ENTRE VICTIMARIOS Y VÍCTIMAS: VIOLENCIA, MARAS Y DIVERSIDAD SEXUAL
EN EL SALVADOR
Amaral Arévalo
amaral.palevi@gmail.com
Rede O Itsmo
El Salvador
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RESUMEN
En El Salvador el fenómeno de las Maras, estructuras sociales que efectúan numerosos actos
delincuenciales conectados con diversas formas de violencia, ha sido una temática de investigación
desde su surgimiento desde la década de 1990. No obstante, abordajes sobre diversidad sexual y sus
posibles conexiones con las Maras es una relación no explorada por las ciencias sociales. Esta
comunicación se propone identificar las relaciones que existen entre las personas lésbicas, gays,
bisexuales, transexuales (LGBT) y las Maras en El Salvador.
El tipo de metodología que se utilizó fue la exploratoria y bibliográfica. Esta situación se debe a que
no existen fuentes bibliográficas que investiguen stricto sensu esta temática previamente. Se
recurrió a entrevistas a activistas LGBT y a la revisión documental de informes de violencia contra
personas LGBT que registran actos de violencia atribuidos a miembros de las Maras.
Al ser un proceso de investigación sobre un fenómeno no discutido con amplitud y recordando las
palabras de Foucault los procesos judiciales son una fuente de información extremadamente útil
para localizar el surgimiento de nuevas subjetividades. En tal sentido se procedió a localizar
procesos penales en los que existía un cruce entre alguna identidad LGBT y algún miembro de las
Maras. Se analizaron 14 relatos jurídicos que proporcionaron información de relevancia para esta
investigación.
Entre las normas de las maras destaca la no aceptación de homosexuales. Esta norma responde al
ideal de “Macho” que marca las relaciones de género y sexualidad al interior de las Maras. Esto se
traduce en la utilización de la violencia como vía hegemónica para construir una masculinidad
machista en los miembros de las Maras, en que se presenta un rechazo total a cualquier expresión de
género u orientación sexual fuera del patrón binario heterosexual. No obstante, con la utilización de
los relatos jurídicos y entrevistas, se confirmó la existencia de personas LGBT al interior de las
Maras.
Para cerrar, como resultado de la investigación se obtiene que las estructuras de poder integradas
por hombres en las Maras reproducen y amplifican el machismo, el patriarcado y la homofobia.
Utilizan la violencia como dispositivo de control y castigo para los cuerpos de los integrantes o no
de las Maras que pretendan cuestionar el sistema de subordinación de género de lo masculino sobre
lo femenino o al que trasgreda el sistema heterosexual.
Entre la penalización violenta por una parte y las fronteras porosas por otra, las vivencias de
prácticas sexuales diferentes a la norma heterosexual existen al interior de las Maras. Sin embargo,
en la ejecución de una economía política de la violencia por parte de las Maras, ninguna persona
LGTB está exenta de padecer violencia física, sexual u homicida en El Salvador.
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ABSTRACT
The phenomenon of Maras – social structures that carry out various criminal acts connected to
various forms of violence – has been a topic for research since its appearance. Nevertheless,
approaches on sexual diversity and its connection with these groups is underexplored by Social
Sciences. This article aims to identify existing relationships between lesbian, gay, bisexual,
transgender (LGBT) and Maras in El Salvador. From violent penalization to porous borders, the
experiences of non-heterosexual sexuality exist within the Maras. However, because of the
homophobia within these groups, any LGBT person is exempt from physical, sexual or lethal
violence.
Palabras clave
Diversidad sexual. Maras. Homicidios.
Keywords
Sexual Diversity. Maras. Homicide.
A manera de introducción
El fenómeno de las Maras, estructuras sociales que efectúan diversos actos delincuenciales
conectados a formas variadas de violencia, ha sido una temática de reflexión e investigación desde
su surgimiento (González, 1997; Cruz & Portillo, 1998). No obstante, abordajes sobre diversidad
sexual y sus posibles conexiones con las Maras es una relación poco explorada por las Ciencias
Sociales. Esta comunicación se propone identificar relaciones existentes entre personas lésbicas,
gay, bisexuales, transexuales (LGBT) y las Maras en El Salvador.
