Me hicieron viajar a Japón, India o a Oriente medio...
Personalizadas al mínimo detalle... Unas pedían tocados, otras joyería, ropita interior y algunas incluso tatuajes.
Se visten con tejidos variados, procedentes de países lejanos a veces... algodón, seda, cuero, encaje, tul, organza... Siempre me piden ropita hecha a medida, a mano...
Y hasta me hicieron ver capítulos de series televisivas en busca del mejor vestuario posible...
Me enseñaron que la creatividad no tiene límites y que en un cuerpito de tan sólo 7 cm cabe un mundo entero de posibilidades... Aunque a veces los propios dedos estorben...
Me enseñaron a trabajar horas sin descanso por puro placer, por puro amor.
Me guiaron cuando me perdía. Porque cuando empiezan a cobrar vida... ya son imparables.