Dossiê: E-imigração espanhola e espanhóis na diáspora
El microasociacionismo gallego en la Argentina
en la primera mitad del siglo XX: una mirada
al caso del Partido de Avellaneda
Ruy Farías
CONICET/ Univ. Nacional de General Sarmiento
Museo de la Emigración Gallega en la Argentina
Resumo: O associativismo de alcance
microterritorial é um fenômeno distinto do
coletivogalego na Argentina. Ao longo do
primeiro terço do século XX proliferaram no
país múltiplas instituições do tipo. Para além
do já conhecido caso de Buenos Aires, as
associações microterritoriais galaicas também
fizeram sua aparição no vizinho Partido de
Avellaneda. Este trabalho constitui uma
primeira aproximação com estas formas de
sociabilidade étnica no município. Nele e
através da combinação da documentação
produzida por estas sociedades, a imprensa
étnica e outras fontes geradas pela sociedade
receptora, é possível analizar algunas de suas
características, dando visibilidade tanto às
semelhanças quantodiferenças com outras
instituições de igual naturaza desenvolvidas
no territorio argentino.
PALAVRAS CHAVE: Argentina – Imigração
galega - Partido de Avellaneda – Microassociativismogalego.
Resumen: El asociacionismo de alcance
microterritorial es un fenómeno distintivo del
colectivo gallego en la Argentina. A lo largo
del primer tercio del siglo XX proliferaron en
el país múltiples instituciones de este tipo.
Fuera del ya transitado caso de Buenos Aires,
las asociaciones microterritoriales galaicas
también hicieron su aparición en el vecino
Partido de Avellaneda. El presente trabajo
constituye un primer acercamiento a estas
formas de sociabilidad étnica en el municipio.
En él, y a través de la combinación de la
documentación producida por dichas
sociedades, la prensa étnica y otras fuentes
generadas por la sociedad receptora, hemos
abordado algunas de sus características
distintivas, desentrañando tanto similitudes
como diferencias con otras instituciones de
igual naturaleza desarrolladas en el territorio
argentino.
PALABRAS CLAVE: Argentina - Inmigración
gallega - Partido de Avellaneda –
Microasociacionismo galego.
Abstract: A distinctive characteristic of the
Galician community in Argentina is its
organization around micro-territorial mutualaid associations. These kind of institutions
proliferated in the country during the first
third of the 20th century. Besides the wellknown case of Buenos Aires, these Galician
micro-territorial associations were also
present in the neighboring county of
Avellaneda. This paper provides a first
approach to forms of sociability in this
municipality. In order to establish some of
their distinctive characteristics, I have
analyzed the documentation produced by the
mutual-aid associations, as well as local
newspapers –including those produced by
Galician community in Argentina - and
official documents such as marriage
certificates. This documentation has also
served to established similarities and
differences with similar contemporary
institutions.
KEYWORDS: Argentina - Galician migration Avellaneda County - Galician micro mutualaid associations.
Navegar, vol. 1, nº 1, Jul.-Dez. 2015, pp. 72-98
Dossiê
El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
Ruy Farías
Introducción: asociacionismo español y gallego en la Argentina
Uno de los cambios más notables tras la batalla de Caseros (1852), que desalojó del
poder a Juan Manuel de Rosas, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, y
abrió el camino a la organización institucional del país, fue el surgimiento de una
intensa vida asociativa en los grupos migrantes europeos en la Argentina urbana,
beneficiada por la autorización para la libre asociación y expresión de ideas que el
nuevo clima y marco jurídico permitían.1 La fundación de la primera sociedad de
inmigrantes españoles genérica data de aquel mismo año; un lustro después surgirían
el Club Español, la Asociación Española de Socorros Mutuos de Buenos Aires (la principal
entidad hispana del país por casi 80 años) y la Sociedad Española de Beneficencia. Hacia
la Primera Guerra Mundial el asociacionismo hispánico de ayuda mutua en la
Argentina era ya un enorme entramado institucional, existiendo entonces unas 250
asociaciones con 110.000 miembros.2 Sin embargo, teniendo en cuenta que los
gallegos representan a lo largo del período 1857-1960 la mitad de todos los
españoles llegados al país, es probable que detrás de la denominación de
“española” de una sociedad como aquellas se ocultarse una mayoría galaica entre
sus dirigentes y afiliados.3
Por otra parte, dentro del contexto panhispánico afloró también una verdadera
constelación de instituciones propiamente gallegas.4 En la Argentina los
inmigrantes galaicos desarrollaron prácticamente todas las posibilidades de
asociacionismo étnico, combinando la procedencia geográfica (regional, provincial,
comarcal, municipal o parroquial) con los objetivos -a veces múltiples- que cada
institución perseguía: mutualistas médicas, beneficencia, culturales, recreativos,
deportivos, etc.5Aunque el asociacionismo gallego en el país tiene precedentes en el
período tardocolonial (1776-1810), su eclosión tuvo lugar tras la aparición de las
grandes instituciones mutualistas españolas genéricas, y de manera contemporánea al
inicio de la emigración transoceánica masiva en las últimas dos décadas del siglo
XIX. En 1879 se fundó en la capital argentina el primer Centro Gallego del país, pero
su vida fue breve, desapareciendo en 1892.6 Tras su extinción, Buenos Aires no
contó por 15 años con ninguna gran sociedad mutualista de ámbito gallego, pero a
cambio nacieron algunas asociaciones recreativo-culturales (como los diversos
orfeones) y la Unión Gallega. Sin embargo, en 1907, coincidiendo con el arribo de
las mayores oleadas de inmigrantes galaicos entre 1904 y el estallido de la Gran
Guerra, surgió un nuevo Centro Gallego de Buenos Aires, que poco tiempo después
reformó sus estatutos y acentuó su carácter benéfico-mutualista, lo que hizo
posible el comienzo de un notable crecimiento institucional, como lo refleja el
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
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explosivo aumento de sus socios,7 que en la década de 1930 superaron a los de la
Asociación Española de Socorros Mutuos de Buenos Aires [AESMdeBA] y convirtieron a
la entidad galaica en la mutual más grande de la América hispana.8 Junto a ella, a lo
largo de las siguientes cinco décadas, brotaron también varias sociedades regionales
(asilos, centros culturales, políticos y otros por el estilo) y cuatro centros
provinciales (uno por cada provincia gallega).
Sin embargo, como sintetizara Xosé Manoel Núñez Seixas, uno de los fenómenos
que más particularizan al colectivo galaico dentro del contexto hispánico, es la
aparición de un tipo de tejido asociativo que Vicente Peña Saavedra denominó
microterritorial.9Estas formas institucionales reproducen como marco de referencia
ámbitos territoriales de relación e interacción social de origen de los emigrantes
inferiores al de la provincia: la parroquia, pero también de la comarca y el
municipio. Las solidaridades locales pervivieron en la otra orilla del océano, y
fueron en un comienzo de carácter más inmediato y vinculante que las “regionales”
(gallega) o “nacionales” (española). Eso se reflejaba -y al mismo tiempo tenía su
causa- en la propia estructura de las cadenas migratorias y en la reproducción de las
redes de paisanaje para procurar colocación laboral, protección inmediata al recién
llegado, espacios para el esparcimiento, etc. El inmigrante gallego –generalmente
procedente del medio rural- sufría al desembarcar en la populosa y cosmopolita
Buenos Aires de comienzos del siglo XX un importante choque cultural. Ese
contraste lo empujaba a la solidaridad étnica con sus coterráneos, a fin de
amortiguar el impacto y acomodarse mejor a las nuevas condiciones. El recién
llegado tendía a buscar la compañía de sus convecinos, a organizar su sociabilidad y
tiempo libre –preferente aunque no únicamente- con ellos y, por esa vía, a fundar o
unirse a una sociedad comarcal, local o parroquial para reproducir en su nueva
tierra los espacios de interacción social que le eran familiares. Además, la
pervivencia de esas solidaridades locales, sumada al alto promedio de retornos y al
generalmente corto período de estancia de los emigrantes allende el mar en la etapa
anterior al estallido de la Guerra Civil Española (1936-1939), favoreció la
preservación de los vínculos con las comunidades de origen. En muchas ocasiones,
el mantenimiento de estos lazos hizo que las sociedades de emigrados en la
Argentina (y en la América toda) incluyeran entre sus objetivos no sólo el socorro
mutuo y/o la recreación para sus miembros, sino también la coordinación de
esfuerzos para llevar a cabo iniciativas diversas en Galicia.10 La fundación o
dotación de establecimientos educativos en sus lugares de origen fue una de las
principales finalidades de estas sociedades, y se concretó abundantemente en varias
zonas de la geografía gallega.11 Por otra parte, el mutualismo irá perdiendo
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importancia a medida que las grandes instituciones benéfico-asistenciales (en
particular el centro gallego porteño) se vayan asentando y desarrollando, de modo
que a la larga las asociaciones microterritoriales acabarán concentrándose en las
actividades recreativas.12
Entre la fundación en 1904 de la primera sociedad microterritorial conocida en
Buenos Aires (La Concordia, asociación parroquial de los naturales de Fornelos da
Ribeira, Salvaterra de Miño, Pontevedra) y 1936, surgió en la capital argentina todo
un enjambre de instituciones gallegas de ámbito parroquial, municipal y comarcal,
con un período de máxima intensidad entre 1907 y 1925. Aunque resulta difícil
establecer con precisión su número (los cambios de nombre son tan frecuentes
como las fusiones y divisiones), tan sólo en aquella ciudad habrían existido no
menos de 327, siendo las contabilizadas para el conjunto del país hasta 1933 unas
476. Además, desde la década de 1910 se sucedieron varios proyectos federativos
que buscaban impulsar iniciativas que superaran el localismo de la actuación de
estas entidades, y que se plasmaron en iniciativas comunes de apoyo al movimiento
agrarista galaico. En 1921 surgió la Federación de Sociedades Gallegas, Agrarias y
Culturales (influida primero por el socialismo y el agrarismo, y más tarde por el
nacionalismo gallego), que –pese a sufrir una escisión en 1929- fue capaz de
intervenir de manera decidida en la política gallega durante la Segunda República
Española (1931-1939), enviando a la Península delegados que participaron en las
elecciones del período apoyando candidaturas republicanas y galleguistas, algunos
de los cuales alcanzaron incluso el rango de diputados en el parlamento español.13
El estallido de la guerra en España provocó una importante transformación del
marco asociativo gallego (y español). Expresión del cisma de la comunidad
emigrada (que no terminará con el final de la contienda, sino que persistirá durante
varias décadas), obligó al posicionamiento de las diferentes instituciones étnicas a
favor o en contra de los bandos enfrentados. Mientras las grandes instituciones de
carácter panhispánico se alinearon con los sublevados, las pequeñas entidades
comarcales o locales gallegas se mantuvieron en general fieles al bando
republicano. Por otra parte, como consecuencia de la importante caída de los flujos
migratorios a la Argentina desde comienzos de la década de 1930, desaparecieron
algunas sociedades y, al mismo tiempo, se dio un proceso de unificación de otras
de un mismo ámbito territorial, una dinámica que se acelerará durante y después
del conflicto antedicho.14 Con todo, son muchas las instituciones microterritoriales
que han conservado una larga vida hasta el día de hoy. Aún cuando desde 1939 la
nueva situación política española restringió sus posibilidades de actuación a favor
de sus comunidades locales de origen (circunscribiéndolas prácticamente al campo
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de la beneficencia),15 continuaron jugando hasta hoy un importante papel como
lugar de sociabilidad para los emigrantes de primera generación.16
Las asociaciones gallegas en Avellaneda
Aunque en una escala menor a la de su gigantesca vecina porteña, el Partido
(municipio) de Avellaneda conoció tanto el universo asociativo panhispánico,
como el propiamente galaico de carácter regional y microterritorial. Situado
inmediatamente al sur de la ciudad de Buenos Aires, de la que lo separa el curso de
agua del Riachuelo, nació en 1852 con el nombre de Barracas al Sud, el mismo de
su núcleo urbano y cabecera (declarado ciudad en 1895).17 En 1904 tanto el Partido
como la ciudad homónima mudaron su denominación por la actual de Avellaneda.
