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Summary:

En la oscuridad iluminada por el tenue neón, él era lo único que podía observar.

Notes:

Feliz año nuevo ♡

Work Text:

 

Esperar un indicio de alguna persona conocida no parecía lo más adecuado en ese preciso momento, a menos que quisiera morir del aburrimiento, más cuando de quien dependía ahora mismo el sentido de toda su noche se encontraba bailando con su pareja en algún rincón oscuro de la sala llena de luces neón y colgantes.

 

Momo, su compañía para el baile de graduación (a pedido de la abuela Seiko) había desaparecido con Aira en el momento que se vieron entre la multitud. Todos parecían divertirse, pero a excepción de la gran mayoría de gente en aquella fiesta, él no estaba disfrutando estar allí.

 

Celebraban el día de San Valentín y su graduación al mismo tiempo, decorando el salón de la vieja secundaria con mucho esmero y ganas entre luces, globos y guirnaldas. Se notaba en el ambiente, en la emoción, y la fiesta actualmente estaba en la cúspide de su apogeo: cuerpos bailando estúpidamente, moviéndose unos contra otros. Ser prácticamente adultos los había dejado excentos de los regaños por traer alcohol entre las chaquetas y todos sus amigos ya parecían ahogados en él.

 

El verse a la cara mientras bailaban no era algo requerido, después de todo; todo el mundo se conocía allí. Todos allí solo seguían el ritmo de la música y abarcaban en su mayor medida el salón que era el gimnasio de la escuela. Era una buena noche para disfrutar y celebrar la soltería.

 

Pero no para todos era así.

 

Jiji, algo (muy) tocado por el alcohol a temperatura ambiente que Kinta había empujado en sus manos descuidadamente, miro con ofensa y traición en sus ojos cuando Momo bailó pegada a Aira quien se colgaba de la castaña entre quejas, sus cuerpos prácticamente sin un solo centímetro de espacio, y le sacó la lengua en burla. 

 

Se dijo a si mismo que quizás era el karma por haber rechazado la invitación de muchos de sus amigos y aceptar la de Momo de ir con ella ya que, parafraseando a la chica psíquica, tenía miedo de estar 'sola' y Seiko no la dejaría ir a menos que fuera con él. Jiji no quería ser un mal amigo o quedar como un idiota frente a Seiko. Por ello mismo, ahora se estaba tragando una fiesta donde podría haber estado con cualquiera de las otras chicas que lo habían invitado. Quien había sido una de sus primeras opciones (al cual él canceló), Muko, ya parecía haber encontrado a alguien para bailar y ambos se encontraban moviéndose bastante pegados en otra esquina de la sala poco iluminada.

 

Si, este cierre de su ciclo esta siendo un asco. 

 

No era como que le gustara alguno de sus amigos o amigas que lo habían invitado, lo de las parejas era algo meramente superficial en realidad. Algo así como para no quedar como un fracasado entrando solo al salón. Aunque si bien el no había entrado solo, posiblemente si que le toque salir sin compañía. Además, la persona que verdaderamente quería ver no la había visto y posiblemente cuando la encontrara quizás fuera demasiado tarde ya. Tampoco estaba seguro de que él hubiera aceptado si lo invitaba, no parecía ser del tipo que le gustaba estar en medio de muchas personas. Así que daba igual.

 

Pero deseaba haber hecho el intento al menos...

 

Ahora que se encontraba casi ebrio después de tomar vino asquerosamente caliente y sin hielo lo único en lo que podía pensar su mente era en puras tonterías y lo solo que estaba. La voz de Evil Eye molestándolo pasó a segundo plano en algún momento de la noche. Pésima idea tomar sin nadie a su lado para controlarlo, pues no podía contar consigo mismo. No obstante, aun así, siguió bebiendo con tirria de su vaso, la mueca en su rostro desapareció hace rato y se acostumbró al sabor asqueroso de la bebida sin hielo, haciendo arder su garganta. Recapacitando sobre la idea de irse a su casa a meditar y llorar o quedarse allí, solo, (y llorar allí también) bajo la luz del neón púrpura y rojo, –casualmente los mismos colores que le recordaban al yokai en su interior—, que emanaban en la oscuridad los tubos de cristal colgantes en el techo, mirándolo como él era el único que no estaba disfrutando de la fiesta. Desde el margen.

