IDENTIFICACIÓN “DE VISU” DE ROCAS Y MINERALES
“De visu” recognition of rocks and minerals
José A. Gallegos (*)
RESUMEN:
La identificación de las rocas y minerales más frecuentes es indispensable para adquirir el conocimiento básico del sustrato en que nos movemos, que condiciona el desarrollo de los vegetales (y secundariamente el de los animales) y del que extraemos las materias primas para todas nuestras actividades
(construcción, abonos, industrias químicas y farmacéuticas y combustibles). Se ofrecen aquí algunas sugerencias sobre (1) cómo conseguir un aprendizaje significativo sobre esta cuestión; (2) cómo situarlo en
una perspectiva de solución de enigmas intrigantes o problemáticos que suponen un desafío a la mente
del alumno y cuya solución le produce satisfacción; y (3) cómo hacerlo progresivamente, desde los cursos de Primaria hasta el Bachiller actual (se supone que en la Enseñanza Universitaria se puede completar todo lo que quede por aprender).
ABSTRACT:
The identification of the most frequent rocks and minerals is issential in order to acquire the basic
knowledge of the substratum where we move; it conditions the development of vegetation (and secondarily that of animals), and we extract from it the raw materials for all our activities (construction, fertilizers, chemical and pharmaceutical industries, combustibles).
In this paper some suggestions are offered with regard to (1) how to achieve a significant learning about
this matter; (2) how to place it in a perspective of intriguing or problematic questions which entail a challenge to the learner’s mind and whose solution is satisfying for him, and (3) how to do it progressively,
from Primary to nowadays Bachiller courses (it is supposed that University Education can complete all
what remains to be learnt).
Palabras clave: Identificación de minerales, Identificación de rocas, Enseñanza-Aprendizaje, Mineralogía, Litología.
Keywords: Recognition of minerals, Recognition of rocks, Teaching-Learning, Mineralogy, Lithology..
INTRODUCCIÓN
La identificación de las rocas y de los minerales
por parte de los alumnos, en cualquier nivel de enseñanza, parece un paso obligado a realizar, tanto
por razones de tipo teórico-práctico, como por razones de tipo didáctico.
Entre las primeras se pueden invocar las siguientes:
1. Son los materiales que existen en la Tierra, y
los que soportan los diferentes procesos geológicos,
tanto externos como internos.
2. Son los materiales con los que están construidas nuestras viviendas y todas nuestras obras de arquitectura y de ingeniería.
3. Constituyen el entorno en el que se encuentran los minerales de interés económico.
Entre las segundas porque,
1. Son los materiales que existen en “el campo”
y con los que nos tropezamos continuamente.
2. La problemática que se le suele presentar con
más frecuencia a los alumnos está relacionada con
saber qué roca o qué mineral es un determinado tro-
zo (encontrado en el campo, en una fachada o en un
pavimento).
Así pues, dedicaré mi atención a sugerir algunos
de los aspectos que deben ser tenidos en cuenta para conseguir una enseñanza-aprendizaje significativa de estas cuestiones y terminaré haciendo sugerencias sobre cuál sea el orden en que se deben ir
desarrollando en el currículo escolar actual.
Por lo que se refiere al desarrollo concreto de estas actividades, caben dos alternativas claras: 1) Entenderlas como meras prácticas de comprobación de
lo explicado-aprendido en clase. 2) Darles un enfoque más activo, más motivador, más en la línea de la
investigación-acción (Tamir y García, 1992; González, 1992; Caamaño y otros, 1994; Lillo, 1994; Watson, 1994; Hodson, 1994; Gil y Valdéz, 1996); incluso puede resultar útil aprovechar también las
conclusiones obtenidas en disciplinas próximas (por
ejemplo, Kempa, 1986, para la Química).
