El Altar y El Evangelio
Por Martin Stendal
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Estamos viviendo tiempos en los cuales las decisiones son importantes: se deciden gobiernos, se deciden gobernantes, se deciden destinos de personas, y de naciones enteras con sus irreversibles consecuencias. El SEÑORestá aumentando cada vez con mayor intensidad, el llamado para hacer Su voluntad; y el hombre moderno, cada vez, quiere aferrarse más a sus conocimientos, a sus deseos, a su comida, y a sus comodidades. Incluso los científicos están más preocupados por “el origen de las especies” que por el destino de la especie humana. Hoy en día, se pueden ver personas indiferentes o incluso hostiles al llamado de Dios. Hay otras quienes han sentido el llamado de Dios, pero siguen aún las orientaciones de los hombres. Sin embargo, hay otros más, que han tenido que ser excluidos de este grupo, llamado “religioso”, para seguir obedeciendo el verdadero llamado de Dios, que los líderes han querido acallar u opacar.
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El Altar y El Evangelio - Martin Stendal
EL ALTAR Y EL
EVANGELIO
Martin Stendal
El libro: El Altar y el Evangelio
, se produjo primeramente como parte de una serie de mensajes de auditorio, grabados y destinados a unas emisoras ubicadas en zonas de alto riesgo en Colombia, con el fin de difundir la predicación de este Evangelio en todo el mundo
, a través de las diferentes ondas radiales en las que se puede transmitir.
Actualmente se han grabado más de 500 mensajes divididos en grupos de series. El Altar y el Evangelio hace parte de la primera serie de 100 mensajes, llamada: Ordena tu Casa
.¹
1 Remítase al final del libro para ver el listado de Mensajes en Formato Audio. Todos se encuentran disponibles. Puede hacer su pedido a los teléfonos y/o dirección que se encuentra en la página de derechos o al final del libro, en la página 350.
Table of Contents
Prefacio
El Altar y la Sangre (Mensaje 02)
El Sistema de Leviatán (Mensaje 03)
El Nacer de Nuevo (Mensaje 04)
Dos Pactos, Dos Mujeres y, Dos Montañas (Mensaje 05)
El Sembrar la Palabra (Mensaje 06)
La Séptima Trompeta y los, Siete Truenos (Mensaje 07)
El Fuego de Dios (Mensaje 08)
El Tabernáculo de David (Mensaje 09)
El Templo (Mensaje 1)
Preparad el Camino al Señor (Mensaje 20) (Primera Parte)
Preparad el Camino al Señor (Mensaje 21) (Segunda Parte)
Las Sagradas Escrituras
Listado de Mensajes en Formato Audio
Mensajes de la Serie Nº 1
Mensajes de la Serie Nº 2
Mensajes de la Serie Nº 3
Mensajes de la Serie Nº 4
Mensajes de la Serie Nº 5
Prefacio
Estamos viviendo tiempos en los cuales las decisiones son importantes: se deciden gobiernos, se deciden gobernantes, se deciden destinos de personas, y de naciones enteras con sus irreversibles consecuencias. El SEÑORestá aumentando cada vez con mayor intensidad, el llamado para hacer Su voluntad; y el hombre moderno, cada vez, quiere aferrarse más a sus conocimientos, a sus deseos, a su comida, y a sus comodidades. Incluso los científicos están más preocupados por el origen de las especies
que por el destino de la especie humana. Hoy en día, se pueden ver personas indiferentes o incluso hostiles al llamado de Dios. Hay otras quienes han sentido el llamado de Dios, pero siguen aún las orientaciones de los hombres. Sin embargo, hay otros más, que han tenido que ser excluidos de este grupo, llamado religioso
, para seguir obedeciendo el verdadero llamado de Dios, que los líderes han querido acallar u opacar.
Este libro: EL ALTAR Y EL EVANGELIO
, trae una serie de mensajes para unos y otros. Si usted no quiere saber nada de Dios, en este libro entenderá que Dios no es la imagen que otros le han mostrado, que Él es alguien más cercano a usted. Si usted sabe algo de Dios, allí puede buscar los capítulos que le interesen para ver qué más quiere Dios desde su sagrada Palabra, para usted en particular. Si usted no solo sabe algo
de Dios, sino que es consciente que NECESITA totalmente de Dios: bienvenido a este texto que el SEÑOR nos da, para seguir en la preparación para la segunda venida del Señor Jesús, como lo hizo el ministerio de Juan el Bautista.
