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Bussiness Couple

Summary:

Angel y Alastor se dedican a cazar una de las próximas víctimas del segundo.

O, los esposos acosan y después torturan a un pobre desgraciado.

Notes:

¡Espero que la historia sea de su agrado!

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

Angel habría pasado por bastantes cosas desde que llegó al infierno, pero encontrar lo que hizo en brazos del mismísimo Demonio de la Radio no era algo que él voluntariamente hubiera decidido poner en su bingo del siglo.

No es como que se quejara igualmente.

En ese momento, se encontraban sentados en la azotea de uno de los restaurantes más importantes de Cannibal Town. Angel tampoco es que hubiera esperado aprender acerca de los sabores de la carne de pecador, pero tan pronto como Alastor le mostró la manera correcta de hacerla, Angel no pudo negar que en realidad, tenía sentido su particular fijación por la misma. En cualquier caso, estaban allí y aunque para la mayoría aquello podría parecer una simple cita entre señores supremos, ambos estaban allí por un trabajo.

Ambos eran muy buenos en eso, y además, el negocio había estado algo lento. Aburrido. Le faltaba una chispa. Ellos estaban allí, con la intención de encenderla. Siguiendo a uno de los objetivos más relevantes en la lista de su enamorado. Por lo que sabía, el hombre había sido importante en vida pero algunos negocios traicioneros había estado manejando a sus espaldas. Por lo que tenía entendido, tráfico de personas. Más que todo niños y mujeres.

Negocio que seguía manteniendo allí en el purgatorio.

Bueno, Angel y Alastor eran bastante profesionales al momento de impartir justicia. O algo parecido a ella.

Una de las manos de la araña, era tomada por una de las del ciervo mientras que dejaba un beso delicado en el dorso de la misma. Era una indicación de que el objetivo se encontraba con ellos en el edificio, sus ojos inferiores estaban entreabiertos y le ayudaban a mirar en las direcciones suficientes para determinar la posición del mismo. La sonrisa en los labios teñidos de carmín de Angel demostraba su orgullo tanto como su emoción por conseguir a su presa. Por cazar al desconocido. Pero, con paciencia. Solía tener bastante de esa.

Ellos ya iban por el postre, mientras que el recién llegado ni siquiera había pedido una comida entera. Sólo algo de picar. Parecía estar esperando a alguien, cosa que decidió comunicarle a su marido. Angel y Alastor se habían casado unos meses después de empezar su relación, ¿Cómo? Fácil, sencillo. Había empezado como una relación algo volátil, pero poco a poco se habían ido acostumbrando a que el ajeno no quería aprovecharse de cada uno. Fue después de que se convencieron de que ambos tenían deseos honestos en esa relación que todas las piezas encajaron.

Alastor empezaba a llevarle detalles románticos como vestidos o accesorios, Angel se la mantenía apegado al señor supremo siempre que tenía el tiempo de estar alrededor. No era usual ver a uno sin el otro, así fueron profundizando sus conocimientos mutuos sobre la vida y la muerte de cada uno, después de conocer su historia, Angel siente que el Demonio de la Radio al igual que Alastor empezaron a hacer más sentido para él. Mientras que esperaba que lo mismo fuera para su enamorado con Anthony y Angel.

Ambos usaban máscaras.
Ambos tenían más para demostrar de lo que uno pensaría en un principio.

Eso sólo había multiplicado sus sentimientos por el otro hombre, haciendo que con el paso de los días juntos se hicieran más íntimos. Más románticos. Hasta que se casaron y llegaron a donde estaban hoy día.

Podía sentir esos besos de su enamorado subiendo por su brazo, mientras que se mordía el labio inferior y casi que ronroneaba por cómo se acercó a su oído sólo para llamarle por ese apodo que tanto le gusta— Mon amour. Mon ange. —Y Angel sólo podía suspirar contento, antes de dejar besos por la frente del mayor hasta llegar a su oreja, donde susurró— Está esperando a alguien.

La sonrisa de dientes afilados del ajeno sólo le excitó más. Qué hombre.

