La dispersión del arte rupestre en Sierra
Morena Septentrional: los abrigos
rupestres de Viso del Marqués
(Ciudad Real)
ALFONSO CABALLERO KLINK
LAURA MARÍA GÓMEZ GARCÍA
FRANCISCO JOSÉ LÓPEZ FRAILE
RAFAEL AYALA RODRIGO
RESUMEN: Se documentan dos nuevos conjuntos de arte rupestre post-paleolítico
en la provincia de Ciudad Real, próximos al límite administrativo con Andalucía. La
localización de estos nuevos yacimientos amplía la distribución de los enclaves con
pintura rupestre en la cara nororiental de Sierra Morena.
Estos dos yacimientos se localizan en el término municipal de Viso del Marqués, y se
denominan Abrigo del Arroyo del Castañarejo y Abrigo de la Cueva del Arco.
Cabe destacar, a su vez, la identificación de unas representaciones en este último
abrigo que, tanto por su estilo como por el cromatismo utilizado, difieren de las figuras
tradicionalmente consideradas como esquemáticas.
PALABRAS CLAVE: Pintura rupestre post-paleolítica, estilo esquemático, Sierra
Morena, Ciudad Real.
Introducción
En la parte occidental del término municipal de Viso del Marqués (Ciudad Real, España) se sitúa la Sierra del Agua que constituye uno de los
espacios más abruptos y difíciles de transitar que hayamos recorrido dentro
de Sierra Morena septentrional. Para acceder a la Sierra del Agua tenemos
que coger la carretera que va de Viso del Marqués a San Lorenzo de Calatrava, y desviarnos, poco antes de llegar al término de esta segunda población, hacia la izquierda en dirección a la Venta del Robledo. Desde los
caseríos de La Venta podemos dirigirnos en dirección sur hacia el gran desfiladero que ha horadado el Río Grande tributario del Guadalquivir y que
se encamina hacia Andalucía, distando aproximadamente 2 kilómetros del
límite provincial de Jaén.
Hacia la mitad de la garganta, en su lado derecho y a unos cien metros
del curso del Río se localiza, desde cierta distancia, la entrada a este gran
anticlinal cuarcítico. Una moderna pista forestal permite acceder a la parte
alta de la Sierra del Agua, y desde allí iniciar a pie un peligroso y lento descenso hasta la cueva. Las vistas que se contemplan desde la entrada en
dirección sur-sureste hacia Jaén compensa el esfuerzo realizado.
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FIG. 1. Mapa de localización
del yacimiento Cueva de los
Arcos.
FIG. 2. Vista general de la
Cueva de los Arcos.
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Este yacimiento fue descubierto por uno de los firmantes (Rafael Ayala) en los años 80 con motivo de una excursión en compañía de unos amigos. En la ficha que tan minuciosamente realizara de todo lo que encontraba (más de 60 conjuntos de pintura esquemática) ya manifestaba la singularidad de este abrigo: El uso exclusivo del color negro de las figuras, y los
trazos finos de las figuras del lado derecho que “por su estilo y forma son
distintos del arte esquemático de la zona”. Esta intuición, como veremos,
se va a ajustar a la realidad ya que podemos adelantar que para las figuras
de los denominados actualmente paneles 3 y 4 no hemos encontrado paralelos en cuanto a técnica y estilo en la Pintura Rupestre Esquemática
Peninsular.
FIG. 3. Detalle del diario de
campo de Rafael Ayala.
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El estudio de este yacimiento ha sido posible gracias al Ayuntamiento
de Viso del Marqués que se acogió a la Orden de 1 de abril de 2014, de la
Consejería de Educación, Cultura y Deportes, por la que se establecen las
base y se convocan subvenciones para la realización de Proyectos de
Investigación del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de CastillaLa Mancha para el año 2014.
La cueva propiamente dicha responde a un gran anticlinal de dirección
E-O y vergencias S y N, de cuarcitas armoricanas, muy abundantes en toda
Sierra Morena (Sierra de Mestanza y valle de Alcudia). Las dimensiones
en la boca de dicha cueva son de unos 25 metros de largo, por 10 de alto,
llegando a alcanzar una profundidad en algunas partes de 8 metros, que la
convierten en la cueva más grande conocida por nosotros en la cara norte
de Sierra Morena.
