Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Academia.eduAcademia.edu

Prefiguras cristológicas en el arte románico

AA.VV., El mensaje simbólico del imaginario románico, Aguilar de Campoo, 2007, pp. 45-77 (Actas del VIII Curso de Iniciación al Arte Románico "Las Claves del Románico")

044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 44 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 45 Prefiguras cristológicas en el arte románico José Manuel Rodríguez Montañés Fundación Santa María la Real El mensaje simbólico del imaginario románico, Aguilar de Campoo, 2007 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 46 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 47 N os detendremos en las líneas que siguen en espigar la iconografía de algunos de los personajes del Antiguo Testamento que, por la coincidencia de sus acciones o de la lectura moral de las mismas, fueron durante la Edad Media asimilados a la figura de Cristo. La base argumental de tal parangón se sitúa tanto en alusiones explícitas o veladas del propio Nuevo Testamento como en comentarios patrísticos, de notable aunque desigual repercusión. Su traslación al discurso artístico es igualmente muy dispar, desde asuntos apenas representados fuera del mundo de la miniatura hasta auténticos iconos cristológicos, que llegan por ello a difuminar su misma raíz veterotestamentaria, caso de la figura de Sansón desquijarando al león, sobre la que luego nos detendremos. En realidad no hemos querido reducir en el título el discurso a las figuras del Antiguo Testamento, pues hacerlo hubiera excluido a San Juan Bautista, el Prodomos, el más cercano y evidente precursor del Mesías. El constante recurso a la analogía, tan propio del pensamiento medieval, cumple la función en el discurso teológico de reforzar el vínculo entre la Antigua y la Nueva Ley, dentro del concepto cristiano de etapa de preparación o previa –hasta la Encarnación de Jesús– de la primera. Por ello, son constantes los paralelos que se dibujan en los comentarios patrísticos entre escenas o personajes del Antiguo Testamento y los del Nuevo, a veces sumamente rebuscados y otras recurriendo sin más a lo anecdótico. Recordemos así cómo Eva se llega a considerar como prefiguración de la Virgen María o “Nueva Eva”, acudiendo incluso al retruécano entre su nombre y la salutación Ave. Esta recurrente búsqueda de concordancia entre los discursos vetero y neotestamentario tendrá, sin embargo, una desigual repercusión en lo figurativo. En su plasmación artística, las figuras que, desde lo narrativo a lo simbólico, de modo más evidente anuncian o preludian el ciclo cristológico, serán aquellas que muestren en su 47 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 48 José Manuel Rodríguez Montañés 1. Capiteles del Génesis en la portada occidental de Santo Domingo de Soria. carácter, en sus hechos y como comprobaremos sobre todo en su sacrificio, una mayor semejanza con los dos grandes mensajes de los discursos iconográficos de época románica: la Encarnación y la Redención. Tal asociación no es por supuesto privativa de los personajes que vivieron sub Lege, aplicándose principios similares a otros derivados de la mitología –caso de la Ascensión de Alejandro, la asociación de Sansón como “Nuevo Hércules”, etc.–, a animales –moralización cristiana del Bestiario– e incluso a símbolos abstractos. En algunos casos el carácter de prefiguración es casi anecdótico y efímero. Como tal podemos considerar la figura del profeta Jonás, que gozó de notable difusión durante los primeros tiempos del cristianismo para luego palidecer. Del ciclo se retuvo su estancia durante tres días en el vientre de la ballena (Jon. 2, 1), al igual que Cristo permaneció tres días en el sepulcro (Mt. 12, 40; Lc. 11, 30), y del mismo modo que fue expulsado por el animal (Jon. 2, 11), así Jesús resucitó. Por su carácter de símbolo de la Resurrección, el asunto trascendió al retablo de Nicolás de Verdún que inmediatamente analizaremos, o a las vidrieras de las catedrales de Canterbury, Augsburgo, Bourges o Mans, entre otros no muy numerosos ejemplos. En lo hispano, lo encontramos representado en la fachada de Ripoll, dentro de un ciclo que recoge su vocación, la expulsión por la ballena y al profeta tumbado bajo la hiedra tras su prédica en Nínive. Mayores dudas interpretativas encierra 48 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 49 Prefiguras cristológicas en el arte románico un capitel de la galería porticada de San Ginés en Rejas de San Esteban, probablemente una pesca milagrosa. Un conjunto especialmente significativo lo representan los diecisiete paneles del magnífico retablo de Klosterneuburg, realizado en realidad para un púlpito por Nicolás de Verdún a finales del siglo XII (1181), luego completado y reconvertido en retablo de altar en 1331, tras el incendio sufrido por la canónica a principios del siglo XIII. En las cuarenta y cinco escenas originales encontramos toda una serie de prefiguraciones veterotestamentarias, divididas en dos series, una ante Legem –esto es, antes de la revelación de la Ley a Moisés– y otra sub Lege –tras ella–, asociadas en el centro a su correspondiente del ciclo neotestamentario –sub Gratia–, constituyendo una de las mejores colecciones iconográficas del románico final. Veamos en extracto tales temas. Panel 1: Anunciaciones de Isaac (Gén. 17, 15-21; 18, 11-15), de Cristo (Lc. 1, 26-38), de Sansón (Jue. 13, 2-5). Panel 2: Nacimientos de Isaac (Gén. 21, 1-3), de Cristo (Lc. 2, 7) y de Sansón (Jue. 13, 24). Panel 3: Circuncisiones de Isaac (Gén. 21, 4), Jesús (Lc. 2, 21) y Sansón. Panel 4: Intercambio de presentes, entre Abraham y Melquisedec (Gén. 14, 17-20), de los tres reyes magos (Mt. 2, 9-11) y de la reina de Saba a Salomón (I Re. 10, 1-13). Panel 5: Paso del Mar Rojo por los israelitas (Éx. 14, 15-31), bautismo de Cristo (Mt. 3, 13-17; Mc. 1, 9-11; Lc 3, 21-22; Jn. 1, 21-32) y construcción del altar y el mar de bronce del Templo de Salomón (1 Re. 7, 23-29; 2 Par. 4, 1-6). Panel 6: Camino, el de Moisés en su vuelta a Egipto (Ex. 4, 108-23), la Entrada de Cristo en Jerusalén el Domingo de Ramos (Mt. 21,1-11; Mc. 11, 1-11; Lc. 19, 28-40 y Jn. 12, 12-19) y la institución de la Pascua (Éx. 12, 1-14). Panel 7: Eucaristía, con las ofrendas de pan y vino de Melquisedec (Gén. 14, 1820), la Última Cena (Mt. 26, 20-29; Lc. 22, 14-20; Jn. 13, 21-30 y 1 Cor. 11, 23-25) y el maná en el desierto conservado en una urna (Éx. 13, 32-34). Panel 8: Traición, representada por la muerte de Abel (Gén. 4, 8), el beso de Judas (Mt. 26, 47-50; Mc. 14, 43-46 y Lc. 22, 47-48) y la guerra civil entre la casa de David y la de Saúl, con la muerte de Abner a manos de Joab (2 Sam. 3, 27-32). Panel 9: Sacrificio de Isaac (Gén. 22, 1-14), Crucifixión (Mt. 27, 33-50; Mc. 15, 2237; Lc. 23, 33-46 y Jn. 19, 17-25) y los exploradores de Moisés vuelven con un sarmiento (Núm. 13, 1-26). Panel 10: Pecado Original (Gén. 3, 3-6), Cristo muerto ante la cruz, con las Tres Marías y San Juan, e historia de Josué (Jos. 8, 29). Panel 11: José en el pozo (Gén. 337, 18-24), Santo Entierro (Mt. 27, 59-60; Mc. 15, 42-47; Lc. 23, 52-55 y Jn. 19, 38-42) y Jonás y la ballena (Jon. 1, 15-17). 