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DON TURPÍN EN PAMPLONA

2024, LA CORTE NORMANDA DE TUDELA EN EL SIGLO XII

LA CRÓNICA DE TURPÍN TIENE UNA IMPRONTA PAMPLONESA MUY MARCADA QUE ES FRUTO DE LA PRESENCIA DE SU AUTOR EN EL OBISPADO DE PAMPLONA EN LA CUARTA DÉCADA DEL SIGLO XII. LOS CAPÍTULOS XI Y XII NOS MUESTRAN UNA IDENTIFICACIÓN Y UN CONOCIMIENTO MINUCIOSO DEL TERRITORIO. DE LA MISMA FORMA LOS CAPÍTULOS IX A XVIII ORBITAN EN TORNO A LA CANCILLERÍA PAMPLONESA Y EL REINADO DE ALFONSO EL BATALLADOR, CONSTITUYENDO UNA SUERTE DE TURPÍN "COURTE" PAMPLONÉS.

DON TURPÍN EN PAMPLONA El Camino de Santiago medieval llegaba hasta Astráin de donde partía hacia la sierra un camino llamado Perdonanza bidea o Perdonabidea de nombre bien expresivo, que hoy cruza bajo la moderna autovía. Todos estos parajes en el siglo XII se documentan con numerosas viñas. (Foto de M. J. Garbisu) “Cuando se ha convivido tanto tiempo con la sombra de un hombre como yo lo he hecho con la de Prohaska, se corren varios riesgos. En efecto, desentrañar la verdad de una vida es una batalla perdida desde el inicio. Aspirar a revelar el entramado causal que organiza una existencia es como intentar llenar un cubo sin fondo: el agua se derrama fuera. Todo “porqué” es inútil. La esterilidad en las respuestas no es la excepción, sino la norma” Rafael Martínez Salmón, Medusa (2012) EL CAMINO DE SANTIAGO A LA SALIDA DE PAMPLONA La estancia de Aymeric Picaud en Pamplona debió ser breve a tenor de la poca huella literaria que deja. Recordemos que en el año 1127 se había consagrado la nueva catedral románica, en presencia del rey Alfonso el Batallador, entonces en la cumbre de su reinado. Fue su arquitecto el maestro Esteban, llegado de las obras iniciales de la catedral de Santiago, con unas dimensiones grandiosas para la época. Se avanzaba en las obras del claustro que alcanzaría una perfección escultórica desconocida hasta la fecha. Había un hospital de san Miguel cercano a la catedral y 1 JULIO DONLO FERNÁNDEZ avanzaba una ampliación urbana que en 1129 había otorgado el Fuero de Jaca al Burgo de San Cernin de repobladores francos que detentaban el privilegio de comerciar con los romerosa. Este esplendor del señorío episcopal de Pamplona queda eclipsado en la narración de Aymeric que aparenta ser un tipo atrabiliario e independiente. Por el contrario, la magnificación de Pamplona en el Codex Calixtinus será obra de don Turpín en el Libro IV que le dota de historia, leyenda, geografía y mística por doquier. Lo cual, dicho sea de paso, nos vuelve a confirmar la diversidad de vivencias y proyecciones entre don Turpín y Aymeric. Gobernaba la diócesis de Pamplona en la cuarta década del siglo XII don Sancho de Larrosab, quien había culminado las obras que sus antecesores, don Pedro d´Andouque y don Guillaume, habían concebido con ánimo grandioso. Los peregrinos llegarían a la catedral, el punto más alto de la civitas romana, para descender al plano de san Cernin y atravesar la rúa Mayor de los Cambios, convertida en «iter Sancti Iacobi», la «vía francígena» o el «Camino francés». Saldrían de la ciudad por el camino de Acella, que discurría en paralelo y a la derecha de la actual avenida de Pío XII, hasta completar la meseta ciudadana en Irunlarrea y descender el talud al río Sadar. Allí cruzarían por el viejo puente de Acellac (hoy Campus de la Universidad de Navarra) y entrarían en el poblado desaparecido de Acella, documentado desde comienzos del siglo XI, con su iglesia, puente, molino y amplios prados, posesión del obispo de Pamplona. Llegarían al río Elorz que cruzarían por el puente de Cizur y entrarían en esta villa del señorío episcopal donde habían instalado los Hospitalarios de san Juan una encomienda que alcanzaría gran expansión territorial en la zona. Es justamente en esta llanura aluvial que deja muy desplazado al oeste el río Arga y se dirige al sur hacia la sierra del Perdónd donde se localizan los Capítulos XI y XII de la Crónica de Turpíne: “Por último llegó Carlomagno con todos los otros ejércitos; y cubrieron toda la tierra desde el río Runa hasta el monte que por el camino de Santiago dista de la ciudad tres leguas”. Cabe advertir un conocimiento muy preciso del terreno unido a un tratamiento muy personalizado del propio Turpín, que adopta por primera vez un tono autobiográfico: Ego Turpinus. De tal forma que esta segunda conquista de Pamplona por Carlomagno tiene un relato muy diferente a la intervención milagrosa del Capítulo II, tomada del sitio de Jericó y con la mediación de Santiago. Aquí, por el contrario, cabe reconocer la similitud con el enorme despliegue franco de la primavera de 1118 para sitiar la ciudad de Zaragozaf donde Alfonso I encarna a Carlomagno como Turpín se ve reflejado en los obispos Estebang y Guillaumeh, tan decisivos en la conquista. Con lo cual a la indudable presencia de don Turpín en este escenario pamplonés por sus precisas menciones a los puertos de Cisa, el río Runa y el monte del camino de Santiago, se une una documentación de la gesta histórica más reciente recabada en la cancillería episcopal de don Sancho de Larrosa. Es decir, el segundo sitio de Carlomagno a la Pamplona dominada por Aigolando mimetiza la debacle almorávide en la taifa zaragozana. 2 DON TURPÍN EN PAMPLONA (a) El rey Alfonso I otorga en 1129 el Fuero de Jaca a la población del llano de san Saturnino que asigna a santa María de Pamplona y su obispo. (C.D.C.P. nº 176 de don José Goñi Gaztambide) (b) La refundación del obispado de Pamplona a partir de 1083 se realiza bajo una saga de tres obispos excepcionales: don Pedro d´Andouque (1083-1115), don Guillaume (1115-1121) y don Sancho de Larrosa (1122-1142). La crítica francesa hizo a Pedro D´Andouque el supuesto autor de la Crónica de Turpín (Saroïhandy) y posteriormente lo encumbró a modelo de obispo Turpín español del siglo XII (Mandach) sin evidencia historiográfica alguna como censuró el historiador don José Goñi Gaztambide. (c) Recogemos este documento de donación datable entre 1167 y 1187, que va jalonando el Camino Francés por Acella y ambos Cizur: “et alia circa ponte de Aceylla et alia que est inter ambos Çiçur et vinea que est in via de francos” (C.D.C.P. nº 312) (d) Adoptaremos la denominación actual de sierra del Perdón. La crónica de Turpín no le da nombre. Su nombre tradicional fue Francoa o El Franco (Franco Aundia en esta zona oeste). (e) Seguiremos la transcripción latina de K. Herbers y M. Santos Noia (1998) y la traducción al castellano realizada por los profesores A. Moralejo, C. Torres y J. Feo (1951). “Novissime vero venit KAROLUS cum aliis omnibus exercitibus, et cooperuerunt totam terram a flumine Runae usque ad montero qui distat ab urbe tres leugis via iacobitana”. (Historia Turpini, Capitulum XI) (f) Según don Antonio Ubieto las fuerzas francas llegarían por Somport y se agruparían en Ayerbe (Huesca) en torno a la balsa sita en sus inmediaciones. (g) Por su energía y su férrea voluntad el obispo Esteban encarna el prototipo del Turpín y constituye el mejor candidato histórico para el Turpín de la Chanson de Roland. Peregrinó a la Jerusalén conquistada y fue factor principal en la conquista de Zaragoza. Muere en 1130 en lucha contra los moros siendo ya obispo de Zaragoza. Pero ninguna evidencia permite suponer su autoría de la Crónica. (h) Estamos ante un obispo de Pamplona convertido en el señor mayor del reino que dirige sus propias tropas y que tiene una proyección diplomática y literaria ecuménicas. Autor de una obra literaria no identificada según reza su epitafio en la catedral que evoca aires de leyenda no confirmados. Todo ello lo convierten en un cualificado Turpín español para continuar la obra de Pedro d´Andouque al que se superpone formando parte de su séquito. 3 JULIO DONLO FERNÁNDEZ El capitel de Job del claustro románico de la catedral de Pamplona que se muestra en el Museo de Navarra es en opinión de Georges Gaillard una obra a la vez pintoresca, expresiva, movida, violenta, apasionada, pero siempre monumental. Se relaciona más con los artistas de la catedral de Jaca, pero sobresale por la calidad de su técnica y la grandeza de su estilo: El capitel de Pamplona es un monumento. (Foto de M. J. Garbisu) LA CUENCA PAMPLONESA Son tantas las sorpresas que nos depara la lectura de los Capítulos IX a XVIII de la Crónica de Turpín que los hemos considerado una suerte de Turpín “courte” pamplonés. La primera de todas ellas es el cambio de estilo que supone la introducción en primera persona del anónimo autor bajo el personaje de Ego Turpinus hecho desde el comienzo del Capítulo XI a modo de proclama, reiterada por dos veces. I) “ego Turpinus, dominica auctoritate et nostra benedictione et absolutione, hos a peccatis cunctis relaxabam.” II) “Ego Turpinus archiepiscopus remensis, qui dignis monitis Christi fidelem populum ad debellandum fortem et animatum,” La segunda es la cita con pasión de agrimensor de este escenario de la lucha contra Aigolando, que abre un enorme campo de batalla entre el río Arga y la sierra del Perdón, con la nota de que el Camino de Santiago hace de bisectriz en la planicie de la cendea de Cizur, lo que lleva la ruta jacobea más hacia el oeste que al sur, es decir, 4 DON TURPÍN EN PAMPLONA desde Cizur, adonde ya habíamos llegado, hacia Astráin, acorde a su posición central en la cendea y en la sierra del Perdón. El camino jacobeo actual se desplaza por el cordal este de la sierra del Perdón por mor de imperativos urbanísticos. Las menciones del Turpín nos llevarían por el viejo camino real de Pamplona a Puente, pasando por Astráin, que recoge parcialmente la carretera nacional antigua para surcar el puerto por una cota baja. A mayor abundamiento, el camino que sale de Astráin hacia la sierra se llamó Perdonanza bidea o Perdonabidea, nombre de claro origen eclesiástico, que recoge la gran perdonanza que es la ruta jacobea. Decíamos que don Turpín ofrece distancias y medidas tan calculadas como no lo hará en ningún otro lugar. Con una pretensión indudable de coser el mito carolingio a la geografía del terreno. Porque aquí, a las puertas de Pamplonaa, el sitio de Carlomagno fue real tanto a la ida como a su regreso en el verano de 778. Pero es que también el obispado de Pamplona buscará a lo largo del siglo XII poner en valor y en venta sus propiedades señoriales al calor de la expansión demográfica y de los capitales llegados con los colonos francos. Se trasluce en don Turpín la pasión catastral del obispado de Pamplona. Recojamos las citas: I) “Novissime vero venit KAROLUS cum aliis omnibus exercitibus, et cooperuerunt totam terram a flumine Runae usque ad montero qui distat ab urbe tres leugis via iacobitana”. (Capitulum XI) II) “Et erat tunc exercitus Aigolandi et exercitus Karoli in quodam plano loco et obtimo qui est iuxta urbem, habens in longitudine et latitudine sex miliaria”. (Capitulum XII) De Pamplona al Alto del Perdón (dirección suroeste) dice 3 leguas, bastante aproximado a los 13 kilómetros que calculamos. Y el ancho del despliegue militar lo cifra en 6 millas, también aproximado a los 11 kilómetros que calculamos desde Echauri, a la derecha del Arga, a Arlegui (cendea de Galar) donde comienzan los repliegues del Perdón, que formaría la ortogonal noreste. Don Turpín nos ha dibujado idealmente un catastro de censos y pechas que es un rectángulo de 6 millas de amplitud por 8 millas de profundidad, cuya diagonal (hipotenusa) alcanzaría las 3 leguas, una extensión cifrable en 108.000 hectáreas. Es decir, don Turpín está dibujando el cuadrante suroccidental de Pamplona que cruza en diagonal el Camino de Santiago y que queda encajado entre los ríos Arga (oeste) y Elorz (norte), contra la sierra del Perdón al sur, ocupado por la Cendea de Cizurb en el centro, un fragmento de la Val de Echauri al oeste, y una parte de la Cendea de Galar al este. Si seguimos este juego de geometría euclidiana es por valorar la capacidad analítica de don Turpín en la Cuenca pamplonesa. Porque solamente en este pasaje es posible cuadrar la aritmética con la geometría. Y es evidente que estas citas con mediciones tan contrastadas no pudieron hacerse en Saint-Denis ni en Vézelay, sino en el corazón mismo del obispado de Pamplona. Obviamente, la Crónica de Turpín no 5 JULIO DONLO FERNÁNDEZ es un libro de Historia como no es tampoco un catastro del señorío episcopal. Pero en la obstinada persecución de nuestro buen monje no resulta baladí radiografiar su paisaje mental para calcar la idealización literaria que como buen amanuense anota. Suele atribuirse a la Crónica de Turpín un conocimiento somero de la península que completa con un repertorio erudito de localidades y regiones. Es mayor su consistencia histórica por el conocimiento de Eginhardo. Sin embargo, su fuente básica es la épica francesa que reescribe con fruición porque en su tiempo la leyenda se había convertido en acicate de la realidad. La Crónica de Turpín es un prodigioso enredo de la imaginación, pero no es una abstracción, ni opera en el vacío. Su conocimiento sutil de la realidad resulta meticuloso. Pura literatura para salvar la vida de lo particular y concreto, frente a las meras generalizaciones, logrando que todo el artificio suene a verdad. (a) Pamplona es verdaderamente la ciudad que sitió y venció Carlomagno en el verano de 778 destruyendo sus murallas, lo que le da un sustrato histórico reconocible en los Anales carolingios. (b) La Cendea de Cizur quedó formada en su momento de máxima expansión del siglo XV por los siguientes núcleos de población: Astráin, Barañáin, Zizur Mayor, Cizur Menor, Undiano, Muru-Astráin, Larraya, Paternáin, Gazólaz, Echavacóiz, Acella, Eriete, Eulza, Guenduláin, Zariquiegui, Sagüés, Oyarza y Nuin. Las ruinas del señorío de Guenduláin quedan a la derecha del actual Camino de Santiago, muy desplazado al este, que asciende de Cizur Menor a Zariquiegui. Castillo palacio con arquería del siglo XVI e iglesia de san Andrés. En 1128 doña Blasquita donó el palacio de Guenduláin a la catedral de Pamplona. (Foto de M. J. Garbisu) 6 DON TURPÍN EN PAMPLONA Mapa topográfico del cuadrante suroeste de la Cuenca de Pamplona (SIGNA). El río Arga discurre a la izquierda paralelo a la sierra de Sarbil y bordea el extremo oeste de la sierra del Perdón, que cierra todo el sur. La bisectriz de comunicaciones viene a coincidir con el Camino de Santiago medieval. LA VIA IACOBITANA Pero es que hay más, porque será en este escenario de la salida de Pamplona donde se identifique con total precisión la Via Iacobitana, realizando la Crónica de Turpín, al mismo tiempo que la narración de la gesta de Carlomagno, una descripción superpuesta del camino de Santiago, que incurre en un flagrante anacronismo. La expresión Via Iacobitana había aparecido por vez primera en el Capítulo V: “in Gasconia, ínter urbem que vulgo dicitur Axa et sanctum lohannem Sordue, vía iacobitana”, Se trata poco más que de una glosa contemporánea, en el contexto del siglo XII, para tratar de situar la iglesia de Santiago entre Aix-en-Gascogne y Saint-Jean de Sorde, en plena ruta peregrina, lo que demuestra un seguimiento muy concienzudo del autor. Pero ahora el matiz es diferente porque es el propio Carlomagno quien toma el camino jacobeo que adquiere así una realidad y un protagonismo épicos impropiosa. Esta confusión del papel narrativo solo ocurrirá y hasta por tres veces en el entorno pamplonés. Sabemos que la Crónica de Turpín se cose a la ruta jacobea en muchos lugares (Saintes, Roncesvalles, Nájera o Sahagún) pero siempre como Camino de Santiago en ciernes o como fundación atribuida al propio Carlomagno de iglesias y monasterios en la futura ruta. Aquí ocurre que Carlomagno incrusta su campaña militar en una ruta jacobea inexplicablemente preconstituida. La expresión via iacobitana aparece en estas tres citas de la campaña de Carlomagno, situadas entre Pamplona y Puente la Reina: I) “cooperuerunt totam terram a flumine Runae usque ad montero qui distat ab