Pero entiendo que eso depende casi totalmente de
la orientación que les dé el profesor, más que de la actividad misma; se pueden invocar buenos ejemplos de
sugerencias y materiales de trabajo ya “viejos” (Alvi-
(*) Dpto. de Didáctica CC Experimentales. Fac. CC de la Educación. Univ. de Granada. 18071. Granada.
Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1997 (5.2), 117-123
I.S.S.N.: 1132-9157
117
ra, 1952; Navarro, 1959; Vidal-Box, 1961), y de otros
más recientes (Carrillo y Gisbert, 1993; Gaona y
Cumbrera, 1993; Mata-Perelló y Sanz, 1994; Castillo,
1994; Muñoz, 1994), que admiten ambas posibilidades; algo similar a lo que ha ocurrido con las ideas
de Bachelard (1938), que no fueron entendidas durante 40 años en esta segunda línea más que por una minoría de educadores. Todo lo que se ofrece a continuación debe entenderse en esta última perspectiva.
en las materias correspondientes, que puede ser esquematizado de la manera siguiente:
Desde el punto de vista metodológico, actualmente parece ineludible partir de las ideas que los
alumnos ya tienen, adquiridas en la casa, en la calle,
de la televisión o en el ambiente académico (Viennot, 1979; Posner at al., 1982; Giordan, 1983; Driver, Guesne y Tiberghien, 1989; Pozo, 1989; Pozo
et al., 1991; Coll et al. 1994) y contar con los errores, ineludibles en las sucesivas aproximaciones al
conocimiento de la realidad (Bachelard, 1938), tanto
por parte de los alumnos como de los científicos en
general. Pero sostengo que eso no puede justificar
que el profesor transmita conocimientos ya de antemano mal estructurados, sólo aproximadamente correctos y(o) menos adecuadamente precisados. Las
aproximaciones, las incorrecciones y los errores se
darán y habrá que contar con ellos, porque están en
relación con la capacidad de comprensión de cada
alumno en un momento dado; pero estimo que no
deben estar nunca en los esquemas, materiales o
exposiciones que se les ofrecen. Por ello se terminará sugiriendo el momento más adecuado para introducir cada uno de los aspectos mencionados.
Por otro lado, seguir un enfoque más psicológico y comenzar proponiendo a los alumnos que
aprendan simplemente los nombres de las rocas
concretas (“granito”, “pizarra”, etc.), tal como ocurre en otros campos, en etapas tempranas del aprendizaje humano; sólo posteriormente se irán acometiendo ampliaciones que permitan distinguir la
composición mineralógica de las rocas, sus rasgos
estructurales y texturales, etc.; al final del proceso
se estará ya en condiciones de sistematizar y clarificar minuciosamente todas y cada una de las rocas
que se han ido reconociendo y diferenciando.
Finalmente, conviene recordar un hecho claro;
la identificación de muchas especies de rocas, sobre
todo ígneas holocristalinas (pero también algunas
sedimentarias de precipitación, como calizas, evaporitas, y los minerales significativos de las rocas
metamórficas) se basa en la determinación de sus
minerales componentes; ese requerimiento plantea
una complicación didáctica, puesto que no parece
posible llegar a la identificación precisa de un “granito”, por ejemplo, si no es viendo que está compuesto por cuarzo, ortosa (feldespato potásico) y
biotita. Esto quizá obligue a tomar una de estas dos
alternativas: (1) dejar el reconocimiento de las rocas que exijan esa concreción hasta un momento
adecuado (2º ESO en adelante?); (2) estudiar simultáneamente los minerales más representativos y las
rocas en las que se presentan.
Una vez expuesto todo lo anterior, por razones
de claridad en la exposición, y para dejar a cada
profesor la posibilidad de hacer la combinación que
le parezca más conveniente en su caso, se presentan
desglosadas las reflexiones referentes a rocas de las
correspondientes a los minerales.
LA IDENTIFICACIÓN DE LAS ROCAS
MÁS IMPORTANTES
Se pueden encontrar aquí, al menos, dos alternativas de desarrollo del trabajo a realizar.