Hasta finales del tercer cuarto del siglo XIX fue un área de características
predominantemente rurales y muy poco poblada (excepto su zona urbana, donde
existió una importante industria de salazón de carne), pero experimentó una gran
transformación socioeconómica a partir de las últimas dos décadas del siglo XIX.
Como consecuencia de la misma, se convirtió en una de las concentraciones
urbanas, industriales, portuarias y comerciales más importantes del país, embrión
del “cinturón industrial” de Buenos Aires y asiento de un numerosísimo
proletariado fabril.18
Al igual que en el resto de la Argentina, a pesar del paulatino aumento del número
de inmigrantes gallegos en el municipio durante la segunda mitad del siglo XIX,19
las instituciones de matriz “regionalista” quedaron inicialmente relegadas, y quienes
se integraban al movimiento asociativo hispano lo hicieron en entidades de ayuda
mutua que se definían como “nacionales” (españolas).20 En ellas, como hemos
demostrado en otros trabajos,21 el elemento galaico se volvió mayoritario entre la
masa de sus asociados a partir de la última década del siglo, pudiendo ser su
preeminente presencia entre la dirigencia aún más antigua. Por otra parte, sólo los
nativos de Galicia parecen haber desarrollado ámbitos de sociabilidad étnicoregionales en el territorio de los actuales partidos de Avellaneda y Lanús. En lo que
hace a las sociedades macroterritoriales, desde 1899 existe el Centro Gallego de
Avellaneda (la institución galaica con continuidad más antigua de la Argentina), de
cuyas características más salientes entre 1899 y 1918 nos hemos ocupado ya,22 y al
que en 1925 se sumó el Centro Gallego de Mutualidad y Cultura de Valentín Alsina (hoy
anexo del Centro Gallego de Buenos Aires).
En cuanto a las microterritoriales, por lo que hasta ahora sabemos, entre 1908/9 y
1913 nacieron una delegación de la sociedad Hijos del Partido de Lalín, de Buenos
Aires, la Unión de los Hijos del Grove (hoy Hijos de El Grove en Buenos Aires) e Hijos del
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Partido de Puentedeume.23 Algunos años después surgieron la Sociedad Recreativa
Juventud Unida del Ayuntamiento del Puerto del Son (1918) y la Sociedad Artística y
Recreativa Orfeón Fonsagrada (1925). También de mediados de la década de 1920 son
la Asociación del Ayuntamiento de Antas de Ulla. Mutua, Instructiva y Recreativa, y la
Asociación Finisterre en América (1926).24 Por último, en 1936 nacería Residentes de El
Grove (que en 1940 pasó a llamarse Centro del Ayuntamiento del Grove).25
La relativa exigüidad y/o fragmentación de la documentación generada por estas
instituciones que ha llegado hasta nosotros, supone una importante limitación para
abordar com la amplitud y profundidad debida sus diferentes dinámicas.26 Con
todo, es posible explorar algunos ítems mediante la combinación de La
documentación societaria, la prensa étnica, y otras fuentes generadas por el Estado
receptor y la sociedad civil local. Así, por ejemplo, al igual que en el caso porteño la
fundación de aquellas parece alcanzar su pico entre la primera y la tercera década
del siglo pasado. Segundo, una simple mirada a los puntos de la geografia gallega
en los que estas instituciones se referencian, muestra una certa correspondência
entre éstas y la composición provincial de las migraciones galaicas em el Partido.27
De las ocho sociedades mencionadas, tres corresponden a ayuntamientos
coruñeses (Pontedeume, Porto do Son y Fisterra), otras tantas a Pontevedra (Lalín
y las dos de O Grove), y dos a Lugo (A Fonsagrada y Antas de Ulla). Del mismo
modo, si bien son varias las que nacieron y tuvieron siempre (o casi) sus sedes en el
Cuartel 1º,28 es decir en la planta urbana del municipio y su zona más céntrica
(entendida en un sentido más socioeconómico que geográfico), otras –como el
Orfeón Fonsagrada o Residentes del Grove- aparecieron en la localidad de Piñeiro
(Cuartel 3º), lo que también constituye un reflejo de la distribución espacial de la
comunidad galaica en el Partido en la primera mitad del siglo pasado.29 Tercero,
como señala Núñez Seixas (2000: 359-60, 367-8), resulta poco operativo establecer
correlaciones automáticas basadas únicamente en la evaluación del número de
inmigrantes residentes en un determinado punto de destino para presuponer el
nacimiento de este tipo de formas asociativas, ya que también era imprescindible la
presencia de uno o varios catalizadores, individuos de cierta posición económica,
dotados de tiempo libre, prestigio y respetabilidad, capaces de asumir el liderazgo de
aquellas.30 No obstante (y al igual que para el autor antedicho), es evidente que la
presencia de una “masa crítica” de personas originarias de una misma comarca,
ayuntamiento o parroquia resulta un factor importante para El surgimiento de una
sociedad microterritorial, como demuestra el hecho de que en nuestro caso
lasprimeras y/o más duraderas (Fisterra, A Fonsagrada, Lalín o Porto do Son)
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corresponden, precisamente, a aquellos lugares de Galicia donde se originaron
algunas de las más fuertes y prolongadas corrientes migratórias hacia Avellaneda.
Aunque la colonia gallega en el Partido resulto numéricamente más modesta que la
asentada em la vecina capital, existieron varios casos de importantes cantidades de
individuos de un mismo ayuntamiento o comarca. Además, solían hallarse
relativamente concentrados en el territorio, lo que sin duda facilitó su interacción, y
con ello también la reproducción o recreación de los esquemas, vínculos identitarios
y espacio social de origen, lo que a su vez hizo posible la génesis y continuidad de
una estructura societaria. Con todo, cabe preguntarse por qué otros municípios
con una importante presencia numérica em la zona, como es el caso de Vigo o
Vilagarcía de Arousa, no parecen Haber desarrollado allí ningún ámbito de
sociabilidad municipal o parroquial. Al respecto, conviene recordar que en América
el surgimiento de un tejido asociativo local de âmbito gallego habría estado
condicionado por tres conjuntos de factores interactuantes, a saber: consideración
de la emigración como una estrategia temporal; interrelación entre la movilización
política y social a nivel local em Galicia, y su traslación a los emigrados;
surgimiento dentro de la colectividad de una elite interesada en la promoción y
mantenimiento de esas formas asociativas como parte de su capital simbólico
dentro de la comunidad gallega y española emigrada.31¿En qué medida puede
Haber influido este último factor en los casos que nos ocupan? A fin de responder
a este interrogante y de aproximarnos a algunas de las características básicas del
microasociacionismo gallego en Avellaneda, vamos a analizar los casos de las
sociedades creadas por los nativos de Lalín, Porto do Son y A Fonsagrada.
