LACTANCIO
SOBRE LA MUERTE
DE LOS
PERSEGUIDORES
INTRODUCCIÓN, T R A D U C C ~ ~ Y
N NOTAS DE
R A M ~ NTEJA
EDITORIAL GREDOS
Asesor para la sección latina: SEBASTIANMARINERBIGORRA.
Según las normas de la B. C. G., la traducción de esta obra
ha sido revisada por JosÉ LUIS R A M ~ WSADABA.
O EDITORIAL CREDOS, S. A.
Sánchez Pacheco, 81, Madrid. España, 1982.
Depósito Legal: M. 2539 - 1982.
ISBN 84-249-0243-2.
Impreso en España. Printed in Spain.
Gráiicas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1982.-5370.
Vida y obras de Lactancio
Muy poco es lo que sabemos de la biografía de Lactancio. Ni siquiera conocemos su nombre con total
seguridad. Las noticias que sobre él se nos han conservado se reducen a unas indicaciones de San Jerónimo' y a los escasos datos sobre su persona que el
propio Lactancio nos proporciona en su obra más importante, las Institutiones.
Su nombre parece que era L. Caecilius Firmianus
qui et Lactantiusz. De la noticia de San Jerónimo en
el De Viris Illustribus y de la citada inscripción de
Cirta se desprende que era africano, de Numidia. Aquí
fue discípulo de Arnobio, según el mismo San Jerónimo, pero, debido a algunas discrepancias doctrinal De uir. illus. 80; Chron. ud. a. Abraham 2.333 (vol. 11, página 191, ed. SCHOENE)
= P R ~ S PDE
. AQIJITANIA,Epitoma Chronicon
ad a. post passion. Domini CCLXXXIX (Chronica Minora 1,
página 449, ed. MOMMSFN).
2 Lactantius es, pues, en realidad un sobrenombre o apodo
(signum) que fue el que terminó por imponerse. En los manuscritos de las Institutiones alternan las fcrmas Caelius y Caecilius, pero esta última, que aparece en los manuscritos peores,
ha terminado por imponerse modernamente debido a la aparición de una inscripción en Cirta (Africa), que menciona un
L. Caecilius Firmianus, que debía de pertenecer a la misma
familia (Corp. lnscript. Lat. VI11 7241).
8
SOBRE LA MUERTE DE LOS PEKSEGUIDOKES
les que se reflejan en las obras de ambos y al hecho
de que Lactancio no lo mencione jamás en sus obras,
se ha deducido que Arnobio debió de limitarse a enseñarle la retórica sin haber ejercido influencia doctrinal alguna sobre él, pese a que en los últimos años
de su vida escribió una apología de su discípulo3.
Parece, sin embargo, que estaba escasamente dotado
para la elocuencia, por lo que nunca la practicó en
público4 y optó por convertirse en profesor de retórica,
El otro dato importante que sabemos de su vida
es que Diocleciano, llevado sin duda por cl prestigio
de que gozaba, lo llamó, junto con el gramático Flavio,
a Nicomedia para que ensefiase retórica latina en esta
ciudad, que él había convertido en la nueva capital
del Imperio. El mismo San Jerónimo, que es quien
nos proporciona esta noticia, añade que la escasez de
discípulos, debido a que se trataba de una ciudad griega, lo sumió en la penuria, por lo que tuvo que dedicarse a escribir. De su propia obra se desprende que,
cuando Diocleciano en febrero del 303 decretó la persecución contra los cristianos, se había convertido ya
al cristianisn~o,pero no sabemos si esta conversión se
había producido ya en Africa o sobrevino en la propia
Nicomedia. Parece deducirse de dos pasajes de las
Institutiones6 que durante el reinado de Diocleciano
no fue molestado por sus creencias, pues permaneció
en Nicomedia por lo menos hasta el 305. Lo que sí
parece seguro es que, siendo ya de edad avanzada (in
extrema senectute, según San J e r h i m o '), Constantino
3 Cf. P. DE LABRIOLLE,Histoire d e ia iittérature iatine chrétienne, 1, 30 ed., París, 1947, págs. 294-295.
4 Cf. Instit. 1 1, 10.
5 Instit. 1 1 , 8; Epitom. 43, 3 ; de Ira Dei 2, 2 .
6 V 2, 2: 11, 15.
7 De uir. illus. 80.
lo llamó a la Galia, seguramente a Tréveris, que era la
capital entonces, para que se hiciese cargo de la instrucción literaria de su hijo Crispo8. Ninguna otra
noticia tenemos sobre su vida. En base a lo preciso
de su información sobre algunos hechos narrados en
el De mortibus se ha intentado seguir sus pasos por
Occidente y Oriente, pero nada se puede afirmar con
certeza. Tampoco se sabe con exactitud la fecha en
que se hizo cargo de la educación de Crispo, dado
que se desconoce la del nacimiento de éste y, por
tanto, el momento en que alcanzaría la edad apropiada para recibir dicha instrucción. En cualquier caso
no hubo de ser antes del 313 9. Nada sabemos sobre
la fecha y lugar de su muerte.
San Jerónimo nos ha conservado una larga lista de
obras atribuidas a Lactanciolo. Una no despreciable
parte de ellas se ha perdido totalmente. Tal es el caso
de tres obras de carácter profano, el Symposium o
Banquete, el Hodoeporicum o Itinerario, descripción
en hexámetros de un viaje de Africa a Nicomedia, y el
Grammaticus. Todas ellas debieron de ser obras de
juventud. Asimismo se han perdido varios libros de
cartas: cuatro libros dedicados a Probo, dos libros a
Severo y otros dos a Demetriano. Todos ellos trataban
de temas muy variados, geografía, filosofía, métrica,
etcétera, y aunque es de lamentar su pérdida, el juicio
que el papa San Dámaso, en carta dirigida a San Je8
Ibidem.
Las fechas propuestas para el nacimiento de Crispo oscilan entre el 307, fecha defendida por 0.SEECK,
Geschichte des
Untergangs der antike Welt, 1, 4. ed., Berlín, 1920-21, págs. 476
y sigs., y el 303, fecha defendida por J. R. PALANQTJE,
uchronolcgie constantiniennen, Rev. Et. Anc. 40 (1938), 245-248, y recientemente, en aSur la date du De mortibus persecutorurn~, en
Mélanges J. Carcopino, París, 1966, págs. 715-716.
'0 Loc. cit.
9
,
10
SOBRE LA MUERTE DE L O S
PERSEGUIDORES
rónirno, da sobre ellos no es demasiado favorable: «te
confieso que los libros que hace tiempo me diste de
Lactancio no los leo con demasiada gana, primero
porque sus muchísimas cartas se prolongan hasta las
mil líneas y se,pndo porque raras veces tratan de
nuestra doctrina. De ahí que la prolijidad engendra
cansancio en el lector...» 11. Parece que, al menos los
dedicados a Probo y a Severiano, databan de la última
etapa de su vida 12. Igualmente se ha perdido un tratado en dos libros dedicado a Asclepiades, quien había
escrito un tratado de Prouidentia dedicado a él 13.
Las obras dogmáticas que se nos han conservado,
además de1 De mortibtis pevsecutorum, son, por orden
cronoló+x?, De opificio Dei, Diuinae institutiones, De
ira Dei el Epitome. La cronología absoluta de estas
obras es difícil de establecer. Ésta tiene especial importancia para la mayor y la más importante de ellas,
las Institutiones. Se trata de una gran obra en siete
libros, donde, en viva polémica contra dos filósofos
parranos que habían escrito contra los cristianos al
comienzo de la persecución de Diocleciano 14, intenta
demostrar que el politeísmo es indefendible, que todos
los sistemas filosóficos son enmñosos y que la razón
oblim a admitir los dopmai y la moral cristiana. No
podemos entrar aouí en la po!émica existente sobre
la fecha de su composición v, en especial, sobre las
dos dedicatorias a Constantino que aparecen al comienzo v al final de la obra 15. En cualquier caso parece
que ésta fue compuesta entre el 305 y el 313 y que
JER~N.,Epitom. 35, 2.
Cf. J . M o m u , Lactancc, De la mort des perskcuteurs,
vol. 1, París, 1954, pág. 15, n. 4.
13 Instit. VI1 4, 17.
14 Uno de ellos es Hierocles, sobre el cual ver infra, notas
112 y 151 de la traducción.
15 1 1, 13-16, y VI1 27, 11-17.
11
12
las dedicatorias fueron añadidas posteriormente 16. E1
Epitome, como indica su nombre, es una reedición
abreviada de las Institutiones; el De opificio, un estudio del cuerpo humano como obra de Dios y el De
ira, una refutación de los estoicos y epicúreos que
negaban la bondad y justicia divinas. En todas está
presente la idca ccntral dc Lactancio, la Providencia
que rige el mundo y todas las acciones humanas; una
idea que al principio es en él principalmente filosófica
para acabar siendo religiosa en concordancia con la
evolución de sus sentimientos, que terminarán por
responder a una vivencia ardiente del cristianismo.
Aparte de estas obras de carácter dogmático, se ha
conservado también otra escrita en verso y que nada
tiene que ver con las anteriores: el De aue Phoenice.
Cuenta en ella una célebre leyenda, según la cual esta
ave cada mil años viene de Oriente a Fenicia y muere
encima de una palmera (recuérdese que palmera en
griego es phoinix). El cadáver del ave se quema espontáneamente y de sus cenizas nace un gusano que, convertido primero en capullo y después en mariposa,
lleva los huevos del ave al templo del Sol en Heliópolis (Egipto), donde el ave resucita para retornar
nuevamente a Oriente. Se trata de una leyenda que
aparece por vez primera en Heródoto, pero pronto adquirió un carácter cristiano como símbolo de la resurrección de Cristo y como tal aparece en Clemente
Romano, Tertuliano y en otros escritores cristianos y
en el arte paleocristiano. Su atribución a Lactancio
aparece ya en Gregorio de Tours y las opiniones están
hoy en día divididas.
16 Cf. un estado de la cuestión en J. MOREAU,Lactance ..., páginas 16 y sigs.
12
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
Esta obra fue descubierta en la biblioteca Colbert
de París el 1676 por S. Baluze (Balutius) en un
manuscrito proveniente de la biblioteca de la abadía
benedictina de Moissac. El manuscrito lleva el encabezamiento Lucii CeciZii incipit liber ad Donatum confessorem de mortihu~persecutouum y su descubridor
no dudó, desde el primer momento, en hallarse frente
al De ~ersecutione,mencionado por San Jerónimo en
la lista de las obras de Lactancio. Sin embargo, esta
tesis no fue unánimemente aceptada y las opiniones
estuvieron divididas durante los siglos xwrr y XIX. A
fines de este sjplo, S. Brandt, editor de Lactancio en
el Corpus de Viena, captó a la mayoría de los especialistas hacia la tesis de la inautenticidad, pero, poco
después, R. Pichon. en su gran obra de 1902 sobre Lactancio, llegó a convencer incluso al mismo Brandt de
su autenticidad. A partir de este momento esta última
tesis, pese a algunas voces discordantes, se ha ido
imponiendo de un modo general, siendo ya muy pocos
los que dudan de ella, entre los que naturalmente no
nos encontramos.
Debido a las características de esta edición no podemos detenernos aquí en el análisis de los argumentos a favor y en contra, tanto de orden interno como
externo, aue han alimentado esta polémica. Una brillante síntesis puede verse en Moreaun. Nos limitaremos a recordar a l a n o s de los argumentos de orden
interno oiie nos ayudarán, de paso, a comprender el
contenido de la obra. En el De mortibus aparecen las
mismas inqilietudes dogmáticas que revelan las restantes obras de Lactancio, en especial, las Institutio17
Lactante.. ., plgs. 22-33.
nes. Como declara Lactancio en el exordio, es la muerte
que sufrieron los perseguidores una de las grandes
lecciones que enseñan que Dios es uno y que su justicia es vengadora. Esta sola frase es de por sí una
buena muestra de lo que era una de las grandes preocupaciones de Lactancio, establecer una relación entre
todos sus escritos: así se puede entender el De mortibus como una realización y demostración histórica
de la idea de la unidad de Dios desarrollada en los
dos primeros libros de las Institutiones y de la idea
de la justicia vengadora a la que está consagrado el
De ira. No deja de sorprender también que, tanto en
las Institutiones como en el De mortibus, se atribuye
a los demonios el papel de desencadenantes de la persecución de Diocleciano: la idea se expresa casi con
las mismas palabras en las dos obras 18, con la d i f e
rencia de que en ésta se añaden precisiones cronológicas, topográficas e históricas.
Asimismo, tanto ésta como las Institutiones están
animadas por un mismo espíritu de conciliación: en
las Institutiones, entre la filosofía pagana y la doctrina
cristiana (Lactancio intenta buscar puntos de coincidencia entre ambas); aquí, entre la Iglesia y el Estado,
entre el poder político y el poder religioso. Mientras
que antes en los autores cristianos predominaba el espíritu de intransigencia, Lactancio se esfuerza por introducir el espíritu de con~iliación~~.
Estos nuevos
planteamientos obedecen, sin duda, a las nuevas circunstancias políticas, pero Lactancio fue un premonitor
de la situación que se implantará tras la batalla del
Puente Milvio. Esta postura de Lactancio adelantánInstit. IV 27, 4 y SS.,e infra, X.
Cf. recientemente J. VOGT,~Toleranzund Intoleranz im
constantinischen Zeitalter. Der Weg der lateinischen Apoiogetik~,
Saeculum 30 (1968), 344-364.
18
19
14
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
dose a los acontecimientos se explica por su apego y
su entusiasmo por la grandeza de Roma, que hizo de
él, como más adelante veremos, un defensor de la religión cristiana frente a los emperadores paganos y de
la romanidad frente a los emperadores bárbaros. Romanidad y cristianismo encuentran su fusión por vez
primera en Lactancio.
Se trata de una obra breve -opúsculo se la suele
denominar, sirviéndose de un latinismo de escaso gusto- de 52 capítulos. Se inicia con un capitulo de introducción en el que se hace la dedicación de la obra
al confesor Donato, seguramente el mismo a quien
dedicó el De ira Dei, que sufrió la persecución de tres
gobernadores sucesivos de Bitinia: el prefecto del pretorio Flaccino, Sosiano Hierocles y Prisciliano. Evoca
el fin de la persecución por obra de Constantino y
Licinio y enuncia el programa de la obra. Tras una
breve evocación del destino sufrido por los anteriores
emperadores que habían perseguido a los cristianos
-Nerón, Domiciano, Decio, Valeriano y Aureliano(caps. 11-Vl), entra en una detallada e implacable descripción de la persona, familia y acciones de Diocleciano, Maximiano Hercúleo y Galerio, exponiendo los
inicios de la persecución, la abdicación de Diocleciano
y Maximiano y el nombramiento de dos nuevos césares,
Severo y Maximino Daya (caps. VII-XIX). Sigue una
descripción, igualmente cruel y detallada, de las acciones de Galerio como Augusto, lo que provoca la proclamación de Constancio como emperador en calidad
de sucesor de su padre Constantino Cloro, siendo su
primera medida de gobierno la devolución a los cristianos de la plena libertad religiosa (caps. XX-XXIV).
Seguidamente expone los intrincados acontecimientos
políticos de los cuatro años siguientes: reconocimiento
de Constantino como César por parte de Galerio, proclamación de Majencio como emperador en Roma,
vuelta de su padre Maximiano al poder, derrota y
muerte de Severo, fallido intento de Galerio por restablecer su autoridad en Italia, intentona fallida de
Maximiano contra Majencio, proclamación de Licinio
como Augusto (conferencia de Carnuntum), retirada
de Maximiano junto a Constantino a la Galia, y su
muerte tras el doble intento fallido de acabar Con la
vida de éste (caps. XXV-XXX).
Maximiano fue el primero de los emperadores perseguidores en morir. Inmediatamente después, Dios se
fijó en Galerio, a quien Lactancio presenta como instigador de la persecución, y éste muere, víctima de
una enfermedad repugnante e incurable, cuando se
disponía a celebrar los veinte años de su reinado;
pero poco antes de morir, arrepentido, publicó un
edicto general de libertad de culto para los cristianos
(caps. XXXI-XXXV). A la muerte de Galerio, Licinio y
Maximino Daya se disputan el control de la mitad
oriental del Imperio y llegan a un acuerdo de reparto
de dominios. Inmediatamente después, Maximino reanuda la persecución, aunque disimulada por las amenazas de Constantino. Poco después muere Diocleciano
y Maximino establece una alianza con Majencio (capítulos XXXVI- XLIII). Constantino invade Roma, derrota a Majencio, ocupa Roma y establece una alianza
con Licinio. Se produce el esperado enfrentamiento
entre Licinio y Maximino con la derrota de este último.
Licínio publica en Oriente un edicto de libertad religiosa y, poco después, muere Maximino acosado en
Tarso. Licinio culmina su acción con la muerte de
todos los familiares de los tetrarcas supervivientes
aún: entre ellos, Prisca, esposa de Diocleciano, y Valeria, hija de éste y esposa de Galerio (caps. XLIV-LI).
Termina la obra con un epílogo que es un canto de
alabanza a Dios por haber protegido a su pueblo y
haber exterminado a todos sus enemigos (cap. LII).
16
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGIJIDORES
Fecha de composición
La fecha de la composición del De mortibus es tan
incierta como la vida de su autor. Ninguna noticia nos
ha quedado al respecto, por lo que es necesario deducirla a partir de argumentos internos de la obra. La
fecha post quam nos viene proporcionada por el fin de
las persecuciones, es decir, el 313, y más concretamente,
por la muerte de Valeria y Prisca, último acontecimiento mencionado, que tuvo lugar quince meses después de la muerte de Maximino Daya, lo que nos lleva
al otoño del 314. Otra referencia importante nos viene
dada por la afirmación de Lactancia, en el cap. 1, de
que en el momento de escribir la obra reinaba una paz
general en el Imperio, bajo el gobierno de dos emperadores. Aunque es posible que esta referencia de Lactancio pueda hacer alusión únicamente a la paz de la
Iglesia subsiguiente a las persecuciones, generalmente
se ha interpretado, y así lo hacemos aquí, en un sentido
más genérico, como referida a las amistosas relaciones entre Licinio y Constantino, que compartieron el
poder desde la muerte de Daya en el verano de 313.
Esta situación terminó el 324 con la guerra entre ambos
y la derrota y muerte de Lícinio. Así pues, es ésta la
única fecha ante quam que no admite duda. Pero, aunque el enfrentamiento final entre Constantino y Licinio
no se produjo hasta el 324, el 321 se inició una guerra
fría entre ambos con una ruptura práctica de relaciones, lo que no cuadraría con la amistad entre ambos
que el De mortibus parece reflejar. Por ello, casi unánimemente se ha fijado en el 321 el terminus ante
quem. A su vez, el terrninus post quem se estableció
con casi general unanimidad en el 316, aunque, por
consideraciones diferentes. 0. Seeck 20 basó su argumentación en la fijación de la muerte de Diocleciano
en este año, muerte que narra Lactancio, pero situándola algunos años antes (cap. XLII). En la actualidad
se tiende a rechazar la fecha del 316 para la muerte
del fundador de la Tetrarquía y a situarla con Lactancio en el 313 o aun antes. Sin embargo, W. Seston
y, con él, J. Moreau, fijaron el mismo límite post quem
con otro argumento 21. En el cap. 52, Lactancio alude
despectivamente a los cognomina de Iouius y HercuZeus, adoptados oficialmente por los emperadores de
la Tetrarquía y que Dios había borrado de la tierra.
Ahora bien, en el arco de triunfo dedicado en Roma
a Constantino por el Senado el 315, Licinio aparece
aún representado como Iouius y Maximiano, como
Herculeus, lo que cuadraría mal con la alusión de
Lactancio. Aprovechando al máximo este argumento,
tanto Seston como Moreau propusieron una fecha posterior al 318, partiendo del razonamiento de que se
exigiría un intermedio de tiempo razonable para que
estas ofensas a la memoria de los tetrarcas pudiesen
ser aceptables y apoyándolo con la idea de que Lactancio presenta al final una imagen de Licinio poco
favorable, lo que sería una muestra de que las relaciones entre ambos emperadores comenzaban ya a ser
tensas. Por otra parte, una fecha posterior al verano
del 314 y anterior al verano del 315 en que se hizo la
dedicación del arco del triunfo resultaba imposible,
porque en octubre del 314 habría tenido lugar la batalla
de Cibalae, primer enfrentamiento abierto entre Licinio
y Constantino, lo que resultaba incompatible con la
paz reinante en esos momentos en todo el Imperio de
Geschichte ..., 1, pág. 459.
u W . SESTON,
Dioclétien et la Tktrarchie, 1, París, 1946, página 27; J . MOREAU,Lactance ..., págs. 36-37.
20
18
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
que habla Lactancio. Así pues, frente a la idea predominante de una fecha comprendida entre el 316-321,
sólo quedaron algunas opciones minoritarias. Según
ellas, Lactancio habría escrito la obra durante el breve
o, quizá, inexistente período comprendido entre la
muerte de Valeria, no antes de septiembre del 314, y
la ruptura entre Constantino y Licinio que representó
la batalla de Cibalae, a más tardar, a finales del mismo
mes"; o bien, durante esta guerra entre ambos, pese
a las palabras de Lactancio sobre la paz que reinaba
en todo el Imperio 23;o, por último, los capítulos que
narran los sucesos del 314, el L y LI, habría que considerarlos como interpolados posteriormente y, por lo
tanto, podría haber sido escrita en el año comprendido entre la derrota de Maximino Daya y la batalla
de Cibalae 24.
Este era el estado de la cuestión antes de la publicación de la obra de P. B r ~ u n que
~ ~ propone
,
retrasar
la fecha tradicional de la batalla de Cibalae desde
el 314 al 316. Sus argumentos han sido casi univer2 F. GORRES, azur Kritik dcs Eusebius und des Lactantiusn,
Philologus 37 (1876-1877), 597 y SS.
23 S. B m , ~ U b e rdie Entstehungverhaltnisse der Prosaschriiten des Lactaniiusn, S. B. Kais. Akad. der Wissenschaften
in Wien, Phi1.-His. Kl., 225, 6 (1892), 107 y SS.
24 A. EBERT,~Uberden Verfasser des Buches de mort. persec.», Bericht über d . Verhandl. d . KLjnigl. süchs. Geselsch. der
Wissench. zu Leizpig 22 (1870), 124; A. V O N HARNACK,
Chronologie
der altchristlichen Literatur bis Eusebius, 11, 1904, págs. 422
y sigs.; K. ROLLER,
Die Kaisergeschichte in Laktanz «de mortibus persec.,, tesis doct., Giessen, 1929; A. ALFOLDY,The Conversion of Constantine and Pagan Rome, Oxford, 1948, pág. 45.
25 The Constantinian Coinage o f Arelate, Helsinki, 1952, páginas 17 y sigs; confirmado con nuevos argumentos numismáticos por él mismo en ~ T h ebellum Cibalensez, en Studies in
constantiniun chronology, Nueva York, 1961, págs. 10-20, y en
base a fuentes literarias y jurídicas por C. HABICHT,«Zur Geschichte des Kaiser Konstantinss, Hermes 86 (1938), 360 y SS.
salmente aceptados y han alterado totalmente el referido estado de la cuestión. Las consecuencias de esta
nueva cronología de la batalla de Cibalae respecto a
la datación de la obra de Lactancio no se han hecho
esperar: desaparecía el mayor obstáculo para situar
su composición inmediatamente después de los sucesos
narrados, por lo que J. R. Palanque y T. D. Barnes,
entre otros, se han apresurado a sacar la conclusión
de situar su datación a finales del 314 o comienzos
del 315 ". Ésta es también nuestra opinión.
Hemos de reconocer que esta datación no resuelve
todas las incógnitas que presenta la obra de Lactancio,
pero con ello son más los aspectos que quedan aclarados que los que permanecen aún en la sombra. La datación de la muerte de Diocleciano que, frente a la
fecha del 316 imperante tradicionalmente en la moderna
historiografía, había ido recientemente ganando adeptos para la fecha dada por Lactancio del 312 ó 313,
encuentra nueva confirmación. Asimismo, Lactancio
queda liberado de la acusación de haber omitido deliberadamente la mención a la guerra entre Licinio y
Constantino y del artificio retórico que se le suponía
de fingir escribir la obra inmediatamente después de
los hechos narrados, es decir, en una fecha más reciente de la que realmente la escribió27.
La objeción aducida por Seston y Moreau en contra
de una datación en estos años no tiene tampoco mayor
consistencia. Según Palanque
la ironía con que Lactancio habla de los cognomina de Iouius y HercuZeus
asumidos por los emperadores de la Tetrarquía no
estaría sólo en contradicción con la supervivencia de
26 J. R. PALANQUE,
aSur la date du De mortibus persecutorum»..., págs. 711-716; T. D. BARNES,«Lactantius and Constantine», Journ. Rom. St. 63 (1973), 29-46.
27 Sobre estos aspectos, c f . T . D . BARNES,ibid., 39.
~8 .Sur la date ..., 714.
20
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
estos títulos en el arco de triunfo del 315, sino también con su pervivencia en las emisiones monetarias
con la efigie de Maximiano hasta el 320 y, en todo caso,
sería una contradicción de menor importancia que la
que supone la rehabilitación de la memoria de Maximiano por parte de Constantino después de su dammatio memoriae el 312. Barnes, por su parte, llega más
lejos en sus conclusiones. Tras poner de relieve que
las monedas oficiales continuaron presentando a Licinio y al mismo Constantino bajo la protección de
Júpiter, deduce del cambio de datación de la obra
importantes novedades en la interpretación del transfondo ideológico del escrito de Lactancio respecto a
la versión difundida por numerosos autores, Moreau
principalmente 29. En seguida hablaremos de ello.
Fuentes
La búsqueda de las fuentes del de Mortibus, la liamada Quellenforschung, ha provocado la agudización
del ingenio de numerosos filólogos y especialistas, dado
que es un tema estrechamente relacionado con el de
la autenticidad de la obra. En esta labor se han distinguido especialmente dos investigadores, H. Silomón,
que ha dedicado al tema dos artículos y H. Roller
Ambos, por caminos diferentes y con conclusiones diversas, han querido ver en el sustrato de la narración
de Lactancio, historias previas que éste habría seguido
e incorporado en su texto. Según el primero, Lactancio se habría servido para la exposición de la primera
T. D. BARNES,dactantius and Constantinen..., 42-43.
daktanz de mortibus persecutorum~,Hermes 47 (1912),
250275); ~Untersuchungenzur Quellengeschichte der Kaiser Aure29
M
lian bis Constantinn, ibid. 49 (1914), 538-580.
31 Die Kaisergeschichte in Laktanz ..., págs. 12 y sigs.
parte de su obra, hasta la abdicación de Diocleciano,
de una perdida Kaisergesckickte (Historia de los emperadores) que habría sido la misma de que se sirvieron
Eutropio, Festo y el Epitome y, para la segunda parte,
de otra supuesta obra análoga. Por su parte, para
H. Roller, Lactancio habría ido aglutinando dos obras
de contenido y origen diferentes: una narración de las
persecuciones de origen cristiano y una historia politica en que se exponían sobre los diversos emperadores
valoraciones dictadas por convicciones conservadoras
y aristocráticas. Estos planteamientos han llevado a sus
autores a verdaderos malabarismos de erudición filológica cuyos resultados han sido decepcionantes y su
eco escaso. Silomón partía, además, del supuesto de
que la obra había sido redactada en época de Juliano
por un autor cristiano que pretendía disuadir a éste
de la persecución que maquinaba contra los cristianos.
Tras estas tentativas se ha impuesto el buen sentido.
cuyo punto de partida es la consideración de que la
obra está escrita por un contemporáneo de los hechos
y en una fecha próxima a éstos. Ésta es la premisa y la
conclusión del último especialista aue se ha ocupado
del tema en profundidad, A. Maddalena", quien llega
al extremo de afirmar que, en época de Lactancio, no
existía aún ninmna obra escrita sobre la historia de
los tetrarcas. Sin l l e p r a dar por sentado taxativamente este extremo, creemos con Moreau33 que, existiese
o no una o más historias de los tetrarcas, Lactancio no
necesitaba recurrir a ellas, le bastaba con su experiencia directa, el testimonio de otros testigos y la consulta de los documentos oficiales.
32 cPer la definizione storica del de mortibus persecutorurn~,
Afti del Reale Istit. Veneto di Scienze, Zettere ed Arti 94, 2
(1935), 537-588: ~Sullefonti per la storia di Diocleziano e Costantinon, ibid. 95, 2 (1936), 247-275.
3 Lactance ..., pág. 44.
22
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
Esta conclusión se impone con mayor evidencia s
como ya hemos expuesto, hay que adelantar la Fecha
de la redacción de la obra al 314-315. Partiendo de este
hecho y de la constatación de que toda ella deja ver
una experiencia viva y un conocimiento directo de los
sucesos o, al menos, información de primera mano,
la atención ha de centrarse en el aspecto de dónde
y cómo Lactancio adquirió estas experiencias. Pero
tampoco es éste un tema de fácil solución, dada la escasez de datos biográficos sobre nuestro autor, por lo
que las hipótesis son muchas Y ninguna goza de mayor
base que otras. Lo único cierto es que Lactancio se
encontraba en Nicomedia cuando comenzó la gran persecución, en febrero del 303, y, como ya vimos, debió
de permanecer aquí al menos por dos años. Por ello,
y dada la sensación de testigo presencial que ofrecen
los pasajes que narran los acontecimientos de Nicomedia, es opinión generalizada que fue testigo no sólo
de la abdicación de Diocleciano el primero de mayo
del 305, sino también de la publicación en esta ciudad
del Edicto de Tolerancia de Galerio el 30 de abril
del 311 y de la carta de Licinio, en el mismo sentido,
el 13 de iunio del 313 34. Pero por motivos análogos se
ha pensado también que debió de ser testigo presencial de los sucesos acaecidos en la Galia el 310 y en
Sérdica el 311 35, y que pudo acompañar a Constantino en la campaña de Italia del 312 36. Pero todo esto
no dejan de ser suposiciones, aunque, como vimos, un
pasaje de las Institutiones parece reflejar que antes de
abril del 311 estaba escribiendo en territorio de Cons-
T. D. BARNES,
«Lactantius and Constantine,>..., 40.
H . J . LAWLOR,
Eusebiana, O x f o r d , 1912, pfig. 242.
36 Zbidem; R. PICHON,Lactante, París, 1901, págs. 358 y sigs.;
K . ROLLER,
Die Kaisergeschichte in Zaktanz ..., págs. 12 y sigs.
3s
tantino. Como señala Barnes 37, la sensación de cosa
que proporciona la narración puede provenir,
que de una vivencia directa, de habilidad retórica.
Con excepción, pues, de su permanencia en Nicomedia hasta el 305 por lo menos, la otra noticia biográfica que de él disponemos es la antes mencionada
de San Jerónimo de que, ya en su vejez, fue llamado
a la Galia por Constantino para encargarse de la formación literaria de su hijo Crispo. Ello nos lleva a
plantear la cuestión de hasta qué punto Lactancio pudo
ser informado directamente por Constantino sobre los
acontecimientos de Occidente del 306 al 310, relatados
en los caps. XXVI-XXX, y del 312, en el cap. XLIV.
La opinión tradicionalmente dominante ha sido la
afirmativa. Sin embargo, creemos que la respuesta no
debe de ser tan simple, y el adelantamiento de la
fecha de composición de la obra la hace menos verosfmil: también en este aspecto el admitir una u otra
fecha conIleva respuestas diferentes a este problema.
Lo veremos más adelante.
Naturaleza, tesis y trasfondo ideoldgico
Si hay que encuadrar el De mortibus en alguno de
los géneros literarios que conoció la antigüedad, habría
que hacerlo dentro del género apoloqético que había
echado hondas raíces dentro de la tradición literaria
cristiana. Sin embargo, Lactancio no se restringe a las
normas tradicionales del género, sino que crea una obra
original, que es un caso único dentro de la producción
literaria de la anti.@edad. Esta orirrinalidad radica fimdamentalmente en que es una obra apolog6tica que
se sirve como instrumento de la historia, o, visto desde
9
aLactantius and Constantine.. », pág. 40.
24
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
otra perspectiva, se trata de una historia con una finalidad apologética. Este doble carácter de historia y
apología, junto a otros elementos que iremos considerando, son los condicionantes que hay que tener presentes para valorar en su conjunto una obra como
ésta.
La apología surgió y se desarrolló, primeramente,
en Oriente y en lengua griega como un intento de los
primeros escritores cristianos por ofrecer una respuesta racional y no violenta a los ataques de todo
tipo que comenzó a sufrir la nueva religión. De Oriente pasó a Occidente con la lengua griega como vehículo
de expresión y fue en Africa, la región de Occidente
donde con más rapidez se extendió el cristianismo,
donde comenzó a desarrollarse una literatura cristiana
en latín, inspirada en los modelos griegos. No fue por
ello casual que las primeras manifestaciones de esta
literatura tuviesen precisamente un carácter apologetico. Aquí nació y se desarrolló la apología latina, y casi
todas las grandes figuras de la primera literatura cristiana fueron africanos y apolopetas: Tertuliano, Minucio Félix, San Cipriano, Arnobio, etc. Lactancio, pues,
no hace sino insertarse en la gran tradición de la apología cristiana de su propia tierra.
La tesis central que Lactancio desarrolla en su obra,
no es nueva, sino que había calado ya hondamente en
la mentalidad cristiana y había encontrado difusión en
los autores cristianos. Su definición aparecía ya, según
Eusebio", en Melitón de Sardes. Pero, como ha señalado P. Monceaux 39, si la tesis no es nueva, fue Lactancio el primero en sacar de ella una obra histórica.
En sus obras anteriores se había dedicado a desarro38
JP
445.
Hist. E c c ~ .IV 26, 6.
Histoire l i t t k a i r e d e I'Afrique chr6tienne, 111, phgs. 444
llar el papel de la Providencia en el mundo; aquí se
dedica a demostrarlo en la historia de su época: el
filósofo se convierte en historiador. La tesis, según
Moreaum, se podría reducir a esta formulación: todos
10s emperadores perseguidores han sido malos emperadores, pues s610 un mal emperador puede perseguir
la justicia, y todos padecieron una muerte miserable.
Dado que toda la obra va orientada a demostrar esta
tesis, la información histórica está lógicamente afectada
por los condicionantes que ésta presenta.
Creemos que se puede admitir como premisa que
la idea de escribir su obra surgió, en Lactancio, de la
constatación de que esta tesis, que él había recibido
de los escritores cristianos, encontraba su confirmación en los sucesos de su época de que él había sido
testigo. Todos los emperadores que habían participado
en la persecución iniciada en el 303 habían sufrido una
muerte rápida v, más o menos, violenta. Por ello, su
objetivo inicial fue el escribir una historia de estos
emperadores de la Tetrarquía. Sólo después, y con el
fin de confirmar el carácter universal y dogmático de
esta tesis, amplió el objetivo inicial de la obra, añadiendo una serie de capítulos que comprenden a todos
los emperadores anteriores. Por ello, se pueden distinguir dos partes perfectamente delimitadas en la
obra: la primera, desde el cap. 11 al VI, que abarca a
los emperadores anteriores a la Tctrarquía; la segunda, desde el VI1 hasta el final, que comprende la parte
originaria y el meollo de la obra.
Para confirmar su tesis, Lactancio precisa demostrar dos hechos: por un lado, que todos los emperadores perseguidores tuvieron una muerte miserable; por
otro, que todos ellos fueron «malos» em~eradores.La
mayor parte de las deformaciones históricas que Ia
40
kctance ..., págs. 55-56.
26
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
obra contiene se deben a la dificultad para acomodar
la teoría y la historia. Pero no son ni Lactancio ni los
escritores cristianos que le antecedieron los únicos
responsables de ello. Esta teoría no era de origen
cristiano, sino pagano, y los cristianos no hicieron sino
amoldarla a su propia circunstancia. Ellos se limitaron a añadir al concepto de emperador «malo» un
nuevo elemento, el de persepuidor de los cristianos.
La noción de emperador «malo» se había ido desarrollando lentamente en la historiografía oficial pagana
y, naturalmente, estaba lastrada por los condicionamientos ideológicos a que obedecía esta historiografía. A finales del siglo r n estaba ya perfectamente
delimitado: emperador «malo» era sinónimo de emperador antisenatorial, tal como recogerá después perfectamente la Historia Augusta. La tarea dc Lactancio se encontraba, pues, condicionada por el hecho de
que sólo podían entrar en la categoría de emperadores
perseguidores los que, según los cánones de la historioprafía pagana, eran emperadores antisenatoriales.
El segundo elemento de la tesis condiciona la información histórica de Lactancio, en el sentido de hacer
cuadrar la condición de mal emperador con el hecho
de haber sufrido muerte horrible. Se trata de otro de
los rasgos de la semblanza de emperador «malo» elaborada por la historiografía pagana, al que los cristianos añadieron el aspecto de que esta muerte obedecía a un castigo divino por haber perseguido al cristianismo.
Los condicionamientos históricos que este planteamiento trae consigo son claros. Por un lado, en la
pluma de Lactancio los emperadores perseguidores
son pintados como portadores de los vicios más execrables, como bestias humanas: crueles, arbitrarios,
lu juriosos, extravagantes, enemigos, en fin, del género
humano En ellos, todo son vicios y ninguna virtud,
sus muertes son presentadas del modo más sombrio
y macabro. Esta labor de amoldamiento de los hechos
a una tesis preconcebida exige mayor esfuerzo por
parte del autor en la segunda parte de la obra que en
la primera, aunque desde el punto de vista histórico
las deformaciones no sean mehores en ésta. En la segunda parte, Lactancio trata de ser exhaustivo y se ve
condicionado por la circunstancia de que todos sus
lectores han sido contemporáneos de los hechos y gran
parte de ellos incluso testi~os.De ahí que tenga que
echar mano de toda su capacidad retórica para amoldar hechos y teoría. Un estudio detallado exigiría más
espacio del que aquí disponcmos. v a lo largo del
comentario tendremos ocasión de resaltar alminos
aspectos. Aquí nos limitaremos a algunas consideraciones generales. Para Lactancio no hay más que emperadores malos y emperadores buenos; los términos
medios son desconocidos. Ello le lleva a resaltar todos
los posibles defectos de los primeros, que aparecen
descritos con los tintes más sombríos y siguiendo los
cánones con que la retórica tradicional describía al
tirano, aunque en muchas ocasiones no pueda citar
hechos concretos. Al mismo tiempo, le hace caer en
contradicciones -así. p. ej., cuando califica a Diocleciano de tacaño, para en otro lugar echarle en cara
sus derroches en construcciones- y le impide ver las
cualidades que, sin duda, como todo hombre, tuvieron
estos personajes, en especial Diocleciano, cuya gran
obra de gobernante no sólo ignora, sino que todas
las medidas reformadoras por él acometidas son presentadas como perniciosas para el Imperio. Inverso
es el caso de los emperadores que favorecieron a los
cristianos, Licinio y, en especial, Constantino: en éstos,
ni un solo defecto. Lo que en ellos, con igual motivo
que en otros emperadores perseguidores, podría ser
motivo de crítica, o lo silencia, como es el caso del
28
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
origen poco digno de Constantino, hijo de una concubina, y su responsabilidad en desencadenar la guerra
contra Maiencio, o bien trata de justificarlo, como la
crueldad y venganzas sangrientas de Licinio tras su
victoria sobre Maximino Daya. Por otra parte, el motivo de la muerte miserable sufrida por los emperadores perseguidores cuadra bien en el caso de Galerio
y Maximino Daya, y en menor medida, en los de Maximiano y Severo, pero no en el caso de Diocleciano: de
ahí, la necesidad de presentar la muerte de éste, que
se produjo en el lecho y tras una larga vejez, como
producto de la pena y la amargura. Más chocante es el
caso de Maiencio, cuya personalidad como favorecedor
de los cristianos y enemigo de Constantino a un tiempo, pone a Lactancio en una situación difícil que hace
que su semblanza sea contradictoria: mientras, por un
lado, presenta su carácter personal con los rasgos tipicos del tirano, por otro se limita a constatar su
muerte entre las aguas del Tíber, lo que en el caso de
otro emperador hubiera merecido un capítulo detallado y macabro.
Las circunstancias en que se encuentra Lactancio
en la redacción de los capítulos de la primera parte
son diferentes. Aquí no intenta ser exhaustivo, y la
única limitación que podría encontrar su exposición
no es la experiencia de los hechos por los contemporáneos, sino la tradición historiográfica. La tarea, por
ello, es más fácil. Lactancio selecciona una serie de
emperadores a los que es aplicable la tesis que pretende demostrar. Todos los emperadores que selecciona responden a la idea, predominante en la historiografía, de emperador «malo» y, además, sufrieron
una muerte penosa: Nerón, Domiciano, Decio, Valerio y Aureliano. Pero ello le obliga a pasar por alto
una serie de emperadores «malos» que no fueron perseguidores, como Cómodo, Caracala, Heliogábalo, etc.,
y a silenciar otra serie no menos numerosa de emperadores «buenos» que sí decretaron persecuciones,
como Trajano, Marco Aurelio o Septimio Severo.
Se ha resaltado a veces con extrañeza el hecho de
que Lactancio no incluya entre los emperadores perseguidores a Maximino el Tracio, quien reunía todos los
rasgos típicos de mal emperador, incluida la muerte
violenta, y que, en cambio, incluya a Valeriano, cuyas
medidas persecutorias no están bien atestiguadas. Las
razones no creemos que sean las aducidas por Moreau41; a saber, que Lactancio ha redactado estos
capítulos introductorios de un modo rápido, sin preocuparse por ser exhaustivo y que, por otra parte, posiblemente con ello quería separarse de la teoría de los
que sostenían la existencia de un número determinado
de persecuciones fijado de antemano. Creemos, más
bien, que las causas son otras. A Maximino el Tracio
resultaba difícil encuadrarle entre los perseguidores,
pues la única actividad importante que, en este sentido,
se produjo en su corto reinado fue una persecución
local que tuvo lugar en Capadocia el año 235 y que
no obedeció a ningún decreto imperial, sino que se
trató de un movimiento espontáneo de la población
contra los cristianos a consecuencia de un terremoto
cuya responsabilidad les fue achacada, como provocadores de la ira de los dioses, y que el gobernador
Licinio Severiano oficializó por su propia cuenta 42. En
cuanto al supuesto deseo de Lactancio de apartarse de
un numero de persecuciones prefijado, creemos que
ocurre lo contrario. Como ha puesto de relieve V. GIULactance ..., pág. 48.
R. TEJA,«Kappadokien in der Prinzipatsepochen, en Auf.
und Nied. Romischen Welt, 11, 7, págs. 1121-1122. S610 una de
las listas que se nos han conservado de emperadores perseguidores incluye a Maximino el Tracio, la de Orosio.
41
Q
30
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
me1 43, kue en esta época cuando se estableciv un número de persecuciones fijo, no como pretende Moreau,
de nueve o diez, cosa que no ocurrirá hasta finales del
siglo IV e inicios del v, sino de seis: l.= Nerón, 2." Domiciano, 3.a Severo, 4." Decio, 5." Valerio, 6.a Diocleciano y Maximiano. Lactancio se atiene a esta lista, pero
con una variante muy significativa: excluye a Severo,
sin duda por su condición de emperador «bueno», y
lo sustituye por Aureliano porque el caso de éste cuadraba perfectamente en su tesis: emperador malo,
muerte miserable y, además, ésta se produjo inmediatamente después de decretar la persecución, lo que era
prueba de que se trató de un castigo divino.
Para juzgar debidamente el valor histórico del De
mortibus hay que tener en cuenta también otros aspectos que concurren en la obra: la personalidad del
autor y el momento histórico en que se escribe. Respecto a la personalidad del autor, aparte de su condición de cristiano hay otros aspectos que resultan
fundamentales. Hemos visto cómo su juicio sobre los
emperadores viene determinado no sólo por la actitud
de éstos hacia la Iglesia, sino también por la que tienen
hacia el Senado romano. La tendencia política prosenatorial de Lactancio no se refleja sólo en el juicio
sobre las disposiciones de carácter religioso tomadas
por los emperadores, sino que, como han resaltado
R. Pichon y J. M o r e a ~ se
~ ~extiende
,
a toda la política
de éstos. Lactancio intenta hacer ver que los emperadores perseguidores fueron «malos» en el sentido
total del término: fueron enemigos no sólo de los cristianos, sino de toda la población. Todas las disposi43 «Du nombre des persécutions paiennes dans les anciennes
chroniquesra, Rw. Et. Agust. 2 (1956), 59-66.
44 R. PICHON,Lactance, págs. 385 y sigs.; J. MOREAU,Lac-
tance..., pág. 51.
cienes políticas tomadas por ellos acarrearon consecuencia~funestas para el Imperio: la creación de nuevas provincias, la atribuye a la insaciable avaricia de
~ i ~ ~ l e c i a yn osus
, únicas consecuencias son la expoliación de la población por el aumento de los impuestos y el aumento de la burocracia y del ejército; los
censos tienen como único objetivo engordar los bolsi&3 del emperador y de sus secuaces, etc. Si se analizan
con detalle las acusaciones «políticas» que dirige contra
estos emperadores, se observa que todas ellas se reducen a medidas de carácter fiscal. El aumento del peso
tributario con los tetrarcas es un hecho evidente, pero
fue una exigencia de la política de reorganización del
Estado en todos los aspectos que llevó a cabo Diocleciano. Fue una política impopular a todos los niveles,
pero lo fue sobre todo entre la nobleza, es decir, el estamento senatorial, que hasta entonces había estado
prácticamente exento de impuestos. La política de Diocleciano, que a su vez marcó la de toda la Tetrarquía,
fue claramente una política antisenatorial, no sólo en
el aspecto estrictamente político y administrativo, al
limitar su influencia y reducir a los senadores a un
limitado número de funciones administrativas en beneficio de los caballeros, sino también en el económico,
al establecer una fiscalidad racional y uniforme y prácticamente sin distinción de estamentos en todo el Imperio. Son, pues, estas medidas administrativas y fiscales las que Lactancio reprocha principalmente a los
tetrarcas, mostrando con ello una nueva faceta de su
visión prosenatorial. Nada semejante ocurre con los
emperadores «buenos», Licinio y Constantino. No sabemos con certeza si éstos, en el momento en que
Lactancio escribe, habían dado ya muestras de un
cambio de política a este respecto, pero resulta muy
verosímil, si tenemos en cuenta que según el mismo
Lactancio fue el Senado quien confirió a Constantino
32
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
el título de Augusto tras la derrota de Majencio y la
entrada de aquél en Roma y que frente a la anterior política diocleciánea, que, por otra parte, no era sino la
culminación de un largo proceso iniciado en torno al
260, la postura de Constantino ante el Senado supuso
un giro copernicano: volvió a poner en manos de la
nobleza senatorial todos los resortes del poder, y el
principal medio para llevarlo a cabo fue el convertir
en senatoriales todas las funciones ecuestres.
Como ha observado también atinadamente Pichon 45,
hay otro tipo de reproches que Lactancio echa en cara
a los malos emperadores: su origen y costumbres bárbaras y rústicas, su desprecio por los valores intelectuales, por Roma, por la nobleza, etc. Es decir, por el
Senado y por todos los valores que éste representaba
y de que se sentía más orgulloso. Ningún reproche semejante en Licinio y Constantino, aunque también en
éstos se daban motivos para ello. Pero son éstos precisamente los valores e ideales que Constantino resaltará en la inscripción del arco de triunfo que le fue
erigido por el Senado en Roma el 315.
La mentalidad prosenatorial reflejada en la obra
de Lactancio resulta, pues, evidente. El origen de esta
mentalidad lo ha puesto bien en claro Pichon. Frente
a su condición de africano, se imponen en él sus sentimientos como rétor y el tradicional apego que éstos
tenían a las tradiciones de la patria romana. El contacto continuo con las leyendas y el pasado de Roma
llevaba a los rétores a una identificación casi total con
las virtudes y los ideales aristocráticos que se remontaban a las viejas tradiciones republicanas. Así pues,
el De mortibus, y es sin duda ésta una de las razones
por las que resulta de tanto interés histórico, muestra
45
Lactance, págs. 402 y sigs.; cf. también J. MOREAU, Lac-
tance..., pág. 53.
un adelanto y una premonición de lo que en el siglo IV,
de Constantino y durante muchos siglos, será
a
la ideología predominante en la Iglesia. Para decirlo
en @abras de Pichon, se ve «al ideal romano y al ideal
mezclarse con el ideal cristiano». Esta
fusión ideológica traerá consecuencias trascendentales
en muchos aspectos. No podemos detenernos aquí a
profundizar en ello. Nos limitaremos a señalar un aspecto que resalta claramente en el De mortibus: la
Iglesia prestó todo su apoyo moral y religioso a una
p&.ica determinada, la de Constantino y Licinio. Las
acciones de ambos, mientras estuvieron unidos, y las
de Constantino, tras su victoria definitiva sobre su colega, encontraron así una justificación moral y religiosa. Pichon ha dedicado un largo espacio a ilustrar
el hecho de que la visión que los historiadores posteriores nos dan de los emperadores de la Tetrarquía no
coincide, sino parcialmente, con la de Lactancio 46. Tras
lo expuesto, es algo que era de prever, y lo iremos
viendo en las anotaciones al texto. Aquí nos fijaremos
d o en un detalle que se deduce del propio análisis
interno de la obra. En XXI 4, Lactancio acusa a Galerio
de condenar a trabajos forzados a matronas de origen
noble; y en el XL, narra con todo detalle y crudeza
La muerte de tres nobles damas romanas por Maximino Daya. En contrapartida, en el LI menciona rápidamente la muerte, por parte de Licinio, de la esposa
de Diocleciano, Prisca, y de la hija de éstos y esposa
de Galerio, Valeria, sin poderles acusar de culpa alguna,
y se limita a constatar que su honestidad y su rango
Fueron la causa de su muerte. Peor aún, en el capítulo
precedente narra otras muertes ordenadas por Licinio,
entre ellas las del hijo y la hija de Daya, de ocho y
siete años, respectivamente, y considera todas estas
46
46.
R. PICHON,Lactance, págs. 309
-3
y sigs.
34
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
muertes como consecuencia del juslo juicio de Dios.
El hecho resulta todavía más grave si, como hemos intentado mostrar en otro lugar4', Prisca y Valeria eran
cristianas y Lactancio no podía ignorarlo. El dogmatismo político y la justificación religiosa de una política tuvieron aquí su origen. Constantino, al legalizar
el cristianismo, encontró sin duda un mayor apoyo
para su política del que se había imaginado.
Hasta aquí hemos expuesto las concomitancias ideológicas de Lactancio con la nobleza senatorial, con
Constantino y, en menor medida, con Licinio. Las preferencias que Lactancio demuestra con Constantino
respecto de Licinio han tenido una explicación casi generalmente admitida hasta hace muy poco tiempo. Los
principales defensores de esta explicación fueron
H. Grégoire y su discípulo J. Moreau. Esta explicación
es simple y está basada en la noticia, antes citada,
de San Jerónimo de que, ya anciano, Lactancio fue Ilamado a la Galia por Constantino para ocuparse de la
educación literaria de su hijo Crispo. Por las razones
ya expuestas, se dedujo que esta estancia de Lactancio
en la corte de Constantino debió de producirse a partir
del 317. Así pues, Lactancio habría escrito su obra durante esta permanencia en la corte constantiniana y,
lo que es más importante, Lactancio se haría en su
obra defensor y portavoz de la política constantiniana
de esta época. Naturalmente, esta interpretación se
viene abajo si aceptamos una fecha anterior para la
composición de la obra. Quedan así invalidadas las
interpretaciones de numerosos pasajes propuestas por
Moreau, como veremos en las notas correspondientes.
Aquí nos limitaremos a comentar un pasaje de capital
47 *Paganos y cristianos en el de Mortibus Persecutorum
de Lactancion, en Festschrift F. Vittinghoff, Colonia, 1980, páginas 465-476.
pportancia, puesto de relieve por Barnes 4a: el que
ate referencia al papel jugado por Constantino en la
begalización del cristianismo. La noticia de Lactancio
de que la primera acción de Constantino, al ser prom a d o emperador en la Galia iras la muerte de su
padre, fue la restauración del cristianismo, ha sido generalmente considerada falsa y producto de la propaw d a constantiniana de que Lactancio se haría eco. La
nueva datación de la obra rinde justicia a Constantino
y a Lactancio y ayuda a comprender la imagen de Litinio que ofrece el De rnoutibus. Si éste aparece tratado
con más frialdad que Constantino, no se debe a la
propaganda constantiniana que, hacia el 318, estaría
iniciando la guerra fría contra Licinio, sino, quizá, al
papel secundario jugado por éste en el reconocimiento
del cristianismo.
Es, sin embargo, Majencio el emperador que ha
salido con trazos más equívocos de la pluma de Lactancio. El hecho ha sido resaltado con frecuencia por
todos los especialistas. La actitud de Lactancio hacia
él es claramente negativa, pero no se ensaña con su
persona, al igual que hace con los otros emperadores
perseguidores. Creemos que hoy en día se puede dar
una respuesta satisfactoria a este hecho. Los últimos
estudios dejan pocas dudas sobre el hecho de que Majencio fue cristiano o, al menos, filocristianoe; en
cualquier caso parece claro que puso fin a la persecución en sus territorios M. Si esto es así, se comprende
perfectamente el embarazo de Lactancio a la hora de
juzgarle y el hecho de que no haga mención alguna de
T. D. BARNES,((Lactantius and Constantine*..., 43 y SS.
Cf., en última instancia, el amplio y detallado trabajo
de D. m DECKER,
«La politique religieuse de Maxence~,Byzantion 38 (1968), 472-562.
3 EUSEB.,Hist. EccI. VI11 14, 1; ct. también Mart. Pul. 13,
12; OPTAT.DE MILEVI,
1 18.
36
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
su actitud con los cristianos. Su muerte dramática,
derrotado por Constantino y ahogado en el Tíber, cuadraba perfectamente con un emperador perseguidor,
pero no con quien después de Constantino fue el primero en poner fin a la persecución, lo que, de admitirlo, arruinaba totalmente la tesis del De mortibus;
además, era hijo del denostado Maximiano y, en cuanto
a la política que siguió durante su corto reinado, fue
claramente antisenatorial. Ante ello, Lactancio opta por
un silencio total aunque sospechoso. Eusebio de Cesarea, que se encontraba ante un embarazo semejante,
no duda en presentar una versión totalmente deformada de los hechos: su cristianismo fue fingido y el
poner ñn a la persecución lo hizo por móviles políticos:
para agradar y adular al pueblo romano y aparecer
como clemente ante sus súbditos 51.
Así pues, Lactancio presenta una versión histórica
plenamente constantiniana, pero no es un portavoz
consciente y oportunista de la propaganda de Constantino. Su obra es fruto de la euforia de triunfo que los
cristianos vivieron al pasar de ser perseguidos y condenados a muerte durante trece años, a verse plenamente legalizados e, incluso, favorecidos en el aspecto
material. Además, el autor principal de este cambio
fue un emperador que no sólo reconocía a los cristianos, sino que, al propio tiempo, se hacía portador de
los ideales senatoriales. Lactancio, con su ideología
cristiana y prosenatorial, no podía por menos que ver
en Constantino un milagro del cielo.