49 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 50 José Manuel Rodríguez Montañés Panel 12: Liberación, con la institución de la Pascua y de los Ácimos (Éx. 12, 7-30), el Quebrantamiento de los Infiernos y Liberación de los Justos, y Sansón desquijarando al león de Timna (Jue. 14, 5-6), éste acompañado del letrero: VIR GERIT ISTE TUAM LEO MORTIS CHRISTE FIGURAM. Panel 13: Bendición de Jacob a sus hijos antes de su muerte (Gén. 49, 1-27), resurrección de Cristo (Mt. 28, 1-10; Mc. 16, 1-18; Lc. 24, 1-11; Jn. 20, 1-10) y Sansón portando las puertas de Gaza (Jue. 16, 1-13). Panel 14: Ascensiones de Enoch (Gén. 5, 24; Heb. 11, 5-6), Cristo (Mc. 16, 19; Lc. 24, 50; Hechos 1, 9) y Elías, transportado por el carro de fuego (2 Re. 2, 9-13). Panel 15: Noé en el Arca (Gén. 7, 1-18), Pentecostés (Hechos 2, 1-4) y Moisés recibiendo las tablas de la Ley (Éx. 19, 16-21). Panel 16: La Segunda Parusía, con el Pantocrátor (Mt. 24, 29-44 y 25, 31-46; Ap. 20, 1-15), ángeles trompeteros que la anuncian (Mt. 24, 29-31) y la resurrección de los muertos (Dan. 12, 2; Éx. 37, 12; Jn. 5, 28-29). Panel 17: La Jerusalén Celeste (Ap. 21 y 22), Cristo-Juez (Ap. 21, 7-8) y el Infierno (Ap. 21, 8; Job 41). A una más modesta escala, y sólo como ejemplo del frecuente recurso a evocaciones veterotestamentarias, citemos la decoración del reverso de una cruz relicario mosana de ca. 1160-1170 conservada en el British Museum, en el que, en cinco placas de cobre con esmaltes, se desarrolla, en el centro la bendición de Jacob a los hijos de José, Efraim y Manasés (Gén. 48), y en los extremos, el episodio de Moisés y la serpiente de bronce (Núm. 21, 7-9), acompañado de Aarón y otros; el profeta Elías con la viuda de Sarepta (1 Re. 17, 8-16); un israelita dibujando con sangre de un cordero el signo de la tau sobre la puerta de su casa, según ordenó Moisés que hiciese su pueblo tras la institución de la Pascua (Éx. 12, 21-28) y, por último, los exploradores Josué y Caleb portando entre ambos un enorme racimo de uvas, que llevan ante Moisés (Núm. 13, 24 y 14, 5-6). La asociación de estos asuntos con la Crucifixión es, salvo el sacrificio pascual, meramente tipológica, formal, gestual, dibujando cruces la serpiente sobre la columna, los brazos de Jacob, el racimo pendiente y la pértiga sobre la que lo transportan y los dos maderos que porta la viuda de Sarepta. Respecto al episodio de la serpiente de bronce, la interpretación teológica del aspecto formal lo convirtió durante el Medievo en simbólica representación del poder salvífico de la cruz de Cristo. En una placa de esmalte renana de la colección Keir esta interpretación se explicita con el letrero que porta Moisés en una filacteria: MISTERIUM CRUCIS. Refería Favreau cómo en una cruz procesional del siglo XII conservada en los Reales Museos de Historia y Arte de Bruselas, en los extremos del travesaño aparecían figurados Abel y Caín, mientras en el brazo vertical se acudía nuevamente a representaciones del Antiguo Testamento que evocaban el propio soporte que decoran en la cruz, así el sacrificio del cordero pascual –con la inscripción MACTATIO AGNI–, 50 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 51 Prefiguras cristológicas en el arte románico 2. San Juan de la Peña (Huesca). Capitel del claustro con la muerte de Abel. 51 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 52 José Manuel Rodríguez Montañés Moisés en el desierto con la serpiente –LEX frente de un judío (SIMILIS AARON). MOYSI–, y Aarón trazando la tau en la En la selección de antetipos de Cristo que presentamos, a la breve síntesis de sus más notables hechos narrados en los textos bíblicos y algunas someras reflexiones de los comentarios patrísticos, seguirá el análisis de algunos ejemplos de plasmación en la iconografía románica, comparando –también en lo formal– las analogías establecidas entre ambos ciclos. Sobre todo en la escultura monumental, la iconografía románica acude a los temas de la Antigua Ley bien con una intención narrativa –portada de Santo Domingo de Soria–, bien buscando esas analogías prefigurativas tan comentadas por los textos patrísticos. 1. Abel. El primer mártir “Por la fe, Abel ofreció a Dios sacrificios más excelentes que Caín, y por ellos fue declarado justo, dando Dios testimonio a sus ofrendas; y por ella habló aun después de muerto”, escribe San Pablo en su epístola a los Hebreos (11, 4). Su asesinato a manos de su hermano resulta así la primera muerte injusta de un justo, convirtiéndose por analogía en el primer precedente del sacrificio de Cristo. Por contraposición, Caín, el primer homicida y el primer traidor –lo que lo equipara a Judas–, simboliza tanto al Anticristo como al pueblo judío, según elaboración esta última ampliamente recogida por los Padres de la Iglesia. Y es que aunque el Génesis es relativamente parco en la descripción (Gén. 4), el contraste entre los hermanos dio lugar a numerosas interpretaciones y discursos, desde la perspectiva rabínica y desde la patrística. Tanto los evangelios y San Pablo (Heb. 11, 4 y 12, 24) como San Agustín y otros Padres incidieron en el carácter prefigurativo de Abel; por su inocencia, su condición de pastor –que le asocia al Buen Pastor que es Cristo–, por su sacrificio agradable a Dios y su muerte, que el mismo Jesús considera la primera sangre vertida de un justo en su reproche a los judíos de Mt. 23, 35, haciéndolo así mártir y modelo de mártires. La propia liturgia recogerá ese pensamiento, citando la ofrenda de Abel junto a las de Abraham y Melquisedec, y prefigurando su sangre vertida la Pasión del Señor. Tanto en las pinturas murales de la ermita segoviana de Santa Cruz de Maderuelo, hoy en el Museo del Prado, como en las sorianas de San Baudelio de Berlanga y San Miguel de San Esteban de Gormaz, el testero se decora con dos personajes postrados a ambos lados del Agnus Dei. Flanquean en ellas la peculiar teofanía triunfal –de carácter eminentemente sacrificial y eucarístico– dos figuras arrodilladas y oferentes; el del lado del evangelio puede identificarse con Abel, pues alza en ambas manos un corderillo, y una Dextera Domini surge sobre su cabeza bendiciéndole. La identificación del personaje del otro lado, que eleva como ofrenda una copa, nos lleva a la figura de Melquisedec (Gén. 14, 18-20), rey de Salem, quien “sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abraham...”. Con este sentido lo veíamos ya junto a Abel en un mosaico de San Vital de Rávena. 52 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 53 Prefiguras cristológicas en el arte románico 3. Abadía de San Quirce (Burgos). Noé construyendo el Arca. 53 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 54 José Manuel Rodríguez Montañés 4. Sacrificio de Isaac en un capitel de Santa María de Piasca (Cantabria). El ciclo aparece en las muy fragmentarias pinturas murales de la ermita palentina de San Pelayo de Perazancas. Se adivina aquí la ofrenda de los hermanos, la muerte de Abel y la reprensión del crimen, dentro de un contexto que Bango Torviso interpreta como la contraposición de un ciclo cainita con la Maiestas del cascarón absidal, a la que se asocia Abel, con connotaciones antijudaicas en la línea del pensamiento de Santo Martino de León, y explícitas alusiones a la redención que supone para los trabajos agrícolas –malditos por la Antigua Ley– el sacrificio de Cristo. Junto a otros ejemplos miniados como los del fol. 12v de la Biblia de Burgos, con las ofrendas y la muerte de Abel, las ofrendas de un capitel de San Pedro de Ávila, u otros del claustro de San Juan de la Peña, capilla norte de San Martín de Frómista, vidrieras de la catedral de Canterbury –donde se explicita que la muerte de Abel anuncia la de Cristo–, etc., destacaremos la prolija serie escultórica desarrollada sobre varios capiteles de la iglesia burgalesa de San Quirce de Los Ausines. Tras el Pecado Original, la reprensión y la expulsión del Paraíso, se inicia el ciclo de Caín y Abel, con el segundo como pastor y el inicio de una inscripción a lo largo de los cimacios que recoge el texto del Gén. 4, 2: FACTVS EST ABEL PASTOR OVIVM. En la siguiente cesta aparece Caín trabajando el campo con una pareja de bueyes, en el frente las ofrendas de ambos hermanos y en el otro lateral la muerte de Abel, bajo el texto ET KAIN AGRI- 54 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 55 Prefiguras cristológicas en el arte románico COLA. ABEL, KAIN. KAIN IMPIVS, ABEL IVSTVS). La reprobación del crimen se reproduce en el capitel frontero, bajo la inscripción: KAIN, VBI EST F(rate)R TVV(s) ABEL. Continúa la serie con otros tres capiteles que atañen al tema que nos ocupa, dedicados a Noé, el sacrificio de Abraham y Sansón venciendo al león. Un caso enigmático lo constituye la pila bautismal de San Isidoro de León, pieza de discutida cronología que parece datar de la segunda mitad del siglo XI. De forma cúbica, tres de sus frentes se decoran con relieves del Nacimiento, y en el otro vemos dos curiosos leones afrontados. Inscripciones de muy difícil lectura identifican las escenas: ERAT IOSEF MARIA MATER DEI IN EGIPTVN LE / ERAT A ILLOS IO ANNES BASTA. ZACARIAS / ABEL ET XPS ET IOANNES BAPTISTE, según transcripción de Antonio Viñayo. En la fachada occidental de Santo Domingo de Soria los temas de Caín y Abel finalizan el ciclo dedicado al Génesis en los capiteles de la portada. Se inicia con las ofrendas del fruto de su trabajo en un altar recubierto por un paño (Gén. 4, 3-4); el primero, con túnica corta y barbado, eleva un haz de trigo mientras que su hermano, ataviado con larga túnica, alza un cordero sobre el ara. En la cesta siguiente asistimos a la representación del asesinato, con Caín ante su hermano ya inerte, sosteniendo en su mano izquierda una azada mientras eleva su diestra. Yahvé, barbado y con nimbo crucífero, reprende el crimen alzando su mano derecha (Gén. 4, 9-15). Pero aquí en Soria el ciclo del Génesis no finaliza con el asesinato de Abel, sino con la muerte de 5. San Isidoro de León. Tímpano del Cordero. 