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La estrella de Belén, presagio y símbolo de la realeza de Cristo, AUGUSTINIANUM 56/2 (2016), 411-429.

LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO* La aparición de la estrella en Belén en el momento del nacimiento de Jesús se ha analizado desde el punto de vista histórico, intentando averiguar si realmente sucedió tal acontecimiento, y astronómico, tratando de explicar qué tipo de fenómeno celeste pudo ser. Sin embargo, existe un plano de gran importancia que no ha sido visto en profundidad y podría proporcionar interesantes conclusiones. Nos referimos al ideológico, al significado que para la mentalidad del ciudadano antiguo tendría tal suceso, así como a los comentarios que sobre él hicieron los Padres de la Iglesia y algunos autores paganos, aportando cada uno el bagaje cultural que poseía, para interpretarlo de una manera u otra. 1 En este trabajo nos centraremos en aquellas explicaciones que idearon de tipo real, es decir, en referencia al mundo que les rodeaba para profundizar en los diferentes elementos que se pueden extraer; y, de manera especial, en el significado del evento en el plano material: el presagio de realeza. El pasaje de la Biblia en el que encontramos el hecho es Mt. 2, 12. 7. 9-10, donde podemos leer: * Este artículo ha sido escrito gracias a la beca postdoctoral del Programa VALi+d de la Generalitat Valenciana (ASPOSTD/2015/066), en el Dpto. de Historia de la Antigüedad y la Cultura Escrita (Universidad de Valencia, España). 1 Sobre este punto de vista se han realizado estudios, pero basados en las interpretaciones alegóricas que ofrecieron algunos autores eclesiásticos del episodio y, sobre todo, en su relación con los Magos. Algunas de las publicaciones más destacadas son: U. Monneret, Le leggende orientali sui magi evangelici, Città del Vaticano 1952 (Studi e Testi 163); y las más recientes: F. Cardini, I Re Magi: storia e leggende, Venezia 2000; The Star of Bethlehem and the Magi. Interdisciplinary perspectives from experts on the Near East, the Greco-Roman World, and Modern Astronomy, edd. P. Barthel - G. van Kooten, Leiden - Boston 2015. Sobre la cuestión que nos ocupa en particular no hemos encontrado bibliografía especializada. 412 M. A. MATEO DONET Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al oriente y venimos a adorarle. […] Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella. […] Después de oír al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente les precedía, hasta que, llegada encima del lugar en que estaba el niño, se detuvo. Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo.2 A pesar de la simplicidad y de la escasez de detalles, el texto es lo suficientemente rico en datos para permitirnos extraer elementos fundamentales para la sociedad antigua, que no pasaron inadvertidos. Los dos primeros aspectos aparecen estrechamente ligados y son: la valoración de la aparición de la estrella como un signo, señal o prodigio y la realeza de Cristo. Algunos autores cristianos se limitan a recoger la noticia, como Ignacio de Antioquía, que dice que el nacimiento de Cristo (concretamente, el parto de María) se manifestó al mundo mediante un astro que brilló en el cielo por encima de todos los demás y que su luz era inefable: Su novedad produjo extrañeza, y todos los demás astros, junto con el sol y la luna, hicieron coro al astro nuevo. Él, sin embargo, vencía con su luz a todos. Y había turbación, de dónde podía nacer la novedad desemejante a ellos.3 Tou= deV jIhsou= gennhqevntoç ejn Bhqlevem th=ç jIoudaivaç ejn hJmevraiç JHrwv/dou tou= basilevwç, ijdouV mavgoi ajpo ajnatolw=n paregevnonto eijç JIerosovluma levgonteç: pou= ejstin oJ tecqeiVç basileuVç tw=n jIoudaivwn; ei[domen gaVr aujtou= toVn ajstevra ejn th/= ajnatolh/= kaiV h[lqomen proskunh=sai aujtw/=. […] Tovte JHrwv/dhç lavqra/ kalevsaç touVç mavgouç hjkrivbwsen par’ aujtw=n toVn crovnon tou= fainomevnou ajstevroj […] oiJ deV ajkouvsanteç tou= basilevwç ejporeuvqhsan kaiV ijdouV oJ ajsthvr, o}n ei\don ejn th/= ajnatolh/=, proh=gen aujtouvç, e{wç ejlqwVn ejstavqh ejpavnw ou| h\n toV paidivon. ijdovnteç deV toVn ajstevra ejcavrhsan caraVn megavlhn sfovdra. (ed. Nestle - Aland, Stuttgart 1995; trad. de E. Nácar - A. Colunga, Madrid 1959 [Biblioteca de Autores Cristianos]). 3 Ign., Eph. 19, 2: taV deV loipaV pavnta a[stra a{ma hJlivw/ kaiV selhvnh/ coroVç ejgevneto tw/= ajstevri, aujtoVç deV h\n uJperbavllwn toV fw=ç aujtou= uJpeVr pavnta. Tarachv te h\n, povqen hJ kainovthç hJ ajnovmoioç aujtoi=ç. (ed. F. X. Funk, Patres apostolici, vol. 1, Tübingen 1901; trad. y notas de J. J. Ayán Calvo, Fuentes Patrísticas 1, Madrid 1999, 124-125). 2 LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO 413 O Justino, que recoge de las memorias de los apóstoles que al nacer Cristo se elevó en el cielo una estrella, y por eso lo reconocieron los magos de Arabia y vinieron a adorarlo.4 Sin embargo, la mayoría de autores cristianos refleja que el acontecimiento era un signo, un augurio de que el nacido no era un hombre corriente, sino alguien destinado a un fin más elevado. Ireneo narra al respecto: esta estrella apareció, cuando su nacimiento, a los Magos, que habitan en Oriente y por su medio tuvieron conocimiento del nacimiento de Cristo. Guiados por la estrella vinieron a Judea, hasta que la estrella llegó a Belén, donde había nacido Cristo, y entrada en la casa donde estaba acostado el niño envuelto en pañales, se detuvo encima de su cabeza, indicándoles a los Magos al Hijo de Dios, Cristo.5 El autor opina que se trataba de un signo, signo de Él que lo individuaba.6 Hipólito, por