Hay personas que preguntan: ¿Dónde se reúnen?
, ¿Dónde está su iglesia?
, o con inquietudes similares, porque en su corazón está ese deseo de conocer más del Templo, del sitio de adoración que merece su Creador. Esa es una noble inquietud humana. Hay personas que luchan con el pecado, con la culpa, y son muchísimas, incontables, las que siguen con remordimientos (aunque no lo reconozcan). Las enfermedades de los últimos siglos son expresión de muchas desavenencias con sus congéneres no resueltas. Los líderes religiosos han confundido a sus oyentes con las palabras salvación
y la han separado de la palabra salud
. Muchos han eliminado las palabras: juicio, justicia, limpieza, de tal forma que se pierde su importancia. Y son todavía mucho más numerosas en la tierra, las personas que NO TIENEN PAZ.
En este tiempo, el ser humano está confundido por las consecuencias que resultan de recibir el mensaje de Dios a través de intermediarios. Hay muchos intermediarios, intercesores o medianeros. Este libro no pretende ser eso. Pretende contarle a usted por qué está Dios anhelando, todavía con mucha paciencia, anidarse en su corazón, y hacerle partícipe de sus eternas manifestaciones de amor; hacerle partícipe de sus secretos e invitarlo a unas bodas especiales sin distingo de razas, credos, congregaciones, etc; sin las condiciones o exigencias de los líderes religiosos o de las agrupaciones, sino según sus propios estatutos y, con una única condición: que entremos EN SU HIJO JESÚS, EL CRISTO. Es la única exigencia. Él dijo: Venid a mí: TODOS. Por eso no nos extraña saber que hay cabida para los mestizos, afroamericanos, europeos, ricos, pobres, alzados en armas, congresistas, sanos, enfermos, evangélicos, católicos, ateos, esclavos, libres.
El Señor vino y deja la invitación. No la dejó
, la deja….porque aún está vigente. Tómela antes que sea demasiado tarde. Antes que tenga que lamentarse como el rico cuando gemía diciendo:
… Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama.
(Lucas 16:24)
Estamos a tiempo. El SEÑOR nos recuerda a cada momento que el tiempo es ¡AHORA! Tome este escrito, llévelo a su boca
espiritual. Haga la masticación, realice la degustación, haga la deglución, páselo, y lo demás, ya queda en las manos de Dios.
Fíjese cuánta libertad le ha dado Dios, para hacer Su voluntad. Va a conocer un poco del Templo, de los juramentos, de las bendiciones y las maldiciones (¡otra vez!), de las trompetas, las copas, de la limpieza. Del Altar (¡cuántas diferencias!), de la sangre (en un país que ha derramado tanta), de las coberturas
(tema de gran preocupación para los amigos evangélicos), del diezmar, del sistema religioso actual (Leviatán), lleno de mentiras, fuerza y orden
(todo en un solo costal), utilizado para controlar a los diferentes grupos que se han matriculado en un credo religioso con su propio nombre.
¿Por qué se ha deteriorado el famoso nacer de nuevo
?, y ¿la presencia de abortos espirituales? ¿Cuáles son los pactos que Dios desea hacer con los seres humanos? ¿Qué significan los verbos: cortar
y sembrar
que han sido tan mal empleados? ¿Por qué hay siete: Yo Soy
en la Escritura?; el Padrenuestro no repetido como loros, sino con armonía celestial, con las Bienaventuranzas del Evangelio de Mateo, y las del Apocalipsis. El fuego de Dios (miren el capítulo ٧), la Casa (El Tabernáculo), nuestro templo interior.
Este libro pretende dar Gloria únicamente a:
….Jesús el Cristo, el testigo fiel, el Primogénito de los muertos, y Príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.
(Apocalipsis 1:5)
– Fernando Torres, Editor
1
Cuando la palabra que se predica es muy ungida y muy acertada, es más fácil aceptarla o recibirla, pues al menos es dulce en la boca, aunque nos amargue y nos purgue el vientre. Sin embargo, hay que estar preparados para el momento en el cual alguien tome el micrófono y hable algo descabellado. Podría pasar; en todas partes pasa. Y cuando eso sucede, todos tendríamos que tener la sabiduría y la unción de Dios para manejar el caso, porque todavía estamos en el ámbito donde vemos como dice el apóstol: como por espejo, en oscuridad
(1 Corintios 13:12).
