Hermenéutica, analogía y ciencias humanas
Por Mauricio Beuchot
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Hermenéutica, analogía y ciencias humanas - Mauricio Beuchot
Introducción
En este trabajo deseo hacer una aplicación de la hermenéutica analógica a las ciencias humanas. Las ciencias humanas son un campo de aplicación de la hermenéutica, según se sabe tradicionalmente; pero aquí deseo presentar para ellas un modelo o instrumento interpretativo basado en la analogía o proporción y en la phrónesis o prudencia, conceptos que vienen desde la antigüedad griega y recorren la historia de la filosofía.
Así, para tener una idea de la hermenéutica analógica, en el primer capítulo haré una exposición sucinta de la misma. Eso nos servirá para tener presentes los lineamientos principales de esta propuesta, de cara a las otras discusiones y aplicaciones de la misma a diferentes campos y problemas.
En el segundo capítulo, exploraré el problema de la verdad en hermenéutica, tema fundamental, pues buscamos alguna verdad al interpretar los textos, y no podemos quedarnos al garete del relativismo o subjetivismo equivocista ni con la pretensión del cientificismo univocista. Se busca una salida por la concepción analógica de la verdad.
Viene después el tema de las ciencias humanas, que trataremos a la luz de la hermenéutica analógica, ya que, de suyo, la hermenéutica se usa eminentemente en las ciencias humanas, pero, además, veremos que una hermenéutica analógica le puede ser de gran utilidad.
Luego, aparece un problema muy importante en las ciencias humanas, como es el de la interdisciplinariedad, el cual es abordado con la hermenéutica analógica, para llegar a un verdadero diálogo entre dichas ciencias, de modo que no sea sólo multidisciplinariedad, en la que se respetan pero sólo se escuchan, sin enriquecerse, sino que se pase a una auténtica colaboración.
En seguida de ello, vienen varios capítulos dedicados a la aplicación de la hermenéutica analógica a campos específicos: la filosofía, la literatura, la filología clásica, la historia, la psicología, la pedagogía, la antropología, el derecho, la sociología, la política y, finalmente, los estudios de la religión.
Espero que estos ensayos de aplicación de la hermenéutica analógica a diversos campos ayuden no sólo a ver lo fructífera que puede ser en sus aplicaciones prácticas, sino que muestre la adecuada estructuración teórica. Claro está, suscitando discusiones acerca de ambos aspectos, el sistemático y el aplicativo.
Exposición sucinta de la hermenéutica analógica
Introducción
En este capítulo introductorio intentaré exponer de manera muy breve qué es la hermenéutica analógica. Tendré que hacerlo hablando, en primer lugar, de la hermenéutica en cuanto tal, en sí misma, sin especificación, para, después, hablar de la analogía, de modo que pueda aplicarla a la hermenéutica y de ello resulte una hermenéutica basada en dicho concepto, esto es, una hermenéutica analógica, propiamente dicha. Eso lo completaré indicando qué es lo que añade una hermenéutica analógica a la hermenéutica sin más. Y terminaré aludiendo a algunas aplicaciones que de ella se han hecho, para ejemplificar de una manera más conveniente su rendimiento.
La hermenéutica, que es la disciplina de la interpretación de textos, se ha vuelto muy presente en la filosofía actual. Pero hay varias hermenéuticas posibles. Una hermenéutica analógica tiene la ventaja de evitar dos postu ras extremas, como las de la hermenéutica univocista y la hermenéutica equivocista. La hermenéutica univocista pretende una interpretación única de cada texto, sin dejar lugar para las otras, que descienden al rango de completamente falsas. En cambio, la hermenéutica equivocista pretende que la mayoría de las interpretaciones de un texto (y a veces todas) sean válidas, con lo cual la interpretación misma se trivializa y la hermenéutica se vuelve imposible por inútil. A diferencia de ellas dos, una hermenéutica analógica pretende centrarse en el medio, entre ellas, sin alcanzar la exactitud de lo unívoco, pero sin incurrir tampoco en la ambigüedad de lo equívoco, aun cuando se inclinará más a esta última. Es una búsqueda del equilibrio proporcional, como lo que Aristóteles quería con la phrónesis, que veía como una virtud eminentemente analógica o proporcional.