Descripción de los paneles
Las representaciones pictóricas se sitúan a ambos lados de la pared del
fondo, a una altura media y sobre pequeñas superficies lisas. Para su estudio
las hemos agrupado en 4 paneles que se disponen dos en el lado izquierdo y
los otros dos en el derecho, y como viene siendo habitual iniciaremos la descripción de izquierda a derecha. Pero antes de pasar a ella quisiéramos manifestar el mal estado de conservación de la mayoría de las figuras, motivado
fundamentalmente por la suciedad de polvo adherido que tiene la cuarcita. El
tamaño de la cueva la convierte en un espacio perfecto de refugio y descanso
para la fauna salvaje de la zona (fundamentalmente ciervo y jabalí), y el suelo, aunque es de piedra, contiene gran cantidad de tierra movida que ha ido
con el tiempo adhiriéndose a las paredes dificultando enormemente su
visión. De ahí que podamos adelantar que las figuras de los paneles 3 y 4 fueron identificadas y completadas en el despacho.
FIG. 4. Ubicación de los
paneles.
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Panel 1.
Se sitúa en el extremo izquierdo del arco cuarcítico que forma la roca,
y está formado por 7 figuras y restos de pintura negra.
FIG. 5. Panel I.
La figura 1 responde a restos muy desvaídos de pintura de forma vertical
y sin delimitación de entornos, no pudiendo identificarse ninguna figura.
Las figuras 2 y 3 que se sitúan a su derecha responden igualmente a
manchas de color negro amorfas y sin posible catalogación.
Inmediatamente debajo se localizan las figuras 4 y 5. De la primera de
ellas solo se aprecia restos compactos de pintura color negro pero sin que
podamos darle una posible interpretación.
La figura 5 es la más visible y mejor conservada del panel y puede describirse como un motivo compuesto por una barra vertical de la que parten
pequeños apéndices horizontales a ambos lados. Se trata pues de una figura
que interpretamos como un ramiforme. Ya hemos hablado de este tipo de
representaciones en un reciente artículo valorando las interpretaciones de
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los distintos autores y aportando los paralelos más próximos a nuestra zona
(Caballero et al. 2014). Por lo que respecta a este nuevo motivo, nos inclinamos a considerarlo como “ramiforme vegetal” con numerosos paralelos
en las dos zonas nucleares de la Pintura Rupestre Esquemática Peninsular
como son Sierra Morena (Caballero 1983) y la Cuenca del Guadiana
(Badajoz) (Collado 2009), pero que se extiende, por citar solo unos ejemplos, desde la Comunidad de Murcia - Abrigo de los Cuchillos en CiezaMurcia (Díaz-Andreu 2011), hasta el Parque Nacional de Monfragüe en
Cáceres (Collado 2005).
Las figuras 6 y 7 responden desgraciadamente a manchas de color
negro sin que podamos identificar motivo alguno
FIG. 6. Detalle fotográfico del
Panel I procesado por la
aplicación D-strech.
Según fuentes documentales, los motivos ramiformes nos llevan a una
cronología amplia que oscila dese un Neolítico final a un horizonte de transición del Eneolítico al Bronce I en distintos yacimientos peninsulares
(Mateo et al. 1996).
Panel 2.
A una distancia de 70 cm. del Panel 1 se localiza una nueva agrupación de
motivos que hemos incluido dentro de un nuevo panel. La característica de
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este nuevo conjunto viene marcada por la limitación impuesta por el propio
soporte pétreo que forma un drástico corte en sentido ascendente y que va a
acondicionar las figuras inferiores de este friso pictórico. En cuanto al estado
de conservación, debemos hacer las mismas observaciones que para el panel
precedente. La mayoría de los motivos son actualmente manchas de color
negro que nos imposibilita cualquier interpretación.
FIG. 7. Panel II.
La figura 1 está formada por una mancha sinuosa de color sin contornos definidos que bien pudiera corresponder, según la intensidad de pigmento conservado, a varias figuras, pero que actualmente y debido a la
suciedad que la impregna, no podemos aventurar ninguna descripción.
Dicha mancha se prolonga hacia la derecha en tonalidades más desvaídas.
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La figura 2, algo más visible, está compuesta de trazos verticales más o
menos paralelos que están unidos en su parte media por una sinuosa línea
horizontal. Salvando las distancias podríamos estar hablando de un pectiniforme, representación esquemática de un cuadrúpedo. Aunque no son muy
numerosos los paralelos que podemos encontrar, si están presentes en algunos yacimientos próximos. Este es el caso de la figura 20 del Panel 4 y de
la figura 3 del Panel 2 del famoso yacimiento de Peña Escrita en la localidad de Fuencaliente (Ciudad Real) formados ambos motivos por una barra
horizontal de la que parten hacia abajo y hacia arriba diversos apéndices
rectos sin guardar simetría y muy irregulares. Igualmente localizamos un
pectiniforme similar al que estamos describiendo en la figura 18 del Panel
4 de la Roca 7 de la Sierra de la Virgen del Castillo en el término municipal
de Chillón en Ciudad Real (Caballero 1983).