Los dones que tenemos de Dios, todavía funcionan en el ámbito de, en parte
; porque no estamos operando todavía en el ámbito de la perfección, aunque algunas veces puede que sí suceda por cortos periodos de tiempo. No obstante, la perfección es la meta. Entonces, si algo de lo que se dice es una equivocación, es necesario que usted tenga el discernimiento del Espíritu de Dios para ¡comer la carne y sacar los huesos!, para que nadie tenga algún problema con un hueso.
Si estamos pidiendo buenas cosas al SEÑOR, Él promete dárnoslas. Entonces, al predicar es necesario tener la seguridad dentro de nosotros, que eso es lo que el SEÑOR quiere que se diga; y aun, se debería estar dispuesto a dar la vida por la verdad que elSEÑOR nos ha dado; pero, el hecho que se esté dispuesto a dar la vida por la verdad, no quiere decir que todo lo que se diga sea la verdad, pues fácilmente nos puede quedar un área de ceguera.
En lo natural, todos tenemos la misma característica. Todos vemos más o menos ciento veinte grados en adelante, y lo hacemos bien. Luego, hay un área al lado, en donde no vemos tan bien; y por último, hay otra área detrás de nosotros, donde no vemos, y donde no es posible que un ser humano de carne y hueso, pueda ver. Si se quiere ver detrás nuestro, se tiene que voltear la cabeza, o confiar en que alguien que esté mirándonos de frente, pueda ver lo que esté sucediendo allí. Entonces, si sentimos que elSEÑOR nos está uniendo con algún hermano que nos está mirando de frente, y ese hermano también está buscando ser limpio de corazón así como nosotros lo estamos buscando, cuando ese hermano viene a decirnos: Mire, estoy viendo esto que quizá, usted no está viendo
; entonces, ¿qué se tiene que hacer? Nuestro deber, es el de poner atención, y procurar poner el problema delante del SEÑOR.
Si el SEÑOR nos quiere decir algo a través de otro hermano, cuando él o ellos hablan (aunque de pronto choque un poco si es una palabra que, como se dice popularmente, ¡pone el dedo en la llaga!), la reacción al comienzo puede ser de dolor y nos puede hacer brincar un poquito; pero, después, si contemplamos el problema delante del SEÑOR, y si el Espíritu de Dios comienza a mostrarnos que aquello que dijo nuestro hermano es cierto, debemos hacer caso, y así podemos crecer.
El tema de este mensaje es básico: es el tema de El Altar y la Sangre
. Alguien preguntó: Escuchamos que tienen reunión donde
tal hermano; cuénteme ¿bajo qué cobertura se están haciendo estas reuniones?
Y no lo hizo de mala gana, solamente que dentro del ámbito de él, quería saber cuál era la cobertura. La persona pensó que íbamos a decir: "Estamos operando bajo la cobertura del apóstol tal…. Y de pronto se quedó sorprendido cuando mi esposa le respondió:
Estamos operando bajo la cobertura del Espíritu Santo".
¿Cómo es esa cobertura del Espíritu Santo? Normalmente, las personas que dicen
operar bajo la cobertura del Espíritu Santo, resultan en problemas. Resultan como cabos sueltos; les suceden situaciones vergonzosas, y no hay quién responda. Entonces, por esa razón arman juntas, nombran apóstoles y buscan formar un sistema jerárquico para controlar esas situaciones, para que no vuelvan a suceder esas desgracias en el nombre del SEÑOR. Cada vez que hay un problema, arman otra regla para evitar descontroles. Y estas cosas funcionan aparentemente al comienzo; pero ahora, después de 2000 años, hay más de 2000 sectas todas diciendo ser ‘los verdaderos apóstoles’.
