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Maxi y la banda de los Tiburones
Maxi y la banda de los Tiburones
Maxi y la banda de los Tiburones
Libro electrónico77 páginas1 hora

Maxi y la banda de los Tiburones

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Información de este libro electrónico

Max y su amiga Lily bajan a la calle para jugar con la banda de los Tiburones. De repente, el anorak de Lily desaparece... Dará comienzo, entonces, una emocionante aventura en la que los dos amigos tendrán que recurrir a su inteligencia para salir indemnes de todos los peligros. Una historia en la que se muestra la importancia de la amistad en la superación de las dificultades.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 mar 2012
ISBN9788467552904
Maxi y la banda de los Tiburones

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    Maxi y la banda de los Tiburones - Santiago García-Clairac

    A Julia

    1

    SIEMPRE digo que de mayor quiero ser aventurero, pero donde mejor me lo paso es en mi habitación leyendo libros y tebeos.

    Así aprendo mejor cómo son los aventureros. . He descubierto que casi todos se han recorrido el mundo entero varias veces.

    Eso es lo que haré cuando sea mayor, me iré con mi amiga Lily a recorrer el mundo.

    Y haremos como ellos, ayudaremos a los débiles contra los malvados. Aunque ya veremos quién nos ayuda luego a nosotros.

    De momento, lo mejor es no meterse en líos y ser bueno.

    Además, me conviene portarme bien porque mi padre me ha prometido que me va a comprar un ordenador, y eso me apetece mucho.

    Si aprendo informática, podré trabajar y ganar dinero cuando no esté por ahí de aventuras.

    Mi padre me ha dicho que un buen aventurero tiene que tener un empleo fijo para poder pagarse las aventuras.

    Ya me he dado cuenta de que a los aventureros no les paga nadie. Ayudan a la gente y sólo les dan las gracias y les dicen que pueden volver cuando quieran, pero no les sueltan ni un solo euro.

    Por eso, lo mejor es tener un sueldo e irse de aventuras durante las vacaciones.

    Mi padre me contó que una vez se fue de vacaciones a un país lejano con mi madre y que les robaron todo el equipaje, el dinero, la tarjeta Visa e incluso los billetes de avión, y tuvieron que pedir asilo en la Embajada. Después, los metieron en un autobús y cruzaron el desierto y casi se mueren de hambre. Luego, cogieron un barco, y como nadie les quería dar nada, tuvieron que hacer de criados de una familia de ingleses ricos. Los ayudaban a cuidar a los niños.

    Esa sí que fue una buena aventura.

    Pero cuando yo me vaya de viaje, tendré cuidado de que no me roben las cosas, aunque no sé si lo podré evitar porque las aventuras vienen cuando quieren.

    Como el otro día, que me ocurrió algo que mi madre no debe saber porque se moriría del susto...

    Acababa de volver del colegio por la tarde y sonó el timbre de la puerta.

    —Maxi... ¿Puedes abrir la puerta, por favor? –gritó mamá desde su despacho.

    Yo nunca había abierto la puerta de nuestra casa, pero como ahora le ha dado la manía de que me estoy haciendo mayor, pues quiere que haga cosas atrevidas. Como el día que me mandó a comprar el pan.

    —No puedo mirar por la mirilla, mamá; está muy alta –le respondí sin salir de mi habitación–. A lo mejor es un atracador.

    —No digas tonterías. Pregunta quién es antes de abrir –me previno–. Ahora estoy muy ocupada y no puedo moverme de aquí.

    Mi madre trabaja para una revista de decoración y cuando se sienta a trabajar en su ordenador no se puede distraer, porque se le va de la cabeza lo que tiene que escribir.

    Pero si mamá llega a saber lo que me esperaba tras la puerta, jamás me habría dado aquella orden.

    —¿Quién es? –pregunté, apoyando la cara contra la puerta.

    —Hola, Maxi, soy yo, Lily –anunció ella con esa voz suya tan especial–. ¿Puedo pasar?

    —Claro que sí –dije, abriendo lentamente.

    —¿Quién es? –preguntó mi madre.

    —Soy yo, señora... Lily, la vecina del cuarto –respondió mi amiga sin darme tiempo a abrir la boca. Y se dirigió hacia el despacho de mi madre.

    —Hola, Lily –dijo mi madre al verla–. ¿Vienes a jugar con Maxi?

    —Vengo a buscarle –respondió con firmeza, como dando una orden–. Los Tiburones nos están esperando... ¿Le deja usted salir conmigo?

    —¿Qué es eso de los Tiburones? –preguntó mamá un poco sorprendida.

    —Los

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