· "La ciudad que se
formó María"
Un auge dentro de la
intervención de la Virgen
en la historia del Tucumán fue la fundación de la ciudad de San Fernando del
Valle de Catamarca, hecho que, del punto de vista religioso, tuvo y siguió
teniendo repercusión nacional. Así lo expresa el P. Cayetano Bruno,
principal autoridad en historiografía
eclesiástica:
"La traslación de la
ciudad de San Juan Bautista de la
Rivera de Londres al valle de Catamarca, tiene excepcional
importancia para la historia eclesiástica argentina, por la serena fe religiosa
que irradia el santuario de Nuestra Señora del Valle, causa y origen de la población. En Catamarca, junto a la Virgen, se mantiene
incontaminada, y con buenos puntos de ventaja sobre el resto del país, la
tradición religiosa de nuestro pasado mejor”[xxxix].
La alusión a los "buenos
puntos de ventaja sobre el resto del país" algo nos dice sobre el rol de
esta región como fuente irradiadora de fe y tradición, lo que constituye, a
nuestro juicio, la más luminosa de sus luces y, una vez más, una luz mariana.
La ciudad de Londres, su
antecesora, fue fundada por Zurita en el
valle de Quinmivil en honor a Felipe II, rey de Inglaterra, por su casamiento
con María Tudor. En 1607, es refundada en el valle de Famayfil. Cinco años
después se la emplaza en su lugar originario como San Juan Bautista de la Paz. El ataque de Chalimín
en el Gran Alzamiento obliga a desampararla en 1632, pero es refundada otra vez
por Jerónimo Luis de Cabrera II en Pomán, con el nombre de San Juan Bautista de
la Rivera de
Londres. Pese a los esfuerzos, no alcanza a prosperar.
Su Cura y Vicario, Maestro don Bartolomé de Olmos y Aguilera,
hace enormes esfuerzos por darle vida. ¿De qué manera? intenta hacer de ella un
centro de culto a Nuestra Señora de Belén. El episodio nos descubre llamativos
aspectos sociales de la época. Las instituciones y los valores espirituales y
temporales se entrelazan y se unen, como la ojiva de una catedral.
Olmos y Aguilera consigue del
Gobernador Garro la donación de tierras para la futura población, allá por 1678. A los 3 años, había
construido en dicho paraje de Nuestra Señora de Belén, "iglesia decente,
sacado acequia costosa, puesto arboledas y entrado ganados, (y) fabricado
casas". Y disponía de ello como sigue:
"Que daba las tierras susodichas a la Santísima Virgen
de Belén y al Rey nuestro Señor", para "que se repartan entre
pobres...".
Los beneficiados se obligaban
a dar dos pesos cada año a la
Virgen "en señal de tributo, para que a la Reina de Cielos y Tierra se
le compren ornamentos y adornos", se celebren las fiestas y cada pobre
contribuya con 4 reales de limosna al sacerdote.
La iglesia debía tener
mayordomos de cofradías y diputados, con libro "donde se anoten los
intereses de la
Virgen Santísima Señora Nuestra".
Es como ver nacer la
población, con sus acequias y arboledas, recreando un pasado cuyas
reminiscencias viven en la tradición del Tucumán: el sacerdote mariano y celoso
de las almas, el gobernante cristiano y accesible, los pobres que se acogen al
amparo de la Virgen.
El apoyo del Mtro. Olmos y
Aguilera era el gobernador del Tucumán, don
Fernando de Mendoza Mate de Luna, hombre de fe y piedad. Sus antecesores
habían promovido con esplendidez los santuarios de Sumampa y Catamarca,
"que Su Majestad ha honrado formando en ella ciudad". "(...) no
ha de ser menos el patriotismo que deseamos en el muy ilustre señor
Gobernador", le decía.
Vemos el concepto de patriotismo identificado con la
promoción de la civilización cristiana. Se respira el ambiente del Tucumán de
los Austrias, y en él naciendo el concepto de patria.
Este digno antecedente es un
escalón para llegar al caso más notable, el de la ciudad de Catamarca. Ella
"no surgió -dice Bruno- como las otras ciudades españolas, por real
disposición, sino por la presencia, en el Valle, de la milagrosa imagen".
Las autoridades reconocieron el hecho y le dieron sanción legal.
Romualdo Ardizzone destaca la
influencia decisiva del factor religioso: "En el valle se origina y
desarrolla un culto que va echando hondas raíces, embebe la vida de todos sus habitantes, y bien pronto trasciende
para convertirse en un centro de atracción religiosa de una zona muy
extensa", cuya localización determina la ubicación de la ciudad.
El hallazgo de la imagen se debió a un indio, criado del vecino Manuel
de Salazar. Se dirigía al pueblito de Choya cuando vio a otros indios llevando
a escondidas una lamparita hacia una quebrada vecina. Imaginemos la escena: el
indio que espera al día siguiente y "corta
huella" hasta descubrir la imagen en una gruta entre las peñas. El
propio Salazar "se quedó de sacristán de su iglesia hasta que murió",
recordaba un descendiente en 1764.
Gracias a los documentos
podemos reconstruir las costumbres de la época, tan diferentes de las actuales.
El primero en que consta el culto
público de la milagrosa imagen de la
Virgen del Valle se debe al Teniente de Gobernador de La Rioja, don Bernardo Ordóñez
de Villaquirán, quien delega el mando con licencia
del gobernador para ir "al valle de Catamarca, a visitar y hacer unas novenas en la iglesia de
Nuestra Señora de la
Limpia Concepción".
En junio de 1648, el alcalde
del Cabildo de Santiago del Estero, Pérez de Arce, atestigua que "por los
muchos milagros de la santa Imagen, el mayor número de sus habitantes es toda
gente española, vecinos de la ciudad de La Rioja y Londres, y muchos de ellos naturales del
dicho valle de Catamarca".
Le tocó al nieto del fundador
de Buenos Aires, el provincial Juan de Garay, completar la obra del convento
franciscano, al que se le confió la milagrosa imagen.
"Tales atractivos ejercía
sobre los españoles la región y el santuario de la Virgen -dice el P. Bruno-,
que el gobernador don Angel de Peredo, en 29 de marzo de 1671, describió el valle como tierra de promisión”.
"Tiene una devota y muy milagrosa imagen de la Concepción Purísima,
que parece los ha traído a que la
asistan en aquel paraje". Por entonces había más de 150 vecinos y unos 600
indios traídos de Calchaquí y del Chaco. Todos se beneficiaron del asentamiento
en esta "tierra de promisión", y así nació Catamarca.
El gobernador Joseph de Garro
admiró "la vista de aquel donoso santuario", y el "fervoroso
amor" de los vecinos. La devoción a "la milagrosa inmaculada imagen
de Nuestra Señora de la
Concepción" había crecido de tal manera, que el
gobernador daba cuenta al rey de que al "santuario acuden de varias partes
y por dilatados caminos en romería innumerables gentes" (carta del 10 de
junio de 1678).
Todo fue tomando cuerpo y
vuelo. Un 30 de mayo de 1683, fiesta de San Fernando III, rey de Castilla, don
Fernando de Mendoza Mate de Luna, Gobernador del Tucumán, llegó al Valle y
convocó a Cabildo abierto para
determinar el sitio al que había de trasladarse la ciudad de San Juan Bautista
de la Rivera.
El mismo cuenta que, luego de
la junta de vecinos, fue "con todo el pueblo". Primero reconoció el
sitio de Los Mistoles, pero no le pareció conveniente por ser proclive a
anegamientos, y determinó "pasar la ciudad al pueblo viejo que llaman
Choya, sitio muy capaz, hermoso y seguro de toda inundación".
Entre los días 21 y 22 de
junio de 1683 puso "el árbol de justicia, con las demás circunstancias que
se hacen, para que quedase hecha la ciudad, dando orden para que se abriesen
las calles y se fabricase iglesia" -primeros
elementos que se mencionan. Concluye el documento afirmando que: "Por
ser día del glorioso Santo (San Fernando) el que entré en ella, me pareció
preciso ponerle ese nombre". Que era, además, su patrono.
A fines del siglo XVII, tuvo
lugar un hecho trascendente: la jura de la Virgen como Patrona. La ceremonia se inspiró en la devoción del Gobernador, don
Alonso de Mercado y Villacorta, que la realizó primero en diciembre de 1657.
Tres décadas después, el Cabildo, justicia y regimiento de la ciudad quiso
asegurar consagración y fiesta para el futuro.
