El control de la geometría de la bóveda de crucería de ladrillo en
el Aragón del siglo XIV: análisis gráfico de casos de estudio
Miguel Sancho Mir (1); Beatriz Martín Domínguez (2); Juan Carlos Salas Ballestín (3)
Área de Expresión Gráfica Arquitectónica, Universidad de Zaragoza (1)(3); Área de
Construcciones Arquitectónicas, Universidad Politécnica de la Almunia (2)
Resumen
El uso de métodos geométricos permitió en la Edad
Media la correcta traza y montea de las bóvedas de
crucería, elemento que definió la construcción
gótica. La divulgación del estilo produjo numerosas
variantes regionales que se tradujeron en una cierta
variedad formal y también material. El presente
estudio pretende caracterizar geométricamente dos
bóvedas de crucería levantadas en el reino de
Aragón durante el siglo XIV, ambas construidas con
rejola y aljez —ladrillo y yeso—, con el objeto de
profundizar en su conocimiento. La precisión que
requiere un análisis formal exhaustivo, en el que se
pretende huir de las simplificaciones, ha requerido
de una metodología de levantamiento adecuada.
Tras la obtención de datos tridimensionales se ha
podido extraer la geometría de los arcos que
definen las bóvedas para posteriormente proceder a
su análisis geométrico.
Como resultado se ha conseguido establecer sus
curvaturas y la posición exacta de sus orígenes, lo
que permitirá comparar sus trazados con los de
futuros casos de estudio y, con ello, establecer la
relevancia del trazado geométrico previo para su
proceso constructivo.
Palabras Clave: Levantamiento arquitectónico;
Aragón; bóveda crucería; análisis gráfico; siglo
XIV.
1.
Introducción
En la Edad Media, la bóveda de crucería supuso un
gran avance que facilitaba el proceso constructivo de
los abovedamientos. Acerca de su importancia,
Viollet (2000, p.44) indica que se estableció como el
elemento articulador y generador de los diseños
góticos, del que dependía la composición del resto
del edificio, de tal forma que sería necesario
elaborar la montea de las bóvedas para trazar
definitivamente la planta sobre el terreno. Y aunque
este extremo puede ser matizado, ya que todavía hoy
se desconocen muchos aspectos del proceso proyectual
de un edificio gótico y, además, tendría ciertas
variaciones temporales y geográficas (García, 2012),
era tal su trascendencia que sólo los maestros de
cantería, como élite del gremio, conocían el “gran
secreto”, que no era otro que los recursos geométricos
que permitían obtener la montea de una bóveda de
crucería, conocimiento que estaba prohibido divulgar
(Palacios, 2009, p.97).
Un procedimiento que estaba basado en una
investigación geométrica previa que permitía la
definición de un elemento tridimensional, como es la
bóveda, mediante la montea de un elemento lineal, el
arco (Rabasa, 2013, p. 17). De manera que la forma
global era consecuencia del diseño de la red espacial
de arcos que la componían, una idea que cambiaría con
la vuelta a la bóveda clásica, donde se parte de una
forma preconcebida y, por tanto, hay que trabajar
desde las superficies (Palacios, 2009, p. 233).
Aunque el empleo de algunos métodos o reglas
geométricas se ha constatado desde fechas bastante
tempranas (Willis, 2012 p.101), hay que enfatizar que
de las primeras intuiciones se fue evolucionando hasta
un control tal que permitió, por ejemplo, bóvedas en
nuestro país de gran complejidad y sofisticación
durante los siglos XV y XVI (Palacios, 2009, p. 17).
En este sentido es destacable, por su singularidad, el
virtuosismo de ciertos maestros en algunas obras
realizadas en el Reino de Valencia durante el siglo XV,
como la bóveda aristada con superficies de doble
curvatura de la Capilla Real del convento de Santo
Domingo (Navarro, 2016) o la que cubre la primera
planta del Portal de Quart (Natividad, Calvo y Muñoz,
2012), ambas en Valencia; o el diseño de bóvedas de
crucería con enjarjes de nervios convergentes que
emergen del muro sin pilastra ni ménsula (Pérez y
Zaragoza, 2013). En todos estos casos se ha
407
De trazos, huellas e improntas. Arquitectura, ideación, representación y difusión.
constatado, gracias a los recientes estudios basados
en levantamientos de precisión, la dificultad de su
proceso constructivo, resuelto gracias a eficientes
estrategias geométricas.
