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Sweet Seduction

Summary:

Donde Miguel O'Hara acepta tener una pequeña obsesión por la anomalía que es Miles Morales, cediendo a la necesidad de verlo hacer su día a día personalmente, y así tratar de entenderlo. Lo que no esperaba, es que apenas frente a él, Miles pensara que Miguel era un trabajador sexual y pedirle que lo folle, duro.

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Work Text:

Esto fue un error.

Miguel no debería haber venido aquí en primer lugar, pero no es como si pudiera ser capaz de hacer retroceder el tiempo y evitar tomar una decisión tan estúpida a estas alturas. Luego de mirar obsesivamente esas grabaciones (haberlas puesto en repetición varias veces) del universo 1610, no pudo evitar utilizar su nuevo reloj multidimensional para un objetivo más mundano que ese: ver a Miles Morales en persona.

Se sentía molesto con su mera existencia (casi destruía el multiverso, y Miguel lo utilizó como excusa suficiente) pero, al mismo tiempo, no podía explicar la ferviente necesidad de querer tratar de entender a esta anomalía, a una de las variantes de Spider-man más inusual que pudo haber conocido. Definitivamente no era algo propio de Miguel el haber actuado con tanta impulsividad ante ese deseo.

Cuál fue su sorpresa al activar un portal y aparecer relativamente cerca, pero aun tratando de permanecer oculto, de la última ubicación conocida de Miles. Miguel se encontró de pie en un desolado y oscuro callejón detrás de un extraño establecimiento que apestaba a alcohol barato, pero el suave zumbido que emitía su reloj le indicó que, de hecho, Miles estaba ahí dentro.

Para esta breve misión, en lugar de su llamativo traje de Spider-man, Miguel optó por usar ropa más casual esta vez (un traje de quizá trescientos dólares, nada menos), para tratar de mezclarse entre la gente que posiblemente se encontrara en su camino. Entró por la desgastada puerta trasera mientras buscaba al adolescente con la mirada. Luego de un rato aun sin señales de Miles, decidió esperar junto a la barra, pues su reloj seguía marcando y vibrando constantemente, ya que Miles de hecho estaba bastante cerca.

Sabía que era raro que estuviera de pie torpemente en un bar que seguramente ni siquiera tenía las regulaciones necesarias para estar abierto al público, quizá pensaran que era un policía encubierto o algo así, por lo que decidió pedir algo para beber, como para tener una excusa para estar ahí. Y finalmente, después de varios minutos observando a las personas saliendo y entrando del lugar, lo encontró.

Fue muy extraño observar a Miles dirigirse tan casualmente hacia él. Miguel en un instante pensó que quizá Miles ya sabía quién era y por qué estaba allí. Lo cual era obviamente una idea estúpida, no había forma de que lo supiera, pero no logró deshacerse por completo de ese pensamiento. Miguel deja el vaso sobre la barra, ahora más bien curioso por su reacción, y dirige su atención al adolescente.

Miles se acerca a él sin siquiera pestañear y Miguel arquea una ceja.

—¿Qué? —pregunta Miguel cuando Miles aun no dice nada. En realidad, ni siquiera parece hostil. Es una situación muy extraña. 

—¿Cuánto? —pregunta Miles.

¿Qué? —repite Miguel, inclinando la cabeza. ¿De qué está hablando? ¿Es esto algún tipo de broma? La boca de Miles se transforma en un breve puchero.

—¿Cuánto por una noche? —pregunta, lo que solo deja aún más confundido a Miguel—. ¿O solo aceptas mujeres?

Entonces, todo encaja. Es tan extraño que Miguel no puede evitar maldecir internamente por no haber llegado a esa conclusión en primer lugar. Miles no sabe quién es él. No es como si hubiera una razón para que lo supiera. Sin sus trajes de Spider-man, ambos pasaban prácticamente desapercibidos, por lo que no había razón alguna para suponer algo así. Luego, por razones obvias, Miles cree que está ahí para ofrecer sus servicios. Claro, Miguel sabe que es bien parecido, pero aun así... 

Miles Morales está intentando contratarlo como trabajador sexual. 

—No tengo pene si eso es lo que te preocupa —comenta Miles, mirando a Miguel dulcemente. Miguel lo intenta, pero no, no hay un solo indicio de reconocimiento o incluso duda en los ojos del chico. Probablemente ni siquiera se trate de una broma. Miles luce demasiado tranquilo.

