/ culture, language and representation ˙ issn 1697-7750 · vol. xiv \ 2015, pp. 9-31
/ cultural studies journal of universitat jaume i
doi: http://dx.doi.org/10.6035/clr.2015.14.1
cultura, lenguaje y representación
revista de estudios culturales de la universitat jaume i
La intensificación de la aserción en el Parlamento
andaluz. Análisis pragmalingüístico de los verbos
de opinión*
Intensification of assertion in the Andalusian Parliament.
Pragmalinguistic analysis of opinion verbs
ester brenes peña
universidad de sevilla
Artículo recibido el / Article received: 23-08-2014
Artículo aceptado el / Article accepted: 21-12-2014
rEsuMEn: El discurso femenino se ha asociado tradicionalmente a la cortesía y
la indirección, dos rasgos que chocan frontalmente con la norma lingüística imperante en discursos agonales como el parlamentario. Para constatar la veracidad
de esta afirmación, el presente artículo aborda el análisis pragmalingüístico de
uno de los recursos que se encuentran al servicio de la modificación de la fuerza
ilocutiva de la aserción: aquellos verbos realizativos que introducen la opinión
del hablante indicando el grado de responsabilidad que este asume ante el dictum. Este estudio pretende, pues, identificar los verbos de opinión empleados
en cuarenta preguntas orales y veinte interpelaciones correspondientes a la VIII
Legislatura del Parlamento andaluz, examinar su funcionamiento y características
formales y, en última instancia, analizar cuantitativamente su empleo según las
variables sexo y rol desempeñado.
Palabras clave: verbos de opinión, discurso parlamentario, habla femenina, intensificación.
aBstract: Female speech has been traditionally associated with politeness and
indirection, two characteristics that clash with the prevailing linguistic norm
in agonistic discourses such as the parliamentarian ones. The main aim of this
*
Este trabajo se inscribe dentro del Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía «La
perspectiva de género en el lenguaje parlamentario andaluz» (HuM 5872), coinanciado con
fondos FEdEr.
10
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article is to test the veracity of this statement. Thus, we will undertake the pragmalinguistic analysis of a specific element that modifies the illocutionary force of
assertion: performative verbs that introduce speaker’s opinions, showing the level
of responsibility assumed. This article will identify such verbs as used in forty
question-time occurrences and twenty interpellations during the VIII Term of the
Andalusian Parliament, to examine their behaviour and formal characteristics,
and to quantitatively analyze their use according to two variables: sex and role
played.
Keywords: Verbs of Opinion, Parliamentary Discourse, Female Speech, Intensification.
1. Introducción
Las diferencias existentes entre el habla masculina y femenina han sido
siempre objeto de interés de la lingüística.1 En la vertiente sociopragmática,
el discurso de la mujer se ha asociado, en líneas generales, con la cortesía y la
atenuación. No obstante, la incorporación de la mujer al ámbito laboral ha propiciado que las interlocutoras femeninas tengan que desenvolverse en terrenos
cuyos discursos están regidos por los rasgos opuestos: la aserción rotunda y la
agresividad verbal. La cuestión que nos planteamos consiste, pues, en dilucidar
cómo formula sus enunciados la mujer en aquellos ámbitos que están marcados
por la intensificación de la aserción y la degradación de la imagen social del
alocutario. En última instancia, pretendemos constatar si estas interlocutoras
imitan las estrategias y fórmulas lingüísticas empleadas por el hombre o apuestan por un estilo comunicativo propio.
Para poder responder a estos interrogantes, nos hemos centrado en el análisis del Parlamento andaluz, una esfera que destaca actualmente por la paridad
de sus interlocutores y en la que la macroestrategia imperante consiste en el
realce de la imagen social propia y la degradación del rival. Nuestro foco de
interés son, en concreto, los verbos realizativos que introducen la opinión del
hablante denotando el grado de responsabilidad con el que se asume lo dicho.
Este recurso lingüístico, que se encuentra al servicio de la modificación de la
1.
Para una visión de conjunto sobre la evolución de los estudios existentes en torno al habla
femenina, véase Carranza Márquez y Rivas Carmona (2007).
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La intensificación de la aserción en el Parlamento andaluz. Análisis pragmalingüístico
fuerza ilocutiva del enunciado, puede mostrarnos si realmente el habla de la
mujer tiende hacia la atenuación o si, por el contrario, ha ajustado su discurso
a las reglas del tipo discursivo.