En asamblea general del 18 de
diciembre de 1688, se dejó constancia de los motivos que llevaron a la solemne
ceremonia de pleito homenaje "a la Virgen fundadora de Catamarca":
que la ciudad se hallaba obligada por "los favores tan
repetidos, con que nos ha asistido así en la paz como en la guerra, y en las
demás necesidades espirituales y temporales, congregándonos desde cuarenta años
a esta parte, desde ocho vecinos que en aquel tiempo hubo solamente, y al
presente se llega el número hasta cuatrocientos...".
Otros méritos de la soberana
Virgen a favor de la ciudad, que allí constan, son "milagros muy evidentes en esta santa Imagen, así en las plagas de
langosta, gusano y peste, pues cuantas veces hemos recurrido (...) a su amparo
y patrocinio, nos ha dado entero consuelo, dando juntamente (en) los tiempos de
seca lluvias en abundancia y otros muchos más favores que tenemos
experimentados".
La Virgen fuera constituida Patrona por el gobernador pero, no estando registrado
en actas, aunque sí en la memoria pública, se decidió renovar la ceremonia
"para que no lo duden en adelante, y se pierda o borre de las memorias con
el transcurso del tiempo". Como si hubiesen adivinado que vendrían tiempos
en que se intentaría tapar el pasado y sumirlo en el olvido.
Por eso se juró otra vez con
todas las formalidades. El remate del documento es una conmovedora
manifestación de la fe que el pueblo de Catamarca había de profesar por siempre
a la Virgen
del Valle:
"nos
constituimos por esclavos e hijos especiales suyos, de la
Purísima y Limpia Concepción, a quien con todo rendido
acatamiento pedimos, rogamos y suplicamos alumbre nuestro entendimiento, para
honra y gloria de Dios Nuestro Señor y acierto en el gobierno de esta
república".
Se respira la atmósfera de una
sociedad que emerge esperanzada y alborozada, abierta al futuro, confiante en
la dirección de la "Serenísima Reina y Madre", como la llamaba
Ramírez de Velasco.
Más tarde, la ciudad pasó a la
margen derecha del río del Valle (1693-94). No faltó la edificante actitud del
teniente de gobernador, Bartolomé de Castro, que levantó a su costa la matriz y
"una suntuosa iglesia con un moderado convento" para los franciscanos.
Estos bendijeron al bienhechor en carta a S.M., Carlos II, contándole que había
animado a los pobres a salir "de las breñas y montes, donde moraban como
fieras, dándoles solares para que hiciesen casas" y exhortando a los ricos
para que efectuasen lo propio en
obsequio de Su Majestad.
La relación no nos pinta, sin
embargo, una realidad idílica. Pues con la traslación de la ciudad se dejó la
población vieja, "donde se cometían enormes pecados contra Dios". Las
gracias de la Virgen
son ayudas, preciosas e imprescindibles, pero requieren nuestra cooperación. La
civilización cristiana conocía la armonía entre la naturaleza y la gracia. La
acción de Dios no substituye la libertad del hombre, que debe luchar duramente
contra las malas tendencias que buscan prevalecer y aun organizarse para
ejercer su dominio. Es fundamental entenderlo para tener una concepción
realista y cristiana de la historia, distinta de un optimismo de "tonto
alegre".
¡Y cómo tenía poder de convocatoria para acometer
iniciativas generosas aquella paternal Monarquía de los Austrias, aún con el
pobre Carlos II! Es patente en la convocatoria hecha "en obsequio de Su
Majestad".
El Teniente Bartolomé de
Castro merece incluirse entre los "claros varones del Tucumán"
olvidados. La multitud de peregrinos le debe buena parte de los beneficios que
sigue prodigando la Virgen.
La ciudad hispánica del
Tucumán
· Foco de sano progreso y
verdadera civilización
Hemos hablado de la fundación
de las ciudades. ¿Cómo era la sociedad que vivía en ellas?
En el Tucumán pre-hispánico
-menos aún en el restante territorio argentino- no existieron ciudades como en
otras partes de América. Lo común eran las aldeas, muchas de ellas de poca
densidad poblacional, y los famosos pucaráes y tamberías, fortalezas para mantener la dominación militar de los
Incas sobre la región, o de defensa de poblaciones diaguitas contra
parcialidades enemigas. Los funcionarios
del Inca explotaban nuestros minerales en beneficio del soberano absoluto del
Tahuantinsuyo, a quien obedecían ilimitadamente,
servían sin mirarlo a la cara y adoraban como Hijo del Sol, dueño único hasta
de las hierbas medicinales como el "inca yuyo".
La falta de urbanización de
los tiempos precolombinos llevó a Dardo de la Vega Díaz a trazar un
panorama sombrío de los campos del Tucumán, sin caminos, sin ciudades, sin
progreso, en el aislamiento, la rutina y la desolación.
La ciudad hispánica, heredera
de la greco-romana, estaba concebida en cuadrícula de acuerdo a las más
avanzadas teorías urbanísticas de la época. Su ubicación estaba sujeta a normas
contenidas en las Leyes de Indias, que
prohibían fundar en lugares poblados por los indios, respecto de los cuales
debía mantener cierta distancia. Había normas que buscaban darle la mejor
ubicación y protegerla de las crecientes y los rigores del clima.
La fundación de ciudades con
base en los respectivos planos representó un gran adelanto. La Arq. Beatriz Landeira
refiere que la ciudad de 9 x 9 manzanas planificada por el fundador de La Rioja en el siglo XVI recién
fue ocupada en su totalidad a fines del siglo XIX[xl].
A pesar de sus conflictos,
egoísmos y miserias humanas, la vida social tenía importantes aspectos
positivos. Era una sociedad orgánica que estaba naciendo, que alcanzaría buen
grado de desarrollo. por el fundador de La Rioja en el siglo XVI recién fue ocupada en su
totalidad a fines del siglo XIX[xli].
A pesar de sus conflictos,
egoísmos y miserias humanas, la vida social tenía importantes aspectos
positivos. Era una sociedad orgánica que estaba naciendo, que alcanzaría buen
grado de desarrollo.
· La sociedad orgánica,
jerárquica, armónica y familiar
La sociedad orgánica es otro
concepto que tomamos, con agradecimiento, del caudal doctrinario del ya citado
Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Lamentablemente, nunca llegó a consagrarle una
obra, pero en escritos y conferencias, como su famosa serie de artículos sobre
"Ambientes, Costumbres, Civilizaciones", le dedicó sabias y matizadas
consideraciones oponiéndola, según el tema analizado, a la sociedad mecanizada,
a la padronización, al anonimato, al totalitarismo de diversos sistemas
políticos que caracterizaron el siglo XX –v.gr. el socialismo, el
nacional-socialismo y el comunismo-, como también al frenesí hedonista y
masificante de la revolución cultural “hollywoodiana”.
La sociedad orgánica es una
"familia de familias", como lo fue el feudalismo[xlii].
Es como una gran familia de almas, en que las personas se conocen y las
estirpes familiares se entrelazan, hay tradiciones vivas que impregnan la vida
social y política, y la naturaleza y el campo están presentes; en la que
orgánicamente se van formando las instituciones con amplia participación de los
vecinos y de todos los elementos que la componen, organizada jerárquicamente;
en que las jerarquías varían al infinito.
La sociedad orgánica se va
formando con toda la espontaneidad posible dentro del mayor respeto al orden.
Las instituciones, las familias, las personas van creciendo como árboles de un
parque, sin dejar que sus ramas invadan las de un árbol vecino.
Algo de su perfume se trasunta
en la frase de Talleyrand: "el que no vivió antes de la Revolución Francesa,
no conoce la dulzura de vida". Fue la “dulce Francia" de los tiempos
del "Rey Cristianísimo" que destiló una realidad de sonido musical:
"douceur de vivre".
Nuevamente nos precavemos
contra la visión idílica de este concepto y de la realidad concreta de donde
surgió. Sabemos que, bajo muchos aspectos, la vida "es un valle de
lágrimas" donde, para edificar algo, hay que luchar mucho, y más aún para conservarlo;
donde todo es, en cierta medida, efímero y débil, a causa de las tendencias
desordenadas del hombre y también porque hay un solo Ser eterno que es El que
es, y que nos invita -a través de la propia precariedad de la vida- a aspirar a
las grandes serenidades y a las inimaginables alegrías espirituales y sensibles
de la vida eterna, que estamos llamados a gozar en cuerpo y alma: "la vie est ton navire et non pas ta
demeure", dijo Teresita de Lisieux.
Es misión de la sociedad
orgánica mantener vivos los deseos de lo metafísico, de lo sobrenatural, a
través del arte, del lenguaje de los símbolos, ámbito en el que la heráldica ha
constituido todo un mundo de imágenes y significados.