El tipo de metodología que se utilizó fue la exploratoria, conduciendo a una revisión bibliográfica sobre la temática de las Maras y posibles cruzamientos con temáticas de género y sexualidad.
Al ser un proceso de investigación sobre un fenómeno no discutido con amplitud y recordando las palabras de Foucault (1996, p. 11) que las prácticas jurídicas, o más precisamente los procesos judiciales son una fuente de información extremadamente útil para localizar el surgimiento de
nuevas subjetividades; procedí a buscar causas y procesos penales en los que existiera un cruce en-
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tre alguna identidad LGBT y algún miembro de las Maras. Se localizaron 14 relatos jurídicos que
proporcionan información de relevancia para esta investigación.
I. De Mara a Maras: la construcción de una estructura social
El concepto Mara, en el caliche salvadoreño, forma coloquial de utilización del español en El Salvador; hace referencia a un grupo de amigos del pasaje, de la colonia, del bachillerato, del trabajo,
de la universidad, etc. Ese es su sentido original, y aún hoy es utilizado para indicar la pertenencia a
un grupo social de referencia, principalmente, en adolescentes y jóvenes sin connotación de violencia o a actos de delincuencia.
En la década de 1990, con la deportación masiva de salvadoreños, muchos de ellos integrantes de pandillas en Los Ángeles, realizan un proceso de implantación de estructuras pandilleriles de
acuerdo al modelo estadounidense. Sin embargo, esta idea inicial no se llegó a concretizar, ya que
se creó un modelo “criollo” (Amaya & Martínez, 2014) que recicló la cultura de violencia y dadas
las condiciones particulares de la niñez y juventud salvadoreña del inicio de la postguerra, créanse
estos grupos denominados como Maras. Aunque existe una autodiferenciación entre Pandilla (B18) y Mara (MS-13) en este artículo ambos conceptos serán tratados como sinónimos. Las dos principales Maras que operan en el país son la Mara Salvatrucha (MS-13) y El Barrio XVIII (B-18), las
que denominaremos como mayoritarias, aunque se debe de mencionar existen subdivisiones en ambos grupos: B-18 se dividió en dos facciones en el primer quinquenio de la década pasada: “Sureños” y “Revolucionarios”, y la MS-13 desde 2015 tiene una escisión conformándose la MS-503.
El concepto Maras se relaciona actualmente a grupos sociales que poseen una estructura jerárquica y controlan un territorio determinado, el perfil de sus integrantes principalmente niños,
adolescentes y jóvenes entre 12 a 30 años, la naturaleza de sus acciones se fundamenta en el ejercicio extremo y constante de la violencia y acciones fuera de la ley; en el devenir del tiempo han
creado un sistema de valores y normas socioculturales propias (Amaya & Martínez, 2015: 155).
Tomando en consideración las palabras de Murcia (2015, p. 13) este fenómeno es complejo, heterogéneo y cambiante; por eso una definición de las Maras es siempre provisoria.
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Las Maras mayoritarias al interior de El Salvador sean transformado en un fenómeno social
múltiple (Liebel, 2004, p. 86). En un inicio las Maras se limitaban a establecer demandas de naturaleza simbólica y territorial que se relacionan a prácticas delincuenciales comunes (González, 1997,
p. 452). Pero en el transcurso de dos décadas de desarrollo han llegado a ser clasificadas como actores no estatales que ejercen violencia (SIHRG, 2014) y hasta como nuevos actores sociales (Hernández, 2015) que promueven una necropolítica para presionar al Estado. Muestra de ello son los
6,656 homicidios en el año 2015 atribuidos en gran medida al accionar de las Maras, lo que equivale a 108 por cada 100.000 habitantes (Amnistía Internacional, 2016, p. 12).
Al interior de las Maras, como cualquier otra institución social, existen normas y reglas que
se deben cumplir, entre estas podemos destacar (Tribunal Tercero de Sentencia de San Salvador,
2008): no se puede atentar contra la familia de un miembro de la mara, se debe asistir puntualmente
a los mirins o reuniones de planificación de delitos, respetar a los homboys y a las jainas (novias de
los miembros de una mara), no consumir crack, no se admiten homosexuales ni lesbianas. Llama la
atención la limitación para que una persona con orientación sexual diferente a la heterosexual no se
pueda integrar a una Mara. Para conocer el porqué de esta situación necesitamos realizar una reflexión sobre las normas de género y de la sexualidad que se implementan al interior de las Maras.