Hay que aclarar, que muchos de los recursos
geométricos utilizados por los maestros eran
eminentemente prácticos, así que la justificación
teórica propiamente dicha no llegaría hasta mucho
tiempo después, y en ocasiones tampoco mejoraría
el trabajo constructivo (Rabasa, 2013 p. 17).
Figura 1. Dibujo del manuscrito de Villard de Honnecourt
con la resolución de los distintos arcos de una bóveda de
crucería con una única curvatura (Honnecourt, 12011300).
El uso de la piedra para la formalización de los arcos
daría lugar a diseños que permitirían una
estandarización en el proceso de la cantería. Así,
varios estudios han descrito distintos recursos para
conseguir la homogeneización de las curvaturas de
las nervaduras de una bóveda, en diversos lugares de
Europa, como en Francia, Inglaterra, Alemania o
España (Palacios, 2009, pp. 18-19). Este esfuerzo en
la ideación geométrica de la bóveda era un hecho
interiorizado por los maestros medievales, como
demuestra el manuscrito de Villard de Honnecourt
del siglo XIII (fol. 21r), donde quedó plasmada la
resolución de todos los arcos de una bóveda
mediante una única curvatura (Fig. 1), lo que
permitía el máximo aprovechamiento del material,
así como el trabajar con un único tipo de baivel para
todos los arcos. Sin embargo, existió una amplia
diversidad en la materialidad de las bóvedas de
crucería, pues en su proceso de difusión contó con un
gran número de variaciones regionales y locales
(Zaragoza, 2008 p. 99). En el reino de Aragón también
se utilizó la cantería para la materialización de las
bóvedas, pero tuvo una gran profusión el uso de la
albañilería. La especificidad del proceso constructivo
derivado del uso de la rejola y el aljez —ladrillo y
yeso— hace que algunas de las ventajas conseguidas,
gracias a la geometría, en la estandarización de la
cantería no tengan respuesta en la albañilería.
Aceptado el papel fundamental que juegan los nervios
en la definición formal de la bóveda de crucería, hay
que enfatizar la importancia de realizar análisis
geométricos rigurosos para conocer la naturaleza de
sus diseños. Como ya apuntaba Willis en el siglo XIX
(2012, p. 25, p. 34), es deseable averiguar las
curvaturas exactas de las nervaduras, ya que estas son
resultado de las distintas reglas empleadas para hallar
centros y radios por las distintas escuelas de acuerdo
con su época y nacionalidad.
Esta afirmación respalda la necesidad de caracterizar
geométricamente las bóvedas de forma precisa para
analizar sus trazados reguladores, y comprobar si estos
difieren en relación con su materialidad —Aunque se
ha afirmado que, en el territorio de Aragón, ni los
materiales ni las técnicas llegaron a definir formas
generatrices de ningún estilo (Ibáñez, 2008, p. 44), esta
generalización sólo puede ser corroborada mediante un
análisis geométrico con la requerida precisión—, con
la autoría u otros factores. La falta de estudios en el
territorio aragonés en este sentido prescribe el interés
de esta investigación, que forma parte de un proyecto
más amplio y ambicioso, del que se esperan poder
obtener resultados que no son posibles con el análisis
de casos aislados.
Como inicio del estudio se han elegido dos bóvedas de
crucería simple materializadas con rejola y aljez como
casos de estudio. La primera cubre el tramo contiguo al
ábside de la nave central de la iglesia de San Pedro de
Teruel, y la segunda ocupa la misma posición en la
iglesia de San Félix de Torralba de Ribota, en la
provincia de Zaragoza, ambos templos construidos en
estilo gótico-mudéjar.
La iglesia de San Pedro de Teruel responde a la
tipología de nave única con capillas laterales entre
contrafuertes y ábside poligonal, en el que continúan
las capillas (Fig. 2). Una tribuna exterior recorre las
capillas laterales y circunda el ábside, “dándole un
carácter semi-defensivo que puede considerarse un
408
El control de la geometría de la bóveda de crucería de ladrillo en el Aragón del s. XIV: análisis gráfico de casos de estudio
precedente estructural de las iglesias fortaleza”
(Pérez y Sanz, 1997, p. 231). La nave central se
cubre en tres tramos con bóvedas de crucería simple
limitadas por arcos perpiaños, mientras que el ábside
presenta bóveda de nueve nervios, uno de los cuales
recorre el espinazo central de la nave para encontrar
al primer arco perpiaño (Fig. 3). Exteriormente es
destacable la decoración del ábside con
composiciones formales de tipo mudéjar realizadas
con ladrillo, material que será sustituido en el
volumen de la nave por tapia de yeso.
con capillas laterales, entre las que se encuentran
alojados las torres-contrafuertes, y cabecera plana (Fig.
