’ y de las traducciones que propone; además, son dignas de mención sus explicaciones sobre el 163 BSEHL 8 (2012) Reseñas ‘nome adjetiuo’ y los ‘verdadeiros adiectiuos indeclinaveis’ y su descripción detallada de los honoríficos. Los gramáticos de las lenguas brasileñas comprenden que deben reinterpretar el concepto de ‘caso’, puesto que en tupí los nombres carecen de caso morfológico, y perciben que la diferencia entre nombres y verbos no es tan clara como en latín. Otros aspectos destacables son la división entre verbos afirmativos y negativos propuesta por Anchieta, las observaciones de Figueira sobre la concordancia del tupí (que poco tiene que ver con la del latín), la categoría de los ‘pronomes extravagantes’ propuesta por el autor anónimo de la gramática sobre la lengua general amazónica, o la original clasificación de los adverbios que realiza Mamiani, fundamentada en el comportamiento morfosintáctico. Para las lenguas bantúes, Brusciotto y Dias enriquecen el paradigma verbal tradicional para dar cuenta de la rica morfología de estos idiomas; en particular, Dias usa los términos ‘preterito perfeito 1’, ‘preterito perfeito 2’ y ‘preterito perfeito 3’ y matiza las traducciones con frases como ‘ha pouco tempo’, ‘ha mais tempo’ y ‘ha muito mais tempo’. Asimismo, Zwartjes pone de relieve otra información relevante que se filtra en las gramáticas misioneras relacionada con las lenguas de referencia, la variación idiomática y el didactismo. En las gramáticas objeto de estudio no solo abundan las comparaciones entre la lengua indígena y el latín, también el portugués se convierte en lengua de referencia (en Henriques); pero no es solo esta lengua la que sirve de término de comparación: Assumpçam se vale del hebreo y el arameo y Rodrigues compara los sonidos del japonés con el portugués, el italiano o el castellano; en otras ocasiones, los gramáticos confrontan dos lenguas indígenas (Stephens compara el konkaní y el tamil; y Mamiani, el tupí y el kiriri). Además, los misioneros aportan diversos datos sobre la variación, geográfica o social, de las lenguas descritas. Rodrigues informa a sus lectores de la diglosia del japonés y de su variación diatópica y en la gramática anónima sobre la lengua general amazónica encontramos información sobre la variación tanto sincrónica como diacrónica de esta lengua. Finalmente, el propósito didáctico guía a los autores de tales gramáticas; por eso, la mayoría de las fuentes estudiadas no sobresalen por contener información teórica, sino por ser herramientas pedagógicas para el aprendizaje de una lengua. Sirvan como ejemplos la gramática tamil de Henriques o el Arte Breve de Rodrigues, un manual para principiantes. De este mismo autor, merece la pena destacar la cantidad de información sobre la historia y la cultura japonesa contenida en su gramática, así como su teoría sobre la traducción, sobre todo en lo concerniente a la terminología cristiana. Cada uno de los cinco aparados centrales finaliza con una conclusión en la que el autor recoge los aspectos más notables de cada tradición gramatical estudiada, pero es en el capítulo séptimo de esta monografía donde Zwartjes recoge las conclusiones generales de su trabajo. Los gramáticos misioneros estudiados asumen el modelo latino; una gran mayoría se da cuenta de que este esquema 164 BSEHL 8 (2012) Reseñas teórico es inadecuado y, entonces, inventa nuevos acercamientos para describir los rasgos particulares de las lenguas indígenas. Es decir, los misioneros usan el marco teórico grecolatino de forma flexible, adaptándolo a los datos lingüísticos de los que disponen. Para ello, como hemos ido señalando arriba, pueden seguir tres estrategias: 1) Crear un metalenguaje nuevo. 2) Modificar el significado del metalenguaje existente; en este aspecto, la reincorporación del término artículo, procedente de las gramáticas griegas, refleja la creatividad lingüística de los misioneros, pues esta voz recibe significados muy diversos. 