55 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 56 José Manuel Rodríguez Montañés 6. San Pedro de Aulnay (Francia). Capiteles del ciclo de Sansón. Caín. Vemos así a dos personajes vestidos con túnicas cortas, de los que el primero, imberbe, posa su mano en el hombro del otro, como guiándole. Éste, barbado y con la cabeza vuelta, tensa el arco que sostiene hacia un tercer personaje, enredado en maleza en la cara corta del capitel. Según la tradición rabínica (Libro Armenio de Adán), el personaje con el arco es Lamec, uno de los descendientes de Caín quien, aunque casi ciego, solía salir a cazar guiado por su hijo Tubalcaín. Un día, confundiéndolo con una presa, Tubalcaín guía la flecha de su padre contra Caín, oculto entre unas ramas. La iconografía cristiana recoge esta leyenda, que desde su perspectiva no significa tanto la venganza de la muerte del justo como la perpetuación de la violencia en el mundo hasta la llegada del Mesías, aunque los ejemplos iconográficos son ciertamente escasos. El asunto lo encontramos en el pasaje miniado de la Creación (fol. 6) de la Biblia de Roda, donde aparecen Caín, Lamec tensando su arco y Tubalcaín, identificados todos por letreros. En otra miniatura, ésta del fol. 11v. del Beato de Fernando I (1047) aparece representado Lamec, acompañado del texto identificativo Noe filius Lamech. El tema de desarrolla en las pinturas protogóticas de la iglesia oscense de Concilio, donde concluyen los siete episodios conservados del ciclo del Génesis, en el segundo registro, con las ofrendas de Abel y Caín, tras las que se inicia un discurso cainita que incluye la preferencia de Dios por la ofrenda de Abel, Lamec disparando su arco guiado por Tubalcaín, la muerte de Caín y el canto de Lamec. La escultura románica nos deja los ejemplos borgoñones de sendos capiteles 56 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 57 Prefiguras cristológicas en el arte románico del nártex y nave de la Magdalena de Vézelay y un capitel de la Sala Capitular de San Lázaro de Autun, o en las catedrales italianas de Módena (relieve de la fachada) y Monreale (mosaico), no conociendo nosotros en lo hispano otro ejemplo escultórico que éste soriano. 2. Noé. La Primera Alianza de la Fe El Génesis cuenta, en sus capítulos 6 al 9, la historia del diluvio universal y de Noé, hijo de Lamec, destinado por Yahvé a salvar al género humano debido a que era “varón justo y perfecto entre sus contemporáneos y siempre anduvo con Dios”. En el arca que éste le manda construir se salvará junto a su esposa y sus hijos Sem, Cam y Jafet, así como una pareja de cada uno de los animales. Tras el diluvio, Dios anuncia que “no volveré ya más a maldecir a la tierra por el hombre”, estableciendo una alianza con Noé (Gén. 9, 1-17). Aunque San Pedro (1 Pe. 3, 20) establece un antitipo entre el agua destructora del diluvio y la salvadora del bautismo, Noé fue considerado en la Edad Media una prefiguración de Cristo, y el arca de la Iglesia. Así, San Agustín veía en el arca la imagen 7. San Vicente de Ávila. Sansón. 57 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 58 José Manuel Rodríguez Montañés 8. Santa María de Quintanilla de las Henestrosas (Cantabria). Sansón. de la Ciudad de Dios, esto es, a la Iglesia salvada por la madera en la que se sacrificó al Redentor. El regreso de la paloma con la rama de olivo se asimiló a Pentecostés, aproximándolo compositivamente al descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles. En la antes citada iglesia burgalesa de San Quirce, asociado al ciclo del Pecado Original y el asesinato de Abel encontramos un capitel dedicado a Noé construyendo el Arca y ésta flotando en las aguas con la paloma que anuncia el fin de las lluvias, bajo una inscripción en el cimacio que reza FECIT S(i)BI NOE ARCA(m) IVXTA V(er)BV(m) D(omi)NI PROPTE(er) AQUAS DILVVII. Otra espléndida representación similar la podemos ver en un capitel interior de Vézelay. También encontramos representado el diluvio en otro del claustro de Alquézar, conservándose bellos ciclos como los de las pinturas murales de Saint-Savin-sur-Gartempe y Bagüés, o en un capitel interior de la catedral de Autun, donde se recoge el momento en el que el arca se posa sobre el Ararat. 3. El sacrificio de Isaac, anuncio de la Pasión y Resurrección de Cristo El sacrificio de Isaac fue una de las más poderosas y recurrentes imágenes veterotestamentarias utilizada a modo de premonición del de Cristo. El ejecutor no era otro que Abraham, el “padre de todos los creyentes” en palabras de San Pablo (Rom. 4, 11), siempre presto a seguir los dictados de Yahvé, con quien selló su alianza instaurando la circuncisión como distintivo del pueblo elegido. 58 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 59 Prefiguras cristológicas en el arte románico 9. Santa Eufemia de Cozuelos (Palencia). ¿Sansón o David? El ciclo de Isaac fue puesto en paralelo con el del propio Cristo, como vimos en la sinopsis de los esmaltes de Kloisterneuburg, con paralelos a su Anunciación (Gén. 17, 16-17), nacimiento (Gén. 21, 1-3) y circuncisión (Gén. 21, 4). No obstante es el sacrificio del esperado y tardío hijo habido con Sara el pasaje que, con diferencia, fue más representado en la iconografía románica (Gén. 22, 1-18), asociado a la Pasión del Señor. La dura prueba encomendada por Yahvé fue obedecida sin dilación. En la frase “y tomando Abraham con presteza la leña para el holocausto, se la cargó a Isaac, su hijo”, los Padres de la Iglesia –San Ireneo, Orígenes, etc.– vieron una prefiguración de Jesús con la cruz camino del Calvario, del mismo modo que en la intervención divina que impide la inmolación de Isaac, reemplazándolo por “un carnero enredado por los cuernos en la espesura” (que, a su vez, prefigura la aportación del HombreDios convertido en víctima), así como en la confianza de Abraham en la promesa divina, se vio una imagen de la Resurrección. El que el lugar del holocausto fuese encontrado “al tercer día”, lógicamente, no pasó inadvertido a este respecto. Orígenes afirma que “Isaac porta los troncos de la cruz como figura de Cristo, que porta él mismo su cruz” (vínculo recogido en el retablo de Nicolás de Verdún, vidrieras de SaintDenis y de la catedral de Canterbury), y añade que “Abraham ofreció a Dios un hijo mortal que no debía morir. Dios entregó a la muerte, para redimir a los hombres, un Hijo inmortal”. Según la composición más repetida, Abraham aparece en el momento de esgrimir el cuchillo contra su hijo, siendo detenido por el ángel, que le muestra –o le aporta– el cordero enredado en las ramas. En Sainte-Croix-du-Mont el ara del sacrificio presenta una abertura que recuerda la de un horno, mientras en otros casos vemos la pira citada en el Génesis. 