CON DESTINO A CARTAGENA DE INDIAS: MAPA DE RUTA DE UN
RETABLO SEVILLANO PINTADO POR HERNANDO DE ESTURMIO (1550)*
Elena Escuredo
ABSTRACT
El hallazgo de un documento inédito en el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla permite conocer el primer
retablo que se comisionó para la primitiva catedral de Cartagena de Indias, el cual fue encargado por Jorge de Quintanilla
al entallador Bartolomé de Ortega, al pintor Hernando de Esturmio y al dorador Andrés Morín. Quintanilla precisó una
iconografía muy concreta para la tabla principal de Santa Catalina, lo cual pudo estar determinado por sus propias
circunstancias y por el lugar al que iría destinado un retablo que se presenta, a su vez, como otro ejemplo de la circulación
de imágenes tan fértil que se produjo entre Sevilla y el Nuevo Mundo a lo largo del siglo XVI.
PALABRAS CLAVE: Jorge de Quintanilla, Cartagena de Indias, Bartolomé de Ortega, Hernando de Esturmio, Andrés
Morín
To Cartagena de Indias: Route Map for a Sevillian Altarpiece Painted by Hernando de Esturmio (1550)
ABSTRACT
The discovery of an unpublished document in the Archive of Notarial Protocols in Seville reveals the commission of
the first altarpiece painted for the early cathedral of Cartagena de Indias. The patron Jorge de Quintanilla appointed the
carver Bartolomé de Ortega, the painter Hernando de Esturmio and the gilder Andrés Morín to carry out the work.
Quintanilla specified a precise iconography for the most relevant panel depicting Santa Catalina. His preferences may
have been determined by his background and connected with the original location of the altarpiece. This case study is
a meaningful example of the fertile circulation of images between Seville and the New World throughout the 16th
century.
KEYWORDS: Jorge de Quintanilla, Cartagena de Indias, Bartolomé de Ortega, Hernando de Esturmio, Andrés Morín
***
«La espada es fundamento
de todos los escudos»
Francisco Román, maestro del Arte de la Esgrima1
«A mis pies
(¡ó vil Magencio!) publica
que mi valor te ha rendido»
Pedro Rosete Niño2
Este estudio se integra en el Proyecto de Investigación PID2020-112808GB-100 MICINN Circulación de la imagen
en la geografía artística del mundo hispánico en la Edad Moderna (CIRIMA), dirigido por Benito Navarrete Prieto, del
*
programa de la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia y Educación.
1
Tratado perdido. Citado en L. PACHECO DE NARVÁEZ, Nueva ciencia y filosofía de la destreza de las armas, su teoría y
práctica, Madrid, Melchor Suárez, 1672, p. 208. Agradezco a Juan Guilmaín Alonso la ayuda prestada para la redacción
de este artículo.
2
Tomado de la comedia de P. ROSETE NIÑO, La rosa de Alejandría, Santa Catalina, Madrid, Mateo Fernández de
Espinosa Arteaga, 1666, s.p.
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10.6092/issn.2240-7251/18927
ELENA ESCUREDO
En relación con los enfrentamientos que se describen en el Antiguo Testamento, toda “guerra
escatológica”, según palabras de Sánchez Ferlosio‒quien recogía ideas de Weber‒se caracterizaba por
ser Dios, y ningún otro, el garante de la victoria. Los enemigos de esas guerras santas eran considerados
como sin dios, por lo que quienes se enfrentaban a ellos no mostraban ningún rasgo de sentimiento
caballeresco 3 . El ensañamiento era una parte más de la victoria, emanado sin ápices de
arrepentimiento, ni misericordia por el derrotado. Aunque distantes en el tiempo y en el espacio, las
guerras de la Israel veterotestamentaria no debieron de ser en concepto muy diferentes a las de los
conquistadores que arribaron en las inhóspitas tierras americanas. Moisés, Jefté o Jeremías libraron
luchas particulares contra la idolatría, una extirpación también pretendida y ansiada por las
autoridades políticas y eclesiásticas que tomaron parte en la ocupación de unos nuevos territorios,
en donde muchos de los recién llegados se escandalizaban de las prácticas que allí se desarrollaban
como costumbre, pues «los hombres padecían muy cruelísimas muertes, y el demonio nuestro
adversario era muy servido con las mayores idolatrías y homicidios más crueles»4.
Fue el franciscano fray Pedro Simón quien estableció paralelismos con el Antiguo Testamento y
el origen del Nuevo Mundo, distinguiendo tres momentos históricos: el poblamiento anterior al
diluvio, el posterior y el de los españoles; las mismas edades propuestas por Joaquín de Fiore, y que
serían asumidas por fray Pedro de Aguado, quien equiparó el poblamiento y ocupación del mundo
con la descripción del Génesis5. Es más, el propio fray Pedro Simón acudió al argumento de las
costumbres de los indios y de las tribus perdidas de Israel para apoyar la posibilidad de que con base
en la tribu de Isachar se poblaron aquellas tierras de Nueva Granada6 [fig. 1]. Españoles e indios eran
hijos de Dios, aunque estos últimos estaban perdidos y extraviados, según el franciscano, porque el
diablo se había refugiado en aquellos lugares, haciendo necesaria e inmediata la extirpación de
idolatrías7.
La visita del oidor Pérez de Arteaga a la región neogranadina, en 1560, derivó en la organización
de las doctrinas y el dictado de normas para la evangelización. Además, se desarrolló casi en paralelo
al establecimiento de las instituciones españolas en América, con lo que advino la época de la colonia.
Sin embargo, la escasa efectividad de la evangelización inicial, debido al poco interés de los
encomenderos y la falta de doctrineros, intentó ser combatida por los obispos haciendo de las
doctrinas beneficios perpetuos y sustituyendo a los religiosos por clérigos seculares. El fruto de estas
medidas adoptadas no germinaría hasta finales del siglo XVI, cuando el obispo Ladrada dio
informaciones positivas sobre la penetración del cristianismo entre los indígenas8.
3
R. SÁNCHEZ FERLOSIO, God and gun, en IDEM, Babel contra Babel: Asuntos internacionales. Sobre la guerra. Apuntes
de polemología (Ensayos 3), Barcelona, Debate, 2016, libro VIII.
4
Carta de Fray Toribio de Motolinía al emperador Carlos V, en T. DE BENAVENTE MOTOLINÍA, Historia de los indios
de Nueva España, Madrid, Promolibros, 2003, p. 302.
5
Aguado, al igual que Simón y Mendieta, habla de tres épocas en sintonía con las edades joaquinistas. P. DE AGUADO,
Recopilación historial, tomo II, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1956, 98.
6
«Isachar ha de ser asno fuerte, que ha de estar echado entre términos. Vio la holganza que sería buena, y la tierra
bonísima. Puso su hombro para levar carga, y sirvió para pagar tributos […] que Isachar y su descendencia han de ser
como asnos, que parece se fundó en esto el primer obispo de Santa Marta, donde el padre Fray Tomás Ortiz cuando
refiriendo las condiciones de estos indios los llamó con este nombre que parece fue bien a propósito, por lo que
experimentamos de ellos […]. Por todas las cuales cosas parece se cumple la profecía de que estos indios son de las
propiedades de este animal y se les puede llamar fuertes, no porque ellos lo sean de ordinario en fuerza, aunque algunos
hay que lo son, como dirá la historia, sino por la fortaleza que han tenido, tienen y ponen en conservar sus idolatrías, de
manera que no se las pueden desarraigar del corazón, voluntad y obras». DE AGUADO, Recopilación historial, cit., pp.