Detrás de la creación, entre 1908 y 1909, de una delegación en el Partido de
lasociedad Hijos del Partido de Lalín, se halla el proyecto de dotar con un hospital a
aquella vila pontevedresa. El origen de la institución (hoy Centro Lalín, Agolada e
Silleda de Buenos Aires) se remonta a la constitución, en 1904, de un comité de
lalinenses emigrados a la Argentina, cuyo objetivo era la construcción de un
hospital en la cabecera del municipio. La iniciativa gestada en Buenos Aires, que
cristalizaría cuatro años después en una estructura formal,32 repercutió en la orilla
sur del Riachuelo. En octubre de 1904 el semanario galaicoporteño Nova Galicia
anunciaba la asamblea que celebrarían los laninenses para tratar la construcción de
un cementerio (¿?), y dejaba constancia de que “en representación de los hermanos
residentes en Barracas al Sur concurrió Don José Lalín y Don Emilio Otero”.33
Asimismo, en septiembre de 1908 y con la sociedad ya constituida, el mismo
órgano de prensa anunciaba que “En el día de hoy salen comisiones de esta
agrupación para nombrar delegados en Barracas al Sud, Barracas al Norte, Flores y
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Belgrano”.34 A parecer fue la de Avellaneda la única que efectivamente llegó a
constituirse,35 y los fines que la motorizaron habrían perdurado allí durante varios
años, según se desprende del siguiente párrafo, extraído del periódico local La
Libertad:
Una reunión que hará época en los anales de la localidad, es la velada
artístico danzante que la meritoria sociedad ‘Hijos del Partido de Lalín’,
Avellaneda, efectuará el día 8 del próximo Diciembre, en los espaciosos y
elegantes salones del “Centro Gallego” [de Avellaneda]. Conocidos los fines
que persigue esta humanitaria sociedad, el producto íntegro de la precitada
fiesta, será a beneficio total de las obras que sostiene en Lalín, o sea un
hospital, asilo, escuela; levantados con la contribución de los asociados y
donados al patrio suelo como prueba de reconocimiento, como altruista
emblema de la unión hecha carne en la colectividad, y como corolario del
cariño acendrado hacia el trozo de tierra que nos vio nacer… 36
El caso de la microsociedad de los nativos de Porto do Son
La instalación de los naturales del municipio de Porto do Son en Avellaneda fue
significativa desde, cuando menos, los primeros años del siglo pasado. De hecho,
tan notable resultaba su presencia que la misma fue destacada por algunos testigos
de la época, como lo muestra el impactante (aunque también algo exagerado)
párrafo del informe elaborado en 1908 por el Concejo Deliberante del municipio,
en relación al proyecto de renombrar como “Avenida Galicia” a una calle del
Cuartel 3º: “el pueblo del Son, pintoresco puerto gallego, se ha despoblado
completamente y hoy, los que fueron sus habitantes, ayudan activamente en
Avellaneda a formar la patria común”.37 Diez años después, en abril de 1918, se
fundaba en la calle Pinto al 300 (perteneciente al Cuartel 1º, y hoy llamada 12 de
Octubre) la Sociedad Recreativa Juventud Unida del Ayuntamiento del Puerto del Son, que
más tarde cambiaría su nombre por el de Hijos del Ayuntamiento del Puerto del Son,
llevando actualmente el de Hijos del Ayuntamiento de Porto do Son [HAPS].38
Aunque muchas veces se las ha tenido por fuentes parcas, las Actas de Asamblea
de este tipo de sociedades permiten interesantes prospecciones de algunas de sus
más salientes características. En el caso de HAPS se han conservado las elaboradas
entre 1918 y 1944. Lo primero que destaca al observar los firmantes del acta de la
primera asamblea, es la posible presencia de lazos de parentesco entre aquellos,
dada la reiteración de ciertos apellidos (Santos, Alvite, Pozos, Chouza).39 De allí
que pueda presuponerse que, como en otras ocasiones, su creación fue obra del
accionar de una o varias redes relacionales. Del mismo modo, es posible
individualizar en esa primera reunión a quienes luego veremos repetirse en las
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sucesivas comisiones directivas. Limitándonos a los cuatro cargos más importantes
(Presidente, Vicepresidente, Secretario y Tesorero) de las 19 comisiones del
período 1918-1944 cuya composición conocemos, observamos, por ejemplo, que
Rafael Enríquez aparece en siete oportunidades y Ramón Santos en seis; como
también que otras personas que no figuran entre los socios fundadores, tuvieron
igualmente un importante número de presencias en los máximos cargos directivos.
Se trataba, en sus primeros tiempos, de una asociación exclusivamente masculina.
Cuando en noviembre de 1918 un socio propuso que se admitiesen mujeres,
argumentando que “además de la ayuda moral y material que aportarían a la
sociedad sería más fácil formar comisiones de fiestas y otras necesarias para el
desenvolvimiento de la sociedad”, se le respondió que los estatutos no
contemplaban la presencia femenina.40 Y aunque en enero de 1920 las puertas de la
institución sí se abrieron al ingreso de socios del otro sexo, ello fue tan sólo a
cambio de otorgarles el mismo lugar secundario y subordinado que se estilaba en el
resto de las instituciones gallegas (y españolas) de la época,41 abonando la mitad del
valor de la cuota masculina (lo que las asimilaba a los menores de edad) y sin
derecho a integrar la Comisión Directiva.42 Por otra parte, si inicialmente también
se barajó la idea de no permitir que formasen parte del gobierno de la institución
quienes no hubieran nacido en el ayuntamiento sonense (y aún que ingresasen a
ella), ya en la segunda asamblea se decidió que “los que Residan en el
Ayuntamiento del Puerto del Son Sin Ser Nativos /…/ que /…/ puedan Ser
Socios y tendrán el mismo derecho que los hijos del Ayuntamiento del Puerto del
Son a formar parte de la Comisión [Directiva]”. Y, del mismo modo, que “los que
se casen con hijas del Ayuntamiento del Puerto del Son que tendrán derecho a
Entrar como Avonados y También tendrán los mismos derechos que los hijos del
Ayuntamiento del Puerto del Son”.43 Por lo demás, aunque no contamos con
evidencia de impedimentos al ingreso de otros gallegos, españoles, argentinos, etc.,
parece evidente la existencia de una mayoría de socios originarios de aquel
municipio y/o de la comarca del Barbanza, a juzgar por la amplia presencia de
apellidos tales como Maneiro, Mariño, Calo, Chouza, etc.
Respecto de sus fines, una crónica elaborada por la misma institución sostiene que
su creación obedeció al hecho de que sus fundadores “sintieron la necesidad de
tener un lugar en común con un fin social y afectivo, donde poder mantener sus
vínculos”.44 Aparece así con toda claridad la típica intención de mantener los lazos
de paisanaje y reconstruir el espacio social original. Por otra parte, sabemos que en
ocasiones HAPS auxilió a algún socio que atravesaba apuros económicos, ya sea
recurriendo a los fondos de la caja social, levantando suscripciones o mediante
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algún “empréstito”.45 No obstante, no parece que los estatutos sociales
prescribiesen subsidio alguno para los enfermos o necesitados, sino que sería más
bien la Comisión Directiva la que tendría la potestad –discrecional- de “socorrer en
lo que pueda según la necesidad del enfermo”.46 En un contexto caracterizado por
el parco gasto social del Estado argentino antes de 1930 y la falta de hospitales
públicos en el primer cordón al sur del Riachuelo, la ausencia del mutualismo entre
los objetivos principales de la institución podría resultar llamativa. Sin embargo,
debe considerarse la proximidad geográfica de la sede de la Asociación Española de
Socorros Mutuos de Avellaneda (en cuyos registros de socios hemos detectado varios
miembros de la directiva de HAPS entre 1918 y 1944), del Hospital Fiorito (el
primero del Partido, inaugurado en 1913) o, ya cruzando el Riachuelo, de la
Asociación Española de Socorros Mutuos de Barracas y Buenos Aires. E incluso la posible
influencia del nuevo Centro Gallego de Buenos Aires y de la antigua Asociación Española
de Socorros Mutuos de Buenos Aires, relativamente cada vez más cercanos, conforme
mejoraba el transporte público entre Avellaneda y la capital. Otro tipo de ayuda
ocasional fue la que, por ejemplo, recibió un socio cuando -por causa desconocida
para nosotros- quedó imposibilitado para el trabajo: la sociedad intercedió ante el
Cónsul español en Buenos Aires, quien se comprometió a pagar el 50 % de su
pasaje de regreso a la Península, en tanto que HAPS iniciaba una suscripción para
completar el resto del dinero.47 En relación con esto último, conviene señalar que
ya tempranamente la sociedad conoció un debate acerca de si se debía o no pagar
la repatriación de los socios que padecieran enfermedades crónicas, habiendo
quienes opinaban negativamente, aunque si aceptaban que se facilitara algo de
dinero a su familia en caso de fallecimiento.48 De hecho, el pago de una cantidad
en tal circunstancia (seguramente destinada a sufragar o ayudar con los gastos del
entierro), y la presencia de una comisión en representación de la sociedad, no
parecen haber sido una práctica ocasional sino una obligación institucional.49
Al igual que en otras entidades gallegas o españolas, las preocupaciones de HAPS
abarcaban el otro mundo. En enero de 1920 se acordó comprar un terreno en el
Cementerio municipal de Avellaneda para levantar en él un panteón social, pero lo
escueto de la caja social habría impedido que la idea prosperase.50 No obstante, los
emigrantes sonenses hallaron otra forma de ocuparse de la última morada de sus
paisanos (y, dada la ya mencionada elevada tasa de retorno, quizás también de la
propia). Según la Historia de Porto do Son y su distrito,
Aunque la iglesia parroquial de San Vicente de Noal-Porto do Son tenía un
atrio bastante espacioso, acabó por ser insuficiente ya que las epidemias de
cólera de 1883-1884 y la gripe de 1916-1918 ocasionaron tantos
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enterramientos que casi se ocupó toda su área. Sin embargo parece que ni el
Ayuntamiento ni a la Iglesia les preocupase lo más mínimo aquel problema
/…/. El pueblo tampoco se preocupaba, y así se acabó por carecer del
espacio necesario para dar sepultura a los muertos de la parroquia. Sin
embargo los hijos del Son y lugares de la feligresía residentes en Buenos
Aires, comprendieron la necesidad mejor que los presentes de la parroquia, y
allá trataron de ayudar a solucionarla formándose una comisión al efecto, y
reuniendo por suscripción una buena cantidad de pesos. 51
Aunque la segunda etapa de la empresa (la edificación del panteón) se inició en
1928, la obra nunca llegó a concluirse.52 Aparentemente habría sido la falta de
apoyo de los mismos residentes en aquel municipio coruñés, lo que llevó primero a
la parálisis de las obras y más tarde a su absoluto abandono.53 Sin embargo, puede
que ello también tuviese que ver con cierta disparidad de intereses en el seno de la
institución bonarense. En agosto de aquel año, un socio había interpelado al
Presidente para saber
si la sociedad no contribuyó en nada monetariamente para dicha obra /…/.