Como material empírico, hemos seleccionado aquellos dos géneros discursivos que están marcados por una menor planificación: las preguntas orales y
las interpelaciones. En concreto, se han analizado cuarenta preguntas orales y veinte
interpelaciones correspondientes a la VIII Legislatura publicadas en los diarios
de sesiones del Parlamento andaluz. Se trata, pues, de un estudio empírico que,
siguiendo la metodología de la Lingüística pragmática (Fuentes Rodríguez,
2000: 53), intenta alejarse de estereotipos y determinar si existen marcas lingüísticas que respondan a la variante sexo.2
El artículo se estructura de la siguiente forma. En el segundo apartado se
exponen con detalle los diferentes estudios que, desde diversas líneas y perspectivas, han intentado describir el habla femenina. La metodología empleada,
así como la descripción del material empírico utilizado, se explican en el punto
tercero. La exposición teórica sobre los verbos de opinión y los conceptos de
intensificación y atenuación tomados como base se recogen en el apartado
cuarto. Finalmente, se exponen los resultados del análisis llevado a cabo y las
conclusiones generales de la investigación.
2. Características lingüísticas del discurso de la mujer. Estudios previos
El habla de la mujer ha sido analizada desde diferentes perspectivas. En
la Sociolingüística hispánica, Aleza Izquierdo (1994) identifica los trabajos de
Gregorio Salvador (1952), Manuel Alvar (1956) y Guillermo Guitarte (1955)
como los pioneros en tomar en consideración las divergencias ocasionadas por
la variable sexo. No obstante, es, sobre todo, a partir de los trabajos de Labov
(1969), cuando el sexo del interlocutor se convierte en un factor decisivo en
estos análisis, constatándose el papel de la mujer en los procesos de cambios
lingüísticos.
En la misma línea, pero desde una metodología más sociopragmática, los
rasgos propios del habla femenina se han explicado desde diferentes ópticas.
Los primeros trabajos, fundadores de la denominada teoría de la dominación
2.
En el sentido de Smith (1979), para quien las marcas lingüísticas se deinen como «evidence
for sex-based differences at several levels of linguistic analysis» (ápud, 109), mientras que los
estereotipos son «the features which have, for many different reasons, become associated with
and expected of men and women, regardless of their diagnostic evidence. » (ápud, 109-110)
11
12
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(Jespersen, 1922; Lakoff, 1973, 1975), justificaban la predisposición del habla
femenina hacia la mitigación e indirección por la dependencia social de la
mujer con respecto al hombre. En estos estudios, basados únicamente en la introspección, el frecuente uso de expresiones atenuadoras de la fuerza ilocutiva
de la aserción como creo que…, yo diría que…, una especie de… se asocian a
la falta de seguridad e inferioridad propias de la mujer (Lakoff, 1973: 57).
En la década de los noventa, las diferencias lingüísticas ocasionadas por
el sexo de los interlocutores se explicaron por las divergencias existentes en
su educación. Para Lozano Domingo (1995: 177), «los dos sexos pertenecen
a distintas subculturas y poseen sicologías peculiares que son las que dan
cuenta de un registro femenino y uno masculino». Los estudios insertados en
la teoría de la diferencia defienden que ninguna de estas subculturas ha de ser
considerada superior a la otra. Son, simplemente, distintas, y ello se refleja en
sus intervenciones lingüísticas (Coates, 1986; Tannen, 1990; Lozano Domingo,
1995). Sin embargo, y a pesar de este cambio de enfoque, el habla femenina se
sigue asociando a la atenuación, la cortesía, la mitigación del disentimiento o el
interés por «preservar el funcionamiento fluido de la conversación y mantener
el tono amistoso» (Lozano Domingo, 1995: 203), características no adecuadas
para la arena parlamentaria.
Las investigaciones más actuales abogan por combinar la variante sexo
con el resto de factores que influye en la comunicación: rol desempeñado, tipo
de texto, contexto lingüístico, etc.3 De este modo, las diferencias existentes
en los discursos formulados por hombres y mujeres en el Parlamento pueden
deberse al papel político encarnado (Gobierno-oposición) o a la estrategia argumentativa esgrimida. En consecuencia, y para evitar caer en estereotipos, en
el análisis cuantitativo realizado en este trabajo se combinará la variante sexo
con el rol desempeñado.
