LA EVOLUCIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA
El 14 de abril de 1931, después de unas elecciones municipales que mostraban un claro rechazo a la monarquía, se declaró, en medio de un inusitado júbilo, la II República Española. Ese mismo día, bajo la presidencia de Niceto Alcalá-Zamora, tomó posesión el Gobierno provisional, una extensión del “comité revolucionario” que, salido del Pacto de San Sebastián, había promovido tan fundamental transformación en la forma del Estado. Prueba de la pluralidad y el apoyo con que la República echaba a andar fue el amplísimo espectro ideológico de ese primer Gabinete, en el que había desde conservadores católicos (Miguel Maura, Alcalá-Zamora) y republicanos de centro (Alejandro Lerroux) e izquierda (Manuel Azaña) hasta socialistas (Fernando de los Ríos, Francisco Largo Caballero), catalanistas (Nicolau d’Olwer) y galleguistas (Casares Quiroga).
Las ilusiones que la República despertó en la sociedad fueron inmensas; también las expectativas, lo cual resultó un arma de doble filo, puesto que muchas se vieron defraudadas. Había una gran necesidad de cambio y el Gobierno tomó medidas inmediatas sobre todos los asuntos que importaban a la población. Se decretó la libertad de cultos y la no obligatoriedad de la enseñanza de la religión en la escuela, se inició la reforma del Ejército para subordinarlo al poder civil y se abordó la situación del campo, donde ese invierno el paro había sido brutal y los campesinos pasaban verdadera hambre debido a unos jornales de miseria. También se mejoraron las condiciones laborales de los obreros y se impulsaron las libertades públicas. Hubo desde el principio un gran esfuerzo modernizador, que se aprecia en el número de nuevas escuelas construidas a finales de ese primer año (7.000), a un ritmo diez veces superior al de la monarquía.
Pero los problemas no se hicieron esperar: el mismo 14 de abril, Francesc Macià proclamó la República Catalana, si bien pronto dio marcha atrás; en otro frente, el sentimiento anticlerical de gran parte de la población se constató en la quema de conventos de comienzos de mayo; y la CNT, para quien la República burguesa no era muy distinta de la monarquía, echó su primer pulso al gobierno con la gran huelga de la Compañía Telefónica.
Había una gran ansia de cambio y el Gobierno tomó medidas de inmediato sobre todos los asuntos urgentes
La principal tarea
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos