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Bienvenido a la vida como dragel

Summary:

En el cementerio, tras la tercera tarea, Harry ve impotente cómo Voldemort tortura a su novio, Cedric Diggory. Desesperado, sabiendo que van a morir, él grita. Pero no todo su círculo acude a la llamada debido a los sellos de alma que tiene. Solo aquellos que estaban en la tierra, oyen el llamado.

Notes:

Disclaimer: Los personajes les pertenecen a JK Rowling, Rick Riordan, Cassandra Clare y Scioneeris. Algunos OC serán míos.
El universo Dragel es de Chera Carmichael.
No obtengo beneficios económicos ni lucrativos al escribir este fic.
Solo lo hago por diversión.

No hay calendario de actualización. En cuanto tenga un capítulo, lo subiré.

Chapter 1: Capítulo 1.

Chapter Text

Harry abrazó a Cedric con fuerza.
Habían podido escapar para tener un momento a solas. Lo necesitaban.
Desde que Harry le dijo sobre los dragones, se habían vuelto muy cercanos. Ambos competían por Hogwarts y ambos querían que su escuela ganara. Entonces, ¿por qué no ayudarse mutuamente? Si competían por lo mismo. Además, Harry no quería el premio ni la gloria. Con gusto dejaría que Cedric se lo llevara todo.
Fue una sorpresa cuando Cedric le pidió ir al baile juntos. Harry había querido, pero no estaba seguro de si sus sentimientos serían correspondidos... O si eran correctos. Pensó que el mayor podría sentir algo por él, pero quizá eran sus fantasías proyectándose o algo así.
Pero sí. Cedric sí sentía lo mismo y en la noche del baile se dieron su primer beso.
-Ten cuidado, ¿vale? -Harry susurró. -Hay algo en marcha, lo presiento.
Cedric le dio un beso suave.
-Tranquilo. Tendré cuidado. Pero tú tenlo también, ¿de acuerdo?
Harry se acurrucó un poco más en brazos de su novio. Si por él fuera, se quedaría allí para siempre. Pero a Harry casi nunca se le cumplía lo que deseaba y pronto tuvieron que separarse.
-Otro beso. -Cedric tiró de la mano del más joven. -Para la suerte.
Harry se ruborizó mucho pero accedió. Le gustaba mucho besar a su novio.
A veces se preguntaba cómo sería hacer otras cosas, pero Cedric había dicho que todavía no. Harry era demasiado joven y no sería correcto.
Como Potter no quería presionarlo, Sirius le había dicho todo acerca del consentimiento, no sacó el tema. Cedric diría cuándo estaba listo y esperar tampoco estaba mal. No es que necesitara cosas más íntimas. Simplemente sentía curiosidad porque Dean y Seamus hablaban de ello todo el tiempo. Incluso Ron. Su mejor amigo le había contado sobre cómo se sintió con una chica. A Harry eso le disgustó. No es que odiara a las mujeres, simplemente no le atraían así. Prefería las revistas de moteros de Sirius a las de modelos de vikinis de Dudley.
Le preguntó a Sirius sobre eso porque sentía muchas cosas hacia Cedric y le gustaban mucho sus besos.
Su padrino le aseguró que eso era perfectamente normal y que si alguien tenía algún problema, él con gusto los hechizaría. A no ser que su tía apareciera con la sartén primero. Ella era como una osa con sus cachorros y más de una vez había querido ir a Hogwarts y gritarle a Dumbledore por el peligro constante en el que estaba su sobrino a diario.
Luego conoció a Molly... Y el día que un vociferador con la voz de su tía llegó al gran comedor a la mesa principal, Harry quiso que se le tragara la tierra. Pero al mismo tiempo su corazón se aceleró de deleite.

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La hora de la tercera tarea llegó y Harry estaba nervioso. Si algo iba a pasar, sería durante la prueba. Siempre ocurría algo a final de curso y seguramente ese año no sería la excepción.
Tomó aire cuando fue su turno y entró en los setos.
Pobre campo de quidditch. Lo habían profanado. Si Oliver lo viera, le daría un ataque al corazón.
Apenas se encontró con obstáculos. Se alegró, pero al mismo tiempo le inquietó. Alguien quería que ganara.
Se planteó esperar por allí y no llegar al centro, pero no podía permitir que alguien más lidiara con algo que era para él. No es que él quisiera enfrentarse a lo que fuera, pero no se perdonaría a sí mismo si algo le pasara a otra persona por su egoísmo.

Llegó al centro después de adivinar un acertijo enrevesado. Si no lo supiera, temía que la esfinge se lo comiera así que pensó bien.

Justo cuando fue a levantar la copa, Cedric salió de una maraña de setos. Estaba cubierto de algo marrón y tenía una pata de acromántula pegada a la camiseta, y aún así, Harry pensaba que era muy guapo.
-¿Juntos? -Diggory preguntó.
El menor asintió, deseando que la tarea terminara.
Si supiera lo que iba a pasar, nunca le habría dejado a su novio agarrar la copa con él.

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Peter y una mujer que Harry no reconocía estaban allí. Pettigrew sonreía ampliamente y la mujer se reía como una desquiciada.
-Atadlos. Tenemos cosas que hacer. -Alguien ordenó.
Harry reconocería esa voz en cualquier lugar. Era Voldemort.
Cedric y él trataron de luchar, pero aunque los dos mortífagos se llevaron varios golpes y cortes, consiguieron atarlos uno enfrente del otro.

Diggory tuvo que ver cómo utilizaban la sangre de Harry para un ritual sin que él pudiera hacer nada. Maldijo y trató de escapar, pero estaba bien sujeto por los brazos de una estatua.

-Harry Potter. Nos encontramos de nuevo. Iba a batirme a duelo contigo y acabar con tus tonterías de una vez por todas, pero tengo un plan mejor.
Harry quiso hablar, pero Pettigrew le había lanzado un hechizo silenciador. Maldito fuera ese traidor.

Voldemort agarró el brazo de la mujer, Simone Shelwin, él la había llamado y tocó la horrible marca en su brazo.
Varios estallidos se escucharon cerca y de un momento a otro, docenas de mortífagos los rodeaban.
Voldemort dio un discurso que a Harry no le importó mucho. Solo quería salir de allí y volver a Hogwarts con Cedric. Temía qué podría pasarles.
La tortura fue dolorosa. El cruciatus cuando estaba atado a una lápida era horrible porque de tanto retorcerse, sentía chasquidos en algunas zonas de su cuerpo.

-Suéltalo, Colagusano. Es más divertido cuando piensan que pueden escapar.

Cedric lloraba de impotencia. No podía proteger a su novio. Se sentía inútil. Si pudiera soltarse, si tuviera su varita...

Magullado y tembloroso, Harry cayó al suelo.
Uno de los mortífagos le movió con un pie.
-Tienes que ver esto, Potter. Es por ti. -Se carcajeó.
Y es que Voldemort había ido a torturar a Cedric. El cruciatus primero, pero luego una maldición que le hizo sangrar por todos los orificios de su cuerpo.
Cedric iba a morir, Harry lo sabía. Y no podía hacer nada.

Todo fue demasiado. El dolor, la rabia, la pena... Su Cedric se estaba perdiendo y era por su culpa.
Se arrastró hacia él mientras los mortífagos se reían y miraban.
Gritó de furia y dolor y después siguió gritando y gritando.
Apenas notó que le salían alas y garras o que su grito era sobrenatural.
Él solo se concentró en Cedric y en exigirle que no se fuera, que era suyo y no podía dejarlo.
El grito siguió y siguió. Estaba llamando a quienes eran suyos a su lado para que hicieran justicia. Para que le ayudaran.