Valor histórico e historiográfico
Quien haya seguido hasta aquí esta introducción,
pensará que estamos muy lejos de hallarnos ante una
Eist. Eccl. VI11 14, 1.
histórica. Ello no sería del todo cierto. Para juzla obra de Lactancio en todo su valor histórico,
que tener presentes algunas circunstancias o aspectos, aparte de los ya señalados. En primer lugar,
4 concepto de historia predominante en la Cpoca. La
historia en la antigüedad y, en concreto, en Roma estaba muy lejos de haber alcanzado y, podríamos in&so decir, de buscar la independencia que actualmente se le exige, por no hablar de su carActer de
ciencia. En este sentido podemos decir que el De morMus tiene todos los defectos que tienen todas las obras
históricas de la antigüedad. Además, como sus congB
neres antiguas, trata de ser, al mismo tiempo, una
obra literaria. Como tal, echa mano de todos los recursos de la retórica, que Lactancio dominaba como
un verdadero maestro. Así, por ejemplo, el presentar
a sus personajes de una pieza, aparte de que influyan
en ello, como hemos visto, otros móviles, es tambikn
itn recurso corriente en la literatura histórica de la
antigüedad.
l- Ha de tenerse presente también que, como ya vimos,
el fin principal de la obra no es hacer historia, sino
apología. Antes que historiador es apologeta y polemista. Ello aumenta el carácter partidista y tendencioso
de la obra. Lactancio no es neutral, ni intenta serlo.
Ademds, escribe en un momento en que las pasiones
estaban sin duda exacerbadas. Los cristianos acababan
de salir de trece años de persecuciones y sufrimientos,
9 de parias de la sociedad habían pasado a ser triunfadores, mientras sus principales enemigos de antes
Yacían muertos generalmente del modo más vergonzoso. Toda su obra respira este ambiente, mezcla de
euforia y venganza, que explica los términos con que
una persona como A. Momigliano, que sabe bien lo
que son las persecuciones que un pueblo puede soPortar, ha descrito la obra de Lactancio: cuna VOZ
m
38
SOBRE 1,A MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
estridente de odio implacable, el De mortibus pevsecutorum de Lactancio, anunció al mundo la victoria del
Puente Milvio. En este horrible opúsculo del autor del
De ira Dei hay un eco de la violencia de los profetas»
Pero frente a todo esto hay una circunstancia que
redunda en favor de la objetividad histórica. Lactancio es un contemporáneo y, en gran medida, un observador directo de los hechos que escribe para personas
que los han vivido. Ello, necesariamente, tenía que restringir en gran medida las libertades que podía tomarse
con la veracidad de los mismos.
Esta circunstancia hace de la obra de Lactancio
una fuente histórica de primer orden para la época de
la Tetrarquía y de los primeros años del reinado de
Constantino. Como punto de partida hay que creer a
Lactancio. En cuanto a la cronología y al encadenamiento de los hechos, su fidelidad es casi total. Las correcciones que hay que introducir para su adecuada
interpretación y lectura proceden sustancialmente del
sustrato ideológico y del objetivo de la obra, así como
de los procedimientos retóricos. De los primeros ya
hemos hablado. Detengámonos brevemente en el último
aspecto.
Lactancio introduce, frecuentemente, narraciones
detalladas y diálogos vivos entre los personajes. Se
trata de recursos para dar mayor viveza y verosimilitud a la exposición. Tal es el caso, p. ej., de la narración del incendio del palacio imperial de Nicomedia,
la escena de la abdicación de Diocleciano v el nombramiento de los nuevos emperadores, la elevación de
Majencio al trono. las campañas de Constantino en la
Galia e Italia v de Licinio en Oriente, etc. (Qué credi-
".
9 ~Storiografiapagana e cristiana nel secolo IV d. C.», en
A. MOMIGLIANO,
edit., 11 conftitto tra paganesimo e cristianesimo
nel secolo N , ed. italiana, Turín, 1968, pág. 92.
&jlidad hay que dar a estos pasajes? Como señala
Moreau 53, la comparación con otras fuentes demuestra
que Lactancia, básicamente, es fiel a la realidad hist6r<ca.Puede haber aspectos o detalles inventados, pero
ello se hace, de acuerdo con Ia tradición historiográfica antigua, para dar mayor impresión de realismo a
la exposición. Son detalles que buscan recrear el personaje o revivir el acontecimiento, no falsearlos o deformarlos. En aquellos aspectos que inciden en su ideología o en la tesis de su obra, e1 problema es más serio.
Deja entrever claramente sus odios y sus simpatías y,
para ello, recurre al silencio o a la interpretación partidista de los hechos. Es aquí donde tiene que intervenir el buen sentido crítico del historiador moderno
y su erudición, recurriendo a las fuentes comparadas,
para dejar las cosas en su sitio. Así, p. ej., cuando silencia la actitud favorable a los cristianos de Majencio o cuando incluso un hecho que fue seguramente
consecuencia de las creencias cristianas de éste, la negativa a rendir el culto de la adoratio a su padre y a
Diocleciano, lo atribuve a su soberbia y contumacia
W I I I 91, o bien cuando atribuye las reformas fiscales a la avaricia de los emperadores. Otras veces recurre a rumores para justificar sus interpretaciones,
O concatena hechos dándoles la categoria de causaefecto, como cuando presenta el rápido abandono de
Nicomedia por Galerio como prueba de su responsabilidad en el incendio del palacio (XIV 7). Sin embargo,
en ocasiones se impone de tal modo la evidencia, que
no tiene más remedio que reconocerla aunque quitando hierro al asunto. Así cuando reconoce que Constancio obedeció en la Galia el edicto de persecución man&ndo destruir las iglesias (XV 7) s4.
"
h c t a n c e ..., págs. 45-46.
Eusmro, sin embargo, llcga hasta a negar
HGt. E c d . VI11 13, 13, y Apt?nd. 4.
este extremo,
40
SOBRE L A MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
En conjunto, podríamos decir, con MoreauS5, que
Lactancio es un autor muy bien informado, pero al
mismo tiempo tendencioso y partidista como, en mayor
o menor medida, lo son todos los historiadores de la
antigüedad, aunque en modo alguno es un falsario.
-!-SU obra es un reflejo del pensamiento político cristiano de su época, pero, al propio tiempo, es un libro
de historia y que nos ha dejado detalles de gran valor
que, de otro modo, nos habrían sido totalmente desconocidos". El calificarla de panfleto es correcto si se
tiene en cuenta el objetivo que persigue, pero no si se
valora la información que proporciona.
J, Hay un aspecto que se ha tenido poco en cuenta y
que creemos que merece ser resaltado, la originalidad.
Ya de por sí resulta difícil encuadrar la obra dentro
de alguno de los géneros literarios que cultivó la antigüedad. Como ya dijimos, el tipo de literatura al que
se encuentra más próximo es el de la apología, pero
tampoco responde al tipo apologético clásico. Podríamos decir que se trata de un tipo de apología nuevo,
en cuanto realizado en unas circunstancias nuevas. La
apología era una literat~iradefensiva, que trataba de
responder a los ataques ideológicos y de todo tipo de
que los cristianos eran objeto. Ahora las circunstancias se han invertido, los cristianos son los triunfadores e inmediatamente se lanzan al ataque. Esta obra
de Lactancio y la moniinaental Historia Eclesiástica
de Eusebio de Cesarea son el mejor exponente. Como
ha puesto de relieve A. Momigliano en su clarividente
Lactance ..., págs. 45 y 47.
ES claro que en esta valoración sólo nos referimos a la
segunda parte desde el cap. VI1 en adelante, lo que constituye
el meollo de su obra. Los capítulos introductorios son una sintesis, limitándose, en lo esencial, a recoger la historia transmitida sobre las persecuciones cristianas de los tres primeros
55
56
siglos.
ya citado sobre la historiografía pagana y cristina del siglo IV d. C., si los cristianos pudieron lanzarse a la ofensiva inmediatamente después de su victoria se debió a que estaban ya preparados tras varios
siglos de disciplina y pensamiento. Las bases de la historiografía cristiana habían sido puestas ya mucho
antes de la batalla del Puente Milvio.
Fue Eusebio el principal exponente de esta nueva
historiografía cristiana y fue 61 quien trazó los caminos
por donde habría de discurrir la historia durante siglos. La Historia Eclesiástica de Eusebio v el De mortibus de Lactancio son conteinpoi-Alleos. Pero mientras
Eusebio, más joven que Lactancio. puso las bases de
la nueva historia, Lactancio, ya en el ocaso de su vida,
es una especie de puente entre la vieja y ésta. Tal
mezcla de elementos antiguos y elementos nuevos es
quizá lo que da su enorme originalidad a su obra.
Como elemento antiguo podríamos resaltar su preocupación por los aspectos económicos y sociales. MomiglianoF ha puesto de relieve que los cristianos inventaron dos nuevos géneros historiográficos, la historia
eclesiástica y las vidas de santos, pero no se sintieron
atraídos por las formas historiográficas paganas tradicionales, ni hicieron ningún intento por cristianizar la
historia política, diplomática o militar; no hubo ningún Tucídides, ni ningún Tácito cristiano. Solamente
Lactancio se aproxima algo a esta historia tradicional,
Y de ahí que sea el único autor cristjano que se preocupa, aunque sea subsidiariamente, de los aspectos políticos y sociales. Ello se debe, sin duda alguna, a su
condición de rétor, al igual que al espíritu conservador y senatorial con que se acerca a la historia, lo
que contribuye a incrementar la originalidad de su
obra.
" astoriografia pagana e cristiana
P...,
pág. 100.
42
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
En otros aspectos, sin embargo, Lactancio refleja
los nuevos caminos que la historiografía cristiana iba
a seguir. Los historiadores paganos tenían siempre
puesta la vista en la Roma eterna y a ella servían. Por
contra, los cristianos introducen la Providencia como
motor de la historia. Tanto Eusebio como Lactancio
se proponen describir la venganza divina contra los
que habían perseguido la Iglesia. Pero mientras para
Eusebio Roma está ausente, totalmente desplazada por
la Iglesia, para Lactancio, que no puede olvidar su
pasado, Roma sigue aún presente, aunque en un segundo plano.
Por último, la historia era para los romanos, como
señala también Momigliano58, una obra retórica con
un máximo de discursos inventados v un mínimo de
documentos auténticos. Por contra, la historia cristiana
se había ido forjando en la lucha apologética. Aquí el
documento tenía que jugar un papel de primera importancia, como medio para refutar las afirmaciones y
teorías de los paganos. Esto lo comprendió bien Eusebio. quien se abstuvo de inventar discursos y prefirió
insertar documentos. También aquí Lactancio se encuentra a medio camino entre la antigua y la nueva
historia. Su formación retórica le incapacitaba para
prescindir de unos recursos cuva explotación había
constituido su medio de vida, pero utilizó estos recursos en su nueva función como instrumento de difusión de lac ideas cristianas. Además, junto a las viejas
formas retóricas se sirve también de los nuevos instrumentos que los cristianos venían utilizando desde
hacía tiempo y en cuyo manejo Eusebio fue el maestro,
los documentos. Aunque con menos abundancia que
éste, Lactancio transcribe también en su obra documentos salidos de las cancillerías imperiales. Tal es el
58
Ibid., pág. 101.
caso de los Edictos en favor de los cristianos de Galerio y Licinio, conservados también por Eusebio y
en cuyo contraste se comprueba la escrupulosa fidelidad de Lactancio en su transcripción.
Nos encontramos, pues, ante una obra única en su
género, pionera de las nuevas corrientes de la historiograffa, pero que no encontró continuación. Sin embargo, su originalidad y su aportación para el conocimiento de la época en ella narrada, una de las más
complejas y preñadas de consecuencias de toda la
historia del mundo occidental, hacen de ella, pese a
su brevedad, una de las obras más interesantes que
nos ha legado la antigüedad.
Valor literario
El estilo y los recursos literarios utilizados por
Lactancio en este libro han sido objeto de profundos
y detallados estudios, surgidos del afán de poner de
relieve la autenticidad o inautenticidad de la obras9,
y ha sido precisamente el análisis de los recursos uno
de los argumentos principales que han llevado a fundamentar en bases seguras su atribución a Lactancio.
Pero también en este aspecto, el De movtibus se nos
presenta como algo original v diferente, comparado
con el resto de la producción de Lactancio. Dada su
especial naturaleza, al tratarse de una obra más narrativa que dogmática, sólo en parte es aplicable aquí a
Lactancio el célebre calificativo de dicerón cristiano»
que le dio Pico de la Mirandola. Pero, por debajo de
estas diferencias accidentales, es un único escritor el
"
Cf.,especialmente, J. G. P. B O R L ~ S«An
, scripserit Lactantius libellum qui est de Mort. Penec.», Mnernosyne, N . S.,
58 (1930), 223-292; R. PICHON, Lactante, págs. 431 y sigs.
44
SOBRE 1.A MIJERTE DE LOS PERSEGUIDORES
que aparece, tanto en el De mortibus como en las Institutiones o en el De ira.
Uno de los caracteres más llamativos de la producción literaria de Lactancio es que la inspiración cristiana y bíblica se dan la mano con su formación retórica 69. También ocurre así en el De morfibus. También
aquí aparecen con profusión las citas de su autor clásico preferido, Virgilio, pues, como señala Pichon6',
las pasiones del hombre de partido no han embotado
los gustos del literato. Estas citas aparecen en los momentos más dramáticos de la narración como si Lactancio, incapaz de expresar con sus propias palabras
el pathos del momento, se viese obligado a cederle la
palabra al poeta. Así ocurre, por ejemplo, al anunciar
el inicio de la persecución (XII l), al describir los tormentos sufridos por los mártires (XVI 2) o por Galerio
en su enfermedad (XXXIII 8), la estupefacción de
Maximiano Hercúleo al ver descubierto su complot
contra Constantino (XXX 5) o el encarnizamiento de
los combatientes en el Puente Milvio (XLIV 6).
Su prohnda formación retórica se manifiesta también en la profusión del uso de las figuras de estilo:
apóstrofes, exclamaciones, interrogaciones retóricas,
hipérboles, epifonemas. etc., es decir, todos los recursos que la retórica antigua había ideado para expresar los diversos sentimientos que el momento de la
narración exige: indignación contra los tiranos, alegría v satisfacción por la acción de Dios, etc. Con todo,
dado que se trata de una obra dirigida al gran público,
Lactancio utiliza un estilo v un vocabulario más simple v austero que en otras obras suyas. Las metáforas
son escasas y mesuradas, aunque de gran fuerza expresiva (VI11 4: XXXT 2; XXXII 3-4, etc.). Asimismo,
60
61
J . MOREAU,Lactance ..., pág. 65.
Lactance, pág. 431.
.
no faltan las técnicas ciceronianas en la modelación
de la frase, como los pleonasmos (11 6), las enumeraciones (XVI 8; XXII 2) o, en lo que constituye el recurso más frecuente, redundancia y yuxtaposición de
sinónimos (1 3, 4, 6, 7; 11 6, 7, 8; 111 4; IV 3, etc.) y el
empleo constante de la anáfora (1 3; 111 5; VI1 9). Con
todo, es constatable una moderación relativa en el uso
de estos recursos y la preferencia a contraponer, más
bien, las ideas que las palabras 62. El estilo ciceroniano
se manifiesta, igualmente, en la composición periódica
de la frase y en el dominio del arte de colocar las palabras dentro de ésta. En casi todas las frases, la palabra más importante aparece en cabeza y aquella
sobre la que quiere hacer reflexionar, al final (111 3;
XXXI 9; LII 4). A veces una idea esencial es expresada
dos veces por medio de sinónimos que abren y cierran
la frase (XVI 1; XLVII 2).
Se puede decir, pues, que el Lactancio del De mortibus es el mismo que el de las Institutiones, pero la
naturaleza de la obra, histórica y narrativa, no cuadra
bien con el estilo ampuloso de la oratoria que exigen
las discusiones filosóficas, religiosas o políticas, por lo
que predomina en ella un arte más austero y espontáneo, que, por lo demás, resulta más acorde con los
gustos modernos. Sólo en los escasos capítulos en que
se exponen ideas generales, como, p. ej., en el primero
y el último, predomina el estilo solemne y es, en ellos,
donde más abundan las figuras, redundancias, etc. En
el resto de la obra impera un estilo narrativo, conciso,
cortado para dar una impresión de rapidez acompañando a la acción. Cuando quiere oponer los puntos de
vista de Diocleciano y Galerio respecto a la abdicación del primero, no recurre a los discursos al estilo
62
Cf.R. PICHON,ibid., pág.
ginas ó9-70.
437; J. MOWU, Lactance..., pa-
46
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
de Tito Livio, sino que lo presenta en diálogo rápido,
al estilo del guión cinematográfico, tratando, al tiempo,
de reflejar los puntos de vista reales de cada uno63.
Lactancio, en definitiva, ha logrado dar a su obra una
sensación de reportaje, de documento vivo, en forma
de notas tomadas sobre la marcha, con una redacción
rápida, como corresponde a la realidad de un libro
escrito casi al mismo tiempo que se desarrollaban los
acontecimientos.
Otro aspecto que hay que resaltar es el de la composición de la obra. Si el estilo produce la sensación
de rapidez y desenvoltura, la composición responde a
un plan preconcebido y perfectamente trabado. Aquí
también hay que ver el reflejo de su formación retórica con su preocupación por el orden, la lógica interna y el plan metódico, que alcanzan su mejor expresión en las Institutiones y el De ira. Aquí, al tratarse
de una obra histórica, predomina como criterio básico
el orden cronológico. Pero éste no es el único. La obra
responde a una concepción y un plan previos: poner
de relieve el cumplimiento de la idea de que Dios premia a los buenos y castiga a los malos. Ello hace que
dé, en cuanto a su composición, una sensación de modernidad que la asemeja a los recursos y técnicas cinematográficas: la tensión se va intensificando a medida
que avanza la narración y culmina, al final, con la
muerte de todos los miembros y familiares de los tetrarcas. Como en una película moderna, todos los malos
mueren y los buenos triunfan.
Como señala Moreau, este deseo de reflejar cómo
la venganza divina se va realizando progresivamenqe
en todos los perseguidores es el que marca las diversas partes y períodos de la obra. Si dejamos de lado
los seis primeros capítulos, que, como ya vimos, de63
J. Momu, ibid., pág. 71.
bieron ser añadidos una vez terminada, la división
en períodos y las transiciones entre cada una de las
partes están hechas tratando de hacer compatible la
sucesión cronológica con este otro criterio. Así distingue, primeramente, un periodo tranquilo en el
reinado de Diocleciano y otro turbulento, a partir
del momenlo en que decide perseguir a los cristianos
(IX 11; XVII 1). Igualmente, en el caso de Galerio,
distingue entre la etapa en que se permitía el gusto
de hacer lo que quería y todo le resultaba bien y el
momento en que Dios desbarata todos sus planes (XX
1 y 5; XXIV 1): rebelión de Constantinu, usurpación
de Majencio, insubordinación de Maximiano y, finalmente, su muerte. Ésta constituye el punto central de
la obra. A partir de este mismo momento (XXXVL),
en el espacio de poco más de un año, se suceden
alternativamente la desaparición de todos los emperadores perseguidores y el triunfo de los emperadores
pro-cristianos: destierro de las esposas de Diocleciano y Galerio y muerte de sus amigas (XXXIX-XLI);
esto, a su vez, provoca la muerte de Diocleciano a
consecuencia de la pena y la añoranza (XLII); muerte
de Majencio y triunfo de Constantino (XLIV-XLV);
muerte de Maximino y triunfo de Licinio (XLVIIXLIX), y finalmente, de todos los familiares supervivientes de los tetrarcas, como culminación de la venganza divina (L-LI). Esta necesidad de establecer un
orden lógico y una conexión de acontecimientos le lleva
a alterar, a veces, el orden cronológico: así la muerte
de Diocleciano es adelantada a la de Majencio por la
necesidad de hacerla seguir al destierro de su esposa
e hija, que, junto con la damnatio memoriae de Maximiano Hercúleo, son la causa de su muerte. Al propio
tiempo, la necesidad lógica de presentar como castigo
divino la muerte de todos los miembros de la Tetrarquia y sus familiares le obliga a silencios tan graves
48
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
como el referente a la condición de cristianas de las
esposas de Diocleciano y Galerio. En contrapartida, resulta casi impecable el encadenamiento de los episodios en una sabia gradación, que, si para Voltaire proporcionaba el interés dramático que era exigible a todo
nos sitúa, como debuen h i s t ~ r i a d o r ~a~ nosotros
,
cíamos, ante las modernas técnicas cinematográficas.
Nos encontramos, pues, ante una producción que,
también desde el punto de vista literario, constituye
una obra quizá única entre el legado de la antigüedad.
La conversión de la historia en obra dramática no era
una técnica que practicasen los autores antiguos. Lactancio lo hizo. Por ello suscribimos plenamente las
palabras con que A. Alfoldy la ha caracterizado: «Un
opúsculo... tan crispante y excitante como una novela.
Escritas con viva imaginación, bajo la directa impresión de horrores repugnantes, las páginas de Lactancio
están sazonadas con expresiones tomadas del lenguaje
popular y discurren en un estilo fácil. El ritmo fresco
y veloz de la acción, los diálogos, tan dramáticamente
introducidos, los caracteres diabólicos de los emperadores pintados con vivos colores, las narraciones de
terror que hacen crispar los cabellos, todo esto debe
de haber mantenido al lector de su tiempo en un estado de febril excitación desde la primera hasta la
última página»65.
Así pues, como señala Moreau", si la inspiración
fue grande, la forma literaria no está por debajo de
ella. Apologeta, filósofo, historiador, Lactancio fue también un gran literato. Todas estas condiciones se dan
la mano en el De mortibus y hacen de ella «una obra
64
Cf. R. PICHON,
h t a n c e , pág. 432; J . MOREAU,Lactance ...,
pBgina 67.
65
Costantino tra paganesimo e cristianesirno, ed. italiana,
66
Luctance ..., pág. 65.
Roma-Bari, 1976, págs. 40-41.
a
histórica que es al mismo tiempo religiosa y política,
capaz de interesar al filósofo y al teólogo y al hombre
de la calle^ 67.
Resonancia e influencia del «De ~nortibus»
Pese a estos indudables méritos, el De mortibw
tuvo una escasa influencia en la antigüedad. El único
eco que de ella encontramos en los autores antiguos
lo constituyen las noticias, ya comentadas, de San Jerónimo y un pasaje de la Oratio ad Sanctos de Constantino. Este olvido tiene una fácil explicación68. Se
trata de una obra de circunstancias y éstas cambiaron
muy pronto. Cuando Licinio inició de nuevo la persecución contra los cristianos y poco después, el 324, fue
vencido y muerto por Constantino, resultó ya enojosa
y desfasada una obra que ponía en pie de igualdad a
ambos emperadores como campeones de la pax christiana y ejecutores de los designios divinos. Además, se
trata de una obra de propaganda destinada, sobre todo,
a los habitantes de la parte oriental del Imperio, pero
redactada en latín, por lo que su difusión debió de ser
escasa, como escasos habían sido los discípulos que
Lactancio había tenido en aquella parte del Imperio.
El hecho es que la obra pasó desapercibida para
los cristianos posteriores. Sólo a raíz de su redescubrimiento en 1679 volvió a atraer la atención, pero principalmente para ser objeto de polémica. Como señala
Moreau, en esta fecha ya se había rehecho la historia
constantiniana en base fundamentalmente a la Vita
Constantini atribuida a Eusebio de Cesarea, pero cuya
autenticidad no es todavía segura, y cuya tendencio67
68
Ibidem.
Cf. J. Mo-U,
ibid., pág. 72.
50
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
sidad pro-constantiniana es aún más marcada que en
Lactancio. Con la revigorización en este siglo de la
llamada acuestión constantiniana», quizá el tema de
toda la historia universal que ha hecho correr más
tinta, la obra de Lactancio ha pasado a un primer
plano, gracias principalmente al alemán 0. Seeck y al
belga H. Grégoire, los dos estudiosos que más se han
esforzado por revisar la visión tradicionalmente impe
rante de Constantino. Dentro de este contexto son innumerables los trabajos que se han dedicado a esta
pequeña obra. Además, el De mortibus es quizá la principal fuente escrita para el conocimiento de toda una
época como la de la Tetrarquía, tan intrincada en su
desarrollo histórico, tan preñada de consecuencias, porque representa la transición entre dos épocas en la
historia de Occidente, y, en contrapartida, tan oscura
por la escasez de fuentes.
En España, el interés por la obra de Lactancio ha
ido parejo con la escasa dedicación que se le ha tributado a la historia de la antigüedad en nuestro país,
y ello, pese a que forma parte también de un capítulo
importante de la historia de la Iglesia, única faceta de
la historia de la antigüedad a la que se ha dedicado habitual aten~iúnpor parte de los estudiosos españoles.
Por ello no es de extrañar que la producción bibliográfica de nuestro país sea muy escasa y de escaso valor
científico, como lo demuestra el que, hasta el presente,
el De mortibus sólo haya merecido una traducción al
español, que sepamos. Sin embargo, hay un aspecto
que queremos resaltar. Aunque la obra de Lactancio
haya tenido escaso eco en nuestro país, las ideas que
expresa son las características de una época en que
la religión cristiana vino en apoyo de una acción política. Ello, como ya vimos, puso las bases de la futura
identificación de intereses entre la Iglesia y el Estado
que se hará realidad a finales del siglo IV y pervivirá
,
en toda Europa durante la Edad Media, con la consiguiente visión dogmática de la historia y de la vida
que llevó a una división neta de los hombres en abuenos, y «malos». Este trasfondo ideológico que subyace claramente en el De mortibus ha tenido una
especial influencia en España hasta nuestros días,
determinando una praxis religiosa y política muy w n creta que sólo ahora estamos en trance de superar.
Quizá no sea más que una casualidad el origen español -visigóticodel único manuscrito en que se ha
conservado.
Tradición manuscrita y ediciones
Como ya hemos indicado, el De mortibus sólo se
conoce por un manuscrito, el Colbertinus (C). Se trata
de un códice en minúscula, de finales del siglo m,
hallado entre los fondos manuscritos que el conde de
Foucault, siguiendo instrucciones de Colbert y aconsejado por Baluze, rescató en 1678 de la antigua abadía
benedictina de Moissac (Tarn-et-Garonne). Se conserva en la Biblioteca Nacional de París con el número
2.627. Fue identificado y publicado, por vez primera,
por Baluze, en 1679.
El texto, aunque fácilmente legible, presenta numerosas faltas ortográficas, debidas principalmente a la
negligencia e ignorancia del escriba. Otras son imputables al arquetipo, que estaba en minúscula visigótica,
o bien había sido copiado de un ejemplar transcrito
en esta escritura. En cualquier caso, el origen español
del modelo es indudable, como demuestra, p. ej., el
uso del termino tincta por atramentum (= «tinta»).
La edición prínceps es la: Stephani Baluzii, Miscellaneorum Liber secundus, París, 1679. A partir de ésta,
se multiplicaron las ediciones, bien por separado, bien
52
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDOR~S
formando parte de las obras completas de Lactancia.
De entre estas últimas, la mejor sin duda es la de
S. Brandt, en el vol. XXVII, fasc. 2, del Corpus Scrip
torum Ecc2esiasticorum Latinorum, Viena, 1897. Entre
las ediciones por separado, la mejor es la relativamente
reciente de J. Moreau, Lactante, De la mort des persécuteurs, 2 vols., con Introducción, texto crítico y
traducción, París, 1954. Entre las posteriores cabe destacar la de F. Corsaro [Lactantius Firmianus] Lucii
Caecilii Firmiani Lactantii, De mortibus persecutorum,
Catania, 1970.
Han sido numerosas las traducciones al francés,
inglés, alemán e italiano. De traducciones españolas,
sólo tenemos noticia de la de C. Sánchez Aliseda, Sobre
la muerte de los perseguidores, Madrid, 1947, muy deficiente desde todos los puntos de vista, por lo que
puede ser simplemente ignorada.
Nuestra edición ha sido hecha tomando como base
el texto latino establecido por J. Moreau. Sólo nos
hemos apartado de él en lo relativo al famoso monograma constantiniano (cap. XLIV 5), para el cual hemos
preferido el texto propuesto por H. 1. Marrou, de
acuerdo con la explicación que damos en la nota correspondiente.
Tanto en la Introducción, como en las notas, hemos
tenido también siempre presente la magnífica edición
de Moreau, que en muchos aspectos sigue siendo aún
insuperable. Sin embargo, hemos tenido en cuenta las
investigaciones de los últimos veinte años, ya que han
aportado algunas novedades importantes que hemos
aceptado y que comportan el abandono de ciertas interprelaciunes de Moreau; algur~as,relativas a hechos
de capital importancia, como el que ya hemos visto,
de admitir una fecha cuatro años anterior para la
composición de la obra, con las importantes implicaciones que ello lleva consigo. En cuanto a las notas,
,
hemos dedicado especial atención, más que a los aspectos lingüísticos, literarios o teológicos, a los históricos, tratando de encuadrar la obra en su época y
hacerla comprensible para el lector moderno más o
menos especializado y proporcionándole los medios
para cotejar la información de Lactancio con la que
arrojan otras fuentes, especialmente las literarias. En
su confección, hemos partido también del comentario
de Moreau, pero teniendo presentes asimismo las aportaciones de la investiqación posterior, así como puntos
de vista personales. En definitiva, y dentro de los límites que la colección en que va encuadrada nos impone,
hemos intentado una puesta al día personal de la obra
de Lactancio.
En cuanto a la traducción, hemos procurado, dentro de un castellano moderno v asequible, penetrar al
máximo en el sentido del texto de Lactancio y reflejar,
a tono con las posibilidades de nuestra lengua, los
matices estilisticos del original latino. Cuando no nos
ha sido posible recopcr la totalidad del sentido originario con la simple traducción, lo completamos con
la nota correspondiente a pie de página. En los pasajes
de interpretación dudosa hemos tenido presente las
principales ediciones modernas. Para los pasajes de
Virgilio hemos adoptado la traducción de L. Riber,
Madrid, Aguilar, 1960.
Nuestro objetivo, pues, ha sido dar a conocer y
hacer comprender, a los lectores universitarios y a
todo el público que siente interés por la historia y la
cultura romana y cristiana, una obra que es poco conocida, pero que nos adentra en uno de los períodos
que mas ha contribuido a configurar la historia occidental.
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De mortibus persecutorum es amplísima. La anterior a 1954 está
exhaustivamente recogida en la edición de J. MOW. Aquí intentamos únicamente recoger las obras fundamentales anteriores
a esta fecha y, ya de un modo m& completo, las aportaciones
posteriores, en especial aquellas que hemos utilizado en nuestro comentario. De acuerdo con la orientación de Cste, damos
especial importancia a las obras de carácter histórico respecto
a las de tipo literario o teológico.
56
-- 1
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
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SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
El Señor, oh Donato carisi- 1
m0 OYÓ las plegarias que todos
los días y a todas las horas els
vabas en su presencia, y las de
los demás hermanos * ' nuestros
que con su glorioso testimonio alcanzaron la corona
eterna como recompensa a los méritos contraídos por
su fe.
Pues he aquí que, una vez aniquilados todos sus 2
enemigos y restablecida la paz en todo el orbe, la Iglesia4 hasta hace poco conculcada, resurge de nuevo y
Zntroducci& geneyal.
Dedicatoria
Y objeto de la obra
1 Este Donato, a quien sólo conocemos por Lactancio, es
seguramente el mismo a quien dedicó el De ira Dei. Fue sometido nueve veces a tortura durante la persecución de Diocleciano (cf. infra, 16) y pasó seis años en prisión hasta ser liberado tras la publicación del Edicto de Galerio el 311 (infra, 35;
cf. también 52, 1 y 5).
2 El uso cristiano del término «hermano. (frater) se debe
a una práctica judía que se introdujo ya en el Nuevo Testamento (cf. J. MOREAU,Lactance, De la mort des persécuteurs,
vol. 11, París, 1954, pág. 188).
3 Este, así como 16, 5, son los únicos pasajes en que Lactancio utiliza el término confessio en el sentido de atestimoniom. Normalmente le da el sentido clásico de adeclaraciónn.
Sólo en Znstit. IV 30, 13, le da el que tendrá más tarde de
aconfesión de los pecadosp.
4 Lactancio expresa, normalmente, con el término ecclesia
el conjunto de los cristianos. En el Edicto de Galerio (48, 9)
aparece usado con el significado de acomunidad~ (cf. J. Mom,Lactance ..., pág. 189), mientras que en 12, 2 y 3, le da el
de «edificio de cultom, siendo el primer autor en atribuirle este
64
LACTANCIO
el templo de Dios que había sido derruido por los
impíos, es reconstruido con mayor esplendor gracias a
3 la misericordia del Señor. Dios, en efecto, ha promovido unos Príncipes que han puesto fin al poder malvado y sangriento de los tiranos y han proporcionado
a la humanidad el que, disipada, por así decirlo, la
nube de la sombría época anterior, una paz alegre y
4 serena llene de regocijo las mentes de todos 7. Ahora,
tras la negra tempestad y los violentos turbones, el
aire está en calma y brilla la luz deseada. Ahora, aplacado por las plegarias de sus siervos, Dios ha erguido
con su ayuda celestial a los que yacían afligidos. Ahora,
desbaratada la conspiración de los impíos, ha secado
5 las lágrimas de los que sufrían. Los que se habían levantado contra Dios yacen en tierra; los que habían
derruido el templo santo han caído con un estrépito
mayor; los que habían torturado a los justos han entregado sus almas criminales entre los castigos celestiales y los tormentos a que se habían hecho acreedoa res. Tardíamente, en verdad, pero con dureza y de
7 acuerdo con sus méritos
Dios retrasó su castigo para
mostrar en ellos grandes y admirables ejemplos con
5 Sindnimo de la Iglesia. Sobre el significado y simbolismo
de esta expresión, cf. H. KOCH, «Der Tempel Gottes bei Laktanz», Philologus 85 (1920), 23.538.
6 Constantino y Licinio. Cf. Introducción, págs. 7 y sigs.,
e infra, 48.
7 Lactancio, en este pasaje y los siguientes, echa mano de
todos los recursos de la retórica, para, mediante una serie
bien marcada de contrastes y oposiciones, poner de relieve la
eficacia de la justicia divina que ha hecho que los perseguidores y las víctimas vean cambiados sus papeles. El claro paralelismo con QUINTO CURCIO,
X 9, 1-6, ha sido resaltado repetidas
veces.
8 El tema de la venganza divina fue una preocupación constante y casi un lugar común en la literatura griega y, poste
riomente, en los autores cristianos. Constituye el motivo dominante en esta obra de Lactancio.
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
65
que los venideros aprendiesen que Dios es uno y es
juez que impone a los impíos y a los perseguidores
suplicios dignos de un vengador. Es de su muerte de 8
lo que me ha parecido bien dejar testimonio escritog,
a fin de que todos, tanto aquellos que no fueron testigos de los acontecimientos, como quienes nos sucederán, sepan de qué modo el Dios supremo mostró su
poder y majestad en la extinción y aniquilación de los
enemigos de su nombre. Sin embargo, no creo salirme 9
del tema lo, si expongo primeramente cuáles fueron los
perseguidores que han existido desde el principio, es
decir, desde que se constituyó la Iglesia, y con qué
penas se vengó de ellos severamente el juez celestial.
En los últimos años l1 del rei- 2
nacimiento
nado del César Tiberio, según
del Cristianismo
podemos leer, Nuestro Señor Jey la persecucióYL
de Nerón
sucristo fue crucificado por los
judíos, el 23 de marzo, durante
el consulado de los dos Géminos 12. Tras haber resuci- 2
tado al tercer día, reunió a los discípulos, a quienes
9
Cf. EUSEB.,Hist. Ecles. VI1 32, 32.
La frase deja entrever claramente que, tras haber compuesto los capítulos correspondientes a los tetrarcas, Lactancio
introdujo los relativos a los emperadores anteriores para dar
un carácter de universalidad a su tesis. Cf. Introducción, página 14.
11 La expresión no es totalmente correcta: Tiberio reinó
del 14 al 37, y la muerte de Cristo la data el mismo Lactancio
un poco más adelante, en el año 29.
12 Se trata de los cónsules del año 29, Rubelio y Fufio, que
llevaban ambos el cognomen de Gémino (cf. TAc., An. V 1).
La tradición que fecha la muerte de Cristo el año del consulado
de los dos GCminos, es de origen latino, encontrándose recogida por vez primera en TERTUL.,Adu. Iudaeos 8, de quien sin
duda la toma Lactancio; en cambio, era desconocida por la
tradición griega. Sobre la fecha de la muerte de Cristo existían
dos tradiciones, que la fijaban el 23 o el 25 de marzo, respectivamente. La idea de J. MOREAU,Lactance ..., págs. 195-196, de
10
66
3
4
LACTANCIO
el miedo provocado por su captura había puesto en
fuga. Y, después de permanecer con ellos cuarenta
días, abrió sus mentes y les interpretó las Escrituras
que hasta entonces habían permanecido oscuras e impenetrables para ellos. Les confió su misión '3 y les
instruyó para la predicación de su dogma y de su doctrina, estableciendo la disciplina solemne del Nuevo
Testamento14. Una vez cumplida esta tarea, lo envolvió una nube y arrebatándolo a sus ojos, se lo llevó
al cielo15. A partir de este momento, los discípulos,
que entonces eran once, tras incluir en el puesto del
traidor Judas a Matías y a Pablo 16, se dispersaron por
toda la tierra para predicar el Evangelio, tal como el
Señor, su maestro, les había ordenado, y durante veinticinco años 17, hasta el inicio del reinado de Nerón,
que Lactancio habría tomado la fecha del 23 de marzo de la
Iglesia gala y que habría sido en la corte de Constantino en
Tréveris donde la conoció, ha sido refutada por P. NANTIN,
«Une édition nouvelle du De mortibus persecutorum de Lactancen (Reseña de la ed. de J. MOREAU),
Rev. Hist. Eccles. 50
(1955), 897. La fijación de la muerte de Cristo el 29 se aproxima
a la verdad histórica, pues Dionisio el Exiguo, quien, como es
sabido, en el siglo VI tuvo la idea de fijar la nueva era e n base
al nacimiento de Cristo, situó éste con unos cinco años de
retraso.
13 Ordinauit: este término, que está utilizado aquí en el
sentido clásico del lenguaje administrativo dc e n c a r g a r una
misi6nn (cf. SU^., Caes. 26), tcrminó por significar «ordenar,
a un sacerdote, etc.). Es un ejemplo más de la adopción por
la Iglesia del lenguaje administrativo romano (cf. P. M. GY,
«Remarques sur le vocabulaire antique du sacerdocem, en «Giudes sur le sacrément de I1ordre», Lex Orandi 22 [1957], 126-130).
14 Pese a la oposición de P. NANTIN,.Une édition ...», páginas 897-898, preferimos con J. MOREAUtraducir el término disciplina por su homónimo español y no por «doctrina» que supondría una redundancia.
15 Cf. Lc. 24, 51; Mc. 16, 19; Jn. 6, 62; Act. Apost. 1, 9.
16 Cf. Act. Apost. 1, 26; 22.
17 A saber, del 29 al 54. Nerón reinará desde este último año
hasta el 68.
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
67
pusieron los cimiento5 de la Iglesia por todas las provincias y ciudades. Cuando Nerón era ya emperador, s
llegó Pedro a Roma y, después de hacer algunos milagros, milagros que hacia en virtud del poder que
Dios mismo le había conferido, convirtió a muchos a
la justicia1* y levantó a Dios un templo indestructible.
Esto llegó a conocimiento de w
n quien, al cons- 6
tatar que no sólo en Roma sino en todas partes y a
diario, una gran multitud se apartaba del culto de los
dioses y, tras condenar la vieja religión, se pasaba a la
nuevaI9, dada su condición de tirano execrable y funesto, se lanzó a la dcstrucción del templo celestial
y al aniquilamiento de la justicia convirtiéndose así
en el primer perseguidor de los siervos de Dios. A
Pedro lo crucificó y a Pablo lo decapitó.
Pero no quedó impune, pues no le pasó a Dios inad- 7
vertida la vejación de su pueblo. En efecto, derribado
del pedestal y derrocado de su poder supremo, este
tirano desenfrenado desapareció tan de repente, que
ni siquiera se ha podido descubrir el lugar en que se
encuentra la sepultura de tan malvada bestia20. De ahí s
18 Lactancio utiliza con mucha frecuencia el término iustitia con el sentido de .religión cristiana». Para la llegada y
estancia de Pedro en Roma, Lactancio se basa en TERTWL.,
Adu.
Marcion IV 5 , y De pvaescript. 24.
19 Lactancio resalta la rapidez de la difusión del cristianismo como prueba de su origen divino (cf. PABLO,
Col. 1, 5-6).
20 Frente a esta tradición, otra, recogida por SUET.,Nerón
50, refiere q u e había sido enterrado en el mausoleo de los Domicios en el Pincio, donde era objeto de gran veneración. Sobre
el lugar edificó el Papa Pascua1 11, en 1099, la iglesia de Santa
María del Popolo para conjurar las apariciones demoníacas.
Esta divergencia de tradiciones responde a la doble interpretación, popular y senatorial, que se dio de la vida y obra de
Nerón, como emperador bueno o malo, es decir, antisenatorial,
respectivamente, siendo la segunda la que se impuso en la literatura tanto pagana como ci-ibtiana. - La cxpresiúri «niala bcstia» la utiliza frecuentemente Lactancio para referirse a los
68
9
LACTANCIO
viene el que algunos locos crean que ha sido transferido a algún lugar y conservado vivo de acuerdo con
las palabras de la Sibila: «un matricida fugitivo vendrá
de los confines de la tierran21. De este modo, por
haber sido el primer perseguidor sería también el último y el predecesor de la venida del Anticristo. Esto
es impío creerlo. De igual manera que algunos de los
nuestros declaran que dos profetas fueron transportados vivos hasta los últimos tiempos que precederán
al reino santo y eterno de Cristo, cuando comience el
descenso de éste; así también piensan que vendrá Nerón para ser el precursor que abra camino al diablo,
cuando venga a devastar la tierra y a subvertir al género humano 22.
emperadores perseguidores de los cristianos, cf. 9, 2; 16, 1;
25, 1; 32, 4; 52, 2. Su origen es bíblico, aunque análoga a las
empleadas por los autores paganos contra los malos emperadores (cf. J. MOWU, Lactance ..., pág. 201).
21 Orac. Sibil. VI11 70-71; V 363.
22 LOS dos profetas a que hace referencia son Elías y Enoc.
Como señala J. MOREAU,Lactance ..., págs. 202-204, la crcencia
que anunciaba la vuelta de Nerón como el Anticristo surgió de
una mezcla de tradiciones paganas y judeo-cristianas favorecidas por la divergencia de versiones sobre su final. Mientras
que algunos pretendientes al trono imperial en Oriente se hacían pasar por Nerón en persona o por su reencarnación (cf.
TAc., Hist. 1 2; 11 8, 9; SUET.,Nerón, 40, 47, 57; D I ~ NCAS., LXIV
9; DION CRIS., Orat. 21, 10; ZONAR.,
XI 5, 12), los medios judeocristianos hicieron de él el Anticristo (Orac. Sibil. IV y V;
VICTORDE P E ~ A u In
, Apol. XIII 16; COMMOD.,
Carrn. Apolog.
5, 933 y SS.) o la encarnación del diablo, que lo haría venir
del otro lado del Eufrates (Orac. Sibil., interpolación de 111
63) o lo resucitaría (Orac. Sibil. V 28 y SS., 214 y SS.; VI11 88,
57). Estas creencias debieron dc intensificarsc en cl siglo IV,
tanto en los medios cristianos como en los paganos. Entre éstos
debió de surgir, sobre todo, en los círculos senatoriales como
una esperanza en un emperador que aniquilaría el cristianismo
reinante; su pervivencia se manifiesta en la frccucncia con que
Nerón aparece en los «contorniatos» de finales del siglo IV
SOBRE ~4
MUERTE DE
1.0s
PERSEGUIDORES
69
Después de Neron, pasados al- 3
gunos años, surgió otro tirano no
menor que él, Domicianqu. Éste,
a pesar de ejercer el poder24 de
un modo odioso, estuvo pesando
sobre las cabezas de sus súbditos durante muchísimo
tiempo y reinó sin ser inquietado hasta que se atrevió a levantar sus manos impías contra el Señor. Pero 2
en el momento en que se vio incitado por impulso de
los demonios25a perseguir al pueblo justo, se vio enLa persecución de
Domiciano y la
subsiguiente paz
de la Idesia durante
el siglo ZI
(A. ALF'oLDY, Die Kontorniaten, 1, Budapest, 1943, págs. 59 y SS.;
91 y SS.).-Nos parece arriesgada la teoría de Moreau de que
esta idea debía de estar ya arraigada en los medios senatoriales en la época en que escribe Lactancio, de lo que deduce
que, al rechazar esta creencia, intenta debilitar la propaganda
anticristiana inherente a la versión pagana. Creemos, más bien,
con P. NANTIN,«Une édition ...», pág. 894, que si Lactancio r e
chaza la creencia en la supervivencia de Nerón es, entre otras
posibles razones, a causa de su tesis de que Dios castiga a los
perseguidores con su muerte.
23 Domiciano reinó del 81 al 96. La asociación de Domiciano
y Nerón como emperadores «malos» fue un lugar común de los
escritorés paganos que desarrollaron también los cristianos
TERT TUL., Apol. 5, 4 ; EUSEB.,Hist. Ecles. 111 17). El lapso de tiempo entre Nerón y Domiciano fue de trece años.
24 Dominationem: el término está usado aquí, sin duda, con
un sentido peyorativo. Los términos dominus, dominatio, dominatus habían sido utilizados antes de Domiciano para expresar
el poder tiránico. Con Domiciano, dominus pasó a la literatura
oficial constituvéndose en normal v corriente en la época de
los tetrarcas, que instauran el régimen bajo-imperial llamado
corrientemente Dominatus en oposición al Principatus de la
época anterior. Lactancio, cn cuanto representante de la ideología senatorial, expresa aquí el resentimiento de este estamento
hacia un régimen imperial basado en la abolición de los poderes del Senado; cf. J. MOREAU,Lactance ..., pág. 205.
25 Como ha puesto bien de relieve J. MORE.^, ibid., págs. 208209. esta expresión (instinctu daemonum) hav que ponerla en
relación con la paralela instinctu diuinitatis del arco de Constantino en Roma (Inscr. Lat. Sel. 694). Significa: «bajo la ins-
70
3
LACTANCIO
tregado a manos de sus enemigos y así pagó sus crímenes26. Y no fue venganza suficiente el que fuese
muerto en su propia casa: fue borrado, incluso, el
recuerdo de su nombre. En efecto, tras haber construido magníficos edificios y haber levantado el Capitolio y otros notables monumentos 27, el Senado persipiración de». Primero se aplicó sólo a los estados de posesión
proféticos y poéticos, para terminar por expresar todas las
decisiones tomadas bajo influjo de un poder sobrehumano. Con
Lactancio, instinctu tiene siempre por complemento determinativo nombres de una o varias divinidades paganas. Sólo en
Instit. IV 5, 5 aparece instinctum, no instinctu, determinado
por el cristiano diuini spiritus. Así pues, la expresión tenía un
sentido pagano hasta que la interpretación constantiniana posterior de la Oratio ad Sanctos (XXIV 1) le dio el valor cristiano atestiguado por F. MATERKO,De evrove XXI 5. - Altheim
ha resaltado el carácter neoplatónico d e las creencias expresadas en los relieves del arco de Constantino (Aus Spütantike
und Christentum, Tubinga, 1951, p&s. 44.53). En particular ha
puesto de relieve el significado del tErmino diuinitas de Ia inscripción. Constantino participa de la creencia divina y su mens,
que le ha dado la victoria, es una mens diuina. La Vita COMStantini recogerá, dádole un sentido cristiano, esta terminología
neoplatónica, que, por otro lado, estaba muy próxima de la
romana tradicional. Parece que fue Osio de Córdoba quien
desempeñó el papel decisivo en la cristianización de estas nociones de la filosofía pagana. Sabemos que había iniciado una
traducción latina del Timeo de Platón v que, al no poderla
terminar, fue Calcidio quien la culminó v se la dedicó, y precisamente en la dedicación usa la expresión diuino instinctu.
Se trata de algo más que una simple coincidencia, pudiéndose
asegurar que la interpretacidn cristiana de la inscripción del 315
Ie fue sugerida a Constantino por el obispo de Córdoba.
26 La persecución de Domiciano, atestiguada por numerosas
fuentes cristianas, es muy mal conocida: resulta dificil hablar
de una persecución generalizada v no de medidas concretas,
y mucho menos de un Edicto general de persecución. Cf. M. Goc m , La naissance du cristianisme, París, 1946, págs. 575-584;
J. M o ~ m u ,« A propos de la persécution de Domitien,,, La Nouverle Clio 5 (1953), 121-129.
27 Domiciano fue efectivamente uno de los emperadores que
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
4
71
guió su recuerdo hasta tal punto, que no dejó vestigio
alguno de sus estatuas y de sus inscripciones e, incluso, una vez muerto, lo estigmatizó con severísimos
decretos que sirviesen de eterna ignominia. Después
de ser derogados los actos de este tiranoz8,la Iglesia
no sólo fue restituida en su primitiva condición, sino
que se encontró en una situación de mucho mayor esplendor y florecimiento que antes. En la época siguiente, en la que muchos y buenos Príncipes mantuvieron
el timón y el rumbo del Imperio romano, no sufrió
ningún ataque de los enemigos y extendió sus brazos
por Oriente y Occidente". Hasta tal punto, que no
hubo ningún rincón de la tierra M, por remoto que estuviese, donde no penetrase la religión de Dios y ningún
pueblo de costumbres tan bárbaras, que, tras la adopción del culto de Dios, no se humanizase por la acción
de la justicia3l. Pero, después, esta larga paz se vio
truncada.
más construyeron en Roma, de lo que dan testimonio aún las
ruinas del Palatino. El Capitolio, efectivamente, había sido destruido por un incendio el 80, durante el reinado de Tito, y Domiciano llevó a cabo su reconstrucción.
28 La derogación de sus Actas fue obra de Nerva ( D I ~ NCAS.,
LXVIII 1). Estas derogaciones eran normalmente consecuencia
de Ia damna(io memoriae o eliminación del nombre de un emperador de todas las inscripciones y de su imagen de todos
los monumentos figurativos.
29 Metáfora frecuente en Lactancio, tomada de Séneca el
rétor, para expresar, primeramente, la extensión del Imperio
romano y del cristianismo y, secundariamente, el simbolismo de
Cristo en la cruz. Cf. L. CASTIQLIONI,
~Lattanzioe le storie di
Seneca Padre», Riv. Fil. e Istruz. Clas., N . S., 6 (1928), 454457;
J. MOREAU,
Lactance ..., págs. 211-212.
30 Exageración evidente.
31 Ya OR~GENES
(Contra Cels. VI11 68) opinaba que la conversión era la única forma de civili7ar a los pueblos bárbaros y
de integrarlos en la comunidad romana. La historia posterior
de estos pueblos le daría la razón. Cf. E. A. THOMPSON,
«TI
cristianesimo e i barbari del Nordn, en A. MOMIGLIANO,
TI
5
72
4
2
3
LACTANCIO
En efecto, tras muchos años,
surgió para vejar a la Iglesia el
Persecución
execrable animal $es& j2. Pues
de Decio
¿quién sino un malo puede ser
perseguidor de la justicia? 33.
Como si hubiesc sido elevado a la cumbre del poder
con esta finalidad, comenzó rápidamente a volcar su
cólera contra Dios para que rápida fuese su caídaM.
Habiendo marchado en expedición contra los carpos,
que habían ocupado Dacia y Mesia, rodeado de improviso por los bárbaros, fue destruido con gran parte
del ejército35. Ni siquiera pudo ser honrado con la
conflitto tra paganesirno e cvt~tzanesirnonel secolo ZV, Turín,
1968, págs. 65-68.
32 Lactancio pasa en silencio las persecuciones de los emperadores del siglo 11, que, si bien no fueron generales, no
fueron, sin embargo, de menor alcance que las de Domiciano.
La razón es clara y se inserta dentro de la concepción apologética de la obra, que intenta demostrar que las persecuciones
fueron obra de los emperadores cmalosn, lo que indirectamente
probaría que la expansión del cristianismo y el bienestar del
Imperio iban de la mano (Cf. Introd., págs. 14 y sigs.) Decio
reinó del 249 al 251.
33 Lactancio se ve obligado a forzar los hechos para hacerlos
encajar dentro de su conceoción histórica: Decio sería «malo»
s610 porque persiguió a 10s cristianos. En efecto, todas las
fuentes paganas lo presentan como un emperador dotado de
grandes virtudes (SCRIPT. HIST. AuG., Aurel. 42, 6; Epit. de
Caes. 29, 2 ; Z ~ S . ,1 21). Respecto a la pcrsecución, los autores
cristianos concuerdan en la dureza de su Edicto.
3 La repetición de los términos (protinus en latín) trata
de establecer una relación de inmediatez entre la persecución
y el castigo, para lo que el pretexto no podía ser otro que la
brevedad del reinado.
35 E n realidad no se trata de los carpos, sino de los godos
conducidos por el rey Kniva (AuR. VICT., 29, 5 ; Epit. de Caes.
29, 3-5; EUTR.,9, 4 ; ZONAR.,XII 20). aunque posiblemente, como
era frecuente, actuasen diversos pueblos unidos. Además, la identificación de los diversos pueblos bárbaros en los escritores del
Bajo Imperio es problemática, porque se sirven de nombres
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
73
sepultura3, sino que, despojado y desnudo, como correspondía a un enemigo de Dios, fue pasto de las aves
de presa en el suelo.
No mucho después, también 5
-,
arrebatado por una
Persecución y muerte
cólera
semejante,
levantó contra
d e Valeriano
Dios sus manos impías y, aunque
en breve espacio de tiempo, derramó mucha sangre de los justos37. Pero Dios le infligió un tipo de castigo nuevo y singular, a fin de que
sirviese a los venideros como ejemplo de que los enemigos de Dios reciben siempre un pago digno de su
crimen.
Capturado por los persas, perdió no sólo el poder 2
del que se había servido con insolencia, sino también
la libertad de que había privado a los demás y vivió el
resto de su vida en una humillante servidumbre 38. En 3
genéricos y clasizantes. Cf. R. TEJA,«Invasiones de Godos e n
Asia Menor antes y después de Adrianópolis (375-382)~.Hispania
Antigua 1 (1971). 175.
36 Cf. Epit. d e Caes. 29, 5 y 2, 7.
37 Valeriano reinó del 253 al 259. Sobre su persecución, cf.
P. 1. HEALY,The V d e r i a n Persecution, Londres, 1905; A. ALFOLDY, «ZU den5Christenverfolgungen in der Mitte des 3. Jahrhundertsp, Klio 31 (1938), 338 y SS. La persecución fue efectivamente breve (el primer Edicto fue del 257, siguiéndole un segundo el 258), pero durísima y los mártires numerosisimos.
Entre éstos cabe destacar en Roma a San Lorenzo; en España,
a San Fructuoso de Tarragona y sus diáconos; en Africa, a San,
Cipriano.
3 Sobre estos hechos las fuentes con numerosas, con versiones discordantes. Una especie de resumen de este capítulo
de Lactancio lo constituye CONST.,Orat. ad sanct. coet. 24, 2.