A pesar de los aspectos duros
de la vida, hay formas de organizar la existencia que la hacen más humana, más
suave, más acogedora. Aquella campiña francesa, con sus viñedos, castillos y
casas grandes, donde la gran familia campesina se reunía en torno a la mesa
presidida por el paterfamilias que describe Funck-Brentano en "El Antiguo
Régimen", aquella Viena de Schubert
y Mozart que pinta Marcel Brion, con sus orquestas familiares y sus
campesinos robustos y contemplativos, capaces de destilar un "Stille
Nacht"; aquel Portugal de nobles quintas que evocó Eça de Queiroz en
"La Ciudad
y la Sierra",
aquella España de don Felipe y de Santa Teresa, de Sor María de Agreda y su
"mística ciudad de Dios", la España de Avila y de Toledo, del Madrigal de las
Altas Torres que vio nacer a Isabel la Católica… La de coplas y romances, la de majos y toreros,
la de guitarras pulsadas con acordes gitanos, a la luz de la luna, en los
patios andaluces.
Esas ciudades en las que -como
en Viena- el emperador podía pasear de a pie, seguido a prudente distancia por
sus súbditos, que eran como hijos, parando a conversar en una esquina con un
vendedor de flores o un lustrabotas..., o siendo consolado por su pueblo, ante
la derrota frente a Napoleón, al grito de: “¡No importa, nos tienes a
nosotros!” Todo esto evoca mejor que una definición a la sociedad orgánica.
· Sociedad orgánica en el
Tucumán
Vimos algo de eso reflejado en
el pícaro que se refugió en la ermita de los santos patronos de Ibatín, que le
valió de santuario o refugio inviolable. Lo vemos en la carta afectuosa que el
Maestre de Campo don Leandro Ponce de León le dirige a su encomendada, la india
Bárbara Romero, tratándola de "hija mía Barbolita", aconsejándola
como "vuestro encomendero", que el Dr. Prudencio Bustos Argañaraz
reproduce en su "Manual de Historia Argentina"[xliii].
En las juntas de vecinos, como la que convocó Mercado y Villacorta en la
ajetreada Londres para tratar de la
Guerra, con la presencia de los encomenderos Juan Gregorio
Bazán, Antonio del Moral, Lucas de Figueroa y Mendoza, Gabriel Sarmiento de
Vega y otros notables de la
Gobernación…
…En el carácter protector de
los buenos gobernantes de entonces, como Ramírez de Velasco, "padre
de todos y procurando acomodar las hijas de los conquistadores
huérfanas en estado", como manifestaron los vecinos de San Miguel. Junto a
él, estaba la figura maternal de su mujer, Doña Catalina de Ugarte, quien “con
su caridad
y afabilidad deseaba el bien y era muy gran consuelo en la tierra por
ser tan buena intercedora y onrradora de todos y animadora de lo bueno"[xliv],
como dijeron los de Santiago del Estero.
La "cité antique"
del Tucumán tenía un alma, y era el Cabildo, palabra que evoca reminiscencias
profundas en el verdadero argentino identificado con su tradición. Allí se
expresaba la voluntad de los vecinos principales, representantes auténticos de
sus clanes familiares, sus paniaguados y sus encomendados –indígenas a quienes
frecuentemente querían como a hijos
en esa sociedad que se honraba en ser auténticamente paternalista.
No sólo los grandes decidían
los rumbos de la historia. Aquí no hubo espartanos e ilotas, como en ninguna
parte del mundo donde se estableció la civilización católica, jerárquica y familiar. Dada la unión de la Iglesia y el Estado, en
fecundas interacciones los gobernantes se ocupaban del bien espiritual de los
gobernados, como los Obispos y sacerdotes se ocupaban de que el gobernador
Mercado y Vilacorta viajara con el decoro debito a su alta investidura; o de
que los indios adquiriesen hábitos de higiene, usasen mesas y durmiesen en
camas, como lo quería el Concilio Límense convocado por el gran Santo Toribio
de Mogrobejo, Arzobispo de los Reyes.
Fue éste otra gran luminaria
que nos alumbró desde la capital del virreinato al que pertenecimos por espacio
de dos siglos y tres décadas, período que se intentó tapar con los 30 años de
existencia del Virreinato del Río de la Plata en el que, de reinos, pasamos a ser
colonias -de hecho, no de derecho[xlv].
· Nobleza y élites del
Tucumán
Nos hemos referido al comienzo
a la misión de la Nobleza
y de las élites tradicionales análogas a ella. Es propio de una sociedad
orgánica destilar élites en todos sus órdenes pues es propio de la condición
humana tender al mejoramiento y a la estabilidad, en todas las situaciones
sociales.
En el Tucumán se formó una
Nobleza, aristocracia que funcionó dentro del orden monárquico vigente. Su origen principal fueron las personas
nobles y sus familias que se instalaron aquí, trayendo a otros nobles para
poblar el Tucumán, como lo hizo Ramírez de Velasco. Y también, como señala
Roxana Boixadós, familias de conquistadores que, aunque carentes de nobleza de
nacimiento, prestaron altos servicios al Rey exponiendo su vida en la conquista
y colonización. Es lo que Plinio Corrêa de Oliveira llama "nobleza de
estado"[xlvi].
Estas familias se entrelazaron
con las que ya eran de condición noble, dice la autora citada: ...
"aquellos que se consideraban a sí mismos como miembros de una nueva
'nobleza', trataron de casar a sus hijas con hombres de su misma
condición"[xlvii].
En cuanto al origen, algunos
"podían remontar su ascendencia a linajes tan nobles como el de los
'verdaderos Ramírez', pero otros participaban de una nobleza diferente: aquella
que lo era menos por la sangre quizá pero más por los méritos adquiridos
durante los episodios de la conquista. Con los años, el producto será una nueva
'aristocracia', en la cual se fundirán ambos atributos" (R. Boixadós,
ibid.).
· Hijodalgos de solar
conocido
"Las leyes de Indias
-afirma José María Rosa[xlviii]-
equiparaban la nobleza indiana de los vecinos con la peninsular de los
hidalgos. Los pobladores tenían el derecho de pedir ejecutoria de su
título".
"A los q. se obligaren a
hazer la dha. población y la huviesen poblado y cumplido con su assiento, por
honra de sus personas y sus descendientes y q. dellos quede memoria loable, los hazemos hijo-dalgos de solar conocido
a ellas y sus descendientes legítimos, para q. en el pueblo que poblaron y en
otra cualquier parte de las Indias sean por tales havidos y tenidos, y puedan
gozar de todas las honras y preeminencias de todos los hombres hijodalgos y cavalleros
de los Reynos de Castilla, según fuero, leyes y costumbre" (Solórzano, II,
ley 4).
“Ninguno hizo la información.
En Indias surgía otra aristocracia y los hijos de vecinos pobladores tenían
como suficiente ser hijodalgos de solar
conocido".
· Los intereses del
encomendero eran los de la sociedad toda
Así, las Leyes de Indias
reconocían estado nobiliario a los
primeros pobladores de las ciudades, no tan sólo por una gracia de Su Majestad
sino por el propio curso natural de las cosas. Pues los vecinos feudatarios
eran la columna vertebral de las ciudades, foco de irradiación de la cultura y
evangelización, objetivo principal de los Reyes de España, desde el famoso
codicilo de Isabel la
Católica en adelante. Por eso revestían la calidad de
"beneméritos".
Como expresa Levillier, los
intereses de los encomenderos eran los
intereses de la comunidad. Gracias a ellos se podía constituir un centro urbano
con todas las ventajas actuales y potenciales en lugares donde no había nada o
casi nada, y así organizar una sociedad civilizada, con instituciones,
enseñanza y leyes.
Y ello no ocurría en la calma,
sino en medio del peligro: "La ciudad indiana tuvo que ser una ciudadela,
como lo había sido el castello castellano,
siempre dispuesto al combate. Los fundadores del Nuevo Mundo como los del mundo
viejo ganaban a punta de espada su derecho a ser dueños de su bastión avanzado
de la cristiandad"[xlix].
Fue el gran mérito de los
vecinos feudatarios o encomenderos, a pesar de las falencias que hubo en muchos
casos.
La "encomienda" es
presentada como sinónimo de opresión e injusticia en el enfoque indigenista.