II. Normas de género y sexualidad en las Maras
Desde una mirada general se puede afirmar que al interior de las Maras se reproducen roles
de género y sexuales tradicionales, tomando al modelo machista como eje estructurador (Forselledo,
2006). Cuando se habla del modelo machista se hace referencia a cuatro características principales
(Martín-Baró, 2012, p. 166):
a) Fuerte tendencia y gran valoración de la actividad genital
b) Frecuente tendencia hacia la agresividad corporal
c) Una sistemática actitud de indiferencia frente a todo aquello que no se relaciona claramente
con la imagen de “macho”
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d) Hipersensibilidad respecto a la figura idealizada de la madre y todo lo que se relaciona con
ella.
Así podemos comprender por qué al inicio de la fundación de las Maras en la década de
1990, estaban compuestas sólo por hombres. El rol de las mujeres era ser la jaina, o sea el papel de
compañera sexual. Cuando las jainas tuvieron la oportunidad de ser integradas al interior de las
Maras se transformaron en homegirls, colocándose siempre a un nivel inferior al interior de la estructura. Muestra de ello es la función de Palabrero la cual es exclusivamente de hombres. En el
caso que existan mujeres palabreras su jurisdicción recae solamente en las mujeres integrantes de la
clica/cancha no abarcando a los hombres (IUDOP, 2010).
El machismo como modelo en las relaciones de género y sexualidad al interior de las Maras
opera un proceso negativo en la construcción de la masculinidad de sus miembros, que se puede
asumir como un tipo exacerbado de machismo. En primer lugar, todo lo relacionado al ámbito de lo
masculino se comprender como violencia (Interpeace, 2012, p. 45), así la violencia-masculinidad es
“utilizada para configurar identidad y pertenencia al interior de las maras” (IUDOP, 2010, p 42). Lo
anterior se ve reflejado en el comportamiento sexual de sus integrantes. Los mareros con un mayor
grado de violencia, son sexualmente más activos, con una tendencia a tener más de una pareja sexual y responsables de embarazos adolescente (Rubio, 2003).
Para cumplir este ideal de “macho” tanto el homoerotismo, las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo y la homosexualidad no son aceptadas al interior de las Maras, por eso la
regla de no aceptar a homosexuales ni a lesbianas. Este rechazo, inicialmente se fundamenta en la
idea homofóbica de que los hombres homosexuales son equiparados con las mujeres (Gaborit, Burgos, Santori, & Narváez, 2003, p. 194). Denominando la homosexualidad peyorativamente como
“culerismo”, todo lo relacionado con esa práctica estaría al lado contrario del ideal de “macho”. Así,
al interior de las Maras, por medio del uso de la violencia se instaura una homofobia institucional
que penaliza con la muerte a quién sea descubierto o se tenga sospecha que práctica el “culerismo”,
como los ejemplos que veremos en el próximo apartado.
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Esta categorización negativa de la homosexualidad al interior de las Maras, es un reflejo de
la propia sociedad y la valoración que hace de esa orientación sexual. Observamos que,
Para insultar a un enemigo [miembro de una pandilla contraria] o para ridiculizar a alguien
se utilizan términos como marica, culero o hueco. Estas ofensas no son exclusivas de las
maras o pandillas, sino términos peyorativos empleados por la sociedad en general, y que reflejan el pensamiento homofóbico, tanto de hombres como de mujeres (Interpeace, 2012: p.
42).