—¿Por qué yo? —pregunta Miguel. Una parte de él siente curiosidad. Es probable que a pesar de todo ambos tengan algún tipo de conexión debido a sus poderes arácnidos, aunque Miles no lo sepa. Tal vez por eso Miguel necesitaba con tanta urgencia tener al chico frente a él.

—Porque eres atractivo. Y... —Miles se queda en silencio, no exactamente avergonzado, pero obviamente vacilante—. Porque pareces bastante grande.

—¿Cuántos años tienes, niño? —pregunta Miguel, probablemente con más diversión de la que debería. 

—Cumpliré dieciocho —miente Miles sin dudarlo. Oh, definitivamente ya lo ha hecho antes—. ¿Terminó el cuestionario? ¿Cuánto?

Sería bastante jodido que Miguel, un hombre adulto, quiera meterle la polla a un adolescente, ¿verdad? Miguel se consideraba a sí mismo un buen hombre, es Spider-man, por el amor de Dios. Si bien es cierto que en ocasiones su moralidad es un tanto… cuestionable, todos en algún momento se han dejado llevar por algo así, ¿o no?

No, en realidad no.

Pero la verdad no le vendría nada mal echar un buen polvo y, que un chico tan lindo como Miles se lo pida personalmente, no es algo que Miguel esté muy dispuesto a negar. El hecho de que también signifique la posibilidad de tener a esta problemática anomalía retorciéndose debajo suyo, es simplemente un pequeño extra. 

—Depende de lo que estés buscando —responde Miguel, cruzándose de brazos. Miles mantiene el contacto visual por un momento o dos, pero, como era de esperar, finalmente tiene que apartar la mirada para disimular su vergüenza. Sí, definitivamente ha hecho esto antes, pero tal vez no demasiado.

—Lo quiero duro —dice Miles. Y para su sorpresa, la polla de Miguel reacciona inmediatamente cuando sus labios pronuncian esas palabras—. No importa si te corres dentro, pero cuanto más duro, mejor. 

—Me puedo poner muy rudo, muchacho —le advierte Miguel—. ¿Estás seguro de eso?

—Estoy seguro —confirma. Después de todo, cree que Miguel es solo un tipo cualquiera. De cualquier modo, no es como si Miguel realmente quisiera hacer todo lo posible para lastimarlo, así que en realidad no importa.

—Está bien —asiente Miguel—. Cien dólares.

—¿Eso es todo? —Miles pregunta mientras lo mira con curiosidad.

—¿Algún problema? —dice Miguel.

—No, no. Está bien —concuerda Miles—. Trato hecho.

Miles habla demasiado mientras caminan juntos al hotel más cercano, y su voz de alguna forma logra relajar a Miguel. Finalmente, al llegar, Miguel paga por la habitación más elegante disponible. Una vez que llegan allí, Miles parece liberar algo de la tensión de sus hombros y comienza a quitarse la ropa de inmediato.

—Por cierto —dice Miles. Lo observa por encima del hombro mientras se desviste y Miguel está más que feliz de simplemente mirar. A diferencia de él, Miles es sorprendentemente delgado, casi hasta el punto de parecer frágil—. ¿Cuál es tu nombre?

—Miguel —responde con sinceridad. Miles ni siquiera se detiene. 

—Miles —le ofrece a cambio. Es un poco gracioso que se presente dado que Miguel ya sabe su nombre, pero no lo dice—. Como dije, cuanto más duro, mejor. Si me voy de aquí sintiéndome como si me hubieran violado, mucho mejor.

Aunque lo dice con tanta naturalidad, Miguel aun así se sorprende un poco. Por un momento asumió que Miles usaba el sexo como una forma de hacerse daño y claramente tenía razón en más de un sentido. Porque Miguel lo sabe, pudo ver a Miles, llorando en su habitación hasta quedarse dormido, lleno de ansiedad por el enorme peso que significaba ser Spider-man, que el niño siempre llevaba con él. Pero cualesquiera fuesen las razones que tuviera, no era asunto de Miguel.

Y la verdad, era un poco excitante.

—Mierda —murmura Miguel. Miles tira su ropa sobre la cómoda sin pensarlo mucho. Totalmente despreocupado por estar desnudo frente a un extraño, Miguel sabe que tenía razón; esta no es la primera vez que Miles hace esto y es poco probable que sea la última—. ¿De verdad quieres que sea así de duro? 

