Patán, hazme un hijo
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Patán, hazme un hijo - Enrique Olmos de Ita
México
Prólogo
Gahdiel Andrade Torres*
Soy un apasionado de las historias; las que puedo encontrar en un libro, las que puedo imaginar a partir de una imagen, las que escucho, las que puedo mirar en una película, cortometraje o documental y las que puedo sentir con una obra de teatro. La primera vez que tuve la oportunidad de observar el montaje de una obra de Enrique Olmos de Ita (No tocar) puedo decir que sentí rabia, mucha rabia, porque abordar un tema como los que él trata no cualquiera es capaz de hacerlo con tal maestría.
Tuve que esperar algún tiempo para que entre mis ocupaciones y este ritmo desenfrenado al que llamamos vida, me dieran la oportunidad de ver la puesta en escena de otra obra escrita por él (Era el amor como un simio). Durante el espectáculo me habían insultado, no sólo a mí, sino a todo el público que estuvo presente, de manera literal, pues nos pusieron de pie y casi se cagaban en nuestros muertos, pero el público reía. Definitivamente este tipo no era de este mundo. Al terminar, en una charla con el director de la obra y el dramaturgo, me imaginaba a un señor muy mayor, canoso y lleno de experiencia. Al contrario, veo subir al escenario a una persona joven. Resulta que era el mismísimo Enrique Olmos de Ita. Me hubiera gustado decir que el tipo era un cabrón, prepotente, facineroso, y con tan mala suerte para mí que resultó ser todo lo contrario.
Lo que es la vida, o esta larga y compleja telaraña de circunstancias, cierto día un dramaturgo viene al lugar donde trabajo (el centro creativo La Ferro de Guadalajara) para hacer una investigación que lo llevaría a escribir una obra para/con niños (El sur viaja en tren) de la misma colonia. Busqué un pretexto o la oportunidad para que un grupo de estudiantes interesadas en el teatro hablara con él y esa tarde pudimos descubrir que lo que él hace se llama neurodrama.
Después, en una cafetería descubrí a la persona: Alguien con las ideas muy claras, con un pasado que le hace extrañar sus orígenes, con una mirada crítica a la sociedad. Como era de esperar, en el montaje posterior de El sur viaja en tren hizo que me subiera en un tren en el cual la creatividad estuvo presente de la mano de unos niños y niñas muy cercanos. Una historia sobre la migración centroamericana y la respuesta de la infancia mexicana.
Cómo será de bueno este tipo que hizo que el mismo grupo de jóvenes de secundaria y yo recorríeramos la ciudad de Guadalajara para ver otra de sus dramaturgias, en una de las cuales ellas y ellos escucharon sin tapujos hablar de relaciones sexuales, como tal vez no lo pueden hacer con un adulto, y si hay algo que puedo decir es que la obra les encantó (Hazme un hijo).
Cuando nos enteramos de otro montaje, la reacción no se hizo esperar y fuimos al teatro para toparnos no sólo con la historia de un perro, sino el retrato de una sociedad tan compleja como la nuestra. Eso no es fácil de conseguir, pero Enrique nos volvió a emocionar con Patán, un perro cuya vida es sueño.
Tres historias incluidas en este libro y que han permeado el teatro y la ciudad de Guadalajara. Historias que nos hacen reír, soñar, nos hacen sentir que sin el teatro no se puede vivir.
* Espectador y profesor. Director del centro creativo La Ferro. Le gusta conducir una bicicleta por la ciudad de Guadalajara.
Hazme un hijo
Falso documental de un suceso imbécil y hormonal
QUIÉNES
Lara/17 años
Claudia/22 años
Patán/3 años y medio; en vida de perro, la madurez
Testimonios. Inciertas intervenciones de un supuesto documental (pueden ser interpretadas por el mismo actor caracterizado y/o grabadas previamente y proyectadas en video o lo que decida el puestista).
CÓMO
Las voces que se emparentan, que conviven y se arrastran hasta llegar a la escena, sonrojadas y confusas como gestos de adolescentes. El juego de la simultaneidad emocional y el documental como artilugio, pretexto y telón de fondo. Es posible el uso de herramientas multimedia para los testimonios.
CUÁNDO
En las primeras décadas de un siglo incierto. Más o menos en la época de la redes sociales como norma, la excitación cibernética, alta velocidad virtual y los anticonceptivos de sabores.
DÓNDE
En cualquier rendija emocional de la clase media occidental. Un poco de amor, algunas feromonas y mucha incertidumbre.
POR QUÉ
Para buscar la complicidad emocional de los gestantes. Dibujarlos, escucharlos, verlos desde su propio espejo. Un texto con las piernas abiertas para el director: mínimas acotaciones y múltiples posibilidades.
I
Un espacio indeterminado. Puede ser al mismo tiempo virtual o el insondable vacío de la escena desnuda.
Lara.
Mido un metro sesenta y dos, aunque creo que puedo crecer aún más, dos o tres centímetros. Nunca he matado a una rana, ni a un conejo, pero sí a varios insectos. Nunca he cocinado una pizza. Siempre la he comprado congelada para meterla al horno y listo; también la he comprado en la modalidad de envío a domicilio. Llega fría, casi siempre, pero llega. No me gusta el chorizo, tampoco la piña, pero sí me gusta el peperoni. He tenido la intención, más de una vez, de dejarme las uñas largas, no sólo las uñas de las manos, también las de los pies, para saber qué se siente tener pezuñas.
Patán.
Peso 39 kg aproximadamente, depende el día. Soy una mezcla de mezclas. Un poco de rottweiler, algo de viejo pastor inglés, creo que hubo un gran maltés en algún abuelo y es probable que en mis genes haya más razas, de los perros medianos, sobre todo. Nací en la protectora de animales Sonrisas Caninas. Ahí me adoptaron. Oficialmente soy de Claudia, pero toda la familia me pertenece o yo a ellos, no sé. Primero decían que era de raza gigante, ahora dicen que soy del grupo de razas «sólo grandes». No sé. Lo cierto es que no creceré más, según el veterinario. Mi veterinario se llama Agustín. A veces sueño con él. Sueño que le muerdo la cara y llora; llora como lloran los humanos, con lágrimas y mocos, y después se tira al piso y se esconde debajo de su mesa de escritorio y gime mucho rato, hasta que lo perdono. Después despierto. Siempre despierto.
Claudia.
Acabo de cumplir 22 años. Estoy en el último año de la universidad, más las prácticas, más el servicio social, más la tesis, más el trabajo