154-157.
7
Idea también sostenida por J. RODRÍGEZ DE FREYLE, El carnero, Bogotá, Panamericana, 1994.
8
M. SERRANO GARCÍA, El obispado de Cartagena de Indias en el siglo XVIII (Iglesia y poder en la Cartagena colonial),
Tesis doctoral inédita defendida en la Universidad de Sevilla, 2015, p. 49.
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CON DESTINO A CARTAGENA DE INDIAS
Cartagena de Indias, fundada por Pedro de Hereda en 1533, no era un bastión importante, ni
siquiera estable, según se deduce de la carta que envió fray Tomás de Toro al rey dos años más tarde:
[…] el gobernador ni él saben aún si se hará en el Sinú o en Urabá, porque aquí en este pueblo de Calamar,
donde al presente están, en el puerto de Cartagena, no hay disposición para pueblo grande, y muy menos para
iglesia catedral9.
En los años intermedios de la centuria, la catedral, ofrecida bajo la advocación de santa Catalina,
no debía ser muy diferente a otras parroquias rurales o urbanas. Los obispos fray Francisco de
Benavides (1543-1551) o su sucesor, fray Gregorio de Beteta (1552-1556) 10 apenas debieron
encontrar un templo hecho con madera, cañas y paja, cuyo limitado ajuar litúrgico debió verse
mancillado por el ataque del corsario español Alonso Begines y de las huestes francesas que había
reunido para un asalto tintado de venganza11. La situación de la iglesia-catedral era lastimosa, o cuando
menos impropia de su género, a ojos del encomendero, y posteriormente regidor de la ciudad, Jorge
de Quintanilla. Desde el Viejo Mundo pensó un retablo para aquella catedral; y desde Sevilla se
enviaría una obra que hiciera de ella un lugar algo más digno.
El hecho de que Sevilla se erigiera como monopolista del comercio americano a principios del
quinientos, concede a los documentos notariales locales el privilegio de albergar informaciones que
trascienden el espacio, pues los asuntos americanos no sólo quedaron custodiados en lo que a la postre
sería el Archivo de Indias. Ante los distintos escribanos públicos de la ciudad se cerraban acuerdos
para fletar mercancías, compañías para comerciar o recibos testamentarios de algún familiar que
falleció allende los mares. También las artes tuvieron su protagonismo. Por ello, saber cómo fue y
quien ejecutó el retablo que presidió la capilla mayor de la catedral de Cartagena de Indias en el siglo
XVI es posible gracias al hallazgo unos documentos inéditos que se erigen como el paradigma
contractual para este tipo de empeños, pues se trata de un doble contrato, que permite recomponer
el encargo en todas sus disciplinas: entalladura, pintura y doradura.
El 19 de abril de 1550, el entallador Bartolomé de Ortega concertaba con Jorge de Quintanilla la
realización de la talla de un retablo. Puso como fiadores a Hernando de Esturmio, pintor de
imaginería, y Andrés Morín, dorador, artistas con los que el mismo comitente concertaría las labores
de pintura, policromía y dorado12 [fig. 2]. La firma de este contrato permite documentar la presencia
de Quintanilla en la ciudad, a donde debió llegar por algún motivo puntual y por un breve periodo
de tiempo. Tenía su residencia en la collación de San Miguel. Ortega, por su parte, pertenecía a una
de las familias de entalladores más afamadas de la ciudad. Había quedado al frente del taller a la muerte
de su padre, Francisco de Ortega y compartía espacio de trabajo y encargos con sus hermanos Nufro,
Francisco y Bernardino, quienes fueron requeridos para un gran número de encargos retablísticos
por parte del cabildo catedralicio o de particulares pudientes13. Hernando de Esturmio era entonces
9
Carta recogida en G. MARTÍNEZ REYES, Cartas de los obispos de Cartagena de Indias durante el periodo hispánico
1534-1820, Medellín, Editorial Zuluaga, 1986, p. 39.
10
Se hizo petición para que Beteta ocupara el cargo de Benavides el 13 de junio de 1551. J. FRIEDE, Fuentes
documentales, Bogotá, Banco Popular, 1975, pp. 127-128.
11
Continuación del Almacén de frutos literarios, ó Semanario de obras inéditas, vol. VIII, Madrid, Imprenta Repullés,
1819, capítulo XII, pp. 206-208.
ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE SEVILLA, Sección de Protocolos Notariales, Oficio 12, legajo 7360, sin
foliar [los documentos son sucesivos]
13
Entorno a Francisco se había gestado un verdadero taller familiar, que aún espera un estudio en profundidad, y que
fue conocido como la «Casa de los Ortega». J. PALOMERO PÁRAMO, El retablo sevillano del Renacimiento: análisis y
12
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ELENA ESCUREDO
un reconocido pintor, llegado desde Holanda, en 1536 en busca de las posibilidades laborales que
una ciudad al alza ofrecía [fig. 3]14. De Andrés Morín no se ha conservado ninguna obra, pero aparece
asiduamente en la documentación notarial, vinculado a encargos de dorado y policromía de piezas
lignarias15.
Quintanilla fue un personaje que participó en la conquista de Nueva Granada y el poblamiento
de la provincia de Santa Marta. El primer documento conservado es, precisamente, una probanza
hecha en Santa Marta en 1530, en la que declara tener 21 o 22 años16. En 1534 se le concedió la
licencia para trasladarse a Cartagena e integrarse en la hueste conquistadora de Pedro de Heredia17.
El 14 de enero de 1549 aún se encontraba en Cartagena, según se deduce del documento por el cual
ordenaba que se revocase una ley relacionada con una vacancia de los indios 18 . Entonces era
propietario de la encomienda de Tacita y de Paluapo, y desde 1547 también poseía la de Cirnaco y
la de Bahaire, año en el que aparece ostentando el cargo de regidor de Cartagena, un título con el
que lo presentan los documentos notariales sevillanos19. Tras su paso por Sevilla, ya en 1553, es
teniente de la ciudad indiana, durante la gobernación, a título de interinidad, del doctor Juan
Maldonado, fiscal de la audiencia de Santa Fe.
Aunque ambos sufrirían un juicio de residencia en 1556, ello no cercenó la carrera política de
Quintanilla en la década de los cincuenta, aunque si debió granjearle una imagen conflictiva. Decidió
volver a España en 1564, junto con Alonso López de Ayala, para gestionar la capitulación del
descubrimiento del paso marítimo entre el Mar del Norte y Mar del Sur; con carácter altamente
secretista, no se ofreció detalle alguno sobre la ubicación del pretendido paso, pero indicaba que se
hacía necesario recorrer el trayecto de Cartagena a Nombre de Dios, por lo que indirectamente se
deduce que el viaje podría emprenderse directamente desde la propia Cartagena, a donde regresaría
una vez firmada la capitulación, el 29 de julio de 156520. Poco después sería nombrado gobernador
de Río de San Juan21. Así, su retablo quedaría en la ciudad como uno de sus legados, quizá el mejor
evolución (1560-1629), Sevilla, Diputación Provincial, 1983, p. 122; E. ESCUREDO, Vestir iglesias en el siglo XVI:
prósperas relaciones artísticas entre Sevilla y su área de influencia gaditana, en P.J. POMAR RODIL, J.R. BARROS CANEDA
(dir.), Cádiz y su entorno artístico. Reflexiones en torno a la Edad Moderna, Cádiz, Editorial Sílex, 2021, pp. 23-25.