El niño no tiene ningún moretón ni marca sobre su piel, lo cual no es una sorpresa considerando sus poderes de araña y su rápida regeneración. El cuerpo delgado pero ágil y suave de Miles es demasiado tentador, como si estuviese esperando ver qué es lo que Miguel quiere hacerle. Porque Miles se lo está pidiendo y, al final del día, nada de lo que Miguel haga sobre su piel va a permanecer allí.

—¿Es eso un problema? —pregunta Miles. Incluso sin una respuesta, parece un poco molesto de que Miguel no esté ya dándole lo que quiere.

Miguel se acerca y extiende una mano para acariciar el rostro de Miles. Cuando el chico ni siquiera se inmuta ante el contacto, Miguel se mueve más arriba, tirando bruscamente del cabello de Miles. La reacción que obtiene es inmediata; Miles jadea en silencio y su pulso se dispara de emoción.

Realmente le gusta esta mierda.

—Claro que no —le asegura Miguel, empujando a Miles hasta ponerlo de rodillas.

En realidad no requiere mucho esfuerzo, Miles obviamente lo desea, pero parece que también le gusta sentir que Miguel lo maltrate. Con su mano libre, Miguel empuja la cintura de su pantalón hacia abajo para dejar que su muy interesada polla rebote libremente, golpeando a Miles en la cara en el proceso. Una mirada de sorpresa cruza la expresión de Miles y sus ojos se abren de par en par mientras mira su enorme polla. Parece que esperaba menos.

Miguel frota su polla contra los labios de Miles lentamente y este hace una mueca de fastidio. Mira a Miguel con el ceño fruncido, impaciente y excitado al mismo tiempo, y Miguel no quiere decepcionarlo. Hunde su pulgar en la esquina de la boca de Miles, abriéndola sin cuidado para luego empujar su polla dentro.

—Si solo te quedaras mirando, te habría cobrado menos —dice Miguel. Miles baja la mirada un instante para mirar la gruesa polla en su boca, antes de cerrar los ojos. No hace falta que le diga que use la lengua, Miles simplemente lo hace. Lame la cabeza de la polla de Miguel con atención, algo que Miguel agradece durante unos segundos. Pero por bien que se sienta, sabe que Miles puede hacerlo mejor.

Miguel se hunde más profundamente en la boca de Miles, y lo siente tragar a su alrededor cuando la polla choca contra la parte posterior de su garganta. Ahora bien, haberlo hecho unas cuantas veces no lo convertía automáticamente en un experto. Probablemente tampoco haya estado con nadie tan grande como Miguel. Aun así, Miles es Spider-man, por lo que está hecho para soportar una increíble cantidad de abuso.

Miguel ahora sujeta su cabeza con ambas manos y folla la boca de Miles hasta que hay saliva goteando por su barbilla mientras Miles frota su coño con una mano contantemente. Con su siguiente embestida, Miguel empuja con rudeza la cabeza de su polla hasta que esos gruesos labios rodean la base, hundiéndose hasta el fondo en la húmeda y apretada garganta de Miles. Inmediatamente lo siente tragar a su alrededor, lo que solo hace que se apriete aún más.

—Mierda —gruñe Miguel—. Mucho mejor.

Lentamente, fuerza su polla más profundamente, superando cualquier tipo de resistencia que pueda haber. Miles levanta sus manos para tratar de empujar las caderas de Miguel, pero Miguel simplemente lo ignora. Manteniendo su agarre firme, Miguel empuja hasta que la nariz de Miles se presiona con fuerza contra su pelvis. Los ojos ámbar de Miles revolotean un poco mientras intenta alejarse sin mucho éxito. Obviamente está luchando por respirar y golpea la cadera de Miguel en una especie de señal, que Miguel también ignora.

—Tengo que admitirlo, te ves hermoso así —murmura.

Con la misma lentitud, Miguel se aparta lo suficiente para darle a Miles la oportunidad de respirar por la nariz. Una vez que ya no parece estar al borde del desmayo, es otra historia. Miguel da algunas embestidas experimentales, observando los ojos llenos de lágrimas de Miles mientras intenta adaptarse a tener la polla de Miguel en su garganta.