su parte, transmite el texto del evangelio, pero añade que los Magos quedaron asombrados por el prodigio, calificativo que no aparece en el original.7 Ireneo e Hipólito no asocian esta señal a la figura de rey, sino a la de Hijo de Dios, idea que permanecerá en algunos escritos posteriores como el Evangelio del Pseudo Mateo, donde se narra: había una enorme estrella que expandía sus rayos sobre la gruta desde la mañana hasta la tarde, sin que nunca jamás desde el origen del mundo se hubiera visto un astro de magnitud semejante. Los profetas que había en Jerusalén decían que esta estrella era la señal de que había nacido el Mesías, que debía dar cumplimiento a la promesa hecha no sólo a Israel, sino a todos los pueblos.8 4 Just., dial. 106, 4 (ed. Ph. Bobichon, Fribourg 2003, 470-472). Iren., Epideixis 58 (trad. de E. Romero Pose, Fuentes Patrísticas 2, Madrid 1992, 173-174). La misma idea la encontramos posteriormente en Hilario de Poitiers (trin. 2, 27). 6 Iren., Epideixis 58 (Fuentes Patrísticas 2, 174-175, nota 4) (comentario extractado de A. Orbe). 7 Hipp., in Dan. 1, 9, 2 (SCh 14, 85-89). 8 Ps.-Mt. 13, 7: Sed et stella ingens a vespere usque ad matutinum splendebat super speluncam, cuius magnitudo nunquam visa fuerat ab origine mundi. Et prophetae qui fuerant in Ierusalem dicebant hanc stellam indicare nativitatem Christi, qui restauraret promissionem non solum Israël sed et omnium gentium. (ed. C. von Tischendorf, 5 414 M. A. MATEO DONET Y es que, como bien dice Atanasio de Alejandría, ningún nacimiento de otros profetas y personajes importantes de las Escrituras se anunció de tal manera.9 En cambio, otros Padres de la Iglesia sí establecerán esa relación. Clemente de Alejandría escribe: el Señor descendió para traer la paz a los venidos del cielo y a los venidos de la tierra […]. Por eso se alzó en alto una estrella extraña y nueva, aniquilando la antigua disposición de los astros, brillando con una luz nueva, no de este mundo. […] Los Magos no sólo vieron la estrella del Señor, sino que reconocieron la verdad de que había nacido un Rey, y que era [rey] de los piadosos.10 Es uno de los primeros testimonios que presentan unidos el presagio de la estrella y la realeza de Jesús, junto a Orígenes. Este autor muestra su gran conocimiento de la cultura grecorromana en la explicación que ofrece: se ha observado que, en los grandes acontecimientos, en los trastornos mayores de la tierra, nacen estrellas semejantes que anuncian cambios de dinastías, guerras o cuanto puede acaecer entre los hombres, capaz de sacudir las cosas de la tierra. Sin embargo, en el libro del estoico Queremón, Sobre los cometas, hemos leído haberse dado, de algún modo, casos en que los cometas aparecieron también como buen augurio de lo futuro, y él cuenta algunos de esos casos. Ahora bien, si al advenir nuevas dinastías o en otras grandes calamidades aparece un llamado cometa u otra estrella semejante, ¿qué tendrá de sorprendente que apareciera una estrella al nacer Aquel que tamaña novedad venía a traer al género humano?11 Evangelia Apocrypha, Hildesheim 1966, 80; trad. de A. de Santos Otero, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2006, 92). 9 Ath., inc. 35, 7-8 (SCh 199, 390-393). 10 Clem., exc. Thdot. 74-75: oJ kuvrioç kath=lqen eijrhvnhn poihvswn, toi=ç ajp’oujranou= toi=ç ajpoV gh=ç. […] DiaV tou=to ajnevteilen xevnoç ajsthVr kaiV kainovç, kataluvwn thVn palaiaVn ajstroqesivan, kainw/= fwtiv, ouj kosmikw/=, lampovmenoç […] oiJ Mavgoi, ouj movnon ei\don toVn ajstevra tou= kurivou, ajllaV kaiV toV ajlhqeVç e[gnwsan o{ti basileuVç ejtevcqh, kaiV w|n basileuvç, o{ti qeosebw=n (ed. y trad. de M. Merino Rodríguez, Fuentes Patrísticas 24, Madrid 2010, 150-151). 11 Or., CC 1, 59 (cf. SCh 132, 236-239; trad. de D. Ruiz Bueno, Biblioteca de Autores Cristianos 271, Madrid 1967, 93). LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO 415 Aun así, insiste en analizar el hecho y exponerlo a griegos y judíos de la manera en que ellos actuarían para que puedan comprenderlo mejor: los magos […] como vieran un signo divino en el cielo, quisieron saber su sentido. Hubieron de poseer la profecía de Balaán12 y en ella encontraron lo de la estrella. De ahí conjeturaron haber venido ya al mundo el hombre profetizado por la estrella y, juzgando de antemano que era superior a todos los démones que a ellos se les solían aparecer y obrar entre ellos, se decidieron a irlo a adorar. Vinieron, pues, a Judea, persuadidos que estaban de que había nacido un rey y sabiendo el lugar donde había nacido, pero ignorando el reino sobre que reinaría.13 Avanza por un lado, un cambio de dinastía y por otro, la llegada del que debe reinar en ella. Además, conoce las costumbres paganas de consulta de los oráculos, arúspices o libros sibilinos para resolver situaciones extraordinarias mediante la adivinación del significado del prodigio que las ha anunciado y las traslada al ámbito cristiano mostrando que el proceso seguido en el acontecimiento del nacimiento de Cristo fue el mismo, es decir, los magos vieron una señal, buscaron en los textos y encontraron la profecía que les aclaraba lo que estaba sucediendo. De hecho, indica que los magos fueron educados y formados por los libros y las enseñanzas de las aves y que llegaron tras haber contemplado y descubierto que había nacido un rey y que Dios estaba con él, por ello fueron a adorarlo.14 Tras ese procedimiento se ve claramente la idea de que la estrella era un signo que predecía la realeza del nacido, aunque no se especificaba qué tipo de rey sería. También Eusebio de Cesarea transmite el texto de Mateo con referencia al nacimiento de Cristo y menciona que los Magos llegaron a Jerusalén diciendo que habían visto su estrella en Oriente 12 « De Jacob nacerá una estrella, y un hombre se levantará de Israel » (Num. 24, 17). 