CELEBRACIÓN Y SONORIDAD
EN HISPANOAMÉRICA
(SIGLOS XVI-XIX)
Anastasia Krutitskaya
Editora
CELEBRACIÓN Y SONORIDAD
EN HISPANOAMÉRICA
(SIGLOS XVI-XIX)
Anastasia Krutitskaya
Editora
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
ESCUELA NACIONAL DE ESTUDIOS SUPERIORES UNIDAD MORELIA
En homenaje a José López-Calo
3
4
ÍNDICE
9
introducción
15
Palabras dE José lóPEz-calo
22
docuMEntación Y cataloGación En los
arcHiVos dE MÚsica
risM En aMérica latina: ProYEctos colaboratiVos Para
la docuMEntación dE fuEntEs
Jennifer A. Ward
Traducción del inglés por Juan Francisco Rangel Yáñez
42
El arcHiVo dE PaPElEs dE MÚsica dE la catEdral dE
México: su cataloGación Y consErVación
Salvador Adán Hernández Pech
58
libros coralEs En la nuEVa EsPaña
Silvia Salgado Ruelas
70
iMPrEsión dE MÚsica En HisPanoaMérica
la iMPrEsión dE MÚsica En México (siGlos xViiixix): coMEntarios dEsdE la Historia dEl libro Y la
MatErialidad dE alGunos EJEMPlarEs dE la bibliotEca
nacional dE México Y otros acErVos
Marina Garone Gravier
5
107
136
a ProPósito dE las fEcHas dE iMPrEsión dE los PliEGos dE
Villancicos dE la catEdral dE México
Anastasia Krutitskaya
nuEVas PErsPEctiVas sobrE MÚsica En
HisPanoaMérica (siGlos xViii-xix)
EloGio dE la disonancia En El barroco HisPánico,
Y dEl concEPto dE licEncia. dE las tEorías En
el porqué de la música a un rasgo de órgano sobrE
un intEnto croMático dE Elías
Antonio Ezquerro Esteban
235
Más cErca dE nEbra quE dE náPolEs: la Misa En re
toMás ocHando Y las VariantEs nacionalEs
MaYor dE
dEl Estilo GalantE
Gladys Andrea Zamora Pineda
251
271
289
HidalGo En la catEdral MEtroPolitana.
El ritual sonoro Y la GuErra dE adVocacionEs, 1811
Lourdes Turrent
MÚsica Y PoEsía En HisPanoaMérica
(siGlos xVi-xix)
Juan diEGo Y El canto dE las aVEs
Tadeo Pablo Stein
la PluMa canta, la Voz EscribE: transMisión tExtual
dE los Villancicos dE sor Juana
Jorge Gutiérrez Reyna
6
347
El alabado En MicHoacán. indicios Y rEflExionEs sobrE
su oriGEn Y acEPcionEs
Antonio Ruiz Caballero
367
la óPEra En HisPanoaMérica
(siGlos xViii-xix)
la EstrElla, la sanGrE Y la cruz: la púrpura de la rosa
En dos Villancicos dE cHuquisaca
Bernardo Illari
411
filiPPo Galli, EMbaJador dE la óPEra italiana En
HisPanoaMérica: rEcEPción Y circulación EntrE los años
1816 Y 1840. rossini Y otros coMPositorEs
Juan Hugo Barreiro Lastra
474
tras los caMinos dE la óPEra En coloMbia
durantE El siGlo xix
Rondy Torres López
7
INTRODUCCIÓN
E
ste libro de estudios sobre el fenómeno de Celebración
y sonoridad en Hispanoamérica en los siglos xVi-xix, en
homenaje a José López-Calo, ha sido resultado de la
consolidación del proyecto colectivo, coordinado por
la Universidad Nacional Autónoma de México y el Conservatorio de las Rosas, “Investigación interdisciplinaria sobre fuentes
poético-musicales hispanoamericanas (siglos xVi-xix)”. Los trabajos que aquí se incluyen, que reflejan intereses diversos de los
investigadores, pero sobre todo intereses que dialogan, han sido
seleccionados de manera arbitrada como resultado de la reunión
académica Celebración y sonoridad en Hispanoamérica (siglos xvi-xix)
que se llevó a cabo durante los días 4, 5 y 6 de octubre de 2017 en
Morelia, Michoacán.
En las entrañables palabras inaugurales, que por ser tan personales y tan suyas se incluyen en este volumen, José López-Calo resalta, parafraseando a Higinio Anglés, la “gloriosa contribución de
México a la historia de la música hispánica”, recurriendo, de manera
particular, a dos elocuentes ejemplos: “los códices 21 de la Catedral
de Puebla y el de Gaspar Fernández, de la de Oajaca”. El significado
histórico de estos dos manuscritos radica, para López-Calo, en su
poco dimensionado papel que desempeñaron durante el nacimiento del barroco musical no solo en América, sino en toda Hispanoamérica, revalorando de esta manera la aportación de México
en la transición del Renacimiento al Barroco para toda la música
hispánica.
9
ANASTASIA KRUTITSKAYA
INTRODUCCIÓN
La primera parte del libro está dedicada a la “Documentación y
catalogación en los archivos de música”. Jennifer A. Ward ofrece el
repaso de las actividades del Repertorio Internacional de Fuentes
Musicales-risM en América Latina –México, Brasil, Cuba, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, Perú, Uruguay
y Venezuela– y, además, explica la estructura del risM global, las
cifras de los registros de la base de datos y la organización de la ficha de catalogación. Salvador Hernández aporta interesantes datos
sobre la historia del Archivo de Papeles de Música de la Catedral de
México en la segunda mitad del siglo xx y, desde el punto de vista
de la catalogación de los materiales de uso litúrgico, revisa cómo se
ha organizado el acervo en sus sucesivas etapas, tomando en cuenta
el trabajo de Thomas Stanford, Salvador Valdez y, finalmente, el
proyecto Musicat de la unaM. Cierra esta parte el tema de los libros
de coro –con un especial énfasis en la colección de libros corales de la
Catedral de Durango del siglo xViii–, aquellos guardianes del ritual,
manuscritos e iluminados, producidos en la Nueva España, el cual es
abordado por Silvia Salgado Ruelas.
El segundo apartado contiene dos textos sobre la “Impresión de
música en Hispanoamérica”. Marina Garone presenta el estado de la
cuestión acerca del desarrollo de los sistemas de impresión musical
en México para, posteriormente, comentar algunas ediciones musicales resguardadas en la Biblioteca Nacional de México y otros acervos, desde Juan Pablos, Antonio de Espinosa y Pedro Ocharte hasta
varias obras impresas de las primeras dos décadas del siglo xix. En
cambio, Anastasia Krutitskaya indaga sobre las fechas de impresión
de los pliegos de villancicos de la Catedral de México: mientras
exista la claridad de que fue Manuel de Sumaya quien rematara esa
10
ANASTASIA KRUTITSKAYA
INTRODUCCIÓN
tradición no solo en la catedral, sino también en la ciudad, afloran
dudas acerca de la datación de los primeros pliegos, entre menciones, citas e impresos existentes; sin embargo, la documentación de
archivo ayuda a dilucidar este dilema.
Las “Nuevas perspectivas sobre música en Hispanoamérica (siglos xViii-xix)” es la tercera sección del libro. El texto de Antonio
Ezquerro, dedicado a la memoria de José Vicente González Valle,
repasa, en el marco de una cultura musical donde prevalecían las reglas de la armonía y el contrapunto, una larga controversia entre los
compositores hispanos, donde unos apoyaban el “empleo de disonancias si no desagradaban al oído” y otros estaban “en contra de su uso
indiscriminado y contrario a las leyes de la armonía”, acompañándola
con el análisis, entre otras fuentes, del tratado El porqué de la música
de Andrés Lorente (1672). En la práctica, el autor relaciona el “uso
de disonancias indiscriminadas, empleo lícito o no de las licencias
armónicas” con tendencias nacionales, para ilustrar la discusión
con el estudio y la edición de la obra Rasgo de órgano, sobre un intento cromático del compositor José Elías. El estudio estilístico de
la Misa en re mayor de Tomás de Ochando, activo entre 1744 y
1799, permitió a Gladys Zamora contribuir argumentos a debatir
la italianización de los compositores hispanos en el siglo xViii a
favor de la reivindicación de los elementos nacionales como variante española del estilo galante. Ya entrado el siglo xix, Lourdes
Turrent analiza el levantamiento de Hidalgo a la luz de la guerra
de advocaciones –entre Nuestra Señora de los Remedios y Nuestra
Señora de Guadalupe– en torno a la rebelión y las conspiraciones,
en la que la catedral metropolitana “se manifestó a través de los
rituales sonoros”.
11
ANASTASIA KRUTITSKAYA
INTRODUCCIÓN
“Música y poesía en Hispanoamérica (siglos xVi-xix)” es la temática del cuarto apartado. El canto de las aves que oye el indio
Juan Diego cuando presenció el milagro de la aparición de Nuestra
Señora de Guadalupe es reconstruido, por Tadeo Stein, como motivo, cuyo origen se ubica en el atributo de María como reina de los
ángeles. En la poesía de los siglos xVii-xViii el motivo se convierte
en el recurso narrativo central en torno a esta advocación de la
Virgen, pues “prefigura la transformación del cerro estéril en un espacio cultivado, esto es, en un espacio culto como el mismo canto”.
Jorge Gutiérrez Reyna ofrece un detallado y escrupuloso estudio
de la transmisión textual de los villancicos de sor Juana Inés de la
Cruz desde la perspectiva de la crítica textual y basándose en una
amplia recopilación de ejemplares de pliegos sueltos y ediciones antiguas de la monja, pudiendo establecer significativas correcciones
a la edición de Alfonso Méndez Plancarte. El género del alabado en
la Nueva España y en Michoacán, en sus al menos cuatro connotaciones, es analizado por Antonio Ruiz Caballero, quien argumenta,
con evidencias documentales (finales del siglo xVii-principios del
siglo xix), que su introducción en el virreinato tuvo lugar durante
el siglo xVii a raíz de la revitalización del culto concepcionista.
La última parte del libro se ocupa de “La ópera en Hispanoamérica (siglos xViii-xix)”. Las reminiscencias musicales de la primera
ópera americana conocida, La púrpura de la rosa atribuida a Tomás
de Torrejón y Velasco, en dos villancicos de Chuquiasaca, conservados en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, son minuciosamente desmenuzadas por Bernardo Illari, basándose en la
preceptiva de la época y aplicando procedimientos de análisis interdisciplinario: “nada ni nadie parece haber sido capaz de atajar
12
ANASTASIA KRUTITSKAYA
INTRODUCCIÓN
el canibalismo poético-musical del metagénero villanciquero en su
expansión permanente”. Hugo Barreiro estudia la figura de Filippo Galli, uno de los cantantes más solicitados de la ópera italiana
de la primera mitad del siglo xix, y lo presenta como uno de los
principales protagonistas, ya en papel de director de escena, de la
introducción de la ópera italiana en México, reconstruyendo de
manera meticulosa su itinerario artístico entre Europa y América. Finalmente, Rondy Torres analiza el fenómeno de la ópera de
la segunda mitad del siglo xix en Colombia como parte de una
macroestructura integrada al proyecto imperial unificador de las
ciudades, propiciando la creación de nuevos espacios de socialización que debían implantar “la urbanidad y las buenas maneras de
los asistentes”; así, “la ópera fue un espacio en el que se verificó la
nueva identidad y disciplina republicanas”.
Agradecemos a todos los investigadores que nos ayudaron a llevar a cabo el proceso de preparación de este volumen, así como a
Mario Antonio Izúcar Durán, Abraham Aguilar Gómez, Giovana
García Tinoco, Eduardo González Palacios, Frida Citlalli Guzmán
Ortiz, Mariana Mendoza García y Guadalupe Alejandra Murguía
Viveros por su ayuda en el proceso editorial.
anastasia KrutitsKaYa
13
PALABRAS DE JOSÉ LÓPEZ-CALOt
Queridos Edgar y Anastasia, y queridos todos:
El generoso gesto de Edgar y Anastasia de dedicarme este segundo
Encuentro de Música Hispanoamericana exigiría, en buena lógica,
de parte mía, como la correspondencia más elemental, mi asistencia a él. Edgar llevó su generosidad al extremo de ofrecerme hacer
todo lo posible no obstante las graves dificultades económicas del
momento para costear el viaje, y no solo para mí, sino también para
mi hermana, colaboradora a lo largo de tantos años y actualmente
ayuda imprescindible, María Teresa. Y, en verdad, yo me plateé, ya
antes de recibir esa generosa oferta de Edgar, el viajar a México
para estar con vosotros en ese Encuentro, que preveo será de notable importancia para cómo vamos a realizar la recuperación y el
estudio de nuestra música.
Desgraciadamente, la realidad de mis 95 años, ya largos –porque
a estas edades tan avanzadas los meses cuentan casi como antes los
años–, me impide realizar ese sueño mío y de Edgar, que estoy seguro que también para vosotros, todos y todas, hubiera significado,
de poder llevarse a cabo, una no pequeña satisfacción. Os ruego,
pues, que recibáis esta misiva mía, que os envío por mano de América y Daniel, con el mismo cariño y afecto con que yo la redacto y
os la envío.
En realidad, este saludo se convierte, por fuerza de las circunstancias, en poco menos que en una despedida, pero, por muy paradójico que ello pueda parecer, despedida con un sentido de futuro.
15
JOSÉ LÓPEZ-CALO
PALABRAS
Me explico: pensando en vosotros, en lo que Edgar y Anastasia están creando en Morelia, pensando en las continuadas “hornadas”
de musicólogos morelianos a los que yo ayudé a formarse en los
sucesivos cursos de Música en Compostela, me viene a la mente una
frase que el profesor Severo Ochoa pronunció en un discurso en su
Asturias natal, cuando, en 1959, le concedieron el Premio Nobel de
Medicina: que la mayor ambición de un profesor universitario debe
ser la de formar alumnos que le superen.
Y es que también yo en este momento, como profesor de varios
de vosotros, y concretamente de Edgar, en los cursos compostelanos de Musicología, puedo decir eso mismo respecto de vosotros
y de los demás jóvenes morelianos que, año tras año, habéis venido desde México para asistir a esas clases, tan entrañables, en
el Hostal de los Reyes Católicos o en las aulas de la Facultad de
Medicina, usadas para nuestros cursos. Y me refiero precisamente
a vosotros, los morelianos, a vuestro Conservatorio y a vuestra
Universidad; porque no existe ninguna otra institución, en España o en Hispanoamérica, que, año tras año, envíe algún alumno, o
incluso dos por año, que se acerque en modo alguno a la vuestra,
a lo que vosotros hacéis. De diversas instituciones académicas de
España, Europa e Hispanoamérica vienen, sí, cada año, alumnos, y
hasta en varios años consecutivos, a estudiar Musicología con este
vuestro “viejo profesor”; pero, salvo alguna contada excepción, vienen por iniciativa personal, no como parte de una institución como,
en cambio, venís los de Morelia.
Y pensando en vosotros, pensando en Morelia, me viene a la
memoria lo que mi maestro Higinio Anglés hizo en 1948, cuando
el Consejo Superior de Investigaciones Científicas le encargó el dis-
16
JOSÉ LÓPEZ-CALO
PALABRAS
curso inaugural del curso académico: lo tituló Gloriosa contribución
de España a la historia de la música universal; y es que pienso que algo
parecido podría decirse de México respecto de la música hispánica,
y concretamente de Morelia, respecto de la música histórica mexicana, y aun de la de las demás naciones de nuestra cultura. Y así me
permito titular esta mi respuesta: Gloriosa contribución de México a la
historia de la música hispánica, a la de aquende y de allende del Océano Atlántico. Y si Anglés, en la redacción de su discurso, para ejemplificarse esa contribución, se fijó casi exclusivamente en la música
medieval, yo voy a fijarme en lo que México significa para España y
para toda Hispanoamérica, para los comienzos de esa gloriosa parte
de nuestra historia musical que es la de los primeros decenios del
siglo xVii, en la transición del Renacimiento al Barroco; y aun, de
nuevo como hizo él, me limitaré a un par de ejemplos concretos: los
códices 21 de la Catedral de Puebla y el de Gaspar Fernández, de la
de Oajaca; que aunque proceda de Puebla, fue usado, a lo que parece,
en la de Oajaca.
Se trata, en efecto, de las dos fuentes musicales más significativas para conocer cómo nació en el mundo hispánico el nuevo arte
del siglo xVii, el Barroco, que tan hermosos ejemplos produciría, en
España y en las más varias naciones hispanoamericanas.
Los dos son muy conocidos y estudiados, aunque fuerza es añadir que la práctica totalidad de los estudios hasta ahora publicados
se limitan, o casi, a repetir ideas ya expuestas, incluso por el propio
Stevenson, de descripción de la materialidad del propio códice, o de
su contenido, o de otros aspectos similares. Por el contrario, a mí
me parece que sería más positivo estudiar un aspecto casi nunca tocado, que, a mi modo de ver, es de particular importancia e interés:
17
JOSÉ LÓPEZ-CALO
PALABRAS
el significado histórico de esos dos manuscritos, lo que ellos significan para los comienzos y primer desarrollo del Barroco musical
en el mundo hispánico, el primero para la música instrumental y el
segundo para la vocal.
Voy a permitirme, pues, indicar algunas ideas básicas de eso,
aunque con la brevedad que me impone el carácter de este escrito.
El de Puebla1 nos transmite los primeros esfuerzos de los músicos hispánicos para introducir las ideas del Barroco en la música
instrumental española, y contiene el repertorio más completo de la
transición, en la música instrumental, del Renacimiento al Barroco
en todo el mundo hispánico –entiendo siempre este término en su
más estricto sentido de España e Hispanoamérica–. Más aún: lo es
con mucha diferencia. En España no existe ni uno solo que se le pueda comparar, ni de lejos; y lo mismo, y quizá con más razón, se puede
y debe decir de los otros países americanos.
Qué duda cabe que esta constatación tiene que significar una satisfacción muy grande para vosotros, los de ese mundo musical que
estáis creando en Morelia. No es una presunción, ni menos una presunción vanidosa. No. Es tan solo eso que acabo de decir: una constatación, el reconocimiento de un hecho histórico, pero una constatación de bien alto significado.
Mayor importancia, si cabe, para conocer cómo nació el Barroco
musical en nuestro mundo cultural, tiene el manuscrito de Oajaca,
procedente también de Puebla, pero que consta que fue usado en la
catedral donde actualmente se conserva. Es bien sabido que con1
Importa poco que la copia que actualmente se conserva date de los últimos decenios de
ese siglo xVii; porque consta, con toda certeza, que el original fue confeccionado en los
comienzos del primer decenio de ese siglo, o, como mucho, del segundo.
18
JOSÉ LÓPEZ-CALO
PALABRAS
tiene los villancicos que el maestro de capilla de Puebla, Gaspar
Fernández,2 compuso a partir de 1605, y su significado histórico no
es inferior al del códice anterior, sino quizás incluso superior, ya que
representa el único repertorio que existe, tanto en España como
en Hispanoamérica, entre las “villanescas” de Francisco Guerrero,
de 1589, y la eclosión del nuevo estilo, el Barroco, en Valencia con
Juan Bautista Comes en las décadas tercera y cuarta del siglo xVii;
porque esas obras de Guerrero, aun conteniendo, como en realidad
contienen, no pocos avances respecto de las similares de los decenios precedentes, son en todo y por todo plenamente renacentistas,
mientras que las de Comes son, también plenamente, barrocas; y las
de Gaspar Fernández, consideradas así, en su verdadero –y tan importante– sentido histórico, aunque contienen ciertos restos del Renacimiento, pertenecen ya, en realidad, al nuevo estilo, al Barroco.
Volviendo, pues, al objeto de este saludo mío, me parece que si
Anglés pudo escoger aquel título para su disertación, referida a
España en relación con la música universal, pero centrándose, en
buena parte, en la Edad Media, nosotros podemos, con toda razón,
asumirlo para lo que México significa en el conjunto de toda la música hispánica en la transición del Renacimiento al Barroco; y hasta,
si se me apura, podría darle incluso una nueva dimensión o, por
2
Algunos estudiosos modernos, y concretamente Aurelio Tello, tanto en el catálogo del
archivo de música de Oajaca como en el volumen primero –ignoro si ha publicado el segundo– de las obras completas de ese compositor, escriben siempre el apellido en la forma
portuguesa, Fernandes. Debo confesar que nunca he logrado entender esa práctica del, por
otra parte, benemérito y buen amigo Aurelio. Es verdad que, como bien demostró Stevenson, ese apellido en la forma original portuguesa es Fernandes; pero él, el autor, Gaspar
Fernández, ni una sola vez usa esa formulación, sino única y exclusivamente la española,
Fernández, y la usa en todos y cada uno de los tan numerosos villancicos de ese volumen,
frecuentemente en forma abreviada Fdez, fernz o similares, pero siempre en español.
19
JOSÉ LÓPEZ-CALO
PALABRAS
mejor decir, una nueva utilización: lo que Morelia, ese mundo musicológico que vosotros estáis creando a través del Conservatorio y
de la Universidad, significa respecto de la nación mexicana. No es
exageración ni pretender ser más de lo que sois; y hasta me atrevería a decir “lo que somos”, por cuanto yo llevo varios años inyectando entusiasmo en los que venían a que yo los ayude, en lo poco
que puedo, a vuestra formación, tanto musicológica como incluso
humana; sino que es tan solo constatar una realidad, tratando de dar
un sentido de futuro a vuestra gran obra moreliana. Queridos todos
y todas: ojalá que este sueño mío se convierta en realidad. Ojalá que
vosotros dos, Edgar y Anastasia, que Odel y Gladys, que América
y Daniel, sigáis adelante, con ilusión, con ilusión de futuro, de un
futuro que un día se convertirá en realidad o, para ser más exactos,
que ya es una realidad, y una realidad que no va a morir, sino que se
desarrollará ampliamente en los meses y años inmediatos y en los
que luego vendrán.
Faxit Deus!
Un abrazo a todos
Padre Calo.
20
DOCUMENTACIÓN Y
CATALOGACIÓN EN LOS
ARCHIVOS DE MÚSICA
RISM EN AMÉRICA LATINA:
PROYECTOS COLABORATIVOS PARA LA
DOCUMENTACIÓN DE FUENTES
JEnnifEr a. Ward
RISM Zentralredaktion
Traducción del inglés por Juan Francisco Rangel Yáñez
E
n el 2017 se cumplieron 65 años del Répertoire
International des Sources Musicales (Repertorio
Internacional de Fuentes Musicales-risM). Desde
1952 RISM ha guiado a la comunidad académica en
la documentación de fuentes musicales alrededor del mundo. Los
musicólogos nos apoyamos en la transmisión escrita de notas y
sonidos para respaldar nuestra forma de interpretar la historia
musical, ya que para lograr entenderla y evaluarla, necesitamos
acceso a los objetos que ayudaron a escribirla. Es claro que una sola
persona no puede localizar todas las fuentes relevantes. Se necesita
un proyecto de alcance y cobertura globales, y RISM pretende
facilitar este proceso y permitir una transferencia y cooperación
transculturales. Una idea que subyace en RISM es que cada país
tiene un interés natural de preservar y conocer su propio patrimonio
musical. La documentación es una forma de preservación, ya
que hace descripciones de manera fija y estandarizada, dejando
la información disponible para los investigadores. RISM busca
reunir toda esta información estableciendo un catálogo central e
internacional. Desde el lanzamiento del catálogo gratuito en línea
22
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
en 2010, y del programa de catalogación musical Muscat en 2016,
ha aumentado el interés por el trabajo de RISM y la búsqueda de
fuentes musicales.
Con el incremento de las tecnologías digitales y las nuevas
iniciativas a las que RISM se está dedicando, se ha vuelto más fácil
participar en este programa global. Los nuevos proyectos han
enriquecido el acervo de fuentes, lo cual ha permitido una mayor
internacionalización del campo. En este artículo se presentará el
proyecto RISM y se describirá de manera general cómo este trabaja
con musicólogos y bibliotecarios para documentar fuentes en
América Latina. Además, se hará una breve introducción a Muscat,
el programa de catalogación de RISM, y se mostrarán maneras de
utilizar su información en proyectos de musicología.
¿Qué es risM?
RISM es una organización internacional sin fines de lucro
que se propone documentar fuentes musicales alrededor del
mundo –manuscritos, ediciones impresas, tratados y libretos
musicales, que pueden encontrarse en bibliotecas, archivos,
iglesias, museos, escuelas y colecciones privadas–, partiendo de
su ubicación actual. Existen grupos de trabajo independientes
y colaboradores que catalogan fuentes musicales conservadas
en más de 35 países utilizando una base de datos central. RISM
trabaja con más de 100 colaboradores en bibliotecas nacionales,
academias científicas, institutos de musicología, universidades,
museos y de ediciones críticas; además goza de asociaciones con
varios investigadores independientes.
23
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
El proyecto RISM global está coordinado por la Oficina
Central (Zentralredaktion), ubicada en Frankfurt, Alemania. Su
fuente principal de financiamiento es la Academia de Ciencias y
Literatura (Akademie der Wissenschaften und der Literatur) en Mainz,
que forma parte de la Unión de Academias Alemanas de Ciencias
y Humanidades (Union der deutschen Akademien der Wissenschaften).
Los grupos de trabajo son responsables de sostener su propio
financiamiento en sus respectivos países.
La Oficina Central administra la información creada por
todos los colaboradores y se asegura de que sea consistente con
los lineamientos y estándares del proyecto global. Los datos son
publicados en el catálogo RISM en línea, disponible para todos de
manera gratuita en <www.RISM.info>. Los colaboradores obtienen
acceso a su información gratuitamente, con la ventaja de poder
integrar sus fuentes musicales a la base de datos internacional.
En resumen, RISM documenta qué es lo que existe y dónde puede
encontrarse.
Hasta octubre de 2017, la base de datos archivaba más de
1 086 000 fuentes de más de 40 países. El catálogo en línea es el
resultado de una cooperación entre la Oficina Central, la Biblioteca
Estatal Bávara (Bayerische Staatsbibliothek) y la Biblioteca Estatal
de Berlín (Staatsbibliothek zu Berlin); ofrece una búsqueda simple y
una avanzada. En la segunda hay 23 campos indexados disponibles
(catálogo de obras, número, género, instituciones –de resguardo y
afine–, clave, idioma del texto, festival litúrgico, íncipit musical y
transposición –las primeras notas de una pieza, mostradas en un
pentagrama–, nombres –del compositor y otros–, procedencia,
número RISM –también encontrado por serie–, título, partitura,
24
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
signo de estante, tipo de fuente –tales como manuscrito autógrafo
o copia–, marcas de agua, año y, para ediciones impresas, editorial
y número de referencia). Pueden aplicarse límites antes de una
búsqueda y los filtros ayudarán a delimitar los resultados (Figura
1). El catálogo estará próximamente disponible en español. En
conjunto, estos campos permiten la búsqueda de fuentes musicales
en un nivel de detalle mayor al de los catálogos de bibliotecas
convencionales.
Figura 1. Resultados de búsqueda en el catálogo RISM en línea.
Es de particular importancia la búsqueda por íncipit musical,
que permite a los usuarios encontrar y comparar las primeras notas
de una pieza, lo cual tiene un gran valor para dar seguimiento
a la difusión de una obra o para identificar una fuente anónima.
25
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
El catálogo RISM en línea alberga más de un millón de íncipits
musicales, que son cifrados con el código Plaine & Easie (Howard,
1997). Otro rasgo importante es la vinculación con recursos digitales.
Actualmente se tienen enlaces con más de 40 000 fuentes disponibles;
algunos registros incluyen imágenes de marcas de agua y muestras
del manuscrito. El acervo inicial, con alrededor de 700 000 registros,
ha aumentado a más de 1086 000 el día de hoy. Además, hay grupos
nacionales e individuos que generan aproximadamente 2 800
registros mensualmente. Los datos que se importan de catálogos
bibliográficos externos también contribuyen a este crecimiento.
En conjunto, la mayoría de las fuentes en el catálogo en línea
provienen de bibliotecas en Europa y Estados Unidos. Casi todas
las fuentes datan, aproximadamente, de 1600 a 1850; sin embargo,
recientemente se ha expandido esta delimitación temporal y
geográfica. De hecho, gran parte del crecimiento ha sucedido
en América Latina. John Lazos ha aportado registros de fuentes
mexicanas desde el 2011 y el equipo de trabajo en Brasil ha
tomado nuevas fuerzas. En Asia, el catálogo se ha enriquecido
por contribuciones de RISM Japón y RISM Corea del Sur. Más
recientemente, un equipo de trabajo, en cooperación con cuatro
instituciones de China y Taiwán, ha formado el equipo RISM
Región de Habla China. Mediante estos esfuerzos, RISM se acerca a
su propósito de documentar fuentes musicales alrededor del mundo.
En cuanto a la delimitación temporal, se han dispuesto
tradicionalmente los años de 1600 a 1850 como marco de referencia
para respaldar proyectos financiados por becas o con otras
limitantes. Ya que resulta casi imposible asegurar el patrocinio de
un proyecto sin hacer especificaciones de este tipo, dicho período
26
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
ha funcionado para muchos usuarios, y aun desde este enfoque,
en varios países todavía queda una gran labor por delante. Sin
embargo, RISM reconoce que ciertos grupos nacionales, dadas las
peculiares historias y constelaciones de las fuentes conservadas en
sus países, podrían tener otros marcos temporales más adecuados
a su contexto. Particularmente en América, donde la tradición
musical es mucho más reciente que en Europa, es vital reconocer la
importancia de las fuentes del siglo xix e incluso del xx. Por lo tanto,
los equipos de trabajo RISM tienen la libertad de elegir sus límites
cronológicos. La base de datos incluye fuentes de Isaac Albéniz
(1860-1909), Antônio Martiniano da Silva Benfica (ca. 1874-1901),
José Antonio Gómez y Olguín (1805-1876), Pedro Elías Gutiérrez
(1870-1954), Bonifacio Manzano (1807-1872), Pedro Rodríguez
Barbero († 1921) y Antonio Valle (1825-1876).
RIsM en AMéRIcA LAtInA
El intercambio de bienes culturales –piezas musicales, en nuestro
caso– entre Europa y América Latina es un campo de estudio
fascinante que se caracteriza por la transferencia notable de obras
del Viejo al Nuevo Mundo y la influencia que tuvieron en los
músicos y compositores indígenas.
RISM ha contado con la participación de países latinoamericanos
desde los inicios del proyecto en los años cincuenta. La primera
publicación, serie B/I, que recopiló música impresa en antologías,
incluyó a Brasil (Lesure, 1960); en la segunda de renombre, A/I:
Individual Prints before 1800 (Schlager et al., 1971-2012), aparecieron
partituras de Colombia, Guatemala y Brasil nuevamente. El esfuerzo
27
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
de RISM por recopilar manuscritos musicales comenzó en la década
de los setenta. Actualmente hay 120 manuscritos registrados de la
Universidad de São Paulo y se han llevado a cabo talleres de catalogación
RISM en Brasil. John Lazos ha aportado alrededor de 500 fuentes
desde nueve institutos y archivos mexicanos, incluyendo un proyecto
enfocado en los manuscritos de José Antonio Gómez; como resultado
de este trabajo se ha generado un catálogo (Lazos, 2016). Giovani
Mendoza, de Venezuela, ha aportado 35 registros, y hay otros 21 de
manuscritos en Uruguay. Además, hay un manuscrito de la Biblioteca
Nacional de Chile documentado en RISM (91 piezas en total). Una
colección de manuscritos llamada “Libro sesto” (RCH-Sbnc, “Libro
sesto | LI | Maria | Maria Antonia Palacios,” jp/o/20140924, RISM
id núm. 390000001 [ca. 1783-1790]) fue recopilada por una esclava
llamada María Antonia Palacios, encargada de la producción musical
de su casa, en la década de 1780 (Marchant, 1999). En total, hay más
de 1100 registros latinoamericanos en RISM.
El proyecto internacional se ha visto ampliamente beneficiado por
la cooperación de la sede española y los esfuerzos de los colegas por
dar a conocerlo en América Latina. Uno de los proyectos más grandes
realizados en RISM España poco después de su fundación en 1990 (por
José V. González Valle) ha sido la traducción de las normas originales
al español. Se publicaron en 1996 como Normas internacionales para la
catalogación de fuentes musicales históricas (González Valle et al., 1996).
Esta versión se distribuyó ampliamente a lo largo de América Latina,
donde incluso ha sido utilizada en diversos proyectos independientes,
catálogos publicados y tesis. Tras su publicación, Antonio Ezquerro
impartió cursos, seminarios y presentaciones sobre el proyecto y
las normas de catalogación en Brasil, México, Perú y Venezuela.
28
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
Ya que la traducción tiene más de veinte años y está basada en un
programa que ya no utiliza RISM, una nueva versión del manual
en español, con base en Muscat, está en proceso de elaboración y
reemplazará a la anterior.
Pueden comenzar a verse nuevas formas de entender la práctica
musical, la transmisión de manuscritos y el intercambio y transferencia
culturales como frutos de la labor documental de RISM. Cuando se
publicó el primer volumen del catálogo temático de obras de Joseph
Haydn, hecho por Anthony van Hoboken en 1957, el autor solo
consultó bibliotecas y archivos en Europa y Estados Unidos (xViii-xx).
Su trabajo no daba cuenta de la copia de “Nelson Mass” que había en
el archivo de Santiago Chazumba, Oaxaca, en México (mex-SCHamp,
“De la Misa [N. 3] a toda Orquesta | Por José Haydn | Y reducida a un
corto tamaño”, Sa-Ms-01-39, RISM id núm. 120000416 [ca. 1750]); ni
se dio cuenta de que el copista del “Libro Sesto” en Santiago de Chile
también incluía un movimiento de una sonata de piano de Haydn en su
colección, transcrita a menos de diez años de su composición (fols. 1619). Con estos nuevos conocimientos deben reescribirse las historias
y pueden crearse nuevos mapas de transmisión musical. No cabe duda
de que muchos otros descubrimientos como este quedan por delante.
La cobertura de fuentes mexicanas está próxima a expandirse
gracias a un nuevo socio: el proyecto Musicat, Seminario de la
Música en la Nueva España y el México Independiente, en la
ciudad de México. La Oficina Central de RISM firmó recientemente
un acuerdo para recibir información de su base de datos y que los
registros sean importados en un futuro cercano.
Para fometar la documentación de fuentes, también es
importante en RISM descubrir proyectos relacionados y
29
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
publicaciones nuevas como catálogos de colección y de obras. Para
este asunto se ha llevado acabo una conferencia sobre el tema y se
ha participado en otras varias en América Latina. En septiembre
del 2016, la Oficina Central de RISM organizó una conferencia
titulada “Documenting Musical Sources in Latin America”.
Fueron invitados musicólogos y bibliotecólogos a lo largo de
Latinoamérica para dar fe de la situación actual de las fuentes
descriptivas en sus países y del estado de las investigaciones sobre
intercambio cultural. Además, los organizadores discutieron
el progreso continuo y maneras de compartir información.
Entre los conferencistas se encontraban Edgar Calderón, de
Morelia, así como John Lazos. Asimismo, había ponentes de
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Cuba, Colombia y México. Las
presentaciones se grabaron y están disponibles en el canal de
YouTube del proyecto (RISM Zemtralredaktion, 2016).
Anteriormente, RISM estuvo en Morelia como parte de la
conferencia de documentación musical “Encuentro Internacional de
Investigación y Documentación de la Música y las Artes Escénicas”
en 2015; también participó en las conferencias regionales de Cuba
(2014), Chile (2016), y Brasil (2017) de IMS-ARLAC (Asociación
Recional de IMS para América Latina y el Caribe).
sIgLAs de bIbLIotecAs en AMéRIcA LAtInA
Sabemos que no siempre es posible llevar a cabo proyectos de
catalogación extensivos; sin embargo, hay algunas acciones
sencillas que los musicólogos pueden hacer para favorecer las metas
de RISM. Un primer paso es asegurarse de que las bibliotecas y
30
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
los archivos relacionados con el estudio musical utilicen nuestras
siglas de bibliotecas.
RISM asigna una abreviatura, llamada sigla de biblioteca, a las
instituciones que resguardan fuentes musicales, con las cuales son
denominadas sin tener que dar los largos nombres institucionales
completos. Por ejemplo, la sigla del Conservatorio de las Rosas
en Morelia es MEX-MOcr, donde “MEX” corresponde a México
(país), “MO” corresponde a Morelia (ciudad) y “cr” corresponde al
Conservatorio de las Rosas (nombre de la institución). A pesar de
que el catálogo en línea RISM no incluye fuentes musicales para
cada institución con una sigla, están disponibles para ser citadas
por los académicos en sus investigaciones. La meta es asignar
una sigla a cada institución, en cualquier lugar, que resguarde
fuentes o material relacionado con la investigación musical. Esto
puede incluir archivos, iglesias, bibliotecas, museos y colecciones
privadas, aunque también podrían ser archivos municipales con
registros históricos sobre la paga de los músicos. Las fuentes no
necesariamente deben estar en el catálogo RISM para que una
sigla sea creada, y no se requiere que los materiales sean antiguos.
En conjunto, RISM tiene documentadas actualmente
alrededor de 100 instituciones en 15 países latinoamericanos.
El directorio de las siglas de bibliotecas está disponible en el
sitio web <http://www.RISM.info/sigla/>, donde se incluye la
información del contacto, un enlace web, un mapa y un enlace a
las fuentes en RISM, en caso de haberlas, para cada institución
(Figura 2).
31
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
Figura 2. Entrada al Archivo Histórico de la Parroquia del
Sagrario en Tulancingo (MEX-Tahc).
México es el país más representado, con 33 siglas de bibliotecas,
seguido por Brasil, con 18, y Cuba, con 13. Los otros países
registrados son Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador,
Guatemala, Perú, Uruguay y Venezuela. Además, se han añadido
siglas de tres países en América Latina a la base de datos RISM
en el último año: Costa Rica, Archivo Histórico Musical en San
José (CR-SJahm); Nicaragua, Fondo Histórico Documental de la
Música Nicaraguense (FONMUNIC), en Managua (NIC-Mfmn);
32
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
Puerto Rico, Archivo General de Puerto Rico, Archivo de la Música
y Sonido (AMS), en San Juan (PRI-SJams). Los países en Centro
y Sudamérica que todavía no tienen instituciones registradas son
Belice, República Dominicana, El Salvador, Guyana Francesa,
Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Paraguay y Surinam. Asimismo,
faltan por completo las islas caribeñas menores.
En RISM nos interesa que la información sobre instituciones
latinoamericanas sea tan completa y minuciosa como sea posible.
Agradecemos cualquier reporte de errores o de instituciones no
incluidas en el directorio.
PRoyectos MusIcoLógIcos con MuscAt
En noviembre de 2016 se abrió Muscat, un programa de catalogación
de fuentes musicales especializado, para todos los colaboradores de
RISM a nivel mundial. Se trata de un sistema de libre acceso con
plataforma independiente en línea, resultado de una colaboración
desarrollada entre la Oficina Central y la sede sueca. El proyecto
surgió originalmente de RISM Suecia y Reino Unido, y lleva más de
10 años en uso.
Los usuarios de Muscat tienen a su disposición una interfaz
multilingüe (que incluye el español), control de versiones, sistema de
comentarios, carpetas, conexión integrada a Virtual International
Authority File (Viaf) y búsqueda por catálogo en línea incluida.
Todos los colaboradores pueden acceder de manera gratuita.
La información está estructurada alrededor de MARC21, un
formato común de uso en bibliotecas alrededor del mundo, por lo
que Muscat parte de un modelo de datos estandarizado y de difusión
33
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
internacional. La información ingresada con Muscat se publica en
el catálogo RISM en línea. Hay más de 40 campos disponibles para
los catalogadores, muchos de ellos enfocados a la música, como
compositor, partitura, clave, catálogo de obras, género, tipo de
fuente e íncipit musical. Recientemente se han agregado campos
para música impresa, tales como número de referencia, formato
del libro, colofón e identificador de huellas digitales. Además,
cuenta con un índice de marcas de agua que sirve de ayuda a los
especialistas en estudios del papel.
Muscat ofrece una imagen intuitiva en todos sus aspectos.
Proporciona diferentes plantillas de catalogación posibles,
dependiendo de si la fuente es un manuscrito, impreso, edición,
libretto o tratado (Figuras 3 y 4). La función Autocompletar ayuda
a los catalogadores para que, al ingresar un nombre, se muestren
diferentes sugerencias. Más de 80 carpetas de autoridades e índices
proporcionan elementos como el nombre del compositor, nombre de
instituciones, referencias a bibliografía secundaria, fiestas litúrgicas,
lugares y encabezados para referenciar y enlazar constantemente a
lo largo de la base de datos. Se utiliza la biblioteca de grabados
Verovio para mostrar los íncipits musicales, con una disposición
inmediata y sencilla de la notación. El catálogo integrado de Muscat
ofrece a los catalogadores diversas maneras de buscar información,
incluyendo búsqueda por íncipit (con cuatro grados de especificidad)
y una herramienta de rastreo. El programa continúa desarrollando
nuevas formas de mejorar su utilidad y satisfacer la necesidad de
herramientas digitales.
34
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
Figura 3. Vista en Muscat de un manuscrito musical para el catalogador.
Figura 4. Registro completo de un manuscrito musical en Muscat.
35
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
Para los colaboradores de RISM, Muscat representa una forma
innovadora y moderna de catalogar fuentes que supera ampliamente
a nuestros programas anteriores. Para los musicólogos, ofrece
la oportunidad de participar en la creación y mantenimiento de
información sobre fuentes musicales. Como se mencionó, existe
más de un millón de registros disponibles en el catálogo en línea.
Los datos, aunados a Muscat, conforman una potente herramienta
para la investigación musicológica.
RISM pretende hacer de Muscat la base de datos por defecto en
la investigación musicológica basada en fuentes. El programa puede
utilizarse en proyectos para catálogos de obra, ediciones críticas,
estudios de fuentes o estudios de música en una región o institución
particular. No hay necesidad de crear una base de datos desde cero
–como en FileMaker Pro, Access, o una hoja de cálculo–, ya que se
cuenta con campos específicos que no aparecen en otros programas
ampliamente distribuidos. Al colaborar con RISM, la información
se integra en el acervo internacional de fuentes musicales. Dada la
reputación y fuerza del proyecto, y la estructura consistente de los
datos, la información se mantiene estable y útil a largo plazo.
A ser un programa de libre acceso, existe la opción de utilizar
Muscat independientemente de RISM. El programa puede ajustarse
a las necesidades de cada proyecto y se pueden agregar o quitar
campos. Los datos de RISM pueden utilizarse como punto de partida
para editar y organizar según se requiera, o bien, pueden agregarse
registros completamente nuevos. La información generada con
Muscat es consistente con el resto de RISM, lo cual mantiene la
posibilidad de compartir datos con el proyecto internacional si así
se desea.
36
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
Uso y reutilización de datos
La información de RISM fluye en dos sentidos. Los datos agregados
al proyecto pueden obtenerse de varias formas y utilizarse de
diversas maneras, y los registros pueden exportarse para ser
utilizados en catálogos impresos o en formato PDF. También
pueden utilizarse los datos en otros proyectos digitales.
Los datos RISM están disponibles como acceso libre simple y
enlazado. Este servicio se encuentra directamente en el catálogo en
línea y está dirigido a bibliotecas que quieren importar sus registros
a catálogos locales, o bien, proyectos musicológicos que buscan
hacer un catálogo de fuentes con un tema específico como base de
la investigación.
La información está registrada bajo una licencia Creative
Commons de Atribución 3.0 No Portada (CC BY 3.0), lo cual
significa que los datos pueden reutilizarse prácticamente sin
restricciones. Esta licencia permite que los usuarios descarguen
y redistribuyan información RISM, pero también que la adapten y
modifiquen para otros fines.
Para cargas de información mayores, la Oficina Central ha
desarrollado herramientas que simplifican el proceso de entrega
de datos. Estas pueden consultarse a través de una terminal
SPARQL o por una interfaz SRU (búsqueda-obtención por URL).
Los archivos MARCXML y RDF/XML pueden descargarse
directamente desde cada entrada del catálogo. Los datos
completos incluyen los registros de 1 086 000 fuentes musicales,
162 000 carpetas de autoridades (nombres personales y entidades
corporativas), y 31 700 registros bibliográficos secundarios.
37
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
Esperamos que, al ofrecer la información de RISM en
diversos formatos y desde múltiples puntos de acceso, los datos
estén dispuestos de manera que estimulen su reutilización. Un
ejemplo actual involucra al Catálogo de Obras de Palestrina en la
Universidad de Música y Artes Escénicas de Frankfurt (Hochschule
für Musik und Darstellende Kunst Frankfurt am Main). Existen 7600
fuentes RISM manuscritas e impresas por Palestrina que conforman
la base del catálogo. Viendo hacia una lectura de obras con fuentes
especializadas y ediciones enteras completamente digitalizadas, este
proyecto puede ir más allá de lo que ofrece RISM y agregar nuevos
niveles de información.
Los datos RISM también pueden utilizarse como metadatos
en bibliotecas digitales institucionales. La colección de partituras
digitales de la biblioteca musical en la Universidad de Washington
destaca sus manuscritos de música vocal de los siglos xVii y
xViii, lo cual representa alrededor de 300 piezas. Estos ya han
sido descritos en RISM y se hicieron los registros a fin de que
los metadatos sirvieran como fundamento para la base de datos
CONTENTdm de la universidad. Una vez que se estableció la
biblioteca digital, se agregaron enlaces a sus referentes digitales
en los registros de RISM.
Otras bibliotecas utilizan datos RISM en catálogos locales. La
Fundación de Música Morava (MMf) en Estados Unidos recopiló
recientemente los registros que describen su inventario (Blum,
2017). El acceso a la información de estas fuentes solo había sido
posible anteriormente por medio de la base de datos RISM. El
catálogo en línea de la Fundación está implementado por OCLC,
con lo cual la información puede estar disponible simultáneamente
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JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
en el catálogo completo WorldCat. La MMf lleva de nuevo a los
registros originales RISM. El proceso de transferencia de datos fue
una oportunidad para que la institución corrigiera algunos errores
tanto para su base como para la de RISM. La Fundación envió de
vuelta un conjunto de datos corregidos, y la Oficina Central está
integrando la nueva información a su acervo.
RISM también busca maneras de que la información fluya
desde proyectos externos hasta nosotros. A pesar de que
aspiramos a ser el recurso central para documentación de fuentes,
reconocemos que existen muchos proyectos independientes. A
través de acuerdos con varios socios, se han importado datos de
diferentes conjuntos. En uno de estos modelos, RISM solo toma
la información necesaria para elaborar los índices y facilitar las
búsquedas: nombres personales, títulos, partituras, catálogo de
obras, idioma del texto y título de la fuente. Así se procedió con
la Base de Datos de Fuentes Richard Strauss (Richard-StraussQuellenverzeichnis), de la cual se han importado 650 registros
hasta ahora y utilizando MARCXML. En la muestra completa del
registro hay un enlace que lleva a la entrada en la base de datos
original junto a las palabras “Entrada de catálogo original”. Se ha
llegado a acuerdos similares con la Biblioteca Nacional de Austria,
la Biblioteca Nacional de España, el Catálogo Único Italiano ICCU,
y RISM Francia, que en total sumarán más de 200 000 registros.
concLusIones
Con el fin de mejorar el acceso a fuentes musicales para académicos
y músicos, en RISM buscamos que los métodos de catalogación
39
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
de fuentes y de intercambio de información existente estén
organizados tanto para establecer los requisitos de análisis de
fuentes como para facilitar medios de distribución informática.
Muscat y la disponibilidad del catálogo RISM en línea han abierto
nuevas posibilidades para que la institución sea una herramienta
de mayor utilidad para los musicólogos. El proyecto está buscando
oportunidades para colaborar con investigaciones que involucren
fuentes musicales. Puede encontrarse información al respecto
en <www.RISM.info>, en nuestros folletos y en nuestro artículo
de Wikipedia. El folleto está disponible en el sitio web, o bien,
puede solicitarse en la Oficina Central para su distribución entre
profesores, bibliotecarios y estudiantes. Quienes estén interesados
en este proyecto o tengan alguna duda sobre el catálogo de RISM o
Muscat pueden ponerse en contacto con nosotros.
Fuentes
Archivo Musical de la Parroquia, Santiago Chazumba, Oaxaca,
México (MEX-SCHamp).
Biblioteca Nacional de Chile (RCH-Sbnc).
bIbLIogRAFíA
bluM, David, 2017. “The Moravian Music Foundation Experience
Using Bibliographic Records Downloaded from RISM”.
Fontes Artis Musicae 64, 4: 355-366.
GonzálEz VallE, José V.; Antonio EzquErro; Nieves iGlEsias; C.
José GosálVEz y Joana crEsPí, 1996. Normas internacionales
40
JENNIFER A. WARD
RISM EN AMÉRICA LATINA
para la catalogación de fuentes musicales históricas (Serie A/ii,
Manoscritos musicales, 1600-1800). Madrid: Arco/Libros.
HoboKEn, Anthony van, 1957. Joseph Haydn. Thematischbibliographisches Werkverzeichnis. Mainz: B. Schott’s Söhne.
HoWard, John, 1997. “Plaine and Easie Code: A Code for Music
Bibliography”. En Eleanor Selfridge-Field (coord.). Beyond
MIDI: The Handbook of Musical Codes. Cambridge: MIT
Press.
lazos, John G., 2016. José Antonio Gómez y Olguín (1805-1876) y
su Catálogo musical: Un acercamiento a la práctica musical del
México decimonónico. Montreal: John G. Lazos.
lEsurE, François, 1960. Recueils imprimés, xvie-xviie siècles. RISM
B/I. Munich: G. Henle.
MarcHant, Guillermo, 1999. “El Libro Sesto de Maria Antonia
Palacios, ca. 1790. Un manuscrito musical chileno”. Revista
musical chilena 53: 27-46.
RISM Zentralredaktion, 2016. “Conference: Documenting Musical
Sources in Latin America”. <http://www.RISM.info/
publications/sources-in-latin-america-2016.html>.
scHlaGEr, Karl-Heinz et al., 1971-2012. Einzeldrucke vor 1800
(Individual Prints before 1800). RISM A/I. Kassel:
Bärenreiter.
41
EL ARCHIVO DE PAPELES DE
MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO:
SU CATALOGACIÓN Y CONSERVACIÓN
SALVADOR ADÁN HERNÁNDEZ PECH
Archivo del Cabildo Catedral Metropolitana de México
Departamento de Catalogación de la Biblioteca Nacional
En la liturgia nada es banal. Todo se sitúa en la línea de la
significación. Cada nivel del lenguaje se proyecta desde lo más
craso a lo más inefable. El texto se hace poesía; la palabra,
canto y hasta pura música, y el cuerpo, abrazando el mundo
material, se hace signo y danza (Ferrer, 1995: 11-12).
L
a música es un elemento imprescindible para la realización de las diferentes representaciones de la fe en la
Iglesia. Con su ejecución se celebra, se alaba o se enaltece la plegaria y la adoración a Dios, la Virgen, los ángeles o la Iglesia misma. Estas manifestaciones están conformadas por
elementos materiales e inmateriales, que en conjunto forman parte
del ritual litúrgico con que se ensalza y enaltece la fe y la religión
en sí misma.
Desde la llegada de los españoles y con el establecimiento de las
primeras congregaciones religiosas en la Nueva España, el uso y la
elaboración de los materiales necesarios para la realización de los
rituales litúrgicos fue una prioridad para la iglesia que se establecía
42
SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
en estos territorios. Esto quedó registrado en las actas del cabildo
catedralicio, y en su sesión del 1 de marzo de 1536 piden que:
[Cristobal de Campaya] ha de preguntar, en la iglesia mayor de
Sevilla, por Peña, el benemérito y cantor, y darle la carta que para él
lleva del cabildo, y que le busque los libros siguientes: primeramente una regla de pergamino –que sea muy buena, de las nuevas– y
también un capitulario y un oficiero natural diurno y un dominical.
Y pagar lo que costare de los cien castellanos de minas que para esto
lleva y, si faltase, avisar a su señoría o cabildo para que se provea y
enviar. Luego, a lo menos, [que traiga] la regla y unas entonaciones
de los himnos de todo el año y de los tonos de los salmos (accMM,
Libro 1, fol. 003 [1º de marzo de 1536]).
Con el paso del tiempo, el ingreso de materiales de uso litúrgico
–misales, breviarios y cantorales–, a la Nueva España fue aumentando, así como la necesidad de su manufactura en estas tierras; con
ello se evitaba mandar traer o pedir que los hicieran en Europa, lo
que implicaba un gasto monetario importante, así como un largo
tiempo de espera para su recepción. La instauración de artesanos en
el oficio de la elaboración del libro y diversos materiales impresos
en estas latitudes en los primeros años del siglo xVii posibilitó que
las colecciones proliferaran, y se fueran agregando otros tipos de
materiales a los repertorios musicales eclesiásticos (Salgado Ruelas,
2014). Posteriormente, con el establecimiento del arzobispado y la
conformación del cabildo catedralicio, se empezaron a formar colecciones de materiales que atendían a las necesidades y actividades
de dicho órgano rector; me refiero a los archivos administrativos
43
SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
y musicales de la catedral, mismos que se fueron enriqueciendo de
documentos a lo largo del tiempo. Estos archivos musicales han
pasado una gran variedad de vicisitudes, y los que se conservaron
hasta nuestros días son una pequeña muestra de la riqueza musical
que se tuvo en las catedrales mexicanas.
eL ARchIvo deL cAbILdo de LA cAtedRAL de MéxIco
En palabras de Óscar Mazín, el archivo catedralicio
contiene la memoria de un proyecto histórico, social y urbano de
largo alcance. [...] Éste es histórico porque supone una realización
en etapas sucesivas y en un tiempo largo; cada catedral alcanzó un
momento de consolidación que permitió su continuidad en el tiempo. El proyecto es social porque la Iglesia católica es una institución
social por excelencia hacia la que confluyeron todos los grupos y
corporaciones. [...] Finalmente, los proyectos catedralicios son urbanos porque desde la Antigüedad tardía las sedes episcopales fueron centros de poder específicamente citadinos, y además les marcó
la honda raigambre urbana de la cultura mediterránea e hispánica
(Mazín, 1999: 13).
Son estas iglesias catedrales las depositarias de una rica
memoria documental proveniente de los registros de la curia de
gobierno y justicia, de la secretaría de los obispos, de los registros
de las sesiones del cabildo de la catedral, que tienen que ver con
cuestiones económico-administrativas de la institución catedralicia,
es decir, la colecturía de diezmos, las cuentas de fábrica y del tesoro,
44
SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
los testamentos y obras pías, así como el repertorio musical que
producían los maestros de capilla para la realización de los actos
litúrgicos de la Iglesia. Es gracias a estos recursos materiales que
actualmente se tiene noticia de cómo era la vida en la sociedad
novohispana y decimonónica. A partir de su estudio se pueden
obtener datos de acontecimientos relevantes, así como conocer
un poco de la vida común en la sociedad mexicana y ver cómo el
paso del tiempo, las modas y la decadencia de instituciones tan
importantes como la catedral dieron paso a nuevos estilos y formas
en la sociedad.
Es también un hecho innegable que estos repositorios
documentales han sufrido saqueos y destrucción, tanto por la
ignorancia de la misma sociedad como por cuestiones políticas.
Prueba de ello son las incautaciones que se llevaron en los edificios
eclesiásticos durante las Leyes de Reforma y el gobierno liberal,
lo que permitió que, durante mucho tiempo, los encargados del
resguardo de dichas colecciones las ocultaran al público en general y
que únicamente se tuvieran atisbos de la riqueza en información que
se contenía en dichas fuentes. Es el caso de la Catedral de México y
su archivo.
Un poco de historia…1
El padre Luis Ávila Blancas fue nombrado sacristán mayor
de la Catedral de México en 1990 y archivista oficial dos años
1
Son pocas las fuentes históricas que se tienen sobre la formación y constitución del Archivo
del Cabildo Catedral Metropolitano de México, por lo que la mayor parte de la información
contenida en esta parte del texto está tomada de la obra de Mazín, 1999. Se ha buscado
respetar la presentación original de la información y solo se han adecuado algunos párrafos
para el fin de este documento.
45
SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
después, cuando sucedió en el cargo al licenciado José de Martín
Rivera. Por aquel entonces los fondos documentales del cabildo
eclesiástico se localizaban en las tres únicas piezas que servían
de oficinas en la iglesia: el anexo de la capilla de Guadalupe, que
comunicaba a esta con el Sagrario Metropolitano; un recinto
llamado el “revestidor”, que servía al clero catedralicio para dicho
efecto, y uno tercero, contiguo al extremo noroccidental del
Sagrario, donde se habían dispuesto servicios sanitarios. En varios
armarios o estantes de fierro se hallaban libros y legajos, según
parece, conforme un antiguo ordenamiento por dependencias
u oficinas catedralicias. Aquel espacio resultaba no solamente
estrecho, sino que la humedad del drenaje y las tuberías atentaba
contra los documentos. Es debido a lo anterior que el padre Ávila
Blancas, en su calidad de sacristán mayor y de archivista oficial,
solicitó al gobierno de la República la devolución del edificio
anexo al poniente de la catedral, que da con la calle de Brasil,
frente al Monte de Piedad, inmueble construido a finales del siglo
xViii y principios del xix. El cual había servido originalmente a la
biblioteca catedralicia y a las oficinas de haceduría y contaduría
de la iglesia catedral, pero fue incautado por el gobierno juarista
en 1862 y devuelto a la iglesia a finales del siglo xx. Sirvió de
sede a las oficinas de la Mitra de México hasta que el arzobispo
Darío Miranda las trasladó provisionalmente, en 1970, a la calle de
Tíber, y más tarde a su actual domicilio en Durango núm. 90, en la
colonia Roma. En muy malas condiciones, el antiguo inmueble fue
ocupado de nueva cuenta por el Estado y fue restaurado. En él se
hallaba, en 1992, un museo de la catedral, integrado a iniciativa del
arquitecto Sergio Zaldívar Guerra.
46
SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
En 1993, el entonces titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano
y Ecología, Luís Donaldo Colosio, giró órdenes para que se cerrara
el museo y se entregara el edificio. En su planta baja quedaron
instaladas las oficinas y el archivo del Sagrario Metropolitano; en la
alta, el Archivo del Cabildo Catedral Metropolitano de México, los
restos de la biblioteca catedralicia, llamada “turriana” en recuerdo de
los canónigos Torres –sus fundadores en el siglo xViii–, las oficinas
de la catedral y la sala guadalupana, con los retratos de los señores
arzobispos de México. Del traslado de los fondos documentales a
este espacio interesa decir que se empezó con los libros y legajos del
archivo capitular; le acompañaron 259 rollos de microfilme en los
que se consigna solo una parte de aquellos. Sin embargo, el padre
Ávila Blancas descubrió ulteriormente, en uno de los roperos del
crucero oriente de la iglesia, una sección de documentos sueltos
dispuestos en montones.
Valido de algunos contactos con personal del Archivo General
de la Nación, don Luis Ávila Blancas invitó a la profesora Glafira
Magaña y a otras tres personas a que procedieran a limpiar los
materiales y a darles un primer acomodo por series, guiados por el
antiguo ordenamiento de oficinas o dependencias. En octubre de
1994 se sumó a la tarea el licenciado Salvador Valdez, quien, para el
primer semestre de 1995, junto con la profesora Magaña, terminó
el acomodo de la documentación suelta, elaborando un inventario
de todo el repositorio, dispuesto ya para entonces alfabéticamente
por series en gavetas y estantes de fierro. Según Valdez, parte de la
documentación suelta estaba atada y otra, la más numerosa, esparcida.
Toda ella fue dispuesta por expedientes en carpetas y luego en cajas
de cartón según las series que pudieron identificarse en el fondo.
47
SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
El archivo musical también fue trasladado, y para estas fechas
constaba de 1 998 obras musicales en carpetas y 73 libros de coro.
En 1960, los señores Lincoln Bruce Spiess y E. Thomas Stanford
trabajaron un inventario de dicho archivo que da cuenta de las
obras contenidas en cada legajo. No obstante, fue enriquecido por
Salvador Valdez, quien a lo largo de 1996 y 1997 anotó un número
progresivo por cada obra, más la referencia del rollo de microfilme
en que se puede consultar cada una.
En 1997, el Centro de Estudios de Historia de México Condumex
y El Colegio de Michoacán propusieron al señor Norberto Rivera,
arzobispo de México, el proyecto de microfilmación de la totalidad
de documentos hallados en el archivo de la catedral, así como la
elaboración de un instrumento de consulta. Fue un proceso largo y
delicado, mismo que estuvo a cargo del doctor Óscar Mazín, y que
concluyó con la publicación, en 1999, del Inventario y guía de acceso
del Archivo del Cabildo de la Catedral Metropolitana de México.
Posterior a estos trabajos de organización de la colección
documental, solo se tiene noticia del agregado que hizo Salvador
Valdez a la serie de “Concilios”, donde anotó los materiales que se
reintegraron a la colección en 2002. No así con el archivo musical.
Catalogación del archivo de música de la catedral
Entre 1965 y 1967, Thomas Stanford trabajó, junto con Lincoln
Bruce Spiess, en la catalogación de los documentos de música
de los archivos musicales de diversas instituciones –civiles y
eclesiásticas– mexicanas. De dicho trabajo se tiene el Catálogo de
los acervos musicales de las catedrales metropolitanas de México y Puebla
de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia y otras colecciones
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SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
menores; mismo que no vio la luz sino hasta julio de 1991. Stanford
señala que, anterior a las labores que él realizaba, el padre Javier
González ya había trabajado en la organización de los materiales,
asignándoles una clasificación que indicaba su orden de acuerdo
con su posición dentro de la estantería que los albergaba. Stanford
no modificó el sistema de clasificación con el que se encontró,
sino que lo utilizó para su propia catalogación. Encontró que el
padre González había empleado tres codificaciones: la primera
para indicar la sección del estante que guardaba los documentos;
la segunda, la posición del entrepaño en el estante, y la tercera, la
posición del legajo en dicho entrepaño, por ejemplo, Legajo A d 1
(Stanford, 2002: xlVi).
Después de los trabajos realizados por Stanford, no se tiene
información de que se haya continuado con la revisión de los
materiales, así como tampoco hay noticias de que alguien velase
por la conservación y organización de los mismos, por lo que
es posible que el archivo haya tenido pérdidas invaluables
(Covarrubias, 2006: 265).
En 1994, Salvador Valdez fue nombrado encargado del archivo;
realizó una revisión general de los materiales resguardados y aplicó
su reordenación, haciendo una serie de indicaciones adicionales a
la signatura del presbítero González; añadió las del catálogo de
Stanford e incluyó otras con la finalidad de facilitar su localización
y organización, quedando como sigue:
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SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
C1 E1.1 Leg B a 1 AM 0001
C1
E1.1
Leg B a 1
AM 0001
Sección de la
clasificación que
indica el clóset o
estante en el que
se encuentra el
material. Cabe
mencionar que solo
hay C1 y C2.
Esta sección está
conformada por tres
subsecciones:
-E: se refiere al entrepaño.
-E1: el número antes del
punto e inmediato a la letra
E se refiere a la ubicación
del entrepaño en el estante,
de arriba hacia abajo.
-E1.1: El número que
sigue al punto se refiere a
la ubicación, de izquierda
a derecha, en el que se
encuentra el legajo en el
entrepaño.
Estas siglas
representan la
signatura que dio
Stanford a los
materiales en su
catálogo.
Esta sección está
compuesta por:
–AM. Siglas que indican
Archivo de Música
–0001. Números
que corresponden
al ordenamiento, de
izquierda a derecha, de
arriba a abajo, de cada
uno de los expedientes.
Tabla 1. Ejemplo de clasificación propuesta por Salvador Valdez en el
Archivo del Cabildo de la Catedral Metropolitana de México.
Estas adiciones a la signatura tenían como finalidad hacer más
asequible la organización de los materiales en la estantería, así
como su localización. Sin embargo, dentro de esta clasificación no
se incluían los materiales que conforman la “Colección Estrada”,
ni los “Libros de coro”; asimismo, en lo que se refiere al contenido,
estas signaturas no atendían a las necesidades de unificación y de
representación, puesto que había problemas de identificación muy
serios que venían desde los trabajos de catalogación hechos por
Stanford y sus antecesores.
No es sino hasta finales del siglo xx e inicios del xxi que
ingresa el proyecto Musicat, de la unaM, para realizar los trabajos
de catalogación de la colección de libros y papeles de música de la
Catedral de México. La idea del proyecto se gestó desde 1998, e inició
como parte de una investigación individual que tuvo lugar cuando
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SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
María de la Luz Enríquez participaba en el seminario “Patronato
de los Virreyes y Arzobispos”. Una vez aceptado el trabajo de
colaboración entre el proyecto Musicat y la Catedral de México, uno
de los primeros retos fue organizar las colecciones de acuerdo con las
normas y criterios que se habían planteado al interior del proyecto.
La necesidad de reorganizar la colección se tuvo en el 2003, cuando
el equipo de trabajo que se encargaría del estudio de esta para el
diseño de la base de datos de libros y papeles de música de Musicat
comenzó con la revisión de la primera obra que se encontraba en
la colección: los Maitines de la Navidad de Nuestro Señor Jesucristo,
compuestos por el maestro de capilla Antonio Juanas, y que, de
acuerdo con lo indicado en el catálogo de Valdez, estaba contenida
en los tres primeros legajos (Covarrubias, 2006: 266):
C1 E1.1 Leg B a 1 AM0001 a 0013
C1 E1.2 Leg B a 2 AM0014 a 0023
C1 E1.3 Leg B a 3 AM0024 a 0034
Tabla 2. Clasificación de los Maitines de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo,
por Antonio Juanas (Valdez).
De lo anterior se entiende que la obra está dentro de tres
legajos y cada legajo contiene más de una decena de materiales, lo
cual da un total de 34 signaturas diferentes para los cuadernillos
que deberían de conformar una unidad; es decir, poseer una sola
signatura para todos los papeles. Aunado a esto, se identificó que
la obra que corresponde a la signatura C1 E1.1 Leg B a 1 AM0009
no forma parte de la anterior, lo que indica que la organización y la
clasificación no fueron realizadas a partir del estudio del contenido,
tanto litúrgico como musical, de los materiales.
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SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
Conforme siguieron con la revisión de la colección, fueron
identificando más obras que no solo compartían la problemática
anterior, sino también poseían otras adicionales, como cuando
aparecían diferentes obras con una sola signatura asignada o
cuando se presentaban obras incompletas o procedentes de las
misceláneas, agrupadas en un solo ítem, lo que no permitía su
adecuada identificación.
El estudio y el análisis del contenido de los materiales que
conforman el actual archivo de música ha dado paso a un crecimiento
exponencial en lo que a registros catalográficos de la colección se
refiere, pues además de incluir los materiales que conforman la
“Colección Estrada”, se han podido distinguir obras únicas; se han
determinado las festividades que corresponden en algunos casos,
así como se han establecido autorías (cuando esto ha sido posible)
de materiales, antes anónimos (Covarrubias, 2014: 24):
CATÁLOGO DE STANFORD
CATÁLOGO DE MUSICAT /ADABI
Cantidad de obras
-
4 386
Cantidad de entradas
catalográficas
1 463
2 339
Tabla 3. Comparación de las entradas en los catálogos de Stanford y Musicat.
De esta manera, se ha logrado una mejor identificación de los
materiales musicales y ha aumentado el número de investigaciones
que abarcan lo concerniente al fenómeno musical en la iglesia
Catedral de México. El proyecto Musicat sigue realizando
trabajos de revisión de la colección; se han identificando obras
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SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
que se encontraban tachadas en los originales, así también se
han conformado nuevas colecciones y nuevas obras individuales.
Asimismo, se han diseñado herramientas informáticas especializadas
para el trabajo catalográfico de los materiales.
cAtáLogo eLectRónIco MUSICAT
Para la realización de los trabajos de catalogación de la colección, el
proyecto encargó al ingeniero Mario Hazza Treviño el desarrollo
y construcción de una plataforma informática que respondiera a
las necesidades de registro de información musicológica, litúrgica,
descriptiva, museográfica y bibliotecológica. Esta herramienta se
ha construido en el software libre de MySQL. Se actualiza y adecua
en forma continua, atendiendo a las necesidades del catalogador y
a las características propias del documento, pues ha sido evidente
que no se puede hacer una simple descripción física del material; se
requiere de un estudio más a fondo para poder entender el sentido
de los materiales en lo litúrgico y musical, aspectos que le dan su
función y razón de ser.
Para la conformación de dicha plataforma y la descarga de la
información contenida en los documentos se han seguido las
Normas Internacionales para la Catalogación de Fuentes Musicales
Históricas (RISM: Répertoire International des Sources Musicales), con
lo que se normaliza la catalogación de música manuscrita antigua.
Para la descripción general de los materiales se han respetado
las normas ISBD (G), así como las recomendaciones que se han
tenido de especialistas en museografía y conservación para el
llenado de las fichas de estado de conservación. De igual forma
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SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
se atienden las observaciones y comentarios de los campos de
estudio de la bibliotecología, musicología y la liturgia, lo que da
como resultado un trabajo multidisciplinario y una serie de fichas
catalográficas que incluyen datos de estas disciplinas, conviviendo
en armonía y brindando una herramienta de búsqueda y consulta
muy versátil.
Aun cuando no se trabaja en una plataforma de corte bibliotecario,
dígase en MARC21 o con los estándares de las Reglas de Catalogación
Angloamericanas (rcaa), o las normas de Descripción y Acceso de
Recursos (rda), la gran mayoría de campos que tiene el sistema
Musicat se corresponde con los campos de estos estándares y normas
internacionales de catalogación. Para lograr la especificidad que
requiere el análisis al interior del proyecto, se optó por el desarrollo
de un sistema único.
No obstante los problemas que derivan de la creación y adecuación
de un recurso informático de esta índole, el personal del área de
informática ha logrado desarrollar una interfaz de administrador y
una de usuario para lograr el objetivo ulterior del catálogo: hacer
asequible la información a los usuarios finales del producto, lo cual se
ha puesto a prueba cada vez que se han atendido peticiones de consulta
con diversos tópicos y temáticas de estudio de los investigadores y
ha permitido identificar los errores de la base, así como afinar los
campos de consulta e indexación de información.
MedIdAs de conseRvAcIón deL AceRvo
A la par de la catalogación de los documentos, se realiza también un
proceso de digitalización de las obras. En principio, atendiendo a la
54
SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
solicitud de la toma de las imágenes del íncipit musical y literario;
sin embargo, y como una medida de conservación de la colección,
simultáneamente se digitaliza el acervo musical. En ese sentido,
ya se encuentra fotografiada la colección de “Libros de coro”, con
poco más de 16 000 imágenes. En cuanto al archivo de papeles de
música, existe un avance del 30% de la colección, lo cual representa
cerca de 20 000 imágenes. Sin embargo, como los trabajos de
catalogación continúan, no se ha concluido con los de fotografiado,
en tanto no se terminen de integrar las obras de acuerdo con los
criterios de catalogación del proyecto.
Para asegurar la conservación de la colección de papeles de
música, estos se encuentran almacenados en cajas de polipropileno,
tipo almeja, lo cual evita la acumulación de polvo y reduce el ataque
de agentes nocivos (insectos) a los papeles. Cada obra se encuentra,
además, resguardada en guardas de papel fabriano libre de ácido,
lo que mantiene a las partes instrumentales y vocales integradas
como unidad, evitando que se puedan revolver las obras.
concLusIones
El trabajo de organizar, catalogar, clasificar y poner en servicio los
materiales que conforman el Archivo del Cabildo de la Catedral
Metropolitana de México ha sido una labor que ha tomado mucho
tiempo; ha dejado como consecuencia pérdidas de materiales
irremplazables, así como un considerable deterioro físico de las
colecciones por los traslados que ha tenido la colección, sin dejar
a un lado los diferentes agentes nocivos a los que se ha tenido que
enfrentar.
55
SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
Estos recursos son un patrimonio que se debe resguardar,
custodiar y preservar, y está en manos de los que nos encontramos
frente a estos recintos asegurar que el acceso, la difusión y el
correcto uso de los materiales permita que se llegue a buen fin con
los objetivos de la preservación de nuestra historia documental,
bibliográfica y musical (en lo que respecta al archivo que me ha
tocado dirigir).
No obstante las vicisitudes que ha tenido que sortear el archivo
en diferentes momentos de su historia, ha logrado perdurar y
trascender dichos problemas gracias a los trabajos incansables de
personas comprometidas con la cultura, la historia y el arte, como los
finados Luis Ávila Blancas y Salvador Valdez, quienes con su ejemplo
y dedicación han dejado huella en todos aquellos que tuvimos el
placer de convivir y trabajar con ellos. Por lo mismo, y en honra a su
memoria, las diferencias académicas y personales deben desaparecer
ante las problemáticas a las que nos enfrentamos en la actualidad
en todos los niveles de administración y resguardo de estos valiosos
acervos, buscando hacer un frente común para hacer asequible la
riqueza documental con que contamos en las bibliotecas y los archivos
de todos los niveles en el país, pues los trabajos de organización aún
se llevan a cabo en muchos de los acervos que hoy en día son materia
prima de investigaciones y trabajos de diversa índole.
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SALVADOR HERNÁNDEZ EL ARCHIVO DE PAPELES DE MÚSICA DE LA CATEDRAL DE MÉXICO
Fuentes
accMM (Archivo del Cabildo Catedral Metropolitano de México),
Actas de Cabildo, Libro 1.
bIbLIogRAFíA
coVarrubias, Margarita, 2006. “Los Maitines de la Navidad de
Nuestro Señor Jesucristo (1792-1798) por Antonio Juanas:
un estudio catalográfico”. En I Coloquio Musicat: Música, catedral y sociedad. México: Universidad Nacional Autónoma
de México-Instituto de Investigaciones Estéticas.
, 2014. “Los primeros catálogos”. En Catálogo de papeles de
Música del Archivo del Cabildo Catedral Metropolitano de México. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Estéticas.
fErrEr, Juan Miguel, 1995. Curso de liturgia Hispano-Mozárabe. Salamanca: Kadmos.
Mazín, Óscar, 1999. Archivo del Cabildo Catedral Metropolitano de
México: Inventario y guía de acceso. Vol. i. México: El Colegio
de Michoacán / Condumex.
salGado ruElas, Silvia, 2014. “La biblioteca y la librería coral de
la Catedral de México”. En Idalia García Aguilar y Pedro
Rueda Ramírez (coords.). El libro en circulación en la América
colonial. Producción, circuitos de distribución y conformación de
bibliotecas en los siglos xvi al xviii. México: Quivira.
stanford, E. Thomas, 2002. Catálogo de los acervos musicales de las
catedrales metropolitanas de México y Puebla de la Biblioteca
Nacional de Antropología e Historia y otras colecciones menores.
México: Instituto Nacional de Antropología e Historia.
57
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
SILVIA SALGADO RUELAS
Universidad Nacional Autónoma de México
E
ntre los siglos xVi y xix, en la Nueva España circularon, se usaron y se elaboraron libros de coro manuscritos e iluminados para la liturgia de la Iglesia católica.
Las primeras obras fueron transportadas desde Sevilla
para el uso catedralicio y conventual. Paulatinamente se consolidó
la cultura escrita y visual proveniente del Viejo Mundo, factor que
propició la producción material de tales obras por los novohispanos
y los migrantes peninsulares, quienes transcribieron los contenidos litúrgicos reconocidos por la Iglesia católica para ser aplicados
en la vida novohispana. En el siglo xViii se desarrolló una época de
luces y sombras para los libros de coro virreinales en el que participaron cabildos, mecenas, copistas e iluminadores, a favor de un
artefacto cultural arcaizante que logró traspasar el límite del siglo
xViii y seguir un camino paralelo al de la imprenta hasta el final del
siglo xix. Los libros de coro están en la frontera de la factura artesanal y artística, cruzan los bordes de lo tipográfico o industrial, y
persistieron a los cambios técnicos hasta el inicio del siglo xx.
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SILVIA SALGADO RUELAS
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
APRoxIMAcIón concePtuAL e hIstóRIcA
Los libros de coro forman parte esencial del ritual sonoro catedralicio o conventual. No son objetos de culto sino para el culto, por
lo que su uso está marcado por el canon y la liturgia. Su continente
es grandilocuente y exclusivo, ya que ningún otro objeto libresco
adopta sus formas, en cuanto a dimensión, materialidad o reunión
de elementos caligráficos, musicales y plásticos.
Los libros de coro cumplen la función arcaizante de conservar el
ritual, que tiene como centro el sacrificio primigenio que vincula lo
humano con lo sagrado, con el fin de mantener la delicada armonía o
el frágil vínculo entre la vida y la muerte. Desde la Edad Media los
cantos y libros de coro se usaron para celebrar la liturgia cristiana,
pero la práctica coral se remonta a la cantilación o especie de recitación
cantada de los salmos que anteriormente hacían los judíos en sus rituales. Esas maneras fueron adquiridas por los paleocristianos y sus
sucesores, quienes también adoptaron la arquitectura de los edificios
basilicales romanos para hacer ceremonias. En esta incluyeron espacios para el coro y el canto. Se tienen noticias de prácticas corales remotas que se extendieron por el occidente europeo, en monasterios,
catedrales y conventos. Los códices y fragmentos corales litúrgicos
más antiguos que se conservan se remontan a la alta Edad Media y
conforme creció la dimensión espacial del coro, también aumentó el
tamaño de los libros y el número de cantores. Eso sucedió hacia el
siglo xiii, con el esplendor de las catedrales góticas.
Su contenido litúrgico se engalana con la música sacra del canto llano y polifónico. La composición formal de sus hojas es producto de tareas artesanales y artísticas que se plasman en escrituras e ilustraciones provenientes de una larga tradición plástica
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SILVIA SALGADO RUELAS
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
medieval, cuando el arte de la pintura estaba en libros y muros.
Cada documento es obra única que se acerca más al arte anónimo
medieval o al individual moderno que al producto tipográfico multiplicado de molde o industrial; es por eso que algunos de los más
antiguos nunca tuvieron inscrita la portada, la fecha o los nombres
de sus autores materiales, artísticos o intelectuales, sino solo improntas o colofones, en el mejor de los casos. Sin embargo, los libros
de coro novohispanos del siglo xViii se hacían en consonancia con
las maneras del libro impreso antiguo.
En México se conservan más de medio millar de cantorales manuscritos en las catedrales de Durango, Guadalajara, México, Morelia, Oaxaca, Puebla y San Cristóbal de las Casas; en la Basílica de
Guadalupe; en el Museo Nacional de Antropología e Historia, en el
Museo Franz Mayer, el Museo Andrés Bello de Puebla, el Museo
Regional de Querétaro, el Museo Nacional del Virreinato; en la Biblioteca Franciscana de Cholula, la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia y la Biblioteca Nacional de México, entre otras
instituciones o colecciones particulares. Sin embargo, está pendiente la tarea de inventariarlos, catalogarlos y estudiarlos plenamente.
Hasta hace poco tiempo se consideraba que los libros de coro
más antiguos que se conservan en México procedían de la Península Ibérica, pero con los viajes de navíos y gente por el Océano
Atlántico, paulatinamente comenzaron a llegar calígrafos e iluminadores del libro manuscrito a la Nueva España, aportando sus artes y oficios a la confección de uno de los objetos librescos de mayor
formato y tradición bajomedieval que en la Edad Moderna sobrevivieron a los productos de la imprenta tipográfica e industrial.
60
SILVIA SALGADO RUELAS
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
Una de las primeras noticias que se tiene sobre copistas e iluminadores hispanos en México corresponde al presbítero Juan de Avecilla, vecino de Sevilla, copista de libros, invitado por el obispo fray
Juan de Zumárraga, quien a su vez había traído libros para el ritual
sonoro catedral (accMM, Actas de cabildo, Libro I, fols. 7r-7v [25 de
octubre de 1538]). El padre Avecilla llegó a la Nueva España hacia 1540, un año después del arribo del operario italiano Giovanni
Paoli o Juan Pablos con la imprenta de los Cromberger a la ciudad
de México, considerada como la primera establecida en el Nuevo
Mundo (Alfaro Cruz, 2013; Álvarez Márquez, 2000).
En los siglos novohispanos xVi e inicios del xVii destacan las
obras de copistas e iluminadores andaluces o vecinos de dicha provincia, tales como el maestro de la librería coral de la catedral
hispalense Melchor Riquelme, los iluminadores Diego de Zamora, Luis Lagarto y Alonso de Villafañe –estos últimos trabajaron
en la Catedral de Puebla–, y el copista fray Juan de la Mota. Esa
primera influencia tuvo repercusiones suficientes para que Gaspar
Riquelme, Gregorio Alonso, Lorenzo Rubio y Lucas García, asentados en la Nueva España, continuaran dicha labor en el convento
grande de San Francisco y en la Catedral Metropolitana de México, hacia finales del quinientos y principios del seiscientos.
De la primera mitad del siglo xVii se conservan cantorales asociados a la familia Lagarto en la Catedral de Puebla; sin embargo,
de la segunda parte de esa centuria aún no se tienen estudios suficientes para conocer nombres y obras, pero ya se han registrado
algunos volúmenes anónimos en la Catedral Metropolitana, la Biblioteca Nacional de México y el Museo Nacional del Virreinato.
61
SILVIA SALGADO RUELAS
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
Del siglo xViii destaca la obra caligráfica del fraile agustino Miguel de Aguilar (Estrada Valdez y Garza Cabrera, 2013), de Simón
Rodríguez de Guzmán, Sebastián Carlos de Castro, Miguel Vieyra,
Andrés José Gastón y Balbuena, así como las iluminaciones de Juan
de Dios Rodríguez Leonardo Coronado. Poco a poco, la nómina de
artistas y artesanos del libro coral ha crecido gracias al trabajo de
abrir y traspasar puertas para ingresar al mundo de las librerías catedrales y conventuales, que actualmente se conservan en bibliotecas
y colecciones de distinto género.
LIbRos de coRo en LAs cAtedRALes novohIsPAnAs
La Iglesia Catedral Basílica Menor de la Inmaculada Concepción,
en Durango, conserva una nutrida colección de 66 libros de coro
manuscritos e iluminados, en varios armarios del Museo de Arte
Sacro de la propia iglesia. Dos volúmenes contienen canto polifónico y los demás pertenecen al canto llano, por lo que sus dimensiones
exceden ampliamente el tamaño de los libros impresos. Se conocen
también como libros de facistol o de gran atril, y su lugar natural
está en el centro del coro de la iglesia.
Treinta de ellos fueron elaborados por el calígrafo Simón Rodríguez de Guzmán entre 1730 y 1735. Cabe mencionar que se tiene un ejemplar de 1706 del mismo copista, en el que se presenta
como antiguo infante de coro de la Iglesia Catedral Metropolitana
de México. Este es el caso de un artesano del libro coral que estuvo
activo al menos 30 años y produjo cantorales para las catedrales de
Durango y México.
62
SILVIA SALGADO RUELAS
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
Por otra parte, se tiene registro de Sebastián Carlos de Castro y Juan de Dios Rodríguez Leonardo Coronado, quienes entre
1730 y 1750 hicieron libros de coro para las catedrales de Durango, Guadalajara y México. De la década de 1760 se han identificado libros atribuidos a un iluminador que no firmó sus obras, pero
sus signos visuales permiten bautizarlo como el “Maestro de las
Rosas” quien hizo el Libro Mariano y el Oficio de San José para la
Catedral de Durango.
Uno de los propósitos de este trabajo es presentar un somero
perfil bibliográfico y artístico de la colección de libros corales de la
Catedral de Durango durante el siglo xViii, y su vinculación con el
fondo de cantorales de la Catedral de México y el Museo Nacional
del Virreinato. Cabe mencionar que el objeto de estudio no ha sido
abordado anteriormente como un corpus documental y artístico,
por lo que su tratamiento teórico y metodológico está en proceso.
Las obras que se han identificado con mayor claridad y número están firmadas o se pueden atribuir a Simón Rodríguez de
Guzmán, uno de los artesanos del libro más prolífico y con una
larga trayectoria que se remonta a la década de 1690 –cuando fue
infante de coro de la Catedral Metropolitana– y se extiende hasta
1735 –cuando firmó el último de los libros de coro que envió a la
Catedral de Durango–. En la Catedral de México se conservan
seis volúmenes, más un libro de canto polifónico en el Museo
Nacional del Virreinato. En tanto que en la Catedral de Durango
se resguardan 30 libros fechados entre 1730 y 1735. Su última
etapa plantea preguntas sobre si Rodríguez de Guzmán formó
un taller para abastecer la demanda proveniente del obispado de
la Nueva Vizcaya, ya que produjo aproximadamente seis libros al
63
SILVIA SALGADO RUELAS
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
año, lo que representa un esfuerzo notable para el promedio de
aquella época.
Es importante señalar que existió una actividad interesante pero
poco investigada sobre la producción y circulación de libros de coro
entre las diócesis de México, Durango y Guadalajara, ya que se
han encontrado obras producidas por el calígrafo e iluminador Sebastián Carlos de Castro y el miniaturista Juan de Dios Rodríguez
Leonardo Coronado (fl. 1730-1750). Cabe destacar que Leopoldo
Orendáin (1960) ya había registrado su presencia y actividad, principalmente en Durango, en la década de 1740. De ambos se conserva una veintena de cantorales en la Catedral de Durango y otros
tantos en México y Guadalajara, por lo que es preciso desarrollar
estudios comparativos que registren sus actividades, fechas, etcétera, y observar si su influencia se extendió a territorios más distantes
como Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Nuevo México, considerando
que esos lugares formaban parte del obispado de la Nueva Vizcaya.
Durante el obispado de don Pedro Tamarón y Romeral (17581768) se hicieron dos de los libros de coro más notables de la Catedral
de Durango, los cuales están hermanados con seis de la Catedral de
México. El primero de los libros de Durango está dedicado al tema
mariano, especialmente a la pura y limpia Concepción, a quien se
consagró el templo catedral. Cabe destacar que el cantoral en cuestión
es uno de los más importantes de la colección por su riqueza, belleza
y por la información que ofrece, ya que al final se tiene un colofón con
la siguiente información:
Se acabó este libro que contiene el rezo nuevo de Nuestra Señora
de la Pura y Limpia Concepción y las antífonas propias de Nuestra
64
SILVIA SALGADO RUELAS
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
Señora de Guadalupe de México, en 12 de octubre del año del Señor
de 1763, para la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad de Durango
del Reino de la Nueva Vizcaya, siendo su dignísimo obispo della
el ilustrísimo señor doctor don Pedro Tamarón y Romeral
del Consejo de su Majestad, natural de la villa de la Guardia,
provincia de la Mancha del Arzobispado de Toledo, presidente
del muy ilustre Venerable Cabildo; el señor arcedeano, doctor don
Bernardo Joaquín de Mata Borrego, y jueces hacedores, el señor
chantre doctor don Josef Díaz y Alcántara, provisor y vicario
general y comisario subdelegado general de la Santa Cruzada en
aquel Obispado, y el señor magistral, doctor don Francisco Diego
Inurrigarro (aacd, Libro de coro mariano, último folio [1763]).
Este colofón fue escrito por el copista o amanuense de la obra,
quien se refiere a los oficios de vísperas y misa que contiene el
volumen mariano. Indica que terminó la obra en octubre de 1763,
cuando el toledano Pedro Tamarón y Romeral ocupaba la silla
episcopal de la gran diócesis de la Nueva Vizcaya, y menciona a
varios miembros del cabildo que lo acompañaban y que tuvieron
que ver con el encargo de la obra –como es el caso del arcedeán, los
jueces hacedores, el chantre y el señor magistral–.