Como parte del ejercicio de la violencia para alcanzar el ideal de “macho”, la homosexualidad, o en este caso las prácticas sexuales entre hombres, sólo pueden ser aceptadas “[…] en el marco de una violación de un hombre a otro, para castigarlo” (Interpeace, 2012, p. 48). En este caso se
ve reflejada la libido dominandi (Bourdieu, 1999, p. 31), constituyendo claramente un acto de poder
para reafirmar la superioridad “el ser macho” sobre otro hombre por medio de su feminización sexual.
a) Deseos proscritos: personas LGBT al interior de las Maras
¿Qué motiva a una persona LGBT integrarse a las Maras? Es una interrogante que el lector debe de
estarse haciendo. Es algo incongruente, si ya se conoce desde un principio que la regla general es la
no aceptación de personas LGBT al interior de estas estructuras, pero por qué una persona LGBT a
sabiendas de esta situación decide entrar. Para iniciar una respuesta tenemos que recordar información del primer apartado, en el que se expuso que la edad promedio de ingreso a una Mara eran los
14 años, pero que se tienen casos de ingreso de niños de 7 años. En ese lapso de edad 7-14 años,
aún la orientación sexual está en proceso de construcción-afirmación. Por tal hecho, los que integran las Maras a esas edades prácticamente construyen su identidad sexual y afirman su orientación
sexual al interior de esas estructuras.
En un caso de que una persona, comience a descubrir una orientación sexual que esté en
contra del modelo de “macho” sus opciones se vuelven limitadas para vivir su sexualidad al interior
de una pandilla. Básicamente, realizar un performance del ideal de “macho” para protegerse y optar
por prácticas sexuales clandestinas para satisfacer sus deseos, como el caso de Javier.
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Javier, 25 años -. 1,80 de estatura y de contextura corpulenta, residente en una de las
colonias habitacionales de Soyapango, padre de una niña. En su infancia sufrió acoso
por otras personas, y su respuesta fue por medio del uso de la violencia para ganar
respecto de la gente y se fue involucrando en las Maras. Estudio hasta el 8° grado de
Educación Básica. A la edad de 14 años tuvo su primer encuentro sexual con otro
hombre, un compañero de la escuela. Intento salirse de las Maras pero no lo logra.
Para acceder a posibles parejas sexuales y sortear los procesos de vigilancia de la
Mara a la que pertenecía, hace uso de los medios de comunicación y el acceso generalizado a internet. En un primer momento utiliza un sistema de chat al interior de
una compañía de telefonía celular para contactar a otros hombres. Al establecer el
primer contacto por ese medio electrónico se pasaba a la concreción de un encuentro
presencial. Este habitualmente se marca en un espacio público, que simultáneamente
accesibilidad y provea de privacidad, entendiendo este concepto de privacidad como
un lugar donde se minimice la posibilidad de encontrarse con otros miembros de la
Mara que lo reconociera (Entrevista personal, 2017)
Para lo cual, debe de tener sumo cuidado, ya que dado el caso se descubra esa situación
puede ocasionar su muerte. Tal como lo narra un miembro de la MS-13, al hablar sobre las formas
de muerte que puede encontrar un homeboy:
¡Y te morís también por maricón! Si vos sos de la mara, puta, no podés andarte metiendo
con maricones porque… no, pues, porque te bota plante esa mierda, le bota el plante a la
mara. Vaya, puta, dice uno, no pudo ni siquiera conseguirse una mujer gorda, una así toda
hecha mierda ni siquiera, ni una vieja [cursivas del original] (Amaya & Martínez, 2015, p.
157).
Esa narración tiene un anclaje real en la muerte de miembros de las Maras por ser homosexuales o por haber realizado prácticas sexuales con personas del mismo sexo. Examinemos el caso
de Tasmania – hombre, 24 años- residente en el municipio de Nueva Concepción. Desde el Centro
Penal de Apanteos, se efectúa una orden para dar muerte a Tasmania. Esta decisión se fundamentó
en que él estaba ensuciando/desprestigiando el nombre de la MS-13, ya que este había sido miembro de la pandilla y estaba en proceso para “calmarse”, en otras palabras dejar de hacer actos violen-
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tos. Pero además, en el relato judicial, se hace notar que Tasmania era homosexual (Tribunal de
sentencia de Chalatenango, 2006).
El acto de habla que enuncia “Tasmania era homosexual” tiene en sí una carga simbólica
negativa que produjo su muerte. La decisión de dejar de cometer actos violentos al interior de la
Mara, no fue el principal factor para que se diera la orden de muerte; sino el hecho que Tasmania
tenía prácticas sexuales con personas de su mismo sexo, y no en el sentido de una libido dominandi
de penetrar a otros hombres como símbolo de poder. Ser homosexual fue la verdadera causa de
muerte de Tasmania, relacionando su orientación sexual a estar ensuciando y desprestigiando el
nombre de la MS-13, en otras palabras no cumplir con el ideal de “macho” que se pretende construir al interior de las Maras.