14
Sobre el pintor, la principal referencia bibliográfica es J.M. SERRERA CONTRERAS, Hernando de Esturmio (Arte
hispalense), Sevilla, Diputación de Sevilla, 1983.Véase también: E. LAMAS-DELGADO, The Duke of Medina Sidonia and
Netherlandish Art: On the Artistic Patronage of a Sixteenth-century Iberian Court, in D. VAN HEESCH, R. JANSSEN, J.
VAN DER STOCK (dir.), Netherlandish Art and Luxury Goods in Renaissance Spain: On the Artistic Patronage of a
Sixteenth-Century Iberian Court, London; Turnhout, Harvey Miller Publishers, 2018, pp. 201-218; N. DACOS, Séville
1537: Hernando de Esturmio et Pedro de Campaña, in B.J. GARCÍA GARCÍA, F. GRILO (dir.), Ao modo da Flandres:
disponibilidade, inovação e mercado de arte na época dos descobrimentos (1415-1580), Actas del congreso (Lisboa, 1113 abril 2005), Madrid, Villaverde, 2005, pp. 210-220, 309; EADEM, Ferdinand Storm, da Ysenbrandt a Campaña. A
proposito di un libro recente, «Prospettiva», 33/36, (1983), pp. 175-180.
15
La documentación lo presenta como «pintor de imaginería», aunque ninguno de los contratos lo vincula con obras
afines a un artista con esa maestría.
16
J. FRIEDE, Primeras actividades descubridoras en relación con el canal de Panamá. Siglo XVI, «Boletín Cultural y
Bibliográfico», 3, 10 (1960), pp. 635-644 (640).
17
No obstante, junto a Alonso López de Ayala y Alonso de Montalbán, su suegro, se opuso al partido herediano.
Terminaría siendo acusado por emplear a los indios de su repartimiento en la construcción y trabajos de un ingenio de
azúcar, para cuya construcción había sido favorecido con una merced de 30.000 pesos de oro. El mismo favor incluyó
una venta en la que poder albergar a los caminantes de un sitio llamado El Platanal, situado a unos ocho kilómetros de
Cartagena. J. CONDE CALDERÓN, Espacio, sociedad y conflictos en la provincia de Cartagena. 1740-1815, Cartagena de
Indias, Universidad del Atlántico, 1999, p. 24.
18
Mª D.C. GÓMEZ PÉREZ, Pedro de Heredia y Cartagena de Indias, Madrid, CSIC, 2016, pp. 251.
19
GÓMEZ PÉREZ, Pedro de Heredia, cit., pp. 99, 400-402.
20
FRIEDE, Primeras actividades descubridoras, cit., p. 641.
21
Mª D.C. BORREGO PLÁ, Cartagena de Indias en el siglo XVI, Madrid, CSIC, 1986 (1ª ed.: Sevilla, Escuela De Estudios
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CON DESTINO A CARTAGENA DE INDIAS
avenido por lo controvertido de sus actuaciones a nivel político y administrativo, aunque por no
conservarse la pieza ni existir informaciones que refieran a él instalado en la catedral, es imposible
determinar su fortuna y sino.
Si Sevilla había hecho de su río un recurso imprescindible para su desarrollo económico y social,
también Cartagena empleó su emplazamiento costero y su potencial portuario para progresar y
terminar convirtiendo el pequeño embrión fundacional en una ciudad capaz y próspera, aunque su
esplendor no llegaría hasta el siglo XVIII22. Hasta su bahía de las Ánimas debió llegar retablo de
Quintanilla, encargado para «la iglesia de Santa Catalina»‒según reza el documento‒el cual se terminó
de sufragar con bienes de difuntos de la Casa de la Contratación. El 15 de septiembre de 1550
Hernando de Esturmio recibía el pago de 6.250 reales, por lo que la obra debió ser terminada antes
del tiempo que tenían estipulado para ello y su precio, mucho mayor al acordado23.
El acuerdo con los tres artistas se firmó a mediados de abril de 1550. Bartolomé de Ortega
dispondría de tres meses y medio para dar acabada la estructura que albergaría las tablas pintadas por
Hernando de Esturmio y que sería dorada y policromada por Andrés Morín. A estos últimos, se les
daba un tiempo de ocho meses para terminar su trabajo. En total, el retablo costaría 45.000
maravedíes, a repartir de la siguiente manera: 15.000 para el entallador, 18.750 para el pintor y 11.250
para el dorador.
Que el retablo estaba terminado es un hecho que queda probado por el citado pago; que llegara
a su destino, es algo más difícil de determinar. De haberse respetado las condiciones contractuales, la
estructura debía tener una altura de 18 palmos (4.11 metros) por 12 (2.74 metros) palmos de ancho.
Estaría integrado por un banco de 7 palmos (1.6 metros) y con una cornisa, para la que no se
especifican más detalles. La madera empleada para la talla sería castaño seco y borne. Quedaría
dividido en tres calles; la central ocupada con una única tabla, una santa Catalina, flanqueada en dos
alturas por san Sebastián (izquierda) y san Cristóbal (derecha), y sobre ellas, la Resurrección de Cristo
(izquierda) y una Anunciación (derecha). Dos redondos con san Pedro y san Pablo cerrarían las calles
laterales en su parte superior. Se remataría en medio punto y quedaría coronado por una cruz‒que
no un crucificado, como cabría esperar [fig. 4].
Como se ha señalado, en el momento en que Quintanilla encargó la obra, la ciudad caribeña aun
no contaba con una catedral de entidad arquitectónica destacada. El escaso presupuesto de que
disponía la gobernación pudo ser uno de los factores que condicionaron la inexistencia de un edificio
de mayores dimensiones; causa también del limitado alcance que tuvo en Cartagena el proceso de
occidentalización cultural, a la que se uniría la fuerte resistencia indígena y el escaso número de
religiosos adscrito al obispado24. Ante las súplicas constantes al rey tanto de fray Tomás de Toro como
del licenciado Vadillo, éste consiguió provisiones de madera labrada para el coro y la capilla, que
llegarían desde Santo Domingo, lugar de donde arribó el carpintero encargado de dar la traza de esa
Hispano-Americanos De Sevilla, 1983), p. 396.
22
Se han resaltado las similitudes existentes entre Sevilla y Cartagena de Indias, en Mª D.C. BORREGO PLÁ, El cabildo
de Cartagena de Indias en el quinientos: una adecuación al caso sevillano, en B. TORRES RAMÍREZ (ed.), Andalucía y
América. Los cabildos andaluces y americanos. Su historia y su organización actual, Actas de las X Jornadas de Andalucía
y América (Palos de la Frontera, Universidad de Santa María de la Rábida, 1991), Huelva, Diputación de Huelva, 1992,
pp. 301-334.