Por el contrario, la Vita Aureliani de la Hist. Augusta ofrece
la versión senatorial opuesta a la cristiana y lactanciana. Una
exposición de los hechos, en A . AIFOLDY, «Die Hauptereignisse
der Jahre 253-261 n. Chr. im Orient im Spiegel der Münzpriigungm, Berytzls 4 (1937), 41-67, v Stt~dienzur Geschichte der Weltkrise des 3. Jahrhunderts n. Chr., Darmstadt, 1967, págs. 23-154;
74
4
5
ó
LACTANCIO
efecto, el rey de los persas, Sapor, quc era quien le
había cogido prisionero, cuando deseaba subir al carro
o montar a caballo, mandaba al romano que se postrase y le ofreciese su espalda y, poniéndole el pie
sobre ella, le decía entre risas, en plan de burla, que
ésta era la realidad verdadera y no lo que los romanos pintaban en tablas y murales. De este modo, tras
haber contribuido a realzar magníficamente el desfile
triunfal de aquél, vivió aún lo suficiente para que, durante un largo tiempo, el nombre romano fuese motivo
de mofa y burla entre los bárbaros. Otro hecho contribuyó a agravar su castigo: aunque tenía un hijo
emperador, no tuvo un vengador de su cautividad y
de su abvecta servidumbre, ni nadie lo reclamó en abs 0 1 u t o ~ Una
~ . vez que acabó su humillante vida en medio de una ignominia como ésta, fue despellejado y,
tras separarle las vísceras de la piel, tiñeron ésta con
un líquido rojo v la colgaron en el templo de los dioses
bárbaros, a fin de que sirviese de conmemoración de
tan brillante victoria y, a nuestros embajadores, la
contemplación de los despojos de este emperador cautivo en el templo de sus dioses bárbaros les sirviese
de advertencia perenne vara que los romanos no confiasen demasiado en sus fuerzasm.
en J. GacÉ, «Comment Sapor a-t-il triomphé de Valérienx, Syria
42 (1965), 343-388, v en S. MAZZARINO,
«La tradizione sulle guerre
tra Shabuhr 1 e I'impero romano: prospettiva e deformazione
storica),, Acta Antiqua 19 (1971), 59-82.
39 SU hijo fue Galieno, quien reinó del 260 al 268. Las distintas versiones de las fuentes sobre la personalidad de Galieno
y sobre su actitud frente a la cautividad de su padre son también muy contradictorias: Galieno fue cristianófilo y antisenatorial, lo que explica el silencio de Lactancio y su imagen negativa en la Historia Augusta, Aurelio Víctor y Eutropio (cf.
R. G R ~ N W A I DStudies
,
in the lit. rourceq f o r the reign o f the
emperor Gallienus, 253-268 A. D., k s i s doct., Minneapolis, 1969).
40 J. GADÉ, ~CommentSapor . D. ha resaltado que el estudio
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
75
Así pues, jno resulta sorprendente que tras haberse 7
vengado Dios de los sacrílegos con tales castigos se
haya atrevido aún alguien no ya a obrar, sino ni siquiera a pensar algo contra la majcstad del Dios único
que rige y controla el universo?
Aureliano, que era de tempera- 6
-.--.mento desquiciado y violento 41,
Persecución
aunque se acordaba de la cautid e Aureliano
vidad de Valeriano, olvidó, sin
embargo, cuál había sido su culpa y el castigo subsiguiente y provocó la ira de Dios
con sus acciones criminales. Pero ni siquiera le fue
dado llevar a término sus maquinaciones, pues murió
súbitamente cuando comenzaba a poner en práctica
su locura. Aún no habían llegado a las provincias más 2
alejadas sus sanguinarios decretos 42, cuando él mismo
de los relieves de Bichapur dcmucstra que, contrariamente a
las afirmaciones de Lactancio, Valeriano no sufrió humillaciones
ni suplicios por parte del rey persa y que conservb la vida.
Asimismo, según Gagé, el pretendido «despojo» de Valeriano
exhibido en un santuario persa no sería otra cosa que una piel
de asno teñida de rojo con que Sapor !e obligó a ceñirse como
señal de sumisión.
41 Reinó del 270 al 275 (cf. L. Hoilro, Essai sur le regne d e
I'empereur Aurelien, París. 1904). Las fuentes coinciden en atribuirle este carácter: CONST.,Orat. ad sanct. coet., 24, 3; AUR.
VICT.,35, 7; E p i t . de Caes. 35, 9 ; SCRIPT.HIST. AuG., Aurel. 6,
1-2; 31, 5-9; 37, 1-4.
42 Las fuentes son discordantes en atribuir una persecución
a Aureliano. Los inicios de su reinado fueron sin duda favorables a los cristianos, actuando en la línea de Galieno, como
lo demuestra su intervención en el conflicto que dividía a la
Iglesia de Antioquía entre Pablo de Samosata y Domnus (EUSEB.,
Hist. Ecles. VI1 30, 19). Cf. L. H O M OEssai
,
..., pág. 96: F. MITLAR,
«Paul of Samosata, Zenobia and Aurelian: the Church, Local
Culture and Political Allegiance in Third-centurv Syria., Jour.
Rom. Stud. 61 (1971), 1-17. La persecución, si es que la hubo
(OROS., VI1 23, 3 y 27, 12; AGUST., Ciu. Dei VI11 4, 2; ZONAR.,
XII 27; en sentido contrario, SULP.SEV.,Chron. 2, 32), hubo de
76
LACTANCIO
y a c í a y a e n t i e r r a c u b i e r t o d c sangre e n C e n o f r u r i o ,
localidad de Tracia 43, víctima de sus propios amigos
por f a l s a s sospechasM. Era conveniente ref r e n a r a l o s t i r a n o s v e n i d e r o s con e s c a r m i e n t o s tan
impresionantes y numerosos. Pero éstos no sólo no se
a t e m o r i z a r o n , sino que a c t u a r o n c o n t r a Dios con mayor
a u d a c i a e insolencia.
3 movidos
ser breve - c o m o declara el mismo Lactancio-, o bien, como
quiere EUSEBIO,Hist. Ecles. VI1 30, 21, la muerte le cogió antes
de firmar los decretos. Sobre el problema de las actas de los
mártires de este emperador, tardías y sospechosas, cf. L. R O M O ,
Essai ..., págs. 375-377, FR. GORRES, «Die Martyrer der aurelianischen Verfolgungn, Jahrbuch Prot. Tkeol. 4 (1880), 449-494:
G. BARDY,«Les martyrs bourguignons et la persécution d'Auréliem, Annal. d e Bourgogne 8 (1938), 321-348. J. MOUREAU,
Lactance ..., pág. 230, cree que Lactancio ha incluido esta persecución
e insistido sobre el final de Aureliano para impresionar a Constantino, con lo que aduce una prueba más de su teoría de que
la obra de Lactancio se inserta en la Incha de influencias de
paganos y cristianos en el círculo de Constantino. Esta tesis ha
sido rechazada por P. NANTIN,«Une édition ... », pág. 895, n. 2.
43 Entre Perinto, que recientemente había pasado a llamarse
Heraclea en honor de Maximiano Hercúleo, y Bizancio, hoy en
la Turquía europea.
44 La muerte es descrita en términos semejantes en SCRIPT.
HIST. AuG., Aurel. 36, y Z ~ S .1, 62: su secretario o notario, temeroso de las amenazas del emperador, decidió acabar con él.
Para ello, falsificó un documento imperial con una lista de
oficiales de la guardia que iban a ser ejecutados. Sstos, creyéndolo auténtico, se precipitaron sobre é1 cuando salía de la
ciudad con una escolta reducida dándole muerte. Cf. también
AUR. VIO., 35, 8 ; Epit. de Caes. 35, 8 ; EUTR.,9, 15, 2. Para más
detalles, E. GROAG.,«L. Domitius Aurelianus», cn PAULY-W~ssoWA, Realewcyclopüdie ..., V, col. 1402. El hecho sucedió. según
J. LAFAURIE,~Chronologie impériale de 249
2 8 5 , Bull. Soc.
Ant. France (1965), 139-145, el 23 de marzo del 275.
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
77
Diocleciano, que fue un inven- 7
tor de crímenes y un maquinaSemblanza
dor de maldades45, al tiempo
de Diocleciano
que arruinaba todas las demás
cosas, tampoco pudo abstenerse
de levantar sus manos contra Dios. Con su avaricia 2
y su timidez alteró la faz de la tierra46. En efecto, dividiendo la tierra en cuatro partes 47 hizo a otros tres
y--
45 Con Diocleciano se inicia la parte principal y primitiva
del De mortibus (cf. Introd., pág. 14). Di~ciecianoreinó del 284
al 305. La obra básica sobre él sigue siendo la inconclusa de
W. SESTON,Dioclétien et la Tétrarchie. 1: Guerres et Héformes,
París, 1946. Más recientemente, cf. G. BRAVO,Coyunfura sociopolitica y estructura social de la producción en la época de
Diocleciano. Génesis de la s o c i e d ~ d bajo-imperial, Salamanca,
1980. Diocleciano fue de una gran iniciativa e intent6 una profunda reforma de las estructuras del Imperio. Lactancio, fijándose únicamente en uno de los aspectos de su obra, la política religiosa, le reprocha como vicios estas virtudes que la
mayor parte de los autores paganos le reconocieron, pese a no
haber seguido una politica prosenatorial (EuTR.,IX 16, 1; X 1,
3; AUR. VICT., 39, 1; SCRIPT.HIST. AuG., Carus 13, 1 ) .
46 Acu~acioncs también bastantc gratuitas. La avaricia, en
base, sin duda, a s u dura política impositiva, tendente al aumento de los ingresos fiscales. Por lo demás, el mismo Lactancio le reprocha más adelante los despilfarros en ias construcciones. La timidez, quizá porque, tras los primeros años
de continuas guerras de su reinado, se reservó las tareas políticas, confiando a sus colaboradores !as militares (cf. J. MoREAU, Lactance ..., pág. 232), y por su escrupulosidad en la observancia de los ritos paganos y, en especial, las prácticas adivinatorias del porvenir (cf. infra, 10, 1).
47 Lactancio resume esquemáticamente lo que en realidad
fue un proceso largo y complejo: el denominado sistema tetrárquico o gobierno de cuatro. Aunque algunos detalles permanecen aún oscuros y discutidos lo podemos resumir del modo
siguiente. Diocleciano, que había sido proclamado el 20 de noviembre del 284, probablemente en diciembre del 285 nombró
colega suyo, con el título de César e «hijo de Augusto», a
Maximiano, a quien encomendó la tarea de poner orden en Occi-
78
LACTANCIO
emperadores partícipes de su poder. Paralelamente
multiplicó el ejército, pues cada cual contendía por
disponer de un ejército mayor que el que cada uno de
los emperadores anteriores había tenido cuando uno
solo estaba al frente de todo el Estado48.Se llegó al
dente, cosa que llevó a cabo rápidamente. Poco después, seguramente el 1 de abril del 286, ie dio el título de Augusto encargándole de la defensa de Occidente. Quedó constituida así una
«Diarquía», pero conservando Diocleciano la preeminencia: Maximiano fue considerado como su hijo adoptivo. Para reforzar
el sistema, se puso en práctica una origina1 teología política.
Diocleciano fue proclamado .descendiente de Júpiterx ( I O U I L ~ S )
y Maximiano, «descendiente de Hércules» (Herculeus). Ambos
pasaron a ser considerados como hermanos, pero Diocleciano
conservó el primer rango. El sistema se completó el 293. El
1 de marzo fueron proclamados dos Césares simultáneamente:
Constancio, por Maximiano en Milán y Galerio, por Diocleciano
en Nicomedia. Ambos quedaron incorporados a esta familia
«divina» como «hijos» de sus Augustos. Para reforzar por medio
de la sangre estos lazos, Galerio se casó con la hija mayor de
Diocleciano, Valeria, mientras que Constancio estaba casado,
desde algún tiempo antes, con la nuera de Maximiano, Teodora.
De este modo, la Diarquía primitiva pasó a ser una Tetrarquía.
La expresión de Lactancio dc quc .dividió la tierra en cuatro
partes» no es tampoco exacta. El Imperio permaneció, en realidad, como un «patrimonio indiviso» (Paneg. 111 6 ) sometido a
una legislación única bajo e1 control del Augusto principal. Con
todo, este sistema «centralizado» dejaba lugar, en la práctica, a
un reparto territorial y de funciones, primero entre los dos
Augustos y, después, dentro del territorio de cada uno de
éstos, entre el Augusto y su César. Sólo en este sentido puede
hablarse de un reparto en cuatro partes, resaltado por la existencia de cuatro residencias imperiales: Nicomedia y Milán, de
los Augustos, y Tesalónica o Sirmio y Tréveris, de los Césares.
a Exageración evidente. Sin que se pueda estableccr con
exactitud el incremento, parece que el ejército se duplicó, y no
que se cuadruplicó como da a entender Lactancio: las legiones
debieron de pasar de 39 a 60 en Occidente; las alae de caballería pasaron de 4 a 9 y las cohortes de infantería, de 28 a 37.
Cf. E. STEIN-J.R. PALANQUE,
Histoire du Bus-Empire. 1: De I'Etat
romain a 1'Etat bizantin (248-476), París, 1959, págs. 423 y sigs.;
W. SESTON,
Dioclétien ..., pág. 198; A. M. D. PARKER,«The Legions
SOBRE LA M U E R T E DE L O S PERSEGUIDORES
79
extremo de que era mayor el número de los que vivían
de los impuestos que el de los contribuyentes 49, hasta
el punto de que, al ser consumidos por la enormidad
de las contribuciories los recursos de lus colonos, las
tierras quedaban abandonadas y los campos cultivados
se transformaban en selvas
of Diocletian and Constantine», Journ. Rom. Stud. 23 (1933), 175189; A. H. M. JONES,The Later Roman Empire 284-602. A Social
Economic and Administvative Survey, vol. 1, Oxlord, 19722, página 60; G. BRAVO,
Coyuntura sociopolítica ..., pág. 58. Por el contrario, J. P. CALLU,La politique monétaire des empereurs romains d e ,238 a 311, París, 1969, pág. 309, n. 5, opina que el
aumento de las fuerzas, desde Augusto a Diocleciano, fue sólo
de un tercio, y A. CHASTAGNOL,
Le Bas Empire, París, 1969, página 82, cree que sólo la caballería se duplicó, mientras que la
infantería debió de aumentar un tercio o la mitad. La dificultad
principal para establecer un cálculo radica en las dudas sobre
el número de hombres de que constaban las nuevas unidades.
49 Otra exageración retórica. Efectivamente, el aumento del
ejército y el no menor del aparato burocrático inherente a las
profundas reformas dioclecianas debió de causar esta impresión
en los contribuyentes. Posiblemente, aquí Lactancio no haga sino
recoger algún dicho popular.
so Traducimos por ucontribuciones*, a falta de otro término
más apropiado, el latino indictiones, que eran primitivamente
impuestos extraordinarios en especie exigidos, a intervalos irregulares, a las provincias, de un modo altamente arbitrario e
injusto. Lo que hizo Diocleciano fue racionalizar estas requisiciones que, en la práctica, habían llegado a constituir el ingreso
más importante: en primer lugar, distribuyó la carga equitativamente entre las diversas provincias, ciudades e individuos,
y, en segundo lugar, hizo de la indictio una práctica regular y
cíclica: primeramente, desde el 287, cada cinco años; posteriormente, a partir del 312, quedó fijada en ciclos de quince
años.-El
objetivo, pues, de las reformas fiscales dioclecianeas fue implantar un sistema más electivo y, al mismo tiempo,
más equitativo que el anterior. No se puede estar tampoco de
acuerdo con Lactancio al atribuir al nuevo sistema el abandono
de los campos. Éste era un fenómeno antiguo en el Imperio y
que continuará tras Diocleciano. (Cf. C. R. WHITTAER, «Agri
deserti», en M. 1. FINLEY red.], Studies in Roman Propevty,
80
4
LACTANCIO
Para colmo, a fin de que el terror llegase a todas
partes, las provincias fueron subdivididas hasta el infinitos'. En consecuencia, numerosos gobernadores y
negociados oprimían a cada una de las regiones, incluso casi a cada una de las ciudadess2. Igualmente
Cambridge, 1976, págs. 137-165.) En cualquier caso, el tema de
la agobiante presión fiscal será un lugar común dc la litcratura
bajo-imperial y, en última instancia, la responsabilidad se atribuye a Diocleciano, el instaurador del sistema.
51 EL hecho es cierto. Diocleciano duplicó, más o menos,
el número de las provincias, que pasaron de en torno a las
cincuenta a unas cien. Como en muchos otros aspectos de su
política, Diocleciano no hizo, en esto, sino continuar e intensificar un proceso que ya estaba en marcha, pero encuadrándolo
dentro del amplio conjunto de reformas que llevó a cabo.
Lactancia parece dar a entender que el único objetivo fue facilitar la recaudación fiscal; en este mismo sentido, W. SESTON,
Dioclétien ..., pág. 350. Pero, como ha puesto de relieve G. BRAVO,
Coyuntura sociopolítica ..., págs. 72-73, «la subdivisión sistemática
e irregular realizada por Diocleciano trascendía los meros intereses políticos y/o militares; en la reestructuración administrativa provincial el emperador basaría después la nueva ordenaci6n socio-económica del Iniperio y no sólo la configuración
fiscal». - Como contrapartida a esta fragmentación, agrupó las
provincias en una nueva entidad administrativa, la diócesis,
doce en total, con un Vicario del Prefecto del Pretorio al frente.
52 Traducimos por el término genérico ~gobernadoresn el
más específico latino «praesides». Tras la reorganización de la
administración provincial por Diocleciano, la mayor parte de
las provincias pasaron a ser gobernadas por «praesides», de
rango ecuestre (perfectissimi) en su mayor parte. Sólo las antiguas provincias senatoriales de Asia y Africa -a veces también
Acayafueron confiadas a consulares de rango senatorial
(clarissirni); en Italia, correctores de rango senatorial alternaron con praesides de rango senatorial o ecucstre. Es, sin duda,
porque los praesides eran mayoría por lo que son los únicos
aquí mencionados. Nos parece demasiado sutil la hipótesis de
J. MORFAU,iuctance ..., pág. 240, sobre la posibilidad de que
el término tenga un sentido peyorativo acorde con la mentalidad de un filo-senatorial que ve rebajado el gobierno de las
provincias a hombres ecuestres. - Traducimos por «negociados>
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
81
eran numerosos los funcionarios del fisco, magistrados
y vicarios de los prefectos del Pretorio 53 cuya actividad en el orden civil era escasa, pero intensa, por el
c o n t r a r i o , a la hora de d i c t a r multas y proscripciones.
Las exacciones de iodo tipo eran, no diré ya frecuentes, sino constantes y los atropellos para llevarlas a
cabo insoportableb ". Igualnienle intolerable era lo re- 5
el término officia. El officiurn lo constituían todas las personas
que trabajaban con un funcionario (officialis).
53 Lactancio asocia aquí con los vicarios, los rationales y
los rnagistri: efectivamente, la información que tenemos conñrma que en cada diócesis había, junto al vicario (cf. supra,
n. 52), un representante del rationulis surnmurum o rei summae
y otro del rnagisier rei priuatae, máximos responsablcs de las
finanzas de la administración central: el rationalis controlaba
las minas, las casas de la moneda y la recaudación de los impuestos en moneda; el magister recaudaba las ventas de las
propiedades imperiales. (Cf. A. H. M . J o x ~ s ,The Later ..., vol. 1,
páginas 48 y 50.)
54 La traducción y explicación del contenido técnico de
estos párrafos no es fácil. La .actividad en el orden civil9 (ciuiles actus) es la gestión de los asuntos judiciales de derecho
civil o privado. Las ~rnultasx (condemnationes) hacen alusión
a las condenas pecuniarias, mientras las «proscripciones~(proscriptiones) aluden a exilios y confiscaciones. Por último, las
«exacciones» (exactiorres) se refieren seguramente a las accie
nes del exactor ciuitatis, el director de las tasaciones en cada
ciudad, atestiguado por vez primera en Egipto el 309 (cf. A. H. M.
JONES,The Later ..., vol. 11, págs. 456-457 y 727). Lactancio quiere
dar a entender que el numeroso aparato burocrático diocleciáneo se preocupaba más que del buen gobierno, de asegurar
los ingresos fiscales. La base de esta constatación está seguramente, aparte de los abusos que pudieran darse, en el hecho
de que los gobernadores, al tiempo que Cueron privados de la
mayoría de las funciones militares, vieron ampliada la esfera de
sus atribuciones en el orden económico y financiero al acumular
las funciones antes desempeñadas por tres funcionarios de la
administración central, los quaestores, los curatores y los procuratores. (Cf. G . BRAVO,Coyuntura sociopolítica ..., pAg. 72.)
82
6
7
LACTANCI O
ferente a la prestación de soldadosj5. Llevado de su
insaciable avaricia, no quería que jamás disminuyese
el tesoro, sino que exigía constantemente impuestos y
cionaciones extraordinariasj6, a fin de mantener íntegras e intactas las reservas. Asimismo, tras haber provocado una enorme carestía con diversas maldades,
intentó fijar por ley los precios de los productos del
mercado. En consecuencia, se derramó mucha sangre
por causa de productos despreciables y de escaso valor,
el miedo hizo desaparecer los productos del mercado
y la carestía aumentó mucho más, por lo que la ley,
por la fuerza misma de los hechos, terminó por caer
en desuso, pero no sin haber provocado previamente
la perdición de muchos 57.
55 Se refiere, sin duda, a la praebitio tironum o aportación
de hombres al ejército. Según el sistema de reclutamiento
instituido por Diocleciano, los reclutas debían ser proporcionados como un impuesto más en base al impuesto de la tierra
y sólo se reclutaban entre la población rural. El reclutamiento
era anual, pero no se llevaba a cabo todos los afios en la
misma provincia, por lo que, en s u sustitución, se pagaba un
impuesto en metálico, el llamado aulurn tironicum (cf. A. H . M.
JONES,The Later ..., vol. 11, pág. 615).
56 Extraordinarias opes ac largitiones: imposible de traducir. Se refiere seguramente a una serie de impuestos cuya característica común consistía en que eran recaudados en oro y
plata y que, posteriormente, quedaron bajo la responsabilidad
del comes sacrarum largitionum. Las largitiones eran los donativos periódicos en moneda de oro y plata que recibían las
tropas, de ahí que pasase a significar también los impuestos
destinados a sufragar estos donativos. (Cf. A. H. M . JONES, The
Later..., vol. 11, págs. 427-29.) No estamos de acuerdo con P. NANTIN, aUne édition ...u, pág. 898, en traducirlo por agratificaciones que por avaricia se negaba a conceder».
6 y 7 aluden a la publicación y consecuencias del
9 Los
famoso Edicto de Precios del 301, por el que se fijaban los
precios maximos de productos, salarios y servicios. El juicio
de Lactancia es demasiado duro, aunque las consecuencias que
le atribuye son exactas. Con la expresión adiversas maldades>
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
83
A esto s e a ñ a d í a su insaciable pasion p o r las cons- s
trucciones, por lo que no fue menor la explotación de
las provincias mediante la requisa de obreros, artesanos y m e d i o s de t r a n s p o r t e d e t o d o tipo; de todo, en
Iin, lo que es necesario para las edificaciones Aquí 9
alude, seguramente, a las prcvias rciormas monetarias y económico-adminisirativas llevadas a cabo por Diocleciano y de
las cuales el Edicto de Precios no era sino la culminación. El
íin último de estas reiormas era acabar con la intlación galopante desde comienzos del siglo 111, cuyos principales perjudicados eran los soldados y burócratas y, en última instancia, el
Estado y los campesinos. - Con la expresión «se derramó mucha sangres alude, seguramente, a la aplicación de las medidas,
incluida la pena de muerte, previstas para los contraventores
del Edicto (ct. Praefat. 18). La fecha de proinulgación ha podido
ser fijada, recientemente, entre el 20 de noviembre y el 9 de
diciembre del 301 (cf. J. LAFAURIE,«Remarques sur les dates
de quelques inscriptions du début du 1V' siecles, Comp. rend.
Acad. Znscr. er Beiles Lettres [lY65], 196-198; A. CHASTAGNOL,
«Les années regnales du Maximien Hercule en figipte et les
fetes vicennales du 20 novembre 303*, Rev. Numism. 9 [1967],
80, n. 1). El texto del Edicto puede verse ahora, con la inwrporación de los últimos hallazgos epigreficos, en S. LAUFFER,
Diokletians Preisedikt, Berlín, 1971, y M. GIACCHERO,
Edicttim
Diocletiani et Collegarum de prettis rerum venalium in inteerum fere restitutum e Latinis Graecisque fragmentis, Génova,
1974. Un estudio completo del Edicto, en G. BRAVO,Coyuntura
sociopolítica ..., págs. 239 y sigs.
58 Diocleciano fue, efectivamente, un gran constructor, como
atestiguan las fuentes y la arqueología y, aunque algunas de
sus obras pueden ser consideradas de lujo, como las edificaciones de Nicomedia de que habla a continuación, la mayor parte
fueron utilitarias, como puentes, calzadas, fortines fronterizos
y factorías imperiales, a las que alude también seguidamente.
Sobre s u actividad constructora en las ciudades, cf. C. E. VAN
SICKLE,~Diocletianand the Decline of the Roman Municipalitiess, Journ. Rom. Stud. 28 (1938), 9-18. La participación de la
poblacih civil en las obras públicas, bien con su trabajo
personal, bien con la aportación de animales, etc., fue una
práctica del mundo romano y formaba parte de los diversos
tipos de servicios o rnunera a los que todos estaban obligados
en formas diversas según su status. Diocleciano llevó a cabo
84
11,
LACTANCIO
surgían basílicas; allí, circos; en este lugar, una fábrica
de moneda; en el otro, de armas; aquí, un palacio para
la esposa; allí, otro para la hija'). De pronto una gran
parte de la ciudad es destruida. Todos se veían obligados a emigrar con mujeres e hijos, como si la ciudad
hubiese sido tomada por el enemigoM. Y cuando las
nuevas edificaciones estaban ya terminadas a costa de
la ruina de las provincias: «esto -decíano ha sido
construido correctamente, que se haga de otro modo^.
Era necesario derruirlo todo y tra&formarlo, quizá
para ser destruido de nuevo. Y es que su demencia le
llevaba a desear igualar Nicomedia con la ciudad de
Roma 61.
una reestructuración de estas prestaciones y, durante la Gran
Persecución, fue frecuente la condena de cristianos en canteras, minas, empresas públicas, etc. (cf. EUSEB.,Mart. Pul. 8,
9). lo que puede contribuir a explicar el rencor de Lactancio.
59 La esposa de Diocleciano se llamaba Prisca, y su Wa,
Yaleria, se casó con Galcrio cl 293. Estc pasajc, como indica
más adelante, se refiere a las obras llevadas a cabo en Nicomedia y pretende ser una ejempliíicación de la «insaciable
pasión por las construcciones». Nicomedia fue la capital de la
parte oriental del Imperio desde que, al comienzo de s u reinado, Diocleciano fijó allí su residencia. Lactancio vivía aquí
en esta época (cf. Introd. pág. 2). Se tienen noticias de, al menos,
una basílica, donde eran interrogados los cristianos durante la
persecución (cf. J. M o ~ w u ,Lactance..., pág. 246). El circo lo
inauguró Diocleciano al año siguiente de sus Vicemales (cf.
infra, 17, 4). Diocleciano fundó siete nuevas fábricas de moneda:
la de Nicomedia debió de comenzar a emitir hacia el 294 (cf.
M. MATTINGLY,
Roman Coins from the Earliest Times to the
Fall of the Western Empirc, 2." cd., Londres, 1965, págs. 211-214).
Las fábricas de armas que fundó fueron numerosas: la Not.
Dignit. Or. XI 27-28 menciona en Nicomedia fábricas de armas,
de escudos y de corazas.
60 Lactancio gusta de comparar la conducta de los emperadores a quienes ataca con la de los bárbaros (cf. 9, 2; 21, 2;
23, 1 y 5; 27, 2 y 8). Este mismo lugar común aparece en
H ~ o D . ,7, 2, a propósito de Maximino el Tracio.
61 Apegado a la idea tradicional de Roma, Lactamio no
Paso por alto el hecho de que muchos pereciesen i i
por l a sola culpa de poseer tierras o riquezas. Esto se
convirtió en algo habitual y, por lo tanto, casi legal,
por la costumbre impuesta por los malvados62. Pero
hubo algo en lo que se distinmió: dondequiera que
veía un campo meior cultivado o un edificio más bello
de lo habitual, tenía ya preparada para su dueño una
acusación falsa Y la nena de muerte, como si no pudiese apoderarse de lo que no le nertenecia sin derramar sangre 63.
¿Qué decir de su hermano E a - 8
ximiano. llamado Hercfíleo 64? NO
Semblanza
de Manirniano
e r a diferente de él. Ni, en efecto,
Hercúteo
poclrínn haberse mantenido unidos en una amistad tan fiel s. si
no hubiesen poseído ambos una. misma mentalidad,
puede ver sino con desden el desauego que Diocleciano sinti6
por la vieja capital, a la que intent6 reemplazar por Nicomedia
(cf. R. PICHON,Lactance, París, 1901, nágs. 402 y sigs.; J. MOREAU, Luctance ..., p5gs. 247-248).
Consuetudine malorzcm: frente a J . Moreau, que traduce
rnalorum por males», .desgracias» (rnalheurs), urefeTimos con
P. NANTIN,«Une Cdition...». pAp. 898. la traducción de analvados», ama los^ (emperadores)», con lo qiie podríamos tener una
alusión al principio jurídico de qiie la costumbre puede crear
derecho. Tampoco se puede excluir la hipótesis de G. RSENTI,
en su edici6n critica, de corregir malorzcm por maiorum.
63 Lactancio culmina su ca~ítiilosobre Diocleciano con una
serie de lugares comunes retóricos que no hacen sino insistir
en los defectos ya señalados. (Cf.paralelos literarios en J. MOREAV, Lactance ..., págs. 248-249.)
64 Sobre los t6rminos ~hermanony ~Hercúleon, cf. supra,
n. 47. Maximiano reinó del 286 al 305.
6 La amistad entre ambos Augustos es resaltada por AUR.
V~cr., 39, 17. Sobre la Concordia Az~gustorum, ampliamente
ensalzada por los Panegíricos y la Fides et Pietas de Maximiano
respecto a Diocleciano como fundamento de las relaciones entre
ambos y el sistema tetrárquico, cf. J. STRAUEI,
Von Herrscherideal in der SpZtantike, Stuttgart, 1939, págs. 4-41,
86
2
3
4
LACTANCIO
una misma manera de pensar, v una voluntad e ideas
~emejantes6~.
S610 se diferenciaban en que el primero
poseía una mayor avaricia, pero también más timidez,
mientras que el segundo tenia menos avaricia, pero
estaba dotado de mavor audacia, aunque no para hacer
el bien, sino el mal 67. En efecto. pese a que tenía la
sede misma del Imperio. Italia, v que dependían de él
provincias muv ricas, como Africa o Hispaniaa, no se
distinguía, precisamente. en la conservacibn de las riquezas que le afluían en abundancia. Por lo demás,
cuando la necesidad se presentaba, no le faltaban riquísimos senadores a los aue testigos sobornados acusasen de o p t a r a l Tmpcriom. E n consecuencia, e r a n
Desarrollo inspirado en la definición salustiana de la
amistad (SALUST.,Cntil. 20).
fl Sobre la supuesta avaricia v timidez de Diocleciano, cf.
supra, n. M. Respecto a Maximiano, las fuentes concuerdan en
atribuirle audacia, valor hasta la temeridad v brutalidad (Paneg. 11 2, 4-6: 4, 1 : AUR. VTCP.,39. 17, 26. 28 o 46: Epit. de
Caes. 40, 10: E r m . , TX 27, 1: X 3, 2: S C R I ~HTST.
.
AuG., Prob.
22, 3).
68 Esta afirmación de que. tras la división del Imperio en
cuatro partes (cf. stcpra, 11. 47). España pas6 a depender de
Maximiano, se opone a ~ R S otras fucntes: AIIR. VTCT.,39, 30:
JUL., Orar. TI 51, que se la atribuyen a Constancia. Como arguy6 W. SESTON,Dioclktien, páp. 245, a ouien han seguido la
mayorfa de los especialistas, Víctor v Juliano no hacen sino
proyectar al pasado la situación de su b o c a hacia 360, en la
que Espaíía dependía de la prefectura de las Galias y no de la
prefectura de Italia. Es, por tanto, L.actancio quien está en lo
cierto. La situación en los años inmediatamente posteriores
al 305 no es nada clara: una precisa ex~osici6ndel problema,
en K. F. S T R O H E F ~
aspanien
,
im Spatromischen Reich (284475)n, Arck. Esp. Arq. 45-47 (1972-1974), 589-590.
69 Acusación típica en la literatura romana contra los «malosn emperadores. A Maximiano es ksta la única fuente en
a t n i r s e l o : es fácil ver reflejados en ello los sentimientos
pmsenatoriales de Lactancio. Sobre las inmensas riquezas de
muchos senadores del siglo rv en Occidente, cf. M. T. W. ARN-
SOBRE LA MUERTE DE J.OS PERSEGUIDORES
87
cegadas continuamente las lumbreras del Senadom. El
fisco, ensangrentado, rebosaba de riquezas mal adquiridas n.
La libido de este hombre pestífero le impulsaba no 5
s610 a corromper a los muchachos jóvenes, cosa detestable y odiosa ya de por si, sino también a violar a las
hijas de los primeros ciudadanosn. En efecto, en cualquier lugar adonde llegase de viaje, inmediatamente
tenia a su disposición jóvenes doncellas arrancadas
de los brazos de sus padres. Con esto se consideraba a
personalmente feliz, de esto pensaba que dependía la
prosperidad de su Imperio: no negar nada a sus deseos
y pasiones degeneradas.
HEIM, The senatorial aristocracv in the Later Roman Emvire.
Oxford, 1972.
m Ita ut effoderentur arsidue lurnina senatus: juego de palabras imposible de traducir: pues Lactancia juega con el doble
sentido de lumina : lumina senatur significa normalmente nlucesm
u cojos», las luces o lumbreras del senado, es decir, los senadores más distinguidos; pero effodere luminn significa sacar
los ojos, cegar. Un paralelo en Instit. VI1 25, 8.
71 El fisco era, a comienzos del Imperio, la caja ptíblica
adonde iban a parar los ingresos de las provincias imperiales
y de algunos impuestos de las senatoriales, y era administrado
directamente por el emperador; frente a 8,el aerarium recogía
los restantes ingresos de las senatoriales y lo administraba el
Senado. En el siglo m, al desaparecer la dualidad administrativa de las provincias, desapareció tambiCn la financiera, unificándose la recaudación en el fisco.
n La lujuria exacerbada es otra de las acusaciones tipicas
en la literatura romana contra ciertos emperadores (cf. AUR
V~cr.,39, 46, sobre el mismo Maximiano, e infra, 38, respecto
a Maximino Daya). Majencio aparece tambiCn con los mismos
rasgos (cf. E. GROAG,
xMaxentius*, en PA~LY-WISSOWA,
Realencyclopüdie .., X i V , 2, 1930, col. 2.467). Con respecto a Licinia, ver
E-.,
Hist. Ecles. X 8, 7 y SS.
88
LACTANCIO
Paso por alto a Constancio, puesto que fue diferente
de los demás y digno de estar él solo al frente de todo
el Imperio 73.
9
Mas el otro Maximiano 74, a
quien Diocleciano había unido
Semblanza
consigo como yerno75, fue peor
de G
s
no sólo que estos dos a los que
conoció nuestro tiempo, sino
peor también que todos los malvados que antes habían
2 existido 76. Esta bestia77 estaba dotada de una barbarie
innata y de una fiereza ajena a la sangre romana7*.LO
7
*
Constancio, denominado en la historiografía tardía Constancio Cloro, fue César del 293 al 305 y Augusto del 305 al 306.
Fue el padre de Constantino, por lo que la tendencia proconstantiniana de este pasaje es clara. Sin cmbargo, las fuentes
antiguas son unánimes en resaltar sus virtudes.
74 C. Galerio Valerio Maximiano, Crsar del 293 al 305, y Augusto, del 305 al 311. Lactancio, a diferencia de las restantes fuentes, nunca le denomina Galerio; sin embargo, para evitar confusiones, en adelante le denominaremos por este nombre. El
nombre de Valerio lo tomó de su padre adoptivo Diocleciano
y el d e Maxirniano, del Augusto Maximiano Hercúleo (cf. infra,
18, 13), sin duda para estrechar los lazos entre ambos. Cf. supra,
n. 47, y The Prosopography of the Later Roman Etnpire, 1,
Cambridge, 1971, págs. 574-575.
Galerio repudió, el 293, a su primera mujer para casarse
con la hija de Diocleciano, Valeria (cf. supra, n. 47; las fuentes,
en J. MOREAU,Lactance ..., pág. 255).
76 Galerio es el tetrarca a quien Lactancio presenta con
trazos más negativos. La razón no es otra que el considerarle
como el instigador v responsable último de la Gran Persecución (cf. infra, n. 131). Por el contrario, las otras fuentes le
son bastante favorables.
n Cf. supra, n. 20.
78 Nueva muestra de la romanidad de Lactancio. El sentimiento romanista de la mayor parte dc los escritores romanos
tardíos y el origen bárbaro de la mavor parte de los emperadores hará de este hecho uno de los temas centrales de la disput a ideológica de la época. Estos sentimientos comenzaron a
desarrollarse en el siglo nr @Canse HEROD.,6, 8 ; 7, 1, respecto
SOBRE LA MITERTE DE
1.0s
PERSEGUIDORES
89
cual no es de extrañar, pues su madre, de origen transdanubiano, había huido a Nueva Dacia, cruzando el río,
a raíz de las invasiones de los carpos en Dacia". Su
cuerpo se correspondía con sus costumbres: de alta
estatura y carnes abundantes, quc hacían de 61 una
horrenda masa hinchada y rebosanteg. En definitiva,
tanto por su voz, como por sus acciones v por su aspecto físico, causaba a todos terror y pavor. Incluso
3
4
a Maximino el Tracio, y SCRIR.HIST. AuG., Vita Maximinorum
11 2, 5 ; cf. J. MOREAU,
Lactance ..., págs. 255-256).
79 La Dacia de Trajano, entre el Danubio y los Cárpatos,
actual Rumania, fue evacuada por los romanos en tiempos de
Aureliano, pero éste camufló el hecho creando dos nuevas provincias de Dacia, al S. del Danubio, sobre territorios que formaban parte antes de las dos Mesias y de Tracia: la Dacia
ripensis y la Dncia meditevranea (cf. L. H O M OEssai
,
..., pág. 314:
W. SESTON,
Dioclétien. ., pág. 322). Es a estas provincias a las
que Lactancio denomina Edue~raD R C ~ R
Doria
,
Noun (otros autores, con más propiedad. hablan de dos Dacias Nuevas). Entre
la población evacuada -muchos campesinos quedaron sobre el
lugar- se encontraba, pues. según atestigua aquí Lactancio, la
madre de Galerio, llamada Rómula (AuR. VICT.,40, 16, e infra,
9 9). Galerio, en concreto, nació en la Dacia Ripensis, cerca de
Sérdica (AuR. VICT., 40, 16: EUTR.,TX 22, l ) , de padres campesinos (Epit. d e Caes. 40, 15). El hecho de que Lactancio mencione
aqui expresamente a los carpos se debe, seguramente, a que el
mismo Galerio los había vencido v aniquilado el 295 v 296 (cf.
C. DAICOVICI~I,
~ E i n i g eProbleme der Provinz Dazien wahrend
des 3. Jahrhunderts». Stud. C!as. 7 i19651. 235-250: PH. HOROWITZ,
«Le probleme de I'évacuation de la Dacie transdanubiennen,
Rev. E s t . 169 [1932], 82-90: D. S. MAR~N,
«I nrovinciales ritirati
dalla Dacia sotto Aurelianop, Rev. Étud. Rom. 3 4 [1955-561,
170-2191.
80 En el mismo sentido EUSEB.,
Hist. Ecles. VI11 16, 4 : V i t .
Const. I 57, 2 . Estas descripciones deben de corresponder a su
madurez, pues mientras Epit. de Caes. 40, 15 resalta su belleza
corporal, el Anon. Vales. 9 señala que, por los abusos en la bebida y la comida, adquirió una gordura monstruosa. Sobre la
similitud de esta descripci6n con las de Maximino el Tracio,
E. HOHI., Maximini duo Iuli Capitolini, Berlín. 1949, págs. 7
Y si@.
90
LACTANCIO
su suegro le temía muchísimo. La causa fue la siguiente.
5
El rey de los persas, Narsés, incitado por el ejemplo de su abuelo Sapor, se aprestaba a ocupar el Oriena te con un gran eiército *' En tanto, Diocleciano, debido
a su carácter temeroso y pusilánime en toda situacibn tensa y a que estaba receloso, al mismo tiempo,
por la experiencia de Valeriano, no se atrevió a hacerle
frente, sino que envió a aquél a través de Armenia,
mientras 61 permanecía en Oriente a la expectativa de
7 los acontecimientos
Galerio, sirviCndose de estrata81 Narsts subió al trono el 293 e, inmediatamente, intentó
restaurar el poderío de Persia, poniendo fin a las luchas dinásticas, y recuperar los territorios cedidos a los romanos por
Vahram 11, tratando así de enlazar con la política de Sapor 1
(241-272) -como señala Lactancio- v de su antecesor Ardashir,
de los que se proclamó hijo v nieto, respectivamente (cf. W. SETON. Diocféti~n , p á z ~ 165-166) Como bien indica Lactancio, la
iniciativa de las hostilidades correspondió a Narsés, que invadi6 territorios de la Mesonotamia romana. La guerra se inici6
el 297, al parecer (W. SESTON,DiocIktien , pág. 167; mPALANQWE,
Histoire , pág' 79: e1 296, según W ENSSLIN,uZur
Ostpolik des Kaisers Diocletiann, en Sit~ungb. d. bayerische
Akad d . Wissensch, 1942, 1 pág. 36) Las tropas persas parece,
en efecto, que eran muy numerosas, superando a las romanas,
lo que determinó una primera derrota d~ Galerio en Osroene,
entre Camas v Callinicum, con lo que la Mesopotamia romana
IX 24; OROS,
cavó en ru poder (AUR VICT , 39, 3 4 - E-,
VI1 25, 9; TORD, Rom. 301: MALAL,p á ~306, ed. Bonn). Sobre
una supuesta humilIaci6n nública de Galerio por parte de Diocleciano a raíz de esta derrota cf W SESTON,((L'humiiiation
de Galérien, en MeZang. Radet, Burdeos, 1940, págs. 515-519:
K STADF Der Politiker Diokletinn zrnd &e Ietzte grosse Chrisfenverfolgung Wieshaden, 1926, pág. 46: J MOREAU,kctance ,
plginas 259-260.
82 Sobre este supuesto carlcter d e Diocleciano, cf. supra,
8, 2: sobre la captura de Valeriano por los persas, 5. 2. Lactancio no desavrovecha ocasión para denimar a Diocleciano En
realidad, éste siguió la táctica más prudente y adecuada: permaneció a la expectativa, girardando las espaldas a Galerio para
prevenir un ataque persa por el Sur.
SOBRE LA MUERTE DE
1.0s
PERSEGUIDORES
91
gemas, dado que los bárbaros tienen costumbre de
acudir a la guerra con todas sus cosas, los venció sin
dificultad por estar obstaculizados por sus bagajes y
por su excesivo número83. Tras forzar la fuga del rey
Narsés, retornó con el botín y con ingentes despojos,
lo que le llenó a él de orgullo y a Diocleciano de temor 84. Así pues, tras esta victoria se sintió tan encumbrado, que despreciaba ya el títu10 de César. Cuando
lo escuchabaB5en las cartas que le eran dirigidas, solía
exclamar con voz terrible y expresión atroz: ¿Hasta
cuándo César? 86.
A raíz de esto comenzó a comportarse con gran insolencia, hasta el punto dc que deseaba hacerse pasar por
8
9
83 Con esto, Lactancio parece que intenta quitar méritos a
una victoria que Galeno sólo pudo lograr tras haber reforzado
su ejército en el Danubio y que, en cierto modo, representó
una venganza de la captura de Valeriano. La resonancia de la
victoria se reflejó en el hecho de que su recuerdo estaba aún
presente durante la expedición de Juliano contra los persas
el 363 (AM. MARCEL.,22, 4), y de que tradiciones posteriores la 6
compararon con las de Alejandro ( M m r... pág. 309, ed. Bonn;
ZONAR.,
12, 31).
84 Narsés resultó herido v hubo de refugiarse en los lugares más apartados de su reino (EuTR., IX 25. 1). Los persas
evacuaron la Mesopotamia romana, que fue ocupada por el
ejército mandado por Diocleciano, seguramente sin resistencia.
El botfn fue, efectivamente, enorme e incluía el harCn v el
tesoro del rey, así como numerosos miembros de la nobleza
(EuTR.,IX 25; AUR. Vra., 39, 34). Una representación del desfile triunfal s e ha conservado en el arco de Galerio en Tesalónica. La magnitud de la derrota v el deseo de Narsés de recuperar su familia hicieron fácil la firma por Diocleciano de u n
tratado de paz en Nísibis (297 ó 298), que, sin embargo, Galerio
juzgó demasiado moderado; sobre su alcance, cf. STEIN-PALANQUF, Histoire , p5g. 80. Esta divergencia debió de originar el
desacuerdo entre ambos, del que también se hace eco AUREL.
Vrcr., 39, 36.
85 El término hace referencia al hecho de que las cartas no
las lefa 61 personalmente, sino que le eran leidas.
Lactancio es la Única fuente que refiere esta anécdota.
92
10
LACTANCIO
y ser titulado hijo de Marte, como un segundo Rómulo;
y lleg6 hasta el extremo de infamar con un estupro el
nombre de su madre Rómula para hacerse pasar por
descendiente de los dioses Paso por alto el hablar de
sus acciones de gobierno, para no alterar el orden de
exposición de los acontecimientos. Fue después de recibir el título de emperador88, una vez libre de su
suegro, cuando comenzó a cometer sus locuras y a conculcarlo todo
Diocles -pues así se llamaba antes de su acceso
al Imperiom-, a pesar de que, con unos programas y
unos consejeros tales, llevaba el Estado a la ruina y
pese a q u e no había castigo que sus crímenes no mere@.
11
87 Pasaje muy oscuro. Posiblemente se tratase de un intento
de tomar el sobrenombre Martius en sustitución del de Iouius,
para así marcar las diferencias frente a Diocleciano, su padre
adoptivo: para ello, le proporcionaba una base el nombre de
su madre, Rómula: como Rómulo, él sería el fruto del adulterio de ésta con Marte: sobre sus monedas con la leyenda
Marti patri qemper uictori, cf O. SEECK,Ceschichte des Untergangs der antike Welt, 1, Berlín, 1920-21, págs. 35 y 462. Por otra
parte, el reciente éxito de su campaña persa parece que le llev6
también a quererse presentar como un nuevo Alejandro, concebido, igual que éste, por su madre de un dragón, según Epit.
de Caes. 40, 16-17, quien añade que fue sepultado en el mismo
lugar donde nació, v al aue había dado el nombre de Romulianum. Qui7á. como siigiere J. MOREAU.
Lactance , pág. 262,
Lactancio se ha limitado a moralizar el hecho y a utilizar para
denigrar a Galerio una tradición que recogió con más fidelidad
la historiograffa pagana. Sobre esta enemistad entre ambos
emperadores a raíz de la campaña persa, cf. G. S. R. THOMAS,
<La solution persane et Ia Iutte entre Galtre et DiocICtienm,
Latomus 28 (1969). 658-660.
88 Es decir, de Augusto, el 305.
@ Cf. 10, 4.
90 Según Lactancio, Diocleciano se había llamado, antes de
ser proclamado emverador, Diocles, y volverfa a tomar este
nombre tras su abdicación el 305 (cf. infra, 19, 5). El dato lo
confirma el Epit. de Caes. 39, 1 , v LIBAN.,Orat. X I X 45 y SS.
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
93
ciesen, reinó en medio de una gran felicidad, en tanto
no profanó sus manos con la sangre de los justos gl.
Expondré ahora las razones que le llevaron a desrn- 12
cadenar la persecución.
Se encontraba a la sazón en 10
Oriente 'L, y Como, por Ser timoPrimeras m e d i d a
contra los crlstranos. rato, era aiicionado a escudriñar
Sus causas
el futuro, se entregaba a sacrificar animales para descubrir el
porvenir en sus vísceras93.Con tal motivo, algunos de 2
los ministros del culto que creían en el Señor se santiguaron en la frente con el signo inmortal, mientras
le asistían en el sacrificio. Hecho esto, los demonios
se pusieron en fuga y los sacrificios se vieron perturbados Comenzaron a temblar los arúspices, pues no
veían en las vísceras las señales de costumbre y repetían una y otra vez los sacrificios, como si éstos hu-
".
91 Cf. 3, 1; 42, 4; 17, 1, y Paneg. VI, 10, 1. Se refiere al bienestar del Imperio más que a su felicidad personal. En el mismo
sentido, EUSEB.,
Hist. Ecles. VI11 13, 9-10. Z~SIMO
(11 7, l), por
el contrario, de acuerdo con su visión pagana, relaciona directamente la abdicación de Diocleciano con el inicio de la uimpiedadn por parte de los emperadores cristianos y de la decadencia del Imperio. (Cf. F. PASCHOUD,
Zosime, Histoire Nouvelle,
vol. 1, París, 1971, pág. 192.)
92 Es decir, en la diócesis de Oriente: en su capital. Antioquía, permaneció tras las victorias sobre los persas hasta
el 301. (Cf. TH. MOMMSBN,
Gesammelte Schriften, 1, págs. 289
y sigs.)
93 CF. Epit. de Caes. 39, 48, y W. SESTON,Dioclétien ..., página 250. Por su parte, Zds., 11 10, 5, atribuye a su apego a los
cultos paganos la previsión de los desórdenes que seguirían a
su abdicación. Sobre su timidez, cf. supra, 7, 2. Sobre la importancia de la aruspicina en las ideas y la religión de los
romanos, cf. J. BAYET,Histoire politique et psychologique d e
la religion romaine, París, 1973, págs. 58 y sigs. y 31 y sigs.
94 Era una creencia arraigada entre los cristianos; recuérdese W C , 16, 17; paralelismos, en J. MOREAU,
Lactance ...,
página 264.
94
3
4
LACTANCIO
biesen sido vanos 95. Mas las víctimas sacrificadas, una
y otra vez, no daban resultado alguno. Entonces el
maestro de los arúspices, Sages bien por haberlo sospechado, bien por haberlo observado, declaró que la
causa de que los sacrificios no diesen resultado era que
personas profanas participaban en las ceremonias divinas. Entonces, furiosa, ordenó que sacrificasen no
sólo los ministros del culto, sino también todos los
que se encontraban en palacio y, caso de que se negasen, que fuesen obligados a ello a fuerza de azotesw.
Asimismo dio órdenes escritas a los jefes de las unidades militaresB para que se obligase también a los
soldados a realizar los sacrificios nefandos, so pena de
que quienes no obedeciesen fuesen expulsados del ejército 99.
95 Era la norma en estas circunstancias: repetir el sacrificio hasta que apareciesen signos favorables (JENOF.,Hellen.
111 3, 4).
% Claudio instituyó un colegio o corporación de arúspices
(TAc., An. XI 15) ampliamente atestiguado en la epigrafía. Dado
que Tages era el nombre del mítico fundador de la aruspicina
etrusca (CIC., de Diu. 2, 23), K. STADE,
Der politiker Diokletian ...,
página 157, ha creído sospechoso el nombre de este personaje.
Pero, como sugiere J. MOREAU,Lactance ..., pág. 264, es posible
que los cristianos hayan querido ridiculizar con este nombre
un alto dignatario pagano sin que haya que excluir la posibilidad de que un arúspice, celoso dc lo antiguo y orgulloso de
su práctica, quisiese llevar este nombre ilustre.
97 Lactancio expone aquí las medidas que precedieron a la
Gran Persecución de Diocleciano (cf. infra, n. 100).
98 Praepositos: a diierencia de los términos tribunus y praefectus, que expresan dos diferentes rangos jerárquicos de jefes
de unidades militares, el término praepositus parece que era
únicamente el título de un cargo, y n o un rango jerárquico:
un oficial podía tener el rango de tribuno o prefecto y ser denominado praepositus de una determinada unidad (cf. A. H. M.
JONES,The Later ..., vol. 11, pág. 640; R. GROSSE, ROmiscke Militargeschichte von Gallienus bis zum Beginn der byzantinischen
Thernenverfassung, Berlín, 1920, págs. 143-145).
99 Pese a Ia aiirmación de Lactancio, no parece que se
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
95
Hasta aquí llegaron su cólera y su locura sin que
tomase ninguna otra medida contra la ley y la religión
divina. Seguidamente, pasado algún tiempo, vino a Bitinia a invernar lM. Aquí llegó t a m b i é n el César Galerio
inflamado de idéntico I-uror criminal, con la intención
de incitar a este endeble anciano a que continuase en
la persecución a los cristianos que ya había iniciado lol.
obligase a todos los soldados a sacrificar, sino sGlo a los j e w
de las unidades (cf. H. UELEHAYL,<«Lapcrsecution uans I'xrriee
sous Dioclétien~,Bull. Acad. Roya1 d e belgique s- ha., 7 ilYL11,
154.) De todos modos, puede ser que utilice el término milites
en el sentido de usoldados con graduación>,, tal como hace
EUSEB.,Hist. Ecles. Vi11 4 , 3 . Se watO únicamente ae una depuración del ejército.
No es posible establecer con seguridad la fecha en que
se tomaron estas primeras medidas que precedieron al Edicto
de Persecución del 23 de febrero del 303. Lactancio, con s u
vaga formula: «pasado algún tiempo», parece sugerir una cicrta
proximidad, quizá el 301 (no resulta aceptable la del 302 propuesta por E. Stein en STEIN
- PALANQUE,Histoire ..., pág. 81).
Sin embargo, según EUSEB.,Hist. Ecles. V l l I 4, 14, la pcrsecución militar fue «mucho antes» de la Gran Persecución y cuando
aún reinaba la paz. Asimismo, según el mismo EUSEBIO,en el
Chronicon de Hieron., «ad annum 2317))= 16 de Diocleciano (página 227, ed. =M), la fecha habría sido hacia el 298. Aunque
hoy día se prefiere seguir a Lactancio, nos inclinarnos con
E. GABBA,Per la storia dell' esercito romano in eth imperiale,
Bolonia, 1974, págs. 94-96, por la fecha eusebiana, que tiene la
ventaja de su proximidad al Edicto contra los maniqueos del
297, dictado por los mismos criterios de restauración tradicionalista. Además, algunas pasiones de soldados, como la de
Marcelo, se sitúan en el 298.
101 Mientras que EUSEB.,Hist. Ecles. VIII, apénd. 1 (cf.
J. MORJUU,
.Notes d'histoire romaine~,Ann. Univ. Saraviensis
2 119531, 89-99), atribuye a Galerio la iniciativa de la persecución,
Lactancia adopta una postura ambigua: aquí hace responsable
a Diocleciano (cf. supra, 9, lo), pero luego, en 11, presenta a
Galerio como instigador de éste. Es posible que corriesen dos
versiones al respecto, lo que induciría a Lactancio a tomar una
postura ecléctica: Diocleciano sería el responsable legal y Galerio el responsable moral.
5
6
96
LACTANCIO
Por lo que respecta a los motivos de esta mala saña,
esto es lo que he podido saber.
11
Su madre adoraba a los dioses
Galerio induce
de las muntañas 'O2 y, dado que
a Diocleciano a
era una mujer sobremanera suiniciar la gran
persticiosa,
okrecía banquetes sapersecución del 303
crificiales casi diariamente y así
proporcionaba alimento a sus paisanos 'O3. Los cristianos se abstenían de participar y, mientras ella banqueteaba con los paganos, ellos se entregaban al ayuno
2 y la oración1". Concibió por eslo odio contra eiios y,
con lamentaciones mujeriles, incitaba a su hijo, que
no era menos supersticioso que ella, a eliminar a estos
3 hombres. Así pues, durante todo el invierno ambos emperadores tuvieron reuniones a las que nadie era ad102 Como señala J. MOREAU,Lactance ..., pág. 267, con esta
expresión desea Lactancia resaltar el carácter agreste y escasamente romanizado de la familia de Galerio, más que indicar
divinidades concretas. Se trataría, fundamentalmente, de los
cultos más extendidos entre los campesinos, como Silvano,
Diana, Liber Pater, etc., divinidades bien atestiguadas en las
inscripciones de Dacia i Moesia (cf. K. PRUMM, Religionsgeschichtliches Handbuch für den Raum der altchristlichen
Umwelt, Friburgo, 1943, págs. 793 y 797 y sigs.). Ésta era una
de las regiones del Imperio en que menos había penetrado la
influencia cristiana (cf. M. G-OIRE, «La conversion de Constantinn, Rev. Univ. Bruxelles 36 [1930-19311, 237).