Miguel presiona a Miles un poco más más entre sus muslos, tratando de conseguir un buen ángulo para follar su boca. Aprieta su agarre en la cabeza de Miles y comienza a marcar un ritmo exigente. Miles hace un pequeño ruido por la sorpresa y pasa de intentar alejar las caderas de Miguel a simplemente intentar soportarlo. Joder, su garganta se siente bien. Miguel realmente debería ser el que le pague por esto.

Con cada embestida puede sentir la cálida garganta de Miles convulsionarse alrededor de su polla. Por más que lo intente, Miles no puede evitar las arcadas y la saliva que corre por su barbilla. Pero a Miles le encanta. 

Entre todas sus arcadas e intentos de respirar, Miles aún gime débilmente. Mueve sus caderas hacia abajo, como si estuviera tratando de encontrar algo de fricción que lo alivie, pero sus manos permanecen firmes en las caderas de Miguel, incluso se moja tanto que comienza a manchar el piso debajo de él. Dios. ¿Realmente se va a correr solo por atragantarse con la polla de Miguel?

La respuesta es un  rotundo. Un par de embestidas más y Miles arquea la espalda con fuerza, retorciéndose en el agarre de Miguel mientras se corre. El ruido que hace es fuerte y tan intenso por la excitación que suena más como un llamado de apareamiento. Miguel gruñe en señal de aprobación. Embiste dentro de la garganta de Miles con fuerza y ​​profundidad, follándola incluso más rápido ahora. Un espectáculo como ese merece una recompensa y Miguel está más que feliz de proporcionarla.

Sujeta la cabeza de Miles firmemente en sus manos mientras se corre profundamente en la ansiosa garganta del adolescente. Por más que lo intenta, Miles no puede tragar bien así y parte del semen termina goteando de su nariz. Miles hace una mueca débil. La falta de aire y su propio orgasmo lo dejan desorientado. Miguel se aparta lentamente, permitiéndole a Miles tragar lo que puede y escupir al suelo el resto. Baja la cabeza, jadeando para recuperar el aliento.

—Mmh, ¿eso es lo que querías, niño? —pregunta Miguel. Antes de que pueda siquiera preguntar si debería haber sido más gentil, Miles asiente en señal de acuerdo.

Mierda.

Sus suaves y oscuros muslos son un desastre, húmedos por su propia lubricación y algo de semen de Miguel, lo que los hace tentadoramente brillantes. Miles se agacha para frotar su coño empapado. Miguel se lame los labios como un perro hambriento.

—¿Cuánto tiempo necesitas esperar? —pregunta Miles entre respiraciones. 

—¿Qué, ya quieres tomarte un descanso? ​​—responde Miguel. Miles levanta la cabeza y, no hace falta decirlo, parece un poco sorprendido de ver la polla de Miguel todavía dura y lista para entrar en acción, brillante con su propia saliva—. ¿No querías que violara tu lindo coño? ¿Cambiaste de opinión?

—No responde Miles de inmediato. Cuando se da cuenta de que lo ha hecho demasiado rápido y con demasiada prisa, intenta volver a disimular con un rubor oscuro en su rostro. Frunce el ceño—. Sigamos.

—Con mucho gusto —Miguel agarra el brazo de Miles para ayudarlo a ponerse de pie.

Casi arroja a Miles a la cama, donde se recuesta totalmente excitado. Miles separa sus muslos ligeramente, como un gesto de bienvenida a Miguel entre ellos y recibir con gusto lo que sea que quiera darle.

—¿Deberíamos poner un límite de tiempo? —comenta Miguel mientras se quita la camisa. Miles lo mira con cara de pocos amigos.

—¿Cuánto te voy a pagar ahora? —le pregunta. Miguel se ríe. Sujeta los muslos de Miles para atraerlo hacia el borde de la cama y le sonríe. 

—Será gratis para ti, muchacho —le asegura—. Seguiré incluso si te desmayas.

Miles se estremece violentamente debajo suyo cuando Miguel desliza una mano entre sus piernas y frota su coño con dedos firmes, sintiendo lo caliente y resbaladizo que realmente está. Después de haber sido descuidado durante esa primera parte, obviamente ahora está mucho más sensible.