23
F. DE LA VILLA NOGALES, E. MIRA CABALLOS, Documentos inéditos para la Historia del Arte en la provincia de Sevilla.
Siglos XVI al XVIII, Sevilla, Gandolfo, 1993, p. 157. Dicha cantidad en reales equivale a 212.500 maravedíes, una suma
muy por encima de la firmada ante notario (45.000). Desconozco si el precio del retablo aumentó sustancialmente
durante el proceso de ejecución, si hay alguna errata en el registro o si la trascripción ofrecida por De la Villa Nogales y
Mira Caballos puede contener alguna imprecisión‒algo menos probable.
24
A.L. ARRIETA BARBOSA, Educación y evangelización en la provincia de Cartagena durante el siglo XVI, «Praxis
Pedagógica», 12, 13 (2021), pp. 124-142 (131).
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ELENA ESCUREDO
iglesia, que se entendió como provisional a la espera de los materiales que permitirían erigir el
definitivo, cuando se decidiese si la ciudad se trasladaba o no a otro asiento de mejores condiciones.
Desde La Española llegaron también la cal, los ladrillos, los azulejos, rejas de madera para la capilla
mayor y el coro y un maestro para hacer el Sagrario. En 1537 la obra estaba concluida; en el altar
mayor se dispuso el Santísimo Sacramento, en una caja de plata, y resguardado por un dosel y un
guardapolvo de damasco carmesí. Asimismo, en una carta fechada en octubre del citado año se
especifica que «el altar mayor está muy bien adornado con un retablo pequeño de pincel con la
imagen de nuestra señora y otros santos y encima un dosel; a los dos lados ay dos altares, adornados
lo mejor que acá hemos podido; para la iglesia de paja está muy bien aderezada, y alegre»25.
Este testimonio deja entrever que ya existían algunas imágenes en el templo, a las que habría que
añadir, si es que llegó a su destino, un crucificado del entallador Pedro de Heredia, por el que cobró
3.000 maravedíes26. El retablo de Quintanilla sería, por tanto, la segunda pieza sevillana que embarcaba
con destino a la catedral, aún modesta, pero cuyo paulatino enjaezamiento revelaba necesidades
litúrgicas y estéticas. A pesar de las pésimas condiciones económicas y de la escasez de medios, debió
de ser un anhelo constante el poder llevar a cabo una empresa de mayor entidad. Quizá fue esa
determinación la que llevó a Quintanilla a encargar un retablo de tales dimensiones; imaginar el
efecto de una policromía brillante y un dorado aun no apagado por los envites del tiempo en una
iglesia tan humilde sería sorprendente o, cuanto menos, sugestivo. Le interesó ofrecer una pieza que
tuviera a la santa titular como protagonista, de ahí que la cláusula iconográfica fuera precisa. El
contrato dispone:
Otrosi que en el tablero de santa Catalina sea la dicha santa, fecha la mas abultosa que se pueda conforme al
tablero con sus lejos e cielos y a los pies una cabeza de un rey y la santa con una espada [roto] q tenga la punta
en el ojo o boca y con un pedazo de rueda con las navajas y una palma en la mano con un libro.
Se exigía una imagen de la santa que pudo ser la primera de cuantas se recogen en el catálogo de
Esturmio27. El pintor holandés dejó, al menos, dos ejemplos más: su santa Catalina de la localidad
sevillana de El Pedroso, recuperada en tiempo reciente, y la que se encuentra en la iglesia de Santa
Ana de Triana [figs 5 y 6]. Por sus características formales, la primera se ha datado entre 1550 y 155628,
mientras que la segunda fue encargada el 17 de junio de 155329. Ésta se ajusta perfectamente a la
condición notarial arriba citada, por lo que, desaparecido el retablo cartagenero, puede ofrecer una
idea de lo que fue la tabla encargada por Quintanilla, cuyas medidas, además, debían de ser bastante
25
E. MARCO DORTA, Cartagena de Indias. Puerto y plaza fuerte, Cartagena, Alfonso Amadó Editor, 1960, pp. 28-29.
E. RODRÍGUEZ DEMORIZI, España y los comienzos de la pintura y la escultura en América, Madrid, Graficas Reunidas,
1966, p. 31.
27
Su catálogo se ha visto recientemente enriquecido, y el interés por su obra no ha desaparecido, de ahí que siga
suscitando publicaciones como J.A. GÓMEZ SÁNCHEZ, Hernando de Esturmio, Un pintor neerlandés en la Sevilla del
Renacimiento, en B. NAVARRETE PRIETO, G. FERRERAS ROMERO, R. MAGDALENO GRANJA (dir.), El San Roque en el
convento de Santa Clara: una obra maestra de Esturmio restaurada, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, Instituto de la
Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS), 2015, pp. 15-67; F. CRUZ ISIDORO, Sobre una Anunciación de Hernando de
Esturmio que se creía perdida, «Trocadero. Revista del departamento de historia moderna, contemporánea, de América
y del arte», 31 (2019), pp. 49-63.
28
F.J. SÁNCHEZ CONCHA, Una nueva pintura de Hernando de Esturmio: la Santa Catalina de El Pedroso (Sevilla), en
J.M. CALLE GONZÁLEZ (ed.), Monografías de arte: 2001-2002, Sevilla, Universidad de Sevilla, Secretariado de Recursos
Audiovisuales y Nuevas Tecnologías, 2002, pp. 1-8.
29
J. HERNÁNDEZ DÍAZ, Arte y artistas del Renacimiento en Sevilla, «Documentos para la Historia del Arte en
Andalucía», vol.VI, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1933, pp. 48-49.
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CON DESTINO A CARTAGENA DE INDIAS
parecidas30. La santa aparece ocupando toda la altura del cuadro, de plástica rotunda, casi escultórica,
con unos lejos y unos cielos que dividen a medias la lejanía del fondo. Se presenta mayestática, vestida
con elegantes telas y engalanada de forma preciosista. El pintor puso especial cuidado en los detalles
de la corona y el cinturón, obra de orfebrería, bajo el pecho, y presentó a una santa triunfante, de
rostro sereno e, incluso complaciente, con una esbozada sonrisa que resta fuerza al detalle dramático
de la espada clavada en el ojo del vencido por la fe.
Resulta curioso que el comitente incidiera en este pormenor al dictar las condiciones
iconográficas. Colocar al emperador Majencio‒o Maximiano; las distintas fuentes vacilan en la
identificación del emperador, y la Leyenda Dorada tampoco lo aclara‒a los pies de la santa no era
ninguna novedad; ya a finales del siglo XIV aparece en representaciones de Europa septentrional,
especialmente en la plástica escultórica. El propio Ribadeneira recogió: «Suélenla comúnmente pintar
con una espada en la mano, y debajo de sus pies la cabeça de un emperador; para denotar que por la
espada alcançó la corona del martirio y vitoria del tirano que la martirizo»31. La espada se volvió un
elemento consustancial a su imagen. Podía rozar o no la cabeza del verdugo, pero pocas veces se
aprecia una impiedad como la solicitada por el comitente.