103 Por el término «paisanos» (uicani) creemos, con J . Mo=u, Lactance ., p á g . 268, que hay que entender a las gentes
de su aldea de origen en la Dacia Ripensis (cf. supra, n. 79),
más bien que a ;os habitantes del barrio o uicus donde ella
residía, si, como es probable, vivía con su hijo. La frecuencia
con que soiían celebrarse los sacrificios lo refleja el hecho de
que los mercados se surtían fundamentalmente de la carne de
éstos.
La abstención de los cristianos fue establecida ya por
San Pablo, 1. COY.10, 15 SS. Este mismo contraste de actitudes
es puesto de relieve por TERTUL.,
Apol. 40, 14-15.
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
97
rnitido1°5 y en las q u e todos creían que se trataban
asuntos del más alto interés público la. El anciano se
opuso a su apasionamiento tratando de hacerle ver lo
pernicioso que s e r í a t u r b a r l a p a z d e la t i e r r a mediante
el derramamiento de la sangre de muchas personas 'O7.
Insistía en que los cristianos acostumbran a morir con
gusto Ion y que e r a suficiente con prohibir la práctica
de esta religión a los funcionarios de palacio y a los
soldados Iw. Pero no logró reprimir la locura de este 4
hombre apasionado. Por ello, le pareció oportuno tantear la opinión de sus amigos " O . Así era, en efecto, su s
105 J. BURCKHARDT.,
Die Zeit Constantins des Grossen, ed.
Phaidon, s. f., pág. 211, se pregunta con ironía quién fue entorir
ces quien informó a Lactancio.
106 iactancio, tendenciosamente, quiere quitar importancia
política a un tema como el de la persecución.
107 Esta preocupación de Diocleciano por el buen gobierno
contrasta con la visión que Lactancio ha dado de él en otros
lugares, especialmente en el cap. 7.
los Posiblemente la experiencia de las persecuciones de otros
predecesores suyos hacia a Diocleciano reluctante a tomar m e
didas más severas. Sobre la aceptación de la muerte por los
cristianos, cf. JUST.,
C. Tryph. 40; TERTUL.,
Apol. 36, 14; 50, 16;
Adu. Marc. V 10; MIN. -X,
37, 1.
Palatinos tantum ac milites: los palatini eran todo el
personal y funcionarios de palacio (Palatium) y, por extensih,
de todos los servicios de la administración. Con Diocleciano
se inició un proceso, culminado por Constantino, por el cual
todos los funcionarios civiles pasaron a ser considerados como
milites y, en cuanto tales, pasaron a constituir una militia
officialis frente a la militia armata, con la diferencia de que
los primeros, tras su retirada, no eran considerados veteranos
(cf. A. H. M. JONES, Studies in Roman government and Law,
Oxford, 1960, págs. 165-166; The Later ..., vol. 11, pág. 566; STEINPALANQUE,
Histoire ... págs. 70-71). Sin embargo, creemos, en contra de J. MOREAU,
Lactance..., pág. 269, que Lactancio usa aquí
el término milites en cuanto opuesto a palatini, es decir, refiriéndose únicamente a los miembros de la militia arrnata, al
igual que supra, 10, 4.
110 Se trata, posiblemente, de la reunión del consistorium,
continuación del antiguo consilium principis fundado en el
6
malvado carácter: cuando tomaba alguna medida beneficiosa lo hacía sin pedir previamente consejo, a fin
de que las alabanzas recayesen sólo sobre él; por
el
contrario, cuando la medida era perjudicial, como
sabía que se le iba a reprochar, coñvocaba a consejo
a muchos, a fin de que se culpase a otros de aquello
de lo que sólo él era responsable lil.
Se hizo, pues, comparecer a unos pocos altos funcionarios y militares
y se les fue interrogando sisiglo 1: en esta época lo formaban los principales cargos de la
administración, como el Prefecto del Pretorio, etc., y los jefes
de los diversos secretariados (cf-. J. A. CROOK, Consilium principis. Imperial Councils and Counsellors from Augustus to Diocletian, Cambridge, 1955; E . CUQ, Le conseil des ernpereurs
d7Auguste a Dioclétien, París, 1884).
111 Como puede apreciarse, Lactancio no desaprovecha ninguna ocasión de denigrar cualquier forma de actuar de Diocle
ciano y de los demás emperadores perseguidores.
112 Iudices pauci et pauci militares: Lactancio utiliza nnrmalmente el término iudex en el sentido amplio de funcionario
o magistrado. Sobre el término militares, cf. lo dicho en la
n. 109. En contra de J. M o ~ u Lactance
,
..., pág. 270, no vemos
la razón para que éstos sean aconsejeros en servicio extraordinario*, y no los consejeros ordinariosu del consistorio. Por
otro lado, Lactancio. al resaltar su pequeño número, parece
querer indicar que fue una decisión a la que se oponía la mayor
parte de los miembros del palacio y de la administración. Elio
le lleva a una pequeña contradicción con lo dicho en el párrafo
anterior de que, para hacer algo malo, recurría al consejo de
«muchos».-La prueba de que se trataba del consistorio está,
creemos, en que, según indica el mismo Lactancio, los fue inte
rrogando, como dice seguidamente, de acuerdo con el orden
jerárquico, lo que revela que se trataba de una consulta oficial
y no informal o privada. Asimismo, en 17, 4, indica que uno
de los que aconsejaron a Diocleciano la persecución fue Sossianus Hierocles, gobernador de Bitinia, a quien hay que identificar, casi con toda seguridad, con el autor anónimo de dos
libros contra los cristianos y «que era, a la sazón, un alto
magistrado ( e numero iudicum) y uno de los principales responsables de la persecución*. Cf. Znstit. V 2, 12, e infra, n. 151.
SOBRE LA MUERTE DE LOS 'PERSEGUIDORES
99
guiendo el orden jerárquico. Algunos, llevados de su
odio personal contra los cristianos, opinaron que éstos
debían ser eliminados en cuanto enemigos de los dioses
y de los cultos públicos; los que p e n s a b a n de o t r o
modo coincidieron con este parecer, tras constatar los
deseos de esta persona, bien por temor, bien por deseo
de alcanzar una recompensa. Pero ni aun así se do- 7
blegó el emperador a dar su asentimiento, sino que
prefirió consultar a los dioses y, a tal fin, envió un
arúspice al Apolo Milesio "3. Éste respondió como enemigo de la religión divina u4. Asi pues, cambió de idea s
y, dado que no podía ya oponerse ni a sus amigos 115,
ni al César, ni a Apolo, se esforzó, al menos, en que
se observase la limitación de que todo se hiciese sin
derramamiento de sangre, en tanto que el César deseaba que fuesen quemados vivos los que se negasen
a ofrecer sacrificios "6.
113 Este aruspice podría ser el mismo Tages de 10, 3, o bien
la decisión podría haber partido de él. La devoción de Diocleciano a Apolo Milesio la atestiguan dos dedicaciones de estatuas a cargo de Diocleciano y Maxiiniano al santuario de Dídima
los años 286 y 293. Cf. A. R E H M , «Kaiser Diocletian und das
Heiligtum von Didyma*, Philologus 93 (1938), 74-84; H . GMGOIRE, « L a pierres qui crientn 1, Byzantion 14 (1939), 231;
A. WILHELM, «Zwei Inschriften aus Didymas, Jahreshefte d.
ost. archiiol. Zns. Wien 35 (1943), 154-189.
113 Cf. EUSEB.,V i t . Const. 11 50, pasaje que parece una ampliación de la noticia de Laclancio. Los hechos han sido c o a
tirmados por una inscripción que enumera los méritos oraculares del Apolo de Dídima (Corp. Znscr. Graec. 11, 2883d). Cf.
A. GR&OIRE,<<LesChrétiens et l'oracle de Didymes~,en Mdlang.
Holleaux, París, 1913, págs. 81-91, y «Les pierres qui crientn..., página 320.
11s Es decir, a los miembros del Consistorio.
116 Lactancia no puede por mcnos de resaltar la postura
prudente de Diocleciano, pese a caer en contradicciones con lo
expresado sobre él en otros pasajes. Sobre la aplicación de la
pena del fuego, cf. 15, 3, y 21, 7.
100
U
2
LACTANCIO
Se busca el día favorable y propicio y resulta elegida la fiesta de
Comienzo de la Gran
las Terminales, que se celebran
Persecución
el 23 de febrero, como si con ello
se quisiese poner término a nuestra religión n7. Aquel día fue la causa primera de la
muerte, la causa primera de los males 118 que se abatieron sobre ellos y sobre todo el orbe de la tierra.
Al amanecer de este día -ejercían, a la sazón, el consulado ambos ancianos llYel, uno por octava vez, el otro
por séptima vez-, cuando la luz era aún tenue se presentó de improviso en la iglesia lZ0 el prefecto acompañado de los jefes y tribunos militares y de los funcionarios del fisco '*l. Arrancan las puertas y buscan
117 Las Terminales (Terminalia) son las fiestas de los Termini o mojones y del dios Terminus (23 de febrero); cf. Ovm,
Fast. 11 639 SS. Sobre la importancia de esta fiesta en el siglo rv, véase PRUDENC.,
Symm. 11 1006 ss. Termintrs era también
el dios de los límites cronológicos, coincidiendo su fiesta con
el fin del antiguo año civil (OVID.,
Fast. 11 49; AGUST.,
Ciu. Dei
V I 1 7). Lactancia juega aquí con las palabras.
118 VIRG., En. I V 169-170.
119 A saber, Diocleciano y Maximiano Hercúleo. La expre
sión es despectiva y los contrapone a los Césares Galerio y
Constancio Cloro.
120 Se trata de la iglesia de Nicomedia.
121 Praejectus curn ducibus et tribunis e f rationalibus: no
es fácil la identificación exacta de estos cargos en la época
de Diocleciano, en que la nueva burocracia bajo-imperial se
está gestando todavía. Además, como señala J. M O ~ Lactan,
ce ..., pág. 274, no se ve clara la razón de la presencia en esta
circunstancia de algunos de estos cargos. El prefecto es, seguramente, el Prefecto del Pretorio, que de jefe de la guardia
pretoriana en el Alto Imperio había ido aumentando progresivamente sus funciones hasta llegar a una acumulación de
poderes, derivados principalmente de ser el jefe y responsable máximo de las ñnanzas del Imperio, que hiw de é l una
especie de gran visir (cf. A. H. M. JONES, The Later ..., vol. 11,
página 371). Los duces son, evidentemente, jefes militares. Los
tribunos son también jefes de unidades militares (cf. supra,
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
101
la imagen de Dios; descubren y queman las Escrituras m: se les permite a todos hacer botín; hay pillajes,
agitación, carreras.
Mientras tanto, los dos emperadores desde un lugar 3
estratégico -pues al estar la iglesia en un lugar elevado era visible desde
discutían entre sí largamente si no sería preferible prender fuego a la
iglesia. Se impuso el parecer de Diocleciano, temero- 4
so de que, al provocar un man incendio, ardiese también alguna parte de la ciudad, pues la iglesia estaba
rodeada por todas partes de numerosos y grandes
edificio^^^. Así pues, se presentaron los pretorianos 5
formados en escuadrón '24, provistos de hachas y otras
--
n. 98), aunque pueden desempeñar también funciones civiles
al servicio directo de la corte. Por último, los rationales son
altos funcionarios de las finanzas (cf. supra, n. 53). MoREAU,
loc. cit., piensa que la presencia de éstos posiblemente se debiera a que se debían de ocupar de la confiscación de los
bienes de la comunidad cristiana, mientras que los duces y
tribunos habían querido estar presentes en la destrucción de
la iglesia para hacer la corte a Galerio. Nosotros, m l s bien,
opinamos que Lactancio quiere aqui resaltar la importancia
de un hecho, como la primera medida del Edicto de Persecución, con la presencia activa del PreFecto del Pretorio acompañado de sus más altos funcionarios civiles v militares.
122 LOS paganos no concebfan un lugar de culto sin imágenes, de ahí que al no aparecer éstas se vuelquen en quemar el
único objeto material que pudieron encontrar, las Escrituras.
La quema de Cstas y la destrucción o confiscación de los vasos
sagrados s e r h , durante la persecución, un hecho sistemdtim.
Respecto a las Escrituras, recuérdese que ya el Edicto de Diocleciano contra los maniqueos prescribía la quema de sus libros
sagrados (Collect. Mos. et Roman. Ieg. XV 3, 6).
123 Esta preocupación de Diocleciano por evitar la ruina de
los edificios colindantes contradice lo que, en el cap. 7, afirma
sobre su pasión por destruir, sin ton ni son, las edificaciones
de Nicomedia para reconstruirlas despuCs.
124 Estos pretorianos son, sin duda, los miembros de la antigua guardia pretoriana que no fue disuelta hasta el 312 por
Constantino, tras la derrota de Majencio, y que permanecía
102
LACTANCIO
herramientas y, acometiéndolo por todas partes, en
pocas horas arrasaron hasta nivel del suelo este soberbio templo 125.
13
Al día siguiente126se publicó
un Edicto en el que se estipulaba
Publicación del Edicto
que las personas que profesasen
de Persecución
esta religión fuesen privadas de
todo honor y de toda dignidad y
que fuesen sometidas a tormento, cualquiera que fuese
su condición y categoría; que fuese lícita cualquier
acción judicial contra ellos, al tiempo que ellos no podrían querellarse por injurias, adulterio o robo; en una
palabra, se les privaba de la libertad y de la palabra ln.
siendo aún un cuerpo selecto, aunque restringido en número.
(Cf. AUR.VICT.,40, 25; Zbs., Ir 17, 2 ; A. H. M. JONES, The Later ...,
Dioclétien ..., págs. 303-304.)
vol. 1, págs. 52 y 100; W. SESTON,
125 El hecho de que los cristianos pudieran disponer en
Nicomedia de una iglesia de estas características revela el
grado de tolerancia de que habían disfrutado hasta entonces.
Quizá no sea ajena a la posesión de un templo como éste, la
posible condición de cristianas o filocristianas de la esposa e
hija de Diocleciano (cf. infra, n. 139).
126 ES decir, e1 24 de febrero.
Esta síntesis del Edicto se puede comparar con la de
EUSEB.,Hist. Ecles. VI11 2, 4 , q Murt. Pules., proem. 1, con la
que coincide en lo esencial. La Pecha de Eusebio, según la cual
el Edicto fue publicado por todas partes durante el mes de
mano, se explica por el tiempo exiqido para su publicación
en las diversas partes del Imperio. Sobre la fecha proporcionada en Mart. Pules., cf. R. LAQUEUR,Eusebius als Historiker
seíner Zeit, BerIín, 1929, págs. 18-19; J. MOREAU,inctunce ..., páginas 276-277: sobre la cronología de los edictos de persecución, véanse M. R. CATAUDELLA,
.Per la cronologia dei rapporti
fra cristianesimo e imperio agli inizi del IV secolos, S h l .
Gymnasium 20 (1962), 83-110, v G . E. M DE STE.CROIX, nAspects
of the Great Persecution>),Harv. Hist. Rev. 47 (1954), 75-113.En cuanto a las disposiciones tomadas, Eusebio añade la orden
(ZOC.
de arrasar las iglesias y quemar las Escrituras. J. MOREAU
cit.) sugiere que Lactancio lo omite, porque está implícito en
el capítulo anterior con la destrucción de la iglesia de Nico-
Cierta persona, dando muestras de gran valentía, aunque de poca prudencia, arrancó este Edicto y lo rompi6 128, al tiempo que decía entre burlas que se trataba
de victorias sobre godos y sármatasl". Al punto fue
detenido y no sólo torturado, sino cocido lentamente,
como mandan los cánones, lo que soportó con admirable paciencia, y por último fue quemado '3.
media y sus Escrituras. La privación de todos los honores es
la pena clásica de infamia o atimia, lo que implica la pCrdida
de todos los derechos y privilegios en general, y de los que
distinguían a los honestiores de los humiliores en particular.
Sobre esta distinción, cf. G. CARDASCIA,
~L'apparition dans le
droit des classes d'honestiores et d'humilioresn, Rev. Hist. Dr.
Pranc. et Etr. 28 (1950), 305-337 y 461-485, e infra, n. 212. Consecuencias lógicas de la pena de infamia son las indicadas por
Lactancio: el poder ser sometidos a tormento, cosa que estaba
prohibida para los honestiores, v la pérdida de capacidad para
comparecer en juicio o intentar una acci6n judicial.
128 Tampoco EUSEB.,
Hist. Ecles. VI11 5, que narra también
el hecho, menciona el nombre del personaje, aunque señala que
era de alto rango. Sin embargo, en el Martirologio Sirfaco, se
le denomina Evecio y se le conmemora el 24 de febrero (cf.
A. L ~ M A N N
Die
, drei Ültesten Martyrologien, Bonn, 1911, página 9): sin embargo, en el MartiroIogio Romano aparece denominado Juan y conmemorado el 7 de septiembre (cf. J. MORW,
Lactance..., pág. 279). -La doctrina de la Iglesia sobre la provocación del martirio no era unánime en esta época: mientras
los más extremistas como Tertuliano lo recomendaban y lo
ensalzaban, terminó por imponerse la postura más moderada
de condena, así, por ejemplo, el can. LX del Concilio de Elvira
de esta misma Cpoca. Cf. E. LE BLANC,
Les pers6cuteurs et les
martyrs, Paris, 1893, págs. 136-137.
1% Las guerras contra estos pueblos fueron constantes en
esta época (cf. W. SESTON,
DiocIétien .., págs. 129 y sigs.).
130 Los edictos y disposiciones imperiales debían ser lefdos
y escuchados con respeto y casi adoración, por lo que el hecho
debió de ser considerado como un crimen maiestatis u ofensa
directa al emperador cuya pena era la capital. El hecho fue
recogido también en el Talmud, v EUSEB.,Hist. Ecles. VI11 6,
24, menciona el martirio del servidor de Palacio, Pedro, quien,
a consecuencia de este primer Edicto, muri6 sometido al fuego
2
3
104
14
LACTANCIO
Pero el César, no satisfecho
con las disposiciones del Edicto,
se dispone ejercer otra presión
sobre Diocleciano. A fin de empujarle a aceptar su proyecto de
una persecución sangrienta, puso fuego al palacio imperial por medio de agentes secretos 131. Al incendiarse
una parte de éste, los cristianos comenzaron a ser
acusados como enemigos públicos 132 y, al tiempo que
ardía el palacio, se encendió un enorme odio contra
el nombre cristiano133: se decía que, en connivencia
con los eunucos '3,habían tramado eliminar a los prínMaquinaciones
de Galerio para
agravar las medidas
persecutorias
lento. Lactancio (infra, 21, 7) señala que fue Galerio quien
inventó este suplicio para aplicárselo a los cristianos. Sobre el
culto imperial en esta época, cf. E. CH. B m , aLiadoration
des empereurs et les origines de la persécution de Dioclétienn,
Rev. Hist. 126 (1916), 225-252; C. WARREN
BONFANTE,
~Emperor,
God and Man in the IVth century, Parola del Passato 19 (19641,
401427.
131 El incendio lo menciona también EUSEB.,
Hist. Ecles. VI11
6, 6, y CONS., Orat. ad sanct. coet. 25, 2 , pero atribuyéndolo al
azar; sólo Lactancio imputa la responsabilidad a Galerio. J.
Roud, ~L'incendie de Rome en 64 et l'incendie de Nicomédie
en 303n, en Mélang. Sesfon, París, 1974, págs 433441, ve el origen
de esta imputación en el afán de Lactancio por establecer un
paralelismo con el incendio de Roma por Nerón, paralelismo
que se acrecienta porque Lactancio (cf. infra) es tambi6n el
Único que, como en el caso de Roma, habla de dos incendios.
Creemos que con esta versión quiso también Lactancio resaltar
el papel de Galerio como responsable moral de la persecución.
la Hostes publici: término de derecho público. Se aplicaba
a los traidores al Estado y la declaración procedía del Senado
o del emperador.
133 Juego de palabras, muy del gusto de Lactancio, entre
aardern y aencendera.
134 LOS eunucos proliferaron enormemente en esta Epoca
como servidores de palacio, por influjo de las costumbres
orientales. Entre ellos estaba muy extendido el cristianismo
(6.
infra, 15, 2, y Eusm., Hist. Ecles. VI11 6, 6). Sobre la importancia de los eunucos en esta época, cf. K. HOPKINS,
aEunucs
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
105
cipes y que ambos emperadores habían estado a punto
de perecer abrasados vivos en su propia casa. Por su
parte, Diocleciano, que quería pasar siempre por astuto e inteligente, no pudo sospechar nada y, sin más,
encendido de cólera, comenzó a someter a tortura a
todo el personal de palacio 135. Él. en persona, presidía
las sesiones y sometía a la prueba del fuego a personas
que eran inocentes. Ipualmente, todos los altos magistrados y todos los funcionarios, en fin, que estaban en
palacio recibieron licencia para torturar. Competían
en ver quién era el primero en descubrir algo. Mas
no se lograba averiguar nada, pues nadie sometía a
tortura a los miembros de la familia del César lM. Éste,
con su presencia, presionaba para que la cólera del
irreflexivo anciano no amainase. Quince días después
se produjo de nuevo otro incendio. Pero, aunque fue
advertido con mayor celeridad que el anterior, tampoco se descubrió al autor. Entonces el César, pese a
que era pleno invierno, preparó su marcha y partió
ese mismo día alegando que huía para no perecer abrasado vivo '9.
in politics in the Later Roman Empiren, Proced. Cambrid.
Philol. Soc. 189 (1963), 62-80.
135 Omnes suos, es decir, a toda la afamilian imperial o
miembros de la casa de Diocleciano, no a los de la casa de
Galerio (cf. nota siguiente).
136 Familiam Caesaris, es decir, la de Galerio. Se trata,
quizá, de una remembranza, por parte de Lactancio, del t6rmino clásico, cuando no existía la distinción implantada en la
Tetrarquía entre César y Augusto. Sobre su origen y composición, a comienzos del Imperio, cf. P. R. C. WEAVER,Familia
Caesaris. A social Study of the Emperor's Freedmen and Slaves,
Cambridge, 1972.
137 Diferimos aquí de la traducción de Moreau y preferimos
la propuesta por P. NANTIN,
«Une édition...D, pág. 898. Dado que
el Edicto se publicó el 24 de febrero y que del primer incendio
al segundo pasaron quince días, la salida debi6 de ser casi a
mediados de marzo, lo que no cuadra bien con las palabras de
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4
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6
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106
15
LACTANCIO
Así pues, el Emperador estaba
Endurecimiento
furioso no s610 con los servidores
de la persecucidn.
de palacio 138, sino también con
Actitud de los
restantes emperadores todo el mundo. Y, antes que a na-
2
die, obligó a su hija Valeria y a
su esposa Prisca'39 a que se mancillasen ofreciendo
sacrificios. Fueron muertos eunucos hasta entonces
muy influyentes, de los que dependían el sostenimiento
del palacio y del Emperador mismo 140. Fueron detenidos también presbíteros y ministros del culto I4l quieLactancio: la exageración de éste se debe, seguramente, al deseo de resaltar lo precipitado de la salida. A s u vez, esta salida
precipitada debió de ser la causa de que en cfrculos cristianos
se extendiese el rumor, que Lactancio se limitaría aquí a recoger g que relacionaba la marcha con el incendio. E n cuanto
a éste -que, como ya vimos (cf. supra, n. 131), es Lactancio el
único que lo menciona-, posiblemente fue un simple conato,
cosa frecuente en la a n t i e e d a d , dados los materiales de construcción. Lactancio amplifica los hechos, posiblemente, para establecer el paralelismo con el incendio y la persecucidn de
Nerón y cargar sobre Galerio la responsabilidad de la p e r s e
cución.
138 Domesticos: debía de tratarse, fundamentalmente, de 10s
eunucos (cf. supra, 14, 3).
139 Lactancio parece siiperir aouí que eran cristianas o, al
menos. catecúmenas. Hov se tiende a rechazar esta posibilidad:
así: W. SESTON.Dioclktien ..., pág. 44; J. MoREnv, Luctance ...,
páginas 284-285; en sentido contrario, Prosopography ..., 1, p&
gina 726, s. v. ~Priscan,v DAF. 937, s. v. ~GaleriaValeria~.LOS
argumentos aue aducen los primeros, a saber, la reticencia de
Lactancio y el silencio total de Eusebio y otras fuentes cristianas. no nos parecen convincentes. Más bien creemos que
estos silencios se deben a que la posterior persecución de ambas
por Maximino Daga fcf. infra, 39-41) v su muerte a manos de
Licinio (cf. infra, 51) contradecían la interpretación apolog&
tica de la historia que domina en Lactancio y Eusebio. LO
hemos intentado demostrar recientemente en .Paganos y cristianos en el de Mortihus Pcrsecutorum d e Lactancion, en Festschrift F. Vittinghoff.Colonia. 1980, págs. 465-476.
140 Cf. supra, n. 134.
141 Euses., Hist. Ecles. VI11 6 , 6 , especifica que también el
nes, tras ser condenados sin prueba ninguna y sin
haber confesado 142, eran llevados a la muerte acompañados de todos los suyos. Personas de todo sexo y 3
edad eran arrojadas al fuego y el número era tan elevado q u e tenían que ser colocados en medio de la
hoguera, no de uno en uno, sino en grupos. Los servidores de palacio eran sumergidos en el mar con ruedas de molino atadas al cuello *43. La persecución no 4
se aplicó con menor violencia sobre el resto de la
población, pues eran enviados a todos los templos magistrados que obligaban a todo el mundo a ofrecer
sacrificios 144. Las cárceles estaban llenas; se ideaban s
sistemas de tortura desconocidos hasta entonces y, a
fin de que nadie fuese juzgado sin pruebas, eran colocados altares en las salas de audiencia y delante de los
tribunales para que los litigantes ofreciesen sacrificios
obispo de Nicomeda, Antimio, sufrió el martirio en esta ocasión.
142 Como se desprende de EUSEB.,
Hist. Ecles. VI11 6 , 6, este
procedimiento sólo fue válido para los cristianos de Nicomedia,
acusados del incendio del palacio y como consecuencia de una
orden imperial especial.
143 Sobre este tipo de muerte y sus variedades, cf. P. COLLINET, «Les supplices de l'inmersión et du sac appliqués A des
martyrs chrétiensn, Rev. Hist. Eccles. 15 (1950), 136-140; J. MOREAU, Lactance ..., págs. 287-288. Los datos de Lactancio coinciden en lo esencial con los de EUSEB.,Hist. Ecles. VI11 6 , 1-7.
La razón de esta muerte, al igual que el hecho de arrojar las
cenizas al mar (cf. infra, 21, l l ) , debió de ser el evitar que las
sepulturas se convirtieran en lugares de culto y peregrinación
como lo señala expresamente EUSEB.,Hist. Ecles. VI11 7 , y
puede verse en AM. MAR^., XXII 11, 10. Los mismos temores
aparecen ya en el martirio de San Policarpo.
144 La cronología de los diversos edictos es complicada. Lactancio, al igual que Eusebio, no los distingue, sino que los
agrupa a todos en un solo bloque y altera la cronologla. Sobre
los intentos de reconstrucción cronológica, cf. bibliografía en
n. 12i.
108
LACTANCIO
antes de defender sus causas: se presentaba, pues, uno
ante los jueces como si fuese ante los dioses.
6
Se habían enviado también cartas a Maximiano y a
Constancio para que actuasen de1 mismo modo; ni siquiera se solicitó su parecer en asunto tan importante145.Ciertamente, el anciano Maximiano, persona que
no se caracterizaba por su clemencia, obedeció de
7 buen grado en TtalialM. En cuanto a Constancio, para
que no pareciese que desaprobaba las órdenes de sus
superiores, se limitó a permitir que fuesen destruidos
los lugares de reunión, es decir, las paredes que podían
ser reconstruidas, pero conservó intacto el verdadero
templo de Dios que se encuentra dentro de las personas 14.'
16
Así pues, toda la tierra era sometida a vejaciones y, a excepvfctima
ción de las Galias, desde el Oriende las persecuciones
te hasta el Occidente tres bestias
ferocísimas ejercitaban su fiere2 za. No, ni que vo tuviera lenguas ciento, y bocas ciento
v férrea voz, no podría expresar todas las formas de la
-
La medida partía de Diocleciano, quien no necesitaba
consultar el parecer de sus colegas: bajo la Tetrarquia la forma
de Estado siguió siendo la Monarquía, ya que un solo emperador era el origen del poder de los colegas, quienes tienen que
asentir a todos sus actos y disposiciones (cf. W. SBSTON, D i 6
clétien ..., págs. 245-246). J~LIANO
resalta este ascendiente de
Dioclecíano sobre Maximiano y los Césares (orat. I, pág. 17
BIDEZ).Lactancio seguramente quiere poner de relieve con esta
constatación la falta de culpabilidad de Ccnstancio en el Edicto,
al no habérsele consultado su parecer.
146 La dureza de la persecución por parte de Maximiano no
sólo en Italia, sino también en Africa y España, que dependfan
también de su administración (cf. supra, n. 68), está ampliamente atestiguada por los mártires que tuvieron estas provincias.
147 Habilidad de Lactancio para descargar de responsabilidades al padre de Constantino. Segiin esto, Constancio se ha145
maldad ni puntualizar todos los nombres de las penar que los jueces impusieron a justos e inocentes
a lo largo y ancho de todas las provincias.
Mas ipam qué narrarte estas cosas, sobre todo a
ti, Donato carísimo, que has experimentado personalmente mejor que nadie la tormenta de esta turbulenta
perse~ución~~'?
Pues diste a todos muestra de una indomable fortaleza cuando caíste, primero en las manos del prefecto Flaccino lMhomicida
,
sin escrúpulos,
bría limitado a aplicar únicamente el primer Edicto. Hay que
reconocer, sin embargo, la honradez de Lacrancio al reseñar este
hecho frente a EUSEB.,Hist. Ecles. VI11 13, 13, que niega que
atacase ni siquiera los edificios eclesiásticos, mientras que, en,
Mart. Pal. XIII 12, habia ahmado que la Galia habia conocido
la persecución durante algo menos de dos &os. - Por lo demás,
las restantes fuentes concuerdan en señalar la ausencia de persecución en la Galia o su benignidad. Más problemático es lo
relativo al valor de las diversas Actas de mártires galos de
esta época; sobre el conflictivo tema de San Mauricio y la
legión tebana, cf. M. BELLEN,«Der primicerius Mauricius. Ein
Beitrag sum Thebaerproblem~, Htstoría 10 (1961), 238-247; H.
BUTHER,«Zur Diskussion über das Martyrium der Thebaischen
Legiona, Zeitschrift fiir Schweizerische Kirchengeschichte 55
(1961). 265-274; D. VAN BERCHEM,
Le rnartyre de la Légion Thébaine. Essai sur la forrnation d'une iégende, Badea, 1956.Respecto a la expresión: «para que no pareciese que desaprobaba las órdenes de sus superiores» (ne dissentire a maiorum
praeceptis videretur), estamos de acuerdo con J. M o m u , Lactance ..., pág. 290, en que maiores hace referencia a los Augustos,
La paix constantinienne et le catholicisrne,
frente a P. BA~TIFOL,
4a ed., París, 1929, pág. 167, que lo traduce por uantepasadosn.
Sobre el término alugares de reunión* (conuenticula), cf. paralelos en J. MOREAU,
loc. cit. La distinción entre templo mate
riai de Dios*, es decir, la iglesia como edificio, y el «templo
espiritual o interior» (uerurn dei ternplurn) le es grata a Lactancio (cf. Instit. IV 13, 26, y 14, 14).
1.18 VIRG., En. VI 625-627.
149 Metáfora muy del gusto de Lactancia (cf. supra, 1, 4).
150 Prefecto del Pretorio posiblemente. Es la única fuente
sobre este personaje. Sobre el Prefecto del Pretorio, cf. supra,
n. 121.
3
4
110
5
6
7
LACTANCIO
después en las de Hierocles, que de Vicario pasó a
Gobernador y fue instigador y consejero de la persecución l j l y, por último, cn las de Prisciliano, su sucesorlSL.Sometido nueve veces a torturas y suplicios
de todo tipo, nueve veces resultaste vencedor sobre
tu adversario con tu glorioso testimonio; en nueve batallas venciste al diablo y a sus satélites, nueve vio
torias alcanzaste a costa del mundo y sus terrores.
i Q ~ éhermoso el espectáculo que proporcionaste a
Dios cuando Le vio vencedor enganchando a tu carro
no caballos blancos o elefantes gigantescos, sino a los
mismos que antes habían celebrado el triunfo! 153.
Éste e s el t r i u n f o verdadero: cuando los vencedores resultan vencidos 154. En efecto, fueron vencidos y
151 Cf. supra, n. 112. La carrera administrativa de Sossianus
Hierocles, conocido también por otras fuentes, cf. Prosopography ..., 1, pág. 432, s V., presenta algunas dificultades de interpretación, debido en parte a esta indicación de Lactancio de
que primero fue Vicario y después Gobernador, lo que en
cierto modo supondría un descenso en su carrera política.
Creemos que esta dificultad desaparece, si no se considera aquí
el término «Vicario, como Vicario del Prefecto, sino como
Vicario a Consiliis Sacris, es decir, del Consistorio, lo que explicaría su función como consejero de Diocleciano en la persecución. Sobre el hecho de que fuese gobernador (pruses)
de Bitinia, que era una provincia consular, cf. J. MOREAU,Lactance..., págs. 293-294.
152 Aparece también mencionado como gobernador de Bitinia
en el Martirologio Romano, 12 de junio (cf. J. MOREAU,Lactance..., pág. 294).
153 Las imágencs tomadas de los juegos y de los desíiies
triunfales fueron ampliamente utilizadas por los autores cristianos siguiendo la pauta de San Pablo, en especial en los relatos de martirios, por ejemplo, CIPR., Ep. 10, en quien se ha
inspirado ampliamente Lactancio en este capítulo (cf. H. DELEHAYE, Les passions des martyrs et les genres littéraires, Bmselas, 1921, págs. 211 y sigs.). Los elefantes se utilizaban con
frecuencia en los desfiles triunfales, sobre todo tras expediciones contra pueblos que se servían de ellos.
154 Figura retórica muy del gusto de Lactancio.
S O B R E LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
111
reducidos por tu virtud, puesto que, despreciando las
órdenes nefastas, resististe con fe inmutable y fortaleza de ánimo a todos los instrumentos de terror utilizados por el poder tiránico. Nada pudieron contra LI
ti los látigos, los garfios, el fuego, el hierro, ni los
variados medios de tortura. Ninguna fuerza fue capaz
de arrebatarte la fe y la devoción. En esto consiste 9
ser discípulo de Dios, esto es ser soldado de Cristo;
no poder ser tomado por ningún enemigo, no poder
ser arrebatado de la fortaleza celeste por lobo alguno;
no caer en ningún engaño, no ceder a ningún dolor, no
doblegarse a ningún sufrimiento. Finalmente, tras io
aquellas nueve gloriosísimas batallas en que el diablo
resultó vencido, éste no se atrevió a enfrentarse más
veces contigo, después de haber experimentado en tantos combates que no podía vencerte. Y como ya te i i
estaba reservada la corona del vencedor, desistió de
nuevas provocaciones para impedirte que la recibieras.
Aunque no la hayas recibido aún, ciertamente te está
reservada intacta en el reino del Señor en recompensa
a tus méritos y virtudes. Mas volvamos a la narración
de los hechos.
Después de haber perpetrado 17
Estancia de
Diocleciano en Roma este crimen, Diocleciano, a quien
y posterior enfermedad la felicidad lS5 le había vuelto ya
que le pone al borde la espalda, se dirigió de inmediade la muerte
to a Roma para celebrar allí sus
Vicennales que iban a ser el 20 de noviembre lS6. Una 2
Cf. supra, n. 91.
Las Vicennales son la conmemoración de los veinte años
de reinado, que Diocleciano quiso realzar celebrándolas en la
vieja capital. Esta fecha proporcionada por Lactancio ha sido
frecuentemente discutida, pero ha podido ser confirmada por
nuevos documentos, con lo que se tiene una prueba más del
valor histórico del De mortibus (cf. W . ENSSLIN,
aZum dies
imperii des Kaiser Diocletian~,Aegyptus 28 [1948], 178-194; J.
155
156
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3
4
LACTANCIO
vez celebradas éstas, al no poder soporiar la libertad
de palabra del pueblo romano, incapaz de dominarse
y con el ánimo abatido, abandonó la ciudad en vísperas del primero de enero, fecha en la que se le debía
conferir su noveno consulado ls7. No pudo aguantar
trece días más, con lo que hubiera iniciado el consulado en Roma y no en Rávena. Adcmás, como inició
la marcha en lo más crudo del invierno, se vio afectado por el frío y las lluvias, por lo que contrajo una
enfermedad leve, aunque crónica, y hubo de hacer
gran parte del trayecto, en medio de grandes achaques,
transportado en litera. Después de pasar de este modo
MOREAU,Luclunce ..., págs. 297-304; T. D. BARNES,
aLactantius and
Constantine»..., pág. 30, n. 8).
157 Lactancia parece dar a entender que las fiestas de las
Vicennales, que soiían durar un mes (por ejemplo, las Vicennales de Maxuniano, del 1 de abril al 1 de mayo del 305 -cf.
O. SEBCK, Geschichte des Untergangs..., 1, págs. 39 y 1%), comenzaron el 20 de noviembre para terminar el 20 de diciembre
(así, K. C. GUINAGH,
uThe Vicennalia in Lactantius*, Clas.
Journal 28 [1933], 449 SS.). Por el contrario, las Quinquennalia
del 312 terminaron el día del aniversario que conmemoraban
(cf. infra, 44, 4). En cualquier caso, con la expresión un tanto
exagerada: «en vísperas del 1 de enero» (irnpendentibus Kalendis
Ianuariis), quiere resaltar la precipitación de la salida. L a
incapacidad de los emperadores tardíos para soportar la lengua procaz de los romanos será algo corriente a partir de
Diocleciano. Aunque haya algo de topos literario en ello, responde en realidad a la transformación que con Diocleciano
sufre la persona imperial, ahora sacralizada, lo que no cuadra
bien con la procacidad y libertad de palabra tradicionales en
los romanos respecto a sus emperadores. Fue ésta quizá la
hita de las libertades republicanas que el pueblo de Roma
conservó durante toda la época imperial. ms., 11 30, atribuye
a este hecho el que Constantino decidiese abandonar Roma y
fundar una nueva capital, Constantinopla. Aunque los motivos
reales fueron mucho más profundos, es posible, como piensa
A. MLDY,
The Conversion o f Constantine ..., pág. 103, que esto
le llevase a apresurar su decisión.
-
todo el verano 158, llegó a Nicomedia, tras dar un rodeo
siguiendo la ribera del Danubio lS9,al tiempo que la
enfermedad se iba agravando. Pese a que era consciente
de ello, quiso que lo llevasen hasta la ciudad con el
fin de poder inaugurar, en el primer aniversario de
las Vicennales, el circo que había construido. Poste- 5
riormente enfermó hasta tal punto, que se debieron
elevar preces por su salud a todos los dioses 160. Por
último, hacia el 15 de diciembre, e n palacio todo fueron
llantos, tristeza y lágrimas de los funcionarios; se expandió por toda la ciudad el temor y el silencio. Se 6
le consideraba ya, no sólo muerto, sino incluso enterrado, cuando de súbito, al día siguiente, de madrugada, corre el rumor de que vivía aún y los rostros de
la servidumbre y de los funcionarios se inundan de
alegría. No faltaron quienes sospechaban que se ocul- 7
taba su muerte para dar tiempo a que llegase el César,
con la finalidad de evitar una revuelta de los soldados161. Esta sospecha alcanzó tal arraigo, que nadie s
creía que estaba aún con vida, hasta que el primero
158 La expresión no es del todo correcta; el 28 de agosto se
encontraba ya en Nicomedia (Cod. Just. 111 28, 26).
159 Ripae Histricae: esta expresión es un hápax, por lo que
se ha sugerido su sustitución por ripae Thraciae o Thracicae,
nombre de la circunscripción aduanera situada al Sur del bajo
Danubio. El objetivo de este rodeo fue seguramente inspeccionar las instalaciones militares de la frontcra; ello seria una
muestra más de la preocupación de Diocleciano por el buen
gobierno, lo que no cuadra bien con la pintura que de él nos
traza Lactancia.
160 Cf. infra, 34, 5 ; los uota publica con motivo de las enfermedades de los emperadores eran una práctica establecida.
La primera persona por quien se decidieron fue Pompeyo (VEL
PAT.,11 48, 2; PLUT.,Pomp. 57).
161 El hecho fue frecuente en el Imperio. Quizá en este caso
influyó de manera especial la circunstancia de que así se hizo
con motivo de la muerte de Numeriano, a quien habia sucedido
el propio Diocleciano (SCRIPT.
HIST. AuG., Carus 12).
114
UCTANCIO
de marzo apareció en público, pero con un aspecto
apenas reconocible, como consecuencia de haber pa9 sado casi todo un año enfermo. Esta persona, que el
15 de diciembre había dormido el sueño de la muerte,
había recuperado la vida, pero no del todo. Adquirió
un trastorno mental que hacía que en ciertos momentos delirase, mientras que en otros recuperaba el
juicio la.
18
Transcurridos algunos días, lleGalerio obliga a
gó el César, no con la intención
Diocleciano
abdicar- de felicitar a su padre, sino para
Elección de
forzarle a cederle el poder. Poco
nuevos Césares
antes había chocado ya con el
viejo Maxirniano y le había atemorizado con la amenaza de una guerra civil 163.
Así pues, comenzó a presionar a Diocleciano, pri2
mero con un tono suave y amistoso, haciéndole ver
que ya era anciano, que su salud era débil y su capacidad para administrar el Estado escasa; que debía
descansar tras tantos trabajos. Al mismo tiempo, le
recordaba el ejemplo de Nerva, quien h a b í a e n t r e g a d o
3 el poder a Trajano '". Diocleciano, por su parte, aducfa
162 En parecidos términos se expresa EUSEB.,Hist. Ecla.,
VI11 13, 11. También la Orat. ad sanct. coet. 15 de CONSTANTINO
atribuye a su locura las medidas persecutorias contra los cris-
tianos.
163 Como en el caso de las persecuciones, Lactancia atnbuye también a Galerio la iniciativa en la abdicación de Diocle
ciano. En cuanto a Maximiano, todas las fuentes coinciden en
que fue obligado a abdicar contra su voluntad (cf. infra, 26, 7;
AUR. VICT., 39, 48; E-.,
IX 27, y X 2, 3; OROS.,VI1 25, 14) y
su historia posterior, volviendo a tomar el poder por dos
veces (cf. 19, 5 y 26, 7) lo demuestra claramente, por lo que no
es inverosímil que, conociendo su apego al poder, Galerio le
hiciese las amenazas aquí reseñadas (cf. también infra, 7). Sobre
la abdicación de Diocleciano, véase G. R. S. THOMAS,d'abdication de Dioclétien~,Bymntion 43 (1973), 229-247.
164 Cf. infra, 19, 3, el discurso de abdicación de Diocleciano:
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
115
que no parecía digno que se sumiese en l a s tinieblas
de una vida humilde desde el esplendor de un encurnbramiento tan elevado y que su seguridad sería menor,
dado que durante un reinado tan largo se había atraído
los odios de muchas personas L65. Respecto a Nerva,
argüía que había dejado el timón del Estado y había
vuelto a la vida privada en la que, por otro lado, había
alcanzado la vejez, tras haber reinado durante sólo un
año y al no poder soportar, por su edad o por su inexperiencia, el peso y el cuidado de tan importantes asuntos 166. Mas, si lo que deseaba alcanzar era el título de
los mismos argumentos que aquí pone Lactancio en boca de
Galerio los pone allí en boca de su Augusto; cf. también EUTR,
9, 27. Diocleciano debía de tener en esta época unos sesenta
años. Nerva, en realidad, no abdicó, sino que se limitó simplemente a asociar el poder a Trajano el año 97 (cf. A. PIGANIOL,
Historia de Roma, 3: ed., Buenos Aires, 1974, pág. 280; R. F.
ROSSI, «Sulla abdicazione di Nervam, Annali della Facoltrf di
Lettere e Filos. Trieste 3 [1966-19671, 43-68; D. KIE"IAST, uNerva
und das Kaisertums Trajans*, Historia 17 [1968], 51-77). Sin
embargo, en el mismo sentido que Lactancio se expresa AUR.
Vra., 12, 2, mientras que D I ~ NCAS., LXVIII 3, 4, señala únicamente que tuvo la intención de abdicar. J. MOREAU,
Lactance...,
página 308, cree que fue lo extraordinario del hecho de la
abdicación lo que hizo que se buscase el «falso* paralelo de
Nerva.
165 Hay aquí una exageración; de hecho, Diocleciano y Maximiano, tras su abdicación, no perdieron la condición de
Augustos (cf. las fuentes en J. MOREAU,
Lactance..., pág. 308,
y W. ENSSLIN,«Valerius», en PAULY-WISSOWA,
Realencyclopiidie..., col. 2491). Respecto a la falta de seguridad tras la abdicación, cf. la misma idea en SCRIPT.HIST. AuG., Firmus 9, 3. La
idea de los odios que Diocleciano se ha atraído es, seguramente,
invención de Lactancio en base a la imagen que presenta de su
reinado y pensando, quizá, en el contraste con Nerva, a quien
DIÓN CAS., LXVIII 3, 1, atribuye estas palabras: «NO he hecho
jamás nada que me impida abandonar el poder y vivir seguro
como persona privada.» Hay que tener presente también las
diferencias que señala Lactancio en el párrafo siguiente.
166 Estas ideas debieron de surgir también para explicar lo
4
116
5
6
LACTANCIO
Emperador, no había ningún obstáculo para que todos
fuesen nombrados Augustos 167.
Pero él, que ya había concebido la esperanza de
verse en posesión de todo el orbe, al constatar que se
ponía a su alcance sólo el título de Emperador o poco
más, respondió que debía ser mantenido por siempre
el sistema que él mismo (Diocleciano) había establecido, a saber: que hubiese en el Estado dos personas,
con mayor autoridad, que fuesen los que detentasen el
poder supremo y otras dos, de menor autoridad, que
fuesen sus colaboradores1"; entre dos se podía mantener fácilmente la concordia,'61 entre cuatro de igual
rango, en modo alguno. Caso de que se negase a abdicar, él tomaría medidas para no permanecer por
más tiempo siendo el de menor autoridad y el último
en rango 170. Ya habían transcurrido, añadía, quince
inusitado de la abdicación de Diocleciano y el falso precedente
de Nema. Este, en efecto, reinó sólo poco más de un año: sep
Liembre 96, acceso al trono; octubre 97, asociación de Trajano;
enero 98, muerte. Su edad, al subir al poder, era de setenta
años.
167 Aunque oficialmente todos llevaban el título de imperator, éste en la práctica quedo reservado a los Augustos (d.
infra, 25, 5: uemperador~como sinónimo de Augusto y opuesto
a César).
168 W . SESTON,
Dioclétien ..., págs. 185 y sigs. y 248 y sigs.,
dedica largos espacios a ilustrar y confirmar estas ideas: .Este
texto infinitamente precioso no reproduce una opinión personal
de Lactancia, pues encuentra Fácilmente su justificación en la
evolución dc las instituciones durante el reinado de Diocle
ciano, así como en su funcionamiento desde el 305 al 311.~
169 La concordia imperatorum es la base del sistema tetrárquico y el tema preferido de su propaganda (cf. J. S ~ U B Von
,
Heryscherideal. ., pag. 41); OROS.,VI1 26, 6, exalta esta concordia entre varios gobernantes como un hecho insólito en la
historia.
170 Cf. también 20, 1, y Eusm.., Hist. Ecles. VI11 5, 2. La razón
no era otra sino que el principio que fijaba la jerarquía de los
emperadores era la antigüedad de su proclamación, es decir,
años desde que, relegado en el Ilirico, es decir, en las
riberas del Danubio, luchaba contra pueblos bárbaros,
mientras otros ejercían plácidamente el mando en territorios más extensos y más tranquilos ".
Al escuchar estos argumentos, aquel viejo enfermi- 7
zo que, por otra parte, había recibido ya una carta del
anciano Maximiano en que le confirmaba lo mismo que
él había escuchado y que se había enterado, además,
de que Galerio estaba aumentando su ejército ln, dijo
entre lágrimas: «Hágase así. si asf te place.,
Faltaba ya s610 que los Césares fuesen escogidos de a
acuerdo con el común consentimiento de todos.
GALERIO.
-¿Para qué hace falta acuerdo, siendo así
que es necesario que aquéllos den su asentimiento a
lo que nosotros hagamos? 173.
del dies irnperii, pese a la afirmación de Lactancio en 25, 5
(cf. W. SESTON,
Dioclétien , pág. 91, y J. STRAUB,
Von Herrscherideal .., pág. 38).
171 Galerio era en este momento César desde hada once
años, por lo que 0. SEECK,
Geschichte des Untergangs, 1, n. a
página 438, propuso cambiar el XV de los manuscritos por XII;
pero no se refiere aquí necesariamente al tiempo de su nombramiento: antes de éste pudo haber pasado tres años en la
frontera del Danubio (J. MOREAU,Lactnnce ..., pág. 310). Fue la
defensa de esta frontera su tarea principal mientras fue Gsar,
antes de serle confiada la expedición a Persia, por lo que SU
residencia habitual fue Simio, en la actual Yugoslavia. Sobre
sus guerras contra los bárbaros, cf. 13, 2 y 38, 6 ; W . SESTON,
DioclWien..., págs. 129 y sigs. Por lo demás, Lactancio tiene
razón; tras el final de las campañas de Constancio en Bretaiía,
de Maximiano en Africa y de Diocleciano y el mismo Galerio
en Egipto y Persia, el Imperio se encontraba ahora en una paz
91510 turbada por lai luchas de este último contra los bárbaros
en el Danubio.
Cf. supra, 3 l .
Diocleciano tiene la autoridad suprema, por lo que no
necesita legalmente ni la opinión ni el acuerdo de los otros;
Galerio, por su parte, la fuerza del ejército.
118
DIOCLECIANO. -Sea
LACTANCIO
así, pues se debe designar a sus
hijos m.
Maximiano tenía un hijo, Majencio, yerno del mismo
Galerio ". Tenía una mente malvada y perversa y era
tan soberbio y terco, que no acostumbraba a rendir
culto ni a su padre ni a su suegro, por lo que ambos le
ia odiaban 176. Constancio tenia también un hijo, Constantinoln, joven santísimo178 y totalmente digno de este
alto cargo, a quien, por su distinguida y digna prestancia física, por su genio militar, por su integridad
de costumbres y su extraordinaria afabilidad, los soldados le amaban y los simples particulares le deseaban
como emperador 179. A la sazón, se encontraba presente
9
174 Diocleciano no ha captado el sentido de las palabras
de Galerio. El sistema tetrárquico no estaba basado en el principio hereditario, pero, dado que el Augusto y el Ctsar de Occidente tenfan hijos en edad de sucederIes se daba por supuesto.
M. Aurelio Valerio Majencio, Augusto del 30á al 312.
Sobre su matrimonio con la hija de Valerio, Valeria Maximila,
cf. 26, 6 y 27, 3; Epit. de Caes. 40, 14; Anon. Vales. 3, 7; Znscript.
Lat. Select. 667, 671 y 673.
176 Aunque Majencio fue el primer emperador que puso fin
a las persecuciones y, posiblemente, fue incluso cristiano, Lactancio no lo reconoce y lo presenta con los rasgos típicos del
perseguidor. La causa no debe de ser otra que el hecho de que
fue rival de Constantino y murió luchando contra éste (cf. infra,
M), todo lo cual rompía con el planteamiento apologético del
De mortibus (cf. R. TEJA,«Paganos y cristianos...», passim).
Sobre las creencias y la política religiosa de Majencio, véase
D. DE DECKER,«La politique religieuse de Maxence~,Byzantion
38 (1968), 472-562. Esta negativa de Majencio a rendir culto a
los Augustos, que Lactancia atribuye a su soberbia, podría
deberse a sus creencias cristianas.
177 Fiavio Valerio Constantino; reinó del 306 al 337. Era hijo
de Constancio Cloro y de su concubina Helena (ZONAR.,
13, 1).
17s Sanctissimus adufescens, típica expresión ciceroniana
(cf. referencias en J. MOREAU,
Lactance ..., pág. 313).
1'19 Alabanzas que pasaron a ser un lugar común en la his-
en paIacio, pues tiempo antes Diocleciano le habia
nombrado tribuno de primer orden lsO.
D. - [Quk hacer pues?
G. -Aquél (Majencio), respondió, n o e s digno, pues,
quien siendo una simple persona privada se ha atrevido a despreciarme, (qué n o hará cuando reciba el
poder?
D.-Pero
Constantino es e n verdad estimado y
cuando sea emperador será juzgado c o m o mejor y
m á s cfemente a ú n que su padre.
G. -Entonces resultará que yo no pueda hacer lo
que quiera. Conviene elegir personas que permanezcan bajo mi dependencia, que m e teman, que n o hagan
nada sin que yo se lo ordenef81.
D. - ¿A quién nombraremos entonces?
G. - A Severo, respondió *m.
D. - ¿A ese bailarín turbulento, borracho, que de
la noche hace el día y del día la noche?ls.
toriografía oficial proconstantiniana (cf. J. MORRAU,Lactance ...,
ibidem).
Tribunus ordinis primi. Cf. también Paneg. VI 5, 3 (per
maximos tribunatus). Es la única referencia a una graduación
oficial del tribunato (sobre éste, cf. supra, notas 98 y 121), pero
de hecho existía una gran diferencia según la importancia de
la unidad que se mandaba: las mQs impcrtantes eran sin duda
las de la comitiva del emperador, cual era el caso de Constantino, y a este hecho hace referencia seguramente la expresión de Lactancio; cf. A. H. M. JONES, The Later ..., vol. 11, página 640.
181 Galerio aspira a desempeñar en la segunda Tetrarqufa
el mismo papel que desempeñaba Diocleciano en la primera. Cf.
infra. 20.
Fiavio Valerio Severo, César el 305, Augusto el 3IM3ít7.
Cf. Anon. Vales. 9; sobre la última expresión, lugar com h de la literatura moralizante, cf. paralelos en J. MOREAU,
iuctance ..., p4g. 315.
182
183
11
12
120
13
14
1s
LACTANCIO
G.- E s digno del cargo, respondió, puesto que ha
cumplido fielmente al frente del ejército y lo he enviado a Maximiano para que sea investido por él'".
D.-De acuerdo. ¿Y quién es el otro que me das?
G. - Éste, dijo, mostrando a Daya ls5, un joven semibárbarolS6, a quien recientemente había ordenado
cambiar su nombre originario por el suyo propio de
Maximiano, pues también a él Diocleciano le había
cambiado el nombre en parte, movido por un presagio a causa de la fidelidad que Maximiano con gran
veneración le mostraba lm.
D.-¿Y quién es esta persona que m e propones?
G . - U n parienfe mío. respondió la.
D. - Entonces Diocleciano entre lamentos, no m e
das hombres idóneos, respondió, a quienes pueda confiarse la tutela del ~ s t a d b .