Ahora el caso de Riki nos presenta otros elementos para enriquecer nuestro análisis (Tribunal de sentencia de Usulután, 2009). En un área rural del municipio de Jucuapa, en un contexto de
ingiera de bebidas alcohólicas en una noche cualquiera, Riki (mujer, 22 años ) le dice a David S. H.
“mira tu mujer me gusta desde hace tiempo”, David S. H. le respondió “a mi mujer nadie me la va a
codiciar, te diste cuenta del que mataron en la Peña, así como mate a cutí Juan, porque siguió a mi
hermano con un machete, así te voy a matar a vos”; a lo que Riki contestó que eran bromas. No
obstante, David S. H. tomó un machete y atacó a Riki, provocándole diversas heridas que dieron
paso a un shock hemorrágico severo secundario, lo que causó su muerte.
Podemos observar la existencia de una mujer lesbiana al interior de una de las maras, que
manifiesta su deseo por la mujer de otro. Sea broma o no, esa situación era irrelevante luego de verbalizar ese interés; bajo la construcción social del ideal de macho, David debía dar una respuesta
adecuada a tal afrenta contra su mujer-propiedad. La respuesta no se hizo esperar, y siguiendo el
patrón común de las Maras, la violencia homicida fue la forma para saldar ese agravio.
A profundándonos en la existencia de personas LGBT en las Maras, debemos de conocer
que la discriminación familiar y comunitaria por orientación sexual y expresión de género, en un
afán de aceptación y reconocimiento como personas, las personas LGBT se aproximan a las Maras,
engañados por su discurso inicial de fraternidad al interior de la estructura. Aunque el patrón ma9
chista permanece como norma, existen excepciones, como menciona Jairo, activistas de diversidad
sexual cuando comenta: Hoy en día son más tolerante, pero no en general; sino que digamos que
tal comunidad, tal colonia, tal sector por decirlo así, aceptan [a personas LGBT] (Entrevista personal 2015).
Esta tolerancia o aceptación, se puede inferir que se promueve a los niveles micro de las estructura de las Maras, o sea en las clicas y las canchas. Los miembros de esos microterritorios, no
son personas extrañas a las comunidades donde ejercen su influencia y muy probablemente hayan
establecido lazos de amistad en su infancia con otros niños de la comunidad que en más de algún
caso se han integrado a las Maras, pero los vínculos de amistad entre los niños y jóvenes que crecieron juntos pueden ser más fuertes que la norma de no aceptar homosexuales al interior de una pandilla. A este proceso lo denomino como política de amistad. Así al momento que una persona de
esa comunidad comienza a manifestar una orientación sexual contraria a la norma binaria, pero si se
ejecuta una política de amistad entre personas conocidas con un grado de poder para contener las
acciones violentas, puede ser que sea aceptada al interior de la Mara sin importar su condición de
homosexual o lesbiana.
Ahora bien, con la utilización de una taca o placa puede revelar una orientación sexual diferente a la heterosexual en algunos de sus portadores, indicando la posible existencia y aceptación de
personas LGBT al interior de las Maras. Por ejemplo, Will “el homosexual” (hombre, 18 años de
edad), quien no pertenecía aún a la estructura de la MS-13, pero tuvo participación en actos delictivos organizados por esa mara (Tribunal sexto de sentencia de San Salvador, 2009).
En el caso de las mujeres lesbianas tenemos a Paola Velásquez, alias “La Seca Marimacha”
(Corte Suprema de Justicia, 2010) o de María Gómez “Marimacha” del B-18 que fue muerta por
estar realizando extorsiones a empresarios del transporte público en un territorio de la MS-13 (Tribunal Segundo de Sentencia de San Salvador, 2010). Y también la participación de Tania “La Marimacha” en el homicidio de un hombre (Tribunal de Sentencia de San Francisco Gotera, 2012a).