 

Estaba todo en un punto donde todos pasaban de hasta si mismos, incluyéndose. Lo suficientemente borrachos como para seguramente no recordar nada al día siguiente, quizás con suerte sus propios nombres. Moviéndose en parejas de forma atrayente. La música era movida. Había gente bailando que nunca pensó que vería siquiera mirarse. Muchos de ellos siendo parejas incluso, cuando él sólo sabía extrañar al mismo chico que posiblemente también estuviera ahí pero con alguien ya. 

 

Podría haber sido él ese alguien, pero le temió al rechazo. Jiji pensó que quizás el traspaso a ser un adulto involucraba ser una persona muy pesimista en el fondo.

 

Quizás él ni siquiera había venido.

 

Su tren mental haciendo el mismo recorrido del arrepentimiento por todo ese momento que estuvo solo, siempre volvía a sí mismo, pensando que era un desgraciado total. No importa que tantas ganas le pusiera a su vida y su personalidad. Sentado en la mesa de las bebidas y tomando como si fuera el tío soltero y ebrio de una boda. Estaba seguro que si alguien ahora mismo, sin importar si era alguien a quién le cayera mal, lo invitara a bailar: él sin duda aceptaría. La necesidad de moverse y gastar algo de energía luego de repasar cuantas copas llevaba encima y cuantas ganas tenía de sacar de su mente muchas cosas de su vida y olvidarse por un momento lo estaban volviendo loco. 

 

Toda la sala hasta este punto era casi irreconocible a como estaba desde un principio. Todos llevaban una racha singular con las copas y portaban collares, pulseras y máscaras que brillaban en la oscuridad. Había maquillaje de una gran gama de colores incluso. Se veía divertido, con aquel reflector rosa apuntando en ciertos momentos a parejas al azar. Y si no fuera por eso era prácticamente imposible saber quién era quién; pensaba mientras daba el último sorbo a su bebida y exhalaba con aburrimiento, contemplando con dificultad el panorama. Era todo muy confuso y se encontraba ya bastante adormilado, con las piernas hormigueantes debido a que no se movía de allí desde hace rato.

 

Por ello, cuando una mano se apoya en su hombro con suavidad, se sobresalta, intentando identificar a la persona entre la nubosidad de su mente y la oscuridad, pero su estado más la falta de luz lo hizo un reto casi imposible. Intenta hablar pero con el ruido supuso que quizás sería un problema el escucharlo.

 

Esta misma mano baja en una caricia por su brazo hasta rozar la suya y tomarla para tirar de él con suavidad, por lo que más pronto que tarde está de pie justo frente a ese alguien sin identificar. Se siente flotar, casi no puede identificar como se mueven sus piernas para trasladarse. La oscuridad invadiendo casi por completo. La figura no llevaba más que unas pulseras neón blancas y poco se podía ver por la escasa iluminación. 

 

En silencio, y sorprendido por quien sea que lo estaba arrastrando sin dificultades hasta la pista de baile, agradecía al ángel enviado que se había apiadado de su solitaria persona y se había acercado a él. Por lo que con la curiosidad en su mente, sin ninguno decir ni una palabra, se dejó llevar, sintiendo aquella presencia tranquila que le parecía sumamente conocida. Pero le dió igual. Estaba demasiado ebrio como para pensar con claridad y a este punto todo le importaba poco.

 

La música era semi lenta, pero sin perder el ritmo, era especial para bailar de muy cerca con alguien. Allí en la pista se podía apreciar mucho más fuerte, se oían risas y murmullos coquetos a la par de ellos. Era un ambiente que caracterizaba muy bien la situación actual de la fiesta. 

 

San Valentín. Último día en el que toda esa promoción se veían en la escuela. La última vez antes de pisar la siguiente etapa, la adultez. Era ese día, el día, por lo que por supuesto, teniendo en cuenta el alcohol y las hormonas, era algo natural que el ambiente se volvería un poco más sexual entre algunas parejas.