Sobre la materialidad codicológica y factura artística, el libro
mariano está hermanado con otro cantoral dedicado al Oficio de
San José. El 28 de enero de 1761, el mismo copista e iluminador
terminó para la Catedral de Durango un oficio de maitines josefino,
en el que se puede observar el posible retrato del obispo Tamarón
como comitente y que resulta similar a otro que aparece en el libro
mariano. Esta práctica no es común en los libros de coro de la
65
SILVIA SALGADO RUELAS
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
Catedral de México iluminados por el “Maestro de las Rosas”; pero
sí sucede en los dos cantorales de Durango. Siguiendo los indicios
del copista e iluminador, en la Iglesia Catedral Metropolitana de
México se resguardan nueve libros de coro que no tienen colofones
ni firmas de los artistas o artesanos que los hicieron, pero la
caligrafía y los motivos decorativos que se utilizaron permiten
identificar al “Maestro de las Rosas”.
Como reflexión final, cabe decir que se ha trazado un recorrido
histórico y artístico a través de los libros de coro que vinculan a
la Catedral de Durango, sede del obispado de la Nueva Vizcaya,
con la Metropolitana de México, y es de considerar que esto sigue
siendo el inicio de un camino tierra adentro. Se han identificado
cuatro artesanos y artistas del libro de coro que produjeron obras
para ambas diócesis, pero los objetos requieren de una investigación más documentada en los archivos de ambas catedrales, especialmente en la de Durango; además de la ardua y larga tarea de
sistematización documental que incluye el inventario, el catálogo
y la digitalización de un patrimonio poco conocido, estudiado y
descifrado. Este es uno de mis propósitos en el Seminario de Estudios Históricos de la Iglesia de la Nueva Vizcaya con sede en la
Universidad Juárez del Estado de Durango, y en el Seminario de
Música en la Nueva España y el México Independiente con sede en
la Universidad Nacional Autónoma de México.
66
SILVIA SALGADO RUELAS
LIBROS CORALES EN LA NUEVA ESPAÑA
Fuentes
aacd (Archivo Arquidiocesano de la Catedral de Durango), Libro de
coro mariano.
accMM (Archivo del Cabildo Catedral Metropolitano de México),
Actas de cabildo, libro I, fol. 7-7v.
bIbLIogRAFíA
alfaro cruz, Jesús, 2013. Cristóbal de Campaya, primer procurador
y primer secretario del Cabildo Catedral Metropolitano, 15361545. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
álVarEz MárquEz, María del Carmen, 2000. El libro manuscrito en
Sevilla (siglo xvi). Sevilla: Ayuntamiento.
Estrada ValdEz, Tania y Patricia Garza cabrEra, 2013. Propuesta
de intervención para el Libro de coro 1715 (LC-1715) a partir
del estudio de los elementos estructurales y de las encuadernaciones
de los libros de coro copiados por fray Miguel de Aguilar en el
siglo xviii. México: Escuela Nacional de Conservación,
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68
IMPRESIÓN DE MÚSICA
EN HISPANOAMÉRICA
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO
(SIGLOS XVIII-XIX): COMENTARIOS DESDE
LA HISTORIA DEL LIBRO Y LA MATERIALIDAD
DE ALGUNOS EJEMPLARES DE LA BIBLIOTECA
NACIONAL DE MÉXICO Y OTROS ACERVOS1
MARINA GARONE GRAVIER
Universidad Nacional Autónoma de México
P
ara nadie es ajeno el hecho de que, si bien existió
abundante circulación de obras musicales durante el
período colonial en México, escasas fueron las que se
publicaron en suelo americano. El mayor obstáculo para
la edición autóctona tuvo que ver con las limitaciones tipográficas,
técnicas y materiales para elaborarlas. Con el interés de explorar las
condiciones que propiciaron la aparición de dichas publicaciones,
en el presente texto se mencionará, en primer lugar y de manera
sumaria, la historia de la notación musical para comprender cómo
se dio el paso de ese sistema escrito a la reproducción de copias
idénticas; en segundo lugar, se mencionarán los sistemas de
impresión musical que existieron durante el periodo de la imprenta
manual, por orden de aparición, y, finalmente, se dará paso a
algunos datos que permitirán ubicar la introducción, circulación y
producción de libros de música en la Nueva España.
A partir de la revisión de varios ejemplares de la Biblioteca
Nacional de México y de otros acervos mexicanos e internacionales,
1
Agradecimiento a los investigadores Ana Utsch, Fermín de los Reyes, Corinna Zeltsman,
Antonio Carpallo, Gustavo Mauleón, Hilda Julieta Valdés y Anastasia Krutitskaya, y a los
alumnos Emiliano Pastrana, Omar Cervantes y Paola Lorena Cruz.
70
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
se seleccionaron algunas ediciones musicales mexicanas de los
siglos xVi, xViii y xix para comentar quiénes fueron los impresores y
talleres que las publicaron, sus características físicas e indicios de su
producción material. Las obras impresas que se tomarán en cuenta
son las primeras de Juan Pablos, Antonio Espinosa y Pedro Ocharte,
dos obras de México y Puebla publicadas en el siglo xViii y otras
tres de la primera veintena del siglo xix, de México y Guadalajara
(Sánchez, 1725; Missa gothica, 1770; Arriaza, 1811; López, 1821;
Elizaga, 1823).
El objetivo principal de este trabajo es proponer las etapas de
la producción editorial de música en México antes de la explosión
que supuso la edición musical mediante la técnica litográfica.2 El
enfoque utilizado se centra en algunas de las perspectivas de la
historia del libro, la tecnología gráfica y la materialidad de los
objetos.
bReve ReLAcIón de LA hIstoRIA de LA notAcIón MusIcAL
La historia de la escritura es notablemente compleja y longeva, e
implicó la formalización y estabilización del registro visual de una
serie de lenguajes; la música no fue una excepción, pero, a diferencia de
la codificación del lenguaje hablado, los inicios de su escritura gráfica
propia tardaron mucho más tiempo en comenzar que aquel. Aunque
en el mundo antiguo ya existía notación musical de carácter alfabético,
los primeros registros de la notación neumática están vinculados con
2
El tema de la edición litográfica de música ha sido estudiado en trabajos previos como los
de María E. Pérez Salas (2005), la compilación Los papeles de Euterpe (Suárez, 2014) y la
tesis de maestría de Aguilar Rus (2011).
71
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
el canto gregoriano francés, que se desarrolló entre los siglos Viii y
ix;3 fue entonces cuando se dio cierta sistematización en la escritura de
composiciones, y la consecuente transmisión, circulación y recepción
de esas ideas musicales.
De manera similar al proceso que siguió el sistema de puntuación
de las lenguas habladas, los primeros signos musicales cumplieron
con una función performática de lectura y mnemotécnica, indicando
la orientación de una determinada línea melódica y de consuno
con algunos de los procesos de la escritura de las lenguas que
privilegiaron los registros textuales de cierta importancia en la
música; solo se registraban las obras que por su complejidad no era
posible recordar completamente.
El sistema de escritura musical se fue complejizando a partir del
siglo x como consecuencia de la evolución de la técnica sonora, de la
intención de buscar formas más precisas de transmisión musical y del
cambio en los gustos de los compositores: surgió la marcación gráfica
de los intervalos; el empleo de línea de colores (rojo y amarillo)4 para
señalar la ubicación fija de una determinada nota en relación con
otra y el uso de claves. Más tarde se propuso una nomenclatura para
denominar una secuencia hexacordia5 y, por último, se estabilizó la
3
Este es el momento del canto gregoriano en que obtiene su nombre por el papa Gregorio I,
quien reinó entre el año 590 y el 604 (Grout y Palisca, 2001). Un panorama de la evolución
de la notación musical se puede leer en Aguilar Ruiz, 2011: 18-30.
4
El uso del color para la notación musical tuvo varios momentos y aplicaciones; por ejemplo, en el siglo xVi representaba una modificación rítmica, el texto se escribía en negro y
cambiaba a rojo cuando se modificaba la métrica. También en la disposición del texto hubo
diversos formatos para las partituras, como el empleo de composiciones gráficas en forma
de corazón si el motivo era amoroso, o en figuras de círculo o espiral cuando la composición era reiterativa.
5
“El monje Guido D’Arezzo propuso la adopción de un grupo específico de sílabas para
denominar los sonidos de la escala de seis sonidos, o hexacordio, y facilitar su manejo y
72
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
forma de representación para la longitud del sonido, necesidad que
se dejó sentir paulatinamente por la complejidad rítmica que implicó
la composición polifónica (Aguilar Ruz, 2011: 21).6 La escritura de
música quedó más nítidamente estructurada hacia el siglo xiii con
la representación de ubicaciones de notas, duraciones, silencios y el
pentagrama.7 En el siglo siguiente surgieron los bemoles y becuadros,
alteraciones o accidentes que permiten modificar el resultado de una
melodía sonora. Entre los siglos xv y xVi, debido al deseo de hacer
más estables las interpretaciones musicales, se incluyeron otros
signos, símbolos y expresiones: acentuaciones, modificaciones de
velocidad, marcadores de volumen, cambios de compás, alteraciones
rítmicas y melódicas (Aguilar Ruz, 2011: 22-23).8
Es precisamente en este período de la evolución de la notación
musical europea, cuando se da el encuentro de dos mundos, y,
como sucedió en el proceso de escritura y gramatización de las
lenguas indígenas con el alfabeto latino y las formas de descripción
lingüística a que estaban habituados los españoles, desde el siglo xVi
se crea cierta sintonía entre las formas de notación musical a ambos
lados del Atlántico.9
comprensión estructural”. A partir del himno Ut queant laxis –del siglo Viii–, propuso en
el siglo xi utilizar las sílabas ut, re, mi, fa, sol para representar tonos y semitonos –cuatro
tonos completos y un semitono entre mi y fa– (Aguilar Ruz, 2011: 20).
6
Si bien en un inicio coexistió la notación libre con la mensural, más tarde ganó terreno la
segunda (Aguilar Ruiz, 2011: 21).
7
Estos asuntos se recogieron en el tratado de finales del siglo xiii Ars cantus mensurabilis, que
se atribuyó a Franco de Colonia (Aguilar Ruz, 2011: 21).
8
La mayor parte de lo expuesto se refiere a la notación para música vocal, ya que no hay
evidencia clara de las marcas destinadas a instrumentos hasta posteriormente.
9
Convenciones como el uso de las barras de compás o las subdivisiones rítmicas se generalizaron a lo largo del período colonial en México; en el siglo xViii se adoptó el sistema tonal
en la Nueva España y las claves de sol y fa para los instrumentos de teclado.
73
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
sIsteMAs de IMPResIón MusIcAL
Durante muchos siglos la transmisión de la notación de música
escrita se hizo fundamentalmente de forma manual; sin embargo,
la necesidad de contar con un creciente número de copias impulsó a
buscar procedimientos técnicos que garantizaran mayor velocidad
e igualdad de los ejemplares. La complejidad intrínseca de todas las
variables de la notación que mencionamos en el apartado anterior
fue directamente proporcional a la dificultad en la composición
tipográfica musical, de esta forma se emplearon varios sistemas y
recursos técnicos para la edición musical.
El primero de ellos fue el uso de la xilografía; es decir, el empleo
del grabado en planchas de madera de páginas enteras de música
o el grabado en madera de una serie de sistemas de pentagramas
que podrían ser completados luego a mano. El uso de la xilografía
en la edición musical se corresponde con la etapa que reconocemos
como predecesora al libro tipográfico del periodo incunable; sin
embargo, esta técnica no logró abatir completamente los tiempos
de la producción manuscrita para mejorar la eficacia en la impresión
musical.
Con el advenimiento de la imprenta tipográfica, a mediados del
siglo xv, surge una nueva opción técnica de publicación musical,
no sin pocos obstáculos: por un lado, el necesario expertise que
debía tener el cajista para la composición del texto musical, por
otro, los sucesivos cambios que se registraron entre los siglos xv
y xVii en el sistema de la notación de música.
74
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
IntRoduccIón, cIRcuLAcIón y PRoduccIón de LIbRos de MúsIcA en
LA nuevA esPAñA
En su trabajo, María Gembero Ustárroz (2006: 147-180) se centra
en algunos aspectos de la circulación de libros tanto impresos
como manuscritos entre España y las colonias de ultramar desde
el siglo xv hasta mediados del siglo xVii. A partir del análisis
de varios casos, articula la revisión de las normas de comercio
librario entre España y América y el impacto de ese régimen
legal en la circulación de música.10 Expone que no existió una
regulación legal explícita para la circulación de música impresa,
al menos para los primeros tiempos del contacto cultural entre el
Viejo y el Nuevo Mundo. También analiza las implicaciones que
tuvo para la edición musical la regulación de la producción de
texto del Nuevo Rezado, resultado de las reformas de los libros
litúrgicos derivadas del Concilio de Trento (1545-1563), que
tanto en Europa11 como en América implicaron la articulación
de fuertes restricciones, concesión de privilegios de impresión y
formación de monopolios de imprenta.12
10
“Con frecuencia es difícil saber bajo qué denominaciones aparecen los libros de música en
las fuentes originales. Es obvio que contenían música los ‘libros de canto’ (generalmente
libros de canto llano o gregoriano), los ‘libros de canto de órgano’ (polifonía), o los ‘libros
de vihuela’, pero también tenían interés musical los mencionados como ‘libros de rezado’,
‘libros litúrgicos’, ‘libros de horas’, ‘salterios’, ‘misales’, ‘breviarios’, ‘pasionarios’, ‘diurnales’ y ‘libros de diversión’, aunque no todos tuvieran música” (Gembero Ustárroz, 2006:
149). Véase también Bernadó, 2001: 253-269.
11
Un panorama del impacto del Concilio de Trento en la producción musical se puede leer
en Weber, 1982.
12
El tema excede los alcances y objetivos de este capítulo, pero daremos algunos datos. La
producción editorial de libros litúrgicos fue un negocio para muchas imprentas de España
hasta los años sesenta del siglo xVi, lo que conllevaba una serie de variantes textuales –tomadas como no ortodoxas– y multiplicaba la posibilidad de errores; el Concilio de Trento
procuró combatir esa situación mediante una serie de estrategias legales y normativas. Los
75
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
En ese mismo tenor, y como bien lo ha registrado Fermín de
los Reyes Gómez en su magno estudio sobre la legislación del libro antiguo español (2000: 216-222), quizá el primero de los grandes hechos legales que tuvo impacto en la producción de impresos
musicales fue el privilegio de impresión, venta e importación en
Castilla, Aragón y las Indias, del breviario, misal y otros libros del
Nuevo Rezado que Felipe II concedió al Monasterio de El Escorial
en 1573,13 refrendado durante los dos siglos siguientes con no pocas
resistencias y tensiones por parte de la imprenta española (Reyes
Gómez, 2000, i: 222-225). Es en ese contexto que se incluyó la petición expresa de que el Comisario General de Cruzada y el Monasterio de El Escorial debían otorgar licencia para la impresión de
libros de canto, breviarios, misales, etcétera (Reyes Gómez, 2000,
ii: 826-827). Ese marco legal favoreció la producción de ciertos
talleres en particular,14 aunque no impidió que siguieran circulando
materiales antiguos fuera de las nuevas reglas impuestas.
nuevos libros, llamados “del Nuevo Rezado”, modificaron en España las condiciones
de la imprenta, lo que se manifestó en la expedición de cédulas como la real de 1572,
que “prohibió la introducción, venta e impresión de libros de rezo en Castilla” cuando
esos libros no tenían licencia de la Corona de forma expresa. Por lo que tocaba a los
impresos previos a Trento, todos debían ser revisados por funcionarios reales, y las
librerías debían hacer el listado de los que tenían, las visitas de miembros de la administración rápidamente mostraron la diversidad del material existente procedente de
Venecia, Lyon y Amberes, además de los centros peninsulares habituales –Salamanca,
Alcalá de Henares y Burgos– (Gembero Ustárroz, 2006: 152; véase también Reyes
Gómez, 2000: 216-222).
13
Existe abundante literatura sobre esta concesión y el impacto que por largo tiempo tuvo
sobre la imprenta española. El aspecto legal y la Cédula sobre el Nuevo Rezado en Indias
del 1 de diciembre de 1573 son recogidos por Reyes Gómez (2000, i: 222 Y ii: 818-819).
14
El de Plantino, hasta 1576, y más tarde los de Venecia, París y Lyon, así como los de algunas ciudades locales como Alcalá, Burgos, Salamanca y Zaragoza.
76
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
PRIMeRos IMPResos MusIcALes AMeRIcAnos15
¿Pero cómo y cuándo inicia la edición en América? En la
entrada 26 de su conocida Bibliografía mexicana del xvi, Joaquín
García Icazbalceta registró el Ordinarium sacri ordinis heremitaru
sancti Augustini, impreso en México en julio de 1556 (1954: 126127), señalando que era una edición de Juan Pablos, y ofreció
reproducciones de dos páginas del ejemplar que perteneció a la
colección de Salvador Ugarte (Chapa Bezanilla, 2012: 173).
Imágenes 1a y 1b. Ordinarium sacri ordinis heremitaru sancti Augustini
(García Icazbalceta, 1954: láminas 40 y 42).
Años más tarde, Lotta M. Spell (1929: 50-54) indicaba que
dicho libro era el primero de música publicado en América, al
que le siguieron varios más como el Manuale sacramentorum
15
Sobre este tema hay abundante literatura, sin pretender ser exhaustivos queremos mencionar a Chapa Bezanilla, 2012: 271-288.
77
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
secundum usum ecclesie Mexicane de 1560 (García Icazbalceta, 1954:
núm. 38, 159). Cuando llegó el segundo impresor, Antonio de
Espinosa, salieron algunos otros libros como el Missale Romanum
Ordinarium (1561).16 De los primeros impresores musicales
del siglo xVi hay diversas relaciones de producción: sin hacer
un recuento de los mismos, porque excede los alcances de este
trabajo, podemos señalar un Graduale Dominicale,17 que cuenta
con un ejemplar mutilado en la Biblioteca Nacional de México18
y que registra ser obra conjunta de Ocharte y Espinosa. De
todas las ediciones, esta obra es una de las más notables porque
se realizó durante el proceso de encarcelamiento inquisitorial de
Pedro de Ocharte, quien, imposibilitado de concluir la comisión,
pidió a Antonio de Espinosa que lo hiciera. El caso fue recogido
por Fernández del Castillo en Libros y libreros del siglo xvi.
De los títulos publicados en el siglo xVi se colige que la primera
etapa técnica de la producción musical novohispana correspondió
a ediciones de carácter eminentemente religioso, patrocinadas por
la jerarquía eclesiástica y las órdenes mendicantes, quedando las
16
Chapa Bezanilla indica que en 1568 Ocharte imprimió, a expensas de su yerno Diego de
Sansores, el Manuale secundum usum almae ecclesiae mexicanae (2012: 173); sin embargo, en
la descripción que hace García Icazbalceta de la obra no se menciona la presencia de música impresa (1954: 218, núm. 56).
17
Colección Obras Antiguas, Raras (BN-FR), clasificación RSM 1568 M4IGL, clas. local
1568 M4IGL, núm. sist. 000342217. Descripción física: 280 h; 40 cm. Faltan portada,
hojas preliminares, hojas al final, incluido el colofón, hoja 17 impresa (sustituida por
una manuscrita). Letras capitulares, inscripciones manuscritas, lleva al principio 3 hojas
manuscritas. Las hojas 23 y 24 están mal colocadas entre la 32 y 33, la h. 34 está repetida
en lugar de la 35, 57 por 49, 115 por 123, 173 por 177, 173 por 178, 180 por 179. Las hojas
72, 185, 189 y 193 están sin foliación impresa, pero suplida a mano.
18
Nota: Para coro de niños varones con acompañamiento de órgano. Incluye partituras para
varias misas (Inmaculada Concepción, Epifanía, de la Vigilia de Navidad, etcétera).
78
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
de temática profana fuera del circuito editorial local.19 Por lo que
toca al material tipográfico empleado, encontramos que es casi
idéntico en todas las imprentas, trasmitido de taller en taller, y con
reglas de composición similares; sigue la alternancia cromática
usual de la notación en rojo y negro y el formato usual en folio.20
IMPResos MusIcALes novohIsPAnos deL sIgLo xViii
A partir del siglo xViii se suman a la producción mexicana algunos
métodos y tratados,21 entre los cuales destaca la Regla de N. S. P. S.
Francisco, escrita por el franciscano Manuel Sánchez, predicador y
maestro de novicios del Convento Grande de Nuestro Padre San
Francisco de México, y publicada en 1725 por José Bernardo de
Hogal (Medina, 1989: iV: 145; i: clxi-clxV).
De ella contamos con nueve ejemplares en la bnM,22 el primero
de los cuales está digitalizado y disponible en línea. En el sentir del
texto, fray Fernando Alonso González, comisario general de todas
las provincias de San Francisco de esta Nueva España,23 señala que
daba licencia por:
19
20
Las copias locales eran producidas o bien de forma manuscrita o bien procedían del comercio transatlántico en formato impreso (véase Saldívar, 1991).
Elvia Carreño ha identificado y descrito nuevos impresos musicales mexicanos del siglo
tema que expuso en la sesión del Seminario Interdisciplinario de Bibliología (SIB-IIBUNAM) el 11 de agosto de 2016.
xVi,
21
También tenemos referencia de “el Juego Filarmónico, con el que cualquiera puede componer con facilidad un gran número de Contradanzas a violines y bajo, del Marqués de San
Cristóbal, impresa en México en los talleres de La Gaceta en 1794” (Werner, 2001: 529).
22
BNM: Clasificación RSM 1725 M4FRA, 1725 M4FRA. Descripción: [22], 78 p. : il. ; 21
cm. Signaturas: A, ¶-¶¶¶¶, A-I, K-T, V. Número de sistema: 000336627.
23
Convento de Santa María la Redonda de México, firmado el 12 de noviembre de 1724.
79
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
el beneficio, que hace [el libro] a la familia seráfica, en buscar, con
su práctico saber, un modo suave para ejercitar puntualmente una
regla tan estrecha como la de los menores; y un estrecho modo
para desterrar de sus coros la disonancia: Laudemus viros gloriosos
in peritia sua requirentes modos musicos (1725: A3r- A3v).
Imagen 2. Portada de la Regla (ejemplar disponible en la Biblioteca Nacional
Digital de México [en adelante, BNDM]).
Como hemos expuesto en un trabajo reciente sobre la familia
de impresores Hogal (Garone Gravier, 2017), José Bernardo, el
iniciador de la zaga, fue natural de Medina de Río Seco, Palencia,
(aGnM, Ramo Civil, vol. 148, exp. 1, fols. 483 y 489 [1741]); llegó
a México como recaudador del Real Erario en 1720. Fue porque
las imprentas americanas “estaban tan defectuosas y diminutas,
80
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
que cuasi eran inservibles” (Medina, 1989: Viii, 406) que pidió
licencia para establecer una propia en la capital del virreinato
en 1721.24 En 1727 solicitó y obtuvo del cabildo de la capital
novohispana el título de Impresor Mayor de la Ciudad y en 1728,
además, el de Impresor del Apostólico y Real Tribunal de la Santa
Cruzada. José Bernardo de Hogal murió en 1741 y ese mismo
año comienza a figurar en los impresos de la casa el nombre
de su viuda. Específicamente, sobre la edición musical que nos
interesa, el bibliógrafo chileno José Toribio Medina comenta que
el impresor:
en octubre de 1725 se trasladó de la Calle de la Monterilla; y […]
logró en ese mismo año dar cima a un trabajo tipográfico muy
notable […]: la impresión de tres mil ejemplares de la Regla de San
Francisco con notas de canto llano, habiendo logrado él solo, a fuerza
de paciencia, componer matrices y fundir los puntos y claves que
necesitaba la obra (Medina, 1989: i, clxi-clxV).
Algunas características bibliográficas y materiales de la Regla
La obra cuenta con dos grabados: un escudo xilográfico de la orden
franciscana en el incipit, y otro calcográfico, anónimo, con la leyenda
“Manus aretina seu scala” (entre las páginas 52-53).
Como se puede apreciar, y a diferencia de los trabajos del siglo
xVi, en este caso, tanto el pentagrama como los neumas solo están
en tinta negra, las líneas están compuestas por plecas largas y el
módulo tipográfico no es de piezas ordenadas verticalmente.
24
Aunque no será hasta 1722 que se tenga un ejemplar suyo (Medina, 1989: núm. 2685).
81
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Imagen 3. Grabado calcográfico de la mano (ejemplar disponible en la BNDM).
Imagen 4. Notación musical empleada por Hogal (ejemplar disponible en la BNDM).
82
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Son de destacar las marcas de propiedad de los nueve ejemplares
de la bnM: nos referimos a marcas de fuego de los conventos de
Santo Domingo, Grande de San Francisco y San Diego; exlibris
manuscritos y estampados también del Convento Grande de San
Francisco y exlibris de tres poseedores individuales. Acompañando
el grabado de la mano, se da “Breve noticia del canto llano”.
EJ.
MARCA DE FUEGO
2y9
Marca de fuego: Convento de Santo Domingo.
3, 5 y 7
Marca de fuego: Convento Grande de San Francisco.
9
Marca de fuego: Convento de San Diego.
EXLIBRIS
3
Exlibris en estampa: “Ex Bibliotheca Magni Mexicani Conbentus S.P.N.S. Francisci”;
exlibris manuscrito: “De el uso d Fr. Manuel Bravo de Acuña fol. 18 y 41”.
4
Exlibris manuscrito: “Del uso del P. P. y Bicario de señor Fr. Joseph Eusebio de
Cardenas”.
5
Exlibris manuscrito: “Fr. Jus. Martín Gonzales de Prada”.
7
Exlibris manuscrito: “Dela libreria del Convto. De S. Fco. De Mex”.
Tabla 1. Marcas de propiedad por ejemplar.
Tanto el colofón25 como la fe de erratas son señal de la dificultad
que implicó la composición de la Regla.26
25
“Con esto se da fin a este pequeño tratado y, puesto que el aprender el canto llano es de
nuestra obligación y se ha reducido todo este manualito, se encarga la aplicación, pues este
y no otro es el fin porque quise tomar un trabajo, que no siendo de mi profesión, me ha
sido de tanta dificultad que solo el precepto de la obediencia me pudo servir de norte para
el acierto. Si hubiere en toda esta obra bueno, eso es de Dios que todos los demás que se
advirtieron yerros, ellos son míos, pido perdón y lo merece quien allí se humilla, todo lo
sujeto a la corrección. O. S. C. S. M. E. C. A. R.” (transcripción del ejemplar consultado en
la bnM).
26
“Pag. 53. §. 1. lin. 2. Gesolreut, Alamire, Befabemi, Cesolfaut, Delasolre, Elami, Fefaut- lee,
Gsolreut, Alamire, Bfabemi, Csolfaut, Dlasolre, Elami, Ffaut y assi en todo lo demás de esa
83
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Missa Gothica seu Mozarabica et Oficium itidem Gothicum
Las prensas poblanas también vieron salir ediciones musicales, de las
cuales la más impactante sin duda es la Missa Gothica, publicada por
el Seminario Palafoxiano en 1770. En el volumen coordinado sobre
Lorenzana y la Universidad de Castilla, Miguel Cortés Arrese explica
que “fue necesario que Lorenzana se vinculase a la silla primada de
Toledo” para restituir el entusiasmo por el antiguo rito mozárabe.
“Imitando el gesto de su antecesor”, Cisneros “reeditó el misal y el
breviario, expurgándolos de sus defectos más llamativos con la ayuda
de los códices antiguos que pudo encontrar” (1999: 49). La Missa
fue publicada en Puebla, la sede del obispo Fabián y Fuero, amigo
y coautor “junto a Lorenzana, de las notas, explicaciones y elogio
mientras que el prólogo es obra personal del segundo” (49).
Como he expuesto en la historia de la imprenta en Puebla
(Garone Gravier, 2015), la oficina del Seminario había sido el taller
jesuita del Colegio de San Ignacio, cuyos bienes pasaron al proyecto
integral educativo promovido por el obispo Fabián y Fuero tras
la expulsión. Es justamente en el mismo año de aparición de la
Missa cuando el taller comenzó a denominarse “Imprenta del Real
y Pontificio Seminario Palafoxiano”, administrado entonces por
Francisco Bravo. El material de la imprenta que vemos en la Missa
era jesuita, y como no había piezas para componer música, se optó
por el grabado calcográfico.27
plana, y la siguiente en donde se encntraren estos signos, y advierte que las letras G. A. B.
C. D. E. F. se dicen tres vezes, otras tantas los signos, de quienes son principio las letras;
las 7 primeras se llaman graves, las segundas agudas, y las terceras sobre agudas, como
los signos”.
27
El material musical podría haberse adquirido en España avanzada la década de 1760.
84
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Algunas características bibliográficas y materiales de la Missa Gothica
La Missa posee varios aspectos materiales sobresalientes como
los grabados calcográficos figurativos, las láminas con música y
la encuadernación, además de estar impresa a dos colores y con
numerosos adornos tipográficos.28
Imagen 5. Escudo de armas de Francisco Ximénez de Cisneros,
grabado por José Nava (1770: ¶1r).
La primera imagen calcográfica del libro, explicada
detalladamente en la introducción del mismo, se refiere al escudo
28
Biblioteca de la Universidad de Sevilla, signatura A 176/134, ejemplar consultado en
línea.
85
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
de armas de Francisco Ximénez de Cisneros.29 Los otros grabados
se refieren, por un lado, a la crucifixión, tema usual en los misales,
y, por otro, hacen alusión a dos sucesos decisivos en el cambio del
rito mozárabe al romano, vinculados con el enfrentamiento del rey
Alfonso VI y el legado papal contra el clero nacional castellano en
1077.
Grabados musicales
Además de las láminas figurativas, el libro cuenta con tres grabados
con notación musical y un texto latino que traduce: “Estas palabras
con notas de música y caracteres góticos fueron extraídos con
fidelidad de un manuscrito del Misal mozárabe, que se conserva
en la Biblioteca de Toledo, caja 30, núm. 2, en la Misa que se
denominaba Mediante die Festo para la fracción del pan”.30 Tras
29
“Estos quatro Exametros que se leen en la Portada de la Biblia Complutense contienen
ingeniosamente el mysterio, que asi en el numero de los días, como en la significación de
las Personas, se halla en aquellos quince días que San Pedro y San Pablo estuvieron juntos
en Jesusalen; Envuelven también con agudo énfasis la estructura del Escudo de Armas de
Eminentisimo Señor DON FRAY FRANCISCO XIMENEZ DE CISNEROS, por cuya
disposición y esmero se formó y salió á a luz la dicha celebrada Biblia; dandonos por ventura
á entender en la memoria de San Pedro y San Pablo lo mucho que ayudaron de Roma á esta
Obra con la remesa de muy preciosos Manuscritos, y probando con alusiones sutiles ser tan
propia del gran Espiritu del SEÑOR CISNEROS aquella edicion que meditó de la Sagrada
Biblia, que hasta el Escudo de sus Armas ô lo que se llama Stemma gentilicio, la estaba
representando” (1770: ¶1r-¶1v; transcripción del ejemplar consultado en línea).
30
Ese texto está en la edición poblana: “Verba haec cum Notis Musicae et Caracteribus Gothicis excerpta fideliter sunt ex Missali Muzarabum manuscripto, quod asservatur in Bibliotheca Toletana Scrinio 30. Num. 2. in Missa, quae denominatur Mediante die Festo ad
confractionem Panis” (1770: 69). Tras dicha aclaración, se señala que en el siglo ix el canto
carecía de clave y tiempo, y los cantores eran dirigidos en armonía por un sistema con
ciertos signos, que sugerían la elevación o descenso de la voz; se indica, además, el uso de
rojo o azul para el dibujo de las líneas, aunque también se concede que no siempre las había
y solo se recurría a la distancia entre ellas; se indica de esta forma el tiempo de la notación
libre que señalamos al inicio de este texto. Tras eso se señala que la misa Mediante Festo
se canta en clave Fefaut porque “asciende más allá de La, Mi, Re. Y por esto se coloca en
86
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
una amplia explicación de los ocho puntos siguientes, se admite:
“Libentèr recognoscimus nostram imbecillitatem ad Notas tàm obscuras,
& á nostro sæculo remotas declarandas: Nonnulla etiam vitio & defectui
Scriptotum tribuenda sunt, & ignorantiæ nostræ parcendum” [“De
buena gana reconocemos nuestra pusilanimidad para notas tan
oscuras y declaradas remotas para nuestro siglo. Algunas cosas
también deben ser atribuidas al vicio y defecto de los copistas, y
debe disculparse de nuestra ignorancia”] (1770: 71).
Imágenes 6 y 7. Notación musical calcográfica (1770: 69 y 72).
la tercera línea, para que se dé el lugar sin el aumento para el ascenso sobre Ce, Sol, Faut”.
A continuación se presentan y describen ocho figuras: 1) equivale a fa suelta semibreve; 2)
equivale a mi suelta semibreve; 3 y 4) equivalen a cinco puntos ligados o unidos; de estos
el primero, segundo y tercero son Fefaut, Gesolreut y Fefaut, respectivamente, el cuarto
son las breves anteriores por su ligadura, el quinto o último es semibreve, por el descenso
y final de la sílaba; 5) sustituye a las tres semibreves, es decir, Elami, Fefaut y Elami; 6) es
semibreve, Elami; 7) equivale a tres puntos ligados, las semibreves Fefaut, Gesolreut, y Fefaut semínimas; 8) equivale a tres puntos ligados, es decir, Cesolfaut, Befabemi semínima,
y Cesolfaut semibreve (1770: 69-71). Agradecemos a la Dra. Hilda Valdés la traducción de
todos los textos latinos.
87
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
La encuadernación de la Misa Gothica31
Localizamos ejemplares de esta obra en la Biblioteca Nacional de
México y, de España, las de la Universidad de Salamanca, de Sevilla
y de Barcelona (crai); la Boston Public Library32 y el Getty Research
Institute;33 de los cuáles llamó nuestra atención la similitud de dos
encuadernaciones: la de la Universidad de Salamanca y la de la
Boston Public Library.34
31
Agradecemos la ayuda al Dr. Antonio Carpallo Bautista, de la Universidad Complutense,
en la descripción de la ornamentación de esta encuadernación.
32
La descripción de este ejemplar se puede leer en Archive.org: “Explanationes... quae in
hoc tomo continentur, elaboratae... fuerunt ab illmo. D.D. Francisco Antonio Lorenzana... cui etiam suam operam adjunxit ... Franciscus Fabian et Fuero.” Mass (incl. rubrics)
with proper of St. James the Greater, followed by Lorenzano’s commentary; and major
selections (Horae minores and Commune Sanctorum) from the Mozarabic breviary Plates
engraved in Puebla by J. Nava, Music limited to sample (p. 69-72, 2d group) in neumic
and plainsong notation, Boston Public Library (Rare Books Department) copy bound in
early sheepskin panelled in a border of gilt, floral tools. The spine is ruled and stamped
in gilt, with no label present. All text block edges are gilt. Present on both covers is an
unidentified heraldic/ecclesiastical stamp”.
33
La descripción de este ejemplar se puede leer en Archive.org: “Binding: goatskin. Boards
gilt tooled with foliate rolls along margins and central ovals (two figures beneath a
crown, one with halo before whom the other kneels, surrounded by radiating flowers individually tooled). Spine gilt tooled with crowned shields and narrow foliate rolls. Edges
gilt. Endpapers of paste paper, decorated in red, yellow, green, blue. Additional decorated sheet mounted on recto of back free endpaper (floral block print in red, yellow, bluegreen), Edited by Francisco Antonio Lorenzana and Francisco Fabian y Fuero. See 4th
preliminary leaf, recto, Mass (including rubrics) with proper of St. James the Greater,
and major selections from the Mozarabic breviary (Horae minores and Commune Sanctorum). Printed in black & red, the second section with Hores minores and Commune
Sanctorum in double columns, Half-page shell-work frame with coat of arms and two
scenes, and three full-page plates engraved in Puebla by José Nava. The plates are pasted
onto blank pages. Engraved music on p. 69 and 72, 2nd sequence, Signatures: [para.]⁴
A-2L² chi1, ²A-Z² A2-Z2² A3-C3² D3(1)”.
34
Al respecto, el Dr. Antonio Carpallo Bautista nos comentó que la encuadernación: “es
de estilo Rococó de encajes, ornamentada por medio de una orla rectangular, estampada
en la parte exterior de las tapas por medio de florones sueltos, y uno más grande en las
esquinas para impedir el solapamiento de los florones más pequeños, todos ellos de motivos florales. En el centro aparece una plancha o florón, creo que es florón, aunque es de
gran tamaño para ser un hierro suelto, rodeado de hierros sueltos (florones) de motivos
88
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Imagen 8. Encuadernación del ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla
(A 176/134).
He identificado que el motivo del florón es la representación de
la “Imposición de la casulla a San Ildefonso”, considerado uno de
los sucesos milagrosos más antiguos y prestigioso de la Iglesia
de España y base y razón del carácter “primado” de la Iglesia de
Toledo, que constituye un tema recurrente de artistas y artesanos,
fundamentalmente toledanos, a lo largo de la historia.
florales. Sobre el motivo central, parece que a la izquierda se muestra un ángel, en el
centro un fraile arrodillado y a la derecha otro personaje que no puedo identificar; en
el centro una especie de arco. Quizás sea el indicativo de alguna orden religiosa, quizás
sea solo una ilustración religiosa”. Agradecemos al Dr. Antonio Carpallo su descripción
(correspondencia sostenida en septiembre de 2017).
89
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
tRes IMPResos MusIcALes deL PRIMeR cuARto deL sIgLo xIx
El esquema de circulación de los impresos musicales europeos se
modificó con la independencia mexicana, sumándose al material
que procedía fundamentalmente de Madrid y diversas ciudades
españolas y al de otras latitudes no hispanas, y, por consiguiente,
ampliando el repertorio de material musical disponible en el
nuevo país. Aunado a lo anterior, la producción local de música
no cesó, por ello encontramos al menos tres obras publicadas en
los primeros 23 años del siglo xix que comentaremos en orden
cronológico y de aparición (Werner, 2001: 529).35
La primera es Poesías patrióticas de Juan Bautista de Arriaza
(1770-1837),36 que apareció en México en 1811 en la casa de
Manuel Antonio Valdés Murguía y Saldaña. Según hemos
consultado en la Descripción bibliográfica de los textos literarios
relativos a los Sitios de Zaragoza, de María del Pilar Salas Yus,37 en
1810 habían aparecido dos ediciones de la obra en Londres, una de
las cuales tiene los grabados calcográficos con música que Valdés
tomó para su edición.
Como he informado en el estudio preliminar del Arte de Ymprenta
de Alejandro Valdés, hijo del impresor de las Poesías, Manuel
Antonio Valdés nació en México el 17 de julio de 1732 (José Toribio
35
Este autor también menciona el Compendio de las reglas esenciales del arte de canto llano,
publicado en 1822, que era para uso del coro de niños de la Catedral de Puebla y que hasta
ahora no ha sido localizado.
36
Colección de Obras Antiguas de la Biblioteca Nacional de México, clasificación RSM 1811
M4ARR, xVii, 21-71, 17 p. de música; 19 cm. Signaturas: 2-3, (4, *)-(9, *), número de sistema 000020602.
37
“Arriaza, 1810: 7 x 12’5 cm - xxiii, 87 p., 36 p., 17 p. Partituras. [Emisión igual a la núm.
46. Cambia: al final hay 17 páginas de partituras del compositor Fernando Sor.] Ejemplar
en la Biblioteca Nacional de Madrid, R-60184. p. 83” (Salas Yus, 2007).
90
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Imágenes 9 y 10. Portada de Poesías Patrióticas, en la edición de Londres y de México.
Medina, 1989: i, cxciV). A los 24 años “ya era oficial del taller del
Colegio de San Ildefonso, pero tras la expulsión de los ignacianos,
en 1767, se incorporó al taller de Felipe de Zúñiga y Ontiveros, del
que fue activo colaborador” (Garone Gravier, 2016: 49). Más tarde
pasó a ser administrador del taller del hijo de Zúñiga, don Mariano.
Ya con imprenta propia, publicó la Gazeta de México entre 1784 y
1809 (Zárate Toscano, 1982: 24-30).
Los nexos de Valdés con la corte española ya han sido
ampliamente documentados en trabajos propios y ajenos, pero a
los fines de este estudio diré que fue justamente 1811 –año de esta
edición musical– cuando recibió el título de “Impresor de Cámara”,38
38
Su nombramiento fue anunciado en el Diario de México del 25 de febrero de 1811: “Gracia:
El Rey nuestro señor D. Fernando VII y en su real nombre el Consejo Supremo de Regencia de España e Indias se ha servido conceder la de impresor honorario de cámara a D.
Manuel Antonio Valdés” (Medina, 1989: i, cxcVi).
91
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
distinción anunciada en el Diario de México, y que figura en la portada
de las poesías. Valdés falleció en 1814, heredando el taller a su hijo
Alejandro (Medina, 1989: i, cxcVi).
En la edición londinense y la mexicana primero figuran los
cantos, himnos y demás textos, y luego viene la impresión musical
al final de la obra. Las páginas no contienen idéntica cantidad de
texto porque los formatos de cada edición son distintos, aunque no
hemos tenido acceso al original de la edición londinense, nos parece
que la plana es más angosta y alta comparada con la página de la
mexicana. En cambio, por lo que respecta a la sección de musical,
cada plana contiene la misma cantidad de información; sin embargo,
aunque en la ficha catalográfica de la Biblioteca Nacional de México
se menciona que hay música, no se precisa la técnica de impresión
de la misma, es decir, se omite que la música está en grabados
calcográficos.
Si se observa en detalle la edición londinense, está compuesta
en tipografía móvil, mientras que en la mexicana se ha realizado
una calcografía para cada página. Las placas no están firmadas
y en la medida que es un dibujo imitativo es muy difícil emplear
los criterios artísticos habituales para atribuir una autoría.39 El
ejemplar está encuadernado en papel sobre cartón y tiene el sello
en tinta: “Universidad Nacional y Pontificia de México.”
39
Diremos, sin embargo, que Valdés había tenido trato con algunos grabadores como José
Mariano Navarro y Francisco Agüera Bustamante cuando fue editor de la Gazeta de Literatura de México de José Antonio Alzate; quizá en este contexto se trate de otros grabados.
92
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Imágenes 11 y 12. Comparación de la impresión de música de la edición
londinense y mexicana.
La segunda edición del siglo xix fue el Tratado de Música, y
lecciones de clave de Mariano López de Elizalde, compuesta y dedicada
a la señorita doña María de la Concepción Batres y Munilla.40 Este
texto apareció en Guadalajara en la oficina de doña Petra Manjarrés
en 1821.41 En el prólogo, el autor menciona no solo el propósito y
estructura del libro, sino que señala que dedica la obra a la hija de
su amigo, su discípula y mecenas de la edición.
Petra, la impresora que figura en el pie del libro (Guzmán Pérez,
2010: 150), había nacido en la villa de San Ignacio de Piaxtla, en
Sinaloa (Castañeda, 1999: 70, 72, 76). Hacia el año de 1795 estaba
40
Biblioteca Nacional de México, colección Obras Antiguas, Raras, RSM 1821 G6LOP.
41
Carmen Castañeda ofrece el inventario de textos religiosos de esta imprenta y librería
(2002: 335-338).
93
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Imagen 13. Portada del Tratado de Música (ejemplar disponible en la BNDM).
ya casada con el minero José Fruto Romero y residía en Minas de
San Dimas, Nueva Vizcaya. Hacia 1807 o 1808 su esposo adquirió
la imprenta de don Mariano Valdés –uno de los hijos del impresor
de las poesías que acabamos de comentar– y se fueron juntos a
vivir a Guadalajara. Cuando inició la insurrección de 1810, Romero
abandonó la ciudad y se refugió en Sonora, donde Petra lo acompañó
para no regresar a Guadalajara sino hasta 1813.
En febrero de 1820, luego de la muerte de su esposo, ella y sus
hijos quedaron como herederos de la imprenta, teniéndola a su
cargo hasta el mes de marzo de 1821, cuando la puso en venta. Por
los datos anteriores sabemos que el tratado de López de Elizalde
se publicó en ese duro trance familiar de la impresora. Aunque
Petra permaneció en Guadalajara hasta 1827, antes de embarcar a
94
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
España al año siguiente, la oficina estaba en venta y finalmente fue
adquirida parcialmente por Mariano Rodríguez (Medina, 1905: 23).
Lo que apreciamos en esta impresión musical es que se usó un
tipo móvil modular para la construcción del pentagrama, de esta
manera los sistemas de cada página son idénticos y regulares; se
aprecia, sin embargo, la tradición del espacio blanco de acople entre
un módulo y el siguiente.
Imagen 14. Impresión musical del Tratado de Música.
La obra cuenta con una sola imagen, a manera de esquema, de
un teclado, elaborada a partir de plecas de metal con tipografía para
la composición del texto. Lo que es un hecho es que para la música
se emplearon dos tintas ferrogálicas diferentes que se aprecian en
alguna de las páginas, usadas quizá de forma deliberada para marcar
dos aspectos distintos de la notación.
95
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Imagen 15. Esquema de un teclado elaborado a partir de plecas.
No sabemos quién es el Ocampo a quien corresponde la marca
de propiedad. Según Ana Utsch42 la encuadernación es de librero;
es decir, la usual en la que circula para la producción creciente del
período, elaborada en piel de badana, típica desde finales del xViii; la
decoración es muy sencilla y no representa ningún estilo decorativo
específico, aunque se aprecia el uso de orla con ruedas, hierros de
tipo neoclásico en portada y lomo liso con el simulado de los nervios.
El último de los libros que comentaré es Elementos de Música
ordenados, por don Mariano Elízaga, publicado en México por la
Imprenta del Supremo Gobierno, en Palacio, en 1823. Se observa
42
La Dra. Ana Utsch es experta en encuadernación; agradecemos su apoyo en la descripción
a la obra.
96
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
el nombre de Sotero Prieto en portada, el matemático oriundo de
Guadalajara, fundador de la Sección de Matemáticas de la Sociedad
Científica “Antonio Alzate” en 1932, e invitado recurrente del
Instituto Científico y Literario de Toluca para exámenes a maestros
de matemáticas. La obra fue subastaba por la Casa Morton, pero no
sabemos fecha ni datos de la puja, por tanto, no tenemos registro
de cómo y cuándo llegó al acervo de la Biblioteca Cervantina del
itEsM;43 pero quizá pueda ser argumento para explicar la posesión de
Prieto, la conexión tapatía del autor del texto y el poseedor o quizá
una afición al piano del poseedor, de la cual no tenemos noticia cierta.
El autor del libro, por su parte, fue un destacado músico y organista que inició su carrera a muy temprana edad, como lo demuestra
haber obtenido el puesto de organista de la Catedral de Morelia a
los trece años. Los varios estudios que sobre él existen (Tovey, 1997;
Chapa Bezanilla, 2012; Aguilar Ruiz, 2011) señalan no solo su papel
en la formación de la Capilla Imperial de Iturbide (1822), sino el impulso que dio a formación de instituciones como la orquesta sinfónica, la Sociedad Filarmónica Mexicana (1824) y ser instaurador de los
cimientos del Conservatorio (1825). Si bien Lucas Alamán44 comentó
su intento por adiestrar a punzonistas hábiles en la producción de
impresiones de música en 1810, no fue sino hasta 1826 cuando Elíza43
Nuestro conocimiento del ejemplar se debe a Édgar A. Calderón Alcántar y Anastasia
Krutitskaya.
44
Lucas Alamán señala: “En los primeros años de mi juventud, intenté unido a los hijos de
Riaño y de D. Bernabé Bustamante, formar un establecimiento de grabado de música, que
era entónces [sic] muy escasa y cara y adiestramos á [sic] este joven en grabar los punzones, que fue la escuela en que se formó para grabar los troqueles de la casa de moneda.
Todavía conservo entre mis papeles música grabada con los punzones que hizo. No he
podido recordar su nombre ni saber qué suerte corrió” (1972: 288, nota a pie de página
núm. 55).
97
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
ga, de la mano de Manuel Rionda, propuso establecer una imprenta
especializada con una tienda en la calle de Escalerillas núm. 12.
Pero ¿quién estaba al frente de la Imprenta del Superior Gobierno, en Palacio, en 1823, año de la edición que nos interesa? Según
lo que hemos podido colegir por consultas bibliográficas (Guzmán
Pérez, 2010: 103-104) y realizadas a Corinna Zeltsman,45 la imprenta
se fundó justamente en el año de aparición del libro de música
y estuvo bajo la dirección del tipógrafo y militar Joaquín de
Miramón.46 A mediados de abril de 1823 fue cuando Miramón fue
nombrado director del taller47 y editor de la Gazeta del Gobierno
por el Supremo Poder Ejecutivo, cargo que desempeñó hasta
mediados de mayo de 1825, momento en que entregó la oficina al
licenciado Sánchez de la Barquera para viajar a Atlixco y arreglar
negocios con su hermano Bernardo, que era comandante militar de
aquella villa (Guzmán 2010: 103-104).
45
La Dra. Corinna Zeltsman ha trabajado en torno a la imprenta de Gobierno de este periodo. Ella sugirió revisar la compilación de Anita Ker con una lista de publicaciones del gobierno mexicano, que permite rastrear parcialmente datos aproximados de la trayectoria
de la imprenta oficial (1940 [correspondencia personal con la Dra. Corinna Zeltsman]).
46
En el diccionario de Impresores y editores de la Independencia de México se pueden leer las entradas de Miramón Arriquivar, Tte. Bernardo (Guzmán Pérez, 2010: 158-159) y Miramón
Arriquivar, Cap. Joaquín (160-161).
47
En una exposición que hizo al gobierno sobre la imprenta en 1823, decía: “Que para administrar y dirigir la Imprenta del Gobierno, se necesita un sujeto que tenga conocimientos
de ella por haber separado de este encargo al Lic. Barquera. Que en el interesado concurren
dichos conocimientos, pues tuvo en esta capital una suya propia con la que sirvió a la Nación cuando la Independencia, de cuyas resultas se descompletó y tuvo que venderla. Que
el suplicante disfruta mensualmente el sueldo militar de 92 pesos [...] siendo un capitán
suelto y solo agregado a la plaza en clase de ayudante, cuyas funciones puede desempeñar
otro oficial; y cualquiera que entre a administrar dicha imprenta necesita se le señale todo,
y en dicho interesado ahorra notoriamente la Hacienda Pública, por lo que pide [...] se
digne nombrarlo para la expresada administración” (asdn, Cancelados, exp. xi/iii/5-4179,
folio 32 [17 de abril de 1823]). “Solicitud de Joaquín Miramón al Ministerio de Guerra”,
México, 17 de abril de 1823, fol. 32 (Guzmán, 2010: 103-104).
98
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
En esta obra –al igual que en la tapatía– la notación está hecha
en tintas ferrogálicas, pero los pentagramas están elaborados de
al menos dos formas distintas, o quizá tres: aparecen las líneas
hechas con puntos, guiones largos y tramos de pleca y una
pauta hecha posiblemente con un grabado en madera aplicado a
manera de sello que excede el ancho habitual de la caja de texto;
en otro lugar la pauta se inserta o se introduce en la costura de
la encuadernación, posible señal de que esa pauta haya sido más
larga aún e impresa en pliegos antes de ser encuadernados.
En algunos trabajos se ha comentado que los Elementos de
Música eran una obra enteramente mexicana, no solo por el
autor, sino también por el papel y el taller donde se produjo
(Chapa Bezanilla, 2012: 173). Hemos buscado las filigranas
en los repertorios mexicanos de Lenz y Bonfil, con resultados
parciales, que nos impulsaron a indagar en Memory of paper,
donde localizamos una marca iconográficamente emparentada que
perteneció a la papelera Tadeo Abad y Compañía, con aplicaciones
en Asturias. Si concordamos que el papel empleado en la obra fue
mexicano, debe haber imitado el motivo español de la filigrana, ya
que es bastante improbable una exportación de ese insumo desde
México a España en ese periodo.48 Por lo que toca a la encuadernación
de esta obra, es típica del periodo: piel raciné, con florones parecidos
a los que apreciamos en algunos impresos poblanos del siglo xViii
48
Hemos revisado otro impreso del mismo taller en el mismo año y, aunque no es prueba
concluyente; la filigrana que en él se presenta no corresponde al Acta Constitucional presentada al Soberano Congreso Constituyente por su Comisión el día 20 de noviembre de
1823. México: Imprenta del Supremo Gobierno en Palacio, [1823?]. Descripción 8, [vi],
p. ; 19 cm., nota filigranas en el papel, número de sistema 000541532. Biblioteca Nacional
de México, colección Obras Antiguas, Raras (BN-FR), clasificación RLAF 330 LAF.
99
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
tardío, aunque es difícil datar los hierros, porque eran usados por
largos periodos.
consIdeRAcIones FInALes
Aunque las ediciones analizadas son pocas para señalar de forma
terminante el comportamiento técnico de la edición musical en
México desde el siglo xVi hasta 1823, sí es posible ofrecer algunas
consideraciones: estos impresos fueron producidos por impresión
tipográfica, grabado calcográfico y escritura manual, con la
consecuente participación de cajistas, grabadores y calígrafos. En
los casos de escritura manual es preciso dilucidar si estamos ante la
presencia de un trabajo global para todo el tiraje o si estamos ante
escritura del propietario, para lo cual es fundamental revisar más de
un ejemplar.
SIGLO
LIBRO
ETAPA TÉCNICA
RESPONSABLE
impresión tipográfica
cajista
Regla…
impresión tipográfica simple +
calcografía
cajista
Missa…
grabado calcográfico
grabador
Poesías patrióticas
grabado calcográfico
cajista + calígrafo
Tratado de música
impresión tipográfica + escritura
manual
cajista + calígrafo
impresión tipográfica + escritura
manual
cajista + calígrafo
impresión mediante estampación +
escritura manual
estampador + calígrafo
xVi
xViii
xix
Elementos de música
Tabla 2. Etapas técnicas detectadas en la edición musical mexicana
antes del uso de la litografía.
100
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
Por los temas y acabados materiales de las ediciones, resulta
evidente que en todos los casos intervino un importante patrocinio
casi exclusivamente externo a la dinámica comercial de las casas
editoras, es decir, que la edición musical antes de 1823 no fue un
negocio rentable para las imprentas locales que permitiera una
continuidad y supervivencia del género en los talleres mexicanos.
Se observa la participación de varias imprentas a lo largo del
tiempo, quizá porque a nivel local la edición musical no fue un género
sujeto a privilegio, sin embargo, por la imprenta de Hogal, Seminario
Palafoxiano, la de Valdés y la del Superior Gobierno, sí parece
haber un indicio de que estas ediciones se produjeron en talleres
más próximos o mejor vinculados con las autoridades en turno. Los
indicios de posesión –desde las marcas hasta las encuadernaciones–
hablan de corporaciones religiosas como los usuarios habituales, y
solo en el siglo xix se suman círculos ilustrados, sin embargo, salvo
quizá la Missa Gothica, no observamos ediciones de lujo.
Fuentes
aGnM (Archivo General de la Nación de México), Ramo Civil, vol.
148.
asdn (Archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional), Cancelados,
exp. xi/iii/5-4179.
bIbLIogRAFíA
aGuilar ruz, Luisa del Rosario, 2011. “La notación musical. Un
reto para la imprenta”. En “La imprenta musical profana
101
MARINA GARONE GRAVIER
LA IMPRESIÓN DE MÚSICA EN MÉXICO (SIGLOS XVIII-XIX)
en la Ciudad de México, 1826-1860”. Universidad Nacional
Autónoma de México: tesis de maestría.
alaMán, Lucas, 1972. Historia de Méjico. México: Jus.
arriaza, Juan Bautista de, 1810. Poesías patrióticas. Londres: T.
Bensley.
______, 1811. Poesías patrióticas. México: Manuel Antonio Valdés.
bEristain Y souza, Mariano, Biblioteca Hispanoamericana Septentrional. Tomo iii. Amecameca: Tipografía del Colegio Católico.
bErnadó, Màrius, 2001. “Impresos litúrgicos: algunas
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A PROPÓSITO DE LAS FECHAS
DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS DE
VILLANCICOS DE LA CATEDRAL
DE MÉXICO
ANASTASIA KRUTITSKAYA
Universidad Nacional Autónoma de México
E
n la Nueva España los pliegos de villancicos para
grandes celebraciones litúrgicas empiezan a imprimirse
en Puebla de los Ángeles a instancias del obispo Juan de
Palafox y Mendoza, en un principio para la recién fundada
celebración de San Laurencio, instituida por el propio obispo. Estos
pliegos se imprimieron de 1648 a 1652 hasta el regreso de Palafox a
España; es decir, después de 1653 ya no se imprimieron pliegos para
esta festividad. Pero desde 1649 se conocen los primeros pliegos
para las fiestas de Navidad (su ejemplar se encuentra en The Lilly
Library de la Indiana University, Bloomington) y de la Limpia
Concepción, y poco a poco el repertorio de las celebraciones se
amplío. Por los documentos conservados en el Archivo del Venerable
Cabildo Catedralicio de Puebla sabemos sobre la obligación de los
maestros de capilla de encargarse de la impresión de los villancicos.1
Un testimonio notorio se dio cuando Juan Gutiérrez de Padilla,
maestro de capilla de la Catedral de Puebla de 1629 a 1664, solicitaba
que se le despachara el gasto de impresión por un total de 48 pesos
1
Una amplia selección de datos se encuentra en el segundo tomo del libro Colección Sánchez
Garza. Estudio documental y catálogo de un acervo musical novohispano (Tello et al., 2017).
107
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
por los pliegos de la Limpia Concepción y Navidad de los años 1649
y 1650, el cual le fue otorgado al día siguiente.2 En esta solicitud
observamos que la impresión de los pliegos era una cuestión de
prestigio, pues sirven “para hacerlos notorios a Vuestra Señoría y a
toda esta república, en demostración de su celebridad y grandeza de
esta Santa Iglesia”, pero también corroboramos la fecha de impresión
de los primeros pliegos poblanos de Navidad y de Concepción: 1649.3
2
“El licenciado Juan Gutiérrez de Padilla, presbítero, maestro de capilla de esta Santa Iglesia, criado de Vuestra Señoría, digo que, como le es notorio, en las festividades de los
Maitines de la Limpia Concepción y Pascua de Navidad ha sido costumbre en esta Santa
Iglesia el hacer impresión de los villancicos que se cantan en sus Maitines, para hacerlos
notorios a Vuestra Señoría y a toda esta república, en demostración de su celebridad y
grandeza de esta Santa Iglesia; y para la dicha impresión se me ha librado siempre, por
merced del Excelentísimo señor don Juan de Palafox y Mendoza, prelado meritísimo de
esta Santa Iglesia, para cada impresión y todo el gasto de papel e imprenta doce pesos,
según consta de sus decretos en la contaduría de esta Santa Iglesia, y porque los contadores me han puesto impedimento en despacharme libranzas del gasto hecho en lo referido
en dichas festividades de dos años pasados de cuarenta y nueva y cincuenta, sin especial
libranza de Vuestra Señoría, mediante la ausencia de Su Excelencia. Por tanto, a Vuestra
Señoría Ilustrísima pido y suplico que, en conformidad de la costumbre y decretos de Su
Excelencia, que están en dicha contaduría, se sirva de mandarme librar los cuarenta y ocho
pesos que he suplido de las cuatro impresiones de dichos doce pliegos, mandando quede
asentado por corriente decreto en dicha contaduría, el despacho de dichas impresiones en
lo de adelante, para excusar a Vuestra Señoría de repetirlos cuando se ofrezcan, en que
re[cibiré] muy gran bien y merced de la grandeza de Vuestra Señoría, etcétera. Juan
Gutiérrez de Padilla [Rúbrica]. [Apostilla:] [E]n el cabildo eclesiástico de la Puebla de
los Ángeles, a 13 de Enero de 1651 años. Que se le libren los cuarenta y ocho pesos que
refiere como se acostumbra, y el contenido meta en la contaduría los villancicos puestos
en punto como tiene obligación. Ante mí, Francisco Pérez Romero [Rúbrica], secretario.
[Apostilla:] en 14 de enero de 1651 se le despachó libranza de cuarenta y ocho pesos”
(Archivo del Venerable Cabildo Catedralicio de Puebla [aVccP], Correspondencia, Libro 22,
E6, E2, No. 25 apud Tello et al., 2017: 401-402).
3
Otra mención relacionada con la impresión de villancicos ocurre el 13 de enero de 1660:
“Que a Juan Gutiérrez de Padilla, maestro de capilla de esta Santa Iglesia, se le den por
esta vez los dieciocho pesos que gastó en papel para la computa de los villancicos de Concepción y Navidad, y sin que sea ejemplar para otra, atento a la carestía del papel, y en lo
adelante, lo que gastare en la impresión sea comunicándolo primero con los señores de
la contaduría. Y se dé cuenta a Su Señoría Ilustrísima, el señor Obispo” (aVccP, Libro de
Cabildo 14, fol. 251 apud Tello et al., 2017: 403).
108
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
Durante el proyecto de documentación y catalogación de pliegos de villancicos conservados en las bibliotecas mexicanas hemos
levantado el registro de 166 ejemplares de la Biblioteca Nacional
de Antropología e Historia, la Biblioteca Nacional de México, la Biblioteca del Centro de Estudios de la Historia de México, la Biblioteca Lafragua, la Biblioteca Palafoxiana, una biblioteca privada de
Puebla, la Biblioteca Luis González de El Colegio de Michoacán y
la Biblioteca Cervantina de Monterrey. Se trata de impresos de Madrid (2, 1672-?), México (42, 1676-1712), Oaxaca (2, 1691), Puebla
(69, 1648-1764), Sevilla (21, 1634-1723), Valencia (3, 1750-1771) y
Valladolid, hoy Morelia (26, 1748-1769). Además, se conservan prominentes colecciones de pliegos de villancicos mexicanos en la John
Carter Brown Library, Providence; la Biblioteca Lilly de la Universidad de Indiana, Bloomington; la Biblioteca Nacional de Chile y la
Biblioteca Nacional de España. Como resultado de la revisión de los
acervos mencionados, contamos con una lista de 60 impresos con 78
ejemplares en existencia de pliegos de villancicos que se cantaron
en la catedral de México.
La actividad de impresión de villancicos de la Catedral de México puede distribuirse claramente entre cuatro maestros de capilla (Francisco López Capillas, 9 pliegos; José de Loaysa y Agurto,
17 pliegos; Antonio de Salazar, 32 pliegos, y Manuel de Sumaya,
con 2 pliegos), donde destaca la difusión de textos de villancicos
por parte de Antonio de Salazar. En el caso de Manuel de Sumaya,
con quien termina la historia de los pliegos de villancicos de la
Catedral de México, solo se conservan dos impresos, ambos en
la Biblioteca Nacional de España. El pliego de 1715, cuyo otro
ejemplar se encuentra en la John Carter Brown Library, se conoce
109
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
sobre todo porque su última composición es la famosa “Letra, que
se dio para la oposición del magisterio de capilla de esta Santa
Iglesia en este presente año”, escrita por Lorenzo Antonio González de la Sancha, el entonces rector de la Congregación de San
Pedro (Tello, 2013: 50-55).
El que parece ser el último pliego de villancicos de la Catedral
de México se cantó
en la festividad del patrocinio del glorioso patriarca señor san José
que dotó y fundó la devoción del señor doctor don José de Torres
y Vergara, catedrático jubilado de prima de leyes en esta Real Universidad, juez de testamentos y capellanías en su arzobispado, consultor del Santo Oficio de la Inquisición y tesorero, dignidad de
dicha iglesia (Villancicos..., 1717).4
4
Beristain y Souza deja una amplia descripción de la vida de don José Torres Vergara, donde
menciona también la fundación del Aniversario de San José en la Catedral Metropolitana
de México: “nació en la ciudad de México el año 1661, y fue doctor en ambos derechos,
decano de la facultad de cánones, catedrático jubilado de prima de leyes y cancelario de la
universidad de su patria, abogado de la audiencia de México, consultor de la Inquisición,
cura del Sagrario de la Metropolitana, canónigo doctoral y maestrescuelas de ella, provisor
de Indios, juez de testamentos, capellanías y obras pías, capellán de las religiosas carmelitas descalzas y abad de la Venerable Congregación de San Pedro. Falleció de 66 años en 27
de octubre de 1727, dejando por su literatura, piedad, integridad y limosnas una memoria
eterna en la capital y en todo el reino de la Nueva España. Como albacea y heredero en
confianza del rico y piadoso sacerdote don Juan Caballero y Ocio, natural de Querétaro,
desempeñó tan religiosamente este encargo que de aquellas y de sus propias rentas, sin
contar las innumerables limosnas y donaciones que hizo, dotó y fincó para diversas obras
pías 388 580 pesos fuertes. Fundó el convento de San José de Gracia de la ciudad de Querétaro para religiosas capuchinas, y siete becas en el seminario de San Javier de la misma
ciudad. Y en México fue el principal promovedor, fundador y bienhechor del colegio de la
Asunción para niños infantes de coro de la Metropolitana, en la que dotó el aniversario del
Padre Eterno y una huérfana, las misas de los sábados a Nuestra Señora, las misas de los
siete ángeles, los maitines del patrocinio de san José y sus misas en los días 19 de cada mes,
una capellanía en la capilla de san Miguel, cuyos retablos hizo de resultas de un incendio,
la novena de santa Ana, las misas de la Aparición y Dedicación de san Miguel y la de santa
110
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
El patrocinio del señor san José, según se declara en el Diario
manual de lo que en esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana de México
se practica y observa en su altar, coro y demás... de 1751, se celebraba
en la Catedral Metropolitana el tercer domingo después de la Pascua de Resurrección, con “maitines cantados que deben ser de noche
por cláusula de la fundación” y, además, con “villancicos y repiques;
y siendo los repiques de noche, se repita a las cinco de la tarde hasta
las cinco y media, y de las cinco y media a seis” (accMM, serie Ordo,
vol. 4, fols. 51v-52r). La particularidad de ese pliego consiste en que
contiene un soneto escrito por el propio Sumaya, dedicado al señor
tesorero, fundador del aniversario. En la historia de la Catedral Metropolitana nunca antes se habían publicado pliegos de villancicos
para la fiesta de san José, aunque se conserva, en la colección Estrada
del accMM, un manuscrito con partitura de 1717 que pertenece a ese
mismo pliego. La festividad del patrocinio de san José debía complementar el aniversario del glorioso patriarca san José “que fundó en la
Santa Iglesia Catedral el ilustrísimo doctor don Miguel de Poblete,
arzobispo de Manila” en 1659 (accMM, Aniversarios, Libro 2, fol. 90r),
pues en la portada se especifica la dotación del mencionado José de
Torres y Vergara que condujo a la impresión del pliego en cuestión.
A pesar de la carencia de documentos, menciones y referencias en las
Actas del Cabildo, la dispersión y las pérdidas en la sección de Fábrica, se puede sugerir que la impresión de los pliegos en la Catedral de
México se realizaba desde cada aniversario en particular. En cambio,
Rosalía. En las iglesias particulares de México, como son la Profesa, San Gregorio, la
Concepción, la Santísima, Santa Teresa la Antigua, Corpus Cristi, el Espíritu Santo, Santa
Teresa la Nueva y capilla de la universidad literaria y del colegio de Tepotzotlán dejó otras
fundaciones con el capital de 28 000 pesos” (1883: 191-192).
111
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
las actas de la Catedral de Puebla contienen múltiples referencias sobre sumas destinadas para la impresión de pliegos, y en más de una
festividad el pago salía directamente desde Fábrica.
Los ejemplares conservados nos dan una temporalidad que inicia
en 1657 y termina en 1717; sin embargo, Alfonso Méndez Plancarte
reproduce en su antología de Poetas novohispanos tres villancicos mutilados, porque ninguno de los tres está completo, que, según la indicación del título, provienen de las Chanzonetas de los maitines de san
Pedro en la Catedral de México publicadas en 1654 en la imprenta de
la Viuda de Bernardo Calderón. No proporciona mayor información
sobre la ubicación del impreso. Para su selección escoge el primer villancico del primer nocturno, el segundo del segundo nocturno y el
tercero del tercer nocturno. Los dos últimos son divertidas jácaras:
la del segundo nocturno es una discusión que se desarrolla entre san
Pedro y una fregoncilla, es decir, “lo mismo que fregona”, “la criada
que sirve en la cocina, y friega los platos y demás vasijas” (Diccionario de Autoridades).
En demandas y respuestas
Pedro y una fregoncilla
andan, ella por cogerle,
y él negando a pie juntillas.
–Yo le vi, yo le vi con el Nazareno,
hétele aquí,
que le vide como le veo
y le miro como le vi.
Hétele aquí (Méndez Plancarte, 1994: 106).
112
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
En el fragmento resalta el uso de refranes y frases proverbiales
como “a pie juntillas”, que metafóricamente vale “firmemente, con
gran porfía y terquedad” (Diccionario de Autoridades), “hétele aquí”,
etcétera. El segundo texto es un desfile de los típicos personajes de
la plaza –suegras, orejanos, cojos, difuntos– con el insistente uso
de vocabulario de la calle:
A tropas vienen las suegras,
los orejanos a miles,
los cojos a muletazos,
los difuntos a caíces [...].
Los orejanos, por Malco,
piedra y cuchillo aperciben,
porque sus orejas Pedro
o no rebane o no birle.
Vaya dieron a las suegras
desde el pelo a los chapines,
estos porque se los ponen
y aquéllos porque los tiñen.
–De aquesta gente (dijeron)
Dios por San Pedro nos libre,
porque las suegras de bronce
quieren yernos de alfeñique.
Solamente aquesta noche
las suegras por alambique
se convidan a la fiesta
y dispensadas se admiten [...] (107).
113
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
A pesar de abreviar todos los textos de manera arbitraria, lo cual
convierte el análisis crítico históricamente documentado en una tarea casi imposible, Méndez Plancarte lamenta la anonimia de estas
composiciones
por su excelencia, tanto en alguna estampa –muy del Bosco y nuestro Posada–, donde suegras y cojos y difuntos, por sus bíblicos
nexos con el Apóstol, le trenzan su girándola quevedesca (que es
lástima no quepa ejemplificar), cuanto en la “linda flor” de su cristalino y suave lirismo y el júbilo saltarín de sus “ritornelos” (x).
Con la referencia a este pliego todo cuadraba de una forma perfecta: el 11 de abril de 1654, como lo recordamos desde los trabajos
de Robert Stevenson, se emiten “edictos para maestro de capilla y
organista”: “Mandose se pongan edictos con término de cuarenta
días para la maestría de capilla desta Santa Iglesia y organista de
ella, por haber vacado estas dos plazas, por muerte del licenciado
Fabián Pérez Ximeno y las servía” (accMM, Actas de Cabildo, Libro
12, fol. 35v). Y en seguida el encargo por parte del cabildo para que
Francisco López se ocupe de la composición de chanzonetas para
las fiestas del Corpus, Ascensión y san Pedro:
Cometiose el hacer las chanzonetas del Corpus, Ascensión y Nuestro Padres San Pedro al maestro Francisco López, para reconocer
las experiencias; y en el ínterin, que se nombra maestro de capilla y
organista para esta Santa Iglesia, se determinó suplan los ministros
del coro en lo que se ofreciere (fol. 35v).
114
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
Más tarde, el 21 de abril de 1654, se retiró el edicto y se nombró
a Francisco López Capillas como maestro de capilla. Sin embargo,
nada se menciona sobre la impresión de los pliegos.
Y efectivamente, en la compilación de Andrés Estrada Jasso El
villancico virreinal mexicano. Barrocos. Siglo xvii aparecen cuatro villancicos dedicados a san Pedro que encabezan la sección “iii. Santoral”. Se trata de una composición fechada en 1650, “A un viejo
llorón / que no calla un poco”, y tres villancicos datados en 1651:
“Pescador que las redes echas: / dime, dime ¿qué pescas”; “Vaya
de unos refranes / vaya de chanza” y la negrilla “Enfadados ya los
negros / de la fiesta de los indios”. A los cuatro villancicos se les
asigna como compositor a Francisco López y Capilla. Como bien
sabemos, el trabajo del padre Estrada Jasso es extraordinario en
cuanto a las fuentes reproducidas, de las cuales no pocas andan desaparecidas, si no perdidas, al menos bien resguardadas, al grado de
que ni el propio padre se acuerda de dónde habían salido. Al mismo
tiempo, es conocido el total descuido que se observa en el libro en
cuanto al tratamiento de los textos: las fechas confundidas, puntuación y normalización confusas, los extraños subrayados de los
estribillos, etcétera. Más embrollada resultó la referencia a estos
pliegos cuando identifiqué, en el supuesto “Villancico ii” de 1651
“Vaya de unos refranes …”, el texto que se publicó en el pliego
suelto de 1686, dedicado a la misma festividad, siendo maestro de
capilla José de Agurto y Loaysa, y donde en la portada se consigna
el nombre del poeta, Juan Alejo Tellesgirón, organista de la Catedral de México, quien compitió por la plaza del maestro de capilla
con Antonio de Salazar. Se trata del segundo villancico del segundo nocturno del juego. No es la primera vez que encuentro en un
115
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
pliego firmado por algún poeta (y no estoy refiriéndome ahora al
caso del pliego navideño de Puebla de 1689) algún texto perdido
que proceda de un impreso anterior, aunque tampoco fue una práctica difundida. Todo esto parecía evidenciar la gran confusión que
reinaba en la antología de Estrada Jasso; sin embargo, además de su
orden alterado, las coplas que reproduce el padre Estrada no acaban donde terminan las coplas de 1686, sino siguen; no solo siguen,
sino que ocupan dos páginas más del libro.
Cabe destacar que todo el conjunto de villancicos que se publicó
entre 1657 y 1673, refiriéndome a los ejemplares hasta ahora localizados, siendo maestro de capilla López Capillas, posee una serie de
características que lo distingue de los villancicos posteriores. Es notable la presencia en este corpus de cancioncillas populares vueltas a
lo divino, estribillos popularizantes, canciones de cuna, adivinanzas,
proverbios y refranes, como lo pudimos advertir en los ejemplos de
1654. Los mismos rasgos los encontramos en los villancicos musicalizados por Juan Gutiérrez de Padilla; de hecho, no son pocas las
ocasiones cuando López Capillas recicla textos que uno o dos años
antes se habían cantado en la Catedral de Puebla, y que a su vez
procedían de pliegos sevillanos. El contraste con la nueva forma
de escribir villancicos se produce entre 1673 y 1676, cuando entra
al escenario sor Juana Inés de la Cruz y todo el círculo de poetas
asociados con ese nombre en la época del maestrazgo de José de
Loaysa y Agurto. También paulatinamente se van transformando
las costumbres de la presentación tipográfica de los pliegos, pues
es ahora cuando empiezan a circular los nombres de los poetas en
los pliegos.
116
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
Entre los cuatro villancicos reproducidos por Andrés Estrada
abundan también refranes y frases proverbiales, basta ver el siguiente ejemplo:
A un viejo llorón
que no calla un poco,
pégale, llévale, muérdele
pápalo, coco,
que niños los viejos son
si tienen amor (Estrada, 2007: 297).
Este estribillo, convertido en una continua perífrasis refranera,
contiene múltiples frases proverbiales registradas por Covarrubias: “Al hombre que fuere loco, tómale, llévale, pápale coco”; “Cómele, coco. (A los niños y aun a los grandes para darles miedo)”;
“Pápele coco. (Así amedrentan a los niños)”; “La vejez tornó por
los días en que nació. (Dice que los viejos vuelven a ser niños)” o
“Volverse a la edad de los niños. (Los viejos que hacen niñerías)”.
Otro fragmento llamativo por su marcado carácter popularizante
pertenece a la negrilla de 1651:
Enfadados ya los negros
de la fiesta de los indios,
al Príncipe de la Iglesia
le cantaron el Puerterrico (304).
Todos estos textos solo pudieron haberse escrito en la época de
Francisco López Capillas o anterior a él; ya en otros trabajos había
117
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
hablado sobre la presencia tan escasa de los rasgos popularizantes
en los villancicos de sor Juana o de sus contemporáneos (Krutitskaya, 2012). El análisis estilístico, por lo tanto, restringe la probable
temporalidad de los textos reproducidos por Andrés Estrada Jasso.
La noticia sobre los pliegos de 1650 y 1651 se da en el Suplemento especial III a la Biblioteca Hispano Americana Septentrional que
escribiera el Dr. Don José Mariano Beristain de Souza (que contiene
500 impresos de González de Cossío): “Chanzonetas / qve se cantaron en la santa / Yglesia Cathedral de Mexico, en los Maytines del
/ Gloriosissimo Princile de la Yglesia el / Señor San Pedro. / Que
Dotó, y fundó el Doctor Don Antonio de Esquibel Castañeda [...]
En Mexico, Por la Viuda de Bernardo Calderon [...] Año de 1650”
(núm. 188) y “Chanzonetas, / qve se cantaron [...] En Mexico. Por
la Viuda de Bernardo Calderón, Año 1651” (núm. 190). Posteriormente Gabriel Saldívar incluye los dos pliegos en su Bibliografía
Mexicana de Musicología y Musicografía con los números 29 y 30,
y una concisa descripción: “4o. Port., a la v. empieza el texto, que
ocupa 6 pp. más, s.n.”; los dos pliegos no figuran en Medina. La
información de los Libros de Cabildo de la Catedral Metropolitana
arroja algunos datos que pueden ayudar a reafirmar la autenticidad
de estos pliegos.
Debido a una gran inundación en la ciudad de México, causada
por fuertes lluvias, en agosto de 1629, que provocó un importante
abandono de la ciudad y cuyas consecuencias duraron casi cuatro
años, el financiamiento de la capilla disminuyó de manera notable
(Stevenson, 1965: 18). Todavía en 1633 seguían los recortes: el 21
de junio se ingresó una petición de Bartolomé de Isla y de Sebastián Ramírez, pero como resultado de sus diligencias se les dio el
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ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
“decrecimiento de salario” (accMM, Actas de Cabildo, Libro 9 [21 y
28 de junio de 1633]). Sin embargo, las cosas empezaron a aliviarse
a partir de los últimos meses de 1633. Hay que comentar que a lo
largo de todo este año constantemente se vieron en el cabildo casos
de salarios de los músicos, para que el 8 de noviembre de 1633 se le
notifique finalmente a Melchor de los Reyes “que por las misas del
aguinaldo y las demás que tiene obligación conforme al auto [...] se
le dio crecimiento de salario para los romances que se han de cantar
con guitarra y órgano a los de permisos; y elija los músicos que
le pareciese ser convenientes para el dicho efecto” (fol. 35v [8 de
noviembre de 1633]). Hacia finales de 1634 se logró en la catedral
hacer el inventario de los papeles de canto de órgano (fol. 82v [7 de
noviembre de 1634]), y el 1 de diciembre del mismo año el maestro
de capilla Antonio Rodríguez de Mata recomienda comprar unos
libros de canto que envió Sebastián López de Velazco, maestro de
capilla del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, por un
precio de 45 pesos, que se mandaron despachar desde la fábrica (fol.
86r). No obstante, en 1635 de nuevo está faltando dinero para salarios y para recibir más músicos.5
En este contexto, en 1636, se dotaron por primera vez los maitines de san Pedro. El asunto se ingresó al cabildo el 1 de agosto de
1636: “Toca a los maitines del señor san Pedro Apóstol que puso el
señor doctor Antonio Ezquibel con el dote de 300 pesos al año con
tal que se dijeren a prima noche con canto de órgano, villancicos y
5
“Acordose por agora no ha lugar de recibir por músico a José de la Peña hasta despedir de
la capilla los que no son necesarios” (accMM, Actas de Cabildo, Libro 9, fol. 132v [16 de
noviembre de 1635]). La recepción de José de la Peña con salario sí se logró llevar a cabo
el 24 de diciembre de 1645 (fol. 134v).
119
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
chanzonetas, sin que los maitines y misa la digan por su intención,
[...] y una misa y responso por su alma después prima” (accMM,
Actas de Cabildo, Libro 9, fol. 167r); y el 30 de julio se asienta la respuesta del cabildo en relación con los maitines de san Pedro:
Habiendo leído la cédula de antediem [...], doctor Luis de Cifuentes,
canónigo doctoral, dijo que, habiendo comunicado con el señor
racionero doctor don Antonio de Ezquibel Castañeda lo tocante
a los maitines y misas del señor san Pedro Apóstol, respondía que
dotaba los dichos maitines en tal manera que daría trescientos
pesos cada año para que le dijesen a prima noche con canto de
órgano, villancicos y chanzonetas, y con la mayor solemnidad que
ser pueda, y la misa a la hora conventual, sin que ninguna de las
dos cosas haya de ser por su intención, salvo que después de prima
se le haya de decir una misa cantada con su responso por su alma,
sin obligación de asistencia de los señores capitulares [...] (accMM,
Actas de Cabildo, Libro 9, fol. 172).
El nombre de Luis de Cifuentes provocó una singular confusión
en el artículo “La música en la Catedral de México: 1600-1750” de
Robert Stevenson, pues siguiere que fue el propio Luis de Cifuentes
quien dotó los maitines de san Pedro.6 Sin embargo, queda claro
que la primera dotación es realizada por Antonio de Ezquibel
6
“Luis de Cifuentes, contratado como tiple por la modesta suma de 100 pesos anuales, el 23
de octubre de 1615, recibió diversos ascensos en las dos décadas siguientes, hasta obtener
la canonjía doctoral, y el 18 de agosto de 1636, era lo suficientemente adinerado como para
dotar a las misas y maytines de la iglesia de San Pedro, ‘con la mayor solemnidad que se pueda’,
de villancicos y canzonetas compuestas cada año para la ocasión” (Stevenson, 1965: 18).
En una nota a pie de página Stevenson coloca la fuente y comenta: “Posiblemente el tiple
(A. C., fol. 410) es sólo un homónimo”.
120
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
Castañeda. El dato, con todo, nos permite afirmar que desde 1637
(llegando así a la primera fiesta de san Pedro después de la dotación
formal y siguiendo el calendario litúrgico) la composición de los
villancicos de san Pedro se pagaba desde la dotación. De acuerdo
con los papeles fundacionales de 1636, el señor doctor don Antonio
de Esquivel Castañeda en ese momento es racionero de la Catedral,
protonotario apostólico, consultor y abogado del Santo Oficio de
la Inquisición de Nueva España; además, se ocupa de las limosnas
del Santuario de la Virgen de Guadalupe. De esta dotación se
distribuían 50 pesos para
el maestro de capilla, organista, músicos y ministriles, quedando
a cargo del dicho maestro de capilla el componer y preparar los
villancicos y canciones que se han de cantar entre los nocturnos,
que, conforme lo que se acostumbra en los maitines de la Navidad,
son nueve, sin los de la procesión y misa a que por la solemnidad
del día regularmente están obligados (accMM, Aniversarios, Libro
2, fol. 76v).
El racionero Antonio de Esquivel obtuvo su prebenda en 1629 y
permaneció en el cabildo hasta el día de su muerte en 1667 (Pérez
Puente, 2005: 85). Originario de la ciudad de México, “era hijo de
un gran mercader del Consulado de la ciudad de México, Antonio
de Esquivel Castañeda, y su hermana, doña Lorenza, estaba
casada con otro individuo conocido, Sebastián Váez de Azevedo,
condenado con Simón Váez Sevilla por judaizante en el gran Auto
de Fe de 1649” (Alberro, 2013: 64). Fue rector de la Universidad
en 1642 en un momento cuando la rectoría quedaba vacante por
121
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
la designación de Pedro de Barrientos como vicecancelario por el
marqués de Villena, y así fue como “el virrey designó como tal a
Antonio de Esquivel Castañeda, quien se incorporó a la Facultad
de Cánones el mismo día en que se le recibió como rector” (Pérez
Puente, 2000: 202). Después de su rectorado, que duró de enero a
agosto de 1642, Esquivel Castañeda solo asistió a un claustro pleno
en 1648, a otro en 1652 y a dos más en 1654, por lo que parece
mínimo su vínculo con la vida universitaria (203). A pesar de todo
lo anterior, nunca llegó a ocupar una canonjía.
No extraña, por tanto, que en los documentos de la dotación
aparezca una cláusula adicional, donde se aclara –dado que, se
sobreentiende, no se le permitió inscribir una fundación perpetua– que
ninguna otra persona pueda volver a dotar la misa conventual de san
Pedro, salvo que quisiera ampliar el sentido de la solemnidad de la
fiesta:
Y demás de lo susodicho, prometen y se obligan por sí y los que
adelante fueren de no admitir ni admitirán a ninguna persona
de cualquier calidad o dignidad que sea a que dote la dicha misa
conventual del dicho día del señor san Pedro por ninguna cantidad
que ofrezca, aunque no pretenda que se cante por su intención,
sino que la deje aplicada a la intención de la Iglesia y a los fines
por ella constituidos, porque de ninguna suerte se ha de admitir
semejante dotación. Pero si quisiere alguno añadir dineros, mayores
demostraciones y solemnidad por devoción del santo, se ha de poder
admitir por ser en orden a su mayor devoción y celebridad de su
fiesta, sin que esto perjudique a la del dicho racionero don Antonio
de Esquivel (accMM, Aniversarios, Libro 2, fol. 78v).
122
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
En 1649 Antonio de Esquivel Castañeda intentó fundar el
aniversario de nuevo. Y, anticipando lo que sigue, casi lo logró,
y digo “casi” porque el legajo de los papeles del aniversario de
san Pedro conserva los documentos de la dotación de 1636, pero
no los de los años 1649-1651, aunque seguido de esta dotación
encontramos el expediente completo de la fundación del aniversario
por parte de un tal Simón Esteban Beltrán de Alzate en 1667. El 12
de enero propone Antonio de Esquivel al cabildo varias mejoras a la
celebración de san Pedro:
Propúsose por el señor doctor don Antonio de Esquivel Castañeda
cómo el lunes diez y siete del corriente tenía prevenido de colocar en
la capilla que tenía dispuesta y aderezada a señor san Pedro y que el
día antecedente haya vísperas solemnes, y el siguiente así mesmo misa
solemne con toda la capilla a que ha de asistir su señoría ilustrísima
del señor arzobispo, y que acabada la misa, se lleve en procesión el
glorioso santo que ha de estar en la capilla mayor alrededor de la
iglesia, y llegado a la capilla colocarlo con toda veneración en ella. Y
habiéndose conferido todos unánimes y conformes, vinieron en que
se hiciese como lo propuso y que le dieron muchas gracias por ello.
Asimismo propuso que había ofrescido de poner a censo seis mil
pesos de principal para la celebración de la fiesta y maitines de señor
san Pedro, y aniversario, y que para la dicha imposición ha labrado
desde sus cimientos unas casas alta y baja de piedra y cal, que valen
más de ocho mil pesos. Y sobre ellas está impuesto un censo de dos
mil de principal. Las cuales dichas casas están nuevas, acabadas de
labrar y que quitará dellas mil pesos de suerte que quedaran siete
mil pesos de principal que hacen tres cientos y cincuenta pesos de
123
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
réditos, y que desde luego las cederá y traspasará a esta dicha Sancta
Iglesia para que como cosa propia las tenga y administre para la
dicha fiesta, obligándose a pagar dicha Sancta Iglesia los cincuenta
pesos de réditos de los mil pesos. Y que queriendo los señores deán
y cabildo mientras viviere administrara las dichas casas y pagara los
trecientos pesos de la fiesta y los cincuenta pesos a quien le tocaren,
y si fuere necesario hacer algunas mejoras o reparos en ellas, las
hará a su costa. Y habiéndose conferido, se acordó que los señores
chantre, don Juan de Poblete, doctor don Juan Díaz de la Barrera,
doctor don Augustín de Barona Padilla y doctor don Cristóbal
Millán de Poblete7 fuesen en compañía de dos alarifes a ver las dichas
casas y, habiéndolas visto los dichos alarifes, diesen su parecer y su
señoría informasen sobre todo (accMM, Actas de Cabildo, Libro 10,
fols. 703r-704r).