3) O bien, utilizar el metalenguaje de las tradiciones locales, tal y como ocurre en la descripción del japonés y del árabe. Las fuentes misioneras muestran, de este modo, la interacción continúa entre los datos y las teorías lingüísticas vigentes. Así pues, de acuerdo con Zwartjes, [...] missionaries of the period under study were fully aware of the fact that they had to shape the linguistic data into a model they were familiar with, but they were often also conscious of the fact that while some elements or features were universal, others were absent, and in other cases equivalents were present. Unfamiliar elements or features might be given new names [...], but such innovative terminology is more an exception than a rule. The main work by missionaries was the re-semantisation of traditional terminology as words were applied for other purposes (p. 16). Tras el apéndice dedicado a la lexicografía bilingüe, pueden consultarse las referencias bibliográficas, divididas en fuentes primarias y secundarias, un repertorio extenso y al mismo tiempo especializado. La obra finaliza con dos útiles índices: uno de autores y otro de materias y términos lingüísticos. Consideramos un gran acierto la incorporación de las introducciones históricas que preceden a cada apartado, así como las conclusiones parciales que los cierran; también constituye una virtud de este trabajo la recopilación lexicográfica, que compila los diccionarios más importantes y, con ellos, pone de manifiesto la productividad de los misioneros. Sin embargo, en relación con las fuentes estudiadas, desde nuestro punto de vista, sería necesaria una aclaración a la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto las gramáticas del capuchino Brusciotto y del franciscano Francisco da Paz han de ser incluidas en esta monografía si tenemos en cuenta que la primera está escrita en latín y no en portugués y que la segunda no es estrictamente una gramática misionera? No obstante, este detalle no merma la valoración global del trabajo del Prof. de la Universidad de Ámsterdam: se trata de una investigación rigurosa en las fuentes, coherente en su estructura externa e interna y que, sin lugar a dudas, cumple los objetivos propuestos al principio, pues contribuye a que los aspectos concretos sobre la lingüística misionera portuguesa sean mejor conocidos, integrándolos en su contexto y evaluando sus logros y errores. Además, Zwartjes no desecha la ocasión para revalorizar el estudio de las fuentes misioneras porque, en palabras del autor, “the missionary 165 BSEHL 8 (2012) Reseñas linguists’ contribution to the study of language is acknowledged today, but attitudes still need to change further and much research still needs to be done” (p. 2). De hecho, anuncia varias líneas de investigación que continúan abiertas: sería conveniente establecer el tipo de relaciones se establecen entre las gramáticas de la India, así como dedicar estudios exhaustivos al tratado japonés de João Rodrigues, a la gramática anónima de la lengua general amazónica o a la materia lexicográfica. En suma, a lo largo de los sucesivos capítulos de la monografía de Zwartjes conocemos el panorama lingüístico de la India, Japón, Brasil, África y las zonas de habla árabe y hebrea desde mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII y descubrimos que los misioneros, en muchas ocasiones, fueron pioneros en el tratamiento de ciertas materias lingüísticas y que sus tratados no solo son interesantes, sino también innovadores con respecto a los modelos latinos. Referencias bibliográficas Buescu, Maria Leonor Carvalhão. 1983. O estudo das línguas exóticas no século XVI. Lisboa: Instituo de Cultura e Língua Portuguesa & Ministério da Educação. Fonseca, Maria do Céu. 2006. Historiografia lingüística portuguesa e missionária. Proposições e Posposições no Século XVII. Lisboa: Edições Colibri. Ana Segovia Gordillo ana_segovi@yahoo.es 166 BSEHL 8 (2012) Criterios editoriales del BSEHL 1. Introducción El Boletín de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística (BSEHL) se compone de dos secciones: artículos y reseñas. Los artículos no deben superar las 10.000 palabras y las reseñas, las 5.000. Los criterios que se exponen a continuación son válidos para uno y otro tipo de aportaciones. 2. Envíos de originales Las aportaciones se enviarán en soporte digital a los editores de BSEHL, a cualquiera de las siguientes direcciones de correo electrónico: vicente.calvo.fernandez@urjc.es o rromeo@letras.up.pt, indicando en el Asunto: “Propuesta Artículo / Reseña BSEHL”. Las propuestas de artículo se enviarán en dos archivos en Word (o RTF): en el primero, constará solamente el nombre del autor o autores, el título del trabajo, un resumen de unas 150 palabras en español (con su correspondiente traducción al inglés), una breve lista de palabras clave (con su correspondiente traducción al inglés) y el código UNESCO del campo científico al que se adscribe la investigación; en el segundo, se enviará el texto del artículo, precedido de su título, sin el nombre del autor o autores. Las propuestas de reseña se enviarán en un archivo RTF en el que conste, aparte del texto de la reseña, el nombre del autor y la información detallada sobre el trabajo objeto de recensión. 