Pero un abordaje realista debe reconocer que fue un medio adecuado –lo que no
implica afirmar que fue perfecto ni el único posible- para hacer que el indio
adquiriera hábitos de trabajo a lo que, en general, era refractario. La
disciplina del trabajo, la vida ordenada, el equilibrio, eran factores
convenientes para que se tornase civilizado. Fue el proceso que siguieron, de
un modo u otro, todos los pueblos incivilizados. Y tal vez todo esto no arrojó resultados aún
mejores por las circunstancias humanas concretas de ambos componentes, el
europeo y el indígena.
· Mostrarle al
calchaquí las encomiendas, la mejor recomendación
Hay un hecho que habla muy a
favor de las encomiendas del Tucumán, a pesar de todas las críticas a los
encomenderos, incluso provenientes de personas justas y veraces -aunque a
veces, también, exageradas, con la vehemencia propia del español de entonces.
Es la invitación del
Gobernador Ramírez de Velasco nada menos que al hijo de don Juan Calchaquí,
jefe de la nación más refractaria y famosa por sus guerras, a visitar no sólo
las ciudades sino también las encomiendas, para que vea cómo eran beneficiosas
para el indígena.
La visita dio buenos resultados,
ya que el jefe calchaquí se conmovió con las ceremonias católicas y se
convirtió al Catolicismo, como vimos, y al volver a su pueblo influyó
poderosamente en el mismo sentido.
· La nobleza indígena
reconocida oficialmente
Dijimos que esta sociedad era
jerárquica en beneficio de todos, no sólo del español. El apreciado título de
"Don", que Cristóbal Colón pidió para sí en las Capitulaciones de
Santa Fe, y del que grandes hombres,
fundadores de ciudades, conquistadores, estadistas, frecuentemente carecían,
era reconocido a todo cacique o curaca, estableciendo una distinción de trato
que, en ese punto, le daba cierta superioridad con relación a un benemérito de
Indias que no lo tuviese.
En la misma línea puede
considerarse la existencia, no sólo de caciques y curacas, sino también de
Cabildos de naturales, integrados por los respectivos Alcaldes y Regidores
indígenas.
La sociedad orgánica tiende ex natura rerum a darle un lugar a cada
uno, a un sector tan modesto como un grupo de indios encomendados que fueron a
Córdoba, provenientes del Alto Perú. Han sido tales aborígenes quienes
establecieron el culto a la
Mama Copacabana, a la Virgen de la Candelaria, más tarde
patrona de Bolivia, que tiene su santuario en la villa lacustre del mismo
nombre en el Titicaca, cuya imagen fue tallada por el Inca Tito Yupanqui
-quien, como no la hallaba suficientemente bella, pidió a la Señora que la hiciese
terminar por los Angeles.
Las Ordenanzas dictadas por el Gobernador Ramírez de
Velasco, entonces titular de la
Gobernación del Paraguay y Río de la Plata, el 1º de enero de
1597, disponían que “para que vayan entrando en sociedad”, los días de fiesta debe
invitarse a las poblaciones indígenas a participar con sus instrumentos y
danzas típicas, “para que alegren la fiesta”.
En esa colorida sociedad, de
la que encontramos reminiscencias posteriores de alto valor psicológico y
descriptivo, trazadas por el inquieto
lápiz de Rugendas, también el negro, el mulato, el mestizo de clase social
modesta –los hijos legítimos mestizos de familias principales ocupaban
posiciones de preeminencia acordes al rango familiar-, tenían su lugar,
protagonizaban hechos notorios, fundaban cofradías e influenciaban a la
sociedad con su presencia, su buen humor y su inventiva.
· Afinidades entre indios y
españoles
Una cualidad natural común
a indios y españoles era el coraje.
Los incontables ejemplos de
coraje de los conquistadores ocupan numerosas crónicas. Hay hechos poco
conocidos, impresionantes, como el protagonizado por Gaspar de Medina, Teniente de Gobernador de San Miguel. Esta se
encontraba momentáneamente sin sus vecinos feudatarios que habían seguido a
Abreu en la búsqueda de los tesoros de los Césares o Trapalanda -empresa inútil
para enriquecerse aunque útil para que se fuera conociendo el país.
De noche, al sentir ruidos extraños, advirtió que algo
muy grave estaba pasando: la ciudad estaba en llamas por todos sus extremos y
los indios se proponían aniquilarla. Ensilló y salió a hacer frente solo al
peligro. Era un ataque combinado entre yanaconas -indígenas de servicio que
vivían en la ciudad- e indios de guerra, debidamente avisados por aquellos del
desamparo en que se encontraba.
Fue secundado por dos
españoles que tampoco quisieron morir en la cama quemados o degollados en el
ataque traicionero. Se dirigieron a la plaza y vieron a los incendiarios
capitaneados por la figura gigantesca del yanacona Gualán. Indignado y dispuesto a jugarse el todo por el todo,
Medina, valiente soldado que salvó de la muerte y la derrota a Francisco de Aguirre,
se metió "con una noble osadía" por la fila de indios que cuidaban a
Gualán, y con un golpe de su espada le cortó la cabeza. Ese golpe desmoralizó a
los indios y frenó la rebelión. Medina "aunque gravemente maltratado con
dos profundas heridas, no dejó las armas en la mano mientras no hubo ahuyentado
al enemigo”[l].
Fueron los medios humanos de
salvación de la ciudad que, como vimos, se atribuyó, sin contradicción alguna,
a la protección de los Santos Patronos. Pues la gracia perfecciona la
naturaleza y, como dijo Santa Juana de Arco: "los hombres combatirán, y
Dios dará la victoria".
Es interesante para el estudio de la antigua sociedad
argentina que este héroe, que trajo a su familia del reino de Chile, fundó uno de los linajes principales del
Tucumán, de acuerdo a las investigaciones del Dr. Justino Terán.
Pedro Nicolás de Brizuela, futuro Teniente General del Tucumán y fundador del Mayorazgo de San
Sebastián de Sañogasta, fue el soldado a quien, en el Gran Alzamiento Calchaquí
(1630-1646), Don Jerónimo Luis de Cabrera II confió la retaguardia del
ejército, el lugar más peligroso, donde más fuerte golpeaban las terribles
guazabaras de los indígenas. Un día, ya General, le tocará dar fin a este duro
episodio, como hemos tenido ocasión de demostrar en base a documentos inéditos.
En el asiento y sitio de
Tinogasta, los españoles fueron atacados por una fuerza de más de 1.000 indios
y amenazados por una gran invasión. En el fragor de la batalla, Pedro Nicolás
avanzó con ímpetu a enfrentar a los infieles y pronto se vio rodeado por el
jefe enemigo -"indio baliente", dice el Gobernador Don Gutierre de
Acosta y Padilla- y una cuadrilla de indios que intentaban tomarlo preso.
Habrá pasado por su mente en
un relámpago la proverbial crueldad del calchaquí con sus enemigos prisioneros,
quizás el sufrimiento del Padre Torino, con sus huesos y falanges quebrados uno
a uno. Pero el pavor que tal vez lo
asaltó no le impidió actuar con sangre fría. Fue un solo disparo de arcabuz,
arma que no ofrecía más que una posibilidad, muchas veces, la última. El tiro
dio en el blanco. El jefe cayó para no levantarse, "con cuya muerte sosegó
la gran pelea" y se ganó la batalla”[li].
Por hechos semejantes dijo el
historiador chileciteño Carlos Decaro, en libro reciente, que su historia
llenaría capítulos enteros de las aventuras más increíbles.
El sexo débil no podía serlo
en el Tucumán acosado por los calchaquíes, ni era propio de la España en que Santa Teresa
exhortaba a sus monjas del Carmelo a ser fuertes como hombres. Avanzada en el
valle famoso donde la ciudad española no podía penetrar, Córdoba del Calchaquí tenía sentencia de muerte. Don Juan Calchaquí
así lo había decretado.
Cortadas estaban las acequias
y rodeada la ciudadela de enemigos. Sólo quedaba encomendarse a la Virgen y jugarse el todo
por el todo. El hecho emociona: las mujeres de Córdoba de Calchaquí decidieron
morir junto a sus maridos. En un descuido de los indios, cargan sobre ellos. Las señoras combaten con espada y rodela,
"estimando por menos infortunio morir con las armas en las manos al lado
de sus consortes. Con un coraje precipitado se echaron sobre los bárbaros en un
momento de descuido, y desde el primer encuentro los arrollaron" en
increíble victoria[lii].
Más tarde, dice Funes, Córdoba
del Calchaquí fue destruida con saña, violando la palabra dada "el pérfido
cacique" don Juan Calchaquí. Los pobladores intentaron abandonarla de
noche pero los llantos de las criaturas alertaron a los sitiadores. El valiente
Hernán Mexía de Mirabal con seis compañeros se abrió paso "por entre una
espesa multitud" logrando escapar y llegar a Nieva. Fuera de él,
"ninguno escapó con vida".