—Yo… —Miles se detiene e intenta recomponerse. El hecho de que haya hecho esto antes no significa que haya obtenido placer también. Probablemente por eso está rondando por ahí acostándose con desconocidos de aspecto aterrador. Miguel hunde un par de dedos en el coño tembloroso de Miles y este gime en voz baja. Joder, está apretado. Es una agradable sorpresa—. No… necesito un límite de tiempo. Mientras tú puedas seguir, yo también puedo.

—¿En serio? —pregunta Miguel con un dejo de diversión. Curva un poco sus dedos, buscando ese lugar en las entrañas de Miles.

¡A-Ah! —grita Miles, moviendo bruscamente sus caderas hacia los dedos de Miguel. Ahí está. Miguel sonríe—. Incluso si me desmayo, haz lo que quieras conmigo, por favor.

Realmente es un milagro que el chico no se haya metido en problemas hablando así. Aunque por supuesto que era totalmente capaz de protegerse por su cuenta, así que aparta esa idea. Miguel por fin saca sus dedos.

—Lo que tú digas, niño —concuerda. Está claro que Miles sabe lo que quiere; Miguel no va a discutir por eso.

Si resulta que el chico recibe más de lo que realmente puede soportar, bueno, que así sea. Miles se lo pidió de todos modos. Miguel junta las piernas de Miles en una de sus manos y lo atrae más al borde de la cama. Cuanto más lo maltrata, más excitado parece Miles. Pequeño bastardo extraño.

Miguel levanta las piernas de Miles paralelas a su pecho, rodeándolas con un brazo para mantenerlo firme y obtener una buena vista del lindo rostro de Miles, mientras apoya su mano libre en el colchón junto al rostro del chico. Presiona el goteante coño de Miles con la punta de su polla y roza la entrada temblorosa.

—Última oportunidad para echarse atrás —advierte.

Miles abre la boca para responder, pero cuando lo hace, Miguel mete su polla hasta la base, dejándolo sin aliento. Ahoga un sonido de sorpresa que rápidamente da paso a un gemido agudo. Como era de esperar, está dolorosamente apretado. Su coño caliente y resbaladizo envuelto tan cómodamente alrededor de la polla de Miguel se siente increíble y Miguel empuja hacia adelante con más fuerza para llegar más profundo.

—Era broma. Sé que tu pequeño y apretado coño adolescente está ansioso por mi polla, cariño. 

Cuando empuja lo suficientemente profundo, la polla de Miguel distiende el delgado vientre de Miles. Está presionando justo contra su cérvix y cuando Miguel se frota contra él, los ojos de Miles se desenfocan. Ya está temblando, ambos luchando por adaptarse al estiramiento repentino. Miles se cubre los ojos con un brazo mientras Miguel acaricia amorosamente el pequeño bulto, sintiendo su pequeño y lindo cérvix besar la punta de su polla.  

—Te lo dije... —el hecho de que Miles todavía pueda hablar con claridad le dice a Miguel que puede ser mucho más rudo con él—. Tengo… dieciocho años, puedo soportarlo.

Miguel sonríe mientras rápidamente comienza a follar a Miles a un ritmo exigente, embistiéndolo con rudeza una y otra vez.

—Dieciséis, diecisiete, dieciocho años... todos son adolescentes —responde Miguel despreocupadamente.

Miles arquea la espalda débilmente escupiendo una maldición entre dientes. Con cada embestida, parece volverse más y más libertino. Cuanto más brusco lo trata Miguel, más mojado está su coño, el sonido de la húmeda penetración se está volviendo obsceno. 

—Maldito… pervertido —gime Miles.

Miguel se acaricia sus suaves muslos, amasándolos con sus manos antes de separarlos y empujar las rodillas de Miles hacia su pecho. El cambio de ángulo hace que Miles se estremezca violentamente y haga la cabeza hacia atrás mientras grita. Miguel sonríe, mirando el bonito clítoris de Miles y lo apretado que está alrededor de su polla. 

—Es lo que pediste —responde.

Se inclina sobre el cuerpo de Miles y envuelve con sus gruesos dedos el cuello de Miles, rodeándolo con facilidad, Miguel ni siquiera necesita ambas manos para hacerlo. Instintivamente, Miles se aferra a sus antebrazos, descubriendo su rostro en el proceso y mostrándole a Miguel sus bonitos ojos brillantes y desenfocados. Miguel no aprieta muy fuerte, pero tampoco lo necesita. Incluso con un poco de presión, Miles se agita débilmente y su coño, ya estrecho, se aprieta aún más.