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Maurice Elswood se despertó de golpe. Por un momento maldijo lo que fuera que le había sacado de su sueño. En él, sus vinculados estaban vivos. En él era feliz. ¿Por qué tenía que despertar?
Si era Marianna de nuevo, iba a rebanarle la piel. Ella podía ser muy molesta cuando tenía algo en mente. Muy insistente también. Y aunque decía que entendía por qué había solicitado el Charum Mortus, no comprendía del todo su pérdida porque ella no la había sufrido. Maury se alegraba de ello, pero desearía que le dejaran en paz. Ya se habría ido si no fuera por su estudiante. El joven al que mentorearía. Tenía ganas de conocerlo. Quizá así algo de su tristeza se alejaría. Harry era su único motivo para vivir.
Y pensando en ello, fue que comprendió qué le había despertado. Era su estudiante. ¿Pero cómo? Según sus cálculos, aún quedaban como cuatro años y medio nevareos para que heredara. En años terrestres serían dos. Así que si sus cálculos estaban correctos, su estudiante no había cumplido aún los quince.
Saltó de la cama, se echó varios hechizos de limpieza, se puso su traje flexi favorito y sobre él ropa más apropiada para conocer a un sumiso recién heredado.
Gruñó molesto después de un momento. Si estaba heredando temprano, lo apropiado sería utilizar su armadura. Si debía luchar, lo haría. Nadie iba a quitarle lo único que le mantenía entre los vivos.
La llamada parecía más urgente así que respirando profundamente, se hundió en su mente y dejó que la magia le llevara donde necesitaba estar.
En absoluto esperaba que varios portales dorados y azules aparecieran en rápida sucesión depositando dragels de varios rangos ya que su estudiante estaba dando un grito de alma.
Vio a su estudiante aferrado a la mano de otro joven que parecía estar heredando también. Estaba sangrando bastante.

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Lewis Peverel había estado esperando a su estudiante durante cuatro años. Se le había asignado uno hacía un tiempo, pero cuando llegó la fecha designada, no heredó. Debía esperar ocho años más, ya que el joven vivía en la tierra y el tiempo corría de forma distinta en Nevara.
Había tenido la tentación de buscar a su alumno antes de tiempo como excusa para visitar la tierra y tratar de averiguar qué le había pasado a Aldor, pero nunca lo hizo. La tierra era un reino inseguro para su especie y él no conocía a nadie allí. Y si su hermano siguiera vivo, tampoco sabría por dónde empezar a buscar.
Sintió un tirón insistente y por un momento no supo qué era. No se sentía como uno de los miembros de su círculo. ¿Qué podía ser?
El tirón se hizo más fuerte y Lewis tuvo que llamar a otro médico para que le reemplazara ya que averiguó qué ocurría.
Cedric estaba heredando y al parecer no iba bien.
Se dejó transportar apenas recordando enviar un mensaje a Henry y a Cora.
Su círculo no iba a estar contento, pero el tirón en su pecho era urgente y no podía ser más explícito. La magia le instaba a darse prisa.
Menos mal que siguió sus instintos porque su estudiante estaba tirado en el suelo agarrado a la mano de un sumiso que no podía ver bien y con otro sumiso arrodillado cerca. Un sumiso gheyico.
-Soy médico. Permíteme. -Pidió.
Trató de ignorar el grito de alma que daba el sumiso recién heredado aunque no podía precisamente ignorar algo así.
Sin embargo, hizo todo lo posible para concentrarse en su estudiante. Si no se daba prisa, se desangraría.
El sumiso estaría bien por el momento. El más urgente era su estudiante.
Vio las peleas sucederse por todo el cementerio. Varios gheyos, más de los que esperaría en un círculo convencional estaban acabando con los de máscaras blancas.

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Alec trató de convencer a Magnus de que no fuera con ellos a cazar más fabrine ese día. Él ya había hecho mucho y estaba agotado. Lightwood se lo notaba. Sin embargo, su pareja no hizo caso, como sabía que ocurriría y les siguió.
Llevaban allí tres meses. La Clave les había enviado para reducir el número de Fabrine en la tierra porque según varios informes, había aumentado demasiado durante los últimos años. Entre ellos y demonios corruptos, cada día era agotador.
El cuchillo serafín dio en el blanco y Alec se tomó un segundo para respirar. En cuanto tomó aire profundamente y lo expulsó despacio, puso una flecha en su arco, listo para acabar con el siguiente fabrine. No obstante, un tirón en su pecho le desconcentró y la flecha voló lejos de su objetivo... A un demonio corrupto. Al menos, no había sido tan desastroso.
Sin embargo, el portal dorado y blanco que se lo llevó, sí que lo era. Porque ser convocado así solo podía significar una cosa. Un grito de alma.

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Jace se reía mientras bailaba en el centro de la nube de Fabrine. Le gustaba mostrarse, era verdad. Y también acabar con la oscuridad más corrupta, no iba a negarlo.
Dio un salto y lanzó un cuchillo a un demonio que trató de agarrar a Mark por detrás.
Nadie jodía con sus jokers excepto él, cuando se sentía de humor.
Kieran terminó con el demonio al que Jace había incapacitado. Mark era suyo al igual que Kieran era de Mark.
Herondale continuó peleando hasta que un tirón y un portal le alejaron de allí.
Al salir de él, continuó peleando. Aunque con personas en vez de criaturas sin alma.

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Magnus evitaba que se le acercaran los demonios corruptos. Ellos querrían su magia y si la tuvieran... Era mejor no pensar en esa posibilidad.
La última vez que uno de esos seres consiguió la magia de un brujo, hicieron falta dos equipos de cazadores de sombras y cuatro brujos para detenerlo.
No se preocupó mucho cuando Alexander fue alejado de ellos por un portal porque donde iba su pareja, iba él. Estaban unidos al alma. Igual que lo estaba Jace con Alexander.
Y justo cuando el rubio se alejaba, Magnus fue llamado.
-Bueno. Que el sumiso sea también mi vinculado es mucho mejor. -Dijo. -Menos drama.

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Mark quería volver a Nevara. Quizá la relación con sus hermanos no fuera igual que antes de la invasión de los fabrine, pero los quería y tres meses lejos era demasiado. Tres meses en la tierra equivalían a un año en Nevara. Todos los días se preguntaba cómo les iría a todos. Si Tavvy ya hablaba, si Jules y Emma ya se habían unido, si Ty había admitido por fin lo que sentía por Kit...
Le dio un puñetazo a un fabrine y Kieran acabó con él.
Era raro que dos jokers se unieran, pero ellos habían sido compañeros de alma y desde el primer día había existido una atracción hacia el otro que no tardaron en explorar.
Mark había sido princesa gheyo al principio, pero a raíz de la invasión fabrine y lo ocurrido con su padre, algo en él se rompió y se hizo joker. Fue bastante doloroso pero Kieran le cuidó.

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Kieran apartó a Mark de un rayo verde que iba justo en su dirección.
Un portal les había soltado en mitad de otra pelea. Personas con máscaras blancas trataban de llegar a un par de dragels heridos protegidos por dos dragels mayores.
Pues no. No iban a llegar a ellos. Uno era su sumiso, quien estaba gritando por él. Y no le fallaría.
Con un grito, se unió a la lucha. Los humanos no podrían con él. No con sus palos tontos.

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Jordan vio cómo varios miembros de su equipo eran transportados lejos por un portal. Los que quedaban, hicieron el doble de esfuerzos para acabar con las criaturas corruptas.
Querían seguir a sus compañeros, averiguar qué había ocurrido, o mejor dicho si necesitaban ayuda, pero si se marchaban, corrían el riesgo de que la mancha que trataban de erradicar se dispersara. Entonces, tendrían que permanecer más tiempo en ese reino.

Jordan jadeó cuando sintió el llamado. Se preguntó si sería el mismo que se había llevado a Alec, Jace y Magnus.
Nada más llegar, tuvo a un lobo maldito encima. No sabía que estos todavía existieran. ¿Acaso en la tierra no conocían el ritual para eliminar la maldición?
La lucha fue cruenta, pero Jordan acabó con él.
Sí, era un asesor con instintos de pareya, pero sabía pelear como un gheyo. Algo muy necesario por su trabajo.