El señor Alvariza, opina que la Sociedad no debe aportar con nada, que la
misión de ella es ocuparse de los de este mundo.54
En cualquier caso, si asuntos tales como la mutualidad y la repatriación (tan
comunes a otras sociedades similares) parecen haber sido objeto de un interés
apenas circunstancial, no hay dudas de la gran atención que se dedicó al aspecto
lúdico, organizando periódicamente bailes y pic-nics (fiestas campestres).55 Y aunque
ocasionalmente se saldaban con pérdidas para la caja social, según uno de los
directivos “la C.D. no había organizado estas fiestas con fines de lucro sino el
único y exclusivo fin de proporcionar a los asociados un día de sana y económica
expansión”.56 Además, es en función de estas actividades que debe entenderse la
existencia, al menos desde 1930, de una comisión de mujeres.57
Respecto de la orientación política de la institución apenas podemos dar cuenta de
dos datos aislados. En julio de 1933 uno de los asociados pidió que se retirase del
salón social un cuadro obsequiado por el Ayuntamiento del Son, por entender que
el mismo representaba a la Monarquía; sin embargo, su solicitud fue rechazada tras
la intervención de otro socio, para quien “ese cuadro no representa a ninguna
facción política sino que es un recuerdo de la España pasada y que por ser un
obsequio del Pueblo del Son debe permanecer en el lugar que ocupa”.58 Algunos
años después, durante la guerra civil de 1936, un ex-presidente preguntó a la
Asamblea “por qué en `biblioteca´ aparecen sólo nombres de autores de carácter
izquierdista y ningún español [a lo que] el secretario explica ser ésta una cosas
82
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
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inboluntaria y sin importancia”.59 Por lo demás, nuestras pesquisas sobre si la
sociedad apoyó de alguna manera a uno u otro de los bandos en pugna no han
dado hasta ahora ningún resultado. Las Actas sólo mencionan el conflicto en una
ocasión, cuando la presidencia pidió un voto de pésame “para los socios fallecidos
durante el año aciéndolo extensivo a todos los que fallecen en nuestra patria”.60 Tal
actitud no debe sorprender: cierto puntilloso neutralismo era una condición
necesaria para captar la mayor cantidad posible de socios, y quizás también una
postura acomodaticia respecto de los poderes locales en la sociedad de partida.
Poco es también lo que sabemos del número de socios que la entidad llegó a
reunir. La única vez que las Actas nos dan alguna información es en ocasión de una
asamblea de agosto de 1919, donde el Tesorero informó que la sociedad contaba
con 130 miembros (incluyendo tres decenas que no tenían sus cuotas al día).61 A
mediados de década de 1930 parece existir cierta preocupación por el volumen de
la masa social,62 lo que explica que en la asamblea celebrada en junio de 1938 “pide
la palabra del señor A[.] Lourido Santos y dice que se debe desarrollar una amplia
campaña para atraer al ceno de la Sociedad a un buen número de nuevos socios”.63
Sin embargo, la verdad es que la masa societaria de HAPS no sale mal parada en
una comparación con el promedio de las microsociedades gallegas del período: en
1919 contaba casi con el mismo número de miembros (141) que el promedio de las
37 sociedades que en 1929 formaban la Federación de Sociedades Gallegas,64 lo que la
convierte en una asociación de dimensiones medias.
Se trata, además, de una institución de indudable impronta obrera. Conviene
remarcar este hecho porque la composición social de las entidades
microterritoriales gallegas en la Argentina solía ser bastante distinta: una mayoría de
empleados y dependientes de comercio, seguidos por comerciantes y obreros
manuales -calificados y no calificados.65 Prueba de ello es que en julio de 1933,
como respuesta a alguna crítica en relación con la marcha de la vida económica de
HAPS, el Secretario manifestó que “no puede tacharse de mala la administración
hecha por hombres que debiendo dedicar la mayor parte del tiempo a procurar con
su labor el sustento propio y de la familia, pues todos son obreros, trabajadores”.66
No obstante, resulta más es clarecedor el hecho de que de los seis socios
fundadores cuya ocupación conocemos, cinco fuesen jornaleros (término
polisémico, pero que alude a una extensa población de trabajadores no calificados,
de gran movilidad espacial y ocupacional) y el restante carpintero. Contamos,
asimismo, condatos de la ocupación de cuatro de las 11 personas que -como
mínimo-presidieron la institución entre 1918 y 1944: entres casos (entre los que se
incluye el de Rafael Enríquez, siete veces miembro de la directiva y tres veces
83
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
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Presidente) se trataba de jornaleros, siendo el restante un ebanista.67 Vale decir que
no sólo se delinea en su masa social un perfil tendencialmente proletario, sino que
el mismo también puede ser atribuido a su dirigencia, al parecer menos elitista que
la de otras sociedades galaicas o españolas en el país.
Por otra parte, aunque la fuente no permite certificar la existencia de un notable que
hiciera las veces de catalizador en la creación de la sociedad, sí deja entrever que ésta
intentó gozar del mecenazgo algún emigrante de éxito. En enero de 1920 se
planteó el nombramiento de una “Comisión Directiva Honoraria”, proponiéndose
para el cargo de Presidente de la misma a Eugenio Ben.68 Sabemos que el
antedicho había nacido en la provincia de A Coruña, y que desde 1890 se hallaba
establecido en el pueblo de Barracas al Sud, donde se desempeñaba como
abastecedor de ganado. Para 1926 su empresa daba trabajo a 60 personas entre
empleados y obreros, y en 1928 integraba como Vocal el Directorio del Banco
Comercial e Industrial de Avellaneda.69 La razón por la que se lo postuló para el cargo
fue que
era conveniente darle el título como Presidente honorario al señor Ben por
cuanto que la sociedad precisa personas como el señor Ben para que
influyan dentro de nuestra sociedad. /…/ darle el título de honorario a los
señores nombrados con el fin de que esos señores con su influencia nos
ayuden a llevarla al progreso.70
La preocupación por colocar a la institución bajo la protección de un benefactor
era ciertamente pragmática, y se fundamentaba en la modestia de su economía. A
pesar de que en enero de 1920 el valor de la cuota era de apenas $ 1,71 en agosto de
1919 un 23 % de los asociados no se hallaban al día con el pago de la misma,72 lo
que motivó la queja de la presidencia, para quien “esta /…/ siendo ya de práctica
por algunos socios que antomado la sociedad por estrumento de conveniencia que
heran socios cuando a ellos le beniavien”.73
La sociedad se gobernaba a través de una Comisión Directiva cuya composición se
renovaba año a año. Al parecer el sufragio se hacía mediante papeletas en las que
se completaban a mano los nombres de las personas por las que cada socio votaba,
pero en ocasiones el método variaba. Así, en el marco de una asamblea que debió
sesionar en tercera convocatoria, el Presidente se refirió al “fracaso que han tenido
las elecciones, por falta de concurrentes” y pidió una fórmula distinta para dejar
constituida la nueva comisión, adoptándose entonces el criterio de hacerlo
verbalmente y no por listas.74 En febrero de 1923 -por razones que desconocemosse alegó que el sistema para elegir a los dirigentes de la sociedad no daba buenos
84
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
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resultados, proponiéndose que se facultara a la directiva para elaborar una “lista
oficial /…/ dejando en blanco tantos renglones como tantos candidatos a elegir
para así el socio que no le agrade tal candidato que forme la lista lo remplace polo
que el socio lo crea conveniente”.75 Sin embargo, la propuesta no prosperó. Por su
parte, en mayo 1935 quien entonces ocupaba el máximo cargo societario expuso
que, dada la ausencia de listas opositoras, la elección no debía realizarse. Ante ello,
otro socio objetó que era obligatorio sujetarse a los estatutos y que el hecho de que
no hubiese una lista opositora no era óbice para que no se realizara la elección, por
lo que finalmente se siguió un camino intermedio: se votó como una “lista” a la
totalidad de la Comisión Directiva cuyo mandato ya caducaba.76 Por otra parte, con
el tiempo las asambleas experimentaron cierto decaimiento en el número de
concurrentes, lo que a menudo ocasionaba que debiesen sesionar en segunda o
tercera convocatoria, y la imposibilidad de tratar asuntos de relevancia (como
sucedió en septiembre de 1920 con el tratamiento de la reforma de los estatutos
sociales).77 Con todo, la única vez que la fuente nos proporciona tanto la cantidad
de socios como el número de aquellos que concurren a la asamblea (agosto de
1919), el porcentaje de asistencia no resulta nada desdoroso. De los 130 miembros
teóricos se hallaban presente 35, lo que representaba un 26,9 % (o el 35 %, de
considerar sólo a los que estaban al día con el pago de las cuotas).78 Se trata de
índices considerablemente más altos que los que podían ostentar la generalidad de
las instituciones mutualistas gallegas de alcance regional (o de las panhispánicas), y
también muy superior a los de otras instituciones de ámbito microterritorial,
situado en torno al 15 %.79 Si atendemos a la cantidad de presentes en las
reuniones que se celebraron entre julio de 1918 y mayo de 1931 (las únicas que
brindan el dato de la cantidad de asistentes), nos queda un promedio de 31
personas por reunión. No obstante, a mediados de la década de 1930 esa asistencia
era demasiado baja desde la óptica de la institución, y causa de grandes dificultades
a la hora de constituir las comisiones directivas con personas distintas de las
habituales, dada la también escasa voluntad de los asociados a integrarlas, lo que
generaba la habitual reiteración de nombres entre los directivos, tan común a las
sociedades de este tipo. Además, la situación parece haber persistido al menos
hasta mediados del siguiente decenio.80
Respecto a la sede social, si hasta 1930 HAPS deambuló por varios locales, a partir
de ese año ocupa en propiedad un local ubicado en la calle Mariano Acosta 240
(Cuartel 1º), a escasas dos cuadras de la Av. General Mitre, la principal del
municipio. En agosto de 1921 se autorizó a la Comisión Directiva para trabajar en
la adquisición de un inmueble.81 Dos años después se compró por valor de $
85
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7.588,80 un local en el cruce de Belgrano y Alsina,82 saldándose el importe con
fondos líquidos de la sociedad ($ 3.800, depositados en la sucursal Avellaneda del
Banco de Galicia y Buenos Aires), más una emisión de bonos destinada a cubrir el
empréstito de $ 4.000 que José Chouza debió solicitar -con su garantía personal- en
la misma entidad bancaria.83 Para mayo de 1923, sin embargo, la secretaría no se
encontraba allí sino en Ameghino 390, mientras que la propiedad adquirida por la
sociedad era alquilada a terceros a cambio de $ 50 mensuales.84 Para octubre de
1926 el local social se hallaba en O`Gorman 507 (hoy 25 de Mayo), en el límite
entre la actual Ciudad de Avellaneda y la localidad del Dock-Sud (Cuartel 7º).85
Finalmente, en septiembre de 1928 se tomó la determinación de vender aquella
propiedad y comprar un lote más grande, asunto que acabó con la que a la postre
sería la última mudanza a la sede a la calle Mariano Acosta.86 Todas estas
direcciones se hallan dentro de los límites del Cuartel 1º, lo que creemos está en
relación con el patrón de asentamiento de los naturales del ayuntamiento sonense,
que -al menos entre 1890 y 1930- privilegió su instalación en aquel (54,5 % del
total).