No se vuelve a hablar del asunto sino hasta el 19 de noviembre,
cuando Esquivel Castañeda pide al cabildo, por parte de la
Congregación de San Pedro, que vinieran cuatro congregantes
presbíteros “para llevar en hombros en la procesión” a san Pedro;
se le concedió la petición y de paso se agradeció al abad de la
Congregación “el reconocimiento que han tenido a este cabildo
muy debido a lo que le estima” (accMM, Actas de Cabildo, Libro 10,
fol. 747r). Finalmente, en julio de 1651, más de dos años después de
la primera solicitud, se vuelve a discutir en el cabildo la proposición
de Antonio de Esquivel, no sin antes haber insistido, al parecer, en
repetidas ocasiones el interesado:
7
Es decir, las principales dignidades de este momento.
124
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
Tratose de la fiesta del señor san Pedro, para lo cual se había dado
cédula el viernes veinte y nueve de junio y, por no haber habido
cabildo, no se trató de ella. Y habiéndose tratado de dicha cédula,
se confirió y propuso el señor doctor Antonio de Esquivel los
motivos que tuvo desde sus principios para la celebración desta
fiesta; dio cuenta de la escritura que su señoría otorgó y cómo,
deseando la perpetuidad y que en sus días recibiese la Iglesia una
casa que había, la [donaba] para dejarla dedicada a esta festividad,
había suplicado se diese dicha cédula, que los papeles de todo traía,
que su señoría determinase lo que fuese servido, que no tenía más
que dar, y si mucho más tuviese, lo daría y lo dará siempre que lo
tenga, pues todo lo quiere para san Pedro. Y habiendo oído dicha
proposición, se determinó que para mejor proveer los señores
jueces hacedores vean dichos papeles y se traigan para el primer
cabildo, y para ello se dé cedula de ante diem (accMM, Actas de
Cabildo, Libro 11, fols. 52v-53v [4 de julio de 1651]).
Se puede observar el tono de súplica que se escucha detrás de las
palabras registradas por el secretario de un sujeto que, tras dos años
de esfuerzos (y si contamos desde 1636, muchos más), no lograba
llegar a cumplir su propósito: incluso, un posible chantaje por parte
del cabildo –“que no tenía más que dar, y si mucho más tuviese,
lo daría y lo dará siempre que lo tenga”–, pues es posible que, al
revisar las casas en 1649, las dignidades no quedaran satisfechas.
Unos días después leemos la resolución:
En lo tocante al segundo punto de la cédula sobre la fiesta del
señor san Pedro, habiendo visto la escriptura que otorgó el señor
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ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
doctor don Antonio de Esquivel Castañeda y los demás papeles que
presentó cerca de dicha fiesta, y así mesmo el parecer de los señores
jueces hacedores a quien se remitió todo este negocio, y habiéndolo
conferido entre dichos señores, se determinó que el señor doctor don
Antonio de Esquivel quede obligado en la forma que lo está por la
escriptura y corra por su cuenta la fiesta del señor san Pedro todos
los días de su vida. En cuanto a la casa que ofrece, la admita esta
santa Iglesia, adquiriendo en ella propiedad y aceptándola como lo
ofrece el dicho señor don Antonio, administrándola y reparándola
todos los días de su vida, y después de ellos, quedando al arbitrio de
los señores deán y cabildo el celebrar dicha fiesta conforme la renta
que rentar en dichas casas, ajustando los maitines, misa y todo lo
demás conforme alcanzare la renta de dichas casas; con la ayuda de
esta queda la fábrica desta dicha santa Iglesia para ayuda de dicha
festividad; y que un tanto deste decreto se ponga al pie del parecer
de los señores jueces hacedores y se devuelva a la contaduría para
la claridad y ayuntamiento en lo de adelante (accMM, Actas de
Cabildo, Libro 11, fols. 54r-54v [7 de julio de 1651]).
En otras palabras, se le negó la fundación del aniversario perpetuo,
pero la Iglesia se quedó con sus casas a cambio de que le permitieran
pagar la fiesta de san Pedro (con 300 pesos), aunque solo en lo que
duraba su vida. Es más, la Iglesia se quedaba con sus propiedades,
pero para poder seguir pagando la fiesta, debía administrarlas y
repararlas cuando fuera necesario hacerlo; y ya a su muerte, el
cabildo decidiría qué hacer con la fiesta. Y efectivamente, el único
aniversario de san Pedro, que aparece registrado en el legajo, es el
que fue dotado, fundado e instituido en 1667 por el señor doctor
126
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
y maestro don Simón Esteban Beltrán de Alzate, maestrescuela y
catedrático jubilado de Sagrada Escritura en esta Real Universidad,
inmediatamente después de la muerte de Esquivel Castañeda.
Los papeles de la fundación del aniversario de san Pedro con la
copia de los censos que le pertenecían a la Catedral se encuentran
debidamente requisitados en el Libro 2 de Aniversarios del accMM.
Sin embargo, se sobrentiende que, para darle mayor alcance
a la festividad, Antonio de Esquivel Castañeda decidió también
invertir en la impresión de los primeros pliegos de la Catedral
de México. Como sucedió en el caso de la Catedral de Puebla, la
historia de los pliegos de villancicos no inició con la impresión
de pliegos de Navidad, sino de algún santo de relevancia, porque
al principio no se pagaba la dicha impresión desde la fábrica
(como debe proceder con la fiesta de Navidad, pues no se puede
fundar un aniversario para esta ocasión), sino desde el capital del
aniversario: en Puebla, san Laurencio; en México, san Pedro, dos
años después de Puebla.
En julio de 1652 nos enteramos de que Antonio de Esquivel
estaba totalmente ciego, pues resulta que para asistir a los entierros
de cabildo necesitaba asistencia, y se resuelve que más bien sería
mejor que se quedara en el coro en lugar de causar estorbos:
En el punto de la cédula, tocante a la asistencia del señor doctor
don Antonio de Esquivel en los entierros de cabildo, se determinó,
habiendo salido fuera de la dicha sala capitular el dicho señor don
Antonio, por la mayor parte, que en consideración de estar impedido
y totalmente ciego, y la nota que causa el que le vayan guiando por las
calles cuando se va en forma de cabildo a dichos entierros, sin hacer
127
ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
ejemplar para que otro ningún señor se pueda valer dél ni que sea en
contravención de lo ejecutoriado en esta Iglesia, para que ninguno
gane presente, se le hace gracia para que, viniendo a la Iglesia y
estando en el coro al tiempo que saliere la cruz para los entierros, se
quede, y no vaya a ellos y gane la obvención en la forma que la ganó
en el entierro del cabildo pasado (accMM, Actas de Cabildo, Libro 11,
fols. 180v-181r [16 de julio de 1652]).
Esto no impide que quince días después le encarguen las
chanzonetas de san Pedro: “Mandose que las chanzonetas del
día del señor San Pedro corran por cuenta del señor doctor don
Antonio de Esquivel, y las que su señoría diere ponga en música
el maestro de capilla, y no otras ningunas” (accMM, Actas de
Cabildo, Libro 11, fol. 187v [30 de julio de 1652]). Esta referencia
es fundamental para entender que, en este primer periodo de
la impresión de los pliegos, la búsqueda de los textos estaba en
manos del “fundador” de la dotación.
En los pliegos de san Pedro de 1657, 1659 y 1660 se asienta que
Antonio de Esquivel Castañeda, “racionero de la dicha Santa Iglesia,
protonotario apostólico, abogado y consultor del Santo Oficio de
la Inquisición de esta Nueva España” dotó y fundó los maitines
de san Pedro, pero en otros casos se dice que simplemente celebra
dichos maitines. Sin embargo, a partir de 1672, apoyándonos en
los pliegos existentes, figura en la portada de los pliegos el Dr.
y Mtro. don Simón Esteban Beltrán de Alzate y Esquivel, ya
difunto, “maestrescuela que fue de esta Santa Iglesia Catedral y
catedrático jubilado de Sagrada Escritura en esta Real Universidad
de México”, quien sí instituyó, dotó y fundó los dichos maitines.
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ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
Simón Esteban Beltrán de Alzate ingresó al cabildo de la
Catedral en 1651 y falleció en 1671 (Pérez Puente, 2005: 85), pero
lo extraordinario del caso es que entró al cabildo como canónigo
magistral. Según cuenta Pérez Puente,
se graduó de bachiller en Cánones en 1638 y de doctor en Teología
en 1643, fue diputado en 1646 y 1649, examinador, procurador de
Castilla en 1642 y 1647, rector en 1654 y comisionado. Su carrera
como catedrático la empezó en Artes con la cátedra de sustitución,
que adquirió en 1639, ascendió luego a la temporal en 1644 y pasó
de ahí a la de propiedad en 1645; finalmente adquirió la propiedad
de Sagrada Escritura en 1653 (2000: 191).
Nacido también en la ciudad de México, “estaba emparentado con
los condes de Peñalba, era hijo del capitán Francisco Esteban de
Alzate, caballero del orden de Santiago y de doña Luisa de Esquivel;
y asimismo hermano de doña Margarita Beltrán de Alzate, condesa
de Peñalba, e íntimo de la duquesa de Alva, quien fuera su albacea
testamentaria” (Pérez Puente, 2005: 86). En 1654 lo nombran
vicario del Convento de Religiosas de Nuestra Señora de la Limpia
Concepción (accMM, Actas de Cabildo, Libro 12, fol. 61v). Cuando
en 1664 quedó vacante la tesorería de la catedral, a pesar de contar
con contendientes de mayor antigüedad en el cabildo –Francisco
de Siles y Juan Díez de la Barrera–, recibió, al año siguiente, el
nombramiento de tesorero. A unos meses murió el maestrescuela, y
de nuevo fue promovido Beltrán de Alzate gracias a sus influencias
en la corte (Pérez Puente, 2005: 80). Envuelto en múltiples
conflictos, ya en 1657 recibió la siguiente característica por parte
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ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
del virrey Alburquerque: “El canónigo don Simón Esteban [...] es
mozo de 37 años y nunca ha vivido con ejemplo, sino con suma
publicidad, es gastador y dadivoso, y tiene comprado el arzobispado
con lo que públicamente le ha dado” (aGi, México 38, núm. 24,
Carta de Alburquerque al rey de [18 de mayo de 1657] apud Pérez
Puente, 2005: 90).
Murió Antonio de Esquivel Castañeda el 21 de junio de 1667 y a
los tres meses Beltrán de Alzate insinúa el deseo que tiene de hacer:
una memoria perpetua por su alma y las demás de su obligación
y que tenía determinado imponer y fundar y dotar los maitines y
fiesta del apóstol san Pedro y los maitines y fiesta de la Asunción
de Nuestra Señora, titular de esta Santa Iglesia, añadidos en dichos
maitines la asistencia de todo este cabildo en dichas dos festividades
con la música y capilla y ministros que se contenían por la memoria
que había presentado con la solemnidad debida, distribuyendo la
renta de doscientos pesos en cada un año con que había de dotar
cada una de dichas fiestas (accMM, Aniversarios, Libro 2, fols.
92v-93r).
A la capilla de música se destinaban 30 pesos por cada fiesta,
y aparte al maestro de capilla por los villancicos que tenía que
componer en cada una de las festividades, otros 10 pesos. El
“deseo” condujo, ahora sí, a la fundación del aniversario y a la
perpetuación de su nombre en todos los pliegos de villancicos
para san Pedro y para la Asunción de la Virgen. Con todo, no
debemos olvidar al verdadero creador de la tradición de la
transmisión impresa de los villancicos en la Catedral de México:
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ANASTASIA KRUTITSKAYA
A PROPÓSITO DE LAS FECHAS DE IMPRESIÓN DE LOS PLIEGOS
Antonio de Esquivel Castañeda; nos toca ahora restituir su
lugar en la historia del villancico novohispano (y además pagaba
más: 300 pesos por fiesta contra los 200 ofrecidos por Beltrán
de Alzate). Con este repaso resulta evidente que la historia del
villancico novohispano en los espacios catedralicios va de la mano
con la historia económica, política y social, con el entorno de
cada ciudad, con la historia de las capillas de música y con las
tradiciones literarias.
Fuentes
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México), Actas de Cabildo, Libro 9, 10, 11, 12.
Aniversarios, Libro 2.
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Villancicos que se cantaron en la Santa Iglesia Metropolitana la noche
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pliegos de villancicos, 2. Pliegos de villancicos en la Hispanic
Society of America y la New York Public Library. Kassel:
Reichenberger.
134
NUEVAS PERSPECTIVAS SOBRE
MÚSICA EN HISPANOAMÉRICA
(SIGLOS XVIII-XIX)
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL
BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO
DE LICENCIA. DE LAS TEORÍAS EN
EL PORQUÉ DE LA MÚSICA A UN RASGO
DE ÓRGANO SOBRE UN INTENTO
CROMÁTICO DE ELÍAS1
ANTONIO EZQUERRO ESTEBAN
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
A la memoria de José Vicente González Valle,
Maestro y amigo. Músico
LIcencIA y dIsonAncIA
Es bien conocido que, en siglos pasados, el ámbito musical
panhispánico siempre se caracterizó por –e incluso tuvo a gala–
una intencionada auto-sujeción a las normas impuestas por la
armonía y el contrapunto. Más allá de lo que pudiera hacerse en
este sentido en otros contextos foráneos –a cargo de compositores
italianos, germanos o franceses–, los españoles cuidaron mucho
de expresar sus inquietudes, en el entorno de la creación musical,
1
El presente artículo se enmarca en los resultados del proyecto coordinado de I+D+i
(Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia, de España) titulado El patrimonio musical de la España moderna (siglos xvii-xviii): recuperación, digitalización, análisis, recepción y estructuras retóricas de los discursos musicales (HAR2017-86039-C2-1-P). Agradezco las facilidades ofrecidas para su confección
a mosén Benigne Marqués, canónigo archivero de la catedral de La Seu d’Urgell, así
como a Joan Benavent. Del mismo modo, agradezco muy especialmente toda su ayuda y
colaboración a mi buen amigo, Nuno Mendes, que ha participado activamente conmigo
en la edición musical en partitura de la composición para órgano que aquí se ofrece.
136
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
de acuerdo con “teoría y razón”, de suerte que no se consideraba
necesariamente mejor compositor a aquel que fuera capaz de
incorporar más travesuras armónicas, cuanto, muy particularmente,
a aquel que consiguiera hacerlas de manera imaginativa (de suerte
que consiguiera que pasaran inadvertidas a la mayoría –a los noiniciados– y cuando menos, que resultaran sorprendentes para
todos), sin llegar a causar desazón debido a su ruptura de “las
reglas”.2
Pero esas reglas de la armonía y el contrapunto, que se habían
diseñado en un principio como una vía técnico-musical para
transmitir fundamentalmente la carga semántica de los textos a los
que acompañaba la música (de suerte que la “licencia” a una regla
determinada se permitía solamente “si la letra lo pidiere”), se fueron,
2
Según Knud Jeppesen (las cursivas son mías), “Franchinus Gafurius escribía en el año
1476 en su Practica musicæ (Capítulo 14) acerca de una cierta especie de ‘contrapunctus
falsus’ que estaba de moda en Milán en aquel tiempo. Estaba construido sobre una melodía litúrgica que estaba acompañada (a modo de Organum) por disonancias (en su mayor
parte segundas y cuartas). Se utilizaba, como Franchinus nos relata, de acuerdo con los
preceptos de San Ambrosio, en misas de difuntos y vigilias de mártires. Esta puede ser
la evidencia más antigua de la disonancia entendida como una forma para interpretar el
texto (en la expresión de tristeza o dolor). Pero el fenómeno que describe Gafurius es
probablemente bastante aislado, y en cualquier otro porcentaje su afirmación no está (a
mi parecer) [dice Jeppesen] sostenida por otros escritores ni prácticamente en las obras
musicales” (1970: 276-277). Sin embargo, es posible que (y esto no es improbable en un
período en el que la “duritas” de la disonancia era claramente incomprendida, y donde,
por esta razón, las precauciones eran observadas según sus reglas) no se conociera otra explicación mejor, que la acumulación de discordias, cuando precisamente el punto en liza era
interpretar musicalmente un efecto doloroso u oprimido. El hecho importante aquí es que
esta música no tenía nada que ver con el arte —puesto que no fue considerada en serio
por los músicos bien informados del período, y no ejerció influencia sobre el estilo—. El
tratamiento más libre de la disonancia con vistas a servir a fines textuales, el cual apenas
se remonta más allá de los madrigalistas italianos, difiere del caso recién mencionado en
que se caracteriza por el no infringimiento de las leyes generalmente válidas de la época, sino
tan sólo por la extensión ocasional (y a menudo muy delicadamente matizada) de las reglas
existentes”. Sobre Gafurio véase Gafurio, 1496: cap. 14.
137
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
poco a poco, liberando de esos textos, para llegar a expresarse por
sí mismas y meramente mediante sonidos, de suerte que, gracias
a su empleo frecuente, repetitivo, absorbieron un significado que
de hecho no tenían, pero al que con el tiempo llegaron a asociarse
auditiva y mentalmente, por alusión, por analogía o por evocación
memorística:
se distingue dentro del arte de la oratoria la “oratio propria”,
que es el discurso habitual o corriente, de la “oratio figurata” o
discurso embellecido, con el fin de conseguir una mayor expresión.
Esta última usa giros idiomáticos desacostumbrados que son
denominados “figuras”. […] Si en el estilo antiguo se usaban
notas de paso, floreos, retardos o cambiatas para embellecer la
composición musical, en el nuevo estilo se usan figuras y licencias.
Por medio de las figuras retóricas encontraban los compositores
también justificación para escaparse de las reglas de la teoría
musical (González Valle, 1988: 829).
Es así como todavía resulta patente para algunos autores la idea
del compositor hispano muy pagado de ceñirse a las normas de la
armonía, pero no por ello –antes, al contrario– menos capaz, en
fechas relativamente avanzadas. Y así nos lo transmite, por ejemplo,
Francisco Valls (c.1671-1747), célebre maestro de capilla de la
catedral de Barcelona desde 1706,3 en su tratado Mapa Armónico
3
Sobre Francisco Valls, autor de más de 600 obras (que van desde los solos con acompañamiento hasta las 16 voces con instrumentos, entre oratorios, tonos, villancicos y
abundante música litúrgica) y profesor de grandes músicos como Pedro Rabassa (16851767), Jaime Casellas (1690-1762) o Josep Pujol (fl.1737-1766), véase Pavia i Simó, 1986:
231-247; 1990; 1997; Bonastre i Bertrán y Urpí i Cámara, 2002: 703-707.
138
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Práctico de hacia 1742, a pesar de que, como parece, se trataba
entonces de una idea muy extendida entre músicos y creadores y, en
cierto modo, asumida por una inmensa mayoría, autocomplaciente
con el cumplimiento de esta convención; una convención, por otra
parte, bastante acorde con el espíritu católico contrarreformista
hispano, en el que la trascendencia artística albergada en la soberbia
y la vanidad de dejar constancia para las generaciones venideras
en nombres y autorías –consideradas efímeras, cuando no poco
edificantes–, quedaba considerada muy en segundo plano.4
El propio Francisco Valls manifestó sus opiniones al respecto
sin ambages, pues, como es sabido, a partir de 1715 había
protagonizado una celebérrima polémica a propósito de haber
anotado una entrada de novena sin preparación –precedida por
una pausa– en el tiple segundo del “miserere nobis” del Gloria
en su Missa Scala Aretina, a 11 voces e instrumentos (1702),
4
Es así como, de manera en cierto modo análoga, algunos monarcas hispanos –como, por
ejemplo, Felipe II, entre otros– vestían para sus cuadros y representaciones gráficas oficiales de manera particularmente austera –aunque lógicamente siempre dando imagen,
por su contexto y actitud, de la majestuosidad que les correspondía–, apenas ataviados
en color negro y sin adornos aparatosos. Un modo de vestir alejado de hacer gala, alarde
u ostentación del poderío sociopolítico que en realidad representaban –siempre patente,
pero en cierto modo minimizado o dejado en exclusiva para una lectura atenta–, pues
no solamente no tenían necesidad de demostrarlo sino que, antes al contrario, caso de
haberlo hecho, eso mismo habría ido en contra del espíritu religioso –como adalides de
humildad, sencillez, magnanimidad y clemencia– que la propaganda política del momento
deseaba transmitir, en el marco de su idea de “sacra, cesárea majestad”. Y salvando las
distancias, de forma similar, sucedía otro tanto con la creación y manifestación artística
española en sus múltiples vertientes, con su expresión hacia el exterior, bien patente, por
ejemplo, en la poesía “mística” (santa Teresa de Ávila, san Juan de la Cruz), permanentemente sobria, voluntariamente descarnada, severa, frugal, intencionadamente áspera y
sencilla, pero, al mismo tiempo, provista de una carga semántica, implícita, no-aparente –que hay que saber desentrañar y leer, casi siempre en más de una lectura posible–,
potentísima. Recordemos aquí por ejemplo la argumentación de la mística hispana que
representa el Varón de deseos en que se declaran las tres vías de la vida espiritual del obispo
poblano Juan de Palafox y Mendoza (1642).
139
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Figura 1. Dos escritos en el marco de la famosa polémica o “controversia” de Valls
(Francisco Valls, Barcelona, 1716 y Miguel de Ambiela, Toledo, 1717).
incorrección armónica que ocasionó una larga controversia entre
los compositores hispanos, divididos en dos bandos bien definidos
y enfrentados: unos, a favor del empleo de disonancias si no
desagradaban al oído (progresistas, con Valls a la cabeza), y otros,
en contra de su uso indiscriminado y contrario a las leyes de la
armonía (conservadores o tradicionalistas, con Joaquín Martínez
de la Roca y Bolea –organista de la catedral de Palencia– y
Gregorio Portero –maestro de capilla de la catedral de Granada–
al frente).5
5
Como es conocido, la “cuestión Valls” fue una disputa literaria y conceptual que, iniciada
a finales de 1714 por Atanasio Albors Navarro (organista de la catedral de El Burgo de
Osma), involucró, hasta el año 1720, a una cincuentena de los más prestigiosos compositores y organistas del momento en España, incluyendo al napolitano Alessandro Scarlatti
(1660-1725) y al portugués Pedro Vaz Rego (1670-1736). Todos ellos manifestaron por
escrito sus respectivos pareceres (dictámenes, censuras, respuestas, elucidaciones de la ver-
140
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
dad, escudos políticos y disceptaciones impresas) a favor o en contra de una u otra postura
––y a propósito por tanto del empleo de “licencias” armónicas–, en lo que constituyó una
larga serie de libelos polémicos (réplicas y contrarréplicas). Entre los apologistas favorables a Valls (26) se contaron: Gabriel Argany (maestro de capilla de la catedral de Lérida);
Pedro Jerónimo de Borobia (organista de la catedral de Sigüenza); José de Cáseda y Villamayor (maestro de la catedral de Sigüenza); Isidro Escorihuela (maestro de la colegiata de
Alicante); Felipe Hernández Illana (maestro de la colegiata de Calatayud, Zaragoza, y luego
de la colegiata de Daroca, Zaragoza, y músico del convento de La Encarnación, Madrid);
Francisco Hernández Illana (maestro de la catedral de Sigüenza y luego del convento de
La Encarnación, Madrid); Roque Montserrat (maestro jubilado de la catedral de Cartagena, Murcia); Gregorio Santiso Bermúdez (maestro de los seises de la catedral de Sevilla);
Isidro Serrada (maestro de La Seo de Urgel, Lérida); Gaspar Úbeda Castelló (maestro de
la catedral de Sevilla); Francisco Zacarías Juan (maestro de la catedral de Cartagena, Murcia); Francisco Hortador (sochantre de Cartagena, Murcia); fray Miguel López (maestro
del monasterio de Montserrat, Barcelona); Miguel Medina Corpas (maestro de la catedral
de Cádiz); fray Lucas Negueruela (organista del convento de San Diego, de Alcalá de Henares); José de San Juan (maestro de la catedral de Sigüenza y luego del convento de las
Descalzas Reales de Madrid); Francisco Sarrió (maestro de San Martín, Valencia, y luego,
organista del convento de las Descalzas, Madrid); Gabriel Tajueco Zarzoso (maestro de
la colegiata de Berlanga, Soria); José Pedro Aparicio Semolinos (académico de Teología
en Madrid y Toledo); Domingo Teixidor (maestro de la catedral de Lérida); José Ferrer
(músico de la catedral de Toledo); Miguel Valls (maestro de la catedral de Pamplona, Navarra); Pedro Vaz Rego (maestro de la catedral de Évora en Portugal); y Mateo Villavieja
(maestro de El Burgo de Osma, Soria). Y entre sus detractores (17), cabe mencionar al citado Atanasio Albors Navarro (organista de El Burgo de Osma); Simón de Araya (maestro
de la catedral de León); Antonio de la Cruz Brocarte (organista de la catedral de Zamora);
Manuel de Egüés (maestro de la catedral de Burgos); Roque Lázaro Santisteban (maestro
de la colegiata de Alfaro, La Rioja); José Martínez de Arce (maestro de la catedral de Valladolid); Simón Martínez de Ochoa (maestro de la catedral de Astorga, León, y organista
de la catedral de Calahorra, La Rioja); Joaquín Martínez de la Roca y Bolea (organista de
la catedral de Palencia); fray Pablo Nassarre (organista del convento de San Francisco, Zaragoza); Francisco Portería (maestro de La Seo de Zaragoza); Gregorio Portero (maestro
de la catedral de Granada), Alessandro Scarlatti (maestro de la Real Capilla de Nápoles;
ligeramente contrario a Valls); fray Vicente Presiach (organista de Montserrat, Barcelona);
fray Jerónimo Sánchez (lector jubilado del convento de San Francisco, Palencia); Miguel
Soriano (organista de La Seo de Zaragoza); José de Urroz (organista de la catedral de
Ávila); Dionisio de Urrutia (organista de la catedral de Calahorra, La Rioja); Antonio de
Yanguas (maestro de la catedral de Santiago de Compostela), y Francisco Zubieta (maestro
de la catedral de Palencia). Otros varios (6) se mostraron imparciales, indecisos o vacilantes como, por ejemplo, Miguel de Ambiela (maestro de la catedral de Toledo; crítico pero
conciliador); fray José Maestro (lector de Teología del convento de Nuestra Señora del
Carmen, en Toledo); José de Torres Martínez Bravo (organista de la Real Capilla, Madrid);
José Ferrer (maestro de Granada); Tomás Micieces “menor” (maestro de la catedral de
Salamanca), o Jacinto del Río (organista de la catedral de Toledo) (Martín Moreno, 1976;
Bonastre i Bertrán, 1990-1991; López-Calo, 2005).
141
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Valls, como digo, hacia el final de sus días (en 1741 o 1742), y
jubilado desde hacía ya mucho tiempo (desde 1726), se dispuso a
dar muestra de su amplio conocimiento en la materia, redactando
un tratado teórico-musical, acaso atormentado por el sambenito
que habría tenido que acarrear durante largos años como alguien
más o menos frívolo (si no desconocedor de las reglas de la armonía
–cosa que no se ponía en duda procediendo de un maestro de
capilla que debía ser a priori tan competente como correspondía al
rango de la catedral de Barcelona–, sí al menos como un intérprete
más o menos libre de dichas reglas, proclive al influjo foráneo e
“italianizante” de las músicas teatrales y profanas –lo que para un
sacerdote de la época debía ser un no pequeño desdoro–). El caso
es que, muy probablemente, la redacción de un tratado teóricomusical podría haber contribuido poderosamente a rehabilitar
de nuevo su buen nombre y absoluta honorabilidad, tanto
humana como profesional, lo que iba a hacer con cierta firmeza
en sus posiciones –incluso discrepando de otros colegas–, aunque
insistiendo en que no pretendía imponer sus ideas a nadie. Y en
este sentido, conviene no perder de vista que Valls, precisamente
a partir de que se desencadenara la polémica por la disonancia
incluida en su Missa Scala Aretina, es decir, entre 1715 y 1720,
y recién finalizada la Guerra de Sucesión al trono español, que
acabó con el triunfo del pretendiente borbón (Philippe d’Anjou/
Felipe V) frente al candidato habsbúrgico (el archiduque Carlos
III de Austria, al cabo, emperador Carlos VI), iba a ser acusado
de proaustriacista y perseguido por ello. De hecho, Valls había
sido durante cierto tiempo animador musical de las “academias”
locales (compositor asiduo de la “Academia de los desconfiados”) y
142
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
colaborador frecuente de la capilla musical del archiduque Carlos,
que, regida por el napolitano Giuseppe Porsile, se había establecido
en su palacio de Barcelona. En realidad, su posicionamiento político
le costó el destierro, así como convertirse en blanco de diversos
ataques, entre los que, muy probablemente, se contaran también
algunos de sus adversarios en la polémica sobre el empleo de
licencias armónicas: acaso, una excusa que escondiera un trasfondo
político entre los partidarios del monarca borbón y aquellos que,
como él, se habían mostrado durante la contienda más proclives al
archiduque de la casa de Austria.6
Seguramente, el cúmulo de factores antes aducidos impelieran
al compositor catalán, ya en su ancianidad, y desde la posición
de autoridad que le otorgaban sus muchos años de experiencia y
desempeño de su puesto como maestro de capilla, a dar a la luz
pública, de manera contundente y argumentada, con la idea de
acabar con difamaciones anteriores, un tratado teórico-musical
dirigido expresamente, con una actitud ciertamente inteligente, no
a quienes le vilipendiaron profesionalmente en vida –buena parte de
sus propios colegas–, sino “a la enseñanza de muchachos”, es decir, a
beneficio de quienes todavía no tenían los conocimientos, recursos y
experiencia necesarios para ser doctos en la materia. De manera que,
en cierto modo, podría pensarse que Valls hubiera podido dirigirse
solapadamente y en doble lectura a los adversarios que poco antes
le atacaran, como quien, en un guiño, se dirige o trata a un niño,
6
Sobre el papel de Francisco Valls en las academias barcelonesas, véase Dolcet Rodríguez,
2007. Sobre el papel de la capilla musical del archiduque en su corte barcelonesa, véase
Bonastre i Bertrán, 2009. Y sobre los cambios de bando político por parte de los compositores españoles –incluido Valls– conforme avanzaba cronológicamente la Guerra de
Sucesión, véase Rosa Montagut, 2004.
143
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
a un muchacho, desde una posición de cierta condescendencia.
Pero, sea esto como fuere, el caso es que, en su tratado, un Mapa
Armónico Práctico, es decir, un lugar para ubicarse correctamente
(geográficamente) en materia armónica, a partir de lo dictado por
la práctica, Valls parece adoptar una postura conciliadora entre
tradicionalismos y progresías armónicas, aunque siempre dando
cierta, si no prioridad –que tal vez, también–, sí cierta cabida al
menos a la experiencia práctica, es decir, a la jurisprudencia músicopráctica, como veremos.
Partía todo esto (uso de disonancias indiscriminadas, empleo
lícito o no de las licencias armónicas) de unos gustos que,
especialmente desde la segunda mitad del siglo xVii, se asociaban,
cada vez más, como veremos, con tendencias nacionales, que se
habían ido distanciando, desde hacía algunas décadas, de manera
más o menos intuitiva:
Gran parte de la disonancia de comienzos del siglo xVii era
experimental; hacia mediados de siglo, la disonancia comenzó
a ser cuidadosamente controlada […]. El cromatismo siguió
una evolución similar, desde la anarquía hacia el orden, y desde
allí hacia la libertad. Las armonías cromáticas de Gesualdo, a
comienzos del siglo xVii, eran desordenadas o, mejor dicho, su
único orden era el que les había impuesto la fantasía intuitiva de
una mente inventiva en busca de sonidos nuevos y llamativos que
expresasen el contenido emocional del texto. Durante todo el siglo
xVii, el uso del cromatismo se limitaba a piezas improvisatorias,
como las toccatas de Frescobaldi y Froberger, pero los compositores
del Barroco tardío pudieron emplearlo libremente, como hicieron
144
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
con la disonancia, dentro del marco de un sistema armónico
profundamente elaborado y perfeccionado (Grout, 1984: 329).
De hecho, el asunto de las disonancias y su tratamiento era algo más
o menos candente entre los profesionales al menos ya desde comienzos
del siglo xVi, aunque era más bien algo que quedaba en el entorno de
la práctica y de la transmisión oral del saber musical, como parece que
apuntaba el teólogo humanista y teórico musical alemán Ottomarus
Luscinius (Otmar Nachtgall) (1478-1537), cuando señalaba que “si los
teóricos de tiempos anteriores hablaban muy poco refiriéndose a las
disonancias, era porque pensaban que este tema pertenecía más a la
práctica que a la teoría” (Jeppesen, 1939: 24).7
Pero, entretanto, y con el transcurso del tiempo, no por más
sujetos a las normas de la armonía los compositores hispanos
dejaron de introducir algunos rasgos estilísticos propios o asociados
al anteriormente considerado “gusto nacional”, así como, salpicados
aquí y allá –aunque siempre bien medidos e incluso parcos–, no
dejaron de introducir algunos giros individualizados –pequeños,
breves– característicos del cacumen de cada autor, que un oyente
más o menos entrenado podía identificar enseguida o, en su caso, que
únicamente aquellos mejor dotados al efecto –otros compositores,
o algunos aficionados “iniciados”– pudieran ser capaces de llegar a
descubrir, en un ejercicio intelectual que, sobrepasando los límites
del entretenimiento, vinculaba con una tradición inmemorial que
enlazaba musicalmente acertijos, emblemas y enigmas, con la idea
de “lo oculto”, lo trascendente, espiritual, divino.
7
En cuanto a la obra citada ut supra: Luscinius, 1515.
145
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Figura 2. Lorente, 1672; 1699.
Es así cómo algunos teóricos musicales como el organista
toledano Andrés Lorente (1634-1703) –natural de la villa de
Anchuelo–, activo en una Alcalá de Henares poco posterior a la
época de Cervantes en la que apareciera editada la afamada Facultad
orgánica de Francisco Correa de Arauxo (1626), y que destacó por
llegar a ser decano en la Facultad de Artes de aquella universidad
“complutense”, además de comisario del Santo Oficio y organista
de su iglesia “magistral”, se permitió dedicar algunos capítulos en
su más famoso tratado, El porqué de la música, a propósito del buen
empleo de las disonancias por parte de los compositores, insistiendo
en la importancia que estas poseen para hacer la composición más
sonora y armoniosa, en lo que bien constituye un “elogio de la
disonancia” (1672: 274-276).
146
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Figura 3. Lorente, 1672. Grabado bajo la advocación de la Inmaculada Concepción.8
Lo interesante de todo esto es que, precisamente, la disonancia
era uno de los elementos más relevantes de los que disponía el
compositor de la segunda mitad del siglo xVii para ampliar su
espectro “expresivo”, comunicador de afectos en su música. Y de la
8
Esta estampa devocional, como dedicatoria del volumen teórico-musical de Andrés Lorente a la Inmaculada Concepción de María, viene firmada por “P. Perrete f. 1627” como
grabador (Pedro Perete [Madrid, antes de 1610-Madrid, 1639]), así como por “C. D. Beer”
(Cornelis o Cornelio de Beer [Utrecht, 1591-Madrid, 1651]). El grabador Perete o Perrete, que estuvo al servicio de Felipe IV y realizó abundantes estampas religiosas, era hijo del
también grabador flamenco Pierre, Pieter o Pedro Perret (Amberes, 1555-Madrid, 1625),
con quien a veces se le ha confundido, el cual se había establecido en la corte de Madrid
al servicio de Felipe II y Felipe III. Por su parte, el pintor holandés, vendedor y editor de
estampas Beer, se había establecido en Madrid desde 1608 aproximadamente, colaborando
con el flamenco Perret padre, y alojando en su casa durante varios años a su hijo, Perete
–seguramente como aprendiz–, quien años más tarde formaría a su vez como grabadora a
la hija de Beer, María Eugenia. A la muerte de Peret, este le debía dinero a Beer, que había
realizado alguna de sus estampas.
147
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
disonancia se dieron en la época varias definiciones, si bien todas eran
coincidentes en lo fundamental. De hecho, Andrés Lorente reunió
en una sola –como propia– las dos definiciones aportadas por los
teóricos medievales de referencia: el filósofo y poeta tardorromano
Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio (c.480-524) (“dissonantia
est duorum sonorum, dura colissio, atque aspera vocis commixtio”),9
y el compositor y teórico francoflamenco, un milenio posterior,
Johannes Tinctoris (c.1435-c.1511) (“[Dissonantia]. Discordantia est
diuersorum sonorum mixtura naturaliter aures offendens”),10 de suerte
que Lorente señala que “la disonancia es una mezcla de sonidos
diversos, que ofenden al oído: o es un duro y áspero encuentro de
9
“La disonancia es la colisión dura de dos sonidos y la mezcla áspera de la voz”, afirmaba el
patricio romano de comienzos del siglo Vi. Boecio en su libro De institutione musica (Liber
primus, Caput viii). Como es bien conocido, este teórico latino, que viera, no obstante, su
temprana obra impresa al poco de desarrollarse la imprenta, ya a finales del siglo xv (1492),
obtuvo un éxito y difusión sin precedentes en el ámbito hispano. A propósito de la disonancia, decía en concreto: “dissonantia vero est duorum sonorum sibimet permixtorum ad aurem
veniens aspera atque iniocunda percussio”, “disonancia es la percusión áspera y desabrida [el
golpe, el choque] de dos sonidos mezclados entre sí que llegan hasta el oído”. En realidad,
afirmaba esto por oposición a su propia definición de “consonancia”, que incluía en idéntico
capítulo de su tratado: “Consonantia est acuti soni gravisque mixtura suaviter uniformiterque
auribus accidens”, “La consonancia es la mezcla de un sonido agudo con otro grave, que llega
al oído de forma agradable y uniforme”. Hasta entonces parece que los términos consonantia y dissonantia se habían utilizado como traducción de los términos homólogos griegos
symphonia y diaphonia, los cuales venían a agrupar, en origen y respectivamente, a los intervalos que se hacían sonar simultáneamente y a los que se hacían sonar sucesivamente. Pero
precisamente con Boecio comenzaron a asociarse ya a la idea de sonar “bien” (de manera
agradable al oído) o sonar “mal” (de forma hiriente o desagradable al oído), con el enorme
cambio semántico y conceptual que aquello llevó aparejado.
10
“La discordancia [disonancia] es una mezcla de diferentes sonidos que hieren [que ofenden] de manera natural los oídos”, en su libro Terminorum musicae diffinitorium (redactado en 1472, impreso en 1495) (cap. iV). Tinctoris –residente en el Nápoles regido por la
Corona de Aragón y autor de este primer diccionario de términos musicales– opone esta
definición a la de “[Consonantia] Concordantia est sonorum diversorum mixtura dulciter auribus conveniens, et haec aut perfecta aut imperfecta est”, “La concordancia [consonancia] es una
mezcla de diversos sonidos que resulta placentera para los oídos, la cual puede ser perfecta
o imperfecta” (cap. iii).
148
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
dos sonidos, u es sonido áspero y duro de dos voces contrarias”
(1672: 238).
De este modo, en su “Arte de Contrapunto”, Lorente comienza
afirmando que “Las especies disonantes, que llamamos falsas
y malas, son muy necesarias en la música para lo harmonioso, y
variación en las composiciones de ella; ¿y por qué?”:
Después que habemos tratado de las especies perfectas e imperfectas
(todas especies consonantes y buenas), […] será bien que antes
de dar principio a los contrapuntos, tratemos de las especies falsas,
disonantes y malas (pues son tan necesarias en la música para
su perfección, por cuanto con la variedad de especies, perfectas,
imperfectas y falsas, se hace más harmoniosa y perfecta, por hallarse
mas variación en ella; y con las unas y las otras especies se ocasiona
mucha diferencia y se hacen muchos primores músicos), dando reglas
generales para el uso de todas ellas, para que los contrapuntantes
sepan el modo cómo han de ser tratadas en sus contrapuntos,
sirviéndoles esta noticia para las composiciones futuras, por cuanto
el contrapunto es principio de la composición, raíz y fundamento
de ella; y en él se toman noticias y se aprenden reglas generales
para hacer después primores conocidos en la música. Y se note
que este nombre, falsa, se tomó del verbo fallo, que es engañar, por
cuanto estas especies falsas son tan halagüeñas y se introducen en
la consonancia con tanta suavidad en sus principios que si después
no se sabe usar de ellas en la misma consonancia o consonancias que
se sigue, o siguen, será o serán destruidas con su dureza de sonido,
causando desazón a los oyentes.
Mas mezclándolas con las especies buenas, buscando ocasión y
tiempo que les convenga, hacen la música muy dulce, agradable y
149
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
sonora, de lo que careciera, si no tuviera el uso de estas especies,
por cuanto no fuera tan dulce, tan agradable y tan sonora; y así
se le ocasionó el ser a la música en hacer esta mezcla de especies,
disonantes, falsas o malas, con las especies perfectas, imperfectas y
buenas, pues con las unas y las otras la explanaron, dando ocasión
a los infatigables operarios en ella, a que obrasen con variedad y
primor en todas las composiciones músicas (Lorente, 1672: 274-275).
Figura 4. Lorente, 1672: 243.11
Alude, por tanto, el organista y teórico castellano a la “necesidad”
de las disonancias para pasar, acto seguido, a tratar de su naturaleza
e “identificación”, cuando prosigue, en su “Nota xVi. Que enseña
cómo el que no es músico conoce mejor la disonancia que la
consonancia, y el músico conoce más presto la consonancia que la
disonancia”:
11
Esta es una idea de la consonancia y la disonancia ya plenamente barroca, a diferencia, por
ejemplo, de la concepción medieval más temprana, según la cual las consonancias se basaban en números perfectos (unísono, cuarta, quinta, octava), conteniendo una mínima cantidad de tensiones no resueltas y viniendo a significar paz, reposo, eternidad, perfección
de vida. Sin embargo, ya desde comienzos del siglo xVii, y en virtud de la generalización
del acompañamiento continuo, que clarificaba las armonías subyacentes, los compositores
pudieron ir utilizando la disonancia cada vez con una mayor libertad, en un proceso que se
iba a prolongar a lo largo de toda la centuria y aun extendiéndose a la primera mitad del
siglo xViii.
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Adviértase que mejor conoce el que no es músico la disonancia que
la consonancia a diferencia del músico, que más presto es en conocer
la consonancia que la disonancia. Plutarco dijo en la vida de M. T.
C.:12 parece que consideré aquellas voces que son disonantes; es,
a saber, aquellos intervalos que no hacen consonancia, dándonos
a entender, que el compositor ha de saber escoger de las especies,
aquellas que le traen comodidad y provecho, y huir de las que poco
hacen a su propósito, por cuanto los intervalos, que son disonantes,
engendran mal sonido al oído y hacen la composición áspera
y sin ningún género de suavidad; esto es, cuando el compositor
pone las especies falsas y disonantes en una obra absolutamente,
sin encomendarlas a las consonancias; mas cuando se sirve de
ellas con los debidos medios, hacen maravillosos efectos; y son
muy necesarias para hacer la composición de todo punto perfecta,
acabada y buena; porque sin género de duda hacen la música más
deleitosa por la variedad de los intervalos y diversidad de las voces,
las cuales deleitan el oído (Lorente, 1672: 275).
Por consiguiente, las disonancias son necesarias y reconocibles,
pero, además, señala que son “útiles”, pues en su capítulo xxxVi
Lorente trata explícitamente “De la utilidad que saca el compositor
en usar de las especies disonantes y falsas en la música”:
Saca el compositor dos provechos (demás de otros muchos) en usar
destas especies falsas y disonantes en la música. El primero es que,
12
Al margen: “Plutarco in vita M. T. C.”. Se hace referencia aquí a la Vida de Cicerón –en relación con el político y jurista, escritor y filósofo, retórico y orador romano Marco Tulio Cicerón (106 a. C.-43 a. C.)–, incluida en las Vidas paralelas del historiador, biógrafo y filósofo
moralista griego, aunque obtuvo la ciudadanía romana, Plutarco de Queronea (c.45-127).
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con el socorro dellas, se pasa con más comodidad de una consonancia
a otra. El segundo es que la disonancia hace parecer la consonancia,
que se le sigue, más deleitosa, y que sea comprehendida más
plausiblemente del oído; así como, después de las obscuras tinieblas,
es más agradable y deleitosa a la vista la clara luz y el dulce después
de lo amargo. Esto lo aprueba el Filosofo en el 313 de la Retórica,
diciendo: Opposita, iuxta se posita, magis elucescunt. Y en el primero de
los Elencos dice: Contraria iuxta se posita, maiora, & minora, meliora, &
peiora apparent.14
Y15 así es conclusión filosófica, que tanto más es una cosa
buena, cuanto más mala es su contraria; y por esta causa los
compositores, para que las consonancias salgan mas suaves, más
hermosas y dulces, han de poner junto a ellas las disonancias,
las cuales, con su natural aspereza y fealdad, vienen a descubrir
el harmonioso y dulce sonido de las consonancias; y juntamente
vienen a hermosear más la composición por la variedad de los
13
Al margen: “Aristot. En el 3. de la Retórica. Y en el 1 de los Elencos”.
14
Alude aquí Lorente a Aristóteles, “el filósofo”, refiriéndose a su elogio del contraste y de
enfrentar contrarios para realzar más su individualidad e incluso el conjunto: consonancia
y disonancia, dulce y amargo, claridad y oscuridad. Aristóteles: Opposita, iuxta se posita,
magis elucescunt, “Los contrarios, puestos uno al lado del otro, brillan más”; Contraria iuxta
se posita, maiora et minora, meliora et peiora apparent (De sophisticis elenchis), “Los contrarios,
puestos uno al lado del otro, aparecen mayores y menores, mejores y peores” (citado en las
Refutaciones sofísticas que tratan de las falacias). Esta misma idea la había recogido, mucho
antes que Lorente, el gran Zarlino, cuando señalaba que “non solamente tal Dissonanza non
li dispiace; ma grandemente in lei si compiace: perche con maggior dolcezza & maggior soauità fa
vdire tal Consonanza. Et questo forse auiene, perche Ogni contrario maggiormente si scopre, & si
fà al sentimento più noto, per la comparatione del suo Opposto”. “Esta disonancia no solamente
no le desagrada, sino que se complace grandemente en ella, porque con mayor dulzura
y mayor suavidad hace oír tal consonancia. Y esto tal vez ocurra porque todo contrario
se descubre mayormente y se hace más notorio al sentimiento por la comparación de su
opuesto” (Zarlino da Ghioggia, 1558: 197).
15
Al margen: “Cap. 12”.
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intervalos (y diversidad de las consonancias) diversamente
ordenados. Y por esta razón los pintores, para que unas cosas
parezcan más claras y resplandecientes, ponen junto y cerca
de ellas otras sombrías y obscuras. Así los compositores (como
hemos dicho), para que las consonancias salgan mas harmoniosas
y sonoras, han de poner junto a ellas las disonancias, las cuales,
aunque al oído no son aceptas puestas solas, con todo eso, como
dice Aristot.16 Polyt. Lib. 7., Ars suplet defectum natura, y, siendo
ordenadas en la manera que deben ser, no solo no le ofenden, mas
antes le causan placer y le regalan.
Y por las razones alegadas, han juzgado los maestros en la
música que en sus composiciones tuviesen lugar no tan solamente
las consonancias que llaman perfectas y las que nombran
imperfectas, sino también las disonancias que llaman falsas y
malas; y así decimos que la música práctica consta de consonancias
y de disonancias: de consonancias como de principios intrínsecos y
esenciales, y de disonancias como de accidentes que dan perfección a
la música; y porque, como dijo el filósofo, dos contrarios pertenecen
a una misma cosa, por esto las consonancias y disonancias, que son
contrarias, pertenecen a la misma ciencia de la música, por cuanto
las disonancias se ponen en concierto para que las consonancias
salgan más hermosas, más harmoniosas y sonoras (Lorente, 1672:
275-276).
En cualquier caso, parece claro que el compositor había de evitar
la abundancia de disonancias, puesto que estas atraían a nuevas
disonancias:
16
Al margen: “Aristot. Polyt. Lib. 7”.
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naturalmente de las consonancias salen consonancias, y de las
disonancias, disonancias; y así de una consonancia perfecta sale otra
consonancia perfecta, semejante; y de una consonancia imperfecta
sale otra consonancia imperfecta, también semejante. La razón de
esto es17 Quia omnis generans, semper generat generatum similem sibi18
(Lorente, 1672: 244).19
Y, en cualquier caso, al mismo tiempo Lorente identificaba
claramente la disonancia con un momento negativo, que se había
de utilizar con inteligencia y mesura, para realzar a continuación
y hacer más agradable la posterior consonancia, como explica al
tratar del intervalo de quinta aumentada:
La quinta superflua o excesiva, podemos llamarla especie mixtifori,
porque ni es (absolutamente hablando) consonancia, ni tampoco
disonancia: si fuera disonancia, se ligará como todas las demás
especies falsas; no se liga, luego no lo es. Consonancia tampoco
lo es, como se reconoce en suposición en ella, que si se quiere que
haga mansión en la consonancia, la altera y desazona, por el natural
desabrimiento que tiene, que aunque no es tan dura la disonancia que
causa como la de las otras especies falsas, con todo esto tiene algo, y
se asimila algo a ellas, y el oído padece inquietud, reconociendo (en
algún modo) ser especie, que contraviene a lo regalado, sonoro y
dulce que pide, y requiere la buena consonancia; y aunque está esta
17
Al margen: “Aristot.”.
18
“Porque todo generante, engendra siempre un generado parecido a sí mismo”.
19
Libro Tercero (Arte de Contrapunto), Capítulo xV, “División de las especies que hay en el
Arte de Contrapunto”, “Nota Primera. Que declara cómo de consonancia sale consonancia;
y de disonancia, disonancia”.
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quinta excesiva, o superflua, en el número de las especies falsas, no
se liga, solo sirve en la música para ciertas ocasiones, y será cuando
la letra lo pidiere; y así pondré un ejemplo de ella, no para que
comúnmente sea usada, sí para que se sepa usar en la consonancia.
Y esto mismo se ha de observar y hacer con algunos primores muy
particulares que se verán en este Libro, que no están puestos para
que se use de ellos a cada paso, sino a su tiempo, particularmente
de algunas disonancias o ligaduras artificiosas; que esas son para la
ocasión en que la Letra las pidiere; [...] y desta manera saldrán las
composiciones músicas y serán para los oyentes gustosas, y para los
maestros doctas. [...] cuando se usa de esta especie, [...] no es su
duración más de medio compás en la consonancia, por no dar mas
lugar la dureza de su sonido en ella, pasando en el mismo compás
a consonancia buena, que resarza el daño y desabrimiento que ha
causado al oído (Lorente, 1672: 285).20
Abundando en lo anterior, y apenas transcurridos dos años
después de publicarse el tratado de Lorente, el aragonés Gaspar
Sanz traía, en la aprobación a su volumen impreso sobre música
para guitarra que redactara el 18 de noviembre de 1674 el maestro
de capilla de la catedral metropolitana del Salvador de Zaragoza,
el licenciado Sebastián Alfonso, nueva reiteración del gusto por
cumplir las reglas de la armonía:
facilita este instrumento [la guitarra], acordándole las cuatro
voces sumamente reguladas a sus diapasones, y más felizmente
20
Libro Tercero (Arte de Contrapunto), Capítulo xliV, “La quinta superflua o excesiva, aunque tiene alguna similitud a las especies falsas, no se liga; ¿y por qué?”.
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animadas en artificioso movimiento por sus leves, sí graves
pulsaciones debidas a la rara suavidad de sus dulces consonancias,
cuyo armonioso concento parece de sonora cítara, que pulsa con
bien templada pluma su ingenioso autor; y que sin violencia, aunque
a repetidos apacibles tratos de cuerda, hace a la guitarra confesar
a voces que su destreza la toca por el pensamiento; y la ligereza,
que no siempre ha de ir por pies, está muy bien hallada con este
instrumento en sus manos. Muchas, de verdad, son menester para
su acertada ejecución y muy desembarazadas, pero nunca más
libres que cuando más atadas a las seguras reglas de este libro. La
cuerda, que sin discreción se toca, hace perder el juicio al sentido
que cae de oídos en la que tropieza. La disonancia es cosa de aire
y da mucha pesadumbre. Unos hay que tañen con uñas, que roban
los sentidos, y otros que los arañan. A yerro suena la pulsación
equívoca: que más importa tocar esta cuerda que aquella, decía
Alejandro Magno a su maestro de cítara: Quid si hanc pulsarem?.21
Así lo refiere Erasmo en sus Apotemas,22 a que advertido respondió:
Si istud quaeris tanquam Alexander nihil refert, si vt Artifex plurimum
interest.23 Sobrábanle manos y liberalidad a Alejandro, y faltábale
21
“¿Y qué, si toco esta?”.
22
El teólogo agustino, humanista y filólogo holandés Desiderio Erasmo de Rotterdam (14671536) fue sin duda un renovador cristiano ampliamente influyente en España, a pesar de
que todas sus obras iban a ser censuradas e incluidas en el Índice de obras prohibidas por el
Concilio de Trento. Excelente latinista y profesor de griego, realizó diversas versiones
de las obras de Plutarco, así como una magna edición del Nuevo Testamento en 1516
(con texto griego anotado y una traducción latina muy diferente a la de la hasta entonces
“oficial” Biblia Vulgata de san Jerónimo), que le reportaría fama mundial. Publicó unos
“apotegmas” (dichos o sentencias breves y graciosas, que encierran una enseñanza o
contenido moral aleccionador), que constituyeron, a partir de su traducción de los textos
de Plutarco, un manual de moral cristiana de enorme éxito (Erasmo de Rotterdam, 1531a
y 1531b; Gracián, 1533; Jarava, 1549a y 1549b; Tamara, 1549).
23
La cita original dice exactamente: “Si istud quaeris tanquam rex futurus, nihil refert: si vt ar-
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ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
destreza; y diole a entender su maestro que, aunque de impulso
soberano no hay cuerda que no se resienta, sí está mal herida. […]
y principalmente [se refiere al libro de Gaspar Sanz], no habiendo
en su composición punto que ofenda los piadosos oídos de la fe, ni
disuene de las buenas costumbres […] (Sanz, 1674: [h. 2]).24
Entretanto, el empleo de numerosas disonancias y licencias se
identificaba como algo opuesto a la rectitud no solo de la armonía,
sino “de las buenas costumbres” y la fe católica. Y en este sentido,
incluso halagar a los sentidos con la música debía moderarse,
cuando menos para lo sagrado. Según fray Pablo Nassarre:
Nunca debe ser causa final de la música eclesiástica el deleite del
oído, pues solo la delicia del canto causa perniciosos efectos en
pluma de San Agustín, lib. 10, Confes., cap. 33. Cum mihi accidit, ut
tifex futurus, plurimum interest ” “Si lo preguntas como futuro rey [Alejandro], no importa
nada: pero si lo haces como futuro tañedor, entonces es del máximo interés”.
24
“Aprobación del licenciado Sebastián Alfonso, racionero y maestro de capilla de la Santa
Iglesia Metropolitana de Zaragoza” (el maestro Alfonso, que ocupara el magisterio de La
Seo de Zaragoza entre 1656 y su jubilación en 1687, realizó dicha “aprobación” por encargo
del Dr. Miguel Marta y Mendoza, arcediano de Tarazona y vicario general del arzobispado
de Zaragoza, entonces, sede vacante). Sobre Sebastián Alfonso (1616-1692), véase Ezquerro Esteban, 2006: 81-120 y especialmente 89-101. A pesar de su condición de “licenciado”,
no deja de sorprender que un músico como el maestro Alfonso, salido de una pequeña
localidad en las nevadas montañas del Pirineo aragonés, en la frontera con Francia, y que
prácticamente no salió –salvo un período en Cuenca– de las viejas fronteras del reino de
Aragón (activo en Jaca, Albarracín, Huesca o Zaragoza), manejara nada menos que las
obras de un humanista como Erasmo de Rotterdam, e incluso que se permitiera ofrecer a la
luz pública y a los cuatro vientos una cita de dicho autor, ofrecida como “autoridad”, máxime en su ambiente catedralicio católico, donde, muy probablemente, las obras “prohibidas”
del teólogo holandés habrían quedado reservadas para unos pocos y bien selectos clérigos,
lo que da testimonio del elevado grado de formación que podían llegar a alcanzar, y aun de
una cierta apertura –que hoy podríamos considerar como insospechada–, en cuanto a las
lecturas a las que podían acceder en aquel tiempo los músicos españoles.
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me plus cantus, quam res quae cantatur moveat, poenaliter me peccare
confiteor, & tunc mallem me non audire cantantem.25 Si esto confiesa
un Agustino penitente, del todo extrañado de profanas músicas,
[...] ¿qué dirán los que en sus oídos solo resuenan impuros
teatrales y provocativos modos a vanos deleites? […] para evitar
semejantes caídas, previno Celio Lactancio in Epitom. Divin. instit.,
cap. 5,26 el daño respectivo de los oidores de la viciada eclesiástica
25
Véase el Libro x de Las confesiones de san Agustín, “Ascenso al conocimiento de Dios.
Tesoros de la memoria. Estado actual de su espíritu” (s.f.: 397-398) [Cuarenta y seis años,
400c], capítulo xxxiii “Los deleites del oído”, n. 50. El texto oscila entre ut me plus cantus y
ut me amplius cantus. Su traducción sería “Sin embargo, cuando me siento más movido por
el canto que por lo que se canta, confieso que peco en ello y merezco castigo, y entonces
quisiera más no oír cantar”.
26
Se refiere al elegante escritor griego y latino, y profesor de retórica de origen norteafricano convertido al cristianismo, Lucio Celio Firmiano Lactancio (c.245-325), “el Cicerón
cristiano”, que estuvo al servicio de los emperadores Diocleciano y Constantino. Autor de
unas monumentales Institutiones divinae en siete libros (303-311), –“un río de elocuencia
ciceroniana” en opinión de san Jerónimo–, estas constituyen el primer intento de redactar
en latín una exposición sistemática de la teología cristiana (entendida como un sistema
lógico y armonioso defendible, además de mediante la fe, con la razón). Dirigidas a autores
cultos politeístas o gentiles, trata ahí de la futilidad e incongruencias de sus creencias
paganas –critica dicho politeísmo y la filosofía helenística y romana–, mientras defiende
la doctrina y principios esenciales de la fe cristiana, a su juicio, la única capaz de aunar
filosofía y religión, al tiempo que trata de establecer de manera argumentada la verdad de
la religión cristiana. Su obra, copiada manuscrita varias veces a lo largo del siglo xV, fue
tempranamente impresa por los alemanes Arnold Pannartz y Konrad Sweynheim en 1465
en la abadía italiana de Subiaco (supuso la primera utilización de una fuente del alfabeto
griego, probablemente fue el cuarto libro impreso en Italia y el primero en dicho país que
incluía fecha de impresión). Uno de sus principales promotores en el siglo xVi fue precisamente el jurista mallorquín Miguel Tomás de Taixaquet. El propio Lactancio, a petición
de su amigo Pentadio, resumió la obra anterior en un Epitome Divinarium Institutionum de
314 páginas, que constituye una reedición abreviada de lo anterior (con algunas omisiones,
adiciones, cambios y correcciones), con cierto valor independiente, cuyo texto se descubrió
precisamente a comienzos del siglo xViii en un manuscrito turinés del siglo Vii (Codex Taurinensis, i b Vi 28). Por otra parte, la relación con la música que se atribuía a Lactancio en el
siglo xViii se demuestra por el conocimiento que de su obra se tenía en media Europa: así,
por ejemplo, varios años más tarde, Leopold Mozart, que señalaba que la invención de la
lira se debía a Apolo, tomaba dicha afirmación, precisamente, de Lactancio (Pascual León,
2016: 61).
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música. Fundose la congetura de Lactancio en no haber fuerza
tan poderosa, ni argumento tan concluyente, para persuadir la
apostasía de la religión católica como la insolente licencia de la
música, que, ganando con halagüeña blandura las puertas del oído,
desarma las desveladas centinelas de la razón, pasando a batir a
golpes de consonancias el desprevenido muro de la fe, arruinando
en el profundo foso de idolatrías sus católicas almenas. Esta es
la peligrosa libertad, que por su propia reputación debieran con
cristiano celo atajar los compositores y maestros de melodía,
cuando no sobraran las causas del honor divino. Apenas hay quien
no distinga las casi infinitas licencias de la música, pues, aunque
abreviadas a pocos signos, en pluma de San Agustín tom. 1 lib. 1
Music., son tan desparecidos en la variedad, y tan derramadamente
fecundos, que se dilatan a cierto modo omnipotente de cantar y
componer: Quamdam habet omnipotentiam canendi.27 Pero el dolor es
que, siendo casi infinitas sus licencias, es consecuencia inevitable
de este universal antecedente, de números sonoros, el armónico
concurso de peligros. […] Pudieron ciegamente pensar que en
la dilatada diferencia de sonoros números, cualquiera licencia
era armonía, toda permisión, consonancia; sin reparar, ya que
no sordos, ciegos, que como pondera el Docto Novarino lib. 1
Sacror. Elect. cap. 11: Absona instrumentorum musicorum armonia
est, qua morum, affectuumque solvitur harmonia.28 No pudiendo ser
consonancia ni armonía en la voz, ni en el instrumento, la que es
guerra de la devoción y disolución de la virtud, ¿cómo puede ser
sino disonantísima consonancia en los instrumentos y voces, la que
27
“Tiene cierta omnipotencia de cantar”.
28
“Es armonía disonante de los instrumentos musicales aquella, por la que se deshace la
armonía de las costumbres y de los afectos”.
159
ANTONIO EZQUERRO
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desentona la unión armónica de los afectos devotos, disolviendo y
relajando la armonía acorde de las costumbres? Sea ya en adelante
toda composición música, compuesta de seria gravedad y religiosa
devoción, no precipitemos con escándalo […] Cuánto puede desear
un espíritu católico, eclesiástico y religioso a fin de desterrar del
eclesiástico canto cuanto lo tiene profanamente viciado, la torpe
cómica y trágica profanidad obscena de los ignorantes músicos,
más que sagrados, teatrales farsantes (Nassarre, 1723: 22-23).
Se comprueba, pues, un decidido desapego o desafecto hacia la
disonancia, así como una afección, muy decidida, al cumplimiento de
las leyes y normas de la armonía y el contrapunto, que garantizaban
la buena formación de unos músicos excelentes conocedores de
su oficio y de los entresijos de la profesión, en unos términos que
aseguraban, dentro unos plazos temporalmente razonables (desde
que un niño ingresaba en una capilla musical hasta que se hallaba
en condiciones de optar a un puesto de trabajo en la disciplina), la
consecución con garantías de un trabajo artesanal de calidad. Este
trabajo, casi “de taller” (como sucediera en la época con pintores,
escultores u otras agrupaciones gremiales, en las que un maestro
enseñaba por tradición oral –y en el caso musical, mediante la
“plática” en el coro impartida obligatoria y contractualmente
por los maestros de capilla–, a aprendices y oficiales, generando
“escuela”), sería el único que conduciría, en su caso, y apenas si las
circunstancias eran propicias para ello, a dar el salto cualitativo
hacia un estadio artístico, en el ámbito de la creación musical. Todo
lo cual tuvo mucho que ver con el afianzamiento de los sentimientos
nacionales que se produjeron en la Europa de la época:
160
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
pues en los tiempos antecedentes eran las reglas comunes a todas
las naciones, como lo puede observar el curioso, en los muchos
libros impresos de autores italianos, españoles, franceses y alemanes,
y varios manuscritos, que todavía existen entre los estudiosos
de la música: y aun en nuestra España no solo se mantienen las
antiguas reglas, pero a estas añadieron nuestros pasados otras que
discurrieron eran necesarias para la mayor limpieza de ellas, y para
la mejor armonía; que las más pasaron por tradición de maestros a
discípulos, y su observancia queda vinculada a la sola autoridad del
maestro […] (Pavia i Simó, 2002: [fol. 9r]).
Pero lo que sucedió en este tiempo en particular fue que se
produjo una tendencia, por parte de la música civil, profana
o teatral, a utilizar la música de una manera más desinhibida y
menos atada a las estrictas reglas de la armonía, mientras que, por
el contrario, en el ámbito eclesiástico (lo que para el caso hispano
se hacía extensivo también a todos los ámbitos, dado el carácter
profundamente religioso de su sociedad y la extracción eclesiástica
de la inmensa mayoría de sus músicos y profesionales) el empleo
de la disonancia tendió a reprimirse, de modo que, de una manera
simplista y seguramente reduccionista, aunque en cierto modo
natural, tendió a asociarse “lo moderno”, fundamentalmente, con
lo no-religioso:
La diferencia más sorprendente entre la música renacentista
y la barroca se produce en el tratamiento de la disonancia. El
tratamiento de la disonancia es, en realidad, la piedra angular del
contraste estilístico, donde los cambios de armonía y contrapunto
161
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
se manifiestan de modo más notable. En la música renacentista
todas las disonancias se producen, o bien, en el tiempo débil
del compás, o como suspensiones en el fuerte. El resultado
armónico de combinar las voces se concebía como conjunción
de intervalos en vez del despliegue de un acorde. Esta armonía
de intervalos del renacimiento se oponía diametralmente a la
armonía de acordes del barroco. Si la armonía se concebía basada
en los acordes, resultaba imposible introducir una nota disonante
opuesta al acorde en cualquier momento, siempre que el acorde
quedase perfectamente definido. El bajo, en la música barroca,
proporcionaba los acordes, y permitía de esta manera que las voces
superiores formasen disonancias de una manera más espontánea
que antes. La resolución de la disonancia podía efectuarse llevando
la voz disonante hasta la siguiente nota del acorde mediante un
acorde ascendente o descendente. Esta alternativa ilustra la nueva
libertad melódica de la música barroca, que, de este modo, ya no se
vio atada a la regla renacentista de resolver todas las disonancias
en un movimiento descendente. El tratamiento de la disonancia en
la música barroca no solo permitía usar un ritmo armónico, sino
que además proporcionaba los medios técnicos principales al estilo
de carácter afectivo del recitativo. Solo se conservó el antiguo
tratamiento de la disonancia en la música barroca en el dominio
del stile antico. Dado que éste estaba relacionado con la música
sacra, la ausencia del tratamiento moderno de la disonancia fue
interpretada por los músicos barrocos como característica del
estilo sacro (Bukofzer, 1986: 25).29
29
Desde ahí, el siguiente paso, para asociar lo religioso con lo antiguo, estaba servido: “El
estilo estricto de escritura para cuatro a ocho voces sin acompañamiento instrumental
obligado fue llamado stile grave, stile da o a cappella, stile antico o stile osservato o legato. Cada
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ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
El propio Francisco Valls constataba, de hecho, la coexistencia
de dos realidades en el ámbito de la creación musical de su tiempo
en España: la de los músicos más abiertos o progresistas, proclives
a aceptar el influjo teatral y operístico italiano, que no reparaba
en exceso en saltarse las normas de la armonía si aquello podía
ser necesario para causar un buen efecto y resultar bien al oído,
y otra, la de aquellos más inclinados a sujetarse a las reglas de la
armonía y a preservar la tradición (del canto llano, de la polifonía
“alla Palestrina” y el contrapunto severo, etcétera). En realidad, eran
las dos opciones que le habían zarandeado a lo largo de toda su
vida profesional, especialmente a raíz de su célebre “controversia”.
Y ahora, el músico catalán tenía oportunidad de resarcirse y una
nueva ocasión para dejar claro su posicionamiento, ciertamente
conciliador –nunca perdería su condición de presbítero–, aunque
firme, sin dejar resquicio para que su tratado tuviera contestación
alguna, lo que aprovechó al mismo tiempo para, dirigiéndose a
profesores, y a cualquier estudiante, ponerles abundantes ejemplos
en partitura, demostrativos de su discurso, como argumentándoles
contundentemente, y mediante un recurso casi infantil, aquello que
desconocían o en lo que deberían entrenarse:
una de estas denominaciones hace en realidad referencia a un aspecto diferente de un único
y mismo estilo. El stile grave alude esencialmente a la lentitud del movimiento. […] La
expresión a cappella designa el modo de ejecución, por el coro de la capilla. Los términos
stile osservato o legato indican que el compositor está sujeto por ciertas reglas del buen
contrapunto. Y todas estas características se resumen en la denominación stile antico, utilizada en el siglo xVii para distinguir al estilo antiguo del moderno. Scacchi cita las misas de
Josquin, Lassus y Palestrina entre los modelos del estilo antiguo, que a menudo se llamaba
simplemente ‘estilo de Palestrina’” (Palisca, 1994: 71).
163
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
procurando al mismo tiempo huir de los dos extremos en que está
puesta nuestra música española; unos tan relajados en su practica, que
solo cuidan que sus composiciones adulen al oído imitando en todo a
los italianos; otros tan austeros y tan atados a las reglas pueriles que
ni una pequeña transgresión toleran, pero ni la excepción permitida
en todas las facultades a lo general de ellas. He procurado en esta
obra [dice Valls] encontrar un medio para conciliar estos extremos
y dar razón que lo afiance; y siendo la música parte principal de la
matemática y scientia subalternada a ella, es claro necesitará hacer
evidencia a sus profesores de demonstraciones y ejemplos para
enseñarles la ejecución de lo que se les propone […] a cualquiera
que quisiere aplicarse con un moderado estudio a la consecución
de aquellas [habilidades], que en cualquier composición música la
sirven de adorno y de grandes créditos al compositor; porque ya
hubo quien dijo que era camino muy largo caminar a la sciencia
por las reglas y principios, pero fácil y eficaz caminar a ella por los
ejemplares.
[…] Según las particulares reglas observadas de todos los
españoles y las reflexiones que hice sobre ellas, procuraré enseñar al
principiante […] instruyéndole en todas las habilidades que pueden
constituirle un gran compositor, así en lo scientífico como en lo
armonioso; para que en su música al paso que deleite al oído se oiga
lo sutil de el discurso […], y demás habilidades bien ejecutadas:
solo en la invención de la idea no puedo instruirle, por depender
esta principal circunstancia de el numen y este Dios Nuestro Señor
le reparte como quiere, y a quien le parece: mas para vencer esta
gran dificultad será muy provechoso oír y mirar diferentes obras de
música con una exacta observación para facilitarle lo que le negó la
naturaleza; excitándole a que mire y que oiga a la imitación, con cuyo
164
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
estudio logrará encontrar los inventos y las ideas, advirtiéndole que
esta circunstancia, que es la que sirve al buen gusto, no solo sirve
para la música teatral, mas también a la eclesiástica […] (Pavia y
Simó, 2002: [fols. 9v-10r]).
Introduce ahí Valls algunos conceptos interesantes: que
el compositor, él, ha de procurar no solo causar deleite en su
audiencia, sino, mediante el estudio, el cotejo de materiales (las
partituras y ejemplos que él mismo ofrece, además de oír y mirar
otras composiciones de música) y la correcta ejecución técnica (las
“habilidades”), ha de ser capaz también de transmitir “lo sutil” del
discurso, a lo que todavía cabría añadir el genio natural. Todo lo cual,
en su conjunto, redundará en “el buen gusto”, válido para cualquier
ámbito de la música. E insiste, nuevamente, en la preeminencia de
lo hispano frente a lo foráneo:
Diferimos los españoles de las demás naciones en el estilo de
componer, obrando nosotros mas atados a los preceptos del arte que
los extranjeros (como ya dije) en las composiciones que pasen de dos
voces naturales; lo que es según las reglas que hallamos practicadas
en los autores antiguos italianos, franceses, españoles y alemanes:
aunque hoy con la comunicación de los ultramontanos no se observan
ya con la pureza que nuestros maestros nos las enseñaron, cuyo
defecto nace de querer que las composiciones solamente deleiten al
oído; pues como se consiga esto, se logra el aplauso que es el único
fin de sus autores; y también porque no cuesta tanto trabajo, por cuya
razón hay tanta plaga de compositores […] (Pavia y Simó, 2002:
[fol. 10v]).
165
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
[…] No negaré que los franceses en composiciones eclesiásticas
de tres o cuatro voces tienen unos pensamientos delicados para
la expresión de la letra, aunque son muy prolijos en la repetición
de ella; […] En música eclesiástica de pocas voces tiene nuestra
española alguna semejanza con la francesa. Exceden los italianos
a todas las naciones en el buen gusto e idea de la música teatral,
vistiendo los afectos que exprime el verso con gran propiedad […]
Pero ni italianos, ni franceses en sus composiciones eclesiásticas,
y aun en muchas de romance, tienen lo que las españolas de
científicas y sólidas […] y todas ordenadas con grande artificio,
y gran limpieza de todo lo que prohíbe el arte acá en España: estas
circunstancias no se hallan en las composiciones extranjeras, pues
raras veces pasan de cuatro a cinco voces, y estas se duplican en
los que llaman ripienos que sirven como de un coro de capilla, que
también se halla practicado por muchos maestros españoles porque
no cuesta trabajo; pero fáltale más armonía. Y por último, lo que han
procurado los autores españoles es que su música sea agradable al
oído y deleite el entendimiento del que es científico en ella (Pavia y
Simó, 2002: [fols. 11v-12r]).
Finalmente, Valls parece reivindicar sus propias contradicciones,
no sin cierta ironía, al confesar que seguramente parezca novedoso,
simplemente por tratar de lo pretérito y desconocido por la mayoría;
y se sitúa al lado de los teóricos y especulativos, como correspondía
ya a su edad avanzada y rango prominente en la profesión, frente
a “los meramente prácticos”. No deja de ser llamativo, e incluso
hasta cierto punto, acre (pues confiesa defender algunas opiniones
contrarias a las de otros maestros), particularmente viniendo de él,
166
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Figura 5. Francisco Valls, Mapa Armónico Práctico. Barcelona,
Ms., antes de 1742. Cubierta.
a quien siempre se tuvo por un músico eminentemente práctico…
Para culminar con una postura, como de Poncio Pilato, que declara
abiertamente un firme desengaño hacia el final de sus días, pero
que, al mismo tiempo, nos revela a un músico que se mantuvo
consecuente con sus ideas, y que, más allá de las manipulaciones a
las que pudiera haberse sometido por otros, supo mantener su voz
alta y clara, y defenderla, públicamente y por escrito, ante cualquier
situación:
Podrá ser se extrañen algunas opiniones mías, en estos tiempos
nuevas, por haberse olvidadas las antiguas, como el cantar doce tonos,
o por mejor decir doce modos, tan usados de los antiguos, en el canto
167
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
llano, y más en la composición; […] y otras que a los meramente
prácticos les parecieran duras, por ser contra lo que les enseñaron
sus maestros; a quien le parezca que mi razón no le convence que se
quede con su opinión que no pretendo otro que exponerla, para que
cada cual haga lo que le pareciere, que la tome, o que la deje (Pavia y
Simó, 2002: [fol. 12v]).
Caso aparte sería el de la disonancia por ornamentación:
La ornamentación melódica tiene una larga historia, que se
remonta a la Edad Media. Es probable que los adornos siempre
se hayan originado en la improvisación; y aunque en alguna etapa
posterior hayan podido ser escritos en forma parcial o total, si no
indicados mediante signos especiales, siempre seguían conservando
cierto tinte de espontaneidad. […] las ornamentaciones [durante
el período barroco] no eran meramente decorativas; tenían una
función expresiva definida, como un medio de transmitir emociones.
Además, algunos de los ornamentos más comunes –sobre todo el
trino y la apoyatura– añadían incidentalmente un sabor disonante,
del cual no ofrece indicio alguno la versión anotada de la música.
[…] En el Barroco los ejecutantes tenían la libertad de hacer
agregados a la partitura escrita por el compositor; se hallaban
igualmente en libertad de escamotearle fragmentos, o de alterarla
de diversas otras maneras (Grout, 1984: 420, en “La improvisación
en la ejecución musical barroca”).
168
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Figura 6. El tratado del discípulo aventajado de Francisco Valls, formado en la catedral
de Barcelona, y maestro de capilla en las catedrales de Vic, y metropolitanas de
Valencia y Sevilla, Pedro Rabassa (1683-1767), Guía para los principiantes (c. 1726).
Cubierta y estampa-dedicatoria a María Inmaculada.30
30
Repárese en la similitud –aunque ahora muy posterior en el tiempo– con la estampa reproducida en la Figura 3, del tratado de Andrés Lorente. En el caso del tratado de Rabassa
–“lo descans de Mestre Valls”–, se trata de un grabado realizado en París, “chez Daumont”,
alusivo a las letanías de la Virgen, que incluye la imagen de María Inmaculada orando, con
manto y túnica, coronada de estrellas, sobre el creciente lunar y pisando la cabeza de una
serpiente o dragón, con el lema “Ipsa conteret caput tuum”, “Ella te aplastará la cabeza” (Gn
3:15), asociado al análogo lema “Caput serpentis conterens”. En torno a la figura central se
insertan diversos emblemas asociados a la iconografía inmaculista: luna (Pulchra ut luna,
“Hermosa como la luna” [Ct 6:9]); estrella (Stella maris, del himno litúrgico medieval
“Ave maris stella”, “Estrella del mar”); puerta del cielo (Porta caeli, “Puerta del cielo” [Gn
28:17]); fuente (Fons signatus, “Fuente sellada” [Ct 4:12]); templo de Dios (Templum Dei,
“templo de Dios” [I Cor 3:16]); ciprés (Quasi cypressus, “Cual ciprés” [Sir 24:17]); rosal
(Quasi plantatio rosae, “Como el rosal plantado” [Sir 24:18]); lirio (Lilium convallium, “Lirio
de los valles” [Ct 2:1]); olivo (Quasi oliva, “Como el olivo” [Sir 24:19]); ciudad de Dios (Civitas Dei, “ciudad de Dios” [Sl 86:3]); huerto cerrado (Hortus conclusus, “Huerto cerrado”
[Ct 4:12]); cedro (Quasi cedrus, “Cual cedro” [Sir 24:17]); palmera (Quasi palma, “Como
169
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Hasta aquí, hemos repasado algunas cuestiones referidas a los
conceptos de “disonancia” y de “licencia” durante el Barroco en el
ámbito hispánico, con algunas alusiones a la tratadística y teoría
musical del momento, promovidas a su vez, siempre, por músicos
destacados (Andrés Lorente, fray Pablo Nassarre, Francisco Valls,
Pedro Rabassa…). Y hemos visto cómo los compositores hispanos
solían ser parcos en el uso tanto de unas como de otras, si bien
valoraban siempre, y aun elogiaban, su empleo atinado, así como
su ajuste, cuando fuera necesario, de acuerdo con la letra a la que
tales disonancias acompañaran o con el espíritu conceptual que se
desprendiera del pasaje musical ilustrado.
RAsgo de óRgAno, Intento cRoMátIco
Pero veamos ahora un caso concreto de una composición para
órgano, que bien puede servir como muestra de cuanto aquí se viene
diciendo. Se trata de un Rasgo de órgano, sobre un intento cromático
de José Elías, localizado en el archivo de música de la catedral de
La Seu d’Urgell, en el aislado y montañoso pirineo catalán, junto
una palmera” [Sir 24:18]); vellocino (Vellus Gedeonis, “Vellocino de Gedeón” [Sl 71:6]); torre (Turris David, “Torre de David” [Ct 4:4]); pozo (Puteus aquarum, “Pozo de aguas” [Ct
4:15]); escalera (Scala caeli, “Escalera al cielo” [Gn 28:12]); espejo (Speculum sine macula,
“Espejo sin mancha” [Sb 7:26]); sol (Electa ut sol, “Escogida como el sol” [Ct 6:9]); flor del
campo (Flos campi, “Arbusto florido” [Ct 2:1]); plátano (Quasi platanus, “Como el plátano”
[Sir 24:19]); puerta cerrada (Porta clausa, “Puerta cerrada” [Ez 44:1]). Como es sabido,
además, el caso hispano fue particularmente devoto a la Inmaculada Concepción de María,
lo que promovió una amplia literatura poética, tanto latina como castellana. En referencia
a alguna de las imágenes iconográficas que aquí se reproducen, podríamos citar por ejemplo una Salve a la Inmaculada Concepción, de fray Bernardino de Bustis, del año 1492, entre
cuyos versos se hallaban los siguientes: “Salve, arca foederis, / Thronus Salomonis, / Arcus
pulcher aetheris, / Rubus visionis, / Virga frondens germinis, / Vellus Gedeonis, / Porta clausa
Numinis / Favusque Samsonis”.
170
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
a la frontera norte del país con el Principado de Andorra y con
Francia. Lo llamativo del término “rasgo”, entendido como título de
la pieza, o incluso tal vez pudiera interpretarse como forma musical,
alude a una tipología compositiva que, al parecer, no tuvo mayor
éxito posterior. Procedente el término del latín resecare, es decir,
“recortar”, vendría a significar algo así como característica, cualidad o
peculiaridad distintiva, que individualiza o identifica algo o a alguien
(es decir, que le diferencia y le hace inconfundible, y mediante la cual
se le puede reconocer). Puede ser un adorno escriturario (la línea
ornamental, señal, raya, marca o trazo caligráfico de un escriba), o
bien una característica: 1.- de tipo físico (aspecto, facciones –líneas y
formas– del rostro, semblante o fisonomía facial de una persona); 2.de tipo social (gesto, arrebato, una nota de carácter o trazo destacado
de conducta; o una acción notable digna de elogio; generalmente,
evaluada con carácter afectivo o aprobatorio –por ejemplo, el rasgo
heroico de un soldado, el rasgo de caballerosidad de un aristócrata–;
o una expresión viva y oportuna –un rasgo cómico en el momento en
el que se necesitaba, un rasgo de suspenso del actor que conmovió a
los espectadores–); o incluso 3.- de tipo emocional (una característica
esencial –diferenciada e individualizadora– del comportamiento
humano, demostración de la personalidad o muestra de la conducta,
que puede identificarnos –a manera de atributo– y que se manifiesta
en algunas ocasiones o cuando estamos sometidos a determinadas
situaciones, expresándose de manera general –“a grandes rasgos”,
con sus líneas principales, sin entrar en detalles, bosquejo–).
También puede asociarse a una característica pertinente, distintiva
o diferencial de tipo lingüístico o idiomático de una comunidad
(por ejemplo, el seseo). Y en fonética, es el elemento constitutivo
171
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
de un fonema cuya modificación puede dar lugar a un contraste
significativo.31
Sea como fuere, desde estos variados puntos de vista, parece
que el término “rasgo” se corresponde con otros tantos vocablos
utilizados en ámbito musical para identificar y catalogar tipologías
compositivas, tales como “tono”, “aria”, “sonata”, “tocata”, casi
siempre polisémicas y generalistas. Si bien aquí, la idea de
característica esencial, diferenciadora o distintiva de algo, que se
hace patente en un momento dado o ante una situación concreta,
y que, además, es susceptible de modificarse a partir de su raíz,
parece particularmente feliz. De donde la concepción de un “rasgo
cromático” –una expresión preciosa, se mire como se mire, y aun
poética– alude sin duda a una idea, un tema de carácter cromático,
que se podrá ir modificando en función de las circunstancias,
cambiantes, de la escritura de la propia composición, y por tanto,
hasta cierto punto, de la propia ejecución (en la que, como es sabido,
la ornamentación y la glosa podían tener un papel no menor).
Veamos ahora lo que se entendía en aquel tiempo y contexto por
“cromático”:32
los tres géneros de música, que usaron en la antigüedad […] los
antiguos usaron de tres géneros de música, a los cuales llamaron
diatónico, cromático y enarmónico. […] [Margen: Plutarc. in
31
Pueden verse distintas acepciones del vocablo en Real Academia Española, 1992: 1727;
Moliner, 1998: 859.
32
“Cromático. Del latín chromaticus, y este del griego χρωματικόϛ. Aplícase a uno de los tres
géneros del sistema músico, y es el que procede por semitonos” (Real Academia Española,
1992: 599). “Cromático. Se aplica al sistema musical que se desarrolla en semitonos” (Moliner, 1998: 808).
172
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Apophtegmatis].33 Muchos años después del diluvio un Timoteo
Milesio inventó el género cromático,34 de quien dice Plutarco en
los Apotegmas de los Lacedemonios que los eforos lo desterraron de
la Ciudad de Conia; porque excitaba con el dicho género de música
a impureza, de donde han querido decir algunos autores ser más
efectiva la música por el dicho género y por el enarmónico que
por el diatónico, que hoy usamos. […] [Margen: Rafael Volater.,
lib. 35 (de harmoniacis). Cromaticum constat semitono, & semino, ac
tribus semitonis].35 Los movimientos con que subían o bajaban el
tretacordo por el género cromático de grado, e impartibles, eran
otros tres, que subiendo era un semitono mayor, otro menor, y una
tercera menor, como se puede ver en lo que dice Volterra, pues
señala consta de un semitono, de otro semitono y de tres semitonos.
El decir de tres semitonos es dar a entender se han de subir en un
movimiento, y que este sea el de la tercera menor, consta por los
tres semitonos que contiene, que son dos mayores, y uno menor
[…].
33
Debe referirse sin duda a la traducción ya mencionada de los apotegmas de Plutarco a
cargo de Erasmo de Rotterdam, como manual de moral cristiana (1531), que fueron traducidos al castellano por Diego Gracián (1533), Juan de Jarava (1549) o Francisco Támara
(1549).
34
El poeta lírico y músico griego Timoteo de Mileto (446 a. C-357 a. C.), autor de nomos,
himnos y ditirambos, vivió de joven en Atenas, formándose musicalmente con Frinides de
Mitiline y cultivando la amistad del célebre dramaturgo Eurípides. Gran viajero, expandió
el uso de la lira de once cuerdas, destacando como compositor innovador, además de cantor
y citarista virtuoso.
35
El humanista, historiador, enciclopedista y teólogo romano Raffaello Maffei de Volterra
(1451-1522) compuso una enciclopedia en treinta y ocho libros titulada Commentariorum
Urbanorum libri xxxviii (Roma, Joannes Besicken, 1506), que hasta 1603 iba a imprimirse
ocho veces. Los libros i-xii trataban de geografía, los libros xiii-xxiV de biografías, y los libros xxV-xxxViii sobre ciencias (especialmente, filología). El libro xxxV, “De Harmoniacis,
Instrumentis musicis et saltationibus”, trataba sobre matemáticas (aritmética, geometría),
óptica y catóptrica, astronomía y astrología, y música.
173
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Este es el modo de proceder por este género, no usando de
más intervalos que los que dejo dichos; […] formación de los
tretacordos, cuando se cantaban por bemol.
[…] En el genero cromático tampoco usaban de otros
movimientos, ni subiendo, ni bajando más que de la tercera menor,
y de los semitonos mayor y menor. […] y aunque parezca a los
que no son prácticos en estos géneros que estaba la música mejor
cuando los practicaban, entiendan que no es así; porque está hoy
con mucha más ampliación y más hermoseada con solo el género
diatónico, que es el que practicamos; porque a mas de componerse
de los intervalos, con que los antiguos lo componían, se le han
añadido del género cromático el semitono menor y la tercera menor.