59 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 60 José Manuel Rodríguez Montañés El tímpano del Cordero de la portada meridional de la nave de San Isidoro de León, está presidido por la figura del Agnus Dei, teofanía en relación con la escena del sacrificio de Isaac. En la parte derecha del mismo se desarrollan los precedentes de aquel, con la despedida de Sara y la presencia en el lado contrario de Agar, la concubina egipcia, y tras ella su hijo Ismael, éste en forma de jinete que dirige su arco contra el cordero del medallón superior. Tanto John Williams como, más recientemente, Therese Martin, han realizado una lectura sociopolítica del friso inferior del tímpano. Más allá del papel del hijo de Agar, a Ismael, como representante de la Vieja Alianza, y de Isaac como adalid de la Nueva, según formuló San Pablo (Gál. 4, 22-31), en la Edad Media, y más concretamente en el área hispana, se le hacía origen de los musulmanes –recuérdese también llamados por las Crónicas agarenos o ismaelitas–, insertándose su oposición en la plena actualidad de la Reconquista en ese entorno del año 1100. Therese Martin va más allá, relacionando la elección de las figuras de los hijos de Abraham con la sucesión del trono de Alfonso VI, que tras el breve reinado de Sancho, el hijo del monarca leonés habido con una concubina musulmana, recayó en su hermanastra Urraca, ella sí legítima. Las representaciones del sacrificio de Isaac en la escultura románica son numerosas, así, junto a las ya citadas, vemos el tema en San Cipriano de Zamora, Santa Marta de Tera, portada meridional de la catedral de Jaca, capiteles del ábside y pórtico de Piasca y Rebolledo de la Torre, San Vicente de Ávila, etc. En las puertas de San Zenón de Verona encontramos además representada la aparición de los tres ángeles en el encinar de Mambré y la Anunciación de Isaac. 4. José, el Patriarca La historia del patriarca José, hijo de Jacob, llena la cuarta parte del libro del Génesis (Gén., 35-50). Fruto de la envidia suscitada entre sus hermanos por ser el preferido de su padre, así como por su rectitud y dones, fue traicionado por ellos, arrojado a un pozo y luego vendido a los ismaelitas. Llevado a Egipto, tras demostrar su castidad al negarse a las pretensiones de la esposa de Putifar, fue encarcelado, aunque el favor de Yahvé le llevó a ser elevado al máximo rango administrativo tras el propio faraón, convirtiéndose en providencial salvador de judíos y gentiles, a los que libró del hambre que asolaba la tierra, al mismo tiempo que, con generosidad, perdonó a sus hermanos. La venta de José por sus hermanos es comparada con la traición de Judas en unos tituli compuestos por Helpidius Rusticus para una basílica de la misma Rávena. También varios sermones de Pedro Crisólogo (432-450) abundaron en esa condición de antetipo no sólo de Cristo, sino también del Bautista. En su Sermo CXLVI, sobre la Natividad, citado por Schapiro, afirma que “los sueños proféticos de José despiertan celos, y las visiones proféticas de Cristo provocan la envidia; José es arrojado al pozo de la muerte y sale de él vivo, Cristo es entregado al sepulcro y también sale vi- 60 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 61 Prefiguras cristológicas en el arte románico 10. La Magdalena de Vézelay (Francia). David. 61 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 62 José Manuel Rodríguez Montañés vo; con José se hace un trueque, a Cristo se le vende por un precio; José es llevado a Egipto, y a Egipto huye Cristo; José proporciona abundancia de pan al pueblo hambriento, y Cristo satisface a las naciones del mundo entero con el pan celestial”. El obispo milanés San Ambrosio también dedica importantes reflexiones en varios de sus tratados a esta figura, caso de De Ioseph patriarcha (P. L., XIV, col. 642-672) o De officiis ministrorum (P. L., XVI). Tales rasgos, aquí sólo esbozados, convirtieron su figura en precursora de la de Cristo. E incluso en el magnífico trono de Maximiano de Rávena, obra de mediados del siglo VI estudiada por Meyer Schapiro, se representaron varias escenas de su vida dentro de un contexto en el que aparece como modelo para los mismos prelados, no sólo en sentido moral sino también como patriarca, esto es, como admirable gestor de los asuntos espirituales y mundanos. Su inserción en el programa de la cátedra episcopal, como sospechaba el ilustre historiador norteamericano, quizás se debiese a una elección del propio arzobispo Maximiano, quien se vería identificado con la figura veterotestamentaria. En las ya referidas vidrieras de la catedral de Canterbury se asimila la escena de José saliendo del pozo con la resurrección de Cristo. En un capitel del nártex y otro alto del lado sur de la nave de Vézelay encontramos repetido el pasaje de José y la mujer de Putifar. Escenas del ciclo de José las vemos en las pinturas de Saint-Savin. No siendo tema común en el románico hispano, fuera de los libros miniados, lo encontramos –con dudas– en un capitel de Santa Cecilia de Aguilar de Campoo (Palencia), asociado temáticamente el pasaje de la venta con otra prefiguración cristológica como es el sacrificio de Isaac y junto a una lucha de guerreros. 5. Moisés. La Alianza Con la entrega a Moisés por Yahvé de las Tablas de la Ley (Éx. 31, 18 y 32, 15) la humanidad entra en el periodo sub Lege, convirtiendo al profeta y liberador del pueblo judío de la sumisión egipcia en figura central del Antiguo Testamento. Sin duda por tal motivo, para los teólogos medievales constituyó Moisés una de las prefiguraciones cristológicas más consistentes. Su nacimiento (Éx. 2, 1-10) se equiparó a la Natividad, la huida de la corte del faraón con la Huida a Egipto, el paso del Mar Rojo (Éx. 14, 16-31) con Cristo andando sobre las aguas, el Maná que cae en el desierto (Éx. 16) con la multiplicación de los panes y los peces, al profeta haciendo brotar el agua de la roca de Horeb (Éx. 17, 1-7) con el Bautismo del Mesías o la Eucaristía (“pues bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”, 1 Cor. 10, 4), los rayos de luz que brotan de su frente al bajar del Monte Sinaí (Éx. 34, 29-30) con la Transfiguración, la institución de la Pascua (Éx. 12, 1-28) con la de la Eucaristía en la Última Cena, la elevación de la serpiente de bronce (Núm. 21, 4-9) con la Crucifixión, del mismo modo que la tau pintada con sangre del cordero en la Pascua sobre los dinteles por los judíos se asimila a la cruz, etc. La misma figura aislada de 62 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 63 Prefiguras cristológicas en el arte románico Moisés con las Tablas de la Ley (Éx. 24, 12 y 34; Dt. 10, 1-5) viene a ser un contrapunto compositivo de la Maiestas Domini con el Libro. Las representaciones de Moisés, frecuentes en las artes decorativas y la pintura (Saint-Savin-sur-Gartempe), no abundan en la escultura fuera de su imagen con las Tablas de la Ley en series de profetas, así en las del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela o la catedral de Ciudad Rodrigo, en un capitel del pórtico de San Isidoro de León o la portada de San Miguel de Estella. Un ciclo bastante completo lo encontramos en los relieves de la fachada de Ripoll, con el maná y la lluvia de codornices, la fuente brotando de la roca de Horeb, o Moisés con los brazos en cruz en la batalla contra Amalec, y algunos capiteles de Saint-Nectaire y Vézelay. La Transfiguración de Cristo (Mt. 17, 1-13, Mc. 9, 2-13 y Lc. 9, 28-36) en compañía de Moisés y Elías y ante San Pedro, San Juan y Santiago no fue un asunto excesivamente representado en el arte románico, aunque contamos con algunos ejemplos sobre pintura mural y artes decorativas. En escultura anotamos los franceses de Charlieu, el claustro tolosano de La Daurade, el de Moissac y el excepcional tímpano de La Charité-sur-Loire. 