"...y hallaron que la
Mari López los había muy bien guardado con su espada y su
rodela"
Entre esas mujeres de espada y
rodela debemos recordar con admiración a Mari López, heroína de la "Gran
Entrada". Su marido la había entrenado en el manejo de las armas. Estaban
rodeados por indios belicosos, en número muy superior. La propuesta era
arriesgada. Abandonar el real, dejando a un único soldado para custodiar unos
curacas que estaban de rehenes. Se ofreció Juan Gil para la osada misión.
Cuando Mari López lo oyó, protestó:
"No es tiempo -dijo- de que los hombres tengan
las manos quietas. El oficio de guardián ahora me pertenece a mí. Yo sabré guardar
a los curacas con mi espada y mi rodela".
Podemos calcular su angustia
cuando, sola en el real, custodiando a los cuatro curacas, vio que los indios
lo invadían armados con arcos, porras y medias lanzas.
Imaginamos a alguna actriz
hollywoodiana dando un alarido y cayendo desmayada. Pero Mari López se mantuvo
al acecho. Sintió un alivio al escuchar, desde el lugar que los invasores menos
esperaban, el grito de guerra:
"¡Nuestra Señora, Santiago y a ellos!"
Hubo un gran entrevero.
"Al fin triunfaron las armas, la astucia y el brío de los españoles, y los
aborígenes se dieron a la fuga... "Cuando se dio por concluida la pelea,
los victoriosos fueron a ver cómo estaban los curacas presos... Llegaron al
lugar y 'hallaron que la
Mari López los había muy bien guardado con su espada y su
rodela' "[liii].
· Niños indios con coraje
de guerreros
En los enfrentamientos bélicos
con indios de guerra hubo también incontables actos de coraje de los indios.
En Deteicum, Santiago del
Estero –refiere Gregorio Funes-, los indios, azuzados por los de Silípica,
atacan a los españoles. Viendo a sus padres luchar, un grupo de chicos, que se
habían quedado con sus madres, resolvieron sumarse a la pelea.
Había terminado la refriega y
los españoles se disponían a descansar cuando recomienza el ataque
inesperadamente. Pero pronto perciben que sus atacantes son niños. En un bonito
gesto que suaviza el cuadro de estas luchas los españoles los contienen, y a
continuación les ofrecen regalos por su valor. "La bizarría de esta acción
fue recompensada por los españoles con dones y caricias. Estas amansaron el
furor indómito de los padres, y fueron más poderosas que las balas para que
suscribiesen la paz"[liv].
Este episodio contribuyó mucho al acercamiento y a la pacificación.
Otra actitud de coraje de los
indios se dio en las guerras contra el teniente de Gobernador Castañeda, de
mala memoria, cuyas imprudencias y crueldades echaron a perder la obra del gran
Pérez de Zurita.
Luego de cruentos ataques de
los naturales, pensó en una estrategia que le salió al revés. Hirió a varios
prisioneros y los dejó ir, para impresionar al resto. Los calchaquíes, al ver a
los prisioneros en ese estado, aumentaron más aún su odio y resolvieron que
quien hablase de paz con los cristianos fuese considerado traidor.
Más allá de la obstinada
violencia de esta actitud, muestra gran capacidad de resistencia y entereza, y
potencialidades de luchar denodadamente por una causa.
· Sentido de lo maravilloso
También se destaca en los
diaguitas su sentido de lo maravilloso. Creían que el alma de los guerreros se
iba al Cielo y allí brillaba eternamente en las estrellas. Eran expertos
orfebres y les gustaban los adornos de oro y plata. Se vestían -al contrario de
los indios del litoral, las pampas y el Chaco- con una túnica de lana que
llamaban "camiseta". Tenían sus nobles y curacas, y a los grandes
jefes los llevaban en literas, lo que demuestra espíritu de jerarquía. Su
innato sentido metafísico y de lo maravilloso no era menor que el del español,
y probablemente lo aventajaba en algunos aspectos.
En sus fábulas y mitos, Adán
Quiroga cree encontrar restos de la Revelación, atribuibles tal vez al misterioso
apostolado de Santo Tomás, cuya presencia apostólica en América es sostenida
por ciertas tradiciones, por ejemplo en Tarija.
Entre los guaycurúes
encontramos la búsqueda de una "tierra escarlata", que parece afín a
la "tierra sin mal" buscada por los guaraníes. Observaban las
estrellas, como los magos de Oriente. En
la cruz del sur veían la huella de un suri (ñandú de los montes norteños), en
el marco de una curiosa leyenda. Son algunos ejemplos de anhelos del indígena
argentino por un orden maravilloso, fabuloso.
Quien sabe si, a título de
hipótesis, una razón que dificultó el entendimiento entre indios y españoles
fue que éstos no tuvieron un sentido de lo maravilloso y de lo metafísico que
correspondiera bien al del indio.
El Renacimiento fue una época
de artistas geniales, pero de espíritu naturalista y antropocéntrico.
Ciertamente hubo un lado
negativo en no pocos europeos de la época, que se manifiesta en un espíritu
propenso a las pendencias, muy centrado en la búsqueda de honores y bienes
materiales. Un hidalgo y poeta llegó a considerarse peregrino en Babilonia, y
así nuestras ciudades tuvieron algo de la Babel de Luis de Tejeda y algo de la Mística Ciudad de
Dios de Sor María de Agreda.
En contraste con este espíritu
algo seco, estrecho, quisquilloso, racionalista y pleitista que se manifestó
frecuentemente, hay figuras maravillosas como la de San Francisco Solano, que
atraía a las personas con su violín para predicarles, que se entendía
magníficamente con los indios, que gustaba de la conversación nocturna, de los
villancicos, de los cantares a la
Virgen, y a veces tenía arrobamientos que lo llevaban a
ejecutar armoniosos movimientos de su figura hidalga, como delicados pasos de
danza. Y se ha hablado de su "apostolado medieval"…
Desgraciadamente, este
espíritu no fue el que a la larga predominó. El racionalismo de la Edad Moderna, fruto
del humanismo erasmista y del protestantismo, afectó fuertemente la cultura
occidental, lo que da pie a esbozar la hipótesis de que, al irse perdiendo la
“sancta laetitia” del espíritu medieval, y enfriando la fe a medida que se
acercaron los tiempos de la
Ilustración, los espíritus se fueron haciendo más rígidos y
secos. Se fueron desvaneciendo gradualmente la dulzura de vida y el sentido de
lo maravilloso, ideales para atraer al indio.
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Promesantes de Humahuaca -donde se celebran las vistosas festividades de
la Virgen de la Candelaria-, de lanza
y casco con águilas:¿cuántas riquezas espirituales anidan en las tradiciones
católicas y en el alma del verdadero pueblo argentino, a la espera de
auténticos dirigentes que le digan “levántate y anda”?
Resurgir del idealismo de gesta
Hasta el día de hoy siguen
vigentes en La Rioja
del Tucumán tradiciones como el
Tinkunaco, los alférez, los
"Chinos de la Virgen"
de Andacollo, donde vemos el gusto del pueblo, en que la sangre diaguita es
perceptible, con los atuendos vistosos, los espejos, los estandartes, los vivos
de colores, los arcos con ramas poblados de flores, las músicas. Algo del alma
de nuestro pueblo no llegó a expresarse del todo y está allí, como un
"cerro rico" aún inexplotado, como una flor que quedó en botón, sin
llegar a abrirse y exhalar todo su perfume.
Estos yacimientos espirituales
constituyen otras tantas luces del Tucumán que un resurgir del idealismo de
gesta de otros tiempos puede reencender. Del sentido de lo maravilloso, que se
manifiesta en los crepúsculos eternos de luz dorada que se filtra por las
ventanas de ónix de Yavi, en los Angeles Arcabuceros, en las torres vigorosas
de la puna jujeña, en las voladuras de la Iglesia de ese Cachi encantador.
Pedimos a la Virgen de la Candelaria, que vino de
los lagos altoperuanos con sus islas perdidas de la luna y del sol, que Ella
encienda la "mecha que aún humea" en cada alma, en prelados y
misioneros, en las selectas familias que llevan la sangre heroica de los
conquistadores, en los que tienen la misión de enseñar, en los que se afincaron
más recientemente en estas tierras, como los oriundos de la artística Italia o
del Medio Oriente "de donde nace la
luz"[lv], en los alférez
y ayllis que con su fe, constancia y
sentido de lo maravilloso llevan con gallardía el estandarte de la tradición
épica de la Cuadrilla
de Calchaquí[lvi].
