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Venido Del Cielo. Libro 1
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Libro electrónico123 páginas1 hora

Venido Del Cielo. Libro 1

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La historia de un arqueólogo de Inglaterra en la época victoriana que revela el misterio de las antiguas deidades sumerias...

Fragmento del libro:
… William sabía claramente que la expedición arqueológica que quería organizar sería, de cierto modo, una aventura. Al fin y al cabo, no solo había dinero en juego, sino también su reputación y credibilidad.
La administración del Museo Británico ya se había tomado demasiado tiempo para informar sobre su decisión. William estaba desesperado por conseguir financiación del museo, pero su plan alternativo era conseguir la ayuda de un patrocinador particular. Un día, a la casa de los Adamson llegó un hombre estadounidense, de ojos azules y un porte que irradiaban confianza, declarando que estaba dispuesto a invertir en la expedición a Uruk. Al principio, William quedó maravillado, hasta que su posible patrocinador expresó que su intención era enviar todos los hallazgos de valor al extranjero y venderlos al mejor postor. William no tenía nada en contra de las colecciones privadas; sin embargo, la presión del hombre comenzó a resultar incómoda, y mirándolo más detenidamente, su apariencia era más la de un embaucador que la de un representante del Fondo Americano de Arqueología. William prometió reflexionar en la propuesta, pero, por fortuna, el Museo Británico le envió un comunicado expresando su aprobación para financiar una futura expedición a Uruk. La noticia le devolvió el entusiasmo a William; después de tres largos meses, el Museo Británico había tomado una decisión.
William se apresuró a compartir la excelente noticia con su hermana durante el almuerzo. Ella reaccionó con calma:
—Estaba segura de que lograrías ir a Uruk, ya fuera con o sin la ayuda del museo —dijo Alice—. Tuve un sueño hace un par de noches… Una hermosa mujer de cabellos dorados se me acercó y me dijo que encontrarías artefactos que se sobrepondrían a nuestros fundamentos tradicionales. Pero no te dije nada al respecto, sigues sin tomar en serio mi palabra.
William sopló la sopa en su cuchara antes de beberla. Luego respondió:
—Gracias por tu apoyo, Alice, aunque sea tan… inusual.
Alice sonrió con escepticismo y pensó:
—Pero no te conté todo lo que vi en mi sueño. ¿Para qué? Si de todos modos no me creerías. Ve a Uruk, ahí descubrirás que esta expedición cambiará por completo tu vida…
IdiomaEspañol
EditorialTektime
Fecha de lanzamiento5 feb 2022
ISBN9788835438007
Venido Del Cielo. Libro 1

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    Venido Del Cielo. Libro 1 - Elena Kryuchkova

    Libro 1. La herencia escocesa.

    Capítulo 1

    Londres, Inglaterra, 1870, durante el reinado de la reina Victoria ¹.

    Al adentrarnos en uno de los distritos de la ciudad de Londres ² y atravesar un laberinto de calles, llegaríamos a una casa de ladrillos erigida hace ya más de cien años, habitada por dos hermanos, William y Alice Adamson. Su padre y cabeza de la familia, Harold Adamson, había muerto de un infarto. Mientras tanto, su madre, Genoveva, era más joven que su difunto esposo, y puesto que aún conservaba su belleza, se volvió a casar luego de haber superado el tiempo de luto prescrito; su nuevo esposo fue Raymond Parker, quien era considerado como un hombre acaudalado.

    Si bien William ya había cumplido treinta años, no había comenzado su propia familia. Se dedicaba a la enseñanza de mitología, historia antigua y los fundamentos de la arqueología en un instituto para mujeres en Londres, uno no exactamente prestigioso. No hace falta mencionar que su salario era modesto. Había ocasiones en las que se ocupaba escribiendo artículos sobre historia, arqueología y análisis de la mitología, los que eran publicados y contaban con buena recepción; sin embargo, esto era más por su pasión al conocimiento que por el dinero, ya que no dejaban demasiadas ganancias.