G. - Los he puesto a prueba ya, respondió.
D. - Tú verás; t ú eres quien ha de hacerse cargo
del gobierno del Imperiols9. Y o h e trabajado ya bas1% Anon. Vales. 9, y EUTR.,10, 2, atribuyen también el nombramiento de Severo s610 a la voluntad de Galerio.
18s Galerio Valerio Maximino, conocido normalmente como
Maximino Dava. César el 305, Augusto ca. 309-313.
186 Sobre esta expresión, cf. supra, 9, 2, e infra, 19, 6 . Era
originario del Ilírico, según AUR. VICT.,40, 1; pero seguramente
lo era, en realidad, de Tracia o Dacia, igual que Galerio, como
sugiere el nombre Daya v su parentesco con Galerio (cf. infra,
n. 188).
187 En efecto, los nombres de Galerio y Maximino los tomó
de su padre adoptivo. El de Valerio, de su abuelo adoptivo,
Diocleciano. Sobre la adopción por Galerio del nombre de Maximiano, cf. supra, n. 74.
Era, efectivamente, sobrino de Galerio, hijo de una hermana de la que nada sabemos, Zds., 11 8, 1; Epit. de Caes. 39, 5.
189 Diocleciano, al aceptar los nombramientos propuestos
por Galerio, es consciente de que con ello le traspasa el poder
preeminente que él mismo ejercía hasta ahora, relegando con
ello a Constancio, a quien esta preeminencia le correspondía de
acuerdo con el principio expuesto en n. 170.
SOBRE LA MUERTE DE 1.0s PERSEGUIDORES
121
tante y tomé las medidas para que el Estado se conservase incdlume durante mi reinado. Si sobreviene
alguna adversidad, la culpa no será mía.
Se tomaron estas decisiones y
ProcIamacidn
fueron llevadas a la práctica el
de Maximino Daya
primero de mayo Ig0. Todos tenían
como CÉsar
los ojos puestos en Constantino;
no había ninguna duda al respectol9I. Todos los soldados que se hallaban presentes y
los oficiales elegidos para representar a las legiones
estaban pendientes únicamente de él, deseaban su
nombramiento y hacían votos por él
En las afueras de la ciudad, a casi tres millas de
distancia, había un lugar elevado en cuya cima el
mismo Galerio había tomado la púrpura y se había
erigido allí una columna conmemorativa con una estatua de Jiipiter. Se dirigen allí todos lg3. Se convoca
una asamblea militar 194.Toma la palabra en primer
190 La fecha del 1 de abril, dada por los Consdaria Constantinopolituna (Chron. Min. 1 231, 3). es un error por confusión con las Vicennales de Maximiano (cf. JER~N.,Chron., S. a.,
305; E m . , IX 27, 2; AUR. VICT., 40, 48; Epit. de Caes. 39, 5 ) .
191 La candidatura de Constantino estaba avalada por ser
hijo de Constancio, por los servicios prestados en la corte de
Diocleciano (cf. supra, 18, 10) y por las simpatías adquiridas
entre los soldados, como indica seguidamente, y que hay que
suponer ciertas. a juzgar por el posterior comportamiento del
ejército.
192 Se trata de todos los soldados de guarnicidn en la corte
y de la representación del resto del ejército por medio de sus
jefes.
193 La milla romana constaba de 1.480 m. Posiblemente en
este mismo promontorio había tenido lugar también la proclamación de Diocleciano. Cf. J. MOREAU,Lactance ..., pAg. 317,
en contra de W. SESTON,
Dioclétien.. , págs. 94-95, que se inclina por Calcedonia.
194 Contio militum: como puede apreciarse, se conservan
aún los aspectos formales de las asambleas republicanas.
19
2
3
i's2\
.-
LACTANCIO
lugar el anciano, con lágrimas en los ojos, y se dirige
a los soldados diciéndoles que él se encontraba ya
enfermo, que deseaba descansar después de tantos trabajos, que entregaba e1 poder a personas más enteras
y que iba a nombrar nuevos Césares 195. ¡Gran expecta4 ción general por saber la decisión! Entonces, de repente, proclama Césares a Severo y Maximino Daya.
Quedan todos estupefactos. En lo alto de la tribuna se
encontraba Constantino. Comenzaban a dudar si acaso
a Constantino se le hubiese cambiado de nombre1%
cuando, a la vista de todos, Galerio, extendiendo su
mano hacia atrás, rechazó a Constantino y sacó a primera fila a Daya, a quien colocó en medio, t r a s despojarlo de su vestimenta de hombre privado. Todos comenzaron a preguntarse extrañados quién era y de
s dónde provenía1". Sin embargo, nadie se atrevió a
protestar, al quedar todos estupefactos por lo inesperado de la elección l*. Diocleciano se despojó de su
propia púrpura v revistió a Daya con ella, con lo que
a él se convirtió de nuevo en Di0cles19~.Se inicia en195 Sobre los motivos aducidos por Diocleciano para su
abdicación, cf. supra, 18, 2. La proclamación de Valentiniano
en AM. MARC.,XXVi 2, 3, se parece en muchos detalles a Csta.
1% E1 hecho tiene sil explicación en que era esta la norma
al ser proclamados emperadores, como ya hemos visto.
1"
Lactancio con el colorido y realismo de esta descripción
no intenta sino ensalzar a Constantino y rebajar a su rival. El
mismo dia v en una escena anAloga, Severo fue proclamado
en Milán por Maximiano en presencia de Constando.
1% Con esto, Lactancio quiere expresar el hecho de que,
pese a todo, la proclamaci6n encontró el consenso de los soldados, lo cual era imprescindible.
199 Lactancio realza aquí con brevedad, pero muy expresivamente, el significado profundo de un acto formal: el que uno
pase de persona privada a emperador, y otro, de emperador a
persona privada. La púrpura es sinónimo del paludammtum,
la vestimenta que servía de distintivo del emperador, una especie de cl6mide de púrpura. Sobre el significado y simbolismo
tonces el descenso y el viejo rey, llevado en un simple
carruaje, es transportado a través de la ciudad hasta
las puertas y enviado a su patriam. Daya, por el contrario, recientemente arrancado de los bosques y los
rebañoszo1,inmediatamente soldado de la guardia, en
seguida guardia de corps, poco después tribuno y al
día siguiente César *,recibió el Oriente para pisotearlo
y arruinarlo con sus piesm3, como era de esperar de
de la púrpura imperial, cf. A ALFOLDY, «Insignien und Tracht
der fimischen Kaiser», Mitt. deutsch archaol. I n ~ t Rom.,
.
Abt.
50 (1935), 49; M. REINOLD,
History o/ Purpte as a Status Symbol
in Antiquity, Bruselas, 1970, págs. 62 y sigs.- Sobre el nombre
Diocles, cf. supra, 9, 11. Este deseo de resaltar lo inaudito del
hecho le lleva a deformar la realidad, ya que, de hecho, Diocleciano siguió siendo Augusto (cf. supra, n. 165). Lo indlito
del acontecimiento lo resalta también OROS.,VI1 26, 7.
m Es perceptible el tono despectivo de estas expresiones.
Traducimos por el giro. «en un simple carruajen, el tCrmino
original rueda que indica el carro de un particular en oposici6n al carro imperial sobre el que Diocleciano habfa llegado.
Con el término «patria», Lactancio quiere indicar la provincia donde el emperador había nacido, Dalmacia, no la ciudad,
que se desconoce. El lugar concreto de la retirada fue Spalato,
donde había construido previamente un gran palacio con este
objeto.
201 Cf. supra, n. 78.
m2 La frase refleja magníficamente la rapidez del ascenso,
y es dificil de traducir por la falta de equivalentes en nuestra
lengua de los términos latinos: statim scutarius, continuo protector, mox tribunus, postridie Caesar. Los scutarii eran miembros de unidades militares de las que se conocen varias en
esta época, pero A. H. M. JONES,The Later , vol. 1, pág. 54,
toma este pasaje como prueba de que Diocleciano habfa creado ya una unidad especial (Schola Scutariorum) para formar
parte de la comitiva personal, ya que la frase sugiere que era
excepcional el entrar directamente a formar parte de los scutarii y que este cuerpo era algo peculiar. Los protectores eran
también un cuerpo especial y selecto de la comitiva imperial
(JONES,ihid., pág. 53). Sobre los tribunos, cf. supra, notas 98
y 121.
m Cf. CIC.,Filíp. 11 57. La metáfora. como señala J. Mo-
124
20
2
3
LACTANCIO
quien, desconociendo el arte militar y el de gobernar,
pasó de pastor de ganado a pastor de soldados m.
Galerio logró lo que queria con
Proyectos de Galerio la eliminación de los dos anciapara el futuro
nos: se consideraba ya el único
del Imperio
dueño del mundo. A Constancia,
aunque le correspondía la preeminencia, lo despreciaba porque tenia un carácter benigno y su salud era malams. Esperaba, en consecuencia, que muriese en breve y, si así no fuese, confiaba
en deponerlo fácilmente por la fuerza. Pues ¿qué salida
le quedaba en caso de que los tres restantes le oblig a s e n a d e j a r e l poder? Tenía Galerio un amigo, antiguo compañero de tienda e íntimo suyo desde el inicio
de su carrera militar, Licinio206, a cuyos consejos recurría en cualquier asunto. Con todo, no había querido hacerlo César para no tener que darle el calificaREAU, Lactance ..., pág. 319, está tomada de las representaciones monetarias de los emperadores hollando con sus pies a los
pueblos vencidos y resaltar el horror que producía a Lactancio
el ver a un bárbaro al frente del Imperio (cf. cap. 38).
204 Juego de palabras muy de Lactancio.
Cf. supra, n. 170. Sobre la nueva distribución temtorial que ahora surgió, cf. STEIN-PALANQUE,
Histoire ..., pág. 82:
el sistema tetrárquico subsistió en su integridad pese a la
afirmación de EUTR.,X 1, de que se produjo una divisi6n efectiva de territorios entre Augustos y Césares. Las razones de que
Galerio se sintiese de facto primer emperador -pese a que la
preeminencia le correspondía a Constancio, como senior Augustus- eran, aparte las indicadas por Lactancio, el hecho de que
ambos Césares eran hechura suya, como ya vimos y vuelve a
resaltar seguidamente. La mala salud de Constancio la refleja
el sobrenombre de Chtorus, que alude a la palidez de su cara.
206 Valerio Liciniano Licinio, Augusto del 308 al 324. Sobre
la amistad entre ambos, cf. también AUR. VI^., 40, 8; Z~S.,11
11; S6cR., 1, 2. Había participado con 61 en la campaña de
Persia (EuTR., X 4, 1). Había nacido también en Dacia Nueva
(EuTR.,ibidem; Anon. Vales. 5, 13; S ~ C R .1,, 2) y era también de
origen campesino (Epit. de Caes. 41, 9; Anon. Vales. 5, 13).
tivo de hijo suyo, con el fin de poderlo nombrar
después Augusto y hermano en sustitución de Constancio207.De este modo podría él en persona ejercer 4
la primacía y, tras haber actuado con desenfreno y a
su libre arbitrio por todo el orbe, le sería posible celebrar después las Vicennales. En ese momento abandonaría el poder y su César sería sustituido por su
propio hijo que entonces tenía nueve años *O8. De este
modo, con Licinio y Severo en la cumbre del poder, y
Maximino Daya y Candidiano en segundo plano como
Césares, podría pasar una vejez segura y tranquila protegido por una especie de muralla inexpugnable 209.
Éstos eran sus planes. Pero Dios, cuya ira se había 5
atraído, desbarató todos sus designios.
Así pues, una vez alcanzado 21
el
poder
supremo, puso toda su
M ~ gobierno
Z
y crueldad de Galerio voluntad en atormentar el orbe
una vez Augusto
entero que él mismo había logrado poner en sus manos 210. En 2
efecto, después de someter a los persas, para quienes
-
Sobre los lazos de parentela adoptiva entre los miernbros de la Tetrarquía, cf. supra, n. 47.
m Candidiano, como indica a continuación. Sólo le conocemos por Lactancio. Debió de haber nacido, por tanto, el 2%
y, en el momento de las Vicennales, tendría dieciséis o diecisiete
años. Era hijo de una concubina y había sido adoptado por su
esposa Valeria (cf. infra, 50, 2). Más detalles, en 35, 3 y 50, 7.
209 La norma de la Tetrarquía era que la primacía entre
los Augustos correspondía a quien primero había sido elevado
al trono (cf. supra, n. 170), pero, al haber sido proclamados al
mismo tiempo Severo y Maximino Daya, se recurriría al principio de la edad (Se%eroera mayor, cf. 7.5, 5) de acuerdo con una
segunda regla cuyo único caso de aplicación fue éste (cf. J.
STRAUB,
VOM Herrscherideal ..., págs. 37-38). Sobre el temor de
los emperadores a la falta de seguridad personal al convertirse
en simples particulares, cf. supra, 18, 3.
210 Lactancio insiste sobre la idea de que el ascenso de Galerio se debió a su propia iniciativa.
207
126
LACTANCIO
es norma y costumbre que los súbdilos se entreguen
al servicio de los reyes como esclavos y que
los reyes
se sirvan de su pueblo como si se tratase de los esclavos de su propia casa, este hombre nefasto quiso introducir en el mundo romano esta misma costumbre,
que públicamente pregonaba desde que consiguió aquellas victorias sobre ellos. No podía instituirlo abiertamente, pero sus actos estaban orientados a privar
de la libertad a todos los hombres 211.
En primer lugar suprimió todos los privilegios inherentes a los honores 212. Eran sometidos a tortura no
-
3
211 J. Mo~mu,Lactance ..., págs. 323-325, ha dedicado un magnífico comentario a estos pasajes siguiendo las ideas de A. Ar,
FOLDY en ~ D i eAusgestaltung des monarchischen Zeremoniells
am romischen Kaiserhofen, Mitt. deutsch. archüol. Inst. Rom.
Abt. 49 (1934), 1-118. El tema dc las estructuras sociales persas,
como expresión de las relaciones despóticas entre el señor y
los súbditos, se remonta a la literatura griega del siglo IV y
será un lugar comun de la literatura latina. La atribución del
giro decisivo de esta nueva orientación a Diocleciano es unánime
en los escritores tardíos. bctancio, inserto en esta tradición,
es escrupuloso en respetar la realidad histórica, al limitarse
a reseñar las tendencias de Galerio en este sentido, sin atribuirle ninguna inuentio precisa. Como cristiano y como buen
romano apegado a las costumbres de los mayores», Lactancio
se complace en atacar la ruptura con éstas por parte de los
emperadores perseguidores. Asimismo, pone de relieve el hecho
de que fue la victoria sobre los persas, con el prestigio que
reportó a Galerio, lo que marcó el giro decisivo de la poiítica
de los tetrarcas. En este contexto, la utilización por Lactancio
del viejo lugar común del ferum uictorem coepit lo encuadra
dentro de la corriente de oposición senatorial al Imperio, y es
de la pérdida de la libertas por parte de los honesfiores, principalmente, de lo que Lactancio se hace eco. Sobre la difusión
del término «súbdito* (subiectus) en esta época, cf. W. S . THURMAN, uThe Application of subiecti to Roman Citizens in the
Imperial Laws of the Later Roman Empirem, Xlio 52 (1970),
453-463.
212 Honores: privilegios concedidos a los miembros de las
clases superiores (honestiores), cuyo estamento más bajo lo
sólo los curiales, sino también los magistrados principales de cada ciudad, los egregios y perfectísimos, y eso,
incluso en los juicios de menor importancia y de car á c t e r civil 213. Si eran condenados a m u e r i e , se recurría
constituían los curiales y los veteranos. Entre estos privilegios
sobresaiía la discriminación de penas, por la cual los honestiores
estaban exentos de los summu suplicia y la tortura. Las líneas
siguientes no hacen sino concretizar esta afirmación genérica.
Sobre el tema, cf. G. CARDASCIA,
«L1apparitiondans le droit des
classes...a, y R. TETA, ~Honestiores y Humiliores en el Bajo
Imperio: hacia la configuración en clases de una división jurídica*, 1 Coloq. Hist. Ant., Oviedo, 1977, págs. 115118.
213 Lactancio señala aquí la violación del principio de exención de la tortura de los tres estamcntos inferiores de los honestiores: los decuriones o curiales en general, es decir, los
miembros de las curias o senados municipales; los primores
ciuitatum, que traducimos por «magistrados principales de cada
ciudad., también denominados primarii, primates, principales,
decem primi, etc., que constituían la élite de los curiaies y auna
especie de comité ejecutivo dentro de la curia» (A. H. M. JONES,
The Later ..., vol. 11, pág. 731). Asimismo recalca que muchos
de éstos pertenecían al orden ecuestre (tgregii ac prefectissimi
uiri). El hecho de que Lactancio excluya de esta enumeracidn
ai resto de los miembros del orden ecuestre, es decir, los que
formaban parte de la administración central y a los senatoriales (clarissimi), creemos se debe a que, aunque no lo diga expresamente, se está refiriendo a los abusos cometidos en la
recaudación de los impuestos, de los que Diocleciano hizo responsables principales a los curiales municipales. (Aunque entre
los curiales podía haber clarissimi, posiblemente éstos estaban
exentos de toda responsabilidad: en la lista de Timgad aparecen diez clarissimi: cinco eran patronos de la ciudad y sólo
miembros honoríficos de la cuna, mientras que los otros cinco
no estaban exentos de sus obligaciones curiales, cf. A. H. M. JoNES,op. cit., pág. 730.) Que se está refiriendo a la recaudación
de los impuestos viene sugerido por la expresión: «en los juicios de menor importancia.. .» ; los asuntos fiscales no pertenecen de hecho al derecho civil, pero tampoco al criminal (J. MORFAU, Lactance ..., pág. 326), pero recuérdese que ya Diocleciano
había establecido la pena capital para los contraventores del
Edicto de Precios (cf. supra, n. 57) y, en el Edicto de Aristio
Optato, contra los delitos fiscales.
128
4
5
LACTANCIO
Madres
a la cruz; si a una pena menor, a los grilietes
de familia de origen libre y pertenecientes a la nobleza eran condenadas a trabajos forzosos en las factorias estatales2I5. Para las penas de flagelación se
tenían dispuestos cuatro postes hincados en el suelo,
en los cuales no se había acostumbrado a atar antes
ni siquiera a ningún esclavo 2L6.
¿Para qué hablar de su anfitearro privado217y de
sus restantes diversiones? Tenía un grupo de osos, que
214 Sobre los grilletes (compedes), cf. J. VERGOTE,«Les principaux modcs de supplice chez les Anciens et dans les textes
chrétiensn, Bulletin Znst. hist. belge de Rome 20 (1939), 141-163.
En un principio fueron empleados fundamentalmente con los
esclavos. Aquí indica, probablemente, la pena a realizar trabajos públicos (opus publicum), con lo que Lactancio enumera
las dos penas máximas a que podían ser sometidos. Posiblemente - c o m o sugiere J. MOREAU,
Lactance..., pág. 326, por el
cotejo con infra, 3 7-, dado que la cruz, el fuego, las fieras,
etcétera, eran simplemente penas sui generis y no modalidades
de ejecución de la pena de muerte, haya que suponer una disposición expresa de Galerio prescribiendo a los jueces la aplicación de este modo de suplicio. De todas estas penas estaban
legalmente exentos los honestiores.
215 Gynaecea: era una de las modalidades de las factorías
estatales implantadas por Diocleciano, en las que se hacían
tejidos de algodón, frente a los linyphea, en que se elaboraba
el lino (cf. Not. Dig. Oc. XII 26-27; A. W. PERSSON,Staat und
Manufaktur in Romischen Reiche, Lund, 1923, págs. 76 y sigs.;
A. H. M. Jonbs, The Later..., vol. 11, pág. 836). Lactancio lo
presenta aquí como el equivalente, para las mujeres, del opus
publicum de los hombres. Con los términos «de origen libre y
pertenecientcs a la nobleza» (ingenuae ac nobiles), Lactancio
agrupa las dos distinciones legales entonces existentes: junto
a la clásica de libres y esclavos, la más reciente de nobles y no
nobles, sinónima de honestiores y humiliores.
216 También los honestiores estaban exentos de la pena de
flagelación (fustes). Aquí parece indicar que a ésta se unía la
de descuartizamiento.
217 Lusorium: se trataba de un anfiteatro privado o lugar
de espectáculos que habría hecho construir seguramente en el
palacio; ya Domiciano construyó en su palacio del Palatino
por su fiereza y tamaño se parecían mucho a él, a los
que había ido seleccionando durante el tiempo que llevaba en el poder. Cuando tenía ganas de distraerse
hacía que lc trajesen uriu concreto designándolo por
su nombre218. Se le arrojaban personas no ya para
que las devorase, sino para que las fuese triturando
lentamente y a medida que los miembros del cuerpo
iban desapareciendo reía con gran satisfacción. Necesitaba siempre sangre humana antes de la última comida *19.
La pena para los que no eran noblesm consistía
en el fuego *l. Este suplicio lo había establecido por
vez primera2Z2 para los cristianos, dando normas para
que los condenados, tras haber sufrido la tortura, se
fuesen consumiendo en fuego lento223.Una vez atados,
se les ponía debajo de los pies una llama suave hasta
que la carne de las plantas se separaba de los huesos
por la acción del fuego. A continuación se aplicaban
-
un gran estadio, y estas construcciones eran frecuentes, se&
Plinio, en las grandes «villas» privadas de su época. De este
período se puede recordar el gran circo de Majencio en su
«villa» de la Vía Apia en las afueras de Roma.
218 AM. MARCEL.,XXIX 3, Y, reseña una afición muy seme
jante de Valentiniano 1. Sobre la afición de Heliogábalo a los
oios, cf. Schol. ad 1zm. I V 10. Estas aficiones alcanzaron gran
difusión en los últimos siglos del Imperio.
219 Lugar común de la retórica. Cf. J. DE DECXER,kuenalis
declamans, Gante, 1913, pág. 53.
2m Dignitatem non habentibus, es decir, los humiliores.
221 Cf. supra, n. 212.
m Primo ... perrniserat: no aceptamos la traducción de J.
Momu: «había en primer lugar hecho perfeccionan, basándose en 22, 1. La traducción literal es: d o había permitido
por vez primera., es decir, introducido en la legislación. (En
el mismo sentido, P. NANTIN, «Une édition...», pág. 898.) De ahí
nuestra traducción.
223 éste fue el suplicio sufrido por Pedro en Nicomedia a
comienzos de la persecución (ECSEB.,Hist. Ecles. VI11 6, 3) y
por Timoteo en Gaza ( E u s ~ . ,Mart. Pul. 3, 1.).
6
7
8
9
130
LACTANCIO
teas recién apagadas a todas las partes del cuerpo, de
manera que ninguna de éstas quedase intacta. De cuando en cuando les mojaban el rostro con agua f r í a y
les humedecían la boca a fin de que no se acelerase
la muerte al secárseles la garganta. Ésta sobrevenía al
fin cuando la acción del fuego penetraba hasta los órganos interiores tras haberse ido cociendo la piel durante una gran parte del día. Entonces se hacía una
hoguera para terminar de quemar los cuerpos ya quemados 2z4. Se recogían los huesos convertidos en polvo
y eran arrojados a los ríos o al marU5.
Estos suplicios que había exOtras muestras
perimentado empleándolos con
del mal gobierno
los cristianos, llevado por la fuerde Galerio
za de la costumbre ileg6 a aplicarlos a todo el mundo
Ninguna pena le parecía pequeña: ni el destierro en una
isla, ni la cárcel, ni los trabajos forzados en las minas;
por contra, el fuego, la cruz, las fieras eran para él
algo sencillo y cotidiano 227. A los servidores y a los
2 4 Juego de palabras muy del gusto de Lactancio. La descripción detallada de los suplicios es un lugar común de la
retórica antigua.
m Cf. supra, 15, 3.
226 Así, por ejemplo, durante la persecución fueron frecuentes las condenas a los gynaecea y los linyphea (Eusm., Vit.
Const. 2, 34, y supra, 21, 4). Galerio, pues, se habría limitado
a hacer extensibles a todos los delitos, en especial los fiscales,
penas pensadas en un principio sólo para los cristianos. El
hecho hay que explicarlo, más que por razones del carácter
personal de Galerio, como hace Lactancio, por la mecánica de
represión que se desata en todo régimen autoritario. El endurecimiento de las penas se acentúa a partir de Constantino
hasta el punto de que, como señala A. PIGANIOL,
L'Empire chrétien, 2." ed., París, 1972, pág. 454, «la legislación criminal del
siglo IV produce una impresión de horror; muchas leyes parecen dictadas por locos~.
m Lactancio expresa aquí con gran detalle este proceso de
funcionarios de palacio se les liquidaba con un golpe
de lanza. La decapitación con la espada en los casos
de pena de muerte228era un beneficio que se concedía a muy pocas personas, sólo a aquellas que se ganaban, como recompensa a los méritos contraídos,
una buena muerte 229.
Pero estos males fueron poca cosa en comparación 4
con estos otros: la elocuencia quedó extinguida, los
abogados 2" desaparccieron, los juriconsultos 231 fueron
desterrados o asesinados, la actividad literaria fue relegada entre las malas artes y los que la ejercían fueron aniquilados y execrados como si se tratase de enemigos públicos. Al suprimir las leyes, se concedió vía 5
libre a la arbitrariedad de los jueces en todos los
asuntos. Se envió a las provincias jueces militaresz3*
ignorantes de todo tipo de cultura y que, además, no
disponían de asesores 233.
endurecimiento en las penas y su extensión a estamentos sociales antes exentos; el proceso se irá desarrollando a lo largo
del siglo: con Valentiniano 1, ni siquiera los senadores quedarán eximidos de la tortura (Cod. l'eod. IX 35, 1 [369] y 3
13771).
In causa capitis animaduersio gladii: fórmula del lenguaje jurídico.
229 La muerte por lanza y por espada expresa una gradación, ya que la última era considerada más digna que la primera (cf. ULP., Dig. XLVIII 19, 8). La muerte por espada, pues,
era antes lo habitual y ahora, según Lactancio, lo excepcional.
230 Causidici: nombre popular de los aduocati (cf. QUINT.,
XII 1, 25).
231 Zuriconsulti: los abogados consultores.
232 Zudices militares: se trata de Los gobernadores de provincias. El término «militares» hace alusión, sin duda, a que
Galerio los elegía entre soldados de su confianza, lo que no
deja de contrastar con el hecho de que, a partir de Diocleciano,
los gobernadores perdieron sus competencias militares.
233 Adsessores: todos los gobernadores dis~oniande ellos
para asistirles en su labor jurísdiccional (Cod. h s t . 1 51, l).En estos dos últimos parágrafos Lactancio resalta que estos
132
23
2
LACTANCI O
Pero lo que en verdad provocó
una auténtica catástrofe pública
"lítica fiscal
y un duelo general fue el censo
de Galerio
que se impuso a todas las provincias y ciudades. Se enviaron a todas partes inspectoresZ3Jque todo lo removían provocando una especie dc estado de guerra y de cautividad
insufribles 236. LOS campos eran medidos t e r r ó n a temales son más graves por afectar, no a casos individuales, sino
a la estructura del Estado; pero, sobre todo, refleja su visión
de los hechos como rétor. Por otra parte, la contraposición
entre el emperador «bueno» y amigo de la cultura, y el «malo»
o bárbaro, enemigo de ella, fue un lugar común de la historiografía romana (cf. PLIN., Pan. Traj. 47, 1; T Á c , Agric. 2, 2, pasaje
que, según, J. MORFAU,Lactance ..., pág. 332, debía de tener presente Lactancio al redactar estas lmeas). Aunque Galerio pudo
distinguirse por su oposición a la actividad cultural, ningún
emperador de esta época se distinguió por su apego a eiia;
sobre la actitud semejante de Licinio, cf. AUR. VICT., 41, y Epit.
de Caes. 19. Una visión más favorable en este aspecto sobre
Diocleciano, Maximiano y Constancio, en O. S-,
Geschichte
des Untergangs ..., 1, págs. 30 y 453.
m Se trata de la renovación del censo llevado a cabo el
307, siguiendo una práctica quinquenal establecida por Diocleciano el 297 (cf. supra, 7, 3, e infru, 26, 2; IOAN.LYDUS,De Mag.
1 4 , confirma que el censo se realid en todo el Imperio). En la
ciudad gala de los eduos ya había sido completado el 311
(Paneg. VI11 5).
235 Cemitores: los funcionarios encargados de las primeras
tareas para la fijación de los censos quinquenales. Lo traducimos por «inspectores», a falta de un equivalente castellano,
pero hay que tener en cuenta que existía otro funcionario denominado inspector que era el encargado de recibir las quejas
referentes a las tareas llevadas a cabo por el censitor, que, a
su vez, habían sido revisadas por el peraequator (cf. A. DELEAGE, La capitation du Bus-Empire, Maqon, 1945, págs. 33-34;
A. CERATI, Curactdre annonaire et assiette de Z'impGt foncier
au Bus-Empire, Pans, 1975, pág. 114, n. 38). esta es. al menos,
la organización que se configura a lo largo del siglo IV.
236 LOS romanos consideraron siempre el pagar tributos
como un signo de sumisión y servidumbre. Este sentimiento se
r r ó n , l a s vides y los árboles contados uno a uno, s e
registraban l o s animales d e t o d o tipo, se a n o t a b a el
número de p e r s o n a s m ; se reunía en las ciudades a t o d a
la población rústica v urbana. las plazas, todas, rebosaban de familias a m o n t o n a d a s c o m o rebaños, c a d a
uno a c u d í a c o n s u s hiios v sus esclavosm. Resonaban
los látigos y d e m á s i n s t r u m e n t o s de t o r t u r a . Los h i j o s
acentuó cuando, al desaparecer, con la Constitutio Antoniniana
del 213, las diferencias entre ciudadanos y súbditos, se fueron
extendiendo a los primeros impuestos que s610 estos últimos
pagaban. Cf. TERTLL.,Apol. XTII 6 , e infra, 3 5 .
m Pese a lo retórico del lenquaje, aquí expone Lactancio
los tres apartados o cédulas que comprendia el impuesto único
que fue la capitatio de Diocleciano: ia capitatio humana, la
capitatio terrena o iugatio y la capitatio anirnaliurn (cf. W . SESTON, Dioclétien , págs. 277-278; A DELEAGE,
La capitation..., p 8
gina 186).
m Este pasaje, con su carga de retórica, resulta muy OScuro. Lactancio parece sugerir que se aplicó a la plebe urbana
el impuesto de la capitatio v. a este respecto se le ha relacionado con una constitución de Licinio v Constantino, del 313
(Cod. Teod XIII 10, 2J dirigida al gobernador de Licia y Panfilia, en la que se establece que al igual que ocurre en las
provincias orientales v tal como había establecido Diocleciano,
la plebe urbana esté inmune de la capitación. En consecuencia,
este texto de Lactancio serviría vara confirmar que Galerio
había suprimido la inmunidad concedida a la plebe urbana (cf.
A. PIGANIOL,
L'impGt de capitation soui le Bus-Empire romain,
ChambCry, 1916, pág. 26). Esto es dificilmente verificable ( A . aRATI, Caract&e annonaire , pág. 206) Posiblemente, Lactando
Únicamente alude a que no se libró del imvuesto la población
urbana que poseía bienes raíces fuera de la ciudad -asf, A. DELEAGE, La capitation , págs. 197-198, auien relaciona, a nuestro
parecer poco acertadamente. el pasaje de Lactancio con otro
de S O ~ ~ M (Hist
E N OEcles. V 4 ) oue indica Que los cristianos
de Cesarea de Capadocia fueron obli&os por J ~ ~ l i a nao pagar
los impuestos como en las aldeas-, o bien quiere indicar que
Diocleciano en el Este sólo había censado la poblacih rural,
y Galerio ahora incluvó también la urbana (A. H. M. JONES,
The Later , vol. 1, pág. 63; A. CERATIR
Cardct2re annonaire ,
página 311, n. 37).
134
LACTANCTO
eran colgados para que testificasen contra los padres,
los esclavos más fieles eran torturados para hacerlo
contra sus dueños y las esposas contra los maridos.
3 Si todo esto no daba resultado, eran torturados para
que testificasen contra sí y, cuando cedían al dolor, se
les incluían en el registro los bienes que no poseían.
4 No había exención ni para la edad, ni para la salud.
Se incluía a los enfermos e incapacitados, se calculaba
la edad de cada uno, a los niños se les añadían años
y a los viejos se les quitaban. El llanto y la tristeza se
s advertían por d0quier23~.Osó hacer, en contra de los
propios romanos y los que a ellos se encontraban sometidos, lo que a n t e s , e n virtud del derecho de g u e r r a ,
habían hecho nuestros mayores con los pueblos sometidos. Y ello, por la única razón de que sus antepasados habían sido sometidos al censo que Trajano, tras
su victoria, impuso a los dacios como castigo por sus
continuas revueltas 240.
m Lactancio describe aquí una serie de abusos que se cometían al establecer el censo v que están bien atestiguados en
otras fuentes del siglo m, por lo que no fueron exclusivos de
la época de Galerio. El testimonio de los hijos contra sus padres, de los esclavos contra SUS diiefios, etc., había sido prohibido por Diocleciano (Cod. Iust. 11 2. 3 ; IV 20, 6). Sobre estos
abusos, cf. A. CERATI,Caract&-e annonaire ..., págs. 327-328. Un
texto de ULPIANO
inserto en el Digesto (L. 15, 3) proporciona las
únicas cifras que poseemos sobre las condiciones de edad para
ser inscritos en el censo referidas a Siria: los hombres, entre
los catorce y sesenta y cinco años; las mujeres, entre los doce
y sesenta y cinco.
240 Este texto hace referencia al mismo hecho relatado, m6s
abajo, en 26, 2, es decir que Severo censó también a la población de Roma, lo que provocó la revuelta que llev6 al trono
a Majencio. El motivo no fue, naturalmente, el que Lactancio
aduce, el resentimiento por el tributo que su país de origen,
Dada, pagaba a Roma -Lactancia, seguramente, no lo inventa,
sino que se limita, posiblemente, a hacer suyos rumores populares que, en este sentido, correrían por Roma-, sino las exi-
El resultado de estas medidas f u e que habfa que a
pagar por la propia cabeza y por la propia vida241. Sin
embargo, no se tenía confianza en los mismos inspectores242,por lo que, tras unos, se enviaban otros en
la esperanza de que localizasen nuevos recursos imponibles; y para que no diese la impresión de que su misión había resultado vana, duplicaban sistemáticamente
las tasas a su libre antojo, aunque no encontrasen
nada nuevo.
Entretanto disminuía el número de animales y los 7
hombres morían, mas no se dejaba de pagar impuestos por los muertos: ni vivir, ni morir gratis 243 era posigencias presupuestarias. Por otra parte, Galerio con ello no
haría sino llevar a sus últimas consecuencias un proceso,
iniciado por Diocleciano, por el cual Italia y las ciudades que
disfrutaban del ius Ttalicum perdieron su antigua inmunidad.
En cualquier caso, el fracaso de la experiencia sirvió para que
no se intentase repetir (cf. A. H. M. JONES,The Zuter .., vol. 1,
páginas 63-65: E. FAURE,
«Italia Annonaria. Notes sur la fiscalité du Bas-Empire et son application dans les differentes r&
gions de I'Italien, Rev. Int. Dr. Antiq. 3, 11 [1%4], 157 y SS.). El
pasaje es una muestra más del romanismo de Lactancio, para
quien la supresión de la inmunidad de Roma es como un sacrilegio (cf. infra, 26, 2; 0 . SEECK,
Geschichte des Untergangs...,
1. pág. 77. Por otra parte, resulta imposible traducir al español
todo el contenido de la expresi6n de Lactancio que parece aludir a la condicih de subiecti y de captiui de quienes tienen
que pagar impuestos.
241 Post hoc pecuniae pro capitibus pendebantur et merces
pro uita dabatur: resulta imposible traducir al castellano este
sutil juego de palabras que intenta resaltar lo absurdo del
hecho; opone capita a uita y pecuniae a merces con una referencia al término t6cnico-fiscal caput. A. CERATI,Caract&e annonaire ..., pág. 329, n. 45, sugiere la traducción: eon payait 'pro
capitibus' et I'on devait ensuite acheter sa vien, o bien: con
devait le capital et on devait ensuite payer les intCr&tspour sa
viex
242 Censitores, cf. supra, n. 235.
243 Alude, seguramente, al hecho de que los cambios en los
factores que influían en la fijación de la capitación sdlo se
136
LACTANCIO
ble ya. Quedaban sólo los mendigos de los que nada
se podía reclamar: la indigencia y la desgracia los
8 protegía de cualquier atropello244.Al menos, este
hombre misericordioso se compadeció de ellos, de
suerte que no les faltase nada: mandó reunirlos a
todos, embarcarlos y arrojarlos al mar 245. ¡Qué humanitarismo el de este hombre que procuró que durante
9 su reinado no hubiese ningún p ~ b r e ~ ~
Deh !este modo,
al tomar medidas para que nadie eludiese el censo
simulando ser un mendigo, asesinó contra todo derecho a una muchedumbre de auténticos mendigos.
24
Entretanto, se acercaba el juiHuida de Constantino
Corte
de
Ga2erio
cio
de Dios sobre él, y el período
de
siguiente significó el inicio de SU
a la de su padre
Constancio. Muerte de decadencia y de su ruina. Aún no
2
éste y proclamación
había podido volcar su atención
de Constantino
en eliminar o bien expulsar del
poder a Constancio, ocupado como estaba en los asuntos que acabo de exponer. Además, esperaba la muerte
de éste, pero no creía que fuese a sobrevenir tan
pronto 2m.
registraban al hacerse la revisión del censo, cada cinco años
en esta 6poca. Ello podía dar lugar a abusos más o menos
«legales». En el siglo siguiente, Salviano denunciará el hecho
de que muchos pobres campesinos que se han visto desposeidos
de sus tierras continúan, sin embargo, pagando la capitación
(De gub. Dei V 8 , 42).
244 La mendicidad representará un grave problema social y
económico en el siglo rv y, posiblemente, la política fiscal fue
uno de los factores de no menor importancia en provocarlo.
El 382 el prefecto de Roma Valerio Sevcro tomará la medida
de constituir a los mendigos de Roma en colonos de quienes
los denunciasen, si eran libres, v en propiedad de ellos, si eran
esclavos (Cod. Teod. XIV 18, 1).
245 ES la única noticia que tenemos de estos hechos.
246 La ironía es manifiesta.
247 Cf. supra, 20, 1-2. Pese a las especulaciones de Lactancio,
Galerio no llegó a emprender acción alguna contra Constancio.
Constancio, gravemente enfermo, le había escrito
para que le enviase a su hijo Constantino, a quien ya
había reclamado anteriormente sin éxito 248. Pero nada
estaba más lejos de sus intenciones. En efecto, en
repetidas ocasiones había intentado acabar con el joven
mediante diversos ardides, porque no se atrevía a actuar abiertamente por miedo a provocar una guerra
civil y, lo que más temía, atraerse el odio de los soldadosz*. So pretexto de realizar ejercicios y juegos,
lo había expuesto a las fieras; pero en vano, pues la
mano de Dios lo protegía y lo libró de sus garras en el
momento crítico250. Sucedió que, no pudiendo negarse
3
4
5
248 Las diversas versiones de las fuentes sobre la huida de
Constantino desde la corte de Galerio a la de su padre se
pueden dividir, según J. MOREAU,
Luctance , págs. 336-338, en
dos grandes grupoi. Por un lado, los que lo atribuyen a razones «honrosas»: LACTANCI~
; Anon. Vales. 24 ; PRAXAGORAS
(JACon, 11, B. 3, núm. 219, pág. 948); ZONAR,XII 33, y EuSEB.,
Vit. Const. 1 20, 2. Mientras los dos primeros ponen en primer
plano la reclamación de su padre -son los únicos en mencionarla-, sin olvidar el hecho del peligro que su vida corría en
la corte de Galerio, los tres últimos ponen el acento sobre este
segundo aspecto. Por otro lado: AUR. VICT.,40, 2; Epit. de
Caes. 41, y Zbs., 11 8, que lo atribuyen a la ambición de Constantino por hacerse con el poder. Sobre las razones que puedan explicar las diferencias en el primer grupo de fuentes,
J. MOREAU,ibid., pág. 337. Respecto a la verdad histórica,
Moreau se inclina por aceptar la historicidad de la reclamación
por Constancio sin dejar de resaltar la ambición de Constantino.
La enemistad de Galerio hacia Constantino es reconocida por
todas las fuentes antiguas.
249 Constantino debía de tener en esta época cerca de veinticinco años, pese al término iuuenis que Lactancio le aplica;
sobre este tema, cf. A. H. M. ~ O N E S The
,
Roman Economy, Oxford. 1974. págs. 257-258, quien, sin embargo, no utiliza este
pasaje.
250 Fnbs~.,
Vit. Const. 11, pág. 421, Iíns. 20 y sigs. (ed. BIDEZ,
Byzantion X) narra esta anécdota con numerosos detalles. Cf.
también ZONAR.,XII 33; Anon. Vales. 2, 3 ; EUSEB.,Vit. Const.
1 20, 2.
6
7
por más tiempo a las continuas reclamaciones, a la
cafda del día le dio el permiso*' para partir, pero le
ordenó que no saliese hasta el dia siguiente por la
mafíana tras haber recibido instrucciones, bien fuese
con la intención de detenerlo con cualquier pretexto,
bien para poder enviar previamente una carta para que
lo detuviese Severom. Constantino, sospechando esto,
una vez que el emperador se había retirado a descansar tras la cena, huyó a toda prisa, al tiempo que
hacía matar todos los caballos de muchas de las postas2". Al día simiente el emperador lo hizo llamar,
tras haber prolongado su sueño intencionadamente
hasta el mediodía. Le dan la noticia de que habia salido inmediatamente después de la cena. Se indigna y
se pone furioso. Solicita los caballos de la posta para
hacerlo volver. Se le comunica aue las postas han
sido desmanteladas. Apenas podía retener las lágrimas.
251 Sigillum: se trata de un impreso o diploma con el sello
(sigillum) correspondiente. Aquí, quizá, el del prefecto del Pretorio, de quien, en Última instancia, a trav.3 de los gobernadore$, dependfa la posta imperial o cursus publicus. Éste era
un servicio de transporte estatal or~anizadoa lo largo y ancho
de todo el Imperio para lo cual, en las ciudades y en otros
determinados puntos a lo largo de las principales vías de COmunicación se hallaban establecidas mutationes, donde se h a d a
el relevo de los caballos (equi publici) v mansiones que contaban, ademds, con alojamiento. En teoría, sólo podfa ser utilizada por personas para servicios oficiales, para 10 que se les
concedia una autorización especial.
m Constantino, para poder nasar a la Galia, donde se encontraba su padre, debía Dasar aor territorios de Severo que
comprendían, aparte de Africa, Ttalia hasta el Danubio y PaHistoire , pág. 82.)
nonia ícf STE~N-P~LANQ~E,
253 Caballos: equi publici; postas: mansiones (cf. n. 251).
Este detalle de la muerte de los caballos es recogido tambikn
por AUR. VTCT,40 2: Epit. de Caes 41, 2, y Zbs., TI 8, 3. El
episodio debió de suceder a comienzos del 306 (cf. O. SECK,
Geschichte des Untergangs , 1, pQs. 45 y sigs.)
Entretanto Constantino, con increíble rapidez, lleg6
hasta su padre, que estaba ya moribundo ", quien, tras
encomendarle a los soldados, le entregó el poder M. De
este modo alcanzó el último descanso en su propio
lecho, tal como había deseado256.Una vez emperadorZs7,Constantino Augusto lo primero que hizo fue
devolver a los cristianos sus cultos y su Dios. Ésta fue
su primera medida de restauración de la santa religión 258.
8
9
254 Lactancio falsea los hechos para acentuar el dramatismo:
en realidad, según señala el Anon. Vales. 2, 4, Constantino alcanzó a su padre en Boulogne, cuando se disponía a cruzar el
canal, y participó con él en la campaña contra los pictos y
escotos en Gran Bretaña. Murió éstc, tras dichas campañas, en
York, el 25 de julio del 306. Cf. otras fuentes en J. MOREAU,
Lactance .., phg. 341.
255 Las fuentes insisten, bien en la trasmisi6n hereditaria
(EUSEB.,Vit. Const. 1 21: Paneg. VI 5 , 3: 8, 2-3), bien en su elección por el ejército (Anon. Vales. 2, 4 ; JUL., Orat. adu. Const. 1:
Z~S.,11 9, l ) , bien en ambos aspectos (Paneg., loc. cit.). La pn'mera versión se remontaría a la tradición oficial de la corte constantiniana tras la ruptura con Maximiano y el sistema tetrárquico (cf. W. SESTON,
«Recherches sur la chronologie du &gne
de Constantin le Grandn, Rev. Etud. Anc. 39 [1937], 207). Las
razones de las preferencias de los soldados por Constantino
frente a sus hermanastros, los hijos de su esposa legitima
Teodora, fueron la escasa edad de éstos (Z~S.,loc. cit.) y el
prestigio de que Constantino gozaba va entre los soldados (cf.
supra, 19, 1) reforzado por su actuación en la campafia de
Gran Bretaña. (Cf. F. PASCHOWD,
Zosime, pág. 81, n. 14, y p6gina 194.)
256 Lactancio resalta el hecho de que, como Único empe
rador no perseguidor, fue también el único tetrarca que tuvo
una muerte feliz (cf. también EUSEB.,Hist. Ecles. VI11 13, 12-13;
Vit. Const. 1 22, 2).
Parece normal que la aclamación del ejército a Constantino fue como Augusto, pese a la afirmación de Z~S.,11 9, 1,
v de Anon. Vales. 2, 4 ; pero. como Galerio no lo aceptó (cf.
infra, 25), se contentó con el título de César (Paneg. VI 5, 3).
258 Lactancio es el único autor que habla de una medida en
favor de los cristianos por parte de Constantino recit?n aasen-
140
25
2
LACTANCIO
Pocos días después le llevaron
a
e
s t a mala bestia259 una imagen
Galerio se ve
forzado a reconocer
d e Constantino c o n c o r o n a de laua Constantino
rel 260. Deliberó largo tiempo si
aceptarla o no. Poco f a l t ó para
que a r r o j a s e al fuego la imagen y al que la llevaba. Lo
h a b r í a hecho, s i n o l e hubiesen r e p r i m i d o s u golpe de
i r a algunos amigos advirtiéndole d e l peligro de que la
totalidad del ejército, c o n t r a c u y a voluntad habían
sido n o m b r a d o s Césares u n o s desconocidos, reconociese a Constantino y, caso d e que é s t e se presentase
a r m a d o , se pasasen i n m e d i a t a m e n t e a su bandom1.
3 Aceptó, pues, la imagen m u y a la fuerza y l e envió la
p ú r p u r a para s i m u l a r q u e lo h a b í a n asociado al Im4 perio e ~ p o n t á n e a r n e n t e ~
Todos
~ ~ . sus proyectos se hadido al poder. Ya vimos en la Introd., pág. 21, que, aunque tradicionalmente no se ha admitido la veracidad de la noticia, ello
es muy probable, de acuerdo con T. D. BARNES,~Lactantius
and Constantine» , págs. 43 y sigs.
259 Galerio: cf. supra.
260 Era la norma en tales casos; otra fue enviada también
a Roma «según lo acostumbrado), (Zbs., 11 9, 2). Normalmente,
las imágenes eran de cera o pintadas en tabla para ser facilmente transportadas (cf. H. KRUSE,astudien m r offiziellen Geltung des Kaiserbildes in romischen Reiche)), Studien zur Geschichte und Kultur des Altertums 19, 3 [Padeborn, 19341, 2325: 46-47: 49, n. 5).
261 La aceptación de la imagen equivalía al reconocimiento
de Constantino (H. KRUSE,op. cit., págs. 23-25), mientras que
su rechazo suponía, de hecho, una declaración de guerra. Sobre
la oposición del ejército a los nombramientos de los Cksares
y la popularidad de Constantino en el ejército, cf. supra, 19, 1.
La desconfianza de Galerio en su ejército tendrá su confirmación cuando sus soldados v los de Severo se nieguen a enfrentarse a Majencio (cf. infva, 26, 9 y 27, 4). Los papiros han confirmado la versión de Lactancio: tras una primera negativa,
Galerio se vio obligado, después, a reconocer a Constantino
(cf. T. D. BARNES,
~Lactantiusand Constantine))..., pág. 42, n. 149).
262 Sobre el significado e importancia del envfo de la púrpura, cf. supra, 19, 5.
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
141
bían venido abajo y ya no podía, como deseaba,
nombrar a otro emperador sin sobrepasar el número
preestablecido 263. Pero ideó entonces nombrar Augusto 5
a Severo, que era el de mayor edad2", y hacer a Constantino no emperador, como había sido proclamado,
sino César *65, junto con Maximino Daya, rebajándolo,
de este modo, desde el segundo al cuarto puesto.
Creía recompuesta ya de algún 26
Majencio es
modo
la situación, cuando de reproclamado emperador
pente le llegó otra noticia que lo
en Roma. Vuelta
de Marirniano al
llenó de terror: que su propio
poder y muerte
yerno, Majencio, había sido prode Severo
clamado emperador en Roma?&.
La causa de esta sedición fue la siguiente. Cuando de- 2
cidió devorar todo el orbe con la institución del censo,
llegó a la locura de no eximir de esta situación de
cautiverio ni siquiera al pueblo romano 267. Estaban ya
designados inspectores 268 para ser enviados a Roma a
inscribir en el registro a la plebe. Casi contemporá- 3
neamente había suprimido también el campamento de
263
Cf. supra, 20.
Cf. supra, 20, 4.
Sobre la equivalencia Zmperator-Augustus, cf. supra, 18, 4.
266 Sobre los lazos familiares de Galerio y Majencio, cf.
supra, 18, 9. La proclamación se produjo el 28 de octubre del
306 (cf. STEIN-PALANQUE,
Histoire ..., pág. 83). Majencio no tomó
de inmediato el título de Augusto, sino que en sus primeras
acuñaciones se contentó con el ambiguo de Princeps inuictus
(cf. J. MAURICE,
Nuinismatique Constantinienne, París, 1908-1912,
1, pág. 351; 0. SEECK,
Geschichte des Untergangs..., 1, págs. 82
y 484-485).
257 Cf. supra, 18, 5. Resulta imposible traducir al castellano
todo el contenido de un texto como éste. Lactancio juega con
el doble sentido del término inmunis: inmunidad de impuestos
e inmunidad del cautiverio que los impuestos representan (cf.
supra, n. 240).
268 Censitores: cf. supra, n. 235.
264
265
142
4
5
LACTANCIO
los pretorianos 16'. Así pues, los escasos soldados que
habían quedado en dicho campamento de Roma, en
cuanto tuvieron ocasión, mataron a algunos magistrad o y, ~en connivencia
~ ~ ~ con el pueblo, que se había
sublevado, revistieron con la púrpura a Majencio.
Galerio, cuando le llegó la noticia, se turbó un poco
por lo inesperado del hecho, pero no se aterrorizó
excesivamente L71. Odiaba a Majencio y, además, no era
posible nombrar tres CésaresL". Bastante era haber
tenido que pasar ya una vez por lo que no quería 273.
Hizo venir a Severo; le exhorta a recuperar el poder
y le envía con el ejército de Maximiano a Roma para
derrocar a Majencio en la idea de que estos soldados,
que estaban acostumbrados a vivir entre grandes placeres, desearían no sólo librar la ciudad, sino incluso
quedarse a vivir allí n4.
269 ES dificil establecer el valor histórico de esta noticia.
AUR. VICT., 39, 47, atribuye esta reducción de las tropas pretorianas a Diocleciano. Sin embargo, una inscripción recientemente hallada del 306 (Ann. Epigr. 32 [1961], 60, núm. 240) demuestra la persistencia aún, en este mismo año, de 10 cohortes
pretorianas. Posiblemente, como sugiere A. CHASTAGNOL,
«Deux
chevaliers de l'époque de la Tétrarquie-, Ancient Society 3
(1972), 226, lo que se hizo fue una reducción de los efectivos
de estas cohortes.
270 Uno de estos magistrados debió de ser, según a s . , 11
9, 3, d prefecto de la ciudad, Abelio. (Cf. A. CHASTAGNOL,
La
préfecture urbaine a Rome sous le Bus-Empire, París, 1960, páginas 29 y 58.)
271 La razón debió de ser que Majencio no contaba con más
tropas que las reducidas cohortes pretorianas. Obsérvese, por
otra parte, la contradicción entre lo ahora afirmado y lo dicho
al comienzo de este mismo capítulo.
272 Sobre la enemistad de Majencio y Galerio cf. supra, 18,
9. El nombramiento de un nuevo César habría supuesto la destrucción del sistema tetrárquico, que era el fundamento del
poder de Galerio.
273 E1 reconocimiento de Constantina.
274 Severo, que gobernaba los antiguos territorios de Maximiano Hercúleo, había hcrcdado de éste tambikn el ejkrcito.
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
143
Majencio, consciente de la gravedad de su acción, a
aunque sabía que podría atraerse los soldados de su
padre invocando el derecho de herencia, se daba cuenta también de que podría suceder que su suegro Galerio, previendo esta misma eventualidad, dejase a Severo en el Ilírico y acudiese él mismo en persona con
su propio ejércit; a asediarlo 27j. Por ello buscaba el
modo de hacer frente al peligro que le amenazaba.
Envía la púrpura a su padre, que desde su abdicación 7
al poder vivía en Campania, y le nombra Augusto por
segunda vez276. Éste, que era por naturaleza amante
de cambios, y había abdicado contra su voluntad277,
aceptó de buen grado 278. Severo, entretanto, sigue avan- s
zando y se presenta con su ejército ante los muros
de la ciudad de Roma. Los soldados, de improviso,
desertan y, con las enseñas al frente, se pasan a aquel
a quien habían venido a atacar 279. ¿Qué otra salida le 9
275 LOS razonamientos que Lactancio atribuye a Majencio
son perfectamente lógicos. El principio hereditario no jugaba
legalmente papel alguno en la Tetrarquía (cf. n. 174), pero su
influjo real no podía ser ignorado, principalmente, en el ejército, donde la fidelidad de los soldados a su jefe era fundamental.
276 Las fuentes divergen sobre el momento en que Majencio recurrió a su padre y sobre las circunstancias de la vuelta
de éste: según el Anon. Vales. 4, 10, la llamada se produjo tras
ser rechazado el ataque de Severo a Roma; según EUTR., X
12, 2, la iniciativa la habría tomado el mismo Maximiano; en
el mismo sentido, Zbs., 11 10, 2, quien señala que se dirigió directamente a Rávena a sitiar a Severo; sin embargo, según
Paneg. V I 10, 5, éste habría vuelto en privado a Roma y habría
tomado de nuevo la púrpura a instancias de la población (cf.
J. MOREAU,Lactance..., pág. 352). Mientras que las restantes
fuentes sitúan el retiro de Maximiano en Lucania, Lactancio es
el único en situarlo en Campania.
~ 7 7 Sobre la abdicación forzada de Maximiano, cf. supra,
18, 1.
S610 el Paneg. VI 11, 6 le atribuye una cierta reticencia.
279 Z~S.,
11 10, 1, atribuye la deserción a la acción del pre-
144
10
LACTANCIO
queda ya a éste sino la huida? Pero se aproximaba
ya Maximiano, tras recuperar el Imperio, por lo que
Severo ante su avance huyó a Kávena y se hizo fuerte
allí con unos pocos soldados 28". Al ver que lo que le
esperaba era caer en manos de Maximiano, se entregó
a él voluntariamente y, despojándose de su vestimenta
de púrpura, se la devolvió al mismo de quien la había
recibido. Con ello, lo único que logró fue una muerte
agradable, pues fue obligado a morir plácidamente
abriéndose las venas 281.
fecto del pretorio de Severo, Anulino y a la distribución de
dinero por Majencio. Según O. SEECK,Geschichte des Untergangs ..., 1, pág. 83, éste sería, seguramente, pariente del prefecto de la unidad del mismo nombre que ejercía el cargo
cuando los pretorianos se rebelaron y se pasaron a Majencio;
pero A. CHASTAGNOL,
Les Fastes de la préfecture de Rome au
Bas-Empire, París, 1962, pág. 47, sugiere que tal vez haya un
error en Zósimo y no se trate del prefecto del pretorio, sino
del de la ciudad, por lo que no habría más que un Anulino.