Estuve hablando con un hermano a quien considero un verdadero apóstol (la palabra apóstol quiere decir, enviado del SEÑOR
; y cuando el SEÑOR envía a alguien le da autoridad para representarlo); y él, estaba contemplando unas amenazas; estaba buscando esconderse, y no sabía qué iba a pasar acerca de los 400 grupos que estaba manejando. Entonces, le dije: Bueno hermano, yo nunca he estado con tanta responsabilidad, pero en lo poco que me ha tocado, de pronto tratando con unos 30 líderes como máximo, lo que les he propuesto a ellos, y lo que me he propuesto, es el tener una entrega al SEÑOR, de tal manera que, en privado y en público, todo líder esté comprometido a recibir la corrección del SEÑOR, cómo y cuando sea necesario. Que nuestro compromiso se base en que el SEÑOR pueda tratarnos y corregirnos directamente
.
Lo que más da confianza en un líder, para tener el testimonio que ese líder sí es de Dios, es cuando se puede observar que, si lo necesita, hay la corrección y la intervención de Dios en esa persona. Eso da confianza y es una señal, de seguridad que elSEÑOR está siendo directamente responsable por ese ministerio. Si se tiene que disponer de una junta y referir todo a un apóstol, y si tiene que haber un detective para ir detrás de todos los hermanos que tienen carnets
expedidos por una iglesia (cualquiera), para saber qué están haciendo, pues no serviría de nada; y además, se necesitaría de buenos detectives también. Pero, el Espíritu de Dios coge las cosas en el aire; el Espíritu de Dios puede parar los asuntos, cuando todavía es un mal deseo en el corazón, antes que se manifieste en obra, aun antes que se manifieste en palabra.
Además, si los hermanos tenemos que intervenir en la corrección de alguien en particular (por medio del procedimiento enunciado en la Biblia, que habla de dos o tres testigos; y luego, en un caso de desobediencia mayor, ante la iglesia), porque ya hay dos o tres testigos en un problema cualquiera (robo, adulterio o algo por el estilo); pues, el ministerio de ese hermano aun si se arrepiente, ya está muy averiado, y va a demorar mucho tiempo para recuperarse, si es que se puede recuperar. Por el contrario, elSEÑOR puede tratar nuestros corazones directamente, cuando está la más mínima señal de desvío; Él puede corregir nuestro ministerio antes que hayamos cometido una falla, de tal magnitud, que llegue a ser mal testimonio ante todo el mundo. Entonces, la cobertura del Espíritu de Dios es la mejor cobertura; y el Espíritu de Dios, obra a través de seres humanos, y también obra directamente.
Estuve en la ciudad de Minneapolis, dando un mensaje en el entierro de la esposa del hermano Clayton Sonmore. Una vez terminado el servicio nos invitaron, a Clayton y a mí, a un encuentro de líderes especializados en tener reuniones grandísimas. Uno de ellos llegó a reunir alrededor de 16.000 personas en convenciones; y otro, tiene grupos por todas partes. Esas personas estaban sometidas a dos apóstoles; el primero ya había muerto, y el segundo estaba por hacerlo. Por tal motivo, estaban en peligro de quedar sin cobertura
; y estaban invitando al hermano Clayton, porque pensaron que en él, iban a tener otro papá u otro apóstol, para ser el responsable de ellos. Entonces, el hermano Clayton se paró ante ellos y dijo: Bueno, cuando tengo la unción de Dios, está bien que me escuchen y acaten, si realmente es la voz de Dios; pero, el problema es que no siempre la tengo. Entonces, en el momento que no la tengo, si me encuentro hablando por mi propia cuenta y ustedes continúan siguiéndome y acatando, seríamos como una partida de ciegos siguiendo a otros ciegos, y por ende, iríamos al mismo hoyo como dice la Escritura. Y esto se aplica para cualquier ser humano: Tenemos el momento cuando el SEÑOR habla con claridad a través de nosotros, pero también tenemos momentos cuando no es así.
Clayton dijo que él no iba a ser el hermano mayor (el líder de ellos), porque ya había un hermano mayor que se llama el Señor Jesús. Dijo que él no iba a ser el apóstol de ellos, porque ya había un apóstol, que es el mismo Señor Jesús. Y agregó que en el momento en que tuvieran alguna pregunta, y que el SEÑOR le dé la unción para responder, ellos estarían en libertad para tomar el mensaje, o para dejarlo; pero que él no iba a dejar que ellos lo nombraran como su apóstol, donde todo lo que él les dijera, sería obedecido por ellos. Clayton no aceptó, y creo que ninguno de nosotros podemos aceptar si alguien nos ofreciera algo por el estilo. El SEÑOR sí da responsabilidad; pero nosotros tenemos que obrar en esa responsabilidad según lo que el SEÑOR está haciendo en nosotros. Al fin y al cabo, es el SEÑOR el que está en libertad para obrar como Él quiere.