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Theodore estaba esperando a que saliera alguien vencedor, quien fuera. Solo quería que la dichosa tarea acabara.
No entendía cómo sus compañeros eran tan obtusos. Desde que había salido el nombre de Potter del cáliz de fuego, estaba claro que algo iba mal. Que alguien había amañado el torneo de alguna manera.
Pero nadie parecía darse cuenta. Si incluso Weasley, quien era el mejor amigo de Potter había dejado de hablarle, ¿qué podía esperar de los demás?
Los únicos que parecían creer que no había puesto su nombre en la copa eran Granger, Longbottom, Diggory, los gemelos Weasley, Blaise y él.
Seguramente había más personas, pero no le importaban a Theo.
No eran cercanos a él ni a Potter.

Sintió algo extraño en su pecho. Un tirón insistente que le instaba a... hacer algo.
Su Oretta le había hablado de ello, pero no había ahondado mucho en el tema. No pensaron que fuera necesario. Y se equivocaron; porque le estaban convocando con un grito de alma.

Blaise se levantó al mismo tiempo que él.
Se miraron durante un segundo, luego se asintieron y abandonaron las gradas.
Theodore buscó el vínculo con Ilsa y tiró de él con urgencia. Si estaba siendo convocado, quería que ella lo supiera. Y si podía acudir a su localización, mucho mejor.

Zabini y él se encerraron en un aula sin usar y sin decir nada, permitieron que el tirón los llevara donde necesitaban estar.

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-Festus, estate quieto. Si voy a arreglarte la pata, no puedes moverte o te quedará torcida. ¿Quieres eso? ¿Una pata torcida?
En respuesta, el dragón de bronce le lanzó un chorro de fuego a la cara.
-Eres demasiado temperamental. Encima que te mimo... No es mi culpa que esa roca gigante te cayera encima, ¿sabes? Y Nico ya se disculpó.
Leo Valdez suspiró cuando su dragón no daba su pata a torcer. Estaba malhumorado y era lo único que le importaba.
-Vale, Señor Borde. Si continúas así, voy a desconectarte y ya sabes que puedo jugar con tu programación mientras estás hibernando.
Festus rugió indignado. Hubo muchos insultos metálicos por medio.
-Entonces estate quieto y déjame trabajar.

Cuando consiguió arreglarle la pata, estaba cubierto de aceite, hollín y sudor.
Para empeorarlo todo, alguien le estaba llamando con un grito de alma.
-Festus, tenemos trabajo que hacer. Mi sumiso me llama.
Agarró fuerte a su dragón y dejó que el portal les transportara donde fuera necesario.

Tuvo que agacharse cuando la espada de Jason fue directa a su cara.
Así que él estaba aquí. Eso le parecía bien.
-Lo siento, mi amor. No te vi.

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Jason Grace pasó el momento más angustioso de su vida cuando su sumiso le llamó.
Si lo hacía, era porque estaba en peligro.
No es que él dudara de sus habilidades, pero aún recordaba bien lo que ocurrió con Bianca.
Ella era la sumisa de su hermana y cuando dio el grito, estaba tan malherida que no sobrevivió.
Después la muerte le concedió el honor de ser una de sus perras infernales, pero pasaron dos años hasta que Bianca renació y Jason no quería vivir una situación similar.
No quería esperar a que su sumiso muriera y rezar porque Nico pudiera hacer algo como nigromante que era.
Así que en cuanto le llamaron, se preparó para dar lo mejor de sí.
Frank, Percy, nico y Will estaban allí con él. Eran suyos, así que se alegraba por ello.

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Frank despachó a los últimos dos enmascarados que quedaban y llevó los cuerpos donde Nico estaba clasificándolos.
No sabía qué haría con ellos y la verdad, tampoco deseaba hacerlo.
Lo único que sabía es que atraparía todas esas almas con su espada de hierro estigio. Lo que hiciera con ellas después, no era asunto de Frank.

Observó cuántas personas había en el cementerio. Una suite completa, dos pareyas y un alfa. También un médico y un brujo. A parte de dos dragels que sabía que no pertenecían a su círculo.
Zhang suspiró. No había beta. Eso iba a ser un problema.

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Percy maldijo su suerte. No por encontrar un círculo, había querido eso desde siempre, si no porque Reina y Annabeth no habían sido llamadas con ellos. No lo habían hecho oficial, pero pretendían unirse. Eran su Ace y su reina. Estaban bien juntos y ahora... Parecía que tendrían un Ace y un Reina diferentes. Sería todo un ajuste.

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Nico respiró profundamente y se concentró. Algunos de esos con las máscaras blancas habían escapado, llevándose a quien parecía el líder con ellos. No le gustaba nada. Sentía que le había fallado a su sumiso.
No pensó que tendría uno alguna vez. Tenía un vínculo del alma con Will y eso era suficiente para él. No había necesitado más. Sin embargo, el grito le había convocado y no iba a rechazarlo. ¿Quién en su sano juicio lo haría?

-Bien. Hora de acabar con esto. -Se dijo. No quería que Will o su sumiso vieran todos los cuerpos allí. Tampoco sus pareyas. Leo estaba algo acostumbrado, pero no conocía los sentimientos del pareya recién heredado al respecto.

Introdujo cada alma en un contenedor especializado. Nunca venía mal tener almas extra.
Después, cortó un dedo de cada cuerpo y también lo guardó, llamando a Leo para quemar el resto.
Valdez no podía acudir, sus instintos estaban al límite por su sumiso, pero Festus realizó la tarea con gusto, calcinando los cuerpos hasta que no quedó nada.
Nico guardó eso también y cuando terminó, se reunió con su círculo.

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-No hay un beta. -Alguien estaba diciendo.
-¿No ha venido? ¿Se habrá negado?
Siguieron especulando al respecto hasta que el alfa silbó para llamar su atención.
-Tenemos que irnos. No podemos permanecer aquí por mucho tiempo. Aún no podemos viajar a Nevara, pero hay un lugar que nos servirá. Al menos temporalmente.
Todos se reunieron en un círculo apretado y el alfa los transportó a todos dejando el cementerio desierto.

Chapter 2: Capítulo 2.

Chapter Text

Theodore estaba preocupado. Parecían tener todo su círculo... Excepto un beta. Y necesitaban un beta, porque formaba parte de la triada principal. ¿Por qué no tenían uno? Había oído las especulaciones, pero no iban a llegar a nada con ellas. Su sumiso tendría que buscar uno.

Decidió que las presentaciones eran necesarias, así que silbó para que le prestaran atención y cuando los gheyos dejaron de luchar, les instó a todos a acomodarse cerca.
-Creo que las presentaciones están en orden. No quiero llamaros "Eh, tú" durante el resto del día.
Eso provocó algunas risas y le hizo sonreír a su vez a pesar de las circunstancias.
-Como ya estoy hablando, comenzaré. Soy Theodore Gorgens-Nott. Soy alfa, elemento tierra. Tengo dieciséis años. Heredé temprano, por si os inquieta mi juventud. No hablaré de ello. No de momento, al menos.

Ahora se suponía que iría el beta, pero no tenían uno.

-Seguiré. -Theo carraspeó. -Él es Harry Potter. -Acarició el cabello de su sumiso.
Quien suponía que era su mentor, no se había apartado de él ni un momento.
-Tiene catorce años. No sé cuál será su elemento. Vamos al mismo internado, pero no nos conocíamos demasiado.
-Acaba de heredar. -Una voz áspera e inesperada dijo. -Soy su mentor, como habréis imaginado. Mi nombre es Maurice Elswood. Sí, ese Maurie. -Añadió secamente ante las miradas de algunos de los miembros del círculo de su estudiante. -No esperaba la herencia de Harry hasta dentro de ocho años nevareos.

A nadie le había hecho ninguna gracia que su sumiso heredara tan temprano. Querían volver y asesinar de nuevo a esos de máscaras blancas.