4). Sobre las capillas laterales y la cabecera, en la
planta primera, existe una tribuna exterior, a modo de
paso de ronda, con lo que responde a la tipología que
se ha venido a denominar como iglesia fortaleza,
“denominación que han recibido en atención al fuerte
carácter militar que ofrecen sus compactos volúmenes
exteriores, ritmados por torres-contrafuerte” (Borrás,
2006, p. 301). Aunque hay que apuntar que, a pesar de
su nombre, se aprecia una escasa capacidad defensiva.
Figura 2. Planta de la iglesia de San Pedro de Teruel.
Simplificación del levantamiento realizado para el
proyecto de restauración obra de los arquitectos Antonio
Pérez y José María Sanz.
Figura 3. Fotografía interior de la iglesia de San Pedro de
Teruel (Elaboración propia).
El primer dato documental sobre la actual fábrica
data del 13 de junio de 1319: una carta de
compromiso con fondos para la obra de la iglesia.
Además, se sabe que en el año 1322 existían siete
altares: Mayor, Santo Tomás, San Valero, San Blas,
San Bartolomé, San Lucas y Santa Margarita (Pérez
y Sanz, 1997, p.226); y que se consagró en agosto de
1392 (Almagro, 1991, p. 196). Desde su origen
medieval, están documentadas intervenciones de
diverso alcance durante los siglos XV, XVIII, XIX y
XX. Unas de las más traumáticas para la fábrica
original sería la sufrida entre 1740 y 1742 para
adecuar la iglesia a los gustos barrocos de la época.
En ella, el acceso original, en el segundo tramo de la
nave, fue tapiado y se abrió una portada en el primer
tramo del mismo lateral (Pérez y Sanz, 1997, pp.
226-230). No obstante, debido a que algunos de los
elementos añadidos serían revertidos en reformas
posteriores, la fábrica conserva visible su estructura
y concepción espacial original.
La iglesia de San Félix de Torralba de Ribota se
basa en una organización en planta de nave única
La nave está cubierta con una combinación de bóvedas
de crucería simple y pequeños tramos con bóveda de
cañón apuntado, cuyo trazado generatriz es el arco
perpiaño de la bóveda de crucería. La cabecera recta
está formada por tres capillas, cubiertas con bóveda de
crucería sencilla (Fig. 5).
En el año 1367, el obispo Pedro Pérez Calvillo dictó un
decreto ordenando la edificación de una nueva iglesia
para sustituir a la antigua parroquia destruida en la
guerra de los dos Pedros (López, 1923, p. 126).
Documento que permite hacer una aproximación a la
datación de la fábrica original de la iglesia, junto con
otro dato, este de tipo heráldico, que son las armas del
obispo de Tarazona, Juan de Valtierra (1407-1433),
situadas en el coro alto. Al haberse identificado este
último como un elemento del momento final de la
obra, se acota el periodo de construcción entre 1367 y
1433. Con estos datos y tras un análisis artístico
tipológico y formal, Gonzalo Borrás (2011, pp. 84-88)
propone dos periodos constructivos de modo que al
primero, situado en el último cuarto del siglo XIV,
correspondería toda la fábrica de la iglesia,
409
De trazos, huellas e improntas. Arquitectura, ideación, representación y difusión.
probablemente obra del maestro Mahoma Calahorri,
menos el módulo occidental que la cierra, con la
fachada principal y las dos torres que la flanquean,
que pertenecerían al segundo periodo, alrededor de
1420, obra atribuida al maestro Mahoma Rami.
aljez de la fachada principal. También se añadieron
nuevos elementos como el alero lignario que cubre el
acceso barroco.
Figura 4. Planta de la iglesia de San Félix de Torralba de
Ribota (Agustín, Fernández-Morales y Sancho, 2017,
p.570).