En lo que hace a su intervención socioeconómica en Galicia, existe –como vimosalguna evidencia de que la sociedad colaboraba ocasionalmente con el municipio
de Porto do Son. Empero, tal como nos muestra lo ocurrido en relación a una
carta enviada por el Alcalde de dicho municipio en 1934, solicitando la
colaboración de HAPS para ciertas obras que se estaban desarrollando en aquel, la
ayuda no era automática, ni las respuestas siempre positivas.87
El Orfeón Fonsagrada
Puede que hacia 1927Hijos del Puerto del Son, Hijos de Lalín y el Orfeón Fonsagrada
fuesen las más activas y/o importantes microsociedades gallegas del Partido. Al
menos es una de las interpretaciones posibles al hecho de que fuesen precisamente
sus presidentes, los convocados por el Centro Gallego de Avellaneda a su festival del
11 de octubre de ese año.88 Por entonces, la tercera de aquellas instituciones
contaba con apenas un par de años de vida. Ya a mediados de la década de 1910
existió algún intento de constituir una sociedad de fonsagradinos en el área de
Buenos Aires, como prueba la carta que dos naturales de aquel ayuntamiento
lucense enviaron a Fortunato Cruces (director del diario La Colonia Gallega, de
Buenos Aires) en agosto de 1914, en la que manifiestan la intención de fundar una
sociedad mutualista para beneficio de sus paisanos en la Argentina, pero que
mirase también por el progreso del solar natal.89 Se ha afirmado incluso que en
aquel decenio “a los españoles los reunía una Sociedad Arte y Cultura Orfeón
86
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Fonsagrada en Charlone al 800 y luego en Fraga 239”.90 Sin embargo, la
documentación de la institución que se ha conservado (tan sólo las Actas de
Comisión Directiva labradas entre mayo de 1925 y marzo de 1926)91 no registran
su creación sino hasta mayo de 1925, fecha en la que nació la Sociedad Artística y
Recreativa Orfeón Fonsagrada [OF].92 La elección del nombre se hizo tras barajar otros
como “Orfeón Buronés”, “Orfeón Celta” u “Orfeón Lucense”, adoptándose
finalmente aquel “por ser la mayoría de sus iniciadores hijos de los distritos del
Partido Judicial del Pueblo de Fonsagrada”.93
El OF nació en la localidad de Piñeiro, lo que seguramente se relaciona con el
patrón de asentamiento lugués en el Partido y, en particular, con el de los nativos
de A Fonsagrada, como muestra el hecho de que un 52,5 % de los fonsagradinos
hallados en las Actas de Matrimonio de los registros civiles del Partido entre 1890 y
1930 morasen en el Cuartel 3º. Del mismo modo que en el caso de la sociedad de
Porto do Son, se observa entre sus fundadores la habitual reiteración de apellidos
(López, Queipo) que permite suponer la existencia de lazos de parentesco entre
aquellos. En cualquier caso, se trataba de una institución abierta a todos los
españoles residentes en la República.
Su carácter recreativo y cultural aparece expuesto en su misma denominación. Aún
cuando no contamos con datos que certifiquen su funcionamiento real durante el
primer año de vida de la sociedad, ya en la tercera asamblea de la misma (23 de
mayo de 1925) se decidió poner en funcionamiento la primera sección cultural (el
Orfeón), y un mes más tarde se mencionaba la necesidad de hacer lo propio con la
Escuela de Canto y Declamación.94 Además, en su local se celebraban también los
acostumbrados “bailes familiares” a los que sólo podían acceder los socios,95
aunque también podía suceder que se admitiesen invitados (que, a diferencia de los
socios, debían abonar su entrada). Al igual que en el caso de HAPS,96 estas
reuniones podían coincidir con fechas señaladas como la del 12 de octubre,
declarado “Día de la Raza” por el gobierno nacional argentino en 1916.97 Y desde
su primer año de vida el OF se sumó a la moda de realizar los cada vez más
populares pic-nics veraniegos en las -por entonces- apetecibles playas del municipio
de Quilmes, ubicado inmediatamente al sur del de Avellaneda.98
Más atrás hemos postulado la posibilidad de que, dada la cercanía tanto de la
Asociación Española de Socorros Mutuos de Avellaneda como del Hospital Fiorito, HAPS
no tuviese demasiado interés por desarrollar funciones mutuales. Pensamos la
misma hipótesis puede aplicarse al caso del Orfeón, cuya documentación no permite
suponer la existencia en él finalidad mutualista alguna. En realidad, el argumento
87
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
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parece aún más lógico que en el caso anterior, pues la institución vio la luz cuando
ya existían también en el contiguo Cuartel 5º del Partido la Sociedad Española de
Socorros Mutuos de Valentín Alsina y el centro gallego de la misma localidad, cuya
creación data de 1919 y 1925, respectivamente.99
En lo que hace al patrón residencial de los miembros del Orfeón, nuestra idea del
mismo resulta bastante conjetural, debido a la inexistencia de registros de socios
con las direcciones de los mismos. Creemos que una mayoría de ellos residía en el
municipio avellanense, y dentro de él en la localidad de Piñeiro. Al menos es lo que
podría colegirse del hecho (ya comentado) de que algo más de la mitad de los
naturales de A Fonsagrada que contrajeron matrimonio en el Partido vivían allí. En
el mismo sentido parece apuntar el dato de que, en marzo de 1926, se presentó una
moción para que los socios que habitasen fuera de dicha localidad enviasen por
giro postal el importe de su cuota social, pues al cobrador no le compensaba ir a
cobrarles a sus casas. Por entonces también se determinó que no se mandarían
avisos impresos a quienes habitaran en los barrios porteños de La Boca y Barracas,
o en la zona céntrica de Buenos Aires, lo que -de paso- da una idea de dónde
moraban quienes se encontraban fuera del Partido.100
La misma ausencia de documentación idónea nos impide caracterizar con exactitud
el perfil socioeconómico de la masa social del Orfeón. Señalemos, a modo de
aproximación indirecta, que cuando la sociedad tuvo que dotarse de sus primeros
muebles un socio llamado Pedro Conde se ofreció a comprar la madera necesaria,
“y al mismo tiempo los señores [miembros de la Comisión Directiva] Pichel y
Méndez ofreciéronse a construir desinteresadamente los efectos mencionados.”101
De allí, y del hecho de que más tarde el mismo Pichel ofertara los servicios de su
esposa para la limpieza del local social,102 puede colegirse el perfil
socioeconómicamente bajo de sus dirigentes (los dos últimos debían ser
carpinteros o, como mucho, ebanistas) y, por ende, de la mayoría de los miembros
del OF. Pero no de todos. Hemos mencionado recién a uno de apellido Conde. Sin
duda se trata de Pedro Conde Freire que, aunque no figura entre los fundadores de
la institución, revista entre quienes se incorporaron a ella en sus más tempranos
días. Gracias a la prensa étnica gallega sabemos que nació en la provincia de Lugo,
y que a finales de la primera década del siglo XX ya era un conocido industrial,
dueño de una fábrica de licores ubicada también en Piñeiro, y hasta 1916 (cuando
se lo dio de baja) socio del más elitista Centro Gallego de Avellaneda.103 Su caso parece
ilustrar el peso de los emigrados de éxito en la directiva de este tipo de sociedades,
y puede que también el de quienes no podían acceder a corto o mediano plazo a las
directivas de las grandes instituciones macroterritoriales. Una vez constituida la
88
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asociación de Fonsagrada, fue elegido como su primer Presidente.104 Y, como
acabamos de ver, cuando fue necesario adquirir la madera para fabricar los
primeros muebles para la sede social, se hizo cargo de la tarea “por cuanto que, en
virtud de sus relaciones, esperaba obtenerla a un precio muy ventajoso para la
sociedad”,105 lo que juzgamos una muestra de cierto mecenazgo informal, o al
menos del tipo de ayuda al progreso social que HAPS esperaba obtener de
Eugenio Ben. ¿Es demasiado arriesgado afirmar que el OF fue una sociedad de
ámbito distrital (y no municipal) debido a su presencia (y a su preferencia, intereses
u objetivos) o a la presencia de otros como él? No resulta sencillo responder a este
interrogante. En todo caso, a diferencia del caso de Porto do Son, entre los nueve
