La última gauchada
Por VV.AA
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literatura impar.Esta antología reúne a ocho autores contemporáneos: Hernán Ronsino, Leandro Ávalos, María Sonia Cristoff, Ariel Idez, Selva Almada, Matías Capelli, Federico Levín, Pablo Katchadjian.
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La última gauchada - VV.AA
VV.AA.
La última gauchada
Narrativa argentina contemporánea
ISBN: 978-956-9974-09-0
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La última gauchada
Narrativa argentina contemporánea
Selección y prólogo de Gonzalo León
La última gauchada
Edición, selección y prólogo: Gonzalo León
De los textos: © los autores.
De esta edición
© Alquimia Ediciones 2014.
Colección: Bolsa de gatos rabiosos.
Edición General: Guido Arroyo González.
Corrección: Patricio Alvarado Barría.
Diseño editorial: Estudio Navaja
"En el contexto de la literatura argentina, cada movimiento estético supone
necesariamente dos pasos: ignorar el escritor canónico y volver a la gauchesca.
Borges escribe como si no hubiera existido Lugones, pero vuelve a la gauchesca.
Lamborghini y Zelarrayán escriben como si no hubiera existido Borges,
pero vuelven a la gauchesca; Copi escribe como si no hubiera existido Borges,
pero vuelve a la gauchesca". *
Daniel Link
*Artículo Cerca de la revolución
. Suplemento Radar Libros. Página 12, junio de 2002.
Hacia una gauchesca del siglo XXI
1. La producción literaria de cción y poesía en Argentina vive un auge que se puede ver en las innumerables revistas, editoriales independientes, encuentros literarios y lecturas que se organizan no sólo en Buenos Aires, sino en Rosario, Córdoba, Mar del Plata. Como consecuencia, además de los autores consagrados (Alan Pauls, Sergio Chefjec, Sergio Bizzio o Daniel Guebel), han surgido otros más jóvenes, entre treinta y cuarenta y pico de años que, al amparo de esas editoriales independientes y encuentros literarios, han suscitado no sólo el interés de los lectores, sino el de los suplementos culturales y el de sus pares.
2. Es la primera generación que logra sistematizar y reelaborar lo que fue el contracanon de los 80 que, como consigna Damián Tabarovsky en Literatura de izquierda1, implicó un antes y un después, un corte epistemológico que incluso sirvió para erosionar (ya que es imposible derrocar) al Gran Canon Nacional: Puig sirvió para cargar contra Borges, Lamborghini contra la derecha literaria y Néstor Sánchez para crear una nueva tradición urbana post-arltiana
. Este contracanon convirtió a César Aira en referencia casi imprescindible para una parte de los narradores de la generación de los 80, la denominada Grupo Shanghái o Babel, surgida alrededor de la Revista Babel (Martín Caparrós, Sergio Bizzio, Daniel Guebel, entre otros). Esta generación quizá estuvo muy encima para procesar este contracanon y especialmente a Aira.
3. A grandes rasgos hoy puede hablarse de aireanos, anti-aireanos, post-aireanos (en elaboración aún) y, por qué no, ultra-aireanos. Pero hay críticos que no coinciden con esta visión, como la académica de la UBA Elsa Drucaro , quien le resta importancia a Aira y pre ere abordar la última producción narrativa como un todo, esto es desde los 80 hasta mediados de los 2000; ella cree que existe una sola generación y la llama Nueva Narrativa Argentina (NNA). Drucaro se re ere a esto en su ensayo Los prisioneros de la torre, en donde detecta una temática recurrente: los desaparecidos durante la dictadura, pero no en un sentido lineal, sino como mancha temática, es decir fantasmas, personajes que se van, que son asesinados, todo eso Elsa Drucaro lo analiza y escribe que en la NNA se lee hasta qué punto aquella historia de espanto y muerte, tan lejos en la experiencia vital de sus autores, está sin embargo viva y cómo opera. No se trata necesariamente de alusiones referenciales o temáticas, sino de su presencia sutil y connotada en una super cie significante
. Para Drucaro la influencia que predomina hasta hoy es la Generación Planeta (Juan Forn, Rodrigo Fresán, Marcelo Figueras), que era la contraparte del Grupo Shanghái en los 80.