3. Evaluación de artículos Los originales recibidos son valorados, en primera instancia, por los editores, quienes deciden sobre si se adecuan a los requisitos formales del BSEHL. Los editores envían las propuestas anónimas, valoradas positivamente en primera instancia, a dos evaluadores que sean miembros del Comité científico (peer review) o, excepcionalmente, a evaluadores externos. Los evaluadores, en el plazo de un mes, emiten sus respectivos dictámenes con firma y fecha. El dictamen constará de a) una valoración de acuerdo con el siguiente baremo: A (aceptado sin modificaciones), P (pendiente de que se introduzcan modificaciones) o R (rechazado); b) un breve informe del artículo y el 167 BSEHL 8 (2012) Criterios editoriales del BSEHL resumen (no más de 500 palabras). En caso de desacuerdo entre los evaluadores, los editores pueden solicitar un tercer informe. Los editores comunican al autor el resultado de la evaluación. En caso de que el trabajo se haya calificado como P, los editores comunican también, según las circunstancias, qué tipo de modificaciones debería realizar el autor y el plazo de que dispone. Una vez modificado el trabajo, son los editores quienes deciden si se acepta o se rechaza definitivamente la propuesta. No se contempla la posibilidad de una segunda modificación. 4. Normas de estilo El tipo de letra utilizado en las aportaciones ha de ser, preferentemente, Times New Roman: de 9 puntos para notas o párrafos de citas; de 11 puntos para el cuerpo del texto y títulos de subepígrafes; de 13 puntos para títulos de epígrafes. No se emplearán para los títulos otro tipo de letra que la redonda. La versalita y la cursiva se reservan para los usos habituales en literatura científica. Nunca se empleará la letra negrita, ni el subrayado. Si el artículo o reseña se divide en epígrafes, cada uno de ellos llevará un título en letra redonda de 13 puntos, precedido de número en arábigo (1., 2., 3. etc.; nunca 0.). En caso de que fuera necesario introducir subepígrafes, éstos presentarán el formato 1.1, 1.2, 1.2.1, etc. en letra redonda de 11 puntos. A comienzo de sección o tras párrafo de cita, no se sangra nunca la primera línea de texto. 5. Citas Las citas de trabajos irán entre paréntesis, en el cuerpo del texto, con el apellido del autor seguido del año, coma y, si es preciso, la página o páginas en arábigos. Si se juzga oportuno, puede preceder al apellido la indicación cf. En el caso de que en el cuerpo del texto se haya mencionado inmediatamente antes al autor, bastará con señalar entre paréntesis el año de su trabajo (y, si es preciso, la página o páginas tras coma), según el ejemplo: Podemos congratularnos, sin embargo, de que en las últimas décadas la lingüística misionera haya sido planteada y defendida como nueva disciplina de estudio (Zimmermann 2004) y de que sea un campo de investigación en el que se esté trabajando “con ahínco”, según Esparza (2003, 67). Las citas directas que no abarquen más de dos líneas pueden ser incluidas entre comillas dentro del cuerpo del texto. Las citas de tres o más líneas deberán constituir párrafo aparte, a izquierda, en letra de 9 puntos, y no irán entrecomilladas. 168 BSEHL 8 (2012) Criterios editoriales del BSEHL Conviene reducir las notas a pie de página al mínimo imprescindible. En caso de que fuese necesario insertar una nota, la llamada irá en número arábigo voladillo de 6 puntos inmediatamente pegado a la palabra y antes del signo de puntuación, si lo hubiera. 6. Referencias bibliográficas La Bibliografía constituirá un epígrafe aparte, al final del artículo o reseña. Conviene distinguir, siempre que sea posible, fuentes primarias y fuentes secundarias. Los libros y monografías se referencian del siguiente modo: Apellidos del autor, Nombre. Año. Título del libro o monografía. Lugar de edición: Editorial. Sirva de modelo el siguiente ejemplo: Calero Vaquera, María Luisa. 1986. Historia de la gramática española (1847-1920). De A. Bello a R. Lenz. Madrid: Gredos. Los artículos se referencian del siguiente modo: Apellidos del autor, Nombre. Año. “Título del artículo”. En: Título de la revista número.fascículo, Página inicial-página final. Sirva de modelo el siguiente ejemplo: Ridruejo, Emilio. 