Con lo anterior se llega a vislumbrar la existencia directamente de homegirls lesbianas al interior de las Maras. Las prácticas lésbicas están presentes al interior de las Maras (Forselledo,
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2006), y posiblemente las lesbianas sean más visibles al interior de las Maras. Por ejemplo, Mónico,
Huezo & Gibbons (2001) narran el caso de una mujer lesbiana quien fue abusada sexualmente por
otra mujer a los 12 años y a los 13 años ingresó a las Maras. Se resalta el hecho que la mara no intervino en su vida marital con otra mujer, al parecer con la misma mujer que perpetró el abuso sexual. De igual forma el IUDOP (2010, p. 288) reporta la existencia de mujeres lesbianas al interior
de las Maras. También encontramos a mujeres bisexuales, como el caso de María Tomasa mujer
que realizaba visitas íntimas a su compañero de vida al interior del penal de San Vicente, siendo
este integrante de la MS-13. No obstante, al mismo tiempo convivía maritalmente con Ada, mujer
que al interior de su comunidad rural se identificaba como lesbiana (Tribunal de Sentencia de Usulután, 2009).
Retomando la discusión sobre la carga de identidad sexual que los alias poseen al interior de
las Maras, nos encontramos con el caso de Osmín Antonio alias “Culero” (Tribunal de Sentencias
de San Francisco Gotera, 2012b). Osmín miembro de una clica de la MS-13 en la que se tenía conocimiento de sus “tendencias homosexuales”, contrata los servicios de otros miembros de la MS13 para darle muerte a Juan Alberto, hombre homosexual. El móvil del crimen se relaciona a una
disputa sentimental entre Osmín y Juan por otro hombre.
En más de una oportunidad se ha mencionado sobre una posible relación de identidades
trans con las maras (PDDHH, 2015). En este caso, considero que no existen integrantes trans al
interior de las Maras, pero lo cual no niega una posible relación. Para el caso Jairo, activista de diversidad sexual comenta:
también hay personas de diversidad sexual que no son integrantes de las maras, pero se relacionan con ellos por una búsqueda de pertenencia a un grupo, pero estas en verdad son
utilizadas para ejecutar actos delincuenciales (Entrevista personal 2015).
Por actos delincuenciales se pueden entender como acciones para encubrir un acto criminal, servir
de distractor al momento de la huida de un escenario de crimen, ser utilizadas para la venta al menudeo de droga e inclusive para introducir drogas a un centro penitenciario.
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A parte de las personas LGBT que son, hasta cierto punto “oficialmente” reconocidas por
medio de la asignación de una taca que revela su orientación sexual; existe también aquellos que
ocultan sus deseos por personas del mismo sexo, pero estos salen de su escondite cuando las condiciones lo permitir, como el caso del Chele, miembro del B-18 (Tribunal Segundo de Sentencia de
Santa Ana, 2013).
Al Chele le es asignada la tarea de vigilar a Víctor S. CH., ya que a este último se le consideraba que estaba realizando extorsiones en el territorio de su pandilla. En la noche del sábado 08
de diciembre de 2012, el Chele invita a Víctor S. CH para beber licor, iniciando en una cantina y
después continuaron al interior de una cancha de futbol. Por vuelta de las 23 horas, el Chele comienza a tocar el trasero y tratar de besar a Víctor, a lo que este se niega. El Chele continuó “insistiendo expresándole que para eso es que era homosexual”. Víctor le expresó al Chele “que eso era
cierto pero que se tranquilizara”. Ante tal negativa el Chele lanza un golpe a la cara de Víctor, a lo
que Víctor responde con un puñetazo a la altura del rostro, desequilibrando al Chele, para posteriormente asesinarlo con el uso de un ladrillo. Víctor al finalizar su declaración narrando los hechos
solicita ser enviado a un penal para homosexual, en este caso se refería al sector n° 2 del Centro
Penal de Sensuntepeque.
Palabras de cierre
En las maras existe la norma de no aceptar homosexuales ni lesbianas al interior de sus estructuras, ya que esta situación le quita prestigio a la pandilla, dado que según el ideal de “macho”,
la homosexualidad estaría relacionada con lo femenino. No obstante, al igual que todo sistema que
pretende ser hegemónico y cohesionado, las Maras presentan fisuras y rupturas respecto a sus normas de sexualidad. Estas permiten, a pesar de la penalización general de las prácticas sexuales entre
personas del mismo sexo, no impide que se realicen de forma clandestina o visible al interior de las
Maras prácticas homoeróticas y la existencia de integrantes con una orientación sexual diferente a la
norma binaria heterosexual.