 

Pero dejó de lado eso, todavía sin saber quien era exactamente quien lo había traído hasta que unos dedos delgados se enganchan en el cuello abierto de su camisa de vestir negra y lo atraen hacía adelante. Esa persona... haciéndolo chocar intencionalmente contra si mismo, ahorrando el espacio que por supuesto no les sobraba para nada, pareció susurrarle algo. Sintió el aliento caliente y picante por el alcohol chocar con su cuello y una pequeña brisa que indicaba una risa muy suave.

 

Su estómago bajo ardió ante el gesto, y quizas solo era el alcohol en su sistema, pero sus mejillas ardieron y su piel se sintió más caliente de lo usual. 

 

Las pocas luces lo estaban mareando y cuando logra centrarse con esfuerzo: una sonrisita cálida con pequeños colmillos fue lo primero que notó a la tenue luz ahora rosácea de los cristales colgantes. Lo segundo fueron aquellos ojos oscuros, atrás de gafas redondas, orbes amables que lo miraban desde abajo.

 

La primera palabra que cruzó su mente fue: lindo. 

 

Era lo único capaz de describirlo.

 

"¿...Bailas?" Le preguntó como si no supiera ya la respuesta y Jiji al instante sonrió al reconocer la voz que ya había estado anticipando desde un principio. 

 

¿Qué era este salto de estar depresivo en una mesa a estar con aquella persona que había deseado desde un principio frente a él? La magia de San Valentín. O algo así pensó que podría ser, no lo sabe.

 

No cree estar en sus mejores momentos, y teme que su voz se quiebre, pero se esfuerza en responder.

 

"No... creo. Pero creo... que es lo de menos ahora mismo." Arrastró la oración con esfuerzo, sus ojos entrecerrandose y bajando a la boca del pelinegro frente a él, sosteniéndose de los brazos del otro, cuando fue empujado sin querer hacia delante por los cuerpos a su alrededor, ya que la gente sólo los hacía juntarse más inconscientemente. "¿Por qué preguntas? ¿Quieres enseñarme?" Intento modular, su lengua sintiéndose pesada en su boca debido a que hace bastante rato no hablaba. Y eso era extraño para ser él.

 

"Pff... Jiji ¿Quieres que yo, de entre todas las personas, te enseñe?" La pregunta en un tono bajo, casi irónico y sugerente hizo que un escalofrío recorra su espalda y más pinchazos se claven en su estómago. Debía ser ilegal tener este efecto sobre él. 

 

Jiji ladeó levemente la cabeza con curiosidad y el otro lo imitó sutilmente como si fuera su reflejo. Sus ojos, en cambio, escondían un montón de preguntas. La principal era si ambos estaban hablando de lo mismo.

 

La respuesta era no. 

 

La connotación deslizada sutilmente debajo de la alfombra, de manera cautelosa, era clara.

 

"Claro, porque... ¿Quién mejor que tú para hacerlo?" Después de todo ya lo había visto, en privado. Sus ojos sólo se centran en los oscuros de Okarun que lo mira desde abajo con las mejillas sonrojadas, notándose cuando acerca a su cara su propia mano y las pulseras blancas lo iluminan por un breve segundo, demostrando que él también tenía alcohol en su sistema, aparentemente. Sosteniéndose con disimulo del pelirrojo para no caerse por lo tambaleante que estaba. 

 

Quizás, desde fuera, era chistoso. Ya que ambos eran el soporte del otro en ese momento para no caer por lo ebrios que se hallaban, además de los empujes ocasionales y accidentales de los demás. Era irónico.

 

"¿Qué insinúas?" Cuestionó con diversión Okarun y volvió a tomar las manos más grandes con cautela, –sin separar en ningún momento su mirada de aquellos ojos acaramelados del más alto—, llevándolas hasta sus caderas y apretándolas contra él.

 

A Jiji siempre le había gustado lo pequeño que Okarun se sentía en sus manos. Podía envolverlo completamente en sus brazos.

 

"Insinuo que eres... realmente lindo." Inspira con calor Jin.

 

"Oh... ¿Tu crees?" Lo escucha atentamente, o lo intenta debido al alto volumen de la música y el ruido. Su voz suena cantarina, con diversión y levemente somnolienta. "¿Qué tanto?" Cuestiona empujándose hacía adelante y poniéndose de puntas de pie para rodear el cuello del pelirrojo.

