Chapter 1: Primera vez
Notes:
Únicamente en este capitulo Kaito es menor de edad, en todo los siguientes tendrá 20 o más, si no es el caso lo especificaré.
Chapter Text
Kaito dormía en el oscuro y frío sótano, sus manos atadas al rededor del poste en cuál descansaba, su cuerpo lleno de moretones y heridas de torturas pasadas. De repente la luz del sótano se enciende y los pasos de Caleb resuenan en la habitación, se acercó a Kaito y lo miró por un momento, admirando su lastimada figura, se agachó frente a él y le dió unas gentiles palmadas en el rostro.
—Kaii~ ¡despierta, vamos!— Kaito gruñó un par de veces antes de despertarse, levantó la cabeza, su mirada se encontró con la de Caleb quien le sonreía amablemente.
—¿Dormiste bien, dormilón?—
—S-si...— tartamudeo Kaito, apartando la mirada.
—Me alegro— Caleb pasó su mano por el pelo de Kaito, apartandolo de su rostro mientras acariciaba su mejilla, Caleb se levantó y se dirigió al pequeño refrigerador en la esquina del lugar.
—¿Tienes hambre?— Caleb se agachó, abrió el refrigerador y saco un sándwich y una botella de agua, volvió con Kaito de sentó frente a él
—Ah...si, gr-gracias— Caleb quitó la envoltura del sándwich y lo acercó a la boca del chico, Kaito comenzó a comer el sándwich, cuándo lo terminó, Caleb abrió la botella de agua y lo acercó a los labios de Kaito, deslizando el líquido por su garganta, apartó la botella de sus labios y la cerró nuevamente.
—Gracias...—
—No hay de que—
Caleb dejó la botella en el piso y agarró un cuchillo de su cinturón, Kaito jadeo del susto, estremeciéndose al ver el cuchillo en las manos de Caleb, el cuchillo que había sido usado en su piel tantas veces en tan poco tiempo.
—N-no...— susurró
Caleb miro a Kaito con una retorcida sonrisa, acercando el cuchillo a su mejilla.
—Empecemos con nuestra diversión diaria ¿Si?—
Caleb deslizó el cuchillo, cortando la piel del chico, Kaito cerró los ojos, su cuerpo comenzó a temblar, Caleb apartó el cuchillo del rostro del chico y lo acercó hacia su pierna, haciendo un corte profundo en su muslo. Kaito se limitó a apretar los puños y se morderse labio, tratando de tolerar el dolor, sabía que era estúpido tratar de pelear, solo tenía que aguantar hasta que todo terminara y podría descansar del sufrimiento diario.
Diez minutos de tortura iban pasando, las extremidades de Kaito ensangrentadas por los cortes, lágrimas caían de las mejillas del chico mientras Caleb seguía atormentando su ya lastimado cuerpo, movió el cuchillo hacia él pecho de Kaito y comenzó a hacer cortes sobre este, el cuerpo del chico se estremecía al tacto de la fría punta del cuchillo cortando su piel.
—Lo estás haciendo muy bien, Kai— halagó, mirándolo con una gran sonrisa en su rostro, volvió su vista hacia el pecho del joven, lo mantuvo en su lugar con su mano libre mientras apoyaba el cuchillo en la pálida piel de Kaito, pero, se contuvo de comenzar a cortar. Comenzó a observar el cuerpo del muchacho detenidamente, pasó su mano por el costado del chico, comenzó a acariciar su pecho lentamente, manchando su mano con la sangre que brotaba de los cortes, Kaito miró a Caleb, algo confundido.
—Tu...— murmuró Caleb.
Caleb se inclinó y pasó su lengua por la clavícula de Kaito.
—¿¡Q-que haces!?— preguntó Kaito.
Caleb ignoró las palabras del chico y comenzó a lamer y besar la piel ensangrentada del muchacho.
—¡B-basta...!—
Kaito se estaba sintiendo realmente incómodo, pero las ataduras en sus muñecas le impedían poder hacer algo. Caleb dejó el cuchillo en el suelo y se sentó a horcajadas sobre las piernas de Kaito mientras besaba y lamía sus heridas. Después de unos segundos Caleb se movió detrás de Kaito y quitó la cuerda al rededor de sus muñecas, el chico se sorprendió al sentir sus manos libres de las ataduras, pero antes de que pudiera moverse el hombre agarró su hombro y lo tiró al suelo. Caleb se posicionó detrás de él, agarró las caderas de Kaito y las elevó hacia su entrepierna. Un terror recorrió el cuerpo del chico.
—N-no...—
Caleb bajó el pantalón de Kaito y comenzó a desabrocharse su cinturón.
—¡N-No! ¡No! ¿¡Que haces!? ¡Detente!—
Kaito trató de gatear lejos de Caleb pero este lo mantuvo en su lugar agarrando con fuerza su cadera. El pelirrojo se quitó el cinturón y desabrochó su pantalón, sacó su miembro y lo posicionó en la entrada del chico, la respiración de Kaito comenzó a acelerarse y lágrimas se asomaban de sus ojos.
—¡NO! ¡N-NO, POR FAVOR! ¡¡TE LO RUEGO!!—ignorando las súplicas de Kaito y comenzó a introducir lentamente su miembro dentro de Kaito.
—¡¡BASTA!! ¡¡POR FAVOR!!—
Caleb embistió con fuerza, metiendo su pene por completó dentro de Kaito, el chico soltó un grito de dolor y lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.
—S...sa...sácalo...sácalo, por favor...— suplicó a voz baja.
Caleb se hizo para atrás, sacando casi por completo su miembro de Kaito solo para volver a embestir con fuerza, provocando otro grito de dolor del chico.
—Mierda...¡estas realmente apretado!— dijo Caleb entre risas.
Caleb comenzó a embestir repetidamente dentro de Kaito, haciéndolo gritar y gemir del dolor.
—¡¡Ahh!! ¡¡Basta!! ¡¡P-Por favor!!— suplicó Kaito mientras sollozaba
—¡¡Por favor!! ¡¡M-me duele...!!—
Caleb siguió embistiendo dentro de Kaito, soltando bajos gemidos y jadeos de placer, el hombre se inclinó hacía el chico.
—Sigue rogando...solo me prende más— le susurró Caleb al oído.
Caleb mordió con fuerza el hombro de Kaito, haciéndolo gemir del dolor, continúo embistiendo dentro de Kaito mientras mordía y besaba su hombro y cuello.
—H-hare lo que quieras... Pero por favor...¡Ngh! ¡¡D-detente!! ¡¡Ahh!!—
Caleb se soltó unas pequeñas risas al oír las súplicas de Kaito
—Oh, cariño— Caleb agarró el pelo de Kaito y levantó su cabeza
—Tu SIEMPRE harás lo que yo quiera...— el tono de Caleb se tornó a uno amenazante y posesivo.
Soltó el cabello del chico y siguió embistiendo dentro de él, mientras agarraba su cadera con fuerza para mantenerlo en su lugar, enterrando sus dedos en su piel. Los gritos y llantos de Kaito resonaban en la habitación, trataba de buscar cualquier forma de escapar pero no podía pensar en nada. Caleb comenzó a embestir con más fuerza y rapidez, provocando más gritos por parte del chico.
—¡D-duele! ¡M-me duele! ¡¡Por favor, basta!!—
Kaito siguió tratando de alejarse de Caleb, pero fue inútil, trataba de buscar algo con lo que defenderse, algo con lo que pudiera escapar; algo que le ayudara, lo que sea, pero no había nada a su alcance, sus súplicas eran inútiles, solo podía esperar a que todo terminara. Caleb se deleitaba con los gritos y gemidos de dolor del chico, disfrutaba ver su desesperación y angustia por escapar, Caleb bajó la mirada hacia la entrada del chico, percatandose de algo.
—¡Ja! Mierda ¿Estás sangrando? ¿Acaso nunca te han follado?— preguntó en tono burlón.
—Yo nunca...¡Ngh! Yo- ¡Ugh! ¡¡Mierda!!— las palabras de Kaito eran interrumpidas por sus gemidos y gritos.
—E-esta es ¡Hngh! M-mi pr-pr-primera v-vez—
Caleb se detuvo un momento, sorprendido, se rió entre dientes y volvió a embestir dentro de Kaito
—Ahh...a veces olvidó que solo tienes dieciséis— agarró el pelo de Kaito, levantó su cabeza y se inclinó hacia él
—Pero ¿Sabes? Me encanta ser tu primera vez...—
Caleb le dió un beso en la mejilla y soltó el pelo de Kaito mientras seguía embistiendo contra él con fuerza
—Ugh...carajo, te sientes tan...bien— con un último empujón, Caleb terminó por correrse dentro de Kaito, llenando su interior con su espeso semen. Se echó hacia atrás, sacando su miembro de Kaito, se abrochó el pantalón nuevamente y se puso de pie. Kaito se acurrucó en el suelo, jadeaba pesadamente, Caleb se agachó frente al chico y le dió un beso en la frente.
—Lo hiciste bien, Kai— elogió
Kaito se quedó acurrucado, en silencio por unos segundos, antes de empezar a sollozar, Caleb se percató de esto y comenzó a acariciar su cabello.
—Ow~ no llores cariño...— el sollozo de Kaito se convirtieron en un llanto desconsolado
—Esto no es real...esto no es real...— se repetía a si mismo.
Se acurrucó aún más en el suelo mientras se abrazaba a si mismo, Caleb levantó a Kaito y lo acercó a él, apoyando su cabeza contra su pecho, abrazándolo con fuerza mientras acariciaba su cabello.
—¡NO! ¡SUÉLTAME! ¡NO ME TOQUES!— el joven trató de apartar a Caleb, apoyó sus manos en su pecho y trató de alejarlo pero el agarré del hombre era fuerte, logrando mantenerlo contra su pecho. Kaito dejó de forcejear después de unos momentos, hundió su rostro en el pecho del pelirrojo y se rompió en llanto, Caleb comenzó balancearse, como si tratara de calmar a un bebé, acarició su cabello mientras lo abrazaba.
Después de casi una hora Kaito dejó de llorar, Caleb lo tomó en sus brazos y lo dejó nuevamente contra el poste, ató sus muñecas y le di un gentil beso en la frente
—Descansa, cariño, lo vas a necesitar—
Kaito se mantuvo en silencio, en un estado de shock, Caleb se levantó y caminó hacia las escaleras, miro al muchacho una última vez antes de subir las escaleras, satisfecho con su nuevo juguete.
Chapter 2: Recurrentes pesadillas
Notes:
¡No hay continuidad entre capítulos! Únicamente son los mismos personajes
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Ahogados quejidos y llantos resonaban en el lúgubre lugar, las ataduras en sus brazos le impedían al pelinegro cualquier oportunidad de defenderse. Sangre se deslizaba por su piel y chorreaba hasta el suelo, el único sonido aparte de los lloriqueos del chico era un entrechocar metálico.
Al otro lado de la habitación y enfrente de Kaito estaba Caleb, rebuscando entre los cajones de su mesa de trabajo, en busca de algo con lo que seguir atormentando al muchacho. Después de unos segundos, el hombre sacó un martillo, lo empuñó con fuerza y se dió vuelta para ver a Kaito, con una macabra y perversa sonrisa, se acercó a pasos lentos al muchacho y se arrodilló frente a él, envolvió su mano en la rodilla del chico; levantó el martillo sobre su cabeza y cuando estaba apunto de encestar un golpe sobre el muchacho...
Kaito se despierta de un violento sobresalto, soltando un fuerte grito. Sudor frío corría por su frente y su respiración estaba acelerada. Miró a sus alrededores y luego hacia sus piernas, entre le oscuridad pudo distinguir su habitación y la suave tela de sus sábanas sobre su regazo. Apoyó ambos codos sobre sus muslos y escondió su rostro entre sus manos, suspirando de alivio; solo había sido un sueño, más bien, una pesadilla, una de tantas que tenía; tener un sueño tranquilo después de años de tortura era casi un milagro, un milagro que él rara vez podía obtener. Se empujó el pelo hacía atrás y miró nuevamente por su oscura habitación, un escalofrío le recorrió, pudo sentir una inquietud invadir su cuerpo. Rápidamente dobló sus piernas para alejar sus pies el borde de su "cama" (que más bien solo era una pila de frazadas bien acomodadas) y se tapó hasta la cintura con las sábanas, otro vistazo a la oscuridad que lo rodeaba solo aumentó su incomodidad, agarró las frazadas pero, antes de que si quiera pudiera intentar cubrirse con ellas, pasos desde el primero piso hasta su cuarto lo detuvieron, pasos apresurados, sonaba a que alguien estuviera corriendo en su dirección. No hacía falta que la puerta se abriera para que Kaito supiera quien era. El tintineo de unas llaves y cadenas sonaron frente a su habitación, la puerta se abre de golpe y la luminosidad del pasillo elimina toda oscuridad ya presente. En el marco de la puerta estaba Caleb, jadeando por haber corrido, rápidamente se acerca hacia Kaito y se arrodilla frente a él.
—Kaito, cariño ¿Estás bien? ¿Por qué gritabas? ¿Qué pasó?— dijo, pregunta tras pregunta, llevando sus manos para el rostro del chico y acariciando sus mejillas.
—Nada... nada, estoy bien— respondió, apartando gentilmente las manos del hombre, quien, ahora mismo, era la última persona que Kaito quería ver.
—¿Tuviste otra pesadilla?— preguntó, bajando sus manos y apoyándolas en sus propios muslos. El chico asintió, manteniendo la mirada alejada del hombre junto a él.
—Oww...cariño— el hombre se inclinó hacia Kaito y envolvió sus brazos al rededor de él, acercándolo hacia su pecho en un cálido abrazo. El pelinegro apoya su mano izquierda en el pecho de Caleb tratando de mantener cierta distancia, pero no trató de alejarse, nunca salía bien cuando lo rechazaba; simplemente se dejó ser abrazado. El pelirrojo subió una mano hacia la cabeza del chico y comenzó a acariciar su oscuro cabello.
—¿No te gustaría dormir en mi cama hoy?— sugirió en un susurro. Kaito se mantuvo en silencio, en duda de que responder, por más de que deseara algo de compañía, no quería estar con él, menos después de una pesadilla (las cuales siempre estaban protagonizadas por Caleb).
—N...no, e-estoy bien— se negó, a pesar de su miedo por rechazarlo.
—¿Estás seguro?— insistió, con una extraña amabilidad.
—Si...— repitió.
Caleb se separó y agarró el rostro del chico entre sus manos, se inclinó y presionó sus labios en su frente, dándole un gentil beso.
—Está bien— se puso de pie y acarició el cabello de Kaito.
—Avísame cualquiera cosa, cariño— se dió la vuelta y caminó hasta la puerta, lo miró una última vez antes de cerrarla. El tintineo de la cadenas y llave sonó nuevamente, seguido de pasos alejándose. Kaito suspiró de alivio cuando Caleb finalmente se fue, se acostó en la cama y se tapó hasta el cuello con las frazadas, se acurrucó en posición fetal y, con un último vistazo a su alrededor, cerró los ojos para volver a dormir, no esperando nada más que sus recurrentes pesadillas.
Notes:
Decidí ir agregando capitulos en vez de hacer nuevas publicaciones para cada historia, además de que sorprendentemente esto tuvo visitas (´ . .̫ . `)
Lamento que lo primero que lean de mi sea ese primer capítulo, realmente no me gusta como está escrito(。ŏ﹏ŏ)
A diferencia de este, que siento que está mucho mejor narrado que el primero, me gusta más<( ̄︶ ̄)
Chapter 3: Usual tormento
Notes:
Perdón la demora!! (ŏ﹏ŏ)
Traté de apurarme lo más posible con esto (╯︵╰,)
Chapter Text
El sonido de gritos y el salpicar de la sangre resonaba ruidosamente por la sala de estar, Kaito presionaba con fuerza sus manos contra sus oídos mientras Caleb le subía el volumen a la televisión; ignorando por completo la incomodidad del chico.
El muchacho se acurrucaba contra el cojín del sofá, sus rodillas estaban contra su pecho y evitaba por completo ver la televisión, aguantando sus ganas de vomitar mientras esperaba impacientemente que terminara. Campbell sabía lo asqueado que el joven estaba con este tipo de películas, pero esa era exactamente una de las razones por las que seguía poniendo; aparte de por lo mucho que le excitaban, obviamente. Había escogido una de sus favoritas, por consecuencia, una de las que el chico más odiaba.
El hombre tenía la mirada fija en la pantalla, podía sentir como su miembro se volvía duro y presionaba dolorosamente contra su ropa, llevó sus manos hacia entrepierna y agarró su erección a través de la tela, volteó a ver al joven y sonrió maliciosamente. Subió nuevamente el volumen de la televisión y comenzó a gatear hacia Kaito.
—Oye~ cariño— llamó coquetamente.
El muchacho notó de reojo como el hombre se acercaba, levantó la cabeza para mirarlo, manteniendo sus manos en sus oídos. El hombre apoyó sus manos en las rodillas del joven y apartó sus piernas para posicionarse entre estás.
—¡Oh no, no, no! ¡No! ¡Aléjate!— apartó las manos de sus orejas y apoyó sus manos en el pecho de Campbell, ejerciendo presión para alejarlo. El chico sabía exactamente porque el hombre se había acercado y no podía estar más asqueado, ya la estaba pasando lo suficientemente mal con tener que oír los desagradables ruidos de la masacre que estaba puesta, no quería lidiar con más. Caleb ignoró por completo el forcejeo del chico y simplemente apartó sus manos de un manotazo para después agarrar la pretina del cinturón de Kaito.
—¡Por favor, Caleb! ¡Al menos quita la película!—
—¿Qué diversión habría en eso? Vamos, sabes mejor que resistirme— sin darle oportunidad al chico para responder, se inclinó hacia él y capturó sus labios en un beso; el cual él dominaba, como siempre. Comenzó a bajar el pantalón y ropa interior del muchacho, este no puso resistencia alguna, sabía que si no peleaba Campbell sería un poco más gentil con él y que todo acabaría más rápido; aún que lo último podía variar. El hombre comenzó a besar el cuello y clavícula del muchacho, quien apartó la mirada, increíblemente incómodo. Caleb arrojó la ropa del joven al suelo y desabrochó su cinturón y pantalón, sacando su polla y frotándola un poco. Se enderezó y posicionó su miembro en la entrada de Kaito.
—¿Listo para mí? Cariño— preguntó burlescamente.
—Tú sabes que no...— respondió entre dientes, cerrando sus ojos.
Caleb simplemente se rió y, con una sola embestida, introdujo por completo su erección dentro del chico. Un grito escapó de la garganta del joven, su espalda se arqueó y apretó uno de los cojines por el dolor, soltando un par de entrecortados jadeos.
—Urgh... Carajo— susurró el chico.
El pelirrojo comenzó a mover sus caderas a una dolorosa velocidad, sin darle oportunidad al chico para poder acostumbrarse a la sensación. Los dedos del hombre se enterraban en la cintura del joven, dejando rojas marcas.
—Ah... Siempre estás tan apretado— comentó en tono burlón.
—Por que nunca- ¡Mngh! Nunca estoy... listo para e-esto— respondió, notablemente molesto por la burla del hombre.
Caleb se inclinó hacia el muchacho y empezó a besarlo nuevamente, embistiendo una y otra vez dentro de Kaito sin ningún tipo de cuidado o preocupación por el dolor e incomodidad que el joven estuviera sintiendo. Los repulsivos sonidos de la televisión sonaban de fondo, lo que aumentaba aún más su desagrado. Campbell se separó del beso, su respiración pesada.
—Tus piernas...— ordenó entre jadeos. Kaito lo miró confundido, no entendiendo su indicación.
—... Alrededor de mi cadera— aclaró, el pelinegro obedeció después de unos segundos de titubeo, empujando involuntariamente al hombre más profundo dentro de él. El pelirrojo comenzó a embestir con más rapidez y fuerza, llegando más profundo con cada empuje.
—¡M-mierda! ¡Caleb, m-me duele!—
Ignorando las quejas del joven, se inclinó y comenzó a morder su hombro y clavícula, lo suficientemente fuerte para hacerlo sangrar; agregando aún más dolor del que ya estaba sintiendo y dejando marcas ensangrentadas a lo largo de su palida piel. El hombre agarró la polera del joven y la deslizó por arriba de su cabeza, dejandola en el suelo junto al resto de ropa. Acercó su rostro hacia su pecho y comenzó a chuparlo y besarlo bruscamente, marcando aún más el ya magullado cuerpo de Kaito y dejando un rastro de chupetones hasta su cuello.
El hombre embestía frenéticamente, centrándose únicamente en su placer y en los lloriqueos de dolor del muchacho, los cuales solo eran leña para el fuego de su deleite. El pelinegro envolvió sus brazos alrededor de Caleb, rasguñando su espalda a través de la tela de su camisa, lágrimas se asomaban de sus ojos pero trató con todas sus fuerzas contenerlas; sabiendo que su llanto solo excitaría más al hombre, haciendo está situación mucho peor para si mismo. Campbell se enderezó después de unos minutos, llevó una de sus manos hacia su propio pecho y comenzó a desabrochar su camisa, mientras con la otra mano agarraba con fuerza la cadera del chico; manteniéndolo en su lugar mientras empujaba en su interior. Kaito apartó la mirada, volteando a ver a la televisión pero, al instante que lo hizo se encontró con una completamente desagradable y sangrienta escena, se podía ver a una muchacha siendo brutalmente mutilada mientras esta seguía con vida. Rápidamente apartó la mirada, su vista encontrándose con la de Caleb, quien se percató tanto de lo que presenció el joven, como de su disgustado y aterrado rostro.
—Pff- ¿Qué pasa? ¿La película es muy fuerte para ti?— bromeó.
Repentinamente, agarró bruscamente el rostro de Kaito y ladeó su cabeza, obligándolo a ver la televisión.
—¡N-no! ¡Caleb, no! ¡Ah! ¡Por favor!— Agarró con fuerza la muñeca del hombre y trató de apartar su mano mientras intentaba mover su cabeza, sus ojos cerrados. Un breve forcejeo comenzó, Campbell trataba de obligar al chico a mirar mientras este hacia todo lo posible para evitarlo; harto, el hombre golpeó al joven en el rostro y volvió a forzar su vista hacia la pantalla.
—Mira fijamente, Kaito, si cierras los ojos te voy a coser los párpados a la frente ¿Eso es lo que quieres?— amenazó, enfatizando sus palabras con una dolorosa embestida y presionando con fuerza su mano contra su mejilla. El muchacho; temeroso y con lágrimas que ya no podia contener, asintió.
Los últimos minutos de su tormento fueron los peores para el chico, trataba como sea de no vomitar, sus lágrimas mojaban el sillón y la palma del pelirrojo. Con unas últimas embestidas, Caleb terminó por correrse dentro del joven, llenando su interior con su espeso semen; mantuvo sus caderas presionadas contra Kaito, asegurándose que cada gota quedara dentro del muchacho; la respiración del hombre era pesada, apartó su mano del rostro del joven, permitiéndole quitar la mirada de la película la cual, ya estaba terminando. Campbell sacó su miembro del interior del chico y se sentó hacia atrás en el sillón, miró hacia su pene empapado en semen y luego a Kaito, quien estaba acurrucado en posición fetal; una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Extendió su mano y agarró un puñado del cabello del joven, haciéndolo gritar y arrastrándolo hacia él, empujando su rostro hacia su regazo.
—Limpialo— ordenó.
Kaito lo miró temeroso, sus ojos brillosos por las lágrimas que todavía caían por sus mejillas.
—N...no, por favor no...— suplicó en un balbuceo.
—No te estoy preguntando, te estoy diciendo que lo hagas, así que obedece— empujó su cabeza aún más, sus labios rozando su miembro.
El joven tragó saliva; no quería hacerlo enojar, apoyó sus manos en el muslo de Caleb y, temblorosamente, comenzó a lamer el semen que estaba en el miembro del hombre para después tragar este mismo. "Dios... Voy a vomitar" pensó el muchacho, tratando de controlar sus náuseas y desagrado. Cuando Kaito terminó, Campbell llevó su mano hacia la cabeza del joven, acariciando su cabello por unos segundos para después agarrar su barbilla; obligándolo a mirarlo, una sonrisa mezquina en su rostro.
—Lo hiciste muy bien, cariño, buen chico— halagó, acariciando con su pulgar la fría mejilla del muchacho. El joven se sentó sobre sus rodillas, limpió el resto de semen que quedó alrededor de su boca con su mano y se inclinó para recoger su ropa.
—Huh... V-voy a ir a... Limpiarme— avisó, mirando al hombre de reojo.
—Nop, voy a llevarte para que te limpies cuando vayamos a dormir—
El muchacho levantó la cabeza y lo miró en silencio, incrédulo.
—¿Por qué?— en su tono se notaba su molestia y enfado.
—Porque yo te lo digo, Kaito— volteó a verlo, su mirada no dejaba lugar para discusión, el chico abrió la boca para hablar pero, al ver a los ojos de Caleb, decidió mantenerse en silencio y bajar la mirada. Agarró su ropa y se puso de pie para comenzar a vestirse; el semen chorreando desde su interior y recorriendo sus muslos. El hombre sonrió ante la obediencia del muchacho, se acomodó el pantalón y cinturón y se echó hacia atrás en el sillón.
—Buen chico— comenzó a abrocharse la camisa mientras veía de pies a cabeza, detenidamente al joven vestirse.
—Eres tan hermoso— elogió a voz baja.
Kaito terminó de ponerse la polera y volteó a ver, con inquietud, a Caleb al oír sus palabras, lo miró por unos segundos antes de apartar la mirada; ignorando su halago. Se volvió a sentar en el sofá, claramente incómodo, subió sus rodillas hasta su pecho para abrazarlas. El pelirrojo lo miró algo sorprendido y soltó un resoplido, molesto.
—Oye— llamó.
Miró al hombre de reojo, quien se dió unas palmadas en los muslos; Kaito apretó su ropa, sus nudillos volviéndose blancos por la fuerza de su agarre; un fuerte sentimiento de impotencia invadiendolo. Respiró profundamente, soltó su ropa y gateo hasta el regazo del pelirrojo, sentándose a horcajadas sobre sus piernas; como a Caleb le gustaba que se sentara.
—¿Qué se dice cuando alguien te da un cumplido?— preguntó, levantando una ceja.
Kaito se quedó en silencio, confundido, hasta que entendió a lo que se refería.
—Oh, g-gracias, Caleb— Murmuró, bajando la mirada.
Una sonrisa se formó en el rostro de Campbell, extendió su mano y acarició la mejilla del chico, para después deslizarla hasta su nuca, su otra mano agarrando su cintura; empujándolo contra su pecho en un abrazo.
—Lo hiciste bien, mi amor, eres un buen, buen chico— plantó un gentil beso en su cabeza y comenzó a acariciarlo.
La muestra de afecto, aún que sea de parte de su abusador, hizo que las lágrimas que Kaito había logrado contener se volvieran a asomar, solo que esta vez no pudo aguantarlas. Llevó sus manos a su rostro, tratando de ahogar sus sollozos y de contener las lágrimas que ya estaba cayendo por su piel; su intento de ocultar su llanto fue inútil y Caleb rápidamente se percató.
—Aww~ ya, ya, cariño, estoy acá, tranquilo— su abrazo se hizo más fuerte, presionando el cuerpo del muchacho contra el suyo. El joven envolvió sus brazos alrededor de Campbell y escondió su rostro en su pecho, mojando la roja camisa del hombre con sus lágrimas; realmente necesitaba algo de consuelo.
Luego de unos minutos de puro llanto, el muchacho se logró calmar; sus brazos cayeron hacia sus costados, su cabeza todavía en el pecho del pelirrojo, quien acariciaba su oscura cabellera.
—¿Ya estás tranquilo?— su tono una mezcla de burla y condescendencia.
Kaito no respondió, sus ojos estaban enrojecidos y no había ni una pizca de luz en estos, miraba hacia los cojines del sillón en una especie de shock. El hombre notó su falta de reacción, simplemente suspiró con una sonrisa; estaba acostumbrado a que el chico estuviera así cada vez que eso pasaba. Tomó el control de la televisión; la película ya había terminado, comenzó a buscar algo para ver mientras el muchacho descansaba en su regazo. Ese estado no duraría mucho y Caleb lo sabía, sabía que a la mañana siguiente volvería a su malcriada actitud de siempre. Aún que él amaba ver a Kaito tan lastimado por su maltrato, era más divertido sacar una reacción de su parte.
Los ojos del muchacho comenzaron a cerrarse por el agotamiento, su cuerpo comenzó a relajarse y su respiración se volvió algo pesada.
—¿Tan cansado estás?— preguntó burlescamente.
Casi al instante después de la pregunta el joven cayó dormido, el hombre se rió entre dientes; posó un beso en su frente y envolvió ambos brazos alrededor suyo en un cálido abrazo.
—Descansa, mi amor, mañana seguiremos con nuestra diversión—
Apagó la televisión para que la luz no molestara el sueño del muchacho, comenzó a balancearse manteniendo al chico contra su pecho, mientras tarareaba canciones de cuna. Quería que Kaito descansara lo más posible, quería que tuviera suficientes energías para que fuera capaz de resistir todo lo que el hombre tenía planeado para él; todo el tormento y dolor que le esperaba. La idea hizo que una sonrisa se formara en el rostro de Campbell, impaciente por aumentar el suplicio de aquel inocente joven.
Chapter 4: Solo momentáneamente
Notes:
PERDÓN LA TARDANZA 😭😭😭
He estado con muchas cosas pero ahora que estoy de vacaciones espero poder escribir más cosas y más rápido, prometo hacer lo mejor que pueda •́ ‿ ,•̀
Chapter Text
—¿Estás cómodo? Cariño— preguntó burlescamente, dando un último tirón a la cuerda que estaba atando alrededor de sus muñecas. El cuerpo del joven se estremeció por el dolor ante la presión que había contra su piel. Campbell se puso de pie y caminó hasta su mesa de trabajo donde comenzó a buscar entre las herramientas; el entre chocar metálico de estas resonaba por el frío lugar. Después de unos segundos se dió la vuelta con un taladro en mano y una macabra sonrisa en su rostro; se acercó hacia el muchacho, quien se alejaba lo casi nada que podía contra el poste al cual estaba amarrado. Sudor frío caía por su frente y temple, su miedo aumentaba con cada paso que el hombre daba hacia él.
—Aw~ no estés tan asustado, mi amor, solo vamos a tener algo de diversión— se arrodilló frente al chico y presionó el gatillo del taladro un par de veces, el fuerte zumbido penetrando los oídos del joven.
—Por favor...—
—¿Hmh?—
—No...— lágrimas comenzaron a caer por sus pálidas mejillas, sus hombros temblando debido a sus sollozos.
—¿Llorando tan pronto? ¡Ni siquiera hemos empezado!— se burló entre risas.
—Ahora ¿Por dónde quieres que empiece?—comenzó a pasar la fría punta metálica por la clavícula y cuello de Kaito, provocando un pequeño jadeo de él ante el escalofriante toque. Posó el taladro contra su muslo, asegurándose de no presionar sobre el hueso de la extremidad.
—¿Que tal... Si empezamos por acá?— apretó el gatillo, la punta empezó a girar con un fuerte zumbido, enterrandose en la carne del muchacho. Sangre comenzó a salpicar y a chorrear por su piel, los gritos rápidamente se hicieron presentes, llenando la habitación y los oídos de Caleb. Presionó con fuerza la herramienta, introduciendo y perforando aún más profundamente la piel.
El pelirrojo apoyó su rodilla contra la pierna del chico para mantenerlo en su lugar, comenzó a retorcer y a girar el taladro, aumentando el suplicio del muchacho. El joven echó la cabeza hacia atrás, chocando con el metal del poste, su vista estaba borrosa por la agonía y las lágrimas que llenaban sus ojos, el dolor recorriendo cada una de las venas de su cuerpo.
Después de unos tortuosos minutos Campbell finalmente apartó la herramienta, sangre salpicada en la punta al igual que en sus dedos, dejó el taladro en el suelo y acercó su mano hacia la sangrienta y fresca herida, e introdujo su dedo en esta, girando y presionando.
—¡Mierda! ¿¡Q-qué carajo haces!?— Kaito bajó la cabeza de golpe ante el dolor, mirando hacia la herida que Campbell había hecho y que ahora estaba empeorando, trató de mover su pierna pero Caleb la mantenía en su lugar presionando con su rodilla. Dobló su dedo enterrandolo en la carne, provocando un fuerte grito del muchacho. Alejó su mano de la herida después de unos segundos, llevó su dedo hacia su propia boca y comenzó a lamer la sangre impregnada en el guante; una retorcida sonrisa en su rostro.
—Sabes tan bien, mi amor ¿No quieres probar?— Acercó su mano hacia el rostro de Kaito, presionando contra su boca y manchandola con la sangre. Los ojos del joven se abrieron en sorpresa al oír las palabras del hombre, ladeó rápidamente la cabeza y apretó los dientes, haciendo lo posible para mantener su boca cerrada.
—Abre la boca— presionó su dedo con más fuerza entre los labios del chico, ejerciendo presión contra sus dientes, Kaito lo miró de reojo; claro miedo y enfado en su mirada, un fuerte sentimiento de impotencia lo invadía. Harto de su desobediencia, Caleb golpeó repentinamente su abdomen, haciéndole soltar un quejido de dolor, momento que el pelirrojo aprovecho para bruscamente empujar su dedo en la boca del chico, con suficiente fuerza para provocar que una arcada escapara de su garganta.
—Chupa— ordenó, apretando con el resto de su mano las pálidas y húmedas mejillas del jóven para asegurarse que no forcejeara. Kaito, sin mucha más opción, obedeció, comenzando a lamer y chupar la sangre de la tela, mientras Campbell miraba con una sonrisa satisfactoria; lo hizo hasta que Caleb finalmente decidió dejarlo ir, soltando su rostro con un violento empujón.
—Buen chico— acarició su cabello y caminó hacia la mesa de trabajo, mirando alrededor pensando en que herramienta elegir. Agarró dos distintas después de segundos de pensar, con ambos objetos en manos se arrodilló delante del muchacho. Dió un par de toques en la mejilla del chico con una de las herramientas queriendo llamar su atención, lo que hizo que Kaito levantara lentamente la cabeza.
—Me siento amable hoy, te daré la oportunidad de elegir— puso las herramientas a la vista, el chico miró a ambas; un soplete, y una pistola de clavos. Tragó saliva y volteó a ver al hombre, quien esperaba pacientemente su respuesta.
—¿P... Puedo decir ninguno?— preguntó con una sonrisa nerviosa, Caleb levantó una ceja, riéndose entre dientes; encontrando diversión en su temor.
—O escoges tú o escojo yo, cariño, así de fácil—El muchacho apretó los puños y suspiró, miró las herramientas, pensando en su elección durante un par de segundos
—La... La pistola— decidió.
El hombre lo miró y luego a lo que tenía en mano, con una expresión seria y pensativa, antes de sacudir la cabeza y suspirar con una sonrisa.
—Te tardaste mucho— antes de que el joven pudiera reaccionar, Caleb rápidamente acercó el soplete al muslo del chico y presionó el gatillo, calcinando dolorosamente su piel y haciendo al muchacho gritar despavorido. Luego, apartó la herramienta y presionó la pistola en la herida; la punta enterrandose en la cocinada piel con un viscoso sonar y disparando unos cuantos clavos en la carne. Kaito sofocó un grito mordiéndose el labio con fuerza durante unos segundos antes de exhalar ruidosa y pesadamente; su respiración estaba acelerada, entrecortada, sus latidos resonaban en sus tímpanos como si tuviera el corazón en la cabeza; junto a estos escuchaba la macabra risa del pelirrojo, deleitándose en su sufrimiento.
Dejó la pistola de clavos de lado y tomó un cuchillo de su cinturón, apoyó la punta en su otro muslo y lo enterró para comenzar a cortar; la sangre no tardó en brotar, manchando el piso de un fuerte carmesí. Se colocó el mango del cuchillo entre los dientes y posó su pulgar en la incisión, enterrandolo con fuerza y haciendo al chico gritar; tomó la pistola de clavos y, manteniendo la herida expuesta con su dedo, apuntó la punta al interior de esta.
—Dios, no, no, no... Por favor...— suplicó entre balbuceados sollozos.
ignorando sus plegarias, Campbell presionó el gatillo, enviando un clavo por la carne del muchacho. No se detuvo ahí, presionó el gatillo una segunda, tercera, cuarta y quinta vez; los gritos del joven se disiparon eventualmente, su cuerpo se sobresaltaba y estremecía con cada disparo pero ningún sonido escapaba sus labios. Notando la falta de reacción, el ceño de Caleb se frunció y arrojó la pistola a un lado bruscamente, tomó el cuchillo de entre sus dientes y el soplete que estaba junto a él, encendiendolo y poniendo el filo bajo la brillante flama. La luz del fuego hizo a Kaito levantar la cabeza, curioso, pero esta curiosidad se transformó en un terrible pavor al percatarse de lo que Caleb hacía.
—No, no, no...— susurró, sacudiendo la cabeza débilmente.
El pelirrojo se detuvo por un momento al oír la temerosa voz de joven, su enojada expresión cambió inmediatamente a emocionada. Encendió nuevamente el soplete y lo pasó un par de veces más por la hoja del cuchillo, soltó la herramienta y acercó el filo a la mejilla del muchacho, pero sin presionar, todavía; disfrutó la vista de Kaito ladeando la cabeza tratando de alejarse del ardiente cuchillo, la manera en el que su temor se reflejaba tan claramente en su rostro, como su cuerpo temblaba; aterrado del dolor por venir. Soltó una risa entre dientes y, con un movimiento rápido, enterró el cuchillo en su brazo; la sangre salpicó y el calor del metal quemaba el interior de la extremidad y los bordes de la herida; sin darle tiempo al chico para siquiera procesar el dolor, arrancó el cuchillo de su brazo y levantó su polera, comenzando a pasar lentamente el filo del arma por su piel, quemando sus piel y manchandola con su propia sangre.
Kaito comenzó a gritar, su voz estaba rasposa de tantas veces que lo había hecho; quería pedir, rogar, suplicar que todo se detuviera, pero el dolor era demasiado abrumador como para permitirle hablar. Su espalda se arqueaba por este mismo y su cabeza otra vez chocó con el fierro detrás de él, trataba desesperadamente alejarse pero no tenía donde ni manera de escapar, sus lágrimas caían por sus mejillas sin parar y su sangre chorreaba de sus heridas, manchando su piel, ropa y goteando hasta el suelo. La sonrisa de Campbell se agrandaba con cada corte, con cada grito, cada lágrima; la imagen del joven en tanto dolor era, a sus ojos, tan emocionante, tierna y... Tan deliciosa, su mano temblaba por la emoción, pero hacía lo posible para no perder control, no podía permitírselo y, además, sabía lo terrible que sería si lo hiciera.
El bajo tarareo de Caleb hacía eco a través del tenso silencio, limpiaba con un algodón las ya suturadas heridas del muchacho con un preciso cuidado y una amable sonrisa, sus muñecas estaban magulladas por las ataduras de las cuerdas que ahora descansaban en el piso.
—Lo hiciste bien, cielo— elogió, dejando de lado el algodón y tomando un vendaje en su lugar, comenzó a envolver el brazo y muslo de Kaito con este, cubriendo las heridas. Guardó los suministros en el botiquín y dejó este mismo guardado en su lugar, agarró la barbilla joven y levantó su cabeza; su exhausta mirada encontrándose con la del hombre.
—¿Vamos?— sugirió, Kaito asintió lentamente después de unos segundos, su cansancio hizo sonreír al pelirrojo. Soltó su barbilla y, apoyando una de sus manos en su espalda y la otra detrás de sus rodillas tomó al muchacho en sus brazos, apagó la luz y comenzó a caminar hacia la salida, yéndose del tétrico lugar; solo momentáneamente, hasta que decida volver con su juguete, para otra ronda de juegos.
Chapter 5: Sin lugar seguro
Notes:
Hola! Se supone que debía publicar esto ayer pero me quedé dormido escribiendo el final y hoy estuve ocupado, pude terminarlo recién ahora (-_-;)
Chapter Text
Cerré la puerta de golpe, le puse pestillo y me apoyé contra esta; estaba jadeando demasiado y demasiado fuerte así que me tapé la boca para tratar de callarme. Podía escuchar los pasos de Caleb por el pasillo; sabía que me estaba buscando, miré alrededor por un lugar donde esconderme ya que, ahora estaba encerrado y si él me encontraba no podría huir. Mientras pensaba sentí la manilla de la puerta comenzar a girar, jadee por el susto, miré alrededor nuevamente y en el segundo que ví la cama corrí a esconderme debajo de esta.
—Kaito— lo escuché llamar desde fuera de la habitación, me tapé la boca y me mantuve contra la pared lo más que pude.
—Abre la puerta— estaba enfadado, lo sabía; traté de hacer el menor ruido posible, pero no servía de nada, él ya sabía que estaba acá. Comenzó a tocar la puerta y a girar la manilla a la vez, intentando entrar.
—Kai, cariño, abre la puerta, por favor— pidió nuevamente, en un tono mucho más amable que antes. Se quedó callado un rato, supongo que esperaba que obedeciera, pero cuando no lo hice empezó a golpear la puerta de manera más agresiva.
—¡Obedeceme!— gritó —¡Sé que estás ahí!— presioné mis manos contra mi boca con fuerza, sentí que estaba comenzando a temblar; la había jodido, la había jodido en grande y no tenía escapatoria. Los golpes se detuvieron un rato pero volvieron casi de inmediato, pero no como antes, eran menos constantes y mucho más fuertes. Siguió por un buen rato hasta que oí madera romperse y la puerta abriéndose de golpe, chocando bruscamente con la pared; lo escuché caminar por la habitación, buscándome, mantuve mis manos presionadas con fuerza contra mi boca; sabía que me encontraría tarde o temprano, pero esperaba que tardara lo más posible. Después de unos segundos sus pasos se detuvieron frente a la cama, lo ví arrodillarse, levantar las frazadas y... Finalmente, me había encontrado.
—Hola, cariño~ vamos, sale de ahí ¿Sí?— preguntó en una falsa amabilidad, sabía que moría por darme una golpiza. Podía ver sangre esparcida por su mejilla y como su nariz estaba enrojecida... Por culpa mía. Aparté las manos de mi boca y sacudí la cabeza, apretó la sábana pero mantuvo su sonrisa, aún que se notaba que la forzaba.
—Si sales ahora, seré más... Piadoso sobre tu castigo— insistió, nuevamente me negué, sabía que mentía, como lo había hecho ya tantas veces. No se veía para nada contento con mi respuesta, su sonrisa se desvaneció en un instante junto a la amabilidad que estaba tratando de fingir.
—Sal—
—No—
—Te lo estoy ordenando—
—No lo haré—
—Kaito—
—No—
—¡Kaito!—
—¡Dije que no!—
Golpeó la cama con la suficiente fuerza para hacerla temblar.
—¡Pequeña mierda! ¡Obedeceme!—
—¡No! ¡Moriré acá antes de que me alcances!— le grité de regreso, no pensaba hacerle caso, no sabiendo lo que me esperaba, me daría una paliza si lo hiciera como si no lo hiciera, así que al menos le haría complicado lograrlo. Se puso de pie y pateó la cama, haciéndola temblar otra vez, caminó hacia los pies de la cama; donde yo estaba más cerca, se arrodilló allá y rápidamente me arrastré hacia el otro extremo de debajo de la cama, tratando de mantenerme lo más lejos posible de él; no iba a dejar que me alcanzara.
Se la pasó un buen rato intercalando entre tratando de convencerme con "tiernas" palabras y tratando de sacarme a la fuerza en una terrible rabia, así hasta que pareció cansarse, se sentó en el suelo con la frazada de la cama levantada para poder mirarme. Pasaron lo que yo asumí fueron un par de minutos en un tenso silencio, por más que no hablara podía sentir su enfado desde donde yo estaba. De repente, soltó las sábanas y se puso de pie, escuché sus pasos caminar hacia la salida y como la puerta se cerraba de un portazo, él solo... ¿Se fue? ¿Así sin más? ¿No más intentos, ni amenazas, ni palabras condescendientes? ¿Qué carajo? No lo iba a creer tan fácil; me quedé ahí un buen rato, tratando de escuchar algún ruido, algo que dijera que él seguía acá, pero aparte de mi pesada respiración, no había nada. Dude demasiado si salir o no, tal vez podría esconderme en otro lugar, no es como si pudiera quedarme aquí para siempre de todos modos; respiré profundamente y comencé a gatear fuera de la cama, mi corazón latía con fuerza, como si fuera a salir de mi pecho.
Asomé la cabeza y miré alrededor de la habitación, notando que... No había nadie ¡No estaba acá! Solté una baja risa de alivio y comencé a salir de la cama, me senté sobre mis rodillas y suspiré; pero, cuando estaba apunto de ponerme de pie, sentí como algo me empujaba violentamente al piso; solté un fuerte grito por el dolor y el susto del impacto, me voltee sobre mi espalda solo para encontrarme con... Caleb, parado frente a mí y mirándome con una rabia que jamás le había visto. Traté de retroceder, de huir, de al menos decir algo; pero el miedo y la confusión me invadían ¿Cómo no me dí cuenta? ¿Cómo no lo escuché? Mientras las preguntas me carcomían el cerebro, el pánico me hizo mirar alrededor en busca por una oportunidad de escapar pero, haciendo esto, noté las botas que Caleb llevaba puestas tiradas en la esquina de la habitación, este hijo de...
¡PUM!
Sentí algo impactando contra mi rostro, volví la mirada al frente para notar a Caleb sentándose a horcajadas sobre mi cintura y agarrando el cuello de mi polera.
—¡No, no, no-!— fue lo único que logré gritar antes de que su puño nuevamente se estrellara contra mi rostro, una, y otra, y otra, y otra vez; tantas que perdí la cuenta, traté de protegerme pero él simplemente golpeó mis brazos. Un pitido comenzó a sonar en mis oídos, parecía que todo daba vueltas y mi mirada estaba cada vez más borrosa, sentía la sangre comenzar a salpicar y a gotear de mi cara. Pasó de golpear mi rostro al resto de mi cuerpo, por más que tratara de defenderme, de huir, cubrirme; algo, no podía hacer nada, Caleb simplemente me arrastraba de regreso a él, golpeándome con una fuerza por la cual deseaba que no tuviera.