5. Sansón. La fuerza de Dios El ciclo de Sansón, héroe bíblico parangonable al Hércules clásico por su fuerza y hazañas, aparece narrado en el libro de los Jueces, 13-16. Su concepción y nacimiento se aproximan a los de San Juan Bautista y, por extensión, al de Cristo, en todos los casos por designio divino y anuncio angélico (Jue. 13). Del desarrollo del ciclo y su correlación tipológica con el de Cristo se ocuparon numerosos Padres, desde San Agustín (Sermo 364, P. L. XXXIV, col. 1642), Cesáreo de Arlés, San Isidoro de Sevilla, San Gregorio Magno, Hugo de San Víctor, Petrus Comestor, Pedro el Venerable, Godofredo, abad de Admont, etc. Un sermón procedente del norte de África, recogido por San Agustín, equipara a Sansón con Cristo, su esposa filistea con la Iglesia y el león con el pueblo pagano, hijo del diablo, que osó resistirse al Señor. Para Rupert de Deutz el león era la figura del diablo, y Sansón dominándolo era así una prefiguración de Cristo domeñando al mal, mensaje que vemos plasmado en el ambón de Nicolás de Verdún en Klosterneuburg, en el que se incorpora el letrero + VIR GERIT ISTE TUAM, LEO MORTIS, CHRISTE, FIGURAM, esto es, “este hombre lleva tu figura, oh Cristo, el león lleva la figura de la muerte”. Del personaje de Sansón, la iconografía medieval retuvo sobre todo los pasajes de éste desquijarando al león, su victoria, armado con una quijada de asno, sobre mil filisteos, portando las puertas de Gaza, que arrancó y portó sobre sus hombros hasta “la cima del monte que mira hacia Hebrón”, siendo despojado de su fuerza al cortarle la cabellera su esposa Dalila, el héroe ya cegado conducido por un joven hasta su venganza destruyendo el templo filisteo. Sin duda el más famoso de los episodios que protagonizó es el recogido en Jue. 14, 5-9, cuando venció al león de Timna y en sus despojos se aposentó un enjambre de abejas, de cuya miel comió. Aparece caracteri- 63 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 64 José Manuel Rodríguez Montañés 11. Biblia de 1163 de San Isidoro de León. David y Goliat. zado con su larga melena, pues como les había dicho el ángel a sus padres, sería aquel “cuya cabeza no ha de tocar navaja”. Un relieve procedente según Forsyth del claustro de la abadía de Saint-Martin de Souvigny (hoy en Estados Unidos, en la Colección Brummer) nos muestra al héroe inscrito en un tondo desquijarando al león, con su larga melena y manto al viento, acompañado de la inscripción SAMSOM, mientras en las otras caras del pilar vemos a Sansón enredado en follaje, ya cegado siendo acompañado por el joven y derruyendo el templo de los filisteos. El sometimiento del león de Timna fue considerado prefiguración del Cristo vencedor del maligno. Señala también Forsyth cómo en el altar de Nicolás de Verdún y otros ejemplos escultóricos y miniados, se sitúa en paralelo el episodio de las puertas de Gaza con la resurrección de Cristo, que lleva al Cielo las quebrantadas puertas del infierno, asunto desarrollado por Padres como San Agustín y San Ambrosio. Los paralelos, amén de los episodios del león y de las puertas de Gaza, son extendidos por los comentarios patrísticos al hecho de que el héroe veterotestamentario extiende 64 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 65 Prefiguras cristológicas en el arte románico sus brazos para derribar las columnas del templo, dibujando una cruz con la que vence a sus enemigos, al igual que Cristo, así como la traición de Dalila, comparada con la de Judas. La amplia tradición exegética se plasma también en las ya citadas vidrieras de la catedral de Canterbury, donde se pone en paralelo a Sansón durmiendo con el entierro de Cristo. Ciclos de Sansón los vemos en un capitel de Notre-Dame-des-Doms de Avignon hoy en el Fogg Art Museum de Cambridge, Massachussets (EE.UU.) y en Aulnay-de-Saintonge, sobre dos capiteles. Encontramos numerosas representaciones en el románico hispano, así en Soto de Bureba, San Isidoro de León, San Vicente y San Pedro de Ávila, galerías sorianas de Barca, las dos de Rejas de San Esteban, portadas de Miño de San Esteban, Villasayas, Torreandaluz –donde aparece también el rey David y sus músicos–, Bocigas de Perales, etc. Destacaremos una serie de iglesias del norte de Palencia, zona inmediata de Burgos y sur de Cantabria, caracterizadas por una sorprendente proximidad iconográfica y estilística: capitel de la galería de Rebolledo de la Torre, de los triunfales de Dehesa de Romanos, Vallespinoso de Aguilar, Cezura, Santiago, y Henestrosa de las Quintanillas, otro de Santa María la Real de Aguilar de Campoo (hoy en el Museo Arqueológico Nacional) y de la portada de San Juan de Moarves de Ojeda. Un espléndido estudio de Robert Favreau sobre la iconografía del león en las inscripciones medievales analiza en detalle la relación entre este animal, a la sazón en su interpretación positiva símbolo a su vez de Cristo, y tres de los antetipos cristológicos sobre los que nos hemos detenido: Sansón, David y Daniel. 6. David, Pastor, guerrero y rey, raíz de Cristo y juglar de Dios Prefiguración y antepasado directo de Cristo, rey de Judá y tras siete años de todo Israel, hijo de Jessé y padre de Salomón, aparece David en la iconografía en sus facetas de rey y profeta, figurado con corona y por lo general músico. De todos los episodios del dilatado relato davídico y amén de su recurrencia en las representaciones del Árbol de Jessé –girola de la catedral de Santo Domingo de la Calzada–, la iconografía románica ha retenido de modo especial tres: su faceta de pastor, protector de su rebaño, su victoria sobre el gigante filisteo Goliat, y cuando, ya coronado, aparece como músico, teniéndosele por autor de la mayoría de los Salmos (catedral de Jaca, San Isidoro de León, capitel del claustro de La Daurade de Toulouse, claustro de Moissac, etc.). Es en las dos primeras donde David se erige en antetipo de Cristo, resultando a veces confusa su identificación fuera de un contexto preciso, ante la parcial coincidencia con la figura de Sansón. David era el octavo hijo de Isaí (o Jessé), dedicado a pastorear las ovejas, y fue ungido en Belén, donde nació, por Samuel (1 Sam. 16, 4), pasando por sus dotes con el arpa al servicio del rey Saúl. En su enfrentamiento con los filisteos, antes de tomar David la responsabilidad de combatir con el gigante, argumenta su decisión ante Saúl di- 65 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 66 José Manuel Rodríguez Montañés ciendo: “cuando tu siervo apacentaba las ovejas de su padre y venía un león o un oso y se llevaba una oveja del rebaño, yo le perseguía, le golpeaba y le arrancaba de la boca la oveja; y si se volvía contra mí, le agarraba por la quijada, le hería y le mataba” (1 Sam. 17, 34-35). Este texto nos hace plantearnos ciertas cuestiones sobre la identificación como Sansón o David de algunas imágenes tradicionalmente interpretadas como el primero, como aquellas en las que podemos ver una cabeza humana entre las fauces del león, separadas por una figura que en principio responde a la caracterización clásica de Sansón, con larga barba y melena y el manto al viento, así en los capiteles de Santa Eufemia de Cozuelos o Prádanos de Ojeda. En la nave de la epístola de Vézelay, las dudas interpretativas se despejan al estar acompañado David por una oveja y un pastor con su cayado; en uno de los capiteles del muro norte de la nave central de esta misma iglesia se recoge su victoria contra el gigante filisteo Goliat, que San Agustín consideraba precursora de la victoria de Cristo sobre el demonio. El profeta Ezequiel avanza además el carácter de Cristo como nuevo David cuando escribe en relación a los pastores del pueblo de Israel: “suscitaré para ellas un pastor único, que las apacentará. Mi siervo David, él las apacentará, él será su pastor. Yo, Yahvé, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas” (Ez. 34, 23-24). Tanto teológica como iconográficamente fue recurrentemente utilizado el parentesco entre David y el propio Cristo, anunciado por Jeremías en su promesa de restauración: “he aquí que vienen días –oráculo de Yahvé– en que yo suscitaré a David un vástago justo, y reinará como rey prudentemente, y hará justicia y derecho en la tierra. En sus días será salvado Judá, e Israel habitará confiadamente...” (Je., 23, 5-6), así en la inscripción que rodea la mandorla del Pantocrátor de Moradillo de Sedano, que reza: VICIT LEO DE TRIBV IVDA, RADIX DAVID, ALLELUA, extraído del Ap. 5,5. Numerosos Padres de la Iglesia se ocuparon de su figura, poniéndola en paralelo con la del Mesías, así San Hilario, San Ambrosio, San Agustín, San Basilio, etc. San Agustín, en su Sermón 197, señala que “David, estrangulando al león y al oso, uno de los cuales tiene la fuerza en sus garras, y el otro en sus fauces, es la imagen de Cristo descendiendo a los Infiernos para liberar a aquéllos que estaban prisioneros allí y sacar de su Iglesia el poder del diablo” (recogido por Réau, L., op. cit. en la bibliografía, 1957 (1996), p. 305). Hugo de San Víctor escribía: “Así como David ha sido sacado de su condición de pastor para recibir el reino, Cristo ha salido de su hogar judío para reinar sobre las naciones. Como David ha matado al filisteo Goliat, Cristo ha vencido a Satán”. 