4. Otro punto de vista aporta la académica de la Universidad San Andrés, Luz Horne, quien en su libro Literaturas reales, da cuenta de un cambio de paradigma en la narrativa latinoamericana, a través del análisis de la obra de algunos autores como Aira y Chejfec, en donde realismo y delirio no se oponen, sino que se complementan. Para ella, la importancia de Aira es innegable, pero pre ere darle una vuelta a su obra y decir –citando a San- dra Contreras que realizó un minucioso estudio de este autor a principios del 20002– que él podría ser catalogado como un autor realista, al modo balzaciano, ya que hace un salto hacia lo inverosímil
. Según Horne, el realismo entendido como querer representar el propio presente, debería ir mutando si el presente lo hace. El propio Aira en una entrevista reciente dijo que no le gustaba que los escritores actuales escribieran en presente. Tal vez esta actitud la pueda explicar Beatriz Sarlo cuando señala que si la literatura argentina de los 80 estuvo articulada alrededor del problema de la relación entre cción e historia
, la literatura argentina de los 90 estuvo marcada por una tendencia ‘etnográ ca’
, en la cual se percibe una voluntad de mostrar el presente
.
5. A estos libros habría que sumar la recopilación de treinta y tres breves ensayos literarios de Beatriz Sarlo bajo el título Ficciones argentinas, que reúne sus textos críticos publicados mayormente en la prensa trasandina sobre la última producción narrativa, desde Chejfec y Guebel hasta Matías Capelli y Hernán Ronsino. Estos ensayos podrían explicar este regreso a la gauchesca, que señala Daniel Link en el epígrafe, porque es imposible romper con la tradición sin volver al origen. Por eso hablar de una gauchesca del siglo XXI implicaría recrear un lenguaje propio, contar su manera de vivir (el presente del que habla Sarlo y se queja Aira), describir y exaltar los personajes campesinos y sociales (devenidos en otras formas de marginación social), una cierta cultura nómade o de paso (que bien podría situarse en el relato urbano).
6. Cucurto es quizá quien más cumple con esta hipótesis de regreso a la gauchesca; en sus libros, los negros (estos nuevos indios
o marginados a los bene cios de la civilización=sistema) encarnados en el personaje Cucu deambulan por la Barrio Once, por Constitución, tal como en su último libro de relatos El amor es más que una novela de 500 páginas que recopila su paso por Alemania. Aquí es evidente su condición de marginado, y ese aire tragicómico, acompañado por un delirio aireano, se vuelve su carta de presentación. Sin embargo su trabajo valdría más que unas líneas; en su primera novela negra de una trilogía lleva lo negro
incluso al género, a la forma.
7. Lucha armada, militancia, Plaza de Mayo, pugnas de poder, son términos que, por otra parte, han aparecido en la narrativa argentina de la mano de los cambios sociales y políticos que ha vivido el país, y quienes los han puesto en papel han sido mayoritariamente novelistas, cuya edad está en torno a los treinta años. Es así como el relato peronista se ha reinstalado o instalado de otra forma, ya no vinculado a un realismo con línea directa a lo que sucede (realidad), sino más bien a un trabajo del lenguaje donde la palabra por sobre la trama busca conectarse con los fenómenos políticos del último tiempo y en donde el kirchnerismo y el resurgimiento de la militancia en los jóvenes (La Cámpora es quizá la organización de este tipo más emblemática) han tenido mucho que ver.
7.1 Damián Selci, en Canción de la descon anza, aaborda el tema de la mi- litancia y la pedagogía: cómo enseñar y educarse políticamente. Selci, que no llega aún a los treinta años, ha confesado que su novela surgió a partir de lo que se conoció como el con icto del campo, en los inicios del primer mandato de Cristina Fernández. Canción de la con anza no es una novela realista que pretenda contar la historia del con icto del campo, sino una novela de cción, que traslada el con icto del campo rural hacia el campo cultural y a la retórica a través de un monólogo interior. Aquí el elemento político está en un lenguaje que se resiste a la simpleza y al modo tradicional de relatar una historia.
7.2 En este regreso del relato peronista habría que nombrar a Ricardo Strafacce, escritor de culto y autor además de la voluminosa biografía de Osvaldo Lamborghini, y al joven Sebastián Pandolfelli que publicó una novela delirante (Choripán social), en la que un líder sindical choripanero eemparejado con una suerte de Florencia de la V se alía con una especie de rey de la soja para llegar al poder. El argumento es un pretexto para hablar del poder que ha regido a la Argentina en el último tiempo: el peronismo. Y para ello se vale de las claves del movimiento: el sindicalismo, la unidad básica, las pugnas intestinas de sus líderes por el poder. Por otro lado, en El parnaso argentino, Strafacce empieza con el secuestro de un Presidente argentino en un megaprostíbulo, hasta donde van políticos y empresarios a satisfacer sus deseos con niños, mujeres y hombres. Hay cierta similitud en los héroes de ambas novelas, ya que provienen de una unidad básica, en el caso de Pandolfelli de una barrial y en el caso de Strafacce de una organizada alrededor de una imprenta. Aquí el relato político huye hacia a lo inverosímil.