3. Metodología
Según se ha indicado, el presente trabajo analiza los verbos de opinión
empleados en el Parlamento andaluz con el objetivo de determinar si existe
alguna interrelación entre el empleo de algunas de estas unidades y el sexo de
los interlocutores. En concreto, pretendemos constatar si es cierto que, como
afirma la teoría de la dominación (Jespersen, 1922; Lakoff, 1973, 1975), las
3.
En este sentido, véanse los diferentes trabajos publicados en el número monográico 6 (1) de
la revista Discurso y Sociedad, coordinado por Fuentes Rodríguez y Bañón Hernández.
ester brenes peña
La intensificación de la aserción en el Parlamento andaluz. Análisis pragmalingüístico
interlocutoras femeninas tienden hacia el empleo de verbos atenuadores de la
aserción.
Así pues, partiendo de la concepción del estudio pragmático expuesto en
Fuentes Rodríguez (2000: 53),4 se han identificado y analizado los verbos realizativos que introducen la opinión del hablante en cuarenta preguntas orales y
veinte interpelaciones de la VIII Legislatura.5 La diferencia en la cantidad se
debe a que la menor frecuencia con la que se plantean interpelaciones en el Parlamento nos impedía obtener cuarenta casos en la legislatura mencionada. No
obstante, no creemos que esta diferencia afecte a los resultados obtenidos, pues
ambos géneros coinciden en su menor grado de planificación y su marcado
carácter agonal.
Tanto las preguntas orales como las interpelaciones poseen una limitación
temporal estricta, una estructura fijada y una temática conocida de antemano.
El asunto planteado ha de presentarse por escrito días antes de ser tramitado
en el Parlamento,6 lo que facilita que las primeras intervenciones estén planificadas y sean bastantes previsibles. No obstante, la imposibilidad de prever
completamente las reacciones del rival dialéctico en los turnos de réplica favorece un grado mayor de espontaneidad. De hecho, para Fuentes Rodríguez
(2013: 14), las preguntas orales son «un texto mucho más directo, más corto y
más cercano a una interacción directa». Se trata, pues, de los tipos discursivos
donde mejor se puede apreciar el estilo retórico personal de cada interlocutor,
así como las divergencias existentes entre ellos.
Estos géneros difieren, en principio, en el fin comunicativo. Según el
Reglamento del Parlamento andaluz,7 el objetivo de las interpelaciones es
plantear un debate sobre las causas o metas que rigen la política del Ejecutivo
en cuestiones de política general, mientras que las preguntas orales aspiran
a obtener información acerca de temas de máxima actualidad. Sin embargo,
4.
5.
6.
7.
El modelo de análisis pragmático adoptado nos permite conjugar a la perfección los factores
intra y extra-verbales en el estudio del funcionamiento de las unidades lingüísticas.
Estas interacciones están contenidas en los Diarios de Sesiones número 29, 40, 61, 75, 79, 85,
97, 99, 103, 105, 109, 111, 112, 114, 117, 118, 120, 122, 128, 132, 134, 469, 473, 507, 552,
553, 560, 578 y 584. Todos ellos se encuentran disponibles en la página web del Parlamento
de Andalucía: http://www.parlamentodeandalucia.es/webdinamica/portal-web-parlamento/
recursosdeinformacion/diariosdesesiones.do.
Según el Reglamento del Parlamento andaluz, las interpelaciones han de ser presentadas por
escrito antes de las diez horas del martes de la semana anterior a aquella en la que se celebra
la sesión plenaria. Las preguntas orales requieren ser presentadas también el día indicado,
aunque su presentación puede demorarse hasta las diecinueve horas.
Disponible en: http://www.parlamentodeandalucia.es/opencms/export/portal-web-parlamento/
composicionyfuncionamiento/normativainterna/reglamento.htm.
13
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cuando acudimos a los textos vemos que, en realidad, si la persona que propone
estas preguntas o interpelaciones pertenece al partido de la oposición, ambos
géneros persiguen una misma meta: desacreditar al Gobierno.8 Se parte de una
situación polarizada en la que las demandas de información no son más que un
pretexto para desautorizar y degradar la imagen social del Ejecutivo (Fuentes
Rodríguez, 2011: 54, Márquez Guerrero, 2012: 189).