13 Or., CC 1, 60 (cf. SCh 132, 238-241; Biblioteca de Autores Cristianos 271, 94). Jerónimo transmite que Orígenes cree que Cristo no reinará eternamente, luego está reconociendo que se trata de un rey temporal y en ello encuentra un punto de semejanza con los judíos blasfemos (ep. 96, 8 [ed. J. Labourt, Les Belles Lettres, Paris 1955, vol. 5, 15-16]). 14 Or., HGn 14, 3 (SCh 7bis, 342-345). 416 M. A. MATEO DONET y les había guiado hasta la casa.15 Cuando, junto a los otros astros que ya conocían, vieron brillar en el cielo una estrella nueva, puesta justo al extremo y perpendicularmente sobre Judea, enseguida se dirigieron a la tierra de Palestina, para tener noticias del rey indicado por la aparición del astro.16 Pero no sólo esto, lo interesante es su observación sobre el conocimiento de otras apariciones de astros nuevos a propósito de personajes ilustres y famosos, como aquellos que algunos llaman cometas, meteoros, estrellas barbudas o con nombres similares a estos, que normalmente se muestran al verificarse eventos extraordinarios. Está confirmando el significado de la señal, enlazándolo con el pensamiento romano. Por este motivo, la aparición de aquella estrella constituía una gran señal, ya que manifestaba a todos un astro nuevo y grande que brillaría para todo el universo, es decir, Cristo.17 La misma idea comenta Gregorio Nacianceno diciendo que la estrella brilló en el Este con la luz más grande, los magos se acercaron y lo reconocieron como Rey de todos, lo juzgaron rey gracias al glorioso testimonio del astro. 18 Hilario de Poitiers es uno de los que mejor explica esta asociación. Sobre que Cristo es rey aporta numerosas pruebas que lo corroboran: el ladrón condenado junto a él en la cruz le pide que se acuerde de él cuando esté en su reino; los magos venidos para adorarlo preguntan “¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido?”; Pilato lo afirma cuando se lo pregunta en el interrogatorio y el Señor mismo no lo niega.19 Y para que los paganos no lo duden y puedan entenderlo mejor, añade un elemento según su óptica, el del prodigio: La salida de una estrella, comprendida en primer lugar por los magos, indica que los gentiles creerán muy pronto en Cristo y que los hombres apartados por sus creencias de la ciencia del conocimiento 15 Eus., d.e. 7, 2, 10-12 (trad. F. Migliore, Collana di testi patristici 202, Roma 2008, 248-249). 16 Ibid., 9, 1, 1-2. 17 Ibid., 9, 1, 11-14. 18 Gr. Naz., or. 19, 12 (PG 35, 1058). 19 Hil., in ps. 2, 24 (trad. A. Orazzo, Collana di testi patristici 185, Roma 2005, 151-152). LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO 417 divino reconocerán la luz que ha aparecido inmediatamente en el momento de su nacimiento.20 Uno de los Padres que más ha analizado el tema es Juan Crisóstomo en sus Homilías sobre el Evangelio de san Mateo. El autor se pregunta ¿por qué averiguan los magos por la estrella que Jesús era rey de los judíos? En realidad, Él no fue rey de ningún reino temporal, como lo declaró ante Pilatos.21 Y plantea una idea nueva, que la estrella en realidad apareció mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús para que los Magos pudieran llegar a Belén en la fecha del acontecimiento. Tal vez toda esta relación directa entre la estrella como signo y la realeza de Cristo, que ya aparece en cierto modo en el Evangelio de Mateo –la fuente original que están comentando estos autores–, haya venido influida también por otro texto escrito con anterioridad a sus obras, el Protoevangelio de Santiago, que recoge de manera más explícita y argumentada estas afirmaciones. Se trata de la narración apócrifa más antigua en torno al nacimiento de Jesús y de una de las que más influencia han ejercido en la posteridad. Escrito originariamente en griego, en una época entre el s. II y el IV, parece tener un núcleo de la segunda mitad del s. II, ya que escritores como Orígenes y Clemente de Alejandría atestiguan su existencia. En Occidente fue condenado en el s. VI por el Decretum Gelasianum, pero referencias como las comentadas indican la posibilidad de que siguiera teniendo difusión siglos más tarde. En relación al tema, narra que cuando la partera Salomé vio al niño exclamó « Le adoraré porque ha nacido para ser el gran Rey de Israel ».22 Sobre la estrella dice: Por entonces sobrevino un gran tumulto en Belén, pues vinieron unos magos diciendo: “¿Dónde se encuentra el nacido Rey de los Judíos? 20 Hil., in Mt. 1, 5: Stellae autem ortus primum a magis intellectus indicat mox gentes in Christo credituras et homines professionis longe a scientia divinae cognitiones aversae lumen quod statim in ortu eius exstitit cognituros (ed. de L. F. Ladaria, Biblioteca de Autores Cristianos 694, Madrid 2010, 8). 21 Chrys., hom. in Mt. 6, 1-2; 7, 2-3: Tiv deV kaiV oiJ mavgoi paraV tou= ajstevroç aujtou= manqavnousin, o{ti basileuVç tw=n jIoudaivwn h\n: kaiV mhVn ouj tauvthç h\n th=ç basileivaç basileuVç, kaqwVç kaiV tw/= Pilavtw/ e[legen (ed. de D. Ruiz Bueno, Biblioteca de Autores Cristianos 141, Madrid 1955, 102-103; 130-133). 22 Proteuangelium Iacobi 20, 4 (trad. de A. de Santos Otero, 70). 