-Yo soy Lewis Peverel. Mi estudiante es Cedric Diggory, un pareya, por lo que puedo decir. Elemental de aire, por el aspecto de sus alas. Se suponía que debía heredar hace cuatro años nevareos, pero no lo hizo. Tuvo una herencia forzada al mismo tiempo que Harry. Seguramente desencadenada por el grito de alma de Harry.

-Os parecéis mucho. -Leo Valdez soltó. -Harry y tú. -¿No sois parientes? Porque excepto por los ojos y un poco la nariz y los labios...
-Sí, es verdad. Una vez tuve que limpiar la sala de los trofeos y vi una foto de su padre. Es como su gemelo. -Blaise Zabini aportó.

Lewis tragó saliva.
-Tenía un hermano, Aldor. Él se fue de Nevara a la tierra... Pero esto seguro que es mucha coincidencia.
Sin embargo, en cuanto terminara con Cedric, le haría un diagnóstico al sumiso. Sí que era verdad que se parecían. ¿Y si...? ¿Y si era el descendiente de Aldor?
Respiró profundamente para calmarse. No debía adelantarse a los acontecimientos.

-Seré el siguiente. Mi nombre es Blaise Zabini. Elemental de tormenta. Tengo catorce años y también voy al mismo colegio que Harry, Cedric y Theo. Soy un joker. Heredé a los nueve años y obtuve mi rango a los doce.
Miró impasible a quienes siseaban, gruñían y protestaban. Sí, era malo, terrible y espantoso. Pero gritar por ello no iba a resolver nada.

-Vale. Ahora nosotros. Soy Leo Valdez, veinte años, Pareya. Elemental de fuego. También soy un mecánico excelente. Y él es Festus, mi autómata dragón. Algo temperamental, pero muy agradable cuando no le molesto.

-Así que siempre está de mal humor. -Uno de los gheyos se rió.
-Cierra el pico, sirenito.
-Muérdeme, Valdez.
-Cuando quieras, Jackson.

Ante el gruñido de otro de los gheyos, un rubio con ojos azul eléctrico, los dos se callaron.

-Iré yo. Mi nombre es Will Solace, veinte años, médico. Soy mitad dragel, mitad hada de luz. Afinidad por la tierra. Estaba de misión con algunos de estos brutos. Nos enviaron a la tierra para cazar algunos monstruos experimentales que se habían escapado de Olimpus.
-¿Olimpus? ¿Habéis ido allí? -Alec quiso saber.
Olimpus era un reino en el que habitaban inmortales. No era accesible para cualquiera. Solo para cierto grupo de gheyos que se especializaban en monstruos y tenían al menos algo de esos inmortales en la sangre.
-Sí. Somos uno de los equipos que enviaron. -Will asintió.
-Entonces estabais en la tierra. -Jace comentó. -Nosotros también. Para eliminar fabrine y demonios corruptos.
-¿Los cazadores de sombras? -Jason se sorprendió.
Le parecían fascinantes y emocionantes también.
-Exactamente. -Jace asintió.
-Yo tengo una duda, y disculpa mi grosería. -Magnus comenzó. -Pero Médico no es un rango.
-Lo sé. Tengo tendencias pareyicas, pero no casan tan bien conmigo. Soy un poco una rareza, supongo. Así que me limito a decir que soy médico, que es la verdad. Es más sencillo que explicar mi situación.

-Nico di Angelo, veinte años, nigromante. Elemental de sombra.
Fue escueto. No tenía más que decir. No le parecía necesario.
Alcanzó a Will con un brazo y tiró de él hasta que quedó apoyado en su pecho.

-Jason Grace, veintiún años, rey gheyo. Elemental de tormenta.

-Frank Zhang, veintiún años, princesa gheyo, elemental de tierra y cambiaformas. Un poco de afinidad con el agua. -Se ruborizó un poco al ser el centro de atención. -Mi especialidad son las armas de larga distancia y si a veces veis un animal por donde sea que vivamos, no disparéis. Seguramente sea yo.
-¿Qué animal? -Alec quiso saber.
-Cualquiera. Según lo que me apetezca ese día.

-Percy Jackson, veintidós años, elemental de agua, aunque no soy merrow completo. Príncipe gheyo. Mi especialidad es la espada. Soy el mejor de todos. Quizá superado por Luke... Igualado a Jason. -Se jactó.
-¿Quién? -Jace evaluó al príncipe de su nueva suite.
-Luke Castellan, un joker que trabaja en el tema de Olimpus. -Jackson respondió.
-Quiero comprobar tus habilidades. A ver si me superas. Soy el mejor.
-Veremos, rubio. -A Percy le encantó el desafío.

-Magnus Bane, ochocientos años, brujo. -Él cortó la discusión que sabía que se avecinaba.
-¿Ochocientos? ¿Y te ves tan joven? ¿Comes cachorros para desayunar? -Valdez soltó.
-Sí. ¿Quieres ser el siguiente?
Al pareya se le enrojecieron las mejillas y su dragón se rió de él.

-Jordan Kyle, veinticinco años, licántropo. Formo parte del Praetor lupus cuando no estoy cazando fabrine. Y seré el asesor. -Finalizó. Casi se le había olvidado decir su rango.
-¿Qué es eso del Praetor Lupus? -Blaise quiso saber.
-Es una organización que ayuda a los metamorfos o vampiros jóvenes que no tienen familias. Como los mentores para los dragel.
-¿Y tienes algún cargo en este momento? -Theodore se interesó.
-No. Si tuviera uno, no habría podido ir de caza con ellos.

-Mark Blackthorn, cuarenta años, joker. Mitad hada oscura. Elemental de las sombras.

-Kieran, ciento sesenta años, Joker. Hada oscura.
-Kieran y yo estamos unidos al alma. Yo juraré a nuestro sumiso. No descarto vincularme con alguien más.
Algunos dirigieron la mirada a Kieran, a ver si decía algo, pero no comentó nada al respecto.

-Alec Lightwood, veintisiete años, Ace gheyo. Elemental de sombra y unido al alma con Magnus. Mi especialidad también son las armas a larga distancia. -Le dedicó una sonrisa a Frank, que se ruborizó.

Jace Herondale, veinticinco años, reina gheyo. Mi elemento es la sombra. Prefiero las espadas y los cuchillos arrojadizos.

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-Bien. Ya que las presentaciones están echas, voy a examinaros. No soy sanador, pero no por eso soy deficiente. -Will se levantó. -Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. Quiero tener algo para mostrarles a los sanadores en caso de que se necesite atención más especializada.

Como era natural, se dirigió primero a su sumiso. Necesitaba revisarlo antes que a ningún otro.
Solace tuvo que repetir los escaneos y los hechizos de diagnóstico varias veces, incluso consultando con el otro médico presente para corroborar lo que había visto.
La expresión de Lewis no ayudó a que se sintiera mejor.

Mientras eso ocurría, Theo se levantó para revisar a sus otros unidos. Su instinto decía que debía quedarse con Harry, pero estorbaría a los médicos y su mentor estaba allí como un centinela.

Justo cuando ya no aguantó más el estar lejos de Harry, varios portales en rápida sucesión se formaron en su patio.
Los gheyos enseguida se pusieron alerta, al menos hasta que pudieron ver a quienes estaban en los portales.
Debían conocer a esa gente, porque bajaron sus armas.

-¡Oretta! -Theo se apresuró. -Había traído con ella a Aracle y Greta, cosa que no le sorprendió.
Ilsa le dio un abrazo feroz y Nott se dejó relajar por unos segundos.
-Dime qué ha pasado. -Pidió.
Con un asentimiento, Theodore le compartió lo que sabía mediante una transferencia de conocimientos.