Que Ella, Reina de los
Corazones y Señora de la Luz,
que tantas bendicione derramó en el Tucumán y en toda la Argentina, haga brillar
en las mentes el "lumen christi", la luz de Jesucristo, que por medio
de Ella vino para ser la "Lux mundi". Y que renazca la civilización
cristiana con la belleza de una doncella, como Ella lo anunció en el siglo XVII
a la Madre Mariana
de Jesús Torres y Berriochoa en las famosas profecías que se conservan en el
Monasterio de la
Limpia Concepción de Quito y que son una promesa de su vuelta
para restaurar la
Cristiandad y cumplir con los sueños que quedaron truncos.
APÉNDICE:
Cultura y civilización
católica
"Un alma en estado de gracia está en posesión, en
grado mayor o menor, de todas las virtudes. Iluminada por la fe, dispone de los
elementos para formar la única visión verdadera del universo.
El elemento fundamental de la cultura católica es la
visión del universo elaborada según la doctrina de la Iglesia. Esa cultura
comprende no sólo la instrucción, es decir, la posesión de los datos
informativos necesarios para tal elaboración, sino también un análisis y una
coordinación de esos datos conforme a la doctrina católica. Ella no se ciñe al
campo teológico, o filosófico, o científico, sino que abarca todo el saber
humano, se refleja en el arte e implica la afirmación de valores que impregnan
todos los aspectos de la existencia.
Civilización católica es la estructuración de todas
las relaciones humanas, de todas las instituciones humanas y del propio Estado,
según la doctrina de la
Iglesia."
Plinio Corrêa de Oliveira, "Revolución y
Contra-Revolución", cap. VII
"Haciendo
penetrar profundamente en el conjunto de la sociedad humana el espíritu del
Evangelio, formó ni más ni menos aquella civilización que fue llamada cristiana
Triunfante
a pesar de todos los obstáculos, las violencias, las opresiones, extendiendo
cada vez más sus pacíficos estandartes, salvando el glorioso patrimonio de las
artes, de la historia, de las ciencias,
de las letras y haciendo penetrar profundamente en el conjunto de la sociedad
humana el espíritu del Evangelio, formó ni más ni menos aquella civilización
que fue llamada cristiana y que aportó a las naciones que se acogieron a su
benéfico influjo, la equidad de las
leyes, la suavidad de las costumbres, la protección de los débiles, la piedad
con los pobres y los infelices, el respeto a los derechos y a la dignidad de
todos, y de allí, en la medida en que es posible en medio de las tempestades
humanas, aquella tranquila convivencia civil que deriva del mejor acuerdo entre
la libertad y la justicia (ítem 8).
Leon XIII, Encíclica Vigésimo Quinto Año
(ítem 8) Tuttavia trionfatrice di tutti gli ostacoli, le
violenze, le oppressioni, dilatando sempre più le sue pacifiche tende, salvando
il glorioso patrimonio delle arti, della storia, delle scienze, delle lettere e
facendo penetrare profondamente nella compagine dell'umano consorzio lo spirito
del Vangelo, formò appunto quella civiltà che fu chiamata cristiana e che
apportò alle nazioni, che ne raccolsero il benefico influsso, la equità delle
leggi, la mitezza dei costumi, la protezione dei deboli, la pietà pei poveri e
per gl'infelici il rispetto ai diritti e alla dignità di tutti, e quindi, per
quanto è possibile in mezzo alle tempeste umane, quel riposato vivere civile,
che deriva dal migliore accordo tra la libertà e la giustizia.
NOTAS: para
facilitar la lectura, las notas de píe de página contienen comentarios y
aclaraciones, y las notas en números romanos remiten únicamente
a citas bibliográficas o documentales, y
se encuentran al final del trabajo. La profusión de citas tiene
su razón de ser en demostrar que las "luces del Tucumán" no son fruto de la
imaginación. Están claras en los testimonios históricos, para quien quiera verlas.
L. Mesquita Errea, “La
Antropología indigenista: Revolución cultural que amenaza a la Iberoamérica
cristiana”, Jornadas de Hispanidad, Córdoba, agosto de 2005
Entre los difusores
de la leyenda negra en Argentina, Miguel Angel Scenna (nota bibliográfica iii,
al final del texto) sitúa al Deán Funes, a quien caracteriza como un
iluminista; así describe a esta corriente, citando a Cassani y Pérez
Amuchástegui: "Su característica, desde el punto de vista intelectual, es
la rebeldía contra la tradición. Para los iluministas, la tradición es una
rémora constituida por un conjunto de supersticiones que la razón debe destruir
..."; "...la tradición confiaba en la Providencia; la razón
en el progreso...". Respecto de D. Gregorio Funes, agrega: "...es
evidente la reacción de Funes contra la tradición, representada por el pasado
colonial español. Con él comienza la
leyenda negra de los tres siglos de dominación hispana..." ("Los
que escribieron nuestra historia", Ed. La Bastilla, Buenos Aires,
1976, pp.37-8).
Al leer el "Ensayo..." del Deán Funes, se
advierte la intención de desprestigiar la obra de España para justificar ante
la opinión pública la ruptura que se estaba produciendo a partir del movimiento
de Mayo.
Luego de Caseros, de acuerdo a Scenna, surge una
nueva generación de historiógrafos: "Su visión histórica -muy influida por
los ideólogos de la generación, Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi-
será emplazar a Mayo como faro de libertad y democracia entre dos abismos de
sombras, oscuras tiranías que trabaron el progreso argentino: de un lado, el
largo período hispano..." (ibid., p. 53).
Sobre
la leyenda negra y el indigenismo en nuestros días, recomendamos
"Cristiandad auténtica o revolución comuno-tribalista - La gran
alternativa de nuestro tiempo" de la Comisión Inter-TFPs
de Estudios Hispanoamericanos - Coordinador: Alejandro Ezcurra Naón" (Ed.
Fernando III el Santo, Madrid, 1992). Sobre su origen y desarrollo, la obra del
Dr. Rómulo D. Carbia "Historia de la LEYENDA NEGRA
Hispanoamericana" (Ed. Nueva Hispanidad - Buenos Aires); y también
"Historia de la
Argentina", de Ernesto Palacio, ed. Thea. Los difusores
de la Leyenda Negra
han sido ampliamente superados por los indigenistas en su embate corrosivo
contra la tradición hispano-cristiana.
Las desigualdades
sociales -proporcionadas y armónicas- son deseadas por Dios, enseña el Santo
Padre Pío XII: "Las desigualdades sociales, inclusive
las que son ligadas al nacimiento, son inevitables; la naturaleza benigna y la
bendición de Dios a la
humanidad iluminan y protegen las cunas, las besan, pero no las nivelan"
(Discurso del 5 de enero de 1942, al Patriciado
y a la Nobleza Romana;
"Discorsi e Radiomessaggi", vol. III, p. 347).
Acerca de la Civilización Cristiana
ver el apéndice, al final del texto.
El carácter
procesivo de este fenómeno lo torna actual. En 1978, el Prof. Punió Corrêa de
Oliveira denunció una
poderosa corriente infiltrada en medios eclesiásticos, en el Brasil, que,
influenciada por las teorías de Claude Lévy-Strauss, proclamaba el estado de los
indígenas de la selva como la propia perfección de la vida humana, se oponía a la
integración de éstos a la civilización, afirmaba la inutilidad de la catcquesis
y criticaba a los grandes misioneros. Ver: "Tribalismo indígena, ideal
comuno-misionero para el Brasil en el siglo XXI". Estas
teorías no quedan en discusiones teóricas y dan lugar a una peligrosa agitación
que conduce a la violencia.
"(...) un
jefe local peruano quedó confirmado en su cargo (...) después de haber ofrecido
a su hija en sacrificio
al Sol, la divinidad imperial" (nota 8). (8) "Se trata de Tanta
Carhua, la bella hija del curaca de Ocros. (...) Se dice que fue enterrada viva en una tumba con paredes calzadas bajo tierra;
el sitio era venerado
por los lugareños y era utilizado a veces como oráculo (...)"; "El
santuario incaico del cerro Aconcagua", Juan Schobinger, Univ. Nac. de
Cuyo, Mendoza, 2001, p. 423.
Para el etnólogo Lévy
Strauss el canibalismo de los salvajes no es cosa grave, pero sí lo es la
existencia de cárceles y sistemas penales en las sociedades occidentales. Es
propiamente llamarle bueno a lo malo y viceversa. Por algo se habla de
un provocado "ocaso de la razón". La luz de la razón es
inextinguible; lo grave es que haya "científicos" que quieran
abolirla, corno Michel Foucault, propugnador de una degradante e increíble "era de estupidez".