También es importante resaltar que esta finalidad comunicativa genera la
aparición de una «descortesía normativa» (Fuentes Rodríguez, 2011: 56) que,
por lo general, se formaliza en el discurso mediante elementos lingüísticos
indirectos. El título primero del Estatuto de los Diputados obliga a estos a
«respetar el orden, la cortesía y la disciplina parlamentarios». No olvidemos
que el registro utilizado se halla próximo al polo de la formalidad. El insulto,
la amenaza o la emisión de palabras soeces están vetados. Nos encontramos,
pues, ante enunciados que son descorteses en el fondo y corteses en la forma
(Fuentes Rodríguez, 2011: 56).9
En definitiva, las preguntas orales e interpelaciones constituyen un corpus en
el que, por las características expuestas, el estilo discursivo de cada interlocutor
fluye libremente, pero sin dejar de estar marcado por la confrontación inherente a
este ámbito. Gracias a ello, es posible determinar las divergencias existentes entre
el habla masculina y femenina en el terreno parlamentario sin caer en estereotipos
o ideas preconcebidas. En este sentido, tanto en un género como en otro, para facilitar el estudio cuantitativo de la variante sexo y del rol encarnado, se ha seleccionado un número equitativo de interacciones según las distintas posibilidades que
encontramos al conjugar estos factores: consejera-diputada, consejera-diputado,
consejero-diputada, consejero-diputado. En el caso de las interpelaciones, se han
seleccionado cinco casos de cada subtipo. En las preguntas, han sido diez de cada
subtipo. En total, se han analizado 527 verbos de opinión.
8.
9.
Si la pregunta oral está formulada por representantes del partido del Gobierno, su inalidad es
otra: proporcionar una ocasión al Ejecutivo para que este exponga sus logros. En este caso,
lo esperado es el empleo de estrategias corteses y de autoimagen (Fuentes Rodríguez 2011:
58).
En las interpelaciones, las estrategias verbales descorteses están presentes ya en la primera
intervención del diputado. De hecho, en este caso las primeras intervenciones pueden tener
una duración de hasta diez minutos, mientras que los turnos de réplica solo pueden constar
de cinco minutos cada uno, por lo que es lógico que los interlocutores se enfrenten ya desde
el inicio. En las preguntas orales, sin embargo, la descortesía verbal es más patente en los
turnos de réplica. Su limitación temporal es más estricta: la formulación de cada pregunta
no puede exceder de cinco minutos. Por ello, lo usual es que el diputado no se detenga en su
formulación y reserve el tiempo del que dispone para el turno de réplica.
ester brenes peña
La intensificación de la aserción en el Parlamento andaluz. Análisis pragmalingüístico
4. Los verbos de opinión: un recurso al servicio de la modificación
de la fuerza ilocutiva de la aserción
En un terreno de confrontación polarizada como es el parlamentario, el
dominio de la oratoria es esencial. El interlocutor político ha de ser brillante si
quiere derrotar a su rival. En general, sea cual sea el rol adoptado, todo orador
parlamentario busca imponerse a su receptor y, para ello, tiene que mostrar un
habla tajante que, además de realzar los logros de su partido, denigre al oponente. Se intenta presentar lo dicho como una verdad absoluta e irrefutable,
como la única tesis argumentativamente válida. Y, para ello, los interlocutores
emplean todos aquellos elementos que les permiten reforzar su aserción o intensificar la fuerza ilocutiva de sus enunciados.
Siguiendo a Fuentes Rodríguez (2004: 122), consideramos la aserción
como aquella actividad enunciativa consistente en suscribir o asumir lo emitido.
Es decir, dentro de la enunciación, esta autora diferencia entre la locución,
la actividad de decir, de formular o, más bien, transmitir el mensaje, y la aserción, entendida como el mayor o menor compromiso epistémico del hablante
ante lo dicho.10 La aserción es, pues, un concepto gradual, que va desde la posibilidad o la duda a la afirmación rotunda, aserción tajante (Fuentes RodríguezAlcaide Lara, 1996), reafirmación (Fuentes Rodríguez 2007) o modalización
de la confiabilidad (Fant, 2005, 2007).11
Los conceptos de intensificación y atenuación son susceptibles, pues, de
ser aplicados a la fuerza ilocutiva de un acto de habla (Holmes, 1984; Briz Gómez, 1995; 1996, Albelda Marco, 2007; Briz Gómez y Albelda Marco, 2013;
Albelda Marco et alii, 2014). De esta forma, «si el grado de fuerza ilocutiva
de un enunciado está por encima de un punto de referencia (establecido contextualmente), se hablará de intensificación, mientras que si está por debajo de
este, se tratará de atenuación» (Albelda Marco, 2007: 146).