Sobre la deserción, ct. también Paneg. 1X 3, 4 ; Anon. Vales. 4, 9 ;
EUTR.,X 2, 4; EUSEB.,Vit. Const. 1 26; AUR. VICT., 40, 7.
280 La sugerencia de O. SEECK,
Geschichte des Untergangs ...,
1, pág. 85, de que fue Majencio quien acudió a sitiar a Severo
en Rávena se contradice con todas las fuentes citadas en la
nota anterior.
281 La rendición de Severo se produjo a finales del 306. Eiio
explicaría que renunciase a toda posible ayuda por parte de
Galerio, ya que el invierno bloquearía los accesos a Italia.
Sobre el lugar y fecha de su muerte, Lactancio se muestra,
quizá deliberadamente por falta de datos seguros, impreciso.
En efecto, los datos son contradictorios: según unas fuentes
habría sido asesinado en Rávena; según otras habría sido
trasladado a Roma y cncerrado cn la localidad cercana de Tres
Tabernae, en la Vía Apia, donde se le habría dado muerte. La
discusión puede verse en J. MOREAU,
Lactance ..., págs. 354-356,
quien se inclina por esta última versión, cuya mejor exposición
estaría recogida por el Anon. Vales. 4, 10, lo que especifica que el
asesinato se produjo al invadir Galerio Italia en el 307. Sin
embargo, F. PASCHOUD,
Zosime, pág. 196, ha revalorizado w n
nuevos datos la versión de Z ~ S I M O(11 10, 2), para quien se
Maximiano Hercúleo, como co- n
nocía la irascibilidad de Galerio,
comenzó a pensar que, cuando
éste se enterase de la muerte de
devastando
Severo, se encendería su cólera
territorio
y, rompiendo las hostilidades, se
presentaría con su ejército, engrosado quizá con el
de Maximino Daya, con lo que se duplicaría su fuerza, en cuyo caso no podría de ninguna manera hacerle
frente. Así pues, después de reforzar las defensas de
Roma y proveerla cuidadosamente de todo lo demás,
se dirige a la Galia para atraerse a su bando a Constantino ofreciéndole a su hija menor en matrimonio Za2.
Galerio invade
Italia. Deserción
de parte de su
ejército y retirada
-
habría producido cuando se dirigía de Rávena a Italia, a consecuencia de una emboscada de Majencio en la localidad de
Tres Tabernae de la Vía Flaminia. Pero ello cuadra mal con
la fecha del 16 de septiembre del 307, que el Cronógrafo del 354
(Chron. Min. 1, pág. 148) da de su muerte. Sobre lo inaceptable de la fecha de la rendición en el verano del 307 propuesta
por W. S E ~ T O N~Recherches sur la chronologie du d g n e de
Constantin le Grandn ..., págs. 197-218), cf. R. P. C. HANSON,
aThe
circunstantes attending the Death of Emperor Valerius Seve
rus in 306 or 307», Hermathema 118 (1974), 49-68, quien reivindica, en todos sus aspectos, la narración de Lactancio: la muerte
se habría producido en Rávena el 306.
282 La sucesibn cronológica de los hechos narrados en este
capítulo y en el siguiente es enormemente confusa, debido a
lo intrincado del juego político del momento y a las divergencias de las fuentes: Lactancio, por un lado, y Z~S.,11 10,
AUR. VICT., 40, 8-9, y ZONAR., XII 33, por otro. Frente a la postura tradicional de prestar mayor fe a Lactancio, W. S ~ T O N
(«La conférence de Carnuntum et le dies imperii de Liciniuss,
en Carnuiztina, ed. E. SWOBODA,Graz-Colonia, 1956, págs. 175186) ha intentado revalorizar la versión de Zósimo. Puede verse
un intento de reconsirucción en F. PASCHOUD,
Zosime, p l g s . 197198.-La hija de Maximiano era Fausta. Debía de contar con
nueve o diez años en este momento. Con este motivo, Maximiano concedió a Constantino el título de Augusto (Paneg. VI
1, 1 ) . La fecha se ha defendido tradicionalmente que fue en la
primavera del 307, más concretamente, el 31 de mano. Sin
2
3
Entretanto Galerio, tras haber reunido su ejército,
invade Italia y se acerca a la capital con la intención
de eliminar el Senado y masacrar su población 283. Pero
se encuentra con las puertas cerradas y las murallas
protegidas. No había posibilidad ninguna de tomarla
de improviso y el sitiarla le resultaba difícil, pues no
disponía de tropas suficientes para cercar toda la muralla: ocurría que jamás había visto Roma y creía que
no sería mucho mayor que las ciudades que conocía 284.
Entonces algunas legiones, por aversión al crimen que
suponía que el yerno atacase a su suegro y que soldados
romanos luchasen contra Roma, se pasaron al bando
embargo, recientemente, J. LAFAURIE, «Dies Imperii Constantini Augusti...», págs. 795-806, ha defendido la del 25 de diciembre, fecha en que se celebraba también la del nacimiento del
Sol, a cuya devoción mostró Constantino gran apego. La tesis
es sumamente sugerente, pues la coincidencia en una misma
fecha del nacimiento del Sol y el nacimiento de Constantino
- e s decir, su proclamación como Augusto, el dies nataíisexplicaría bien el éxito que tuvo el establecer en esta misma
fecha el nacimiento de Cristo, que siempre se ha considerado
que fue exclusivamente para reemplazar el culto solar. Sin
embargo, esta nueva fecha no ha encontrado total apoyo. T. D.
BARNES,~Lactantius and Constantine»..., pág. 41, n. 143, para
quien lo único seguro es que el matrimonio y la investidura
fueron simultáneos y que el 25 de julio del 307 Constantino
era aún César, se inclina por finales del verano o del otoño
del 307. Lactancia ignora la investidura de Constantino por
Maximiano y la posterior negativa de Ccnstantino a reconocer
las decisiones que se tomarán en la conferencia de Carnuntum,
por las que era relegado de nuevo a la condición de César.
283 Estas intenciones y amenazas son típicas en la literatura
de los malos emperadores, enemigos del pueblo y el Senado de
Roma. Sobre la fecha, los autores modernos se inclinan, bien
por abril, bien por el verano del 307.
284 Esta consideración evoca los famosos versos de VIRGILIO,
Bucól. 1 19-21. Las murallas de Roma tenían una longitud de
casi 19 kilómetros, mucho mayor que las de cualquier otra
ciudad de la época. Sólo posteriormente Constantinopla podrá
compararse a ella en tamaño.
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
147
opuesto con sus enseñas 2a5. Los restantes soldados es- 4
taban ya dudando hacer lo mismo, cuando Galerio, doblegado su orgullo y con el ánimo abatido, temeroso
de sufrir el mismo final que Severo, se arrojó a los
pies de sus soldados suplicándoles que no le entregasen
al enemigo. Logró, por fin, doblegar su ánimo con ingentes promesas y ordenó la retirada emprendiendo,
trémulo, una veloz huida en la que hubiera podido ser
aniquilado fácilmente, si alguien hubiese intentado
perseguirle con unos pocos soldados a6. Temiendo esta 5
eventualidad, dio licencia a los soldados para que,
dispersándose lo más posible, destruyesen y sometiesen todo a pillaje para privar de medios de subsistencia a quien intentase perseguirle. Así pues, fueron 6
devastadas las regiones de Italia donde cayó este esc u a d r ó n t a n d e s t r u c t o r c o m o la peste: todo fue sometido a saqueo, las mujeres se vieron deshonradas, las
vírgenes violadas, los padres y los esposos torturados,
283 Según Atzon. Vales. 3 , 7, el motivo de la deserción habrían
sido «las promesas» de Majencio a los soldados, que desde
E. GROAG,«Maxentius», en PAULY-WISSOWA,
Realencyclopiidie ..., XIV, col. 2432, se han interpretado siempre como promesas de dinero sin tener en cuenta la razón moral aducida
por Lactancia. Esta última ha sido recientemente revalorizada
por D. DE DECKER,
«La politique religieuse de Maxence...r>, páginas 530-531, de acuerdo con su interpretación del carácter cristiano de Majencio.
286 El hecho de que Majencio no intentase aniquilar a Galerio ha resultado extraño también a los modernos que han intentado explicarlo por diferentes razones. 0. SEECK,Geschichte
des Untergangs..., 1, pág. 89, lo ha achacado a la molicie y
falta de espíritu militar que tradicionalmente se ha atribuido
a Majencio. Para GROAG,
art. cit., col. 2433, se debería al respeto
que éste tenía aún hacia Galerio. J. MOREALT,
Lactance ..., página 360, lo atribuye a la desconfianza de Majencio en sus
tropas recién reclutadas y de orígenes diversos. Según Z~S.,11
10, Maximiano habría intentado convcncer a Constantino a atacar a Galerio en esta coyuntura y eliminar de paso tarnbibn a
Majencio, pero sin conseguirlo.
148
7
8
28
LACTANCIO
a fin de que entregasen sus hijas, sus esposas y sus
bienesZa7.Como si de un país bárbaro se tratase, se
hizo botín del ganado y de los animales de carga.
De este modo, el que antes era emperador romano,
convertido ahora en devastador de Italia, retornó a
sus territorios tras haber asolado todo, como si se
tratase de territorio enemigo. Y no era de extrañar,
pues en otro tiempo, cuando recibió el título de emperador, se había declarado enemigo del nombre romano cuya denominación había querido cambiar, de
modo que el Imperio no se llamara ya Romano, sino
Dacisco ZB.
Tras la puesta en fuga de éste,
Maniobra fa'2ida de el otro Maximiano (el Hercúleo)
Maximiano Hercúieo
retornó de la Galia y ejercía el
contra su hijo
poder en común con su hijo. Sin
Majencio
embargo, gozaba de mayor autoridad el joven que el anciano, puesto que el hijo disfrutaba de mayor antigüedad y de mayor poder, aparte
287 Como señala J. MOREAU,
Lactance ..., pág. 360, esta táctica
de atierra quemada*, más que tener como objetivo impedir la
persecución. debió de ser una consecuencia de la indisciplina
del ejército y de las promesas que Galerio se había visto obligado a hacerle. Lactancio, como de costumbre, no pierde ocasión para denigrar la figura de Galerio excusando a los soldados.
288 Estos pasajes son una muestra más del profundo romanismo de Lactancio y de la aversión que, a los viejos romanos, producían ciertas actitudes de los emperadores abárbarosm
de la época y el nacionalismo dacio de Galerio (cf. supra, 23,
5): la contraposición romanismo-barbarie será uno de los lugares comunes de la literatura dcl siglo IV. Es posible que esta
acusación se base en un intento real de Galerio; cien años
después y en otro contexto histórico, OROSIO (VI1 43, 4 SS.)
atribuirá a AtaúIfo la idea fugaz de convertir la Rornania en
Gotia. El término dac cisco^ tiene aquí un sentido peyorativo
e intenta marcar las diferencias con el término oficial al)hcico~
que muchos emperadores llevaron como acognomenn.
de que era 61 quien había devuelto el poder a su padre2a9. El anciano no soportaba de buen grado el no 2
poder hacer lo que quería, por lo que envidiaba a su
hijo con una rivalidad pueril. Por ello, pensaba en la
manera de eliminar al joven, para reivindicar sus derechosm, cosa que consideraba fácil porque tenia a
su disposición el ejército que había desertado de Severo291. Con este fin convocó al pueblo y a los soldados, 3
como si se tratase de una asamblea para tratar sobre
los males presentes de1 Estadom. Tras hablar largamente de éstos, señaló con su mano a su hijo y, acusándole de ser el origen de todos los males y el causante de todas las desgracias por las que pasaba el
Estado, arrancó la púrpura de sus hombros293. Éste, 4
una vez despojado, se arroió desde la tribuna y fue
recogido por los soldados. El impío anciano se aterró
al ver la ira y el clamor del ejercito y fue expulsado
289 El hecho debía de resultar confuso para todos. La preeminencia se basaba en la antieedad de la proclamación (cf. supra,
n. 170); sin embargo, tanto Maximiano como Diocleciano no
habian perdido su condición de Augustos con la abdicación (cf.
supra. 18, 3). Pero, frente a estas realidades jurídicas, parecía
imponerse el hecho de que era Maiencio quien había vuelto a
nombrar Augusto a su padre (cf. supra, 26, 7).
290 La condici6n de primer Augusto.
291 Este estaba compuesto, en su mayor parte, por antiguos
soldados suyos (cf supra, 26, 5).
m Posiblemente, los derivados de la devastacidn de Italia
Geschichte
por Galerio. No es probable. como suqieren 0. SEECK,
des Untergangs , 1. pág. 100, v J. M~REAU,
Zactance..., pág. 363,
que se tratase también del inicio de la temile hambre que
asoló a Roma por causa de la secesión de Africa a cargo de
Lucio Domicio Aleiandro. va aue Csta no debió de producirse
sino a raíz de la ruptura entre Majencio v su padre (cf. STEINPALA-, Histoire ..., pág. 85).
m Sinónimo de la deposición como ~mperador.Cf. supra,
19, 5 . Cf. tambiCn Paneg. VI1 14, 6 ; IX 3 4 ; Em., X 3, 1 S S . ;
Anon. Vales. 8 ; Zbs., TI 11; ZONAR.,
XIT 33.
150
LACTANCIO
de la ciudad de Roma como un segundo Tarquinio el
Soberbio 294.
29
Volvió de nuevo a la Galia,
Coniura
donde permaneció algún tiemde Maximiano
HercUleocontra
po295,tras lo cual acudió a la
Constantino
Corte de Galerio, el enemigo de
su hijo. El pretexto era tratar
con él la manera de recomponer el Estado, pero su
verdadera intención era asesinarlo fingiendo la reconciliación, para así apoderarse del poder en el territorio de éste, ya que se había visto en todas partes pri2 vado dcl suyo. Se encontraba allí presente en aquellos
momentos Diocles, a quien su yerno había hecho venir
a fin de hacer, en su presencia, lo que antes no había
hecho: proclamar emperador a Licinio en sustitución
de Severo. Así se hizo en presencia de ambos. La consecuencia fue que hubo seis emperadores al mismo
3
Al ver frustrados sus planes por estas me294 Mientras que Majencio debía de contar de antemano con
la adhesión de los soldados pretorianos y del pueblo que le
había elevado al poder, Maximiano debía de confiar en la fidelidad de sus antiguos soldados, pero las circunstancias habfan
cambiado, y, como señala Zbs., 11 11, Majencio se los había
XII 33, Maximiaatraído con regalos y súplicas. Según ZONAR.,
no, para salvar la vida, se vio obligado a fingir que su intento
había sido Únicamente sondear la disposición del ejercito hacia
su hijo. El hccho debió de succder en abril dcl 308, pues a partir
del 20 de abril Majencio se nombró a qí mismo, junto con su
hijo Rómulo, cónsul fcf. DEGRASSI,
I fasti consuIari , pág. 78:
G ~ o n c ,nMaxentiuin, avt c i t , col 2437: J MORPAU, Lactance
páginas 364-365).
m Constantino había seguido siempre una política de gran
habilidad, tratando de no romper formalmente con ninguno de
sus colegas y oponidndose a las incitaciones de Maximiano para
que atacase a Galerio y a Maiencio, pero sin romper tampoco
con su suegro; por ello, éste, al romper con su hijo, no tiene
más recurso que acudir a refugiarse junto a su yerno.
2% Esta reunión fue la cklebre conferencia de Carnunturn,
en Panonia, que tuvo lugar el 11 de noviembre del 308. La ini-
.
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
1.51
didas, el anciano Maximiano se dispuso a huir por terciativa de la conferencia c o m ó a carao, como seflala bien Lactancio, de Gaierio, que quiso recurrir al prestigio y la influencia del viejo Diocleciano para recomponer d e nuevo la
Tetrarqufa. En ella, Diocleciano se negó a tomar d e nuevo el
poder y se obligó a Maximiano a renunciar. Al mismo tiempo
se declaró a Maiencio «enemigo públicon y se decidió nombrar
Augusto a Licinio. Sin embargo, este nombramiento no se hizo
efectivo de inmediato, como tradicionalmente se ha pensado y
parece dar a entender Lactancio. Según ha demostrado W. SESTON, &a conference de Carnuntum », págs. 175-186, a la eiección d e Licinio siguieron tina3 negociaciones entre Licinio y
Maximino Daya, tras las cuales se prodiijo la proclamación.
Seston se ha basado en una interpretacih de este pasaje de
Lactancio diferente de la tradicional, que es la que nosotros
hemos adoptado: la frase «lo a u e antes no había hechom n o
se referiría a que Maximiano habfa proclamado Agusto a Severo sin la presencia de Diocleciano sino a que aantesn n o s e
habfa proclamado emverador a Licinio, sino simplemente elegido, y es ahora cuando se le proclama. Este aantesn serfa la
conferencia de Carnuntum, aue Seston sitúa en noviembre del
307, y su proclamación, que se produciría en otofio del 308;
con ello, Seston intenta reivhdicar el testimonio de Zbs., TI 10,
que sitúa la conferencia antes de la captura de Severo y, al
tiempo, aunque no lo dice expresamente, hacer compatible la
Crónica de Aleiandría, que sitúa la conferencia el 11 de noviembre del 307, e Hidacio, que lo hace el 308. J. LAFAURTE,
«Dies Tmperii...s. ha aceptado este intervalo entre la elecci6n
y la proclamación de Licinio. pero no con la cronologfa de
Seston: mantiene la fecha tradicional de la conferencia d e Carnuntum (11 noviembre 308). pero la proclamación n o se produciría sino entre el 10 v el 31 de diciembre del mismo afio. La
exposición de Lactancio es la más coherente de las conservadas frente a la citada de Zósimo v AUR. VICT., 40, 8-9: ZONAR.,
XII 33, y Epit. de Caes. 39, 6 -Evidentemente, el objetivo del
viaie de Maximiano no era el asesinato de Galerio. Lactando
recoge aquí una versión claramente hostil a Maximian0.-Es
difícil decidir quiénes son estos seis emperadores a que Lactancio se refiere: podría tratarse de Diocleciano, Maximiano,
Galeirio, Licinio, Maximino Daya v Constantino o bien de
Galerio, Licinio, Maximirm Dava, Constantino, Majencio y Maximiano, que sólo abdicará poco después; cf. J. MOREAU,Lactancie . , págs. 367-368.
152
4
LACTANCIO
cera vez297.Retornó a la Galia con su mente repleta
de criminales maquinaciones, a saber, acabar mediante
una conjura con el emperador Constantino, que era,
a un tiempo, yerno suyo e hijo de su yerno298.Para
conseguir engañarlo, depuso la púrpura regia 299.
El pueblo de los francos estaba entonces en guerra.
Persuade a Constantino, que nada sospechaba, para
que no lleve consigo a todo el ejército, pues con unos
pocos soldados podría someter a los bárbaros. Su objetivo era poder disponer él de un ejército propio y
m Tertiam auoaua
moliebatur: el Colbertinus dice
.frwam
pugnam, corregido por fugarn por Balusius, rectificación que
aceptamos: se trata de la tercera estancia dc Maximiano en la
~ a G aen la corte de Constantino (cf. Paneg. VI1 14, 6). S610
Lactancio menciona las tres. J. Moreau, que acepta la corrección
de Balusius en el texto, sigue al Colbertinus en el comentario.
2% La expresidn no es del todo exacta: Constantino era,
efectivamente, yerno de Maximiano, pues se había casado con
su hija Fausta el año anterior (cf. supra, 27, 11, pero no hijo
de un yerno de éste; la esposa de Constancio Cloro, Teodora,
que era hijastra de Maximiano, no fue la madre de Constantino, sino s610 madrastra.
m Parece aue Lactancio deforma también aquí los hechos.
Posiblemente, Maximiano fue encargado por los conferenciantes
de Carnuntum de convencer a Constantino a que renunciase al
título de Augusto v volviese a tomar el de César, a fin de llevar
a cabo el plan previsto cn la conferencia para restaurar la
Tetrarquía: la constitiici6n d e dos únicos Augustos (Galerio y
Licinio) y dos únicos Césares (Constantino y Maximino Day).-Para ello, Maximiano debía dar el primer paso renunciando a su condición de Augusto v volviendo a la vida privada. Es posible también que Constantino, para no crearse
mavores problemas con los otros tetrarcas, si bien no aceptó
renunciar a su condición de Au~usto.dejase de reconocer como
tal a Maximiano obligándole a deponer la púrpura (en estas
fechas hizo cesar en su territorio la emisión de monedas a
nombre de Maximiano +f. J. MAURICE,
Numismatique Constantinienne, 1, L X I I , 386 y 392-, pero siguió tratándolo con deferencia (Paneg. VI1 15, 1).
A
que Constantino fuese derrotado por la escasez de tropas. El joven Constantino confió en él, en cuanto viejo
y experimentado, y le obedeció como a suegro que era.
Salió, pues, deiando el grueso del e j é r c i t o . Éste dejó
transcurrir unos días y, cuando calculó que Constantino
ya se encontraba en territorio bárbaro, asume de improviso la púrpura, se apodera del tesoro y, como es
norma en estas circunstancias, hace generosas distribuciones de dinero. Inventa contra Constantino calumnias que pronto se volvieron contra sí mismo m.
Rápidamente le fueron comunicados los hechos a
éste. Retorna con su ejército con extraordinaria celeridad. Maximiano se ve copido por sorpresa sin haber
terminado sus preparativos, y los soldados se pasan
de nuevo a su legítimo emoerador. Entretanto, aquél
había logrado tomar Marsella v había cerrado las puertas de la murallam1. El emperador se aproxima a la
El relato de Lactancio debe de ser cierto en lo esencial
v ha sido reconstruido por C . JULLTAN.Histoire de la Gaule,
VII, págs. 103 y sigs. 0. S ~ C KGeschichte
,
des Untergangs..., 1,
páginas 105-110, y E. GALLETTER,«La mort de Maximien d'apds
le Panégyrique de 310 et la visión de Constantin a u temple
d'A~ollon»,Rev. Étud. Anc. 52 (1950), 288-299, a quienes sigue
J. MOREAU,
Lactance ..., págs. 369-370. La campafía de Constantino no debía de revestir la importancia que Lactancia l e
atribuye, sino que debía de tratarse, fundamentalmente, de la
construcción de un puente sobre el Rin en Colonia (Paneg.
VI1 13-14). Constantino había infligido va una dura derrota
a los francos el 306 (EUSEB.,Vit. Const. 1 25). La separación de
ambos debió de producirse en Tréveris; desde aquí Constantino
se dirigió a Colonia y Maximiano a Arlés, donde tomó por
tercera vez la púrpura. Sobre las liberzlidades y maquinaciones de Maximiano para atraerse el ejército con este motivo;
cf. Paneg. VI1 16, 1 y ss.
301 La rapidez de la marcha de Constantino e s descrita
con todo detalle por el vanesirista del 310 (Paneg. VI1 18). El
ejército se embarcó en Chalon v descendió el Saona y el R6dano. La razón del traslado de Maximiano de Arlés a Marsella
fue porque sólo pudo atraerse una parte del ejército de Cons-
5
6
7
154
8
LACTANCIO
ciudad y se dirige a Maximiano, que estaba en pie
sobre el muro, en tonos ni duros ni hostiles; antes
bien, le pregunta qué es lo que dcscaba, qué echaba
de menos, por qué hacía lo que era impropio de 151
más que de nadiem. Este, por contra, lanzaba maldiciones desde la muralla 303. Entonces se abren de pronto
las puertas de la ciudad a sus espaldas y se da acogida
a los soldad os^. Es llevado ante el emperador el emperador rebelde, el padre impío, el suegro pérfidom.
Se le reprochan los crímenes que había cometido306,
se le desvoia de la púrpura v, tras increparle su conducta. se le perdona la vida".
tantino debido a la rapide7 de la acción de éste -Lactancia
deforma aquí parcialmente los hechos; cf. Paneg. VI1 20, 2v, como señala EITTR,X 3, 2. para, caso de fracasar, embarcarse nimbo a Ttalia v refugiarse junto a su hijo (cf tambi6n
E p i t . de Caes 40, 5).
3 2 Escenificación de las negociaciones que siguieron a u n
primer intento fallido de Constantino de tomar al asalto la
ciudad y que Lactancio silencia (cf Paneg. VI1 19-20).
303 Lactancio intenta resaltar las conductas contrapuestas
de ambos personajes.
304 Eufemismo Que oculta, seguramente, la traicidn de algunos soldados de Maximiano.
30s Antítesis muv del giisto de Lactancio Sobre estos calificativos, cf. supra, 28, 4.
m Azrdit scelera quae fecit el sujeto es Maximiano, no
Constantino, como opina T Moreau, quien traduce: «Constantino escucha la enumeración de sus crímenes., Quizá se trate
de una errata.
m Esta descripción recuerda, muy de cerca, la de 28, 3-4:
allí es el hiio quien le despoia: aquí. el yerno. Pero, mientras
allí Lactancio silencia deliberadamente la actitud de Majencio,
aquí resalta la clemencia de Constantino frente a la maldad
de Maximiano En parecidos términos se expresa el Panegirista del 310 (Paneg. VI1 20, 2-3).
De este modo, privado de la JO
dignidad
inherente a su condición
Nueva conjura
fallida y muerte de
de emperador y de suegro, no
Manirniano Reynireo
pudiendo soportar esta hurnillación g envalentonado porque tras
la primera tentativa había quedado impune, comenzó
a maquinar de nuevo otras insidiasm. Llama a su 2
hija Fausta y, entre súplicas y lisonjas, trata de inducirla a traicionar a su marido. Le promete casarla con
otra persona de mayor rango g le pide que haga que
la habitación donde duermen quede abierta v que actúe
de modo que la vigilancia se relaje. Ella le promete 3
hacerlo así, pero inmediatamente se lo comunica a su
esposo. Se prepara una estratagema a fin de que el
crimen quede al descubierto: el emperador se hace
suplantar por un despreciable eunuco para que éste
muera en vez de él -.
308 Como resalta J. MOREAU,Lactance , pág. 373, Lactancio
es la única fuente que habla de dos complots sucesivos: el
pronunciamiento de Arlés v Marsella y una posterior tentativa
de asesinato; las restantes sólo mencionan, bien uno, bien otro.
Pero el hecho de que Eusw, en Hist. Ectes. VI11 13, 15, cuya
primera redacción es anterior al 313, hable del intento de asesinato, y con él Zósimo y las principales fuentes latinas, demuestra que la historia de éste se remonta a fechas muy próximas
a los sucesos; seguramente, según T. D BARNES,~Lactantius
and Constantine~ , pág. 42, a la guerra de Constantino contra
Majencio, antes de la póstuma rehabilitación de Maximiano
por Constantino (cf. infra, n. 397).
309 También otros autores (Z~S.,11 11 ; OROS., VI1 28, 10;
EUTR.,X 3) hacen intervenir a Fausta, pero es Lactancio el
iinico que intenta demostrar su inocencia, de lo que parece deducirse que las otras fuentes derivan de versiones posteriores
al 326, en que ésta fue condenada a muerte por el propio Constantino. La noticia de Z6s. (ibid.), que hace morir a Maximiano
en Tarso, se debe a una conf~~sión
con Maximino Daya (cf.
infra, 49).
156
LACTANCIO
Maximiano se levanta a media noche y ve que todo
está preparado para su atentado. Los guardas que
habia eran pocos y, además, estaban lejos. Les dice
que habia tenido un sueño y que quiere contárselo a
su hijo. Penetra con las armas en la mano y, tras
matar al espadón, comienza a dar saltos de alegría
s enor~ulleciéndosede lo que había hecho. De repente
aparece Constantino en la parte opuesta de la habitación con un pelotón de gente armada. Es sacado de
la habitación el cadáver de la víctima. El homicida,
cogido «in fragantim, se queda inmóvil v mudo de estupefacción, cual si fuese duro pedernal o un bloque de
mármol de Marpesia 31°. Se le echa en cara su sacrílego
crimen 311. Por Último, se le concede la facultad de elegir el tipo de muerte, y de una alta viga cuelga el Iazo
de su fea muerte312.
6
Así fue como éste, el más grande quizá de los emperadores romanos, quien, cosa que no sucedía desde
hacía mucho tiempo, habia Ilepado a celebrar el aniversario de los veinte años de reinado revestido de una
inmensa gloria, c o r t a d o y quebrado s u c u e l l o altivo,
terminó su detestable vida con una muerte vergonzosa
e ignominiosa 313.
4
VIRG.,En. VI 471.
La narración parece u n cuento de las Mil y una noches.
La inspiración quizá provenga del intento de asesinato de Tolomeo IV Filopátor por el iudio Dositeo, en III Macabeos 1,
2-3, y del de Artajerjes IT Mnemón, en m.,Artajerjes 29. La
prolijidad de detalles está destinada a hacer verosímil la narración (cf. J. MOREAU,
Lactance ..., págs. 374-375).
312 VIRG.,En. X I I 603.
313 Este final recuerda el que el mismo Lactancio a t n i u y e
a Severo (supra, 26, 10). También en este caso, como en a q u d ,
las divergencias de las fuentes son abundantes. Lactancio, al
señalar que se le dio libertad para elegir el tipo de muerte,
sigue un término medio entre los que la atribuyen a suicidio
y los que hablan de suplicio (cf. referencias en J. MOREAU,
310
311
Después de esto, Dios, venga- 31
dor de su religión y de su pueblo,
puso SUS OJOS en el otro Maximiano (Galerio), responsable de
la nefanda persecución, para mostrar también a costa suya el poder de su majestad 314. Ya pensaba éste también en la 2
celebración de sus Vicennales 315. Y, del mismo modo
que tiempo atrás había torturado a las provincias con
indicciones de oro y plata, para poder hacer frente a
sus compromisos, de nuevo abatió su hacha con motivo de las Vicennales 316. ¿Quién sería capaz de narrar 3
Nuevos abusos
fiscales de Galerio
para recaudar fondos
con vistas a la
de sus
Vicennales
Lactance ..., págs. 375-376). La versión dc Lactancio y la del
suicidio debieron de surgir, sin duda, cuaiido Majencio responsabilizó a Constantino de la muerte de su padre (infra, 43,
4; a s . , 11 14, 1). La fecha debió de ser enero del 310 y el lugar, Marsella. Lactancio resalta aquí la importancia del reinado
de Maximiano, a costa del más importante sin duda, del de
Diocleciano, para poner más de relieve la humillación de su
muerte. Desde Caracalla, efectivamente, ningún emperador había
llegado a los veinte años de reinado hasta que Diocleciano y
Maximiano celebraron sus Vicennales el 305. El que Lactancio
no se recree en la descripción morbosa de esta muerte, como
hará con la de los otros perseguidores, se debe, sin duda, a
que Constantino estaba comprometido en ella.
314 Lactancio parece insinuar el papel de Constantino como
ejecutor de la venganza divina. Aquí vuelve de nuevo a la narración de los acontecimientos de Oriente, interrumpida en el
cap. 26, para exponer los de Occidente.
315 Lactancio atribuye una preocupación constante a Galerio
por la celebración de sus Vicennales (cf. supra, 20, 4). Aunque
]a obsesión de Galerio por conmemorar esta fecha podía ser
real, debido al afán de emular a sus piedecesores Diocleciano
y Maximiano, Lactancio lo resalta seguramente para poner de
relieve la venganza divina, ya que murió poco antes de poderlas
celebrar (cf. infra, 9 6, y 25). Sobre la importancia de las Vicennales en la obra de Lactancio, véase K. C. GUINACH,aThe
Vicennatia in Lactantius~,Clas. Jour. 28 (1933), 449 y SS.
316 Lactancio vuelve ahora sobre el mismo tema, ya desarrollado en el cap. 23, de los abusos de todo tipo cometidos con
158
4
LACTANCIO
apropiadamente las vejaciones a que sometió a toda
la humanidad con esta exacción, sobre todo en lo referente a las prestaciones para la annona317? Los soldados, yo diría más bien verdugos, de iodos los negociados 31%e adherían como lapas a cada contribuyente.
No se sabía qué pagar en primer lugar, pues no había
conmiseración ninguna para los que no tenían nada.
Había que soportar múltiples torturas, a no ser que
se hiciese entrega al instante de lo que no se poseía.
Nadie podía respirar tranquilo rodcado como se estaba
de numerosos inspectores j19; en ninguna época del año
se podía disfrutar del más mínimo descanso. Los mismos altos funcionarios o bien sus agentes militares
se mantenían en pugna, una y otra vez, con los mismotivo de las recauaaciones de impuestos y los sufrimientos
inferidos con ese motivo a la población, con una retórica y
complacencia casi morbosas. Seguramente, aquí se trata de
una indicción extraordinaria con motivo, como el mismo Lactancio señala, de recaudar recursos para los gastos que iba a
acarrear la celebración de sus Vicennales, consistentes, sobre
todo, en juegos y distribuciones de dinero al ejército y a la
población de la capital.
317 Exactio rei annonariae: se trata de prestaciones en especie que eran el complemento de las prestaciones en dinero a
que alude en el parágrafo anterior (sindicciones de oro y plata»). A partir del siglo 111 la mayor parte de los impuestos
pasaron a ser recaudados en especie, hasta el punto de que la
annona -que, en un principio, era sólo la parte del impuesto
recaudada en productos para hacer frente a las necesidades del
abastecimiento del ejército y de Roma- pasó a absorber la
mayor parte dc los impuestos. Ello dio lugar a amplios abusos
por parte de la administración.
318 El término «soldados» (milites) está usado aquí, seguramente, en sentido peyorativo y está justificado por el carácter
militar que adquirieron, a partir de Diocleciano, los funcionarios de la administración (cf. supra, n. 109); sobre los negociados (officia), cf. supra, n. 52.
319 Custodibus: Lactancia quiere resaltar con este tdrmino
la idea de que los agentes del fisco eran celosos guardianes de
los recursos de éste,
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
159
mos contribuyentes 320. No había ninguna era que no
viese aparecer un exactor, ni ninguna vendimia sin su
correspondiente inspector; a los que trabajaban no se
les dejaba nada para su aliinentacivri. Mas, aunque
resulte intolerable que a uno le quiten de la boca el
alimento que ha co&eguido con su trabajo, se puede
soportar, sin embargo, cuando se tiene la esperanza
de disponer de otros bienes. Pero, 'qué decir del ves- s
tido de cualquier tipo, del oro, de la plata? ¿Acaso esto
no se consigue con la venta de los productos de la
tierra? Pero, ¿de dónde lo voy a sacar, oh tirano demente, si tú me privas de toda mi cosecha, si me arrebatas violentamente todo lo que mi tierra produce?321.
¿Quiénhubo que no fuese despojado de sus bienes en 6
el intento de reunir todas las riquezas de que disponía
320 La frase es difícilmente traducible (frequens super isdem
hominibus ve1 ipsis iudicibus ve1 militibus iudicurn pugna).
Lactancio quiere reflejar la idea de que se trataba de una verdadera guerra entre los contribuyentes y los agentes del ñsco.
Sobre la distinción entre los funcionarios civiles y militares
(iudices-milites), cf. n. 52.
321 Tenemos aquí una prueba de la pervivencia de la economía monetaria y de mercado, frente a las frecuentes y exageradas afirmaciones de un retorno a una economía cerrada y de
autosubsistencia tras la crisis del siglo 111: el campesino vende
los productos de sus tierras, que le proporcionan unos ingresos monetarios (oro y plata), para adquirir otros productos
en el mercado, el vestido entre ellos. Al mismo tiempo puede
apreciarse la primitivista concepción de la economía que tiene
Lactancio, y que fue predominante en la antigüedad, que veía
en la tierra la única fuente dc riqueza. Creemos, por otra parte,
inconsistente la interpretación que J. G. P BORLEFFS,«An scripserit Lactantius libellum qui est de Mort. Persec.~, Mnemosyne, n . s., 58 (1893), 250-251, hace de este pasaje. Tampoco coincidimos con J. MOREAU,Lactance ..., pág. 379, en su refutación
de Borleffs, al relacionar este pasaje con el Q 2, en el sentido
de que Lactancio hace referencia a la imposibilidad de comerciar por la desaparición del numerario a causa de las requisiciones de oro y plata.
160
LACTANCIO
su Imperio para sufragar una conmemoración 322 que
no se habría de celebrar?
32
iviaxiínino Daya se irritó por
Insubordinación
el
nombramiento de Licinio como
de Marirnino Daya.
Galerio se ve obligado w~peradory ya no se sentía saa reconocerle a él
tiskecho ni con el título de César,
y
Constantino
ni con ocupar el tercer lugar 323.
como Augustos
En consecuencia, Galerio le en2
vía emisarios una y otra vez pidiéndole que se mantenga bajo su obediencia, que respete su ordenamiento, que ceda a la edad y que preste el honor debido a
3 las canas de su cabello. Pero él acrecienta su arrogancia basándose en el derecho de antigüedad: dado que
había recibido antes la púrpura, debía tener la preeminencia sobre Licinio. Desdeñó, pues, sus súplicas y sus
4 órdenes. La bestia se duele con mugidos de que, habiendo hecho César a un personaje oscuro con el objetivo de que
se le mantuviese sumiso, éste, olvidándose
del favor recibido, se resistía impíamente324
a sus
s deseos y a sus súplicas 325. Doblegado por su contuLas Vicennales.
Tras el inicio de la política fiscal de Galerio, Lactancio
vuelve a la narración de los acontecimientos de Oriente iniciada en el 5 1 del capítulo anterior, comenzando por las divergencias entre Galerio y su César, Maximino Daya, hechura
suya. Estos sucesos hacen referencia a las disposiciones de la
conferencia de Carnuntum. A la irritación de Maximino alude
también EUSEB.,
Hist. Ecles. VI11 13, 15, quien, al igual que
Lactancio, ignora el hecho de que fue Constantino el principal
responsable de las disposiciones allí tomadas (cf. infra, n. 326).
324 El carácter sagrado que revestían las relaciones entre
los tetrarcas (cf. supra, 7, 2) explica lo apropiado de este término.
325 Maximino, jurídicamente, tenía toda la razón en sus reclamaciones, ya que Licinio fue hecho Augusto sin haber sido
previamente César y conculcando sus derechos y los de Constantino (sobre los principios que regían el orden' de prelación
en la Tetrarquía, cf. supra, n. 170). Ante ello, Galeno recurre
322
323
macia, suprime el título de César y se da a sí mismo
y a Licinio el de Augustos y a Maximino y a Constantino el de hijos de los Augustos. Después de esto,
Maximinu le escribió coiriuriicandole que, en una asamblea recientemente celebrada, el ejército le había proclamado Augusto. Recibió la noticia con tristeza y
dolor, y ordenó que los cuatro recibiesen el título de
emperador 326.
-
-
-
a razonamientos morales. Las razones por las que, en Carnuntum, se antepuso a Licinio sobre Maximino las desconocemos;
la explicación de Lactancio en 20, 3, cn base a la amistad entre
ambos - e n el mismo sentido, Zbs., 11 11, 1; EUTR.,
X 4, 1; XUR
V ~ c r . , 40, 8-, parece una interpretación a posteriori de los
hechos. El relegamiento de Maximino extraña más, porque suponía el quebrarilamiento de los principios de la Tetrarquía a
cuya reconstitución obedeció la conferencia de Carnuntum y
en cuyo cumplimiento basó Galerio toda su política. La suspensión de la persecución por parte de Maximino en sus territorios entre el 25 de julio y el 13 de noviembre del 309, según
señala EUSEB.,Mari. Pal. X 1 , ha sido interpretada por P. ORa,
en H. GRÉGOIREy otros, Les persécutions dans I'empire
romain, en Memor. Acad. Koyal d e Belgique, 46, 1, 1951, páginas 131-133, y J. MORFAU,Lactance ..., pág. 381, como una muestra de protesta, ya que la persecución era un elemento esencial
en la poiítica tetrárquica.
326 Ello suponía el hundimiento de la Tetrarquía. El hecho
debió de suceder el 310, pues el 1 de enero del 311 Maximino
aparece, en calidad de imperator, como cónsul junto con Galerio (cf. W. LIEBENAM,
Fasti consulares Imperii Romani von
30 v. Chr. bis 565 n. Chr., Bonn, 1910, pág. 33; E p i f . de Caes. 40,
18).-Lactancio, al igual que EUSEB.,Hist. Ecles. VI11 13, 15,
hacen tendenciosamente de Maximino Daya el único responsable del fracaso de las disposiciones tomadas en Carnuntum.
Sin contar con que estas medidas nacieran destinadas al fracaso por la arbitrariedad del nombramiento de Licinio, la historiografia moderna es unánime en reconocer que fue Constantino su principal infractor, pues, a diferencia de Maximino,
en ningún momento se resignó a aceptar la simple condición
de César (cf. STEIN-PALANQUE,
Histoire ..., págs. 86-87). Toda la
política de Constantino, sobre todo a partir del 310, refleja
claramente aversión hacia los principios de la Tetrarquía (cf.
LACTANCI O
2
3
4
Cuando estaba cumpliendo su
décimoctavo año en el poder ",
En*ermedad
Dios le hirió con una enfermedad
de Galerio
incurable. Se le produce una Úlcera maligna en la parte inferior
de los genitales que se va extendiendo. Los médicos
cortan, limpian328.Pero, cuando estaba ya cicatrizando, se abre de nuevo la herida y, al romperse la vena,
se produce una pérdida de sangre que le pone en peligro de muerte. Sin embargo, aunque con dificultad, se
corta la hemorragia. Se renueva totalmente la cura.
Por fin, logra cicatrizar. De nuevo se vuelve a abrir la
herida por causa de un leve movimiento del cuerpo
y pierde más sangre aún que en la primera ocasión.
Su tez palidece y, al irse consumiendo sus fuerzas, se
va debilitando, pero se logra cortar, por ñn, el río de
sangre. La herida comienza a no responder a la medicación: la Úlcera comienza a invadir las partes del cuerpo adyacentes y cuanto más se la corta, más se expande; cuanto más la curan, más crece. Cejaron los
DECKER,«La politique religieuse...», pág. 546; S. CALDECostantino e il cattolicismo, Florencia, 1962, pág. 167).El título de .hijo de los Augustos~no fue sino una compo
nenda de significado meramente formal, pues los Césares, en
cuanto tales, eran ya hijos dc los Augustos, pero debió de
servir para contentar momentáneamente a M a x i m i n ~ , si es
acertado relacionar el reinicio de su política de persecución en
noviembre del 309 con la concesión del título, en cuyo caso la
medida habría que fecharla en el otoño de ese año (cf. P. ORGELC, en H. GRÉGoIRE, Les persécutiorzs ..., pág. 132).
327 Entre el 1 de marzo del 310 y el 1 de marzo del 311.
328 La descripción de Lactancio, con su carga de retórica y
su desconocimiento de la medicina y lo lacónico de las restantes fuentes no permite identificar con seguridad el tipo de enfermedad; posiblemente se trata de un cáncer (cf. A. G I U ~ ,
.La malattia dell'imperatore Galerio nel raconto di Lattanziom,
Bilychnis 32 [19281, 86 SS.).
D.
DE
RONE,
nzuestros en el urte de curar, Quirón, Filírides y Melampo Amitaonio 329.
Se hace venir de todas partes a médicos famosos,
pero la mano humana no consigue nada. Se recurre a 5
los ídolos: se hacen súplicas a Apolo y Asclepio pidiendo la curación jjO.Apolo indica el remedio, pero el
mal empeora. La muerte no estaba lejos, pues se había a
apoderado ya de toda la parte inferior del cuerpo. Las
entrañas se manifiestan al exterior putrefactas y toda
la parte afectada se convierte en una podredumbre.
No desisten los infelices médicos en intentar la curación del mal, aunque sin esperanzas de vencerlo 331. Re- 7
chazado de la superficie por los medicamentos, penetra y afecta toda la parte interna criando gusanos. El
olor se expande no sólo por el Palacio, sino también
por toda la ciudad. Cosa nada extraña, ya que salían
mezcladas las heces y la orina. Los gusanos lo van 8
devorando y todo el cuerpo se le va descomponiendo
entre dolores insoportables. Eleva a los astros horrendos alaridos, cual los mugidos que da e2 toro herido
cuando huye del altar 332.
Se aplicaban a la parte que supuraba carnes de 9
animales cocidas y aún calientes, a fin de que el calor
expeliese a los gusanos. Una vez eliminados éstos, se
329
VIRG.,Geórg. 111 549-550.
Ambos eran los principales dioses de la medicina.
EUSEB.,Hist. Ecles. VI11 16, 5, añade que los médicos
que acudían a curarle eran degollados paulatinamente, bien por
no poder soportar el hedor, bien por resultar incapaces de
curarle. RuF., Hist. Ecles. VI11 18, señala que uno de estos
médicos, antes de morir, le indicó que su enfermedad era un
castigo divino e imposible de curar para los hombres. OROS.,
VI1 28, 13, que se sirve, seguramente, de esta versión que hace
Rufino de la Historia de Eusebio, añade que fueron estas palabras lo que le impulsó a Galerio a dictar el Edicto poniendo
término a las persecuciones (cf. infua).
332 VIRG., En. 11 222-224.
330
331
164
LACTANCIO
reproducían de nuevo, en número mayor que antes,
en forma de enjambre innumerable, al ser engendrados
por la Lecundidad que proporcionaba la descomposiio ciGn de las entrañas p ~ t r e f a c t a s ~ ~
Laj . infección, al
extenderse por las distintas partes del cuerpo, las
hacía irreconocibles. Toda la parte superior del cuerpo
hasta la úlcera se había secado, pues la piel, de una lividez que daba pena, se acumulaba en arrugas en los
espacios comprendidos entre los huesos; por el contrario, en la parte inferior estaba hinchada a modo de
odres, hasta el punto de que la forma de los pies r e
sultaba irreconocible.
Esta situaciún se prolongó s i . interrupción durante
ii
un año, hasta que hnalmente, doblegado por el mal,
se vio forzado a hacer confesión de Dios. En los intervalos entre uno y otro ataque de dolor declara su intención de restituir el templo de Dios y reparar convenientemente su crimen3j4. Ya en trance de muerte
publicó un Edicto en estos términos 335:
333 OROS.,VI1 28, 12, añade el detaiie repugnante de que los
gusanos eran expelidos por la boca.
334 ES claro que la enfermedad de Galerio se prestaba fácilmente a una interpretación «cristianas y que fue ella, posiblemente, la que provocó principalmente la interpretación apologética de la que parte el De rnariibus. Por el contrario, los
autores paganos (AUR VICT., 40, 9 ; Epit. de Caes 40, 4; Anon.
Vales. 3, 8; Us.,
11 11) se limitan a constatar su muerte por
una enfermedad repugnante. La acentuación de los dolores les
sirve, a Lactancio y a los escritores cristianos posteriores, para
explicar el hecho de que Galerio pusiera ñn a la persecución
como una medida personal, sin tener en cuenta las condiciones
sociales y políticas reales que aparccen claras en el texto del
Edicto. Habría sido, además, una medida forzada por el dolor
y la muerte irremediable, y de ahí la ausencia de todo mdrito
por parte de Galerio. Por otra partc, la descripción de Lactancio se inspira en un modelo literario, que se había ido formando
en la tradición judeo-cristiana, de enfermedad misteriosa e incurable que afectaba a los perseguidores del cristianismo y cuyo
Texto del
Edicto de Tolerancia
de Galedo
«Entre las r e s t a n t e s disposicio- 34
nes que hemos tomado mirando
siempre por el bien y el interés
del Estado. Nos h e m o s procura-
do, con e1 intento de amoldar
todo a las leyes tradicionales v a las normas de los
romanos, que también los cristianos aue habían abandonado la reliyieión de sus padres retornasen a los buenos prop6sitosm. En efecto. por motivos que descoprimer ejemplo y punto de partida es la enfermedad y muerte
de Antfoco iV Epífanes en el Libro I I de los Macabeos. Este
modelo de enfermedad, que P. ALLARD, La persécution de Dioclktien, II, París, 1900. pág. 152, denomina «el mal de los perseguidores,, consta. según este mismo aiitor, de cuatro elementos
fundamentales: 1.0, la enfermedad; 2.". el castigo divino: 3.". el
reconocimiento de la culpa por el paciente, con la consiguiente
petici6n de perd6n: 4.", la iniitilidad de su arrepentimiento.
m El Edicto se ha conservado tambien en EUSEB.,Rkt.
Ecles. VI11 17, y en Rufino, que lo traduce de Eusebio al latín.
Eusebio conserva el preámbulo con las titulaturas de Galerio,
Constantino y Licinio. La de éste s610 aparece en los manuscritos A T E R , aue recopen las primeras ediciones, pues en la
última fue suunmida por la damnatio memoriae a que Eusebio
sometió a Licinio tras su muerte el 324. Tampoco Maxirnino
Daya aparece en Eusebio. pues su nombre fue suprimido ya en
la primera edición tras la rescissin actorum de Cste en el 313.
Asimismo, Eusebio suprime deliberadamente el número de
poderes trihunicios de Constaatino: sobre ello, cf. J. R. K m FING, ~ T h eEdict of Galerius (311 A. D.) reconsidered,, Rev.
Betge de Phil. et Rist. 1 (1922). 693-705, v W. SESTON,
aRecherches sur la chronolopie de Constantin le Grandn ..., págs. 197-218.
Los autores de estas medidas habfan sido los miembros
de la primera Tetrarqufa, de los que s61o Galerio sobrevivía
ya, y cuyo inspirador v res~onsablehahfa sido, naturalmente,
Diocleciano. &.te hacia referencia siempre en su ledslaci6n al
derecho tradicional romano ononi€ndolo. especialmente, a las
costumbres riegas tcf. R. TAIJBENSCHLAG,
<Das romische Recht
zur Zeit Diocletiansn, Rull. Internat. de IDAcad.PoZon. des S&ces et des Leitres r19253, 142-144). Con todo, no creemos, como
quiere J. R. K ~ N G «The
,
Edict of Galerius ...m, pág. 698, n. 1,
a quien sigue J. MOREAU,
úictance ..., pág. 388, que esta frase
2
166
3
4
LACTANCIO
nocemos se habían apoderado de ellos una contumacia
y una insensatez taIes3", que ya no seguían las costumbres de los antiguos, costumbres que quizá sus
mismos antepasados habían establecido por vez primera33, sino que se dictaban a sí mismos, de acuerdo
únicamente con su libre arbitrio y sus propios deseos,
las leyes que debían observar y se atraían a gentes de
todo tipo y de los más diversos lugares. Tras emanar
nosotros la disposición de que volviesen a las creencias de los antiguos, muchos accedieron por las amenazas, otros muchos por las torturas. Mas, como muchos han perseverado en su propósito y hemos
constatado que ni prestan a los dioses el culto y la
veneración debidos, ni pueden honrar tampoco al Dios
de los cristianos 3'9, en virtud de nuestra benevolísima clemencia y de nuestra habitual costumbre de
conceder a todos el perdón, hemos creído oportuno
extenderles también a ellos nuestra muy manifiesta
indulgencia, de modo que puedan nuevamente ser cristianos y puedan reconstruir siis lu-ares de culto340,con
resuma el programa de reformas políticas, sociales, económicas
y religiosas de Diocleciano: la política de éste, tanto como
conservadora, fue reformadora y revolucionaria (cf., en general,
G . BRAVO,Coyuntura sociopolítica...).
337 Esta frase desapareció en la última edición de Eusebio.
La razón no debió de ser otra que el hecho de que Constantino
Eusebius
fue uno de los autores del Edicto (cf. E. SCHWARTZ,
Werke, 11 3, Leipzig, 1900, pág. L I ; J. MOREAU,
Lactance ..., página 390).
338 Estas acostumbress deben de hacer referencia a los cultos
oficiales y demás formas por las que se regía la vida pSiblica
y privada de los romanos; no obstante ello, han dado lugar a
diferentes interpretaciones, que resume J. Momu, Lactance ...,
página 391.
339 Por las dificultades que para ello les ofrecía la persecucibn; no se trata, pues, de la acusación de ateísmo que
tantas veces se había hecho contra ellos.
340 Conuenticula: «lugares de culto o reunión,, al igual que
SOBRE J,A MlJERTE DE LOS PERSEGUIDORES
167
la condición de que no hagan nada contrario al orden
establecidoN1. Mediante otra circular indicaremos a s
los gobernadores la conducta a seguirw. Así pues, en
correspondencia a nuestra indulgencia, deberán orar
a su Dios por nuestra salud, por la del Estado y por
la suya propia, a fin de que el Estado permanezca incólume en todo su territorio y ellos puedan vivir seguros en sus hogares» 343.
Este Edicto es hecho público 35
en
Nicomedia el 30 de abril, sienPublicacidn
del Edicto v muerte do cónsules 61 por Octava y Maxide ~ a i e r i o
mino Dava por sewnda vez. En- 2
tonces se abrieron las prisiones,
oh Donato carfsimo, y tú, con otros confesores, alcanzaste la Iibertad, tras haber constituido la cárcel tu
morada durante seis años 344. Sin embargo, no por esto 3
alcanzó de Dios el perdón de su crimen, sino que,
unos pocos días despuCs, tras haber entregado y con~ ~ ~ ya
, los
fiado a Licinio su esposa y su h i i ~ cuando
en 15, 7. No puede, por tanto, aceptarse la interpretacih de
A. Vansco DELGADO,
Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica,
11, Madrid, 1973, pág. 548, n. 162, en base a traducir10 por aasambleas» o ureunionesa.
341 El cristianismo, como religi6n «extranjera», s610 es tolerado a condicidn de no perturbar el orden ptíblico u ofender
las buenas costumbres (cf. referencias en J. MOREAU,Lactance..., pág. 394).
342 Estas circulares que desarrollaban el decreto no Ilegaron, seguramente, a salir por la muerte del emperador.
3 3 Estas plegarias debían de ser el sustituto de los vota
publica en favor de los tetrarcas que peribdicamente renovaban los paganos. Por otra parte, va antes los cristianos oraban
por el emperador, como señala ARNOBIO,
Ad. nat. VI1 36: se&n
M. GOGUEL,
La naissance du christianisme, París, 1946, se trataba
de una costumbre judía.
m Cf. supra, 16.
345 Valeria (cf. supra, 15, 1) v Candidiano (20, 4). A pesar de
todo, Licinio les hara matar (cf. infra, 50 y 51).
168
LACTANCIO
miembros de todo su cuerpo se descomponían, murió
4 consumido por la horrenda putrefacci6nm. El hecho
fue conocido en Nicomedia a mediados del mismo mes
de mayoH7,siendo así que sus Vicennalcs debían celebrarse el primero de marzo del año siguiente.
36
Maximino, al recibir la noticia,
Tratado de paz
organizó
postas a lo largo del itientre Licinio
nerario desde Oriente y acudió a
y Marirnino Daya.
Este reanuda la
toda prisa con el fin de ocupar
persecucidn contra
12s provincias y. ganando la a c los cristianos
ción a Licinio, reivindicar para
si todo el territorio hasta el estrecho del ~ 6 s f o i o ~ ~ 8 .
En cuanto lleg6 a Bitinia, suprimió el censo, en medio
de la mayor alegría general, con el fin de atraerse de
momento el favor de la provincia 3 9 .
Según OROS., VI1 28, 13 se quit4 la vida al n o poder
soportar los dolores; error debido seguramente a una confusibn
con Maximino Daya (cf. infra, 49).