socios iniciales del OF también figuran Pedro López y José Ferreiro,
probablemente otros “notables”, en cuyo comercio se fundó la sociedad y donde
funcionó su primera sede.106
No obstante la presencia de un hombre de recursos como Pedro Conde, la
institución parece haber gozado (al menos en esta etapa temprana de su vida) aún
menos recursos que la de Porto do Son. De hecho, para que pudiera funcionar fue
necesario que en junio de 1925 un grupo de socios adelantase el importe de las
cuotas correspondientes a seis meses.107 Y cuando en septiembre se pensó en
adquirir un simple armario, debió recurrir nuevamente al préstamo de algunos de
sus miembros, pues no contaba con fondos suficientes.108 Con todo, vale la pena
recordar que no fueron muchas las sociedades de este tipo que poseyeron en
propiedad un local, ni tan siquiera el dinero suficiente para alquilarlo, y que un gran
número de ellas apenas fueron realmente dueñas de poco más que cuadernos,
sellos y algún mueble.109
De la lectura de la escasa documentación existente no se desprende ninguna acción
en beneficio de la comarca de Fonsagrada. Sí, apenas, una colaboración, en febrero
de 1926 (y a solicitud de la Asociación Española de Socorros Mutuos de Avellaneda), de $
25 para un homenaje a los tripulantes del hidroavión Plus Ultra, que había arribado
a Buenos Aires el 10 de ese mes al comando del gallego Ramón Franco.110
Como era usual, la vida del OF se regulaba mediante unos Estatutos y un
Reglamento Interno, pero los mismos no han llegado hasta nosotros. Apenas
sabemos que los 14 miembros de la Comisión Directiva eran elegidos por el voto
de los socios reunidos en asamblea, y que luego los que resultaban seleccionados
votaban nuevamente para repartirse los cargos. Asimismo, que en octubre de 1925
se propuso una reforma de los estatutos para introducir una cláusula por la cual,
para ser miembro de la CD (y no sólo Presidente o Vice) sería obligatorio que el
89
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elegido fuese español,111 y que en noviembre del mismo año se creó una Comisión
de Fiestas.112
En abril de 1936 el OF se fusionó con la sociedad Residentes del Partido de Fonsagrada,
de Buenos Aires, adoptando entonces la denominación Unidos de Fonsagrada y sus
Distritos, y trasladando su secretaría en la Capital Federal.113 A su vez, en los
primeros meses de 1938 esta nueva sociedad intentó unirse con las entidades de
naturales de Baleira y Castroverde (otros dos municipios lucenses, uno
perteneciente a la comarca fonsagradina y el otro contiguo a ella), pero la asamblea
planificada para el 20 de marzo fracasó debido a la intervención de la policía (¿?).
Así, Unidos de Fonsagrada y sus Distritos continuó existiendo como entidad
independiente hasta diciembre de 1939, cuando finalmente pudo celebrarse la
asamblea extraordinaria que aprobó su unión con la sociedad de Baleira y la
creación de una nueva entidad, a la que denominaron Unidos de Fonsagrada y
Baleira.114 Años después, se fundiría en el nuevo Centro Lucense.115
A manera de cierre: recapitulación y nueva hipótesis
Como hemos podido observar en las páginas anteriores, el Partido de Avellaneda
conoció diferentes tipos de microsociedades gallegas. Aquí nos hemos acercado de
forma somera a tres casos concretos: una de tipo distrital y -hasta dónde sabemoscarácter básicamente lúdico (Fonsagrada); otra de ámbito municipal, en la que el
esparcimiento sólo esporádicamente se combinaba con algunos rasgos mutualistas
(Porto do Son); y una tercera (Lalín), que era más bien una delegación de la matriz
porteña, y cuya finalidad – al menos inicialmente- fue prestar su auxilio para cubrir
algunos de los déficit de infraestructura del municipio de origen.
Las tres compartieron -hasta donde hemos podido observar- una serie de rasgos
comunes: nacieron tiempo después de la aparición en la zona de las mutuales
panhispánicas y el asociacionismo gallego macroterritorial, dentro del período
álgido del amanecer del microasociacionismo galaico en el país; su ámbito de
referencia fue generalmente el mismo de las más importantes corrientes
migratorias de Galicia al Partido de Avellaneda, lo que parece subrayar la
importancia del stock para su surgimiento; fueron fundadas y tuvieron sus sedes
dentro de las mismas áreas del Partido donde se verificó la mayor instalación
espacial de su grupo provincial y/o municipal; consecuentemente con la realidad
socioeconómica en la que se insertaron, parece haber primado entre su miembros
el elemento obrero; sobrevivieron hasta nuestros días, ya sea en forma aislada o
integrándose sucesivamente en instituciones referenciadas en ámbitos espaciales
90
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cada vez más abarcativos; su ubicación geográfica y la cronología de su aparición
podrían tener una relación directa con su falta de fines mutualistas.
Por el contrario, el perfil socioprofesional de sus dirigentes parece presentar ciertos
matices distintivos. No es el mismo en la sociedad de Porto do Son que en el
Orfeón Fonsagrada, entre cuyos directivos sí habría existido gente de éxito
económico que, a su vez, ejerció algún tipo de mecenazgo en su vida institucional.
Por último, conviene retomar un interrogante formulado más arriba: ¿por qué
nunca existió en el municipio avellanense una sociedad propia de los nativos de
Vigo o de Vilagarcía de Arousa, ni otra de lalinenses independiente de su matriz
porteña? En nuestra opinión, ello obedecería al hecho de que los hombres de éxito
originarios de esos municipios, que potencialmente podrían haber motorizado el
surgimiento de sociedades con esos marcos espaciales de referencia, simplemente
encontraron otros canales a través de los cuales vehiculizar su liderazgo étnico. Tal
como hemos explicado en otra parte,116 el grupo dirigente del Centro Gallego de
Avellaneda siempre contó con una amplia presencia de nativos de la provincia
pontevedresa y, cuando menos entre 1899 y 1918, fueron precisamente personas
oriundas de Vigo, Vilagarcía y Lalín quienes más se repitieron en sus máximos
cargos directivos. De modo que si bien existían líderes en potencia y un número
suficiente de paisanos, lo que suponía razonables probabilidades de que se
fundasen sociedades de ámbito territorial viguesas, vilagarcianas o lalinenses, esto
no llegó a ocurrir porque sus eventuales promotores optaron por asumir su rol de
dirigentes en una asociación de mayor ámbito territorial. Algo que, desde luego, no
excluía su participación en la entidad microterritorial de sus paisanos y/o en otra
panhispánica (por ejemplo, la AESMdeA), como de hecho prueba algún caso
concreto que hemos podido glosar.117 Casualidad o no, Pedro Conde Freire ocupó
un lugar destacado entre la dirigencia del Orfeón Fonsagrada años después de haber
sido expulsado del más elitista Centro Gallego de Avellaneda.
Notas e referências
1
Fernando DEVOTO. Historia de la inmigración en la Argentina. Buenos Aires: Sudamericana,
2003, p. 240.
2 DEVOTO; Alejandro FERNÁNDEZ. “Mutualismo étnico, liderazgo y participación
política. Algunas hipótesis de trabajo”. In: Mundo urbano y cultura popular. Estudios de Historia
Social Argentina. Buenos Aires: Sudamericana, 1990, p. 136; José C. MOYA. Primos y
extranjeros. La inmigración española en Buenos Aires, 1850-1930. Buenos Aires: Emecé, 2004,
pp. 290-306.
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
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3
Sobre la participación gallega en el mutualismo panhispánico de Buenos Aires hasta 1930,
vid. Alejandro E. FERNÁNDEZ. “Los inmigrantes gallegos y el asociacionismo español
de Buenos Aires”. In: Buenos Aires Gallega. Inmigración, pasado y presente. Buenos Aires:
Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos
Aires, pp. 121-34.
4 Para un análisis de las razones que explican la aparición y el desarrollo de un
asociacionismo puramente galaico en la Argentina, vd. Xosé Manoel NÚÑEZ SEIXAS.
“A parroquia de alén mar: Algunhas notas sobre o asociacionismo local galego en Bos
Aires (1904-1936)”. Semata. Ciencias Sociais e Humanidades, Santiago de Compostela,
Universidade de Santiago de Compostela, vol. 11, 2000, pp. 345-79.