En cualquier caso, fue cuando escucharon pasos que siguieron de largo después de su mesa qué notaron qué aquel hombre se encontraba con una de las mayores proxenetas del área que sólo estaba superada por Valentino. Sólo de pensar en el nombre Angel tenía unos instintos de querer destrozar, pero mantenía la compostura más que todo con las caricias de su enamorado en su mano. Sabía que Alastor estaba escuchando la conversación que la ajena empezó a tener con el hombre desconocido a través de su sombra. Podía sentir su presencia allí, más que todo porque la misma le había dejado una caricia al pasar.

Era otra de las muchas partes de Alastor que simplemente adoraba. Qué podía decir.

Fue la sonrisa que se volvió tensa en los labios de su hombre que le hicieron alzar una fina ceja en cuestionamiento. Entonces, Alastor se movió lentamente por el sillón en que se encontraban, hasta quedar justo a su lado para poder simular qué le besaba el cuello. O, bueno, en realidad tocarlo mientras que le daba la información— Parece que la estúpida polilla se ha estado extendiendo por donde ella suele cazar a sus presas, están considerando hacer un trato con el propósito de que él le traiga pecadores recién llegados en contra de sus voluntades y bajo efectos para obligarlos a hacer tratos con ella.

Angel bufó.
La historia común, ¿Eh?

Fue cuando empezaron a levantarse, que ambos se pusieron en alerta. Angel sabía que estaban cazando a esos dos y tomando lo que pudieran de ambos desgraciados. En cualquier caso, al escucharlos casi salir del lugar, no dudaron en levantarse para seguirlos. Los tontos no parecieron hacerlos notado, aunque eso en parte se lo agradece a la sombra, por lo que en cuanto se adentraron en un callejón cercano a edificios de entretenimiento, a Alastor y a Angel no les costó arrinconarlos.

— Así que... ¿Nueva alianza? —Angel preguntó con un tono juguetón, dos de sus siempre fieles pistolas apuntando a los pecadores frente a ellos mientras que Alastor dejaba escuchar una de sus risas preprogramadas de radio— No me parece que sea una con mucho futuro, cariño. ¿Tú qué piensas?

"¿¡Quién m*erda!?" Oh, la manera en que aquella boca sucia del traficante se expresaba, pero podía ver a la perfección el reconocimiento en los ojos de la dama— Con muchas fallas estratégicas, amore.

No les costó demasiado atraparlos para poder llevarlos a la torre de su marido. Ambos habían sido retenidos por los tentáculos de Alastor, mientras que Angel se encargaba de usar sus pistolas para mantener la mano en aquel juego que estaban llevando a cabo— Déjenme decirles. Eso de tomar pecadores recién llegados no es su estrategia más... Innovadora. Debo decir que no tiene sabor. ¡Totalmente y angustiantemente desabrida! ¡Aburrida!

— Oh, cariño. Te ves muy sexy cuando pones un espectáculo. —No pudo evitar agregar, mientras que daba un disparo repentino en la pierna del hombre que era su víctima en primer lugar: "¿Creen que le tengo miedo a un par de maric-?" El grito que le siguió a aquella pregunta inconclusa, sólo le produjo mayor satisfacción al arácnido— ¿Decías? ¿Creo que no te escuché bien? —El silencio que le siguió a ello sólo causó un bufido divertido en el más alto— Lo supuse.

— En cualquier caso, queridos oyentes. ¿Por qué no empezamos hoy con un capítulo especial de cocina? ¿Qué podemos crear con caracol y murciélago? Es momento de ponerse creativo. —Aseguró su enamorado, mientras que sacaba esas armas que solía mantener en su zona favorita de torturas— Yo digo que deberíamos deshacernos de lo innecesario, primero. —La forma tan rápida en que se dispuso a arrancarle las alas a la mujer y la forma en que esta apenas produjo un sonido de dolor le causó placer al arácnido. Era divertido de ver a los cómplices cayendo juntos, no precisamente porque a Alastor o a él le interesaran en lo absoluto los pecadores más recientes. Todos merecían ese castigo. Era el simple hecho de estar en el lugar y momentos equivocados con una de las víctimas ya pensadas del ciervo.