Lamentablemente, el
desconocimiento de la historia del período hispánico se presta a grandes omisiones y
tergiversaciones. Muchos desconocen la relación entre San Francisco Solano y el Tinkunaco; y hay
aun quien sostiene que no está probada la presencia del santo en La Rioja (¡!). Felizmente, los testimonios del proceso de canonización
son sobreabundantes, y se encuentran transcriptos en obras como "El Apóstol
de América, San Francisco Solano",
de Fray Luis Julián Plandolit, O.F.M., Ed. Cisneros, Madrid, 1963. Sobre
la presencia del Apóstol de América en La Rioja, dice el autor fray Contardo Miglioranza, O.F.M.: "La Rioja (...) fue la ciudad
que más mercedes espirituales y temporales recibió del siervo de Dios y que mejor
memoria guardó de ellas en el proceso de beatificación, gracias, sobre
todo, a los testimonios del
licenciado Manuel Núñez, cura y vicario en La Rioja” (“San Francisco Solano”, Coedic. Misiones
Franciscanas Conventuales et alii, Buenos Aires, 1984, p. 125).
Ante la circulación de esta
grave omisión histórica, transcribimos como ejemplo palabras de la mayor autoridad en
la materia, Cayetano Bruno, S.D.B., autor de la "Historia de la Iglesia en Argentina"
(12 tomos),
comentando una fotografía de la ceremonia del Tinkunaco, que se realiza cada 31
de diciembre al
mediodía, correspondiendo a la renovación de autoridades capitulares que se hacía durante el período
hispánico: "La Rioja. Procesión de San Nicolás de
Bari. Los alféreces o bando español van al encuentro de los ayllis o
parcialidad de naturales, portadores del Niño Alcalde, para conmemorar el encuentro de San Francisco Solano con los nueve mil indios infieles" (o.c., t. I, p. 511).
Lo lamentable aquí no es un mero error histórico, sino el
falseamiento de nuestra historia e identidad.
Cf. L. Mesquita
Errea, “Juan Ramírez de Velasco, Gobernador, conquistador y forjador social en
el Tucumán y el Paraguay del período fundacional”, artículo para la revista “La
verdad sin rodeos” del Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de
Corrientes, octubre de 2008 Ponencia
presentada en Jornadas de Hispanidad, Córdoba, 2008.
Quien haya tenido el
privilegio de contemplar los cambios fisonómicos de la Imagen Peregrina
Internacional de la Virgen
de Fátima -tan evidentes hasta en las fotografías-, y que tan honda impresión
dejó en el pueblo riojano a fines de 2001, podrá imaginar con facilidad los
cambios de fisonomía y colorido en el rostro de la Señora del Milagro.
"La
vida es tu navío y no tu morada".
Así lo declaran
varios encomenderos en la
Visita del Oidor Martínez Lujan de Vargas a !as encomiendas de La Rioja, transcriptas en el
documentado estudio de la
Dra. Roxana Boixadós y de Carlos E. Zanoli "La visita de
Lujan de Vargas a las encomiendas de La Rioja y Jujuy (1693-1694) - Estudios preliminares y fuentes",
Ed. Univ. Nac. de
Quilmes, 2003. Y les creemos, pues está en el orden natural de las cosas y porque
el amor entre grandes y pequeños es propio de una civilización cristiana.
12
Ardid de guerra psicológica contra los conceptos de cultura y civilización (sobre
estos conceptos y
la visión verdadera del
universo ver el Apéndice):
Ciertas teorías antropológicas
niegan el concepto de "civilizado" con argumentos especiosos y semi-
verdades. Más allá de las matizaciones a las que el tema se presta,
que requerirían un estudio
especial objetivo, y al abuso y
tergiversación que se ha hecho de los términos "civilización"
y "barbarie" en la época mitrista, es evidente que éstos tienen un sentido
real y legitimo, que además admite gradaciones.
Una de las formas de ataque
psicológico a estas nociones claras. y evidentes, si bien que complejas de definir, y que tienen distintas
acepciones, consistió en reunir más de 100 versiones de la palabra "cultura", como para decir que el
concepto no existe. Se llegó a la
conclusión de que cultura es todo lo que el hombre hace, oponiéndola a la idea general, como es entendida
tradicionalmente, de cultura, sea
refinada o popular, que gira en torno de valores artísticos y morales
auténticos, que respeten las nociones
de armonía y orden. Estos valores (que los relativistas niegan) se realizaron
auténticamente, en grado mayor o
menor, en distintas culturas, y llegaron
a un auge en las naciones cristianas europeas.
La civilización cristiana es
un ideal accesible a todos los pueblos que quieran abrirse a él abandonando los
elementos de su
cultura y costumbres que choquen con el Decálogo, síntesis de la ley natural y
divina. Cuanto más
una sociedad viole esa ley, más tenderá a la barbarie; cuanto mayor sea su
respeto amoroso por ella,
más posibilidades tendrá de elevarse cultural y espiritualmente.
El "relativismo cultural" es una postura
pseudo-científica que afirma que todas las culturas tienen el mismo valor. Así, la cultura de
pueblos salvajes, antropófagos, o reducidores de cabezas, adeptos no raramente de la
promiscuidad y aun del pecado contra la naturaleza,
tiene igual (o en el fondo más) valor que la de una sociedad cristiana como la
de la España
del Siglo de Oro, dotada de instituciones desarrolladas, de un arte exquisito, de
arquitectura y ciencias, de universidades, de artesanías e industrias
admirables. ¿Quién puede aceptarlo? Quizás alguien afectado por el "ocaso
foucaultiano de la razón", o seguidor de la dogmática dictadura del relativismo
oportunamente denunciada por S. S. Benedicto XVI.
La España colonizadora y civilizadora entendió y protegió la
diversidad de culturas y modos
de ser de los pueblos indígenas, estableciendo las Leyes de Indias que debían mantenerse los usos
y costumbres (y autoridades) de los naturales, en todo aquello que no chocase
con la Ley de
Dios y la Ley Natural. El Indigenismo y el relativismo cultural fingen dolosamente
desconocerlo, a
pesar de estar probado por incontables documentos, hechos históricos, cátedras
de lenguas indígenas, visitas a encomiendas, etc.
Este precioso dato desmiente
los supuestos “científicos” de la Antropología tendenciosa; ver nuestro
trabajo “Juan Ramirez de
Velasco, Gobernador, conquistador y forjador social en el Tucuman y el Paraguay
del periodo fundacional”, p. 23 del original (cf. nota 11).
Entre la ilustre
descendencia de Gaspar de Medina se encuentran:
los
Presidentes Avellaneda y Roca; el guerrero de la Independencia y
secretario de San Martín que hizo los mapas y trazó los pasos para cruzar los
Andes, José A. Alvarez de Condarco; Cnel.Crisóstomo Alvarez; Dr. Juan B. Terán, fundador y primer Rector
de la Universidad
Nac. de Tucumán, Vocal de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación,
Presidente del Consejo Nacional de Educación, escritor, pensador, primer
tucumano y único hasta hace dos años, nombrado miembro de la Academia Nacional
de la Historia. Gob.
José Manuel Terán, y genearca de la flia. Terán en Tucumán; Gob. Juan Manuel
Terán y 1er. Presidente de la
Municipalidad; Gob. Benjamín Paz; Gob. Santiago Gallo; Gob.
Eudoro Avellaneda; Elmina Paz de Gallo, Fundadora de las HH. Terciarias
Dominicas. Gral. Gregorio Aráoz de Lamadrid. Congresal de la Independencia Pbro.
Pedro I. Aráoz; Gob. y Presidente de la República de Tucumán
Cnel. Bernabé Aráoz. Dr. Juan Bautista
Alberdi, Dr.Julio López Mañán, Da.Fortunata García de García, heroína
tucumana, Gob. Próspero García, Gob.
Agustín Sal, Intendente y Gob. Interino
Vicente Posse Silva, Gob. Belisario
López, Dorotea Terán de Paz, fundadora de la Sociedad de
Beneficencia, Gobernador Luis F.
Nougués, Senador Brígido Terán, Obispo
Miguel Moisés Aráoz, Gobernador Javier
López, Gob. de Córdoba Fernando S. de Zavalía (Nota del Dr. Justino Terán al
autor, 5 de octubre de 2003).