[…] Todo lo que he dicho hasta aquí ha sido para dar a entender
que la música está con mucha más perfección en estos tiempos que
en los de la antigüedad, que si les parezca a algunos que hoy no
se usan los géneros cromático y enarmónico, y por eso no puede
hacer tan cumplidamente sus efectos como se hacían cuando los
usaban, es error grande, porque por la mayor variedad que hoy
tiene, habiéndosele añadido al diatónico especies del cromático y
enarmónico, se le ha aumentado la armonía con la composición, que
se hace de variedad de voces, las que no podían los antiguos hacer,
174
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
por ser tan ceñida su música (Nassarre, 1724: 84-44, en Libro i,
Cap. xx “Que trata de que hoy se pueden hacer mejor los efectos
con la música por el género diatónico, que es por donde se usa, que
en la antigüedad por los tres géneros y declaración de ellos”).
Figura 7. Rasgo de Órgano sobre este Intento Cromático de José Elías, por Augusto
(1750), cuaderno propiedad de Bruno Pagueras, licenciado en Órgano y Composición
(1771). (E-SUe, UI. 1657.1).
175
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
José eLíAs, bRuno PAgueRAs y Los oRgAnIstAs deL setecIentos
Veamos ahora las características formales que rodean a la fuente,
hoy objeto de estudio. Se trata de una copia manuscrita que parece
atribuirse a un tal “Agusto”, cuyo nombre, a día de hoy, no se ha
localizado en la documentación disponible en la catedral urgelense.
El propietario del cuaderno en el que se anota esta composición
musical era Bruno Pagueras Portavella (Barcelona, 1753-La Seu
d’Urgell, 1836), entonces “licenciado en órgano y composición”,
quien seguramente utilizara dicho cuaderno como repertorio del que
poder echar mano en sus intervenciones musicales mientras ejerciera
como organista del convento de Valldonzella de Barcelona.36 Nacido
en Barcelona y hermano de Isidro Lorenzo (Barcelona, 1748-?) y de
Cayetano Eudaldo Jerónimo (Barcelona, 1751-La Habana, 1830) –
este último, que llegara más tarde a ejercer como maestro de capilla
y organista en Cuba–, Bruno Pagueras había accedido al magisterio
de capilla de la catedral de La Seu d’Urgell –en sustitución de Jaime
Balius Vila (1750-1822)–, en la Semana Santa de 1781, procedente
del magisterio y organistía de la villa de Vilanova de Cubelles
(actual Vilanova i la Geltrú, Barcelona). Al poco tiempo, en 1782,
obtuvo ya de su cabildo urgelés la perpetua para ordenarse, y en
1784 constaba ya como presbítero. De su actividad en La Seu
d’Urgell consta que, para obtener el mayor lucimiento musical en
las solemnidades catedralicias, propuso aumentar los instrumentos
36
Sobre Pagueras, su familia, la capilla de música urgelense y la catedral de La Seu d’Urgell,
pueden verse Puig i Cadafalch, 1918; Pedrell i Sabaté y Anglès i Pàmies, 1921; Escudero
Suástegui 1997, 2013a, 2013b, 2015; Pagán y De Vicente Delgado, 1997; Marquès i Sala,
1998; Llorens Cisteró, 2001: 353; Sáenz Coopat, 2001: 353; Roig Capdevila, 2003, 2004;
Ballús Casóliva, 2004; González Ruiz, 2007; Bonastre i Bertran, 2008; Ferran Oliva, 2009:
17; Lafourcade Señoret, 2009; Benavent Peiró, 2014, 2018; Ballús Casóliva y Ezquerro,
2016.
176
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
y el número de músicos en plantilla de la capilla a su cargo, lo que
iba a suponer una notable inversión capitular destinada, en pocos
años, a la adquisición de nuevos instrumentos. Entre su llegada en
1781 y 1800 ejercía como organista mosén Eudaldo Claret, y desde
entonces hasta 1809, consta ya como organista mosén Antonio
Coderch (1770-1836), quien cobraba su salario anual con obligación
de “suplir las ausencias y enfermedades” del maestro de capilla. De
Pagueras se conservan en la actualidad 187 obras en el archivo de
música catedralicio de La Seu d’Urgell.
Pero, más allá de las noticias aportadas por Miquel González
sobre las acciones realizadas en los órganos catedralicios durante
el período estudiado –con un órgano Boscà que desapareció tras la
remodelación de la catedral en 1917–, de los vaciados de noticias
musicales registradas en las actas capitulares a cargo de Jordi Roig,
o de los más recientes estudios en marcha de Joan Benavent, todavía
es relativamente poco lo que se conoce sobre la práctica musical en
La Seu d’Urgell durante el siglo xViii. De hecho, la composición
musical que hoy nos ocupa solamente parece atribuirse al maestro
Elías, sin duda alguna José Elías (c.1687-c.1755), pues así, de hecho,
se reconoce a su autor en otras fuentes conservadas de la misma
época.37
Son todavía muchas las lagunas existentes en torno a la biografía
de José Elías, y así, no se conocen con certeza ni los lugares ni las
fechas concretas de su nacimiento y su muerte,38 como tampoco se
37
El trabajo seguramente más completo y actualizado sobre este compositor puede verse en
Echevarrieta Sazatornil, 2015. Y véase también Llorens Cisteró, 1999: 653-655.
38
Así lo confirmaban Anglés y Pena: “Su biografía está por escribir aún; se ignora dónde
nació y cuáles fueron sus primeros maestros” (1954; 807-808). Una de las primeras fuentes historiográficas disponibles es Teixidor Barceló, 1804 (Biblioteca Nacional de España,
177
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
han hallado documentos respecto a su primera formación musical
o a su ordenación sacerdotal, si bien se admite generalizadamente
su probable origen catalán: “al parecer, fue oriundo de Cataluña”,
según F. Pedrell (1968: iii, 12-97);39 y según el propio músico, en su
aprobación a un conocido tratado de su buen amigo, el monje, teórico
musical y organista catalán fray Antonio Martín y Coll, a quien
profesa su cariño, afecto que refuerza (en Madrid, el 8 de noviembre
de 1734) al declarar que “sobre este lazo tan estrecho hacia el
dueño de esta obra se añade el ser de una misma patria” (1734: fol.
¶¶; Biblioteca Nacional de España, Mss. 992).40 Aunque no hay
Mss. 14060/14). Cfr. también Pedrell Sabaté, 1897: 517-519. Sin embargo, las hipótesis
sobre su fecha de nacimiento parten de Eslava y Soriano-Fuertes, entre no pocas inexactitudes y datos erróneos (Eslava Elizondo, 1853: 8-10; Soriano-Fuertes y Piqueras, 1856:
141). Anglès, que no pudo hallar datos suyos “ni en el Real Monasterio de las Descalzas de
Madrid ni tampoco en la biblioteca de su Majestad”, asumía los datos de los anteriores y
establecía el posible nacimiento de Elías entre 1670 y 1675; pero, puesto que Elías se ordenó de presbítero en 1715, eso supondría que tendría 40 o 45 años al hacerlo… (1927-1956:
Vol. i, lii). Por su parte, Llorens ha localizado documentación de un personaje homónimo
bautizado en San Justo y Pastor de Barcelona en 1660, que señala que podría ser su padre
(1999: 653-655).
39
Aquí se incluyen, además de otras obras de Francisco Llisá, Miguel López y Antonio Soler,
cinco obras de José Elías, procedentes de sus Obras entre el antiguo y moderno estilo, hoy en
la Biblioteca de Catalunya, de Barcelona. De ellas, las cuatro primeras (Biblioteca de Catalunya, M. 709) son “composición anterior a 1749”, mientras que la quinta –la de mayor
interés para nosotros hoy aquí–, procede de la Biblioteca de Catalunya (M. 1468) o bien,
pues la edición no lo explicita, de una copia hoy conservada en la Biblioteca Nacional de
España, en Madrid (Mss. 3170). Son las siguientes: 1.- Elevación xv; 2.- Preludio y fuga sobre
el Ave Regina Caelorum; 3.- Preludio y fuga sobre el Ave maris stella; 4.- Preludio y fuga sobre la
letanía; y 5.- Intento cromático (Preludio y fuga). De esta quinta obra, en versión procedente
de la Biblioteca Nacional de España, existe otra edición reciente a cargo de William R.
Shannon.
40
“Censura del Señor Don Joseph Elías, capellán y organista principal de la Real Capilla de
las Señoras Descalzas Reales de esta Corte”. Elías, que declara también aquí su cercanía
al franciscano fray Antonio Martín y Coll, siendo él mismo organista en un destacado
convento de monjas clarisas pobres, descalzas o coletinas, históricamente muy vinculadas
a los franciscanos, hace gala de una cierta erudición, citando entre sus autoridades –salvo
meliori iudicio, como no cabía esperar otra expresión, partiendo de un clérigo–, a las de tipo
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ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
evidencias de ello, es muy posible que hacia 1690 José Elías fuera
discípulo del célebre organista valenciano Juan Cabanilles (16441712),41 como señalaban ya Eslava y Soriano-Fuertes, diciendo que
Elías habría llegado a estudiar más de 300 obras del compositor
valenciano en su juventud.42 En realidad, puede decirse que Elías,
que alcanzaría pronto merecida fama (como sería reconocido por
sus contemporáneos y por la escuela de órgano del monasterio de
Montserrat del segundo cuarto del siglo xViii), incluso llegaría a
eclipsar al propio Cabanilles.
La primera constancia documental de Elías data del 11 de
diciembre de 1712, cuando habría ganado las oposiciones a la
organistía del Real Monasterio de monjas benedictinas de San
Pedro de las Puellas (o Sant Pere de les Puelles) de Barcelona
(Llorens Cisteró, 1981: 9-13).43 De esa época dataría su amplísimo
repertorio de versos –458, más 11 tientos– para órgano, Música de
religioso (san Bernardo de Claraval, los libros bíblicos del Eclesiastés, el Eclesiástico o los
Salmos de David), e incluso a los autores clásicos (Cicerón, Ovidio, Casiodoro). Este texto
de la “Censura” se reproduce también en Anglés Pamies y Subirá Puig, 1949: 142.
41
Sobre Cabanilles, pueden verse: Anglès i Pàmies, 1927-1956; García-Ferreras, 1973; Climent Barber, 1986-2008; Llorens Cisteró y Sagasta Galdós, 1986; Sagasta Galdós, 1983,
1986-1998; Lee, 1999-2018; Bernal Ripoll y Doderer, 2017; Silbiger, 1995; Climent Barber, 1999: vol. 2, 828-829; Bernal Ripoll, 2003; Duce Chernoll, 2018.
42
“Don Josef Elías […] en uno de sus manuscritos dice: ‘que Cavanillas escedía en destreza, pulso y ciencia a sus dos contemporáneos el ciego de Valencia [Andrés Peris de Argansa
(fl.1639-1666)] y el de Daroca (Pablo Bruna [1611-1679]); que fueron tantas las piezas que
compuso, que él (Elías) llegó á tañer de ellas en su mocedad más de trescientas; y que desde
esta época, que era la de 1690, hasta la muerte de aquel, que fue en 1725, creía que pasarían de ochocientas […]’” (Eslava Elizondo, 1853: 8). “[Y] que no dudaba [Elías] que las
[obras de Cabanilles] compuestas hasta el año 1725, que fue el de su muerte, pasasen de
ochocientas, porque los franceses se las pagaban muy bien; y aun añadía, que era llamado
[Cabanilles] de las catedrales de Francia para tocar el órgano en algunas funciones de solemnidad extraordinaria” (Soriano-Fuertes y Piqueras, 1856: 142).
43
Elías compitió para el puesto con Anastasio Barberá, José Boada, Ramón Jaumilá, José
Romero y Miguel Valls.
179
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
órgano del Señor Joseph Elías, mi Maestro. Hecho el 1o de julio del año
1717 (copiado por su alumno Antonio Catalá, “licenciado en órgano”,
que era su propietario; procede del monasterio ilerdense de Bellpuig
de las Avellanas [Biblioteca Nacional de España, Mss. 812]).44 Allí
estuvo hasta el 5 de abril de 1715 –según consta en notas recogidas
en los archivos de Barcelona (Anglès i Pàmies y Pena Costa, 1954:
807-808)–,45 fecha en la que tomó posesión ya de un nuevo cargo
como organista, esta vez en la iglesia parroquial de los Santos Justo y
Pastor, también de Barcelona, donde obtuvo la perpetua el 12 de julio
de 1715 para poderse ordenar, lo que efectivamente iba a verificar en
1717 (Llorens Cisteró, 1962: 125-140; cita concreta en 127; y 1967).
En aquel tiempo, y para desempeñar su actividad cotidiana, José Elías
se habría tenido que enfrentar seguramente a un instrumento en muy
mal estado, debido a los daños que le había causado un proyectil que
había entrado en la iglesia durante el sitio de Barcelona de 17131714, lo que, aunque se desconoce la composición del órgano anterior
y aun la posterior, vendría a minimizar en 1714, y de nuevo en 1721 –
sin duda bajo la supervisión de Elías– el maestro organero José Boscá
Seringena (muerto en 1733) (Llorens Cisteró, 1971: 15).
El caso es que, regentando Elías el banquillo de aquella iglesia
del centro urbano barcelonés, el licenciado en música de órgano,
Esteban Maronda –quien se declaraba entonces “uno de los menores
discípulos del grande maestro Joseph Elías–, copió obras de Cabanilles
44
Consta de 176 folios apaisados, en los que se incluye una colección de versos por todos los
tonos para salmodias y misas, además de tientos, tocatas y pasacalles. Sobre el verso, puede
verse Speer, 1958, y sobre el tiento, puede verse López-Calo, 1987.
45
El dato consta por el Llibre de Determinacions pressas per la venerable Comunitat de Sant Just i
Sant Pastor de Barcelona, del año 1715. Y cfr. también: Llibre de notas de 1685 a 1774 y Llibre
de l’Obra 5, de idéntica iglesia parroquial (Llorens Cisteró, 1967: 14).
180
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
en 1722 en un manuscrito, hoy en la Biblioteca de Catalunya (M.
386), lo que apuntaría a que hubiera sido Elías quien le prestara a su
alumno Maronda, para que las copiara, las obras para órgano de su
propio maestro (Anglès i Pàmies y Pena Costa, 1954).46 Pocos meses
más tarde, el 26 de junio de 1723, encontramos nuevamente a Elías
vinculado con San Pedro de las Puellas, monasterio donde consta
como juez examinador de unas nuevas oposiciones allí convocadas
para cubrir el puesto de organista vacante. Respecto al órgano de
la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Barcelona, apenas se sabe
que lo había construido Francisco Bordons (fl.1602-1650) en 1632,
y que lo reformaron fray José Raduí o Redoá (c. 1612-c. 1670),47 en
1659 y Francisco Galtayres (fl.1633-1678) en 1672. En definitiva,
Elías habría permanecido como organista de la iglesia de los Santos
Justo y Pastor durante unos diez años, hasta el 18 de junio de 1725
(con lo que sería razonable sugerir que sus obras anteriores se
hubieran escrito pensando en un órgano de dos teclados),48 en que
46
Este manuscrito incluye, junto a las composiciones de Elías, otras obras de J. Cabanilles, S.
Aguilera de Heredia, F. Vilar, Freixanet y A. Soler.
47
Sobre este autor, que llegara a ser abad del cisterciense Real Monasterio de Santa María
de Poblet, véase Ezquerro Esteban, en prensa.
48
Así por ejemplo, Ignacio Echevarrieta (2015), cuando trata de las obras de Elías conservadas en la localidad catalana de Santa Pau, dice que tales “obras parecen haber sido
pensadas y escritas para el órgano barroco español dentro de la escuela levantina que
agrupa a las tierras de la antigua Corona de Aragón. Si los órganos castellanos tienen,
generalmente, un teclado con todos los registros partidos y los que tienen un segundo
teclado lo tienen de ecos y, por tanto, con una sonoridad más tenue, lo que impide o
cuando menos dificulta mucho tocar con una mano en cada teclado, los órganos de
Cataluña, Baleares, Valencia y buena parte de Aragón suelen tener un segundo teclado
que acciona la cadereta, que es una caja de órgano situada por detrás del organista y que
tiene una sonoridad comparable a la del órgano mayor y permite tocar a dos teclados.
Además, estos órganos acostumbran a tener partidos sólo los registros de lengüetería
de batalla y los nazardos, pero no los de la familia de los principales. Esto los diferencia
de los órganos andaluces, que también es frecuente que tengan cadereta, pero tienen
181
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
pasó ya como organista principal a la Real Capilla y monasterio
de las Señoras Descalzas de Madrid, siendo consecuentemente
nombrado capellán de Su Majestad, con doscientos ducados de
renta anual y el usufructo de la vivienda que había quedado libre
al morir José Soriano, segundo bajón ministril de aquella capilla
(Llorens Cisteró, 1962: 128; Subirá Puig, 1957: 152).49
En las Descalzas, Elías iba a desarrollar su actividad en plenitud,
a partir tal vez de un órgano del Quinientos (en el que habría tocado
Tomás Luis de Victoria cuando ejerciera como antecesor suyo
organista en aquel mismo monasterio), aunque más probablemente
lo hiciera ya a partir del nuevo instrumento que había construido
en 1675 el organero navarro Juan de Andueza (c. 1647-1686).50 En
1734, Elías manifestaba, al parecer por segunda vez, su elogiosa
opinión a propósito de la obra teórica del franciscano fray Antonio
Martín y Coll, Breve suma de todas las reglas de canto llano y su
explicación, de la que dijo en su “Censura” preliminar que “aquí todo
es alma y nada cuerpo” (Martín y Coll, 1734: s. n.).51 Entre el 2 de
todos los registros de ambos teclados partidos”. Sobre la literatura musical conservada
en el área de Santa Pau, cfr. Civil i Castellví, 1977.
49
Anglès y Pena decían que los nuevos cargos de Elías como organista del convento de las
Descalzas Reales de Madrid y capellán del rey se registraban en la cubierta de una recopilación de obras suyas manuscritas, del año 1749, que estaba preparada para la imprenta
–aunque no llegara a editarse– (Obras de órgano entre el antiguo y moderno estilo [Biblioteca
de Catalunya, M. 709]), y se lamentaban de que no hubieran podido localizar más datos
sobre la presencia de Elías en la corte (1954).
50
Años más tarde, en 1790, José Liborna Echevarría iba a construir otro órgano, que
resultaría destruido en el incendio de la iglesia del año 1862 (López Pérez, 1999: 232);
véase también Capdepón Verdú, 1999.
51
En esta Censura del Señor Don Joseph Elías, capellán y organista principal de la Real Capilla de
las Señoras Descalzas Reales de esta Corte, firmada por el organista catalán en Madrid, el 8
de noviembre de 1734, Elías declara respecto a Martín y Coll “la amistad que profesamos,
es ley inviolable” y dice seguir luego “las leyes del más perfecto cariño”, “indisoluble el
182
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
mayo de 1739 y el 2 de abril de 1741, consta un “Joseph Elías” como
organista en el monasterio jerónimo de El Parral (Segovia), aunque
no se cuenta con certezas de que pudiera ser la misma persona
(Howell y Jambou, 2001: 139).
De su período en Madrid se conocen apenas dos documentos
más, en los que Elías aparece como testigo de dos testamentos de
capellanes de las Descalzas Reales: uno, de Simón Sanz, otorgado
el 22 de marzo de 1745, y el segundo, de José Morales, otorgado el
14 de julio de 1751 (Llorens Cisteró, 1971: 11). A partir de 1751
se le pierde el rastro. Llorens cree que en 1761, cuando se publica
el tratado Llave de la Modulación del padre Antonio Soler (17291783), Elías ya habría fallecido, puesto que no aparece entre los
muchos músicos entonces consultados, y cuando Soler escribe su
Satisfacción a los Reparos precisos hechos por D. Antonio Roel del Rio
a la Llave de la modulación, reafirma su propia armonía a partir de
las obras de Elías que él había estudiado durante su estancia en la
escolanía de Montserrat, aunque ya no pide su defensa (Anglès i
Pàmies, 1933; Llorens Cisteró, 1971: 12 y 1985).
La producción musical de Elías se ha conservado fundamentalmente en colecciones manuscritas. La primera de ellas, titulada
Obras de órgano entre el antiguo y moderno estilo (1743), es precisamente la que nos da, en su prólogo, buena parte de las claves de su
música, de la obra que hoy presento editada en partitura, y de su
concepción de la disonancia y la licencia armónica:
afecto”, etcétera, para culminar manifestando su cercanía con el organista compatriota
autor del tratado y profeso de san Francisco: “me contemplo tan hermano suyo que tengo
sobrado título para mirar y atender a este libro tan propio, como suyo; y tan suyo como
mío”. “La Obra es la misma [dice Elías], que años pasados dio a la luz [Martín y Coll],
aunque con mas extensión entonces” (Subirá Puig, 1953: 582).
183
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Figura 8. Soler Ramos, 1765.
Nota. Se advierte a los principiantes que en estas cláusulas se hallarán
algunas ligaduras o falsas opuestas a las primitivas reglas que
pusieron los antiguos. Pero habiéndose introducido tantas posturas,
modulaciones y modos de cantar y tocar, que hoy están también
admitidas y aceptadas de todos los profesores, tan sonoras y armónicas
para dar el mayor gusto al oído, no he reparado en excusarlas en estas
cláusulas por ser amante de la mayor armonía, a que se reduce todo el
blanco de la música: mas será bueno que el principiante no las aplique
luego en sus obras, pues, es menester mucha experiencia y haber
escrito mucho para manejarlas con la delicadeza y acierto que lo hará
184
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
un inteligente y acreditado maestro. […] Si para este fin quisieran
valerse de estas cláusulas que ha podido discurrir mi ignorancia,
hallarán en ellas […] y si no gustasen de ellas pueden valerse
de otros autores, que yo me contento con que sean del agrado de
Dios, a cuya honra las he escrito y lo ofrezco todo (Biblioteca de
Catalunya, M. 709).52
Como puede apreciarse, la moderna idea de modulación y
de “tocar suelto”, entonces todavía novedosa para el ámbito
eclesiástico hispano, se conjugaba en Elías con la noción austera
e intencionada –concisa, sencilla, religiosa–, de no revestir la
composición –como viéramos que sucedía con el atuendo de los
monarcas hispanos– con galas y adornos innecesarios, antítesis
todavía de lo que pronto sería el abigarrado estilo rococó y el
excesivo estilo galante. Así, Elías, que se sabe antiguo y moderno
a un tiempo –en un período de transición entre el tradicional
repertorio de tecla español de las dos centurias previas y las
entonces nuevas formas musicales instrumentales, emergentes
52
Un volumen manuscrito en papel de 52 fols. y 42 x 26,8 cm. intitulado Obras de órgano
entre el antiguo y moderno estilo. Cláusulas sonoras que expresan la más dulce y suave armonía.
Contienen doce piezas, las seis primeras patéticas, sin más intentos que tocarlas de paso, para
cuando se alza a su Divina Majestad; y las otras seis más vivas con asuntos determinados, sobre
los cánticos de Nuestra Señora para los ofertorios. Unas y otras desnudas de toda glosa y ornato
correspondiente y vestidas solamente de lo substancial, así por lo conciso de ellas como por haberse
escrito únicamente a fin de que los profesores principiantes de esta Facultad tengan luz y guía para
aprender a tocar suelto y seguir un paso por los términos conducentes del tono con la más perfecta
y natural modulación. Compuestas por Don Joseph Elías, capellán de Su Majestad y organista
principal de la Real Capilla de las Señoras Descalzas en el año de 1749 (Pedrell i Sabaté, 1897:
517). A pesar de que Elías dice que compuso estas obras en 1743, como señalaba Pedrell,
estas se transmitieron –de manera semejante al Rasgo cromático que hoy edito– en fecha
varios años posterior, copiadas por Miguel Borrell en 1778. Cfr. también Llorens Cisteró,
1962: 131.
185
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
en toda Europa–, se abre ya hacia la nueva tonalidad mayormenor, y juega, por medio del recurso todavía en cierto modo
rudimentario del cromatismo, con el nuevo paisaje sonoro que se
abría hacia la enharmonía y la modulación, paisaje que preparaba
la inmediata llegada del padre Antonio Soler y su Llave de la
modulación, de 1762, que venía a plasmar una nueva concepción
de la composición musical.
La talla profesional de Elías fue ampliamente reconocida por
sus contemporáneos: en sus dictámenes a las citadas doce Obras
de órgano entre el antiguo y moderno estilo (Biblioteca de Catalunya,
M. 709), tres de los mejores organistas del momento en España
le elogiaron sin reservas. Y así, el aragonés José de Nebra (17021768), “organista de Su Majestad”, que dice haber examinado
sus obras “con toda la reflexión que cabe”, llama a Elías “padre
y patriarca de los buenos organistas” y no escatima alabanzas y
muestras de afecto hacia quien declara en varias ocasiones ser su
amigo. Por su parte, el navarro Sebastián Albero (1722-1756), “organista de la capilla de Su Majestad”, quien señala “haber sido un
corto tiempo participante de su escuela” –es decir, alumno suyo–,
además de “su más amante y fiel amigo”, califica a Elías como
“oráculo de la profesión”, afirmando que había sido capaz de “unir
el gusto con el fundamento, de cuya idea tengo por cierto es vuesa
merced el inventor”, mientras dedica calificativos a sus obras tales como “excelentes” o “útiles”, y dice que “en ellas se encuentra
lo gustoso, lo extraño, lo metódico y lo armónico y fundamental
con la modulación más arreglada”. Finalmente, el vasco Joaquín
[Martínez de] Oxinaga (1719-1789), tercer “organista de Su
Majestad”, se declaraba “su más apasionado servidor y amigo” y
186
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
le consideraba “columna fuerte de esta Facultad” (Pedrell i Sabaté,
1968 [1908]: iii).53
Según Anglès y Pena, Elías “debió de ser muy conocido y amigo
de Domenico Scarlatti”, auténtico protagonista de la reforma de
la sonata para teclado durante su estancia en la corte de Madrid
(1954), aparte de que incluso el padre Soler, en su Llave de la
modulación (Soler Ramos, 1762),54 dice que cuando él tenía trece
años, siendo escolano de Montserrat, estudió veinticuatro obras
de órgano de Elías (por todos los tonos mayores y menores), y le
llama “maestro”; y en su Satisfacción a los ‘Reparos Precisos’, de 1765,
le enaltece como autor pionero en la escritura por todos los tonos
mayores y menores, tonalidades remotas incluidas, en lo que debían
ser un tipo de obras “de repertorio”, más o menos de moda, en aquel
momento y escolanía –es decir, hacia 1742 o 1743–:
aunque es verdad que tengo algunos tonos escritos en los cuatro
libros de Clavicordio, en donde se hallan de todos los tonos por
todos los lados, nunca me he tenido por inventor de semejante cosa,
pues siendo yo de 13 a 14 años de edad, tengo muy presente que
53
En su dictamen, Nebra dice que en las obras de Elías que acababa de examinar “es tanto
lo que he admirado como lo que he visto” y tilda su producción musical de “utilísima”
y “primorosa en la unión de ambos estilos […], pues se unen la extrañeza con la dulzura y el fondo de la música con el gusto y la galantería”, por lo que le da las gracias,
particularmente “por las fatigas que se ha tomado para instruir a la juventud” –lo que
constituye un nuevo encomio de la faceta didáctica del organista catalán y de su labor
como pedagogo–. En cuanto a Oxinaga, ponderaba que la obra musical de Elías estaba
“escrita con la mayor solidez en los fundamentos de ella y muy metódica […] naturalmente extraña circulando por todos sus términos con el mayor enlace y dulzura armónica”, lo que venía a poner de relieve su nueva noción de la modulación y del sistema
tonal mayor-menor (Pedrell i Sabaté, 1897: 518-519 y 1905a).
54
Véase también Igoa Mateos, 2014.
187
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
aprendí 24 obras de órgano del señor maestro don Joseph Elías, que
una siquiera no se halla de las mencionadas, en los tonos de primera
tabla […] (Soler Ramos, 1765: 63-64).
Por todo ello, Elías, “que supo aprovecharse de la tradición
organística nacional y de las nuevas corrientes llegadas de Italia”,
“debe ser considerado como el último gran maestro de la escuela
clásica de la música española para órgano” (Anglès y Pena, 1954), y
testimonio del tránsito, desde la tradición hispana del tiento hacia
la nueva sonata.55 Pues, efectivamente, el conjunto de su producción
organística conduce indefectiblemente hacia el arte de Antonio
Soler, que apeló a la autoridad de Elías en su propia respuesta a las
críticas de Antonio Ventura Roel del Río.
La producción musical de Elías, manuscrita, fue atesorada con el
paso del tiempo por los especialistas. Y así, el célebre musicógrafo
del siglo xix Baltasar Saldoni, relata cómo, al año siguiente de
morir Manuel Blasco de Nebra (1750-1784), la Gaceta de Madrid
(del viernes 30 de diciembre de 1785, 860) insertaba un anuncio
publicado por su familia, en el que se daba cuenta de las obras de
música que habían quedado en su poder, de las cuales se ponían
copias a la venta, y a disposición de los interesados, en su casa de
55
Kastner analiza todo esto y edita algunos interesantes ejemplos (1941: 257; 1954: 24-27).
Sobre aquel período “bisagra”, que enlazaba la vieja tradición teclística hispana con la llegada de la nueva literatura europea, pueden verse Muset, 1948; Segarra i Malla y Estrada
i Gamissans, 1970; Segarra i Malla, 1978 (a propósito, por ejemplo, del organista de Montserrat, Miguel López [1669-1723]); Klotz, 1986: 267; Pedrero-Encabo, 1996, 1998 y 1997
(a propósito del compositor valenciano Vicente Rodríguez Monllor [1690-1760]); Beckmann, 1999: 376; Cortada i Noguero, 1998: 160, 177, 181, 189, 191-192, 194, 389, 408,
447,482, 487, 490 (a propósito del monje de Montserrat, Anselmo Viola (1738-1798]);
Codina i Giol, 1984, 1987 y 1992 (a propósito de Narciso Casanovas [1747-1799]).
188
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
Sevilla, calle de Encisos. Entre aquellas obras, y junto a distintas
composiciones de autores foráneos como Alberti, D’Andrieu,
Händel, Haydn, Martini, Rameau, Roseingrave, Scarlatti, Stamitz,
Toeschi o Zipoli, entre un largo etcétera, se ofertaban también
piezas de compositores españoles como Ferrer, los Nebra (José,
Francisco Javier y Joaquín), Sesé, Soler, etcétera, además de veinte
obras de Elías (Saldoni, 1881: 191-193). Por su parte, Mariano
Soriano-Fuertes decía que la producción de Elías alcanzaba las 74
composiciones musicales;56 y también Felipe Pedrell decía haber
visto muchas (1897). En la actualidad, incluyendo los versos cortos
que se agrupan en colección, se contabilizan más de 500 obras suyas,
en su inmensa mayoría para tecla, más seis duetos vocales que se
conservan en Bolonia, anotados en un cuaderno de 27 folios (Duetti
a voce sola di Soprano e basso de Giuseppe Elia [Museo Internazionale
e Biblioteca della Musica, Bologna, EE. 185]).57 Hoy, su obra
conservada se distribuye entre Cataluña (la Biblioteca de Catalunya
y la biblioteca del Orfeó Català, ambas en Barcelona, y la abadía de
Montserrat), la catedral de Astorga (León), la catedral de Santiago
de Compostela y la Biblioteca Nacional de España en Madrid.58 En
56
“Don José de Elías, organista del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, contemporáneo de Torres, fue gran compositor y tal vez el primer organista de su época [...].
Elías dejó setenta y cuatro composiciones orgánicas, según Pérez, sin contar otras muchas
que escribió para voces e instrumentos” (1856: 146).
57
Contiene los siguientes duetos: 1.- Con disprezzi e con rigori - en la m... fol. 1v; 2.- Delle mie
pene sentono affanno - en fa m... fol. 5r; 3.- Lontananza crudele tu mi tormenti - en do m... fol. 8v;
4.- Care fiamme soavi che il seno - en sol m... fol. 14r; 5.- Ho vinto, amor, da’ lacci tuoi son sciolto
- en sol m... fol. 18v; 6.- Da noi dipende il gioire - en mi b m... fol.23 (Gaspari, 1893: 270).
58
Biblioteca de Catalunya: 450 (que incluye 10 piezas y 2 tientos), 751/19 (una pieza), M.
905, M. 922/3 M. 932/5, M. 1468 (20-32: Obra cromática 1º tono a 4 de 358 compases; este
último manuscrito incluye 4 tientos, 3 piezas y 1 obra cromática: Intento cromático de Elías,
partitura procedente de esta fuente, editada íntegramente en Pedrell i Sabaté, 1908-1909:
189
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
cuanto a la recuperación histórica de su obra para tecla,59 el primero
en reivindicarla fue Hilarión Eslava, que ya en 1853 declaraba
lo siguiente a propósito de las obras de Elías que él había visto
manuscritas en Madrid:
Brillaron también en esta época don Josef Torres y don Josef
Elías. […] Don Josef Elías, […] compuso un gran número de
obras para órgano, que se hallan manuscritas, por las cuales se
ve que en su tiempo, y tal vez por la influencias de su distinguido
talento, se efectuó una gran mejora en las obras de este género.
Hasta esta época nuestros organistas no se atrevían a separarse
un ápice de las estrictas reglas de Contrapunto que se habían establecido por todos los autores españoles que habían escrito sobre
esta materia, desde Martínez Viscargui en 1511 hasta Lorente
en 1672: pero en las obras de Elías se hace un uso frecuente de
97 y ss); Biblioteca de Montserrat: AM M. 23 (con 5 pasos), AM M. 482. AM M. 713, AM
M. 1066, AM M. 1073 (con 2 tientos), AM M. 1118 (1 pieza), AM M. 1120 (3 tientos), AM
M. 1122, AM M. 1123 (4 tientos), AM M. 1205 (1 entrada y 1 juego de contras), AM M.
1421 (Bossa 90) (1 tiento), AM M. 1637, AM M. 2379, AM M. 2385, AM M. 2389, AM
M. 2486, AM M. 2999 (Johnsson, 1984: 39, 41, 43, 46, 52, 56, 68, 69, 71, 73, 80, 81, 82, 85,
89, 92, 93, 107); Centre de Documentació de l’Orfeó Català: cat cEdoc 1.5.1 0056.1-0056.6
(un cuaderno misceláneo, “Codern Obras de orga” con obras de Francisco Mariner, José
Vilar, Gregorio Codina y dos obras de primer tono de José Elías), Ms. 12 (con 27 versos
por todos los tonos); Archivo de la catedral de Astorga: Ms. 1 (un tiento; Álvarez Pérez,
1970); Archivo de la catedral de Santiago de Compostela: AM-LE 32 (Libro de órgano 3º,
monográfico con obras de José Elías); Biblioteca Nacional de España: Mss. 812, Mss. 5285,
Mss. 3170 (Paso de órgano sobre este intento cromático de Elyas, fols. 36v-42; pueden verse Anglès i Pàmies, ed., 1927, Vol. 1: x-xiii, xxxVii, xli, lii, liii, liV, lVi [nueva ed. 1983] y Vol. 3:
V [nueva ed. 1983]; Anglès i Pàmies y Subirá Puig, 1946, vol. i: 312-315; Llorens Cisteró,
1962: 131-134; Álvarez Pérez, 1970: 99; Pedrero-Encabo, 2000: 243-250 y 2008: 12-13).
59
A lo largo de más de una centuria, han aparecido numerosos trabajos, y muy variados en
su concepción, sobre la faceta más puramente organística de la obra de Elías. Entre otros
muchos, pueden verse los siguientes: Pedrell i Sabaté, 1905b: 116; Nelson, 1986 y 1995;
Althouse, 1998.
190
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
los acordes disonantes sin preparación y también de los acordes
diminutos y aumentados o alterados. Se nota igualmente un gran
adelanto en las melodías, y se ve que casi insensiblemente se iba
desarrollando poco a poco el género que hoy llamamos libre, y
entonces decían tocar suelto, para distinguirlo del género fugado o
de paso, que hasta entonces había dominado casi exclusivamente.
Sin embargo, hay en las obras de este autor una gran sobriedad
en el uso del género libre, y solo le da lugar en algunos preludios
y versos en aire movido, y en las piezas de alzar en aire lento.
Estas últimas tienen un carácter grave y muy adecuado al objeto,
y están armonizadas a cuatro […] Don Josef Nebra […] hizo
de él grandes elogios, […] concluye diciendo entre otras cosas,
que el mérito de aquel se remontaba sobre sus conocimientos (Eslava
Elizondo, 1853: 10; Pedrell i Sabaté, 1897: 517).
Elías compuso en las formas organísticas españolas
tradicionales, como el tiento (siguiendo el patrón clásico de la
época), lo que da testimonio de su formación en la escuela de
Cabanilles, mostrando una nomenclatura de lo más variada:
piezas (sus composiciones de mayor extensión), entradas, obras,
juegos (estas cuatro primeras denominaciones, formas musicales
equivalentes a la tocata y la fantasía), pasos, tientos, intentos, tocatas,
versos, juegos de contras, pange linguas, falsas, rasgos y pasacalles.60
Entre este tipo de composiciones, pueden distinguirse las más
60
Algunas denominaciones de este tipo de formas organísticas, tales como Pieza para cuando
se alza su divina majestad, ofertorio o entrada, indican el momento de su ejecución. Por su
parte, “en Elías, paso es una composición de estilo fugado con sólo un sujeto en el que se
expone el tema con entrada sucesiva de las voces. El tema se repite entre fragmentos episódicos intercalados” (Llorens Cisteró, 1967: 14).
191
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
extensas (pieza, obra, tiento, intento, paso, tocata…) frente a los
juegos de versos cortos –generalmente construidos en torno a
una arquitectura imitativa o fugada– para su uso en alternatim
con el canto llano o la polifonía durante los oficios (la misa, o
los salmos). Estilísticamente, su escritura se mantiene fiel al
estilo barroco español –es decir, a la tradición polifónica del
órgano español–, aunque con evidentes influencias italianas,
unos pocos detalles del estilo rococó, un material temático
que suele ser profundo e imaginativo y un lenguaje en ciertos
momentos más cercano al clavicémbalo que al propio órgano
(Honegger y Marco, 1988: 321; Howell y Jambou, 2001: 138139; Bruach, 2001: 248-249).
Elías parte del estilo antiguo, al que aporta algunos
procedimientos nuevos, como en sus obras en estilo imitativo,
en general virtuosísticas. Pero “el misticismo típico de la
escuela organística española se presenta en ellas muy diluido
y va desapareciendo casi por completo, para dar entrada al
cromatismo” (Anglès y Pena, 1954: 807-808).61 Así, introduce
melodías refinadas y trabajadas contrapuntísticamente en
sus fugas (“simples, ingeniosas, vigorosas e interesantes”),
y algunos elementos propios de la tocata (en sus versos e
intentos),62 conducentes a lo que pronto sería música de
concierto. Enlaza también las melodías –de manera muy
meritoria– mediante el contrapunto, llegando a desarrollar
61
Véase también Martín Moreno, 1985: 62, 76, 174, 446-447.
62
“Le su fughe sono semplici, ingegnose, vigorose ed interessanti, generalmente a 3 voci, a
volte a 2 voci”. “Nei suoi versetti ed intentos si infiltrano elementi della toccata” (Bourligueux, 1985: 643-644).
192
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
grandes frases y logrando algunos efectos armónicos
chispeantes, potentes y sonoros. Elías trabaja un contrapunto
florido de manera peculiar –especialmente fluido, sobre todo en
el bajo–, e incluso echa mano alguna vez del contrapunto doble
a la duodécima. Como características estilísticas, Elías utiliza
esquemas tonales claros y se muestra desde el punto de vista
armónico como un compositor abiertamente progresista, de
espíritu independiente y decididamente moderno, haciendo un
despliegue variado de acordes en su escritura: acordes disonantes
sin preparación, disminuidos, aumentados y alterados. Utiliza
suspensiones disonantes en los retardos (falsas) y, en busca de
colorido, llega a abusar de texturas basadas en progresiones
armónicas (acórdicas, y a menudo, cromáticas). Emplea
frecuentemente las 7as de dominante en posición fundamental
y en algunas inversiones la 7ª disminuida y los efectos de la
6ª napolitana sobre la dominante; y por vez primera, hace uso
del doble sostenido. Contrapone una figuración notacional
virtuosística con las armonías más sostenidas y estables, y
gusta de imitaciones fugadas cercanas o cerradas. Además,
insiste en el empleo de determinadas repeticiones rítmicas y
de series de formas arpegiadas que surgen a partir de acordes.
Por lo demás, la escritura de sus armonizaciones a cuatro
partes siempre resulta “correcta y llena de adivinaciones”
(Pedrell i Sabaté, 1897: 517), con obras a tres voces que
explotan el elemento contrapuntístico, frente a las obras a dos
voces, en estilo galante (“tocatas y sonatas, cuya composición
consiste en dos voces solas, que más son un juguete que adula
el oído, que Música majestuosa” [Pavia i Simó, 2002: 229v]),
193
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
que prefiguran nuevas formas de la música de tecla como la
sonata. De hecho, el estudio de las obras para tecla de Elías
permite ampliar el conocimiento sobre el tránsito, en el
ámbito hispánico, desde las formas organísticas tradicionales
(Anglès llama a José Elías “el último [organista] de la escuela
clásica de la música española para órgano”, particularmente
por sus tientos), hasta la sonata y sus composiciones de
estilo más avanzado. En contrapartida, sus obras de mayor
extensión, sobre todo las más tardías –que se organizan
internamente en diferentes secciones– y suelen desplegar
distintos vocabularios o estilos en una suerte de arreglo
en torno al “preludio y fuga”, muestran ciertos aspectos
endebles, como algunas repeticiones superfluas y pocas
variaciones del material, un vuelo especialmente prolongado
y cierto abuso de las progresiones, aunque, en su descargo,
hay que decir que es posible que esta música se ornamentara
y variara profusamente en la práctica (Howell y Jambou,
2001: 138-139).63
eLíAs y LA técnIcA deL cRoMAtIsMo
En el contexto colorista hasta aquí analizado de disonancias y
licencias, el empleo del cromatismo por parte de los maestros
más autorizados era una salida hasta cierto punto natural para
la escritura organística de la época en ámbito hispánico. Elías,
que hace uso de los procedimientos imitativos del paso y la fuga,
63
“It is probable, however, that the music was highly embellished and varied in performance”.
194
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
en ocasiones con varios sujetos –hasta cuatro–, desarrollará la
técnica del cromatismo en tres ámbitos: el Intento cromático
(Albert Torrellas, 1947: 438),64 la Obra cromática y los Tientos
de falsas. Y en la plasmación práctica de tales tipologías,
Elías tampoco escapó a la inclinación natural hispánica de
la austeridad intencionada, ya comentada. Así, por ejemplo,
el musicólogo anglo-portugués M. S. Kastner apreciaba la
reducción de recursos técnicos aplicada por el compositor
catalán al antiguo tiento, a propósito del Tiento de sexto tono de
falsas de Elías, del que decía que
se limita prácticamente a un solo motivo o diseño musical y a un
solo procedimiento en el tratamiento armónico de las falsas que
aplica sucesivamente a cada una de las cuatro voces […] el Tiento
se reduce a desempeñar apenas la función de Estudio. (Estudio en
la peor aceptación de lo mecánico). […] No obstante, […] Elías
contribuyó de modo extraordinario a la tarea de revigorizar la
polifonía en España. Además, Elías asentó a la música definitivamente
en el ámbito de la armonía dimanante del sistema de afinación
temperada que, sin cualquier embarazo, permite el uso de todas
las tonalidades mayores y menores, y de todas las combinaciones
en el campo de la enarmonía y el cromatismo. En consecuencia,
introdujo la libre aplicación de los dobles sostenidos y de los dobles
bemoles. Sin la ayuda de teóricos extranjeros y desconociendo en
absoluto los trabajos de J.-Ph. Rameau o J. S. Bach, situado “Entre
el Antiguo y Moderno Estilo” consumó el hallazgo de su propio
64
Se señala ahí que entre las obras de Elías figura “un Intento cromático, afortunado atrevimiento técnico”.
195
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
teclado y clavicordio bien temperado. La armonía del P. Antonio
Soler se apoya en las innovaciones de José Elías. Éste formó muchos
discípulos que divulgaron sus enseñanzas (Kastner, 1973-1974: 8586).65
Sin embargo, y como en tantas otras cosas, fue José Subirá el
musicólogo que posiblemente mejor supo valorar la producción de
Elías, autor que, según su parecer, revela “un eclecticismo consciente.
[...] unió Elías los dos estilos –el fugado y el suelto–, uno apegado a
la tradición, otro defendido por la novedad. Desdeñando prejuicios
doctrinales, introdujo acordes y disonancias sin preparación” (1953:
558). Y cuando comenta uno de los manuscritos con sus obras,
copiado en 1717, enfatiza el contenido de la nota que se anota en su
portada: Recedant vetera; nova sint omnia: corda, voces et opera.66
eL RASGO DE ÓRGANO sobRe un Intento cRoMátIco de eLíAs
Considerando la relativamente escasa música para órgano española
del siglo xViii que ha sido editada y estudiada adecuadamente, en
comparación con la de los dos siglos anteriores, la fuente musical que
hoy se da aquí a conocer deviene un material seguramente de interés
para su posterior análisis y difusión. De este modo, conviene señalar
previamente que la obra cromática de Elías que hoy edito aquí se ha
preservado en diversas fuentes, aunque –fuera del manuscrito de La
Seu d’Urgell que hoy se da a conocer– a menudo se difundió a partir
65
Sobre la evolución formal en la literatura para tecla del setecientos hispano, puede verse
también López-Calo, 2000.
66
“Desechemos lo viejo; sean nuevas todas las cosas: cuerdas, voces y obras”.
196
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
de copias anotadas en cuatro pautas, de la manera tradicional, una
para cada una de las voces (Tiple en clave de do en primera línea,
Contralto en clave de do en tercera, Tenor en do en cuarta y Bajo
en clave de fa en cuarta línea): 1.- En la biblioteca del Orfeó Català
barcelonés (M. 127.3), ahí titulada Rasgo de organo sobre este Intento
Cromatico de Dn. Jph. Elias de 1r thono. 2.- En la también barcelonesa
Biblioteca de Catalunya, integrada en un manuscrito en colección
que recoge asimismo otros cuatro tientos y tres piezas (M. 1468: 2032 [Allegro]). Ahí, la composición de nuestro interés se titula Obra
cromática 1o tono del Rdo. Joseph Elias, y consta de 358 compases.
Y 3.- en la Biblioteca Nacional de España en Madrid, igualmente,
dentro de una colección manuscrita (Mss. 3170: fols. 36v-42; Paso
de órgano sobre este intento cromát[i]co de Elyas), aunque aquí anotada
a dos pautas.67 En dichas tres versiones, la misma composición se
adscribe claramente a la autoría de José Elías, con lo que parece
evidente que esta debe considerarse sin reservas.
No obstante, y como se puede comprobar, la copia procedente de
La Seu d’Urgell (que sería la cuarta versión de la misma composición)
no deja muy claro si esto ha de ser así, pues, de la lectura de su
cubierta podría entenderse que el autor del Rasgo de órgano fuera
“Agusto”, a partir de un Intento cromático, este sí, de Elías, en cuyo
caso habría que considerar esta composición como un trabajo
paródico o, más bien, de glosa, a partir de un tema dado, conocido,
de Elías, y elaborado acaso por el tal “Agusto” –al que no nos ha
sido posible identificar–, tal vez un organista o estudiante avanzado
67
Comienza la copia de esta versión con el “Intento cromático” propiamente dicho, al que
sigue el “Paso”, en movimiento “Uibo”, el cual incorpora más adelante un breve pasaje
“Largo”, para recuperar pronto un nuevo pasaje en aire “Vibo”.
197
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
de dicho instrumento (como podría colegirse del mismo título del
manuscrito, que se autodescribe como Magnus Codex Operis Organi o
gran códice de obras de órgano).
En cualquier caso, hay que reconocer que, a la luz de las otras
tres versiones de la misma composición, esta última hipótesis
pudiera parecer descabellada…; pero entiendo que no por ello
conviene señalar menos esta posibilidad, pues arroja preguntas
interesantes en torno a la práctica organística de la época, y a la
circulación –y en su caso, reelaboración o incluso apropiación– de
materiales músicos. Así, el hecho de que la fuente urgelense anote
dos fechas, 1750 y 1771, apunta a una recepción del material
original –supuestamente salido del convento de las Descalzas
Reales de Madrid, donde trabajaba Elías– en la localidad catalana
de La Seu d’Urgell, ciertamente tardía, pues se habría compilado
21 años después de su composición original –suponiendo que
esta se efectuara efectivamente en 1750–, para su uso –estudio
y práctica– por un entonces joven licenciado en órgano Bruno
Pagueras, que en 1771 apenas tendría 18 años. Y esto enlazaría con
las prácticas para el aprendizaje y estudio de la facultad orgánica,
y de su escritura y composición especializada por parte de los
estudiantes avanzados de órgano,68 remitiéndonos a los circuitos de
intercambio de materiales musicales (Ezquerro Esteban, González
Marín y González Valle, 2008).
Lógicamente, la reconstrucción actual para su lectura en
partitura para órgano, de la manera habitual, en dos pautas
68
Sobre estos temas, puede verse en la tesis doctoral de Gustavo Delgado Parra (2007); esta
tesis, dirigida por mí, fue posteriormente galardonada con Premio Extraordinario de Doctorado y publicada en 2011; véase también Delgado Parra 2008 y Delgado Parra, ed., 2010.
198
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
(mano derecha en clave de sol e izquierda en fa en cuarta), en el
caso de las versiones originalmente anotadas a cuatro pautas, no
plantea problema alguno de transcripción, más allá del respeto,
o no, del direccionamiento de las plicas, con vistas a hacer más
clara la conducción de las voces (un asunto aquí complejo, debido
a los frecuentes cruces de voces y posiciones en general cerradas
de ambas manos). Sin embargo, en la fuente que hoy se presenta,
originalmente anotada en dos pautas y con presencia frecuente de
las claves de do, esto ha resultado mucho más complicado, debido
a la desaparición en ocasiones de alguna de las cuatro voces, lo
que ha obligado a tener que resolver los direccionamientos de
voces y su ubicación en una u otra pauta de manera especialmente
imaginativa para tratar de respetar el original, y ser al mismo tiempo
consecuentes con la comodidad de lectura para los intérpretes
actuales e inteligibilidad de las voces correspondientes. Por esta
razón, intencionadamente, este trabajo ha querido hacerse sin
cotejar la fuente urgelense con las restantes, con vistas a analizar,
de este modo, cómo habría podido salvar el organista, en la práctica
y sin contar con otras copias, determinados escollos que la fuente
transmite (si, por ejemplo, en un cruce de voces, interesaba pasar
una determinada voz a la otra pauta, o mantenerla en la misma
pauta aunque cambiando de clave, etcétera), lo que ha resultado un
ejercicio altamente positivo para darse cuenta de los problemas a
los que debía enfrentarse un organista medio de ámbito hispano de
aquella época, cuando tenía que leer directamente de manuscritos
de este tipo.
Por otra parte, no se ha localizado ninguna otra obra con el
título de “rasgo” en el resto de la obra de Elías, lo que justifica
199
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
plenamente y convierte el estudio y publicación de esta versión
concreta (Arxiu Capitular i Diocesà d’Urgell, UI. 1657.1) en algo
todavía más interesante, a lo que todavía se podrían añadir, como
objeto de interés, las pequeñas diferencias detectables respecto a A)
las otras tres versiones conservadas (Centre de Documentació de
l’Orfeó Català: M. 127.3; Biblioteca de Catalunya, M. 1468, 20-32; y
Biblioteca Nacional de España, Mss. 3170, fols. 36v-42) y respecto
a B) la edición que realizara Felipe Pedrell, a partir de un ejemplar
que no se especifica en su publicación (posiblemente, Biblioteca de
Catalunya o Biblioteca Nacional de España) (1968 [1908]: 78-97).69
Formalmente, la composición en liza se dispone en dos
movimientos o secciones, a manera de Preludio y Fuga, ejerciendo
como preludio o forma preliminar breve e introductoria –
monotemática, unitaria, completa y con valor de sección
fundamental– el “Intento cromático” propiamente dicho, en un
total de 27 compases, y como fuga –constitutiva del conjunto
principal de la obra–, el extenso “Paso” (que se anota en otras fuentes
no-urgelenses en un movimiento o aire “Vivo”), el cual se extiende a
lo largo de 665 compases.
La versión musical de La Seu d’Urgell, que espero sea de interés y
utilidad para los organistas y estudiosos actuales, trata de reivindicar
un compositor todavía hoy no suficientemente conocido,70 a pesar de
la relevancia y reconocimiento profesional que, como se ha visto, tuvo
dentro de la disciplina en su propio tiempo. En este sentido, espero
que pueda servir para tratar de entender, tal vez un poco mejor, cuáles
69
Esta edición de 1908 fue impresa por Ildefonso Alier, con número de plancha “I. A. 1000”.
70
“Ai nostri giorni è troppo poco conosciuto” (Bourligueux, 1985: 643-644).
200
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
pudieron haber sido las inquietudes artísticas, socio-culturales, y aun
espirituales,71 de unos músicos del pasado –nuestros antecesores en
el estudio de las posibilidades técnicas y sonoras de los instrumentos
de teclado–, que difícilmente podrían haber respondido a las
expectativas que hoy en día buscamos –e incluso que en ocasiones
esperamos– en los testimonios músicos del pasado, bien entendido
que sus circunstancias sociales y humanas fueron bien distintas a las
nuestras, y, por tanto, hasta cierto punto no extrapolables a nuestro
contexto actual (aunque, no por ello, menos útiles como testimonio
de un mundo ya pasado, del que los historiadores y amantes del
pasado tratan de aprender de cara a un mejor encaramiento –
prevenido, más y mejor preparado intelectualmente–, del futuro). Es
así cómo estos compositores del barroco tardío hispánico (coetáneos
de Bach, Händel o Scarlatti, con quienes resultaría sumamente
injusta la comparación, por su misma diferente realidad), no por
menos explícitos en el empleo de los recursos técnicos utilizados,
y menos propensos a dejar su propio nombre para la posteridad (se
ha apuntado aquí una ligera sombra de duda respecto a la propia
autoría de Elías), o menos inclinados a hacer un alarde abierto de
modernidad, plagado de alharacas virtuosísticas disonantes que
atrajeran una atención tal vez pasajera, no por ello, digo, fueron –ni
mucho menos– menos capaces, ni estuvieron peor dotados en cuanto
71
“Elías, con Oxinagas y fray Miguel López, sigue la evolución iniciada por Cabanilles. […]
Elías escribe para agradar a Dios –‘me contento con que [mis composiciones] sean del
agrado de Dios’–, pero, sensible a las nuevas corrientes [como vimos por ejemplo en el caso
de Francisco Valls], procura también ‘dar el mayor gusto al oído’, valiéndose de nuevos
procedimientos. Desde el punto de vista técnico instrumental, sus obras señalan un progreso graduado de transición que termina con el P. Soler. […] Elías brilla por la sobriedad
con que se expresa musicalmente, por la riqueza en la técnica, fluidez en la inspiración y
profundidad en el concepto” (Llorens Cisteró, 1967: 14).
201
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
a la expresión de determinados “afectos” que les acuciaban, para los
que, sus composiciones, fueron realmente eficaces, de acuerdo con
las circunstancias. E incluso, llegado el caso, como en esta obra se
patentiza, también supieron emplear las herramientas técnicas a
su alcance para explotar ideas complejas, como la importancia de
la disonancia y el empleo preciso de la “licencia” armónica, apenas
reservada a los grandes maestros e iniciados. Espero, por tanto, que
esta música, ciertamente infrecuente en nuestro amplísimo contexto
territorial, sirva para que el músico actual se dé cuenta y aprecie
todo lo que estas preocupaciones e inquietudes podían encerrar, en
unos pocos minutos de música. Es algo conceptualmente común
a toda la hispanidad, que obtuvo la reverencia o pleitesía de sus
coetáneos y que, acaso, hoy pueda volver a ser reconocido como
propio y como testimonio de un pasado sumamente elocuente, desde
su intencionada humildad, por la contemporaneidad.
202
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
RASGO DE ÓRGANO, sobre este
INTENTO CROMÁTICO [de José] Elías,
por AUGUSTO (1750)
Cuaderno de Bruno Pagueras, licenciado en órgano y composición. Año 1771
E-SUe, UI. 1657.1
I. INTENTO CROMÁTICO [de José] ELÍAS
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ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
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ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
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ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
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ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
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ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
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* Este pasaje (cc. 311-320) podría tocarse con el Lab.
210
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ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
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211
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
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212
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
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213
ANTONIO EZQUERRO
ELOGIO DE LA DISONANCIA EN EL BARROCO HISPÁNICO, Y DEL CONCEPTO DE LICENCIA
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NÁPOLES: LA MISA EN RE MAYOR DE
TOMÁS OCHANDO Y LAS VARIANTES
NACIONALES DEL ESTILO GALANTE
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
Universidad Nacional Autónoma de México
E
l estilo galante italiano permeó la música religiosa española a lo largo del siglo xViii. Los compositores que
asimilaron este estilo, que se italianizaron, sufrieron un
desprecio –vigente casi hasta nuestros días– por no ser
lo suficientemente nacionales. Claro ejemplo de esto lo podemos
encontrar en el trabajo del musicólogo Rafael Mitjana (1869-1921),
quien dedicó gran parte de sus escritos a tratar de “erradicar de
la música española cualquier característica foránea” (Ros-Fábregas,
2002: 32) y que afirmaba que las producciones italianas e italianizadas no eran “ni Operas [sic], ni Zarzuelas, ni Oratorios, sino
verdaderos engendros monstruosos, concebidos en contra de todas
las más elementales leyes de la estética” (Mitjana, 1991: 67).
No ha sido sino hasta los estudios más recientes que esta idea ha
comenzado a decontruirse, pues se ha demostrado que la presencia
de música italiana en la Península Ibérica no significó una invasión
a la música religiosa dieciochesca ni su decadencia. Prueba de ello se
encuentra en la más reciente Historia de la Música Española, donde,
finalmente, se ha aceptado la influencia italiana sin tintes peyorativos y se la ha dejado de ver “con malos ojos” (Leza, 2014).
235
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
Tomás Ochando fue un maestro de capilla español, activo entre
1744 y 1799. Tomando en cuenta los años de florecimiento de su obra,
se puede suponer que se trata de un compositor galante a la italiana.
Sin embargo, una revisión estilística y técnica de su música permite
descubrir elementos nacionales ocultos que contribuyen a replantear
la italianización de los compositores españoles. La misa en re mayor
de Ochando, galante de principio a fin y moderna en el manejo del
estilo, pertenece a la misma genealogía estilística que las misas de
José de Nebra. A pesar de su acentuada influencia italiana, sus obras
no se inscriben dentro de la tradición napolitana, sino que pertenecen a una variante española del estilo galante.
En este escrito evidenciaré características de la misa de Ochando
que permiten establecer variantes nacionales de las misas concertadas compuestas en España desde mediados hasta finales del siglo
xViii; lo haré a través de la comparación de su misa con algunas de
José de Nebra e Ignacio Jerusalem, dos compositores contemporáneos y afines en estilo a Tomás Ochando. Las misas de Francesco
Durante, Leonardo Leo y Nicola Fago, todos ellos representantes
de la tradición napolitana, servirán también como marco referencial. A través de la comparación, pondré en relieve recursos técnicos muy particulares de Ochando que demuestran su modernidad
dentro del estilo galante.
El estilo galante de base italiana se considera común para las
misas concertadas compuestas en España e Hispanoamérica. Sin
embargo, en el ámbito del análisis musical, los elementos que se
asocian a él se han convertido en un lugar común y no permiten
evidenciar los diferentes matices, modos y particularidades que
tuvo la recepción del estilo italiano en las distintas geografías de
236
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
la Corona española. El uso de los violines, las texturas homofónicas, los pasajes solísticos y las arias da capo son los elementos
que generalmente se asocian con la tradición italiana. Empero, la
tendencia a solamente enumerar estas características sin profundizar en su contenido técnico produce una visión empobrecedora
del galante que no precisa las diversas genealogías estilísticas. Por
ello, con un análisis comparativo enfocado a la manipulación de las
convenciones del género, el contenido estilístico y técnico, así como
las diferencias estéticas, pretendo establecer en qué consiste la tan
mencionada asimilación del estilo italiano en la música española e
hispanoamericana.
Las bases de este trabajo fueron la misa en re mayor de Tomás
Ochando (Zamora-Pineda, 2016); la misa Laudate Nomen Domini, la
misa en re mayor y la misa en sol mayor de José de Nebra; la misa en
sol mayor y la misa en fa mayor de Ignacio Jerusalem; y la misa en fa
mayor In afflictionis tempore de Francesco Durante.
Como punto de partida, conviene consultar la tabla 1 elaborada
a partir de las palabras de Máximo Leza sobre las misas españolas
compuestas en el siglo xViii. Aun cuando Leza advierte que –como
es lógico suponer– “la cantidad de misas compuestas a lo largo del
siglo en los distintos centros [españoles] no permite establecer
generalizaciones” (Leza, 2014: 250), la descripción de cada movimiento se ajusta en detalle a la misa de Ochando. El carácter de
cada sección, la textura, la división del texto, la longitud de los
movimientos y el espacio para los solos vocales de las misas corresponden con la misa de Ochando.
237
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
MISA ESPAÑOLA DE MEDIADOS DEL
SIGLO XVIII DESCRITA POR LEZA
MISA EN RE MAYOR DE TOMÁS OCHANDO
Kyrie
–Tripartita.
–Christe con contrapunto imitativo
–2° Kyrie sin contraste
Kyrie
–Tripartita.
–Christe con contrapunto imitativo
–2° Kyrie sin contraste
Gloria
–Qui tollis peccata mundi, cambio de
atmósfera (lenta)
–Gratias agimus tibi, Domine Deus, Quoniam
tu solus Sanctus en solo o dúo
–Cum Sancto silábico homofónico y lento
–Amen rápido y en contrapunto imitativo
Gloria
–Qui tollis (despacio)
–Quoniam tu solus Sanctus, solo del tiple primero
del primer coro
–Cum Sancto silábico homofónico y lento
–Amen rápido y en contrapunto imitativo
Credo
–Patrem omnipotentem, (rápido)
–Et incarnatus est lento, en tonalidades
menores
–Et resurrexit brillante y rápido
Credo
–Patrem omnipotentem, Allegro
–Et incarnatus est lento, en tonalidades menores
–Crucifixus Allegro, el Et resurrexit brillante y
rápido. Está dentro del Crucifixus
–Et in spiritum, Allegro Moderato
–Et vitem venturi, Vivo
Sanctus
–Tratamiento musical poco elaborado
Sanctus
–Breve y homofónico
Agnus Dei
–Tratamiento musical poco elaborado
Agnus Dei
–Breve y contrapunto imitativo similar al del
Christe
Tabla 1. Comparación entre la misa descrita por Leza y la Misa
en re mayor de Tomás Ochando
El Kyrie de Ochando sorprende aun dentro de la tradición española. De acuerdo con la tabla de Leza, la estructura común del
movimiento es tripartita (con una forma de uso muy común, en realidad), por lo que la forma binaria de Ochando se convierte en una
singularidad del compositor. Hablaré de forma particular del Kyrie
de Ochando más adelante.
El primer paso del análisis propuesto es buscar coincidencias
generales. En las misas de los españoles –a excepción de la misa en
sol mayor de Nebra– están puestos en música todos los movimientos.
Por otro lado, Jerusalem y Durante tienden a seguir el modelo de
238
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
la llamada missa brevis (de Kyrie y Gloria, solamente), que constituye
en sí una práctica típica, aunque no exclusiva, de los napolitanos.
Existen diferencias importantes en el tratamiento de la dotación
vocal. El doble coro es común en Ochando, Nebra y Jerusalem. La
plantilla a cuatro o cinco voces aparece en una misa de Jerusalem
y predomina en las misas de Durante, en tanto que los españoles
nunca optan por esta posibilidad. Mientras que Nebra y Jerusalem
recurren a una verdadera escritura policoral, con un segundo coro
independiente, Ochando limita el segundo coro a la función de
ripieno, doblando en todo momento al primero.
La utilización de pasajes instrumentales también permite
establecer diferencias significativas. En este aspecto, el compositor
italiano otorga un mayor protagonismo a los instrumentos que
los españoles. Para establecer el argumento, realicé un conteo de
compases para la misa de Ochando y lo comparé con las tablas
realizadas por Sánchez-Kisilewska en su artículo “Claves para el
análisis del Italianismo en la Música Hispana” (2015) –mi último
recurso a falta de grabaciones y ediciones asequibles–: Jerusalem
dedica entre el 17% y el 24% de la totalidad de sus misas a pasajes
instrumentales, en tanto que Nebra mantiene un porcentaje
constante del 13%, lo mismo que Ochando.
De las seis misas comparadas, tres –la misa en re mayor de
Ochando, la misa en sol mayor de Jerusalem y la misa Laudate
Nomen Domini de Nebra– son similares en cuanto a la segmentación
del texto, la cantidad de arias o dúos y el largo de los movimientos,
por lo que permiten convalidar el argumento con mayor precisión.
Estas misas son aproximadamente de la misma longitud (861 cc.,
en promedio), la segmentación del texto es similar –a pesar de que
239
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
Jerusalem no pone en música el Agnus Dei– y la cantidad de solos y
dúos en el Gloria y el Credo es también correspondiente: no más de
cuatro ni menos de dos.
En cuanto al Kyrie, el de Ochando es por mucho el más largo,
al menos el doble de largo que el de Jerusalem y el triple que el
de Nebra (véase Tabla 2). Es congruente, entonces, que la cantidad de compases instrumentales en el primer compositor sea
mayor: 14, contra ninguno de Nebra y solo tres de Jerusalem. A
excepción de estos 14 compases, utilizados por Ochando como
introducción a la misa, en el resto del movimiento los tres compositores evitan los pasajes solísticos, componen a ocho voces y
limitan al mínimo los pasajes exclusivamente instrumentales. El
Gloria resulta de un largo aproximado en las tres misas y posee un
porcentaje similar de compases netamente instrumentales.
OCHANDO
sEcción
aGóGica
coMPás
tonalidad
dotación Vocal
nÚMEro dE coMPasEs
Total
Instrs.
%
150
14
9.3%
ReM
Doble coro
(SSAT/SATB)
24
14
58.3%
Kyrie
Kyrie eleison
Allegro/
Despacio
Christe
Presto
ReM
Doble coro
(SSAT/SATB)
68
-
-
Kyrie eleison
Presto
ReM
Doble coro
(SSAT/SATB)
58
-
-
dotación Vocal
nÚMEro dE coMPasEs
C
NEBRA
sEcción
aGóGica
coMPás
tonalidad
(Tonos
secundarios)
Kyrie
Adagio/
Allegro
C
LaM
240
Doble coro
(SSAT/SATB)
Total
Instrs.
%
47
-
-
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
JERUSALEM
sEcción
aGóGica
coMPás
tonalidad
dotación Vocal
Kyrie
Kyrie eleison
Andante
Christe
Kyrie eleison
Largo
nÚMEro dE coMPasEs
Total
Instrs.
%
66
3
5%
3
C
SolM
(ReM)
Doble coro
(SSAT/SATB)
16
C
Sol M
(ReM)
Coro
47
3/4
SolM
Doble coro
3
Tabla 2. Longitud y porcentajes en el Kyrie de Ochando, Nebra y Jerusalem
Es preciso, entonces, abordar el Credo y el Sanctus para
encontrar las diferencias. El Credo es el movimiento más elaborado
de Jerusalem y el que posee una mayor cantidad de pasajes
instrumentales. Estos pasajes sirven predominantemente a manera
de introducción entre las secciones y, en menor medida, como
alternancia con los solos vocales. Ochando, por otro lado, realiza
brevísimas introducciones instrumentales entre cada sección de no
más de tres compases y a lo largo del movimiento no existe una
sola frase verdaderamente instrumental, pues nunca dedica más
de dos compases a los instrumentos. Nebra, al igual que Ochando,
limita este tipo de pasajes, y de las siete secciones en que divide el
Credo, solo cuatro tienen compases netamente instrumentales. En
el Sanctus, el compositor italiano dedica ocho de los 40 compases
a los instrumentos, en tanto que ninguno de los españoles incluye
frases instrumentales.
241
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
Ochando, misa en re mayor.
Figura 1. Quitollis peccata en Ochando. Fragmento reconstruido por Zamora-Pineda.
Nebra, misa en re, Gloria, cc. 98-101.
Nebra, misal en sol, Qui tollis, cc. 5-7.
Figura 2. Quitollis peccata en Nebra.
Fragmento tomado de Sánchez-Kisielewska (2015).
Fuera del marco de las coincidencias generales, ahora resaltaré algunas técnicas particulares utilizadas por Ochando, además
de subrayar que la utilización de recursos y estilemas galantes en
Ochando, tal como sucede en los españoles, difiere de las técnicas
establecidas por la tradición napolitana. Estos procedimientos demuestran la personalidad musical del compositor y su asimilación
moderna del estilo.
La misa en sol mayor de Jerusalem y la misa en fa mayor In afflictionis tempore de Durante tienen un primer Kyrie breve y solemne
con algunas tonizaciones a la región de la dominante y subdominante; Durante también utiliza fugazmente el homónimo menor. En
242
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
ambas misas existe una contestación real entre las voces: en la misa
de Jerusalem, el segundo coro contesta al primero; mientras que en
la de Durante, las tres voces más graves a las dos más agudas.
Ochando, en contraste, tiene un primer Kyrie no solemne de
carácter Allegro y con una introducción instrumental de mayor
longitud. La armonía se mantiene inalterable en los grados i y V
y existe solo una mínima tonización a la dominante. A pesar de
la presencia de los dos coros, la escritura no es verdaderamente
policoral, pues el Kyrie primero se mantiene en una homofonía
rigurosa de principio a fin.
En la tradición napolitana, cada sección del Kyrie está claramente delimitada por una cadencia. El Christe suele estar compuesto a
menos voces –ya sea por la desaparición del segundo coro o por
la presencia de arias y dúos–, seguido de una reiteración del Kyrie
da capo. Ochando, en cambio, utiliza un procedimiento ajeno a los
napolitanos: el Christe y el segundo Kyrie forman un solo gran fugato continuo, sin que se perciba el cambio de sección. Solo el texto
permite saber que hemos llegado a la última parte del movimiento.
Además, el compositor mantiene el doble coro y no existe la repetición del primer Kyrie.
Respecto a la textura, el Christe de los italianos está compuesto
–como era común– en un fugato contrapuntístico propio del siglo
xViii. Jersualem reduce la plantilla vocal a un solo coro, y el tema
principal, que comienza en la voz de la soprano, está acompañado de
un contrapunto académico en la voz del alto. Al entrar la tercera voz,
el procedimiento se repite entre el alto y el tenor y, posteriormente,
entre el tenor y el bajo. Después de completarse el fugato y la
entrada de todas las voces, aparece la textura homofónica, y la
243
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
presencia de la dominante da paso a la repetición del Kyrie. Respecto
a la armonía, aparece la tonalidad menor: la menor entendida como
Vm de la dominante principal (re mayor).
El fugato de Durante tiene una entrada típica. La voz superior
presenta el tema y el resto de las voces se añaden a manera de
canon. El contrapunto es más elaborado que el de Jerusalem, pero
de la misma manera hacia el final la textura contrapuntística se
transforma en homofónica y concluye con una cadencia perfecta.
Correspondiente con el procedimiento armónico de Jerusalem,
Durante también introduce tonalidades menores: do menor
como Vm de la tonalidad principal. Cabe mencionar que, en este
repertorio, la aparición del modo menor suele resaltar al oído por la
abrumadora predominancia del modo mayor.
El Christe de Ochando es también un fugato, pero menos
complejo que el de los italianos. Con una técnica de ricercare y sin
episodios definidos, el tema principal –una especie de canto firme
migrante– se repite una y otra vez entre las ocho voces con las
voces del segundo coro, doblando las del primero en unísono u
octava, mientras que el tejido contrapuntístico se limita a añadir un
tema secundario –una especie de contrasujeto– al principal. Como
ya mencioné, esta textura no desaparece con el Kyrie segundo, y la
homofonía para clausurar el Christe de los compositores italianos no
aparece sino hasta el final del movimiento. En cuanto a la armonía,
Ochando compone todo el movimiento en mayor, sin contraste de
carácter, y solo visita los tonos principales: tónica y dominante.
Dentro de las particularidades del Gloria, el tratamiento solístico
de los españoles se diferencia de los italianos. En la misa concertada,
el Gloria es el movimiento en el que se encuentra una mayor cantidad
244
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
de solos y dúos. Esto debido a que la segmentación del texto, a
diferencia del Kyrie, no tenía una cantidad fija de secciones, dando
mayor libertad al compositor. De acuerdo con la tabla de Leza, el
Gratias agimus tibi, el Domine Deus y el Quoniam tu solus Sanctus
son las secciones dedicadas al lucimiento vocal. Nebra, Ochando,
Jersualem y Durante coinciden en dedicar al Domine Deus este
procedimiento; sin embargo, los italianos optan por el dúo y los
españoles por el solo.
En el Domine Deus, Jerusalem y Durante realizan procedimientos
totalmente distintos a los de Ochando. Aunque todos utilizan
una introducción instrumental y la misma indicación de tiempo y
afecto –andante–, los compositores italianos realizan modulaciones
“lejanas” en comparación a Ochando. Jerusalem empieza la sección
en do mayor, modula a sol mayor, toniza a su dominante (re mayor),
después toniza a la menor, modula a sol menor y regresa a do mayor
para concluir. Durante comienza la sección en sol menor, modula a
la mayor y re mayor, alterna entre estas tonalidades y la vuelta a la
principal (sol menor), toniza a sib mayor y termina en un acorde de sol
sin tercera. Mientras que Ochando compone todo el pasaje como una
Kirchenaria en sol mayor con una modulación central a la dominante.
En el Qui tollis peccata mundi, utilicé como referencia a otros
compositores representativos de la tradición napolitana (Leonardo
Leo, Francesco Durante, Nicola Fago y Domenico Sarro). Todos,
incluso Jerusalem, utilizan el modo menor para esta parte del texto.
Sus frases se caracterizan por un descenso interválico repetido y
un final en una nota más grave con respecto a la de inicio (véase
Figura 3).
245
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
Leo, misa en re mayor.
Durante, misa en do mayor.
Fago, misa en do mayor.
Figura 3. Quitollis peccata en las misas de los napolitanos, Sánchez-Kisielewska (2015).
Los españoles tienden a utilizar el modo mayor, el descenso melódico no aparece en ninguna de las tres frases y ninguna concluye
en una nota más grave que la del comienzo. En el caso de la misa en
re mayor de Ochando y la misa en sol mayor de Nebra, la frase del
tenor termina con la misma nota con la que se inició.1
La declamación del texto es más expresiva y dramática en las
misas italianas. En el Suscipe de precationem nostram de la misa de
Jerusalem el texto se repite a través de una textura imitativa con
retardos, en secuencia armónica (fa menor y sol menor) y con alternancia entre los dos coros. El recitado en el bajo y el dúo entre
soprano primero y tenor del primer coro marcan una clara filiación a la ópera italiana y lo mismo sucede con la misa de Durante.
El énfasis expresivo de la frase se logra a través de la repetición
1
En Ochando sucede lo mismo para el alto y el segundo soprano; en el caso de Nebra no
conocemos el resto de los incipits vocales.
246
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
del texto con largos melismas y el solo del soprano, que es un aria
de iglesia.
Ochando no hace ningún tipo de énfasis en el texto, no hay repetición de frases, tampoco solos ni lucimiento vocal, y la textura homofónica, característica de la misa, se mantiene. Aunque, como pocas
veces a lo largo de la misa, desaparece el segundo coro. Al igual que
Nebra, Ochando mantiene una armonía de tónica y dominante.
Es de notar que Qui tollis de Ochando está en mi mayor, siendo
esta la modulación más lejana que hace el compositor en toda la misa,
pero sin ir más allá de los grados fundamentales (véase Tabla 3).
NEBRA
414
51
12%
Doble coro
18
-
-
Soprano(s)+coro
33
-
-
Soprano(s) Doble
coro
30
5
-
14
-
-
credo
Patrem
[Allegro]
C
(ReM)
Deum de deo
Et incarnatus
Andante
3/4
Fa#m
Crucifixus
Et resurrexit
Allegro vivo
3/4
(LaM)
Soprano(s)+coro
132
21
-
Et in spiritum
Allegro
C
(ReM)
Solos TAS+coro
43
9
-
Et vitam venturi
Vivo
3/4
LaM
Coro
116
16
-
sanctus
Allegro
C
LaM
Coro
30
-
-
agnus dei
Allegro
C
LaM
Coro
30
-
-
244
23
9.4%
70
1
1.4%
OCHANDO
credo
Patrem
omnipotentem
Allegro
3/4
ReM
247
Doble coro
(SSAT/SATB)
Solo S1c1 dúo
S1c1 Ac1
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
ReM
Doble coro
(SSAT/SATB)
31
-
-
ReM
Doble coro
(SSAT/SATB)
84
12
14.3%
3/4
ReM
Doble coro
(SSAT/SATB)
59
10
16.9%
Despacio
3/4
ReM
Doble coro
(SSAT/SATB)
23
-
-
Allegro
C?
ReM
Coro (SSAT)1
Solo S1
70
9
12.9%
422
80
20%
77
8
-
-
-
-
67
16
-
Coros
-
-
-
Et incarnatus est
Despacio
Crucifixus
Allegro
Et in spiritum
Allegro
Moderato/
Vivo
sanctus
agnus dei
3/4
JERUSALEM
credo
Patrem
Allegro
Et in unum
Mdto.
Deum de deo
Allegro
Qui propter
Lento
Et incarnatus
Largo
3/4
Solm
Coro
24
6
-
Crucifixus
Allegro
2/4
SolM
(Rem)
Coro
21
-
-
Et resurrexit
Allegro
2/4
ReM
Coro
82
19
-
Et in spiritum
Andante
2/4
SolM
(Rem)
Solo S
100
20
-
Qui ex patre
Coros
-
-
-
Qui cum patre
Trío SAT
-
-
-
3/8
2/2
SolM
SolM
(ReM,
Solm)
Coro
Solos T,S,B
Et vitam venturi
Allegro
3/8
SolM
Coro
51
11
-
sanctus
Andante
3/4
SolM
Coro
40
8
20%
Tabla 3. Tablas con la cantidad de compases instrumentales en el Credo
y Sanctus de Nebra, Ochando y Jerusalem
248
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
Con los ejemplos que he mostrado, queda claro que la música
de Ochando pertenece al estilo galante de influencia italiana,
pero su Kyrie bipartito, su homofonía persistente, la limitación
armónica a los grados principales, las pocas participaciones
solistas de instrumentos y voces, así como la escasa modulación a
las tonalidades menores, además de su contrapunto académico, nos
revelan un uso diferente y moderno del estilo galante. La música de
Ochando se inscribe en una línea genealógica española que asimiló
a su propia manera la influencia italiana, es por eso que Ochando
está más cerca de Nebra que de Nápoles.
249
GLADYS ANDREA ZAMORA PINEDA
MÁS CERCA DE NEBRA QUE DE NÁPOLES
bIbLIogRAFíA
lEza, José Máximo, 2014. Historia de la música en España e Hispanoamérica: volumen 4. La música en el siglo xviii. Madrid: Fondo de Cultura Económica.
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sáncHEz-KisiElEWsKa, Olga, 2015. “Claves para el Análisis del Italianismo en la Música Hispana: Esquemas Galantes y Figuras Retóricas en las Misas de Jerusalem y Nebra”. Diagonal
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zaMora-PinEda, Gladys Andrea, 2016. “Reviviendo a un maestro
de capilla: Tomás Ochando”. Conservatorio de las Rosas:
tesis de licenciatura.
250
HIDALGO EN LA CATEDRAL
METROPOLITANA. EL RITUAL SONORO Y
LA GUERRA DE ADVOCACIONES, 1811
LOURDES TURRENT
Centro de Arte Mexicano
hIdALgo en LA cAtedRAL MetRoPoLItAnA
Las actas de cabildo de la Catedral Metropolitana muestran el impacto que el levantamiento de Hidalgo tuvo en el imaginario cultural, en los rituales y en la vida de los habitantes de la capital de la
Nueva España. Estas refieren el escándalo que fue provocado por
un párroco que había convocado con tanto éxito a numerosos contingentes del mundo rural a tomar las armas –las que tuvieran a la
mano–, por sus huestes que habían matado y saqueado las principales ciudades que hallaron a su paso rumbo a la capital del virreinato.
Aunque, por diversas razones que todavía se discuten, Hidalgo
decidió en los últimos meses de 1810 no tomar la ciudad de
México, el clima de incertidumbre, que causó su movimiento y
posteriormente su aprisionamiento, desembocó en 1811 en dos
conspiraciones. La primera, descubierta en abril y encabezada
por Mariana Rodríguez de Lazarín, casada con un minero de
Guanajuato, se proponía liberar a Miguel Hidalgo, preso en
Coahuila, a cambio del virrey, a quien se habría tomado como
rehén. Cuatro meses después, en agosto, el gobierno de la capital
se enfrentó a una nueva conspiración, organizada en esta ocasión
251
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
por frailes agustinos de un convento de la ciudad de México; su
objetivo también era el de apresar al virrey, pero para enviarlo con
Ignacio Rayón, quien desde Zitácuaro marcharía sobre la capital
del virreinato para declarar la independencia.
La Catedral Metropolitana sincretizó estos acontecimientos y se
manifestó a través de los rituales sonoros. Apelando a su autoridad,
realizó celebraciones en las que se tomaron posturas políticas
en relación con la rebelión y las conspiraciones, convirtiéndose
el enfrentamiento entre insurgentes y realistas en la guerra de
advocaciones.
totoLtePec, tePeyAc y eL cAbILdo MetRoPoLItAno
Desde los primeros años de la Iglesia y por diversas circunstancias
ideológicas e históricas, las advocaciones relacionadas con la
Virgen se fueron diversificando tanto en Europa como en Asia
Menor. Esta práctica se trasladó a los territorios conquistados
por España, en donde diferentes patrocinios marianos estuvieron
presentes desde la Conquista. Era indispensable la presencia de “la
intercesora ineludible ante su Hijo, para lograr el perdón de los
mortales” (Espinosa Valdivia, 2014: 296), por lo que no sorprende
que alrededor de la traza de la ciudad de México, capital de la
Nueva España, se construyeran en los años subsecuentes santuarios
y capillas que contenían representaciones religiosas referidas a la
“humilde nazarena, apenas esbozada en los evangelios” (Espinosa
Valdivia, 2014: 295). William Taylor afirma que a finales del siglo
xViii en esos espacios existieron más de 48 imágenes marianas que
se consideraban milagrosas (1999: 9).
252
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
Sin embargo, en aquella “capital espiritual”, la ciudad de
México, considerada “un baluarte” de la Virgen, destacaban en
los primeros años del siglo xix dos imágenes: Nuestra Señora de
los Remedios y Nuestra Señora de Guadalupe. Ambas tenían un
origen común: fueron encontradas en lugares yermos y desérticos
(Bravo Arriaga, 1982), habían sido dadas a conocer por indígenas
recién convertidos que llevaban el nombre de Juan y estaban
relacionadas con el agua –elemento imprescindible en una ciudad
lacustre–; mientras Guadalupe la propiciaba, Remedios la detenía
en caso de tormentas o inundaciones. Pero estos cometidos
territoriales estaban tejidos con otras advocaciones. La identidad,
el territorio y las tareas de cada imagen formaban una urdimbre a
lo largo de la región. Las vírgenes del centro se complementaban,
por ejemplo, con Nuestra Señora de Zapopan, que prevenía contra
los rayos y las centellas, enviando avisos sobre muerte cercana
desde el norte del virreinato.
Aunque Guadalupe y Remedios habían sido advocaciones
complementarias, existían diferencias entre ellas. Las podemos
entender a partir del termino advocatio, que designa una tutela y
protección. En el caso que nos ocupa se trata de una denominación
religiosa que nombra el patrocinio que una imagen sagrada hace
a un lugar o a ciertas personas; sin embargo, el origen de estos
patrocinios es diverso. Puede ser una confesión de fe porque hay
una imagen; es decir, una dedicación que los fieles le hacen y por lo
tanto erigen para ella un templo o establecen una celebración. Pero
el principio de veneración puede constituir un camino distinto: un
movimiento de lo sagrado hacia los creyentes en donde hay una
epifanía o manifestación en la que la propia virgen propone una
253
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
imagen, elige un lugar y a ciertos creyentes. Remedios había sido
hallada y, según la tradición oral, había llegado a la Nueva España
con Hernán Cortés (Bravo Arriaga, 1982); había detenido con una
luz enceguecedora a las tropas mexicas para que no acabaran con
las españolas en la famosa batalla de la Noche Triste. Por ello se
le hacía profesión de fe y se reconocía su carácter guerrero “en
combate permanente entre Dios y el Demonio, la luz y las tinieblas”
(Espinosa Valdivia, 2014: 296).
Remedios se había convertido en un culto local:
La conexión entre Nuestra Señora de los Remedios en Totoltepec
y la ciudad de México se debía al derecho de patronato sobre el
santuario por parte del gobierno. Esta circunstancia, el hecho
de que un cuerpo urbano en lugar de la Corona y los más altos
funcionarios coloniales ejercieran poderes de patronato, databa de
una concesión real emitida en 1574 a cambio del privilegio de poder
nombrar a los capellanes, supervisar los asuntos del santuario y
ejercer cierta autoridad sobre los usos de la imagen (Taylor, 2007:
227).
El ayuntamiento de la capital de la Nueva España era responsable
de la imagen. Esto se debía a que en el siglo xVi había aceptado
sufragar el costo de construcción y mantenimiento de una capilla
nueva y más amplia para la Virgen, mientras se comprometía, a su
vez, a promover su culto (Taylor, 2007: 227).
Entendemos, entonces, que la Virgen de los Remedios, que a
finales del siglo xViii volvió a salir de su santuario cada año para
permanecer en la capital de la Nueva España (Taylor, 2007: 229),
254
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
fuera objeto de gran devoción entre las autoridades virreinales
a partir de los acontecimientos de 1810. Desde el 6 de junio del
mismo año, el cabildo catedralicio metropolitano había obtenido
del ayuntamiento el permiso para seguir la tradición y había hecho
traer la imagen al templo mayor (accMM, Actas de Cabildo, libro 64,
fols. 291 y 303 [6 de junio de 1810 y 19 de junio de 1810]). Aunque
llovía a cántaros, el cabildo había organizado un novenario y había
pagado a los músicos para que cantaran las letanías nocturnas. Al
terminar los nueves días, según documentos de la época, sucedió
algo increíble:
una nube sumamente negra y amenazadora, acompañada de
truenos y relámpagos se había desviado de la ciudad de México, al
poniente hasta el cerro de Totoltepec donde se hallaba ubicado el
templo de la virgen de los Remedios, descargando formidable rayo,
había derrumbado la mitad de la bóveda y lastimado sus torres
(González Obregón, 1911: 92-93).