Entonces, por esto es tan importante entender este asunto de "el altar y de la sangre", porque en el altar es donde se aplica la sangre; y porque, asociado con la sangre, está la vida
. En las Escrituras, en el libro de Levítico dice que no se puede comer sangre, porque la vida (o el alma), está en la sangre (Ver Génesis 9:4; Levítico 17:11-15). Si queremos recibir esa cobertura de vida del Espíritu de Dios (porque el Espíritu de Dios es la vida de Jesús, y Él manda a cubrirnos con su Espíritu, y con su vida), si queremos entrar a escondernos en la vida de Cristo, que es simbolizada en la Escritura como por una vestidura blanca, entonces, tenemos que dejar la vida nuestra
, o los deseos nuestros
.
No podemos seguir siendo los dioses de nuestras propias vidas; si queremos estar bajo la cubierta de Dios, tenemos que resolver este asunto, en el altar. En el Antiguo Testamento hacían altares, y su origen se menciona en el libro del Génesis, cuando dos hermanos decidieron presentar su ofrenda al SEÑOR (Recuérdese la historia). Uno de los presentes fue recibido, y el otro no. Dios aprobó el altar y el sacrificio de uno, y no aprobó el altar ni el sacrificio del otro. El uno ofreció un corderito, y el otro ofreció la obra de sus manos, que era el grano que había producido.
En el libro del Éxodo, capítulo 20, el SEÑOR dio mandamientos a su pueblo. ¿Cómo consiguieron esa ley y esos mandamientos? Los consiguieron, porque ellos decidieron y expresaron, que no querían escuchar más la voz del SEÑOR, porque si lo seguían haciendo, iban a morir. Entonces, mandaron a Moisés subir a la montaña, escuchar a Dios, y volver a bajar, para contarles lo que Dios decía.² Y cuando Moisés subió, y luego bajó con los diez mandamientos, ya el pueblo estaba en idolatría con un becerro de oro, y Moisés arrojó esos mandamientos, porque ya estaban quebrantados.³ No es posible cumplir la ley de Dios, cuando la recibimos de segunda mano. La única manera de cumplirla, es cuando Dios mismo la escribe en nuestro corazón y en nuestra mente; y para esto es el trato del altar.
En el libro del Éxodo, capítulo 20, al final de este, Dios le hace dos advertencias al pueblo acerca del altar.
Éxodo ٢٠:
²³ "No hagáis junto a mí dioses de plata, ni dioses de oro os haréis [Todavía el dios plata y el dios oro, siguen vigentes como una gran tentación ante el pueblo de Dios].
²⁴ Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en cualquier lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi Nombre, vendré a ti, y te bendeciré.
²⁵ Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares tu pico sobre él, tú lo ensuciarás.
²⁶ Y no subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no sea descubierta junto a él".
El altar, en el Antiguo Testamento, es lo mismo que el evangelio
, en el Nuevo Testamento. El altar es un sitio donde tenemos un encuentro con el SEÑOR, para hacer un pacto con Él. Y los símbolos del pacto son el pan y el vino, que anteriormente, en el Antiguo Testamento, se simbolizaban por el grano y la sangre que se ofrecían sobre el altar. El grano (o el pan) sin la sangre (o el vino), no es recibido por Dios, y eso fue en lo que falló Caín. No podemos entrar en la provisión de Dios en la vida nueva, sin salir de la vida vieja. Y Caín quería entrar a la bendición, sin la sangre, y no fue acepto; y en vez de arrepentirse, se enojó y mató a su hermano.
En la Biblia, la primera referencia de la sangre, aparece cuando Caín mató a su hermano Abel (Ver Génesis 4:10). La última referencia está en el libro del Apocalipsis, capítulo 19, cuando el SEÑOR, que es llamado Fiel y Verdadero, estaba vestido de una ropa teñida en sangre, y sale como vencedor sobre todas las fuerzas del mal. Este tema de la sangre es muy importante, porque con la sangre se inició el problema, y con la sangre se termina. Todos nosotros, en nuestro estado natural, hemos participado en el pecado de Caín, y después, en el crimen de los judíos de matar al Señor, con nuestra actitud, con nuestros hechos, con nuestra apatía, con nuestro egoísmo, y por eso todos tenemos la necesidad de estar bajo la cubierta de la sangre de Jesús.