urbe tres leugis via iacobitana”. (Capitulum XIb) 7 JULIO DONLO FERNÁNDEZ II) “Via iacobitana dividebat utrumque exercitum” (Capitulum XIIc) III) “venit usque ad pontem Argae, via iacobitana”, (Capitulum XIVd) Resulta extraña esta certificación del camino jacobeo hecha por Carlomagno, inexistente para la tradición épica francesa, de tal forma que la culminación épica será en Córdoba (Capítulo XVIII) y en Zaragoza (Capítulo XXVI). (a) El Capítulo I de la Crónica de Turpín es taxativo al señalar que la tumba de Santiago no había sido descubierta en tiempos de Carlomagno y que se trata de una revelación en sueños del Apóstol: “Yspaniam usque ad Galleciam, qua beati Iacobi corpus tunc temporis latebat incognitum”. (b) Capítulo XI Historia Turpini: “Item Arnaldus de Bellanda prius transmeavit Portus Cisereos et venit Pampiloniam. Statim insecutus est illum Estultus comes cum suo exercitu. Deinde venit Arastagnus rex et Engelerus dux cum suis exercitibus simul. Pastea venit Gandelbodus rex cum suo exercitu. Deinde Otgerius rex et Constantinus cum suis exercitibus venerunt. Novissime vero venit KAROLUS cum aliis omnibus exercitibus, et cooperuerunt totam terram a flumine Runae usque ad montero qui distat ab urbe tres leugis via iacobitana”. (c) Capítulo XII Historia Turpini: “qui cum suis exercitibus uno miliario ab urbe distabat. Et erat tunc exercitus Aigolandi et exercitus Karoli in quodam plano loco et obtimo qui est iuxta urbem, habens in longitudine et latitudine sex miliaria. Via iacobitana dividebat utrumque exercitum”. (d) Capítulo XIV Historia Turpini: “Tunc Karolus, coadunatis sibi exercitibus suis, gavisus de tanto triumpho, venit usque ad pontem Argae, via iacobitana, et ibi hospitatus est”. DON TURPÍN EN PAMPLONA La Crónica de Turpín es supuestamente una reescritura de la epopeya de Carlomagno en España, atribuida al arzobispo Turpín de Reims. Una rememoración histórica para fabular el mito fundacional de los nacientes burgos francos. La conquista total de España por Carlomagno significa la invención de una tradición y un sentido para una épica comunitaria que supere la orfandad y el desarraigo. Pero la euforia ambiental del obispado de Pamplona en el siglo XII hace mella en don Turpín que mimetiza vida y obra, para alumbrar su visión retrospectiva de la leyenda carolingia. Una obra de no ficción puesta en alas de la fantasía que le permite narrar la historia con desenfreno, ejercer su juicio moral y mantenerse distante de la situación creada. La apropiación de la leyenda, porque es más fuerte que la realidad, le dota de ideales y de fe en las ideas y en el futuro. Es por eso que la presencia de don Turpín en Pamplona se manifiesta en la subyugadora personalización de su experiencia, como narrador omnisciente de la gesta carolingia. Don Turpín en Pamplona sucumbe al embrujo de la fabulación y traspone a la farsa argumental su persona, su entorno geográfico y la via iacobitana, inexistente en los tiempos de Carlomagno. Es la magnificación de un espacio vital, geográfico e histórico concreto, que por pintoresco que resulte dota de verosimilitud al relato, que soporta los inevitables giros de guión. Significativamente nos dice en el Capítulo XIIa: 8 DON TURPÍN EN PAMPLONA “Tellurem hispanicam et gasconicam brachio invincibili potentie Dei adquisivi, christianis Iegibus subiugavi, omnesque eius reges meo imperio everti”. Nos interesa destacar la transgresión que supone en la epopeya carolingia esta fusión de las conquistas de España y Gascuña. Pero seguramente no nos está hablando del sometimiento de Gascuña a Carlomagno en el remoto 769, sino de esa unión tangencial que Alfonso el Batallador ha abierto al norte de los Pirineos, sobre todo tras el sitio de Bayona. Y por encima de todo, de su inquina personal contra el duque de Aquitania, Guillermo de Poitiers. Don Turpín, ese monje benedictino normando que seguramente llegó a Pamplona todavía joven, no nos dejó firmado un solo documento. Nosotros meramente rastreamos las