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Pasión arriesgada
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Libro electrónico153 páginas2 horas

Pasión arriesgada

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La estaba conquistando un hombre al que deseaba pero al que no podía tener...
Para ayudar al negocio de su hermana, Roxanne Gray aceptó un empleo en el que tendría que pasar mucho tiempo con el importante arquitecto Cade Taylor Watson. Lo cual no era precisamente un suplicio porque era alto, guapo e irresistiblemente atractivo. Pero también era terreno prohibido, así que no debía dejarse llevar. El problema era que Cade también sentía algo por Roxanne... y así comenzó una persecución que quizá terminara en el altar...
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 jul 2017
ISBN9788491700791
Pasión arriesgada
Autor

Darcy Maguire

When Darcy was a girl, she swung through the trees with Tarzan, rode shotgun with The Dukes of Hazzard, and explored the stars with the space family Robinson in Lost in Space But in her versions of these popular TV shows, there was always romance, always a kiss - and always a "happily-ever-after." And she didn't change as she grew up! As a teen, the romantic in her wanted flowers, chocolates, and promises of undying love. Sadly, she wasn't to find that love for many years, but she learned a lot about yearning and heartache. After high school, she decided to go out in the world and experience life before she tackled university. She traveled, studied art...and fell in love! Darcy met her husband on a blind date and knew that she'd found that true, undying love she'd longed for as a teen. This was the man she'd spend the rest of her life with. Ten years and four children later, Darcy yearned again for that first flush of love, but this time she wanted to write about it - create characters who would struggle to find true love, and have the happily-ever-after that she'd found in her own life. She began writing romance novels, hoping to share the stories that she loves to create. Darcy's first book took a year to write, and when it went flying off into the sunset to England, she felt like the most accomplished writer in the world. She'd faced the challenge and succeeded. She'd written a book! Darcy didn't wait for the editor's answer - she had to write her next one so that when she received the beautiful call she'd have another book to give her. When the rejection came for the first book, Darcy was sure that it was the second one that would win her that fateful call. Four rejections later, she was just as determined that this next book would be the one. And nine months after that, Darcy received the call! It was the night before she was due to fly to Sydney for the 2001 romance conference. She couldn't believe it. They wanted her book! She's sure she spent most of the conference floating two feet above the floor. Fortunately for Darcy, she had continued writing while waiting for the answer to that submission, and had two other books to offer Mills & Boon. She was blessed with a three-book contract! Her career had finally begun. Darcy lives in a small suburb on the outskirts of Melbourne with her husband, four children, two cats, two rabbits, and one dog. When she finds a spare minute or two, she loves to do pottery and needlework. But her favorite distractions are reading books and going to the movies. Darcy's advice for other writers: Think more about what could go right; take time to learn the craft and write - and keep writing. Don't stop until you get that beautiful call!

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    Pasión arriesgada - Darcy Maguire

    Editado por Harlequin Ibérica.

    Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Núñez de Balboa, 56

    28001 Madrid

    © 2005 Debra D’Arcy

    © 2017 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Pasión arriesgada, n.º 2000 - julio 2017

    Título original: The Bridal Chase

    Publicada originalmente por Mills & Boon®, Ltd., Londres.

    Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

    Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

    ® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

    ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

    Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

    I.S.B.N.: 978-84-9170-079-1

    Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

    Índice

    Portadilla

    Créditos

    Índice

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16

    Capítulo 17

    Capítulo 18

    Si te ha gustado este libro…

    Capítulo 1

    ROXANNE Gray miró al techo y dejó escapar un largo suspiro. El local estaba lleno y había mucho ruido, pero no podía ser en otro sitio más que en aquel bar.

    Tenía que mostrarse disponible y dispuesta a meterse en la cama con él sin esfuerzo alguno por su parte. ¿En qué se estaba metiendo?

    Le había llevado mucho tiempo preparar aquello y se había dado cuenta de que no podía hacerse la encontradiza con él en ningún otro sitio. No podía ser en una biblioteca, ya que la tomaría por una mujer demasiado intelectual para irse inmediatamente a la cama con él. Tampoco podía ser en un centro comercial porque, aunque ella se sentiría como en casa, no podía esperar eternamente a que él fuera a uno.

