Chapter Text
1971
James Potter había soñado con su entrada a Hogwarts desde que era un niño pequeño, influenciado por las historias de su padre sobre el gran castillo y la magnificiencia de Gryffindor y los comentarios de su madre acerca de las lecciones más entretenidas que recordaba de su juventud. Se puso a gritar cuando le llegó la carta, compró sus útiles dos meses antes de lo necesario y visitó la tienda de túnicas tres veces con su madre.
James estaba completamente seguro de que se despediría en el andén, subiría a ese tren y comenzaría una gran aventura en la que le iba a caerle bien a todo ser que se encontrara (¡incluso a las criaturas mágicas!) y todo sería maravilloso.
Así que no se explicaba cómo terminó vagando por el pasillo mientras se quitaba el pintalabios de su madre de la mejilla y evitaba a un par de estudiantes mayores que se rieron al ver la marca, sin compartimiento porque todos estaban ocupados, tenían la puerta trabada por alguna razón o fueron tomados por estudiantes mucho mayores que lo intimidaban, con el cristal de los lentes sucio por las lágrimas que según él no iba a derramar durante la despedida y sin amigos porque el primer niño al que le habló ya se había juntado con otros dos y lo ignoró.
Quizás no tenía tanta confianza en este viaje, pero eso no significaba que el resto fuese a salir mal. Todavía le quedaba la Selección, por ejemplo. Cuando estuviese en Gryffindor, todo sería perfecto .
James se convenció de esto, se quitó las gafas y se metió al primer compartimiento con estudiantes de su edad que encontró mientras se encargaba de limpiar los cristales. Saludó y se sentó en el asiento que estaba disponible.
Junto a él estaba un chico que tenía ropa elegante, pero estaba desaliñado, como si alguien le hubiese colocado un traje para niños de once años y él hubiese comenzado a desabotonarlo, soltar la corbata y cinturón, arremangado el pantalón y hecho todo lo posible por no lucir como la persona que lo vistió quería. Incluso parecía que se pasó las manos por el cabello con desesperación.
Estaba discutiendo sobre las Casas de Hogwarts con una niña de cabello muy rojo que ya llevaba su túnica del colegio y un niño con ropa llena de parches mal cosidos que sostenía un libro.
—¡...sólo digo que la gente que va a Slytherin debe ser muy aburrida! —insistía el primer niño.
—Y yo sólo digo que si la única cualidad de la que hablan es el “valor” suena a que son más bien jugadores de Quidditch —razonaba el otro.
—Bueno —La niña intentó ser mediadora—, ¿quién dice ahí que perteneció a esa casa, Sev?
“Sev” soltó un resoplido y revisó el libro de nuevo.
—Duelistas. Casi toda esa gente famosa de Gryffindor fueron duelistas y un montón murieron jóvenes, entonces creo que...—Una pausa—. Y Potter. Fleamont Potter.
La niña arrugó el entrecejo.
—Recuérdame quién es ese, Sev...
—Es uno de los pocionistas del libro de mi mamá, Lil. El más grande pocionista de Inglaterra de este siglo-
James no pudo evitar soltar una risita.
—¿Estás hablando de mi papá?
Esto hizo que tres cabecitas se giraran hacia él. James se enderezó en el asiento, sonriendo.
—Fleamont Potter es mi papá. No sabía que decían que era “el mejor”, pero este verano le dieron un premio por...por...era un líquido rojo en un frasco de vidrio que tenía un nombre larguísimo...hm...algo para la piel y la cara y el pelo, estoy seguro.
—La poción para ayudar a cubrir la licantropía —le aclaró el niño que parecía más emocionado por el tema—. El libro decía que llevaba varios años intentando crear una poción para personas con licantropía que disimulase algunos rasgos físicamente y así no estarían en riesgo frente a magos o brujas que pudiesen, no sé, odiarles.
—Ah, sí —James asintió—, recuerdo que tenía algo sobre un licántropo en la pizarra de su laboratorio...
Cuando parecía que el niño iba a seguir preguntando, el otro lo detuvo hablándole a James.
—Oye, ¿y tú a qué Casa quieres ir?
—Gryffindor —respondió James sin dudar.
—¡Bien! —El niño le pasó un brazo sobre los hombros—. Yo soy Sirius. También iré a Gryffindor.
—Todavía no lo sabes —recordó la niña.
—Iré a Gryffindor —dijo Sirius, restándole importancia con un gesto—, y si no me dice a Gryffindor, haré que diga Gryffindor. Eso será divertido. Sobre todo cuando le avise a mi madre. ¿Tú cómo te llamas? —Y volvió su atención a James.