Por esa razón, el Diario de México publicó pocos días después un
proyecto piadoso planeado por la Audiencia: la imagen se quedaría
en la ciudad hasta que se concluyese la restauración de su templo y
podría tener una corta estancia en todas las parroquias y conventos
de la capital (González Obregón, 1911: 101). La Metropolitana se
sumó a la propuesta y el 7 de julio mandó librar los 50 pesos de
la mesa capitular –los miembros del cabildo pagaron de su bolsa
la música– para los músicos que habían participado en las letanías
que se habían hecho en el nombre de la imagen. No solo eso, sino
que se organizó con sumo detalle el traslado de la Virgen de los
255
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
Remedios al templo mayor para el 4 de agosto. En pleno se trató
sobre el recibimiento que se le daría después de ser conducida
desde el convento de Santa Isabel. Se resolvió que, siendo del
mayor agrado del arzobispo Lizana y Beaumont, “se iluminaría
completamente la iglesia por dentro y por fuera y toda la fachada”,
“se echarían a vuelo las esquilas” y “se pondría el altar mayor con
toda decencia”; es decir, se recurriría a la mayoría de los recursos
rituales que tenía la catedral para dar realce y solemnidad a la
función.
Se necesitaba el apoyo explícito del Ayuntamiento, que se había
visto sometido a la audiencia y a Lizana desde 1808, por eso “el
trato debía ser de gran amabilidad”, ya que aquel “era el patrono
del santuario” y se requería su consentimiento para que “la santa
imagen saliera del convento y llegara hasta la catedral” (González
Obregón, 1911: 99). Los señores Madrid y Bucheli, dignidades
del cabildo, irían a dicho convento para revestirse y conducirla,
mientras el ilustrísimo cabildo con sus ministros y dependientes,
con el colegio seminario, saldrían en forma al cementerio y los
seminaristas se extenderían hasta la calle de Plateros; con la
venia de la noble ciudad podría caminarse por esa vía. Además, el
ilustrísimo Cabildo y sus dependientes irían a formarse al Convento
de Santa Isabel para salir de allí en forma, trayendo a la Señora
no en coche, como siempre se había practicado, sino en andas. Al
entrar a la iglesia se le cantaría una salve solemnísima, para lo que
se hablaría con anticipación al maestro de capilla (accMM, Actas de
Cabildo, Libro 64, fols. 341-342 [4 de agosto de 1810]).
La importancia que a este evento le dieron las autoridades es
innegable. Da la impresión de que el propio Cabildo eclesiástico
256
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
deseaba llevar a cuestas al imperio todo representado por la pequeña
imagen; al mismo tiempo que los traslados eran pretexto de lujo y
derroche para los habitantes privilegiados de la ciudad. Se colgaron
telas, escudos y emblemas en las fachadas de las principales casas;
se mostraron los más ricos objetos de plata, cristal y oro. En fin, los
excesos fueron tales que en el Diario y otras obras hubo burla de
ello (González Obregón, 1911: 104). Todo esto sucedía en medio
de la inquietud general representada por los escritos de Manuel
Abad y Queipo, obispo de Michoacán, que advirtió a la regencia que
estaba a la vista una insurrección general (Anna, 1978: 81).
El 15 de septiembre Miguel Hidalgo dio el famoso grito e
inició su marcha de Dolores hacia la capital. El 28 del mismo mes
avanzó a Toluca y amenazó a la ciudad de México. El virrey acudió,
entonces, a la Virgen de los Remedios. Colocó el bastón de mando a
sus pies y la proclamó “generalísima y capitana general del ejército
realista, protectora y guía de las fuerzas militares españolas”
(Anna, 1978: 64-97). La multitud que presenció el evento, histérica
de emoción, repartió medallas de la imagen entre los oficiales y el
ejército, y se organizó para que en su honor se hicieran banderas
para la tropa. Se dijo entonces que la santísima virgen se había
manifestado con una proclama de apoyo a la causa realista y que las
autoridades habían respondido con una profesión de fe. Dos días
después, el 30 de septiembre, se enfrentaron los ejércitos realista
e insurgente en la batalla del Monte de las Cruces. Nadie estuvo
seguro del resultado de la batalla. Trujillo regresó a Chapultepec
declarándose vencedor, pero su estado físico y el de los pocos
hombres que lo acompañaban era tan lamentable que el virrey les
pidió guardarse para que nadie los viera.
257
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
Días antes, el 24 de septiembre, Abad y Queipo había
excomulgado a Hidalgo. El 13 de octubre, en catedral y en
presencia de la Virgen de los Remedios, se apoyó la medida con
“una solemnidad tan excelente que sorprendiera” (accMM, Actas de
Cabildo, Libro 65, fol. 23 [13 de octubre 1810]). Un acta nos narra
las disposiciones tomadas para la notable celebración:
Se juntaron por la mañana después de coro los señores a pleno
en el chocolatero […], unánimemente comunicaron que para la
solemnidad del día siguiente: se iluminara totalmente la iglesia [a
pesar de que la provisión de cera había disminuido notablemente
en la ciudad], se cantara una misa tan excelente que sorprendiera
[cuando se contaba con muy pocos recursos para pagarle a los
músicos], que desde las doce de ese día se echaran las esquilas al
vuelo [solo se hacía en fiestas especiales]; que se adornara la iglesia
con la mayor magnificencia [recurriendo al riquísimo menaje que
tenía la catedral] y que al tiempo de poscomunio se cantara en el
coro el Non fecit taliter de Jerusalem que se cantaba en los laudes
[las ceremonias dedicadas a la virgen] del día de Nuestra Señora de
Guadalupe [con la clara intención de apropiación de los símbolos
marianos usados por la insurgencia]. [En brevete se agregó que]
todo se verificó como se previno y se cantó el Te Deum al tiempo de
la procesión [la que se acostumbraba alrededor del altar mientras
se entonaba el Te Deum] (accMM, Actas de Cabildo, Libro 65, fol. 23
[13 de octubre de 1810]).
Entre oraciones y plegarias, los habitantes de la ciudad esperaron
en esos días lo peor: el avance de las huestes de Miguel Hidalgo
258
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
sobre la ciudad con el consecuente asesinato de muchas personas y
el saqueo, tal como lo habían hecho en Guanajuato (y denunció tan
bien Alamán). Pero sucedió un milagro: el 2 de noviembre Hidalgo
hizo retroceder a sus tropas, dirigiéndolas al camino de Querétaro
(Hernández y Dávalos, 1884: Tomo ii, 221).1 Por esto, la catedral
declaró aquel día como fiesta de aniversario, y el 23 del mismo mes
gratificó de manera extraordinaria a los caballeros y militares que
habían defendido la ciudad.
Para el cabildo el mayor peligro había pasado, así que organizó
las celebraciones de diciembre de 1810 y la ratificación de los
cargos de enero del siguiente año, según era costumbre. Como se
sabía de los triunfos de las tropas realistas encabezadas por Calleja
y la importancia de la intercesión mariana, el 11 de febrero de 1811
se volvió a celebrar a la imagen de Totoltepec:
el doctoral expuso en la reunión del cabildo, que por insinuaciones del
virrey se proponía un novenario a Nuestra Señora de los Remedios
en acción de gracias de las repetidas gloriosísimas victorias sobre
los insurgentes [...]. El arzobispo estaría presente el primer día y
se esperaba que tanto los tribunales como las comunidades cantaran
en las tardes el Salve y el Te deum laudamus. Se terminaría el 20 con
una procesión que saldría por la misma estación que la de Corpus
(accMM, Actas de Cabildo, Libro 65, fols. 102, 109 y 110 [11 de
febrero de 1811]).
1
Hidalgo explicó después que había tomado esta decisión porque carecía de parque suficiente para sostener otro enfrentamiento armado o el asalto a la ciudad. Además, sabía de la
proximidad de las tropas de Calleja y de Flon, con quienes se negó a enfrentar batalla por
la misma razón (carta de Hidalgo escrita en Celaya el 13 de noviembre de 1810, reconocida
como original por Rayón en 1828).
259
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
Es interesante destacar que mientras en la capital se agradecía a
la imagen de los Remedios, en Querétaro las tropas realistas habían
apelado a otra advocación para hacer frente a los insurgentes. Se
trataba de la Virgen del Pueblito, pequeña talla de fray Sebastián
Gallegos que se veneraba en el antiguo pueblo de Tlachco, cercano
a la ciudad de Querétaro, desde 1632; en noviembre de 1810 fue
nombrada generala del ejército que Calleja tenía bajo su mando.
En la batalla de Aculco estuvo presente, acompañó a las banderas
de batalla y se le atribuyó la victoria (Hernández y Dávalos, 1884:
Tomo ii, 121-122).
Los insurgentes hacían lo mismo. Allende, que había recibido de
Hidalgo el encargo de tomar la ciudad de Guanajuato y defenderla
del asalto del ejército realista –lo cual era casi imposible–, había
organizado el 18 de noviembre “una suntuosa función en honor
de la virgen, patrona de Guanajuato”. Después de una misa, en la
que el repertorio musical le había dado a la ceremonia jerarquía de
solemnidad, de la iglesia parroquial había salido una procesión.
Salieron cargando a esta Santísima Señora los Tenientes Generales
Aldama y Jiménez, el Mariscal de Campo Abasolo y el Intendente
Gómez: llevaba la cauda el Capitán General Allende, quien se
presentó con un buen uniforme bordado y con divisas de trenzas
hechas de cordón de oro torcido […] (Hernández y Dávalos, 1884:
Tomo ii, 286).
La imagen, Nuestra Señora de Guanajuato, la primera escultura
de la Virgen que llegó a América, había sido tallada en Andalucía por
un artista anónimo del siglo Viii. Se decía que permaneció oculta en
260
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
una cueva en Granada por ocho siglos y que, encontrada en perfecto
estado en los primeros años del siglo xVi, se le había entregado a
Carlos V. Su hijo, Felipe II, la había enviado a Guanajuato en 1557
como muestra de agradecimiento al pueblo minero por las riquezas
que enviaba a la Corona. La Virgen se hallaba bajo el patronazgo de
los grandes mineros.
Por su lado, Hidalgo había tomado la imagen de Guadalupe
como su patrona. Tal como lo explicó en su juicio, parece ser que lo
había hecho sin ningún plan. Declaró que después del grito había
salido de Dolores rumbo a San Miguel el Grande y de paso por
Atotonilco “tomó una imagen de Guadalupe en un lienzo que puso
en las manos de uno para que la llevasen delante de la gente que le
acompañaba” (Ramos Medina, 2010: 147). Allende confirmó en su
testimonio que la incorporación del lienzo había sido casual y que al
principio pareció no tener gran importancia, pero la gente empezó
a decir que sería la protectora de la causa rebelde. Posteriormente,
Allende explicó que las muchedumbres que se unían a la causa
portaban imágenes de la Virgen. Así fue como se dieron cuenta que
este símbolo atraía mucha gente a las filas insurgentes (Hernández
y Dávalos, 1884: Tomo Vi, 445).
Aunque no tenemos documentos que nos hagan dudar que
Guadalupe fue casualmente incorporada como estandarte
insurgente, estamos ciertos de que no era casual que la imagen se
encontrara a la entrada de un templo en el Bajío. Los hechos son
contundentes:
Los elementos más importantes de la historia del guadalupanismo
en México después de la década de 1730 son su vigorosa promoción
261
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
y el crecimiento cada vez más extendido de la devoción a la Virgen.
Cuando sobrevino la catastrófica epidemia de 1737, el arzobispo
virrey peninsular Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta proclamó a
Nuestra Señora de Guadalupe patrona de la ciudad de México y de
la Nueva España, reiniciando la campaña para el reconocimiento
papal de la aparición. Sus esfuerzos fueron bien recibidos en
México y en el extranjero y culminaron con la bula papal de
1754, a través de la cual Benedicto XIV2 reconoció oficialmente
la aparición y la imagen celestial como verdaderos milagros y a la
virgen de Guadalupe como patrona de la Nueva España, fijando
desde entonces el 12 de diciembre como día festivo oficial (Taylor,
2007: Vol. 2, 214).
El culto a Guadalupe se había convertido en un fenómeno
virreinal fuertemente impulsado por los jesuitas en numerosas
ciudades novohispanas que celebraron con grandes fiestas el decreto
papal de 1756, y se concedieron permisos para que a los templos se
anexara una capilla o un resplandeciente altar en su nombre. Poco
a poco empezó a ser convocada para solicitar su intercesión en todo
tipo de calamidades, incluyendo las amenazas bélicas; por ejemplo, se
pidió su ayuda para hacer frente a la amenaza inglesa en 1762 y a la
francesa e inglesa, nuevamente, en 1790 (Taylor, 2007: 216).
Alrededor de Guadalupe empezó un discurso de identidad. Desde
los púlpitos se recurría a ella para hablar de unidad con Castilla,
2
William Taylor cita a pie de página un sermón del arzobispo Lizana y Beaumont del 18 de
agosto de 1808, en el que comentó que Benedicto XIV estaba tan enamorado de Nuestra
Señora de Guadalupe y tan convencido de la autenticidad de la aparición que cuando le
dijeron que el enviado de la Nueva España a Roma, Juan Francisco López, traía puestos
los zapatos que calzaba en su visita al santuario de Tepeyac, se los pidió y comentó que, de
estar en América, iría de rodillas y descalzo al santuario.
262
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
pero resaltando la singularidad de lo americano. Los habitantes
del virreinato empezaron a reconocer lo extraordinario de su
situación: habían sido elegidos por la propia Virgen. Inclusive se
cantaban textos en los que se afirmaba que eso no le había sucedido
a ninguna nación. Ciertamente, Hidalgo aprovechó el entusiasmo
que generaba y dio a la Virgen el título de capitana general de su
movimiento. Su imagen se colocó en los sombreros y se pegó en
el pecho de los simpatizantes de la causa insurgente. Las batallas
iniciaban con el grito de “¡Viva Nuestra Señora de Guadalupe!”
(Alamán, 1942: vol. i, 384-385).
Los realistas respondieron al patronazgo insurgente de
Guadalupe. Dentro de las capillas de las haciendas se cubrieron
sus imágenes para desalentar su veneración. También se supo de
casos en que estas habían sido maltratadas, arrojadas a basureros o
usadas como papel higiénico, inclusive algunos militares las habían
colocado en las suelas de sus zapatos. Se publicaron sermones y
panfletos (Ximeno, 1812), pero parecía necesario hacer algo más y la
Catedral Metropolitana tomó la iniciativa.
eL desAgRAvIo A nuestRA señoRA de guAdALuPe
Muchos novohispanos pensaban que la rebelión de Hidalgo era
tan solo una chispa que no incendiaría al reino, pero los hechos
empezaron a tomar un giro inesperado. En 1811, Fernández de
Lizardi le hizo saber al virrey Venegas que, siendo subintendente
en la región de Taxco, fue testigo de la altanería con que los indios
circundaban esa república de españoles. En plena insurgencia,
explicó:
263
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
osaron impedir el libre tránsito por sus tierras, obligando a que la
gente se identificara al grito nacionalista de ¿Tú que vas, gachupín
o Nuestra Señora de Guadalupe?, o ¿Tú a quién le vas, a los
españoles o a la patrona de los ejércitos sublevados, estandarte que
reúne a la gente armada, dios del agua y de la tierra, nuestra Madre
primigenia? (Palazón Mayoral, 1998: 332).
El problema se había extendido y era tan grave que Venegas
hizo un plan para crear centros regionales militares. Todo parecía
indicar, afirma Anna, que las autoridades se daban cuenta de que el
enfrentamiento se llevaría a cabo lejos de la capital (1978: 74). Y
eso fue lo que sucedió: Calleja se ofreció a garantizar la separación
del ejército en unidades locales que estarían bajo las órdenes de un
comandante regional (Moreno Gutiérrez, 2016).
Para Hammil (1973), 1811 fue un año clave para el
establecimiento de la guerra contrainsurgente con esta y otras
medidas. A la estrategia de regionalización, explica, se agregó la de
evitar por todos los medios que la rebelión consiguiera una ciudad
base. Por ello, resultó crucial la destrucción de Zitácuaro y después
la de Cuautla (470-489). Y aunque, tradicionalmente, en la historia
oficial, se destaca la toma de la segunda por el milagroso escape
que de ella hizo Morelos en mayo de 1812, es innegable que el plan
de las autoridades tuvo éxito. Los rebeldes no fueron capaces de
establecer un centro de acción próximo a la capital de la Nueva
España que la pusiera en peligro.
Mientras tanto, en la ciudad de México se aplicaron distintas
estrategias para mantener el apoyo de la población. De la misma
forma en que se hacía en la Península contra los franceses, se
264
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
inició una guerra psicológica y se mandó imprimir propaganda
contrainsurgente; los sermones pasaban de los púlpitos al papel,
de la misma manera en que los diálogos se leían en voz alta. El
régimen se dirigía a una sociedad básicamente analfabeta.
Un ejemplo destacado que salió de la catedral fue la obra del
arcediano en sede vacante Mariano Beristáin –criollo de origen,
bibliógrafo destacado y uno de los oradores sagrados más prolíficos
de la época–; sus Diálogos patrióticos formaban parte de una serie de
pastorales publicadas en 1811, mediante las cuales esta poderosa
dignidad sostenía la causa realista. Su postura era que los españoles
habían traído a un pueblo cruel, poco educado y desconocedor de la
verdadera religión, el desarrollo y la cultura. Por eso, argumentaba,
era inaceptable el comportamiento de Hidalgo y su propuesta de
independencia. Nadie lo atacó abiertamente mientras habló desde
la investidura de su cargo eclesiástico, pero cuando decidió tomar
la pluma como periodista e impugnar los papeles insurgentes en el
Verdadero ilustrador americano, el doctor Cos manifestó que era una
vergüenza que un vil criollo se esforzara tanto para persuadir a
sus lectores de que los americanos en ningún tiempo habían estado
oprimidos a los grillos y al yugo fatal, ya que tantos mexicanos
vivían prácticamente en la esclavitud (Hernández y Dávalos, 1884:
Tomo v, 115-123).
El Cabildo catedral también se expresó a través de los rituales
musicales. El 3 de septiembre, uno de los canónigos, el señor Madrid,
expresó en una reunión del Cabildo que había sido comisionado para
realizar un novenario solicitado por dos reverendos padres –Arispe y
Verona– en honor de la Santísima Virgen de Guadalupe. Él proponía
que este se realizara “en desagravio de los ultrajes que le habían
265
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
inferido los insurgentes” (accMM, Actas de Cabildo, Libro 66, fol. 1
[3 octubre 1811]). Sabemos cómo se organizaban estos eventos,
alguien interesado en dar a las funciones sonoras catedralicias cierta
intención hablaba con personajes del clero secular o regular para
que ellos hicieran la solicitud. Entonces, esta ingresaba en el Cabildo
a través de una dignidad, en este caso el señor Madrid, como si la
propuesta no hubiera venido de alguno de los miembros del Cabildo.
Dicha propuesta se votó y se aceptó por mayoría.
La fiesta a Guadalupe en 1811 fue importante para los realistas de
la ciudad de México. Con la intención de apropiación de la advocación
y la presencia de los principales habitantes de la ciudad, se planeó
que el novenario finalizara “el día de su dulcísimo nombre”, es decir,
el 12 de diciembre. Se propuso que hubiera repique de campanas el
primero y el último día de la novena; que la catedral se iluminara
por fuera y por dentro “todos los días al tiempo que se celebrara la
misa”, que debía tener la mayor solemnidad, es decir, acompañada de
polifonía con apoyo de todos los músicos de la capilla musical. Además,
cada tarde se entonaría la letanía de la Virgen y se invitaría “a las
comunidades por su orden”, para que cantaran la Salve. También se
convocaría para el día de inicio y final del novenario a los tribunales.
Para repartir durante la celebración, un poeta anónimo escribió
Justo desagravio a Nuestra Señora de Guadalupe, que contenía los
siguientes versos:
Ellos ¡ay! para ofenderte,
y para fraguar engaños,
traiciones, muertes y robos,
mil vivas te tributaron:
266
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
mas nosotros, Madre amante,
fuente de amor, te invocamos,
para llamar a la vida
y a la paz, al pueblo indiano
(apud Hammil, 1973: 488).
Eran un llamado a la paz, no a la justicia ni a la autonomía. No
podía ser de otra manera; lo que se buscaba era volver al Edén, “a
la armonía novohispana” (Espinoza Valdivia, 2014: 317). Bien lo
había expresado Juan Bautista Díaz Calvillo unos días antes en un
sermón predicado “en el aniversario solemne de gracias a María
Sanísima de los Remedios celebrado en esta Sancta Iglesia Catedral
el día 30 de octubre de 1811 y por la victoria del Monte de las
Cruces”. Hidalgo y sus huestes
comenzaron a introducir por todas partes la discordia, a llevar
la desolación por los pueblos y ciudades, a infundir el terror
en las provincias, a talar los campos, incendiar las mieses,
robar los ganados, y aun lo que es mucho peor, a sacrificar la
integridad de las vírgenes, ajar el decoro de las respetables
matronas (Espinoza Valdivia, 2014: 317).
Finalmente, lo que se proponía era volver a sujetarse a la autoridad
constituida por su Dios, único medio parar conquistar el paraíso en
este mundo y el acceso a la gloria (Espinoza Valdivia, 2014: 318).
Había que terminar con el enfrentamiento entre las vírgenes que
finalmente representaban a una, la Inmaculada Concepción, gracia
fundadora del poder del sistema imperial español.
267
LOURDES TURRENT
HIDALGO EN LA CATEDRAL METROPOLITANA
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269
MÚSICA Y POESÍA EN
HISPANOAMÉRICA
(SIGLOS XVI-XIX)
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
TADEO PABLO STEIN
Universidad Nacional Autónoma de México
1
E
n 1587, la Iglesia de Roma aprobó oficialmente las
letanías que se rezaban en la volátil Casa de Loreto
y que recogen una serie significativa de atributos
marianos acumulados durante siglos. En esta ocasión,
parece oportuno recordar que entre esos atributos se encuentra
el de Regina angelorum, el cual tiene una larga trayectoria en la
poesía y el arte religiosos. Así, por ejemplo, en el himno medieval
Salve Mater Salvatoris de Adam de San Víctor, leemos: “Oh, María,
estrella de la mar, en vuestra dignidad suprema domináis sobre
todos los órdenes de la jerarquía celestial” (Nicolás, 1861: 236). Esta
idea de los ángeles al servicio de María deriva del misterio de la
Anunciación y signa la infancia de la Virgen en el protoevangelio de
Santiago, fuente principal de las vidas marianas, trasladado al latín
por Guillermo Postel e impreso hacia 1552 (Santos Otero, 1963:
126). Dicho llanamente, los ángeles son un elemento imprescindible
de la literatura mariana y aparecen, por defecto, escoltando a su
reina o bien publicando sus glorias. En el Templo militante, Cairasco
271
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
de Figueroa describe la siguiente escena protagonizada por los
ángeles el día de la Asunción:
Comienza luego la divina estrella
a subir por el aire transparente,
llevándola los ángeles más bellos
al cielo a ser Señora dél y dellos.
Delante van las nuevas publicando
con dulces cantos, alígeros correos,
otros en instrumentos discantando
con peregrinos pasos y floreos,
otros los nueve cielos adornando
de emblemas, epigramas y trofeos
en alabanza de la Virgen pura,
que va triunfando a la suprema altura.
(1609: 217).
Por su parte, Diego de Hojeda, en el canto sexto de La cristiada
presenta a la Virgen como inspiradora del coro angélico: “¡Oh Musa
de los nueve respetada / coros de inteligencia amorosa” (1611: 149v,
Vi, 1); en consecuencia, ella es la verdadera musa que deben invocar
los poetas, tal como enseña Sannazaro en El parto de la Virgen. Por
último, la condición de Regina angelorum determina el espacio que
María ocupa en la estructura celeste: encima de los ángeles y debajo
de la trinidad, posición intermedia que suscitó agudas discusiones
teológicas sobre si ella constituía en sí misma una jerarquía celeste.
272
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
2
Acaso se pregunten qué tiene que ver lo anterior con Juan Diego.
Veamos. Según la leyenda guadalupana, el 9 de diciembre de 1531,
cuando caminaba cerca del Tepeyac, Juan Diego oyó un extraño
canto. En 1648, Miguel Sánchez lo imaginó así:
Aquí un sábado (día había de ser consagrado a María) pasaba un
indio, si recién convertido, venturosamente advertido, pues oyendo
músicas dulces, acordes consonancias, entonaciones uniformes, realzados contrapuntos y sonorosos acentos, reparando que no eran
de ruiseñores, calandrias o filomenas, ni de sus pájaros conocidos,
parleros gorriones, silgueros apacibles o celebrados cenzontles, se
detuvo suspenso y se atajó elevado. Y habiendo hecho pausa el coro
concertado o capilla del cielo, que compuesta de los ángeles la habían sacado al campo, haciendo facistol de aquel sagrado monte, de
donde oyó una voz que por su propio nombre lo llamaba (fol. 19r).
Para describir el canto que oye Juan Diego, Sánchez recurre
a un conjunto de términos propios de la música: consonancias,
entonaciones, contrapuntos y acentos. Siendo así, cabe suponer que
este canto tiene su propia letra, no exenta, imagino, de adornos
poéticos. Es un canto culto que el autor no puede sino identificar con
el de los ángeles, quienes trasladan la capilla del cielo al cerro del
Tepeyac. Los ángeles aparecen así rodeando y acompañando a su
reina durante la primera aparición; son, en este sentido, un longevo
motivo mariano que el autor recoge y asimila.1 Pero el asunto no
1
Conviene recordar que la Guadalupana está sobre un ángel y que las réplicas de la pintura
tienden a colocar ángeles en el borroso espacio ocupado por las nubes, siguiendo así una
273
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
se queda ahí: para Sánchez, el canto sorprende a Juan Diego no
solo por su dulzura sino también porque contrasta llamativamente
con el “tosco, pedregoso e inculto” Tepeyac. Provoca entonces una
primera reacción: suspende e intriga. En este sentido, el motivo del
canto funciona también como un recurso narrativo central puesto
que decide el primer encuentro entre Juan Diego y la Virgen;
además, prefigura la transformación del cerro estéril en un espacio
cultivado, esto es, en un espacio culto como el mismo canto.
En 1649, Luis Lasso de la Vega da a la estampa el Nican mopohua,
el conocido relato nahua de las apariciones. En la versión española
de Miguel León Portilla, el pasaje que comentamos dice así:
Y era un sábado,
todavía muy de mañana…
Y vino a acercarse al cerrito,
donde se llama Tepeyácac,
ya relucía el alba en la tierra.
Allí escuchó: cantaban sobre el cerrito,
era como el canto de variadas aves preciosas.
Al interrumpir sus voces,
como que el cerro les respondía.
Muy suaves, placenteros,
sus cantos aventajaban a los del pájaro cascabel,
del tzinitzcan y otras aves preciosas que cantan.
tradición figurativa característica de la pintura mariana; incluso parece que el original
pudo tener esos ángeles en algún momento.
274
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
Se detuvo Juan Diego,
se dijo:
¿es acaso merecimiento mío
lo que escucho?
¿Tal vez estoy solo soñando?
¿Acaso solo me levanto del sueño?
¿Dónde estoy?
¿Dónde me veo?
¿Tal vez allá,
donde dejaron dicho los ancianos,
nuestros antepasados, nuestros abuelos,
en la tierra florida, Xochitlalpan,
en la tierra de nuestro sustento, Tonacatlalpan,
tal vez allá en la tierra celeste, Ilhuicatlalpan?
Hacia allá estaba mirando,
hacia lo alto del cerrito,
hacia donde sale el sol,
hacia allá, de donde venía
el precioso canto celeste
(2001: 95).
Como puede verse, hay diferencias significativas con respecto
al relato anterior. En primer lugar, el canto de las aves responde
ahora a una lógica natural que Sánchez no enfatiza: ellas cantan
porque está amaneciendo, incluso Juan Diego dirige su mirada
hacia el oriente, esquema que nos remite al motivo clásico de las
harpadas lenguas (Lida, 1975: 119-164). El Tepeyac, a su vez, se
275
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
presenta como un espacio animado que dialoga con las propias
aves; difícil no recordar a los grandes liróforos Orfeo y Anfión.
El canto, por su parte, es suave y deleitoso; es decir, no responde
a un principio musical codificado y diría que tampoco tiene letra.
Para señalar su excelencia o su extrañeza, el texto desarrolla una
comparación superlativa que Sánchez diluye: el canto sobrepuja
al de las aves mesoamericanas que cantan al amanecer; por eso
Juan Diego no lo reconoce y piensa que se encuentra en un lugar
paradisíaco. El relato anticipa así la primavera que pronto inundará
el cerro. Y, punto importante, los ángeles no se mencionan: Juan
Diego oye un canto celestial que baja desde las alturas del cerro;
es un canto misterioso que el texto no particulariza (Galera
Lamadrid, 2001: 136).2
3
Durante el siglo xVii, los elementos diversos y complementarios
que las dos versiones del relato desarrollan en torno al motivo del
canto serán elaborados y amplificados por la poesía guadalupana
en un proceso gradual. En 1668, Carlos de Sigüenza y Góngora
resume el episodio en la Primavera indiana:
[Juan Diego] Llega a frontarse con el peñascoso,
vasto Tepeyacác, donde un concento,
süavemente en metro armonioso,
2
Jesús Galera Lamadrid reproduce en su libro las siguientes traducciones del relato náhuatl: Luis Becerra Tanco, Primo Feliciano Velázquez (1926), Ángel María Garibay (1978)
y Mario Rojas Sánchez (1978). Exceptuando la de Becerra Tanco (que tiene varias omisiones y añadidos), el resto menciona todos los aspectos que señalo.
276
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
tiene el alma suspensa al indio atento.
Extático el sentido, el deleitoso,
métrico coro investigó al momento,
intento vano si del cielo nace,
que el eco solo entre malezas yace
(Sigüenza y Góngora, 1668: octava 25).
Por un lado, Sigüenza describe el canto con términos musicales que
recuerdan a Sánchez; pero la insistencia en sus cualidades métricas, ¿no
vinculan a este canto con la poesía? De ser así, nada habría de extraño:
la concepción de la poesía como un canto viene desde Homero, aunque
no es necesario ir tan lejos, puesto que es un motivo que aparece en
numerosos poemas del Siglo de Oro. El mismo Sigüenza, de hecho,
le pide a la Virgen que lo ayude a componer un concentuoso poema,
esto es, un “canto armonioso”. Y hablando entre nosotros, ¿no es
acaso la poesía el arte de componer música solo con palabras? (Pedro
Henríquez Ureña señalaba hace años que los habitantes originarios
de Santo Domingo empleaban la palabra areito para designar al
mismo tiempo la música, la danza y la poesía [1961: 253-270]). Por
otro lado, para Sigüenza el canto no viene de la cima del cerro, sino
que baja directamente de las alturas celestes, es un coro etéreo que
en vano Juan Diego intentaría localizar y que no se identifica ni con
los pájaros ni con los ángeles.
Un año después, en 1669, José López Avilés publica el Poeticum
viridarium, el primer poema latino en loor de la Guadalupana. El
episodio que examinamos comienza en el hexámetro 67 (cito la
traducción de Roger Méndez):
277
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
Un sábado […] hermosa quiso venir la Virgen, aquí, por donde
caminaba aquel pobrecillo. Llegó como reina soberana, más bella
que la aurora, iluminando la tierra con la brillante luz del sol. La
próspera tierra sintió con alegría el púdico pie y, como llorando
de gozo, quiso brotar agua que derramó, formó lagunas y ojos, y
libó besos y abrió cantarinas fuentes cuyas salidas contuvo. A la
Virgen acompañaban coros celestiales y ángeles que la aclamaban;
el ambiente se volvió más dulce que resonante melodía. Un canto
angelical llevó al indio a lo alto […] (apud Peñalosa, 1988: 187).
López Avilés incorpora y funde varios elementos. En primer
lugar, relaciona a la Virgen con la aurora que llega al Tepeyac y que
le infunde la vitalidad solar de un nuevo día, sacándolo así de una
prolongada oscuridad. En segundo lugar, el coro está compuesto por
los bienaventurados y por los ángeles. Por último, si bien no sabemos
qué cantan, al menos sabemos finalmente por qué: están publicando
el descenso de María o, si se quiere, están festejando el renacimiento
que su reina trae al Tepeyac. Y todavía hay más: el canto que en el
Nican mopohua dialogaba con el cerro expande sus propiedades
órficas, puesto que ahora es quien moviliza a Juan Diego hasta lo alto.
El poema de Avilés abre así nuevas posibilidades para elaborar
el motivo, sobre todo para ajustar la relación canto-amanecerMaría, la cual logra forma plena en un villancico musicalizado por
Francisco López Capillas y compuesto para celebrar las apariciones
de la Virgen en la Catedral Metropolitana. De acuerdo con Peñalosa,
quien lo editó en 1988 a partir de una copia que le obsequiara
Guillermo Tovar de Teresa, lo imprimió la viuda de Calderón en
1669. El segundo villancico del nocturno primero comienza así:
278
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
Músicos pajarillos
alegres cantan
y al rayito del sol,
que brilla, que luce, que halaga,
saludan al alba.
Un pasajero admirado
curioso a escuchar se para
y repara
en que una voz lo ha llamado.
A la cumbre de un monte
volando sube
y a sus ojos el alba
se le descubre
(apud Peñalosa, 1988: 308-309).
Tal como sugería el Nican mopohua, los pájaros cantan porque
está amaneciendo, pero el villancico da un paso más: ese amanecer
es la propia Virgen, quien en la tradición mariológica se identifica
con la aurora –el alba, dirá el poeta– que precede al sol Cristo. Las
aves, por tanto, están celebrando la llegada y descenso de la aurora
María. En otro orden, importa señalar que el binomio Maríaaves constituye una isotopía que engarza las distintas partes del
villancico. Notable en este sentido es la versión guadalupana que
propone de la caza de amor, en específico de la caza cetrera, donde
la mujer es la garza y el hombre el sacre o neblí que la persigue,
motivo que tiene una larguísima trayectoria en la poesía española.
Las versiones a lo divino traen a la memoria a san Juan de la Cruz
(“Por darle a la caza alcance”); en Nueva España lo adapta, entre
279
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
otros, Eugenio de Salazar en un poema sobre la Encarnación.3 En el
presente villancico, Juan Diego es el águila que persigue a la garza
María:
Dale caza, dale caza,
que de una laguna
sus vuelos levanta,
y a esta cumbre al instante
se vuela la garza.
Mas ya le da alcance
y de lance en lance
el águila generosa
a sus ojos se rinde
como paloma,
y la garza graciosa
que le ha rendido
el lugar le señala
para su nido
(En Peñalosa, 1988: 308).
Estructuralmente, estos versos conforman el estribillo del primer
villancico del primer nocturno; es decir, preceden al villancico que
elabora el motivo del canto. Forzando un poco la interpretación,
podríamos decir que el motivo de la caza prefigura al del canto:
ambos son modos complementarios de referir el encuentro de Juan
Diego con la Virgen, en ambos priva el rendimiento y la elevación.
3
Véanse Dámaso Alonso, (1947); Helmut Hatzfeld, (1955); Francisco Ynduráin, (1969);
José Lara Garrido (1999).
280
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
Si el águila se remonta para alcanzar a la garza, Juan Diego sube
volando al sitio donde cantan los músicos pajarillos.
4
El motivo que vamos siguiendo alcanza un desarrollo extraordinario
en La octava maravilla y sin segundo milagro de Francisco de Castro,
poema compuesto hacia 1680 e impreso en 1729, cuando la
tradición guadalupana está ampliamente instalada en el imaginario
novohispano. Amplificando a Sánchez, Castro imagina que el
Tepeyac antes de las apariciones es un lugar sombrío donde habitan
las aves funestas de la tradición clásica:
Ni allí la que polingüe honor del viento
llama el griego por diestra imitadora
del universo colorido acento
–ave que el viento américo no ignora,
la cien voces por digno cognomento–,
la gana de llorar quitó a la Aurora
ni se la puso de reír al alba,
viéndose picos muda y plumas calva
(Castro, 1729: 41r, iii, 13).
Intentemos, primero, reducir las alusiones y explicar la octava.
El ave que imita el canto de sus pares (el “universo colorido
acento”), y que el griego llama políglota, puede ser la calandria,
la alondra o el ruiseñor; el ave americana de cien voces es el
cenzontle, a quien los naturalistas equiparan con el ruiseñor y al
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TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
que incluso supera en destreza y dulzura.4 En resumen, Castro
compara al cantor por excelencia de la tradición clásica con el
cantor por excelencia de América, el cual, se recordará, aparecía
en el relato de Sánchez. Castro aprovecha la referencia no para
describir lo que oye Juan Diego sino para enfatizar lo sombrío del
Tepeyac, puesto que allí ni siquiera se oye el canto del cenzontle,
un ave muy común y apacible, al decir de Clavijero. ¿Y por qué
no se lo oye? Porque cuando se acerca al cerro se transforma
en un ave muda y sin plumas, esto es, en un murciélago, cuyo
canto es incapaz de conmover a la aurora o de llamar al alba; es
incapaz, en suma, de llamar al día, como si allí nunca amaneciera.
En las siguientes dos octavas, el poema describe las otras aves
nocturnas que sobrevuelan el Tepeyac: la cuerva, la lechuza y el
búho Ascálafo, quienes junto con los murciélagos conforman un
desapacible coro que cansa al oído y abruma a la noche (recuérdese
la capilla pavorosa del Primero sueño). Por este sitio ominoso
pasaba Juan Diego antes de la salida del sol, cuando “pasos, alma
y camino le saltea / gente, si de los hombres, por canora / pasible
cosa, entonces cazadora”, versos que refractan el motivo de la caza
de amor, donde el cazado es el propio Juan Diego. La próxima
octava describe las propiedades del canto:
Por donde más los ojos exaspera
al caminante de la cumbre el ceño
4
“Centzontlatole (pues este es el verdadero nombre y el de centzontli se usa para abreviar)
quiere decir que tiene infinitas voces. Los mexicanos usan la palabra centzontli (cuatrocientos), como los latinos usan las de mille y saecenta, para expresar una muchedumbre
indefinida e innumerable. Conviene con el nombre mexicano el griego políglota, que le
dan algunos ornitologistas modernos” (Clavijero, 1826: 50).
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TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
–cuales no en su oceana primavera
o estación fortunada escuchó isleño,
no el Pindo cuando es tumbo su ribera–
por el diciembre en facistol despeño
voces el indio oyó, con cuyo acento
miente otra vez de Anfión el instrumento
(Castro, 1729: 41r, iii, 14).
Si a la capilla pavorosa la dirigía Ascálafo, el numeroso y
atrapante coro que oye Juan Diego se corresponde con la lira de
Anfión, famosa porque encantaba hasta las mismas piedras. En
estos ocho versos, el poeta ha transformado el Tepeyac en un sitio
armonioso donde suena un canto cual nunca oyeron las riberas del
Pindo cuando hasta allí desciende el canto de las musas (“cuando es
tumbo su ribera”) o cual nunca escucharon los habitantes de las islas
afortunadas. Y como dice la octava 25, es un canto tan poderoso,
que los pájaros más diestros perderían su voz si intentaran imitarlo,
velada alusión al mito de las urracas. Por último, el poema confronta
el coro alado que baja del cerro con Orfeo, el paradigma del músico,
del sabio y del poeta: si él hubiera conocido tan extraordinario
falseo, otro hubiera sido su cantar.
Luego de este mítico claroscuro musical, el poema retoma el hilo
del relato y refiere el encuentro de Juan Diego con la Virgen:
La falda al monte en pocos saltos prende
y ganándole piedras a la cuesta,
sobre la que aun de alado se defiende
garzón, por erizada más que infesta
283
TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
–todo el hombre estribando en el que atiende
celeste canto–, al fin se encimó cresta;
de donde cuando la campaña explora
se halla en vez de las aves con la Aurora
(Castro, 1729: 46r, iii, 28).
La octava figura el ascenso de Juan Diego en dos planos sucesivos:
primero, llega velozmente a la falda del cerro; luego sortea la
pedregosa cuesta que lleva hasta la cima. La velocidad del primer
movimiento se corresponde con la fluidez sintáctica del primer
endecasílabo, cuyo perfecto ritmo yámbico (oó oó oó oó oó) remeda el
ritmo sin pausa de los pies ligeros y recuerda el “cristal pisando azul
con pies veloces” de la Soledad segunda (Góngora, 2016: 427, v. 46).
El segundo ascenso es más difícil, ya que a las alturas donde se dirige
Juan Diego no llega ni siquiera el “alado garzón”, cuya identidad no
queda clara. Pero el hombre está enajenado y el canto le da fuerzas
para continuar escalando (estribando); y no casualmente, en este
preciso instante, el canto se define como celeste, como si confluyeran
en el adjetivo todas las alusiones anteriores, como si llegáramos a
un centro. Expandiendo la metáfora musical, podríamos decir que
el canto es una escala que permite transitar desde el llano a la cima,
desde la tierra al cielo que es ahora el Tepeyac, donde Juan Diego, en
vez de las aves cantoras que saludan al alba, ve a la propia Virgen.
Por un lado, el pareado retoma la serie ave-aurora-María, la cual se
contrapone a la serie inicial aves funestas-nocturnidad-ausencia de
aurora. Por otro, se produce un ligero desplazamiento: la que está
cantando es la propia Virgen, acaso acompañada por el coro que ella
misma dirige.5
5
Analizo detalladamente estas octavas de Castro en Stein, 2014.
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TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
En conclusión, Castro congrega a lo largo de sus octavas los
elementos dispersos que se habían ido acumulando en torno al
canto de las aves, otorgándole al episodio una dimensión poética
insospechada que se apoya en un agudo e ingenioso sistema de
correspondencias. La consecuencia es previsible: acorde con el
proceso gradual de simplificación que caracteriza a la poesía
neoclásica, el motivo irá perdiendo sus posibilidades asociativas y
metafóricas; irá perdiendo, en su suma, toda su gracia. Véase, si no,
la siguiente octava de José Lucas Anaya escrita hacia 1760:
Pues de Tepeyacác baja la loma
y en la punta del cerro le aparece
la hermosa, candidísima paloma
que de Dios los agrados se merece.
De ángeles multitud alada asoma,
que a sus plantas alfombra le guarnece,
al mismo tiempo que formando coros,
cantos entonan dulces y sonoros.
Suspenso Juan al oír tal armonía,
la vista aplica y ve a la Virgen bella,
a quien el sol vestido le tejía
y la luna era escaño de sus huellas
(1995: 188, iii, vv. 332-343).
5
He intentado construir el desarrollo de un motivo mariano del
relato de las apariciones guadalupanas que, según mi lectura, se
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TADEO PABLO STEIN
JUAN DIEGO Y EL CANTO DE LAS AVES
origina en el atributo de María como reina de los ángeles. En
torno al motivo, los poetas conjugan distintos elementos que
relacionan con la tradición clásica, práctica literaria que signa
a la poesía religiosa y que directa o indirectamente promueve la
monarquía española. En otro orden, el canto que oye Juan Diego
sugiere que la poesía novohispana no se construye solo en relación
con los modelos españoles, más acá de la influencia ascendente
de la lengua poética de Góngora. Dicho con otras palabras, el
motivo pervive gracias al diálogo que los poemas novohispanos
establecen entre sí.
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288
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE:
TRANSMISIÓN TEXTUAL DE LOS
VILLANCICOS DE SOR JUANA1
JORGE GUTIÉRREZ REYNA
Universidad Nacional Autónoma de México
Universidad del Claustro de Sor Juana
L
a historia de sor Juana es también la historia de sus editores, quienes, deseosos de llenarse los bolsillos de ganancias, pero también alentados por la admiración que
profesaban a la Décima Musa, fueron los responsables
de difundir su obra entre los lectores de ambos lados del Atlántico
y de convertirla en el tránsito del siglo xVii al xViii en un bestseller de la literatura española. Los escrupulosos ofrecieron versiones
limpias de los textos de sor Juana: en ellas, las letras sobre el papel
transparentan el sentido de las metáforas, alusiones y equívocos;
otros, en cambio, en el fárrago de la prisa o el descuido, estropearon
aquí y allá la correcta medida de los versos o trocaron unas palabras
por otras. Ante esos pasajes oscurecidos, los lectores, en el mejor de
los casos, fruncieron el ceño y dieron vuelta a la página; en el peor,
elaboraron y defendieron interpretaciones basadas en un error de
imprenta, algunas de las cuales perviven hasta hoy. Para acercarnos
a lo que sor Juana verdaderamente escribió debemos, pues, conocer
1
Este trabajo constituye una versión aumentada y corregida de la “Introducción” a mi tesis
de maestría “Los villanicos de sor Juana Inés de la Cruz. Edición crítica, prólogo y notas”
(Gutiérrez Reyna, 2016: ix-xxxV).
289
JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
y comprender las acciones y razones de sus editores, esos ineludibles mediadores entre el autor y el lector, aunque a veces esa labor
suponga el armado de arduos rompecabezas y adquiera, incluso,
tintes detectivescos.
De entre toda la obra de la monja, los villancicos –junto con
el Neptuno alegórico y las comedias– constituyen el caso más interesante de transmisión textual. Esos versos, que cabalgaron sobre
la música en una catedral iluminada a la media noche, quedaron
petrificados, antes que nada, en ediciones sueltas impresas en América y después en los gruesos volúmenes de obras reunidas que de
su autora se imprimieron en España. Estos tomos tuvieron, a su
vez, numerosas reediciones. El texto de esos villancicos, pues, tuvo
una vida larga y una transmisión considerablemente distinta a la de
otras obras novohispanas similares: fueron escuchados en las celebraciones litúrgicas y luego se imprimieron, varias veces, para ser
disfrutados en el solitario silencio de una habitación por cientos de
lectores. Debajo de esas líneas de tinta, sin embargo, aún se alcanza
a percibir la música –río subterráneo– de los lejanos y esplendorosos maitines: la pluma canta, la voz escribe.
Los vILLAncIcos IncLuIdos en LA INUNDACIÓN CASTÁLIDA
y sus ReedIcIones
Considerados el peldaño inferior de una obra coronada por el Sueño o el Divino Narciso, los discretos villancicos han llamado poco la
atención a lo largo de los siglos. Sin embargo, para nuestra poeta
parecen haber sido cosa seria: se dedicó de manera ininterrumpida
a su escritura durante aproximadamente veinte años (1676-1692)
290
JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
y compuso, hasta donde sabemos, más de cien de ellos agrupados
en doce juegos para maitines comisionados por los cabildos catedralicios de México, Puebla y Oaxaca. Los villancicos se organizaban, como se sabe, en juegos de ocho o nueve; este número tiene
que ver con la estructura del oficio sagrado al que engalanaban. El
rezo de maitines se divide en tres partes llamadas nocturnos: a los
primeros dos les correspondían tres villancicos y al tercero dos,
más un himno en latín al final del tercer nocturno, el Te Deum. El
octavo de los villancicos por lo general era una ensalada, verdadero fin de fiesta en el que dialogaba un surtido número de personajes y que, quizá, se acompañara de alguna dramatización elemental
y de danzas (véase Krutitskaya, 2010; Gutiérrez Reyna, 2017).
Desde el punto de vista de la crítica textual, podemos dividir los
villancicos de sor Juana en cuatro grandes grupos. En el primero
de estos incluyo aquellos villancicos que la Musa escribió entre
1676 y 1685, y que fueron editados en la Inundación castálida (Madrid: Juan García Infanzón, 1689), el primer tomo de sus obras reunidas, publicado gracias a las diligencias de María Luisa Manrique
de Lara, condesa de Paredes. Los juegos de villancicos que se compilan en la Inundación son los que siguen: Asunción, México, 1676
(a1);2 Concepción, México, 1676 (c1); San Pedro Nolasco, México,
1677 (n); San Pedro Apóstol, México, 1677 (p1); Asunción, México, 1679 (a2); San Pedro Apóstol, México, 1683 (p2); Asunción,
México, 1685 (a3). Todos los anteriores, salvo el último, impresos
por sus herederos, salieron de las prensas de la viuda de Bernardo
Calderón.
2
Véanse los datos completos de cada impreso en las Fuentes de este texto.
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JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
Puede asegurarse que el texto de los villancicos que se editó en
la Inundación (a partir de ahora consignada bajo la sigla I) deriva
directamente de las ya referidas ediciones sueltas, ello puede asegurarse por varias razones. Por un lado, I puede llegar a corregir
errores evidentes que se colaron en las sueltas por la premura, el
descuido o algún error de carácter técnico. Por ejemplo, ahí donde
se lee “si su se nombre pronuncia”, i acertadamente lee “si su nombre se pronuncia” (6: v. 41);3 también restituye las debidas vocales a
“axagera”, “consonuncias” y “valantón”; y endereza tipos malabaristas que en la suelta se pusieron de cabeza: en vez de cantivos, ofrece
cautivos.4 Otras correcciones introducidas por i requieren algo más
de sagacidad: en 5 (vv. 7-8) la suelta lee “hirió con ojo / prendió en
un cabello”; el primer verso es claramente hipométrico, así que i
enmienda: “hirió con un ojo”. En lugar de dar la lección “predicador
de su glorias”, como la suelta, decide concordar el número de ese
posesivo, “de sus glorias” (23: v. 12). Asimismo, hace que concuerden en género el artículo y sustantivo en el primer verso del par
“que amilanó a las Carranzas, / que arrinconó a los Pachecos” (33:
vv. 12-13) y lee lo que debe ser: “los Carranzas”, curioso plural formado a partir del apellido del célebre maestro de esgrima del siglo
xVii, Jerónimo de Carranza.
¿Son estas pequeñas correcciones obra de sor Juana? Podría
ser, pero lo cierto es que para corregir esos despistes no se necesita ser una décima musa: me inclino a pensar que los editores de i
3
La numeración corresponde a Gutiérrez Reyna, 2016.
4
Cito los villancicos de sor Juana por mi edición crítica, presentada como tesis de maestría
(2016). Entre paréntesis indico el número que ocupan en dicha edición, seguido por el
número de los versos citados.
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JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
recibieron las sueltas de los villancicos y enmendaron, a veces, lo
que era un error notorio. Otra posibilidad, quizá menos probable,
es que sor Juana haya enviado las ediciones sueltas con sus correcciones manuscritas (véase, más abajo, el caso de los villancicos dedicados a San Pedro Nolasco), o bien, una copia manuscrita de las
sueltas, bastante fiel pero ya con estos detalles corregidos. Lo que
importa destacar, en todo caso, es que los textos de los villancicos
de I no presentan diferencias significativas con respecto al de las
ediciones sueltas impresas en México.
Fuera de esas correcciones elementales, i no introduce sino
errores. Bien advertía la monja en un simpático romance al lector
español sobre sus versos: por “la prisa de los traslados”, dice, no
tuve “lugar para corregirlos” y hay errores que “matan de suerte el
sentido, / que es cadáver el vocablo” (1: vv. 33-40).5 Donde la suelta
lee “a hacer la beldad hermosa”, i lee “la beldad hermosura” (42: v.
6), que estropea el metro y la rima; también estropea el metro del
octosílabo de la suelta, “y a honorar las mismas honras”, pues imprime “a honrar las mismas honras” (42: v. 8); y en vez de “podemos
solo” lee “podemos serlo” (46: v. 39). Un caso más interesante lo encontramos en el primero de los villancicos dedicados a la Asunción
de 1685. En la edición suelta se lee:
Tan breve el hermoso cuerpo
espera verificarse,
que repugna la materia
5
Salvo por los villancicos, cito a sor Juana por la edición de sus Obras completas (1952, 1957,
2009 a cargo de Méndez Plancarte, Salceda o Alatorre, repectivamente). Entre paréntesis
indico el número de composición y el número de las líneas o versos referidos.
293
JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
la introducción al cadáver.
Como no tuvo la muerte
razón para ejecutarle,
no la pagó como deuda
y la acceptó como examen
(52: vv. 9-16).
En la Epístola a los Romanos se lee: “el salario del pecado es la
muerte” (6: 23); María, que nació inmaculada, no puede, en teoría,
morir y por eso, al final de sus días no enfrenta una muerte, sino
un estado particular que se conoce como tránsito o dormición. El
villancico nos presenta ese instante en el que el cuerpo y el alma de
María combaten por no apartarse el uno del otro, pues, a diferencia del resto de los seres humanos, María sería elevada en cuerpo
y alma a las alturas poco después de su “muerte”, y no hasta la
llegada del juicio final. La lección “verificarse” fue trocada, indebidamente, en todas las ediciones posteriores a la suelta –incluida la
de Méndez Plancarte– por “vivificarse”; sin embargo, “verificarse”
hace pleno sentido y, además, va mejor con la idea que sor Juana
desarrolla en el pasaje. Según el Diccionario de Autoridades (1739,
tomo Vi), verificar es “probar [...] que alguna cosa que se dudaba
es verdadera”, y una verificación es un “examen [...] que se hace de
alguna cosa para averiguar o confirmar la verdad”. Así, el cuerpo
de la Virgen espera “tan breve [‘tan pronto’] verificarse”, es decir,
probar que en realidad no ha perecido, no ha reprobado el examen
de la muerte. La lección “vivificarse”, aunque también hace sentido, es mucho más imprecisa y tiene que considerarse como una
lectio facilior.
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JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
Errores como los anteriores –abundantes, por cierto– pueden
parecer una nimiedad comparados con otros garrafales cometidos
por i. En las 264-265 se imprimieron los vv. 65-71 de una ensalada a
la Asunción (núm. 8 de mi edición), seguidos de los vv. 33-119 de la
misma; luego se interpuso el villancico “Silencio, atención...” (núm.
4), y en la p. 264 se imprimen los vv. 1-24 de la ya mencionada ensalada. Quedaron fuera, finalmente, los vv. 25-32. La ensalada, pues,
para los lectores españoles nunca tuvo pies ni cabeza y seguramente, al toparse con tremendo caos, daban vuelta a la página desconcertados. También prevaleció únicamente en la suelta el villancico
“La retórica nueva” (7), que debió imprimirse en las páginas previas
a la ensalada y que, a causa de este trasiego de folios, nunca llegó a
los lectores de aquel lado del Atlántico.
La Inundación castálida se reeditó, ya con el título de Poemas de la
única poetisa americana, ocho veces en diferentes ciudades españolas.
A la reedición de Madrid de 1690 (para la que empleamos la sigla
P), a cargo de García Infanzón, que un año antes se había encargado de la Inundación, siguieron: Barcelona, Joseph Llopis, 1691 (b);
Zaragoza, Manuel Román, 1692 (Z); Valencia, Antonio Bordázar,
1709 (V1 y V2); Madrid, Joseph Rodríguez y Escobar, 1714 (M),
y, por último, Madrid, Ángel Pascual Rubio, 1725 (t1 y T2).6 Una
vez establecido que, muy probablemente, las ediciones sueltas de
6
Bordázar imprimió en 1709 dos ediciones de Poemas; los preliminares y el contenido son
los mismos, pero la composición tipográfica y los adornos son diferentes. He revisado las
dos y, hasta donde he podido observar, los textos de los villancicos en estas ediciones son
prácticamente idénticos. La edición de Madrid (1725) tuvo dos emisiones; es decir, existen
dos grupos de ejemplares que presentan diferencias sutiles entre sí (véase Moll, 1979).
Tenemos un grupo de ejemplares dedicados a la duquesa de Fuensalida y con el nombre
de quien costeó la impresión, Francisco López; y otros de los ejemplares están dedicados
a la Virgen de la Soledad y presentan el nombre del impresor, Ángel Pascual Rubio.
295
JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
este primer grupo de villancicos, o alguna copia manuscrita de las
mismas sin mayores cambios, fueron enviadas por sor Juana a España para que con ellas se armara el primer volumen de sus obras
reunidas, resta definir la manera en que los villancicos fueron transmitiéndose en las sucesivas reediciones de ese primer volumen. A
partir del cotejo de los textos, he podido establecer la siguiente propuesta de stemma:
I (1689)
P (1690)
B (1691)
Z (1692)
M (1714)
V1, V2 (1709)
T1, T2 (1725)
Como se ve, las ediciones van derivándose en cascada unas de
otras a partir de i. Algunas de estas, desde P (1690), ostentan en
su portada: “edición corregida y mejorada por su autora”. En lo
que respecta a los villancicos, me temo, esta leyenda no es sino una
engañosa artimaña publicitaria: los errores de i, en casi todos los
casos, se perpetúan en las ediciones subsecuentes. Ahora bien, podemos distinguir ciertas tendencias en el comportamiento de estas
ediciones. El texto de P y M, por ejemplo, es bastante fiel, una copia
casi idéntica del de i. En cambio, z, a pesar de ser un descendiente
directo de i, ofrece un texto sumamente descuidado y plagado de
errores: cambia “un mote con letras de oro” por “un monte” (6: v.
18); “los fueros que más ensalzan” a la Virgen María por los que
“más la enlazan” (38: v. 30); y en vez de “lastime tu lamento” da la
errada lección de “lastime tu talento” (48: V. 10).
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
De entre todas las ediciones, me interesa destacar el caso de
B, V1 y V2. b ofrece, sin lugar a dudas, el peor de los textos entre
todas las rediciones de la Inundación. Joseph Llopis, su impresor,
apodado “el Lobo” y cuyos libros llevaban en la portada una insignia con este animal, era un ferviente admirador de sor Juana. Editó,
a su costa, esta reimpresión del primer tomo, tres del segundo (a
las que volveremos después), y algunas otras obras sueltas de sor
Juana, como “Los empeños de una casa”. Sus impresiones, sin embargo, no formaron nunca parte del proyecto editorial “oficial” de
sor Juana en la Península. De hecho, su edición, como bien señala
Eguía Lis Ponce, es “pirata”, ya que carece de las licencias de ordinario y de otros textos legales obligatorios en la época (2002: 93).
La edición de Poemas realizada por Joseph Llopis fue la única que
Antonio Bordázar, impresor de las ediciones valencianas de 1709
(V1 y V2), tuvo a la mano al momento de realizar su edición. Entre
todos los impresores antiguos de sor Juana, Bordázar ocupa un sitio
prominente. Son notorios el cuidado que puso en la edición de cada
uno de los versos de los villancicos de sor Juana y la sensible erudición con que resanó algunas grietas que habían venido afeándolos
desde las sueltas. Con razón, Rodríguez Cepeda lo llama “el impresor más culto y más ambicioso de España” y “el más innovador e inquieto de la primera mitad del siglo xViii” (1998: 53). El valenciano
introduce errores, como es esperable, pero muchas veces restituye
las lecciones que b había viciado o corrige los errores que venían
perpetuándose desde la impresión de P (1690). Basten los siguientes
ejemplos: trueca la última palabra del verso “que es lo que todo lo
abraza” por “abarca”, que sí rima con la “barca” de unos versos más
adelante (46: v. 17); cambia esa curiosa “mensión” de “Y cuantos
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JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
venturados / la eterna mensión habitan” por la debida “mansión”
(53: vv. 32-33); nombra a los aires “la región feliz”, y no “la religión
feliz”, como quería insensatamente B.
En otras ocasiones, no resta sino hacer lo mejor que puede con
lo que tiene y logra convertir un verso totalmente erróneo en uno
con sentido cabal, a pesar de que este último no haya pasado nunca
por la cabeza de la autora; es decir, crea una variante con sentido,
aunque errónea al fin y al cabo. El texto correcto lee “la que venga
los agravios / y anula leyes injustas”; b yerra y en vez de “y anula”
imprime “y pula”; V, que se da cuenta de que ese subjuntivo no podía
estar coordinado con el “venga” del verso anterior, corrige sobre el
error y escribe: “y pule leyes injustas” (6: vv. 32-33). b transformó
“y de su honor la defensa” en “y de honor la defensa”, hipométrico;
Bordázar, con fino oído, cuadra sutilmente el octosílabo: “y del honor la defensa” (21: v. 11). En lugar de “verde cedro”, tanto P como
sus hijas, b y M, imprimieron un sinsentido: “verde edro”; al impresor valenciano no le quedó más remedio que escribir “verdadero”
(27: v. 45).
Los casos enunciados anteriormente no conforman solamente un
catálogo de curiosidades acerca de las ediciones antiguas de sor Juana; comprender la manera en la que los editores de los villancicos
procedieron –sus prácticas, su escrupulosidad o su descuido– nos
ayuda a subsanar errores de lectura que persisten hasta el día de hoy.
Llamo la atención sobre un único caso; en la edición suelta de unos
villancicos a la Concepción de la Virgen, se lee:
Dizque los doctos allá
la Ciudad de Dios os llaman
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y de ángeles, señora,
vos debéis de ser poblana
(67: vv. 73-76).
Estos son los primeros villancicos que sor Juana compone para
la ciudad de Puebla y es notoria la preocupación que siente por ganarse a su nuevo público, sobre todo en la ensalada, a la que pertenecen estos versos. Los doctos, dice la monja, llaman a la Virgen la
Ciudad de Dios y también de los Ángeles; por tanto, la mismísima madre de Dios debió de ser oriunda de Puebla, la ciudad de la Puebla
de los Ángeles. Ahora bien, la Ciudad de Dios es la Jerusalén Celestial –oro puro, zafiros y amatista– que vio descender Juan y que se
describe en el Apocalipsis (21: 9-21). En la tradición cristiana, esta
ciudad se asocia frecuentemente con la Virgen. Sor María de Jesús
de Ágreda, monja concepcionista en un convento de Soria, escribió
una suerte de biografía de la Virgen, muy leída en el siglo xVii, que
se llama justamente así: Mística Ciudad de Dios (1670). La autora,
así como su obra, era muy admirada por sor Juana, a la que nuestra
Décima Musa cita varias veces en los Ejercicios de la Encarnación.
b convirtió el verso en cuestión en “la caridad de Dios os llaman”.
V, que se percató de que era hipermétrico, ofreció, a falta de algo mejor, “caridad de Dios os llaman”, es decir, suprimió el artículo la del
principio del verso. Méndez Plancarte no tuvo a la mano la edición
de Bordázar al realizar la suya; solamente consultó T1 o T2 (1725),
cuyos textos derivan de V; naturalmente, estas dos ediciones tardías
copian los aciertos de la edición de Valencia, pero también sus errores y, además, añaden los propios. Podría decirse, por tanto, que el
editor michoacano tuvo a la mano, la mayoría de las veces, las edicio-
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nes no solo más tardías, sino las más deturpadas de los villancicos de
sor Juana. Cuando leyó, en alguna edición madrileña de 1725, “caridad de Dios os llaman”, le pareció un disparate y consideró que a la
Virgen le venía mejor, en vez de caridad, ser la claridad de Dios. Así,
imprimió un verso que no es sino la consecuencia de una cadena desafortunada de errores y que es el único que los lectores de los villancicos de sor Juana actualmente conocen: “claridad de Dios os llaman”.
Al imprimir ese error, nos perdemos del chiste que sor Juana buscó
hacer a partir del nombre de Puebla, la Ciudad de los Ángeles, la referencia al Apocalipsis, a san Juan y a sor María de Jesús de Ágreda.
Los IncLuIdos en eL SEGUNDO VOLUMEN y sus ReedIcIones
El segundo grupo de villancicos desde el punto de vista de la transmisión textual está constituido por aquellos juegos que se incluyeron en el Segundo volumen, impreso en Sevilla por Tomás López
de Haro en 1692, y sus reediciones. Son, en total, tres: Concepción,
Puebla, 1689 (c2); San José, Puebla, 1690 (76-88 [j]); Asunción, México, 1690 (89-96 [a4]). Como en el caso de los juegos del primer
grupo, estos tuvieron una primera edición suelta americana: los dos
primeros, que se cantaron en Puebla, fueron impresos por Diego
Fernández de León; el tercero, como era ya costumbre para los villancicos de sor Juana cantados en México, salió de las prensas de
los Herederos de la Viuda de Bernardo Calderón. De esas sueltas
deriva el texto de los juegos de Concepción del 89 y de San José del
90 que fueron publicados por Joseph Llopis en la edición barcelonesa de 1691 (b). Consecuentemente, aparecieron en las ediciones
valencianas (1709) y madrileñas (1725), cuyas características he-
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mos comentado líneas arriba. Después, aunque ya se habían añadido
a la edición de Llopis, fueron incorporados también en el grueso y
flamante Segundo volumen de las obras de la Décima Musa (Sevilla,
Tomás López de Haro, 1692; consignado aquí bajo la sigla s). En
el epígrafe que antecede a estos juegos, agrupados en s bajo el rubro de “Poesías lírico-sacras”, se explica que se repiten ahí “por no
haber salido en la primera impresión del tomo i de las obras de la
señora sor Juana” y con el fin de que los vean “los que no tienen la
segunda impresión de dicho tomo” (37).7 Por alguna razón, estos
villancicos no se incluyeron en las reediciones de S, a las que volveremos más tarde.
Los textos que aparecen en b –y por ende en V y t– proceden,
como ya dijimos, directamente de la edición suelta, impresa por Fernández de León: las diferencias existentes entre estos caen definitivamente en el campo del error. No ocurre lo mismo con los textos
de s que, definitivamente, proceden de versiones posteriores en las
que sor Juana introdujo no pocos cambios. Estas versiones bien pudieron ser ejemplares de las sueltas con las correcciones manuscritas de la autora (véase abajo el caso de los villancicos de san Pedro
Nolasco) o bien copias manuscritas corregidas. Llopis tuvo la primicia, publicó estos textos antes que nadie en Europa; sin embargo,
no fue sino hasta la publicación de s cuando se dieron a conocer las
versiones “definitivas” de estos villancicos, las ya corregidas por sor
Juana. Como dijimos, Llopis está al margen del proyecto editorial
“oficial” de sor Juana en Europa: quienes estuvieron en contacto con
la autora fueron los editores del Segundo volumen.
7
Esa “segunda impresión” es la de Llopis, que en rigor vendría siendo la tercera, pues
después de la Inundación se imprimió Poemas (1690).
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Lo anterior sugiere que había dos vías de comunicación distintas
entre los impresores americanos y europeos en lo que concierne a
los villancicos de sor Juana. Por un lado, desde la ciudad de México,
y corregidos ya por su autora, se enviarían textos a Sevilla, donde
López de Haro imprimía el Segundo volumen; por otro, Llopis debió
tener una suerte de línea directa con Diego Fernández de León,
quien desde Puebla debía remitirle las sueltas de sor Juana que salían de su taller, en este caso, las que correspondían a los primeros
juegos de villancicos de sor Juana que se cantaron en Puebla. Creo
que vale la pena señalar, como me lo ha hecho notar Marina Garone
Gravier, la semejanza que existe entre las marcas tipográficas de
Llopis y Fernández de León. Dicha semejanza podría contribuir a
sostener la hipótesis de la relación que, aunque separados por el
Atlántico, existía entre estos dos talleres (véase Figuras 1 y 2). En
ambas puede verse un animal relacionado con el apellido de los impresores: en el caso de Llopis, un lobo; en el del poblano, un león.
En ambas marcas aparecen las iniciales de los impresores: en la del
barcelonés, el lobo posa su pata sobre un corazón en cuyas cámaras
puede leerse “I. L.”; en el caso de Fernández de León, el león sostiene un espejo en el que se lee “D. F. D. L.”
Figura 1. Marca de impresor de Joseph Llopis.
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Figura 2. Marca de impresor de Diego Fernández de León.
Una vez trazados estos vericuetos editoriales transatlánticos, es
posible establecer el siguiente stemma para los juegos de Concepción (1689) y San José (1690):
Sueltas:
B (1691)
X (versión corregida por
la autora)
V1, V2 (1709)
S (1692)
T1, T2 (1725)
El caso de los villancicos dedicados a la Asunción (1690) merece
una consideración aparte. A pesar de que se cantaron e imprimieron
el mismo año que los de San José, no fueron incluidos en la edición
de Llopis. La razón es muy simple: la fiesta del padre adoptivo de
Cristo es el 10 de marzo, la de la Asunción, el 15 de agosto; ese año,
la flota zarpó de Veracruz a Sevilla el miércoles 19 de julio (Robles,
1972: 208). En ella se embarcaron los villancicos de San José y, en la
de 1691, los de la Asunción que, por supuesto, llegaron a Barcelona
una vez que Llopis ya había concluido la impresión de su tomo. A
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pesar de que el Segundo volumen ya estaba completamente formado,
el juego se incluyó en este, tan a las carreras, que fue relegado al
final, bajo el rubro de “Más poesías lírico-sacras” y ni siquiera se
consignó en la tabla o índice. A pesar de las prisas, sor Juana envió
a España una versión diferente a la de la suelta de este juego de
la Asunción y los cambios introducidos se ven reflejados en s, tal
como ocurre en el caso de los juegos de Concepción y San José.
A diferencia de estos dos últimos casos, el juego de Asunción
de 1690 sí se incorporó a las reediciones de S. El Segundo volumen
repitió el éxito editorial que había conseguido la Inundación castálida; tal como había ocurrido con el primer tomo, los lectores
europeos se volcaron sobre el segundo, que incluía obras de la
talla de Los empeños de una casa o Primero sueño. La demanda del
público provocó que la segunda entrega de los textos de la monja
americana se reeditara cinco veces. Bajo el título de Segundo tomo,
Joseph Llopis imprimió en Barcelona en 1693 tres ediciones. Estas pueden identificarse, sobre todo, por los dibujos que ornan la
portada: la primera tiene una viñeta con motivos vegetales (B1);
la segunda, un tazón colmado de flores y frutos, sobre los cuales
se posan un par de pájaros (B2); la tercera, el mismo tazón pero
sin los pájaros (B3) (véase Sabat de Rivers, 1974; Rodríguez Cepeda, 1998: 38-43). La cuarta de las reediciones, bajo el título
de Obras poéticas, se imprimió en Madrid por Joseph Rodríguez
de Escobar en 1715 (O). La quinta y última, también madrileña,
salió de la imprenta de Ángel Pasqual Rubio en 1725, y se llamó Segundo tomo (A). Es claro que el texto de los villancicos a
la Asunción (1690) en todas estas reediciones depende de S, es
decir, aquel corregido por la autora y que difiere del de la suelta.
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El stemma de las reediciones del Segundo volumen sería, pues, el
siguiente:
S (1692)
B1 (1693)
B2 (1693)
O (1714)
A (1725)
B3 (1693)
Los cambios que sor Juana introdujo en estos tres juegos de villancicos y que se ven reflejados en el texto de s no son, por lo general, radicales, pero son invaluables en tanto que nos dejan atisbar
su proceso creativo. Se trata de ligeros retoques para afinar la música del verso, reordenamiento de algunas palabras e intercambio
de unas por otras. En los siguientes ejemplos, la primera versión
corresponde a la suelta, la segunda, a s: a) “el viento soplos aliente”
/ “el viento respire alivios” (65: v. 21); b) “como es de todo dueño” /
“como a dueño de todo” (65: v. 27); c) “concedió perdón” / “se inclina
al perdón” (79: v. 13); d) “de mayor primor” / “aun de más primor”
(79: v. 33); e) “dice que Ignacio añadió” / “dice que Ignacio la dio”
(83: v. 10); f) “todo el diámetro atraviesa” / “el dïámetro atraviesa”
(92: v. 32); g) “y así, viéndola alejarse” / “y así, viéndola ausentarse”
(95: v. 30).
Aunque no son la mayoría, hay otros cambios de mayor envergadura en el texto de estos tres juegos de villancicos. Para realizar la
ensalada de la Asunción, un niño de la capilla pide a sus compañeros
no versos ni bailes, sino el recaudo. Así, va uno trayendo la sal, otro
el aceite y alguno más, las lechugas:
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Yo daré las lechugas
porque son frescas
y nadie mejor dice
una friolera
(96: vv. 5-8).
El segundo verso de la cuarteta anterior, imprescindible para
que el cuarto no quede desprovisto de rima y de chiste, faltaba en
la suelta y sor Juana lo añadió en S. Es también de notar la diferencia entre los versos siguientes del mismo juego (91: vv. 38-43),
en que sor Juana, valiéndose del Cantar de los cantares, compara a
María, la esposa, que es toda dulzura, con su esposo, Dios, que,
por el contrario, puede llegar a ser un tanto amargo. La suelta, a
la izquierda, dio una lección sin mucho sentido, pues imprimió “esposa” en vez de “esposo” y “María” en vez de “mirra”, con lo que
la comparación se perdió por completo. En S, del lado derecho, sor
Juana compuso el desastre:
[...] la esposa pura
de sus labios celestiales
solo distila panales
con leche y miel de dulzura,
mas su esposa la amargura
tal vez de María destila
porque en sus labios afila
cortes de espada también.
[...] la esposa pura
de sus labios celestiales
solo distila panales
con leche y miel de dulzura,
mas su esposo la amargura
tal vez de mirra distila
porque sus labios afila
cortes de espada también.
Respecto de la edición suelta, como puede verse, las líneas de
s no sufren, como digo, grandes modificaciones pero, finalmente,
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constituyen lo que sor Juana quiso que conocieran sus lectores en
Europa y en otros sitios dentro de los dominios españoles a los
que llegaría la segunda entrega de sus obras reunidas. Las lecciones corregidas, que constituyen la última voluntad de la autora,
son las que deben darse a conocer a los lectores modernos. En
este punto la edición de Méndez Plancarte se tambalea: la mayor
parte del tiempo, el cura de Michoacán tuvo a la mano, como
ya dijimos, solo T1 o T2, las ediciones más tardías de entre las
antiguas, y en las que no se imprimen estos poemas con las correcciones de su autora. El texto de los villancicos de Concepción
de 1689, San José de 1690 y Asunción de ese mismo año que nos
ofrecen las Obras completas, por ende, corresponde a un estado
previo a las correcciones de la jerónima.
A pesar de que se trata de un testimonio revisado por la propia
autora, no debe creerse que el texto del Segundo volumen es siempre pulcro y que debe seguirse ciegamente. Los editores, como lo
habían hecho los de la Inundación castálida años atrás, introdujeron,
junto con las correcciones de sor Juana, una importante cantidad de
errores: hay que ser muy cautelosos para no confundir las unas con
los otros. El verso que ofrece s para la ensalada del carpintero san
José, “figuras del que él guardó”, resulta hipermétrico; el de la suelta, “figuras del que guardó”, da en el clavo (84: v. 99). Al mismo san
José se dedican estas dos cuartetas, cuya lección en s es como sigue:
¿Quién le podrá suplir
la infecundidad si nadie
es digno de engendrar hijos
que suyos puedan llamarse?
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¡Oh, grandeza sin medida!,
que solo el eterno padre
le da su natural hijo
que suyo pueda llamarse
(78: vv. 17-24)
El último verso de la segunda estrofa, además de ser gramaticalmente torpe, parece repetir por error el último de la primera.
El verso correcto prevaleció en la edición suelta, “para que suyo le
llame”, y ese es el que hay que elegir al momento de presentar un
texto crítico.
Los vILLAncIcos de LA RosA ALeJAndRInA
El juego dedicado a santa Catarina de Alejandría (m), el único de
sor Juana que se cantó bajo la noche de Oaxaca –“inmensa y verdinegra como un árbol”– constituye un grupo en sí mismo dentro
de la clasificación que aquí proponemos desde la crítica textual. La
suelta se imprimió en la ciudad de Puebla, en los talleres de Diego Fernández de León en 1691. No deja de resultar curioso que
el impresor decidiera editar este juego de villancicos cantados en
la catedral de Oaxaca en su imprenta de Puebla, pues desde 1685
tenía un taller tipográfico también en Antequera (Garone, 2018:
158-159). La edición suelta debió embarcarse y arribar a España
durante la segunda mitad de 1692 y se incluyó en el Segundo tomo
editado, como ya dijimos, tres veces por Llopis en 1693 (b1, b2, b3).
De ahí pasó a O (1715) y, por último, a a (1725). El stemma de esas
ediciones fue ya esbozado líneas arriba. Los villancicos a la mártir
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de Alejandría nunca formaron parte de las ediciones “oficiales” de
sor Juana: no estuvieron en el Segundo volumen ni tampoco en la
Fama y obras póstumas (1700).
La transmisión textual de este juego presenta algunas incógnitas. Existen cambios, pocos pero considerables, entre el texto de
la edición suelta y el que presenta Llopis en sus tres ediciones del
Segundo tomo: ¿al igual que en los otros casos que hemos revisado,
el texto de Llopis depende de la suelta de Fernández de León? En
algunas ocasiones, las ediciones de Llopis mejoran el texto de la
suelta, lo cual es una anomalía. Hemos visto que, en su reedición de
la Inundación castálida, Llopis no hacía sino dejar pasar los errores
de las ediciones anteriores y añadir los propios; también hemos visto que Llopis no recibía textos corregidos de los villancicos por la
misma sor Juana. Pongamos un ejemplo: la monja compara en uno
de sus villancicos a Catarina con Cleopatra, la primera muerta por
amor divino, la segunda, por el amor de un emperador romano. De
ello se concluye que, de las dos, la mártir es “la mejor egipcia”, que
es lo que imprime Llopis, y no “la mujer egipcia”, como leía la suelta
(99: v. 48). Hay otra mejora que requiere de cierta destreza (101:
vv. 31-34); la suelta, a la izquierda, ofrece una lección que no hace
mucho sentido, mientras que Llopis, gracias a un par de retoques
certeros (cambia “se” por “no” y “pone” por “pena”), ofrece una lectura clarísima:
Mas se ve la ignorante
ciega malvada astucia,
que el suplicio e que pone
sabe hacer Dios el carro donde triunfa.
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Mas no ve la ignorante
ciega malvada astucia,
que el suplicio en que pena
sabe hacer Dios el carro donde triunfa.
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Hay otros cambios que ni mejoran ni arruinan el pasaje y que
resultan aún más inexplicables: ¿por qué Llopis alteraría versos que
hacían pleno sentido en la suelta y no se limitó a copiar, como había
hecho antes con otros villancicos, el texto de estas? El caso más
revelador en este sentido lo encontramos en un villancico en el que
se relata el famoso episodio del coloquio entre santa Catarina y los
cuarenta o cincuenta sabios de Egipto –el número varía según la
versión–, convocados por el emperador Maximino para convencerla de abjurar de su fe cristiana. Ocurrió lo opuesto: la docta joven
los convirtió, con la agudeza de sus argumentos, al cristianismo.
El emperador, colérico, mandó ejecutar a los sabios.8 La siguiente
estrofa celebra el triunfo de la santa y destaca el hecho de que la
proeza la haya ejecutado una mujer y no un varón (102: vv. 51-52).
La lección que puede verse a la izquierda es la de la suelta poblana;
la de la derecha es la transformada por Llopis en su primera edición
del Segundo tomo (B1):
Nunca de varón ilustre
triunfo igual habemos visto
y es que quiso honrar en ella
Dios el sexo femenino.
¡Víctor, víctor!
8
Nunca de varón ilustre
triunfo igual habemos visto
y es que quiso Dios en ella
honrar al sexo femenino.
¡Víctor, víctor!
El episodio no deja de tener algún paralelo con otro –que no deja de tener algo de
fantástico– de la vida de sor Juana, relatado por Calleja en su aprobación a la Fama y obras
póstumas: el entonces virrey, marqués de Mancera, admirado de la gran sabiduría de Juana
Inés, que en ese entonces no era monja y vivía en el palacio como dama de su esposa,
quiso ponerla a prueba y reunió a “cuantos hombres profesaban letras en la universidad
y Ciudad de México: el número de todos llegaría a cuarenta [...] No desdeñaron la
niñez (tenía entonces Juana Inés no más de diez y siete años) de la no combatiente sino
examinada tan señalados hombres”. No solo no se vio vencida la sabia adolescente,
sino que “a la manera que un galeón real […] se defendería de pocas chalupas que le
embistieran, así se desembarazaba Juana Inés de las preguntas, argumentos y réplicas que
tantos, cada uno en su clase, la propusieron” (1700: s. n.).
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La versión del verso “honrar al sexo femenino” que ofrece B1 es
hipermétrica; B2 y B3 corrigen y ofrecen la lección “honrar el sexo
femíneo” y “honrar al sexo femíneo”, respectivamente. En los tres
casos, de cualquier forma, hay un cambio importante, consciente, con
respecto de la suelta. ¿Por qué alteró Joseph Llopis estos pasajes del
juego para la mártir de Alejandría, a veces para mejorarlos, a veces
gratuitamente? ¿Fue realmente el impresor el que hizo los cambios
o recibió, en este único caso, un texto corregido por la autora? ¿Hay
otro testimonio (otra suelta, quizá), hoy perdida, de la cual depende
el texto de B1, B2 y B3?
Hay que añadir que este mismo villancico dedicado a santa Catarina aparece atribuido a Manuel de León Marchante en sus Obras
poéticas póstumas, impresas muchos años después (1733). En este último volumen, por cierto, la estrofa en cuestión es idéntica a la de B3.
No contamos con razones de peso para dar por válida esta atribución
a León Marchante: hasta ahora, el testimonio más antiguo que conocemos de este villancico es el que corresponde a la suelta poblana de
1691, atribuida a sor Juana; por tanto, habrá que defender que este
villancico, hasta que se pruebe otra cosa, se debe a su pluma.
El juego de santa Catarina es, por mucho, el que más se cita
y se conoce; ello se debe, sobre todo, a las numerosas relaciones
que pueden establecerse entre la vida de sor Juana y la de la santa, joven mujer sabia, mucho más que todos los doctos hombres
de Egipto, asediada hasta la muerte por el emperador Maximino.
A la luz de la polémica en torno a los neblinosos años finales de
la monja, se ha visto en estos villancicos, cantados en 1691, un
testamento poético, una denuncia, no tan velada, del asedio que la
monja supuestamente padecía, en fin, un canto de cisne. Algunos
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versos dedicados a la santa alejandrina recuerdan decididamente,
de hecho, ciertos pasajes de la Respuesta a sor Filotea, firmada el
mismo año que estos villancicos. Ahí sor Juana asegura que “cualquiera eminencia, ya sea de dignidad, ya de nobleza, ya de riqueza,
ya de hermosura, ya de ciencia” es “blanco de la envidia” (vv. 607610). Lo mismo dice en sus villancicos de la mártir alejandrina:
Contra una tierna rosa
mil cierzos se conjuran:
¡oh, qué invidiada vive
con ser breve la edad de la hermosura!
Porque es bella la invidian,
porque es docta la emulan:
¡oh, qué antiguo en el mundo
es regular los méritos por culpas!
(101: vv. 15-22).
dos cAsos PRobLeMátIcos: concePcIón, MéxIco, 1676,
y nAvIdAd, PuebLA, 1689
El villancico es un género que oscila entre lo individual y lo colectivo. Dado que las catedrales del orbe hispano debían cantar un juego
para maitines completo en cada celebración religiosa que así lo requiriera, no siempre se daban el lujo de encargar y estrenar juegos
enteros anualmente. Era habitual que se confeccionaran al modo de
Frankenstein: con piezas de aquí y de allá y debidas a la pluma de más
de un ingenio. La labor de sor Juana estuvo forzosamente sujeta a
esos vaivenes y, por tanto, hay que andarse con pies de plomo al mo-
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mento de imputarle la autoría de tal o cual villancico. Es posible, por
un lado, que la monja haya escrito alguno que no se incluyó nunca
en sus obras reunidas y que se nos escapa, perdido entre el resto de
las piezas de otros autores en algún juego anónimo. Por otro lado,
existen también algunos villancicos cuya autoría no puede atribuirse con seguridad a nuestra poeta, a pesar de que estos hayan sido
incluidos en sus obras publicadas en Europa. Entre los doce juegos
que se le han atribuido tradicionalmente, hay dos que constituyen
casos problemáticos: Concepción, México, 1676 (núms. 9-16 de mi
edición, c1) y Navidad, Puebla, 1689 (núms. 68-75, n1 y n2).
Tengo serias sospechas de que, salvo dos piezas, el juego para
la Concepción del 76 no es de sor Juana. Existe una edición suelta,
anónima (c1) que alberga, por supuesto, el conjunto completo de
los ocho villancicos repartidos en tres nocturnos. Sin embargo, de
esa suelta tan solo dos villancicos (12 y 13) fueron incluidos en el
Segundo volumen, en donde aparecen anexados a otro juego dedicado a la Concepción, cantado en Puebla en 1689; el resto prevaleció
únicamente en el pliego americano. Resulta inaudito que de un juego cantado en 1676 solo se rescataran dos poemas y que estos no se
publicaran sino hasta 1692, es decir, 16 años después de que se cantaron y luego de que la Inundación castálida (1689) había tenido ya
tres reediciones. Recuérdese que el resto de los juegos de sor Juana
conocidos anteriores a 1685 fueron incluidos íntegros en la Inundación y en sus rediciones. ¿Por qué sor Juana hizo a un lado estos
villancicos y rescató únicamente dos de ellos tantos años después?
Además de los datos duros, el estilo de los villancicos de la
suelta que no pasaron al Segundo volumen puede también levantar
sospechas. La aridez, tan catequética, sobre todo de los números
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9, 11 y 14, contrasta fuertemente con las estrategias empleadas
por sor Juana en esa época. En todos los juegos anteriores al 83,
es claro que se halla sumamente preocupada por darle un peso físico, tangible, a los misterios divinos, que de por sí no lo tienen.
Por eso abundan en estos años los villancicos “en metáfora de” o
alegorizantes.9 De hecho, los únicos dos poemas de este juego que
sí fueron incluidos en sus obras reunidas están escritos bajo este
procedimiento: los dos se ambientan en ese espacio tan caro para la
monja, el jardín; en uno, se nos presenta a María como una hierba
medicinal que alivia nuestros dolores y en otro, como una rosa que
conserva su pureza a pesar de estar cercada por los arbustos espinosos del pecado. Considérese también la brevedad inusitada de la
ensalada (16), de apenas 42 versos: todas con las que sor Juana remata el resto de sus juegos van de los 80 a los 200 versos (es obvio
que le gustaba recrearse en ese festín final).
A lo anterior hay que añadir que en la Carta a su celoso padre
espiritual, Antonio Núñez de Miranda (1682), sor Juana menciona
dos juegos de villancicos a la Virgen compuestos por ella hasta
entonces: unos anónimos, presumiblemente los de Asunción de
1676 –que sí se incluyeron del todo en la Inundación castálida– y
otros con su nombre, que no pueden ser más que los de Asunción
de 1679. ¿Por qué no menciona este juego a la Concepción, también mariano?:
9
Tenorio define el recurso de los villancicos “en metáfora de” como “la invención de
una alegoría continuada a lo largo de toda la composición, para contar más brillante
o plásticamente las historias de siempre” (1999: 29); la misma estudiosa señala que el
gusto por este recurso, aunque era moneda corriente en el siglo xVii, le viene a sor Juana
probablemente de su admirado Manuel de León Marchante (2002: 543-561).
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
dos villancicos a la Santísima Virgen [...] hice con venia y licencia
de V.R., la cual tuve entonces por más necesaria que la del Sr. Arzobispo Virrey, mi prelado, y en ellos procedí con tal modestia, que
no consentí en los primeros poner mi nombre, y en los segundos
se puso sin consentimiento ni noticia mía (en Alatorre, 1987: 619).
Ya que he traído a colación al padre Núñez, aprovecho para lanzar la hipótesis, aparentemente descabellada, de que los villancicos
de este juego concepcionista que ahora nos ocupa –si no todos, al
menos uno o dos– se deben a su pluma. Recordemos que el piadoso
varón que pasó a la historia como el antagonista que buscó interrumpir la ascendente carrera literaria de su hija espiritual, fue, en
su momento, una joven promesa de las letras novohispanas. El relato que Juan de Oviedo, su biógrafo, hace de la temprana vocación
literaria de Núñez es verdaderamente fascinante:
le buscaban, valiéndose del concepto que tenían de sus aventajadas letras para el desempeño de muchas funciones literarias, recurriendo a la abundante oficina de su escogida erudición y eminencia
en las humanas letras […] a que satisfacía con mucho crédito y
admiración de los que veían la suma facilidad y primor con que
las acababa, sin faltar a la primaria y precisa obligación de su estudio teológico y ejercicios espirituales, con ser en tanto número
las obrillas que le pedían que era fama común que casi no se cantaba
villancico alguno en las iglesias de México que no fuese obra de su ingenio
(1702: 13-14).10
10
El subrayado es mío.