Estaba casi ronroneando, cuando el caníbal por excelencia de Alastor se dedicaba a ir cortando dedo por dedo los de aquel que le había retado. El hombre no paraba de gritar, sus sonidos resonaban por la cabina mientras que Angel sólo tarareaba gustoso— ¿Creen que sea suficiente para una familia, amore? —La cantidad de carne, se refería. La vista del hombre con cuerpo resbaloso de caracol y brazos de persona con manos era perturbadora de por sí— Mm. Siempre es posible, cariño. Sí. Supongo que tendremos que comprobarlo, mon ange.

Ah, su rutina con el otro señor supremo era una establecida. Llevaban mucho tiempo carreando ese programa de radio y no pensaban detenerse. La sangre del hombre goteaba en el suelo, mientras que Alastor se dirigía a donde la mujer para observarla con ojos calculadores antes de directamente cortarle el cuello— ¿Oh? ¿Y ese regalo, amore? —Lo vio regresar donde el caracol, empezando a arrancarle la piel de los brazos, Angel sólo se acercó a bajar el cuerpo de la murciélago para desmembrarlo como si fuera la cosa más normal del mundo. Bueno, en el infierno no era tan raro— Ella no era el objetivo. —Eso era totalmente válido para el arácnido.

Se dedicó a ir separando los órganos, las extremedidades, para poder meterlas al congelador. Debían guardar en la mejor condición aquellas partes. Angel sabía que Alastor no había usado un arma Carmine contra la mujer, eso sólo le mostraba más lados que apreciaba de su esposo. Ah, pero cuando el hombre que habían secuestrado volvía a gritar, era como si una sinfonía romántica llenara la escena para ellos dos. Podía notar los ojos de su enamorado, los mensajes que se enviaban el uno al otro de amor mientras que Alastor torturaba a aquel demonio caracol y Angel lleno de la sangre de aquella dama, empezaba a poner la carne en plástico para resguardarla.

En cuanto empezó a caminar en dirección a su congelador especial, Alastor lo tomó de la cadera y le besó frente a aquel pecador antes de usar una de sus pinzas en esos ojos verdosos, casi del color del veneno que corría por ciertas zonas del infierno después de una tormenta. Era... Particular. Lo sacó de su cómoda posición.

— Puedo hacerte un collar con estos. —Los gritos seguían, mientras que el líquido corría por la cuenca vacía del pecador— ¿Crees que el verde sea mi color, sexy? —La risa que le escapó al otro demonio, fue simplemente encantadora. Sádica, mientras que ignoraban el dolor ajeno y sólo disfrutaban de la presencia ensangrentada del otro— Todos los colores son tu color, mon amour.

Aleteó sus bonitas pestañas albinas en un gesto lleno de coquetería antes de ser soltado y que su amado continuara con lo que hacía. Suponía que, si no fueran tan egoístas con su comida, podrían haber abierto una carnicería entre los dos.

En cualquier caso, lo más importante es que su enamorado ya estaba casi listo con lo que usarían para la cena de esa noche. Cuando los gritos dejaron de llenar el ambiente, los oídos de la araña seguían vibrando en busca de la agonía que antes había estado en la habitación. Terminó de llenar el congelador, mientras que se arreglaba un poco la pelusa.

Al finalizar, sólo caminó hasta donde su hombre se encontraba cerrando el programa— ¡Parece que nuestro invitado de hoy no tiene la energía suficiente para continuar entreteniéndonos! ¡Una verdadera lástima! De todas maneras, nos veremos nuevamente... Muy pronto. Manténganse en sintonía. —Y así terminó, Angel yendo directo a lamer alto de sangre del cuello de su pareja— ¿Vas a cocinarme un banquete esta noche? —Y la sonrisa en los labios del otro hombre fue suficiente para que Angel se acurrucara contento. Confiaba en él. Así que sólo se dejó alzar en brazos por el ajeno mientras que su sombra aparecía para acurrucarse en la pelusa sangrienta del arácnido. Allí le miró y Angel le guiñó, viendo su mirada de ensoñación.

Adorable.

Iban en camino a tomar una ducha, para entonces poder encargarse de la comida que alistaron con tanto esmero.

𝐅𝐈𝐍

Notes:

¡Espero que les haya gustado! Kudos y comentarios son siempre bienvenidos.