—James.
—Bueno, James y yo seremos mejores amigos en Gryffindor —decidió Sirius sin la menor duda—. Esa es Lily, pero no le hagas caso, ahorita que estuvo oyendo de las Casas dijo que podría preferir Ravenclaw en vez de Gryffindor. Y el que lee y lee dijo que se llamaba Severus...
—Por eso eres tan severo —James no pudo evitar el comentario que hizo que Severus soltase un resoplido.
—Los dos han hecho exactamente la misma “broma”.
—¡Es porque somos mejores amigos! —declaró Sirius, muy orgulloso.
—¿Y tú a qué Casa vas a ir, Severus?
—Lo sigo pensando...
—Sev nos estaba leyendo algo de información sobre las Casas y...
Estuvieron hablando sobre las Casas de Hogwarts y la gente famosa que salió de cada una hasta que pasó la señora del carrito. Ahí hicieron una pausa y James se levantó para comprar. Sirius le pidió unos dulces famosos que él le arrojó mientras elegía los suyos.
Lily también se acercó, pero mucho más vacilante, pasando de observar las monedas en su mano al carrito y luego a Severus.
—¿Qué puedo comprar con esto? —Ella se rindió y decidió preguntarle a James en voz baja.
—Hm...no mucho. Con veinte knuts no haces un sickle. Pero no importa —James sacó una moneda plateada de su monedero, la puso en la mano de Lily y tomó las veinte monedas de bronce que ella sostenía—. Ahora sí. Con un sickle puedes comprarte uno de estos...
—¿Sólo uno? —Ella miró de reojo hacia Severus de nuevo.
—No importa, Lil, no quiero —respondió el niño de inmediato.
—Estoy segura de que no desayunaste antes de subir al tren-
—Lily —La voz de Severus adoptó un tono de regaño.
James observó a Sirius de reojo. Este último ya había deslizado un saco diminuto fuera de su bolsillo, que le arrojó a Lily.
—Compra algo que sirva de comida para tres. O cuatro. O cinco. Gasta lo que quieras, mientras más se enoje mi madre, mejor. Gasta todo si puedes.
James se fijó en que el saco tenía un sello en la cinta que lo cerraba. Nunca le había prestado la suficiente atención a ese tema, pero estaba seguro de que era el sello de otra de esas familias importantes sangrepura, iguales a la suya.
Lily regresó al compartimiendo sonriente y cargada de dulces, pastelitos y bebidas. Le tendió el saco de vuelta a Sirius, que lo sopesó en su mano y se quejó porque seguía pesado.
—Son demasiadas monedas doradas, Sirius, ni siquiera comprando todo el carrito las gastaría...
Ella se sentó junto a un quejumbroso Severus que no quería aceptar “limosna” y comenzó a ponerle comida en el regazo.
—O comes o te entierro abajo de los dulces, tú decides, Sev.
Sólo cuando Severus se rindió y le dio un mordisco a un pastelito, su expresión cambió completamente y Sirius se rió.
—¡No tiene cara de amargado! Debe estar bueno, pásame uno, Lil...
Tuvieron bocadillos para el resto del viaje después de eso.
Cuando bajaron del tren, Sirius tenía el brazo alrededor de los hombros de James y Lily jalaba el brazo de Severus.
—¿Nos queda algo para comer?
—Ya casi vamos a cenar, Sirius.
—¿Y por eso no podemos comer?
Se subieron al mismo bote para cruzar el lago e incluso Sirius se quedó callado al observar la silueta del castillo al otro lado.
Durante la ceremonia en el interior del castillo, se tuvieron que separar porque llamaron a Lily a la fila de las niñas y Severus se encogió como si quisiera ocupar el menor espacio posible una vez que no la tuvo cerca.
Sirius lo jaló hacia ellos y se pasó un rato intentando convencerlo de que Gryffindor era la mejor opción mientras comenzaban a llamar a quien debía pararse al frente y ponerse el Sombrero.
Sirius fue el primero de los tres en ser llamado. Se sentó, le pidió al Sombrero ir a Gryffindor y caminó hacia la mesa de su Casa como si acabase de lograr una gran hazaña.
A Lily le tocó unos momentos después y también se dirigió a Gryffindor, lo que hizo que Sirius agitase los brazos a manera de saludo, sonriendo.
Cuando Severus avanzó y le pusieron el Sombrero, estuvo ahí sentado durante un par de minutos antes de que el Sombrero gritase “¡Slytherin!”. Severus caminó hacia su mesa con cierto aturdimiento y Lily comenzó a hablarle mediante gestos desde su mesa de Gryffindor para indicarle que no se preocupase por algo así.