347 La cronología de estos años sigue siendo aún altamente
confusa; en cualquier caso, la fecha del Edicto debió de ser
el 310. Cf. M. R. CATAUDFLLA,«La datta dell'editto di Serdica e
i Vicennatia di Galerios, Riv. di Ctdt. Class. e Medioev. 10 (1968),
269-286, quien opina que la frase: «que debfan celebrarse el
primero de marzo del año siguiente,, (Kalendis Martiis irnpendentibus), es una glosa errónoea.
348 Maximino debía de encontrarse entonces en Tarso o
Antioquía. El retraso can que llegó Licinio debió de obedecer a
la necesidad de reunir sus tropas, que en su mayor parte estaban repartidas a lo largo de la frontera danubiana, por lo que
resulta poco fundada la acuiacihn de pereza que a Licinio hace
W. H. C. FREND, Martydom and Persecution in the Early Church,
Oxford, 1965, pág. 533, n. 246. La ocupación de la parte oriental
de los estrechos era esencial para Maximino, si queda retener
la parte asiática del Imperio. La marcha con el eiCrcito debid
de durar siete u ocho semanas (cf. H. V. J. LAWLOR,Eusebiana,
Oxford, 1912, págs. 211 y SS. y 235 y SS.).
?M La provincia de Bitinia abarcaba la regi6n noroeste de
Asia Menor, es decir, la zona de los estrechos. Esta noticia h a
provocado una amplia polémica a favor y en contra de la
Entre ambos emperadores surgió la discordia y z
casi se lleg6 a la guerra. Cada uno dominaba armado
una de las partes de la costa, pero, al fin, se establece
entre ambos la paz y la amistad mediante determinadas cláusulas. En medio del estrecho se firma el
acuerdo y se dan la mano 35O.
Maximino se retiró tranauilo y comenzó a mostrar- 3
se tal como se había mostrado antes en Siria y en
Egipto 351.SU primera medida fue suprimir el indulto
a 10s cristianos que habia sido concedido por el decreto común3", tras haber amañado. con el fin de aparentar que hacía, coaccionado v a la fuerza, aquello
que deseaba hacer espontáneamente, legaciones de
teoría de O. SEECK,
Geschichte des Untergnngs, 1. pág. 114, quien
fecha esta medida el primero de iunio del 311 y la identifica con
la del Cod. Teod. XIII 10 2 , indebidarnentc datada el primero
de iunio del 313 y atribuida a Constantino: según ello, el texto
de Lactancio sólo haría alusión a la plebe urbana a la que
Galerio había sometido también al censo. Un estudio reciente
de la discusión puede verse en H. CASTRITIUS,
Studien zu Maxirninus Daia. Kallmünz. 1969, págs. 9 y s ~ .
350 Este acuerdo fue sólo temvoral v por él se llegó a un
statu quo por el que a Maximino se le reconocía como primer
Augusto v Licinio se contentaba con el dominio de los Balcanes; el mismo Constantino reconoció los hechos (cf. infra,
44, 11; STEIN-P~LANQUE,
Histoire . , pág. 88).
351 E s decir, siguió en sus nuevos territorios (Asia Menor)
la política que, antes de la muerte de Galerio, había seguido en
su demarcación. Qué política era Psta, !o indica a continuaci6n
Lactancia.
3 9 E l Edicto de Toleranciri de Galerio, lo que confirma que
había sido firmado también por Maximino (cf. supra, n. 335).
Sin embargo, Maximino no había publicado el Edicto en Oriente,
sino que lo dio a conocer de palabra (EUSEB.,Hist. Ecles. IX
1, 1). El reinicio de la persecución se produio antes de que
transcurriesen seis meses del Edicto de Tolerancia (ibid., IX
2), por tanto en octubre o noviembre del 311. La primera medida fue la prohibición a los cristianos de reunirse en los cementerios (EUSER.,
ihid.). Cf. G . S . R. THOMAS,
~MaximinDaya's
Policy .n, pigs. 178-179.
170
4
LACTANCIO
ciudades que solicitaban que no se permitiese a los
cristianos reconstruir sus lugares de culto dentro de
sus ciudades 353.
Así pues, accediendo a estas peticiones, estableció
una nueva costumbre, consistente en la instauración
de un sacerdote supremo en cada una de las ciudades,
elegido entre los notables de éstas. Su misión debía
consistir en ofrecer diariamente sacrificios a todos los
dioses de la ciudad y procurar, con el apoyo de los
3 9 Estos hechos están expuestos con gran detalle en E u ~ . ,
Hist. Ecles. IX 2 v 4. Primeramente hizo que los antioquenos,
mediante el maqistrado Teotecno, le solicitasen la expulsi6n de
10s cristianos de la ciudad, a lo que siguieron las peticiones
de otras muchas ciudades estimuladas por los gobernadores
de las provincias. Previamente, va a su llegada a Nicomedia,
había recibido una petición en el mismo sentido, que rechazó
(ibid., IX 9 a 4). A. H. M. JONES,Constantine and the Conversion o f Ettrope, Londres, 1948. pág. 72, y The Later ..., vol. 1,
página 73, afirma sin fundamento que accedió a ello. Maximino,
a raíz de esto. enviá rescrintos a las ciudades estableciendo
las normas a seguir, rescriptos que eran expuestos al piiblico
en tablas de bronce (EUSEB.,Hist. Ecles. IX 7, 1). El propio
EUS~IO
(ibid., IX 3-14) ha conservado el enviado a la ciudad
de Tiro, y en una inscripción de Arikanda (Or.Gr. Inscrip. 569)
ha sobrevivido la petición hecha por la asamblea provincial
de Licia 57 Panfilia (cf. H. GRÉGOTRE,Recueil des inscriptions
precgzle.5 chretiennes d'Asie Mineure, 1, París, 1922, núm. 282).
Estas peticiones eran, seguramente, más espontáneas de lo que
dan a entender Lactancia
Eusebio, pues habfa aún muchos
paganos que tratarían así de halagar al emperador (cf. H. GRI%
GOIRE. «L1énigme de Tahtaa. Chronique d1Egypte 29 C19401, 121).
Los rescriptos, de acuerdo con las peticiones de las ciudades,
se limitaban. como indican J4act?ncio v EUSEB.,Hist. Ecles. IX
9a. 4 v 11. a la exnulsión de los cristianos y a la prohibici6n
dc sus rciinioncs v la construcciones de lugares de culto. Como
ha resaltado G. S. R. THOMAS.
~MaximinDava's Policy and the
Edicts of Toleratiom, Z'Antiq. C2as.s. 37 (1968), pág. 179, Maximino simiió en esta nueva persecución una polftica muy pnidente. para no contravenir el Edicto de Sérdica y atraerse las
hostilidades de Licinio. Con todo, hubo algunos nuevos mártires.
viejos sacerdotes, que los cristianos no pudiesen edificar lugares de culto ni reunirse, tanto en público
como en privado3". Además, podían detenerlos legalmente y obligarles a ofrecer sacrificios. o bien, entregarlos a los magistrados 355. Pero esto aún fue poco: 5
puso tambi'dn al frente de cada provincia una especie
de Pontífices Máximos elegidos entrc las personas de
más rango. Ordenó, además, que ambos tipos de sacerdotes debían aparecer en público revcstidos con clámides blancas 356.
Además, se disponía ya a hacer en sus nuevos terri- a
toriosJn lo que ya antes había hecho en el Oriente.
Efectivamente, so pretexto de mostrarse clemente, prohibió dar muerte a los siervos de Dios, pero ordenó
que fuesen mutilados. En consecuencia, a los que con- 7
fesaban su fe se les arrancaban los ojos, se les ampu354 Esta reorganización del clero, que respondfa, al menos
formalmente, a las peticiones de las ciudades, tendía a establecer una jerarquía religiosa que siguiera el modelo de la civil;
el modelo del clero egipcio debió de influir notablemente (cf.
J. MAURICE,«Les pharaons romains,, Bv7antion 12 [193], 71-103;
H. G ~ O I R E~L'énigme
,
de Tahta* ). Los antiguos sacerdotes
pervivieron y jugaron un importante papel en las peticiones
contra los cristianos, pero los nuevos fueron escogidos entre
los magistrados que mostraban mayor celo en apoyar estas
peticiones (Eusm., Hist. Ecles. IX 4, 2, y VI11 14, 9).
355 Se trataba, pues, de una persecución.
356 Estos vestidos de lino hlanco eran característicos del
clero egipcio (cf. J. MAURICE,«Les pharaons romainsn , p6g. 87;
H GR~GOIRE,
nl'énigme de Tahtaw , páp 122, quien pone de
relieve el renacimiento boio Maximino de costurnbrcs y tradiciones egipcias y orientales en la religión v en el derecho). El
nombramiento por cada provincia de un sacerdote supremo,
del que dependían los de las ciudarlrs respectivas, hecho confirmado por EUSEB.,Hist. Ecles. VI11 14, 9: IX 4, 2, y por las
fuentes hagiográficas (LF J. MOREAU,Lactance , pág. 403), imita
la organización de la Iglesia Cristiana, tal como hará despuCs
Juliano.
3 ~ 7 A saber, Asia Menor.
172
LACTANCIO
taban Ias manos, se les truncaban los pies o se les
cortaban la nariz y las orejas m.
37
Cuando había comenzado a poner en práctica estos planes, una
Abusos de
carta de Constantino le intimiMmimino Daya
da 359. Pero obró con disimulo. En
efecto, aquel que casualmente
caía en sus manos era arrojado al mar en secreto.
Tampoco interrumpió su costumbre de ofrecer sacri2 ficios diariamente cn Palacio. Además, fue el autor de
la idea de que todos los animales que debía comer fuesen muertos previamente no por los cocineros, sino
inmolados por los sacerdotes en el altar. De este modo,
358 Este pasaje de Lactancio es poco claro. Puede interpre
tarse en el sentido de que la política de persecución basada en
las peticiones de las ciudades había sido aplicada, en sus antiguos dominios de Oriente v Egipto. va antes de la muerte de
Galerio, limitándose ahora a extenderla a los nuevos territorios,
o quizá aluda a un recrudecimiento general de su política persecutoria, que podía estar relacionado con la ruptura de las
hostilidades entre su aliado Maiencio y Constantino, aliado a
su vez de Licinio, en la primavera del 312 (cf. infra).-la exposición de la persecución por Eusebio, con sus caracterfsticos
saltos cronológicos, no aclara la cuestión. Estos suplicios son
de origen oriental v fueron empleados en Egipto antes del acceso
de Maximino al poder (cf. J. MOREAU,Lactance .., pAg. 404).
359 Esta carta de Constantino se h a relacionado con la aley
perfectisima. que, según Eusm., Hist. Ecles. I X 9, 12, establecieron Constantino v Licinio tras la victoria del primero sobre
Maiencio en el Puente Milvio (cf. infra, 44) y enviaron a Maximino. Euscbio parccc conhndir csta carta, que debid de ser
escrita a finales de octubre o noviembre del 311, con el Edicto
de Milán, de febrero del 312 ícf. infra, n. 430). Sobre la posibilidad de que esta carta no f~ieseotra cosa que el Edicto de
Tolerancia dr Galerio. que había reemplazado en los dominios
de Maiencio la leeislación de éste sobre los cristianos, cf. n . 335.
No vemos motivo para compartir la posición de A. m,
Costantino tra paganesimo e cristianesimo, ed. ital., Roma-Bari,
1976. páp 36, de que este escrito es una pnieba de que Constantino se había convertido al cristianismo.
no se servía en la mesa nada que no hubiese sido previamente ofrendado y sacrificado a los dioses y rociado de vino puro, con el fin de que quienquiera que
fuese invitado a su mesa se levantase de ella manchado
e impuro 360.
En las demás cosas también se parecía a su maestro. Efectivamente, si había algo que Diocles o Galen o habían dejado intacto, éste acabó con ello, apoderándose de todo sin consideración alguna362.Los
graneros privados eran cerrados, los almacenes sellados y se reclamaban las entregas fiscales con varios
años de adelanto. Ello dio origen
al hambre, incluso
en los campos en plena producción y a una carestía
desconocida hasta entonces 33. Para realizar las ofren-
3
4
5
360 Lactancio simplifica aquí excesivamente los hechos. Tras
recibir el escrito de Constantino, parece que Maximino siguió
una política contemporizadora y ambigua con los cristianos, de
la que es testimonio el rescripto que envió, el 312, al prefecto
del pretorio Sabino y que nos ha conservado EUSEB.,
Hist.
Ecles. IX 9 a, 1-9. Sobre la política de Maximino en estos años,
cf. G. S. R. THOMAS, ~MaximinDaia's Policys..., págs. 178 y
siguientes, y H. NESSELHAUF,
«Das Toleranzgesetz des Liciniusn,
Histor. Jahrbuch 74 (1954), 51-53.
361 Maximianus: creemos que se refiere a Maximiano Galerio
y no a Maximiano Hercúleo. Lactancio establece un paralelismo
entre la política fiscal de Maximino Daya y la de sus predecesores en Oriente que ha descrito en los caps. 7 y 23. La traducción de J. Moreau por uMaximiano» creemos es un descuido.
362 Sobre la avaricia de Diocleciano y Galerio, cf. supra, 7
y 31. Estas mismas acusaciones a Maximino aparecen en EUSHB.,
Hist. Ecles. VI11 14, 10, y ZONAR.,XII 32. Esta política demuestra, según J. MOREAU,
Lactance ..., pág. 407, que la supresión del
censo, el 311, fue una medida temporal,
3 a Lactancio atribuye abusivamente esta característica a las
medidas fiscales. Eusmro, por el contrario (Hist. Ecles. IX 8,
1, y 4 y SS.), atribuye el hambre del 312 a una gran sequía y a
la consiguiente peste que la acompañó, lo que provocó una
mendicidad general. El hecho de que la amenaza de guerra con
Licinio le obligase a asegurar el aprovisionamiento del ejército
174
6
LACTANCIO
das diarias, eran arrebatados violentamente de los
campos rebaños enteros de bueyes y ovejas. De este
modo corrompió a los miembros de su Palacio hasta
tal punto que llegaron a despreciar los alimentos de
trigo 364. Derrochaba sin freno, ni medida: a los miembros de la guardia personal, cuyo número era enorme,
los recompensaba al licenciarlos con vestidos preciosos y monedas de oro; distribuia dinero entre los
mismos soldados rasos y los reclutas y a los bárbaros
de todo tipo los honraba con toda clase de larguezas 365.
Respecto a su política de apropiarse de los bienes de
personas que aún vivían o de regalárselos a cualquiera
de los suyos que le pedía algo del prójimo, no sé si
habrá que agradecerle el que, al modo de ciertos ladrones humanitarios, se apoderaba de ellos sin derramar
sangre 366.
debió de ser sólo un factor secundario en el agravamiento de
la situación. Sobre la frecuencia de las hambres en la antigüedad por causas climáticas, cf. H. P. KOHNS,Versorgunskrisen und Hungerrevolten irn Spatantiken Rom, Bonn, 1961, y
R. TEJA, Orgunizuc~óneconómica y social de Capadocia en el
siglo ZV, Salamanca, 1974, págs. 150 y sigs.
3 4 Lugar común de la historiografía, referido a los emperadores beatos y supersticiosos (cf. AM. MARCEL., XXV 4, 17,
que menciona la misma acusación respecto a Juliano y Marco
Aurelio). Sobre la corrupción de los soldados por este motivo,
cf. ID., XXII 12, 6, y sobre el desprecio del trigo, GREGORIO
NAZ.,
I I Z I~liutzuin1 = Putrol. Gr. XXXV, col. 576.
3 5 Se trata de prácticas con el ejército más o menos normales desde la época imperial. Maximino, probablemente, se
excedió en los favores para ganarse la fidelidad del ejército,
con vistas a la guerra que en estos momentos mantenía contra
los armenios (EusD., Hist. Ecles. IX 8, 2) y a s u inminente
enfrentamiento con Licinio. Sobre la abundancia de bárbaros
en el ejército y en su guardia personal, cf. infra, 38, 6-7.
3% Manera indirecta de calificar de ladrón al emperador.
(Cf. también infra, 40, 3.) Maximino es un ladrón coronado.
SOBRE LA MUERTE DE L O S PERSEGUIDORES
175
Pero su vicio principal, y en lo 38
que super6 a todos sus antecesores, fue su insaciable libido".
NO sé que decir, sino que era
ciega y desenfrenada; y así con
todo, estas palabras no bastan para caracterizar la bajeza de su pasión. La magnitud del delito supera la
capacidad de expresión de la palabra. Los eunucos, los 2
rufianes escrutaban en todas partes. Dondequiera que
había una belleza que destacase un poco, les era arrancada a sus padres o esposos. Mujeres nobles e, incluso,
vírgenes se veían despojadas de sus vestidos y examinadas palmo a palmo no fuera que hubiese alguna
Si
parte de su cuerpo indigna del lecho
alguna se resistía, se la hacía morir en el agua: parecía que mostrar pudor durante el reinado de aquel
adúltero fuese un crimen de lesa majestad. Hubo quie- 3
nes se suicidaron al no poder soportar el sufrimiento
de ver violadas a sus esposas, a quienes amaban entrañablemente por su castidad y su fidelidad369. Bajo
el reinado de este monstruo no existía protección alguna para el pudor, a no ser cuando una extraordinaria deformidad retraía su concupiscencia propia de
Concupiscencia
insaciable de
Maxirnino
367 Lactancia continúa la descripción de Maximino con los
más negros trazos y a base de una serie de lugares comunes
de la historiografía romana que ha puesto bien de relieve
J. MOREAU,Lactance ..., págs. 408 y sigs. La semblanza que presenta EUSEB.,Hist. Ecles. VI1 14, 12 y SS., se encuadra en la
misma línea. La política y la personalidad de este emperador
han sido reivindicadas, en gran medida, por SI'EIN-PALANQUE,
Histoire. .., págs. 88-90.
368 Se trataba de una costumbre con los esclavos aplicada
aquí a mujeres de la nobleza. La misma acusación es dirigida
a Maximiano Hercúleo, supra, 8, 5.
369 ZONAR.,
XII 32, refiere el mismo abuso sin mencionar los
Hist. Ecles. VI11 14, 14, habla de mujeres
suicidios. EUSEB.,
cristianas que se suicidaron antes de soportar este ultraje.
176
LACTANCIO
Se llegó, por último, a establecer la costumbre de que nadie tomase esposa sin su consentimiento previo, con el fin de que iuese él quien disfrus tase previamente en todos los himeneos 371. Entregaba
a sus esclavos, como esposas, doncellas de origen libre
tras haberlas violado. Incluso los miembros de su comitiva, llevados por el ejemplo de su Príncipe, imitaban sus estupros violando impunemente los lechos de
sus huéspedes. ¿Quién, en efecto, les iba a castigar?
A las hijas de personas de menor rango cada uno las
tomaba según sus apetencias. Las que por su alto rango
se libraban de ser raptadas eran solicitadas a título
de favor y, como era el Emperador quien apoyaba la
petición, no había posibilidad de oponerse. En consecuencia, no había más alternativa que la muerte o tener
6 a algún bárbaro por yerno 372. Efectivamente, no había
en su comitiva casi ninguno que no procediese de
aquellos pueblos que, expulsados de su tierra por los
godos en tiempos de las Vicennales, se habían entregado a Galerio para convertirse en la perdición del
género humano 373. El resultado fue que quienes huye-
4
370 La libido de los bárbaros es un lugar común e n los
autores latinos (cf. referencias en J. MOREAU,Lactance ..., página 410).
371 Se trata del llamado ius primae noctis, semejante al derecho de pernada medieval; sobre sus antecedentes en la historia griega y en la judía, cf. K. S C I I M I D ~ , Ius primae noctis,
Friburgo, 1881, págs. 163 y sigs.
372 Se trata segurainentc, dc no ser una simple acusación
retórica, de un antecedente del régimen de hospitalidad que
florecerá tras las invasiones bárbaras (cf. F. LOT, «Le régime
de llhospitalité», Rev. Belge de Pkilol. et Hist. 7 [1928], 975-1011).
El patriotismo romano de Lactancio se complace en resaltar
el barbarismo de los enemigos del cristianismo. Los mismos
reproches se dirigirán a Licinio cuando se vuelva contra los
cristianos (EUSEB.,Vit. Const. 1 55).
373 J . MOREAU,
Lactance ..., págs. 411-412, cree, con 0. S
-,
Geschichte des Untergangs..., 1, pág. 592, y «Die Imperatorischen
ron para no caer en la servidumbre de los bárbaros
pasaron a ser los amos de los romanos 374. Rodeado de 7
estos esbirros y guardias de corps, convirtió a todo el
Oriente en juguete suyo.
Por Último, y dado que su con- 39
Muimino Daya
cupiscencia se regía por la ley de
Menta inútih~ente considerar lícito todo lo que apeseducir a Valeria,
tecía, ni siquiera pudo abstenerse
viuda de Galerio
de respetar a la Augusta, a quien
recientemente había concedido el título de madre
Valeria había acudido a él, tras la muerte de Galerio, 2
en la idea de que se sentiría, en el territorio que estaba
bajo su poder, tanto más segura, cuanto que él estaba
ya casado. Pero en seguida se encendió la concupiscen- 3
cia de esta malvada bestia. La mujer vestía aún de
negro, pues todavía no había terminado el período de
luto. La envía legados solicitándola en matrimonio, con
la promesa de repudiar a su esposa si ella accedenb.
Akklamationen im 4. Jahrh.», Rhein. Museum 48 (1893), 201, que
se trata de una tribu de sármatas empujada por los godos y
trasplantada dentro del Imperio en el año de las Vicennales de
Diocleciano (303), frente a la opinión dominante de que s e
trata de carpos trasplantados el 303. W. SESTON,Dioclétien...,
página 134, n. 3, niega la realidad de estas campañas.
374 Paradoja muy del gusto de Lactancio.
375 Valeria, ex exposa de Galerio e hija de Diocleciano, era
«madre» de Maximino en cuanto que éste, como César, era «hijo
adoptivo» de Galerio. Sobre su posible condición de cristiana.
cf. supra, n. 139.
376 LO que Lactancio presenta como producto de la concupiscencia, obedecía más bien a un cálculo político; casándose
con ella, Maximino podía enlazar directamente con Diocleciano
y le posibilitaba el reivindicar el rango de primer Augusto
con mayores derechos que Constantino y Licinio. Fue, sin duda,
para evitar una petición en el mismo sentido por parte de
Licinio, a quien Galcrio la había confiado al morir (cf. supra,
35, 2), por lo que huyó de su corte. El hecho debió de suceder
a ñnales del 311 o comienzos del 312. Las costumbres de la
época imponían vestir de negro durante el duelo, que duraba
178
LACTANCIO
Ésta, con toda franqueza, le dio la única respuesta que
podía darle. En primer lugar, que no podía hablar de
matrimonio llevando aquellas prendas de luto y estando
aún calientes las cenizas de su esposo, que era, a su
vez, padre de
en segundo lugar, que obraba con
impiedad al repudiar a su fiel esposa 378, 10 que era una
prueba de que haría también lo mismo con ella; por
último, que era un sacrilegio, en contra de la costumbre y sin precedentes el que una mujer de su rango y
s posición tomase un segundo marido37g.Se le comunica lo que había osado responder. Su concupiscencia
se convierte en cólera y furor. Al punto decreta la proscripción de esta mujer, se apodera de sus bienes, le
retira su comitiva, hace morir entre tormentos a sus
4
diez meses. El repudio de las esposas por motivos politicos
fue una práctica frecuente en la Tetrarquía: así, Galerio lo
había hecho con su primera esposa para casarse con Valeria
(cf. supra, 9, 1) y Constancia, con Helena para casarse con Teodora, hijastra de Maximiano Hercúleo (cf. supra, n. 47); igualmente, Constantino cuando, el 307, se casó con Fausta, hija de
este Último (cf. supra, 28, l), se separó probablemente de Minervina (cf. Prosopography..., 1, págs. 602-603, s. v. ~Minervinan.
377 El matrimonio entre parientes, aunque fuesen adoptivos,
estaba prohibido por el derecho romano (CAIUS,Instit. 1 58 y SS.;
Mosaicar. et Rornan. leg. Collect. V I 4, 5).
378 Si tenemos en cuenta lo anteriormente indicado, se explica la observación dc J. MOREAU,Lactance..., pág. 413, de que
se trata más de un argumento de polemista cristiano que de
una apelación a la costumbre.
379 Lactancia parece mezclar aquí prejuicios de clase romanos y convicciones cristianas. Las segundas nupcias de las
emperatrices habían sido efectivamente raras y reprobadas
cf. SCRIPT.HIST.AuG., Marc. Anton. 20, 6, sobre el segundo matrimonio de Lucila, viuda de Vero; ibid., Severo 21, 8, y Carac.
10, 1; AuR., VICT., 21, sobre el supuesto incesto de Julia Domna
con Caracalla. La doctrina cristiana se mostró discrepante sobre las segundas nupcias y, en general, hostil a ellas (d.
J. GAUDEMET,L.%glise dans I'empire romain, París, 1958, páginas 546 y sigs.).
eunucos y la m a n d a al destierro a c o m p a ñ a d a d e su
madre. Mas no la envía a un lugar fijo, sino que se
toma el escarnio de obligarla a vagar d e un lugar a
o t r o , a l t i e m p o que, s o pretexto d e adulterio, c o n d e n a
a muerte a sus amigas 380.
Había una m u j e r del rango de 40
Maximino hace
l o s «clarísimosu
que ten, ya
ejecutar a dos
nietos que sus hijos, jóvenes aún,
matronas romanas
l e h a b í a n dado. Valeria la quería
amigas de Valeria
c o m o a u n a segunda madre. Maximino concibe la sospecha de que le había dado la
negativa llevada por su consejo. En consecuencia, encomienda al g o b e r n a d o r de Bitinia 382 que la haga morir de m o d o infamante. H a c e m o r i r t a m b i é n con ella 2
a otras dos mujeres de una nobleza semejante; una
había dejado en Roma a una hija c o m o virgen Vestal 3s3 y, a la sazón, f o r m a b a parte del círculo de Valeria en s e c r e t o w ; la otra, esposa de un senador, no
380 Sobre las penas de deportación, confiscación de bienes,
etcétera. cf. T. MOMMSEN,
Romisches Strafrecht, 1-111, 3." ed.,
Leipzig, 1889, págs. 967 y sigs. Sobre la pena de muerte que
entraña el adulterio a partir del siglo 111, cf. ibid., pi~gs. 699
y sigs. La madre de Valeria era Prisca (cf. supra, 15, 1).
381 Sinónimo de rango senatorial.
382 Praesidi Bithyniae: sobre el problema que presenta esta
expresión, debido al hecho de que Bitinia era una provincia
gobernada generalmente por un consularis y no por un praeses, cf. supra, n. 151. Sobre el término praeses, cf. n. 52.
383 Las vírgenes Vestales constituían un sacerdocio encargado
de la custodia del fuego sagrado en el templo de Vesta en el
foro de Roma y se escogían entre las hijas de las más nobles
familias romanas. Entraban entre los seis y diez años y debían
conservar In virginidad hasta los treinta años.
384 Este detalle de las relaciones secretas pudiera deberse
al deseo, por parte de una mujer de la alta aristocracia de
Roma, de ocultar las relaciones con una persona, como Valeria, sospechosa de ser cristiana (cf. supra, 15, 1). El detalle
consignado infra, n. 388, parece sugerir también el carácter
3
estaba especialmente unida a la Augustaa5. Sin embargo, se hicieron acreedoras de la muerte por su
excesiva belleza física y por su honestidad.
Dichas mujeres se ven de improviso llevadas por
la fuerza, no ante jueces, sino ante bandoleros 386, pues
no había ni siquiera
un acusador 387. Por íin, se da con
un judío que estaba acusado de otras fechorías y que,
con la esperanza de lograr su impunidad, declara en
falso contra las inocentes3< El juez, persona recta y
celosa de su oficio 389,10 traslada fuera de la ciudad
protegido por una escolta para que no muriese lapidado. Estos trágicos acontecimientos sucedían en Nicristiano de estas mujeres (cf. R. TEJA, «Paganos y cristianos
en el de Mortibus Persecutorurn»..., págs. 467-468).
385 Seguramente, al igual que esta, también la anterior era
esposa de un senador, ya que, como hemos dicho, las Vestales
se reclutaban entre las familias más nobles e ilustres de Roma.
Si Lactancio sólo lo dice de la segunda es porque de la primera ya se supone por la sola consignación de ese detalle, o
porque quizá era viuda, como parece sugerir el que s610 el
esposo de la segunda estuviera presente (cf. infra, 3 4). En
cualquier caso, Lactancio se complace aquí, como en otros pasajes anteriores, en resaltar la aversión de Maximino a la nobleza romana y al Senado, aversión que ha atribuido también
a Maximiano Hercúleo (cf. supra, 8, 4). Se trata de uno de los
rasgos típicos de la tradicional descripción del tirano y el emperador malo, y un reflejo fiel de la ideología de Lactancio.
386 Cf. supra, n. 366.
387 En el derecho romano, al no existir el ministerio fiscal,
se exigía la presencia de un acusador para iniciar el proceso
(cf. AM. IMARCEL, XIV 1, 5, refiriéndose a Galo).
388 La presencia de un judío como acusador hace verosímil
el origen cristiano de la versión y constituye una posible
prueba más de la condición de cristianas o filocristianas de
estas mujeres; sobre el papel de acusadores atribuido a los
,
Lrael,
judíos en las Actas de los Mártires, cf. M . S I M ~ NVerus
París, 1948, págs. 144 y sigs.
389 El juez es, seguramente, el gobernador de Bitinia en persona, ya que la función judicial era cometido del gobernador.
El tono irónico de la frase es manifiesto.
cea. El judío es sometido a tortura y declara lo que le 4
habían ordenado. Los verdugos tapan la boca de las
mujeres a puñetazos para que no hablen. Se ordena
llevar al suplicio a las inocentes. El llanto y Ias lamentaciones procedían no s610 del marido, que estaba al
lado de su benemérita esposa, sino de todos aquellos
a los que había reunido un hecho tan indignante e
inaudito. A fin de que por un tumulto popular no se 5
las liberase de las manos de los verdugos, se les puso
una escolta de jinetes, coraceros y arqueros en orden
de batalla390. De este modo, rodeadas de piquetes armados, fueron llevadas al suplicio. Y si algunos ami- 6
gos, llevados de la compasión m, no las hubiesen enterrado furtivamente. habrían quedado tendidas sin
recibir sepultura, pues toda la servidumbre se dio
a la fuga. Mas el falsario tampoco se benefició de la
impunidad prometida, sino que cuando estaba atado al
patíbulo desvela todo el secreto y, antes de rendir el
último suspiro, testifica ante todos los que le observaban que habían sido muertas personas inocentes.
m Se trata de tres de las cinco uexillationes o regimientos
de caballeda al servicio de palacio (palatinae) que aparecen en
la Not. Dign. Or. V , bajo la dependencia del magister militum
praesentalis. Lactancia, con esta enumeracibn, quiere dar idea
del despliegue de fuerzas a que hubo de acudir para contener
al pueblo (cf. J. MOREAU,
Lactance ..., pig. 416).
391 Misericordia: este término sugiere tambikn que las víe
timas eran cristianas o amigas de cristianos. Hacia lo mismo
creemos que apunta tambitn el hecho de que el sepelio lo tuvieron que hacer furtivamente: recubrdense los intentos de los
emperadores para que los mártires no recibiesen sepultura con
el fin de evitar la formación de lugares de culto (cf. supra,
n. 335).
m Domestici: esclavos y demás skquito que todas las personas de su rango tenían a su servicio y cuyos lazos de dependencia no se rompían por la muerte del dueiio.
182
41
2
3
LACTANCIO
Por su parte, la Augusta, deportada a un lugar retirado del
desierto de Siriam, logró,
por
medio de mensajeros secretos, informar a su padre Diocleciano*
de su desgracia. Éste manda legados a Maximino con
la petición de que le envíe a su hija, pero no logra
nada. Vuelve a insistir una Y otra vez. mas no se la
envía. Por último manda como emisario a un pariente
suyo, que era militar y con autoridad395,para que le
presente la petición haciéndole recordar los beneficios
que de él había recibido. También éste, tras su fracasado viaje, le hace saber la inutilidad de sus súpliDiocleciano
interviene
ante Maximino
en favor de su hija
Valeria
cas 396.
393 Jurídicamente se trata de la deportatio in insulam, es
decir, la deportación a una isla, sustituible por un lugar retirado o desbrtico -el caso más frecuente era Egipt*,
y no la
relegatia, pena inferior, consistente en el exilio sin fijación del
lugar (cf. T. MOMMSEN,Straftrecht .., pág. 975, y J. MOREAV,
Lactance.. ., pág. 417).
394 Lactancio, que, tras la retirada de la vida pGblica, denomina generalmente a Diocleciano por su nombre privado de
Diocles, se sirve aquí del nombre oficial para resaltar la gravedad de la acción de Maximino, va que se trata de la hija y
esposa del fundador del régimen. Al mismo objetivo obedece
el empleo del tCrmino Augusta para denominar a la primera.
Ésta, aunque s610 aparece denominada Augusta en las mone
das durante el tiempo transcurrido entre la conferencia de
Carnunto y la muerte de Galerio. su esposo, tenfa derecho aiin
a tal titulo como madre adoptiva del emperador reinante,
Maximino. A esta circunstancia, que aLyrava más el hecho, se
debe, posiblemente, el aue Lactancio s610 la mencione aquf a
ella, dejando en la sombra a Prisca, que sufrió también la
misma pena.
395 Nada más sabemos de este personaje, ya que es esta la
única fuente que relata estos hechos. Lactancio quiere aquf
resaltar su importancia para poner m á s de relieve la gravedad
de la negativa de Maximino.
J% Sobre las reservas acerca de la autenticidad de estos
hechos, reservas expresadas por E. Stein (STEIN-PALANQUE,
His-
Por la misma kpoca, por orden 42
de Constantino, son derribadas
las estatuas y borradas las pinturas que llevaban la efigie del
viejo Maximiano dondequiera que
estuviesenm. Ahora bien, dado que los dos ancianosns habían sido representados las más de las veces
conjuntamente, eran destruidas al mismo tiempo las
efigies de ambos. Así pues, Diocleciano, al observar lo 2
oftimm vicisitudes
y muerte
de Dioczeciano
toire ., pág. 90) en base a Epii. de Caes. 39, 7, según el cual
Diocleciano habría muerto por temor a la venganza de Constantino y de Licinio, de donde deduce que se habría inclinado
por el partido de Maximino, cf. la posición contraria de J. MOm v , kctance. , págs. 417-418, y su defensa de la historicidad,
en lo esencial, de este pasaje. Recientemente, D DE DECKER,
&.a politique religieuse de Maxence» , pág. 546, sin entrar en
el tema del valor histórico del pasaie, s r inclina por la tesis
de que Diocleciano veía, en Maximino y Majencio, a los continuadores del sistema tetrárquico v, en Licinio y Constantino,
a sus enemigas.
397 Se trata de la damnatio memoriae de Maximiano. La
historicidad y la fecha real de este hecho son muy discutidas,
si es que se acepta la relaci6n que establece Lactancio entre
esta acción y la muerte de Diocleciano (cf. infra, n. 401). Frente
a la teoría tradicional, que onina aue Lactancio adelanta a
este momento la muerte de Diocleciano por necesidades de
composición de Ia narración, para agrupar todas las calamidades que se abatieron sobre Cste, v que la condena de Maximiano
se produjo tras la derrota de Maiencio v la entrada de Constantino en Roma (octubre del 312) v fue, en realidad, obra del
Senado romano y no de Constantino, recientemente T. D. BARNES, ~Lactantiusand Constantinen , pdgs 34-35 y 42, reivindica
la narración dc Lactancio y opina que Ia condena fue decretada
por Constantino al declarar la guerra a Majencio. Pero esta
fidelidad total a Lactancio le lleva a adelantar la muerte de
Diocleciano (cf. infra, n. 401). Lo que, en cualquier caso, parece
claro a travCs de la numismática es que, a partir del 313, se
produjo una rehabilitación de Maximiano por Constantino
como parte de la campaña de preparacidn de la guerra de
Cste contra Licinio, que desembocaría en la batalla de Cibalae.
398 Diocleciano y Maximiano.
184
3
LACTANCIO
que nunca había sucedido en vida a emperador alguno399,afectado por esta doble penam, decidió que debía terminar su vida. Iba de un lugar a otro con un
espíritu turbado por el dolor que le impedía dormir y
comer. Todo eran suspiros y gemidos, lágrimas a cada
paso, y su cuerpo se retorcía tanto en el lecho como
en el suelo. Fue así como este emperador, colmado
por la fortuna durante veinte años, relegado por Dios
a la vida oscura, humillado por los ul&jes, lleg6 a
odiar la vida y murió, finalmente, consumido por el
hambre y las penas 401.
399 El hecho es raro, pero no único: Vitelio había sufrido
este deshonor antes de ser asesinado (TAc., Hist. 111 13 y 85).
m Creemos que esta doble pena se refiere a las dos deshonras que acaba de exponer Lactancio: el destierro de su
esposa e hiia y la damnatio memoriae, y no, como piensa
J. MOREAU,
Lactance , págs. 419-420, a las enfermedades mental
y
flsica.
401 Las fuentes difieren en el tipo de muerte de Diocleciano:
muerte natural (EUSEB.,
Hist. Ecles. VIII, ap. 3, aunque especificando que «tras una larga y penosísima enfermedad,: ZONAR.,
XII 33; MALALAS,
pág. 311, Iín. 1, ed. Bonn; Laterc. imp., Chron.
Min. 111, pág. 421, Iín. 42); hidropesía (Chr. Pasc., pág. 523, ed.
Bonn); suicidio mediante envenenamiento (Epit. de Caes. 39, 7);
ahorcado (SUIDAS, s. v. Diokletiands). La de Lactancio viene
a ser una combinación de la muerte natural y la de suicidio.
Sobre la tradición eclesiástica que le atribuyó la muerte ~ 1 4 sica de los ~perscguidorcsde Dios», devoramiento de los gusanos, cf. J. MOREAU, Lactance ., pág. 421.-Mayor importanda
tienen las divergencias sobre la fecha de su muerte; en esto,
se dividen claramente en dos grupos: S ~ C R A H
~ kSt ,. Ecles. 2,
10, y Epit. de Caes. 39, 7 , que la sitúa en el 313, y Zbs., 11 8, 2,
Juan de Antioquía, fr. 167, 2 (MULLER) y los Cronógrafos, que
proporcionan la fecha del 316. -La historiograffa moderna se
ha dividido, casi a partes iguales, en la aceptaci6n de una u
otra fecha, aunque modernamente parece imponerse la primera.
Lactancio. aunque no da fecha concreta. la hace preceder a la
muerte de Maximino Daya, verano del 313 (cf. 43, l), y si, además, aceptamos la fecha de composición del De mortibus a
finales del 313, inicio del 314 (cf. Introd., págs. 9-10), parece
Ya s610 quedaba uno de los 43
enemigos
de Dios, Maximino. ExAlianza entre
Maximino y Majencio pondré ahora su ruina y su muercontra Constantino
te. Estaba celoso de Licinio, por- 2
que Galerio 10 había antepuesto
a él4. Por ello, pese a que recientemente había reafirmado su amistad con C1403, a1 enterarse de que la hermana de Constantino había sido prometida en matrimonio a Licinio, pensd que este parentesco entre los
dos emperadores iba dirigido contra él 404. En conse- 3
cuencia, envió secretamente emisarios a Roma en solicitud de la alianza y la amistad de Majencioa. Al
impensable que narre su muerte si ésta no habia sucedido.
Recientemente, incluso, forzando al máximo la autoridad de
Lactancio, que infra, 43, 1, señala que, al iniciarse la guerra
entre Constantino y Maiencio, el único emperador perseguidor
que permanecía vivo era Maximino, F. CORSARO,
Lactantiana.
Su1 «De Mortibus persecutorum~,Catania, 1970, pág. 40, ha propuesto la fecha de febrero del 312, y T. D. BARNES,
aLactantius
and Constantinen..., pág. 35, finales del 311 o inicios del 312.
Estas fechas, sin embargo, nos parecen excesivamente altas.
402 Cf. supra, 32, 13.
403 Cf. supra, 36, 2.
404 Se trata de la promesa de matrimonio de Licinio con
Constancia, hermanastra de Constantino, hija del segundo matrimonio de Constancia Cloro con Teodora (cf. Prosopography...,
1, pAg. 221, s. v. Constantia). Este matrimonio fue la culminación de una alianza establecida entre ambos el 311, de la que
da buen testimonio la inscripción conocida como *Tabla de los
privilegios de Brigetium~(Panonia), descubierta en 1930 (RICCOBONO,
Fontes iuris romani anteiustiniawi, 1, 1941, núm. 43). El
matrimonio se llev6 a cabo en Milán tras la muerte de Majencio (Zds., 11 17, 2). D. DE DECKER,«La politique religieuse de
Maxencex.., pigs. 456-457, cree que esta alianza iba destinada,
efectivamente, contra Maximino y Majencio, frente a la opini6n
predominante de que hubo una coalición de los tres restantes
emperadores contra Majencio.
405 Cf. EUSEB.,Hist. Ecle~.VI11 14, 7, que habla tambikn
del carácter secreto de la alianza. Según el mismo Lactancio
(infra, 44, 10). Constantino sólo se enteró de este tratado se-
mismo tiempo le escribió en tono amistoso. Los emisarios son recibidos favorablemente; se acuerda la
amistad mutua y se colocan iuntas las efigies de ambos.
4 Maiencio recibe de buen grado la alianza. como si fuese
un auxilio enviado por la divinidad*, pues habia ya
declarado la guerra a Constantino con la excusa de
s vengar la muerte de su padrew. Esto había hecho
creto tras su entrada en Roma (cf. G. S . R. THOMAS,nMaximin
Daia's Policy S, pág. 181). E n cualquier caso, lo que parece
claro es que tanto Licinio como Maximino permanecieron neutrales Y a la expectativa diirante la guerra entre Constantino y
Maiencio Pero también, después, Constantino se mantendrl
neutral en la que enfrentó a Licinio con Maximino; lo que
parece responder a un plan preconcebido de ambos. Sobre la
posibilidad de que Maximino no interviniese ante el ataque de
Constantino a Maiencio por estar ocupado en l a guerra contra
los armenios, cf. H. CASTRTT~US,
cDer Armenienkrieg der Maximiniis Daia» JbAC 11-12 (1968-1969), 94-104.
En efecto, es la nrimera ocasión que se le ofrece a Maiencio para romper el aislamiento en que se encontraba desde
su subida al poder.
Al igual oue Lactancio, Zós., IT 14. 1, atribuve a Majencio el inicio de las hostilidades. Por contra, AUR. VIC~.,40, 16,
y E m . ,X 4. 1, atribuven la responsabiIidad a Constantino y
es ésta la oninión hov predominante. Como ha puesto de relieve
J. MOREAU,
Lactante , pág. 425, los Panegíricos del 313 y del 321
refleian los cambios experimentados por las teorfas oficiales
de la propaqanda constantiniana a este resaecto: en un principio, Constantino se hace pleno resvonsable de la guerra y,
consecuentemente, de la victoria, a la que habfa acudido impulsado por la divinidad (Paneg. IX 2 , 4 ; inscripción del Arco
de Triunfo del 315, en que se presenta como liberador y vengador de los romanos sometidos a la tiranía de Majencio), al
tiempo que los cristianos le aresentan su acción como h t o de
la compasión aue sentía nor los sufrimientos de los romanos
(EUSFB..
H i ~ t Ecles.
.
IX 9. 2: Vit. Const. 1 26, 32 y 37) o llamado
por éstos ( Z O N A R ,XIII 1). Después, baio el influjo de las ideas
cristianas, se habría presentado como deseoso de evitar la guerra pero obliqado a ella por las provocaciones de Majencio
(Paneg. X 8-131.-Tras la muerte de Maximiano parece que,
efectivamente, Majencio intentó presentarse oficialmente como
surgir la sospecha de que aquel funesto anciano habfa
fingido el desacuerdo con su hijo para abrirse un camino y acabar con los otros y, una vez eliminados
todos, reclamar para sí y para su hijo el poder sobre
todo el Imperio408. Pero esto era falso. Su propósito 6
era reinstalarse a sí mismo y a Diocleciano en el
poder tras acabar, tanto con su hijo como con todos
los demás 409.
Ya se había iniciado entre ellos 44
Batalla del Puente
la guerra civil 410. Majencio, aunde
que permanecía en Roma, pues
Constantino y muerte
había recibido una respuesta del
de Majertcio
oráculo en el sentido de que perecería si salía de las puertas de la ciudad, llevaba
la guerra por medio de hábiles generales 411. Majencio 2
heredero de su padre, lo que le proporcionaría una legitimidad
de la que carecía. El mismo Constantino reivindicará mis
tarde (supra, n. 397) la memoria de Maximiano (cf. T. D. BARNEs, ~Lactantiusand Constantine~ , pág. 35).
408 Esta tradición aparece recogida tambikn en EUTR., X
3, 1-2.
409 Como señala J. MOREAU,
Lactance , pág. 427, Lactancio
intenta dañar lo más posible a Maximiano para excusar la conducta d e Constantino respecto a él.
410 Es ésta la Única ocasión en que Lactancio utiliza el
término nguerra civil» al referirse a las guerras entre los t e
trarcas. La misma calificación le da EUTR.,X 4, 1. El término
tenía desde la época de las guerras civiles del final de la República el mismo sentido peyorativo que hoy en día.-Las
hostilidades se iniciaron en la primavera del 312.
411 E n parecidos tCrminos se expresan EUSEB.,
Hist. Ecles.
IX 9, 3; Vit. Const. 1 3, 7 ; n s . , 11 16, 1 ; ZONAR.,XIII 1; Paneg.
en PAULY-WISSOWA,
RealencyIX 14, 3 y 15, 1; X 27, 5. GROAG.
clopüdie . , XIV, col. 2.467, resalta, a propósito de esta afición
de Maiencio a los oráculos v la magia, que se trata de uno de
los rasgos característicos del retrato del tirano. En realidad,
toda esta guerra aparece plagada de elementos religiosos o
pseudo-religiosos por ambos bandos, con la diferencia de que,
lo que los autores cristianos califican di: magia en Majencio,
188
3
LACTANCIO
disponia de mayor número de hombres porque había
heredado de Severo el ejército de su padre y el suyo
propio lo había reclutado recientemente, a base de
contingentes de moros y gétulos 412.
Se inició la lucha, y al comienzo lograron imponerse los soldados de Majencio413 hasta que, posterioren Constantino es inspiración divina. Creemos que fundamentalmente hay que ver en ello un elemento muy característico
de la religiosidad de la época. Sobre las frecuentes visiones
paganas v cristianas en esta época, cf. J. Vom, «Die Constantinische Fragex.., pág. 752.- Majencio no hizo sino seguir la
misma táctica que tan buenos resultados le había dado en las
guerras contra Severo y Galerio (cf. supra, 26 y 27), con la
particularidad de que en esta ocasión se había preparado concienzudamente, pues para antes o despuCs preveía el ataque
de Constantino: sobre estos preparativos, cf. STEIN-PALANQUB,
Histoire ..., pág. 91: J. MOREAU,
Lactance ..., pág. 428. Sus mejores tropas estaban comandadas por el prefecto del pretorio
Pompeyano Ruricio. cuvo talento militar, así como el de los
restantes jefes, resaltan las fuentes (Paneg. X 25, 4; IX 8, 1).
412 Sobre el ejército de Severo, cf. supra, 26, 8. Las tropas
posteriormente reclutadas debfan consistir, efectivamente. en
su mayoría, como señala Lactancio, de soldados del N. de
Africa alistados durante y después de la reciente campaña
victoriosa sobre Domicio Alejandro. - Los moros son seguramente la famosa caballería mora (equites Mauri) que jugaron
un imvortante vaoel militar en la historia de esta época (d.
R. GROSSE.ROmische Militargeschichte, Berlín, 1920, pig. 19,
n. 1 ; J. MOREAU.
Lactance ..., pág. 430). Entre estas tropas se
encontraban también contingentes reclutados en Italia (cf. Z~S.,
TI 15. 2. y el comentario de F. PASCHOIJD,
Zosime ..., 1, págs. M6
205). Resoecto a las fuerzas en presencia, las cifras proporcionadas por Zósimo v Paneg. IX 3, 3 v 5, 1-2, son poco fiables,
aunque se está de acuerdo en aue, como señala Lactancio, eran
más numerosas las de Maiencio, auizá en una proporcidn de
tres a lino. aunque de peor calidad (AuR. VICT.,40, 25; Paneg.
X 19, 4: X 15. 1'1. Cf. la discusión sobre las cifras en O. SECK,
Geschichte des TJntergangs.... 1, pág. 494: STEIN-PALANQW,
Histoire ..., uáp. 91: J. MOREAU,
Lactance ..., pág. 429.
413 La primera batalla importante se dio en las proximidades de Verona, adonde Majencio había trasladado lo mejor del
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
189
mente, Constantino, con ánimo renovado y dispuesto a
todo, movió sus tropas hasta las proximidades de
Roma y acampó junto al puente IVlilvio414. Estaba 4
próxima la fecha en que Majencio conmemoraba su
ascenso al poder, el 27 de octubre, y sus Quinquenales
tocaban a su fin41s. Constantino fue advertido en sue- 5
nos 416 para que grabase en los escudos el signo celeste
de Dios y entablase de este modo la batalla. Pone en
ejército para guarnecer los pasos de los Alpes, en previsión
del ataque de Constantino o Licinio, y, efectivamente, fue para
Constantino el momento más difícil de la guerra, pese a que
aquí la superioridad numérica le correspondía, dada la diseminación del ejército de Majencio (EUSEB.,Hist. Ecles. IX 9, 3,
y Vit. Const. 1 37).
4l"obre
la localización exacta de la batalla, cf. J. MOREAU,
~ P o n tMilvius ou Saxa Rubran, La Nouvelle Clio 4 (1952), 369373, y Lactance ..., pág. 432, quien desecha la noticia, generalmente aceptada, de AUR. VICT.,40, 23, sobre la localización en
el lugar llamado Saxa Rubra y se inclina por la llanura existente al NE. del Puente Milvio, actuales quartieri Prati, a unos
7 Km. del centro de Roma.
415 Aunque Lactancio la sitúa el 27, la batalla tuvo lugar,
en realidad, el 28 de octubre del 312. Sobre la explicación del
error de Lactancio, cf. J. MOREAU,Lactance ..., pág. 433. El reciente intento de P. BRUNN,«The Battle of the Milvian Bridge:
the Date Reconsidered,, Hermes 88 (1960), 361-370, y Studies in
constantinian chronology, Nueva York, 1961, págs. 3-9, por adelantarla en un año no ha sido aceptado por nadie. Cf., en
úitima instancia, R. ANDREOTTI,
«Recenti contributi alla chronologie wstantinianaw, Latomus 23 (1964), 539-549.
416 Commonitus est in quieto: P. FRANCHI
DE'CAVALIERI,Comtantiniana, Ciudad del Vaticano, 1953, pág. 73, n. 8, ha reunido
un dossier de textos paganos y cristianos que muestran el uso
frecuente de fórmulas como éstas (cf. el mismo Lactancio,
infra, 46, 3 y 4, e Instit. 1 20, 33). La fórmula es muy vaga y,
como ha observado W. SESTON,«La vision paienne de 310 et
les origines du chrisme constantinien», en Mélang. Cumont, 1,
Bruselas, 1936, págs. 390-391, Lactancio se cuida bien de precisar
si fue el mismo Cristo o un ángel quien se apareció a Constantino (cf. también H. 1. MARROU,«Autour du Monograme
constantinien», en Mklang. E. Gilson, París, 1959, pág. 404).
6
práctica lo que se Ie había ordenado y, haciendo girar
la letra X con su extremidad superior curvada en
círculo, graba el nombre dc C r i s t o cn los c ~ c u d o s ~ ' ~ .
El ejército, protegido con este emblema, toma las ar417 Sc trata del famoso y discutido monograma constantiniano. En este pasaje hemos rechazado el tcxto propuesto por
J. Moreau, que en este aspecto, como en tantos otros, sigue
a su maestro H. GrCgoire, y hemos seguido la correccivn propuesta por H. 1. MIRKOU, «Autour d u Moiiograinme...», más
aceptable por razones paleográficas y literarias. Según la interpretación de Moreau, se trataría del crisma clásico
, mientras que en la versión de Marrou el signo sería la cruz monogramática $ El único argumento aducible en apoyo de la
versión de Moreau es que LI c~-isinaapaiecz atestiguado mucho
antes; en las monedas constantinianas, desde el 315 en la ceca
d e Pavía y desdc el 317 en la de Siscia; mientras que el 1110nograma, según el estado actual de nuestros conocimientos, no
aparece atestiguado antes de1 período 330-350. Pero este argumento no es definitivo, aparte de que, cumo sefiala Marr-ou, la
interpretación de Grégoirc y Moreau está basada en una manipulación del texto para hacerla concordar con los monuinentos figurativos. El argumento pierde más valor aún, si, conio
nosotros opinamos, hay que adelantar la obra de Lactancio al
313-314, una fecha, por tmto, anterior a los primeros testimoDios figurativos del crisma. Posteriormente, R. VERDIERE, «Une
nouvelle étymologie de Labarum et la visión ccnstantiniennc
chez Lactancer, Riv. S f r d Clas. 12 (1964), 20-29, h a propuesto
la misma transcripción del texto latino que Marrou, sin citar
a éste, pero con una interpretación diferente: el signo seria
simplemente una cruz. Esta interpretaciun nos resulta poco
convincente. Sobre una interpretación pagana de esta visión de
«La vision pai'enne de 310...D. Sobre
Constantino, cf. W. SESION,
una irilerpretaci6n astrológica, J. GAGE,«Le sigtzur~z astrologique de Constantin e t le millenarisme de Roma aeterna», Rev.
Hist. et Philos. Relig. 31 (1951). 181-223.-Parece claro que en
el ejército de Constantino predominaba netamente el elemento
pagano sobre el cristiano, tal como testimonian LIBAN.,Orat.
30, 6 , y Zás., 11 29, 5 ícf. A. H. M. JONES,
The Later ..., voI. 1.
página 81, y «Lo sfondo sociale della lotta t r a paganesimo e
cristianesimon, en A. MO~SIGLIANO
red.], ZI conflitto..., págs. 2930; A. ALFOLDY, «The Conversión of Constantinen págs. 101
y dgs.).
#
.
...,
mas. El enemigo avanza sin la presencia de su emperador y cruza el puente. Los dos ejércitos chocan
frente a frente y se lucha por ambos bandos con extrema violencia"8: y ni en éstos nz en aquéllos era ía
huida conocida 419.
En la ciudad estalla un motín y se increpa al em- 7
perador como traidor a la salvación nacional. Al aparecer en público, pues estaba dando unos juegos en el
circo en conmemoración de su aniversario "*, el pueblo,
al punto, prorrumpió, todos a una, que Constantino
no podía ser vencido
Afectado por estos gritos, aban- 13
418 La táctica de Majencio consitia en no presentar batalla
abierta, sino esperar el ataque dentro de las murallas, para lo
que había reforzado éstas g acurnuiado aprovisionamientos (d.
J. MOW,
Lactance..., pág. 428). Sólo después decidió presentar batalla el 28 de octubre, pero sin abandonar él en
persona los límites de la ciudad por los presagios que le advirtieron en este sentido (Paneg. 1X 16, 5 ) . Finalmente, ~ d e c i dirá él mismo en persona acudir al campo de batalla movido
por nuevos presagios» ( c t . infra, 3 9 ) . EUSEB.,Hist. Ecles. IX
9, 5, y Epit. de Caes 40, 6 , indican que Majencio había hecho
construir un puente de lanchas cerca del Milvio, mientras que
otras fuentes (as., 11 15, 3; AUK. VILT., 40, 23; LIBAN., Orat.