—Supongo que debería haber pensado en una palabra segura —comenta Miguel, aunque es más bien para sí mismo; Miles no está exactamente en condiciones de responder.

Aprieta un poco más fuerte, presionando sus pulgares contra la piel cálida con el propósito de dejar bonitos moretones, y los ojos de Miles revolotean salvajemente. Justo cuando está a punto de desmayarse, Miguel lo deja respirar de nuevo y la repentina reacción provoca otro orgasmo que hace que los dedos de los pies de Miles se curven.

—Aunque supongo que también te habrías excitado si la ignorara.

Miles jadea débilmente con el poco aire que puede alcanzar. Sin embargo, Miguel no le da mucho tiempo para ello, cuando el coño de Miles continúa maravillosamente apretado, no ve por qué debería contenerse. Levanta a Miles por el cuello con facilidad y Miles lucha por un instante en su agarre. Sin molestarse en sacar su polla, Miguel arrastra a Miles sobre su regazo y se sienta en el borde de la cama. Desliza sus manos desde el cuello hasta la cintura de Miles, quien rápidamente apoya sus manos sobre los hombros de Miguel.

—Debo admitirlo, niño, para ser una puta, tienes un coño apretado —dice Miguel.

Miles levanta la cabeza lo suficiente para mirar a Miguel con enojo por el comentario. Deja de parecer amenazante cuando una embestida particularmente fuerte le hace ver estrellas. Su rostro es terriblemente lindo, especialmente marcado por lágrimas y saliva.

Miguel lo mueve hacia abajo con firmeza, sujeta la nuca de Miles y lo atrae hacia sí, hundiendo su polla tan profundamente como le es posible. El movimiento repentino toma al chico por sorpresa y Miles lo mira con los ojos muy abiertos por un momento, con la respiración agitada atrapada en su garganta. Miguel sonríe. Pasa su lengua por la comisura de la boca de Miles, haciéndolo estremecer.

—¿Está prohibido besar? —pregunta Miguel. Puede sentir las uñas de Miles clavándose en sus hombros mientras intenta encontrar un punto de apoyo, dejando más y más marcas con cada fuerte embestida—. Supongo que no importa lo que digas, ¿eh? Quieres que haga lo que yo quiera, que te use como a una muñeca.

Cuando acerca el rostro de Miles, Miles intenta empujarlo hacia atrás todo el tiempo. Una vez más, Miguel no cree que sea porque esté en contra de besarlo, sino porque quiere sentir que Miguel hace un esfuerzo real en obligarlo.

Algo de lo que Miguel es más que capaz. Captura la boca de Miles con la suya y casi inmediatamente, Miles hace un ruido gutural de excitación. Miguel usa sus colmillos ligeramente, rozando la boca de Miles mientras empuja su lengua hacia adentro solo para molestarlo. Sin embargo, tal vez Miles estaba tratando de contenerse por otra razón, pues parece que realmente le gusta besar. Su coño se tensa significativamente y pronto, se corre de nuevo.

Miguel pensaría que estaría cansado en este punto, pero ese no parece ser el caso. El orgasmo de Miles es tan intenso como antes, destrozando su delgado cuerpo con temblores mientras de su coño sale un chorro de líquido transparente. Lo deja sin aliento, pero Miguel no se molesta en detenerse. En cambio, toma el trasero de Miles en sus manos para levantarlo mientras Miguel se pone de pie.

Miles envuelve con sus piernas la espalda de Miguel con urgencia, tratando de aferrarse a algo mientras lo levantan. Pero Miguel nunca lo dejaría caer. Cuando tira de Miles hacia abajo, penetrándolo con su polla con brusquedad y dejando que el propio peso de Miles haga la mayor parte del trabajo, Miles hunde sus dedos aún más fuerte en la espalda de Miguel mientras jadea. Miguel se ríe.

—Si hubiera sabido que ibas a correrte tanto, te habría cobrado por cada orgasmo —dice, acariciando el hueco del cuello de Miles. Hunde sus dientes ligeramente en esa suave carne y Miles se tensa en sus brazos. Inmediatamente, Miguel evita que la piel y vasos sanguíneos se rompan debajo de sus colmillos. Se aparta un momento solo para mordisquear la garganta de Miles otra vez, con la intención de dejar una bonita marca.