Como tantas otras mártires, lugar común en la literatura martirial femenina, se negó a participar
en un gran sacrificio ante los ídolos, lo que provocó la cólera de aquel, con quien sostuvo un
prolongado debate filosófico para probarle la existencia de Dios. Sin conseguir convencerla y tras
diversas torturas, entre la que se cuenta la famosa rueda dentada‒atributo por antonomasia de la
santa‒fue la decapitación la que terminó con su vida, y de sus heridas manó leche, igual que se contó
de san Pablo: «ansi el alfanje al cuello se endereça, que cercen le corto, furioso y listo: lo salto sin el
cuerpo la cabeça, pronuncianco la lengua Christo, Christo, Blanca leche corrió de cada pieça, por
sangre, que aquen raro fue bien visto; y la cabeza, que saltando andava, su dulce Christo aquí y allí
nombraba»32. El cuerpo fue arrojado al agua y unos ángeles condujeron su cuerpo hasta el monte
Sinaí, donde recibió sepultura; lugar en el que más tarde, según la tradición, se descubrirían sus
reliquias, hoy veneradas en Rouen las principales‒el cráneo y una mano. Fueron allí depositadas
después de que el monje Simeón, en el siglo XI, las trasladara cuando acudió para recibir la limosna
anual del duque de Normandía33.
Quintanilla quería una virgo triumphans para su retablo; una imagen que resultaba de la
instrumentación del relato legendario en favor de la visión más triunfalista de la santa. La inclusión
de la figura del emperador bajo sus pies era una clara alusión su victoria sobre el paganismo. Y era,
asimismo, el enésimo préstamo figurativo del arte clásico: la iconografía de la submissio fue adaptada
y resignificada. No faltaron ejemplos pictóricos y escultóricos entre los siglos XIV y XVII. Sin
embargo, el detalle en que incidió Quintanilla es bastante excepcional. Los diversos textos
hagiográficos anteriores‒tampoco los posteriores‒al encargo no inciden en un pormenor que apenas
ha recibido atención por parte de los especialistas34.
30
La tabla trianera mide 2,05 x 1,05 metros. A tenor de los 4,11 metros que mediría en total el retablo de Quintanilla,
es posible pensar que la santa Catalina que ocupaba la calle central en su totalidad pudiera tener un tamaño parecido, o
ser levemente menor.
31
P. DE RIBADENEIRA, Flos sanctorum, o libro de las vidas de los santos. Primera parte, Madrid, Impresor Luis Sanchez,
1610, p. 887.
32
F. PONCE, Milagros y admirables cosas y peregrinas de la excelsa Sancta Catharina […], Valencia, Herederos de Juan
Navarro impresor, 1585, p. 157v. Resulta de la traducción de M. FILIPPI, Vita di Santa Caterina vergine e martire […],
Venezia, Appresso i Guerra, 1571.
33
I. GONZÁLEZ HERNANDO, Santa Catalina de Alejandría, «Revista Digital de Iconografía Medieval», IV, 7 (2012), p.
40.
34
Son escasas las obras en las que la punta de su espada roza la boca o el ojo del emperador: en la zona de Valencia se
encuentra en dos retablos, el de la Virgen de la Esperanza, de la iglesia arciprestal de la Asunción de Prego (Alicante),
INTRECCI d’arte – 12, 2023
29
ELENA ESCUREDO
La espada se convirtió en símbolo de justicia. Lo era también de la fuerza, del castigo y del genio
de los conquistadores35. No es de extrañar, por tanto, la imagen que empleó Luis Pacheco de Narváez,
en 1635, para el frontispicio de su Engaño y desengaño de los Errores q[ue] han q[ue]rido introducir
en la destreza de las armas, en que la Verdad aparece venciendo al Mal a espada. Las atribuciones y
virtudes asociadas a ella debieron ser bien conocidas por Quintanilla, comitente de una imagen a la
que quizá subyacen implicaciones políticas.
El encargo fue realizado en Sevilla en 1550. Un año antes, y como puso de manifiesto Borrego
Plá, en Cartagena había dirimido un pleito a colación de un agravio perpetrado por el gobernador
Pedro de Heredia [fig. 7]. Éste había desposeído a Quintanilla de las encomiendas de Paluapo y Tazita,
y a Bartolomé de Porras de la mitad del pueblo de Granada, las cuales vacaron tras la muerte de Juan
Ortiz de Espinosa y les fueron asignadas por el teniente de gobernador Alonso Pérez de Ayala, tras
haber mostrado títulos y depósitos que los acreditaban para ello. Heredia había dado las encomiendas
a Sebastián Pérez y a Diego Leon Castillo, a los que el pleito cita como sus parientes, amigos y
paniaguados.
El pelito se saldó con la restitución de las encomiendas en Quintanilla y Porras, y con la condena
de Heredia a pagar 8.300 maravedíes por los costos y desagravios ocasionados36. Era 6 de mayo de
1550 cuando se despachó la real provisión de emplazamiento y compulsoria contra Heredia37. El 3
de noviembre de dicho año se firmó la ejecutoria 38 . En la espada se condensaban los valores
simbólicos de la Cruz y la Justicia, ambos especialmente ligados, por las razones esgrimidas, a la
situación de Cartagena y los avatares vitales de Quintanilla.
Durante el siglo XVI la sociedad civil adoptó elementos propios de la nobleza y el oficio militar
y fueron muchos los que portaron espada, algo que, además, incidió en la generación de conflictos y
la violencia39. Se convirtió en un hábito y en un elemento más de la indumentaria. Es posible
imaginar a Quintanilla con una en su haber, más práctica y manejable que la que Esturmio pudo
haber pintado en manos de la santa. El pintor se basó en la voluntad del comitente para trazar la
imagen de una santa cuyo rostro, que debía de ser juvenil e idealizado‒si se tiene en cuenta el ejemplar
que ha sobrevivido en la iglesia trianera de Santa Ana‒no denotaba la fiereza que cabría esperar de
alguien que ensarta su espada en el enemigo, con saña e impiedad, igual que los vencedores de las
guerras de religión al principio mencionadas.
El retablo no partió del puerto de Sevilla hasta el año 1552, momento en que se registra entre las
mercancías de una nao llamada San Bartolomé y que tenía como destino Cartagena40. No obstante,
fechado en la primera mitad del siglo XV, y el Retablo de las Almas y Misas de San Gregorio, en Segorbe, atribuido este
último al Maestro de Perea. Más interesante resulta una Santa Catalina, inserta en un retablo atribuido al Maestro de
Paredes de Nava, expuesto en el Museo de Santa Cruz de Toledo y datado en los primeros años del siglo XVI. En Sevilla
hay ejemplos posteriores, como la santa Catalina de Pacheco o la de Valdés Leal, así como un interesante un anónimo,
posiblemente de finales del XVII y que cuelga en la parroquia de la Asunción, de la localidad sevillana de Cantillana, en
la
que
la
espada
hinca
directamente
en
la
lengua
del
vencido
(Imagen
vista
en:
http://exorbe.blogspot.com/2011/11/una-santa-catalina-de-alejandria.html [Consultado: 13/12/2021])
35
E. DE LEGUINA, La espada: apuntes para su historia en España, Sevilla, Imprenta E. Rasco, 1885.
36
Sevilla, ARCHIVO GENERAL DE INDIAS (AGI), Patronato, 280, N.2, R.17.