 

Jiji resopla.

 

"...Creo que sí estás así de cerca... no podré aprender. Porque, porque estamos... hablando de bailar ¿verdad?" Murmura el chico más alto, riendo y apretando levemente las caderas del otro entre sus dedos cuando las manos del contrario ahora fueron directamente de su cuello a sus mejillas. 

 

"Ah... Quizás. Depende mucho de lo que entiendas con bailar." Siente que su mente se entorpece, "O de qué forma... q-quieres bailar... conmigo..." dirige la oración con dificultad y no precisamente por el alcohol, más bien fue la sugerencia escondida detrás sus palabras derrochando y rodando por su lengua como miel. Contemplando el como sus ojos le declaraban mil y un desafíos detrás de las estrellas que reflejaban las luces de la oscuridad.

 

Ninguna intención era puritana en ninguna de sus palabras, claro. 

 

Por supuesto que ninguno se imaginaba estar en esta situación. Jiji había llegado incluso a pensar que Ken no quería hablar con él luego de todas sus discusiones con respecto a como el pelinegro terminaba cada día después de enfrentarse a Evil Eye los martes, las cuales acababan en fracaso, pues ninguno podía mantener una charla sin discutir o sin tener las manos fuera del otro. Constantemente eran un peligro juntos, con ideas similares y actitudes chocantes. Eran como una bomba de tiempo. Pero allí se encontraban, en medio de una multitud con música algo lenta y la luz tenue. La piel caliente, el sudor como una fina capa, alientos tibios chocando, más el extra de que ambos habían tomado.

 

Quizás todo fuera efímero, y ambos lo sabían, pero era San Valentín y su día de graduación, debían olvidarse momentáneamente de quienes eran y que roles ocupaban en la vida del otro. De las mierdas que habían tenido que pasar juntos.

 

Debían olvidarse que, en teoría, eran el antagonista de la historia de cada uno, al menos por esa noche.

 

Por más doloroso que fuera, era correcto pensar y mentalizarse que no importa cuanto bailen juntos, cuanto sus cuerpos se junten, de que forma o cuanto tiempo... O lo bien que se sintiera.

 

Sólo sería esa noche.

 

La mejor parte en su mente fue que el mismo Okarun fue quien fue a buscarlo. Jiji quizás estaba un poco más feliz de lo que debería. Sólo eran la cara distinta de una misma moneda intentando visualizarse una a la otra. Estar como estaban en una situación normal sería... imposible, esa era la palabra.

 

Pero lo dejo de lado, no iba a preguntar por ello y Ken tampoco lo haría. 

 

"Sólo sígueme y yo... te sigo a tí." 

 

Le instruyó Ken finalmente poniéndose de puntas nuevamente, sus manos sosteniendo las mejillas sonrojadas para chocar con una lentitud tortuosa sus labios con los de Jiji, quien correspondió con languidez pero inmediatamente, moviendo sus labios contra los del más bajo, sin meditar nada e inclinándose levemente para evitar la incomodidad del más bajo. 

 

Era caliente, húmedo y perezoso. Torpe en cuanto menos porque ninguno era un experto, solo mordiendo suavemente como sus cuerpos se los dictaba, con dientes chocando y lenguas desordenadas. Jiji suspira contento, su aliento caliente sobre los labios de Okarun.

 

Caer por él era lo mejor que le podía haber pasado a Jiji, aunque sabía que cuando volviera a estar sobrio posiblemente ambos se arrepientan de todo lo que hayan dicho o hecho en ese momento. Lo veía venir. Pero ahora, su prioridad era su lengua dentro de la boca de Okarun y lo mucho que lo necesitaba más pegado a él.

 

Porque claro, cuando de bailar hablaban nunca debería pensar que se trataba de algo convencional, más cuando trataba con alguien como Okarun. Y, por favor, nada era convencional si Jin estaba involucrado tampoco.

 

Le siguió el beso, sus manos acariciando de arriba a abajo lentamente, –y con un cariño reprimido—, la cintura del más bajo. Atrayéndolo hacia él (más si era posible) y escuchando a su alrededor las burlas juguetonas y los "uhh" de algunos de sus amigos que se detuvieron a verlos. Pues, el reflector iba enfocando a parejas al azar en la sala.