    Cuando era un joven, William participó en una expedición arqueológica en Mesopotamia y Media, iniciada por el gobierno francés, encabezada por el famoso orientalista y diplomático francés Fulgence Fresnel³. La expedición duró tres años, consiguiendo recolectar una considerable cantidad de materiales valiosos, hasta que finalizó en 1854. Julius Oppert⁴ también formó parte en dicha expedición; él y William se volvieron amigos y mantenían su comunicación a través de cartas. Una vez terminada la expedición, Fresnel permaneció para siempre en Bagdad.

    Luego de su regreso de la expedición, Julius fue reconocido como un ciudadano francés en honor de sus logros tanto en arqueología como en historia. Julius era de descendencia franco-alemana: francés de parte de su madre y alemán de parte de su padre. Por un largo tiempo, se dedicó a estudiar los materiales encontrados durante la expedición, especialmente algunas tablillas de arcilla con escritura cuneiforme. El fruto de su minucioso trabajo fue el concepto científico de «Idioma Sumerio» y un sólido escrito titulado «Expédition Scientifique en Mésopotamie». Lamentablemente, esta obra fue publicada después de la muerte de Fresnel. Luego de la excepcional publicación, Julius fue nombrado como profesor de filología y arqueología asiria en el prestigioso Collège de France. Pasado algún tiempo en Francia, comenzó a llamarse a sí mismo Jules.

    Durante la expedición a Mesopotamia, William era todavía un joven, por lo que sus tareas consistían en ayudar a excavar y otras actividades misceláneas en el campamento; sin embargo, esa participación encendería un fuego en su alma para siempre. Fue a partir de ahí que fijó su determinación en convertirse en un científico y dedicarse al estudio de las culturas antiguas.

    Aunque lastimosamente William no gozó del mismo éxito que Oppert, no dejó de consagrar gran parte de su tiempo al trabajo científico y a escribir artículos para diversas publicaciones académicas. También tenía acceso a catálogos que describían materiales extraídos durante la expedición, además de mantenerse en contacto con Oppert a través de correspondencia. William aprovechó la oportunidad para descifrar la escritura cuneiforme sumeria, la cual fue establecida por Julius Oppert y otros famosos orientalistas y fundadores de la asiriología⁵, como Henry Rawlinson y su estudiante, George Smith⁶. El resultado de sus años de esfuerzo fue la versión literaria de una serie de traducciones de las tablillas de arcilla encontradas en Mesopotamia y su posterior adaptación al inglés. William llamó su trabajo como «Mitos sumerios». Al estudiar las traducciones, llegó a la conclusión de que las deidades mesopotámicas, de manera similar a las deidades griegas y romanas, se entregaban a vicios humanos, tal y como atestiguaban antiguos escritos.

    Luego de un arduo análisis de su propio trabajo, William propuso una suposición que varios intelectuales calificarían de atrevida: las deidades de la antigua Mesopotamia no eran solo un mito, sino criaturas de carne y hueso, posiblemente representantes de una civilización más avanzada provenientes de otra región; puede que incluso de otro mundo. Según uno de los mitos adaptados a su forma literaria por William, en tiempos antiguos, el templo dorado de Inanna, la diosa de la fertilidad, el amor y la cosecha, fue erigido al norte de la ciudad sumeria de Uruk⁷. Los vestigios de este imponente complejo fueron presuntamente descubiertos por William Kenneth Loftus, geólogo y arqueólogo británico, en 1849. Los antiguos sumerios llamaron este lugar «Eanna», y era un lugar sagrado, destinado a la adoración de la diosa Inanna.

    Justo como William sugería en su suposición, el complejo fue destruido durante un desastre natural; aunque este supuesto no se manifestó de la nada: Oppert descifró un fragmento de una de las tablillas de arcilla que se había mantenido legible, la cual decía:

    «Por siete días, la oscuridad cubrió los cielos, relámpagos azotaron el suelo, los ríos se desbordaron y la tierra se estremeció… Los templos de la diosa Inanna desaparecieron sin dejar rastro…»

    Una duda surgió en William: ¿Había sido una inundación la encargada de destruir el templo de Inanna? Si bien no era imposible, diversos documentos históricos no tenían ningún registro sobre una inundación en este período de tiempo.