Aunque está seguro de que a Miles le encantaría que lo hiciera, Miguel se abstiene de usar su veneno. Pasa su lengua por el cuello de Miles con una sonrisa.

—¿Adentro? —pregunta Miguel junto a su oído. La respiración de Miles se entrecorta brevemente y su necesitado coño se contrae alrededor de su polla con anticipación.

Adentro —responde Miles. No, exige. Miguel se ríe.

Tira de las caderas de Miles hacia abajo, frotando su pene contra sus paredes temblorosas y ​​presionando con fuerza contra su cérvix. Cuando se corre, permitiendo que su semilla caliente alcance el útero ansioso del chico, Miles gime hermosamente para él. Miguel está un poco sorprendido de que Miles no se corra de nuevo solo por esto.

—¿Con cuántas personas has hecho esto, muchacho? —pregunta. Miles le responde con un gemido.

—Eso... no es asunto tuyo —responde entrecortadamente. Miguel se retira con lentitud, dejando el bonito coño de Miles goteando con su semen—. Oye-...

—Aún no he terminado contigo —dice Miguel. Aparta las manos de Miles de su espalda para arrojarlo de nuevo a la cama. La boca de Miles se contrae en una pequeña y breve sonrisa burlona. Miguel simplemente lo agarra y lo pone boca abajo con facilidad, sujetándolo contra la cama. Miles levanta las caderas con necesidad por sentirlo dentro de nuevo, incluso mientras lo sujetan.

Miguel se coloca a horcajadas sobre sus muslos. Acaricia el culo de Miles con sus manos y separa los labios de su coño con sus pulgares, empapado con el semen de Miguel. El lindo y pequeño coño de Miles todavía se mantiene apretado y ansioso por más. Obviamente, el chico también tiene una gran resistencia. Miguel alinea su polla y empuja hasta el fondo con facilidad. Miles arquea la espalda dulcemente.

—Podrías ganar buen dinero prostituyéndote, ¿sabes? —gruñe Miguel.

Sujeta uno de los brazos de Miles debajo del suyo mientras se inclina sobre su espalda. En esta nueva posición, tiene una gran ventaja y ahora puede embestir a Miles tan fuerte y rápido como quiere. Obviamente, Miles puede notar la diferencia de inmediato por lo lascivos que se han vuelto sus gemidos mal contenidos. Con su mano opuesta, Miguel sujeta a Miles del cabello y presiona su rostro contra la cama. 

—Encontrarías a alguien que de verdad te haga daño —dice, arrastrando su lengua por la nuca de Miles. Miguel hunde sus dientes en la nuca de Miles y esta vez, aprieta con la fuerza fuerza suficiente para sacarle sangre.

Puede que Miles tenga la resistencia para ello, pero es obvio que está empezando a agotarse rápidamente. Pero eso es probablemente lo que quiere. Miguel sonríe mientras aprecia la bonita marca de su boca que ha dejado en el cuello de Miles, apreciando su trabajo ahora que puede.

—Pero no vas a encontrar a alguien peor que yo —observa con una risa divertida. Miguel tira del cabello de Miles hacia atrás esta vez, lo que le obliga a levantar la cabeza y arquear su espalda. Se aferra a la muñeca de Miguel débilmente—. ¿Sigues conmigo, niño? 

—Estoy... bien —responde Miles con un bufido. Probablemente lo esté, eso es seguro, Miguel sabe a ciencia cierta que probablemente también esté adolorido y comience a sentir los efectos de la sobreestimulación de sus múltiples orgasmos previos. Pero si quiere seguir, Miguel no lo detendrá.

—¿De verdad? ¿No te importa si dejo de contenerme? —pregunta. Puede ver el breve atisbo de sorpresa que se dibuja en el rostro de Miles y la incertidumbre subsiguiente al darse cuenta de que, después de todo, tal vez sí haya pedido más de lo que realmente puede soportar.

A pesar de eso, y como era de esperar, parece que Miles solo tiene corazones en sus ojos al escucharlo. Y joder si eso no excita a Miguel como la mierda.

—¿Por qué demonios te estabas conteniendo? —responde Miles. Miguel se ríe y toma a Miles por la mandíbula, obligándolo a inclinar la cabeza hacia atrás para que le sea más fácil a Miguel besarlo con fuerza. 