Entonces, como se nota en el libro del Éxodo, capítulo 20, no se pueden cambiar las condiciones. Cuando Dios pone piedras, entonces, no las podemos pulir; las condiciones tienen que ser como Dios las establece. Si nosotros comenzamos a embellecer el altar, labrando las piedras, dice la palabra de Dios que lo estamos en realidad contaminando
. ¿Qué hemos hecho en el Nuevo Testamento? Hemos dicho que no es necesario arrepentirse, que no es necesario que el hombre viejo muera, que solamente es necesario recibir a Cristo, y que al recibirlo a Él, vamos a recibir lo mejor de este mundo también. Así es el Evangelio que muchos predican, cuando el verdadero Evangelio de Dios, es un Evangelio de una entrega total al SEÑOR.
Tampoco se puede hacer el altar con gradas, porque dice que si se hace el altar con gradas, va a quedar vista nuestra desnudez. En otras palabras: Si queremos ir al SEÑOR poco a poco, entregándole un poquito de nuestra vida hoy y otra cosita mañana, y pensamos que así podemos aproximarnos al altar (por unas gradas), lo que no entreguemos al SEÑOR se va a convertir en blanco del enemigo en contra de nosotros, y él va a disparar allí. Cuando alguien dice: Estoy dispuesto a servir al SEÑOR, y a hacer cualquier cosa, menos tal…
; o, Estoy dispuesto a entregar todo, menos tal… cosa
; precisamente ese menos tal… cosa
, se convierte en el campo de batalla, y en el área en donde usted va a ser derrotado. Y cuando usted es derrotado, queda su vergüenza descubierta, como mal testimonio ante todos.
Entonces, el sistema de Dios no es con un altar de gradas. El sistema de Dios es: o se entrega nuestra vida a Dios, o no se entrega. O frío, o caliente; pero tibio no. Mas adelante, tenemos otro ejemplo en Esdras, capítulo 3, que dice:
³ Y asentaron el altar sobre sus basas, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos al SEÑOR, holocaustos a la mañana y a la tarde
.
¿Por qué levantaron primero el altar? ¿Por qué no edificaron primero el muro? (Pues el muro fue lo último que edificaron).
El pueblo llegó a restaurar la ciudad de Dios, y lo primero que hicieron fue edificar de nuevo el altar, y comenzar con los holocaustos; después, pusieron los cimientos del templo; luego, edificaron el templo; y por último, levantaron las murallas y las puertas. Ellos sabían que el altar, tenía que ver con la cubierta; y que debía haber aplicación de sangre, para quedar bajo la cubierta, porque la vida está en la sangre;⁴ y si no hay aplicación de la sangre, si no hay altar a la manera de Dios, y si no hay aplicación de la sangre a la manera de Dios, no hay bautismo en el Espíritu Santo. Si no hay bautismo en el Espíritu Santo, no hay cobertura ni protección.
El bautismo es en el Espíritu Santo y en fuego (Ver Mateo 3:11 y Lucas 3:16). El fuego del altar no puede ser cualquier fuego; no podemos hacer un altar y encender nuestro propio fuego, pues el fuego tiene que ser encendido por Dios. Si el fuego no es el fuego de Dios, el altar no sirve, y es una abominación ante el SEÑOR. Todas estas cosas es importante analizarlas, porque para nosotros, hoy en día, es necesario entender que el altar no es un montón de piedras para matar un animal encima; el altar no es un sitio en específico; el altar es hacer un contrato, un Pacto, un convenio con Dios, a la manera de Dios, y para eso tenemos los símbolos del Viejo Pacto.
Según el libro de Levítico, capítulo 7, en el original dice que las personas tenían que llegar al altar, a ofrecer su pecado. En otras versiones de las Escrituras, dice que llegaban primero con su ofrenda; pero, en el original no dice ofrenda, aunque lo hayan traducido así diciendo que las personas tenían que llegar con su ofrenda para el pecado. El altar y la aplicación de la sangre, no es para que nosotros podamos seguir en nuestros pecados, bajo alguna cubierta rara de la gracia de Dios, como por obra de magia. El altar es para que nosotros podamos salir limpios, sin pecado; entonces, es necesario hacer como lo hacían ellos.