-Tiene muchos sellos en él. -Escuchó a alguien decir. -Creo que el grito del alma se interrumpió y que solo pudo llamar a quienes estábamos en este reino.
Theo se acercó, Ilsa detrás de él.
-¿Qué ocurre? -Quiso saber.
-Hice un diagnóstico completo de nuestro sumiso. Tiene un sello que suprimía su herencia, otro que suprime su magia, tres sellos familiares, dos del alma, uno de la muerte y uno profético. Uno de los sellos del alma se ha agrietado, por eso no dio un grito completo. Es una teoría, no soy sanador especializado, pero el médico Peverel está de acuerdo conmigo en ella. Además, los sellos de profecía, muerte y el otro del alma están conectados. -Will explicó, tratando de mantener la calma. Estaba consternado por todo lo que había visto. Los sellos eran malos, pero lo demás no era mucho mejor.
-Tiene sentido. -Magnus acordó. -Si hubiera podido llamar a todos, tendríamos un beta.
-¿Se puede hacer algo con los sellos? -Alec preguntó.
-No. No en este momento. Estos debe retirarlos un sanador. -Will suspiró. No le gustaba no poder arreglar todo lo que le hacía mal a su sumiso.
-Bien. Entonces vamos a centrarnos en lo que podemos hacer. Hay que estabilizar al pareya y esperar a que el sumiso despierte para unirnos con él. -Jason declaró. -Después de eso, tenemos que recoger lo imprescindible, avisar a las familias, quien las tenga aquí, e irnos. Preferiblemente más temprano que tarde.

-Ayudaré. -Magnus ofreció. -Estoy acostumbrado a sanar a esos cabezahuecas de allí.
-No viene mal la ayuda. -Will acordó.

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Fred y George estaban inquietos. Se suponía que Harry debería haber salido ya. O Cedric. Delacour y Krum habían tenido que ser evacuados, así que uno de los que competía por Hogwarts debería salir. Sin embargo, no pasaba nada. El tiempo corría, pero todo seguía igual.
Había gente que con sorna, aseguraba que a Harry se lo habría comido alguna criatura mágica de esas que tanto le gustaban a Hagrid.
Fred y George solo querían que alguien saliera. Comenzaban a preocuparse. ¿Y si les había ocurrido algo a Harry o Cedric?
-Oye, Feorge.
-¿Sí, Gred?
-¿Y si vamos a por el mapa? Con él podremos corroborar que Harrikins y el asaltacunas Diggory están bien.
George sonrió ampliamente. ¿Cómo no habían pensado en eso antes? Tendrían que tomar prestado algo del baúl de Harry, pero seguramente él lo entendería cuando se lo explicaran.
Rápidamente abandonaron las gradas y se escabulleron al castillo.

Se encontraron al profesor Mudy en un pasillo. Se apoyaba contra la pared y parecía estar sudando.
-¿Profesor? ¿Se encuentra bien?
Él no les respondió porque su piel comenzó a burbujear y derretirse.
Fred tiró de su hermano hacia atrás, colocándose delante de él para protegerle.
George trataba de apartar a su gemelo para hacer lo mismo, pero el más mayor, aunque fuera por dos minutos, no se lo permitía.
Mientras ocurría esa lucha silenciosa, el profesor Mudy comenzaba a cambiar. Su pata de palo se desprendió y una pierna normal la reemplazó. Su nariz, partida por haber perdido parte de ella, se recompuso. Su cabello aumentó en volumen y longitud y su ojo cayó de la cara ya muy diferente.

Ambos pelirrojos fueron rápidos en sacar las varitas, cosa que pareció divertir al extraño.
-No deberíais haber visto eso. Una lástima. Erais divertidos. Traidores a la sangre, pero divertidos.
Lanzó una maldición púrpura que lograron esquivar saltando lejos del otro.
Ellos contraatacaron, pero el impostor era rápido y esquivaba lo que no podía proteger con escudos.
George se agachó para que una maldición asesina no le diera. Tenía que hacer algo. ¿Pero qué? Nada de lo que había intentado funcionaba. El tipo ese, fuera quien fuese, era demasiado rápido.
Probó a echarle un Incarcerus ahora que estaba agachado y el intruso distraído con Fred.
Sonrió cuando funcionó, pero la alegría le duró poco, pues Fred dio un grito espantoso y George sintió cómo algo en su pecho se desgarraba y también gritó.
El dolor era como nada que hubieran sentido antes. Como si les estuvieran abriendo por dentro y estrujándoles los órganos. Iban a morir y lo sabían.
Fred agarró el ojo de Mudy, quizá para lanzárselo al extraño, quizá por casualidad ya que había estado arañando el suelo debido al intenso dolor.
Varios portales entraron justo cuando alguien más entraba al pasillo.

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Sirius y Remus no daban crédito a lo que veían. Barty Crouch Jr estaba envuelto en cuerdas contra la pared, mientras que los gemelos Weasley se retorcían mientras gritaban.
Black se transformó en humano, pues había estado en su forma animal, y comenzó a lanzar hechizos para detener la maldición.
Remus, por su parte, erigió barreras a cada lado del pasillo para que nadie más entrara o saliera y se ocupó de Crouch, dejándolo inconsciente.
Ninguno esperaba toda la gente que salió de las sombras o de tubos de luz azul.
Lo de las alas, las escamas y las armas que les apuntaban... Bueno, si hubieran sido otras personas, se habrían desmayado.

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Charlie estaba acomodando los suministros que habían llegado a la reserva para el próximo mes.
No todo eran dragones, dragones y más dragones. También tenía que hacer labores administrativas. Al menos no le tocaba limpiar los baños. Eso no le gustaba nada cuando era el novato. Magia o no, la mierda todavía olía a mierda.
Se frotó el pecho distraídamente. No sabía por qué le dolía tanto de repente. Sentía una especie de eco, como una llamada lejana.
Se rió de sí mismo. Ordenar los rollos de papel higiénico le tenía tan embotado el cerebro que imaginaba cosas.

Al cabo de un momento, se dobló sobre sí mismo, gritando de dolor.
Un cilindro de luz azul se lo llevó de allí, aunque él no se enteró. Le dolía tanto que apenas estaba consciente.

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Cedric se despertó primero, bastante confundido. A decir verdad, no esperaba estar vivo. El dolor que había sentido, seguramente no era normal. Pero allí estaba, despierto en un lugar extraño y rodeado por personas extrañas.
Fue a levantarse, pero un par de manos le mantuvieron acostado.
-No te asustes. Te lo explicaremos todo. -No supo por qué esas palabras le calmaron. Quizá un hechizo.
Le darían una falsa sensación de seguridad y luego descubriría que eran mortífagos que le habían capturado para beber su sangre o algo así.
Vale, quizá eso no. Pero seguramente le torturarían.

-Mi nombre es Lewis Peverel, y soy tu mentor.
-¿Mentor para qué? ¿Para que me una a la oscuridad?
-¿Qué? ¡No! ¿La qué?
Parecía realmente sorprendido, pero Cedric sabía que era un acto para que bajara la guardia. Pues no lo haría. Y si tuviera su varita...
-Sé que estás preocupado. Pero te explicaré todo lo que ha ocurrido. Pero estoy seguro de que primero quieres ver a Harry.
Diggory le amenazó con sus garras.
Un momento; ¿garras? ¿Qué le habían hecho?
-Él está bien. Despertará pronto y seguro que quiere verte. -El extraño continuaba hablando. Cedric decidió hacerle caso por ahora. No podía salir de donde fuera que estuviera y si le llevaba con Harry, quizá juntos pudieran urdir un plan para escapar.

Sin embargo, todo lo que aprendió le hizo replantearse toda la situación.
Le habían hecho una transferencia de conocimiento y había sido todo un shock. Necesitó un momento para procesarlo todo.
Dragels, un grito de alma, un círculo...

Se acercó a Harry cuando le vio moverse. No quería que se despertara como él, sintiéndose desorientado.
Y a pesar que Nott lo tenía en sus brazos, no se sentía celoso. Al parecer, todos estaban unidos y serían un harén, algo así había entendido.
Sintió confort al apoyarse en Nott. Hizo un sonido profundo en su pecho que le relajó.
Se recordó a sí mismo que había decidido seguir el juego. Solo que en vez de escapar, iría con la corriente hasta entenderlo todo.