7. Job, resignación en la confianza Junto a Tobías, Job es el personaje de la Antigua Ley que de un modo más insistente encarna la paciencia y la confianza en el Señor. El acoso y los tormentos a los que es sometido por el demonio fueron interpretados como prefiguraciones del Escarnio y la Pasión de Cristo, y también como anticipo de las persecuciones sufridas por la Iglesia. A ello contribuyó sin duda la celebérrima obra de San Gregorio 66 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 67 Prefiguras cristológicas en el arte románico 12. David y sus músicos en la portada del Cordero de San Isidoro de León. Magno Expositio in Librum beati Job sive Moralia, donde el autor reconoce en Job y sus hijos antetipos de Cristo y los discípulos. Aparte las numerosas copias de las Moralia in Job, algunas ricamente ilustradas, contamos con ciertos ejemplos escultóricos de notable calidad, como el capitel del claustro de la catedral de Pamplona en el Museo de Navarra, de mediados del siglo XII, decorado con Job y su familia celebrando un banquete bajo una representación de Dios disputando con el demonio, el santo rezando y el anuncio por los ángeles de su destino de penurias, su ganado muerto, su casa destruida por demonios, falleciendo sus hijos, él mismo cubierto de pústulas y el anuncio del Señor del fin de sus desgracias. Otro ejemplo, también estilísticamente muy notable, es el procedente del claustro de La Daurade, conservado en el Museo de los Agustinos de Toulouse. 8. Daniel, el poder de la fe La escena más recurrente de la iconografía de Daniel, uno de los más grandes profetas veterotestamentarios, aparece recogida desde los primeros tiempos del cristianismo, y es la que lo sitúa en el foso de los leones (Dan. 6, 16-24 y 14, 30-43). Así en los frescos de las catacumbas de Priscila y Domitila y en numerosos sarcófagos, ya desde el siglo II, asentándose entonces el tipo de figura orante con los brazos elevados, ataviado con túnica recogida con cinturón y rodeado por dos leones, bien pasantes o bien con la cabeza agachada en señal de sumisión. 67 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 68 José Manuel Rodríguez Montañés 13. Capitel del claustro de la catedral de Pamplona (Museo de Navarra). Job. Ya en la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave un capitel interior recoge el asunto, acompañado por la inscripción: UBI DANIEL MISSUS EST IN LACUM LEONUM. La plástica románica no fue ni mucho menos ajena al tema, que encontramos en los ejemplos segovianos de Cerezo de Arriba, La Asunción de Duratón, el santuario de la Virgen de la Peña de Sepúlveda, un capitel del arco triunfal de San Martín de Fuentidueña, otro del Panteón de San Isidoro de León, o los palentinos de Nogales de Pisuerga, Villanueva de la Torre o Zorita del Páramo, entre otros de una abultada nómina que lo sitúan entre los temas predilectos de los escultores románicos. Analizaremos con algo más de detenimiento el también palentino de Revilla de Santullán, pues creemos que aquí se da algo más de continuidad al pasaje. El capitel del lado del evangelio del triunfal muestra a Daniel en actitud orante en el foso de los leones. El profeta es respetado por la pareja de fieras, que le lamen los pies, y frente a él, la cesta del lado de la epístola la interpretamos como figurada bien con el ángel enviado por Dios para protegerle: “Mi Dios ha enviado a su ángel, que ha cerrado la boca de los leones para que no me hiciesen mal” (Dan. 6, 22-23), bien con el profeta Habacuc, quien milagrosamente acude para alimentarlo en la segunda estancia de Daniel en el foso: “Y tomándole [a Habacuc] el ángel del Señor por la coronilla, por los cabellos de su cabeza, le llevó a Babilonia, encima del foso, con la velocidad del espíritu” (Dan. 14, 36-39). En un capitel de la colateral de la epístola de Vézelay aparece Daniel en el foso de los leones, aquí nimbado e inscrito en una mandorla. 68 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 69 Prefiguras cristológicas en el arte románico Daniel ha sido considerado, desde los primeros tiempos del cristianismo, como una prefiguración de la resurrección de Cristo, al mismo tiempo que el personaje apela a la protección del Señor. Más infrecuente es la iconografía de un capitel de la portada occidental de la seo jaquesa, donde el profesor Serafín Moralejo reconocía a Daniel venciendo al dragón de los babilonios (Dan. 14, 23-31), lo que provoca su segundo intento de martirio. 9. Salomón, la sabiduría del juez Salomón, décimo hijo de David, alcanzó el trono gracias al favor de Betsabé, su madre, siendo uncido por el profeta Natán. Al pacífico rey de Israel, antepasado también de Cristo, le adornan la sabiduría y la equidad, y se convirtió en antetipo del Mesías como edificador del Templo, al igual que éste edificó la Iglesia. Su juicio es precedente del divino en el fin de los tiempos y sentado en su trono anticipa el que significa María para Jesús como Sedes Sapientiæ. El encuentro de Salomón y la reina de Saba (1 Re. 10, 1-10 y 2 Par. 9, 1-12) se consideró una prefiguración de la Epifanía, en la que los gentiles se postran ante la Gracia divina. En algunas portadas, sobre todo de época gótica, encontramos a la pareja simbolizando respectivamente a Cristo y la Iglesia de los gentiles, sentido que podemos dar a la de un capitel de la galería oriental del claustro de San Pedro de Soria, en la que Salomón porta un libro abierto que señala con el índice de su diestra, mientras su acompañante sostiene un fracturado pomo de perfumes y despliega una filacteria en la otra mano. Representaciones del encuentro entre los reyes las hallamos en la portada meridional y claustro de la catedral de Orense (ejemplo estudiado en profundidad por Serafín Moralejo), en Ripoll, el arriba citado retablo de Nicolás de Verdún, el baptisterio de Parma, la sala capitular de La Daurade, Saint-Benigne de Dijon, Nesle-la-Reposte, Saint-Pierre-de-Nevers, o numerosas estatuas-columna, así en Rochester, Saint-Loup-de-Naud o la de Corbeil, en el Louvre. 