418 M. A. MATEO DONET Porque hemos visto su estrella en el Oriente y hemos venido para adorarle”.23 Hasta aquí se reitera el texto original de Mateo, pero más adelante se profundiza en la explicación de tal afirmación: Herodes interrogó a los magos con estas palabras: “¿Cuál es la señal que habéis visto en relación con ese rey nacido?” Le respondieron los magos: “Hemos visto un astro muy grande que brillaba entre las demás estrellas y las eclipsaba, haciéndolas desaparecer. En ello hemos conocido nosotros que a Israel le ha nacido un rey y hemos venido con intención de adorarle”.24 Ciertamente podría tratarse de la base para la interpretación patrística; de hecho, dos autores que no contemplan esta explicación de los hechos son Ignacio de Antioquía y Justino, que precisamente son anteriores en el tiempo a la composición de esta obra. Es decir, el Evangelio de Mateo es el primero en poner en relación la aparición de la estrella y la realeza de Cristo, pero sin hacer mayor aclaración; en cambio, el Protoevangelio de Santiago indica que era una señal inequívoca. Por tanto, pudo ser el complemento que faltaba para que la idea pasara a la mentalidad de los autores posteriores, constituyendo así uno de los aspectos en los que la influencia de este texto se hizo sentir en la posteridad. La creencia en los presagios estaba fuertemente arraigada en la mentalidad del ciudadano antiguo. 25 En Grecia, el hombre puede descubrir su futuro, feliz o funesto, muy a menudo gracias al prodigio, cuyo valor es, en realidad, diverso en cada caso y no está necesariamente ligado al anuncio de la cólera divina. En Roma, los auspicia son señales obtenidas de la observación de los pájaros, pero este término, más que limitarse, se fue extendiendo a diversos presagios, 23 Ibid., 21. Tiv ei[dete shmei=on ejpiV toVn gennhqevnta basileva; [...] Ei[domen ajstevra, pammegevqh lavmyanta ejn toi=ç a[stroiç touvtoiç kaiV ajmbluvnonta aujtouVç w{ste touVç ajstevraç mhV faivnesqai: kaiV hJmei=ç ou{twç e[gnwmen o{ti basileuVç ejgennhvqh tw/= jIsrahvl, kaiV h[lqomen proskunh=sai aujtovn (Proteuangelium Iacobi 21, ed. C. von Tischendorf, Evangelia Apocrypha, 40-41). 25 Se puede consultar: E. Riess, Realencyclopädie der classischen Altertumswissenschaft 18/1, Stuttgart 1939, 350-78, s.v. omen; J. Bayet, Histoire politique et psychologique de la religion romaine, Paris 1957; Id., Croyances et rites dans la Rome Antique, Paris 1971. 24 LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO 419 como relámpagos, rayos o señales casuales. Concretamente, la consciencia inquieta de los pueblos ha sido siempre impactada en modo particular por los fenómenos celestes, que parecían emanados más directamente de la divinidad, por cuanto se situaban en una zona extraterrestre. Estos fenómenos celestes, considerados como divinos son de naturaleza diversa: eclipses de sol y de luna, temporales excepcionales, rayos y truenos imprevistos, cometas y meteoros. Había una clara correspondencia entre los diversos elementos del cosmos, basada en su luz, y la fama de un hombre o una ciudad. Hasta tal punto que el prodigio servirá, tanto en Roma como en el mundo helenístico, para justificar las pretensiones de aquellos que miran hacia un dominio universal o que ya han llegado a él. La eficacia del carisma vendrá proporcionada por la creencia del pueblo en los prodigios acaecidos en favor de esa persona.26 Sobre el signo específico que nos ocupa, la aparición de la estrella en el momento del nacimiento, existe un paralelo en el mundo pagano. Entre los numerosos prodigios que acaecieron a la llegada al mundo de Alejandro Severo y que le anunciaban el poder, en la Historia Augusta se cuenta que el día de su nacimiento, durante toda la jornada, se vio una estrella de extraordinaria magnitud junto a Arca Cesárea y que el Sol quedó coronado por un círculo refulgente en torno a la casa de su padre;27 ocurrieron otros muchos presagios por los que se sabía que sería el príncipe del género humano.28 Sin duda, presenta una gran similitud, pues también la estrella de Jesús brillaba de día y de noche, según algunos testimonios. Pero aún podemos obtener más evidencias, ya que en algunas monedas romanas aparece una estrella junto a una luna creciente como símbolo de poder real conferido por la conjunción de la luna con 26 R. Bloch, Prodigi e divinazione nel mondo antico, Roma 1977 (orig. Les prodiges dans l’antiquité classique, Paris 1963); R. S. Lorsch, Omina Imperii. The Omens of Power Received by the Roman Emperors from Augustus to Domitian, Their Religious Interpretation and Political Influence, diss. University of North Carolina 1993. 27 Hist. Aug., Alex. 13, 5 (trad. de V. Picón - A. Cascón, Akal/ Clásica 23, Madrid 1989, 83-84). 28 Ibid., 14, 6. 420 M. A. MATEO DONET Júpiter u otra estrella especial al personaje en ella representado. 29 Incluso algunos confundieron el astro representado en unos denarios de época de Augusto con la estrella de Belén, pero se trataba de un cometa asociado a la deificación de Julio César. 30 Finalmente, otros autores hablan solamente de la realeza de Jesús, pero no mencionan la señal de la estrella. Tertuliano dice que los magos lo conocieron, lo honraron con sus dones y lo adoraron con la genuflexión por cuanto señor y rey.31 Cipriano, en su colección de citas de la Biblia, refiere que Jesús nació en Belén y que es el Rey que reinará para siempre, pero no hace alusión a la estrella. 32 Ambrosio opina que efectivamente es rey, puesto que los magos anuncian el nacimiento de un rey, Herodes se altera, reúne a los escribas y príncipes de los sacerdotes y les pregunta dónde ha de aparecer; reconoce, pues, que es rey aquel por el cual preguntan. 33 En esta línea existe todo un debate también en torno a la genealogía carnal de Cristo, en el que no entraremos, pero del que sí comentaremos que algunos autores establecen su ascendencia hasta David y Salomón, de modo que justifican una condición de realeza heredada (tou= basilikou= gevnouç) en relación al mundo temporal y no al espiritual. 