James caminó hacia adelante cuando le llegó su turno y soltó una risita al escuchar las primeras palabras del Sombrero.
—Otro Potter...
También fue enviado a Gryffindor.
Nada más sentarse en la mesa, entre Lily y Sirius, este le presentó a los dos niños que tenían al frente.
—Remus Lupin —Sirius apuntó al que estaba cubierto de cicatrices— y Peter Pettigrew —Y luego al niño gordito que estaba nervioso y se encogió un poco al ser nombrado.
James los saludó con un gesto.
—Hola.
Cuando estaban por abandonar el Gran Comedor, un Prefecto llamaba a quienes ingresaron ese año para pedir que se organizaran por Casa. Lily no paraba de ver en todas direcciones, pero era difícil localizar a quien fuese en medio de un mar de túnicas negras.
—¿Buscas a Severus? —Sirius, de nuevo con un brazo alrededor de los hombros de James, se dirigió a ella después de que Lily casi tropieza con otra niña.
Ella sólo asintió.
—Seguro está bien —James intentó tranquilizarla.
—No entienden, Sev no es...—Lily titubeó por unos segundos y arrugó el entrecejo— bueno con la gente.
Los dos asintieron esa vez.
—Nos dimos cuenta —dijo James, intentando no reírse.
—Tranquila —Sirius se cambió de sitio para ir en medio de James y Lily y puso un brazo alrededor de los hombros de ella también—, le irá bien, solamente tiene que cuidar que nadie lo envenene con sus colmillos de serpiente y...
Antes de que pudiese terminar de hacer su “broma” sobre Slytherin, distinguieron pequeños objetos que se movían en el aire. No pudieron identificarlos, pero sí el quejido de un estudiante que le siguió.
Lily exhaló y se palmeó el rostro, por lo que ambos se fijaron en ella.
—¿Ese...?
—Es un truco que empezó a usar hace unos años cuando cree que está en riesgo, lo ha hecho tres veces con mi hermana cuando se pone a gritarnos...
Claramente al niño al que se los lanzó no le encantó esto y luego empujó a Severus. Lily se alarmó y corrió fuera de la fila de Gryffindor hacia la de Slytherin. James y Sirius intercambiaron miradas y la siguieron.
Alrededor de media hora más tarde, tres Gryffindor y un Slytherin se encontraban de pie fuera de la oficina del director.
—Podrías haberle dicho que ese tonto te estuvo jalando el cabello y te pisó la túnica y se burló —decía Lily—, el profesor Dumbledore parece un hombre muy razonable...
—Esto no era lo que esperaba de mi primer día en Hogwarts —balbuceaba James con la vista fija en el suelo.
—¿Creen que le avisen a nuestras familias? —Un muy sonriente Sirius echó un brazo sobre los hombros de James y otro sobre los de Severus—. ¡Me encantaría que mi madre se entere de que estuve en la oficina del director la primera noche!
—Eres tan raro —murmuró Severus, viéndolo con una expresión extraña.
—¿Cómo reaccionarían en sus familias si les avisan? —siguió Sirius en tono animado—. Porque mi madre tendría un infarto, y con suerte, mi padre también.
—Creo que mi mamá se sorprendería pero al final no le importaría si fue por Sev —susurró Lily, algo resignada— y papá nunca me ha regañado.
—Mi papá se reiría y mi mamá se horrorizaría —James soltó una risita al pensarlo.
Sirius se fijó entonces en Severus, que frunció el ceño.
—El mío ignoraría la notificación —respondió Severus con voz monótona—, pero si la leyese y estuviese en casa, me daría una paliza.
—¡Eh, mi madre también me daría una paliza antes o después del colapso! —Sirius desocupó uno de sus brazos para ofrecerle el puño.
Severus se limitó a darle otra mirada larga y extraña.
—Se choca —Sirius pasó a sujetarle la muñeca para moverle la mano y mostrarle cómo—, así.
—¿Por qué?
—Bueno, por ser amigos, creo, antes los magos lo hacían con la mano con que sostenían la varita para demostrar que no estaban armados o para dejar un rastro de magia en la otra persona, sobre todo en las cacerías de brujas, pero las brujas tienen otros gestos, entonces era más como una forma de asegurarse de que...
—No eres un completo ignorante —Severus lo soltó con tal seriedad y sorpresa que Sirius detuvo por completo lo que estaba diciendo.
El pasillo sólo estuvo en silencio durante unos segundos antes de que James estallara en carcajadas, seguido por una Lily que intentaba disimularlo. Después Severus se comenzó a reír también mientras Sirius fingía darle golpes en los brazos sin fuerza.