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Harry gimió y abrió los ojos.
En vez de ver los grises de Cedric, se encontró con unos dorados en una cara familiar.
-¿Nott? ¿Qué...?
-Hola, Tesoro. Me alegra que estés despierto. Te has perdido muchas cosas.
Levantó la cabeza. Quería ver dónde estaba. Sin embargo, se distrajo con Cedric, que estaba a su lado y tenía una de sus manos en su espalda.
-Es una locura, Harry. Pero estamos bien. Aún no entiendo nada, pero... Estamos bien.

Harry procesó la información acurrucado con Cedric y Nott... Theo. Su Orett le estaba contando algunas cosas generales.
Se suponía que tenía que morder a sus unidos para que los vínculos se completaran y poder viajar a un reino que sonaba demasiado bien para ser verdad.
Se había decidido a comenzar, pues sus instintos se estaban haciendo cargo, cuando sintió un dolor agudo en el pecho y gritó.
Al parecer, Theo también lo sintió, porque gritó algo antes de ser succionados por un cilindro de luz dorada y depositados en Hogwarts.
Por suerte, segundos después sus compañeros aparecieron también. Aunque no en luces doradas ni azules, si no como si se materializaran de las sombras.

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-Pero tengo que trabajar, no importa si es allí, mamá. -Quinn dijo por enésima vez.
Quizá la matrona Olivia no era la más comprensiva, pero él podía atender a cualquiera, no solo a quien pudiera permitírselo y era lo que le gustaba.
-No te trata bien. Abusa de tu especialidad, te da más casos de los que puedes manejar. Se aprovecha de ti, Quinten.
Él ya lo sabía. Tampoco era una conversación nueva.
-Me gustan mis pacientes.
-A mí no me molesta eso. Me cabrea que tengas que trabajar hasta la extenuación.
Quinn dejó de escuchar a su madre. Tenía un grave problema. Estaba sintiendo un grito de almas. Pero no era posible, porque él tenía protecciones para no ser convocado y también debido a su trabajo con las almas.
No luchó contra la llamada. Si lo hacía, sería en vano, pues el grito acabaría transportándole, quisiera o no.
Y no es que se negara a tener un sumiso, era solo... Que prefería haberlo sabido de antemano.
Sin embargo, no era el sumiso quien llamaba. Eran un par de pareyas. Dos gemelos que estaban heredando.

Chapter 3: Capítulo 3

Chapter Text

-Esto no es bueno. -Theo suspiró. -Habían estado seguros en su mansión. no por completo, pero al menos mucho más que en Hogwarts. Sin embargo, no podían volver. No con los tres dragels heredando y uno de ellos maldito.
Sirius Black, y que él estuviera allí era algo que debería preocuparle, estaba ayudando a un sanador que había llegado con el grito de los gemelos Weasley a estabilizar a uno de ellos.
Todo era una locura. Un caos absoluto.

-Centrémonos. -Theo ordenó. -Necesitamos un lugar seguro hasta que podamos transportarnos de vuelta a mi casa o mejor, fuera del reino.
Porque con el llanto de alma que habían dado los pelirrojos, su sumiso había pasado por un portal y eso le había causado estrés a sus vínculos abiertos. Eso estaba diciendo Will. Al menos, Harry estaba consciente. Inquieto, pero consciente.
-Conozco un sitio. Está sucio, pero allí no nos encontrarán. -Potter se apresuró a decir.
-¿Estás seguro, joven? Porque estoy detectando varios torvaks y si yo puedo saber que están aquí, ellos sabrán que hay dragels en la zona. -Una mujer bajita le cuestionó.
-Sí, está protegido por barreras fuertes y si nos detectan allí abajo, da igual, porque no podrían entrar aunque quisieran.
-¿Por qué? -Maurie quiso saber.
Quería salir y matar a cada torvak por venganza para sus unidos, pero su estudiante estaba allí y no podía perderse en su sed de sangre.
-Porque soy el único ser vivo en Inglaterra que habla parsel... o lo era...
-¿la cámara de los secretos? -blaise respiró.
-Sí. Está sucia, y en parte colapsada por culpa de Lockhart, pero es un lugar seguro.
-Vamos. -Theo decidió. -Podemos limpiarla y reparar lo que sea.
Si era el único lugar que tenían, no podían andarse con remilgos. La cámara tendría que servir. Y si era sincero consigo mismo, también quería verla.
-Ojalá pudiera restregarle a Draco que voy a entrar en la cámara de Salazar. -Blaise suspiró. -Estaría indignado durante meses.
-Quizá algún día. -Theo se rió.
Él también tenía ganas de hacer eso. El rubio siempre se lo tenía muy creído.

Cubiertos por las sombras de sus gheyos, se apresuraron por los pasillos.
A Harry le habría encantado tener su mapa para evitar encontrarse con alguien, pero estaba arriba en la torre de Gryffindor y el segundo piso estaba más cerca.
-Tengo que deciros... En el baño al que vamos a ir, hay una fantasma muy entrometida.
-Espera. ¿Vamos al baño de Myrtle la llorona? -Blaise inquirió. -¿Por qué? Si tienes que... Evacuar, hay otros baños. Por no añadir que ese es un baño de chicas.
-No tengo que... Evacuar, como lo has expresado tan correctamente. La entrada a la cámara está allí.
-Qué deprimente. -Suspiró el joker. -Pero es la cámara de Slytherin, así que me aguantaré.
-En cuanto a la fantasma, no te preocupes. Si se vuelve molesta... -Nico acarició su espada significativamente.
-Es una pervertida. -Diggory espetó. -Me espía mientras me baño.
-Ya veo... -Di Angelo murmuró.
El dragel de aire era uno de los pareyas de su círculo y no iba a tolerar una fantasma pervertida. Además, a la muerte no le importaría que una niña ectoplásmica pasara completamente a su reino.

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Llegaron al baño, y para decepción de Nico, la niña fantasma no estaba allí. Sin embargo, había un charco de agua, señal de que se había molestado, según Harry.
-Aunque siempre está molesta o triste. -Añadió.
Percy se deshizo del agua y su sumiso se dirigió a los lavabos.
-Hay que deslizarse por una tubería como si fuera un tobogán gigante. ¿Charlie, Fred y George estarán bien?
Observó a los tres pelirrojos en las camillas. Estaba muy preocupado por ellos, en especial por Fred. Sirius no había dejado de lanzar algo con su varita desde que habían llegado por el portal.
-Sí, estarán bien. -Letras aparecieron en el aire. No es lo ideal, pero hay dos médicos y yo soy un sanador. Nos encargaremos de que todo vaya bien.

Harry asintió, aún preocupado, y le siseó a uno de los lavabos.
Toda la estructura se movió, luego se hundió y finalmente pudieron ver un agujero cilíndrico.
-Iré primero. -Blaise anunció. -Para comprobar que todo va bien.
-¡Espera! -Harry agarró su muñeca antes de que pudiera saltar. -Hay un basilisco muerto ahí abajo.
-¿Un qué? -Jason gruñó.
El sumiso se encogió y se acercó más a Blaise, que envolvió un brazo alrededor de la cintura y le atrajo más hacia sí, gruñéndole al rey gheyo.
-Disculpa, Harry. -Jason suspiró. -¿Cómo hay un basilisco muerto allí abajo? -Preguntó con más calma.
-Yo lo maté hace dos años. -Tuve que bajar para rescatar a la hermana de mi amigo Ron...
-¿Mataste un basilisco con doce años? -Jace era el que gruñía esta vez.
El brazo de Blaise se tensó a su alrededor y chispas de electricidad saltaban por su cuerpo.