10. Hermoso Mellado-Damas (2001: 180) utiliza el término adhesión para denominar a esta misma
actividad, es decir, a la asunción de la responsabilidad de lo dicho. A su juicio, se trata de
una zona modal cercana a la enunciación y previa a aquella en la que el hablante realiza una
evaluación subjetiva del dictum. En otras palabras, la modalidad alberga dos zonas, la adhesión
y la modalidad propiamente dicha. Desde nuestro punto de vista, sin embargo, consideramos que
la ausencia de valoración que ella misma señala imposibilita su caliicación como un contenido
modal, por lo que se trata de una actividad enunciativa propia y diferenciada, la aserción.
11. Entendiendo por modalidad la evaluación o apreciación de algo, Fant (2005, 2007) emplea
el término modalización para hacer referencia a la graduación siempre implícita en dicha
evaluación. La modalización de la coniabilidad, perteneciente al plano lógico-semántico,
consiste en el hecho de entender el acto aseverativo A «como totalmente/altamente/cierto
grado coniable» (ápud, 2005: 114-115).
15
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Siguiendo a Briz Gómez (1996: 24), consideramos la atenuación y la intensificación como categorías pragmáticas que pueden afectar tanto al contenido
proposicional como a la fuerza ilocutiva de un acto. La atenuación «como categoría pragmática, es una estrategia de distanciamiento del mensaje, lo que hace
que el productor no se responsabilice de una parte o de todo lo dicho o hecho,
esto es, que el grado de certeza que imprime o su compromiso con esa verdad sea
menor, todo ello para «prevenir», «curar» o «autoprotegerse» (Briz Gómez y Albelda Marco, 2013: 311). La intensificación, en cambio, supone, en nuestro caso,
un mayor grado de asunción de lo dicho. Esto es, en las aserciones intensificadas
el hablante se compromete totalmente con el contenido emitido.12
Entre todos los elementos lingüísticos susceptibles de ser utilizados para
intensificar o atenuar la fuerza ilocutiva de la aserción, ocupan un lugar destacado los denominados verbos introductores de la opinión del hablante o verbos
de opinión (Comesaña, 2004; González Ruiz, 2014), verbos realizativos (Martín Zorraquino, 1999) o verbos performativos (Grande Alija, 2002). Si bien el
contenido semántico principal, la postura o tesis defendida, se transmite por
medio de la proposición subordinada sustantiva, estos verbos, gracias a su
semantismo, explicitan de manera no marginal13 una información altamente
valiosa en situaciones de enfrentamiento dialéctico: la actitud del hablante ante
el hecho de asumir o no la responsabilidad de lo enunciado. De esta forma, el
emisor indica cómo ha de ser evaluada o interpretada la información, así como
el grado de verosimilitud que hay que concederle.
Estas unidades pueden, por tanto, atenuar la aserción, presentando el contenido emitido como una simple opinión personal subjetiva sin pretensiones de generalidad, o reforzarla, mostrando la total suscripción que realiza el hablante de lo
dicho. Así, verbos como suponer, imaginar, parecer o pensar, al dejar constancia
de la falta de seguridad del hablante en relación a lo emitido en la proposición subordinada, podrían ser calificados como weak assertive predicates (Hooper, 1975: 101)
o expresiones propias de la «suspensión motivada de la aserción» (Barrenechea,
1977: 45), ya que atenúan todo dogmatismo basado en la propia autoridad, sin
negar la posibilidad de la existencia de otras opiniones distintas a la propia. Frente
a ellos, en el polo del refuerzo de la aserción se incluirían aquellos strong assertive
verbs (Hooper, 1975: 106) cuyo contenido léxico pone de relieve la total asunción
12. Para una identiicación de los criterios que nos permiten deinir de forma no ambigua la
intensiicación, véase Albelda Marco (2007). Los criterios identiicadores de las formas
atenuadas se exponen en Briz Gómez y Albelda Marco (2013) y Albelda Marco et alii (2014).
13. Excepto cuando aparecen como un comentario, entre pausas, empleados como verbos
parenténticos (Urmson, 1963; Schneider, 2007).