8. El delirio, heredado de Copi y de todo el contracanon, tiene su expresión en la narrativa argentina. Aparte de Pandolfelli y Strafacce, podría nombrarse a Leandro Ávalos Blacha, quien con la novela Berazachussetts se dio a conocer hace unos años gracias al Premio Indio Rico, cuyo jurado estuvo compuesto por Daniel Link, César Aira y Alan Pauls. El relato parte con un grupo de amigas que encuentra a una obesa casi moribunda, suponen que ha sido violada y la llevan a su departamento. Pero la obesa es una zombie que se alimenta de carne humana. Una de las amigas la proveerá de alimento sin querer, luego de llevar al departamento el cadáver de un falso gurú que intentó sobrepasarse con ella. El delirio en este caso huye hacia el exceso.
9. Lo experimental
se abre paso en este campo y Pablo Katchadjian es quizá su mejor exponente, o al menos con más obra publicada hasta el momento. El escritor y editor Luis Chitarroni dijo que sus obras anteriores, especialmente de El Martín Fierro ordenado alfabéticamente y El aleph engor- dado, garantizaban nuevas posibilidades formales
. Aquí resulta evidente la referencia al regreso de la gauchesca. Aunque en su caso esto tuvo su precio, como la demanda que María Kodama entabló en su contra el año pasado. Los libros mencionados están agotados, ya que eran ediciones pe- queñas de la propia editorial de Katchadjian, Imprenta Argentina de Poesía (IAP), pero sus novelas, igual de experimentales
están en librerías. Es, como diría Damián Ríos, editor de Blatt & Ríos, un post-aireano
. Para él, Pablo Katchadjian forma parte de la generación junto a Dalia Rosetti y Ariel Idez que pudo procesar y hacer algo original y potente después de César Aira. En este sentido la literatura de Pablo sería imposible sin la obra de Aira, no es un epígono. Él tiene muy presente la tradición argentina y a la vez, al igual que Aira, va a las fuentes de las vanguardias del siglo veinte, cierta literatura surrealista por ejemplo. Podría decirse que es experimental, pero en el sentido borgeano del término, y en Gracias agarra el relato de aventuras y le da una vuelta
.
9.1 Como contrapartida María Sonia Cristo propone una experimentación donde se borran las fronteras de la cción y a la vez una lectura de la tradi- ción desde todos los formatos: crónica, cuaderno de notas, los manuales. En Inclúyanme afuera, sin ir más lejos, se narra la historia de una mujer, una ex traductora, que decide irse a trabajar de guardia a un museo en la provincia de Buenos Aires para cambiar su vida, abandonando de una u otra manera el lazo de comunicación con el mundo que implicaba su anterior trabajo y reemplazarlo por un vínculo de expresión del mundo; de este modo Cristo va construyendo una novela en donde la historia tiene menos importancia que lo que ésta expresa: desencanto hacia los seres humanos y por otro lado un encanto por la naturaleza; desencanto hacia la novelística y encanto por los géneros menores, como los manuales de todo tipo.
10. La ciudad o mejor dicho Buenos Aires sigue siendo tema para los na- rradores argentinos. En la primera parte de la obra de Borges (Fervor en Buenos Aires y Evaristo Carriego, por ejemplo) está presente, por eso quizá hay una tradición al respecto. Jose na Ludmer en El género gauchesco analiza Evaristo Carriego para advertir que el Palermo de Carriego es para Borges una zona de mezcla, provisoria y doble, llanura y calle. Y a esa mezcla se le añade la mezcla de hombres: en Palermo vive el orillaje malevo y también lo que Borges llama la cosa decentita y infeliz
. Para esta crítica tanto en la obra de Carriego como en la de Borges está presente la tradición gauchesca y aclara que ésta puede cambiarse cada vez: se le dan o quitan sentidos, se la politiza o despolitiza, se la desvía; la tradición es histórica y funciona como material literario blando, trabajable
. Oliverio Coelho en Ida trabaja la ciudad a través del abandono que sufre su protagonista, Eneas Morosi, a quien su mujer lo deja, pero él de inmediato encuentra consuelo en la ciudad, como si Buenos Aires fuese una amante siempre dispuesta. En su momento Beatriz Sarlo comparó esta novela con El aire, de Sergio Chejfec: Las aventuras urbanas de Eneas Morosi son las de este tiempo; las de Barroso [protagonista de Chejfec] transcurren en una ciudad leve e hipotéticamente futura, que expone todas las consecuencias de una crisis. Ambas novelas decantan una relación entre desventura sentimental, desolación y paisaje urbano
. Esta línea in uenció a Matías Capelli en Trampa de luz, quien no ha escondido su admiración por Ida: aquí si bien el protagonista no es abandonado por una mujer, se siente exiliado por su familia de buena alcurnia en un barrio de clase media porteño y la distancia que lo separa de ella es descrito por un largo interminable recorrido en bus. Pero lo que une a Coelho y a Capelli es el cariño que tienen al contar aquellos personajes raros y populares que hay en Buenos Aires. Pero también hay otros autores, aún más jóvenes que Capelli y Coelho, que en el último año trabajaron con la ciudad desde otro punto de vista:es el caso de Emilio Jurado Naón que en Arebato,su libro debut, la aborda desde una curiosa mezcla de surrealismo y objetivismo.