Al igual que hemos hablado del tema de los ramiformes y sus paralelos, existen ejemplos de motivos pectiniformes con paralelos muebles en la
Península Ibérica. Éstos igualmente cubren un horizonte cultural que nos
lleva desde el Neolítico, como el pectiniforme de la Carigüela de Pinar
(Pellicer 1964), a yacimientos metalúrgicos, Los Millares (Almagro et al.
1963) o el famoso vaso de Las Carolinas, Madrid (Obermaier 1917).
El problema de la multiplicación de las patas pudiera estar en el caso
de cinco, en el hecho de representar por el pintor el sexo masculino de una
manera exagerada que alcanza la misma longitud que las patas. Para los
pectiniformes con seis o más trazos verticales habría que pensar con Acosta (1968:49-50) en un “intento de representación de dos o más cuadrúpedos
reunidos y sin guardar la más mínima ley de perspectiva”.
El motivo 3 responde a una mancha de color amorfa y muy desvaída.
La figura 4, que se localiza a la derecha, está formada por un cuadrado
con pérdida de color en su lado derecho y dividido en dos mitades por una
línea vertical inscrita. El espacio derecho resultante es atravesado por una
barra vertical. Este tipo de figuras fueron denominadas por Breuil (193335) con el nombre de tectiformes, y responden a las figuras geométricas
rectangular o cuadrangular con una o varias líneas verticales y horizontales
en su interior. El gran maestro francés las interpretó como cabañas,
ampliándose posteriormente a posibles representaciones de trampas, cercas, empalizadas o estructuras.
Inmediatamente debajo y muy alterado en su lado izquierdo, se sitúa
un motivo que es similar al precedente (motivo número 5), del que se conserva con más claridad el espacio derecho, pero que se intuyen restos de
pintura que pudieran completar la figura de un nuevo tectiforme.
La figura número 6, en gran parte lavada por la arista que ha roto la cuarcita en este punto, está compuesta por restos de un trazo horizontal del que
parten hacia arriba cuatro líneas paralelas. Aunque la figura está incompleta
y pudiera confundirnos, creemos que pudiera tratarse de un pectiniforme,
para cuya interpretación nos remitimos a la figura nº 2 del mismo panel.
Como venimos adelantando en la descripción de este yacimiento pictórico, el estado de conservación y sobretodo la suciedad que impregna las
paredes de la roca, nos imposibilita de aquí en adelante, incluyendo los
paneles III y IV, una descripción clara que nos lleve a una identificación
concreta. El motivo 7 lo conforman varias manchas de color sin que se
pueda, en el momento presente, aventurar ninguna interpretación.
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La figura número 8 está compuesta por una línea vertical atravesada o
cortada por un círculo, línea vertical que se prolonga ya muy confusa hacia
arriba. Este motivo podíamos encuadrarlo en el grupo bautizado por Breuil
y Burkitt (1929) como figuras humanas ansadas o en phi griega y agrupadas posteriormente por Acosta (1968:29) dentro de las figuras humanas de
brazos en asa.
Los motivos 9, 10 y 11 están formados por una serie de pequeñas manchas de color que a día de hoy nos son imposibles interpretar.
FIG. 8. Detalle fotográfico del
Panel II procesado por la
aplicación D-strech.
Panel 3.
A una distancia de unos 17 metros a la derecha del panel 2 nos encontramos un grafiti moderno con el nombre de “Noelia” que aparte de indignarnos, luego nos sorprendió gratamente por lo que escondía infrapuesto.
Inicialmente intuíamos que había algo, pero tenemos que confesar que las
fotografías que tomamos de este grafiti en nada nos indicaba la espectacular y enigmática figura que se ocultaba debajo de él y de la suciedad del
panel. Tuvo que ser en el laboratorio y trabajando con la aplicación Dstrecht y así como manipulando los negativos raw en sus distintos parámetros cuando pudimos apreciar este panel.
Si bien la figura se ve con claridad y nitidez, no hemos encontrado ningún paralelo que nos pueda aproximar a su interpretación. A parte de un
trazo de color en la parte superior, el motivo está compuesto por una gruesa
línea horizontal de la que parten hacia abajo, a modo de flecos, numerosos
apéndices paralelos y de distintos grosores, terminando el más grueso del
lado izquierdo en cuatro pequeñas líneas. Debajo y como envolviendo a
este motivo se sitúa una gruesa mancha. A parte de esta descripción tenemos que aceptar que estamos todavía muy lejos de aventurarnos a una
interpretación.
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FIG. 9. Panel III.
FIG. 10. Composición
fotográfica del Panel III con
distintos detalles procesados
con D-strech.
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Panel 4.