 

Ellos fueron una de esas ahora. La luz rosa bañándolos en la oscuridad mientras se comían la boca con ansías. 

 

Pero su alrededor era lo de menos cuando Okarun se separó. Un chasquido involuntario, un hilo casi invisible de saliva y sus ojos nublados prácticamente gritándole en silencio a Jiji cuanto necesitaba esto. Finalmente, Ken apoyó su rostro sonrojado en el pecho del pelirrojo, aspirando el leve rastro de perfume, sudor y alcohol, restregándose contra él. Suspirando una risa en cuando Jiji acarició su cabello con ternura. Quizás Okarun fuera el menos ebrio de ambos y por ello su arrepentimiento fue más notorio cuando tembló en los brazos ajenos, pero a la vez lo ignoraba descaradamente para hacer aflorar sin vergüenza los sentimientos bien guardados que tenía por el otro en su pecho.

 

Quizás ambos eran demasiado idiotas, pero no les quedaba de otra más que aceptar que era lo que pasaba estando juntos. Sólo podían estar bien por momentos (como estos), luego, en algún momento de lucidez todo se iría a la mierda. Cotidianamente ambos creían que era mejor estar separados si solo iba a ser así por pequeños ratos. Era como un constante tira y afloja sin sentido del cual no se decidían para que lado jalar la cuerda: habían pensado en alguna parte de la noche, debido a que eran situaciones como estas en las que acababan contradiciéndose totalmente a causa del alcohol.

 

En pocas palabras, solo podían estar juntos cuando ambos tenían alcohol en sus sistemas. Cuando eran completamente honestos consigo mismos sin ninguna inhibición de por medio.

 

Si lo pensaban bien, era una completa mierda.

 

"Está es una manera de llamar al baile... un poco rara." Se burló Okarun en voz baja, los cuerpos a su alrededor meciéndose al ritmo de la música que cambió a una más movida y Okarun se rió sabiendo que Jiji a pesar de que probablemente apenas y podía mantenerse de pie, lo había seguido hasta ahí. 

 

"Fue un paso, ¿quieres ver otro?" Provocó empujando una de sus piernas levemente entre las del más bajo. Jiji volvió a posar sus manos esta vez en los hombros del pelinegro.

 

"¿Quieres mostrarme?" Pregunta de la misma forma, con el mismo tono sugerente y una leve sonrisa.  

 

Nada de esto era lo que se esperaba, pero la emoción aumentada por el mismo efecto de muchas copas encima, hacían que sus sentimientos difusos hacía el otro se volvieran más nítidos y se intensificaran junto con el calor de sus cuerpos. 

 

"Ven." 

 

Era esto a lo que se refería Jiji. Su vientre bajo ardió y la ropa comenzaba a pesar sobre él.  

 

Lo llevó, a donde supuso Jiji, –quien ya había aceptado su destino—, que ya había tenido planeado desde un principio el pelinegro. Pues sólo era cuestión de segundos cuando sus cuerpos se mecían uno contra el otro de esa forma. Y sorprendentemente, de toda la gente, Okarun lo contemplo sólo a él esa noche, aunque por supuesto Jiji no lo supiera, con ese amor que ninguno quería dejar fluir en presencia del otro; flotando en su aura.

 

Arrastrándolo lejos de la gente y con aquella mirada casi cambiando a una más rojiza y brillante, característica suya que siempre solía portar con él desde que era parte yokai, esta vez mezclada con algo más. Algo más bonito y cálido. Ken lo llevó de la mano.

 

Subieron las escaleras de emergencia de los pasillos de la escuela a tropezones, sosteniéndose mutuamente el uno al otro para no caer mientras reían torpemente. Llegando con dificultad a la terraza oscura e iluminada tenue y únicamente por la luz lunar y la inmensidad de las estrellas. Al menos era más visible allí fuera que dentro. 

 

Jin respiró profundamente aliviado el aire fresco de fuera, el frío del viento calando sus pulmones mientras admiraba el paisaje que era el amplio y vasto cielo azul purpureo en conjunto con el manto estrellado, y luego miró a Okarun frente a él, sonriéndole tímidamente, robándose inmediatamente todo el protagonismo del panorama frente a sus ojos embelesados. 