34 Los Padres de la Iglesia comentaron otros elementos de interés del pasaje bíblico, entre ellos, la naturaleza del astro. Las opiniones se dividen entre los que piensan que se trataba de un astro común, sólo que más espectacular que los demás, y los que defienden que no era una estrella, sino cualquier otro fenómeno extraordinario que 29 Por ejemplo, en algunas de Mitrídates IV del Ponto (78 a.C.), Augusto (19 a.C.), Juba II de Mauritania (16-17 d.C.) y Nerón (66-68 d.C.). Esto tal vez también por influjo de la tradición arcaica egipcia de dibujar una estrella en el cartucho del nombre de determinados personajes para indicar su alto estatus (real o aristocrático). 30 E. Conrad, The Star of Bethlehem Denarius, en Numismatic Circular 84 (1976), 465-466. 31 Tert., adv. Iud. 9, 12 (ed. C. Moreschini, Scrittori cristiani dell’Africa romana 1, Roma 2006, 540-543). 32 Cypr., testim. 2, 12; 2, 29 (ed. J. A. Gil-Tamayo, Biblioteca de Autores Cristianos 717, Madrid 2013, 48-50). 33 Ambr., in Luc. 2, 49 (SCh 45, 94-95). 34 Eusebio expone claramente las diferentes posiciones y teorías sobre este tema en su obra Cuestiones Evangélicas (2, 23-3, 69 [SCh 523, 110-112]). LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO 421 simulaba ser un cuerpo celeste. Entre los primeros se encuentra Orígenes, que expone: creo que la estrella vista en Oriente fue nueva, y no se parecía a ninguna de las ordinarias, ni a las esferas fijas ni a las de las esferas inferiores. Por su especie, hubo de ser semejante a los cometas que aparecen de cuando en cuando, o a los meteoros, o a las estrellas con barba o en forma de tonel, o como gusten los griegos de llamar a sus diferentes especies.35 Entre los segundos se sitúa Ireneo, que no pensaba que la estrella de los Magos fuese un verdadero astro como los demás, puesto que se sostenía en el aire, era capaz de trazar una trayectoria y guiar a los Magos sin equivocarse. Una estrella normal, a la distancia de las demás, no podría señalar un camino determinado a un punto de la tierra, hasta una casa. 36 También Juan Crisóstomo que, en la obra ya mencionada, se dedica a analizar el fenómeno: Si averiguamos bien qué estrella fue aquélla y de dónde vino, si fue una estrella ordinaria o distinta de las otras y hasta si fue realmente una estrella o sólo aparecía así a los ojos; todo lo demás lo sabremos muy fácilmente. […] A mi parecer, es evidente que la estrella de los magos no fue una estrella ordinaria; más aún: no fue una verdadera estrella, sino una fuerza invisible que tomó la apariencia de estrella. Lo que se prueba, ante todo, por la marcha que siguió. Efectivamente, no hay absolutamente una estrella que siga el camino que aquélla siguió. El sol, la luna y todos los astros vemos que marchan de oriente a occidente; aquélla, en cambio, marchaba de norte a sur, que es la posición de Persia respecto a Palestina. La segunda prueba es el tiempo en que brillaba la estrella. Efectivamente, no sólo aparecía durante la noche, sino en pleno día y en pleno esplendor del sol. No hay estrella que tenga tal virtud; no la tiene ni la misma luna. […] Tercera prueba: la estrella de los magos aparecía y se ocultaba […]. Todo esto no es cosa del movimiento de una estrella, sino de una potencia muy racional. […] La cuarta prueba evidente es la manera como les mostró el lugar en que estaba el niño. Efectivamente, no se lo mostró quedándose ella en lo alto, sino bajando hasta allí.37 35 Or., CC 1, 58 (SCh 132, 234-237; Bib. de Autores Cristianos 271, 92-93). Iren., Epideixis 58 (Fuentes Patrísticas 2, 174-175, nota 4). 37 Chrys., hom. in Mt. 6, 1-2: {Oti gaVr ouj tw=n pollw=n ei|ç oJ ajsthVr ou|toç h\n, ma=llon deV oujdeV ajsthvr, wJç e[moige dokei=, ajllaV duvnamivç tiç ajovratoç eijç tauvthn metaschmatisqei=sa thVn o[yin, prw=ton ajpoV th=ç poreivaç aujth=ç dh=lon (Biblioteca de Autores Cristianos 141, 106). 36 422 M. A. MATEO DONET Esta última posición venía ligada al siguiente aspecto a comentar, el del horóscopo, de la siguiente manera: los autores que pensaban que no se trataba de una estrella corriente es porque lo utilizaban como argumento para combatir la idea de que el horóscopo establecía el destino de las personas, y concretamente el de Cristo, así como la utilidad de la astrología. Esta ciencia era tan importante en la Antigüedad que no sólo guiaba los asuntos culturales o religiosos, sino también los acontecimientos políticos. Los romanos creían que los astrólogos leían los pensamientos de Tique o Fortuna, las deificaciones del destino, y sabían cómo usar la astrología para controlar y guiar su porvenir.38 Era un pensamiento común que los movimientos de las estrellas estaban directamente ligados con los eventos de la tierra y que los cometas y los planetas indicaban la voluntad de los dioses. Es más, los signos celestes han jugado siempre un rol considerable en la legitimación del poder político. El emperador hacía público su horóscopo para enfatizar que su cargo correspondía con una elección y predeterminación divinas. Ésa es la razón por la que algunos prohibían hablar de su carta natal públicamente cuando no era favorable. Para las pequeñas y bastante diversas comunidades que fueron las primeras en seguir a Jesús como su maestro y mesías, la espectacular narración de una estrella marcando su nacimiento divino fortalecía la identidad del nuevo movimiento y lo posicionaba en un contexto más amplio de discurso político judío y romano. De hecho, los paganos conocían este acontecimiento, lo transmitían e incluso lo empleaban para sus propias argumentaciones; Tertuliano recuerda que algunos astrólogos citaban el mismo episodio para defender sus tesis.39 A través de la refutación que hizo Orígenes sabemos que Celso, en su obra contra la religión cristiana (Doctrina verdadera), hablando del nacimiento de Cristo alegó muchas cosas del evangelio de Mateo, como la estrella que saliera al nacer Jesús y otros muchos milagros.40 Celso cuenta que unos caldeos según relato de Jesús mismo, se habrían puesto en movimiento, cuando él naciera, y vinieron a adorarlo, siendo aún infante, como a Dios, 38 Tac. Ann. 15, 47-65; Cassius Dio, Hist. Rom. 62, 24, 1. Tert., idol. 9 (ed. G. Azzali, Scrittori cristiani dell'Africa romana 4/1, Roma 2011, 356-363). 