En caso de preguntar a Eva García Sáenz de Urturi, siguiendo la autoentrevista que se hizo Truman Capote en 1972: si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?, contestaría ella sin dudarlo: Villaverde, un pueblecito diminuto de Álava de donde es originaria su familia materna. Si le preguntáramos por escritores inolvidables, citaría a Mark Twain, Robert Louis Stevenson o Ray Bradbury, no sólo por sus novelas, sino por el mensaje que dejaron. Unas referencias que se dejan sentir en su obra narrativa, entre lo fabuloso y el viaje histórico y temporal, entre lo aventurero y lo localista.
Ya sea en el Tahití de finales del siglo XIX y la Mallorca de los años treinta del XX; ya sea en el País Vasco actual que transita sobre la mitología y las leyendas del lugar; ya sea mediante sus argumentos de relato noir, de corte criminal, trágico; ya sea en la recreación del norte europeo medieval entre castillos y mercenarios vikingos, Sáenz de Urturi siempre trata de fundir lo fantástico en lo cotidiano. Y lo hace con los dos géneros que ahora son preponderantes en el mundo editorial español, europeo, universal: el detectivesco y el histórico.
El julio del 2020, con motivo de la publicación en Estados Unidos de la traducción de su novela , cuatro años por lo tanto de su edición original, la autora ponía de manifiesto el viejo tópico de que en literatura «cuando vas a lo concreto llegas a lo universal». De tal modo que observar su natal Vitoria se ha