Hermenéutica
Pero, antes de hablar explícitamente de la hermenéutica analógica, hablemos de la hermenéutica en cuanto tal. Hay varias cuestiones fundamentales acerca de la hermenéutica con las que conviene empezar. Qué tipo de saber es, sobre qué versa, cuál es su método o instrumento conceptual propio, de cuántas clases son sus objetivos, qué finalidad la anima. Problemas constitutivos; sobre ellos versa el conocimiento de la propia especificidad de la hermenéutica. Algo muy importante en estos comienzos será aprehender el acto mismo de interpretación en su proceso peculiar, de modo que nos muestre el tipo de pregunta que plantea y el camino por el cual la responde ¹ .
La hermenéutica es la disciplina (ciencia y arte) que nos enseña a interpretar textos, entendiendo aquí el interpretar como un proceso de comprensión que cala en profundidad, que no se queda en una intelección instantánea y fugaz. Entendemos aquí por textos aquellos que van más allá de la palabra y el enunciado. Son, por ello, textos hiperfrásticos. Es donde más se requiere el ejercicio de la interpretación. Además, la hermenéutica interviene donde no hay claridad, sobre todo donde no hay un solo sentido, es decir, donde hay polisemia. Por eso la hermenéutica estuvo, en la tradición, asociada a la sutileza. La sutileza era vista como un trasponer el sentido superficial y acceder al sentido profundo e incluso al oculto. O como encontrar varios sentidos cuando parecía haber sólo uno. O como hallar un camino intermedio donde los demás sólo veían los dos extremos. Y para eso hay que contextualizar el problema, o el texto, para poder entenderlo bien. La hermenéutica, pues, en cierta manera, des-contextualiza para re-contextualizar, llega a la contextualización después de una labor elucidatoria y hasta analítica.
Además, la noción de texto abarca desde el texto escrito, que es la idea tradicional, pasando por el diálogo, que fue añadido como texto por Gadamer, hasta la acción significativa, añadida por Ricoeur. Por ejemplo, en la interacción educativa se puede tomar sobre todo la acción significativa como texto, además del diálogo y el texto escrito; más aún, éstos son englobados por aquélla. La hermenéutica pedagógica se centrará, así, en la interpretación de la interacción educativa, la acción significativa docente y didáctica como texto. Y esto puede aplicarse en muchos otros campos.
En el acto interpretativo nos damos a la tarea de comprender y contextualizar ese texto al que nos hemos enfrentado. Es un acto complejo, que involucra varios actos. Lo primero que surge ante ese dato, que es el texto, es una pregunta interpretativa, que requiere una respuesta inter-pretativa, la cual es un juicio interpretativo, ya sea una hipótesis o una tesis, que se tendrá que comprobar, y para eso se sigue una argumentación interpretativa.
La pregunta interpretativa es siempre observada con vistas a la comprensión. ¿Qué significa este texto?, ¿qué quiere decir?, ¿a quién está dirigido?, ¿qué dice ahora?, ¿qué me dice a mí?, y otras más. Puede decirse que la pregunta es un juicio prospectivo, está en prospecto, en proyecto. Se hace jui cio efectivo cuando se resuelve la pregunta. Hay un pro ceso por el cual se responde dicha pregunta interpretativa, pues primero el juicio interpretativo comienza siendo hipótesis, y después se convierte en tesis. La misma tesis es alcanzada por el camino de descondicionalizar la hipótesis, esto es, ver que se cumple efectivamente. Estos rasgos que hemos señalado cobran sentido y se iluminan a la luz de la vivencia y la comprensión del acto interpretativo, que es el núcleo de la hermenéutica toda. Desde el reunir las condiciones para interpretar el texto (por ejemplo, aprender el idioma, para poder descifrarlo; estudiar la historia del autor y la historia sociocultural del entorno del texto, etcétera) hasta el efectuar con disfrute su decodificación y su entendimiento, incluyendo análisis y síntesis, explicación y comprensión.