    Roxanne jugueteó con el tallo de su copa para tratar de calmar el temblor de sus manos. Tampoco lo encontraría en el transporte público porque estaba segura de que él no lo usaba. Probablemente tendría un bonito coche aparcado en algún lugar y si por alguna casualidad tuviera que tomar el autobús o el tren, ¿habría alguna posibilidad de que se fijara en ella?

    Miró a su alrededor y respiró hondo para calmarse. Lo único de lo que tenía que preocuparse en aquel momento era de encontrarse con él.

    En un principio, había pensado que el lugar adecuado para provocar el encuentro sería su oficina, pero había desechado la idea ya que allí no conseguiría lo que quería.

    Dirigió la mirada hacia la puerta con la idea de escapar de allí. No tenía sentido llegar tan lejos para obtener pruebas, ¿o acaso sí?

    Sí, tenía que hacerlo, se dijo. Necesitaba un acercamiento rápido y efectivo y aquel bar era un buen lugar para conseguirlo.

    Sonrió al reparar en el prototipo de mujer en el que se había convertido aquella tarde, sentada en un bar con un diminuto vestido negro de gran escote. Tomó un sorbo del daiquiri de fresa como si fuera su único seguro contra la locura. No podía creer lo que estaba haciendo…

    Tratando de controlar el pánico que sentía, Roxanne puso el libro a un lado. Le había dado algunas buenas ideas de cómo hacer todo aquello. Lo había comprado de camino, en una pequeña librería al final de la calle. Dedicaba un capítulo completo al arte de seducir a una mujer. No había encontrado ninguno sobre cómo seducir a un hombre. Quizá fuera porque no era algo tan difícil o porque las mujeres no solían hacerlo. De cualquier manera, el libro le había dado algunos consejos.

    Tomó otro sorbo de daiquiri disfrutando del sabor dulce y afrutado. Quizá el ron que contenía le diera el suficiente coraje para llevar a cabo aquello. Confiaba en que se fijara en ella y cayera en su trampa.

    Roxanne trató de sonreír al camarero, pero no pudo. A su cabeza acudieron las frases que llevaba preparadas para iniciar una conversación con él, pero le fue imposible articular palabra al recordar su objetivo.

    En un intento de ignorar el nudo que sentía en el estómago, giró el taburete. El bar seguía llenándose de hombres trajeados que acudían desde todos los rincones de la ciudad a tomarse una copa antes de regresar a sus casas, junto a sus familias. Algunos habían quedado allí para regresar juntos y otros para reunirse con sus amigos antes de irse a otra parte.

    Aquel bar era el lugar de moda entre los hombres de negocios de Sydney. Modernas pinturas colgaban de sus paredes iluminadas por potentes focos mientras que el resto del local permanecía en penumbra, lo que le daba un ambiente de intimidad y privacidad a pesar del escaso espacio con el que contaba.

    La barra de mármol negro se extendía de un extremo a otro del local. También había mesas con taburetes cromados que habían sido colocados para aumentar la capacidad del bar más que para relajarse. Y Roxanne estaba lejos de sentirse relajada.

    No quería estar allí ni tampoco conocerlo.

    Cade Taylor Watson. ¡Vaya un nombre! Miró la foto que tenía guardada entre las páginas del libro. Su fuerte mandíbula y sus atractivos rasgos le daban un aspecto y una presencia imponente.

    Tomó la copa entre sus manos y comprobó que seguía temblando. Aquello no iba a ser fácil. Dio un largo trago a su bebida y volvió a recorrer con la mirada el local, temiendo no haber advertido su llegada.

    De pronto lo vio, junto a la puerta.

    Su corazón comenzó a latir con fuerza.

    Era fácil distinguirlo. Medía casi dos metros y sobresalía de los demás hombres que había alrededor. Vestía un elegante traje color azul oscuro. Su pelo era rubio dorado, en perfecta armonía con sus ojos de color avellana, y lo llevaba más corto en los lados. Posó la mirada unos instantes en ella y siguió mirando a su alrededor. Era evidente que estaba buscando a alguien.

    Roxanne dejó escapar el aire de sus pulmones y sintió que su pecho se relajaba. Bueno, al parecer no se había producido la atracción inmediata que había esperado que se produjese. Habría preferido que sus ojos se clavasen en ella. Entonces, él se habría acercado a ella para conocerla y así, habría tenido oportunidad de pronunciar aquellas frases que traía preparadas para iniciar una conversación.

    Ahora tenía que ser ella la que rompiera el hielo.