Por un lado, seguir un esquema lógico, tal como
ocurre en las propuestas teóricas de los especialistas
118
1. Determinar el gran grupo al que pertenece el
ejemplar-problema concreto: ígneas, sedimentarias,
metamórficas.
2. Determinar el Subgrupo correspondiente (holocristalinas, detríticas, dinamotérmicas, etc).
3. Especificar de qué roca concreta se trata.
El optar por una u otra alternativa estará en función directa del nivel madurativo del alumno. En la
primera línea, comentando y modificando el trabajo
de Le Bas y Streckeisen (1991), ya propuse una sucinta clave inicial para las rocas ígneas, dando por
supuesto que se ha superado el paso 1 (condición
que estos últimos autores no analizan) (Gallegos,
1994). Más recientemente (Gallegos, 1996) también
he llevado a cabo una revisión minuciosa de la clasificación de las rocas sedimentarias para homogeneizar y simplificar los pasos que he esquematizado
anteriormente como 2 y 3. No obstante, para niveles
bajos (Primaria y quizá primer ciclo de Enseñanza
Secundaria Obligatoria, ESO) será preferible optar
por la segunda alternativa, tal como se hace en Gallegos (1977) para los minerales y en Gallegos
(1993) para la rocas. A partir de ese momento se
podrá ir desplazando la atención hacia el otro enfoque, que acabará siendo dominante en el último
curso de Bachiller.
Desde la segunda perspectiva (que probablemente corresponda al desarrollo que históricamente
ha ocurrido), quizá el primer paso a dar sea, simplemente, el de reconocer unas cuantas rocas, muy
abundantes en la superficie terrestre y(o) muy abundantes en el entorno escolar concreto en el que desarrollemos nuestra labor educativa.
Así, seleccionaremos unas pocas rocas (quizá
no más de una docena para empezar), que podrían
ser: granitos, andesitas, basaltos, conglomerados,
areniscas, pizarras, calizas, carbones, petróleos, filitas, esquistos, gneises.
Como primer paso, pediremos a los alumnos
que observen detenidamente sus características más
fácilmente observables, especialmente los componentes, disposición macroscópica de los componentes (estructura), y sus relaciones intergranulares
(textura) en lo que se puede observar a simple vista.
Después le instaremos a que propongan hipótesis
sobre sus condiciones de origen y que las justifiquen, distinguiendo sólo los grandes grupos: ígenas,
Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1997 (5.2)
sedimentarias y metamórficas); de esa manera, utilizando una técnica muy antigua (el “diálogo socrático”) pero no por ello menos rentable didácticamente y revalorizada recientemente por las
corrientes constructivistas del aprendizaje (cf. Gallegos, 1996b) iremos consiguiendo que las concepciones erróneas o meramente intuitivas que tengan,
se vayan refinando y aproximando progresivamente, hasta alcanzar el punto de vista actual defendido
por los científicos.
El proceso se hará cíclico; cada vez que incorporemos nuevas especies se repetirán todos los
pasos, matizando progresivamente más, en función de la menor disparidad de los ejemplares
acumulados. De esta manera, en una segunda fase, se podrían distinguir rocas ígneas holocristalinas y rocas ígneas microlítico-vítreas que, por su
cristalinidad nos dan indicios acerca de su proceso de enfriamiento, lo cual nos permite subdividirlas; o podremos dirigir la atrención a los diferentes componentes de las rocas sedimentarias ya
conocidas (ganos, cristales, restos orgánicos), que
nos autorizarán a elucubrar sobre los procesos genéticos (detríticos, de precipitación, origen orgánico) y subdivir las rocas sedimentarias en función de este criterio. Estaremos encontces
autorizados a ampliar el número de rocas a conocer, discutiendo ya razonadamente, en cada caso,
en qué grupo y subgrupo debemos integrarlas (las
rocas de metamorfismo térmico y dinámico deben
quedarse para los niveles universitarios).