En investigaciones sociales sobre las Maras, sobre todo las que emplearon un enfoque de
género, se identifica a grandes rasgos la existencia de personas LGBT al interior de estas estructuras
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sociales. Ahora bien con la utilización de los relatos jurídicos, se confirma la existencia de personas
LGBT, ya que con la designación de una taca que utiliza conceptos como “homosexual”, “culero” o
“marimacha”; claramente se está reconociendo una identidad sexual que se relaciona a persona
LGBT integrantes de las maras.
Por otra parte los relatos jurídicos nos aproximan, hasta cierto punto, a las experiencias de
vida de personas LGBT en las Maras. Observamos claramente que el ejercicio de la violencia es la
forma habitual para lidiar con la diversidad sexual. El uso de la violencia no está restricto a la heterosexualidad, en un contexto donde la violencia es la norma, personas LGBT también aprenden a
hacer uso de ella para zanjar sus dificultades, satisfacer sus deseos e incluso gestionar sus diferencias con otras personas LGBT.
Las personas LGBT que ingresan a las pandillas su aceptación es una ruptura a las normas
de género de las Maras. Esta ruptura se realiza a niveles micro, en cada clica o cancha. Para que
esta aceptación se realice considero que la amistad y la proximidad comunitaria entre los sujetos,
los integrantes de Maras, en este caso los líderes y la persona LGBT que ingresa. Esta es un área de
estudio que se debe de profundizar. De la misma forma se debe de realizar estudios específicos
para conocer las historias de vida de personas LGBT al interior de las Maras, para conocer y describir sus prácticas de supervivencia, los roles que juegan al interior de las Maras, sus experiencias
sexuales, sus relacionamientos afectivos, las formas de discriminación que padecen por su orientación sexual, entre algunos puntos de relevancia.
Sin embargo, a esa política de la amistad que permite la entrada y permanencia de algunas
personas homosexuales al interior de las Maras; en los ámbitos comunitarios y sociales donde estas
operan ejercen una economía política de la violencia para controlar los cuerpos y sexualidades que
atraviesan o están en las fronteras del sistema binario de género. Golpes, violaciones y asesinatos
son parte de la gramática de la violencia que las Maras utilizan para castigar a aquellos y aquellas
que no se amoldan al patrón heterosexual.
Lo anterior se puede deber a dos situaciones. La primera de ellas es que la aversión y la homofobia al interior de las Maras son latentes y cuando el contexto lo permite pueden aflorar de for13
ma violenta. En segundo lugar, las Maras y su ideal de macho relacionado al ejercicio de la violencia debe ser resguardado, protegido y reafirmado constantemente, por eso ejecutan una política de
persecución contra personas LGBT, en la cual mujeres lesbianas pueden ser víctimas de agresiones
sexuales colectivas; prácticas sexuales entre hombres pueden conllevar a sentencias de muerte;
hombres gay con expresiones femeninas, mujeres y hombres transexuales son albos de violencia
física, sexual y homicida.
Muchas personas LGBT la única forma que encuentran para salvaguardar sus vidas cuando
son perseguidas por las Maras es ejecutar una huida forzada a causa de su orientación sexual o expresión de género. Esta movilidad forzada es tanto a nivel interno del país como en el exterior. A
nivel interno, es un primer paso para realizar una movilidad al exterior, ya que se necesita huir del
local donde se encuentran las Maras para empezar a organizar el proceso de migración al exterior.
En otras ocasiones, debido a amenazas de muerte el proceso de movilidad se realiza directamente hacia el exterior, sin tener el tiempo suficiente para organizar la huida o el punto de llegada, ya que lo que prima en ese momento es salir del país a cualquier costo.
En la ejecución de una economía política de la violencia, aunque existen miembros de las
Maras que se pueden identificar como homosexuales y lesbianas; de manera general dada la homofobia implícita en el accionar de estas estructuras ninguna persona LGTB está exenta de padecer
violencia física, sexual u homicida por parte de las Maras en El Salvador.
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