10. Elías, arrebatado a la muerte Enoch, padre de Matusalén, y Elías comparten el privilegio de ser los únicos personajes de la Antigua Ley que fueron apartados de la muerte física y “arrebatados” del mundo por Yahvé, y por ello, su ascensión prefigura la de Cristo. De Enoch sólo dice el Génesis que “anduvo constantemente en la presencia de Dios, y desapareció, pues se lo llevó Dios” (Gén., 5, 22-23), escena que, al modo de una Ascensión, se representó en las pinturas murales de Saint-Savin-sur-Gartempe. Su figura, glosada en apócrifos y comentarios, aparece por lo común asociada a la del profeta Elías, cuyo ciclo (1 Re., 17-19; II Re., 1-2) muestra, por su amplitud, mayores posibilidades de traslación iconográfica. Del II Re. 2, 9-14 proviene el tema –inspirado en el arte clásico– de la ascensión del profeta Elías al cielo en un carro de fuego, dejando caer su manto, que es recogido por su discípulo Eliseo. El sentido de prefi- 69 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 70 José Manuel Rodríguez Montañés 14. Villanueva de la Torre (Palencia). Daniel en el foso. guración del arrebatamiento de Elías como antecedente de la Ascensión es señalado por San Gregorio Magno en su Homilía XXIX (P.L., LXXVI, col. 1247). Distinto será el carácter de su retorno, ya anunciado por el profeta Malaquías: “He aquí que yo enviaré a Elías el profeta antes que venga el día de Yahvé, grave y terrible. Él convertirá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres, no sea que venga yo y entregue la tierra toda al anatema” (Mal. 4, 5-6), en alusión a la figura del Bautista. Ese carácter de predecesor e intercesor está también recogido en el evangelio de Lucas, cuando al narrar la anunciación de San Juan, el ángel dice de éste a Zacarías que “caminará delante del Señor en el espíritu y poder de Elías para reducir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lc. 1, 17). Esta identidad entre el Bautista y el profeta se establece de modo bien explícito en Mc. 9, 11-15 y Mt. 11, 14, cuando en boca de Cristo se pone la frase, referida a San Juan: “Y si queréis oírlo, él es Elías, que ha de venir”. Insiste en tal asociación el pasaje posterior a la Transfiguración, cuando Jesús pide a Pedro, Juan y Santiago que no den a conocer la visión “hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”, a lo que estos le interrogan: “¿Cómo, pues, dicen los escribas que Elías tiene que venir primero?”, respondiendo Jesús: “Elías, en verdad, está por llegar, y restablecerá todo. Sin embargo, yo os digo: Elías ha venido ya, y no le reconocieron; antes hicieron con él 70 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 71 Prefiguras cristológicas en el arte románico 15. San Pedro de Soria. Salomón y reina de Saba en un capitel del claustro. lo que quisieron; de la misma manera el Hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos. Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista”. Por otro lado, el pasaje de la Transfiguración de Cristo (Mt. 17, 1-13, Mc. 9, 2-13 y Lc. 9, 28-36) en compañía de Moisés y Elías constituye una revelación teofánica, parangonable a la de la Ascensión, pero aquí reduciendo los testigos a San Pedro, San Juan y Santiago. No es tema frecuente, aunque encontramos representado el arrebatamiento de Elías en la fachada de la catedral de Fidenza o en la portada de la iglesia orensana de Santa Eulalia de Beiro. Inserto en una visión celestial aparece Elías en una pintura mural del ábside de Santa María de Esterri d’Aneu (Museo de Arte de Cataluña). 11. Juan el Bautista, el prodomos El Prodomos del Mesías, el Precursor, el anacoreta que bautizó a Jesús en el Jordán, resulta una figura clave dentro del listado de prefiguraciones cristológicas analizadas, sobre todo por su carácter de epígono. Bisagra entre la Antigua Ley y la Gracia inaugurada por el advenimiento del Mesías, podríamos considerar al Bautista como el último de los profetas y el primero de los mártires, pues él vivió sub Lege y sub Gratia. El propio Cristo decía de él que era “más que un profeta” (Mt. 11, 9). 71 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:36 Página 72 José Manuel Rodríguez Montañés 16. Fuencaliente de Lucio (Burgos). Concepción de San Juan Bautista. El ciclo del Bautista le convierte en un muy cercano alter ego de Cristo, coetáneo de su figura y poseedor de un ciclo en cierto modo paralelo al del Mesías, siendo evidentes las similitudes iconográficas y compositivas que por tal cercanía se suscitan. Tal paralelismo entre ambas figuras viene expresado en el inicio del evangelio de Lucas, quien narra el periodo de la Infancia intercalando los parejos acontecimientos que determinan ambos casos. Como ocurría con el ya analizado ejemplo de Salomón, la anunciación por San Gabriel de San Juan refleja la intervención divina en su concepción (Lc. 1, 5-25): hijo del sacerdote Zacarías y de su estéril esposa Isabel –prima de la Virgen, lo que enlaza hasta en el parentesco a Jesús y San Juan– en su anuncio se señala que “será grande ante el Señor (…) y ya en el seno de su madre será lleno del Espíritu Santo”, así como que “caminará delante de él [Cristo] con el espíritu y poder de Elías (…) para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. La misma concepción del Bautista (Lc. 1, 39-56) se produjo en el momento de la Visitación, cuando, en referencia a Isabel, se dice que “saltó el niño en su seno”. Tras su nacimiento y al escoger el nombre de Juan, Zacarías recuperó el habla que su incredulidad le hizo perder, entonando un cántico parejo al de María tras la Visitación, y en él avanza que el infante será “llamado profeta del Altísimo, / pues irás delante del Señor / para preparar sus caminos”. Sobre la infancia de San Juan Bautista contamos con un curioso ejemplo iconográfico de su Anunciación en un capitel de la portada de Fuencaliente de Lucio, 72 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:37 Página 73 Prefiguras cristológicas en el arte románico 17. La Magdalena de Vézelay (Francia). San Juan Bautista. 73 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:37 Página 74 José Manuel Rodríguez Montañés acompañado de la inscripción: NATIVITAS / I(o)H(an)NIS (b)ABTI / STA /DE... Su nacimiento es escuetamente narrado por Lc. 1, 57-79, no conociendo nosotros ejemplo de su plasmación en la escultura románica en la región. Su retiro al desierto para predicar (Mt. 3, 1-12, Mc. 1, 1-18 y Lc. 3, 7-17) sugiere inmediatamente el ayuno y tentaciones de Cristo (Mt. 4, 1-11, Mc. 1, 12-13 y Lc. 4, 1-13). El texto de Mateo alude al pasaje de Isaías (40, 3) en el que “Una voz grita: Abrid camino a Yahvé en el desierto, enderezad en la estepa una calzada a vuestro Dios”. La etapa de su predicación acuña uno de los estereotipos iconográficos del Bautista, con luenga cabellera y barba, ataviado con el pilis camellorum y el cinturón de piel, con el aire enjuto que le daba su alimentación a base de langostas y miel silvestre. Esta suele ser la inequívoca caracterización de las imágenes aisladas de San Juan –como la de la portada meridional de San Juan del Mercado en Benavente–, a veces incluso reforzada por la presencia del Agnus Dei “que quita el pecado del mundo”, anuncio de la Pasión recogido en Jn. 1, 29. Pero también podemos encontrar al Bautista ataviado con una túnica y descalzo en representaciones de carácter celestial, ajenas pues al ciclo narrativo de los evangelios, como aquellas en las que ejerce un papel de intercesor o asesor del tribunal celeste. De tal suerte aparece en el parteluz de Vézelay, el tímpano de Armentia o en la portada de Soto de Bureba. Uno de los episodios más célebres del ciclo, que marca el fin de la predicación de San Juan, es el bautismo de Cristo (Mt. 3, 13-17; Mc. 1, 9-11 y Lc. 3, 21-22), profusamente representado en la iconografía románica, así en la portada norte de El Salvador de Ejea de los Caballeros, capiteles de los claustros de Santa María de l’Estany, la colegiata de Tudela, Moissac o San Juan de la Peña, una clave del crucero de Irache, la portada septentrional de San Miguel de Estella, las pinturas murales de la nave de San Julián y Santa Basilisa de Bagüés (hoy en el Museo Diocesano de Jaca), un capitel de la arquería del presbiterio de la capilla mayor de San Millán de Segovia, etc. El paralelismo entre el Bautista y Cristo debió incitar entre sus discípulos cierta confusión sobre su verdadero carácter, que él mismo ataja cuando afirma: “Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado ante Él (…). Preciso es que Él crezca y yo mengüe” (Jn. 3, 28-30). La Pasión de San Juan encuentra reflejo en los Evangelios canónicos en los episodios de su arresto y degollación (Mt. 4, 12 y 14, 1-12; Lc. 3, 18-20; Mc. 6, 14-29), así como en la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine. La plástica románica recoge el asunto en la portada principal de San Miguel de Estella, un capitel del claustro y otro de la portada norte de la colegiata de Tudela, uno del ábside de Santa María la Real de Sangüesa y al menos dos de la portada occidental de San Millán de Lara, por señalar sólo algunos ejemplos hispanos. En San Prudencio de Armentia, un tímpano hoy en el pórtico