11. El interior o lo periférico
es otro tema que se ha venido escribiendo, no desde ahora, sino desde mucho antes, asociado con ese viejo paradigma de civilización y barbarie
. Escribir el interior (la provincia) es algo que al menos dos escritoras han plasmado en sus obras: primero, Selva Almada, en su novela El viento que arrasa, narra la historia de un reverendo y su hija que viajan por el Chaco, cuando de pronto su vehículo falla y entonces aparece el mecánico y su hijo; el reverendo aprovechando la oportunidad tratará de evangelizar a ambos, aunque pronto desistirá y concentrará sus fuerzas en el hijo. Este movimiento de evangelización recuerda a lo que hicieron los conquistadores españoles con los indios; vale decir valiéndose de la intimidación, del concepto de in erno, se llegará a la conversión. La crítica Beatriz Sarlo alabó este libro cali cándolo de sorprendente
: El relato tiene materialidad: las botellas de bebida helada, la chatarra, los re- sortes de un asiento roto, la grasa de un motor, el ruido de unos platos sobre la mesa, el olor de la pobreza en el campo, mugre, combustible quemado, calor, una tormenta en la noche, insectos, perros, polvo y barro. Seguimos esas referencias materiales con atención, como si ellas tuvieran una clave de lo que fue y de lo que podrá suceder
.
11.1 Pero la periferia también es el conurbano bonaerense, un espacio que está entre la provincia y la ciudad. Aquí hay escritores que, como Juan Diego Incardona, se han dedicado a escribirla; de hecho para Incardona Villa Ce- lina, un barrio del conurbano del partido de La Matanza, ha sido un tema para cuatro de sus libros, entre ellos uno de cuentos que le da nombre: Villa Celina. Sarlo, en una entrevista concedida a una revista académica, opinó sobre este autor: No digo que sea un escritor genial, pero habla del aguante de una manera mucho más compleja que todo lo que he leído en la etnografía argentina. Se lo ve funcionando, lo toma en su barrio Villa Celina, lo toma en la banda de rock de su barrio, cuenta cómo el aguante es la constitución de la comunidad misma ahí en la inmediatez de la experiencia
.
11.2 Por otra parte el eje centro/periferia/centro se rompe, se vuelve obsoleto por así decirlo6, en cierta narrativa que indaga en las modi caciones que ha provocado las nuevas tecnologías, como los videojuegos, Internet y los nuevos formatos en general. Autores como J.P. Zooey y Nicolás Mavrakis son un ejemplo de esto. Zooey en Sol arti cial usa los géneros menores (entrevista, carta, paper académico) para exponer la realidad de sí mismo, quien en el comienzo recibe una carta de una persona para recordarle lo que pudo ser; ésta es la entrada para distintos textos, agrupados aparentemente al azar, pero pensados y repletos de reinterpretaciones, como que la creación de pacman en 1980 educó a la humanidad mucho más que la escuela, las ciencias o el psicoanálisis
. Otra reinterpretación es el n de la humanidad, evento del que no hemos sido conscientes, pero tal vez el descubrimiento más importante del libro está en una cita casi al final: Ya no hay un mundo imaginario separado del mundo real
. Esto habla de cómo nos ha cambiado la vida con las redes sociales, y en No alimenten al troll, de Mavrakis, esto queda aún más patente; en el cuento que da nombre al libro un moderador de comentarios de un portal de noticias se va abriendo paso página tras página, como la irrupción de lo digital en el papel. Todas estas historias que rompen el eje centro/periferia/centro podían ser consideradas literatura marginal
, ya que no transcurren ni en la provincia (interior) ni en la conurbano que rodea inmediatamente a la capital, pero esta consideración hubiera implicado una de nición clara de lo marginal y, como plantea Juan José Saer7, no es tan simple, porque se es marginal a algo, y no a secas.
12.