37
AGI, Patronato, 250, N.2, R.154.
38
AGI, Santa Fe, 987, L.3, F.35.
39
J.J. IGLESIAS RODRÍGUEZ, Violencia y conflicto en la Andalucía atlántica moderna, «Les Cahiers de Framespa», 12
(2013), s.p.
40
Se cita: «Seis tableros de pincel que son: la Resurrección de Nuestra Señora, y el ángel y santa Catalina y san Sebastián
y san Cristóbal; y diez arquetes de la tabla y cuatro remates, y dos medios redondos de dos rostros de san Pedro y san
Pablo, y ocho pilares entallados en una cruz por remate; y un banco para el retablo y una cornisa corre por medio del
retablo». El documento fue dado a conocer por: L.L.VARGAS MURCIA, Del pincel al papel: fuentes para el estudio de la
pintura en el Nuevo Reino de Granada (1552-1813), Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2012,
INTRECCI d’arte – 12, 2023
30
CON DESTINO A CARTAGENA DE INDIAS
se desconoce si llegó a su destino y se instaló en el lugar para el que fue pensado, pues ninguna fuente
informa de ello. Sí se conoce que un año antes, en 1551, el deán y cabildo (en sede vacante)
informaron de que la iglesia catedral estaba comenzada a hacer, pero seguía inacabada, de ahí que
pidieran ayuda para poder concluirla, pues si ellos no informaban, al no tener mayordomo de fábrica,
nunca se podría llevar a efecto. Para recaudar fondos, pidieron implicación de tres pagadores: la Real
hacienda, los indios del obispado y los vecinos y moradores encomenderos41.
El 13 de octubre de 1551, la situación no era mucho mejor; el deán informaba al emperador de
que la catedral era de «paja y caña y palma y caña y madera, y no es durable». Era su voluntad hacerla
de teja y así poder evitar los gastos que suponía «remedarla» continuamente. Las mejoras se producían
de manera lenta, y la escasez de medios se palpa en las palabras con que el deán suplica y expone la
necesidad que tienen de aceite, cera, vino y harina para las hostias. Las únicas rentas que llegaban a la
catedral, a pesar de lo pretendido, eran las de la “Real caja” y los pagos por sepulturas, escasos e
insuficientes42.
No sólo la fábrica era pobre. Los libros, las imágenes y el ajuar litúrgico también debían velar por
su ausencia43. La situación era crítica en 1551, según se deduce del testimonio de fray Pedro de
Miranda, quien informa de que no existían imágenes, ni tablas ni quien los haga, para adornar los
altares y los monasterios que hay en Nueva Granada. Ello entronca con la petición a seis religiosos,
que viajaban en dicho año, que porten en sus petates, libros, vestuarios y ornamentos44. Por desgracia,
la primitiva iglesia de Santa Catalina, ya convertida en modesta catedral, quedó reducida a cenizas en
el incendio acaecido en 1552. No obstante, apenas un año después ya se estaba construyendo un
nuevo edificio, que tendría la cabecera plana y capillas perimetrales según se deduce de un dibujo
que dio a conocer Marco Dorta. En ella recibieron sepultura los primeros conquistadores, el primer
obispo y el famoso capitán Sebastián de Belalcázar.
Sin embargo, corría el año 1554 y aún no estaba concluida, ni trazada según un proyecto sólido.
¿Estaría por entonces allí el retablo sevillano? De ser así lo hubiera visto el juez de residencia, que
visitó el edificio cuando todavía se encontraba “enmaderada”, estaba “enlatada” y presente la voluntad
de tejarla. Pero nada dijo del retablo. En la carta enviada por el deán de Cartagena se describe la
estructura, e incluso se incluía una suerte de traza que no se ha conservado: tendría de largo 183 pies
y de ancho, 52, de alto, 30. Restaba por hacer mucho más de lo que ya estaba construido, por lo que
pide ayuda al rey. Carecía entonces de “coro en la capilla mayor y asientos y el coro de las dignidades
y canónigos y asientos para ellos y puertas”45. No obstante, tampoco este nuevo edificio‒de 180 pies
de largo por 50 de ancho y con cabecera plana‒gozó de fortuna; y habría que esperar hasta 1575, y
a la llegada del gobernador Pedro Fernández Busto, para que se propusiera la erección de una catedral
totalmente nueva, ya en piedra; un edificio que en sus prolegómenos hubo de ser reformado hasta
pp. 77-78.
41
Cedula del gobernador de la provincia de Cartagena a petición del deán de la iglesia catedral, 23 enero 1551. FRIEDE,
Fuentes documentales, cit., p. 80.
42
La carta es ilustrativa por cuanto el deán lamenta que, desde el robo de los franceses, “no ha podido alzar cabeza”. A
la situación de la catedral se une el infortunio de que las maderas de su casa están tan podridas que no puede dormir sino
en la cocina. Carece de medios para poder subsanar su cruda realidad cotidiana, de ahí que suplique al rey que mande a
los indios que se la rehagan. FRIEDE, Fuentes documentales, cit., pp. 174-175.
43
Tanto en la catedral como en los monasterios de la zona. En noviembre de 1551 se enviaron a Nueva Granada libros
y ornamentos, y se registra la llegada de cuatro custodias de plata. FRIEDE, Fuentes documentales, cit., docs. 60 y 65.
44
De las cargas transportadas, se da permiso para que se compren al dominico Pedro de Miranda, vicario general de la
orden, “cuatro imágenes”, `por valor de 20 ducados que se pagarían con bienes de difuntos. FRIEDE, Fuentes
documentales, cit., pp. 181-182
45
En la misma carta se informa de la pobreza en que se encuentran las iglesias de Mompox, Tolú y María [26 de julio
de 1554]. FRIEDE, Fuentes documentales, cit., vol. II, doc. 192.
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31
ELENA ESCUREDO
en dos ocasiones, por motivo del asalto de Drake en 1586 y, en 1600, debido al derrumbamiento de
parte de la techumbre46.
Sin tener más indicios que permitan conocer que pasó con aquel retablo, lo cierto es que el
hallazgo de estos documentos, unidos a otros ya conocidos, ofrecen otro ejemplo claro de la
importancia que tuvo Sevilla como proveedora de obras e imágenes necesarias, no sólo para respaldar
el proceso de evangelización, sino también para engalanar las nuevas iglesias que se levantaron a lo
largo y ancho de los virreinatos. Quintanilla confió su retablo a un pintor extranjero, Hernando de
Esturmio, que llegó seguramente alentado por posibilidades de trabajo en una urbe que creció
exponencialmente una vez regentó el monopolio del comercio americano (1503), razón por la que
también pudieron recalar en ella pintores como Alejo Fernández o Pedro de Campaña. Los modos
de Flandes que habían triunfado en Sevilla gracias a su presencia se filtraron a los territorios recién
conquistados gracias a estos envíos. Desde el puerto sevillano se fletaron navíos, donde las esculturas,
pinturas, retablos y estampas se mezclaban con mercaderías de toda índole. De esta forma los talleres
locales se convirtieron en participantes fundamentales de ese fértil y caudaloso tráfico de imágenes,
iconografías y devociones que recorrió Europa con destino a América, y que pronto encontró su
tornaviaje particular.