Cogían un becerro, y ponían las manos sobre él. Ese becerro se convertía en el pecado; y entonces, llevaban el pecado al altar, para que fuera desangrado. En ese instante la persona que estaba haciendo ese ofrecimiento, tenía que estar allí, con sus manos encima de la cabeza del animal, ayudando al sacerdote a matar el animal. Así mismo, nosotros tenemos que entregar nuestro pecado con la ayuda del Señor, pues el Señor es ahora el único mediador entre Dios y los hombres. Él es quien ayuda a tomar nuestro pecado para matarlo, desangrarlo, quitarle la vida, para que ese pecado ya no tenga, ni vuelva a tener, más poder sobre nosotros.
El altar es el lugar en donde nosotros podemos tener un encuentro con nuestro Señor Jesús. Puede ser en donde nos encontremos: en la casa, en la reunión, en cualquier sitio. El sitio físico no es importante; lo importante ahora, es que tengamos un encuentro con el Señor Jesús, y que le entreguemos nuestro pecado a Él, para que Él nos ayude a matarlo, hasta que el pecado no tenga más poder sobre nosotros. Luego, hay que hacer otro sacrificio simbolizado por un macho cabrío; y las Biblias lo tradujeron como pecado o sacrificio de la culpa, pero en el original solamente dice que debemos entregar, no una ofrenda para la culpa, sino la culpa en sí, donde este segundo animal se convierte en la culpa. Después que el Señor nos mata el pecado, el enemigo nos quiere decir: Usted no puede tener una relación con Dios; usted no puede tener una comunión con Dios; usted no puede comportarse como un hijo de Dios; usted no puede obrar en un ministerio delante de Dios; usted esto… o lo otro
. Entonces, ¿qué quiere hacer el SEÑOR? Él quiere matar la culpa, para que no la tengamos más. Y eso, en el libro del Levítico, se simbolizaba con un segundo sacrificio de un macho cabrio.
Después que se ha acabado con el pecado y con la culpa, viene un tercer sacrificio que se hacía sobre el altar, llamado el sacrifico de la paz. Ese sacrificio se hacía (como dice en el original), en "holocausto". Se comienza a introducir el término holocausto
en la Escritura. El sacrificio de la paz simboliza a la persona estando bien delante del SEÑOR, sin pecado y sin culpa; simboliza a la persona lista a ofrecerse a sí misma, al SEÑOR. Como dice el Apóstol Pablo, en la Carta a los Romanos, capítulo 12:
¹ Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto
.
El sacrificio de la paz, en el altar de Dios, simboliza a la persona dispuesta y disponible para lo que Dios quiera; porque ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, porque hemos sido comprados por gran precio.
El hecho de quitarnos de encima el pecado y la culpa, se presenta como una salvación que no merecemos, y que no podemos comprar con nuestros propios hechos; pero tiene un tremendo precio, porque el Señor lo pagó con su vida. Si nosotros entramos en esa cobertura de la vida de Él, ya no debemos regresar a la vida nuestra. Si nosotros nos identificamos en la muerte de Jesús, entonces, tenemos que dejar atrás nuestro orgullo y nuestra arrogancia, nuestro capricho y nuestros propios deseos, para acatarnos después, a la voluntad de Él. Esas son las condiciones del altar.
El altar es para una entrega total al SEÑOR; no para una entrega parcial. Cuando viene la entrega total, entonces, sucede algo muy interesante que se llama holocausto
, que quiere decir, escalera
(o en ascenso
). Es la misma palabra que se emplea, cuando Jacob vio (en sueño) una escalera apoyada en tierra, cuya cabeza tocaba el cielo; y donde ángeles de Dios, subían y descendían por ella (Génesis 28:12). Los ángeles de Dios subían y descendían por ese holocausto. Cuando ofrendamos nuestra vida; cuando ofrendamos lo bueno que hemos recibido de Dios; cuando ofrendamos una vida limpia delante del SEÑOR; entonces, se abre el cielo para nosotros; se abre el camino de tener comunión, no solamente con el Señor Jesús, sino