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
Ese joven Núñez que componía versos en su cabeza mientras
se paseaba por los pasillos de los colegios jesuitas, por una razón u
otra, nunca descolló como poeta. Con el tiempo dejó de dedicar sus
esfuerzos a las “humanas letras” y decidió orientarlos a convertirse no en un poeta de renombre, sino en un modelo de virtudes
y santidad. Bajo esta perspectiva quizá se entienda mejor la saña
con la que el padre reaccionó al surgimiento del prodigio literario
que era sor Juana: de pronto la pluma de una joven, mucho más
remontada que la suya, se llevaba todos los aplausos.
¿Seguía Núñez componiendo villancicos para 1676, a sus 58
años? El hecho de que sor Juana, en ese entonces muy ligada a
Núñez, haya colaborado con él en la composición del juego de villancicos a la Concepción es apenas una conjetura. No obstante,
lo que parece mucho más probable es que, independientemente de
quién o quiénes sean los otros autores, ese juego no se deba enteramente a la monja. Ese año debieron pedirle que lo completara y ella
compuso dos villancicos; años después, en 1689, cuando compuso el
juego poblano dedicado al mismo asunto y lo envío a España para
su publicación, quizá haya decidido rescatar aquel par de poemas de
algún cajón. Ya corregidos, aumentados y anexados a este nuevo
juego, compuesto por ella en su totalidad, los habrá enviado a la
Península, orgullosa, para la conformación del Segundo volumen.
El juego de Navidad poblano de 1689 es el más conflictivo de
los juegos de sor Juana. Del mismo modo que ocurre con el resto,
este juego navideño tuvo una primera edición suelta americana.
Ahora bien, de este conocemos no una, sino dos sueltas: una anónima (conservamos un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia) y otra, de cuya existencia me informó Anastasia
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
Krutitskaya, con el nombre de sor Juana (se resguarda un ejemplar
en la Hispanic Society de Nueva York). Ambas fueron impresas
en 1689 en la imprenta de Diego Fernández de León, en Puebla.
Entre el texto de ambas existen mínimas diferencias, a las que volveremos más tarde. Fuera de eso, las dos sueltas solo se distinguen
en la formación de los folios, en las viñetas que los adornan y en
las normas que se siguieron con respecto a la ortografía. Como casi
todos los otros juegos de villancicos de sor Juana, este de Navidad
se incluyó íntegramente en las ediciones de sus obras reunidas en
España. El primero en incluirlo fue Joseph Llopis, en su edición de
1691 (B), desde donde se transmitió a las dos ediciones valencianas
de 1709 (V1 y V2) y a las dos emisiones de la madrileña de 1725
(T1 y T2). El juego también formó parte del Segundo volumen (S)
pero, como había ya ocurrido con el juego a Concepción (1689) y
san José (1690), no se añadió a las reediciones del mismo.
Ahora bien, de los ocho villancicos que componen el juego navideño, cuatro, podemos aseverarlo con una mano en la cintura, no
son de su autoría y uno más, como explicaremos, es el resultado de
una curiosa colaboración entre ella y los poetas peninsulares Vicente Sánchez y León Marchante. Cuatro de los villancicos de dicho
juego habían sido ya publicados en pliegos sueltos de villancicos
españoles anónimos muy anteriores a 1689 y, después de esa fecha,
fueron restituidas, en sus respectivas ediciones de obras reunidas, a
los debidos autores. Méndez Plancarte fue el primero en advertir
que varios villancicos navideños se hallaban en las obras reunidas
de otros poetas, publicadas mucho después de 1689 (véanse 415 y
418-419 de su edición). Para el editor, y con toda razón, no había
motivo para sospechar siquiera de la autoría de la Décima Musa:
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
¿por qué habríamos de darle crédito a una atribución realizada varios años después de que sor Juana publicara esos villancicos con
su nombre y en numerosas ediciones? No obstante, Martha Lilia
Tenorio vino a poner los puntos sobre las íes: señaló la existencia
de las sueltas anteriores a la atribuida a sor Juana, conservadas en
la Biblioteca Nacional de España, y gracias a ello pudo aseverar
con firmeza que los villancicos en cuestión no eran suyos (1999:
173-190). Ha habido también quienes han señalado, desde la musicología, la existencia de partituras con las letras de estos villancicos
muy anteriores a la publicación del juego de sor Juana (véase Pérez
Amador, 2008: 159-178; Tello, 2018: 37-38).
Partiendo de todo ese trabajo, realicé por vez primera el cotejo
de todos los testimonios conocidos para echar algo más de luz sobre este misterio sorjuanino. “El alcalde de Belén” (70) aparece ya
en una suelta toledana de 1677 (a la que asigno la sigla n3); “Hoy el
mayor de los reyes” (71) se imprime por primera vez, hasta donde
sabemos, en una suelta toledana de 1685 (n4); “Pues mi Dios ha nacido a penar” (72) está en la suelta ya referida de 1677 (n3), de donde también proviene el cuarto villancico en disputa, “Escuchen dos
sacristanes” (75). Tenemos por último el caso de “Al niño divino
que llora en Belén”, villancico 69, que parece una suerte de popurrí.
Salvo una, que es de León Marchante, todas las coplas o estrofas
aparecen idénticas en un villancico impreso por primera vez en una
suelta zaragozana de 1674 (r1). Puesto que este luego fue incluido
en la Lira poética de Vicente Sánchez (Zaragoza: Manuel Román,
1688, sigla l), podemos pensar que se deben a su pluma. El estribillo es absolutamente distinto al de r1 o l; se basa, notoriamente, en
uno de León Marchante, pero va tan por otro rumbo que hay que
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darle el crédito de su autoría a sor Juana.11 El estribillo de la monja
se intercaló entre cada una de las estrofas de Sánchez:
Al niño divino que llora en Belén
dejenlé,
pues, llorando mi mal, consigo mi bien;
dejenlé,
que a lo criollito yo le cantaré:
le, le,
que le, le, le.
(69: vv. 1-7).
Las pruebas con las que contamos son contundentes: varios villancicos del juego de Navidad atribuido a sor Juana son de la autoría de otros poetas. La pregunta se impone: ¿por qué los villancicos
ajenos fueron incluidos también, no solo por Joseph Llopis, sino
también por los editores “oficiales” en el Segundo volumen? Y eso no
es todo: los textos de este juego navideño que se incluyeron en este
tomo no derivan de ninguna de las dos ediciones sueltas, sino, como
el resto de los villancicos allí incluidos, de una versión posterior
corregida por sor Juana. Es decir, sor Juana hizo cambios, pequeños
pero significativos, a villancicos ajenos y los envío a Europa, junto
11
El villancico de León Marchante cuyo estribillo sirve de modelo a este de sor Juana
comienza con el verso “A Belén, zagalejos”, y fue cantado en Alcalá en 1667; se recopiló
después en el segundo tomo de sus Obras poéticas póstumas (1733: 52): “A Belén, zagalejos, /
que ha nacido el Sol, / quedito que llora, / pasito que ríe, humanado Dios. / No, no, no le
recuerden, no, / que en los brazos del alba / descansa el amor. / ¡Ay, qué dolor! / Recibid,
Niño hermoso, mi corazón, / que a mí me duele, / y os adora a vos. / ¡Ay, qué dolor! / ¡Ay,
qué placer! / Pues adoro a un Dios Niño, / dejenmé, / que, llorando mi mal, / consigo mi
bien: / dejenmé, dejenmé”.
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
con los propios, para engrosar la segunda entrega de sus obras.
Pongo un par de ejemplos: todos los testimonios, desde la suelta
toledana de 1677, pasando por las sueltas americanas de 1689, y
hasta las obras reunidas de León Marchante, impresas en 1733,
ofrecen los versos que pueden leerse a la izquierda; únicamente s, a
la derecha, que, como ya lo demostramos, fue revisado y corregido
por sor Juana, presenta una versión distinta (70: vv. 59-62):
En Belén sin faroles entraron
a fin de que todos,
tropezando en su dicha, en el niño
diesen de ojos.
A Belén sin antorchas camino
hacen porque todos,
tropezando en su dicha, en el niño
diesen de ojos.
En el ejemplo a continuación ocurre lo mismo: todos los testimonios dan la versión de la izquierda; solamente en s se conservó
la de la derecha (72: vv. 56-59):
No se duerme en la noche,
que al hombre intenta salvar,
que a los ojos del rey el que es reo
goza libertad.
No se duerma en la noche,
que al hombre le viene a salvar,
que a los ojos del rey el que es reo
gozó libertad.
¿Qué puede sacarse en claro –si es que tal cosa es posible– de
esta enredada situación? Me aventuro a especular que poco antes de diciembre de 1689 se le encargó a sor Juana una serie de
villancicos para los maitines de Navidad, pero, por una razón u
otra, no compuso el juego completo, sino solo tres (y medio) de
sus villancicos. El trabajo lo habrá completado ella misma o, muy
probablemente, el maestro de capilla, Miguel Mateo Dallo y Llana,
con villancicos extraídos de sueltas españolas. Una vez hecho esto,
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JORGE GUTIÉRREZ REYNA
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el juego mestizo se imprimiría en Puebla, anónimo. Pero en 1689
sor Juana era una celebridad y quizá por eso, Diego Fernández de
León, con miras en el aumento de ventas, decidiera hacer ese mismo año otra edición del juego (¿antes, al mismo tiempo, después de
la anónima?) con el nombre de la supuesta autora.
Esta última acción pudo estar motivada por la situación financiera de Fernández de León, que en 1689 era complicada. Tal
como refiere Marina Garone en su magnífico estudio (2018: 159 y
ss.), un año antes, el impresor se había visto obligado a hipotecar
su imprenta y trasladarse, con todos los enseres de su taller, a
la casa del presbítero de la Catedral de Puebla, Nicolás Álvarez.
Contraía así una deuda de 500 pesos, la cual debía pagar en un
plazo no mayor a dos años al regidor de la ciudad. Contrajo luego
otra deuda de 1 000 pesos a raíz de la compra de nuevo material
tipográfico, traído desde Amberes, que utilizó, de hecho, en la
elaboración de las dos sueltas navideñas. Durante 1689 imprimió obras en las que emplearía algunos de los ornamentos con
que, a fines de ese año, engalanaría también los villancicos de
sor Juana. Entre esas obras impresas en 1689 se cuenta el Arte
de lengua mexicana, en cuya portada, por cierto, aparece su marca
de impresor, de la que hemos hablado antes (Figura 3). Como
puede apreciarse, algunos ornamentos utilizados en la portada de
esta última obra podemos encontrarlos en la suelta anónima (y
muy ornamentada) de los villancicos navideños (Figura 4); otros,
las pequeñas cruces en la portada del Arte, constituirían el único
adorno de la muy austera portada del juego navideño que sí ostenta el nombre de la Décima Musa (Figura 5).
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
Figura 3. Antonio Vázquez Gastelu, Arte de lengua mexicana
(Puebla, Diego Fernández de León, 1689).
Figura 4. Sor Juana Inés de la Cruz, Villancicos que se cantaron…
(Puebla, Diego Fernández de León, 1689).
322
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
Figura 5. Sor Juana Inés de la Cruz, Villancicos que se cantaron…
(Puebla, Diego Fernández de León, 1689).
Añado que quizá Fernández de León sabía que no todos los villancicos de este juego eran de la autoría de sor Juana, puesto que
tenía una relación cercana con el entonces maestro de capilla de la
Catedral de Puebla, Dallo y Llana, y su familia: consta que en 1693,
el hermano de este último gestionó para el impresor una licencia
que le permitiría editar unos villancicos (Garone, 2018: 165). Si esta
relación entre Fernández de León y los Dallo y Llana existía en
1693, no es improbable que existiera ya en 1689.
Ahora bien, ¿cuál de las dos ediciones sueltas, la anónima o la
nominal, recibió Llopis? ¿Desde cuál derivó el texto que incluiría
en su edición de 1691? Hay pequeñas pistas que nos permiten asegurar que el impresor barcelonés, gran admirador de sor Juana,
tuvo entre sus manos la suelta cuya portada ostenta el nombre de
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JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
la autora. Mientras que la anónima imprime “y que hechos bien
vengan”, la nominal y Llopis leen “en que hechos bien vengan” (71:
v. 16); la primera ofrece la lección “con dulce simpatía que la arrastra”, y las otras dos, “con dulce simpatía que le arrastra” (74: v.
24); la anónima dice “Fuente, cuello, manos, plantas”, y las otras
dos: “Frente, cuello, manos, plantas” (73: 61). Fue, pues, la edición
suelta nominal la que llegó a manos de Llopis en Barcelona; este,
ajeno a todas las circunstancias relacionadas con Dallo y Llana o
Fernández de León, arriba bosquejadas, incluyó el juego entero –
los villancicos de sor Juana y los otros– en su edición de las obras
reunidas de la Fénix Americana en 1691.
Un año después, cuando llegó la hora de armar el Segundo volumen, había dos opciones: incluir únicamente aquellos villancicos
que sí eran de la autora y explicar la situación en un epígrafe o,
simplemente, ahorrarse la molestia e incluir el juego completo.
Persuadida tal vez por terceros, sor Juana optó por la segunda alternativa y aprovechó la oportunidad para retocar ciertas cosas que
no le agradaban del todo en esos villancicos ajenos. Para nosotros,
celosos guardianes de la “originalidad”, esta práctica sería, cuando menos, deshonesta, pero no ocurría lo mismo en aquel tiempo:
“‘Plagio’ es un concepto moderno” (Tenorio, 1999: 173). Además,
ni la poeta ni sus editores imaginaron que varios siglos después, en
un mundo mucho más interconectado que el suyo, habría algunos,
con cierta debilidad por las antigüedades, que se pondrían a buscar
las piezas de este rompecabezas, dispersas por las bibliotecas del
mundo, e intentarían ponerlas en su lugar.
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
coLoFón: LAs coRReccIones AutógRAFAs
Entre todos los pliegos sueltos que conservamos de los villancicos
de sor Juana, el dedicado a san Pedro Nolasco (México, 1679) ocupa, sin duda, un puesto privilegiado. Nos hemos ya referido a este
juego, pues, al igual que otros de la misma época, fue incluido en la
Inundación castálida. Sin embargo, este tiene una particularidad: el
único ejemplar de la suelta que conocemos, el cual perteneció a Salvador Ugarte y actualmente se conserva en la Biblioteca Cervantina de Instituto Tecnológico de Monterrey (ML3570.2), presenta
correcciones autógrafas de la misma sor Juana. En los márgenes, la
poeta garabateó algunos versos, tachó otros que no terminaban de
convencerla, superpuso su delicada caligrafía a los caracteres impresos. Se trata, hasta ahora, de las únicas correcciones autógrafas
conocidas de sor Juana a una de sus propias obras.
A pesar de que Alfonso Méndez Plancarte revisó el ejemplar de
la suelta con cuidado allá en los años cincuenta y creíamos que se
había dicho todo al respecto, esas pocas páginas amarillentas aún
pueden darnos unas cuantas sorpresas. Primero que nada, puede
observarse que sor Juana tachó tres versos del primer villancico del
juego (en mi edición ocupa el núm. 18 y los vv. tachados son el 18,
el 19 y el 26; véase Figuea 6 abajo). La propuesta para sustituir el
tercero de ellos es muy clara: en vez de “en que a Cristo parecía”,
debe leerse “que a Xto —Cristo— solo venía”.
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JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
Figura 6. Correcciones autógrafas al juego de villancicos a san Pedro Nolasco
(México, Viuda de Bernardo Calderón, 1677).
No es tan clara, en cambio, la corrección que corresponde al
par restante: puede verse que sor Juana tachó dos versos de la primera estrofa: “pues a él se le concede / hacer lo que Cristo hacía”,
pero en el margen solo puede leerse su propuesta para sustituir
el segundo: “como heredero este día”. Si nos fijamos con atención,
veremos que la hoja se halla mutilada, que le falta la franja vertical del extremo izquierdo, mutilación que seguramente ocurrió,
como es frecuente, durante el proceso de encuadernación. En esa
tirita de papel que el encuadernador rasgó y desechó iba un verso
autógrafo de la Décima Musa. Dicho lo anterior, no podemos simplemente sustituir el segundo de los dos versos tachados y conservar el primero (como hizo Méndez Plancarte), porque entonces
la estrofa pierde su sentido, no queda claro qué se le concede a san
Pedro Nolasco “por ser hijo de María”:
Aunque cualquier santo puede
ser de María hijo amado,
en título tan honrado
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
a todos Nolasco excede,
pues a él se le concede
como heredero este día,
por ser hijo de María.
Necesitamos, irremediablemente, el verso perdido para poder
leer la estrofa tal como la corrigió sor Juana.
Hay otra corrección, minúscula, de la que Méndez Plancarte no
se percató cuando revisó el ejemplar (véase Figura 7). Es muy difícil
verla a simple vista: se trata de una g, la cual sor Juana sobrescribió
a la s inicial de la palabra “sanó” (18: v. 30). La autora nos dice, con
razón, que Cristo no “sanó” las almas, como quiso el impresor de
este juego, sino que las “ganó” para el Cielo.
Figura 7. Correcciones autógrafas al juego de villancicos a san Pedro Nolasco
(México, Viuda de Bernardo Calderón, 1677).
Si bien en el género los límites entre el trabajo de uno y otro
villanciquero podían llegar a difuminarse, como se ha visto ya en
el caso del juego de Navidad, sor Juana no solía atribuirse composiciones que no eran suyas. Al final de esta misma edición suelta a
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
san Pedro Nolasco, la monja escribe, refiriéndose a dos villancicos:
“Estos de la misa no son míos, Juana Inés de la +” (Figura 8). A
pesar de esta advertencia manuscrita, los editores españoles incluyeron estas dos piezas junto al resto del juego en cuantos tomos de
sor Juana se imprimieron de aquel lado del océano. Estamos ante
una prueba más de que hay que ser extremadamente cuidadosos al
momento de atribuirle villancicos a la jerónima.
Figura 8. Anotación autógrafa al juego de villancicos a san Pedro Nolasco
(México, Viuda de Bernardo Calderón, 1677).
Estas correcciones autógrafas y las realizadas a los villancicos
que conformaron el Segundo volumen nos obligan a cuestionar la
idea de que sor Juana no tendría estas obras suyas en alta estima,
que las consideraría un peldaño inferior en la escalinata de su quehacer literario y que, por ende, habría procedido descuidadamente
en su edición.12 Me parece que ocurría algo muy distinto: se preocupaba en primer lugar porque sus versos, acompañados de la mú12
“Sor Juana parecía no dar gran importancia a esta parte de su obra. Es de notar, por
ejemplo, el descuido con que incluyó o hizo incluir los villancicos en la edición de sus
obras” (Tenorio, 1999: 54).
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JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
sica, se lucieran en los maitines catedralicios y después procuraba
ofrecer a los lectores la mejor versión posible de su trabajo. A veces
ello no ocurría debido a que en su transmisión textual de impresor
en impresor, el texto de los villancicos se iba oscureciendo, como
un río que, nítido en su origen, desemboca turbio en el mar. Consecuentes con esa preocupación de la autora, los editores modernos
debemos conocer cada recodo de ese sinuoso río, y proceder con
suma cautela, provistos de todas las herramientas posibles, al momento de ofrecer el texto de sus villancicos.
Era de esperarse que sor Juana cuidara cada detalle, pues, a diferencia de otros, estos poemas no solo iban a ser leídos por sus amigos o por quienes compraran los volúmenes de sus obras, sino que
iban destinados a complacer el oído del gran público: desde el virrey
hasta el más humilde de los esclavos. En los villancicos de la madre
Juana, la Nueva España, multiforme, mestiza, plural, se encontraba
consigo misma y, milagrosamente, se cohesionaba. Al mismo tiempo, a través de esa voz poética con la que construyó sus villancicos
–lírica al mismo tiempo personalísima y colectiva–, sor Juana dialogaba con la sociedad de la que formaba parte: eran un transparente
puente de palabras entre la soledad de la celda y la muchedumbre.
329
JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
Fuentes
a1
VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON EN LA SANTA /
Igleſia Metropolitana de México: / En honor de María Santíſſima Madre de Dios: en ſu / Assvmpción Triumphante, /
Año de 1676. / Que Inſtiiuyó [sic] y Dotó la devoción del
ſeñor Doctor, y Maeſtro D. SIMÓN / ESTEBAN BELTRÁN
DE ALZATE Y ESQVIBEL, Cathedrá- / tico Jubilado de
Prima de Sagrada Eſcriptura en eſta Real Vniverſidad, / y
digníſsimo Maeſtreſcuela de dicha Santa Iglesia / [que Dios
aya.] / <viñeta> / Compueſtos en metro múſico, por el Bachiller Joſeph de Agurto, y / Loayſa, Maeſtro de los Villancicos
de dicha S. Iglesia. / Con licencia, en México, por la Viuda
de Bernardo Calderón.
1
c
VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON / EN LA SANTA
IGLESIA METRO-/ politana de México. / EN LOS MAITINES DE LA PVRÍSSIMA / CONCEPCIÓN de Nueſtra Señora. / A devoción de vn afecto al Misterio. / Año de 1676.
/ Con licencia <viñeta> En México. / Compueſtos en Metro múſico, por el Br. Ioseph de Agurto y Loayſa, Maestro /
Compositor de dicha Santa Igleſia. / Por la Viuda de Bernardo Calderón, en la calle de San Auguſtín. <nota autógrafa:
los compuso la Me. Jua. Inés de la Cruz religiosa de S. Gerónimo de Mexo.>.
n
VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON / EN LOS MAITINES DEL GLORIOSÍSSIMO PADRE / S. PEDRO NOLASCO, / Fundador de la Sagrada Familia de Redemp-/
tores del Orden de Nueſtra Señora de la / Merced, día 31.
de Henero de / 1677. años. / <viñeta> / <nota autógrafa: de
330
JORGE GUTIÉRREZ REYNA
p1
a2
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
la M. Juana Inés de la Cruz>. <colofón: CON LICENCIA.
/ En Mexico, por la Viuda de Bernardo Calderon, Año de /
1677.>
VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON EN LA SANTA /
Iglesia Cathedral de México, á los Maytines del Glorioſíſſimo Príncipe de la / Iglesia, el Señor SAN PEDRO. / Que
fundó, y dotó el Doct. y M. D. Simón Estevan Beltrán, de
Alzate, y Esquibel (que / Dios aya) Maestre-escuela, que
fue, deſta S. Iglesia Cathedral, y Cathedrático Jubilado de /
Sagrada Eſcriptura, en esta Real Universidad de México. /
Año de <viñeta> 1677. / DEDÍCALOS, / AL Señor Lic.do D.
García de Legaſpi, Velazco, Altamirano, y / Albornoz, Canónigo deſta Santa Iglesia Cathedral de Mexico, &c. <colofón:
CON LICENCIA. En Mexico, por la Uiuda de Bernardo
Calderon.>
VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON EN LA SANTA
IGLESIA / Metropolitana de México: / En honor de MARÍA
Santíſſima Madre de Dios: / En su ASSVMPCIÓN Triumphante. / Año de 1679. / Que inſtituyò, y Dotò la devoción
del Señor Doctor, y Maestro DON SIMÓN / ESTEBAN BELTRÁN DE ALZATE Y ESQUIBEL, Cathedrático Jubilado
/ de Prima de Sagrada Escritura en esta Real Vniversidad,
y digníſſimo Maestrescuela / de dicha Santa Iglesia (Que
Dios aya.). / Escribíalos la MADRE JVANA INÉS DE LA
CRVZ, Religioſa Profeſſa / del Convento de Religioſas del
Señor San Gerónymo de eſta Ciudad. / <viñeta> / <colofón:> Púsolos en la Música el Br. Ioſeph de Loayſa, y Agurto, / Compositor de los Villancicos de dicha S. Iglesia. / Con
331
JORGE GUTIÉRREZ REYNA
p2
a3
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
licencia. / En México, por la Viuda de Bernardo Calderón,
en la calle de / San Auguſtín.
VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON EN LA SANTA
IGLESIA / Cathedral de México: En los Maytines del Glorioſíſſimo / Príncipe de la Igleſia, el Señor SAN PEDRO. /
Que Inſtituyó, y Dotó la devoción del Señor Doctor, y M.
Don Simón / Eſtevan, Beltrán de Alzate, y Esquibel, (que
Dios aya) Cathedrático / Jubilado de prima de Sagrada
Eſcriptura, en esta Real Vniversidad y / digníſſimo Maestrescuela de dicha Santa Iglesia. / Año <viñeta> 1683. /
Compueſtos en metro Múſico por el Br. Ioſeph de Agurto y
Loayſa, Maestro de dicha Santa Iglesia. / <nota autógrafa:
de la Me Jua Inés de la Cruz> / <colofón:> Con Licencia. En
México: / y Por la Viuda de Bernardo / Calderón en la calle
de / S. Auguſtín.
VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON EN LA SANTA
IGLESIA / Metropolitana de México: en honor de MARÍA
Santíſſima / MADRE DE DIOS, EN SV / ASSUMPCION
TRIUMPHANTE. / Que Inſtituyó, y Dotó la devoción del
Señor Dr. y M. D. SIMÓN / ESTEBAN BELTRÁN DE ALZATE, Y ESQUIVEL, / Cathedrático Jubilado de Prima de
Sagrada Eſcritura en eſta Real / Vniversidad, y digníſſimo
Maestre-Escuela de dicha Santa / Iglesia. (Que Dios aya.)
/ Año de <viñeta> 1685. / Púsolos en metro Músico en Br.
Joſeph de Loayſa, y Agurto Maestro de / Capilla de dicha
Santa Igleſia / Con licẽcia, en México: Por los Herederos de
la Viuda de Bernardo Calderón. / <nota autógrafa: Los compuso la Me Juana Inés de la Cruz religiosa de S. Gerónimo
de México>.
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n2
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
<viñeta> VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON / EN LA
SANTA IGLESIA / Cathedral de la Puebla de los Ángeles,
/ en los Maytines Solemnes de la Puríſsima / Concepción
de Nuestra Señora, / este año de 1689. / Y los escrivía para
dicha Santa Iglesia / LA MADRE JUANA INÉS DE LA
CRUZ, / Religioſa profeſſa del Convento de San Gerónimo /
de la Ciudad de México. / PUESTOS EN METRO MÚSICO
POR EL LIC. / Don Miguel Mateo Dallo y Lana, Maeſtro de
Capilla de dicha / Santa Igleſia. / <filete> / Con licencia: En
la Puebla, por Diego Fernández de León, / Año de 1689.
VILLANCICOS QUE SE CANTARON EN / la Santa Igleſia
Cathedral de la Puebla de los Ángeles, en / los Maytines Solemnes del Naſcimiento de Nuestro Señor / Jesu Christo /
eſte año de 1689. / PUESTOS EN METRO MÚSICO POR
EL LIC. / Don Miguel Matheo Dallo, y Lana, maeſtro de
capilla de dicha / Santa Iglesia. <colofón:> Con licencia, en
la Puebla, Por Diego Fernández de León. Año de 1689.
VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON EN LA SANTA IGLESIA / Cathedral de la Puebla de los Ángeles, en
los Maytines / Solemnes del Nacimiento de Nuestro Señor
Jesu- / Christo, este año de 1689. / ESCRITOS POR LA MADRE JUANA INÉS DE LA CRUZ / Religioſa profeſſa en el
Monasterio de San Gerónimo de la Ciudad / de México. /
PUESTOS EN METRO MÚSICO POR EL LIC. D. MIGUEL MATEO / Dallo y Lana, Maeſtro de Capilla de dicha
Santa Iglesia. / <Colofón:> Con Licencia: En la Puebla, por
Diego Fernández de León, año 1689.
333
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a4
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
VILLANCICOS / CON QVE SE SOLEMNIZARON / EN
LA SANTA YGLESIA CATHEDRAL / DE LA CIVDAD
DE LA PVEBLA DE LOS / ÁNGELES LOS MAYTINES
DEL GLORIOSÍSSIMO / PATRIARCHA / SEÑOR S. JOSEPH / ESTE AñO DE 1690. / DOTADOS / POR EL REVERENTE AFECTO, Y / cordial devoción de vn indigno eſclavo de eſte fe- / licíſſimo Esposo de María Santíſima, y Padre
adop- / tivo de Christo Señor Nuestro. / DISCVRRIOLOS
/ LA ERVDICION SIN SEGVNDA, Y / ſiempre açertado
entendimiento de la MA- / DRE IVANA YNÉS DE LA CRVZ
/ Religioſa profeſſa de Velo y Choro y Contadora / en el muy
Religioso Convento del Máximo Doctor de / la Yglesia San
Gerónimo, de la Imperial Ciudad de Mé- / xico en glorioſo
obſequio del Santíſſimo Patriarcha, / a quien los dedica. /
PVESTOS EN METRO MVSICO POR EL LI- / cenciado
D. MIGVEL MATHEO DE DALLO / Y LANA, Maestro de
Capilla de dicha Santa Yglesia. / Con licencia en la Puebla
en la Oficina de Diego Fernández de Leõ 1690.
VILLANCICOS, / QVE SE CANTARON EN LA SANTA
IGLESIA / Metropolitana de México, En honor de María
Santíſſima / EN SU ASSVMPCIÓN TRIVMPHANTE, Que
inſtituyó, y dotó la devoción del Señor Doctor, y Maestro /
D. SIMÓN ESTEVAN BELTRÁN DE ALZATE, Y ESQVIBEL, Ca- / thedrático de Prima de Sagrada Eſcriptura en
esta Real Vniverſi- / dad, y digníſſimo Maeſtre-Eſcuela de
dicha Santa Igleſia (q Dios aya). / <viñeta> / Compuestos en
metro músico por Antonio de Salazar, Maestro de Capilla de
/ dicha Santa Iglesia. Año de 1690. / En México por los He-
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
rederos de la Viuda de Bernardo Calderón. / En la Imprenta
Plantiniana.
VILLANCICOS, / CON QUE SE SOLEMNIZARON / en la
Santa Iglesia, y primera Cathedral de la Ciu- / dad de Antequera, Valle de Oaxaca, los Maytines / de la Glorioſa Mártyr
santa Catharina, / eſte año de mil ſeiſcientos y noventa y
uno. / DOTADOS POR EL REVERENTE / afecto y cordial
devoción de el Doctor Don Iacinto / de Lahedeſa Verástegui, Chantre de la Santa Igle- / ſia Cathedral Comiſſario
Apostólico, y Real, Subde- / legado de la Santa Cruzada, y
aſſí miſmo comiſſa- / rio de el Santo Oficio de la Inquisición,
y ſu / Qualificador. / DISCURRIÓLOS LA ERUDICIÓN /
sin segunda y admirable entendimiento de la Ma- / dre Juana
Ynés de la Cruz Religioſſa profeſſa de / Velo, y Choro de
el Religioſſo Convento de el Se- / ñor San Gerónimo de la
Ciudad de México. en ob- / sequio de eſta Roſſa Alexandrina. / PÚSOLOS EN METRO MÚSICO / el Licenciado
Don Matheo Vallados Maestro / de Capilla / DEDÍCALOS
DICHO SEÑOR CHAN- / TRE, Y COMISSARIO: / A EL
M. R. P. MAESTRO / FRAY FRANCISCO DE REYNA /
Provincial Actual de la Provincia de San Hypólito / Mártyr
de dicha Ciudad de Oaxaca. / Con licencia, en la Puebla de
los Ángeles, en la Im- / prenta de Diego Fernández de León.
Año de 1691.
VILLAN- <viñeta> CICOS, / QVE SE HAN <viñeta> DE
CANTAR / en los Maytines <viñeta> de los Reyes, en la /
Santa Iglesia An- <viñeta> gélica, y Apostóli- / ca del Pilar,
Me <viñeta> tropolitana, y pri- / mera Cathedral <viñeta> de
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
Zaragoça, / eſte año <viñeta> de 1674. / Siendo Maestro de
Capilla Diego de Cáſeda.
LETRAS DE LOS / VILLANCICOS / que ſe han de cantar en los Maytines del Nacimiento de Nuestro / Señor Iesu
Christo, en la Santa Iglesia de Toledo, / Primada de las Españas, Año de 1677. / <viñeta> / Siendo en ella Racionero y
Maeſtro de Capilla Don Pedro de Ardanaz. <colofón:> Con
licencia. En Toledo. Por Agustín de Salas Zaço.
LETRAS DE LOS VILLANCICOS / QVE SE HAN DE
CANTAR EN LOS MAYTINES / del Nacimiento del Hijo
de Dios en la Santa Iglesia / de Toledo, Primada de las Españas: / Eſte Año de 1685. / Siendo en ella Racionero y Maestro de Capilla Don Pedro de Ardanaz. <colofón:> Con licencia. En Toledo: Por Aguſtín de Salaz Zaço, impreſſor del Rey
N. S.
INVNDACIÓN CASTÁLIDA / DE / LA VNICA POETISA, MVSA DEZIMA, / SOROR JVANA INÉS / DE LA
CRVZ, RELIGIOSA PROFESSA EN / el Monasterio de
San Gerónimo de la Imperial / Ciudad de Mexico. / QVE /
EN VARIOS METROS, IDIOMAS, Y ESTILOS, / Fertiliza
varios aſſumptos: / CON / ELEGANTES, SVTILES, CLAROS, INGENIOSOS, / VTILES VERSOS: / PARA ENSEÑANZA, RECREO, Y ADMIRACIÓN. / DEDÍCALOS / A
LA EXCEL.MA SEÑORA. SEÑORA D. MARÍA / Luiſa Gonçaga Manrique de Lara, Condeſa de Paredes, / Marquesa de
la Laguna, / Y LOS SACA A LVZ / D. JVAN CAMACHO
GAYNA, CAVALLERO DEL ORDEN / de Santiago, Mayordomo, y Cavallerizo que fue de ſu Excelencia, / Governa-
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P
B
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
dor actual de la Ciudad del Puerto / de Santa María. / CON
PRIVILEGIO. / <filete> / EN MADRID: Por Jvan Garcia
Infanzón. Año de 1689.
POEMAS / DE LA VNICA POETISA AMERICANA, /
MVSA DÉZIMA, / SOROR JVANA INES / DE LA CRUZ,
RELIGIOSSA PROFESSA EN EL / Monasterio de San Gerónimo en la Imperial / Ciudad de Mexico. / QVE / EN VARIOS METROS, IDIOMAS, Y ESTILOS, / Fertiliza varios
aſſumptos: / CON / ELEGANTES, SVTILES, CLAROS,
INGENIOSOS / VTILES VERSOS: / PARA ENSEÑANZA, RECREO, Y ADMIRACIÓN. / DEDÍCALOS / A LA
EXCELMA SEÑORA. SEÑORA D. MARIA / Luiſa Gonçaga
Manrique de Lara, Condeſa de Paredes, / Marqueſa de la
Laguna. / Y LOS SACA A LVZ / D. JVAN CAMACHO
GAYNA, CAVALLERO DEL ORDEN DE / Santiago, Mayordomo, y Cavallerizo que fue de ſu Excelencia, / Governador actual de la Ciudad del Puerto / de Santa María. /
Segunda Edición, corregida, y mejorada por ſu Authora. /
CON PRIVILEGIO. / EN MADRID: Por Juan García Infançón. Año de 1690.
POËMAS / DE LA VNICA POETISA AMERICANA, /
MUSA DÉZIMA, / SOROR JUANA INES / DE LA CRUZ,
RELIGIOSA PROFESSA EN EL / Monaſterio de San Gerónimo de la Imperial Ciudad / de Mexico. / QUE / EN VARIOS METROS, IDIOMAS, Y ESTILOS, / Fertiliza varios
Aſſumptos: / CON / ELEGANTES, SUTILES, CLAROS,
INGENIOSOS, / VTILES VERSOS: / PARA ENSEÑANZA, RECREO, Y ADMIRACIÓN. / SACOLOS A LA LVZ
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
/ DON JUAN CAMACHO GAYNA, CAVALLERO DEL
ORDEN / de Santiago, Governardor actual de la Ciudad del
Puerto de / Santa María. / Tercera Edición, corregida, y
añadida por su Authora. / <viñeta> / Impreſſo en BARCELONA, por Joſeph Llopis, y á ſu coſta. Año 1691.
POEMAS / DE LA VNICA POETISA AMERICANA; /
MVSA DÉZIMA. / SOROR IVANA INES / DE LA CRVZ,
RELIGIOSA PROFESSA EN EL / Monaſterio de San Gerónimo de la Imperial / Ciudad de Mexico. / QVE / EN VARIOS METROS, IDIOMAS, Y ESTILOS; / Fertiliza varios
aſſumptos: / CON / ELEGANTES, SVTILES, CLAROS, INGENIOSOS; / y vtiles Versos. / PARA ENSEÑANZA, RECREO, Y ADMIRACIÓN. / DEDÍCANSE / A DON IVAN
MIGVEL DE LARRAZ, / Infanzón, y Alférez por ſu Magestad, de las guardias Ordina- / rias de à pie, y à cavallo en el
Reyno de Aragón. / TERCERA IMPRESSIÓN. / Corregida,
y añadida en diferentes partes, debaxo de esta señal . / Và
al fin vn Romance de D. Iospeh Pérez de Montoro. / CON
LICENCIA: / En Zaragoza, Por Manvel Román, Impreſſor
de la Vniversidad. / Año de m.dc.lxxxxii / <filete> / A coſta
de Mathías de Lezaun, Mercader de Libros, y Librero del
Reyno / de Aragón, y del Hoſpital Real, y General de N.
Señora de Gracia.
POÈMAS / DE LA ÚNICA POETISA AMERICANA, /
MUSA DÉZIMA, / SOROR JVANA INES / DE LA CRUZ,
/ RELIGIOSA PROFESSA EN EL MONASTERIO DE
SAN / Gerónimo de la Imperial Ciudad de México. / QVE
/ EN VARIOS METROS, IDIOMAS, Y ESTILOS / Ferti-
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V2
M
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
liza varios Aſſumptos: / CON / ELEGANTES, SVTILES,
CLAROS, INGENIOSOS, / vtiles Versos, / PARA ENSEñANZA, RECREO, Y ADMIRACIÓN. / SACOLOS A LVZ
/ DON JVAN CAMACHO GAYNA, CAVALLERO DEL /
Orden de Santiago, Governador actual de la Ciudad del /
Puerto de Santa María. / Tercera Edición, corregida, y añadida por ſu Authora. / <viñeta> / Impreſſo en Valencia, por
ANTONIO BORDÁZAR, Año 1709. / A coſta de Joſeph
Cardona, Mercader de Libros.
POEMAS / DE LA UNICA POETISA AMERICANA, /
MUSA DEZIMA, / SOROR JUANA INES / DE LA CRUZ,
/ RELIGIOSA PROFESSA EN EL MONASTERIO / de
San Geronimo de la Imperial Ciudad / de Mexico. / QUE
EN VARIOS METROS, IDIOSMAS, Y / eſtilos fertiliza
varios Aſſumptos. / CON ELEGANTES, SUTILES, CLAROS, INGE- / nioſos, vtiles Verſos, / PARA ENSEñANZA,
RECREO, Y ADMIRACIÓN. / SACOLOS A LUZ / DON
JUAN CAMACHO GAYNA, CAVALLERO / del Orden de
Santiago, Governador actual de la Ciudad / del Puerto de
Santa Maria. / Tercera Edicion, corregida, y añadida por ſu
Authora. / <filete> / Impreſſo en Valencia, por ANTONIO
BORDAZAR, Año 1709. / A coſta de Joſeph Cardona, Mercader de Libros.
POEMAS / DE LA ÚNICA POETISA AMERICANA, /
MUSA DÉZIMA, / SOROR JUANA INÉS DE LA CRUZ, /
RELIGIOSA PROFESSA EN EL MONASTERIO / de San
Gerónimo de la Imperial Ciudad / de México. / QUE EN
VARIOS METROS, / IDIOMAS, Y ESTILOS, / FERTILI-
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LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
ZA VARIOS ASSUMPTOS. / CON ELEGANTES, SUTILES, CLAROS, INGENIOSOS, / y vtiles Versos, para enseñança, recreo, / y admiración. / TOMO PRIMERO. / DEDICADO / AL GLORIOSO PATRIARCA / Señor San Joſeph,
y à la Doctora Mýſtica, y / Fecunda Madre, Santa Teresa / de
Jesvs. / CON LICENCIA. / En Madrid: En la IMPRENTA
REAL. Por Joseph Rodríguez y / Escobar, Impreſſor de la
Santa Cruzada. Año de 1714. / Véndese en Casa de Francisco Laſo, Mercader de Libros, frente de las / Gradas de San
Felipe.
TOMO PRIMERO. / POEMAS / DE LA VNICA POETISA
AMERICANA, / MUSA DÉZIMA, / SOR JUANA INES
/ DE LA CRUZ, / RELIGIOSA PROFESSA EN EL MONASTERIO DE / San Gerónimo de la Ciudad de Mexico.
/ DEDÍCALAS / A MARÍA SANTÍSSIMA EN SU MILAGROSA IMAGEN / de la Soledad. / SACOLAS A LUZ /
DON JUAN CAMACHO GAYNA, CAVALLERO DEL /
Orden de Santiago. / Quarta impreſsion, completa de todas
las Obras de su Authora. / Pliegos <viñeta> 50. / <filete> /
Con Licencia: En Madrid: En la Imprenta de Ángel Pasqual
/ Rubio. Año de 1725.
TOMO PRIMERO. / POEMAS / DE LA VNICA POETISA
AMERICANA, / MUSA DEZIMA, / SOR JUANA INES
/ DE LA CRUZ, / RELIGIOSA PROFESSA EN EL MONASTERIO DE / San Geronimo de la Ciudad de Mexico.
/ DEDICALAS / A LA EXCELENTISSIMA SEñORA DUQUESA / de Fuenſalida. / SACOLAS A LUZ / DON JUAN
CAMACHO GAYNA, CAVALLERO DEL / Orden de San-
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tiago. / Quarta impreſsion, completa de todas las Obras de
ſu Authora. / Pliegos <viñeta> 50. / <filete> / Con Licencia:
En Madrid. A coſta de Franciſco Lopez, vive / enfrente de las
Gradas de San Felipe el Real. Año de 1725.
SEGUNDO VOLUMEN / DE LAS OBRAS / DE SOROR
/ JVANA INÉS / DE LA CRVZ, / MONJA PROFESA EN
EL MONASTERIO / DEL SEÑOR SAN GERÓNIMO / DE
LA CIVDAD DE MÉXICO, / DEDICADO POR SV MISMA
AUTORA / A D. JVAN DE ORUE / Y ARBIETO / CAVALLERO DE LA ORDEN DE SANTIAGO. / Año <viñeta>
1692. / Con privilegio, En Sevilla, por TOMÁS LÓPEZ DE
HARO, / Impreſſor, y Mercader de Libros.
SEGUNDO TOMO / DE LAS OBRAS / DE SOROR / JUANA INES / DE LA CRUZ, / MONJA PROFESSA EN EL
MONASTERIO / DEL SEÑOR SAN GERONIMO / DE LA
CIVDAD DE MEXICO. / AÑADIDO EN ESTA SEGVNDA IMPRESSION / POR SV AVTORA. / AÑO <viñeta>
1693. / <filete> / Impreſſo en Barcelona, por Joseph Llopis.
Y à ſu coſta.
SEGUNDO TOMO / DE LAS OBRAS / DE SOROR / JUANA INES / DE LA CRVZ / MONJA PROFESSA EN EL
MONASTERIO / DEL SEÑOR SAN GERONIMO / De
la Ciudad de Mexico. / AÑADIDO EN ESTA SEGVNDA
IMPRESSION / POR SV AVTORA. / Año <viñeta> 1693.
/ CON LAS LICENCIAS NECESSARIAS. / <filete> / Impreſſo en Barcelona: Por Joseph Llopis. / Y à ſu coſta.
SEGUNDO TOMO / DE LAS OBRAS / DE SOROR / JUANA INÉS / DE LA CRUZ, / MONJA PROFESSA EN EL
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O
A
L
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
MONASTERIO / DEL SEÑOR SAN GERONIMO / De
la Ciudad De Mexico. / AÑADIDO EN ESTA SEGUNDA
IMPRESSION / POR SU AUTORA. / Año <viñeta> 1693.
/ CON LAS LICENCIAS NECESSARIAS. / <filete> / Impreſſo en Barcelona: por Joseph Llopis. / Y à su coſta.
OBRAS POÉTICAS / DE LA MUSA MEXICANA / SOROR / JUANA INÉS DE LA CRUZ, / RELIGIOSA PROFESSA EN EL MONASTERIO / del Gran Padre y Doctor de
la Iglesia S. Gerónimo, / de la Ciudad de México. / TOMO
SEGUNDO, / AÑADIDO POR SU AUTORA, / EN QUE
VA EL CRISIS SOBRE UN SERMÓN / de vn Orador Grande entre los / mayores. / Año <viñeta> 1715. / Con licencia.
/ <filete> / En Madrid: En la IMPRENTA REAL, por Joseph
Rodríguez de Eſcobar, / Impreſſor de la Santa Cruzada, y de
la Real Academia Eſpañola.
SEGUNDO TOMO / DE LAS OBRAS / DE SOROR / JUANA INÉS / DE LA CRUZ, / MONJA PROFESSA EN EL /
Monaſterio del Señor San Geróni- / mo de la Ciudad de /
México. / Pliegos <viñeta> 56 y m. / <filete> / Con Licencia:
en Madrid. En la Imprenta de Ángel Paſ- / qual Rubio. Año
de 1725.
LYRA POÉTICA / DE VICENTE / SÁNCHEZ, NATVRAL
DE LA / IMPERIAL / CIVDAD DE / ZARAGOZA. /
OBRAS PÓSTHVMAS: / QVE SACA A LVZ VN AFICIONADO / AL AVTOR. / DEDICADAS / A LA ILVSTRÍSSIMA SEÑORA DOÑA VRSVLA / DE ARAGÓN, Hija
del Excelentíssimo Señor / Dvqve de Villahermosa, y
Religiosa en el / Real Monasterio de Santa Inés. / CON
342
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C
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
LICENCIA: / <filete> / En Zaragoça. Por Manvel Román,
Impreſſor de la / Vniversidad. Año m.dc.lxxxviii.
OBRAS POÉTICAS / PÓSTHUMAS. / QUE A DIVERSOS
ASSUMPTOS ESCRIVIÓ / EL MAESTRO / DON MANUEL DE LEÓN MARCHANTE, / Comiſſario del Santo
Oficio de la Inquiſición, Cape- / llán de ſu Mageſtad, y del
Noble Colegio de Cava- / lleros Manriques de la Universidad
de Alcalà, Ra- / cionero de la Santa Iglesia Magistral de S.
Juſto, / y Paſtòr de dicha Ciudad. / POESÍAS SAGRADAS. /
TOMO SEGUNDO. / DALAS A LUZ UN SU AFICIONADO,
/ Y LAS DEDICA / AL MUY ILUSTRE SEñOR DON LUIS
DE SALAZAR / y Caſtro, Comendador de Zorita, Cavallero
Procurador General del / Orden de Calatrava; del Conſejo
de ſu Mageſtad, con exercicio en / el Real de las Órdenes,
y ſu Archivero Mayor, Chroniſta / Mayor de Caſtilla, y de
las Indias, &c. / <filete> / CON PRIVILEGIO. / <filete> /
EN MADRID: Por Don Gabriel del Barrio, Impreſſor de la
Real Capilla de ſu / Mageſtad. A coſta de Fernando Monge,
Mercader de Libros. Véndeſe en / ſu Caſa, frontero de San
Phelipe el Real. Año / de m.dcc.xxxiii.
343
JORGE GUTIÉRREZ REYNA
LA PLUMA CANTA, LA VOZ ESCRIBE
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346
EL ALABADO EN MICHOACÁN.
INDICIOS Y REFLEXIONES SOBRE
SU ORIGEN Y ACEPCIONES
ANTONIO RUIZ CABALLERO
Universidad Nacional Autónoma de México
Escuela Nacional de Antropología e Historia
E
n el pasado reciente y aún en la actualidad es posible
encontrar ciertos cantos conocidos como “alabados”
en distintos lugares de Michoacán, así como en otras
regiones de México y el sur de los Estados Unidos. En
diversos repositorios de México y Estados Unidos se conservan
algunos textos y algunas obras musicales que datan de los siglos
xViii y xix, consignados también bajo el título de “alabados”.
Por otra parte, en documentos de carácter histórico-narrativo
–especialmente las crónicas mendicantes de la época colonial–
encontramos alusiones al canto del Alabado, que parecen referir
tanto a un canto concreto que llevaría este nombre como a un
momento específico en el marco del cual se ejecutaba aquel canto.
Desde una perspectiva histórica, el presente texto tiene por
objetivo presentar algunas evidencias documentales a partir de
las cuales es posible caracterizar al “Alabado” en sus diferentes
acepciones, así como aportar algunos indicios y reflexiones sobre su
origen y su arribo a la Nueva España, específicamente a Michoacán,
en el siglo xVii.
347
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
Resulta un lugar común en la historiografía de la música en
México considerar que el canto del Alabado –al que no se le define
ni se le caracteriza con claridad– fue introducido a fines del siglo
xVii por el franciscano fray Antonio Margil de Jesús (Guerrero
Guerrero, 1981; Pareyón, 1995). Sin embargo, algunos cronistas
de las órdenes mendicantes remontan la introducción del mismo
a estas tierras a la época de la primera evangelización en el siglo
xVi. Según el agustino fray Manuel González de Paz, fue un fraile
de su orden, Alonso de Borja, quien instituyó en el pueblo-hospital
de Santa Fe de México el canto del Alabado, cantándolo todas las
tardes con los “obreros”;1 de allí se extendió a todos los lugares
administrados por su orden (1715: fol. 90v). El franciscano fray
Pablo Beaumont, por su parte, señalaba que entre los rituales
cristianos celebrados en la fundación del convento de Acámbaro
–en la primera mitad del siglo xVi– se cantó el Alabado después
de rezar el rosario y antes de la doctrina (Beaumont, 1987: 318).
Existe, pues, una discrepancia de consideración y para aclararla es
necesario revisar con cuidado las fuentes disponibles.
El Diccionario de Autoridades definía en el siglo xViii el término
alabado como
el motete que se canta al tiempo de encerrar y guardar el Santísimo
Sacramento, que ha estado patente: y así vemos que se le junta
predicado y que se dice muy bueno, muy largo o muy corto ha
estado el alabado. Este participio pasó a ser nombre de motete o por
1
El término obreros designa a quienes participaban en las tareas de construcción de edificios
como la iglesia y el hospital, así como a quienes laboraban en el campo (Diccionario de
Autoridades).
348
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
ser la palabra más expresiva de su intento, o porque empezaba con
ella, antes que se pusiese en verso, como sucede hoy cuanto se reza
y dice en prosa, que por esta misma razón se suele llamar también
el bendito (Diccionario de Autoridades).
De acuerdo con esta definición, el alabado era un motete; esto
es, una “breve composición música para cantar en las iglesias, que
regularmente se forma sobre algunas cláusulas de la Escritura”
(Diccionario de Autoridades), y tomaba el nombre de la primera
palabra con la que empezaba su texto: “Alabado…” o “Bendito…”.
Llama la atención la referencia de que este motete se cantaba en un
momento muy preciso relacionado con la adoración del Santísimo
Sacramento, pues coincide con la definición que aporta Juan B. Rael,
estudioso de los alabados en Nuevo México: “a hymn wich begins with
the words alabado sea (praised be) in honor of the Blessed Sacrament ”
(Rael, 1951: 18).
De la definición del Diccionario de Autoridades se infiere que las
versiones en verso se habrían derivado de una primera oración
en prosa, que no es sino la muy conocida jaculatoria:2 “Bendito y
alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Inmaculada
Concepción de la Siempre Virgen María, concebida sin mancha de
pecado original desde el primer instante de su ser natural”, la cual se
hizo popular en Sevilla a partir de la segunda década del siglo xVii,
cuando tuvo lugar en aquella ciudad una “explosión concepcionista”
motivada por una disputa entre los dominicos, quienes pusieron
2
El Diccionario de Autoridades define jaculatoria como “Breve y fervorosa oración vocal,
que como disparada del corazón se envía a Dios. Es tomado el nombre del latino
Iaculum, que significa dardo o saeta”.
349
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
en duda la doctrina de la Inmaculada Concepción por medio de
sermones y escritos, y los franciscanos, jesuitas y clérigos seculares,
que defendieron dicha doctrina y motivaron entre los fieles múltiples
demostraciones de fervor religioso a través de diversos medios de
propaganda, incluidas la pintura y la música (Gómez, 1983: 69-84).
Diego Ortiz de Zúñiga, en los Annales eclesiásticos y seculares
de la muy noble, y muy leal ciudad de Sevilla, confirma esta idea y
consigna que, si bien constaba en documentos antiguos y libros
litúrgicos que la fiesta de la Inmaculada Concepción se celebraba
desde la fundación de la catedral hispalense, fue a partir de 1613
que se festejó con mayor solemnidad gracias a las dotaciones
realizadas por algunos miembros de su cabildo en respuesta a la
controversia mencionada (1677: 755). A raíz de esta revitalización
del culto concepcionista, según el autor de los Annales, se
introdujo “el uso reverente (dimanado a todos los demás templos)
de rematar siempre sus oficios y fiestas con aquellas repetidas
y veneradas palabras: ‘Alabado sea el Santísimo Sacramento del
Altar, y la Inmaculada Concepción de la Virgen María nuestra
Señora, concebida sin mancha de pecado original’” (755).
En el marco de este fervor concepcionista, alrededor de 1615,
se imprimieron y se difundieron ciertas hojas que contenían
coplas dedicadas a la Concepción, algunas de las cuales se
acompañaban de estampas que mostraban la imagen de esta
advocación mariana y, al pie, la jaculatoria a la que hemos aludido.
Una de estas hojas impresas contiene unas “instrucciones” en las
que se exhortaba a que en todas las escuelas se enseñara a los
niños tales coplas; acerca de la “devoción” –la jaculatoria– se
recomendaba:
350
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
se ha de decir siempre todo el año al principio y fin del rezar la
doctrina cristiana, empezando palabra por palabra, y respondiendo
todos juntos los niños. Ejemplo desto, diciendo uno solo en voz
alta “Alabado sea”, y responden todos: “Alabado sea”; y vuelva a
decir “El Santísimo Sacramento”, y responden todos: “El Santísimo
Sacramento”; y así lo demás hasta el fin de la devoción que allí está
(Coplas a la Inmaculada, s. f.: fol. 12).
Como podemos ver, se trata de una modalidad de enseñanza
de carácter oral y recitada de manera responsorial, como la que
refieren los cronistas para la enseñanza de la doctrina cristiana
en Nueva España. Quizá fue a partir de la difusión de la hoja con
estas instrucciones que la jaculatoria aludida fue conocida por un
gran número de personas, siendo plasmada en pinturas, grabados
e impresos, así como en textos en verso que la glosaban para ser
cantados por los fieles no solo de Sevilla sino del mundo hispánico.
Es posible que de esta manera se haya comenzado a promover este
acto devocional en Michoacán, si bien el culto a esta advocación
mariana estaba ya bien arraigado en la diócesis desde el siglo xVi.
Como ha señalado Juan Carlos Estenssoro para el caso
peruano, después de Trento y las políticas de “normalización”
ritual, los diferentes sectores de la Iglesia en América trataron
no solo de adecuar sus prácticas de culto y adoctrinamiento a
las nuevas normas –que incluían la promoción de las devociones
populares– sino también sus discursos, haciendo parecer que
desde la primera evangelización sus respectivos grupos habían
introducido prácticas religiosas libres de toda influencia pagana.
De allí que cronistas como Manuel González de Paz y Pablo
351
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
Beaumont daten en sus relatos en el siglo xVi la introducción del
canto del Alabado.
En Michoacán, la jaculatoria conocida como Alabado o como
Bendito fue traducida a la lengua tarasca. A fines del siglo xVii, el
franciscano fray Ángel Serra incluyó este texto en su Manual de
administrar los Sacramentos (1697: 110)3 como parte del procedimiento
para la confesión, después de persignarse. El texto consignado por
Serra, en castellano y en lengua tarasca, es el siguiente:
Castellano
Lengua tarasca
Alabado sea el Santísimo
Sacramento del altar, y la Limpia
Concepción de María Santísima,
concebida sin pecado original en el
primer instante de su ser natural.
Amén. Jesús.
(Serra, 1697: 110).
Cuiripethehangaue Sanctissimo
Sacramento; cahingundu hucha eueri Nana
Iurixe Sancta Maria eueri pinpingas
Tzitingue quarequa Concepcio vtas mendo
niramapani.
Yseuengua. Jesus.
Esta jaculatoria, aunque escrita en prosa, podía ser cantada.
Gabriel Saldívar incluye en su Historia de la música en México una
versión en castellano a dos voces (tiples o sopranos) que, afirma,
data de fines del siglo xVii o del primer tercio del siglo xViii (1939:
124-125).4 El texto musicalizado es el siguiente: “Alabado sea el
Santísimo Sacramento, y la Immaculada Concepción de la siempre
3
Existen también dos manuscritos más tardíos –uno del siglo xViii y otro del xix– que
contienen esta oración en lengua tarasca, a la que denominan Bendito. Uno de ellos es el
catecismo del padre Joseph Zeferino Botello (1756: 1); el otro es el devocionario de José
Juan Aparicio Maya (1853: 4).
4
Es Gabriel Saldívar quien anota estas dos fechas diversas en su libro. No es posible saber
cuál es la correcta dado que no he tenido acceso al documento original.
352
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
Virgen María nuestra Señora, concebida sin mancha de pecado
original en el primer instante de su ser. En el primer instante de su
ser. Amén” (véase apéndice).5 Es posible entonces que el Bendito en
lengua tarasca también se cantara.
Además de este texto en prosa, circularon otros en verso
hechos ex profeso para ser cantados. Según Diego Ortiz de Zúñiga,
algunos “pusieron” el texto de esa jaculatoria “en metro para la
música” (1677: 755), e incluye en su obra el siguiente ejemplo:
Oh, admirable Sacramento,
de la gloria dulce prenda,
por los siglos de los siglos
tu nombre alabado sea.
Y la pura Concepción
de el Ave de gracia llena,
sin pecado original
por siempre alabada sea
(Ortiz de Zúñiga, 1677).
En efecto, estos versos fueron musicalizados por más de un
compositor. Solo en el archivo de El Escorial se conservan once
obras diferentes con este texto (Ortega Trillo, 2005: 1208). En
lo que respecta al ámbito novohispano es conocida la versión
de Francisco López Capillas, maestro de capilla de la Catedral
Metropolitana de México (Morales Abril, 2008: 175-180).
5
Saldívar no cita su fuente, por lo que infiero que se trata de uno de los manuscritos o
impresos que adquirió y que formaron parte de su colección. Lamentablemente, el archivo
Saldívar no está disponible para consulta, por lo que no he podido localizar la fuente
original.
353
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
Igualmente difundida fue la versión “en metro para la música” de
Miguel Cid, contenida en la hoja impresa en 1615 que contenía la
jaculatoria6 en prosa y las “instrucciones” a las que hemos aludido.
Se trata de una redondilla “muy fácil de cantar y de recordar”, cuyo
texto es el siguiente:
Todo el mundo en general
a voces, Reina escogida,
diga que sois concebida
sin pecado original
(Rondón, 2009: 40).
Esta redondilla, que se difundió también por España y América
–existe constancia de que se cantó, por ejemplo, en Santiago de
Chile en la segunda mitad del siglo xVii (Rondón, 2009) –, no es
en estricto sentido una glosa de la jaculatoria que acompaña las
coplas, pues en su texto no está presente la alusión al Santísimo
Sacramento sino solamente a la Concepción.
Hay, en cambio, otras versiones en verso que sí hacen referencia
al Sacramento y por tanto pueden ser consideradas glosas de la
jaculatoria. El Cancionero michoacano consigna una versión con estas
características, a la que se titula como “El Alabado viejo”, cuyo texto
es el siguiente:
6
Fray Luis de León definía las jaculatorias como “breves oraciones, que por esto se llaman
jaculatorias, porque son como unas saetas amorosas que se arrojan de presto al corazón
de Dios, con las cuales el ánima se despierta y se enciende más en su amor” (apud Lezcano
Tosca, 2012: 74).
354
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
Alabado y ensalzado
Sea el divino Sacramento,
En el que Dios santo asiste
Y es de las almas sustento,
Adórote, santa Cruz,
Puesta en el monte Calvario,
Donde murió mi Jesús
Por librarnos del contrario.
Y la limpia Concepción
De María, reina del cielo,
La cual quedó virgen pura
Aun siendo Madre del Verbo,
En los cielos y en la tierra
Sea para siempre alabado
El corazón amoroso
De Jesús sacramentado.
Y el glorioso san José,
Electo por Dios excelso
Para padre putativo
De Jesús, salvador nuestro.
Alabado sea mil veces
El Sacramento divino
Para que sea desterrado
El espíritu maligno.
Sea este por todos los siglos
De los siglos, Amén,
Y los dulcísimos nombres
De Jesús, María y José.
Santísimo Sacramento,
Hijo del Eterno Padre,
Yo te doy mi entendimiento
Para que mi alma se salve.
Madre llena de dolor,
Haced que cuando expiremos
Nuestras almas entreguemos
Por tus manos, al Señor.
Santísimo Sacramento,
Yo te ofrezco este alabado
Por las Ánimas benditas
Que más fueren de tu agrado.
Quien a Dios quiere seguir
Y a su gloria quiere entrar,
Una cosa ha de asentar
Y de corazón decir:
Morir, antes que pecar,
Y antes de pecar, morir.
Libértalas de sus penas;
Dales eterno descanso,
Y llévalas a tu gloria
Para la que fuimos criados.
Los ángeles en el cielo
Te alaban con alegría,
Y nosotros en la tierra
Decimos: ¡Ave María!
Todo el mundo en general
Diga: María fue escogida,
Y fue en gracia concebida
Sin la culpa original.
¡Oh María de gracia plena,
Sin pecado concebida,
Y de Jesús para madre,
Por su pureza elegida.
¡Oh dulcísimo Jesús!,
Yo te doy mi corazón,
Para que grabes en él
Tu santísima pasión.
355
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
¡Oh dulcísimo Jesús,
Alúmbranos con tu luz!
¡Oh dulcísima María,
Sé en el mundo nuestra guía!
¡Oh dulcísimo José,
Alúmbranos
con tu fe!
Alabado
viejo (Ochoa
El rosario de María
No dejemos de rezar,
Que es el primer escalón
Para podernos salvar.
Alabado viejo (Ochoa Serrano,
7
2000: 103).
Serrano,
2000: 103).7
La versión más antigua que conocemos de este texto data
de 1820 y se conserva en el Fondo Especial de la Biblioteca
Luis González y González de El Colegio de Michoacán (Ochoa
Serrano y Pérez Martínez, 2000). Aunque se trata de un texto
de principios del siglo xix, considero que algunas partes datan de
siglos anteriores. La evidencia más importante es la inclusión de
la estrofa número 7 (marcada en cursivas), que coincide de manera
casi literal con la redondilla de principios del siglo xVii de Miguel
Cid. Por su parte, las estrofas 1 a 4 y 11 constituyen el núcleo de
una versión que glosa en verso la jaculatoria original en prosa,
dedicada al Santísimo Sacramento y a la Inmaculada Concepción.
La composición de esta parte del texto podría tener como
antecedente la hoja que contenía tanto la redondilla de Miguel
Cid como la jaculatoria.
Es posible que las demás estrofas del Alabado viejo, que
aluden a otras devociones como las Ánimas, la Santa Cruz o el
Rosario –todas ellas fueron promovidas también desde los siglos
xVi y xVii en Michoacán–, hayan sido añadidas a dicho núcleo
posteriormente. Un devocionario impreso en Madrid en 1828
contiene una versión que concuerda en varias estrofas con el
Alabado viejo michoacano; sin embargo, no contiene la redondilla
7
Las cursivas son mías y señalan la estrofa que deriva de la redondilla de Miguel Cid.
356
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
de Miguel Cid ni las alusiones a la Santa Cruz o a las Ánimas
(Gómez, 1828: 282-284).
Respecto de la música que acompañó a estos textos, no tenemos
certeza. La redondilla de Miguel Cid llevaba escrita una melodía
silábica en notación mensural sobre pentagrama (Figura 1), cuya
transcripción presento en la Figura 2.
Figura 1. “Todo el mundo en general”, en Coplas a la Inmaculada, s. f.: fol. 12.
Figura 2. Transcripción de “Todo el mundo en general” de Antonio Ruiz Caballero,
realizada en 2018.
357
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
Esta melodía debió ser conocida en Nueva España como
en otros lugares del mundo hispánico, donde la redondilla se
difundió. Pero a textos como el del Alabado viejo se asignaron
otras melodías; han sido registradas variantes de este texto
provenientes de algunos lugares de Michoacán, de México y del
sur de Estados Unidos, pero la melodía no es la misma en cada
sitio (Saldívar Silva, 1939: 125-126; Mendoza, 1984: 110-111;
Rael, 1951; Alonso Bolaños, 2008: 88).
El Alabado puede ser definido, pues, como una jaculatoria en
prosa que podía ser recitada o cantada, dedicada al Santísimo
Sacramento y a la Inmaculada Concepción; y, en segundo término,
una canción devota que glosaba a esta jaculatoria. Sin embargo, el
término admitió significados más amplios. Se aplicó también a otras
canciones devotas que trataban diversos temas, confundiéndose
acaso con el término alabanza,8 aunque designó de manera particular
a ciertas piezas de carácter penitencial (Davies, 2013).9 Algunos
ejemplos de estos alabados los encontramos en los manuscritos de
un vecino de Tarejero –acaso cantor o rezandero– de nombre José
Juan Aparicio Maya, que datan de la tercera a la quinta década del
siglo xix. En cuanto al primer tipo, el manuscrito titulado Luz para
saber andar la via cruz por la idioma tarasco del mismo autor consigna
un “Alabado del Padre Eterno” (1853: fols. 38-41). Ejemplos de
8
De acuerdo con Juan B. Rael, “The alabado, according to the precise meaning of the Word,
is a hymn wich begins with the words alabado sea (praised be) in honor of the Blessed
Sacrament. In New Mexico, the word has come to have a more general significance. Here, an
alabado is any religious hymn sung at wakes or religious feasts, and its contents, therefore,
may vary a great deal. There are alabados in honor of Our Lord, the Virgin, or a saint; some
in the form of a prayer or of an exhortation to the sinner, warning him to repent” (1951: 18).
9
Drew E. Davies define alabado como “canción religiosa estrófica y homofónica con texto
en español de carácter penitente” (2013: 21).
358
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
alabados de carácter penitencial son el “Alabado de la Pasión de
Nuestro Señor J. C.” (fols. 32v-34v) y la “Alabanza de Nuestro Padre
Jesús de Nazareno” (fols. 41-42).
Se compusieron también, o se tradujeron, alabados a las
lenguas de los indios. No contamos por el momento con ejemplos
en lengua tarasca, pero sí con dos en lengua náhuatl: uno de ellos
dedicado a la Virgen de Guadalupe, impreso en 1755 y compuesto
por don Joseph Agustín de Aldama y Guevara, posiblemente un
cura de la Arquidiócesis de México; el otro, de la autoría de don
José de la Mota –cura de los partidos de Tepecoacuilco, Zaqualpam
y la Sierra Alta de Tlanchinol–, reimpreso en 1809 que, según su
título, glosa algunos contenidos de la doctrina cristiana.
Los contextos en los que se ejecutaban estos cantos debieron
ser variados. Si atendemos a los relatos ofrecidos por los cronistas
González de Paz y Beaumont, podemos identificar que el Alabado
se cantaba por la tarde, al terminar la jornada de trabajo. Aún en
algunos lugares se conserva la tradición de cantar el Alabado al fin de
la jornada, o bien al término de la temporada de cosecha (Pareyón,
1995: 23-24). Se trata, en este caso, de un momento específico en el
cual el Bendito o Alabado tendría un papel protagónico, al lado quizá
de otras oraciones y cantos.
El manuscrito de José Juan Aparicio nos proporciona otros
contextos: el viacrucis, devoción introducida en Michoacán y la
Nueva España desde el siglo xVi, y el rosario, otra importante
devoción promovida desde el xVi, pero con mayor fuerza durante el
siglo xVii. De allí que los alabados se intercalen en el manuscrito
con la letanía de los santos, dos salves, las estaciones del viacrucis y
los misterios del rosario.
359
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
concLusIones
Por todo lo aquí expuesto, concluyo que el canto del Alabado no fue
introducido en la Nueva España y en Michoacán desde la primera
evangelización en el siglo xVi, como argumentan los cronistas fray
Manuel González de Paz y fray Pablo Beaumont, sino durante el
siglo xVii, cuando se difundió esta jaculatoria en prosa y las coplas
o las versiones en verso derivadas de aquella, circulando por varios
lugares del mundo hispánico.
El término alabado tiene, al menos, cuatro connotaciones
interrelacionadas. La primera de ellas remite a la jaculatoria
en prosa dedicada al Santísimo Sacramento y a la Inmaculada
Concepción, conocida como Alabado o como Bendito, que se difundió
por la Nueva España, incluyendo ámbitos indígenas como el de los
tarascos, a cuya lengua se tradujo.
La segunda connotación remite a una versión de esta jaculatoria
en verso, con el mismo contenido inmaculista o sacramental.
Ejemplos de ello serían las coplas de Miguel Cid, el texto “Oh
admirable Sacramento…”, musicalizado por Francisco López
Capillas y otros, así como el Alabado viejo, recopilado en el Cancionero
michoacano.
La tercera, derivada de la anterior, un género poético-musical
de temática diversa pero caracterizado por incluir la palabra
“alabado” al principio o en otro lugar del texto; entre tales alabados
encontramos aquellos dedicados al Padre Eterno, a la Virgen de
Guadalupe o a la Pasión de Cristo, algunos de ellos traducidos
también a lenguas indígenas, como el náhuatl. Los alabados podían
tener cabida en diversos actos devocionales tales como el viacrucis
o el rosario.
360
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
Por último, era el alabado un momento de carácter devocional en
el que, al parecer, se cantaba la jaculatoria conocida como Alabado
o Bendito como oración principal, posiblemente acompañada de las
versiones en verso que la glosaban, así como de otras oraciones y
cantos. De acuerdo con las fuentes que hemos consultado, el alabado
tenía lugar antes o después de la jornada de trabajo, al término de
la temporada de cosecha, entre otros momentos de la vida de los
pueblos michoacanos.
El Alabado es un ejemplo del tipo de actos y géneros
devocionales que se difundieron por el mundo hispánico en el
siglo xVii, en plena Contrarreforma, como medio de propaganda
católica, y muestra cómo se arraigó la cultura sonora europea en
la Nueva España, incluyendo los ámbitos indígenas.
361
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
APéndIce
Alabado, finales del siglo xVii o primer tercio del siglo xViii
(Saldívar, 1939: 124).
362
EL ALABADO EN MICHOACÁN
ANTONIO RUIZ CABALLERO
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EL ALABADO EN MICHOACÁN
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365
LA ÓPERA EN
HISPANOAMÉRICA
(SIGLOS XVIII-XIX)
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ:
LA PÚRPURA DE LA ROSA EN DOS
VILLANCICOS DE CHUQUISACA1
BERNARDO ILLARI
University of North Texas
L
as interrogantes sobre los villancicos del Barroco hispanoamericano continúan a pesar de medio siglo de trabajo. Diversos estudios nos han permitido desarrollar
importantes herramientas conceptuales en el estudio
de estos villancicos, pero también hemos descubierto sus limitaciones. El villancico, en su constante búsqueda de nuevos modos
de transmisión de ideas, parece tener siempre algo más de lo que
podemos dilucidar. Su praxis creativa, al presentar contenidos religiosos en correspondencias ingeniosas con elementos cotidianos,
afectivos o intelectuales, reclamaba novedad, por lo cual se expande
ad infinitum y desautoriza enfoques totalizantes y cerrados. Tratar
de comprender el villancico es un desafío en el que continuaremos
involucrados por mucho tiempo.
El villancico religioso existe como consecuencia del entrecruzamiento de textos diversos –verbales, musicales y, en ocasiones,
dancísticos o dramáticos– y puede ser ubicado dentro de la cate1
Mi edición y análisis de La púrpura de la rosa fue posible gracias a la gentileza de Pilar
Zúñiga y la Agrupación Musical “Expresión” de Cusco, quienes se ocuparon de hacerme
llegar el microfilm. Accedí y reproduje los villancicos estudiados aquí gracias al permiso
del mítico director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Gunnar Mendoza Loza.
367
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
goría de transtextualidad de Genette (Genette, 1989; Torrente,
2016). Su relación con el universo musical y poético de la época no
se contenta con el intercambio de un texto a otro, sino que se desdobla de diversas maneras y llega a establecer relaciones con otros
géneros poético-musicales, convirtiéndose en villancico-jácara
(Waisman, 1996; Illari, 2007), villancico-batalla o villancico-rorro
(Illari, 2001). Así, se da lugar a lo que he designado como “dinámica metagenérica” (Illari, 2001; 2007).
En consecuencia, un método comprehensivo de análisis para
los villancicos del siglo xVii requiere no menos de cinco niveles
o modalidades de relación texto-música: pronunciación y ritmo,
elaboración o decoro, concepto ingenioso y tópico, pintura verbal
y citas o madrigalismos oblicuos (Illari, 2019). En este trabajo me
enfocaré únicamente en el quinto nivel, estudiando un pequeño número de instancias de intertextualidad o citas musicales enfocadas
como dispositivos ingeniosos (agudezas o conceptos). Estas relaciones ya han sido estudiadas, en particular, por Carmelo Caballero
y Álvaro Torrente, quienes consideraron vínculos entre villancicos y tonos (humanos o teatrales), y mostraron que los repertorios de villancicos de Valladolid y Barcelona presentan frecuentes
préstamos del repertorio secular. Estos préstamos involucran tonos completos que evitaron alterar sus melodías y, en ocasiones,
mantuvieron elementos de las letras originales. El procedimiento
resulta claro y reconocible para quien conozca las fuentes, como
debió suceder con las audiencias y los músicos de la época (Caballero Fernández-Rufete, 1997: 62). El interés de Caballero se dirige
hacia la variedad tipológica de mecanismos referenciales que los
compositores pusieron en la danza, mientras que Torrente desen-
368
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
traña las asociaciones políticas de un villancico de Francisco Valls
basado en un estribillo teatral (Torrente, 2018).
Pero este capítulo adopta una mirada distinta, pues trabaja sobre unidades musicales menores a una tonada (frases o motivos)
con un ojo puesto en la semántica. Dos villancicos del archivo de
Sucre (ciudad que designaré con sus nombres coloniales: La Plata
o Chuquisaca, hoy en Bolivia), escritos probablemente a principios
del siglo xViii, contienen música que también aparece en el drama
cantado La púrpura de la rosa, en la versión atribuida a Tomás de
Torrejón y Velasco,2 estrenada en Lima en diciembre de 1701 (Rodríguez Garrido, 2003: 234-243). Los villancicos en cuestión corresponden a texturas y tipos diversos. El primero, “De la estrella
más fija” (abnb [Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia], Música 163, olim 227 [1737]), es un solo mariano para tiple y continuo
que mantiene un tono serio durante todo su transcurso. La portada
lo describe como una “tonada sola” o villancico-tonada metagenérico.3 En cambio, el segundo, “Para divertir al Niño” (abnb, Música 623, olim 1041 [1775]), pertenece al mundo de la comedia de
Navidad; su cruce genérico involucra a los juegos infantiles y sus
canciones características, sobrevive en una versión para tres tiples,
pero presenta indicios de una cuarta voz. Según sus estilos, ambos
fueron escritos hacia la misma época (tal vez en la primera década
del siglo xViii) y fuera de Chuquisaca. Ninguno parece obra de un
músico local, por lo que supongo que llegaron como parte del ac2
Para su biografía, véase Stevenson, 1976: 43-51 y 103-110 o Cardona, Cruickschank y
Cunningham, 1990: 278-288.
3
No se trata de un “villancico sobre la tonada” a la manera descrita por Caballero FernándezRufete (1997: 58), sino de un villancico religioso que adopta rasgos genéricos y estilísticos
de las tonadas teatrales: escritura a solo, estructura bipartita, tono expresivo, etcétera.
369
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
tivo tráfico de música manuscrita de los siglos xVii y xViii. Ambos
villancicos ingresaron al repertorio de la catedral varias décadas
después de su composición, cuando se copiaron in situ las partes que
sobrevivieron.
Las referencias más importantes a La púrpura corresponden a
una sola de las tonadas estróficas de la obra. Considero que la
melodía en cuestión fue creada para puestas en escena y que los
villancicos la citaron posteriormente. En un dechado de ingenio
barroco, los villancicos utilizan estas relaciones intertextuales
como referencias o comentarios que enriquecen intelectualmente
las obras. Uno de los villancicos contiene otra referencia común
con La púrpura; parece parte de una red intertextual más compleja
que habría involucrado una tercera pieza, hoy desconocida.
cItA coMo AgudezA
Las citas corresponden a motivos breves y de diseños más o menos
neutros al afecto, formados con grados conjuntos o saltos consonantes, y evitan los intervalos expresivos y las disonancias prominentes.
Pero parecen deliberadas, por lo que dan la impresión de acarrear
significación. Resaltan al oído por su posición al principio de una
sección principal de la obra –en los dos primeros casos– o por introducir irregularidades que lo estimulan –en el tercero de los casos–.
Se identifican por sus ritmos y sus contornos. Su brevedad, de entre
dos y seis compases, no les resta nada de su poder; más bien es consecuencia del trabajo de variación motívica propio del estilo, realizado
con profusión y en pequeñas dimensiones –existe la tentación de calificarlo como “artesanal”–, como continuación de la motivicity de la
370
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
tradición polifónica (Rifkin, 1997: 244). La música hispano˗colonial
del siglo xVii parece preocuparse por sostener una renovación permanente de variantes melódicas, pero sin desmedro de la coherencia
general de la obra; aquí también se descubren ecos del recitativo
italiano del 1600. En el mundo hispánico antes de 1720, como en el
stile recitativo anterior a 1680, el punto de partida era el texto. Para
transmitirlo, se creaban ideas musicales que le correspondían por
el costado del metro, el ritmo y la declamación. La música de cada
unidad literaria más pequeña –oraciones, frases, grupos de palabras–
era distinta de las otras; los dos enfoques difieren con relación a
la representación –muchas veces pictórica– de las emociones, más
intensa e importante en Italia. En España y sus posesiones, además,
todo esto sucedía en el marco de un sentido de continuidad general,
en un infinito juego motívico entre reiteración y variedad, o coherencia y contraste.
Para conceptualizar las citas, como lo hice en un trabajo anterior (Illari, 2019), me baso en el estudio exhaustivo de las agudezas
formuladas por Baltasar Gracián a mediados del siglo xVii (1648).
Una cita musical opera como una agudeza, cuyos términos aparecen
implícitos en los textos de las dos composiciones afectadas y cuya
observación ingeniosa corresponde a la reiteración de la misma música. En términos de Gracián, las agudezas resultan de acomodar un
texto que goza de autoridad y están relacionadas con la erudición.
La púrpura de la rosa parece haber sido el texto autorizado en los dos
primeros casos, pero ignoramos cuál haya sido en el último. Además,
este tipo de agudeza incluye la “correlación y conveniencia” entre
los términos a través de una comparación o, en palabras de Gracián,
“paridad o careo”. En el primer caso aparecen figuradas como estre-
371
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
lla la diosa Venus, en La púrpura, y María, en el villancico, sugiriendo
una analogía entre ambas. En el segundo caso, la flor de la anémona
roja opera como nexo entre Adonis, en La púrpura, y Cristo, en el
villancico, sobre la base de creencias que la hacen surgir de la sangre
de uno u otro y proponiendo, también, una analogía entre ambos
personajes. En el tercer caso, el desconocimiento del texto autorizado me llevó a relacionar el aspecto gráfico del motivo musical con
las alusiones a la cruz en el villancico, e interpretar un pasaje de La
púrpura como una referencia velada al sufrimiento, real o presunto,
de Chato como marido de Celfa.
Enfocándonos ahora en el oyente, reconocer un motivo fuera de
su contexto original puede resultar problemático o en un llamado de
atención, lo que conduce a que nos preguntemos sobre su razón de ser.
Al descubrir la correspondencia entre las obras involucradas, la pieza
citada se convierte en un comentario libre de la que realiza la cita. Esta
mecánica, que parte del problema para llegar a una solución ingeniosa,
corresponde a las agudezas por raciocinio o ponderación de Gracián.4
El autor, ya se sabe, nunca pretendió que sus categorías formaran un
sistema cerrado, sin fisuras y con una jerarquía única. Parece haberle interesado más, en cambio, representar la variedad de agudezas y
crear un metalenguaje analítico exhaustivo con miras a estimular la
producción del ingenio; de allí que unos mismos ejemplares puedan
ser analizados como instancias de tipos distintos.
4
Esta agudeza consiste en “levantar misterio entre la conexión de los extremos o términos
correlatos del sujeto [causas, efectos, adjuntos, circunstancias o contingencias]”. Acto
seguido, se “pondera” esta coincidencia y se propone “una razón sutil y adecuada que la
satisfaga” (Gracián, 1648: 35). De los tres tipos de agudeza por ponderación de reparo,
esta correspondería al primero (ponderación de un misterio), tratada en el discurso Vi.
Los otros dos tipos surgen de construcciones verbales específicas: proponer una duda o
dificultad y elevar su tono hasta presentar una contradicción.
372
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
LA PÚRPURA DE LA ROSA y sus tonAdAs
La púrpura de la rosa es una ópera que sigue las convenciones españolas establecidas por Calderón e Hidalgo, distintas del modelo
veneciano vigente y de cualquier otra variante italiana y barroca
del género durante la mayor parte del siglo xVii. En lugar de una
sucesión italiana de recitativos y arias, sean secciones o movimientos, con unos pocos ensambles y algunos coros que podrían resultar
extraños, la obra utiliza, sobre todo, tonadas estróficas y silábicas,
además de distintos tipos de recitativo –en tiempo binario y ternario–, estribillos y coros. No existen arias para la expansión lírica
de los afectos, por lo que el drama no se interrumpe con canto. Las
tonadas constituyen el dispositivo principal para transmitir el drama por medio de la música; y, por ser autónomas, es decir, por tener
su propio ciclo principio-medio-fin, fueron extractadas y recicladas
a menudo como tonos humanos, villancicos o música instrumental.
En el drama operan a veces como canciones, pero también cumplen
algunas funciones del recitativo italiano para narrar situaciones y
permitir el diálogo entre personajes. Un recitativo de inspiración
florentina corresponde a los soliloquios y otros momentos de sobrecarga emocional (Stein, 1993; Torrente, 2016).
Los dos villancicos de la muestra referencian la misma tonada de
La púrpura: “Porque vean que no en vano”, una de las más memorables, por su posición al principio del desenlace de la obra, con su apoteosis final. Su valor semántico corresponde a un punto de inflexión
importante en los afectos del argumento, que mudan de lamentar la
muerte de Adonis a celebrar su vuelta a la vida convertido en flor.
La canta el Amor (Cupido), quien parece reemplazar a Mercurio
y oficia de mensajero de Júpiter; a través del Amor se comunica
373
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
la decisión de Júpiter y se desenlaza la tragedia en un final feliz,
propio de los dramas cortesanos. Adonis, quien como pagano carecía de alma inmortal, vivirá en las anémonas que surgieron poco
después de su muerte; las flores son rojas por su sangre, mientras
que la sangre de Venus había teñido las rosas. Con la luz de la
flor saldrá el lucero de la tarde: Venus. Así, la diosa y su amante
mortal seguirán juntos de manera simbólica. El texto se refiere
de manera explícita a una estrella y una flor, Venus y Adonis, que
forman una de las duplas tópicas de la época, tan caras a Calderón,
aludiendo a los elementos neoplatónicos unidos por correspondencia;5 pero también se refiere a la flor de Venus –la rosa teñida
por su sangre– y, de manera confusa, a una estrella de Adonis
(Cardona, Cruickschank y Cunningham, 1990: 93-95).
El parlamento de Amor concluye con una cita del famoso romance morisco “Sale la estrella de Venus”6 (lo destaco en cursivas en los
versos siguientes). Como se sabe desde hace tiempo, el despliegue
de ingenio de La púrpura comienza con Calderón. La cita funciona
porque, además de que los versos del romance son apropiados, remiten al brutal asesinato de un marido –Albenzaide– por un amante
despechado –Gazul– durante la noche de bodas del primero. Los
paralelos con el argumento teatral son varios –infidelidad de una
mujer, celos de su primer compañero, su violencia letal contra el
tercero en discordia–, pero la conexión trabaja por contigüidad u
5
“Flowers are the stars of earth, stars are the flowers of heaven” (Wilson, 1936: 38). La
frase, traducida como “las flores son las estrellas del cielo y las estrellas flores de la tierra”,
figura sin referencia bibliográfica en Ignacio Arellano (2000: 99); a partir de allí, fue citada
con frecuencia. En México, el tema ha sido tratado por Anastasia Krutitskaya (2018).
6
Quizás escrito por Lope de Vega. Para otras ediciones, véase Durán (1828) y Wilson y
Sage (1964).
374
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
oposición y no por similitud. Para Gracián sería un caso de agudeza
por improporción.
Porque vean que no en vano,
cuando en púrpura se tornen,
le halló en el campo aquella
vida y muerte de los hombres,
Júpiter, pues, conmovido
o indignado de que goce
sin los imperios de un alma
los de una vida tu nombre,
de esa derramada sangre,
quiere que una flor se forme,
y que de aquella se vistan
roja púrpura las flores,
para que en tierra y en cielo
estrella y flor se coloquen;
a cuya causa, subiendo
donde entrambos se coronen,
verás que desde este día,
con la nueva luz de Adonis,
sale la estrella de Venus
al tiempo que el sol se pone
(Cardona, Cruickschank y Cunningham, 1990: vv. 1910-1929).
Se ha dicho que La púrpura de la rosa limeña contiene música de
Hidalgo y que corresponde considerarlo como coautor, pero esto
nunca se ha probado. La música que nos ocupa (Figura 1) sugiere
375
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
la autoría de Torrejón y no la del maestro más antiguo, por su
ambigüedad tonal y su mayor variedad melódica. La primera frase, con su notable ascenso por grado conjunto dentro del ámbito
de una séptima, proyecta a mi bemol con tercera mayor como
final, pero la pieza termina cadenciando en si bemol (siempre con
tercera mayor); para la época, se trata de un caso de segundillo7
perfectamente aceptable (puesto que el sistema de los tonos de
composición no contiene prescripciones en el orden o la jerarquía
de las cadencias internas); pero a partir de la escucha clásico-romántica en la que uno se formó, se percibe como si terminara en
la dominante. Además, la breve composición cambia de contenido
melódico: en lugar de utilizar para los versos de una copla cuatro
variantes del mismo motivo –como suele hacer Hidalgo con cierta
frecuencia (Leza, 2004: 66-67)–, la tonada emplea una frase distinta, descendente y decorada, repetida a distancia de una quinta
para los versos tercero y cuarto (comp. 8-11, 12-15), formando
un “par simétrico” característico de las obras de Torrejón, cuyas
coplas de villancico a menudo terminan con una doble presentación del cuarto verso con la misma frase melódica, primero en el
quinto grado, luego en la final.8
7
Remito aquí a la teoría de los tonos de composición de la época. El segundillo es también
considerado como segundo tono “por la mediación” o quinto transportado (Illari, 2014:
302; García Gallardo y Murphy, 2016: 76-77).