-Todo esto es muy importante, y yo también quiero saber la historia, pero deberíamos bajar. En cualquier momento alguien puede venir. Están distraídos con la tercera tarea, pero no sé cuánto durará. -Theo interrumpió.
-Bajaré e iré limpiando. Alguien de tierra podría venir conmigo para reparar la cámara para que sea segura.
Theo se inquietó. Él podría ir, pero necesitaba estar al lado de su sumiso y sus vínculos inconscientes.
-Voy con él. -Ilsa le apretó el hombro. Silbaré cuando sea seguro.
El alfa asintió agradecido y pronto tanto Blaise como su oretta, bajaban por la tubería.

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Blaise agradeció conocer buenos hechizos de limpieza, aunque fueran específicos de gheyos, porque iba a necesitarlos. Había detritus y cosas que prefería no averiguar qué eran y a medida que bajaba, habiendo ralentizado su descenso, desaparecía toda la porquería. A saber hacía cuántos años no se limpiaba por aquí. Más de cuarenta, seguro.

Vio la piel del basilisco y se estremeció. Era gigantesco. Y la idea de que su sumiso se hubiera enfrentado a esa criatura él solo, le hacía hervir la sangre.
Continuó limpiando con ayuda de la mentora de Theo. No tocaron la piel del basilisco, pues era valiosa y como su sumiso había matado a la bestia, todo lo que fuera del basilisco le pertenecía por derecho. Solo la piel valía una fortuna debido a su resistencia a la magia y armas.

Con un movimiento casual de su mano, Ilsa reparó la cámara y Blaise no pudo evitar asombrarse por la muestra de poder.

Vieron el basilisco más allá, aún bien conservado. Estaba intacto excepto por los ojos, que parecían haber sido arañados por algo.

Blaise limpió también la zona. Quería explorar, pero podía esperar. Lo primero era su sumiso y su círculo.

Cuando Ilsa silbó, zabini escuchó cómo varias personas se deslizaban hacia abajo. Después un estruendo y pasos.
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Harry esperó, impaciente e inquieto. No se sentía seguro en el baño. Sus instintos le instaban a correr lejos del castillo cuando hacía apenas unas horas, le había parecido estar a salvo entre sus paredes.
Le pareció una eternidad hasta escuchar el silbido que indicaba que podían bajar.
-¿Puedes cerrarlo? -Kieran preguntó. -No creo que sea seguro dejarlo abierto. Es como una señal gigante que dice: Estamos aquí.
-La única vez que entré, no lo intenté. También quería volver a salir, así que me pareció genial que se quedara abierto.
Descendían lento gracias a Jason y Lewis, que controlaban el aire. A Harry le pareció fascinante.
-Voy a intentarlo. -Decidió.
Vio una talla de serpiente y susurró "Cerrado".- Y los lavabos volvieron a su lugar.
-Mucho mejor. -Kieran le sonrió.

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Hubo gruñidos y siseos al ver la piel del basilisco.
Querían proteger a su sumiso, ¿pero cómo lo hacían de algo que ya había pasado? Ninguno podía volver atrás en el tiempo.
Alas y garras salieron al ver el cadáver de la criatura.
Los instintos de los gheyos estaban al límite, así que Leo agarró sus guantes, una piedra vacía, y metió al basilisco allí. Aunque le costó un rato, al menos el asesor le estaba ayudando.
Él también quería proteger a su sumiso de todo y ocultarle en sus alas, pero no podía, así que hizo algo productivo.
Introdujeron también la piel que encontraron. Había mucha.

-¿Qué estáis haciendo? -Harry cuestionó.
-Es tuyo por derecho de conquista. -Blaise comentó. Abría y cerraba los puños, tratando de controlar su temperamento. Quería hacerle pagar a quien fuera por esto. Su sumiso no debería haberse enfrentado a algo así.
-¿Y qué?
-Pues que como te pertenece, puedes hacer lo que quieras con él. Y Harry, es valioso. Puedes vender sus partes y obtener una fortuna. -Sirius le explicó. -Una fortuna casi tan grande como la mía.
-Eso es absurdo. Es una serpiente gigante. -El menor resopló.
-Sí, pero no hay muchos. Su veneno es codiciado y su piel aún más. Es resistente a la magia y a muchas armas, así que cualquiera la querría. -Jace aclaró. -No serviría como armadura, pero sí protegería de la mayoría de cosas. Una prenda así... Muchos gheyos matarían por ello.
Harry estaba muy sorprendido. Nunca imaginó que eso le sirviera para algo. Cuando subió de la cámara, nunca más volvió a pensar en el basilisco excepto por sus pesadillas.

Mientras Leo y Jordan se ocupaban de recolectar lo que encontraran del basilisco, otras personas cuidaban de Charlie, Fred y George.
Se habían erigido barreras para evitar que los gheyos se volvieran salvajes y que Harry se alterara, pues los tres eran traidores de la sangre y necesitaban ser purificados. Eso le había dicho su orett.

-Entonces... -Harry comenzó.
Había pasado un rato con su mentor, el cual le había explicado un poco los rangos y lo que se esperaba de él. También cómo iban los cortejos normales, cosa que iba a ser un poco diferente debido a su grito de alma interrumpido.
-Si ese bicho es mío, puedo hacer lo que quiera, ¿no?
-Sí. -Blaise asintió.
-¿Y tanto el veneno como la piel son valiosos para los gheyos, ¿no?
-Y el hueso. -Intervino Percy. -Para armas.
-Entiendo.
Harry se estaba haciendo una idea de lo que iba a hacer con parte del basilisco.
-¿Y... La carne? -Se interesó.
-Eso puedes venderlo en la zona de las sombras. Es un manjar para algunas criaturas. -Nico habló.
Potter arrugó la nariz. La idea de comerse al basilisco le provocaba náuseas.
Cedric se rió y le abrazó por detrás.
-¿No te apetece un poco de basilisco a la romana?
-Asqueroso. -Harry se dio la vuelta y le devolvió el abrazo, riéndose también.
Por ahora estaban a salvo y sus instintos se calmaron un poco. Sin embargo, ahora le estaban indicando otra cosa. Y eran insistentes.
Vinculación, vinculación, vinculación ahora.
No esperaba que algo se moviera en su interior. Cambio, giro, y click.
Cedric y él se miraron asombrados. Podían sentirse el uno al otro.
-Pero no te mordí. No entiendo.
Las cosas de dragels le parecían muy enrevesadas, al menos lo que le había explicado su orett.
-¿Os conocíais de antes, no? -Maurice le preguntó.
-Sí. Somos pareja. -Harry se ruborizó.
-Entonces es por eso. El vínculo estaba allí, solo que no pudo sellarse debidamente porque no habíais heredado.

El sumiso le escuchó a medias. Estaba ocupado pasando la nariz por el cuello de su unido, decidiendo qué lugar era mejor para poner su marca.
Escogió un lado de la garganta y mordió.
Sintió a Cedric hacer lo mismo en su hombro. Estaban unidos y llevaban la marca del otro. Harry estaba muy satisfecho con eso.
Retiró los colmillos de la mordedura y lamió para cerrar la herida.
Abrazó a Cedric durante unos minutos, ronroneando satisfecho, acurrucado en su pareya.

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Más tarde fue con su alfa. Sus instintos le decían que completara sus vínculos cuanto antes para que todos fueran suyos y que las demás personas pudieran saberlo.
Theo le envolvió en sus brazos y Harry se calmó un poco más.
Era alto, delgado pero musculoso, piel pálida, cabello castaño y ojos dorados.
No parecía querer antagonizarle a pesar de que él era Slytherin y Harry un Gryffindor.
Tenía que recordar que no todos eran Malfoy y que ni Blaise ni Theo habían entrado nunca en las rencillas que él solía tener con el rubio.