reúne a ambos lados del Agnus Dei a las figuras del Bautista e Isaías, acompañados de sendas inscripciones identificativas: IOH[ANNE]S B[A]B[TIST]A e ISAYAS y dos frases representativas 74 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:37 Página 75 Prefiguras cristológicas en el arte románico 18. Basílica de Armentia (Álava). Tímpano del Cordero. del carácter pasional de su mensaje: ECCE AGNUS DEI en el primer caso (Jn. 1, 29 y 36) y SICUT OVIS en el segundo (Is. 53, 7). La inscripción que rodea al Agnus Dei nos precisa el significado de victoria sobre la muerte gracias al sacrificio: MORS EGO SUM MORTIS VOCOR AGNUS SUM LEO FORTIS, asociando la fortaleza al león, símbolo de la Resurrección. Completa el mensaje de la banda superior del tímpano un epígrafe grabado en la cenefa que lo enmarca, que reza: REX : SABBAOTH : MAGNUS : DEUS : EST : ET : DICITUR : AGNUS, esto es, “El rey de los ejércitos celestiales es el gran Dios y es llamado el Cordero”. La primacía en ese carácter de precursor, además de trascender ampliamente a los discursos iconográficos, fue reconocida, por ejemplo, en la inscripción de dedicación de la basílica a él consagrada en Baños de Cerrato por el rey Recesvinto, en 661, que reza: “Precursor del señor, mártir Juan Bautista, posee esta casa, construida como don eterno, la cual, yo mismo, Recesvinto rey, devoto y amante de tu nombre, te dediqué de lo mío propio. En la era de seiscientos noventa y nueve”. 75 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:37 Página 76 José Manuel Rodríguez Montañés Bibliografía BANGO TORVISO, Isidro G., “San Pelayo de Perazancas. Las imágenes de un calendario románico organizadas según la vieja liturgia hispana, y su contexto en el conjunto del programa iconográfico”, Anales de Historia del Arte, 4, Homenaje al Profesor Dr. D. José María de Azcárate, (1994), pp. 545-558. BUSCHHAUSEN, Helmut, “The Klosterneuburg Altar of Nicholas of Verdun: Art, Theology and Politics”, Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, 37 (1974), pp. 1-32. BUSCHHAUSEN, Helmut, Der Verduner Altar. Das Emailwerk des Nikolaus von Verdun im stift Klosterneuburg, Viena, 1980. CHASTEL, André, “Le rencontre de Salomon et la reine de Saba dans l’iconographie médiévale”, Gazette des Beaux-Arts, (1949), pp. 99-114. CHRISTE, Yves, “Vetus Latina, Vulgate, Septante et apocryphes dans l’illustration occidentale des malheurs de Job”, en FRANCO MATA, Ángela (dir.), Patrimonio artístico de Galicia y otros estudios. Homenaje al Prof. Dr. Serafín Moralejo Álvarez, Santiago de Compostela, 2004, t. III, pp. 67-70. DAHAN, G., “L’exégèse de l’histoire de Caïn et Abel du XIIe au XIVe siècle en Occident”, Recherches de théologie ancienne et medievale, (1982), pp. 21-89. DUCHET-SUCHAUX, Gaston y PASTOREAU, Michel, Las Bible et les saints. Guide iconographique, París, 1994. FAVREAU, Robert, “Fonction des inscriptions au moyen âge”, Cahiers de Civilisation Médiévale, XXXII, 3 (1989), pp. 203-232. FAVREAU, Robert, “Le thème iconographique du lion dans les inscriptions médiévales”, Comptes rendus de l’Academie des Inscriptions et Belles-Lettres, (1991), pp. 613-636. FORSYTH, Ilene Haering, “The Samson Monolith”, en The Brummer Collection of Medieval Art. The Duke University Museum of Art, Londres, 1991, pp. 20-55. GAILLARD, Georges, “Le chapiteau de Job aux Musées de Toulouse et de Pampelune”, La Revue des Arts. Musées de France, X (1960), pp. 146-156. GRABAR, André, Las vías de la creación en la iconografía cristiana, Madrid, 1998. HENDERSON, George, “‘Abraham Genuit Isaac’. Transitions from the Old Testament to the New Testament in the Prefatory Illustrations of Some 12th Century English Psalters”, Gesta, XXVI/2 (1987), pp. 127-139. HERNANDO GARRIDO, José Luis y NUÑO GONZÁLEZ, Jaime, “La iglesia tardorrománica de Santa Cecilia en Aguilar de Campoo”, Codex Aqvilarensis, 7 (1992), pp. 7-95. KATZENELLENBOGEN, Adolf, Allegories of the Virtues and Vices in Medieval Art. From Early Christian Times to the Thirteenth Century, Londres, 1939 (Toronto, 1989). LABANDE -MAILFERT, Yvonne, “Le cycle de l’Ancien Testament à Saint-Savin”, en Études d’Iconographie romane et d’Histoire de l’Art, Poitiers, 1982, pp. 217-245. LOISY, Alfred, “Le témoignage de Jean Baptiste”, Revue d’histoire et de littérature religieuses, III (1898), pp. 229-232. MANSER, Martin H., Concordancias. Temas bíblicos, 4ª ed., Estella, 1996. MARTIN, Therese, “Un nuevo contexto para el tímpano de la portada del Cordero en San Isidoro de León”, en SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, Rocío y SENRA GABRIEL Y GALÁN, José Luis (coord.), El tímpano románico. Imágenes, estructuras y audiencias, Santiago de Compostela, 2003, pp. 181-205. 76 044-077 JOSE MANUEL.qxd 20/7/07 08:37 Página 77 Prefiguras cristológicas en el arte románico MICHEL, Paul-Henri, “L’iconographie de Caïn et Abel”, Cahiers de Civilisation Médiévale, 2 (1958), pp. 194-199. MORALEJO ÁLVAREZ, Serafín, “Le rencontre de Samolon et de la reine de Saba: de la Bible de Roda aux portails gothiques”, Les Cahiers de Saint-Michel de Cuxa, 12 (1981), pp. 79-109. MORALEJO ÁLVAREZ, Serafín, Iconografía gallega de David y Salomón, Santiago de Compostela, 2004. OCÓN ALONSO, Dulce, “El tímpano del Cordero de la Basílica de Armentia”, en Congreso de Estudios Históricos: la formación de Alava. 650 Aniversario del Pacto de Arriaga (1332-1982) Vitoria, 1982. Tomo II, Comunicaciones, Vitoria, 1985, pp. 791-795. ORRIOLS, Anna, “Relicario de la Cruz. Anverso”, en De Limoges a Silos. Catálogo de la Exposición, Madrid, 2001, pp. 55-58. POZA YAGÜE, Marta, “Santo Domingo de la Calzada - Silos - Compostela. Las representaciones del ‘Árbol de Jesé’ en el tardorrománico hispano: particularidades iconográficas”, Archivo Español de Arte, 295 (2001), pp. 301-313. RÉAU, Louis, Iconographie de l’Art Chrétien. T. I. Introduction Générale; T. II, Iconographie de la Bible; Tome III, Iconographie des Saints, París, 1957 (edición en castellano Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia. Antiguo Testamento. T. I, vol. I, Barcelona, 1996) SÁEZ RODRÍGUEZ, Minerva, “Dos nuevos ejemplos escultóricos del tema de Job en el románico español: Santo Domingo de la Calzada y Agüero”, Artigrama, 11 (1994-1995), pp. 339-356. SCHAPIRO, Meyer, “Las escenas de José en el trono de Maximiano de Rávena”, en Estudios sobre el arte de la Antigüedad tardía, el Cristianismo primitivo y la Edad Media, Madrid, 1987, pp. 40-51. SCHAPIRO, Meyer, “The Angel and the Ram in Abraham’s Sacrifice: a Parallel in Western and Islamic Art”, Ars Islamica, X, 1-2 (1943), pp. 134-147 (ahora en Estudios sobre el arte de la Antigüedad tardía, el Cristianismo primitivo y la Edad Media, Madrid, 1987, pp. 261-276). SIMON, David L., “Daniel and Habakkuk in Aragón”, Journal of the British Archaeological Association, XXVIII (1975). SIMON, Sonia C., “David et ses musiciennes: iconographie d’un chapiteau de Jaca”, Les Cahiers de Saint-Michel de Cuxa, 11 (1980), pp. 239-248. STEGER, Hugo, David Rex et Propheta, König David als vorbildliche Verköperung des Herrchers und Dichters im Mittelalter, nach Bilddarstellungen des achten bis zwölften Jahrunderts, Nurenberg, 1962. SUREDA PONS, Joan, “La decoración mural de la iglesia parroquial de Concilio (Huesca). (Episodios del Génesis)”, Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, 8 (1982), pp. 5-41. VALDEZ DEL ÁLAMO, Elizabeth, “Visiones y profecía: el árbol de Jessé en el claustro de Silos”, en El Románico en Silos. IX Centenario de la consagración de la iglesia y claustro, 1088-1988, Silos, 1990, pp. 173-202. VORÁGINE, Santiago de la, La Leyenda Dorada, 2 tomos, Madrid, 1989. WILLIAMS, John, “Generationes Abrahae: Iconografía de la Reconquista en León”, en SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, Rocío y SENRA GABRIEL Y GALÁN, José Luis (coord.), El tímpano románico. Imágenes, estructuras y audiencias, Santiago de Compostela, 2003, pp. 155-180 (publicado como “Generationes Abrahae: Reconquest Iconography in León”, Gesta, XVI (1977), pp. 3-14). 77