IDENTIFICACIÓN DE MINERALES
El establecimiento del concepto de mineral y las
implicaciones que éste determina (ordenación espacial de las partículas materiales, y la Anisotropía
que esa ordenación lleva inherente -distintas partículas, o (y) distinto número de partículas, o (y) distinto orden de colocación espacial en líneas y planos reticulares-, y las consecuencias que eso tiene
para entender el Polimorfismo y el Isomorfismo),
no parece que pueda ser bien comprendido hasta
que se tiene bastante desarrollada la capacidad de
abstracción, por lo que el autor estima que la discusión detallada de esos aspectos deberá posponerse
hasta los 18 años.
No obstante, esto no parece ser una dificultad
insalvable para que se aborde más tempranamente el reconocimiento práctico de los minerales,
que se justifica, al menos por las siguientes razones:
1. Siempre se encuentran integrando las rocas.
2. Son los que contienen los elementos químicos de interés práctico (porque están integrando sus
moléculas).
Por ello puede ser motivador plantear el estudio desde una perspectiva de Mineralogía aplicada, que abre un camino fácil al establecimiento y
comprensión de los conceptos de “yacimiento mineral”, “mena” (en sus dos acepciones, a nivel de
yacimiento y a nivel químico), “ganga”, “ley del
Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1997. (5.2)
mineral” y “ley del yacimiento”. Podría seguirse
esta secuencia:
1. Fuentes de los materiales constituyentes de
tantos objetos domésticos y de uso personal como
manejamos (hierro-acero, cobre, plata, oro, etc.).
2. Reconocer e identificar los minerales más importantes por sus implicaciones prácticas.
3. Justificar por qué unos minerales sirven para
obtener un determinado elemento químico y otros
no, aunque lo contengan.
El final del proceso tendrá que desembocar en
el reconocimiento de los minerales por sus propiedades físicas (incluidas las estructurales) y químicas; eso se podrá hacer, tanto sobre los granos integrantes de las rocas, como sobre ejemplares
claros de minerales suficientemente grandes y
frescos como para medir la dureza, obtener el color de la raya y apreciar el brillo, además del hábito cristalino si es posible; lo fundamental es que
sean ejemplares suficientemente puros, homogéneos y masivos para que las propiedades den sus valores típicos, aunque no necesariamente cristales
(que encarecen mucho la adquisición y renovación, se van a estropear en poco tiempo, y corren
el peligro de “perderse” antes).
Para los granos rocosos es importante conseguir que los alumnos aprendan a discernir cuáles
de los minerales integrantes son significativos
para determinar la roca (si la determinación depende de la composición mineralógica). Para facilitar esa labor, ofrezco un anexo con una pequeña y muy resumida clave que puede ser útil en
ese sentido.
Para los minerales parece dar muy buen resultado el uso de las Claves Mineralógicas (Gallegos,
1977), que recogen las especies más frecuentes e
importantes (por sus usos industriales o por su fama
en joyería); por ello quizá resulte superfluo repetirlo aquí de nuevo.
SUGERENCIAS PARA LA DISTRIBUCIÓN
EN LOS DIVERSOS CICLOS DE ENSEÑANZA.
La Tabla 1 ofrece un resumen esquemático de
todo lo expuesto, tomando como referencia las edades cronológicas de los alumnos. Ya es de todos conocido que la edad cronológica sólo estadísticamente es aproximadamente indicativa de la madurez
psicológica y mental; ello obliga a introducir numerosas matizaciones en relación con los “desfases
verticales” (distintas edades de maduración en
alumnos distintos) y los “desfases horizontales”
(distinta edad de maduración para facetas distintas
en un mismo alumno) (Piaget, 1970; Flavell, 1977;
Shayer y Adey, 1986). Pero, de todas, formas, resulta una referencia necesaria y es más adecuada
que sus alternativas (EGB, Primaria, ESO, etc) por
cuanto que está centrada en el alumno, y no en diseños curriculares que responden más a criterios socio-culturales o de estrategia política.