huellas de sus pasos en su texto. Bastante evidentes en el despliegue personalísimo de su jeroglífico mental de fantasía, moral, ciencia y cultura. Donde sin duda se sintió cómodo con su obispo y su rey. Su rey es indudablemente Alfonso el Batallador quien confió en tres obispos sucesivos, de origen occitano, gascón y altoaragonés. Este último, don Sancho de Larrosa, quien fuera el anfitrión de don Turpín, estaba emparentado con la antigua casa real pamplonesa y con el propio rey Alfonso. En este contexto resulta natural que la ofensiva almorávide del rey aragonés se convierta en la forja de la gesta carolingia, constituyendo el leitmotiv de los Capítulos IX a XVIII, referidos a Agen, Saintes, Aigolando, Furre y Ferragut, para culminar en Cutanda. Y que en paralelo queden silenciados los ecos primeros del rey Alfonso VI de León en la leyenda de Sahagún tan grata a Cluny, del Capítulo VIII. Concluimos, la presencia nunca confirmada de don Turpín en Pamplona es una hipótesis necesaria para explicar tanto la trama argumental de la Crónica de Turpín como el texto fundacional de La Cofradía de Roncesvallesb, tan coincidentes en la cronología como en su común debate ideológico. Esta carta fundacional se hace al dictado de don Turpín aunque quien la firme sea el obispo. Como dijera don José Goñi Gaztambide, constituye la mayor arenga de su obispado. Todo lo cual nos permite situar en el contexto historiográfico correcto a estos cronistas áulicosc, visionarios de unos hechos legendarios para hacer un relato mítico del presente: una fantasía tan halagadora que moldea y prefigura una identidad política y ciudadana a la que dota de validez universal. Cabe destacar la dosis de fascinación y de arrobo que este mundo idealizado, colmado de ambición heroica, despierta en poblaciones tan precarias como necesitadas de justificación. Julio Donlo Fernández (a) Traducimos: “Con el invencible brazo del poder de Dios conquisté la tierra de España y de Gascuña, las subyugué a las leyes cristianas y sometí todos sus reyes a mi imperio”. (b) Véase nuestro trabajo anterior RONCESVALLES EN LA RUTA DE AYMERIC PICAUD. (c) La presencia de don Turpín en Pamplona y la preponderancia de Pamplona en la Crónica de Turpín explican la posición nuclear de Pamplona en la épica medieval europea. 9 JULIO DONLO FERNÁNDEZ Portada románica de la iglesia de san Andrés de Zariquiegui que sigue el modelo de la fachada antigua de la catedral de Pamplona. Crismón en el tímpano que reproduce los modelos del Camino Aragonés que procede de Toulouse. (Foto de M. J. Garbisu) 10 DON TURPÍN EN PAMPLONA Nave de la iglesia de san Andrés de Zariquiegui con bóveda estrellada del siglo XVI y retablo romanista que preside una Virgen con el Niño románico gótica. (Foto de M. J. Garbisu) 11 JULIO DONLO FERNÁNDEZ En el Alto del Perdón se recuerda la basílica sita al borde del Camino, junto a ella se alzaba un hospital para los peregrinos y viandantes que lo necesitasen, y un poco más apartado existió un mesón que era de la cofradía y de los vecinos. Se creó una cofradía que se titulaba “Cofradía del Santo Hospital y Basílica de Nuestra Señora del Perdón Reina Soberana de los Cielos”. (Foto de M. J. Garbisu) 12 DON TURPÍN EN PAMPLONA BIBLIOGRAFÍA: Anguita Jaén, José María Navarra y el Liber Sancti Jacobi (1998) La Vía Aquitana, el Camino Francés y la fortuna de la Guía del Códice Calixtino (2023) Bédier, Joseph Legendes épiques (1913) La Chanson de Roland (1922) Bravo Lozano, Millán Guía del peregrino medieval (1989) El Liber Peregrinationis de Aymeric Picaud (1991) Donlo Fernández, Julio La corte normanda de Tudela en el siglo XII y la presencia de los autores de la Chanson de Roland y la Crónica de Turpín (2023) Dorronzoro Rodríguez, Pablo El episcopado “batallador” en tiempos de Alfonso I de Aragón y Pamplona (2014) Elizalde Armendáriz, Ignacio s.j. Navarra en las literaturas románicas, tomo I (1977) Fernández Marco, Juan Ignacio s.j. 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