40 Or., CC 1, 34 (SCh 132, 168-171; Biblioteca de Autores Cristianos 271, 70). 39 LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO 423 y se lo comunicaron al tetrarca Herodes. Éste habría mandado gentes que mataran a cuantos habían nacido por el mismo tiempo, pensando envolver a éste en la general matanza; no fuera que, a su debido tiempo, se alzara por rey.41 Juan Crisóstomo, por su parte, cita en su obra lo que opinan los paganos: ¿Qué es, pues, lo que dicen? –He aquí que hasta en el nacimiento de Cristo apareció una estrella; señal de que la astrología es cosa segura. Entonces –les contestamos–, si Cristo nació conforme a la ley del horóscopo, ¿cómo deshizo la astrología, derribó el hado, tapó la boca a los demonios, desterró el error y echó por los suelos toda esa hechicería?42 El texto bíblico de la aparición de la estrella en el nacimiento de Jesús venía citado por los astrólogos hasta en época de Agustín para demostrar que incluso él estaba expuesto al curso de los acontecimientos determinados por los astros. En un tiempo en el que la astrología se convirtió en una ciencia prohibida y perseguida por el poder,43 la aceptación de que Cristo hubiera estado influido por ella o envuelto en su esfera de actuación hubiera supuesto un cambio en la consideración de la misma (y de sus practicantes) y hubiera adquirido una inmensa legitimación y relevancia. No sólo los paganos abogaban por esta idea, también algunos heréticos eran del mismo parecer. El Pseudo Hipólito, en su Refutación de las herejías, nos informa que Basílides pensaba que el Señor también estaba sometido a la influencia de los astros y que se había predispuesto con anterioridad que su venida coincidiese con el regreso de las horas a su punto de partida primitivo. Es decir, con la gran restauración de todas las cosas, el fin de una revolución del mundo y el comienzo de un periodo nuevo. 44 41 Ibid., 1, 58. Es cita textual de la obra de Celso recogida por Orígenes. Chrys., hom. in Mt. 6, 1-2: jIdouv, fhsiv, kaiV tou= Cristou= gennhqevntoç ajsthVr ejfavnh, o{per ejstiV shmei=on tou= thVn ajstrologivan ei|nai bebaivan (Biblioteca de Autores Cristianos 141, 102). 43 Paul., sent. 5, 21, 1-3; Cod. Iust. 9, 18, 2. 8; Cod. Theod. 9, 16, 8; P. Allard, Storia critica delle persecuzioni, vol. 4, Firenze 1924, 83s. 44 Ps.-Hipp., Haer. 7, 27, 5 (ed. P. Wendland, Leipzig 1916, GCS 26. Hippolytus Werke 3, 206). 42 424 M. A. MATEO DONET Esto llevó a los autores cristianos a tomar posición con respecto al tema y algunos de ellos se decidieron a aclararlo.45 Ciertamente, los Magos estaban instruidos en las ciencias astrológicas y por ello pudieron ver las señales del nacimiento de Jesús, como bien dice Clemente de Alejandría: Para los otros –dicen– existe la Fatalidad, como lo demuestran el cumplimiento de los horóscopos; una prueba fehaciente también es la especulación de las enseñanzas [astrológicas];46 los Magos de Persia […] con su ciencia preanunciaron el nacimiento del Salvador, siendo guiados por una estrella en su caminar hacia el país de Judea.47 Ahora bien, Juan Crisóstomo opina que no atañe a la astrología adivinar por las estrellas los nacimientos, sino predecir, según dicen, por la hora del nacimiento la suerte futura de los recién nacidos. Pero los magos ni asistieron al parto […] ni pudieron, fundándose en ello, conjeturar por el movimiento de las estrellas lo que hubiera en adelante de acontecerle. Al contrario, por haber visto la estrella mucho antes aparecida en su propia tierra, ellos vienen a ver al recién nacido.48 Y añade, en relación al pasaje antes comentado acerca de la errónea naturaleza del astro aparecido: Ya veis, pues, por cuántos argumentos se prueba que esta estrella no fue una estrella ordinaria y que no apareció porque así lo exigiera el horóscopo profano.49 45 Para ampliar sobre el tema de la posición de los Padres de la Iglesia con respecto a la astrología y el significado de los Magos en este pasaje se puede consultar: T. Hegedüs, The Magi and the Star in the Gospel of Matthew and Early Christian Tradition, en Laval théologique et philosophique 59 (2003), 81-95. 46 Clem., exc. Thdot. 75: {Oti dev ejsti, fasivn, EiJmarmevnh toi=ç a[lloiç, taV ajpotelevsmata prolegovmena deivknusin: ejnarghVç deV ajpovdeixiç kaiV hJ tw=n maqhmavtwn qewriva (Fuentes Patrísticas 24, 150-151). 47 Clem., str. 1, 71, 4: Persw=n oiJ Mavgoi […] oi} mageiva/ kaiV tou= swth=roç proemhvnusan thVn gevnesin, ajstevroç aujtoi=ç kaqhgoumevnou eijç thVn jIoudaivan ajfiknouvmenoi gh=n (ed. y trad. de M. Merino Rodríguez, Fuentes Patrísticas 7, Madrid 1996, 224-225). 48 Chrys., hom. in Mt. 6, 1-2 (Biblioteca de Autores Cristianos 141, 102-108). 