UNITED FRUIT NACEN LAS REPÚBLICAS BANANERAS
PERIODISTA
Escribió Pablo Neruda que, cuando Dios creó el mundo y lo repartió entre las grandes multinacionales estadounidenses, “la Compañía Frutera se reservó lo más jugoso, la costa central de mi tierra, la dulce cintura de América”. Y es cierto que, durante un siglo, la United Fruit trató a muchos países latinoamericanos como si el mismo Dios se los hubiera entregado para hacer con ellos lo que quisiera. Para cultivar su oro amarillo, la banana, la empresa no dudó en amenazar, maltratar y matar. Y si un gobierno se rebelaba ante esto, se cambiaba al gobierno. Ya lo dijo también Gabriel García Márquez, en boca del coronel Aureliano Buendía: “Miren la vaina que nos hemos buscado, no más por invitar un gringo a comer guineo”.
Guineo, plátano, banano, cambur…, a la banana se le conocen muchos nombres y variedades. Ahora que es la fruta más popular del mundo y se consumen cien mil millones de unidades cada año, es difícil recordar que hace no tanto era un manjar exótico y desconocido en la mayor parte del mundo, un producto que en Estados Unidos solo estaba al alcance de los más ricos. De no ser por la visión de negocio de un joven neoyorquino llamado Minor Cooper Keith, es posible que hubiera seguido siendo así.
La forja de un imperio
En 1873, Keith estaba construyendo una línea de ferrocarril en Costa Rica y empezó a cultivar bananas junto a la vía del tren para alimentar a sus trabajadores. No tardó en darse cuenta de que
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