8
Véanse, por ejemplo “Cuatro plumajes airosos”, coplas 1 a 3 (Claro Valdés, 1974: 69-70) y
“Desvelado Dueño mío”, copla única (152).
376
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
Figura 1. “Porque no vean que no en vano”, La púrpura de la rosa.9
dos estReLLAs en unA
“Porque vean que no en vano” aparece citada en el villancico mariano de Chuquisaca, “De la estrella más fija” (Figura 2). Es un
solo para tiple y acompañamiento dedicado a Nuestra Señora del
Temblor, advocación mariana propia de La Plata: María, se supone,
protegió a la ciudad y la catedral en ocasión de un terremoto que
ocurrió un sábado, cuando se cantaba su oficio; fue de intensidad tal
que llegó a rajar la bóveda del templo.10 La copia lleva una portada
con el diseño idiosincrático del maestro de capilla Juan Guerra de
Viedma (Illari, 2001), con fecha de 1737. La mano del copista musical, con sus mínimas blancas característicamente divididas por una
línea interna, aparece en otros manuscritos del mismo archivo y corresponde a la época; la parte lleva el nombre de “Eustaquio” como
9
Todas las ediciones utilizadas en este trabajo me pertenecen.
10
Fray Diego de Ocaña, jerónimo de Guadalupe que viajaba por América recogiendo
limosnas para el monasterio, narró el episodio del que fue testigo, el 11 de noviembre de
1601; termina su relato diciendo que la ciudad hizo voto de celebrarle a María una fiesta
cada año, para la cual debía haber estado destinado el villancico que nos ocupa (2010:
310-312).
377
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
cantante, que corresponde a Eustaquio Franco Rebollo (m. 1786),
por entonces muy joven pero ya destacado en el arte (lo volveremos
a encontrar más adelante),11 quien ofició de seise desde 1735 hasta
1742.12 Pero la música, que todavía se ubica en la órbita del seiscientos hispano, quizás fuera creada en la primera década del siglo.
La falta de correspondencia entre texto y música revela que se trata
de una trova (o contrafactum), lo cual se confirma por dos errores de
copista que parece no haber comprendido la notación por completo
(compases 7 y 19: en los dos casos escribió mínimas en lugar de
semibreves denegridas que forman grupos hemiólicos).
Figura 2. “De la estrella más fija” (ABNB, Música 163, olim 227).13
11
En enero de 1743, durante la discusión del cabildo eclesiástico de La Plata sobre la
promoción de Franco a salmista, se dijo que había servido “a la iglesia con particular voz
de que le dotó el cielo”. Esta clase de juicios de valor son muy raros en la documentación
local; se confirman a través de la gran cantidad de obras que cantó Franco, de acuerdo
con la presencia de su nombre en las partes (abas [Archivo-Biblioteca Arquidiocesanos
Sucre “Monseñor Miguel de los Santos Taborga”] Actas Capitulares, vol. 16 [17331747], fol. 153 v [12 de enero de 1743]).
12
abas,
13
Los corchetes de los comp. 7 y 19 indican enmiendas editoriales; en ambos casos, la parte
manuscrita contiene una mínima (que corresponde a una negra de la transcripción).
cuadrantes de diezmos de los años indicados (acerca de estos documentos véase
Illari, 2001, esp. Apéndice 2).
378
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
Aunque el texto primero de la pieza debió ser distinto, su tópico14 parece no haber sufrido cambios. El original también debió
estar dedicado a María, con su figura cifrada como la “estrella más
fija”, el lucero del alba que precede y señala el despuntar del día de
Jesús.15 El texto del principio casa bien con su melodía, con rara
y atractiva alternancia entre decasílabos y pentasílabos. El ajuste
subsiguiente de los versos tiene problemas de correspondencia, de
la clase que normalmente ocurre cuando se modifica la letra con
poco cuidado. La melodía de la primera parte del estribillo (compases 1-24, en compás ternario menor) sugiere una continuación en
decasílabos regulares, pero el poema, tal como existe hoy, se vuelve
polimétrico en desmedro de la acentuación musical (compases 15 a
18). Aún más: la cadencia del compás 18 (en la), que debería corresponder al final de un verso, cae a su medio.16 La letra de la segunda
y última parte del estribillo, con un octosílabo y dos hexasílabos,
mantiene tanto la irregularidad del verso como la colisión de metros y acentos en la partitura.
De la estrella más fija y radiante,
soy vacilante,
que observando su claro arrebol,
14
Designo con este nombre a los tipos expresivos que utilizan los villancicos (tales como
personajes, canciones de cuna, bailes, batallas, etcétera) que corresponden a lo que a veces
aparece nombrado con la expresión “en metáfora de” (personajes, etcétera) en el siglo xVii
(Illari, 2001; Illari, 2019: 481-482).
15
Para una transcripción y un comentario explicativo del texto completo, véase Eichmann
Oehrli, 2009: 194-197.
16
Los falsos acentos pueden subsanarse moviendo el texto una nota “hacia la derecha”,
comenzando con “voz”, que caería en el primer tiempo del compás 16. No hay solución
fácil para la cadencia, que queda fuera de fase de cualquier manera.
379
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
a cantar sus elogios
se alienta mi voz,
por ser más alto lucero,
que por sus albores,
es estrella y flor
(“De la estrella más fija”, estribillo [abnb, Música 163,
olim 227]).
La cita afecta a la primera frase del villancico, que remite a la
tonada de Púrpura con claridad meridiana. La melodía del primer
verso aparece tal cual, transportada una segunda más aguda (aquí
se la presenta en el quinto tono, tal y como indica la portada del villancico, vale decir en do con tercera mayor) (Illari, 2014: 307-308;
García Gallardo y Murphy 2016: 75, 77) y adaptada al decasílabo
del texto por medio de la subdivisión rítmica del compás 3. La
continuación es nueva, aunque sigue la misma sucesión de cadencias del original, primero al sexto grado, luego al quinto. Para el
tercer verso, el villancico reitera el motivo inicial y la cadencia
subsiguiente (compás 18) transportados a la cuarta grave, antes de
cerrar la sección sobre la final (compás 24); el pasaje, más expansivo que la tonada, permite que se recupere la unidad que se echa de
menos en la obra dramática.
La cita corresponde a un despliegue de ingenio por parte del
compositor del villancico, que podría ser el mismo Torrejón, de
acuerdo con el estilo. En la pieza religiosa no hay rastros verbales
concretos de la tonada teatral; sin embargo, las dos obras se refieren
a distintas encarnaciones de la misma estrella, vale decir al lucero,
que simboliza a Venus en Calderón –donde figura como estrella de
380
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
la tarde– y a María en el villancico –como estrella de la mañana–.
Es posible que el inusual gesto melódico ascendente de la tonada
fuera entendido como pintura musical –en línea con la idea de poner
un hecho ante los ojos de la audiencia para conseguir convencerla–
del ascenso cotidiano de la “estrella de Venus” por el firmamento,
narrado en la quinta y última estrofa del Amor por medio de la cita
de Lope ya comentada. Esta representación asincrónica, por anticipada, de un tema literario en la música sería una variante del madrigalismo oblicuo al que me referí en otra parte (Illari, 2019: 483).
Pero, además, aquí también se acaba por confirmar en el último
verso del estribillo la tópica correspondencia de flores y estrellas
que también informa el pasaje de Púrpura.
Entonces, el empleo de la tonada dramática como divisa musical
del villancico deviene una manera ingeniosa de aclarar cuál es la
“estrella más fija” de la letra. Más adelante en la canción, las coplas, como de costumbre, resuelven el concepto inicial con el ingenio
también acostumbrado; en la primera, la estrella se identifica con
aquella, “en quien el cielo habitó” –vale decir la mujer que llevó a
Dios dentro de sí–, quien, al rayar al cielo,17 dio átomos de su gloria
al sol, para que las volviera visibles.18 Venus, la estrella de la tarde
en el mito clásico, aparece reunida con María, lucero del alba que
anuncia la venida de Jesús –el Sol– en las creencias del cristianismo,
como para subrayar las coincidencias: viven subordinadas al astro
17
“Rayar la luz el día o del alba. Frases que significan herir la luz, especialmente cuando
empieza a percibirse, por los rayos que arroja” (Diccionario de Autoridades, 1737; Eichmann
Oehrli, 2009: 195).
18
Según el Diccionario de Autoridades, también son átomos las “moticas que andan por el aire
tan imperceptibles que sólo las vemos al rayo del Sol cuando entra por los resquicios de las
ventanas” (1726), idea que resuena con el vocabulario del villancico que nos ocupa.
381
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
rey y tuvieron hijos identificados con el amor (Cupido y Cristo). A la
concentración de ingeniosos conceptos del texto se añade la cita musical, que proyecta con la mayor claridad posible la identidad de las
estrellas y propone la correspondencia de las figuras alegorizadas.19
Es esta la estrella más fija
en quien el cielo habitó,
y rayando en él sus luces,
átomos de su gloria dio al sol [...]
(“De la estrella más fija”, copla primera [abnb, Música 163,
olim 227]).
vIdA y MueRte, PAsIón y ResuRReccIón
“Para divertir al Niño” es el segundo de los villancicos de Chuquisaca relevantes para este estudio (abnb, Música 623, olim 1041). Hoy
está instrumentado para tres tiples y continuo, en copias realizadas
en 1775 de puño y letra por Eustaquio Franco Rebollo, ahora maestro de capilla –recordemos que lo encontramos como cantante de
la “Estrella más fija” de 1737–.20 Robert Stevenson se lo atribuyó
(1970: 242), y lo mismo hicieron Carmen García Muñoz y Walde19
Correspondencia que tiene obvios límites en la íntima relación de Venus con el amor
carnal. Tal vez por ello, la diosa clásica no aparece como figuración aceptada de María en
las poesías religiosas del siglo xVii, aunque su estrella sí lo hace (Eichmann Oehrli, 2009:
775).
20
Franco había accedido al magisterio apenas un año antes de realizar la copia, tal vez
más por azares del destino que por mérito propio (fallecimiento inesperado de Agustín
Cabezas, maestro que había ganado el cargo por concurso en 1773); allí se mantuvo hasta
su muerte en 1786. Su desempeño suscitó reacciones negativas en sus colegas y superiores
en más de una ocasión, que todavía esperaban una evaluación comprehensiva y técnica
(véase Bruneau, 2006).
382
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
mar Axel Roldán (1972) y, siguiendo sus pasos, Rolando Beltrán
Sáenz (2011-2012: 534-535). Ninguno acertó.21 La evidencia en la
que se basaron fue la firma de Franco en la portada, que consta de
las letras “EVS” (“por Eustaquio”) y una rúbrica, la cual no denota
necesariamente autoría, sino posesión del manuscrito y quizás también ejecución de la obra bajo su dirección.22 Tanto los rasgos del
poema como los de la música pueden fecharse hacia 1710. Por una
parte, los errores de alturas que contienen las partes –típicamente,
notas escritas un tono más alto o más bajo de lo que corresponde–,
que no son raros en otras copias de Franco, son impropios de un
autor; más bien revelan a un copista no muy cuidadoso. Por otra
parte, las pocas obras que sí le están claramente atribuidas demuestran una técnica de composición rudimentaria, que no coincide con
21
En un principio, García Muñoz y Roldán (1972: 72) lo consideraron anónimo. La
transcripción de García Muñoz (en manuscrito y de paradero desconocido) ya lleva la
atribución; fue grabada por Agrupación Música en 1979. Los dos catálogos de la Colección
Música oficiales del abnb llevan la atribución errónea: Roldán, 1986: 286 y Beltrán Suárez,
2011-2012: 534-535. Este último pone la atribución entre corchetes, pero indica que se
encuentra en la portada, lo cual es contradictorio.
22
Este no es el sitio para desarrollar un estudio detallado; pero valga un adelanto que
justifique mi aserto. Franco agregó una firma igual o parecida a la que nos ocupa en obras
anteriores a su gestión, que pueden atribuirse a compositores conocidos: así, “El cielo y
la luna” (abnb, Música 259, olim 269) lleva la “A” de Araujo en la portada y el año 1734 (el
título ha sido transcrito erróneamente por Beltrán Suárez); “Ninfas, aves, selvas, flores”
existe en tres copias, dos atribuidas a Araujo (abnb, Música 298, olim 864A y Música 299,
olim 1271) y otra anónima con la firma de Franco (abnb, Música 300, olim 864B); del
cuatro al Santísimo de José de Torres, “Sirviendo el propio instrumento”, también hay tres
juegos de partes una con atribución (abnb, Música 689), otra anónima (690) y una tercera
con la firma de Franco (691, todas olim 1192). También contienen la firma en cuestión las
Vísperas de Roque Ceruti, a las cuales aparentemente se les agregó un coro en Chuquisaca
(abnb, Música 1238, olim 946) y el villancico “De este Dios disfrazado” (Música 249, olim
1174), que lleva el nombre de “Tardío” en la portada, encima del cual Franco añadió su
sigla como si quisiera borrarlo (dato omitido por Beltrán Suárez). Queda claro que no
existe relación entre la firma de Franco y la autoría de la composición.
383
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
la sofisticación técnica del villancico que nos ocupa.23 Según toda
la información disponible, y de acuerdo con lo que hoy consideramos que es un autor, “Para divertir al Niño” no fue compuesto por
Franco.24
Que la plantilla de la obra esté dispuesta solo para tres tiples
indica que sufrió un arreglo. Quien está acostumbrado al estilo,
echa de menos un bajo vocal que cubra las fundamentales de los
acordes, que pudo haber sido una parte de tenor, aunque también
es posible que se tratara de una pieza policoral que fue reducida
al mínimo indispensable.25 La presente versión tiene problemas de
23
Dos piezas de autoría indudable utilizan sus apellidos originales, Franco del Peso y
Vera: “Cantad, jerarquías del cielo” (abnb, Música 877, olim 1035) y “Dichoso día” (abnb,
Música 777, olim 1037). El último lleva la indicación “dúo compuesto por Franco”
en la portada. Una tercera es “A la sonora trompeta” (abnb, Música 405, olim 1028),
contiene estas mismas palabras, por lo cual debe atribuírsele sin ambages. “A Justo y
Pastor que son” (abnb, Música 393, olim 1030), cuya portada lleva solo la firma “EVS”,
tiene un fuerte aire de familia con este trío de composiciones, por lo cual también podría
pertenecerle. En cambio, distintos indicios revelan que la autoría de las otras piezas
copiadas y rubricadas por Franco que le fueron atribuidas (hoy abnb, Música 44, 144,
441, 442, 562, 581, 649, 650, 704, 748, 790, 1048, 1287 y 1298) es por lo menos dudosa,
por lo cual debe ser objeto de un estudio más detenido antes de que pueda ser confirmada.
24
Los rasgos de la composición apuntan, una vez más, a la figura de Torrejón como posible
autor. Queda para otra ocasión elaborar la idea.
25
Por drástico, el procedimiento parece insólito, pero alguien lo empleó en Chuquisaca por
lo menos una vez y en una época no lejana de la gestión de Franco. El villancico mariano
a 7, en dos coros, “Arroyuelo que corres cristales”, del maestro de Potosí, Antonio Durán
de la Mota (ca. 1655-1736) (abnb, Música 230 y 231, olim 131) fue adaptado para dos
voces y acompañamiento con destino a las reuniones devocionales de la Escuela de Cristo
por un copista para mí desconocido y que debe haber actuado a principios de la década
de 1770, según el diseño de la letra (abnb, Música 867, olim 130). El arreglista utilizó
dos de las tres voces del primer coro y el acompañamiento del original, suprimió los
silencios que correspondían a las intervenciones del segundo coro y modificó finales y
principios de frase, a veces de manera considerable, para mantener la continuidad. Este
arreglo tiene en común con “Para divertir al Niño” la falta de bajo vocal; además, el
manuscrito formó parte del archivo de Franco, quien firmó la portada. Por todo esto, no
podemos descartar que “Para divertir” contara con más de cuatro voces y que la versión
sobreviviente fuera el resultado de un arreglo tan radical como el que sufrió “Arroyuelo”.
384
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
concordancia de las partes en la última sección, los cuales parecen
consecuencia de la reducción de un pasaje imitativo de cuatro o
más partes a tres, sin el cuidado que tamaña operación quirúrgico-musical merece.
El villancico está dedicado al natalicio de Cristo a través del
tópico de los juegos infantiles; de manera extraordinaria, los tiples
los presentan como si los actuaran o danzaran, documentándolos,
de paso, por medio de la música. Stevenson lo describió como una
“deliciosa pieza folklórica” (delightful folkloric piece) (1970: 242);26
sabores aparte, no se equivoca. Tres muchachos acuden al portal
para divertir a Jesús, “aunque –según el poema– el Niño, llorando,
no está para juegos”; se sabe que nunca se representa sonriente,
puesto que se cree que durante toda su vida llevó consigo la impronta de la carga de su sacrificio por la humanidad. Los jóvenes
despliegan a continuación tres de sus juegos,27 uno por copla; siendo como es el mundo de los niños, el último y más resistente archivo de prácticas y cantares tradicionales, todos pueden reconocerse
todavía. Va primero el “aserrar, aserrar, maderitos de San Juan”,
luego la “pispisigaña” (por pizpirigaña)28 y, finalmente, “a encruzar” (o cruzar los alfileres). Después de una introducción a cargo
de un narrador –llamada testo, en línea con los oratorios latinos de
26
El íncipit “Para divertir al Niño” aparece con cierta frecuencia en textos de villancicos
peninsulares. En la misma colección del abnb se encuentra otro, cuya música se debe al
maestro peninsular Manuel de Gaitán y Arteaga (Música 165, olim 564); sin embargo,
todos los que tuve ocasión de estudiar, incluyendo el de Gaitán, son distintos del presente
27
Si el orgánico de la composición incluía otras voces infantiles, los juegos, y las coplas,
podrían haber sido también más.
28
“Juego con que se divierten los muchachos, a quien se le dio este nombre porque le
hacen diciendo ciertas palabras y dándose unos pellizcos en las manos” (Diccionario de
Autoridades, 1737).
385
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
Carissimi y sus seguidores–, sigue un breve estribillo y una sección
de coplas que no responden a un simple modelo estrófico. Cada
una incluye tres partes: una copla propiamente dicha que anuncia el
juego y lo relaciona con la Navidad; lo que podemos llamar su “tonada” característica (siempre a solo), y su reiteración en arreglo a
tres voces a modo de respuesta. El conjunto de tres coplas, tonadas
y respuestas se repite a continuación con un segundo juego de textos. La composición se cierra con un retorno al estribillo prescrito
en las partes.
La principal cita purpúrea figura en la última y crucial copla de
tiple tercero. La copla se refiere al sacrificio de Jesús de distintas
maneras: califica al Niño de “apasionado” y trae a colación el juego del “encruzar” –término poco usual en castellano, pero común
en portugués: vale por “cruzar”–, que este prefería porque con él
podría “ganar las almas”. Por su parte, la sexta copla pone la mira
sobre los alfileres del juego, que se transformarían en las espinas que picarían al Niño. El apasionamiento es uno de los tantos
equívocos característicos de las coplas de villancicos, que remite a
Cristo como personificación del amor del Padre, pero también a su
irrevocable destino pasionario. El juego alegoriza la crucifixión. Se
refiere a un pasatiempo infantil en el que los participantes intentan
mover un alfiler, con soplidos o con las uñas, para que se atraviese con otros; quien lo consigue se los lleva a todos.29 El cruce de
los alfileres remite a la cruz, con la cual redimiría Jesús al género
humano, “ganando” sus almas; la relación entre los alfileres y la
corona de espinas es obvia. La idea básica no era nueva, ya Lope la
29
Véase uñeta en Diccionario de Autoridades, 1739.
386
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
presentó en su poema conmemorativo de Inés del Espíritu Santo,
monja de la Trinidad (1634),30 pero aquí se la desarrolla de manera
sistemática.
3. –Yo, mi Niño apasionado,
juego solo al encruzar,
que es juego que más te agrada,
y que a ganar las almas te pondrás.
¡A encruzar, a encruzar,
que se cruzan los rayos
en el portal!
Respuesta a la copla [a 3]
¡A encruzar, a encruzar,
que se cruzan los rayos
en el portal!
6. –Yo te prestaré alfileres,
jugaremos a encruzar,
mas si con ellos te gano,
serán espinas que te picarán.
¡A encruzar, a encruzar…!
Respuesta a la copla [a 3]
¡A encruzar, a encruzar…!
(“Para divertir al Niño”, coplas 3 y 6 del Tiple 3 [abnb,
Música 623, olim 1041]).
30
“Viendo una niña novicia, / por darle entretenimiento, / niña con ella te hiciste / de sus
alfileres juego. / Quien duda que era Jesús / Niño dese juego el tercio, / que hasta el cruzar
alfileres / tiene de su cruz misterios” (Lope de Vega 1634: 160).
387
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
Este concepto ingenioso se prolonga en música por medio de lo
que llamé tonada del juego (Figura 3) y su respuesta coral (Figura
4). En las dos primeras coplas, las tonadas presentan el aspecto y
sonido de las canciones infantiles.31 La tercera tonada, en cambio,
parece compuesta ex profeso, por basarse en escalas que subrayan las
notas sol (final del tono), re grave y re agudo (su mediación) para
crear motivos que a continuación sostienen una textura imitativa.32
La respuesta que así se crea contrasta con las anteriores, homofónicas, rítmicas y con aspecto de canción infantil. El entrelazado de
las voces produce un movimiento constante, pero plácido y suave,
no juguetón, sino inexorable, consonante con la crucifixión a la que
alegoriza. Sucesivas entradas vocales por movimiento contrario se
entrecruzan y crean la imagen gráfico-musical de la cruz. La falsa
entrada ascendente del tiple 1 en el compás 154, interrumpida por
una entrada del motivo descendente, parece un remanente del motivo completo que habría cantado una cuarta voz (con reiteración de
la música del tiple 3 inmediatamente anterior), suprimida durante
el arreglo de la obra; el motivo en cuestión coincide con el contexto
sin que sea necesario adaptarlo. Esta sección escenifica con sonidos
el cruce de los alfileres, ilustra la cruz y proporciona un memorable
momento contrastante y climático a la composición con la claridad
y economía de medios características de la música de fines del siglo
xVii o principios del siglo xViii.
31
Aunque ninguna reproduce melodías existentes; al menos en el caso de la primera copla,
que corresponde al “aserrín, aserrán”, el villancico utiliza el ritmo, el fraseo y rasgos de
la curva melódica, pero no el contenido de las canciones conocidas.
32
El anónimo compositor basa su imitación en las dos especies –de cuarta, re grave-sol,
y de quinta, sol-re agudo– que forman la octava del tono, introduciendo un raro pasaje
concebido por medios modales del siglo xVi en el contexto de una pieza compuesta con
base en los tonos de polifonía del siglo xVii.
388
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
Figura 3. “Para divertir al Niño”, tonada de la tercera copla
(ABNB, Música 623, olim 1041).33
Figura 4. “Para divertir al Niño”, respuesta a la tercera copla
(ABNB, Música 623, olim 1041).34
unA cItA MAyoR
La cita de la tonada de Púrpura, “Porque vean que no en vano”, figura en la copla misma y al principio (Figura 5). La referencia es clara
y sigue a la versión teatral de cerca. La melodía de los primeros
seis compases aparece transportada una tercera menor más grave,
con pequeñas modificaciones en la anacrusa y la segunda cadencia.
33
En el compás 146, la primera nota es la en el manuscrito.
34
En el compás 156, la segunda y tercera notas del tiple 1 están escritas un tono más bajo en
el manuscrito.
389
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
A continuación, el contenido melódico cambia, pero la estructura
cadencial se mantiene. Como en los casos anteriores, la primera cadencia cierra en do, cuarto grado del tono, octavo por la mediación
(García Gallardo y Murphy 2016: 75, 77).35 La segunda, como también sucede en la tonada de Púrpura y en el solo del Temblor, corresponde al segundo grado (aquí la, compás 128). Este ejemplo se
aparta de los otros con la tercera cadencia, que clausura sobre mi,
sexto grado (compás 132). La cadencia en el quinto grado (sol), que
los otros ejemplos contienen, se demora hasta la cuarta frase de la
copla (compás 136) y es parte de otro par simétrico (el ejemplo llega
hasta la primera presentación de la frase y omite la segunda).
Figura 5. Para divertir al Niño, tercera copla (ABNB, Música 623, olim 1041).36
A primera vista, esta cita parece más oscura que la de la estrella;
la relación entre la copla del villancico y la tonada teatral es indirec35
El original debió estar escrito en do por claves altas; ya la copia de Franco lo presenta en
claves bajas, transportado a sol y con armadura de un sostenido.
36
En el compás 130, la primera y segunda notas del tiple 3 están escritas un tono más bajo
en el manuscrito.
390
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
ta. La tonada, como se vio, corresponde al dénouement de La Púrpura, el regreso a la vida de Adonis vuelto flor después de su muerte;
la copla representa la pasión y crucifixión de Cristo. Pero, como en
otras ocasiones, el empleo de la misma música opera como una agudeza que señala conexiones ocultas entre términos que no guardan
vínculo aparente. Las hay a tres niveles. En el más concreto, el de los
objetos, como ya sabemos, Calderón revivió a su Adonis como una
flor, antes blanca, luego enrojecida por su sangre. Según la tradición, era la anémona; y justamente la anémona se tiene por símbolo
de la sangre que Jesús vertió durante su pasión. Por sus vínculos con
la figura de Adonis, estas flores eran tenidas por tristes y luctuosas
en mitologías precristianas. Eran muy comunes en Palestina; se supone que muchas florecieron en el Monte Calvario en la tarde de la
crucifixión, y por ello simbolizan a la sangre de Jesús (Ferguson,
1961: 27). Utilizar la misma música para explicar la resurrección de
Adonis como flor y para conmemorar la crucifixión –en espíritu de
villancico infantil, juguetonamente– pone de manifiesto la común
presencia de la anémona.
En un plano de mayor abstracción, el procedimiento acaba por
vincular las dos figuras, Adonis y Cristo, de un modo inusual para
la época. El mito fue tematizado con frecuencia por los escritores
del Siglo de Oro y posteriores: lo retomaron en poemas o dramas
Diego Hurtado de Mendoza, Juan de la Cueva, Lope de Vega, Juan
de Tassis y Villamediana, Pedro Sotos de Rojas, Tirso de Molina y
José Antonio Porcel, entre otros (Cebrián, 1988). Adonis contaba
con su propio y muy difundido culto precristiano (sirio, chipriota,
fenicio, hebreo y griego); no encuentro rastros de que los padres de
la Iglesia hubieran querido absorberlo como Clemente de Alejan-
391
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
dría hizo con el orfismo; en cambio, con frecuencia lo toman como
ejemplo de las percibidas depravaciones del paganismo.37 Era un
culto agrario. Adonis parece haber sido una deidad solar, que desaparecía o moría en los meses de invierno para resucitar en verano, lo
cual es ajeno a la figura de Jesús. Sea por su fuerte carácter pagano,
sea por su existencia cíclica, la relación Adonis-Cristo no prosperó;
apenas y se encuentra en el rico universo de simbolismo de base
religiosa con aplicaciones mundanas del siglo xVii español.38 Todo
esto sucede a despecho de los varios vínculos entre los dos que se
ponen de manifiesto en la relación del villancico pasionario con el
drama mitológico, donde son víctimas sacrificiales.39 Adonis muere por amor, como Jesús; además, en Púrpura, pero no en el mito,
Adonis defiende a los campesinos de un jabalí salvaje que termina
por causar su muerte. Los dos resucitan para gozar de una supuesta
vida eterna. Calderón, con su peculiar construcción de Adonis, subrayó el parecido, y el compositor del villancico lo aprovechó para
ejercitar su propio ingenio.40
37
Véase Hipólito, Refutación de todas las herejías 5:2; Clemente de Alejandría, Protréptico 2;
Teófilo de Antioquía, A Autólico 1:9; Justino Mártir, Primera apología, 25.
38
Citaré, como la excepción confirmatoria, el personaje “Adonis, que es Cristo” del auto
sacramental de Francisco de Matamoros, Amarilis y Adonis (s. xVii).
39
Aunque Adonis no aparece como tal en el mito, Calderón lo construyó de esta manera,
usando de licencia poética. La última vez que Adonis aparece con vida, decide confrontar al
jabalí que aterrorizaba a la comarca (Cardona, Cruickschank y Cunningham, 1990: 213, vv.
1756-1761), a sabiendas de que le quitaría la vida. Con plena consciencia de lo que hacía,
ofrece su sacrificio para salvar a los pastores.
40
La interpretación de Cruickshank, donde Venus representa a Cristo porque Adonis se
redime por su sangre, no involucra tantos puntos en común como los que propongo aquí.
Las conexiones cristológicas de otros dramas de Calderón no aportan evidencia directa
para interpretar el que nos ocupa (Cardona, Cruickschank y Cunningham, 1990: 97-99).
392
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
En el nivel de mayor generalidad, la tonada común establece la
oposición –o, quizás, la complementariedad– entre las dos obras,
con apelación a mecanismos de significación parecidos a los que
Calderón usó con relación al romance de Lope, comentado arriba. En Púrpura, la melodía representa la resurrección, luego de la
muerte violenta que venía de ocurrir, seguida de lamentos fúnebres;
en el villancico, la crucifixión –vale decir, la pasión y la muerte–. A
decir de Gracián, los términos del enunciado ingenioso se relacionan por “improporción o discordancia”; pero son, además, eventos
complementarios y relacionados en términos de causa y efecto –
muerte y vuelta a la vida–, relaciones que figuran entre las de los
“adyacentes” retóricos que usa el autor.
unA cItA MenoR
La púrpura resuena también más fugazmente y con menor claridad
en otro de los motivos del villancico. Uno de los gestos de la primera tonada reproduce con exactitud el comienzo del parlamento de
Chato, el gracioso, después de la partida de Marte, inmediatamente
antes de la culminación del drama. Su brevedad no lo hace menos
importante o significativo. En la obra de Torrejón (Figura 6, motivo
marcado con un rectángulo) se utiliza para cantar la línea “Pues41
aquí no hay más qué hacer” (verso 1780), como cadencia interna en
do dentro de un pasaje en fa, sexto tono (Illari, 2014: 302). Se distingue por aparecer luego de uno de los pocos pasacalles instrumentales prescritos por la obra, que corresponde al compás 121, al princi41
Cardona, Cruickschank y Cunningham leen “con que” (1990: 214). Prefiero aquí la versión
de la fuente limeña.
393
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
pio de la última escena cómica. Llama la atención por su diseño, de
perfil inusitadamente breve, claro y memorable, que lo marca como
distinto de la música que lo rodea –ni sigue la música que lo precede,
ni lo continúa la que se aparece acto seguido–. Por ello, queda como
un objeto aislado que remite a otra obra, quizás un tono cómico, tal
vez un canto infantil, desconocidos para nosotros.
Figura 6. “Pues aquí ya no hay que hacer”, recitado; La púrpura de la rosa
(ABNB, Música 623, olim 1041).
El juego del villancico anónimo es el “Aserrín, aserrán”, también conocido como “Los maderos de San Juan”; su presencia en
la canción aparece justificada en las coplas que lo preceden; pero
la referencia purpúrea se resiste a ser decodificada. Los trabajos
dedicados a dilucidar el origen del juego y establecer su significado
son pocos y no trascienden el terreno de las hipótesis. No se documentó en la literatura del Siglo de Oro, ni aparentemente figura en
la de las Luces; emerge con rasgos ya familiares en las colecciones
de literatura oral del último siglo xix (Rodríguez Marín 1882: 45;
Hernández de Soto 1884: 124);42 es posible, pues, que la versión
42
A partir de este momento, sí comienza a figurar en la literatura; ver su empleo en Ricardo
Palma (1891: 16), y el famoso poema modernista que inspiró a José Asunción Silva,
publicado por primera vez en 1908 (17-19).
394
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
que nos ocupa sea una de las más antiguas que se han conservado
(de allí lo desarrollado de mi estudio). Antonio Machado y Álvarez, demófilo, padre del gran poeta sevillano, lo relacionó con su
“primo segundo […] con que se confunde”, el ricotín-ricotán, cuyos orígenes rastreó hasta la Roma de Nerón,43 como parte de una
familia de juegos análogos, “especies de dramas adivinatorios o de
adivinanzas representadas” vigentes en toda Europa (1883: 389).
Eduardo del Saz, escritor malagueño que dirigió la conocida
revista Caras y Caretas de Buenos Aires en los años de 1920-1930,
especuló sobre la posibilidad de que los “maderos” en realidad
fueran los “romeros” de San Juan (1929). El folklorista argentino
Juan Alfonso Carrizo juzgó buenas estas conjeturas y las convirtió
en datos hechos y derechos, con los peregrinos en cuestión imaginativamente fechados en la Edad Media y encaminados hacia
San Giovanni in Laterano de Roma, sin que creyera pertinente
reconocer su deuda intelectual con Del Saz (Carrizo, 1950: 26).
Finalmente, Xaverio Ballester rescata la semejanza entre el incomprensible “Aserrín” y otra cantinela infantil –“Tris, tras, tris,
tras, / las campanas de Montalbán”–, cuyo texto tiene más sentido, produciendo así su propia e hipotética Urversion del poema
–“Hace rin, hace ran / la campana de San Juan”– y explicando la
transformación por medio del seseo.44
43
Su interés en la canción, como así también el de Hernández de Soto (1884: 107-108),
descansa sobre su carácter de “supervivencia” folklórica, con su consiguiente capacidad de
legitimar la cultura popular española.
44
La explicación de Ballester tiene un problema, que el autor no aborda: los cantos infantiles
acerca de las campanas las presentan en plural, mientras que su hipotético “Hace rin”
precisa del singular.
395
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
Sin embargo, quizás ponemos demasiado énfasis en comprender los versos como entes verbales. Al parecer, aquí prevalece otra
lógica, que se basa en los aspectos musicales del poema y es independiente de su significado. Los distintos aserrines y los variados
maderos repiten palabras escogidas por su valor sonoro y disponen
sus textos de acuerdo con un patrón métrico claro (vale decir, un
ritmo); en palabras de Alfonso Reyes, Los maderos de San Juan son
un ejemplo de cómo “la razón cede el paso al dinamismo vital y el
ritmo borra las significaciones”, en alianza con las onomatopeyas,
que llamó jitanjáforas, cuyo sinsentido no les quita “encanto estético” (1944: 229).
El sinsentido del “Aserrín” fue más de lo que pudo manejar el
anónimo poeta que incorporó la canción al villancico; cuidó que se
comprendiera lo que había hecho y por qué. La relación entre la
Navidad y el juego se desarrolla de dos maneras en el texto: por
un lado, el verso añadido, “que en las pajas nace el Pan”, rima con
los dos versos anteriores y representa ingeniosamente a la fiesta
–el nacimiento de Jesús, quien durante la misa se transubstancia en
hostia, entre las pajas del pesebre–; por el otro, los maderitos devienen la materia de la cruz, por lo cual preanuncian la crucifixión a la
cual está predestinado el Niño, mientras la predicación de san Juan,
que prepara la Pasión, se transforma de manera simbólica en el trabajo del carpintero, cuyo compás señalará a Jesús para encuadrarlo
(ponerlo “en cruz y cuadro”).
1. –Para hacerte crucecitas,
mi Niño que amando estás,
te he de aserrar los maderos
396
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
en la sierra nevada del portal.
¡Aserrar, aserrar,
maderitos de san Juan,
que en las pajas nace el Pan!
Respuesta a la copla [a 3]
¡Aserrar, aserrar,
maderitos de San Juan,
que en las pajas nace el Pan!
4. –En la montaña, maderos
aserrando está san Juan,
que a ponerte45 en cruz y cuadro
señalado te tiene su compás.
¡Aserrar, aserrar…!
Respuesta a la copla [a 3]
¡Aserrar, aserrar…!
(“Para divertir al Niño”, coplas de Tiple 1, tonada y respuesta
[abnb, Música 623, olim 1041]).
La música de la tonada (Figura 7) es parecida, pero no idéntica,
a la melodía infantil del “Aserrín, aserrán” en la versión que canté
en Argentina cuando niño (Figura 8). Aquí se comprueba hasta qué
punto la canción infantil se identifica por un patrón fraseológico y
rítmico, más que una sucesión de alturas: el cotejo de los dos ejemplos demuestra que los intervalos y la curva son distintos, pero el
45
Enmiendo “ponerlo” (de confusa lectura).
397
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
fraseo y el ritmo no. Las dos melodías contienen frases regulares,
de cuatro compases, divididas de manera simétrica. Sus motivos
incluyen primero dos unidades anacrúsicas de dos tiempos (dos
corcheas-negra) y a continuación, un motivo también anacrúsico
de cuatro tiempos (seis corcheas y una negra u ocho corcheas). Esta
estructura de duraciones, que se ajusta a la métrica del verso, tiene
tanta fuerza que alcanza para que las dos melodías se reconozcan
rápido como miembros de la misma familia.
El eco de Púrpura (Figura 7, compases 66-67 [motivo marcado con un rectángulo]) corresponde a uno de los motivos de dos
compases, que forma la segunda cadencia de la tonada. Se presenta
un tono más agudo que en el drama, como cadencia interna en
re en una pieza en sol. Pasa casi desapercibido; al contrario de lo
que sucede con la obra de Torrejón, se mimetiza con el contexto,
dado que se ubica en el medio del período, entre los otros motivos
de ritmo idéntico. Pero un examen más detenido revela algunas
peculiaridades: su fraseo se aparta del modelo infantil por corresponder a una interpolación de tres compases (compases 65-67)
que rompe la simetría del conjunto (compases 61-64 y 68-71) y
por introducir la inflexión al quinto grado. Además, ningún otro
motivo contiene dos saltos de tercera, que se escucha solamente
una vez. Para cerrar la tonada con el regreso a la final del tono
(compases 70-71), el compositor empleó un gesto más convencional: en la respuesta que sigue (compases 72-69), pasaje homofónico a tres basado en la tonada, suprimió la interpolación y, con ella,
el gesto y la inflexión al quinto grado. El motivo, en apariencia
común, resulta en verdad especial.
398
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
Figura 7. “Para divertir al Niño”, tonada y respuesta de la primera copla
(ABNB, Música 623, olim 1041).46
Figura 8. “Aserrín, aserrán” (versión tomada de la tradición oral,
Argentina, Córdoba, ca. 1973).
El compositor marcó así su aporte como deliberado y significativo; el motivo tiene algo importante que decirnos, aunque el problema es averiguar qué es. Los otros ecos del drama en villancicos
que examiné aquí llevan a pensar que la presencia de música común
también señala coincidencias ocultas entre las dos obras. Es posible
que la relación entre los dos motivos no sea semántica, sino prác-
46
La frase del tercer tiple, compases 73-75, está escrita un tono más alto de lo debido en la
fuente.
399
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
tica; la cita, no obstante, parece ser un reciclado de música útil y
apropiada, en función del trasfondo afectivo común de los dos pasajes: la comedia de los graciosos en Púrpura y la fiesta de los niños
en el villancico. Como era de esperarse, la reutilización de música
preexistente sin sentido semántico era muy común, hasta normal
en una época en que la creación artística consistía en la manipulación de fórmulas y recursos compartidos. En el plano general de las
expresiones, podemos advertir el común afecto de alegría infantil
que comparten los dos pasajes en cuestión. De manera adicional, y
desde la mainstream histórica, es imposible no escuchar el motivo
como gesto de una ópera bufa o de una escena cómica dentro de la
ópera veneciana; sin embargo, la observación difícilmente puede
aplicarse al virreinato del Perú en el siglo xVii, puesto que no tuvo
contacto con el género.
Pero el modo en que los dos motivos quedan subrayados implica
que aquí hay más que reciclado práctico; la clave para decodificar su
semántica puede ser la curva melódica del motivo. Las dos terceras
de que consta, reducidas a puntos en el espacio del pentagrama, dibujan una cruz, inclinada y algo torcida pero real. A favor de la interpretación, alego la importancia de la demostración visual, aunque
fuera imaginaria, canonizada por la retórica literaria y muy difundida
en el arte de la música (Illari, 2019: 482, 485). Además, es apropiada.
Encaja con los “Maderitos de San Juan” en la peculiar interpretación
del autor de la letra; la cruz y la crucifixión son conceptos explícitos e importantes. Mi lectura armoniza también con la situación
de Chato en La púrpura, quien vive su poco feliz matrimonio como
una carga permanente; cantar “pues aquí ya no hay qué hacer” con
el motivo de la cruz constituye un modo de ventilar su resignación,
400
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
con un toque de exageración cómica. La escena cambia rápido y la
música también. En los versos que siguen, Dragón decide golpear a
Celfa como venganza de las imaginarias ofensas que recibió de ella y
ante la divertida anuencia de Chato. Se la canta sobre una magnífica
seguidilla que tiene poco que ver con el motivo en cuestión;47 este
cambio musical coincide con la mutación del afecto de Chato, quien
disfruta de la situación por primera y única vez en la obra.48 Como
sea, la materia dista de haber sido zanjada. Echamos de menos el
texto de donde fuera extraído el motivo, cuyos rasgos musicales y
poéticos quizás nos permitirían confirmar una interpretación con
relación a los dos contextos tan distintos en los que aparece.
notAs FInALes
Las reminiscencias musicales de La púrpura de la rosa en villancicos
coetáneos abren una ventana única al campo de la significación. En los
villancicos anónimos “De la estrella más fija” y “Para divertir al Niño”,
conservados en Sucre, aparecen intertextos con una misma tonada
del drama; “Para divertir...” contiene también una segunda referencia
común con la comedia cantada de Torrejón. Aquí los interpreto bajo el
signo de Gracián, como agudezas por acomodación de una autoridad
–vale decir, el drama cantado de Torrejón–, que pertenecen al tipo mayor por correlación y conveniencia, y actúan como ponderaciones misteriosas en que acicatean la inteligencia del oyente y lo llevan a buscar
47
Esta es otra de las tonadas de la pieza que parecen obra de Torrejón y no de Hidalgo, como
alguna vez mostraré.
48
Este planteo, convencional en el teatro del Siglo de Oro, ya no nos causa gracia;
escenificarlo en el mundo de hoy requeriría adaptarlo con cuidado.
401
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
una explicación. En el primer caso, una misma estrella se propone
como imagen de Venus y María; en el segundo, la sangre de Adonis y la de Jesús se corresponden a través de las anémonas rojas;
en el tercero, un solo motivo parece representar la cruz de Cristo
y la de Chato, como posible referencia a otro texto desconocido.
La movilización de sentido que la obra dramática y los villancicos
proponen se comprende solo por medio de interpretaciones, con un
tipo de investigación que aprovecha el trabajo tradicional de inventariado, edición, taxonomía y descripción, pero lo lleva más allá en
su búsqueda de significado en las composiciones. La objetividad, ilusoria hasta en la musicología tradicional, no es aquí ni siquiera una
posibilidad. El sentido no es un datum; las interpretaciones no están
cerradas ni son obvias; los interrogantes que plantean las agudezas
musicales pueden comprenderse solo tras un proceso decodificador
activo. Los ingeniosos compositores que las crearon parecen haberlas
concebido como una invitación a jugar con los contenidos dentro de
una gran arena literario-musical. Pero tampoco se trata de ceder al
capricho en camino hacia el desvarío. Las agudezas están basadas en
correspondencias materiales y funcionan dentro del sistema simbólico de la época, lo cual plantea límites concretos a una proliferación
hermenéutica potencialmente infinita. Las lecturas de las agudezas
musicales que propongo aquí derivan directamente de sus textos, con
aplicación de los mecanismos de la época que discute Gracián.
En cuanto a La púrpura de la rosa, este trabajo demuestra la existencia de múltiples referencias a su texto que, como vimos, la elevan
a la categoría de autoridad. En realidad, existen otros cuatro villancicos –tres anónimos y uno de Antonio Durán de la Mota– en los
archivos de Sucre y Cusco que tienen música en común con Púrpura;
402
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
en este capítulo elegí dos, cuya intertextualidad es particularmente
clara, pero eventualmente abordaré también al resto. Sin embargo,
el tipo de autoridad de que gozó La púrpura no puede confundirse
con la reverencia incondicional y desmedida que críticos, audiencias
y cantores asignan hoy a ciertas óperas. Más que una obra de arte
trascendente, cerrada e inmutable, la comedia cantada de Torrejón
era un texto destacado y discreto, pero abierto –por su misma naturaleza: la partitura necesita intervenciones–, y al mismo tiempo
integrado a modo de fragmento a una trama de textos y significaciones mucho mayor. Los estudios de Stein (1993; 1999: xiii-xV
y xxV-xxVii), Caballero Fernández-Rufete (2001), Leza (2004:
53-54, 66-67) y Valdivia Sevilla (2012) indican que se nutrió de
tonos asociados con la puesta de Púrpura de 1660, dentro de una
tradición de música dramática que incluía de suyo el préstamo y
la circulación de temas y tonos. Demuestro aquí que este proceso
no se interrumpió con las ejecuciones peruanas; la música del drama circuló y se integró al repertorio de villancicos –y, supongo,
también el de tonos humanos– vigentes en Lima y en otras partes
de los Andes del sur. Además, estas observaciones sostienen la
pertinencia de considerar la reutilización de música preexistente
que realiza la Púrpura limeña como ingenio, y lo apresurado que
resulta extraer conclusiones acerca de la condición y el estatuto
autoral de Torrejón, sin que se haya realizado un estudio exhaustivo de la materia (Illari, 2019: 477-8).
Pero hay más. La circulación de pequeños objetos musicales entre drama cantado y villancicos en realidad parece la cumbre del
iceberg; otros casos que voy hallando de a poco sugieren que los
intertextos ingeniosos de atingencia musical eran mucho más co-
403
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
munes de lo que uno pensaría. De allí a que podamos identificarlos
hay mucho trecho; se requiere un conocimiento acabado del modelo
y sus derivaciones, una inmersión intensa en los discursos y modos
de pensar de la época, y, sobre todo, la voluntad y la valentía de convertir estos saberes en interpretaciones.49 En la permanente búsqueda de novedad, los procesos transtextuales de los villancicos y
otros géneros relacionados adquirieron una riqueza y complejidad
insospechadas; nada ni nadie parece haber sido capaz de atajar el
canibalismo poético-musical del metagénero villanciquero en su expansión permanente. Tendremos que trabajar mucho todavía para
poder comprenderlos en profundidad.
49
En este sentido, que seis villancicos referencien la partitura sobreviviente de La púrpura de
la rosa, que sí conocemos, es una bendición.
404
BERNARDO ILLARI
LA ESTRELLA, LA SANGRE Y LA CRUZ: LA PÚRPURA DE LA ROSA
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ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA:
RECEPCIÓN Y CIRCULACIÓN ENTRE
LOS AÑOS 1816 Y 1840. ROSSINI Y OTROS
COMPOSITORES
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
Universidad de Guanajuato
F
ilippo Galli,1 el cantante más solicitado en la gran
escena de la ópera italiana durante las cuatro primeras
décadas del siglo xix, primero en el teatro San Carlos de
Nápoles en 1800 y poco después en La Scala de Milán,
se convirtió en el principal embajador de las compañías italianas
al trazar su camino en Hispanoamérica durante la restauración
1
Filippo Galli (Roma, 1783 - París, 1853) (Bajo). Su fama se debió a su competencia para
abordar el repertorio italiano, particularmente por haber estrenado un gran número de
personajes de Rossini, como Batone en L’inganno felice, en el Teatro San Moisè de Venecia
el 8 de enero de 1812; Asdrubale en La pietra del paragone, en el Teatro de la Scala de Milán
el 26 de septiembre de 1812; Mustafa en L’italiana in Algeri, en el Teatro San Benedetto de
Venecia el 22 de mayo de 1813; Selim en Il turco in Italia, en el Teatro de la Scala de Milán el
14 de agosto de 1814; Il Duca d’Ordowo en Torvaldo e Dorliska, en el Teatro Valle de Roma
el 26 de diciembre de 1815; Fernando Villabella en La gazza ladra, en el Teatro de la Scala
de Milán el 31 de mayo de 1817; Maometto en Maometto secondo, en el Teatro San Carlos de
Nápoles el 3 de diciembre de 1820 y Assur en Semiramide, en el Teatro la Fenice de Venecia
el 3 de febrero de 1823. Filippo Galli fue además el primer intérprete de Elpino en la cantata
Il vero omaggio, reelaboración de la Riconoscenza, realizada en el Teatro Filarmónico de
Verona el 3 de diciembre de 1822. Realizó giras artísticas por Europa, especialmente como
empresario teatral y cantante, en ciudades hispanoamericanas como Barcelona, Madrid,
ciudad de México y La Habana (Rescigno, 2002: 220-221; González, 1951: 92, 104, 118,
133).
411
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
europea (1815-1848);2 sobre todo en la obra de estilo belcantista 3 y
con el advenimiento de la gran ópera romántica de Rossini4 y la de
otros compositores italianos. Galli, intérprete y director de escena,
transitó por un circuito de ciudades portuarias y de territorio
interior de plazas demográficas importantes, desarrolladas
económica y culturalmente, como Barcelona, Madrid, ciudad de
México y La Habana.5
2
Después de la caída del imperio napoleónico, el Congreso de Viena sentó las bases para
la restauración de las monarquías en Europa. Las potencias de la Santa Alianza (Rusia,
Prusia, Austria y luego Francia e Inglaterra), a través de una serie de acuerdos destinados a
mantener la estructura organizativa del Antiguo Régimen, lograron dominar el panorama
político internacional (Pirenne, 1972: 288).
3
En resumen, el “pasaje” dentro del belcantismo va íntimamente unido a la teoría de los
registros, porque su solución como problema vocal se caracteriza por la fusión de registros
distintos dentro de una misma voz. El siglo xix aporta un nuevo concepto de canto con
la ópera romántica; se atribuye al tenor Duprez esta renovación, al interpretar por vez
primera la parte “Arnoldo” del Guillermo Tell rossiniano con voz íntegra, frente a la
tradición representada por el tenor Nourrit, que mezclaba la voz natural con la de falsete,
utilizando esta última para la zona aguda (Regidor Arribas, 1996: 71).
4
Gioacchino Rossini (Pésaro, 29 de febrero de 1792 - París, 13 de noviembre de 1868),
precursor y primordial protagonista de la gran ópera italiana del siglo xix. Llegó a
componer 39 óperas, entre las más trascendentes Il barbiere di Siviglia (1816), estrenada
en el Teatro Argentina de Roma el 20 de febrero bajo el título Almaviva, o sia L´inutile
precauzione, y Guillermo Tell (Guillaume Tell), presentada por vez primera en el Théâtre
de l´Académie Royale de Musiche (Salle Le Peletier) de París. En este año se retiró de la
escena y más tarde compuso música sacra, cantatas, motetes, canciones, arias, himnos y
marchas. Comenzó en 1857 la recolección de su obra parisina, que se publicó post mórtem
con el título Pecados de la vejez (Péchés de vieillesse), dedicada a personalidades de su época.
Compuso su Stabat Mater (1832-33), cuya versión reformulada se representó en el Théâtre
Italien de París en 1842 y luego en la Sala dell´ Archiginnasio de Boloña bajo de dirección
de Donizetti (Rescigno, 2002: 9-29).
5
Las compañías italianas de ópera llegaban a las ciudades de España, México y Cuba desde
Italia o Francia, utilizando dos itinerarios fundamentales: en España, por vía marítima
desde Génova, Nápoles o Burdeos, y por vía terrestre desde Milán, Nápoles o París. Por
mar lo hacían a las ciudades intermedias del litoral, donde hubiesen sido contratados.
Desde finales del siglo xViii hasta mediados del siglo xix los núcleos urbanos de actividad
musical más importantes a donde arribaban cantantes, directores, compositores y músicos
italianos eran las Islas Baleares, Barcelona, Valencia, Cádiz y La Coruña. Por tierra
generalmente salían de Milán o París, llegaban hasta Burdeos y de ahí hasta España, por
412
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
La prospectiva y fortuna del género lírico italiano en las
ciudades ya citadas se debe, en gran medida, a la intervención
virtuosa de Galli en la aplicación paradigmática de sus personajes
y a la formación integral de los cantantes que lo acompañaron en
su trayecto, poseedores de una sólida técnica vocal y estilística,
e interpretación coherente en sus disímiles formas y papeles de
expresión actoral, tanto en personajes principales como en aquellos
secundarios de condición humana y que resultaban atractivos
al público. En dicho repertorio se incluye una amplia variedad
de géneros: farsas, dramas (bufo, burlesco, jocoso, semiserio y
serio), melodramas (jocoso y heroico), acciones trágicas (trágico,
trágico-sacra y tragedia lírica), estructuradas en uno, dos, tres y
cuatro actos en libretos y partituras originales, elegidas por el
virtuoso bajo romano y llevadas a escena en las señaladas capitales
hispanoamericanas, donde causaron verdadero entusiasmo y
el norte de los Pirineos: desde Bayona a Irún, después a Vitoria, Burgos y finalmente
Madrid; o por el este de los Pirineos desde Perpiñán hasta Barcelona, pasando por Lérida
y Zaragoza hasta Madrid. Los que llegaban por mar a Barcelona y a ciudades de la ribera
mediterránea podían continuar en diligencia hasta Madrid y a localidades del interior. Una
vez en territorio español, se podía viajar por mar desde Cádiz a La Coruña u otra ciudad
costera española. La primera compañía italiana de ópera llegó a México por vía marítima;
partió de Milán por vía terrestre hasta el puerto de Génova y de ahí en bergantín por el
Mediterráneo occidental hasta salir al Atlántico, y de este al puerto de Veracruz, después
continuó por vía terrestre, en diligencias, carruajes y caballos hasta la ciudad de México.
En otro itinerario, los cantantes, directores y compositores salían por mar o por tierra
desde ciudades de la península italiana y de otras francesas hasta el puerto de Burdeos,
y desde el mismo puerto al Atlántico Norte hasta el puerto de Veracruz. En esta ciudad
continuaban por vía terrestre hasta la capital de México. Terminados sus compromisos
artísticos, el itinerario de regreso a su lugar de origen o traslado a otras sedes se realizaba
según sus intereses. La llegada de compañías de ópera italiana a La Habana se establecía
por vía marítima desde Italia, y en algunos casos se intercambiaban cantantes y directores
italianos procedentes de México y Estados Unidos de Norteamérica. Esta ruta de
empresas y cantantes italianos por ciudades y teatros latinoamericanos enriquece en los
teatros habaneros un nuevo repertorio, como también contratos de afamados cantantes,
compositores y directores especializados en el género.
413
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Figura 1. Perfil en silueta de Filippo Galli, autor Gioacchino Rossini; obsequiada a la
señora García (ATN [Archivo del Teatro de Nápoles], Colección Ragni, inventario 00366).
fanatismo en el público diletante. Dicho periplo alcanzó un punto
culminante en la ciudad de México entre 1831 y 1838, período de
escrutinio significativo, como podrá verificarse durante el desarrollo
del presente artículo.
FILIPPo gALLI en bARceLonA
Una vez restituida la monarquía absoluta de Fernando VII (1814), el
fenómeno de la irrupción operística italiana en España comenzó sin
lugar a dudas en Cataluña (Virella Cassañes, 1888: 105).6 Aparte del
aspecto geográfico, que sitúa a Barcelona más cerca de los centros
6
Una vez recuperada su independencia y soberanía, la dinastía borbónica pudo consolidar
los tronos de Francia, España, del Reino de las Dos Sicilias y del ducado de Lucca. Esta
coyuntura histórica, sociocultural y estética genera el estilo belcantista italiano durante su
etapa napolitana en la corte de Fernando I y culmina con el advenimiento de la gran ópera
romántica del siglo xix en su fase parisina bajo el reinado de Carlos X.
414
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
musicales europeos que Madrid, la crisis ideológica que atravesaba
el régimen finalmente se caracterizó por un perfil nacionalista que
impedía el desarrollo progresivo de las producciones líricas en la
capital del reino y la posibilidad de contratar compañías que cantaran
las óperas en su idioma original, como en el caso de Barcelona. La
ciudad condal había superado este obstáculo mediante un alegato
presentado por sus mandatarios, amantes del bel canto. En este
sentido, el musicólogo Roger Alier apunta:
el obstáculo mayor se produjo en 1801, cuando llegó de Madrid una
orden por la cual se prohibía el uso de cualquier idioma no español
en el teatro. [...] Todas las autoridades catalanas enviaron escritos
a Madrid en apoyo de la ópera italiana y ante tal unanimidad la
orden fue revocada y las representaciones continuaron en el Teatro
de la Santa Cruz en medio del júbilo popular por la recuperación de
un tipo de espectáculo que estaba, a estas alturas, completamente
arraigado a todos los niveles de la sociedad barcelonesa (Alier
Aixalá y Mata, 1991: 8-9).7
El historiador y crítico catalán Virella Cassañes incluye en
su obra una reseña periodística teatral sobre el inicio de la ópera
italiana en Barcelona, correspondiente a la temporada de 1815.
7
Desde el momento en que se publicó la prohibición del uso de otra lengua que no fuera la
castellana en las representaciones teatrales españolas (15 de marzo de 1801) hasta que fue
redactada en Madrid una respuesta favorable para que se siguieran cantando en Barcelona
las óperas en italiano (27 de julio de 1801), ocurrió un proceso de exposición de motivos de
solicitud, de negación y finalmente aprobación entre las autoridades de Barcelona y de Madrid,
que se han explicado en detalle a partir de diversos documentos comprobatorios expuestos por
Alier (1990).
415
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Asimismo, describe la participación y el éxito alcanzado por los
cantantes italianos en aquella jornada:
Martes 29 de agosto 1815. Teatro. – Hoy por la primera vez
que tiene el honor de presentarse a este benigno público la
compañía italiana de ópera, dará principio con la ópera bufa
titulada “La italiana en Argel”, adornada de su correspondiente
teatro. A las seis y media. Como permite suponer la valía de los
artistas debutantes, el éxito que alcanzó la función de aquella
memorable noche fue extraordinario. La graciosísima Antonia
Mosca, aquella que por conquistar todas las voluntades, llegó
a subyugar la del propio Rossini, según Mr. Blaze de Bury; la
Marianna Rossi, Bordogni, el tenor de ejecución maravillosa,
que de las tablas de Santa Cruz pasó a los italianos de París, en
cuya capital fue profesor del Conservatorio, y los célebres bufos
Torry y Vaccani, he ahí los principales cantantes de la compañía
(1888: 104).
En el transcurso de ese año teatral representan en el Teatro de la
Santa Cruz de Barcelona, además del ratificado estreno de L’italiana
in Algeri el 29 de agosto de 1815 (doce representaciones más siete
actos sueltos), obras de otros compositores italianos como Stefano
Pavesi, Giuseppe Mosca, Carlo Coccia, Pietro Generali y Giovanni
Simone Mayr. Asimismo, se lleva a cabo con notable éxito la
primicia de L’inganno felice (catorce representaciones) y La cambiale
di matrimonio (una representación), ambas de Rossini. Todo parece
indicar que el elenco que actuó en la temporada de 1815-1816 fue
nuevamente contratado en el año siguiente (1816-1817), en cuya
416
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
temporada se incluyó a Filippo Galli como bajo cantante y se repuso
L’inganno felice (ocho veces), L’italiana in Algeri (diez veces) y La
cambiale di matrimonio (trece veces).8 Además, se renovó el hábito de
imprimir los libretos en idioma italiano y castellano en paralelo. Los
núcleos urbanos más importantes en la proyección artístico-cultural
durante la primera mitad del siglo xix en España fueron la capital
del reino y Barcelona. En la esfera operística, ambas ciudades se
destacaron por el auge de sus temporadas teatrales. No obstante, en
la segunda década del siglo, Barcelona se convirtió verdaderamente
en el centro de la ópera italiana en el país; mientras en Madrid
la financiación imprescindible para soportar los gastos de las
producciones operísticas dependía exclusivamente de la recaudación
que aportaba la venta de entradas. En el contexto barcelonés se
crea en julio de 1816 una Sociedad de Acciones de 50 duros para la
empresa del teatro, cuyos integrantes eran comerciantes y banqueros,
que garantizaban de esta forma el apoyo económico necesario para
sustentar los gastos que implicaba la permanencia de una compañía
de ópera italiana completa y la realización de sucesivas temporadas:9
En 1816 verificóse una reunión de personas pudientes presidida
por Castaños, y aquel puñado de “españoles” bajo la presidencia
de una alta autoridad “española”, acordó [...] formar una sociedad
por acciones para tomar el teatro de la Santa Cruz y contratar en
“Italia” la mejor compañía “italiana” que fuera posible organizar.
Con este objeto la Sociedad se dirigió a Carnicer [Ramón Carnicer,
compositor y director de orquesta catalán] para desempeñar
8
El número y representaciones de las obras de Rossini y de otros compositores efectuadas
en estas temporadas se pueden comprobar en Subirá (1946).
9
Cfr. Subirá (1946: 71-72).
417
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
dignamente tan arduo cometido. Aceptó el maestro, pero [...]
suplicando a la empresa le permitiera contratar un buen director,
cuyo nombre y talento fueran garantía de éxito y prestasen al teatro
de Santa Cruz la importancia debida. [...] Poco tiempo después
regresaba a Barcelona con una compañía de ópera italiana dirigida
por Generali y en la que figuraban Cantarelli, la Bassi, Bordogni,
Vaccani y otros cantantes de renombre indiscutible (Peña y Goñi,
2004 [1967]: 146-154).
Así, en 1817 se estrenaban Tancredi y Elisabetta regina d’Inghilterra,
y en 1818 Il barbiere di Siviglia, La Cenerentola, Torvaldo y Dorliska.10
Al enterarse la sociedad directiva que Generali pretendía regresar
a su país, se nombra a Ramón Carnicer como único director y
maestro y le comisionan para que vuelva a Italia a contratar otra
compañía para el año de 1818. Es menos conocido el segundo viaje
de Carnicer, pero en la siguiente temporada figuran varios solistas
de los más célebres en Europa contratados por él en Italia como
Adelaida Sala, Paulina Monticelli, Sabino Monelli, incluido Filippo
Galli. En 1818, Carnicer decide escribir la primera de sus obras
de madurez: la ópera Adela di Lusignan, estrenada en el Teatro de
la Santa Cruz de Barcelona el 15 de mayo de 1819, con motivo del
desembarco de la infanta napolitana Luisa Carlota –hermana de la
10
Con relación a la temporada operística de 1817-1818 en Barcelona, consúltese Subirá:
“Con Generali como director desarrolla su actividad el año cómico 1818-1819. Ese
maestro estrena la farsa ‘Bernardino’, que sólo obtendrá 7 representaciones. Rossini, en
cambio, triunfa por partida triple. Inaugura la compañía de ópera sus funciones con ‘La
Cenerentola’, que sólo aquel año alcanzará 28 representaciones; y después se estrenan
‘Torvaldo y Dorliska’ y ‘El Barbero de Sevilla’, que obtendrán en el mismo año 24 y 11
representaciones, sin contar los actos sueltos. Mayor cifra se hubiera conseguido sin la
defunción de la reina, que tuvo cerrados los teatros del reino desde fines de diciembre a
principios de enero [...]” (1946: 74). Véase otras noticias en Virellas Cassañes (1888: 105).
418
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
futura reina María Cristina–, quien llega a España para contraer
matrimonio con el infante Francisco de Paula Antonio, hermano de
Fernando VII. Ante su brillante éxito, el público aplaude la mayor
parte de los números y el dúo del desafío, cantado por Savino Monelli
y Filippo Galli, causa indiscutible entusiasmo. En la temporada de
1819 se estrenan, además, La gazza ladra de Rossini y Clotilde de
Coccia. A continuación se consignan las óperas representadas por
Filippo Galli durante el año teatral dirigido por Carnicer:11
ESTRENO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
REPRESENTACIONES
L’inganno felice
G. Rossini
Giuseppe Maria Foppa
8
L’italiana in Algeri
G. Rossini
Angeli Anelli
10
Lacambiale
di matrimonio
G. Rossini
Gaetano Rossi
13
total dE rEPrEsEntacionEs
31
Tabla 1. Producciones operísticas en las que participa como intérprete Filippo Galli.
Temporada 1816-1817. Teatro de la Santa Cruz de Barcelona.
ESTRENO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
REPRESENTACIONES
Clotilde
Carlo Coccia
Gaetano Rossi
21
La gazza ladra
Gioacchino Rossini
Giovanni Gherardini y Louis-Charles
Caigniez
19
Adela de Lusignano
Ramón Carnicer
Felice Romani
20
total dE rEPrEsEntacionEs
60
Tabla 2. Producciones operísticas en las que participa como intérprete Filippo Galli.
Temporada 1817-1818. Teatro de la Santa Cruz de Barcelona.
11
En relación al significativo número de obras representadas por Galli en Barcelona,
remítase a Suero Roca (1997: 383).
419
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
ESTRENO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
REPRESENTACIONES
Bernardino
G. Generali
Gaetano Rossi
7
La Ceneremtola
G. Rossini
Jacopo Ferreti
28
Torvaldo e Dorliska
G. Rossini
Caesare Sterbini
24
Il Barbieri di Siviglia
G. Rossini
Caesare Sterbini
11
Il fuoruscito
F. Paër
A. Anelli
10
Clotilde
C. Coccia
G. Rossi
9
Adele di Lusignano
R. Carnicer
F. Romani
10
total dE rEPrEsEntacionEs
99
Tabla 3. Producciones operísticas en las que participa como intérprete Filippo Galli.
Temporada 1818-1819. Teatro de la Santa Cruz de Barcelona.
ROSSINI
OTROS COMPOSITORES
AÑO TEATRAL
1816-1817
TOTAL
ESTRENOS
REPRESENTACIONES
ESTRENOS
REPRESENTACIONES
3
31
0
0
31
59
1817-1818
1
18
2
41
1818-1819
3
63
4
36
total
7
112
6
77
99
189
Tabla 4. Balance general de las temporadas operísticas 1816-1817, 1817-1818 y 1818-1819
en las que actúa Filippo Galli. Teatro de la Santa Cruz de Barcelona.
Se comprende la importancia de las funciones de ópera en el Teatro
de la Santa Cruz de Rossini y de otros compositores por la excelencia
que obtenían aquí las obras maestras italianas. Se puede afirmar que en
aquel momento concurrían a la capital catalana cantantes de reputación
europea como Adelaida Sala y Filippo Galli, entre otros.
420
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
gALLI en MAdRId
Durante el período de 1828-1830 de la llamada “década ominosa”,
la política reformista de Fernando VII generó una etapa de paz
que coadyuvó a la estabilización de la hacienda y un estatus
general de la función pública, debido, quizás, entre otras causas,
a una nueva operación con el banquero Alejandro Aguado, quien
proporcionó 141 millones de reales a cambio de crear 300 millones
de rentas perpetuas (Artola, 2005: 720). Luis López Ballesteros
desarrolló una ingente actividad financiera y administrativa que
generó a partir de entonces un coherente equipo de eficientes
cuadros en su ministerio. El contexto de las diversiones públicas
se vio favorecido particularmente en el ámbito escénico teatral
de Madrid, en los teatros del Príncipe y el de la Cruz. Aunque
supervisados por el ayuntamiento municipal, continuaron bajo el
régimen administrativo empresarial, cuya dirección profesional
fue delegada a un director para ambos teatros. La ópera continuó
su interpretación en idioma italiano y por una compañía mixta de
cantantes de ambos países. Asimismo, se publicaron los libretos
de las óperas en italiano y castellano, y en el plano editorial se
autorizó la publicación del periódico Correo Literario y Mercantil
en julio de 1828,12 lo cual permite reiniciar las labores de la crítica
musical. Filippo Galli junto a Marietta Albini, Adela Cesari, Celia
de Velo, Ignazio Pasini y Raffaele Benetti fueron contratados como
primeros cantantes de ópera italiana en los teatros madrileños
(aHVM [Archivo Histórico de la Villa de Madrid], Secretaría
12
Como ya se ha consignado, la publicación de medios de prensa que no fueran los oficiales
(Gaceta y Diario de Avisos de Madrid) fue prohibida después de la caída del régimen
constitucional en 1823.
421
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
1828, Diversiones Públicas 3-488-4). Por otro lado, Juan Grimaldi,
director de los teatros del Príncipe y de la Cruz, consolidó un coro
de 28 participantes; la orquesta se mantuvo con el mismo número de
músicos en la plantilla: 21 instrumentistas para la Cruz y 22 para el
Príncipe, y solo utilizó, mediante la propuesta del maestro de música,
el recurso de la contratación para completar las orquestas cuando las
partituras de las producciones lo requirieran.
DIRECTOR DE ESCENA
PRIMEROS TENORES
Fellipe Galli [Filippo Galli] 65 000 reales al año
Ignacio Pacini [Ignazio Pasini]
PRIMERA DAMA TIPLE
Leandro Valencia
Marietta Albini
SEGUNDOS TENORES
PRIMERAS DAMAS CONTRALTO
Antonio Llord
Adela Cesari
PRIMER BAJO
Clelia de Belo [Clelia De Velo]
Felipe Galli [Filippo Galli] 6 500 duros
SEGUNDAS DAMAS
Rafael Benetti [Raffaele Benetti]
Concepción Lledo
Juan Bautista Rossi [Giovanni Battista Rossi]
Josefa Spontoni
APUNTADOR
Narcisa Macias
Luis Vaccani
MAESTRO COMPOSITOR Y DIRECTOR
D. Ramón Carnicer
Tabla 5. Lista de la compañía de ópera que ha de trabajar en los dos teatros de esta
capital en el próximo año cómico (1828-1829).
Como puede apreciarse, la compañía de ópera italiana organizada
para esta temporada estaba compuesta por trece cantantes:
ocho primeras figuras italianas y cinco intérpretes españoles. La
temporada se inauguró el día 6 de abril de 1828 y se incorporaron
solistas como Raffaele Benetti, las contralto Adela Cesari y Clelia
422
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Develio, el bajo Filippo Galli,13 el tenor Ignazio Passini, el bajo
José Rodríguez; a finales del verano regresa a la Villa y Corte, y la
soprano Loreto García fue incorporada por Carnicer a la compañía
italiana. También hay cambios en los coros, con una importante
mejora en la calidad y el número de voces. Según Francisco A.
Barbieri, en 1828 el maestro dispuso el aumento de coros: eran
antes 6 mujeres y 14 hombres, que entonces se aumentó hasta
12 mujeres y 16 hombres. Quizás por las mismas razones que
impulsaron al gobierno a favorecer los espectáculos de ópera en
los teatros de la Corte, como ya se ha señalado, en esta ocasión se
autorizó la salida del periódico Correo Literario y Mercantil, con el
objeto fundamental de desarrollar la crítica literaria con un enfoque
imparcial, instructivo y urbano.14
El año cómico dió inicio el 25 de abril en el Teatro de la Cruz con
la nueva producción de la ópera semiseria en dos actos Il Barone di
Felcheim (Il Barone di Dolscheim) de Giovanni Pacini. Fue cantada en
cinco ocasiones bajo la dirección de Galli por Marietta Albini, Josefa
Spontoni, Leandro Valencia, Raffaele Benetti, Giovanni Battista
Rossi, Manuel Rodríguez, Carlos Mata y coristas (Diario de Avisos
de Madrid, 25 de abril de 1828, núm. 117; 17 de junio de 1828, núm.
170). El crítico hizo alusión a las cualidades del autor de la ópera,
Giovanni Pacini, cuya calidad se relaciona con la música de Rossini
y describe, en síntesis, algunas características interpretativas de los
cantantes y su repercusión en el público. Finalmente, anunció la
13
Sobre las puestas en escena de Galli en Madrid y otros cantantes que le siguieron en la
ruta hispanoamericana, véase Carmena y Millán (2002: 69-71). Sobre el último período de
Galli en Madrid en 1840, consúltese el mismo autor en las páginas 90-91.
14
Los periódicos Diario de Avisos de Madrid y Correo Literario y Mercantil fueron subastados
por orden de Fernando VII en beneficio de los establecimientos piadosos.
423
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
nueva producción de La Cenerentola de Rossini, dirigida y actuada
por Galli, tal y como se observa:
Pero en lo que se anunciaron a las claras los felices auspicios con
que empezaron este año las tareas filarmónicas de la compañía de
ópera, fue con la ejecución de la Cenerentola. La brillante salida
de Galli nos dará ocasión, en el próximo artículo, para entrar en
materia sobre lo mucho que podría enriquecer a nuestra escena
lírica el positivo mérito de este artista y los apreciables esfuerzos de
la empresa (Correo Literario y Mercantil, 16 de julio de1828, núm. 2).
La nueva producción de la ópera bufa en dos actos, La Cenerentola
de Rossini, inició sus representaciones el 6 de mayo en el Teatro del
Príncipe. Interpretada por Marietta Albini, Concepción Lledó, Josefa
Granados, Leandro Valencia, Filippo Galli, Raffaele Benetti, Giovanni
Battista Rossi, Manuel Rodríguez y coristas, logró un total de veinte
representaciones, de las cuales trece se efectuaron en el Teatro de la
Cruz (Diario de Avisos de Madrid, 6 de mayo de 1828, núm. 127; 16 de
febrero de 1829, núm. 47).
La crítica del Correo Literario Mercantil, presentada a continuación, centró su atención en el desempeño de los intérpretes y, sobre
todo, en la figura de Filippo Galli como director de la puesta en
escena. También comentaba con brevedad la ejecución de los coros,
sus aciertos y desaciertos. A través de este escrito se puede percibir
que la producción de La Cenerentola fue representada íntegramente
por primera vez ante los espectadores madrileños y que agradó
tanto a la crítica como al público aficionado:
424
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
La Cenerentola de Rossini: Primera salida de Galli. Desde muy
antes de abrirse por la mañana el despacho de billetes, estaban
los alrededores del coliseo inundados de gente. Tal era la prisa
que había de no quedarse sin la tarjeta de entrada para asistir a
una representación que por muchos títulos ofrecía un carácter de
novedad digna de atraer la concurrencia pública. Inútil nos parece
entretener a nuestros lectores, citando parte por parte las bellezas
contenidas en la música de esta ópera bufa. Solo diremos que a
pesar de ser tan conocida en Madrid, esta es la única vez que se
ha ejecutado “completamente” bien y en términos que se puede
asegurar que ha parecido nueva. El público adquirió la convicción
de lo que ganaba nuestra escena lírica con tener a “Galli” no solo
como primer bajo, sino también como director [...] (Correo Literario
y Mercantil, 18 de julio de 1828, núm. 3).
A continuación se ofrece una tabla organizada cronológicamente
con los datos más significativos de las óperas de Rossini, así como
su relación con las de otros compositores. En ella se puede observar
que en este año teatral solamente se estrenó la ópera La donna
del lago de Rossini frente a cuatro de otros compositores: Osmir
e Netzarea y Giulietta e Romeo de Vaccai, La donna selvaggia de
Coccia, y, para finalizar la temporada, el 11 de febrero en el Teatro
del Príncipe se realizó el estreno mundial de la ópera semiseria en
dos actos Elena e Malvina de Ramón Carnicer y libreto de Romani
(se dieron siete funciones, de las cuales tres fueron en el Teatro de
la Cruz). El elenco estaba conformado por Marietta Albini, Adela
Cesari, Ignazio Pasini, Leandro Valencia, Filippo Galli, Giovanni
Battista Rossi y Manuel Rodríguez (Diario de Avisos de Madrid,
425
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
11 de febrero de 1829, núm. 42; 3 de marzo de 1829, núm. 62).
De la misma manera, como se ha podido constatar, la totalidad de
las producciones pertenecen a la ópera italiana, de ellas, Elena e
Malvina, escrita por el compositor español Ramón Carnicer durante
su estadía en Italia, y los once restantes escritas por compositores
italianos. Diez producciones tienen una estructura de dos actos, una
de uno y una de tres; cinco óperas corresponden al género serio,
cuatro al semiserio y tres al bufo:
ÓPERA
ACTOS
TIPO
GÉNERO
FECHA
PRODUCCIÓN
FUNCIONES
Il Barone di
Dolscheim
2
Italiana
Semiserio
25/04/28
Reposición
5
La Cenerentola
2
Italiana
Bufo
06/05/28
Reposición
20
L’inganno felice
1
Italiana
Bufo
30/05/28
Reposición
3
Semiramide
2
Italiana
Serio
04/06/28
Reposición
24
Osmir e Netzarea
2
Italiana
Serio
28/06/28
Estreno
16
La donna
selvaggia
2
Italiana
Semiserio
05/07/28
Estreno
20
La donna del lago
2
Italiana
Serio
25/07/28
Estreno
19
Giulietta e Romeo
2
Italiana
Serio
03/09/28
Estreno
16
Torvaldo e
Dorliska
2
Italiana
Semiserio
16/10/28
Reposición
14
L’italiana in
Algeri
2
Italiana
Bufo
11/11/28
Reposición
6
Otello
3
Italiana
Serio
15/12/28
Reposición
7
Elena e Malvina
2
Italiana
Semiserio
11/02/29
Estreno
7
rossini
93
otros coMPositorEs
64
total
157
Tabla 6. Producción de óperas italianas en Madrid. Año teatral 1828-1829.
426
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Balance general de la temporada lírico-teatral 1828-1829.
Estreno de la Donna del lago, dirigida por Galli en Madrid
Un balance general de los acontecimientos y actividades más
notables del año teatral arroja los siguientes resultados: la
temporada lírica 1828-1829 favorece notablemente la continuidad
y la recepción de la ópera de Rossini en Madrid, en ella se desarrolla
el estreno de una nueva ópera del compositor (La donna del Lago y la
reposición de La Cenerentola, L’inganno felice, Semiramide, Torvaldo
e Dorliska, L’italiana in Algeri y Otello). Finalmente, se registra
la realización de 157 representaciones, de las cuales 93 son del
repertorio de Rossini, el resto de las funciones corresponde a otros
compositores, como se aprecia en la tabla mostrada anteriormente.
Año teatral 1829-1830. Mosé in Egitto y L’assedio di Corinto.
Los dos últimos estrenos de Filippo Galli durante su estancia madrileña
El fallecimiento el 17 de mayo de 1829 de la reina María Josefa
Amalia de Sajonia va a marcar un compás de espera en las
actividades líricas de los teatros del Príncipe y de la Cruz. Una vez
levantado el luto oficial, se reinició la programación operística en el
mes de agosto. No obstante, la presencia de Rossini en la cartelera
se impuso una vez reiniciada la temporada con los estrenos de
dos nuevas óperas: Mosé in Egitto y L’assedio di Corinto, y con las
reposiciones de Semiramide, La Cenerentola, Tancredi y Matilde di
Shabran.
Aspectos administrativos de la actividad operístico teatral madrileña
El maestro Ramón Carnicer, director musical de dichos teatros, se
trasladó a Italia con el propósito de realizar las contrataciones de
427
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
cantantes de primer cartel. En el Archivo Histórico de la Villa de
Madrid se resguarda el contrato realizado entre Ramón Carnicer y
Giovanni Rossi de Milán. En este se contrata a la reconocida contralto Brigida Lorenzani para los teatros de Madrid en la temporada 1829-1830 (aHVM, Secretaría 1829, Diversiones Públicas 2-48028). De la misma manera quedan escriturados la soprano Mariana
Lewis, la contralto Carolina Baillou, los bajos Pietro Montegazza
y Alberto Torri, así como la segunda soprano Clementina Lang
(aHVM, Secretaría 1827-1829, Diversiones Públicas 2–471–28).
Procedente del Teatro de la Santa Cruz de Barcelona, se incorpora
a la compañía de ópera el primer tenor Francesco Piermarini. El
18 de abril se publica en el Diario de Avisos de Madrid la lista de los
miembros de la compañía de ópera que debían iniciar la temporada
en Pascua de Resurrección de 1829 y concluirla el martes de Carnaval de 1830.
DIRECTOR DE ESCENA
PRIMEROS TENORES
Felipe Galli [Filippo Galli]
Francesco Piermarini
PRIMERAS DAMAS TIPLES
Marietta Albini
SEGUNDOS TENORES
Pedro Montegazza. [Pietro]
Mariana Levis
Antonio Llord
PRIMERAS DAMAS CONTRALTO
BAJOS
Brigida Lorenzani
Felipe Galli
Carolina Baillou
Juan Giordani [Giovanni]
SEGUNDAS DAMAS TIPLES
Alberto Torri
Concepción Lledó
APUNTADOR
Clementina Lang
Domingo Bassoni
MAESTRO COMPOSITOR Y DIRECTOR
Ramón Carnicer
Tabla 7. Compañía de ópera. Año teatral 1829-1830.
428
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Puede verificarse una apreciación global del comportamiento
de la recepción de la ópera de Rossini dirigida por Galli durante
este período en la siguiente tabla, organizada por orden cronológico
con los datos más importantes y su relación con las de otros
compositores.15
ÓPERA
ACTOS
TIPO
GÉNERO
FECHA
PRODUCCIÓN
FUNCIONES
Gli arabi nelle
Gallie
2
Italiana
Serio
30/04/29
Estreno
24
Semiramide
La Cenerentola
Tancredi
2
2
2
Italiana
Italiana
Italiana
Serio
Bufo
Serio
18/08/29
22/08/29
08/09/29
Reposición
Reposición
Reposición
13
10
13
Agnese
2
Italiana
Serio
14/09/29
Estreno
05
Mosé in Egitto
2
Italiana
Serio
18/09/29
Estreno
08
2
Italiana
Semiserio
14/10/29
Reposición
10
2
Italiana
Semiserio
06/11/29
Reposición
12
Elisa e Claudio
2
Italiana
Semiserio
15/11/29
Reposición
10
L’assedio di
Corinto
2
Italiana
Serio
19/11/29
Estreno
06
rossini
62
49
total
111
Elena e
Malvina
Matilde di
Shabran
otros coMPositorEs
Tabla 8. Producción de óperas italianas en Madrid. Año teatral 1829-1830.
La siguiente tabla refiere la relación de óperas dirigidas por
Galli durante su estancia en Madrid, entre 1828 y 1830. Se constata
el mayor número de representaciones de las obras de Rossini en
relación con otros compositores.
15
En esta temporada se aprecian los nuevos estrenos, de Rossini Mosé in Egitto y L’assedio
di Corinto, frente a dos de otros compositores, Gli arabi nelle Gallie de Pacini y Agnese de
Paer. De la misma manera, se puede advertir que la totalidad de las producciones son
de compositores italianos, con una estructura de dos actos. De las diez producciones,
seis corresponden al género serio, tres al semiserio y una al bufo.
429
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
ROSSINI16
AÑO
TEATRAL
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
OTROS COMPOSITORES
TOTAL
ESTRENOS
REPRESENTACIONES
ESTRENOS
REPRESENTACIONES
1828-1829
1
93
4
64
157
1829-1830
2
62
2
49
111
total
3
155
6
113
268
Tabla 9. Balance general de las temporadas operísticas 1828-1830 dirigidas por Galli.16
Figura 2. Retrato de Filippo Galli por V. De Marchi
(ATN, Colección Ragni, inventario 00276).
16
Se caracterizó por la gran difusión de la ópera italiana editada en diversos formatos a
través de la diversificación tanto en medios de comunicación como de consumo. Además
del periódico filarmónico La Lira de Apolo, surgen La Euterpe y La Filarmonía, que al igual
que La Lira de Apolo ofrecen a sus suscriptores colecciones de partituras, también se ha
podido verificar, una gran proliferación de establecimientos dedicados a la importación,
circulación y venta de partituras entre las que destacaba la música de Rossini. Entre ellos
podemos mencionar la fábrica de guitarras de González y La guitarrería de Campo unidas
a las conocidas Mintegui, Hermoso y La librería de Brun. El nacimiento de nuevos periódicos y la variedad de establecimientos dedicados a la distribución de partituras, contribuyó
fuertemente a dar una dimensión sin precedentes a la recepción de la ópera italiana en Madrid. Asimismo, el hallazgo de partes de la ópera Mosé in Egitto adaptadas para baile ofrece
una nueva connotación a la presencia de Rossini en la capital del reino a través de un nuevo
tipo de repertorio de gran difusión social que no había sido utilizado hasta el momento.
430
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
FILIPPo gALLI en MéxIco
El destacado político, historiador y economista guanajuatense
Lucas Alamán (1792-1853), secretario de Relaciones Exteriores de
la República Mexicana entre 1830 y 1832 durante el gobierno del
presidente Anastasio Bustamante, gestionó la contratación de la
primera compañía italiana de ópera completa que salió de Europa
el 7 de mayo de 1831 y llegó a Veracruz en 26 junio de ese mismo
año.17 Esta empresa dirigida por el más prestigiado intérprete de
la ópera italiana en Europa Central y la península ibérica, el bajo
italiano Filippo Galli, cambiaría los destinos de las producciones
operísticas realizadas en la ciudad de México hasta entonces.
Filippo Galli llegó a la capital mexicana procedente de Milán
al frente de la primera compañía italiana de ópera que arribó al
continente americano. Galli, el renombrado intérprete de ocho
roles operísticos de Rossini, con los que creó los paradigmas de
esos personajes, dio a conocer en México un amplio repertorio
cantado totalmente en su lengua original y por afamados cantantes
italianos: en su primera etapa (1831-1835), bajo la batuta del
destacado violinista y director de orquesta mexicano Quirino
Aguiñaga;18 en la segunda etapa (1836-1838), bajo la dirección
del compositor y director de orquesta italiano Lauro Rossi, que
impactó con gran éxito a diletantes y aficionados de la capital.19
17
“En los días 24 y 25 de julio la Compañía de Galli dio dos conciertos en Veracruz en los
salones de la Sociedad de la Unión […]” (El Sol, 28 de julio de 1831).
18
En relación a la restauración del teatro y la dirección de la orquesta, véase El Sol, 13 de
febrero de 1831.
19
Para conocer las dificultades y bondades acaecidas en el trayecto de las dos compañías
italianas (la de 1831 de Cayetano Paris y la de 1836, dirigida por Lauro Rossi) desde
Europa hasta la ciudad de México, verifíquense las cartas de Cayetano Paris a Lucas
Alamán, que aparecen en los apéndices 1 y 2 de este trabajo, y la crónica publicada en
431
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Alamán eligió, entre otros proyectos, el que presentara Cayetano
Paris en 1830, empresario teatral catalán y esposo de la soprano
Carolina Pellegrini, para traer la mencionada compañía, en
atención a la calidad y a la coherencia de la propuesta de Paris, así
como a la planificación adecuada en las condiciones económicas del
momento. Por tales razones, Lucas Alamán mandó a publicar un
decreto que salió a la luz en el periódico El Sol en 1830 y que se
presenta a continuación:
Bando. Primera Secretaría de Estado. Departamento del
Interior. Sección Segunda. Deseando al excelentísimo señor
vicepresidente proporcionar a los habitantes de esta capital
una compañía de teatro, digna de su ilustración, en los ramos
de verso, canto y baile, y bien penetrado de las cualidades que
adornan a V. S. para llenar los indicados deseos, ha tenido a bien
S. E. comisionarle para que, asociado a los demás individuos que
han propuesto hacer algunas anticipaciones, se sirva practicar
cuanto sea necesario al efecto, formando y presentando a esta
secretaría el reglamento que V. S. estime conveniente. Dios y
Libertad. México, 2 de octubre de 1830. Lucas Alamán. Dirigido
al señor coronel Manuel Barrera (El Sol, 30 de octubre de 1830).
italiano en el periódico Il Censore Universale dei Teatri, octubre de 1836, traducida por el
autor del presente artículo, consignada en el apéndice documental no. 3. A fin de establecer
la diferencia del tiempo ocupado por las compañías procedentes de Europa hasta la ciudad
de México, se presenta un estimado actual del tiempo de vuelo y del traslado terrestre: la
ruta de navegación marítima Mar Adriático, Atlántico y Golfo de México fue completada
entre el 20 de noviembre y el 20 de enero de 1836, lo que corresponde 11000 km de viaje.
En la actualidad por vía aérea se llega de 11 a 13 horas. La ruta de Veracruz a la ciudad de
México actualmente incluye 400 km, lo que equivale a 5 horas en transporte terrestre y 40
minutos de en viaje aéreo. En 1831, la distancia solía ser aproximadamente de 450 km, y el
tiempo estimado en carretas y diligencias era generalmente de 5 días.
432
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
En 1831 Alamán dirigió a las cámaras de la Unión mexicana los
resultados de la gestión de Cayetano Paris en Milán,20 con el fin de
obtener los pertrechos necesarios para el fomento y desarrollo del
arte lírico en México. Ya desde 1830 Paris había partido a Milán
para realizar las actividades correspondientes a la contratación de
la empresa lírica y la compra de partituras, pianos, enseres del teatro
en general, alquiler de un buque, así como cuestiones legales para
la adquisición de los pasaportes correspondientes a los miembros
de la troupe.
Para que se consigan todas las ventajas de que es lícito lisonjearse,
ha hecho el Excelentísimo señor Ministro de Relaciones [Lucas
Alamán] en su memoria presentada a las augustas Cámaras de la
Unión, una iniciativa para que se destinen veinte mil pesos anuales
a favor de la subsistencia de las compañías de teatro […]. Para
la formación de la Compañía de ópera, ha sido preciso ocurrir a
Italia, donde se cultiva con mucho esmero ese arte, y el efecto,
se comisionó como inteligente al señor Cayetano Paris, […]
También se ha encomendado al mencionado señor Paris la compra
de treinta óperas nuevas, siendo veinticuatro bufas y semibufas, y
las seis restantes de carácter serio, para que se amenicen con ellas
y en alternativa los espectáculos, debiendo esta compañía dar dos
funciones cada semana, por ser condición expresa del contrato que
se ha hecho (El Sol, 10 de noviembre de 1830).
20
Véase en el Apéndice 1: la carta de Cayetano Paris, remitida desde Génova, a Lucas Alamán
el 15 de abril de 1831.
433
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Con relación a la llegada de la primera compañía italiana de
ópera a México, un comunicado del gobierno de Veracruz anuncia
el arribo de los cantantes a la ciudad portuaria del siguiente modo:
Con fecha del 23 del corriente me dice el jefe del Departamento de
Veracruz lo siguiente:
E.S. En el bergantín Ferro procedente de Génova y Gibraltar
llegaron a este puerto el 20 del que rige con don Cayetano Paris
los actores italianos de ópera que él mismo contrató para el teatro
de Méjico, y expresa la lista adjunta. Se les ha manifestado que
pueden emprender su marcha en el momento que gusten y parece
que lo harán luego que concluyen el desembarque y arreglo de su
equipaje, y tengo el honor de ponerlo en conocimiento de V.E.
Insertando a V.S. con inclusión de copia certificada de la que se
menciona para conocimiento del E.S.V. Presidente.
Manuel E. Gorostiza,21 días después le envió una carta a Lucas
Alamán, copia del original elaborado en Xalapa, en la que consta
un listado de los músicos italianos desembarcados en el puerto de
Veracruz:
Noticia de los actores italianos de ópera contratados para el teatro
de México, que han llegado a este puerto en el bergantín Ferro:
21
Poeta y diplomático mexicano (Veracruz,1789 - Tacubaya, 1851), director del Teatro
Principal de México desde 1833, enviado como diplomático a los Estados Unidos para
evitar la ayuda de este país a Texas, empeño en el que fracasó y regresó a México en 1836,
para retomar la dirección y la reconstrucción del teatro, venido a menos por la gestión de
su encargado Patiño.
434
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Andrés Sissa [segundo tenor];
Lorenzo Montarasi [director de coro, flautín, apuntador y
segundo tenor];
Carlos Pighi [profesor de oboe, flauta y corno inglés];
Luis Sirletti [primer tenor]con su familia [esposa (contralto)
e hijo (pianista)];
Felipe Galli con su esposa [bajo cantante y cómico];
Antonio Finaglia…idem [primer bufo cantante y cómico];
Alena Baduera [segunda tiple];
Joaquín Musatti [primer tenor].
Veracruz, julio 25 de 1831. Garay.
Es copia de Jalapa, julio 26 de 1831.
Diego María de Alcalde.
Además de los cantantes referidos, ya la soprano y primera
figura de la compañía Carolina Pellegrini había estrenado óperas
italianas en México durante la estancia del tenor Manuel García
entre 1828 y 1829, como La Cenerentola y Semiramide entre otras,
en el Teatro Principal del Distrito. La Pellegrini venía precedida
de una considerable fama adquirida en Milán y Barcelona. En el
teatro catalán de la Santa Cruz, la soprano estrenó un número
significativo de óperas italianas, que llegaron a alcanzar un total
aproximado de 150 representaciones.22 Las puestas en escena de
las óperas dirigidas por Galli en la ciudad de México tuvieron un
éxito sin precedentes gracias al concurso de dicha prima donna,
22
Sobre el papel de Pellegrini como prima donna en Barcelona y el número de sus
representaciones, remítase a Suero Roca (1997: 388), así como a la Colección de libretos de
ópera italiana archivada en la Biblioteca del Orfeó Català de Barcelona.
435
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
a partir del 12 de septiembre de 1831, con el debut de Torbaldo y
Dorliska de Rossini-Sterbini,23 y la última representación galliana
de la Pellegrini en esa agrupación ocurrió el 23 de enero de 1835
con la premier en México de la ópera El Pirata de Bellini. Los 26
estrenos de las óperas de Rossini y de otros creadores dados a conocer a los espectadores locales durante el período 1831-1835 se
pueden verificar en las siguientes tablas:24
NO.
LIBRETO
GÉNERO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
1.
Torvaldo y
Dorlisca24
(Torvaldo e
Dorliska)
Ópera semiseria [en dos actos]
(Dramma semiserio en due atti)
G. Rossini
Cesari Sterbini
2.
El engaño feliz
(L’inganno felice)
Ópera cómica [en un acto]
(Farsa in un atto)
G. Rossini
Giuseppe Maria Foppa
23
“El teatro estaba completamente ocupado por una brillante concurrencia que manifestaba
los más vivos deseos de juzgar cuanto antes el talento de los nuevos operistas. […]
Anoche, lunes 12 de septiembre de 1831, se ha presentado en el teatro de esta capital
por la compañía de ópera una de las mejores de Rossini. Eligió para dar las primeras
muestras de las habilidades de que se compone la grande ópera de Torbaldo y Dorlisca”
(El Registro Oficial, 13 de septiembre de 1831). Si se desea ampliar sobre las primeras
representaciones de las óperas Semiramide y Mahometto Secondo, consúltese El Registro
Oficial, 22 de febrero de 1832 y El Sol, 26 de junio de 1832.
24
Según datos encontrados por el autor de esta investigación, relacionados con las óperas
Torbaldo y Dorliska, con libreto de C. Sterbini, y L’inganno felice, con libreto de G. M. Foppa,
las dos del maestro Gioacchino Rossini, se estrenaron en el teatro de la ciudad portuaria de
Veracruz en agosto de 1831 antes de su llegada a la capital del país. Ello justifica que además de recibir pagos por las puestas en escena en Veracruz, sirvió al elenco de cantantes
y a su director como ensayo previo al estreno de ambas piezas en el Teatro Nacional de la
ciudad de México durante el mes de septiembre de 1831: la primera, Torbaldo y Dorliska,
el día 12 y la segunda, L´inganno felice, el día 26, por la misma compañía de Filippo Galli
(Manferrari, 1955: 185-189).
436
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FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
3.
La Cenicienta o La
bondad en triunfo
(La Cenerentola,
ossia la bontà in
trionfo)
4.
Tebaldo e Isolina
(Tebaldo e Isolina)
5.
La italiana en Argel
(L’italiana in
Algeri)
Melodrama jocoso
[en dos actos].
(Dramma giocoso opera música
en due atti)
6.
La Inés
(Agnese)
Drama semiserio
[en dos actos]
(Dramma semiserio, 2 [atti])
F. Päer
Luigi Buonavoglia
7.
El matrimonio
secreto
(Il matrimonio
segreto)
Melodrama jocoso
[en dos actos]
(Melodramma giocoso, 2 [atti])
D. Cimarosa
Giovanni Bertati
8.
Semiramis
(Semiramide)
Melodrama trágico
[en dos actos]
(Melodramma trágico en
due atti)
Ópera bufa [en dos actos].
(Dramma giocoso in due atti)
Melodrama heróico [en dos actos]
(Melodrama eroico, 2, [atti])
G. Rossini
Jacopo Ferretti
F. Morlacchi
Gaetano Rossi
G. Rossini
Angelo Anelli
G. Rossini
Gaetano Rossi
EstrEnos dE rossini: 5
EstrEnos dE otros coMPositorEs: 3
Tabla 10. Año teatral 1831-1832.
NO.
LIBRETO
GÉNERO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
1.
Mahometo segundo
(Maometto secondo)
Melodrama serio [en dos actos]
(Dramma in due atti)
G. Rossini
Cesare della Valle
2.
Clotilde
(Clotilde)
Melodrama [en dos actos]
(Melodramma semiserio, 2, [atti])
C. Coccia
Gaetano Rossi
437
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
3.
Tancredo
(Tancredi)
Tragedia [en dos actos]
(Melodramma eroico in due atti)
G. Rossini
Gaetano Rossi
4.
Elisa y Claudio
(Elisa e
Claudio, ossia
L’amore protetto
dall’amiciza)
Melodrama semiserio [en dos actos]
(Me/ss [Melodramma semiserio], 2,
[atti])
S. Mercadante
Luigi Romanelli
5.
El Barón de
Dolsheim
(Federico II rey de
Prusia. Il Barone di
Dolsheim)
Melodrama [en dos actos]
(Oss, [opera semiseria] 2, [atti])
G. Pacini
Felice Romani
6.
La urraca ladrona
(La gazza ladra)
Melodrama [en dos actos]
(Melodramma in due atti)
G. Rossini
Giovanni Gherardini
7.
Moisés en Egipto
(Mosé in Egitto)
Drama sacro [en tres actos]
(Azione tragico- sacra in tre atti)
G. Rossini
Andrea Leone Tottola
EstrEnos dE rossini: 4
EstrEnos dE tros coMPositorEs: 3
Tabla 11. Año teatral 1832-1833.
NO.
LIBRETO
GÉNERO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
1.
La dama del bosque
(La donna
selvaggia)
Drama [en dos actos]
(Drama semiserio, 2, [atti])
C. Coccia
Giuseppe Maria Foppa
2.
El barbero de
Sevilla
(Il barbiere di
Siviglia)
Melodrama bufo [en dos actos]
(Dramma bufo en due atti)
G. Rossini
Cesare Sterbini
3.
Ricardo y Zoraida
(Ricciardo e
Zoraide)
Drama serio [en dos actos]
(Dramma in due atti)
G. Rossini
Francesco Berio di Salsi
4.
El Conde Ory
(Le comte Orý)
(Il conte Ory)
Melodrama jocoso [en dos actos]
(Opera in due atti)
G. Rossini
Eugene Scribe
438
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
5.
La dama del lago
(La donna del lago)
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Melodrama serio [en dos actos]
(Melodramma in due atti)
G. Rossini
Andrea Leone Tottola
EstrEnos dE rossini: 4
EstrEnos dE otros coMPositorEs: 1
Tabla 12. Año teatral 1833-1834.
NO.
LIBRETO
GÉNERO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
1.
Zelmira
(Zelmira)
Melodrama serio [en dos actos]
(Dramma per musica in due atti)
G. Rossini
Andrea Leone Tottola
2.
Isabel, Reina de
Inglaterra
(Elisabettta, regina
d’Inghilterra)
3.
Adelina
(Adelina)
Melodrama jocoso [en un acto]
(Farsa, 1, [atto])
P. Generali
Venecia Giuseppe
Farinelli
4.
Olivo y Pascual
(Olivo e Pascuale)
Melodrama jocoso [en dos actos]
([Melodramma], 2, [atti])
G. Donizetti
Jacopo Ferreti
5.
Adelaida y
Comingio
(Adelaide e
Comingio)
Melodrama semiserio
[en dos actos]
([Opera semi-seria], 2, [atti])
G. Pacini
Gaetano Rossi
6.
El pirata
(Il pirata)
Melodrama [en dos actos]
(Melodramma, 2, [atti])
V. Bellini
Felice Romani
Melodrama [en dos actos]
(Dramma per musica in due atti)
G. Rossini
Giovanni Schmidt
EstrEnos dE rossini: 2
EstrEnos dE otros coMPositorEs: 4
Tabla 13. Año teatral 1834-1835.
El 21 de enero de 1836 llegaron al desembarcadero de Veracruz
en el bergantín La Minerva desde el puerto de Burdeos, Francia, el
director de orquesta y compositor italiano Lauro Rossi, y las prima
439
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
donnas, contratadas para cantar en la compañía italiana de ópera
de Filippo Galli en la ciudad de México, como la soprano Marietta
Albini y la contralto Adela Cesari. Ese mismo año, arribó el bajo
Luciano Fornasari, procedente de los Estados Unidos de América,
y luego el tenor Giuseppe Strazza en 1837, y poco más tarde, del
teatro lírico de La Habana, el reconocido tenor Giovanni Battista
Montresor. Con ellos se presenta, entre 1835 y 1838, una novedosa
antología de 27 óperas: 22 pertenecientes a los géneros melodrama
y tragedia, de dos, tres y cuatro actos, y cinco de melodramas jocosos
de dos actos, cuyo repertorio se expone en el Teatro Principal de
la Ciudad de México en concordancia con aquellas obras que se
estrenaban entonces en los teatros europeos, como se muestra en
las siguientes tablas.25
NO.
LIBRETO
GÉNERO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
1.
La sonámbula
(Sonambula)
Melodrama [en dos actos]
(Melodrama, 2, [atti])
V. Bellini
Felice Romani
2.
Leocadia
(Leocadia)
Melodrama [en dos actos]
(Melodrama, 2, [atti])
Lauro Rossi
Eugenio Cavallini
3.
El asedio de Corinto
(Le siège de
Corynthe)25
Tragedia lírica [en tres actos]
(Tragédie-lyrique [in tre atti])
G. Rossini
Luigi Balocchi y
Alexandre Soumet
4.
Norma
(Norma)
Tragedia lírica [en dos actos]
(Tragedia lirica, 2, [atti])
V. Bellini
Felice Romani
EstrEnos dE rossini: 1
EstrEnos dE otros coMPositorEs: 3
Tabla 14. Año teatral 1835-1836.
25
Información sobre los estrenos de las óperas Leocadia de Lauro Rossi y Le siège de Corynthe
de Rossini en México se puede consultar en Manferrari, 1955: 183 y 200.
440
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
NO.
LIBRETO
GÉNERO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
1.
La loca por amor
(Nina, pazza per
amore)
Melodrama [en dos actos]
(Melodramma semiserio, 2, [atti])
P. A. Coppola
Jacopo Ferreti
2.
El condestable de
Chester
(I fidanzati o sia
II contestabile di
Chester)
Melodrama para música
[en tres actos]
([Melodramma] Romantico, 3, [atti])
G. Pacini
Domenico Gilardoni
3.
El furioso en la isla
de Santo Domingo
(Il furioso nell’ isola
di Santo Domingo)
4.
Ana Bolena
(Anna Bolena)
Tragedia lírica [en dos actos]
(Tragedia lirica, 2, [atti])
G. Donizetti
Felice Romani
5.
Otelo o el moro de
Venecia
(Otello. Ossia il
moro di venezia)
Tragedia [en tres actos]
(Dramma per musica in tre atti)
G. Rossini
Francesco Maria Berio
di Salsi
6.
Julieta y Romeo
(I Capuletti e i
Montecchi)
Tragedia lírica [en dos actos]
(Tragedia lirica, 2, [atti])
V. Bellini
Felice Romani
7.
La piedra de Toque
(La pietra del
Paragone)
Melodrama jocoso
[en dos actos]
(Melodrama giocoso in due atti)
G. Rossini
Luigi Romanelli
8.
Guillermo Tell
(Guillaume Tell)
(Guglielmo Tell)
Tragedia lírica [en cuatro actos]
(Opera in quattro atti)
G. Rossini
Etienne de Jouy e
Hippolyte Bis
9.
El elixir de amor
(L’elisir d’amore)
Melodrama jocoso
[en dos actos]
(Melodramma giocoso, 2, [atti])
G. Donizetti
Felice Romani
10.
Jefté
(Il voto di Jefte)
Melodrama sacro [en dos actos]
(Tragico-sacro, 2, [atti])
P. Generali
Giuseppe Maria Foppa
Melodrama [en dos actos]
(Melodramma, 2, [atti])
EstrEnos dE rossini: 3
EstrEnos dE otros coMPositorEs: 7
Tabla 15. Año teatral 1836-1837.
441
G. Donizetti
Jacopo Ferretti
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
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NO.
LIBRETO
GÉNERO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
1.
Juana Shore
(Giovanna Shore)
Tragedia lírica [en tres actos]
(Melodramma serio, 3, [atti])
L. Rossi
Felice Romani
2.
Clara de Rosemberg
(Chiara di
Rosembergh)
Melodrama [en dos actos]
(Opera semiseria, 2, [atti])
L. Ricci
Gaetano Rossi
3.
Parisina
(Parisina)
Tragedia Lirica [en tres actos]
(Meloramma, 3, [atti])
G. Donizetti
Felice Romani
Melodrama heroico [en dos actos]
(Melodramma eroico, 2, [atti])
G. Meyerbeer
Gaetano Rossi
4.
5.
El cruzado en
Egipto
(Il Crociato in
Egitto)
Los normandos en
París
(I normanni a
Parigi)
Tragedia lírica [en cuatro actos]
(Tl [tragedia lirica], 4, [atti])
S. Mercadante
Felice Romani
6.
La estrangera
(La straniera)
Melodrama serio [en dos actos]
(Melodramma, 2, [atti])
V. Bellini
Felice Romani
7.
Matilde de Shabram
(Matilde di
Shabran, ossia
Bellezza e cuor
di ferro)
Melodrama jocoso [en dos actos]
(Melodramma giocoso in due atti)
G. Rossini
Jacopo Ferretti
8.
Los árabes en las
Galias
(Gli arabi nelle
Gallie)
9.
La casa deshabitada
(La casa disabitata)
Melodrama jocoso [en dos actos]
(Melodramma giocoso, 2, [atti])
L. Rossi
Jacopo Ferretti
10.
Torquato Tasso
(Torquato Tasso)
Melodrama [en tres actos]
(Melodramma, 3, [atti])
G. Donizetti
Jacopo Ferretti
Melodrama serio [en dos actos]
(Os [opera seria], 2, [atti])
EstrEnos dE rossini: 1
EstrEnos dE otros coMPositorEs: 9
Tabla 16. Año teatral 1837-1838.
442
G. Pacini
Luigi Romanelli
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
NO.
LIBRETOS
GÉNERO
COMPOSITOR Y LIBRETISTA
1.
El último día de
Pompeya
(L’ultimo giorno
di Pompei)
Drama serio en música
[en dos actos]
(os [opera seria], 2, [atti])
G. Pacini.
Andrea Leone Tottola
2.
Inés de Castro
(Inés de Castro)
Tragedia lírica [en tres actos]
(Tragedia lirica en, 3, [atti])
Giseppe Persiani
Salvatore Cammarano
3.
El turco en Italia
(Il turco in Italia)
Melodrama jocoso en música
[en dos actos]
(Melodramma giocoso per musica
in due atti)
G. Rossini
Felice Romani
EstrEnos dE rossini: 1
EstrEnos dE otros coMPositorEs: 2
Tabla 17. Año teatral 1838.
CANTIDAD
PORCENTAJE
Rossini
20
39.21%
Otros compositores (13)
31
60.79%
Total
51
100%
Tabla 18. Estrenos de temporadas de 1831-1838.
CANTIDAD
PORCENTAJE
Rossini
121
49.79%
Otros compositores (13)
122
50.21%
total
243
100%
Tabla 19. Representaciones de temporadas 1831-1838.
La empresa ofreció a un público entusiasta y receptivo, durante
esa extensa temporada, alrededor de 60 producciones líricas de
443
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
diferentes autores italianos, espectáculos llevados a cabo, según
la prensa, con alta calidad y prestancia en el Teatro Principal de
la Ciudad de México, en conformidad a los que ocurrían en los
principales teatros de las urbes centroeuropeas. La consolidación en
la cartelera de la obra de Rossini lo había convertido en el compositor
preferido e indiscutible del público mexicano (Olavarría y Ferrari,
1961; Reyes de la Maza, 1969), como se ha podido verificar en el
transcurso del presente estudio. Así, se tiene en cuenta que esta
muestra no es definitiva, pues solamente se contempla la cartelera
teatral periódica y aquella, referente a avisos a las autoridades del
gobierno relacionados con las óperas representadas en cada ocasión,
y sobre todo a las partituras y libretos consignados en archivos
nacionales y extranjeros.
Figura 3. Retrato de Filippo Galli (ATN, Colección Ragni, inventario 156).
444
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FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
LA estAncIA hAbAneRA de gALLI
A finales del siglo xViii, se calcula que ingresaron a La Habana unos
130 millones de pesos de ocho reales. Tan fabulosa suma contribuyó
a crear en la capital de la isla un nivel de vida elevado, un mercado
de consumo monopólico y de contrabando de grandes proporciones,
y la aceleración de un proceso de atesoramiento del dinero. Pero
fueron el azúcar y los esclavos los que fomentaron las grandes
fortunas de la aristocracia criolla y las familias adineradas en la
primera mitad del siglo xix. Se construyeron palacios que por su
número y dimensiones no registraban similitud con otras ciudades
de la América colonial. El teatro, el ballet, la ópera, las orquestas
y las variedades nutrían al Coliseo, primer teatro construido en
La Habana en 1776, inaugurado con la ópera Dido Abandonada de
Pietro T. Metastasio. En 1803 cambió su nombre por El Principal;
luego se construyeron otros, mientras se realizaban reparaciones
al Principal, aquellos como: del Circo, de la Alameda, Provisional
de Extramuros, Diorama y, finalmente, el Gran Teatro de Tacón
en 1836. Hoy parece olvidada esta tradición lírica que hizo de La
Habana el centro del mundo operístico hispanoamericano, que se
constituyó en la casa de la ópera italiana a mediados del siglo xix, y
especialmente las de Rossini, de las cuales se estrenaron 23 títulos
entre 1817 y 1839, desde bufas hasta serias.
Alrededor de la figura de Galli, en el año teatral 1839-1840, se
presentaron las óperas y duetos que se reseñan a continuación. El
21 de enero del 1839 Galli cantó el papel de Dulcamara, estreno en
Cuba en versión italiana de la ópera L´Elisir d´Amore, acompañado
de Giocchino Muzzati y Eugenio Santi, ambos procedentes de
México, esta misma obra se volvió a representar en 1840 (Subirá,
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1973: 9). El 19 de febrero de 1839 la Albini cantó el papel de Elena
de la ópera La Donna del Lago, música de Rossini y libreto de
Andrea Leone Tottola, acompañada de Montresor y Muzzati. Por
su parte, el 7 de febrero de 1839 Montresor, en el papel de Edgardo,
Strazza en el de Arturo y Santi como Enrico Ashton, cantaron en
el estreno en Cuba de Lucia di Lammermoor de Donizzeti y texto de
Cammarano.
Bajo la dirección de Galli se registró, el 31 de marzo de 1839, en
el Teatro Principal la premier de la ópera Giovanna Shore, en la cual
participaron Filippo Galli y Marietta Albini en los roles principales
en compañía de Montresor en el papel de Ricardo III y Muzzati en
el papel de Lord Hasting. La casa disabitata, música de Rossi y texto
de Jacopo Ferretti, se representó el 13 de abril de 1839, donde Galli
realizó el papel de Don Eustachio, Albini encarna a Donna Sinforosa,
Muzzatti a Raimondo y Santi a Isidoro. El 16 de marzo de 1839
se estrenó un dúo de I Puritani, con música de Bellini y libreto de
Carlo Pepoli, en el que cantaron Filippo Galli y Eugenio Santi. Más
adelante Albini cantó un terceto de dicha ópera junto a la soprano
Teresa Rossi y Clorinda Corradi Pantanelli el 12 y el 16 de mayo
de 1839 y el 1 y el 20 de marzo de 1840. Por otra parte, la primera
ópera realizada en el Teatro de Tacón es la Norma de Bellini, el lunes
6 de mayo de 1839, en función a beneficio de obras públicas, en la
cual tomaron parte Marietta Albini, Teresa Rossi, Giovanni Battista
Montresor y Eugenio Santi, todos procedentes de México, junto a
Galli (González, 1975: 33). Así también, el 22 de octubre de 1839,
Montresor desempeñó el papel de Adriano Montfort en la puesta en
escena Il Crociato in Egitto de Meyerbeer y Gaetano Rossi. El 28 de
noviembre de 1839 Montresor interpretó el papel de Fernando en la
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ópera Marino Faliero de Donizzetti y Giovanni E. Bidéra. El 17 de
diciembre del 39 se estrenó la ópera Roberto Devereux de Donizetti
y libreto de Salvatore Cammarano en el que participaron Marietta
Albini como Elisabetta de Inglaterra junto a Montressor en el papel
de Roberto Devereux. La ópera Belisario de Donizetti y Cammarano
se realizó el 9 de enero de 1840, en la cual Marietta Albini desempeñó
el rol de Antonia.
Figura 4. Retrato de Gioachino Rossini por
Elisa-Apollina Deharme (1828)
(BNF, Département Musique,
Est. Rossini G.F3003).
Figura 5. Retrato de Adela Cesari
por Louis Thomas (s/f) (BNF, Département
Musique, Est. Cesari 001).
Figura 6. Retrato de Marietta Albini, en
Bellini, [2008]: 48.
Figura 7. Retrato de Lauro Rossi
por Zéphyrin Belliard
(The New York Public Library for the
Performaing Arts, Music Division).
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Figura 8. Retrato de Giovanni Battista
Montessor por Paolo Guglielmi (1830)
(ATN, Colección Ragni, inventario 00510).
Figura 9. Retrato de Luciano Fornasari
(ATN, Colección Ragni, inventario 132).
Figura 10. Retrato de Clorinda Corrado Pantanelli
(Universitātsbibliothek Johann Christian Senckenberg, Frankfurt am Main).
Compositores y cantantes relacionados con el periplo
hispanoamericano de Filippo Galli (1831-1842).
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COMPOSITOR Y
NO.
LIBRETO
GÉNERO
1.
El elíxir de amor
(L´elisire d´amore)
Melodrama jocoso en dos actos
(Melodramma giocoso, 2 [atti])
G. Donizetti
F. Romani
Melodrama en dos actos
(Melodramma, 2 [atti])
G. Rossini
Andrea Leone Tottola
2.
La dama del lago
(La donna del lago)
LIBRETISTA
3.
Lucia de Lammermoor
(Lucia di
Lammermoor)
Drama trágico en tres actos
(Drama tragico, 3 [atti])
4.
Juana Shore
(Giovanna Shore)
Tragedia lírica [en tres actos]
(Melodrama serio, 3 [atti])
Felice Romani
Carlo Conti
5.
La casa deshabitada
(La casa disabitata)
Melodrama jocoso [en dos actos]
(Melodrama giocoso, 2 [atti])
Lauro Rossi
Jacopo Ferretti
6.
Los puritanos
(I puritani)
Gran ópera en tres actos
V. Bellini
Carlo Pepoli
7.
Norma
(Norma)
Tragedia lírica [en dos actos]
(Tragedia lirica, 3 [atti])
V. Bellini
Felice Romani
Melodrama heroico [en dos actos]
(Melodrama eroico, 2 [atti])
Giacomo Meyerbeer
Gaetano Rossi
Tragedia lírica [en tres actos]
(Tragedia lirica, 3 [atti])
G. Donizetti
Giovanni Emanuele
Bidera
8.
El cruzado en Egipto
(Il Crociato in Egitto)
9.
Marino Faliero
(Marino Faliero)
G. Donizetti
S. Cammarano
10.
Roberto Devereux
(Roberto Devereux)
Tragedia lírica [en tres actos]
(Tragedia lirica, 3 [atti])
G. Donizetti
S. Cammarano
11.
Belisario
(Belisario)
Tragedia lírica [en tres actos]
(Tragedia lirica, 3 [atti])
G. Donizetti
S. Cammarano
12.
Semiramide
(Semiramide)
Melodrama trágico [en dos actos]
(Melodramma tragico 2 [atti])
G. Rossini
G. Rossi
13.
Anna Bolena
Tragedia lírica [en dos actos]
(Tragedia lirica, 2 [atti])
G. Donizetti
F. Romani
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14.
Il barbiere di Siviglia
Drama bufo [en dos actos]
(Dramma buffo 2 [atti])
G. Rossini
C. Sterbini
15.
I Capuleti e i
Montecchi
Tragedia lírica [en dos actos]
(Tragedia lirica, 2 [atti])
V. Bellini
F. Romani
EstrEnos dE rossini: 1.
rEEstrEnos dE rossini: 2.
EstrEnos dE otros coMPosito rEs: 11.
rEEstrEnos dE otros coMPositorEs: 1.
Tabla 20. Estrenos y reestrenos de Filippo Galli y de cantantes procedentes de la
Ciudad de México, que lo acompañaron en La Habana (1839-1840).
RegReso de gALLI A euRoPA
A pesar de que Galli se marchó a Europa entre finales del 1839
y principios del 1840, su legado permaneció en la vida teatral
habanera, pues un grupo de los cantantes que lo habían acompañado
en su periplo hispanoamericano y otros procedentes directamente
de La Scala de Milán, se asentaron durante un tiempo en la ciudad
cubana. Entre estos, destacan Marieta Albini, Giovanni Battista
Montresor, Luciano Fornasari, Eugenio Santi, Giocchino Muzatti
y Giuseppe Strazza.
Una vez concluida la temporada 1839-1840, en los teatros
Principal y Tacón de La Habana, Filippo Galli se trasladó a Portugal
como jefe de coro del Teatro San Carlos de Lisboa. Posteriormente,
en 1840, regresó a Madrid para cantar el 3 de octubre en el Teatro
de la Cruz, Il barbieri di Siviglia; en octubre 17, en el Teatro del
Príncipe, Guglielmo Tell, y el 16 diciembre, en el Teatro de la Cruz,
la Cenerentola, todas ellas de Rossini (Carmena y Millán, 2002: 9091), a pesar de que su voz ya no tenía las capacidades necesarias de
timbre, extensión y altura para sostener la técnica vocal en toda
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su plenitud. Poco después, se dedicó a la enseñanza del canto y de
la declamación en el Conservatorio de Música de París desde 1842
hasta 1848. Falleció el 3 de junio de 1853 en la capital francesa.26
Figura 11. Retrato de Filippo Galli por Filippo Caporali
(ATN, Colección Ragni, inventario 00444).
BARCELONA: 1816-1819
Rossini
EstrEnos
7
rEPrEsEntacionEs
112
Otros compositores
6
77
total
13
189
MADRID: 1828-1830
Rossini
26
EstrEnos
3
rEPrEsEntacionEs
157
Otros compositores
6
111
total
9
268
Si se desea conocer una síntesis de la historia de vida de Filippo Galli, confróntese “Estudios
biográficos. Felipe Galli” en La Iberia Musical y Literaria. Semanario de los literatos, de los
artistas, de las sociedades y de los teatros, año 1, número 13, domingo 27 de noviembre de
1842, Madrid: 97-99.
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MÉXICO: 1831-1838
Rossini
Otros compositores
total
EstrEnos
22
32
rEPrEsEntacionEs
124
123
54
247
LA HABANA 1839-1840
Rossini
Otros compositores
total
EstrEnos
1
11
rE-EstrEnos27
2
1
12
3
MADRID: 1840
rossini
rE-EstrEnos
3
rEPrEsEntacionEs
3
CÓMPUTO GENERAL: 1816-1840
Rossini
Otros compositores
total GEnEral
EstrEnos
36
55
91
rEPrEsEntacionEs
397
312
709
Tabla 21. Ópera italiana en el periplo hispanoamericano de Filippo Galli.27
concLusIones
Como se ha podido apreciar, en la etapa histórica que corresponde
al periodo de 1816 a 1840, la presencia de Filippo Galli en
Hispanoamérica representó un momento de apogeo operístico
extraordinariamente superior a lapsos similares en otras latitudes
de Europa. Este fenómeno condicionó el definitivo asentamiento de
la ópera italiana en el ambiente lírico de los teatros de Barcelona,
Madrid, México y La Habana. Ello apunta hacia la reveladora
27
Es menester aclarar que de la presencia de Galli y de los cantantes que lo acompañaron
desde México a La Habana solo se poseen cuantificados los estrenos entre 1838 y 1840;
queda pendiente para otro proyecto esclarecer el número de representaciones llevadas a
cabo en la capital cubana.
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influencia de Galli en otros sectores de la esfera musical y, por
supuesto, en la conquista del público aficionado hispanoamericano.
A partir del arribo de Galli a las ciudades en cuestión, se puede
asegurar que él mismo favoreció el crecimiento de las actividades
de concierto, lo que instituyó el embrión que propicia el sinfonismo
posteriormente desarrollado a lo largo del siglo xix.
En otro sentido, la difusión de la música operística italiana
editada jugó un importante papel en versiones para voces e
instrumento de enorme demanda, cuyo auge implicó espacios para
la representación en bandas de música, café-conciertos, música
de salón, en el contexto de la nobleza, la burguesía, en ambientes
militares, domésticos, en academias y conservatorios de la región.
La obra de Rossini revolucionó la actividad editorial e industrial
de la música entre 1815 y 1848, cuando se publicaron partituras
y transcripciones, dando lugar a la enorme demanda de diferentes
versiones para voces e instrumentos, como el piano y la guitarra
sola. La música de Rossini, dada a conocer por Galli en el ámbito
hispanoamericano, monopolizó tanto los conciertos públicos como
privados en consonancia con lo que ocurría en las principales
ciudades de Europa central.
De ello, es menester indicar el sorprendente volumen de estrenos y representaciones de compositores italianos, llevados a cabo
bajo la dirección escénica de Filippo Galli en América; en total, según las fuentes disponibles, fueron 36 estrenos de Rossini y 55 de
otros compositores para un total de 91. Asimismo, se realizaron 397
representaciones de obras de Rossini y 312 de otros compositores,
lo cual alcanza una cifra de 709 representaciones durante el citado
periodo. Galli favoreció la difusión de la ópera italiana y particular-
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mente la de Rossini en el ámbito hispanoamericano, cuya relevancia
no ha sido estudiada sistemáticamente hasta el presente. El periplo
Barcelona, Madrid, la ciudad de México y La Habana fue testigo
del significativo aporte de Filippo Galli en la puesta en escena del
repertorio italiano de ópera de importancia cardinal en el contexto estudiado. Filippo Galli llegó a consolidar un éxito tan profuso,
diverso, intenso y de tantos resultados que las consecuencias generadas por su impulso influyeron cualitativa y cuantitativamente en
el desarrollo y evolución de manifestaciones musicales y escénicas,
cuya contribución significó una relevante trasformación de las costumbres artísticas en la vida cultural y social hispanoamericana de
la época estudiada.
Figura 12. Fachada del Teatro de la Santa Cruz, Barcelona.
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Figura 13. Fachada del Teatro del Príncipe, Madrid.
Figura 14. Interior del Teatro Principal, ciudad de México.
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Figura 15. Grabado del Teatro Principal, La Habana.
Figura 16. Grabado del Teatro Tacón, La Habana.
Teatros del circuito hispanoamericano en los que actuó y
dirigió Filippo Galli.
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aPéndicE 1. Carta de Cayetano Paris al ministro de Relaciones don Lucas
Alamán, remitida desde Génova el 15 de abril de 1831 (aGn [Archivo
General de la Nación], Gobernación, Gd 127, leg. 28, exp. 12). 28
Exc.mo S.or
Aunque por la infinidad de cosas q.e tengo que arreglar p.a el
desempeño de mi encargo, me falta el tiempo material, no obstante
voy a enterar en detalle a V.E. del estado de mi comisión no menos
q.e a indicar las prevenciones necesarias p.a llevarla debidamente a
buen fin, espezando por partes.
Compañía = Esta se halla ya completa, y de individuos q.e a
mi entender llenaran tanto los deseos de V.E., y del S.r Barrera,
como del publico: entre ellos se halla ajustado el famoso Galli, q.e
ha cantado de primer bajo cantante en el p.o [próximo] pasado
Carnaval en Milan, con la celebre Mad.ma Pasta, y el famoso tenor
Rubini, principales sujetos hoy dia en la profesión del canto: el
S.r Galli, además de su abilidad en el canto es el primero q.e se
conocen en saber poner en la escena las operas, y es todo un
caballero.
Musica = Se ha hecho el acopio necesario; mas 30. Hombres
están trabajando en Milan, p.a sacar las papeles de canto y
orquesta, Maestro tiene la obligación en su contrata de repasar
toda la música antes q.e se pague, p.a asegurarse q.e todo esta
completo, y nada falte, es trabajo nada indiferente. Sabe V.E. q.e
en Mexico se necesitan 50 a 60 dias p.a sacar los papeles de una
28
Es menester especificar que en las siguientes transcripciones de manuscritos, se ha
respetado la caligrafía y la ortografía original de los documentos archivísticos presentados.
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opera, puede pues juzgar el trabajo p.a sacar las de un caudal de
música como el q.e se necesita, en tan corto tiempo, y asegurarse
de hallarse todo completo.
Pianos = Se necesitan, p.a q.e los individuos aprendan los
papeles respectivos en sus casas, y q.e a la ida a el ensayo, cada uno
vaya a ensayar, y no a aprender: deberán ser unos 7: he comprado
hasta ahora 3- : este gasto necesario, es solo un desembolso, pues
a los precios q.e he comprado, y compraré, la empresa sacará a lo
menos triple de su costo al deshacerse de ellos: su transporte de
mar no debe costar nada por ir en el buque fletado: p.r lo q.e toca
de Vera-cruz a Mexico, si no me engaña calculo sobre sus cajas y
embalaje, cada piano podrá ir sobre una mula.
Vestuario = Mucho he comprado p.a los coristas, y demás, a
mi juicio p.a todo el tiempo de la empresa, según el mayor lujo
de los principales teatros de estos países; lastima no tengamos
mejor teatro, en donde lucirlo: su transporte de mar tampoco
debe costar nada p.r la misma razón de arriba.
Quinques = He visto varios en Milan, pero hasta ahora ninguno
de mi satisfacción: a mi vuelta a esa capital, veré los de nueva
invención, hechos por un óptico de allí, y presentados al teatro de
la Scala en el nuevo sistema de iluminación general, propuesto por
el mismo.
Buque = Varios he visto y contratado en esta, en donde vine
en posta desde Milan, al ver lo largo y dudoso q.e se hacia este
negocio tratado por cartas: Se me habían perdido 5000: 6 000: 6
500. p.os de varios buques regulares: ultimamante p.r medio del S.r
Carbonel principal corredor de fletes en esta plaza a intervención
del S.r D.n Geronimo Rossi, dueño del bergantin Colombo, q.e se
halla en Acapulco, y corresponsal de ese S.r Rossas de Mexico, he
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fletado el bergantín el Ferro en 3 600, su porte 288. Toneladas,
muy velero y armado con 6 cañones: bandera Sarda, la mejor
en las actuales circunstancias: debe estar pronto p.a dar a la
vela el dia 30. Del cor.te Abril: el efectivo flete de 3 600. p.os no
será todo a cargo de la empresa, pues hay 3. De las personas no
utiles, q.e deben costearse casi todo el viaje: he estipulado en la
contrata con el Capit.n q.e si en Vera-Cruz se lograra el ahorro
de derechos de tonelaje, y aguada del buque, dos terceras partes
de su importe quedaran a favor de la empresa deduciéndolas del
flete, y la otra quedará a favor del buque: este es como dixe de
288 tonelad.s q.e a 2 p.os y 1r. p.r cada tonelada, y 1.r.l de aguada
son $ 626: en este particular no puedo hacer mas, sobre el haber
tenido presente esta circunstancia, no pende de mi.
Viaje de Milan a esta = Se efectuará en coches de Vettura: el
transporte de los pianos, cajones de música, de vistuario, quinques
y parte del equipaje, irá por separado el vistuario necesitará cajas
interiores de oja de lata soldada, a motivo de los terciopelos, oro
y plata q.e en la mar se hecharan a perder sin ese requisito: todas
las cajas y embalajes se harán en Milan, p.a no perder tiempo en
esta, en donde los gastos de manutención Ec.a de la compañía en
su demora, deben gravitar sobre la empresa.
Demora en esta = Estan escogidas, y fijadas las habitaciones
para toda la comitiva, en la fonda llamada de la Jamaica, y
establecido el precio entre alojamiento y alimento 72 p.as al dia:
no es caro este ajuste, sobre todo porque el fondista debe tener
libres las viviendas escogidas, desde ahora y por lo contrario, yo
no puedo exponerme a dispersar la comitiva en otros tres puntos
a su llegada a esta, p.r muchos motivos.
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FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Viaje de mar = Se hará directam.te a Vera-Cruz, salvo la
obligación del Capitan de tocar, y costear los gastos de puerto, para
refrescar viveres en Gilbraltar, si la navegación del Mediterraneo,
p.r haber sido larga así lo exigiese. Se dejará un piano fuera de
su caja, y la correspond.te música, p.a estudiar, y ensayar operas a
bordo, si el mareo lo permitirá.
Llegada a Veracruz = Para que puedan conocer nuestro buque
a la mayor distancia posible, este llevará bandera tricolor (que
incluyo a V.E.) en lo alto del palo de trinquete, y su bandera sarda
en el lugar de costumbre: el buque es un bergatin con gavias, está
pintado de negro en lo exterior, con una faja amarilla obscura, en
donde figuran 8. Cañones: su largo es de 95. pies de Francia, y
aparenta ser barco de Rey: lleva dos lanchas negras suspendidas
lateralmente en lo exterior hacia la popa: disparará 3. cañones a la
distancia de poder ser vidas, y luego podrán despachar el practico
a recibirnos:
Llegada a Mexico = Sera indispensable q.e de antemano se
hagan las diligencias necesarias, p.a q.e los individuos hallen los
alojamientos en donde han de vivir, a lo menos medio dispuestos,
pues aunque tengan q.e ser de su cuenta, no obstante si han de
empezar a buscarse sus casas, quando se presentaran operas?
En todo hé procurado la mayor economía, y arreglo, de modo
e
q. confio saldrá la cosa a general satisfacción. Acabaré, pues ha
sido preciso ser muy largo. Tengo q.e ir a presenciar el acopio de
viveres, y el trabajo de una vivienda indispensable que tiene q.e
hacerse enterita de nuevo sobre cubierta del buque p.a 7 personas,
desde el palo mayor hasta cerca de popa, pues de otro modo,
hubiera tenido q.e fletarse otro buque en 6000. p.os Voy luego
a salir para Milan, en donde acabar de comprar los pianos y
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JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
quinqués, arreglar el embalaje de unos y otros, cotejar la musica
y ponerla en sus cajas, mandar hacer las de oja de lata, y contra
- cajas de madera para el vistuario, formar el inventario de todo,
hacer la expedición para este puerto franco, arreglar el viage
de la comitiva poner en corr.te el pasaporte de todos, q.e en el
día tiene buenos pelillos en Milan p.a lo exterior, y aqui existe
una convención con el gobierno Austriaco de no poner en esta el
visto bueno a ningun pasaporte, para mayor distancia de la que
aquel señala en su origen; de modo q.e se llevaría solemne chasco,
el que para eludir la polizia de Milan, tomase un pasaporte, solo
p.a Genova, en la inteligencia de salir de aquí para otra parte.
Esto es quanto debo, y con la esperanza, de ponerme pronto
de palabra a las ordenes de V. E. tengo el honor de reiterarme.
De V. E.
Genova y abril 15 de 1831.
Su mas umilde Servidor.
Gaet.no de Paris.
Exc.mo S.r Mtro de Relaciones S.r D.n Lucas Alaman.
aPéndicE 2. Carta de Cayetano Paris, empresario teatral, a don Lucas
Alamán (aGn, Gobernación, Gd 127, leg. 28, exp. 12).
[Jalapa, 28 de Julio de 1831]
D. Lucas Alamán. Ministro de Relaciones.
Exc.mo S.or
Los muchísimos quehaceres a los quales debí atender en Veracruz,
no me permitieron dar a V. E. una razón circunstanciada de lo
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JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
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efectuado en Europa acerca del encargo que motivo mi viage. En
quanto a la formación de la compañía de ópera, y con arreglo a
las instrucciones que se me dieron antes de salir de esa, verifiqué
los ajustes siguientes. A saber: Por 1.ra Dama: existe en México
segun expresan las mismas instrucciones, Por 2.a idem: Contraté
a la S.a Baduera. Por 3.a idem contraté a la S.ra Pasini; aunque no
hubiera debido ajustar a este papel, p.r haberme V. E. insinuado
verbalmem.te que hallándose en esa la S.ra Lopez Mexicana, que
podía desempeñarlo, debía preferirse; no obstante, como la misma
hubiera costado, el ajuste del S.r Finaglia solo, que con la S.ra
Pasini, por ser esta su esposa, tuve a bien verificarlo, asi porque
en nada perjudica al ajuste de la S.ra Lopez, como porque en este
caso la S.ra Pasini será útil p.a los casos de enfermedad, u otros
accidentes. Por 1.er Tenor: al S.r Musatti. Por otro 1.er tenor: al S.r
Siletti 1.er tenor serio efectivo, y no otro primero como espresan
las instrucciones, que en la gerarquia Teatral significa segundo,
en cuyo ajuste la empresa saca ventaja por ser el S.r Siletti un
papel principal, en lugar de segund.o Por bajo cantante: al S.r Galli
que es también comico. Por segundo tenor al S.r Sissa. Por bufo
comico: al S.r Del Médico. Por 2.o bufo comico: esta habrá sido una
equivocac.n en las instrucciones, pues no se conoce este papel en
las óperas: en su lugar contraté al S.r Finaglia, 1.er bufo cantante
y comico, en lo que también ha sacado ventaja la empresa con
respeto a las instrucciones, pues aquellas indican un papel 2.o y el
contratado lo es principal y bueno: Por maestro: al S.r L.co Sirletti.
Por 1.er violin director: no quise verificar su ajuste tanto por haber
un mexicano q.e podía llenar esta plaza, que desde mucho tiempo
ocupaba, quanto porque antes de mi salida de esa los SS.es de la
orquesta, me protestaron, no se contase con ellos si venia un 1.er
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JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Violin Director estraño, y porque creí ver una personalidad del
momento en este encargo: me es de mucha satisfaccion el no haber
verificado un tal ajuste, pues por mí mismo hermano, que se halla
en esta ha sabido haber ya el S.r Barrera, encargado de la empresa,
contratado de 1.er violin director de Orquesta, en la persona,
del S.r D.n Quirino Aguiñaga, lo que hubiera estado ahora en
oposición con la contrata que yo hubiera celebrando en Europa, y
la empresa después de disputas desagradables, hubiera tenido que
pagar a dos profesores, y servirse solo de uno, pues ninguno de
ellos se hubiera sujetado a exercer en la orquesta al lado del violin
director, en su lugar contraté a un profesor de oboe, con obligac.
on
de tocar Dicho instrumento, el octavino, la flauta, y el corno
Inglés, este alterno más conocido en Mexico. Por xefe de Coros:
Al S.or Montarasi, a este le agregue las obligac.es de señalar los
apuntes y hacer papeles de segundos tenores. El importe de las
espresadas contratas, no pasa de las moderada cantidad de 18507
p.tas a las quales agregando el sueldo de Mad.ma Pellegrini suma
las de 24,707 p.tas a más de los citados individuos, que en número
son las designadas p.r las instrucciones y en clase exceden a
las designadas por aquellas, he contratado (sin excederme del
presupuesto asignado), una 1.a Dama Contralto, no indicada en
las instruc.nes que creo será de general aceptación, y sin la cual
no hubiera podido darse algunas operas serias; con cuyo sueldo
asciende el presupuesto de la compañía a 26,003 p.or lo que V. E.
conocerá que a pesar de haber aumentado una Dama principal
tan necesaria y de mérito como en mi elección es Mad.me Masini,
sobre el número de actores señaladas por las instrucciones y
mejorado las clases, y condiciones de Dichos individuos, el
presupuesto deja todavía margen para los sueldos de los 16
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JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Coristas, Ec.a antes de llegar al de 32,000. pes.as fijado por las
instrucciones. Los citados individuos q.e he ajustado, están
contratados por tres años naturales, que se contaran desde el
dia de su llegada a Mexico, y he reservado a fabor de la empresa
el derecho de prolongar las contratas hasta cinco sin alteración
de sueldos. Tienen obligación de vestirse de su cuenta en las
óperas, que como es natural exijan trage bourgeoi, y costearse lo
q.e en la profesión llaman pequeño vestuario, en todas las óperas,
así bufas, como semiserias, y serias: en quanto a los trages de
carácter para estas últimas, he comprado un fondo de vestuario
magnifico, y. 100. libras de lentejuela con 64 onzas de escarcha
de oro, y plata, de mi propio peculio, que en Mexico no se haría
con menos de 20,000 pes.as y gustoso cederé a la empresa por
un costo, que será poco más de 3,000. pes.as puesto en Veracruz.
No dexé de hacer mis reflecsiones sobre la costumbre de todos
los teatros de Italia, de suministrar a los actores los pianos
necesarios p.a estudiar los papeles, y como calculé q.e en Mexico,
la empresa se vería precisada a comprarlos por precios muy
subidos, bien alquilarlos a 25. o 30. pes.as mensuales cada uno,
tuve a bien comprar 7. en Milan, cuyo importe será como de
300. pes.as entre todos siete puestos en Veracruz; arbitrio que
me pareció muy economico, pues la empresa siempre sacará el
dinero de ellos.
No estrañe V. E. que en algunos puntos haya tenido q.e
separarme de las instrucciones p.a él bien de la casa, pues no eran
compatibles con el establecimiento, y marcha de la compañia de
ópera y ser aquellas más pronto un efecto de la buena voluntad
del S.r encargado de la empresa, que una prueba de pericia y
conocimiento en la materia. He omitido a consecuencia la obligac.n
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JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
a las partes sequndarias, de cantar intermedios, por la razón
sencilla, que las principales no hubieran permitido, que aquellas
cantasen las piezas q.e ellos tuviesen a su cargo, y q.e de derecho le
pertenecen; y en caso de haberles querido repartir p.a las mismas
intermedios, las de las óperas q.e no se desempeñaran todavía p.r
la compañia, quando hubiese llegado el caso de montarlas, las
partes principales se hubieran negado, a cantar las arias, duos de
cantados en los intermedios por las partes segundas, y la empresa
se hubiera hallado con las óperas destrozadas, e inutilizadas antes
de darlas; a más de no ser costumbre en las compañías de opera
q.e los segundos canten piezas por separado, que no podrían hacer
efecto despues de oídas las principales.
Tambien prescindí de imponer al 1.er tenor la obligac.n de
dirigir las óperas en los casos de mi enfermed.d o ausencia. Esta
claúsula proviene seguramen.te de una equivocación del S.r encarg.
do
al tomar las instruc.nes por haber quizás oído, que los tenores
dirigen las óperas. Lo que hay es, que el tenor serio, es Director
de escena nato p.a los ensayos de las óperas serias, así como el bufo
comico, lo es en las óperas bufas, quando la empresa no designe a
otro actor p.r más inteligente q.s. [que sea]. Mas esto nada tiene
que ver con mis atribuciones de encargado p.r la empresa de la
parte directiva de todo el ramo en general, y de todo quanto abraza
este destino, el qual nunca sería compatible fuera desempeñado
por un actor, pues serían muchísimos inconvenientes q.e para ello
habría, y los desórdenes, y diversiones, que de ello se originarían.
P.r todo lo espuesto conocerá V.E. q.e p.r mi parte he hecho
quanto hé podido no ahorrando medio, ni trabajo. p.a desempeñar la
comision en que se me ha honrado, con la mayor economia, y acierto
posible, así es que mi lisonjeo será el todo de la aprobación de V.E.
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JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
Tengo el honor de reiterar a V.E. las protestas de mi
consideración y respeto.
Dios y libertad Jalapa 28 de Julio de 1831.
Cayet.no de Paris.
Excmo. S.r Secret.rio del despacho de Relaciones [D. Lucas
Alamán].
aPéndicE 3. Crónica publicada en italiano en el periódico Il Censore
Universale dei Teatri. Milán, octubre de 1836.29
En referencia a la travesía marítima y terrestre de la nueva compañía
italiana de ópera desde Burdeux hasta Veracruz y luego a la ciudad
de México, entre noviembre de 1835 y principios de enero de 1836,
un cronista de Il Censore Universale dei Teatro de Milán informa:
Llegamos a Burdeux en un momento en que la ciudad estaba
más poblada y animada de lo común a causa de un festival de
música. Debido a la espera del momento propicio del embarque,
pasaron dos semanas de estancia verdaderamente placentera. El
aspecto de una ciudad cultural muy interesante, el extraordinario
movimiento del comercio exterior, también las representaciones
importantes de aquel teatro, donde había entonces grandísimo
entusiasmo por Roberto el Diablo (Roberto il diabolo) de
Meyerbeer, la cortés hospitalidad por la acogida y un gran
concierto al final de la fecha con gran honor y provecho, todo
29
El texto aquí presentado es una traducción no literal del italiano al castellano, realizada
por el autor de este trabajo.
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JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
contribuyo a producir en aquella breve y amenísima estancia.
Asimismo, hablamos mucho del viaje con la mayor complacencia.
Rápidamente pasaron para nosotros aquellos 15 días y sobre
la embarcación “La Minerva” yo me encontraba siempre alegre
en compañía de ellos porque el trayecto marítimo nuestro de
55 días no se expuso a ningún peligro, no se hizo de verdad
incomodo a no ser por 7 u 8 días de calma, en todos los demás,
nos acompañó un buen viento y una temperatura moderada.
Se llegó finalmente a Veracruz en una estación en la cual
había pasado el riesgo de contaminación por el vómito negro,
enfermedad que fácilmente contagia a los extranjeros y por lo
demás es mortal. Grande y grandísima fue nuestra sorpresa al
conocer y descubrir cosas nuevas, las construcciones de las casas,
la fisionomía de aquellos habitantes morenos casi todos vestidos
de finísima tela blanca, un clima que en enero se hacía sentir
como el calor europeo de julio y ciertas costumbres en absoluto
diferente a las nuestras. La gran diversidad de condimentos y
de las comidas, más cada objeto, en resumen, era para nosotros
asombroso.
En Veracruz estuvimos enfermos durante 6 días, de los cuales
los cantantes aprovecharon acordar un concierto que tuvo una
ganancia de 2000 y más colonnati debido al poder adquisitivo
de esa rica ciudad. Hay más habitantes blancos ingleses que
morenos, hay franceses también italianos; pero en proporción a su
riqueza están carísimos también todos los productos de primera
necesidad. Un hotel cuesta apenas 4 colonnati al día sin incluir el
vino que es de un precio exorbitante. Desde esta ciudad marítima
para llegar a México se necesitan 4 días de camino en diligencia
por vías y vericuetos incomodos. El primer día, ante todo, fue de
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JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
distracción y diversión. La contemplación de aquella campiña, la
gran cantidad de papagayos y de otras bellísimas aves, flores de
colores muy vivos y de grato olor, frutos de forma curiosa y de
sabores no cercanos a ninguno de nosotros, la impresión de tanta
novedad era fuerte.
Al segundo día quedaba poco por ver, por esta razón nos rendía
el aburrimiento de un lento y escabroso camino; al cansancio se
sumaba el agravante de la caída de la noche. Presa del miedo en
aquella profunda oscuridad, se volcó la diligencia. En medio de las
tinieblas, los hombres gritaban, las mujeres lloraban, no faltaban
gemidos y lamentos, tampoco la sangre; por fortuna estábamos
cercanos a un pueblo grande [Jalapa] donde descansamos y
encontramos medicamentos para aquellos que los necesitaban.
El tercer día nos esperaba una incomodidad más reflexible,
el camino de salida desastroso y peligroso por la casi inevitable
agresión. Para protegernos encontramos una escolta de 8
hombres a caballo y armados, a los que pagamos muy bien. Se
avanzó así dos leguas en diligencia por la vía menos áspera, los
caballos de tiro fueron cambiados para los caminos escabrosos,
eran caballos briosos y furiosos. Se prefería ahora caminar a pie.
Los hombres de la escolta ofrecieron sus caballos, se aceptó la
oferta y así los guías andaban en diligencia y nosotros a caballo;
pero después de tres leguas el país era dado por seguro. Se
cambiaron de nuevo los caballos, se licenciaron los armados
y se continuó en diligencia. Ahora fue, qué al percatarnos
del robo de varios efectos durante el viaje, verificamos que
nuestros guardianes seleccionados eran temidos agresores que
sin duda hubieran aplicado la violencia si con anterioridad no
fuesen avisados de que estábamos escasos de dinero. Precaución
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JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
necesarísima en similares viajes. En aquella tercera noche
dormimos más o menos tranquilos en Puebla.
La cuarta jornada era para nosotros, el día de la impaciencia,
por la curiosidad de ver el tan deseado México y por la ansiedad
de llegar de ese largo viaje a la meta. No encontramos ninguna
satisfacción hasta las dos de la tarde. A las dos, se presentó a la
vista una inmensa llanura, la basta laguna de México, una cantidad
infinita de aves de diferentes especies y muchísimos cisnes que
nadaban vistosos cercanos a los ríos. De esta maravilla se pasó de
una a otra; una cantidad de señores a caballo que avanzaban hacia
nosotros y que cuando se acercaron conocieron de nuestra existencia
que fue para nosotros objeto de agradabilísimo estupor, revelando
que ellos eran el convoy de los deseados y esperados cantantes
italianos. Llenos de júbilo nos acompañaron y comunicaron que
nos esperaba un magnífico recibimiento. De hecho, he aquí primero,
el hermoso carruaje de un sujeto con apariencia calificada al lado
de una majestuosa señora en montura de lujo. La calesa se para y
bajan las dos autoridades que hacen desmontar a los forasteros de
la diligencia, le llaman por su nombre, se abraza, se besan entre
ellos, yo pregunto y descubro que los dos señores de elegante
equipaje eran el cantante Filippo Galli y su esposa. Después
llegaron otros carruajes y muchos otros virtuosos, más bien todos
aquellos ya residentes ahí, después de terminado el encuentro,
todos pasaron de la diligencia a los carruajes privados. Solo yo y
mi compañero fuimos conducidos directamente al mejor hotel de
la ciudad de México, pero no debo hablar de mí, sino de aquellos
cantantes vuestros, que diez días después de nuestra llegada, han
debutado en escena. La primera ópera estrenada en México por
esta compañía fue La sonámbula el 1 de febrero de 1836.
469
JUAN HUGO BARREIRO LASTRA
FILIPPO GALLI, EMBAJADOR DE LA ÓPERA ITALIANA EN HISPANOAMÉRICA
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TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN
COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
RONDY TORRES LÓPEZ
Universidad de los Andes
A
pesar del gran número de fuentes primarias existentes, ningún estudioso de la música había profundizado
sobre la ópera colombiana del siglo xix, situación un
tanto insólita, pues la pasión por la ópera quedó documentada en los anaqueles de las bibliotecas. Existe, además de los
manuscritos musicales, una gran cantidad de literatura publicada
durante más de 50 años en periódicos y semanarios. Esta impresionante colección de escritos, que documenta varias décadas de actividad lírica, nos permite viajar en el tiempo y empezar a escribir un
relato histórico del que compartimos diferentes etapas. El objetivo de este escrito es presentar los resultados de una investigación
sobre la ópera en Colombia, que, además de intentar entender su
importancia y su impacto en la sociedad, contribuye a ampliar el conocimiento sobre el consumo y las prácticas musicales en la Bogotá
decimonónica. Tras un silencio de más de un siglo, la ópera colombiana ha vuelto a sonar gracias a conciertos, grabaciones, ediciones
musicales y diferentes espacios académicos.
La primera parte de este texto presenta la ópera como objeto
estético, reconstruido a partir de la recopilación y el análisis de
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RONDY TORRES LÓPEZ
TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
fuentes primarias. Las ediciones críticas que resultaron de esta fase
de la investigación ponen hoy la música al alcance de intérpretes y
estudiosos. Para completar el trabajo, la revisión de la prensa me
permitió afinar detalles sobre varias temporadas líricas, sobre los
repertorios interpretados y los intérpretes. El estudio de la ópera desde su lugar de adopción posteriormente abrió espacio para
interrogaciones interdisciplinares, plasmadas en la segunda parte
del texto, donde el análisis se revierte en un estudio centrífugo y
la ópera se convierte en un (pre)texto para nuevas indagaciones.
Con esta nueva aproximación multidimensional, el musicólogo ya
no pretende escribir la historia de la ópera, sino una historia de una
época desde la ópera.
LA óPeRA coMo obJeto de estudIo. eL RePeRtoRIo LíRIco escRIto
coLoMbIA duRAnte eL sIgLo xIx
Definir el repertorio lírico en la Bogotá decimonónica no es tarea
fácil. Aunque no parece haber confusión sobre lo que es una ópera,
la zarzuela se asemeja a un género comodín en el teatro colombiano. Trátese de un juguete cómico, un entremés, una tonadilla, un
sainete o incluso una zarzuela del género chico, la palabra zarzuela
es usada a la ligera en los escritos de la época. Las definiciones de
los géneros musicales, una vez exportados a América, adoptan mil
matices y variaciones que responden a la realidad local. La definición peninsular deja de ser válida, como lo señala con humor este
cronista de Medellín en 1888: “la fementida zarzuela no es sino un
zurcido de retazos cómicos con incrustación de dos o tres cancioncitas a cargo de uno de los actores solamente. Miren ustedes ¡qué
en
475
RONDY TORRES LÓPEZ
TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
zarzuela!” (Ponce de León, 2015: xVi). Por consiguiente, existe una
gran variedad de piezas del género chico que no han sido identificas, catalogadas o estudiadas. No hay duda de que este singular
repertorio genera un importante espacio de acomodación entre lo
europeo y lo popular; a futuro, nuevas investigaciones podrán iluminar este tema tan necesario para entender la consolidación de las
músicas nacionales.
Frente a la confusión señalada anteriormente, la ópera se presenta como un género inequívoco. Que sean óperas presentadas por
compañías italianas u escritas en Colombia, la ópera es ópera. Para
Figura 1. José María Ponce de León en 1880. Litografía del
retrato del compositor por el pintor mexicano Felipe Gutiérrez
(Grabado de Rodríguez, Papel Periódico Ilustrado, abril de 1883).
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RONDY TORRES LÓPEZ
TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
simplificar más las cosas, solo un compositor escribió óperas durante
el siglo xix: José María Ponce de León (1845-1882). Tres obras de
ambiciosas proporciones fueron estrenadas en Bogotá por compañías
italianas o españolas: Ester, ópera bíblica en tres actos (1874), la zarzuela
El castillo misterioso (1876)1 y Florinda, ópera mayor española (1880).
Fuentes MAnuscRItAs y docuMentALes
Los manuscritos y la prensa
Varios manuscritos de Ponce de León, todos de impecable caligrafía,
se conservan en excelentes condiciones en diferentes repositorios y
permiten la recuperación de este acervo musical. Incluso pueden
existir varios manuscritos para una misma ópera: partitura general,
reducción para piano, partes separadas orquestales y vocales. De
esta manera, es factible seguir las modificaciones y las revisiones
que hizo el compositor a lo largo de los años. En el caso de Ester,
pude establecer dos versiones de la música. Gracias a una nota de
poseedor, fue posible establecer la fecha en la que los dos tenores
nombrados en las partituras habían estado en Bogotá; de tal manera
fue apareciendo la genealogía de la ópera al punto de poder recuperar el scriptio antiquior, sepultado en la versión definitiva, versión
que el compositor nunca llegó a escuchar (Ponce de León, 2018: 13
y 219). La lectura de la prensa, imprescindible aliada del investigador musical, permitió localizar a los tenores en diferentes años, así
1
Aunque en Colombia no se hizo la distinción entre género chico o grande, El castillo
misterioso, por sus dimensiones y su desarrollo formal en tres actos y quince números,
responde al modelo de la zarzuela grande española.
477
RONDY TORRES LÓPEZ
TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
como obtener más detalles sobre la presentación de las óperas (fechas, hora, lugar, número de funciones, constitución de la orquesta,
etcétera). La prensa documentó como una novela por entregas la
historia de nuestra ópera, validó y archivó el relato de las prácticas
oficiales; a nosotros nos queda como reto reconstruirlo.
Los resultados de las investigaciones anteriores se cristalizaron
en las ediciones críticas de dos obras líricas de Ponce de León, que
contienen tanto la reducción para piano como la partitura completa,
además de la introducción, las variantes musicales, el aparato crítico
y una serie de anexos, en miras de la restitución rigurosa del patrimonio lírico (2015 y 2018).2
Figura 2. Manuscrito autógrafo de Ester (parte de flauta); los tachones y trozos de
papeles adheridos indican que hubo varias revisiones de la partitura
(BNC, Centro de Documentación Musical).
2
La edición crítica de Florinda está en curso. La información disponible sobre la temporada
de 1874, que incluye el recuento del día a día de los italianos durante el estreno de Ester en
Bogota, se puede encontrar en Torres López, 2012.
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RONDY TORRES LÓPEZ
TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
Los libretos
Los libretos bilingües eran verdaderos objetos de colección; incluían
una presentación del compositor, de la ópera, proponían guías de escucha y una traducción al español del texto cantado en italiano. El
libreto de ópera impreso, además de convertirse en objeto de lujo,
obedecía a un objetivo superior: instruir al citadino, como uno de
los estandartes “civilizadores” de la élite letrada. En el caso de las
óperas de Ponce de León, fue su propio libretista, Rafael Pombo,
quien estuvo al cuidado de la publicación de los libretos de Ester y
de Florinda. El lector descubre una introducción en la que abunda
información sobre la vida del compositor y los contextos de escritura de sus óperas. Como parte del proyecto de recuperación y difusión de las obras de Ponce, el libreto de Ester fue reeditado en una
versión comentada y acompañada de varios artículos que, desde las
ramas de la lingüística, la literatura y la historia del arte, aportan
una nueva visión de la ópera (Alzate y Torres López, 2014).
Otros archivos
En 2017 se firmó un convenio de cooperación entre la Arquidiócesis de Bogotá, el ministerio de Cultura y la Universidad de los
Andes. Una de nuestras labores como musicólogos ha sido estudiar
el patrimonio del archivo musical de la catedral de Bogotá. Dando
continuidad a mi trabajo sobre el siglo xix, he empezado a analizar (e interpretar en conciertos públicos) la música escrita por los
maestros de capilla bogotanos decimonónicos.3
3
Si bien existen algunos trabajos sobre el Archivo Musical de la Catedral de Bogotá, estos
se han centrado en el repertorio colonial. Hasta el día de hoy, el fondo de música del siglo
xix nunca había sido estudiado, como tampoco lo ha sido la historia de la capilla musical
durante el primer siglo republicano (Torres López, 2017).
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RONDY TORRES LÓPEZ
TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
Al ordenar los anaqueles del archivo, han aparecido, además de
partituras, listas de pagos y de ausencias, y cartas de los músicos de
la capilla musical dirigidas al cabildo. Muchos de estos músicos participaban también en la orquesta del Coliseo y en los salones, lo que
testimonia el permanente tránsito entre repertorio sacro y mundano
(de teatro y de salón). De esta manera se obtuvo información sobre
los seis meses de una compañía lírica en Bogotá. La actividad musical
de toda la ciudad resultaba de una pequeña comunidad de músicos en
permanente tránsito entre los espacios públicos y privados, aunque
para un mismo público. Esta “comunidad musical” –parafraseando
la expresión icónica de Benedict Anderson– labró un estilo musical unificado, dentro de un recorrido musical espacial y temporal
que “sonificaba” la capital de la república: la iglesia, en la mañana; el
quiosco, al anochecer, y el salón o el teatro por la noche. En la segunda parte de esta reflexión, veremos cómo lo sónico se convirtió en un
aliado de una élite que buscaba modernizar la ciudad.
LA óPeRA coMo PRetexto de estudIo
La ópera contribuye a civilizarnos
(y en materia de bellas artes a sacarnos de la barbarie).
El Día, 18 de febrero de 1848.
Busando “desarrollar intrigas” dentro de una red de tramas –social,
política, musicológica, económica– en miras de tender hacia una
“visión simultánea e integradora” (Waisman, 1989: 24-25), presento aquí diferentes ventanas epistemológicas que se han ido abriendo
en el estudio sobre la ópera en Colombia.
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RONDY TORRES LÓPEZ
TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
Reflexión sobre lo estilístico
La música “nacional” colombiana, sin pretender encasillar repertorios dentro de definiciones categóricas y pensando en los límites
dinámicos, fluctuantes y maleables,4 puede ser caracterizada como
“italiana” o tender a “lo nuestro”; un vals colombiano es “europeo”,
una romanza migra a lo “romántico”, pero un coro puede ser “patriótico”. Así como hay arias con patrones musicales del bambuco,
un villancico, usando ese mismo modelo, podría ser reabsorbido
por lo “popular”. El lenguaje musical de la época estilísticamente
puede ser definido por el eclectismo cultural. El matiz romántico,
nacional, serio no es el resultado de un lenguaje musical específico,5
resulta de la presencia de un texto, de un título, de su función social
o de la necesidad de vender una obra.
La acomodación de fronteras categóricas según la ocasión puede ilustrarse con el siguiente ejemplo. Durante una de las funciones de Rigoletto, presentada en 1879, las primas donnas cantaron un
bambuco de Ponce de León durante el intermedio:
Las dos hermanas d’Aponte encantaron al público, ejecutando el
bambuco “Virgen de negros ojos”, compuesto por el maestro Ponce
de León, el cual fue aplaudido hasta el furor. Salieron vestidas como
dos arrogantes mozas sabaneras con camisa blanca muy bordada,
basquiña negra y una corrosquita tan graciosa, tan cuca como puede
usarla las más guapa y picaresca joven de los pueblos de Cundina4
Se trata de una relectura en nuestro campo de una metodología propuesta desde los
estudios coloniales sobre la noción de raza y calidad en la Nueva Granada colonial
(Rappaport, 2014).
5
El lenguaje musical del siglo xix en Colombia adopta el modelo de la ópera italiana de
Bellini, Donizetti o el joven Verdi, así como del repertorio de las danzas de salón europeas.
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marca y Boyacá (“Rigoletto”: 300, Diario de Cundinamarca, 19 de
marzo de 1879).
Un bambuco, al ser música popular, no tendría cabida en el
teatro; sin embargo, el público aplaude y aprueba su incorporación
a una función de ópera, al señalar elementos que lo hacen migrar
de lo “popular” a lo “europeo”: las voces italianas, el recinto, el
compositor conocido por sus óperas. La flexibilidad conceptual
es fundamental para entender la sutil incorporación de lo popular
a lo académico al final del siglo, en miras de crear una música
nacional. Paradójicamente, una música que no tuviera influencia
de lo popular al final del siglo xix era objeto de críticas, como se
puede leer en esta reseña sobre la reposición de Florinda de Ponce
de León, en 1893:
Al pensar nosotros en la nacionalidad de Florinda, nos dijimos (y
esto lo dicen muchos): es lástima y muy grande por cierto que Ponce
no hubiera sacado partido de nuestra música nacional amoldando a
un estilo más noble las cantilenas en que nuestro pueblo encuentra
completa manifestación de sus sentimientos (San Ciro, “Revista de
teatro. Florinda”, en El telegrama, 25 de julio de 1893: 805).
El espacio y el público
En la época cuando los bogotanos se aficionan a la ópera, la aparición de nuevos espacios urbanos transformó la ciudad colonial:
los parques, los monumentos, los edificios y las grandes vías eran
las palabras de un guion de historia patria a cielo abierto (Mejía
Pavony, 2000: 204). Las estatuas de los próceres reemplazaron
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las de los santos en una evidente puesta en escena de la joven
república.6
Figura 3. Estatua del general Santander, plaza de Santander de Bogotá.
(Papel Periódico Ilustrado, diciembre de 1884).
Los nuevos edificios republicanos eran emblemas de la modernidad a la que el país aspiraba en su carrera hacia la “civilización”.
Los cambios en la configuración física de la ciudad implicaron nuevos usos de los espacios públicos, nuevas maneras de interacción
social y una reconfiguración sónica de la ciudad republicana. Por
6
La independencia de Colombia frente a la Corona española se dio de manera definitiva en
1819.
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ejemplo, la aparición de parques públicos y de quioscos acondicionados para las retretas fue una de las grandes novedades del
siglo xix, en donde lo sonoro se articulaba con lo social (Velásquez,
2017: 156).
A lo largo del siglo xix, el Coliseo fue objeto de constantes mejoras relacionadas con el aseo y la infraestructura del recinto (Torres
López, 2009: 69-70). Cada compañía lírica extranjera organizaba
reformas al teatro para mejorar la comodidad del público y la calidad de los espectáculos:
El escenario era una miseria: ella [la compañía Síndici-Isaza] lo
ha mejorado con nuevas y muy buenas decoraciones. El interior
del teatro […] estaba lamentablemente descuidado y sucio: ella ha
hecho desaparecer ese abandono, remplazándolo con la decencia y
la limpieza (“Espectáculos civilizadores”, en La Opinión, 5 de julio
de 1865: 211).
Es interesante ver en esta cita cómo limpieza y decencia aparecen
asociadas. Según los manuales de urbanidad, la limpieza y la higiene
evidencian cualidades morales y civilizadas. Leemos en la Urbanidad
de Carreño: “Los hábitos del aseo revelan además hábitos de orden, de
exactitud y de método en los demás actos de la vida” (2017 [1853]:
53). Para que las señoritas –o “los hálitos embalsamados de las flores vivientes”– que concurrían al teatro no fueran neutralizadas por
“inmundicias que dan al santuario de Apolo el aspecto de una cárcel”
(“Ópera cómica”, en Diario de Cundinamarca, 28 de febrero de 1876:
385), el aseo y permanente cuidado del teatro se convirtió en una
condición sine qua non para la comparecencia del público femenino.
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La presencia de la mujer era primordial para el buen desarrollo
de una función. La mujer es objeto de contemplación, “the women is
landscape” (Pratt, 1992: 193) para la mirada masculina o androcentista de los cronistas:
Profusión de luces, lujo de decoraciones, grandes aparatos escénicos, nada de eso faltó anoche. Y debemos agregar que la belleza
femenina tuvo también sus dignas representantes que sirvieron
de ornato y complemento a la función (“La Traviata”, en Diario de
Cundinamarca, 9 de marzo de 1874: 426).
Comparadas con flores y estrellas, las mujeres consolidan un segundo decorado, bello y frágil, galante o erótico, que proyecta al
espacio público conductas de seducción que hasta entonces estaban
circunscriptas al ámbito privado. Sin embargo, la presencia de las
mujeres en el público puede entenderse como un acto fundacional
para una genealogía de las élites. La ópera era fundamental para
la educación de las señoritas.7 Gracias a contenidos edificantes, al
perfeccionamiento de conductas sociales apropiadas en público y a
la unificación del buen gusto, la ópera ató la mujer al porvenir de la
patria. El varón, en cambio, era el bárbaro que había originado las
guerras civiles, incapaz de control y de mesura. Los amoríos y la sexualidad desenfrenada de los hombres públicos (y no públicos) no le
daban al género masculino ninguna posibilidad de presentarse como
modelo moral (Uribe Urán, 2009: 308). En la mujer recaía, entonces,
7
Cuando Rafael Pombo publicó el libreto de Ester en 1874, insistía en que el tema bíblico de
la ópera “debe prevenir en favor de una obra lírica […] a los padres de familia que desean
para sus hijas espectáculos de perfecta moralidad” (Alzate y Torres López, 2014: 20).
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la responsabilidad de personificar los nuevos ideales burgueses republicanos para inculcarlos, a través de la urbanidad y la educación,
a nuevas generaciones (Pedraza, 2011: 31 y 60).
La censura tenía como deber cuidar de la moralidad de los espectáculos y prohibir al público asistir a ciertas funciones. Los
espectáculos más escandalosos fueron aquellos que incorporaron
ballet, más por las vestimentas que por el baile en sí: “la empresa
de ópera italiana […], habiendo oído decir que muchas familias
se abstienen de concurrir al teatro porque no les agrada el baile,
ha resuelto dar las óperas solas” (“Ópera italiana”, en La Velada,
5 de septiembre de 1880: 7). Educación, instrucción, higiene, urbanidad… todos estos temas están directamente relacionados con
el proyecto civilizador que sirve como trama de fondo político y
social durante la segunda mitad del siglo xix en Colombia.
Escuchar y visibilizar la nación
La ópera entró a hacer parte de las nuevas experiencias sónicas que
definieron la modernidad en los países americanos. Retomando la
expresión del antropólogo Gerald Cohen, la élite letrada era una
subcultura impositiva que con su música (ópera, música de salón, retreta, música religiosa) negoció una identidad. Atender una función
de ópera, insistía la prensa, era propio de las personas civilizadas:
“Es de esperarse que las clases civilizadas de la capital concurran al
teatro, por el deber patriótico no menos que por la estimación del
arte y por la consideración que merecen los talentos nacionales”
(“Florinda”, en Diario de Cundinamarca, 13 de noviembre de 1880:
771). Sin embargo, esta negociación se da en medio de una gran rasgadura que marca el final del siglo xix: ¿Cómo ser nacional, es decir,
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autónomo y diferente de Europa, manteniendo su identificación con
Europa? (Shepherd, 1997: 29).
Nineteenth-century Latin America consisted of at least two immediate
tiers of otherness. First, we see the nation-building liberals attempting
to embody otherness by freeing themselves from the discourse of Iberian
power; […] The liberals seek a genetic code erased all of traces of autochthony. Herein we have the second tier of otherness: exclusion and even
elimination of the internal other – the barbarian – vis-à-vis warcraft,
which amounts to statecraft (Madan, 2017: 12).
Lo que pretende escuchar la élite es una música que encubra el
ruido del mundo natural, ese ámbito “salvaje”, y de todas aquellas
agrupaciones humanas que, por medio de lo mimético, se identifican
con él. Lo sensorial, lo primitivo debe ser reemplazado por nuevos
ideales estéticos de belleza y formales que caracterizan –ensonifican– la “civilización”.
En este punto, una nueva trama epistemológica, la cartografía,
va a enriquecer nuestra visión de lo musical. Los mapas realizados
durante el siglo xix buscaban visualizar la nación de la misma manera que la ópera y las músicas escritas la ensonificaban;8 en ellos,
Colombia es un mosaico de zonas civilizadas y de “desiertos solitarios”, desiertos paradójicamente habitados por “africanos” o indios.9 La integración de estos últimos grupos a la nueva nación se
8
Ensounding, ensonification son neologismos propuestos desde los Sound Studies, tomando
como referencia la palabra embodiment; por ensonificar entendemos “hacer sonoro”.
9
En latín, desertus, “abandonado”, es antónimo de celebrar. ¿Son estos espacios geográficos
olvidados por Dios? ¿Por el progreso del siglo xix?
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TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
haría, según los intelectuales de la época, culminando el inacabado
proceso de colonización, iniciado siglos atrás, y “blanqueando” la
población por medio de inmigración europea (Appelbaum, 2016:
79 y 142).
Estas consideraciones eugenésicas, que nos alejan del mundo
musical, son la piedra angular para entender lo que sucede con
la música: el blanqueamiento poblacional con miras de obtener una
raza republicana blanca y virtuosa (Appelbaum, 2016: 79) implicaría un blanqueamiento cultural (sin duda más fácil e inmediato que
el de poblaciones humanas) y la adopción de su música tonal, una
música que es esencialmente dirección y culminación (Shepherd,
1997: 131). La ópera, además de responder a las características anteriores, es considerada el género más sofisticado e importante en
Europa, al abrir espacios de socialización. Por lo tanto, la ópera, su
omnipresencia en la música de salón, en las retretas o en la iglesia,
por medio de trascripciones o como modelo estilístico, celebra el
mundo moderno y permite negociar la entrada de la novel república de Colombia a la “civilización”.
concLusIón: ceLebRAR LA cIvILIzAcIón, negocIAR LA IdentIdAd
Por medio de consideraciones tan diversas como las anteriormente
expuestas, la ópera aparece como una experiencia temporal y espacial, sónica y social que celebró el mundo moderno en la segunda
mitad del siglo xix. La música deja de ser un artefacto estético de
contemplación, es decir, el eje de una estructura centrada en una
serie de obras, y entra a hacer parte integrante de una macroestructura o de un mito en donde lecturas diacrónicas y sincrónicas la hacen partícipe del mito de la modernidad (Levy-Strauss, 1955: 432).
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TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
Creo pertinente recordar acá cómo la música, en la época colonial,
intentaba unificar la ciudad; la música y los sonidos eran conectores
urbanos de eventos masivos asociados a ritos o celebraciones. Instituciones como las catedrales eran el centro de una compleja malla
urbana que aunaba institucionalidad y comunidad, esta red se mantenía viva por el sonido de las campanas (Baker, 2008: 31 y 71).
Si lo sónico servía a un proyecto imperial unificador de las ciudades, en el siglo xix estas iniciativas político-sociales se trasladaron a recintos privados –el salón– o semipúblicos –el teatro–. La
invitación sónica por medio de campanas, fanfarrias, cantos, bailes
en el atrio y procesiones a eventos que dejan de ser gratuitos es, entonces, reemplazada por lo escrito (cartas de invitaciones, anuncios
en la prensa, afiches).
En los nuevos espacios de socialización debía resaltar la urbanidad
y las buenas maneras de los asistentes. La urbanidad permitió clasificar las personas en un siglo que había dejado atrás la configuración
según la pureza de la sangre. La élite republicana tenía como reto
encontrar un nuevo sistema de clasificación para demarcarse del resto de la población; la urbanidad permitió entonces “medir la civilización”, si entendemos por civilización una serie de comportamientos y
hábitos asociados a la sociabilidad (Pedraza, 2011: 28-29, 32, 35 y 50).
La ópera fue un espacio en el que se verificó la nueva identidad
y disciplina republicanas. En el mundo androcentrista que evocábamos anteriormente, el teatro como espacio adquirió un nuevo
significado: el hombre, ubicado en el centro, era quien observaba.10
10
Podriamos añadir también el epíteto ocularcentric (Radano y Olaniyan, 2016: 2),
considerando que en el nuevo orden sensitivo europeo la vista era el sentido que encubría
lo auditivo, por ende, la escritura a la oralidad.
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TRAS LOS CAMINOS DE LA ÓPERA EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XIX
La mujer se sabía observada pero no debía observar al observador.
Esta disociación de la pareja ver-ser visto nos remite a la reflexión de
Foucault sobre el panóptico. A través de lo óptico (y no lo sonoro) la
arquitectura asimétrica de los palcos funciona como una “tecnología
política”, como un punto de encuentro entre espacio y control social
(Foucault, 1975: 207). El panoptismo es un mecanismo que permite corregir (y eventualmente castigar) los comportamientos de las
personas, es decir, su grado de civilización. Si la cortesía impedía la
crítica del público femenino –lo que equivaldría a un castigo público
y posterior rechazo social–, era común leer comentarios ásperos
sobre la actitud poco civilizada de los hombres, si por “galantería”
entendemos una de las cualidades del hombre civilizado: “muy poca
galantería en algunos de los caballeros que concurren, los cuales
inundan de humo todo el edificio” (“Teatro”, en Diario de Cundinamarca, 16 de juniuo de 1874: 716). La burla contra la ignorancia
fue otro mecanismo de la prensa para enmendar comportamientos vulgares: “cuando oigáis aplaudir furiosamente algún trozo
del gran maestro Barbieri, no imaginéis que lo que admiran es la
música; mirad por todos lados y descubriréis que algún actor ha
hecho una monada, o algún perro ha invadido la escena” (Florencio [R. Pombo Florencio], “El nuevo triunfo de Ponce de León”,
en El Tradicionista, 2 de mayo de 1876: 1381).
A diferencia de épocas anteriores, el sujeto nacional del siglo
xix fue considerado perfectible e inacabado; la tarea de la sociedad
consistía en intervenir estos cuerpos dóciles para hacer de ellos ciudadanos cercanos a ciertos ideales (Pedraza, 2011: 2): para ellas, ir
al teatro era la oportunidad de exhibir sus prendas civilizadas; para
ellos, verificar comportamientos exigidos por una cultura de élite.
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La ópera ensonificó un ideal de nación moderna. Fue un espacio
de negociación estética entre ópera italiana, zarzuela española y
repertorio local, un espacio de relación entre artistas locales y europeos, un espacio en el que se plantearon nuevos gustos y prácticas para una comunidad musical. La ópera fue el modelo de música
moderna por excelencia que irradió sobre otros repertorios como
la música de salón o la música religiosa. Durante una función lírica
se podían afirmar, verificar o desmentir identidades sociales y de
género. La ópera y su recinto fueron el escenario social ideal para
redefinir lo educado frente a lo vulgar, lo civilizado frente a lo bárbaro, relacionando la música con disciplina del cuerpo, comportamiento, higiene y hábitos de escucha. La ópera fue el gran diorama
social que celebró y ensonificó la nueva nación.
Fuentes
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Musical.
Diario de Cundinamarca, 9 de marzo de 1874; 16 de junio de 1874;
28 de febrero de 1876; 19 de marzo de 1879; 13 de noviembre de 1880.
El Día, 18 de febrero de 1848.
El telegrama, 25 de julio de 1893.
El Tradicionista, 2 de mayo de 1876.
La Opinión, 5 de julio de 1865.
La Velada, 5 de septiembre de 1880.
Papel Periódico Ilustrado, abril de 1883; diciembre de 1884.
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Catalogación
en la publicación UNAM. Dirección General de Bibliotecas
JOSÉ LÓPEZ-CALO
PALABRAS
Nombres: Krutitskaya, Anastasia, editor.
Título: Celebración y sonoridad en Hispanoamérica (siglos XVI-XIX) / Anastasia Krutitskaya, editora.
Descripción: Primera edición | Morelia, Michoacán : Universidad Nacional Autónoma de México,
Escuela Nacional de Estudios Superiores, Unidad Morelia, 2020.
Identificadores: LIBRUNAM 2083321 (libro electrónico) | ISBN 978-607-30-3193-6 (libro electrónico).
Temas: Música -- América Latina -- Historia y crítica | Música sacra -- América Latina.
Clasificación: LCC ML199 (libro electrónico) |DDC 780.98—dc23
CELEBRACIÓN Y SONORIDAD EN HISPANOAMÉRICA (SIGLOS XVI-XIX)
La edición electrónica de un ejemplar (3.58 Mb) fue preparada por el
Área Editorial de la ENES, Unidad Morelia.
Coordinación editorial: Cecilia López Ridaura y Juan Benito Artigas Albarelli
Primera edición electrónica en formato PDF: junio, 2020
D.R. 2020. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Ciudad Universitaria, Alcaldía de Coyoacán,
C.P. 04510, Ciudad de México, México.
Escuela Nacional de Estudios Superiores, Unidad Morelia
Antigua Carretera a Pátzcuaro 8701,
Col. Ex Hacienda de San José de la Huerta,
C. P. 58190, Morelia, Michoacán.
ISBN: 978-607-30-3193-6
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por PAPIIT de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la
UNAM, a través del proyecto PN404417 “Investigación interdisciplinaria sobre
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