 

Ah, era realmente lindo.

 

Jin volvió a tirar con suavidad de su mano, llamando su atención. 

 

La música aún escuchándose por lo bajo, por lo que ahora tenían todo el espacio vacío reservado para ellos. Únicamente ellos. 

 

La pista les pertenecía.

 

"¿Eh~? ¿Este era tu plan?" Preguntó con diversión Jiji, con los efectos del alcohol quedando un poco en el olvido cuando alzó la mano que sostenía la del contrario y lo hizo dar una vuelta cuando Ken tropezó entre risas con sus propios pies, siendo inmediatamente sostenido por el más alto. 

 

"¿Esperabas otra cosa?" Se burla Okarun, mirando al bonito pelirrojo con corazones pintados en sus pupilas.

 

"Ah... Honestamente, no me encuentro pensando con claridad." Jiji ve como el otro rueda los ojos mientras se recomponía, sus manos sin apartarse en ningún momento de las contrarias cuando ambos improvisan con la emoción y gracia de dos niños pequeños algún baile acorde a la música que se oía. "Ahora... ¿Tu, sabes bailar?" 

 

"No ésta música." Niega Ken después de un momento, riendo con el otro cuando piensan en lo ridículos que seguramente se ven ambos siendo los únicos dos lunáticos bailando bajo la brisa fría de la terraza. "Me alegra saber que al menos no soy el único que es un poco tonto en eso." 

 

"¿Disculpame? ¡Yo, a diferencia de ti, bailo muy bien!" Bromea con una sonrisa traviesa el pelirrojo posteriormente pisando sin querer al pelinegro en una de las vueltas que daban.

 

"Ay... Ya veo ya." Carcajea el de ojos oscuros cuando ve al otro tropezar solo ahora, sosteniéndolo para que no se fuera de espaldas. "¿Ese fue algún paso super sofisticado del que no estoy enterado que existía?"

 

"Es un estilo de baile." Justifica lo mal que ambos lo estaban haciendo entre risas. 

 

"Entonces creo que vamos muy bien." Le sigue el juego Ken.

 

Pasan el momento, disfrutando la compañía del otro entre risas, sin querer que nada de esto termine, sin querer que el tiempo transcurra y la mañana nunca llegue. Cuando después de tontear y moverse con movimientos improvisados, ambos quedan finalmente abrazados. Meciéndose lentamente al son de la música tranquila de dentro del establecimiento y tarareando bajito la melodía bajo las estrellas. Disfrutando la presencia del otro en lo que durara y apoyados en el abrazo del contrario con la paz de su propia burbuja siendo suficiente para ignorar el frío de su alrededor.

 

Sólo por esa noche, los dos se permitieron ilusionarse en cuanto sus miradas se volvieron a cruzar y sus respiraciones se mezclaron. 

 

Sólo esa noche.

 

Perderse aquella fiesta sería un desperdicio para cualquiera, pero no para ellos cuando ahora mismo tenían su propia fiesta en privado, llena de confort, calidez y risas acompañadas de algún que otro beso. Con su propio concepto de baile acalorado mientras sus bocas volvían a chocar una contra la otra en una danza tonts y pero cada vez más conocida que la anterior, esta vez tomándose más libertades al dejar que dedos rocen debajo de sus camisas de vestir, la piel tibia de sus cuerpos y algún que otro beso perdiera su camino a los labios y terminara en el cuello del otro.

 

Volvían a repetirse, sólo esa noche ellos fingirían ser algo y luego se volverían a distanciar por las circunstancias. Ignorando la realidad de sus corazones y manteniéndose unidos sin la necesidad de una etiqueta o verse seguido. Les había servido hasta ahora. 

 

Si todo terminaba bien, o al menos mejor que las anteriores veces, quizás ahora tendrían compañero de baile para la siguiente fiesta.

 

Quizás, solo quizás, las que vengan después. 

 

Pues desde luego, el concepto que ambos tenían de bailar era el mismo y sólo entre ellos eran capaces de entender el uno al otro. Y ambos amaban bailar de esa manera...