Están documentadas un considerable número de
intervenciones sobre la fábrica original entre los
siglos XVIII, XIX, XX y XXI (Borrás, 2011, pp. 7173). Por su trascendencia, cabe destacar la sufrida en
la primera mitad del siglo XVIII, cuando se cegó la
puerta principal para la acomodación de un coro
bajo, que sobresalía en planta con un cierre
poligonal, y se abrió un nuevo vano mediante arco
de medio punto como nuevo acceso al templo,
ubicado en el lado del evangelio, entre otras
actuaciones. El tiempo hizo mella en el estado del
inmueble, principalmente por los acuciantes
problemas de humedad, debidos tanto a filtraciones
como a procesos de capilaridad.
Ya en el siglo XX, frente a la insostenibilidad de la
situación, se decidió intervenir. Desde 1953 hasta la
década de los setenta, Fernando Chueca Goitia se
hizo cargo de la restauración de la iglesia,
interviniendo en diversas fases (Hernández, 2012 pp.
13-26). Se sustituyó completamente la estructura de
la cubierta y se intentó devolver a la construcción el
carácter unitario de la tipología original: se demolió
el coro bajo añadido en época barroca, que cegaba el
acceso original, se abrieron las arquerías de las
tribunas exteriores y se restituyeron elementos
prácticamente perdidos, como el rosetón tallado en
Figura 5. Fotografía interior de la iglesia de San Félix de
Torralba de Ribota (Fotografía de Luis Agustín).
2.
Metodología
Antes de enfrentar el trabajo de campo, se realizó una
aproximación al estado de los estudios que han tratado
los edificios a analizar, un trabajo que necesariamente
había de partir del estudio documental basado en la
revisión de las diferentes fuentes archivísticas y
bibliográficas. Por suerte, tanto la iglesia de San Pedro
de Teruel como la de San Félix de Torralba de Ribota
han sido investigadas en profundidad desde el punto de
vista histórico y artístico, estudios que incluyen las
intervenciones y reformas sufridas durante la vida de
los edificios, por lo que su revisión ha permitido
enfrentar el análisis planteado con un adecuado
conocimiento previo.
410
El control de la geometría de la bóveda de crucería de ladrillo en el Aragón del s. XIV: análisis gráfico de casos de estudio
El estudio de las fuentes documentales es
fundamental para evaluar la autenticidad de los
elementos y valores dimensionales a registrar, para
lo que ha sido de especial relevancia conocer las
distintas actuaciones documentadas que ha sufrido el
edificio. No obstante, se considera necesario
complementarlo con el análisis crítico del edificio.
Tras esta fase, se contaba con el conocimiento
suficiente para planificar el trabajo de campo,
imprescindible para una toma de datos efectiva.
Se planteó un método de toma de datos diferente
para cada caso de estudio, debido a las distintas
necesidades exigidas por la investigación de cada
uno de los edificios. En el caso de San Félix, en el
que se pretendía realizar una caracterización formal
de todo el edificio, objeto de otra investigación
paralela, la toma de datos se realizó mediante una
combinación de escaneado láser y fotogrametría
área de rango cercano. Con la combinación de
ambas, se pudo obtener el modelo completo del
exterior y el interior del edificio —Para profundizar
en la metodología de toma de datos y gestión de los
mismos hasta la obtención del modelo
tridimensional se puede consultar (Agustín,
Fernández-Morales y Sancho, 2017, pp.568-570) —.
Mientras que en la Iglesia de San Pedro, en el que la
toma de datos se realizó exclusivamente para la
presente investigación, se optó por el empleo de una
estación total (Leica TS16), un método de captura
selectiva que ha facilitado la posterior fase de
gestión de la información, además de suponer un
coste económico significativamente menor. El
proceso consistió en la captura de coordenadas del
intrados de todos los nervios y rampantes cada 5080 cm, en función de la exigencia de precisión de
cada elemento, además del registro de la situación y
dimensión de las claves e impostas, así como de la
sección transversal de los nervios, captura, esta
última, que se efectuó con una densidad mucho
mayor de puntos tomados, para poder conocer su
verdadera geometría con una precisión aceptable. Se
registró, de forma complementaria, en un croquis,
los números de identificación de cada grupo de
puntos en relación con el elemento al que
correspondían, con el objeto de facilitar la posterior
gestión de los datos.
En ambos casos, los datos obtenidos directamente
del modelo tridimensional han servido como base
para el redibujado de la geometría de la planta de las
bóvedas y del alzado de sus nervios y rampantes en
un programa de dibujo asistido por ordenador (CAD).