49, 20, etc.) hablan de un puente de madera levadizo, que podía
ser cortado en cualquier momento, para atrapar al ejército de
Constantino. Parece que esta última versión se forjó en base
a una interpretación popular del citado pasaje de Eusebio (cf.
J. MOREAU,op. cit., págs. 44041; F . PASCHOUD,Zosime ..., página 205). Lo único que parece seguro es que el puente de
piedra quedó cortado tras la batalla (así aparece en un relieve
del arco de Constantino). La hipótesis más verosímil es que
Majencio ordenase un corte para hacer mayor el aislamiento
de Roma y que, al cambiar de planes y decidir presentar batalla en campo abierto, lo reemplazase por el de barcas (cf.
J. MOREAU,
op. cit., pág. 437; J . VOGT,~Streitfragenum Konstantin den Grossenn, R6rnische Mitteilungen 58 (1943), 195-198).
419 VIRG.,En. X 757.
420 Es decir, su quinto año de reinado o fiestas quinquenales (cf. supra, 44, 4).
421 Se desconocen las causas de este motín: posiblemente
192
9
LACTANCIO
dona el circo, llama a algunos senadores y ordena que
sean consultados los libros Sibilinos 4L2. Se descubre en
ellos que aquel día moriría el enemigo de los romanos.
Reanimado en la esperanza de la victoria con esta
respuesta, se pone en marcha y llega al campo de batalla 423. El puente se corta a sus espaldas con lo que,
al verlo, se recrudece la batalla y la mano de Dios se
extiende sobre las líneas de combate 424. El ejército de
fue promovido por agentes partidarios de Constantino, como
parecen sugerir los gritos de la plebe. Esta sospecha viene confirmada por el hecho de que Constantino, al tomar la capital,
no cambió a los altos funcionarios y, en especial, por la carrera
de Rufino Valeriano, que había sido prefecto de la ciudad con
Majencio el año anterior y al que Constantino nombró de nuevo
para el mismo cargo. Sobre este personaje, cf. Prosopography ...,
1, págs. 976-978, s. v. Sobre una posible interpretación en otro
sentido de esta política de Constantino, cf. J. MOREAU, Lactance ..., pág. 438.
4
a La consulta de los libros sibilinos en esta ocasión la
atestigua también Zús., 11 16, 1, mientras que EUSEB., Hist.
Ecles. IX 9, 3; Vit. Const. 1 28, y ZONAR.,XIII 1, 9, aluden a
prácticas mágicas. Según A. ALFOLDY, «The Conversion...m, páginas 76-77, n. 5, el Cod. Teod. IX 16, 2 haría alusión directa
a las consultas de los arúspices por parte de Majencio. Cf.,
sobre estas prácticas, supra, 5 31. La consulta de estos libros
correspondía a los quindecenuiri, cosa que Lactancio conocía
(cf. Instit. 1 6, 15), por lo que, como señala J. MOREAU,
Lactance ..., pág. 439, en el hecho de que aquí recurriese a los
senadores hay que ver una prueba de la precipitación con que
Majencio recurrió a este expediente y de su autenticidad.
42.3
Fue la interpretación favorable del presagio lo que le
llev6 a cambiar por segunda vez la estrategia anteriormente
prevista (cf. supra, n. 418).
424 Lactancio, ni antes ni ahora especifica la naturaleza del
puente, ni menciona el de barcos ni el de madera. Si, de acuerdo con lo que antes indicamos, negamos la existencia del de
madera y admitimos que el puente de piedra debió de ser cortado al aproximarse el ejército de Constantino y que el de
barcas debió de levantarse al cambiar de táctica Majencio y
decidir entablar batalla, este puente que, como aquí seÍíaia
Lactancio, se cortó antes de terminar la batalla no puede ser
SOBm LA MUERTE DE L O S PEKSEGLIDORES
193
Majencio es presa de¡ pánico; él mismo inicia la huida
y corre hacia e¡ pueiiie, que estaba cortado, por lo que,
arrastrado por la masa de los que huían, se precipita
en el Tíber 425.
Una vez teriniiiada esta durísima guerra, Constan- io
tino es recibido con enorme satisfacción por el Senado
y el pueblo de Roma. Después se entera de la perfidia
de Maximino, al caer en sus manos sus cartas y ver las
efigies de ambos "6. El Senado conced~óa Constantino, 11
en virtud de los méritos contraídos, el título de primer
otro que el de barcas, como indica EUSEB.,Hist. Ec2e.s. IX
9, 7. J . MORE&, Lactance ..., págs. 437 y 440-441, se contradice
claramente a este respecto. Por contra, estamos de acuerdo
con él y con J. VOGT, Constanfin der Grosse und seine Zeit,
Munich, 1949, pág. 163, en la sospecha de que la ruptura debió
de ser obra de una traición dentro de las filas de Majencio. Por
lo demás, los errores estratégicos de éste al abandonar su
plan primitivo de hacerse fuerte en la ciudad fueron tan evidentes, que sólo se explican por su espíritu supersticioso, al
dejarse guiar por los diversos presagios.
425 Las restantes fuentes coinciden en lo esencial con Lactancio. El cuerpo fue encontrado y se le cortó la cabeza, que,
clavada sobre una lanza, fue paseada por Roma y, después,
enviada a Africa como prueba de su muerte para la población
(as., 11 17, 1; Paneg. IX 17-18; X 31-32; Anon. Vales. 5, 12).
El hecho de que Lactancio no se ensañe con la descripcidn
de su muerte se debe, sin duda, a que no lo consideraba un
perseguidor y a su posible condición de cristiano (cf. Intr.,
página 10).
426 Se refiere al supuesto tratado secreto entre Majencio y
Maximino (cf. supra, 43, 3 ) . Sobre las muestras de júbilo de
la población y el Senado, cf. también EUSEB.,Hist. Ecles. IX
9, 9; Vit. Const. 1 39; a s . , 11 17, 1; ZONAR.,
XIII 1, 3. Constantino parece que, de momento, intentó o ñngió buenas relaciones con Maximino, nombrándole cónsul para el afio 313
consigo mismo. Pero la entrevista que a comienzos de este a80
mantuvo con Licinio en Milán, con cuyo motivo se celebró la
boda entre su hermana Constancia y Licinio (cf. infra, 45, l),
iba dirigida claramente contra Maximino (cf. STBIN-PALANQUB,
Histoire ..., pág. 92).
194
LACTANCIO
Augusto que Maximino reclamaba para sí4Z7. Éste,
cuando tuvo noticia de la victoria que había supuesto
la liberación de la ciudad, la recibió como si el vencido
12 hubiese sido él en persona. Después, al conocer el decreto del Senado, se indignó de modo tal que le declaró públicamente su enemistad y se manifestaba,
entre burlas y mofas, contra el emperador supremo 428.
45
Constantino, en el invierno se
dirigió
a Milán tras haber restaMaximino rompe
las hostilidades
blecido la situación en Roma "9.
con Licinio
Allí se presentó también Licinio
para celebrar su matrimonio 430,
2
Maximino, tan pronto se enteró de que se encontraban ocupados en las ceremonias de la boda, sacó
427 El texto latino alude al privilegio de inscribir su nombre
en primer lugar eii la lista de los emperadores (primi nominis
titulum), que correspondía al emperador más antiguo. Sobre
la reclamación de este privilegio por Maximino, a quien de
hecho le correspondía, cf. supra, 32, 1-2. Constantino basó su
decisión en el decreto del Senado cuyos poderes políticos
habían ido siendo eliminados a lo largo del siglo 111 de facto,
aunque no jurídicamente, por lo que el título de primer Augusto, aunque legal en la forma, fue en realidad un golpe de
Estado (STEIN-PALANQUE,
Histoire ..., pág. 92).
4
a Todo parece indicar que Lactancio deforma aquí la realidad histórica; de hecho, como lo indica el mismo Lactancio
y lo confirman otros detalles, Maximino aceptó, al menos formalmente, las disposiciones de Constantino para evitarse su
enemistad y asegurar su neutralidad en la guerra que veía
inminente contra Licinio.
429 Entre las medidas tomadas por Constantino en esta ocasión hay que resaltar la anulación de las disposiciones y acciones de Majencio, sinónimo de su condena, lo que jurídicamente
suponía la vuelta a la legislación anterior (cf. J. GAUDEMET,
~Constantin restaurateur de llosdre», en Studi in onore di
S. Soíazzi, Nápoles, 1948). Se discute si entre estas rescisiones
se incluyeron la anulación de los Edictos de Tolerancia y
devolución de bienes a los cristianos que había dictado Majencio, haciendo extensivo a sus nuevos territorios el Edicto de
Galerio del 311. En sentido afirmativo, A. ALP'OLDY, Costantino
su ejército de Siria durante la é p o c a m á s cruda del
invierno y, a costa de hacer doble jornada por día,
se presentó en Bitinia con su ejército debilitado. En 3
efecto, debido a l a s f u c r t e s lluvias, l a s nieves, el barro,
el frío y las fatigas, se perdieron todo tipo de animales
de tiro: el lamentable espectáculo de sus cuerpos muertos a lo l a r g o de la calzada e r a p a r a los soldados una
premonición de la futura guerra y d e una derrota semejante431. Además, no se mantuvo dentro de los lími- 4
tra paganesimo e cristianesimo, pág. 36; J . R. PALANQUE,en
Storia della Chiesa, de FLICHE-MARTIN,111 1, págs. 22-23, y en
«A propos du prétendu Gdit de Milan,,, Byzantlon 10 (1935),
609. En contra, T. D. BARNES, «Lactantius and Constantine~
...,
página 46, para quien sólo fueron rcscindidas las medidas que
iban contra la «justicia».
4 3 Se trata de su matrimonio con Constancia, la hermana
de Constantino (cf. supra, 42, 2 ) . La estancia debió de prolongarse desde fines de enero a comienzos de marzo del 313. Este
encuentro se ha hecho famoso porque, según la tradición,
durante él se habría publicado el famoso Edicto de Milán, que
suponía el reconocimiento oficial del cristianismo. La autenticidad de este supuesto Edicto, que Lhctancio no menciona,
rechazada en época moderna, fundamentalmente, por 0. SEECK,
«Das sogenannte Edikt von Mailand~,Zeitschr. f. Kirchengesch.
12 (1891), 381-386, y H. G&OIRE, «La conversión de Constantin»..., págs. 261-264. La opinión hoy predominante es que no
existió un edicto formal, sino un simple acuerdo o protocolo
entre ambos emperadores sobre la política religiosa a seguir,
basándose en el desarrollo del Edicto de Galerio. Un estado
de la cuestión hasta los años cincuenta, en J. MOREAU,
aLes
Litterae Licinii» , págs. 100-105. Con todo, en fecha reciente
se han mostrado favorables a la existencia del Edicto, M.
AGNES, ~(Alcuneconsiderazioni su1 cosidetto Editto di Milanos,
Studi Romani 13 (1965), 424432; M. AMELOT~I, «Da Diocleziano
a Constantinos, Stud. et Docum. Hist. et Juvis 27 (1961). 241-323;
M. ANASTOS,
«The Edict of Mailand (313). A defense of its traditional autorship and designatiori», Rev. Etud. Byz. (1967) =
Mdlang. Grurnel 11 13-41.
431 En su recorrido, el ejército tuvo que atravesar la meseta
central de Anatolia, región caracterizada por la rudeza de su
196
5
6
LACTANCIO
tes de su territorio, sino que cruzó inmediatamente el
estrecho y se presentó con su ejército ante las puertas de Bizancio 432. Existía allí una guarnición militar
establecida por Licinio en previsión de una contingencia de este tipo. Primero intentó atraérselos con regalos y promesas; después probó a amedrentarlos con
la amenaza de sitiarlos. Pero ni las promesas, ni las
amenazas sirvieron de nada. Al cabo de once días,
durante los cuales tuvieron tiempo de enviar al emperador emisarios y cartas, se rindieron, no llevados
de la traición, sino por su inferioridad
Desde allí se dirigó a Heraclea 434, donde se vio retenido
por los mismos motivos, con lo que perdió algunos
días.
Entretanto, Licinio, a marchas forzadas, había Ilegado a Adrianópolis con unos pocos efectivos. Mientras,
Maxirnino, después de recibir la capitulación de Perinto,
se demoró algún tiempo y avanzó dieciocho millas
hasta el puesto más próximo; pero no pudo proseguir,
porque Licinio había ocupado el siguiente, que estaba
c h a en invierno debido a su altitud, entre 800 y 1.100 metros
sobre el nivel del mar.
432 Por el acuerdo firmado entre Licinio y Daya el 311, el
primero se reservaba la jurisdicción sobre Europa y el segundo
sobre Asia (cf. supra, 36, 2). El cruzar los estrechos suponía,
por ello, de hecho, una declaración de guerra a Licinio. El
interés por tomar Bizancio se explica por el alto valor estratégico de esta plaza.
433 Lactancio intenta salvar la imagen de Licino resaltando
la fidelidad de sus tropas, lo que contrasta con la conducta
que seguirán las tropas de Daya. La narración de la guerra
por Lactancio es la más detallada frente a las generalidades
de las demás fuentes: E u s ~ a ,Hist. Ecles. IX 10, 2 y SS.; AUR.
V~cr.,41, 1; Epit. de Caes. 40, 8; E-.,
X 4, 4; Zús., 11 17, 3.
4% Heraclea, antigua Perinto, nombre con que la designa
poco más adelante, situada en la costa de Tracia, actualmente
Turquía europea, hoy denominada Eregli.
435 En la actual Turquía europea, ahora Edirne.
situado otras dieciocho millas más adelante4%.Este, 7
una vez reunidos los soldados que le fue posible en
las proximidades, se dirigió al encuentro de Maximino,
más con la intención de retenerle que de combatir o
alcanzar una victoria sobre él, pues mientras el otro
disponía de un ejército de setenta mil hombres armados, 61 apenas había logrado reunir treinta mil. La s
causa era que sus tropas se hallaban repartidas por
diversas regiones y no dispuso de tiempo suficiente
para reunirlas a todas 437.
La proximidad de los eiCrcitos 46
hacía
prever que al dfa simiente
Preparativos para
ta batalla y visidn
se entablaría el combate. Enton- 2
de Licinio
ces, Maximino hizo un voto a JÚpiter en el sentido de que, si
alcanzaba la victoria. eliminaría el nombre de los cristianos y lo erradicaría totalmente 43s. Sucedió entonces 3
4% Sobre la milla romana, cf. supra, n. 193.-Un
estudio
geográfico de estos movimientos puede verse en H. GRÉGoIRE,
nDeux champs de batailles. Byzantion 13 (1938), 585-586.
4n Licinio tarda en llegar v lo hace con pocos efectivos,
pese a que en el momento del ataque de Maximino no se encontraba ya en Milán, sino en el Ilirico (cf. An. Vales. 6, 13),
porque el grueso del eiército se encontraba diseminado a lo
largo de la frontera del Danubio: se repitieron, por tanto, las
circunstancias del anterior enfrentamiento entre ambos emperadores (d. supra, 36, 1 ) . Las cifras proporcionadas por Lactancio son las únicas que poseemos: en cualquier caso, &te
intenta poner de relieve la desproporcidn de efectivos para resaltar el carácter extraordinario de la victoria de Licinio.
438 EUSEB.,
Hist. EcIes. IX 10. 6, señala que, tras su derrota,
Maximino hizo asesinar a los sacerdotes y profetas cuyos oráculos le habían incitado a emprender la guerra, y presenta la
victoria de Licinio como el cum~limientode los oráculos biblicos (ibid., 4-5). Tambikn Lactancio presenta la batalla como una
lucha entre las divinidades paganas v el Dios de los cristianos,
cosa que, como ceñala J. MOREAU,Zactance ..., pág. 449, había
evitado sugerir con motivo del enfrentamiento entre Constantino
y Majencio. Pese a ello, los paralelismos entre ambas guerras
198
4
5
6
7
LACTANCIO
que, en la noche siguiente, se le apareció a Licinio,
mientras descansaba, u n ángel enviado por Dios439,
quien le advirtió que se levantase inmediatamente y,
en unión de todo su ejército, elevase plegarias al Dios
supremo: si así lo hacia, suya sería la victoria. Tras
oír estas palabras, le pareció que, mientras 61 se levantaba, permanecía a su lado aquel que le había avisado y le explicaba de qué modo v en qué tCrminos
debía orar. Cuando se despertó, mandó venir un not a r i y~ le
~ dictó
~ ~ estas palabras, tal como las había
*Dios supremo. a ti roqamos, Dios santo, a ti
rogamos: a ti encomendamos toda la justicia, a ti encomendamos nuestra salvación, a ti encomendamos
nuestro Imperio. Gracias a ti vivimos, gracias a ti alcanzamos la victoria v la felicidad. Dios supremo, Dios
santo, escucha nuestras plegarias. A ti extendemos
nuestros brazos: escúchanos Dios santo, supremo.» Se
escriben estas palabras en numerosos ejemplares que
son enviados a los oficiales y tribunos, a fin de que
cada uno se las haga aprender a sus soldados. Todos
son evidentes. En el primer caso se trata de la victoria cristiana en Occidcntc, ahora en Oriente.
439 Sobre el papel de los sueños en hechos de este tipo, cf.
supra, 44, 10.
440 LOS notarios eran los estenógrafos que hacían el papel
de secretarios de los emperadores.
441 Esta misma plegaria se encuentra en EUSEB.,
Vit. Const.
IV 19-20, atribuida a Constantino. P. FRANCHI DE'CAVALIERI,
Constantiniana, págs. 10-12 y notas a vágs. 78 y sigs., dedica
amplio espacio a la aclaración del problema de las relaciones
entre ambas plegarias y su origen. Creemos que, con su plegaria, Licinio quiso atraerse las simpatías de una parte del
Imperio donde predominaba el cristianismo y, al propio tiempo, intentó tener en cuenta la composici6n mixta -pagana y
cristiana- del ejército; de ahí su tono sincretístico, más bien
pagano que cristiano (cf. E. GABBA,Per la storia dell'esercito
romano in etk imperiale, Bolonia, 1974, pág. 98).
eIevaron su ánimo, en la creencia de que desde el cielo
se les había anunciado la victoria M2.
El emperador Licinio fijó el combate para el pri- s
mero de mayo, fecha en que se cumplía e1 octavo año
de la proclamación de M a ~ i m i n o con
~ ~ ~el, fin de que
fuese derrotado precisamente el día de su aniversario,
del mismo modo que lo había sido el otro en Roma444.
Maximino quiso adelantar la fecha y puso en orden 9
de combate su ejCrcito la víspera, de madrugada, con
el fin de celebrar su aniversario al día siguiente como
vencedor. Llega al campamento la noticia de que Maximino se ha puesto en movimiento hacia el campamento. Los soldados toman las armas y salen a su
encuentro. Les separaba un terreno yermo y sin vegetación, denominado Campo Ergeno 445. Estaban ya am- 10
bos ejércitos frente a frente. Los soldados de Licinio
colocan en el suelo los escudos, se quitan los velmos,
elevan las manos al cielo con los oficiales delante de
ellos y rccitan la plcgaria precedidos por el emperador.
El ejército que va a perecer escucha el murmullo de
los que oranM. Éstos, después de recitar nor tres veces i i
442 El efecto debió de ser semejante al provocado por la
recitación de ciertas fórmulas mágicas, hechos frecuentes en
circunstancias como éstas. El 5 2 sugiere que Maximino debió
de hacer algo semejante entre sus tropas.
443 Cf. supra, 19, 1 .
444 Cf. supra, 44, 7 , Lactancio establece un nuevo paralelismo
entre las victorias de Constantino y Licinio. El enfrentamiento
tuvo lugar, pues, el 30 de abril del 313.
445 Ergenum: en el manuscrito aparece el término Serenurn,
pero ha sido corregido por H. GRÉGoIRE, «Deux champs de bataillex ..., 586, quien ha propuesto la localizaci6n entre. Tzurulum
y Drusipara, en una llanura regada por el río Ergenus, actuaImente Ergene o Erghene, en la Turquía europea.
446 Seguramente se trata de una estratagema psicológica
buscada por Licinio.
200
LACTANCIO
la oraciónM7,pletóricos ya de mora1 448, vuelven a colocar los yelmos en sus cabezas y toman los escudos.
12 Avanzan los emperadores para dialogar449.No fue posible inducir a Maximino a acordar la paz, pues despreciaba a Licinio y pensaba que iba a ser abandonado
por sus soldados, porque era tacaño en sus liberalidades: él, por el contrario, era generoso y había iniciado la guerra en la idea de. tras hacerse con el
ejército de Licinio sin combate, dirigirse inmediatamente contra Constantino con sus efectivos doblados 450.
47
Así pues, se van acercando cada
vez más; suenan las trompetas,
Derrota y huida
las enseñas avanzan. Los liciniade Maximino Da,,a
nos en su ataque arrollan el enemigo. Estos, presa del terror, ni
siquiera pudieron desenvainar sus espadas, ni arrojar
2 los dardos4S1. Maximino se pone a recorrer el campo
*17 La repetici6n por tres veces de la plegaria y el deponer
las armas y descubrirse las cabezas, etc., eran formulismos
observados por los cristianos en la oracibn.
448 Lactancio, a diferencia de lo que hace en la narración
de la batalla del Puente Milvio, parece intentar quitar el caricter milagroso a la victoria de Licinio, atribuyendo a la recitación de la plegaria un efecto puramente psicológico. Posiblemente esta postura ambi-gua le vino impuesta por la misma
actitud, ambiguamente procristiana, de Licinio.
449 Sin duda, en la idea de llegar a un acuerdo semejante
al del 311 (cf. supra, 36, 2).
490 Resulta imposible juzpar la veracidad de estas intenciones que Lactancio atribuye a Maximino. La creencia de J. MOREAU, Lactance ..., páp. 454, de que se trata de una ~ c u s ~ c ~
sin fundamento, destinada a dañar la imagen de Maximino,
pues si éste hubiera pensado en aniquilar a Constantino habría
aprovechado la guerra contra Mniencio apoyando a este filtimo,
no pasa de ser una simple hipótesis, dada la complejidad de
las alianzas y tácticas olít tic as durante esta kpoca.
451 Según Eusni., Hist. Ecles. TX 10, 4, la guardia que proteda a Maximino se habría paqado en masa a Licinio al comenzar la batalla.
~ I I
SOBRE 1.A MUERTE DE L O S PERSEGIJIDORES
201
de batalla e intenta atraerse a los soldados de Licinio,
tanto con súplicas como con ofertas de recompensas.
En ninguna parte se le escucha. Se produce una carga
contra 61 y tiene que refugiarse entre los suyos. Su
ejército va siendo aniquilado sin ~ o d e rresistir: jun
puñado de hombres impone el terror a un número tan
elevado de legiones, a tan gran fuerza militar! 452.Nadie 3
se acuerda de su dimidad, de su valentía, de las recompensas prometidas: daba la impresión de que se
había presentado, no a librar una batalla. sino como
víctimas destinadas a un sacrificio. Fue así como el Dios
supremo los entregó como holocausto a sus enemigos.
El suelo estaba cubierto ya por u n a enorme multitud
de cadáveres. Maximino se da cuenta de que los hechos 4
se han desarrollado de manera diversa a como esperaba. Arroja la púrnurp, huye disfrazado de esclavo
cruza los estrechos4". En cuanto a su eiército, la mitad
murió; y la otra mitad, o se rindi6, o se dio a la fuga,
pues la deserción d e su e m p e r a d o r les ~ u i t óa ellos
la vergüenza de desertar 454.
En cuanto a Maximino. llegij el primero de mayo, s
es decir, en una noche y un día a los estrechos. v en la
noche siguiente a Nicomedia. pese a que distaba 160
millas del lugar d e la batalla. Aquí recomó a sus hijos
452 Lactancio exaqera el desequilibrio de fuerzas para resalt a r lo extraordinario de la victoria de Licinio. Por el contrario, y con el mismo obietivo. pasa nor alto el hecho, anteriormente mencionado, de que el ejército de Maximino se encontraba muy debilitado por la larga marcha invernal a través del
Asia Menor.
453 E n parecidos términos se expresa EUSEB.,
Hist. Ecles. IX
10, 4: Vit. Const. 1 58, 3.
454 Lactancio exagera la masacre en el ejército de Maximino, va que, como sugiere EUSEBIO(loc. cit.), debió de tratarse m á s de una desercinn qiie de una batalla formal. La
fecha de ésta, según M. R. C A T A ~ L«Per
A la cronologia dei
rapporti ...», habría sido el 1 de mayo del 312.
202
LACTANCIO
y esposa y a un pequeño grupo de su comitiva de palacio y se dirigió a Oriente 455. Pero se detuvo en Capadocia, donde reunió a algunos de los fugitivos y a otros
soldados de Oriente. Fue así como volvió a tomar la
púrpura 456.
48
Licinio, a su vez, tras acoger a
Circular de Licinio
la parte del ejército que se le
la
h a b í a rendido y distribuirlos enlibertad de culto a
tre los suyos 49, se dirgió a Bitilos cristianos
nia unos días después de la batalla. Entró en Nicomedia v dio gracias al Dios, con
cuyo auxilio había vencido, y el 13 de junio del año
en q u e Constantino y él mismo eran cónsules por tercera vez458ordenó que se hiciese pública una circular 4s9 que había entregado al pobernador * sobre el
restablecimiento de la Iglesia, en estos términos:
6
455 Según Z~S.,11 17, 3, la intención de Maximino habría
sido dirigirse a Egipto a través del Oriente, es decir, por tierra
y no por mar, para reunir allí un nuevo ejercito. Si ello es
cierto, desconoccmos las razoncs por las que cambio de opinibn
y decidió hacer lo propio en Capadocia, en la altiplanicie central de Asia Menor.
456 Pese a ello, no volvió a ser reconocido como emperador
por Licinio.
4 9 En vez de formar unidades independientes con los desertores, los incluvó en sus propias unidades con el fin, sin
duda, de evitar nuevas deserciones.
458 El amplio espacio de tiempo transcurrido entre su entrada en Nicomedia y la publicaci6n de la circular, en torno a
un mes, se ha aducido como una prueba más de que Bsta no
responde a un acuerdo previo con Constantino durante el encuentro de Milán. Los cónsules del 313 eran Constantino y Maximino Dava: el reemplazo de éste por Licinio debió de producirse al día siguiente de la batalla, el 1 de junio, tras haberse
desprendido Maximino de la púrpura.
459 Litteras: no se trata, pues, de un Edicto propiamente
dicho. como fue el de Galerio (supra, 23, 13). sino de una circular diriqida al gobernador de Bitinia v a los de las restantes
«Die beiden
provincias bajo su jurisdicción (cf. R. LAOWEUR,
«Habiéndonos reunido felizmente en Milán tanto
yo, Constantino Augusto, como yo, Licinio Augusto, y
habiendo tratado sobre todo lo relativo al bienestar y
a la seguridad p ú b l i ~ a s ~juzgamos
l,
oportuno regular,
en primer lugar, entre los demás asuntos que, según
nosotros, beneficiarán a la mayoría, lo relativo a la
reverencia debida a la divinidad; a saber, conceder a
los cristianos y a todos los demás la facultad de practicar libremente la religión que cada uno desease, con
la finalidad de que todo lo que hay de divino en la
sede celestial se mostrase favorable v propicio tanto
a nosotros como a todos los que están bajo nuestra
aut0ridad~~2.
Así pues, con criterio sano y recto, hemos
creído oportuno tomar la decisión de no rehusar a
nadie en absoluto este derecho, bien haya orientado
su espíritu a la religión de los cristianos, bien a cualquier otra religión que cada uno crea la más apropiada para sí, con el fin de que la suprema divinidad, a
quien rendimos culto por propia i n i ~ i a t i v a ~
pueda
~,
2
3
Fassungen des sogennanten Toleranzedikts von Mailandx, en
Epitymbion Swoboda, Reichenberg, 1927, págs. 132-141). El documento se conserva también, traducido del latín, en EUSEB.,
Hist. Ecles. X 5 , 4-14, con un preámbulo (2-3) que falta e n
Lactancio. Aquí fija Licinio las líneas de la política religiosa,
lfneas que básicamente fueron fijadas por el Edicto de Galeno del 311 y el acuerdo con Constantino en el encuentro de
Milán del mes de febrero (cf. supra, n. 430). El mejor estudio
del documento sigue siendo el de H. NESSELHAUF,aDas Toleranzgesetz des Licinius),, Hist. Jahrbuch 74 (1954), 44-61.
Praesidem: una vez más el gobernador de Bitinia es denominado praeses y no consularis (cf. supva, 16, 4: 40, 2).
461 Expresión semejante a la del Edicto de Galeno (supra,
34, 1). La reunión no puede ser otra que la de Milán.
462 Las expresiones son de una gran vaguedad y recuerdan
las de la plegaria del ejército.
463 Esta expresión («a quien rendimos culto de propia miciativan) falta en Eusebio; ello puede deberse a un descuido
de éste o del funcionario que hizo la transcripción, publicada
204
LACTANCIO
prestarnos en toda circunstancia su favor y benevolencia acostumbrados. Por lo cual, conviene que tu excelencia sepa que nos ha parecido bien que sean suprimidas todas las restricciones contenidas en circulares
anteriores dirigidas a tus negociados, referentes al
nombre de los cristianos y que obviamente resultaban
desafortunadas y extrañas a nuestra clemenciaw, y
que desde ahora todos los que desean observar la religibn de los cristianos lo puedan hacer libremente y
s sin obstáculo, sin inquietud, ni molestias. Hemos crefdo
oportuno poner en conocimiento de tu diligencia esta
disposición en todos sus extremos, para que sepas que
hemos concedido a los propios cristianos incondicio6 nal y absoluta facultad para practicar su religión. Al
constatar que les hemos otorgado esto, debe entender tu excelencia que tambiCn a los demás se les ha
concedido licencia igualmente manifiesta e incondicional para observar su religión en orden a la conservación de la paz en nuestros días, de modo que cada cual
tenga libre facultad de practicar el culto que desee.
Hemos actuado así para no dar la apariencia de mantener la más mínima restricción con algún culto o
alguna religión "65.
7
»Además, hemos dictado, en relación con los cristianos, la. siguiente disposición: los locales en que ante4
en Palestina, de la que él se sirve (cf. J. M O ~ d e, s Litterae Licinib ..., págs. 100 y sigs.).
464 LOS términos: «sean suprimidos> y «que obviamente resultaban desafortunadas y extrañas a nuestra clemenciañ no
aparecen en el manuscrito y han sido restituidos en base al
texo de Eusebio. Deben hacer referencia a las limitaciones establecidas por Maximino Daya, especialmente en el rescripto a
Sabino (cf. supra, n. 360).
m El 6 presenta ligeras variantes respecto al de Eusebio,
pero el significado es en ambos fundamentalmente el mismo.
Resulta imposible establecer cuál de las dos versiones refleja
mejor el original.
riormente acostumbraban a reunirse, respecto a los
cuales las cartas enviadas anteriormente a tu negociado contenían ciertas instrucciones 4s, si alguien los
hubiese adquirido con anterioridad, bien compránduselos al Fisco, bien a cualquier persona privada, les deben
ser restituidos a los cristianos sin reclamar pago o indemnización alguna y dejando de lado cualquier subterfugio o pretexto. Asimismo, quienes los adquirieron a
mediante donación, los deben restituir igualmente a los
cristianos a la mayor brevedad posible. Además, si
aquellos que los adquirieron mediante compra o donación reclaman alguna indemnización de nuestra benevolencia, deben dirigirse al Vicario 467 para que, mediante nuestra clemencia, se les atienda. Todos estos locales
les deben ser devueltos a la comunidad cristianada
por intermedio tuyo sin dilación alguna 469.
M Estas cartas no pueden hacer alusión al rescripto a Sabino, como era el caso del 3 4, ya que en éste no se dispone
nada sobre las iglesias confiscadas, sino seguramente a instrucciones enviadas a los gobernadores por Galerio tras el Edicto
del 311 (cf. J. MOREAU,Lactance ..., págs. 462-463).
467 Se trata del Vicario del Preiecto del Pretorio, institución nueva creada por Diocleciano y que era la máxima autoridad en asuntos fiscales (cf. supra, n. 53).
468 Ello supone d reconocimiento de la propiedad colectiva
de las comunidades cristianas, y no sólo de los cristianos como
individuos (cf. a continuación), derecho que ya había garantizado el Edicto de Galerio (cf. F. DE VISSCHER,«Le régime
juridique des plus anciens cimetikres chrétiens de Rome», Analec. Bolland. 69 [1951], 54).
469 La medida es muy grave porque, para llevarla a cabo,
podían ser despojadas personas que habían adquirido de
buena f e bienes de los cristianos (cf. E. CHENON,d e s conséquences juridiques de I'Edit de Milan (313)s. Nouv. Rev. Hist.
de Droit fraw. et étrang. 38 [1914], 255-263; C. SANTUCCI,
al'editto
di Milano nei riguardi del diritton, Nuovo bolletino di Archeologia Cristiana [1913], 71-75; FLICHE-MARTIN,
Storia defla Chiesa,
111, 1, pág. 25). Por otra parte, la restitución de los bienes confiscados parece que ya había sido establecida por Majencio en
206
LACTANCIO
»Por otra parte, puesto que es sabido que los mismos cristianos poseían no sólo los locales en que solían
reunirse, sino también otras propiedades que pertenecían a su comunidad en cuanto persona jurídica, es
decir, a las iglesias, y no a personas físicas, también
éstas, sin excepción, quedan incluidas en la disposición
anterior, por lo que ordenarás que, sin pretexto ni reclamación alguna, les sean devueltas a estos mismos
cristianos, es decir, a su comunidad y a sus iglesias, de
acuerdo con las condiciones arriba expuestas, a saber:
que quienes las devuelvan gratuitamente, según hemos
dispuesto, pueden esperar una indemnización por parte
l o de nuestra clemencia. En todo lo referente a la susodicha comunidad cristiana, deberás mostrar tu eficaz
mediación para que nuestro decreto se cumpla con la
mayor rapidez posible, a fin de que también en este
asunto se muestre la preocupación de nuestra clemen1 1 cia por la paz pública. Todo esto se hará para que, según hemos expresado más arriba, el favor divino que
nos asiste y que en tan graves circunstancias hemos
experimentado, actúe siempre de manera próspera en
nuestras empresas con el consiguiente bienestar gene12 ral. A fin de que puedan llegar los términos del decreto,
muestra de nuestra benevolencia, a conocimiento de
todos, deberás ordenar su promulgación 470 y exponerlo
en público en todas partes para que todos lo conozcan,
de modo que nadie pueda ignorar esta manifestación
de nuestra benevolencia.»
9
sus territorios (cf. T. D. BARNES,((Lactantius and Constantiner ..., pág. 44). Como puede observarse, estas medidas de favor
van mucho más allá de lo que había ido el Edicto de Galerio:
éste era simplemente un Edicto de Tolerancia, ahora se pone
al cristianismo en igualdad de condiciones con el paganismo.
470 LOS gobernadores, mediante un Edicto propio, debían,
a su vez, poner en conocimiento del público el Edicto imperial.
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
207
Una vez publicadas estas circulares, recorncndó también de palabra que los lugares de culto fuesen restituidos a su situación primitiva471.Así pues, desde el
momento de la destrucción de la Iglesia hasta el de su
restauración pasaron diez años y cuatro meses más o
menos 4n.
13
Por otra parte, Licinio perse- 49
guía con su ejército al tirano, y
Muerte de
éste, batiéndose en retirada, se
Maxirnina Daya
dirigió de nuevo a los desñladeros del Tauro 473. Aquí intentó el
avaricx con la construcción de torres y fortificaciones 474,
pero fue desalojado por los vencedores, que destruyeron todas las construcciones, y, finalmente, huyó a
Tarso". Allí, al verse asediado por tierra y por mar y 2
no esperar ya refugio alguno, angustiado y temeroso,
recurrió a la muerte, como remedio a los males que
Dios había acumulado sobre su cabeza 476. Pero
3
471 Muestra del afán del emperador por atraerse las simpatías de los cristianos.
472 Exactamente, diez años, tres meses y diez días, es decir
desde el 23 de febrero del 303 (cf. supra, 12, 1) al 13 de junio
del 3U.
473 Se trata de los desfiladeros denominados upuertas cilicias», entre Capadocia y Cilicia, que constituían la única salida
de Capadocia al Mediterráneo y, por lo tanto, paso casi obligado entre Asia Menor y el Oriente.
474 La fortificación de este paso es fácil, debido a su estrechez; por otra parte, Maximino, más que construir nuevas
fortificaciones, debió de limitarse a restaurar las allí existentes
desde antiguo.
475 Tarso se encuentra en la llanura de Cilicia, a la salida
de los desfiladeros y muy próximo al mar. Posiblemente la intención de Maximiano fue embarcar hacia Egipto, como señala
Zós., 11 17, 3, pero Licinio se lo impidió bloqueándole tambjén
por Mar. EUSEB.,Hist. EcZes. IX 10, 14, señala que se retiró a
Tarso, mientras sus tropas hacían aún frente a las de Licinio.
476 Lactancio, como es el caso de los restantes perseguidores,
presenta su muerte como un castigo divino. Lactancio es el
mente se sació de comida y se anego en vino, tal como
acostumbran a hacerlo quienes piensan que lo van a
hacer por última vez47i.Tras eHo ingirió veneno. Su
efecto, al actuar sobre un estómago lleno, no pudo ser
fulminante, sino que le produjo una debilidad maligna,
similar a la que provoca la peste, por lo que su vida
4 se prolongó algún tiempo entre dolores. Después comenzó a intensificarse el efecto del veneno, con lo
que sus entrañas comenzaron a arder con un dolor tan
insoportable que le llevó a la locura. Llegó a tal extremo, que por espacio de cuatro días, preso de la locura, cogía con sus manos tierra seca y la devoraba
s como un hambriento 478. Seguidamente, después de innumerables y duros dolores, al golpear su cabeza contra
las paredes, sus ojos se saltaron de sus órbitas 479. Por
último, perdida ya la vista, iuvo una visión en la que
Dios le juzgaba rodeado de servidores vestidos de
a blanco. Daba gritos de manera semejante a los que
están sometidos a tortura y declaraba que no lo había
hecho él, sino otros. Finalmente, como si hubiese ced i d o a los tormentos, comenzó a confesar a Cristo suúnico autor que habla de suicidio; las restantes fuentes aluden
a muerte natural, pero EUSEBIO( H i s t . Ecles. IX 10, 14; Vit.
Const. 1 58 y SS.),igual que Lactancio, habla de muerte horrible
entre enormes dolores, aunque ofrecc contradicciones en las
diversas referencias (cf. también 10, 6 y 10, 15). La razón de
estas divergencias hay que verla seguramente en el hecho de
que su muerte fue mal conocida y la leyenda se cebó rápidamente en ella, como fue el caso de Diocleciano (cf. J. MOREAU,
Lactance ..., pág. 466).
477 Lugar común literario, frecuente en la antigüedad.
478 La locura es otro de los elementos que degradan la
muerte de los perseguidores; recuérdese el caso de Diocleciano,
supra, 42.
479 EUSEB.,
Hist. Ecles. IX 10, 15, señala también la pérdida
de los ojos, pero la atribuye a los efectos de la calentura, de
la fiebre.
SOBRE LA MUERTE DE LOS PEKSOGUIDORES
209
plicándole eiimplorándole que se compadeciese de él 480.
De este modo, exhalando gemidos como si le estuvie- 7
sen quemando, entregó su espíritu pernicioso en medio
de un género de muerte detestablee1.
Fue así como Dios terminó con 50
Venganza de
Licinio: muerte de todos los perseguidores de su
10s miembros de la nombre, de modo que no quedó
familia de Gdeuio, de ellos ni huella, ni raíze2. En 2
Severo y MaziminO efecto, Licinio, una vez que tuvo
en sus manos todo el poder, mandó matar primeramente a Valeria483, a q u i e n Maximino, pese a su ira
480 Como en el caso de Galerio (supru, 33, ll), son los dolores los que le hacen reconocer al Dios de los cristianos, pero
también en este caso el reconocimiento es inútil para su salvación. rasgos ambos típicos de la muerte de los perseguidores
(cf. supru, n. 334). Además, aquí Lactancio se recrea en la paradoja de que fue tras perder los ojos cuando uviou a Dios.
Por el contrario, Lactancio silencia la publicaci6n, antes de
su muerte, de un Edicto semejante al de Licinio en favor de
los cristianos que reproduce EUSEB.,
Hist. Ecles. IX 10, 7-11, y
cuyo móvil debió de radicar en un último intento de atraerse
a su bando a la población cristiana y el apoyo de Constantino
(cf. S ~ I N - P A U L NHistoire
Q ~ , ..., pág. 93). La causa del silencio
del Edicto por Lactancio hay que verla, según J. MORZAU,
Lactance ..., págs. 466467, en el deseo de no privar a Constantino
y a Licinio del honor de haber sido quienes pusieron fin a
las persecuciones. - Con la expresión: «servidores vestidos de
blanco*, posiblemente no se refiere a ángeles, sino a ancianos
o a las personas a quienes estaba confiado el juicio (cf. T. D.
BARNES,~Lactantiusand Constantinex.., pág. 41, a. 137).
4
1 La muerte debió de producirse en agosto o comienzos
de septiembre del 313, pues un documento egipcio del 13 de
este mes aparece ya datado con los consulados de Constantino
y Licinio, y no de Maximino (cf. A. E. R. BOAK, aEarly Byzantine Papyrim, Etudes de Papyrologie 3 [1936], 31).
482 Tesis central de la obra (cf. supra, 1, 5, e Instit. VI1 27
13-14; EUSEB.,Vit. Const. 1 3).
M Valeria, hija de Diocleciano y esposa de Galerio (d.S u pra, 15, 1; 39, pese a lo que aquí parece indicar Lactancio, no
fue la primera víctima de la represión de Licinio, y su muerte
210
LACTANCIO
contra ella, ni siquiera tras su huida, cuando venía su
muerte próxima, se había atrevido a asesinar; lo mismo
hizo con Candidiano, hijo de una concubina, a quien
3 Valeria había adoptado porque era estériiw. No obstante, Valeria, al enterarse de la victoria de Licinio, se
había introducido entre la comitiva de éste con u n ropaje disfrazado para tratar de conocer cuál era el porvenir que esperaba a Candidiano. Éste, que se había
presentado en Nicomedia y parecía ser tenido en consideración, fue muerto cuando menos lo sospechabas.
.4 Ella, al enterarse del final sufrido por éste, se dio inmediatamente a la fuga.
A Severiano, el hijo de Severom, que ya era adulto
5
y que había seguido desde el campo de batalla a Maximino en su fuga, lo mató condenándolo a la pena capital bajo la acusación de aspirar a la púrpura tras
6 la muerte de éste. Todos ellos, temiendo previamente
a Licinio como si fuese un malvado, habían preferido
estar del lado de MaximinoM7,a excepción de Valeria,
que se opuso a Licinio igual que lo había hecho con
Maximino, cuando aquél quiso entrar en posesión, por
derecho de herencia, de todos los bienes de Galerio.
no la narrará hasta el capítulo siguiente. Su mención aquí se
debe sólo a un recurso literario para servir de introducción de
los sucesos posteriores.
484 Cf. también supra, 20, 4. La gravedad del crimen viene
acrecentada por el hecho de que Galerio, al morir, se lo había
coníiado a él, al igual que Valeria (cf. supra, 35, 3).
485 Otra muestra de la perfidia de Licinio. Sobre su crueldad,
cf. Epit de Caes. 41, 8 ; Anon. Vales. 22; AUR. VICT.,41, 5; STEINPALANQUH,
Histoire ..., pág. 96. El juicio de Eusebio difiere totalmente según se trate de versiones anteriores o posteriores al
enfrentamiento de Licinio con Constantino (cf., respectivamente,
Hist. Ecles. IX 11, 8, y X 8, 11).
486 dnica fuente sobre este personaje.
481 Lactancia no puede por menos que reconocer la fama
de malvado de que disfrutaba Licinio.
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
211
Eliminó también al hijo mayor de Maxirnino, que 7
tenía ocho años, y a su hija de siete, que había sido
prometida a Candidiano 488. Pero, previamente, la madre
de ambos había sido arrojada al Orontes, el mismo
lugar donde muchas veces ella había hecho arrojar a
mujeres honestas489.De este modo, todos los impíos, a
por un justo y verdadero juicio de Dios, recibieron los
mismos castigos que ellos habían infligido 490.
488 NO se conocen siquiera sus nombres (cf., en el mismo
sentido, EUSPS., Hist. Ecles. IX 11, 7; ZONAR., XIII 1). Todos
estos datos muestran que Maximino intentó continuar la politica
matrimonial característica de la Tetrarquía, a la que, al igual
que Constantino, se opuso Licinio desde el primer momento.
489 Nada más sabemos sobre la esposa de Maximino. El
Orontes es el n o de Antioquía, de donde se deduce que Licinio,
tras su victoria, se estableció en esta ciudad, aunque no sabemos por cuánto tiempo (cf. también EUSEB.,Hist. Ecles. IX
11, 6).
45x1 El hecho de que Lactancio no incluya a Valeria entre las
muertes a las que esta aseveración hace referencia podría ser
una prueba más de su condición de cristiana o filo-cristiana.
Por otra parte, si exceptuamos a la esposa de Maximino, Licinio, y con 61 Lactancio, no puede aducir contra estas víctimas más acusación que la relación de parentela con Maximino
o las posibles justas aspiraciones al papel que por nacimiento
les correspondía en la jerarquía del Estado. En parecidos términos se expresa EUSEB.,Hist. Ecles. 1X 11, 7, cuya acusación
es, para unos, que «se jactaban de parentesco con el tirano. y,
para otros, que Maximino los había hecho socios de la dignidad
imperial. Aunque fue una práctica corriente en la antigüedad
la condena a muerte de los parientes y allegados del vencido,
la gravedad por parte de Lactancio radica, a nuestro modo de
ver, en aportar una justificación religiosa a esta inhumana costumbre (cf. Zntrod., pág. 16).
212
LACTANCIO
También Valeria, tras vagar durante quince meses por diversas
provincias disfrazada con ropaje
respectivamente*
de plebeya, fue reconocida &alde Diocleciano
mente en Tesalónica y,
- apresada
2 junto con su madre, recibió su castigo4yA.
En efecto,
ambas mujeres fueron llevadas al suplicio en medio de
gran expectación y conmiseración por tan grande desgracia y, después de arnputarles la cabeza, sus cuerpos
fueron arrojados al mar 492. De este modo, su honestidad y su rango les valieron la muerte 493.
52
Todos estos hechos he juzgado
oportuno consignarlos por escrito
~pílogo
fielmente -pues me dirijo a una
persona que los conoce-, tal
como sucedieron, con la finalidad
de que no se perdiese el recuerdo de tan importantes
acontecimientos y de que, si alguien quiere escribir después la historia, no altere la verdad silenciando las
ofensas de aquéllos contra Dios y el juicio de Dios
2 sobre ellos. Debemos dar las gracias a su eterna misericordia, porque al fin volvió la mirada a la tierra y se
51
Muerte de Valeria
y Prisca,
hija y esposa,
491 Poenas dedit: como seiíala J. MOREAU,
Lactance..., páginas 47W71, este término no implica una condena por Lactancio de la actitud de Valeria, sino seguramente que hubo un simulacro de proceso, quizá bajo el pretexto, frecuente en estos
casos, de adulterio (cf. supra, 39, 5). El hecho de que fuesen
aprehendidas en Tesalónica, en el Norte de Grecia, parece sugerir, como piensa el mismo MORGAU,ibid., pág. 470, que su
intento era refugiarse en Dalrnacia bajo la protección de los
allegados a Diocleciano. La fecha, como se deduce de Lactancia,
fue en julio o agosto del 314.
492 Al igual que en el caso de las amigas de Valeria, este
afán por dejarlas insepultas recuerda las prácticas seguidas con
los mártires cristianos (cf. supra, n. 143).
4% La misma consideración hace respecto al asesinato por
Maximino de las amigas de Valeria (cf. supra, 40, 2).
dignó reunir y recomponer su rebaño que se hallaba,
en parte, diezmado por los lobos raoaces, en parte dispersado, y exterminar las alirnanas dañinas que habían
arrasado los pastos del divino rebaño y asaltado los
rediles M.
{QuC es ahora de aquellos sobrenonbres de Jovios 3
y Hercúleos, brillantes e iIustres entre las gentes, que,
por vez primera, adoptaron con insolencia Diocles y
Maximiano v, después, heredaron y mantuvieron sus
sucesores? El Seiior, en verdad, los aniquiló y erradicó
de la tierra "95.
Así pues, celebremos con a l e ~ r í ael triunfo de Dios, 4
concurramos en masa a festejar con alabanzas su victoria, celebrémoslo con plegarjas de noche v de día,
celebrémoslo para que conserve por siemnre la paz que,
tras diez años de guerras, hp concedido a su pueblo.
De una manera especial, tií, Donato carísimo, que s
has contraído méritos vara ser escuchado vor Dios,
rueca al Señor para aue. indulgente v benCvolo, manifieste su misericordia también a sus siervos: para que
libre a su pueblo de las insidias v ataaues del diablo;
para que proteia la pa7 perpetua de la Iglesia floreciente e.
494 Imagenes frecuentes en los autores cristianos, que se
remontan a M~T.,7, 15.
4% Esto se corresponde 410 parcialmente con la realidad.
Licinio el 314 conservaba aún el apelativo oficial de Jovio y
Constantino emite monedas e1 317 en honor de JGpiter, si
bien estas apelaciones habían perdido su importancia al haberse
hundido el sistema politico al que servían de soporte religioso
(cf. supra, nota 47).
4% Estas expresiones son un fiel reflejo de1 espíritu que animaba a los cristianos tras la wictorian de la Iglesia (cf. W. J.
WALSH, «The Image of the Church in Lactantius De mortibus
persecutorumn en Festschrift J. Ouasten, 11, págs. 521-526).
INDICE DE NOMBRES PERSONALES
Apolo, 33, 5.
Apolo Milesio, 11, 7.
Asclepio, 33, 5.
Aureliano, 6, 1.
Galerio, 9, 1: 9, 7; 10, 6 ; 18, 7-9 ;
19, 2; U), 1; 26, 4 y 5; 27, 1-2
Y 4; 29, 1; 31, 1; 32, 2; 37, 3;
38, 6; 39, 2; 43, 2; 50, 6.
Candidiano, 50, 2.
Constancio, 8, 7; 15, 6-7; 18, 10;
Hierocles, 16, 4.
20, 1 y 3; 24, 2 y 3.
Constantino, 18, 1611; 19, 1 y
4; 24, 3, 6 y 8-9; 25, 1-2 y 5;
27, 1; 29, 3-5; 30, 5; 32, 5; 37,
1; 42, 1; 43, 2 y 4; 44, 3, 5, 7
y 10-11: 45, 1; 46, 12; 48, 1-2.
Cristo, 2, 1; 16, 9; 44, 5; 49, 6.
Decio, 4, 1.
Diocleciano, 7, 1 ; 9, 1 y 6-7; 12,
4; 14, 1 y 3; 17, 1; 18, 2-3, 5,
8, 10 Y 13-14; 19, 5; 41, 1; 42,
2; 43, 6.
Diocles, 9, 11; 19, 5; 29, 2; 37,
3; 52, 3.
Domiciano, 3, 1.
Donato, 1, 1; 16, 3; 35, 2; 52, 5.
Fausta, 30, 2.
Filírides, 33, 4.
Flaccino, 16, 4.
Judas, 2, 4.
Júpiter, 19, 2; 46, 2.
Licinio, 20, 3-4; 29, 2; 32, 1, 3
y 5; 35, 3; 36, 1; 43,2; 45, 1,
4 y 6; 46, 3, 8, 10 y 12; 47,
2; 48, 13; 49, 1;; 50, 2-3 y 6.
Majencio, 18, 9; 26, 1 y 3-6; 43,
34: 44, 14 y 9.
Marte, 9, 9.
Matías, 2, 4.
Maxirniano, 8, 1; 15, 6; 18, 1, 7,
9 y 12-13; 26, 5 y 9-10; 27, 1;
28, 1; 29, 3 y 6-7; 30, 4; 42, 1;
52, 3.
Maximino Daya, 18, 13; 19, 4-6;
20, 4; 25, 5; n,1; 32, 1 Y 5;
35, 1; 36, 1 y 3; 40, 1; 41, 2;
43, 1; 44, 10-11; 45, 2 y 6-7;
218
SOBRE LA MUERTE DE LOS PERSEGUIDORES
46, 2, 8-9 y 12; 47, 2 y 4-5;
50, 2 y 5-7.
Metarnpo Amitaonio, 33, 4.
Rómulo, 9, 9.
Narsés, 9, 5 y 7.
Nerón, 2, 44 y 7; 3, 1.
Nerva, 18, 2 y 4.
Sapor, 5, 3; 9, 5.
Sevenano, 50, 5.
Severo, 18, 12; 19, 4; 20, 4; 24,
5 ; 25, 5; 26, 5-6 y 8-9; 27, 1
y 4; 28, 2; 29, 2; 44, 2 ; 50, 5.
Pablo, 2, 4 y 6.
Pedro, 2, 5 y 6.
F'risca, 15, l.
Prisciliano, 16, 4.
Tages, 10, 3.
Tarquinio, 28, 4.
Tiberio, 2, 1.
Trajano, 18, 2; 23, 5.
Quirón, 33, 4.
Valeria, 15, 1; 39, 2; 40, 1-2; 50,
2-3;51, 1.
Valeriano, 5, 1 ; 6, 1; 9, 6.
Rómula, 9, 9.
INDICE DE NOMBRES GEOGRAFICOS
Africa, 8, 3.
Adrianópolis, 45, 6.
Armenia, 9, 6.
Marsella, 29, 7.
Mesia, 4, 3.
Milán, 45, 1; 48, 2.
Bitinia, 10, 6; 36, 1; 40, 1; 45,
2; 48, 1.
Bizancio, 45, 4.
Bósforo, 36, 1.
Nicea, 40, 3.
Nicomedia, 7, 10; 17, 4; 35, 1
y 4; 47, 5; 48, 1; 50, 3.
Campania, 26, 7.
Campo Ergeno, 46, 9.
Capadocia, 47, 6.
Cenofrurio, 6, 2.
Dacia, 4, 3; 9, 2.
Danubio, 17, 4; 18,6.
Egipto, 36, 3.
Galia, 27, 1; 28, 1; 29, 1 y 3.
Heraclea, 45, 5.
Hispania, 8, 3.
Ilfrico, 18, 6; 26, 6.
Italia, 8, 3; 15, 6; 27, 2 y 6.
Orontes, 50, 7.
Perinto, 45. 6.
Rávena, 17, 3; 26, 9.
Roma, 2, 54; 7, 10; 17, 1 y 3 ;
26, 1-3,5 y 8; 27, 1-3; 28, 4;
40, 2; 44, 1, 3 y 10; 45, 1;
46, 8.
Sina, 36, 3; 41, 1 ; 45, 2.
Tarso, 49, 1.
Tauro, 49, 1.
Tesalónica, 51, 1.
Tracia, 6, 2.
fNDICE GENERAL
Págs .
Vida y obras de Lactancia . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El De mortibus persecutorum . . . . . . . . . . . . . . .
Fecha de composición ........................
Fuentes .......................................
Naturaleza. tesis y trasfondo ideológico ......
Valor histórico e historiográfico . . . . . . . . . . . .
Valor literario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Resonancia e influencia del De mortibus ......
Tradición manuscrita y ediciones ............
BIBLIOGRAF~A
GENERAL ...........................
INDICE
DE
NOMBRES PERSONALES
~ N D I C EDE NOMBRES
GEOGRAFICOS
..................
.................. 219