18
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Dados los límites de caracteres que ha de presentar este trabajo, y debido
también a la escasa frecuencia que posee la mayor parte de los verbos de opinión identificados, hemos decidido analizar solo en profundidad los dos únicos
verbos intensificadores de la aserción que se emplean en el corpus (afirmar y
asegurar) y aquellos otros que muestran un mayor grado de representatividad:
creer y decir y sus variantes formales.
a. Afirmar y asegurar
Estos dos verbos de opinión sobresalen por presentar a los interlocutores
como una autoridad que avala lo emitido. La rotundidad y firmeza en la expresión de la aserción se intensifica aún más si anteponemos el verbo poder a estos
lexemas verbales, ya que con él se realza el hecho de que el hablante dispone
de las evidencias o pruebas necesarias que respaldan lo emitido. En el corpus
analizado, además, el empleo de la primera persona del plural posiciona como
sujeto de esta perífrasis verbal a todo un partido político, tal como sucede en
el ejemplo número 2. De esta forma, la interlocutora se ampara en el crédito de
su formación política para dar más fuerza a su argumentación.
(1) No todas las bajas, porque yo le puedo asegurar que todas las bajas de larga
duración –pues a partir de una semana, a partir de 15 días– se cubren. (Consejera para la Igualdad y Bienestar Social, dsPa15 584, p. 22)
(2) Si hasta el momento los municipios gobernados por el Partido Popular suponen –suponían– el 31 % de la población y los gobernados por el Partido
Socialista el 51 %, podemos afirmar que, diga el señor Griñán lo que diga,
los ayuntamientos del Partido Socialista han tenido más ayudas de las que les
correspondían por población […]. (Sra. Crespo Díaz, dsPa 122, p. 24)
El estudio cuantitativo de las variantes sexo y rol desempeñado muestra una
mayor preferencia de las interlocutoras femeninas por aquellos verbos más claramente intensificadores: en el caso de asegurar, el 80 % de ejemplos corresponden a mujeres; en el caso de afirmar, este porcentaje alcanza el 100 %. Asimismo, el 75 % de los casos de asegurar han sido emitidos por consejeras, aquellas
interlocutoras entre cuyas obligaciones se encuentra la exposición vehemente
de las informaciones solicitadas sobre la política del Gobierno. No obstante, el
porcentaje de estos dos verbos en relación con la totalidad de casos analizados es
15. Diario de Sesiones del Parlamento andaluz.
22
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En esta línea, Cortés Rodríguez y Camacho Adarve (2005: 160-161) hablan de un valor secundario de creer relacionado con la autoafirmación, y que
sería complementario tanto a su valor atenuativo como marcador empático de
cortesía como a su función de apertura discursiva no reactiva. El empleo de un
valor u otro parece depender fuertemente del contexto de emisión y de las unidades lingüísticas empleadas en su contexto.18 A esta misma conclusión llegan
otros autores que han analizado el discurso político, como Simon-Vandenbergen
(1998, 2000), para quien «Speakers do not primarily use I think to express
uncertainty but to convey ‘this is my opinion’. The expression therefore suggest authority rather that hesitation» (Simon-Vandenbergen, 2000: 60) o Blas
Arroyo (2011: 268), quien, desde un punto de vista más general, apunta que
«en determinados contextos no faltan ocasiones en las que los predicados
doxásticos, lejos de realizar esta función mitigadora de las opiniones personales, sirven, por el contrario, para expresar estas de forma más concluyente si
cabe». De hecho, ya Aijmer (1997: 21-28) había diferenciado dos valores de
I think: uno «tentativo», a través del que este verbo expresaba falta de confianza en la veracidad de lo emitido, y otro «deliberativo», mediante el que el
hablante establece un mayor compromiso con lo dicho.
Para Fuentes Rodríguez (2010: 111), cuando creer aparece junto a expresiones intensificadoras de lo dicho, este lexema verbal se convierte en un
recurso para manifestar el compromiso con lo emitido. A través de este verbo,
el hablante se presenta como fuente y garante de lo emitido, revistiéndose, así,
de la autoridad necesaria para sostener lo dicho. Si eliminamos esta unidad
estaríamos ante aserciones rotundas, pero no obtendríamos esa imagen del
emisor como enunciador que garantiza la veracidad de lo emitido y reafirma
su compromiso con ello. Compárense:
(6) Sus prioridades, como siempre, favorecer a los amigos, a los de su partido y a los de su entorno. Y eso es muy grave. Y yo, sinceramente, creo
que con sus palabras no están intentando aclarar absolutamente nada.