5 Pilar CAGIAO VILA. “A vida cotiá dos emigrantes galegos en América”, en id. (comp.),
Galegos en América e americanos en Galicia, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 11535, 1999, p. 128.
6 En 1879 nació también su homólogo de Corrientes, y más tarde lo harían los de Córdoba
(1889), Rosario (1892), Barracas al Norte (1895) y Barracas al Sud (1899), todos de breve
vida excepto el último.
7 Fueron 400 en 1910, 16.076 en 1917, 39.118 en 1932, 57.000 en 1938, alcanzando en
1961-1962 a su máximo histórico: 104.855. CAGIAO VILA; Vicente PEÑA
SAAVEDRA (Comisariado). Nós mesmos. Asociacionismo galego na emigración – Asociacionismo
gallego en la emigración. [Santiago de Compostela]: Consello da Cultura Galega, 2008, p. 28.
8 NÚÑEZ SEIXAS. “Asociacionismo local y movilización sociopolítica: notas sobre los
gallegos en Buenos Aires: 1890-1930”. In: La inmigración española en la Argentina. Buenos
Aires: Biblos, 1999, pp. 201-3. Sobre las primeras tres décadas del Centro Gallego de Buenos
Aires, vd. RODRÍGUEZ DÍAZ, 2000.
9 Vicente PEÑA SAAVEDRA. Éxodo, organización comunitaria e intervención escolar. La impronta
socio-educativa de la emigración transoceánica en Galicia. Santiago de Compostela: Xunta de
Galicia, 1991, I, pp. 355-88.
10 Una explicación pormenorizada de los objetivos de estas sociedades, en NÚÑEZ
SEIXAS. Emigrantes, caciques e indianos. O influxo sociopolítico da emigración transoceánica en
Galicia (1900-1930). Vigo: Xerais, 1998, pp. 109-159.
11 NÚÑEZ SEIXAS, 2000, pp. 349-56, 375-9. Se ha calculado en 326 el total de escuelas
construidas, dotadas y/o mantenidas gracias a la financiación de las sociedades de instrucción
de América. Tan sólo a las de Argentina se debe la creación de 65, de las que 29
corresponden a entidades pontevedreses y 25 a las coruñesas. PEÑA SAAVEDRA, 1991
II, pp. 23-56.
12 Marcelino X. FERNÁNDEZ SANTIAGO. “Asociacionismo gallego en Buenos Aires
(1936-1960). In: La Galicia austral. La inmigración gallega en la Argentina. Buenos Aires:
Biblos, 2001, p. 186.
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Dossiê
El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
Ruy Farías
13
NÚÑEZ SEIXAS, 1999, pp. 207-9, 232; CAGIAO VILA, PEÑA SAAVEDRA, 2008,
p. 23. Sobre la Federación, DÍAZ. Historia de la Federación de Sociedades Gallegas. Identidades
políticas y prácticas militantes. Buenos Aires: Fundación Sotelo Blanco/Biblos, 2007.
14 En 1941 se crea el Centro Orensano (1941), al que luego siguen el Centro Pontevedrés (1942),
el Centro Lucense (1942) y el Centro Coruñés (1950). Todos ellos reúnen a muchas de las
antiguas pequeñas instituciones.
15 Ese fue, por ejemplo, el caso de Pro-Escuelas de Ferreira (San Sadurniño, A Coruña), cuyos
afiliados continuaron contribuyendo al sostenimiento del edificio escolar hasta entrada la
década de 1960. Vd. NÚÑEZ SEIXAS; Raúl SOUTELO VÁZQUEZ. As cartas do destino.
Unha familia galega entre dous mundos, 1919-1971. Vigo: Galaxia, 2005 (particularmente, pp.
135-56).
16 X. FERNÁNDEZ SANTIAGO, 1999, pp. 183-4, 193-6; NÚÑEZ SEIXAS, 1999, pp.
232.
17 La terminación “al Sud” diferenciaba al pueblo del barrio porteño de Barracas al Norte,
hoy simplemente Barracas.
18 Una síntesis de la Historia de esta zona del Conurbano bonaerense, en Ruy Gonzalo
FARÍAS IGLESIAS. La inmigración gallega en el sur del Gran Buenos Aires, 1869-1960.
Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 2010, pp. 89-135.
19 Para un análisis en profundidad de la inmigración gallega en esta zona entre 1860 y 1960,
v. FARÍAS IGLESIAS, 2010.
20 La más antigua de ellas es la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Barracas (hoy Asociación
Española de Socorros Mutuos de Barracas y Buenos Aires), fundada en 1862 y decana del
mutualismo español en la Argentina desde la desaparición de la AESMdeBA. Trás Ella
surgieron, en 1891, La Asociación Española de Socorros Mutuos de Barracas al Sud (luego de
Avellaneda, aún en funcionamiento), la Asociación Española de Socorros Mutuos para Mujeres
(1901), la Sociedad de Socorros Mutuos Española, (de 1913, con sede en Wilde), y la Sociedad
Española de Socorros Mutuos de Valentín Alsina (de 1919, también activa).
21 Ruy FARÍAS. “La participación gallega en los inicios del asociacionismo mutualista
español en Barracas al Sud (1862-1891)”. Ponencia presentada al Congreso Internacional
El asociacionismo de la emigración española en el exterior: significación y vinculaciones, Zamora, 2012,
2013.
22 Ruy FARÍAS. “Unha sociedade galaica cun ámbito de referencia crioulo: O Centro
Gallego de Barracas ao Sud / Avellaneda”. Estudos Migratorios: Revista Galega de Análise das
Migracións (Nova Xeira). Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega, vol. II, nº
2, segundo semestre 2009 [2010], pp. 109-32.
23 V. Nova Galicia [NG], XIII: 424, 24.9.1913, p. 2; NG, XIII: 427, 5.11.1913, p. 3; NG,
XIV: 431, 6.1.1914; NG, XIV: 433, 3.2.1914, p. 1; NG, XIV: 435, 4.3.1914, p. 3; NG, XV:
455, 5.2.1915, p. 1; “Grove – Provincia de Pontevedra”, Boletín Oficial del Centro Gallego de
Avellaneda [BOCGA], XI: 116, 15.4.1913, pp. 17-8.
24 V. Federación de Sociedades Españolas dela República Argentina, 2006, p. 118.
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
Ruy Farías
25
La fecha de fundación y su primera denominación nos fueron proporcionados por el
personal del Arquivo da Emigración Galega (a quién deseamos expresar nuestro
agradecimiento), mientras que el dato de su cambio de nombre fue obtenido de:
Argentina. Archivo Federación de Asociaciones Gallegas de la República Argentina –
Museo de la Emigración Gallega en la Argentina, Correspondencia recibida, 16-VII-1940.
En la década de 1940 se asiste a la aparición de otras entidades de distinto alcance
territorial, que pretenden agrupar a los naturales de toda una provincia, o aspiran a reunir
a todos los gallegos residentes en un mismo punto del antiguo territorio barraqueño. Así,
en 1944 surgen la Agrupación Cultural y Recreativa Residentes de Galicia en Lanús, la Sociedad
Cultural y Recreativa Residentes de Galícia em Valentín Alsina, y la Unión Provincial Orensana. Los
datos referidos de éstas últimas y de Antas de Ulla nos fueron facilitados también por El
personal del Arquivo.
26 La pérdida y/o destrucción de la documentación de este tipo de institución es algo
bastante común. No obstante, existen importantes iniciativas destinadas a contener y
revertir esta tendencia. En Galicia, el Arquivo da Emigración Galega lleva adelante desde
hace años una enorme tarea de recuperación documental entre las sociedades gallegas en
América. Aunque a otra escala, en el caso del país al que refiere este trabajo es de destacar
la labor del Museo de la Emigración Gallega en la Argentina, sobre cuyos fondos documentales
(y sus posibilidades para el estudio de la integración de los migrantes gallegos en el país)
nos hemos referidos en otra parte. Vid. Uy FARÍAS. “El asociacionismo gallego en
Buenos Aires y las posibilidades que ofrece para el estudio de la integración de los
migrantes: un análisis a partir del archivo de la FAGA-MEGA”. Antíteses. Londrina, vol. 4,
nº 7, junio 2011, pp. 151-71. http://www.uel.br/revistas/uel/index.php/antiteses)
27 FARÍAS IGLESIAS, 2010, pp. 169-92.
28 Entre 1908 y 1944 el Partido se dividió en ocho cuarteles que, a grandes trazos, se
corresponden con una serie de ciudades y localidades actuales:1º (Barracas al Sur /
Avellaneda Centro), 2º (Crucesita y Sarandí), 3º (Piñeiro y Gerli), 4º (Lanús Este,
Remedios de Escalada y Monte Chingolo), 5º (Valentín Alsina y Lanús Oeste), 6º (Villa
Domínico y Wilde), 7º (Dock Sud) y 8º (Lanús Oeste y Remedios de Escalada). En el
último de aquellos años, sin embargo, su territorio fue cercenado para crear el actual
Partido de Lanús.
29 FARÍAS IGLESIAS, 2010, pp. 243-59.
30 Sobre el concepto de liderazgo y sus diferentes modelos entre las comunidades hispanas
en América (con particular referencia al caso argentino), vd. NÚÑEZ SEIXAS. “Modelos
de liderazgo en comunidades emigradas. Algunas reflexiones a partir de los españoles en
América (1870-1940)”. In: De Europa a las Américas. Dirigentes y liderazgos (1880-1960).
Buenos Aires: Biblos, 2006, pp. 17-41.
31 NÚÑEZ SEIXAS, 2000, pp. 346-7.
32 NÚÑEZ SEIXAS. “Lalinenses emigrados na Arxentinapola República: Notas a un
discurso de 1931”. Descubrindo. Anuario de Estudios e Investigación de Deza, nº 3, 2001, p. 113.