49 Ibid., 6, 1-2: JOra/=ç di’o{swn deivknutai ouj tw=n pollw=n ei|ç w]n ou|toç oJ ajsthvr, oujdeV kataV thVn ajkolouqivan th=ç e[xw gennhvsewç deiknuVç eJautovn. (Biblioteca de Autores Cristianos 141, 107-108). LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO 425 Algunos, como él mismo,50 incluso afirman que la estrella surgió en un tiempo anterior al nacimiento (para permitir a los Magos realizar el largo viaje), por lo que no puede deberse al sometimiento al horóscopo. Algo que también permanecerá en algunos textos posteriores como el Evangelio del Pseudo Mateo, donde se recoge: « Después de transcurridos dos años, vinieron a Jerusalén unos magos procedentes del Oriente, trayendo consigo grandes dones ».51 Eusebio enlaza la idea anterior con otro interesante componente de la historia interpretada por los Padres cuando apunta que los Magos irían a Belén no por sus conocimientos astronómicos y astrológicos, sino más bien por el hecho de que conocían la profecía de Balaán,52 idea que ya habían desarrollado con anterioridad Justino, que ve en la estrella de los Magos el cumplimiento del oráculo; 53 Hipólito, que dice que cuando Cristo nació en Belén, la estrella apareció en el cielo según la predicción; 54 y sobre todo Orígenes, que no sólo se hace eco de la profecía, sino que además explica que los Magos la conocían porque eran descendientes del mismo Balaán y por eso, cuando nació Jesús, reconocieron la estrella y comprendieron que se había cumplido el vaticinio, más ellos que el pueblo de Israel, que no escuchó las palabras de los profetas.55 Ciertamente, la profecía contenida en Num. 24, 17 se presentó con una notable 50 Ibid., 7, 2-3. Esta teoría encajaría bien con la tradición de que Herodes mandó ejecutar a los niños menores de dos años, porque si no, sólo hubiera condenado a los recién nacidos; y también con las consultas que realiza el rey acerca del momento de aparición de la estrella, ya que si fuera en ese momento no tendría que preguntar cuándo surgió. 51 Ps.-Mt. 16: Transacto vero secundo anno, venerunt magi ab oriente in Hierosolymam, magna deferentes munera (ed. C. von Tischendorf, Evangelia Apocrypha, 82-84; trad. de A. de Santos Otero, 93). 52 Eus., d. e. 9, 1, 1-2 (Collana di testi patristici 202, 77-78). 53 Just., dial. 106, 4 (ed. Ph. Bobichon, 470-472). 54 Hipp., Dan. 1, 9, 2 (SCh 14, 85-89). 55 Or., HNm 13, 7; 15, 4 (SCh 442, 146-151; 212-215); CC 1, 60 (SCh 132, 238241). Otros autores asocian el parentesco de los Magos al célebre Zoroastro, de la tradición persa. Sería una continuidad en la transmisión de la ciencia de la astrología desde esos tiempos y, además, corroboraría la hipótesis de que los Magos provenían de esa región. Para profundizar sobre el tema se puede consultar: G. Messina, I Magi a Betlemme e una predizione di Zoroastro, Roma 1933. 426 M. A. MATEO DONET continuidad en textos inmediatamente precedentes y posteriores al Nuevo Testamento.56 La presencia de la estrella en los monumentos judeocristianos lo confirma y el texto pertenecía a la fuente utilizada por los autores del Nuevo Testamento, aunque no lo citan explícitamente.57 Eusebio es el único autor que establece una conexión entre el episodio bíblico de la estrella y el triple oráculo sobre un gobernador mundial transmitido por algunas fuentes clásicas y por Flavio Josefo, al que critica por explicar la predicción de una manera errónea, ya que en lugar de hacer referencia a Cristo la hace a Vespasiano.58 Podría ser que la tradición oral judía sobre el oráculo mesiánico o la profecía de los textos judíos fuera la base de la versión de Flavio Josefo y que ésta influyera en los oráculos transmitidos por Tácito y Suetonio acerca de Vespasiano.59 En cualquier caso, la profecía de Balaán no haría referencia a un rey temporal, ya que la denominación que emplea es dux (hJgouvmenoç), que vendría a indicar a un guía, y no rex (basileuvç).60 Por último, comentaremos que algunos autores se decantaron por la explicación alegórica o teológica del suceso. Así, Orígenes establece que la estrella es el signo de la divinidad de Cristo, pues no se sabe qué ocurrió con ella después de señalar al niño, no se sabe si se fue, si desapareció, no lo dicen las Escrituras, por lo que el autor asume que permaneció en él para siempre.61 Eusebio, por su parte, en otro pasaje se dedica a analizar el motivo por el que se iluminó en el cielo la estrella. Se trataba de una estrella extraña e insólita y no era uno de los tantos cuerpos celestes que todos conocían, era nueva e inesperada, que apareció en la vida de los hombres y se Sobre este tema es interesante el estudio: G. Dorival, L’Astre de Balaam et l’Étoile des Mages, en La science des cieux. Sages, mages, astrologues, ed. R. Gyselen, Bures-sur-Yvette 1999, 93-111. En él se pueden ver las diferentes opiniones de los autores cristianos en relación a la identificación de la estrella de Belén con la de la profecía anterior y las consecuencias que tenían en el pensamiento colectivo. 57 J. Daniélou, Les symboles chrétiens primitifs, Paris 1961, 115ss. 58 Eus., h. e. 3, 8 (SCh 31, 112-114). 59 J. W. van Henten, The World Leader from the Land of the Jews: Josephus, Jewish War 6.300-315; Tacitus, Histories 5.13; and Suetonius, Vespasian 4.5, en The Star of Bethlehem and the Magi, 380s. 60 A. Orbe, Introducción a la teología de los ss. II y III, Salamanca 1988, 590s. 61 Or., HNm 18, 4 (SCh 442, 328-339). 56 LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO 427 mostró como símbolo de un astro insólito, resplandeciente sobre toda la tierra y por ello llega a la conclusión de que esa estrella era el propio Cristo, cuya imagen está simbólicamente representada por el astro que en aquel tiempo se apareció a los Magos. 