1997. “Los epígonos del racionalismo en España. La aplicación al castellano de la Gramática general de Gómez Hermosilla”. En: Historiographia Linguistica 24.1-2, 95114. Los capítulos en volúmenes colectivos se referencian del siguiente modo: Apellido del autor, Nombre. Año. “Título del capítulo”. En: Apellido del editor, Nombre del editor (ed.) Título del volumen. Lugar de edición: Editorial, Página inicial-página final. Sirva de modelo el siguiente ejemplo: Gómez Asencio, José J. 1996. “Salvá y Pérez, Vicente”. En: Stammerjohann, Harro (ed.) Lexicon Grammaticorum. Who’s who in the History of World Linguistics. Tübingen: Max Niemeyer, 816-7. En caso de que hubiese más de un editor, se indica con la abreviatura (eds.) y se separan los nombres con &. En lugar de (ed.), caben otras abreviaturas, como (coord.) / (coords.). Si se trata de tres o más editores y las circunstancias lo aconsejan, se puede abreviar con et al. Sirva de modelo el siguiente ejemplo: 169 BSEHL 8 (2012) Criterios editoriales del BSEHL Niederehe, Hans-Josef. 2004. “Los misioneros españoles y el estudio de las lenguas mayas”. En: Zwartjes, Otto & Hovdhaugen, Even (eds.) Missionary Linguistics / Lingüística Misionera. Selected Papers from de First International Conference on Missionary Linguistics (Oslo, 1316 March 2003). Amsterdam & Philadelphia: John Benjamins, 81-91. En caso de que hubiese que citar dos o más obras de un mismo autor y un mismo año, se indicará con letra a, b, c tras el año, según el ejemplo: Esparza Torres, Miguel Ángel. 1999a. “La lexicografía monolingüe española del siglo XIX: un conflicto de paradigmas”. En: Romanistik in Geschichte und Gegenwart 5.1, 49-65. Esparza Torres, Miguel Ángel. 1999b. “Notas sobre el Diccionario Nacional de Ramón Joaquín Domínguez”. En: Henríquez Salido, María do Carmo & Esparza Torres, Miguel Ángel (eds.) Estudios de Historiografía Lingüística ofrecidos a Hans-Josef Niederehe. Vigo: Universidade do Vigo, 39-64. En caso de que el artículo haya formado parte de un volumen compilatorio o una colección, se puede indicar a continuación del título entre paréntesis y precedido de =, según el ejemplo: Villadei, Alejandro de. 1993. El Doctrinal. Una gramática latina del Renacimiento del siglo XII. Introducción, traducción y notas de Marco A. Gutiérrez Galindo (= Clásicos Latinos Medievales, 2). Madrid: Akal. 170 BSEHL 8 (2012) Tabla de contenidos Artículos:.................................................................................................... 3 “Utraque ex ore: los pecados de la lengua en los Emblemas de Covarrubias”, Carmen Galán Rodríguez & María Isabel Rodríguez Ponce.................... 3 “A primeira Grammatica Anglo-Lusitanica (Londres, 1701) e as suas edições”, Rolf Kemmler.................................................................................... 23 “Breve panorámica de la lexicografía vasca anterior al Diccionario Trilingüe de Larramendi (1745)”, Josu M. Zulaika Hernández................................. 43 “El castellano en la ortografía portuguesa: El caso de João Franco Barreto”, Sónia Duarte............................................................................................... 73 “Nuevas pistas acerca de la edición ‘no tan fantasma’ de la Gramática de la Real Academia Española de 1788”, Victoriano Gaviño Rodríguez ............. 95 “Los programas de ‘Lingüística romance’ entre 1924 y 1946. El giro dialectológico”, Emiliano Battista ....................................................................... 119 Reseñas: ...................................................................................................................... 143 Sinner, Carsten & Zamorano Aguilar, Alfonso (eds.) La excepción en la gramática española. Perspectivas de análisis (= Lingüística Iberoamericana, 41). Madrid & Frankfurt: Iberoamericana Editorial Vervuert, 2010, 280 pp. (Marta Torres Martínez) .......................................... 143 Gómez Asencio, José J. Los principios de las gramáticas académicas (1771-1962) (= Fondo Hispánico de Lingüística y Filología, 8). Berna: Peter Lang, 2011, XIV + 218 pp. (Adrián Álvarez Fernández) .......... 149 Esparza Torres, Miguel Ángel & Hans-Josef Niederehe (compiladores), Álvarez Fernández, Adrián & Battaner Moro, Elena & Calvo Fernández, Vicente & Haouet, Lamia & Rodríguez Barcia, Susana. Bibliografía Cronológica de la Lingüística, la Gramática y la Lexicografía del español (BICRES IV). Desde el año 1801 hasta el año 1860. Amsterdam & Philadelphia: John Benjamins Publishing, 2012, 696 pp. (Mercedes Quilis Merín).......................................................... 154 Zwartjes, Otto. Portuguese Missionary Grammars in Asia, Africa and Brazil, 1550-1800. Amsterdam & Philadelphia: John Benjamins Publishing, 2011, XIV + 359 pp. (Ana Segovia Gordillo) ............................. 159 Criterios editoriales del BSEHL .......................................................................... 167 Tabla de contenidos ................................................................................................ 171