Después de lo que se sintió como una jodida decada, se detuvo, poniéndose de pie y alejándose, a penas logré abrir mis ojos para ver como agarraba sus botas y se dirigía a la salida ¿Me iba a dejar acá? ¿¡En este estado!?
—N...no...— intenté levantarme pero, estaba tan adolorido y agotado que apenas podía hablar, mucho menos moverme. Me miró por encima del hombro durante unos segundos, pero simplemente se fue, cerrando la puerta de un portazo.
No había parte de mi cuerpo que no doliera, sentía como mis ojos comenzaban a cerrarse poco a poco, el cansancio se apoderó de mí, haciéndome caer inconsciente, hasta que todo se volvió oscuro...
...No sé cuánto tiempo pasó hasta que desperté, traté de abrir mi ojo derecho pero, no podía, levanté como pude mi brazo para tocar mi ojo.
—¡Ack!— estaba inflamado y dolía al tocarlo, apoyé mis manos en el suelo y, dolorosamente, comencé a sentarme; dios, cada movimiento se sentía como si me estuvieran apuñalando. Usé la pared de soporte para ponerme de pie, mis piernas temblaban demasiado y apenas podía mantenerme parado; comencé a caminar a pasos lentos hacia la salida, salí de la habitación y me dirigí al baño; necesitaba curar mis heridas y sabía que Caleb mantenía un botiquín ahí.
El dolor de mis piernas empeoraba con cada paso y me hacía soltar bajos quejidos, abrí la puerta del baño pero, al entrar, mis piernas no dieron más; caí al suelo de rodillas cuando traté de avanzar, me arrastré hacia el lavabo y me apoyé en este para intentar ponerme de pie, abrí el gabinete detrás del espejo y logré de pararme por completo, aún que tuviera que apoyarme. Saqué un pequeño botiquín y cerré el espejo, al hacerlo, pude ver mi rostro, se veía... Mal, muy mal; mi ojo estaba rojo y comenzaba a inflamarse, sangre tanto fresca y seca manchaba y goteaba de mi boca y nariz; tenía grandes moretones en mi frente y mejillas y, dios mio, podría seguir.
Me senté en el suelo y abrí el botiquín, acerqué mi mano hacia los suplementos, pero, me detuve sin llegar a tocarlos; me di cuenta que, no sabía bien que hacer, nunca había sanado mis propias heridas, Caleb siempre...
—¿Qué crees que haces?—
Me sobresalté al escuchar su voz detrás de mí, aparté mi mano de inmediato del botiquín y, lentamente, voltee a verlo; no se veía enojado como antes, para nada, pero su seriedad seguía siendo escalofriante.
—Te pregunté algo—
—E...estaba... S-solo quería curar mis heridas— en su tono se notaba que seguía enojado, esperaba que ya se hubiera calmado para este punto, pero con él nunca se podía predecir nada. Comenzó a caminar hacia mí, solté un leve jadeo del susto, aparté el botiquín y comencé a retroceder hasta golpear la pared, se inclinó hacia mí y apretó mis mejillas con una mano, tirando hacia arriba, levantándome un poco del suelo. Rápidamente agarré sus muñecas, tratando de ganar estabilidad y de aflojar su agarre, lo cual, no funcionó, que sorpresa.
—¿Cuántas veces te he dicho que no me gusta que trates tus heridas?— Sentí que se me detuvo el corazón ¡Por la mierda! Soy un idiota, por dios ¡Soy un imbécil! ¿¡Cómo pude olvidarme!? ¡Carajo, carajo, carajo! ¡No!
—Respóndeme— su agarre se apretó, acercando su rostro al mío. Traté de decir algo pero solo pude balbucear cosas sin sentido ¡Joder! Cálmate, respiré profundamente, tratando de calmarme; si no respondía se iba a enojar mucho más.
—M... muchas veces— logré responder. —¡P-pero no quise desobedecerte! ¡Lo prometo! E-es solo que... entre todo lo que pasó n-no pude recordarlo, lo siento mucho, de verdad, no quería desobedecerte ¡M-mucho menos hacerte enojar!— esperaba que el hecho de que no había logrado hacer algo lo hiciera enojar menos. Me miró durante un buen momento, en completo silencio, después de unos segundos soltó mi rostro y me empujó bruscamente hacia atrás; cerró el botiquín y lo dejó en su lugar.
—Vete a tú habitación— pidió, mirándome de reojo. Me apoyé en la pared y me dirigí lo más rápido y establemente posible hacia mi pieza, cerré la puerta y caí al piso; mis piernas apenas respondían por el dolor, me arrastré hacia una esquina y me acurruqué entre las sábanas en las que dormía.
El cansancio debió haberme golpeado porque lo siguiente que recuerdo fue despertar por el ruido de la puerta abriéndose, rápidamente traté de levantarme pero un fuerte dolor invadió todo mi cuerpo, haciendo que tuviera que mantenerme acostado. A penas pude ver gracias a la luz que entraba desde afuera como Caleb entraba a la habitación y caminaba hacia mí.
—Quédate quieto— lo escuché decir, se sentó al lado mío y ahí pude ver que tenía un botiquín en mano, al ver eso, pude relajarme un poco, sabiendo que no venía a empeorar el daño que ya me había hecho. Abrió el botiquín y comenzó a curar mis heridas, era tan incómodo, especialmente por qué ninguno decía nada, aún que siendo sincero prefería que fuera así antes de escucharlo regañarme por como esto era "toda mi culpa"; sabía que su silencio era una clara muestra de su enojo, pero mientras no escalara, todo estaría bien, dentro de lo que cabe, claro.
Se tomó su tiempo como siempre, haciendo que durara hasta más de lo necesario; solo quería que se fuera, quería descansar, quería estar un momento sin ver su jodida cara, sin sentir su toque. Gracias a dios terminó luego de un rato, guardó las cosas y, después de acariciar mi pelo, se puso de pie.
—Descansa— se dió la vuelta y salió de la habitación, escuché el seguro de la puerta y pasos alejándose. Estaba apunto de suspirar de alivio pero al echar un simple vistazo hacia la oscuridad de la habitación eliminó cualquier tranquilidad que pudiera sentir, subí mis rodillas hasta mi pecho y me cubrí por completo con las frazadas, abrazándome a mi mismo. Comencé a caer dormido después de un rato dando vueltas y vueltas, si no estuviera tan agotado hubiera estado así por horas; finalmente el tormento de hoy había acabado, lo único que podía hacer aparte de descansar era esperar a que mañana fuera un día mucho más tranquilo que hoy, esperar que el enojo de Caleb se haya desvanecido, y que pudiera reposar de todo el dolor que ya había sufrido el día de hoy en manos de este... Mounstro