A 2,5 metros del panel anterior se sitúa este otro también no menos
enigmático y significativo. A simple vista sólo se apreciaba lo que posteriormente serían los motivos 5 y 9, pero que al igual que en el panel anterior, se percibían que la realidad era mucho más compleja. En ese momento nos vino a la memoria los comentarios de uno de los firmantes, Rafael
Ayala, quién escribió 30 años antes en su diario de campo, refiriéndose a
que “por su estilo y forma son distintos del arte esquemático de la zona”.
FIG. 11. Panel IV.
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FIG.12. Composición
fotográfica del Panel IV con
distintos detalles procesados
con D-strech.
La primera figura la conforma una gruesa mancha de color sin identificación posible por el momento. A su derecha le acompañan tres puntuaciones (motivo 2).
Debajo y hacia la derecha del panel en una pequeña superficie lisa de
la roca se aprecian dos trazos similares en paralelo de sin posible identificación (motivo 3).
Analizando el motivo 5 mediante el programa D-strech, surgió infrapuesta el motivo 4. En ningún momento se visualizó este motivo, ni “in
situ”, ni en la primera observación del material fotográfico. Sólo una vez
analizado este último con dicho programa fuimos conscientes de su existencia. Este motivo (nº 4 del panel) presenta una morfología tipo vegetal
consistente en una serie de trazos que salen de un eje central y se abren a
modo de “palmera”.
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FIG. 13. Composición
fotográfica del Panel IV con
distintos detalles procesados
con D-strech.
Superpuesto en parte al motivo 4 se da una figura formada por un rectángulo horizontal con líneas paralelas y oblicuas inscritas en su interior
dejando el resto reservado. Del extremo derecho de dicho rectángulo parten longitudinalmente dos líneas paralelas tanto hacia arriba como hacia
abajo.
Completa este complejo conjunto dos manchas de color que debieron
responder a dos figuras prácticamente perdidas y que se superponen (motivos 6 y 7).
Algo similar en cuanto a su estado de conservación, y de observación
podemos decir de este último conjunto figurativo que completa este panel.
In situ y a simple vista sólo se observaba la figura nº 9. Con la utilización
del programa D-Strech así como la manipulación de los negativos raw en
sus distintos parámetros se pudo observar cómo la figura 9 esta superpuesta y, en parte ocultaba, a otro motivo pictórico (motivo 8). De este sólo
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podemos describir que está compuesto de una mancha de color con forma
rectangular vertical de la que parecen salir de su lado izquierdo unos apéndices oblicuos y paralelos.
La figura 9 responde tipológicamente a un esquema similar a la figura
5: rectángulo en posición horizontal en cuyo interior se desarrollan varias
líneas oblicuas inscritas, en este caso dirigidas hacia la derecha, y como en
el motivo anterior, dejando el interior reservado. En ambos extremos del
rectángulo se desarrollan una serie de líneas paralelas que se dirigen hacia
abajo.
FIG. 14. Composición
fotográfica del Panel IV con
distintos detalles procesados
con D-strech.
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Conclusiones
Como apuntábamos al principio de esta comunicación el yacimiento
pictórico de la Cueva de los Arcos no responde en nada a un yacimiento
típico de pintura rupestre esquemática de la gran zona nuclear que constituye Sierra Morena. Más bien es todo lo contrario.
Por un lado la utilización exclusiva de pigmentos de color negro no tiene,
que sepamos, ningún paralelo en la zona, ya que la presencia de la utilización
de los colores negros y blancos es muy escasa y poco significativa. Sólo 2
motivos pudimos localizar en el estudio que hace años realizamos uno de los
firmantes en más de 50 yacimientos de pintura rupestre esquemática.
El segundo punto que debemos analizar es el tipológico. Si por un lado
encontramos figuras que forman parte de los tipos frecuentes en la pintura
rupestre esquemática de Sierra Morena en los paneles 1 y 2 (ramiforme,
tectiforme, figuras de brazos en asa, etc.), no podemos decir lo mismo por
lo que respecta a los motivos localizados en los paneles 3 y 4. En el
momento actual de observación, el resultado del estudio detallado de estos
paneles no nos ha aportado figuras similares en ningún otro yacimiento
estudiado de la Península Ibérica.
Esta realidad nos ha llevado a la conclusión de que el estudio de este
yacimiento ha quedado incompleto y que debemos previamente realizar
una labor de limpieza de todo el friso pictórico. Nos atrevemos a afirmar
que con esta actuación, no sólo identificaríamos e interpretaríamos mejor
las figuras localizadas, sino que estamos convencidos que una limpieza
detenida de todo el friso pétreo nos compensaría con la aparición de nuevos motivos. Igualmente creemos que deberíamos conseguir las respectivas autorizaciones administrativas para poder realizar análisis de los pigmentos de las pinturas.
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| ARKEOS 37 | 1899 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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