Este método ha permitido realizar el análisis
geométrico de los trazados, así como profundizar en el
conocimiento del edificio, ya que el dibujo, que es un
proceso analítico, permite y requiere un contacto
intenso con la realidad estudiada. El modelo ha
quedado como registro objetivo de las mediciones,
mientras que la restitución planimétrica del mismo
siempre tiene una componente subjetiva, de
interpretación, por pequeña que sea la tolerancia
admitida de los trazados respecto de los puntos,
información que también ha sido archivada. Estos
modelos, debido a la gran cantidad de datos son
difícilmente publicables, como ya hiciera con sus
tablas de datos Robert Willis (Willis, 2012 pp. 42-43),
pero quedan debidamente registrados de forma
inalterada para futuras investigaciones. En la
interpretación de los trazados obtenidos hay que
valorar la imprecisión en el proceso de ejecución, así
como la deformación producida por los asientos
(Willis, 2012 p. 43), que pueden producir importantes
alteraciones respecto a la traza original. Para minimizar
este error, en cada caso, se han comparado las
curvaturas que por simetría se presumen iguales y se
ha valorado si las discontinuidades en los trazados
geométricos responden a las generadas por los
procesos de deformación más comunes. Aun así, sólo
del análisis de un número considerable de casos se
podrán extraer reglas geométricas generales válidas.
La forma de representar la traza y montea de la bóveda
tenía que definir perfectamente su geometría, pero a su
vez, servir como método gráfico fácilmente
comparable con otros casos de estudio. Por lo que se
ha decidido representar la curvatura de los arcos y
rampantes en verdadera magnitud sobre un mismo
plano y en correspondencia con la planta de la bóveda,
metodología que emplea Juan Carlos Palacios en su
imprescindible obra “La Cantería Medieval: la
construcción de la bóveda gótica española”, publicada
en 2009, y que ya había sido divulgada por diversos
tratados del siglo XVI. En nuestro caso, cabe
especificar que se ha representado el intradós de los
arcos, debido a que este es el dato directamente
registrado, y que se ha utilizado el sistema métrico para
facilitar el análisis comparativo con casos de
geografías donde la metrología medieval difiera.
3.
Resultados y discusión
Ambas bóvedas son de crucería simple, con ojivos
apuntados y de rampante llano, con nervios de ladrillo
411
De trazos, huellas e improntas. Arquitectura, ideación, representación y difusión.
aplantillado y plementerías también de ladrillo. Los
arcos formeros no se expresan mediante nervios,
sino que la plementería se encuentra con el muro
formando una arista. Mas allá de estas similitudes es
el análisis gráfico el que permite caracterizar
correctamente cada una de las bóvedas.
Figura 6. Análisis geométrico de la bóveda de San Félix de
Torralba de Ribota (Elaboración propia).
En el caso de San Félix de Torralba de Ribota
(Fig. 6), la bóveda cubre una luz de 10,87 metros y
una crujía de 7,30. Esto supone una planta con una
relación prácticamente sexquiáltera (3:2), una de las
más utilizadas en el gótico (Palacios, 2009 pp. 8687). El rampante trasversal, de forma ligeramente
curva y en pendiente, tiene una diferencia de cota de
55 cm (pendiente recta =10,7%), mientras que el
rampante del espinazo, con la misma definición
formal, tiene una diferencia de cota de 23,4 cm (pte.
recta =7,4%). El formero está muy peraltado con su
centro a 2,68 metros de la línea de imposta, a
diferencia de los nervios diagonales y los perpiaños,
con los centros muy próximos a esta, aunque siempre
por debajo, con el diagonal algo más alejado (33,9
cm), y con una curvatura que podría considerase igual.
Todas las curvaturas de los nervios son segmentos de
una circunferencia y han sido trazados con una
tolerancia máxima respecto de los puntos medidos de
2,1 cm.
Figura 7. Análisis geométrico de la bóveda de San Pedro de
Teruel (Elaboración propia).