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
Ruy Farías
Sobre el asociacionismo del municipio de Lalín y de la comarca del Deza en Buenos
Aires, véase también Gustava HERVELLA GARCÍA; María SEIJAS MONTERO. LalínBos Aires, unha historia compartida. Lalín: Patronato Cultural de Lalín – Seminario de
Estudios de Deza, 2001.
33 ARGENTINA. “Hijos de Lalín en Buenos Aires”, NG, III: 51, 30-X-1904, pp. 2-3.
34 ARGENTINA. “Sociedades”, NG: 252, 13-IX-1908, pp. 3-4.
35 Vd. NÚÑEZ SEIXAS, 2001, p. 113-6; NG: 275, 21.2.1909, p. 2.
36 ARGENTINA. “Sociedades. Hijos del Partido Lalín”, La Libertad, 1-XII-1917.
37 ARGENTINA. “Amor a Galicia”, en Boletín Oficial del Centro Gallego de Avellaneda, IV: 63,
31.10.1908, p. 15.
38 ARGENTINA. Archivo Hijos del Ayuntamiento de Porto do Son [HAPS], Actas de
Asamblea [AA]: 6-IV-1918.
39 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 6-IV-1918.
40 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 24-XI-1918.
41 CAGIAO VILA. Muller e emigración. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia, 1997, pp.
115-7.
42 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 25-I-1920.
43 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 18-IV-1918). En estas citas y en las que le siguen se
ha respetado la ortografía original del documento.
44 FEDERACIÓN DE SOCIEDADES ESPAÑOLAS. Las Instituciones formadas por españoles
en la Argentina. Buenos Aires: Federación de Sociedades Españolas de la República
Argentina, 2006, p. 294.
45 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 24-XI-1918, 19-IX-1920, 29-V-1921.
46 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 23-V-1920.
47 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 31-VIII-1919.
48 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 7-VII-1918.
49 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 5-VI-1927.
50 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 25-I-1920, 23-V-1920.
51 José BARREIRO BARRAL Historia de Porto do Son y su distrito. A Coruña: Diputación
Provincial de La Coruña, 1989, p. 155. Véase también Archivo HAPS, AA: 2-VIII-1925.
52 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 19-VIII-1928.
53 BARREIRO BARRAL, cit., p. 156.
54 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 19-VIII-1928.
55 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 29-IX-1918.
56 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 1-V-1932.
57 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 13-IV-1930.
58 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 15-VII-1933.
59 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 6-V-1938.
60 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 18-IX-1937.
61 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 19-VIII-1919.
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
Ruy Farías
62
ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 26-V-1935.
ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 26-VI-1938.
64 NÚÑEZ SEIXAS, 2000, p. 371n.
65 NÚÑEZ SEIXAS, 2000, pp. 365-7.
66 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 15-VII-1933.
67 Los datos de la ocupación de estas personas fueron obtenidos de: Argentina. Archivo
Asociación Española de Socorros Mutuos de Avellaneda, Registro de Socios nº 4 (entidad
a la que también pertenecían los nombrados).
68 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 25-I-1920.
69 V. Luis Fernán CISNEROSy otros, Historia de la Ciudad de Avellaneda. La evolución de su
progreso edilicio, político y social. Buenos Aires: Ediciones Argentinas, 1926, p. 306; Centro
Comercial e Industrial de Avellaneda. 4 de Octubre 1928. Número extraordinario XXV
aniversario. S/l: Centro Comercial e Industrial de Avellaneda, 1928, p. 80.
70ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 25-I-1920. Sin bien la propuesta fue aprobada, Ben
rechazó el nombramiento amparándose en sus muchas ocupaciones, no obstante lo cual
se manifestó “dispuesto a contribuir con su obra en bien de sus paisanos”. Archivo
HAPS, AA: 23-V-1920.
71 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 25-I-1920.
72 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 31-VIII-1919.
73 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 31-VIII-1919.
74 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 23-V-1920.
75 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 4-II-1923.
76 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 26-V-1935.
77 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 19-IX-1920.
78 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 31-VIII-1919.
79 NÚÑEZ SEIXAS, 2000, p. 373.
80 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 26-V-1935, 31-V-1936, 7-V-1944. De allí que no
resulte extraño encontrar reiteradamente en los máximos puestos directivos a Rafael
Enríquez, José Chouzas (seis veces, tres como Presidente), Ramón Santos (seis y dos),
José Servia (cinco y una), Modesto Casal (cuatro y una), Agustín Sieira (cuatro y dos) o
José Pillado (cuatro).
81 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 13-VIII-1921.
82 Puede servir como indicador de la pequeña escala de la economía de la sociedad, el dato
de que para levantar entre 1905 y 1916 su sede social (un edificio ubicado sobre la
Avenida Mitre, frente a la plaza principal del municipio), el Centro Gallego de Avellaneda
debió desembolsar más de $ 24.000 por el lote de terreno, y otros $ 100.000 por la obra.
Ruy FARÍAS IGLESIAS, 2010.
83 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 4-II-1923.
84 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 20-V-1923.
85 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 3-X-1926.
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El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
Ruy Farías
86
ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: ¿?-IX-1928, 13-IV-1930.
ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 5-VI-1934.
88 V. ARGENTINA. Archivo Centro Gallego de Avellaneda [CGA], Actas de Comisión
Directiva [ACD]: 28-IX-1927.
89 ARGENTINA. “Nuestras Sociedades Gallegas”, La Colonia Gallega, I: 94, 24-VIII-1914,
p. 3
90 Rudi VARELA. “Piñeiro”. In: Reseñas históricas de las localidades del Partido de Avellaneda.
Avellaneda: Municipalidad de Avellaneda (mimeo), 1994, p. 65.
91 Esa documentación ha sido digitalizada y por la Secretaría Xeral de Emigración de la
Xunta de Galicia (España), estando disponible hasta hace un tiempo en su página web
(www.galiciaaberta.com). En ella también hemos consultado las ACD de la sociedad
Residentes del Partido de Fonsagrada entre 1925 y 1936, las AA de la misma institución entre
1930 y 1939, y las ACD de Unidos de Fonsagrada y su Distrito de 1936 a 1939.
92 ESPAÑA. Archivo Secretaría Xeral de Emigración [SXE], Fondo OrfeónFonsagrada
[OF], ACD: 19-V-1925, 22-VI-1925. Es interesante señalar que casi por los mismos días
se fundaba también, pero en la Capital Federal, Residentes del Partido de Fonsagrada en Buenos
Aires. Vid. Residentes del Partido de Fonsagrada, ACD: ¿?-V-1925.
93 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 19-V-1925. El Partido Judicial de A Fonsagrada
incluye al municipio homónimo y a los de Baleira, Navia de Suarna, Negueira de Muñiz y
Ribeira de Piquín.
94 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 21-V-1925, 20-VI-1925, 3-VIII-1925.
95 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 16-VII-1925, 9-IX-1925.
96 ARGENTINA. Archivo HAPS, AA: 29-IX-1918.
97 ESPAÑA. Archivo SXE,OF, ACD: 8-X-1925, 15-X-1925.
98 ESPAÑA. Archivo SXE,OF, ACD: 16-XI-1925, 17-XII-1925, 30-XII-1925.
99 Ruy FARÍAS IGLESIAS, 2010, p. 373n, 412.
100 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 10-III-1926.
101 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 27-VI-1925.
102 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 3-VIII-1925.
103 NG, IV: 115, 28.1.1906; NG, VII: 283, 18.4.1909; NG, XIII: 402, 20.10.1912, p. 3;
ARGENTINA. Registro Provincial de las Personas, Sección Piñeiro, Actas de
Matrimonio, AMRCP, 1920: 36; CGA, ACD: 14-XI-1916. Véase también NG: 303,
5.9.1909.
104 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 15-V-1925.
105 ESPAÑA. Archivo Secretaría Xeral de Emigración, Fondo Orfeón Fonsagrada, Actas
de Comisión Directiva: 27-VI-1925.
106 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 19-V-1925.
107 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 20-VI-1925.
108 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 24-IX-1925.
109 NÚÑEZ SEIXAS, 2000, p. 371-2.
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Dossiê
El microasociacionismo gallego en la Argentina en la primera mitad del siglo XX:
una mirada al caso del Partido de Avellaneda
Ruy Farías
110
ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 6-II-1926.
ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 22-X-1925.
112 ESPAÑA. Archivo SXE, OF, ACD: 5-XI-1925.
113 ESPAÑA. Archivo SXE, Residentes del Partido de Fonsagrada, AA: 19-IV-1936;
Archivo SXE, Unidos de Fonsagrada y su Distrito [UFD], ACD: 19-IV-1936.
114 ESPAÑA. Archivo SXE, UFD, ACD: 15-I-1938, 30-IV-1938; “Sociedades Unificadas
Baleira, Castroverde y Fonsagrada”, Ga, 562, 20-III-1938; “Unidos de Fonsagrada y sus
Distritos”, Galicia [Ga] 568, 1-V-1938, p. 2; “U. de Fonsagrada y sus Distritos”, Ga, 601:
18-XI-1938, p. 2; España. Archivo SXE, UFD, ACD: 25-XI-1939; España. UFD, AA, 3XII-1939.
115 V. Una historia que no cesa: de los centros provinciales al Centro Galicia de Buenos Aires. S/l:
Xunta de Galicia, 2004, p. 26.
116 Ruy FARÍAS, 2009.
117 ARGENTINA. Archivo AESMdeA, Registro de Socios nº 4; Asociación Española de Socorros
Mutuos de Avellaneda (1941).
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Navegar, vol. 1, nº 1, Jul.-Dez. 2015