(Sra. López Gabarro, dsPa 112, p. 53)
(7) Y eso es muy grave. Con sus palabras no están intentando aclarar absolutamente nada.
18. Piénsese, por ejemplo, que mientras que en su artículo de (1997), centrado en las encuestas
urbanas del habla de Sevilla, Fuentes Rodríguez caliica a este verbo como un mecanismo de
atenuación cortés, en su trabajo sobre el discurso parlamentario (2004) destaca su faceta como
elemento de realce del compromiso del hablante en lo emitido.
ester brenes peña
La intensificación de la aserción en el Parlamento andaluz. Análisis pragmalingüístico
El funcionamiento de creer como reforzador de la aserción aparece cuando
esta unidad introduce un acto asertivo principalmente valorativo, no informativo (De Saeger, 2007), se emite al inicio del enunciado, va acompañada del
pronombre personal sujeto yo (De Saeger, 2007; Aijón Oliva y Serrano, 2010)
y de otros elementos intensificadores (Simon-Vandenbergen, 2000; De Saeger,
2007; Blas Arroyo, 2011) y admite la pronominalización de la completiva
(González Ruiz, 2014). En este sentido, los ejemplos anteriores ponen de manifiesto que creer acompaña a opiniones o valoraciones, no a informaciones.
Además, es llamativo que en el corpus analizado no se observe ningún caso
de creer insertado en la posición final del enunciado. Lo más frecuente es la
posición inicial, que alcanza el 96,2 % de los ejemplos identificados.19 Asimismo, en un 86,6 % de los casos este verbo aparece junto a otras unidades
intensificadoras de la fuerza ilocutiva y, en todos los ejemplos aportados, sería
posible la prueba sintáctica de la pronominalización. El único factor que parece
no concordar con los datos arrojados por este material empírico es la presencia
del pronombre personal sujeto, ya que en este caso no se observan diferencias
notables.20 De todas formas, puede afirmarse que los porcentajes vistos en los
gráficos 2 y 3 no indican, pues, que las interlocutoras femeninas tiendan más
hacia la atenuación de lo dicho, sino todo lo contrario: se presentan como la
fuente que puede garantizar lo emitido, suscribiendo lo emitido sin ninguna
reserva (Fuentes Rodríguez, 2010: 112).
No obstante, no puede obviarse que, gracias a su semantismo, este verbo
de opinión, formalmente, expresa «una pseudocreencia formulada por hablantes que desean suavizar sus aserciones para proteger tanto su propia imagen
positiva como la del interlocutor» (Haverkate, 1994: 126). Es decir, se trata de
un mecanismo que permite al interlocutor ser cortés en la forma, ya que, en
cierto sentido, admite la existencia de divergencias u opiniones contrarias, pero
sin dejar de ser firme y tajante en la aserción. Con el empleo de este verbo se
19. Estos datos coinciden con los obtenidos por Simon-Vandenbergen (1998: 48) en su análisis
del parlamento danés, donde el 94,05 % de los ejemplos se sitúan en posición inicial y en
ningún caso se inserta al inal del enunciado.
20. En concreto, la presencia del pronombre personal sujeto solo se advierte en un 52,1 % de
los casos. Parece que no se conirma lo apuntado por Aijón Oliva y Serrano (2010: 18), para
quienes «Por lo que se reiere a los políticos, es fácil comprender que, por lo general, su
discurso posee una función argumentativa, a menudo con la necesidad de confrontar sus
opiniones con las de otros, ello favorece la aparición del sujeto yo, con el valor icónico de
énfasis en la propia presencia perceptiva que posee esta variante».