119
< 12 años
Desarrollo de la
capacidad de
observación:
- Observación de
rasgos estructurales
(disposición
espacial, poros,
cavidades, etc.) en
rocas escogidas.
- Observación del
tamaño, color y forma de los granos en
las rocas del entorno.
- Observación de
Color, Brillo y Dureza de los minerales
del entorno.
- Memorización de
nombres de los
ejemplares por los
que siente interés,
con distinción entre
rocas y minerales.
12- 14 años
Rocas:
- Detectar el uso de
las rocas en
construcción.
- Identificación nominal de las rocas
del entorno.
- Observación de
parecidos y diferencias entre las
rocas detectadas
(elegir tipos claramente diferentes
de rocas sedimentariasy volcánicas).
Minerales:
- Identificación nominal de minerales
usados en joyería,
bisutería, etc.
- Medida relativa de
durezas. Apreciación
del color de la raya
y su relación con
el color del mineral.
14 - 16 años
16-18 años
Rocas:
- Reconocer estructuras y texturas típicas
detríticas, volcánicas y
esquistosidad
metamórfica.
- Relacionar con
nombres conocidos,
precisando la terminología, y aprender los
nuevos razonadamente.
- Identificar ejemplares
típicos como rocas
sedimentarias, ígneas
o metamórficas.
Minerales:
- Apreciar y medir
con precisión:
+ la dureza según la
escala de Mohs.
+ El color de la raya.
+ El brillo.
- Identificar los minerales por su dureza,
color de raya
y brillo.
> 18 años
Minerales:
- Identificar los minerales por las propiedades
físicas ya conocidas, y
por ensayos químicos
sencillos (reacción con
ácidos, p.e.)
- Explicar relaciones sencillas entre estructura
cristalina y forma
de presentarse.
- Reconocer relaciones
sencillas entre composición y estructura
cristalina.
- Justificar la clasificación química de los
minerales con matizaciones estructurales,
partiendo de los poliedros representativos de
la celdilla elemental.
Todo
lo
demás
- Justificar el uso de
minerales en obtención
de metales y en joyería.
Rocas:
- Relacionar las caracte
rísticas de rocas ígneas
(holocristalinas y vítreas),
sedimentarias (detríticas,
de precipitación y orgánicas) y de metamorfismo
dinamotérmico con sus
procesos genéticos.
- Justificar el uso de las
rocas en construcción y
en la industria en función
de sus características y
composición.
- Explicar el uso de los
minerales en la industria
y en la joyería.
Tabla 1. Secuencia progresiva en el reconocimiento de rocas y minerales
Mineral prismático, acicular; no rayado por el vidrio
Grupo 1
Mineral laminar con exfoliación laminar buena; rayado por el vidrio
Mineral de color azul intenso
Mineral de color rojo o marrón rojizo
Mineral granudo, en
Mineral de color amarillo o amarillento
cristales bien formados
Mineral de color verde o verdoso
o en grados isodiamétricos
Mineral de color negro o marrón negruzco
Mineral de otro color
Grupo 2
Mineral de Cu
Grupo 3
Grupo 4
Grupo 5
Grupo 6
Grupo 7
Anexo: Clave resumida de los minerales integrantes de las rocas.