    Una expedición de William K. Loftus sugirió que Uruk fue el primer asentamiento en Mesopotamia, lo que fue claramente comprobado por la imponente muralla que le rodea. Durante la investigación, fragmentos de pilares decorados con mosaicos y varias piezas de esculturas de antiguas deidades fueron descubiertas. Las excavaciones comenzaron en el sitio de reunión de los ancianos de la ciudad: el Templo Rojo, construido en su totalidad de ladrillos rojos, y el templo de la diosa Inanna. Llegó un momento en que los fondos para la expedición de Loftus se acabaron, por lo que el trabajo tuvo que detenerse lo más pronto posible.

    Con el pasar de los últimos años, uno de los mayores sueños de William ha sido armar su propia expedición arqueológica e ir en busca de ese santuario de las leyendas. No obstante, un proyecto de esa magnitud requeriría de mucho dinero, y dinero no era algo que William tuviera; llevaba la humilde vida de un profesor de instituto. Había poco, por no decir nada, que hacer con respecto a este dilema: sin la financiación suficiente, el profesor de historia y mitología no podría hacer realidad su sueño.

    Cabe mencionar que el aspirante a científico había intentado encontrar patrocinadores entre personas adineradas que estuvieran interesadas en la historia antigua y en la recuperación de artefactos. Desafortunadamente, sus esfuerzos se vieron truncados por el hecho de que nadie quería financiar una expedición con expectativas que se asemejaban más a una fantasía, a pesar de que la existencia de los complejos de templos y de la propia ciudad de Uruk ya habían sido demostrados por William Kenneth Loftus. Sin embargo, desde el día de dicha expedición, hace poco más de veinte años, nadie se había atrevido a acercarse a la ciudad; la mismísima idea de buscar el templo dorado de Inanna estaba rodeada de escepticismo, sobre todo en el mundo científico. Al ser William Adamson un simple profesor de un instituto apenas conocido, sus aspiraciones eran motivo de sarcasmo y sonrisas de compasión entre eruditos respetados y coleccionistas de antigüedades. Aun así, William rehusó a perder la esperanza y continuó con su misión de encontrar a alguien que financiara su expedición.

    ***

    … Tras la muerte de su padre y de que su madre se volviese a casar, la familia que le quedaba a William era Alice, su hermana menor. Alice había cumplido veinticinco años hace poco, pero no tenía hijos ni estaba casada. Por una parte, ella se oponía a la opinión pública sobre que una mujer debe estar casada, manteniéndose firme en su decisión de no querer comenzar una familia. También se sumaba el hecho que no tenía ningún pretendiente; todo a causa de la mala reputación por la que era conocida.

    Aproximadamente diez años antes, cuando Alice era muy joven, ella, William y sus padres fueron a visitar a una tía adinerada —Grace Adrian, prima de su padre— a su hacienda, cerca de un pequeño pueblo en Escocia. Un día, la joven salió a pasear y desapareció, por lo que sus padres y tía Grace alertaron a todo el pueblo y a la policía. Buscaron a la joven por todo el pueblo, registraron los edificios abandonados e incluso en el bosque, mas todo fue en vano. La policía solicitó los testimonios de los vecinos, de los padres de Alice, de William, de tía Grace y sus conocidos.

    Se dio la casualidad de que un circo había estado en el pueblo hasta hace poco, al cual Alice había asistido a varias de las presentaciones, quedando maravillada con el espectáculo de los trapecistas, en especial con uno de los acróbatas más jóvenes. Casi todos estaban convencidos de que una joven de quince años pudo haberse dejado llevar por el entusiasmo, incapaz de resistir los encantos de un joven buen mozo. Al final, la policía decidió inclinarse por la teoría de que Alice se había enamorado

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