Apéndice documental
Sevilla, ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE SEVILLA, Sección de Protocolos Notariales,
Legajo 7360, libro 1, sin foliar
Sepan quantos esta carta vieren como yo Bartolome de Ortega, entallador, vecino en la collacion
de santa Maria, otorgo e conozco que soy convenido e concertado con vos Jorge de Quintanila ,
vecino de esta cibdad en la collacion de san Miguel de manera que yo sea obligada e me obligo de
vos facer un retablo de madera labrado de talla para la iglesia de santa catalina de la ciudad de
Cartagena que es en Indias del mar oçeano el cual retablo he de hacer conforme a las condiciones
con que fueron concertadas que son las siguientes.
Aquí las condiciones
Yten las dichas condiciones e según dicho es otrogo e prometo e me obligo de facer el dicho
retablo de la altura y tamaño y todo lo demás en las dichas condiciones con todo el qual dicho retablo
he de dar fecho e acabado de todo lo que en el soy obligado a facer conforme a las dichas condiciones
en fin del mes de julio primero de este año en que estamos de la fecha de esta carta por razón de lo
cual me habéis de dar e pagar quince mil maravedies en esta manera, los çinco mil maravedies y en
este dia de la fecha de esta carta, otros çinco mil maravedies en el dia que estuviera hecho la mitad
del dicho retablo e otros 5 mil a cumplimiento de los quince mil acabado de hacer el dicho retablo,
de que me otorgo de haber recibido çinco mil maravedies que erades obligado a me pagar hoy en
este dia realmente con efecto e en presencia del escribano publico y testigos yuso escritpos en reales
de plata que lo valieron e montaron e son en mi poder de que soy e me doy por bien contento e
pagado a toda mi voluntad e renuncio de que no pueda decir ni alegrar que los non recibiere
[cláusulas notariales] e por todo según dicho es e para que mas seguro seais vos el dicho Jorge de
Quintanilla que vos dare el dicho retablo fecho y acabado en el plazo doy vos con mi por mis fiadores
e obligados de mancomun e sin diligencia y escursion a Hernando de Esturmes pintor de ymagineria,
vecino en la collacion de san Andres y a Andres Morin, dorador, vecino en la collacion de santa
46
E. MARCO DORTA, Cartagena de Indias. La ciudad y sus monumentos. Escuela de Estudios Hispano-Americanos,
Sevilla, CSIC - Escuela de Estudios Hispano-Americanos (EEHA), 1951, pp. 20-21.
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CON DESTINO A CARTAGENA DE INDIAS
Maria que estades presente, e nos el dicho Hernando de Esturmes e Andres Morin que a lo que
dicho es estamos presentes somos e otorgamos e conocemos que nos obligamos juntamente con vos
el dicho Bartolome de Ortega de mancomun […] que el dicho Bartolome de Ortega dara el dicho
retablo fecho e acabado en el dicho tiempo e según la manera e las condiciones, y yo el dicho Jorge
de Quintanilla otorgo e conozco que he recibido en mi esta escriptura con los otrogamientos e
prometimiento e obligaciones [fórmulas notariales finales].
Fecha la carta en Sevilla en el oficio de mi el escribano publico y testigos yuso escriptos que es
en la plaza de san Francisco, sábado diecinueve días del mes de abril de 1550, otorgantes todos lo
fermanron de sus nombres testigos que fueron presentes a lo que dicho es Juan Gonzalez y Melchor
Moran, escribanos de Sevilla.
[Firmas: Bartolomé de Ortega, Hernando de Esturmio, Andrés Morín y Jorge de Quintanilla]
[En folio aparte, añadido a la escritura]
[En la esquina superior derecha] Bartolome de Ortega entallador vecino de santa Maria en quince
mil, en tres meses dende primero de mayo.
Condiciones del retablo que manda hacer Jorge de Quintanilla que es para la iglesia de santa
Catalina de Yndias en Cartagena labrado de talla.
Primeramente que el maestro que esta obra tomare faga un retablo que tenga de anchura 12
palmos que tenga de altura 18 palmos
Yten que [roto] 12 palmos fagares repartiminetos dado [ilegible] e medio mas anchura que no a
los de los lados [roto] a siete palmos dandole al banco un palmo de alto fuera de los dichos 7 palmos
porque los dichos 7 palmos queda francos para la pintura y que hay [roto] una cornisa que atraviese
el retablo de cabo a cabo.
Yten que faga [roto] abaxo [roto] por banco del dicho retablo faciendo [roto] cortes y molduras
[roto].
Yten [roto] faga un tablero que sea de alto de 9 palmos faciendo una vuelta redonda [roto] con
sus molduras conforme [roto] e se ponga una cruz por remate.
Yten que todo esto sea de [ilegible] e 18 palmos de alto con remate y todo.
Yten y que faga 8 pilares cuadrados llanos faciendo en ellos sus capiteles e basas conforme a buena
obra.
Yten que faga 10 [roto] para los tableros.
Yten que en los tableros altos de los lados haga cada uno medio redondo con sus remates e
molduras los quales sirven por remate a la dicha obra.
Yten que en esta dicha obra se haga de castaño seco y de borne y de teja y de lo que se ha de
facer las dichas obrase muy bien labrada asi de carpintería como de talla a vista de maestros sabidores
del dicho oficio y que los tableros sean pyntados [roto] bisagras de madera enbebida.
Ase de pagar la tercera parte luego que son quince mil e el otro tercio a la mitad de la dicha obra
y el otro fecho después de acabado.
Sevilla, ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE SEVILLA, Sección de Protocolos Notariales,
Legajo 7360, libro 1, sin foliar [este documento sigue al anterior].
Sepan quantos esta carta vieren como yo Hernando de Esturmes, pintor de ymagineria, vecino
en la collación de san Andres e yo Andres Morin, vecino en la collación de santa Maria ambos dos
de mancomun […] otorgamos e conocemos que somos convenidos e concertados con vos Jorge de
Quintanilla vecino que sois en la collación de san Miguel que estais presente en tal manera que
seamos obligados e nos obligamos de vos pintar e dorar un retablo que vos el dicho Jorge de
Quintanilla abéis mandado hacer en madera para la ygleisa se santa Catalina de la ciudad de Cartagena
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ELENA ESCUREDO
que es en las Yndias del mar océano, el cual dicho retablo habéis de pintar y dorar de las imagnees y
pinturas contenidas en las condiciones con que concertamos con vos el dicho Jorge de Quintanilla
que son estas que se siguen
Aquí las condiciones
E con estas condiciones e según dicho es prometemos e nos obligamos de vos pintar e dorar el
dicho retablo conforme a las dichas condiciones dende primer dia del mes de mayo primero que
verna de este año en que estamos de la fecha de esta carta en ocho meses cumplidos primeros
siguientes y en fin del dicho tiempo os hemos de dar fecho y acabado el dicho retablo por razón de
lo qual nos habéis de dar e pagar el dicho Jorge de Quintanilla trenta mil maravedies en esta manera,
por la dicha pintura del dicho retablo 18750 maravedies y por el dicho dorado 11250 que suman e
monatan los dichos trenta mil maravedies, los quales no habéis de dar e pagar en esta manera la tercia
parte de ellos hoy dia de la fecha de esta carta, la otra tercia parte el dia en que este hecha la mitad
de la obra y la otra tercia parte acabándose de facer la dicha obra e otrogamos de haber recibido de
vos el dicho Jorge de Quintanilla diez mil maravedies que es la tercia parte de los trenta mil
maravedies realmente e con efecto en presencia del escribano publico e testigos yuso escritos en
reales de plata que los valieron e montaron e son en nuestro poder de que somos e otorgamos que
nos damos de vos por bien contentos e pagados y entregados a toda nuestra voluntad [cláusulas
notariales] e por todo según dicho es e por que mas seguro seais vos el dicho Jorge de Quintanilla
que vos daremos el dicho retablo fecho e acabado de pintar e dorar en el dicho termino vos damos
por nuestro fiador e obligado de mancomun sin diligencia ni esecucion alguna a Bartolome de
Ortega entallador vecino de santa Maria que esta presente [fórmulas notariales finales]. Fecha la carta
en Sevilla en el oficio de mi el escribano publico y testigos yuso escriptos que es en la plaza de san
francisco, sábado 19 dias del mes de abril de 1550 otorgantes todos lo fermaron de sus nombres
testigos que fueron presentes a lo que dicho es Juan Gonzalez y Melchor Moran, escribanos de
Sevilla.