62 En la misma línea se sitúa Ambrosio, que también identifica al astro con Jesús, afirma que son la misma cosa.63 Él mismo se indica con su propia luz. Después explica que el hecho de que los Magos fueran por un camino y regresaran por otro quiere decir que después de haber visto a Cristo y haberle entendido, vuelven mejores que como habían venido, por lo que existen dos caminos: uno que conduce a la muerte, y otro que lleva al Reino; el primero es el de los pecadores, que conduce a Herodes; el segundo es el de Cristo y por él se va a la patria.64 Se ve en ello también una historia de conversión, ya que los Magos practicaban la astrología y creían en el destino marcado por la posición de los astros y, tras ver a Cristo, se convierten, dejan de ser seguidores de esas falsas creencias. Como observa Daniélou, la estrella representa la destrucción del dominio ejercido por los astros sobre la humanidad.65 A modo de conclusión, diremos que la aparición de la estrella de Belén en el momento del nacimiento de Cristo tiene unas connotaciones ideológicas más complejas de lo que a simple vista puede parecer. Más allá de la visión de la estrella como guía de los Magos y como indicativo del carácter mágico, científico o supersticioso de éstos, tuvo la significación del presagio de realeza de Jesús. Como hemos comentado, en la mentalidad grecorromana era un fenómeno que ya se había dado con anterioridad y que continuó dándose después para indicar que la persona nacida bajo él recibiría un poder universal (el Imperio, un reino). Esta idea estaba bien arraigada en los ciudadanos antiguos y, por tanto, también en los autores cristianos, que podían compartirla o no, pero que la conocían y la utilizaron. Todos concuerdan en que el astro era un signo, una señal que marcaba un acontecimiento de gran relevancia: para algunos 62 Eus., d.e. 9, 1, 11-14 (Collana di testi patristici 202, 80). Idea que comparte con su contemporáneo Gregorio Nacianceno (or. 40, 6 [SCh 358, 206-209]). 64 Ambr., in Luc. 2, 45-46 (SCh 45, 93-94). 65 J. Daniélou, Les symboles chrétiens, 119s. 63 428 M. A. MATEO DONET era la venida del mesías, del hijo de Dios; sin embargo, para la mayoría era la llegada de un rey. Ahora bien ¿por qué se sirvieron de un pensamiento pagano para explicar un suceso cristiano? Podría deberse a que se trataba de una creencia no considerada religiosa en el sentido estricto y que formaba parte del bagaje cultural de estos autores, que provienen del mundo pagano (crecen en familias de costumbres romanas, aunque luego ellos se conviertan), lo que les lleva a ofrecer esa explicación sin plantearse un problema. Sin embargo, es más probable que lo hicieran para presentar la historia de Cristo a los paganos, de los que se tenían que defender y a los que intentaban atraer a su nueva religión. Era mucho más sencillo convencer a un ciudadano antiguo de que una persona estaba destinada a un fin grandioso, e incluso divino, mostrándole los signos por los que él mismo lo reconocería: los presagios. Y como ejemplo tenemos el caso de los propios Magos. Gregorio Magno explica por qué a los pastores se les anunció con un ángel y a los Magos con una estrella: porque a los judíos, como criaturas que usaban de su razón, debía anunciarles esta nueva un ser racional, un ángel; en cambio, los gentiles, que no sabían hacer uso de su razón, debían ser guiados al conocimiento de Dios no por medio de palabras, sino por medio de señales. 66 Los autores cristianos intentaron aclarar que no se trataba de un rey común, sino que su reino no era de este mundo. No obstante, esta idea era difícil de comprender para alguien que no era creyente, tanto para los judíos, como para los romanos. Los primeros vienen perfectamente representados por Herodes, que es el primero en sentirse amenazado por la llegada de este nuevo monarca que le destronará. Los segundos mirarán con recelo a los cristianos desde el inicio a partir de estas ideas, ya que las acusaciones contra ellos se basaron, entre otros muchos puntos, en la insumisión al Emperador. Creían que sólo obedecían a esa nueva figura a la que titularon Rey de los judíos. En cierto modo no les faltaba razón, ya que en la Biblia se narra que los Magos le regalaron oro como a un rey y en algunas fuentes podemos leer que había nacido el rey de Israel, el rey de los judíos. Esto se podía malinterpretar fácilmente, sobre todo porque en esa región ya habían sucedido numerosas revueltas contra la autoridad romana. Y tanto es así, que incluso en el interro66 Greg. M., in euang. 10, 1 (SCh 485, 242-245). LA ESTRELLA DE BELÉN, PRESAGIO Y SÍMBOLO DE LA REALEZA DE CRISTO 429 gatorio al que fue sometido Cristo por Pilato vuelve a surgir el tema de su realeza y su reino; y los soldados romanos le ciñen la corona de espinas y lo designan rey en el titulus de la cruz (aunque fueran comportamientos de burla, tenían el sentido de que, si en verdad se tratara de un rey, de todos modos había sido sometido al poder de Roma). En cualquier caso, nos encontramos nuevamente ante un ejemplo de las múltiples influencias que sufrieron las mentalidades y los pensamientos culturales y religiosos en los primeros siglos y vemos que algunas ideas prevalecieron como parte de un sustrato común. MARÍA AMPARO MATEO DONET Universidad de Valencia Dpto. Historia de la Antigüedad Avda. Blasco Ibáñez, 28 46010 Valencia ESPAÑA m.amparo.mateo@uv.es ABSTRACT This paper focuses on analyzing the meaning of the appearance of the star at the birth of Christ from the ideological point of view of the ancient citizen. Romans understood this phenomenon as an omen of royalty or future power for the newborn; the Fathers of the Church interpreted it in different ways and attempted to explain it both to Christians as well as to Jews and Pagans.