    Dio otro trago a su bebida. ¿Podía seguir allí sentada y esperar a que él la invitara a tomar una copa, confiando en que su aspecto y el diminuto vestido negro que llevaba puesto dieran su resultado?

    No.

    Se puso de pie y se alisó lentamente el vestido. Tomó el bolso y se dirigió hacia él. Sentía que las mejillas le ardían.

    Caminó despacio, contoneando las caderas y provocando el vaivén de sus pechos, hasta la pequeña mesa junto a la ventana en la que él se había sentado.

    Había llegado el momento. Podía hacerlo. Era una profesional o al menos pretendía aparentarlo.

    Él estaba inclinado sobre la mesa y garabateaba algo en una servilleta. ¿La lista de la compra? ¿Una carta?

    Lo tocó en el hombro y a través de la chaqueta sintió calor bajo su mano. De pronto reparó en lo mucho que hacía que no estaba tan cerca de un hombre y tragó saliva.

    –Disculpe –dijo Roxanne en tono amable. No podía mostrarse dubitativa. Debía ser fuerte, independiente y atrevida.

    Él se giró con el bolígrafo en la mano.

    –¿Sí?

    Al oír su voz grave y profunda, se estremeció. Abrió la boca para decir algo, pero no le salían las palabras. ¡Cade Taylor Watson era impresionante!

    Sus ojos se encontraron y Roxanne comprobó cómo él dirigía una rápida mirada al atuendo que llevaba y, con un poco de suerte, advertiría las curvas de su cuerpo que aquel vestido resaltaba. ¿Se habría percatado de lo buena pareja que hacían? ¿Qué sentiría al recorrer con sus manos aquel fantástico cuerpo masculino?

    Roxanne abrió la boca, pero no pudo articular palabra. Era más guapo de lo que había imaginado. Irradiaba una energía que sólo se percibía teniéndolo allí, frente a ella. Y en aquel momento la estaba sintiendo.

    –¿Puedo ayudarla? –se ofreció dirigiéndole una cálida y amable sonrisa.

    ¿Ayudarla? ¿Qué tal si la invitaba a retozar bajo sus sábanas?

    Ella se humedeció los labios. Se sentía confusa y no sabía qué hacer o de qué hablar. ¿Del tiempo? ¿De política?

    –Yo…

    Él arqueó una ceja sin dejar de juguetear con el bolígrafo entre sus dedos.

    –Yo… –balbuceó Roxanne de nuevo, desviando la atención de los sensuales labios de aquel hombre hacia sus ojos. Podía hacerlo. Tenía que hacerlo. Había ensayado y estaba preparada–. ¿Tienes las piernas cansadas? –preguntó tratando de sonreír, tal y como aconsejaba el libro–. Porque no he dejado de perseguirte en mis sueños.

    –Vaya –murmuró él y una sonrisa se dibujó en sus labios–. Creo que nunca había oído eso antes.

    –No me digas que tampoco habías usado esa frase para conocer a alguna mujer –comentó Roxanne.

    –No, pero conozco muchas otras para conseguir lo mismo.

    Roxanne no pudo más que sonreír. Había roto el hielo. No estaba mal. Aunque habría preferido que lo hubiera hecho él. Todo hubiera sido más fácil.

    –Debería haber empezado por el tiempo –comentó.

    Él se rascó la barbilla como si tratara de ocultar la sonrisa.

    –No hubiera sido tan memorable ni tan gracioso.

    Estaban iniciando una conversación. No estaba mal.

    –Gracias. No sabes lo difícil que es romper el hielo.

    Cade asintió, arqueó una ceja y se guardó el bolígrafo junto a la servilleta en el bolsillo de su camisa.

    –Lo sé. Yo mismo lo he hecho muchas veces, pero he de reconocer que nunca he estado al otro lado.

    –¿De veras? –dijo Roxanne. ¿Estaba sonriendo demasiado? Al parecer, sí. Sentía que las mejillas le dolían. Tenía que calmarse.

    –Eres la primera que lo hace.

    –Así que… –recorrió con la mirada el local. Estaba entrando en la segunda fase. Había logrado llamar su atención y ahora todo lo que tenía que hacer era conseguir una señal de que estaba dispuesto a hacer algo más que charlar con ella.–. ¿Puedo…?

    Alguien la tocó en el hombro. Se giró obligándose a desviar la mirada de Cade hacia el motivo de la interrupción.

    –Se ha dejado su

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