—Hoy realmente fue mi día de suerte —Miguel murmura contra su boca.

Miguel reposiciona sus manos en la cintura de Miles, dándole un pequeño tirón para colocarlo en una mejor posición, y eso es todo. Ya no está interesado en los adornos y juegos previos, Miguel felizmente deja de lado sus reservas para simplemente follar a Miles con toda la agresión y deseo reprimidos. Miles babea debajo de él y no pasa mucho tiempo hasta que finalmente está gimiendo como una pequeña perra necesitada. 

Esta vez, al correrse profundamente en el útero ya desordenado de Miles, el chico también llega al orgasmo. 

Miguel lo coloca en una nueva posición y vuelve a moverse. Solo está concentrado en su propio orgasmo y en Miles, en ese orden. Miles está prácticamente deshecho en su manos. Todavía está consciente, pero apenas. Miguel mete un par de dedos en su boca hasta rozar su garganta, y Miles ni siquiera se atraganta con ellos. 

Varias posiciones diferentes y muchos más moretones después, Miles se desmaya. Miguel disfruta de un par de rondas más con el chico mientras está inconsciente, antes de que se haga evidente que no va a despertar de nuevo esta noche. Miguel finalmente se corre dentro de él antes permitirse descansar un poco.

¿Cuándo fue la última vez que tuvo la oportunidad de dejarse llevar de esa manera? Miguel no lo recuerda, pero se siente completamente satisfecho. El lindo coño de Miles está tan abierto ahora, rebosante en un desastre de semen y su propia humedad. Miguel casi podría preocuparse por dejarlo embarazado lo cual, por el momento, le parece casi divertido.

Miguel se recuesta boca arriba en la cama y la idea de irse pasa brevemente por su mente. Es en ese instante cuando recuerda cuál era el propósito original de haber llegado a ese universo, pero rápidamente descarta ese pensamiento. No lo admitirá, pero ha disfrutado tanto el tener sexo con Miles que no le importaría volver a hacerlo en algún momento.

En contra de su mejor criterio, Miguel solo rodea con un brazo a Miles para acurrucarse a su espalda y, al poco tiempo, se queda dormido. 

Cuando Miles despierta, también lo hace Miguel. Le sorprende que el niño no se haya ido al amanecer. Por otro lado, Miguel literalmente lo folló hasta dejarlo inconsciente. Probablemente le vendría bien dormir un poco más. Durante unos momentos, ninguno de los dos tiene prisa por levantarse de la cama y Miles se queda cómodo en su abrazo. 

—Buenos días, cariño —dice Miguel con una sonrisa. Miles lo mira tímidamente antes de sentarse al borde de cama y ponerse de pie, aun dándole la espalda.

—Miguel, ¿verdad? —pregunta. 

—Así es —asiente Miguel—. ¿Conseguiste lo que buscabas? 

—Sí —dice—. Gracias —suena sorprendentemente satisfecho consigo mismo. Ciertamente, mucho más relajado que cuando se acercó a Miguel la noche anterior. Miguel también se levanta para buscar su propia ropa. 

—De todos modos, ¿por qué buscas acostarte con hombres que fácilmente tienen la edad de tu padre? —pregunta, sabiendo que en realidad no es de su incumbencia, pero con genuina curiosidad. 

—A veces… solo quiero que tipos así me lastimen —responde Miles. Miguel resopla.

—¿Con qué frecuencia haces cosas así?

—Estoy bastante seguro de que anoche dije que no es asunto tuyo —responde Miles en voz baja, aun dándole la espalda a Miguel e inclinándose para recoger su ropa.

Es difícil no reírse al ver al chico tan confiado y necesitado anoche, que tenía literalmente la polla de Miguel contra su cérvix, actuando tan tímido ahora.

—Pero me gustó… —dice Miles mientras se encoje de hombros con aparente indiferencia, girándose para mirar a Miguel—. ¿Podrías darme tu número?

—La próxima vez.

Sí, Miguel es un imbécil.

Notes:

Al final, Miguel no le dio nada y volvió a su universo al día siguiente. Pasó lo siguientes meses observando a Miles a través de sus cámaras mientras se el chico se masturbaba diciendo que extrañaba la polla ridículamente grande de Miguel, pues ninguna otra logro satisfacerlo (luego todos sabemos lo que pasa en la película). 😋