[Firmas: Bartolomé de Ortega, Hernando de Esturmio, Andrés Morín y Jorge de Quintanilla]
[En folio aparte, añadido a la escritura]
Las condiciones con que se ha de pintar el retablo que Jorge de Quintanilla manda hacer para la
iglesia de santa Catalina de la ciudad de Cartagena.
Primeramente que los dichos 6 tableros y con los redondos sean engrudados de buen engrudo de
partramino (?) y dados una mano de yeso grueso y luego dado otra mano de giscola y enlençados
con buen lienzo con un [roto] y aparejados de yeso grueso y mate y rajados los dichos tableros y
debuxados y emprimados como conviene a buena obra
Otrosi que los dichos tableros sean por la espalda enseyados y [roto] y los dichos tableros estuvieren
pegados o fechos a cola de millan
Otrosi que en el tablero de santa Catalina sea la dicha santa, fecha la mas abultosa que se pueda
conforme al tablero con sus lejos e cielos y a los pies una cabeza de un rey y la santa con una espada
[roto] q tenga la punta en el ojo o boca y con un pedazo de rueda con las navajas y una palma en la
mano con un libro.
Otrosi en los tableros que vienen encima se ha de pintar una resurrección de Cristo que sale del
sepulcro con dos otros [roto] armados como se acostumbra [roto] y como están espantados y el cristo
encima con su bandera con su resplandor detrás [roto] conforme a buena obra.
Otrosi a su man derecha ha de tener otro tablero de la Anunciación de Nuestra Señora sea orando
con sus cortinas e su cama una alfombra a ras de pie con su suelo como convenga a buena obra y en
el otro tablero el angel Gabriel con sus alas, su vestidura blanca a manera de alba, con su cetro en la
mano e un rotulo diciendo Ave Maria y la virgen tenga a sus pies una jarra de azucenas conforme a
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CON DESTINO A CARTAGENA DE INDIAS
buena obra.
A la man derecha de santa Catalina a de esta san Cristobal con un niño Jesus en los brazos y es a
la penitencia pasando un rio con una pértiga en la mano, un ermitaño con una linterna como esta
alumbrando entre unos peñascos con sus lexos como conviene y se acostubra fazer.
[En la esquina inferior derecha] Hernando de Esturme pintor de ymagineria vecino a san Andres
e Andres Marin dorador vecino de santa Maria, en 30 mil maravedíes, los 18750 del pintado y los
11250 del dorado a començar dende primero de mayo.
Otrosi el otro tablero de man izquierda sea pintado un san Sebastian desnudo o vestido como el
señor de la obra fuere contento y quiere el señor de la obra que sea desnudo como esta acostumbrado
atado a un árbol con sus saetas e lexos e cielo.
Otrosi que en los redondos que haga a san Pedro de medio cuerpo e a san Pablo, con sus insignias
como se ha de hacer.
Otrosi que el dicho oficial que esta obra ubiere de hacer sea obligado de labrar dos veces los
dichos santos como conviene a buena obra y de finas colores los verdes y azules e carmines y
renglazadas (?) los verdes y carmines y que tenga seis días de mas de oro metido o como mas quisiere
el dicho oficial aziendolas de oro e después de acabada se han de barnizar de buen barniz de grasa y
si alguna cosa faltare que el oficial sea obligado a o facer como conviene.
Otrosi que el dicho retablo toda la talla que hubiere frisos cornisas [roto] remates pilares [roto]
con todo lo que le pertenesciere sea dorado con buen oro bruñido lo cual a de ser fecho desta manera
Primeramente engrudado e platecido en [pequeñas roturas rompen las palabras y las hacen
ilegible]
Otrosi si alguna otra cosa faltare en lo suso dicho que el señor que la obra tomare pidiéndolo sea
obligado los dichos oficiales a lo facer habiéndolo ellos como convenga y después de fecho, que la
dicha obra sea vista por los oficiales sabidores del oficio si balen los dichos maravedies y saliendo sy
mas valiere no se dara mas dinero y valiendo menos sean obligados a los devolver al dicho señor de
la obra.
Otrosi que los dichos oficiales sean obligados de fazer la dicha obra dende primero de mayo en
ocho meses primeros siguientes dende el anio de 50 adelante.
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ELENA ESCUREDO
1. Baptista Boazio, Mapa y vistas que ilustran el viaje a las Indias
Occidentales de Sir Francis Drake (1585-1586) [London, 1589]
Washington, D.C, Library of Congress, Rare Book and Special
Collections Division (Provenance: Gift of Jay I. Kislak Foundation),
inv. G3291.S12 s000.B6
2. Firmas de Bernardino de Ortega, Hernando de Esturmio y
Andrés Morín
Sevilla, ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE SEVILLA,
Protocolos Notariales, Signatura 7360, libro 1, sin foliar
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CON DESTINO A CARTAGENA DE INDIAS
3. Hernando de Esturmio (Ferdinand Sturm): Santas Justa y Rufina
Sevilla, Catedral de Santa María de la Sede y de la Asunción,
Capilla de los Evangelistas
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ELENA ESCUREDO
4. Reconstrucción de cómo debió ser el retablo [para la tabla central se utiliza el
cuadro de Santa Catalina que pintó Hernando de Esturmio para Santa Ana de
Triana (Sevilla), de similares características y dimensiones]
5. Hernando de Esturmio (Ferdinand Sturm): Santa Catalina
Sevilla, Iglesia de Santa Ana
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CON DESTINO A CARTAGENA DE INDIAS
6. Hernando de Esturmio (Ferdinand Sturm): Santa Catalina
El Pedroso (Sevilla), Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación
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ELENA ESCUREDO
7. Pintor español o novohispano, siglo XVIII: Retrato del conquistador español
Pedro de Heredia
Cartagena de Indias, Palacio de la Inquisición
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