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La intensificación de la aserción en el Parlamento andaluz. Análisis pragmalingüístico
Según los resultados del análisis, las expresiones más frecuentes son, de
nuevo, las más neutras en relación con el refuerzo de la aserción. Así, por ejemplo, aquellas fórmulas introductoras en las que la anteposición del verbo poder
refleja, como ya se ha explicado, la autoridad que posee el emisor para sostener
y asumir lo dicho o para garantizar la veracidad de unos datos (ejemplo 8)22 no
llegan al 20 % de ocurrencias. Y el mismo índice de frecuencia poseen las perífrasis verbales de obligación, que suelen ser usadas por el emisor para formular
una crítica o ataque al partido contrario escudándose en su deber (ejemplo 9),
mientras que la alusión al acto de enunciación alcanza el 60 %:
(8) Y no sería fácil, porque yo le puedo decir que, de todas las personas que
tienen solicitada la Ley de Dependencia […], el 58 % de las mismas
prefieren una ayuda económica para seguir siendo atendidos por sus
familias en sus casas. (Consejera para la Igualdad y Bienestar Social,
dsPa 469, p. 17)
(9) Señoría, ha hecho usted un batiburrillo, ¿verdad?, un cóctel, una mezcla
con diferentes temas que van ustedes cogiendo de los medios de comunicación que, tengo que decirles con absoluta sinceridad que no sé qué
relación guardan con la pregunta que traían ustedes en el día de hoy.
(Consejera de Salud, dsPa 112, p. 56)
Sin embargo, el análisis cualitativo del material empírico ha mostrado que
la alusión metadiscursiva al verbo decir no carece de relevancia en el refuerzo
de la aserción. Evidentemente, el verbo decir, ya sea conjugado (digo que) o en
infinitivo, con una elipsis del verbo auxiliar que impide determinar el enunciador de lo dicho (decir que, decirle que),23 puede utilizarse como medio de cohesión para organizar la información proporcionada (ejemplo 10). Pero lo más
frecuente en el corpus analizado es que estas fórmulas se empleen de forma
estratégica, para focalizar la información emitida, acentuando la discrepancia
con el alocutario y la denigración de su imagen social (ejemplo 11).
(10) También decirle, señoría, que la situación no ha variado desde esa fecha.
Ya he comentado en algún debate que, evidentemente, la foto fija de la
consignación presupuestaria hay que verla en periodos homogéneos,
al objeto de que sean comparables. Y solamente decirle que hemos
22. De ahí que estos verbos de opinión sean empleados, fundamentalmente, por los representantes
del Gobierno.
23. En este caso, llama la atención la indeterminación del hablante. Así, aunque el receptor
iniere que el hablante o enunciador es el emisor, la construcción con ininitivo atenúa su
responsabilidad con respecto a lo emitido (Fuentes Rodríguez, 2009: 66).
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concentrado la totalidad de la deuda en los grandes proveedores […].
(Consejera de Salud, dsPa 122, p. 62)
(11) Y le digo que los andaluces estamos cansados de corrupción, cansados
de amiguismos, cansados de hermanísimosy muy cansados de un Gobierno que, al noinvestigar y perseguir con contundencia la corrupción,
como mínimo, ha dado por bueno el convivir con ella. (Sr. Rojas García, dsPa 112, p. 21)
Tampoco es inusual que estos verbos introduzcan en el discurso acusaciones formuladas enfáticamente a través de elementos intensificadores del
dictum como frases hechas o adverbios enunciativos:
(12) Ese es el principal uso de los Fondos de Cohesión que hemos realizado.
Y le digo, deverdad: Dígale a algún compañero de Jaén que se dé una
vuelta por la provincia, porque me ha parecido escucharle que la Autovía del Olivar duerme el sueño de los justos. […]Yo se lo digo de verdad, señora Crespo: No haga usted que su partido le haga subirse aquí a
decir estas cosas, porque comprendo que usted, que tiene buen sentido,
usted se sonroje. (Consejera de la Presidencia, dsPa 105, p. 30)
En definitiva, no puede vincularse descontextualizadamente la alusión al
verbo de enunciación decir con la emisión de una aserción débil o atenuada.
En el material analizado, la confrontación inherente al discurso parlamentario
junto a la descortesía normativa que rige estas interacciones (Fuentes Rodríguez, 2011: 56) causa que este verbo de opinión se use como elemento de
realce informativo. Y, si atendemos a la variable sexo, son de nuevo las interlocutoras femeninas quienes más recurren a él. En concreto, el verbo decir y
sus variables formales aparece en un 79,1 % de los casos en las intervenciones
de las interlocutoras femeninas. Y, si a este dato le añadimos la variable del rol
desempeñado, observamos que estos lexemas se concentran, sobre todo, en el
habla de las consejeras, donde alcanzan el 83 % de las ocurrencias.
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