La bóveda analizada en San Pedro de Teruel (Fig. 7)
cubre una considerable luz de 13,30 metros y una
crujía de 7,63. Esto supone una planta con una relación
intermedia entre la sexquiáltera (3:2) y la dupla (2:1),
que coincide con un rectángulo dinámico con relación
√3. El rampante trasversal es recto y en pendiente, con
una diferencia de cota de 1,10 m. (pte. =17,8%),
mientras que el rampante del espinazo, prácticamente
recto, tiene una diferencia de cota de 76,7 cm (pte.
recta =22,7%). El formero está muy peraltado, con su
centro a 2,12 metros de la línea de imposta, a
412
El control de la geometría de la bóveda de crucería de ladrillo en el Aragón del s. XIV: análisis gráfico de casos de estudio
diferencia de los nervios diagonales y los perpiaños,
con los centros muy próximos a esta, pero
ligeramente peraltados y con una curvatura que
podría considerase igual, aunque no se aprecia a
simple vista por la diferencia de peralte. Todas las
curvaturas de los nervios son segmentos de una
circunferencia y han sido trazados con una
tolerancia máxima respecto de los puntos medidos
de 4,3 cm., con excepción del formero en el que se
ha registrado un error de hasta 5,9 cm.
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4.
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Conclusiones
En cuanto a la metodología, los dos procedimientos
empleados en la toma de datos han resultado
eficaces, y frente a la mayor precisión del escáner
laser como método de captura masiva de puntos,
donde también queda correctamente registrada la
geometría de toda la plementería, la toma mediante
estación total, como método de captura selectivo, ha
permitido un procesado de los datos más ágil y de
menor coste.
Existen similitudes entre los trazados de ambas
bóvedas, algunas apreciables a simple vista, pero
otras solo gracias un análisis geométrico, como la
utilización de la misma curvatura para los arcos
ojivos y los perpiaños, que además tienen sus
centros próximos a la línea de imposta, y en algunos
casos esta diferencia puede deberse a los asientos
sufridos. Sin embargo, la proporción en planta es
mucho más alargada en el caso de San Pedro, con
una relación de rectángulo dinámico (√3), frente al
de San Félix, con una relación de rectángulo estático
(3:2). Además, existe una gran diferencia en la
formalización de los rampantes, que en San Pedro
son rectos y con una pendiente considerablemente
mayor.
Cabe apuntar, por último, que el tamaño de la
muestra analizada, reducido por el momento a dos
casos, no permite obtener reglas generales, por lo
que sólo la continuidad de la investigación con un
número significativo de casos de estudio posibilitará
plantear criterios o tendencias en la traza de este tipo
de bóvedas.
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Datos Biográficos de los autores
Miguel Sancho Mir. Dr. Arquitecto, profesor asociado
en Expresión Gráfica Arquitectónica en la Escuela de
Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de
Zaragoza. Arquitecto por la Escuela Técnica Superior
de Arquitectura de Valencia desde 2007. Tesis
doctoral, titulada "Transformaciones urbanas en la
ciudad de Teruel: reconstrucción y análisis gráfico"
dentro del programa de doctorado "Patrimonio
arquitectónico, composición y estudios gráficos" de la
UP de Valencia, (Sobresaliente Cum Laude). La labor
investigadora se ha centrado fundamentalmente en el
estudio, representación y revalorización del patrimonio
arquitectónico, incidiendo de especial manera en la
importancia de un correcto análisis gráfico del mismo
como parte indispensable para su profundo
conocimiento.
Beatriz Martín Domínguez. Arquitecta y profesora en
el grado de Arquitectura Técnica de la Escuela
Universitaria Politécnica de La Almunia. Arquitecta
por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de
Valencia (2008). Se encuentra desarrollando la tesis
doctoral titulada "Arquitectura singular del
Maestrazgo: un patrimonio en riesgo", en la UPde
València. La labor investigadora se ha centrado en la
conservación del patrimonio arquitectónico, en
especial, en ese patrimonio más sensible que se
encuentra en riesgo de desaparición o de alteración de
sus valores. Tarea desarrollada en el Instituto
Universitario de Restauración del Patrimonio de la UP
de València, (2008-2012). Desde 2013, vinculada a la
Universidad de Zaragoza, en la que ejerce su labor
docente.
Juan Carlos Salas Ballestín. Arquitecto y profesor
asociado en Expresión Gráfica Arquitectónica en la
Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad
de Zaragoza. Arquitecto por la ETS de Arquitectura de
Valencia (2009). Investigador en el campo de la
fenomenología de la percepción, actualmente
realizando estudios doctorales relacionados con la
transmisión de cualidades sensoriales a través del
espacio arquitectónico. En la práctica profesional como
arquitecto, está desarrollando una obra construida
paralela a su ámbito de investigación, galardonada con
el primer premio en la XXXI edición del premio
García Mercadal de Arquitectura, otorgado por el
Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón.
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