120
Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1997 (5.2)
Mineral verde claro a negro; se raya con el punzón; brillo vítreo, graso
o mate; en agujas finas, a veces formando un fieltro
Anfíbol
Mineral negro, negro-marrón o negro-verdoso; no se raya con el punzón;
brillo vítreo (no esencial, pero frecuente en algunas rocas)
Turmalinas
Grupo 1
Negro o marrón negruzco; muy brillante, a veces de contorno hexagonal
Biotita
Amarillo dorado; láminas flexibles y brillantes
Mica oscura alterada
Verde amarillento o
verde oscuro; brillo
vítreo o nacarado
Láminas elásticas
Mica oscura
Láminas no elásticas
Cloritas
Brillo sedoso; láminas muy pequeñas
Sericita
Brillo vítreo o nacarado; láminas poco flexibles;
se raya con la uña
Yeso
Brillo vítreo o nacarado; láminas flexibles,
a veces de contorno hexagonal
Moscovita (u otra
mica clara)
Mineral blanco o
plateado, transparente
Grupo 2
No muy denso (r < 3)
Ver Grupo 7
Denso
Contorno poliédrico; a veces transparente
Granates
Informe, granudo o fibroso
Mineral de Fe
(r= 3,4 a 5,3)
Grupo 3
Amarillo verdoso, transparente o traslúcido; brillo vítreo
Olivino
Amarillo dorado o
Raya al vidrio
Pirita
No raya al vidrio
Calcopirita
broncíneo, opaco;
brillo metálico
Grupo 4
Verde amarillento, transparente o traslúcido: raya al vidrio; brillo vítreo
Olivino
Verde oscuro,
opaco; raya
al vidrio
Sección transversal de 6 lados
Anfíbol
Sección transversal de 8 lados
Piroxeno
Granos esferoidales, opacos, con tono algo turquesa
Glauconita
Con otro tono
Granos no esferoidales, opacos, verde manzana
Mineral de Ni
de verde; no raya
Granos no esferoidales, opacos, verde fuerte
Mineral de Cu
al vidrio
Granos no esferoidales, transparentes o traslúcidos,
de diversos tonos de verde
Fluorita
Grupo 5
Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, 1997. (5.2)
121
En forma de ramillas o raicillas muy finas y divididas (“dendritas”)
Pirolusita
En forma arriñonada, de glóbulos o esferas con estructura fibroso-radiada
Goethita
Raya al vidrio
Cuarzo
(ahumado)
(por lo menos)
No raya al vidrio
Fluorita
En granos
En masa compacta (a veces hojosa); muy
ligero (r =2); se raya con el vidrio
Carbón
Granos
irregulares
totalmente
En masa compacta o granuda; muy pesado
(r= 4); se raya con el punzón
Mineral de Fe
En granos o cristales aislados;
r = 2,9-3,6; no se raya
con el punzón
Sección de 6 lados
Anfíbol
Sección de 8 lados
Piroxeno
Granos
traslúcidos
opacos
Grupo 6
No raya a la
uña; ella sí
lo raya
Raya a la uña,
pero no raya al
vidrio (salvo
impurezas)
Raya al vidrio
pero se raya
con el punzón
Raya al vidrio
y no se raya
con el punzón
Masa terrosa y plástica (muy moldeable en húmedo)
“Arcillas”
Agregado cristalino, no plástico
Yeso
Efervesce con ClH diluido
Calcita (o Caliza)
No efervesce con ClH diluido, pero sí con ClH concentrado
Dolomita
(o Dolomía)
No efervesce con
ClH concentrado
Sabor salado
Sal gema
Sabor salado y áspero
Silvina (Sales potásicas)
Transparente o traslúcido
Sin sabor Opaco, frecuentemente
bandeado
Blanco grisáceo (rosado por alteración); maclas de dos individuos
Fluorita
Fosforita
Ortosa (a veces
Microclina)
Blanco lechoso o sucio (verdoso por alteración); brillo vítreo
o nacarado; con algunas caras finamente estriadas o reticuladas
(maclas polisintéticas)
Plagioclasas sódicas
Gris-azulado a gris oscuro; brillo nacarado; con maclas
polisintéticas
Plagioclasas cálcicas
Cristales, granos o masas compactas transparentes; brillo
vítreo graso
Cuarzo
Masas concrecionadas, a veces fibrosas, traslúcidas en los
bordes; brillo graso o mate
Sílex
(Calcedonia)
Grupo 7
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