Cf. L. Mesquita Errea, “Pedro
Nicolás de Brizuela, hidalgo y pionero en los primeros tiempos de nuestra
historia”, III Jornada de Historia y Genealogía del Tucumán y Cuyo, Sañogasta,
2005. Nuestro especial agradecimiento a D. Alejandro Moyano Aliaga por habernos
facilitado las probanzas del Gral. Brizuela (ver nota bibliográfica L, al final
del trabajo).
[i] José Luis Romero, “Las ideas
políticas en Argentina”, F.C.E., 20ª ed., Argentina, 2002, p. 13.
[ii] L. Mesquita Errea, “Ilustración,
Jacobinismo, Leyenda Negra e Independencia”, TP para la Cátedra de Historia
Americana, Profesorado de Historia de Chilecito, Sañogasta, 2004, inédito.
[iii] Miguel
A. Scenna, "Los que escribieron nuestra historia", Ed. La Bastilla, Bs. As., 1976,
p. 64.
[iv] "Descripción
breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile", Union
Académique Internationale, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires,
1999, p. 14.
[v] "Relación
histórica de Calchaquí - Escrita por el misionero jesuita P. Hernando de
Torreblanca en 1696" - Versión paleográfica, notas y mapas de Teresa
Piossek Prebisch, AGN, p. 75.
[vi] Plinio Corrêa de
Oliveira, "Nobleza y élites tradicionales análogas", volumen II, p.
12.
[vii] Teresa
Piossek Prebisch, "Los Hombres de la Entrada", 2ª ed., p. 36.
[viii] Carta
del Gobernador Angel Peredo al Rey del 10 de octubre de 1673, ap. Cayetano
Bruno, S.D.B., "Historia de la
Iglesia en la
Argentina", t. III, p. 474.
[ix] Adela
Fernández Alexander de Schorr, "El Segundo Levantamiento Calchaquí",
U.N. de Tucumán, p. 30.
[x] Ver
el diccionario de términos medievales en su famosa "Lumière du
Moyen-Age", ed. Grasset, Paris, Petit dictionnaire du Moyen Age traditionnel,
p. 259 y ss.
[xi] Roxana
Boixadós, "Notas y reflexiones
sobre la genealogía de un conquistador del Tucumán: Don Juan Ramírez de
Velasco", en "El Tucumán Colonial y Charcas", UBA, Fac. de
Filosofía y Letras, 1997, p. 197
[xii] Adela Fernández
Alexander de Schorr, "El Segundo Levantamiento Calchaquí", U.N. de
Tucumán, p. 46.
[xiii]
"Mediaeval Feudalism" (Great Seal Books, Cornell University
Press)
[xiv] G.
Funes, "Ensayo de la historia civil del Paraguay, Buenos Aires y
Tucumán".
[xv] Teresa
Piossek Prebisch, "Los Hombres de la Entrada", 2ª ed., pp. 65-7.
[xvi] Teresa Piossek
Prebisch, ibid.
[xvii] "Ullsteins
Weltgeschichte", Geschichte der Neuzeit, Das religiöse Zeitalter
1500-1650, p.79
[xviii] Roberto
Levillier, "Nueva Crónica de la Conquista del Tucumán", t. III
[xix] Bruno,
"Historia de la Iglesia
en Argentina", t. II, p. 459.
[xx] P.
Torreblanca, ed. preparada por Teresa Piossek,
"Relación historica de calchaquí", f° 80,
p. 69.
[xxi] Cayetano Bruno,
S.D.B., " Presencia de España en Indias", Ed. Didascalia.
[xxii] Adela
Fernández Alexander de Schorr, "El Segundo Levantamiento Calchaquí",
U.N. de Tucumán, p. 40.
[xxiii] Dick
Edgar Ibarra Grasso, "Argentina Indígena y Prehistoria Americana",
Ed. TEA, Bs. As., 1917, p. 352.
[xxiv] Roberto Levillier,
"Nueva Crónica de la
Conquista del Tucumán", t. III, p. 209.
[xxv] Cayetano
Bruno, S.D.B., "Historia de la
Iglesia en la
Argentina", t. III, p. 472-82.
[xxvi] P.
Torreblanca, ed. preparada por Teresa Piossek "Relación histórica de
Calchaquí", p. 49.
[xxvii] Teresa Piossek
Prebisch, "La Ciudad
en Ibatín", Ed. Magna Publicaciones,
pp. 38-9.
[xxviii] Prudencio Bustos
Argañaraz, "Manual de Historia Argentina", Ed. Eudecor.
[xxix] Historia
Civil de la Conquista
del Paraguay, Río de la Plata
y Tucumán, publicada por J.L. Rosso y Cía., 1910, ed. on-line.
[xxx] Teresa
Piossek Prebisch, "La
Ciudad en Ibatín", Ed. Magna Publicaciones, p. 32.
[xxxi] Teresa Piossek
Prebisch, "La Ciudad
en Ibatín", Ed. Magna Publicaciones,
p. 27.
[xxxii] Cayetano Bruno,
S.D.B., "Historia de la
Iglesia en la
Argentina", t. I, pp. 510-11.
[xxxiii] Ed. Fundación para
la investigación del arte argentino, Año 2002, pp. 26-7.
[xxxiv] Dr. Ernesto Muñoz
Moraleda, "El culto mariano y la evangelización del Tucumán - siglo
XVI", en "Temas del
Tucumán", Universidad Nac. de Tucumán,
p. 17.
[xxxv] Cayetano
Bruno S.D.B., "Historia de la
Iglesia en la
Argentina", Ed. Don Bosco, t. IV, pp.305 y ss.
[xxxvi] cf. Fernando Romero
Moreno, "El Orden constitucional de la Confederación Argentina"
(conferencia).
[xxxvii] Cayetano
Bruno, S.D.B., "Historia de la
Iglesia en la
Argentina", t. I, pp. 359-60.
[xxxviii] Roberto
Levillier, "Nueva Crónica de la Conquista del Tucumán", t. III, p. 185.
[xxxix] Bruno, "Historia de la Iglesia en la Argentina", t. III,
p. 472-82.
[xl] I
Jornada de Historia de Chilecito, junio de 2003.
[xli] I
Jornada de Historia de Chilecito, junio de 2003.
[xlii] Cf.
Plinio Corrêa de Oliveira, "Nobleza y Elites tradicionales análogas - en
las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana", Ed. Fernando III el
Santo, Madrid, vol. I, 3ª. Edición, Secc. Documentos, VIII, El feudalismo, obra de la familia
medieval, p. 311 y ss.
[xliii] "Manual
de Historia Argentina", Ed. Eudecor, p. 117.
[xliv] Roberto
Levillier, "Nueva Crónica de la Conquista del Tucumán", t. III, pp. 223-4.
[xlv] Cf.
Tulio Halperin Donghi, "La revolución rioplatense y su contexto
americano", en "Nueva Historia
de la Nación
Argentina", Academia Nacional de la Historia, Ed.
Planeta, t. IV , p 249 y ss., en
especial pp. 253-4.
[xlvi] Cf.
Plinio Correa de Oliveira, "Nobleza y Elites tradicionales análogas -
" Ed. Fernando III el Santo,
Madrid, vol. II, 1ª. Edición, p. 13.
[xlvii] Roxana
Boixadós, "Notas y reflexiones
sobre la genealogía de un conquistador del Tucumán: Don Juan Ramírez de
Velasco", en "El Tucumán Colonial y Charcas", UBA, Fac. de
Filosofía y Letras, 1997, p. 197.
[xlviii]
"Historia Argentina" t. I, Ed. Oriente, p. 244.
[xlix] José María
Rosa, "Historia Argentina", t. I, Ed. Oriente, p. 241.
[l] Gregorio Funes,
"Ensayo de Historia civil...", Libro II, cap. XI.
[li] Certificación
de servicios del Gral. Pedro Nicolás de Brizuela, vecino feudatario de la Ciudad de La Rioja, por Don Gutierre de
Acosta y Padilla, Gobernador y Capitán General de la Provincia del Tucumán
por Su Majestad, inédita. Archivo del autor, que agradece a D. Alejandro Moyano
Aliaga, Director del Archivo Histórico de Córdoba, haberle facilitado copia del
documento.
[lii] Gregorio
Funes, "Ensayo de Historia Civil...",
L II, cap. V.
[liii] Teresa
Piossek Prebisch, "Los Hombres de la Entrada", 2ª ed., pp. 133-4.
[liv] Gregorio
Funes, "Ensayo de Historia Civil...",
L II, cap. V.
[lvi] Pbro. Juan C. Vera Vallejo, "Las Fiestas de San Nicolás
en la Rioja".