Mas, también, como toda actividad humana, la inter-pretación puede llegar a constituir en el hombre un hábito, una virtud. Es la virtud hermenéutica, la interpretación cualificada, que se forma por la experiencia y el estudio, especialmente por la práctica interpretativa sobre los muchos textos. Es una virtud mixta, es decir, en parte teórica y en parte práctica, teórico-práctica. Con respecto a la virtud, el problema que siempre se ha planteado, desde el Sócrates de Platón, es si la virtud puede enseñarse, y nunca se ha dado una respuesta definitiva. Pero parece referirse a la virtud práctica, más que a la teórica. Con todo, lo que es posible decir es que, aun cuando no sea muy claro que la virtud práctica puede enseñarse, sí puede aprenderse, como lo dice Gilbert Ryle de toda virtud, ya teórica, ya práctica ² . No hay escuelas de sabiduría o de prudencia, pero sí hay escuelas de interpretación.
De hecho, nos encontramos en tradiciones interpretativas, en escuelas de interpretación, más o menos amplias, con sus clásicos, sus modelos, sus maestros y sus aprendices. Parece un taller, tiene toda la semejanza de un taller artístico medieval o renacentista. Se entra a imitar, y cada vez más a independizarse con respecto de los modelos y los maestros. Poco a poco, uno se gana la aceptación, adquiere autoridad. Pero, al inicio, recae sobre el principiante el peso de la prueba. Sobre todo si se trata de una interpretación novedosa, revolucionaria, que es donde se cumple la virtud hermenéutica: cuando se llega a dejar de repetir, cuando se avanza a proponer una interpretación nueva, diferente. Para salir de la senda trillada se requiere mucho trabajo, pero es lo que mejor manifiesta el avance del intérprete o hermeneuta.
Principales hermeneutas
Dado que dedicaremos un capítulo a la exposición de las principales corrientes hermenéuticas de nuestra época, y a sus representantes más connotados, ahora solamente mencionaremos, a vuelapluma, algunos de éstos, para ejemplificar el trabajo de la interpretación. Si hablamos de hermeneutas principales, encontramos en la actualidad a Hans-Georg Gadamer, Paul Ricoeur, Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas (estos dos últimos tuvieron una época y una dimensión hermenéuticas, por más que ahora se coloquen en la pragmática) ³ . Gadamer toma de su maestro Heidegger la idea de que la comprensión y, por lo mismo, la interpretación es uno de los modos de existir del hombre, y por ello, más que un método, la hermenéutica es una forma de ser intrínseca al hombre. Del mismo Heidegger retoma y desarrolla la idea de interpretación como fusión de los horizontes cognoscitivos del que emite el texto y del que lo interpreta. Es decir, cuando el autor y el lector pertenecen a diversas tradiciones, se efectúa una fusión de las mismas, como fusión de horizontes; sólo cuando esto ocurre puede decirse que ha habido comprensión. Además, dentro de la tradición hay un cultivo y una superación; un cultivo porque se trata de apropiarse lo mejor posible la tradición en la que se vive, para lo cual se estudian sobre todo los clásicos de la misma; una superación, por cuanto que todo el que interpreta dentro de una tradición no permanece atado a ella, sino que está llamado a ir más allá de la misma, lo cual ocurre siempre que se encuentra una nueva interpretación de los textos estudiados en ella. Y esto se logra no sólo por el genio, sino principalmente por la formación, que hace apropiarse la tradición para trascenderla desde sí misma y en su misma línea. Muchos otros conceptos hermenéuticos provienen de Gadamer, como el de diálogo o conversación, etcétera, etcétera.
Apel y Habermas insisten en el carácter dialógico de la interpretación, no sólo en cuanto a la invención, sino, sobre todo, en cuanto a la argumentación. Somos seres razonables, discursivos. Por ello estamos obligados a ofrecer argumentos para apoyar las interpretaciones que hacemos, sobre todo porque la interpretación nueva es la que más precisamente exige ser probada. Estamos en comunidades interpretativas, que son comunidades de diálogo. En la interacción dialógica prevalece el mejor argumento. Por ello en el diálogo se presuponen las pretensiones de verdad y validez, por las cuales asumimos que vamos a hablar con veracidad y sin falacias argumentativas, esto es, sin trampas. Se trata de una comunidad ideal de diálogo.
De Ricoeur proviene la idea de que la hermenéutica tiene también un aspecto metodológico, ese aspecto de método que Gadamer dejaba tanto de lado, para refugiarse en la experiencia vivencial de la comprensión interpretativa. De él retoma los conceptos de apropiación y distanciamiento. La apropiación nos acerca a la comprensión del texto, involucrando nuestra subjetividad en ello; pero el distanciamiento nos hace recuperar la objetividad, de modo que podemos reducir lo más posible nuestra injerencia subjetiva y hablar de verdad y validez en la interpretación. Asimismo, Ricoeur pone como principal objeto de la hermenéutica el símbolo, que tiene como formas el mito y la poesía. La manera de inter-pretarlos es conforme a un modelo que se ajusta a la metáfora, pues ella tiene un sentido literal y un sentido metafórico, y ambos luchan dialécticamente, de modo que viven de su tensión. Así queda un modelo metafórico de la interpretación, no sólo porque lo más propiamente hermenéutico, que es el símbolo (mito y poema) son interpretados metafóricamente, sino porque todos los textos, en definitiva, pueden encerrar, además de su sentido literal, otro sentido oculto, o innúmeros sentidos (polisemia) y con ello todos los textos han de ser interpretados con una hermenéutica que tiene como modelo la interpretación de la metáfora. Asimismo, es interpretación metafórica porque, al interpretar, nos hacemos metáforas de los textos. Tal es la hermenéutica metafórica de Paul Ricoeur.
También encontramos hermenéutica en muchos pensadores posmodernos. La vemos, por ejemplo, en Michel Foucault, que integra a la interpretación de los textos las relaciones de poder, que vician la comunicación y, por lo mismo, la interpretación. Donde se ha manejado la verdad también se ha inmiscuido el poder, a veces de manera velada, a veces de manera abierta ⁴ . Derrida también incorpora la hermenéutica en su pensamiento, aunque éste está más del lado de la deconstrucción. Con todo, para él todo lenguaje es metafórico, en seguimiento de Nietzsche; pero no hay una metafórica posible que nos haga comprenderlo, siempre se quedará como algo inagotable y que se interpreta al infinito. Gianni Vattimo habla de una hermenéutica que busca un pensamiento débil, sin pretensiones fuertes en cuanto a verdades y objetividades, sin estructuras rígidas ni esencias. La ontología o metafísica es solamente débil, inyectada de nihilismo, el cual la hace no violenta ni impositiva. Muchos otros han tenido contacto con la hermenéutica, como Richard Rorty, que ahora se coloca en la pragmática, etcétera, etcétera.
Analogía
La analogía fue introducida, en la lejana época de los filósofos presocráticos, por los pitagóricos, que la usaron primero en matemáticas (analogía significa proporción), cuando toparon con los números irracionales y con la inconmensurabilidad de la diagonal del triángulo ⁵ . Para evitar que todo se fuera al infinito, resolvían los problemas kat’analogían , según proporción, es decir, de manera suficiente. Con eso frenaban la progresión infinita en los procesos. Esto pasó a Platón, quien estuvo en contacto con varios pitagóricos (Timeo, Teeteto, etcétera), pero, sobre todo,