-¿Cómo lo llevas? -Theodore le preguntó tras marcarse el uno al otro.
-Creo que enloqueceré más tarde. Por el momento estoy feliz de seguir mis instintos. Cuando estemos en un lugar seguro, probablemente sea cuando enloquezca.
-Nos tendrás para no enloquecer solo. -Su alfa prometió.
Harry se rió un poco.
-Eso me gusta. Pero para ser sincero, que expliquéis las cosas y tener a Maurie cerca, ayuda bastante. Ir a ciegas sería mucho peor. Esto es inesperado, pero no estoy solo.
-Te comprendo. Es un poco caótico si no sabes qué esperar.

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Su orett le había explicado cuál era el orden de vinculación tradicional, pero eso no se sentía bien para Harry.
A parte de que estaban curando a su beta y a dos de sus pareyas, no quería seguir el orden. A su parte dragel no le sentaba bien.
Fue directo a Blaise, que había estado caminando aparentemente sin rumbo por la cámara.
El joker se sorprendió un poco, pero no iba a rechazar el contacto con su sumiso.
-Hola, Harry. ¿Me buscabas?
El sumiso se movió incómodo, pero asintió.
-Mi, eh... Dragel o lo que sea, me exige reclamar en un orden diferente al tradicional. Probablemente porque no me siento seguro aquí. Eso dice Maurie. También dice que he de preguntar sobre ¿condiciones que puedas tener?
Zabini le sonrió.
-Exacto. Algunos gheyos, sobre todo los jokers, pueden tener condiciones.
-¿Tú tienes alguna?
Blaise se lo pensó.
-A partir de ahora, no lucharás por tu cuenta. Si te encuentras con un problema, has de llamar a uno de nosotros, gheyos. No trates de solucionar las cosas por ti mismo. No estás solo. Además, te juraré a ti, posiblemente a Theo. Es decisión de un joker a quién se une. Y... no nos impidas pelear. Es algo normal para gheyos solucionar sus problemas luchando. Puedes ordenarnos llevar la pelea fuera, pero prohibírnoslo irá en contra de lo que somos y hará más mal que bien. Esa no es una condición en sí, pero sí es algo que viene bien saber. ¿Estás de acuerdo con mis condiciones, sumiso?
-Estoy de acuerdo con tus condiciones, mi gheyo.
No le había gustado la última cosa, y tendría problemas con la primera, pero era aceptable.
-¿Tienes alguna condición, sumiso?
-No me mentirás, nunca. Si algo me concierne, me lo dirás. No me lo ocultarás porque pienses que es por mi bien. En cuanto a los secretos, no me gustan. Preferiría saberlo todo. Sin embargo, comprendo que hay cosas personales de las que uno no quiere hablar y lo respeto. Si te pregunto algo y no quieres responder, dímelo. No me mientas. Respetaré tu silencio. Es lo mismo que voy a exigirle a todo el mundo. Ya se me ha tratado lo suficiente como a un niño cuando a otras personas les ha convenido, hasta que les ha hecho falta que este supuesto niño se ponga en peligro. ¿Aceptas estas condiciones, joker?
-Acepto tus condiciones, sumiso.
Después de ello, se reclamaron el uno al otro. Harry puso su marca en el pecho de Blaise, y el joker colocó la suya justo en el hueco que había bajo la garganta.

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Harry estaba terminando de establecer su vínculo con Jordan, cuando hubo un alboroto en la zona donde curaban a los tres pelirrojos.
George estaba gritando en pánico por Fred y Will y Quinn trataban de calmarlo.

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George se despertó, sintiéndose raro. No sabía por qué y le molestaba. Lo último que recordaba era a un extraño lanzándole un hechizo a Fred y luego mucho dolor. ¿Quizá luces azules y doradas? Seguramente eso último lo había imaginado.
Se quedó quieto y se examinó mentalmente a sí mismo. Sentía sus extremidades, su pecho ya no le dolía y... Le faltaba Fred. Eso era lo que notaba que no estaba bien. No podía sentir a su hermano.
-¿Fred? ¿Fred?
¿Dónde estaba? ¿Y si había muerto? ¿Y si no podía sentirle por eso?
Entró en pánico. Necesitaba buscar a su hermano. Trató de levantarse, pero resbaló en algo húmedo y aceitoso. Le daba igual lo que fuera. Necesitaba encontrar a Fred.

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Fred se levantó de golpe. De inmediato notó que algo faltaba. Alguien, mejor dicho. Su vínculo con George ya no estaba. Tenía la misma sensación que cuando se ponía enfermo y se le taponaban la nariz y los oídos. Sentía su cabeza algodonosa y silenciosa. No es que pudiera leer la mente de George, pero siempre había estado allí y ahora no.
Escuchó gritar a George muy cerca, pero el vínculo no existía.
Así que él también gritó.
-¡George! ¡George!
Se movió hacia donde escuchaba a su gemelo. Alguien trató de detenerlo y le clavó las garras.
Ni siquiera se planteó por qué las tenía. Le daba igual si ahora fuera un gnomo púrpura. Solo quería a su hermano.
No se relajó ni cuando pudo abrazar a George. No del todo. Algo había pasado y no comprendía qué era.

-Fred, no puedo sentirte. -A George le temblaba la voz y Fred quiso destruir a quien le hacía sentir así.
-Yo tampoco a ti. -Le abrazó con más fuerza. -Yo tampoco a ti. Pero estoy aquí. No me voy, ¿vale? Antes tendrán que matarme.
George le agarró con fuerza, dejándole sin respiración.
Alguien hizo magia sobre ellos y toda la cosa viscosa desapareció de su cabello, piel y ropa.

-¿Qué está pasando? -Exigió. No soltó a George en ningún momento.
Vio a Charlie más lejos hablando con un tipo moreno y eso le desconcertó. ¿Dónde estaban y qué hacía Charlie allí?
Envolvió las alas alrededor de ambos cuando un desconocido se les acercó.
-Gred. Tienes alas. Y tu cabello está ardiendo.
-Tú también, Feorge. Creo que finalmente todo lo que hemos estado probando para nuestra tienda nos ha pasado factura y hemos mutado.
-Creo que así estamos más guapos. Aunque me preocupa lo de las llamas en mi cabello.
Alguien les echó agua por encima apagando el fuego, y ambos pelirrojos se lanzaron a por él.
-¿En qué estabas pensando, Percy? -Jason inquirió. -¿No ves que están alterados?
Leo y Charlie habían tenido que sujetar a los gemelos para que no despedazaran al príncipe gheyo.
-Quería ayudar. -Se encogió de hombros.
-Pues no ha salido bien. -Valdez resopló.
-Calma, Fred. Esto es muy raro. Yo también estaba muy confuso. Pero se te explicará todo.
-¡Me da igual, Charlie! ¡Quiero volver con George! No voy a tocar a ese quien sea, solo quiero a George.
-Vale. Pero tienes que tranquilizarte. Podemos sentarnos los tres un poco más lejos y...
-No soy un niño. -Su hermano menor le gruñó.
-Lo sé. Pero ahora estás alterado y es peligroso. Deja que os explique lo que ha ocurrido.
-Bien. Pero que ese Percy no se me acerque.
En cualquier otro momento le habría divertido lo del agua, pero estaba tan alterado y confuso que no podía disfrutarlo.

Leo pudo sentarse con los tres pelirrojos. Lo habían consentido cuando prometió que ayudaría a Charlie con la explicación.
-Entonces... -George comenzó.
Estaba más relajado con Fred a su lado.
-Entiendo que nosotros tengamos alas y garras. Hemos experimentado lo suficiente con nuestras bromas como para que algo se torciera. ¿Pero tú, Charlie? ¿Miraste a las estrellas en la reserva y pediste convertirte un dragón? ¿O se lo pediste a un dragón mismo, mirándole a los ojos y todo?
-Eso habría estado bien, pero no. Todo empezó cuando estaba clasificando el papel higiénico.
Se alegró cuando eso hizo sonreír a Fred.

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Entre las explicaciones de Charlie y las transferencias de información de Leo, pudieron aclararles todas las dudas a Fred y George... Excepto una.

-Es porque sois gemelos del alma. Al tener vuestra herencia forzada, por una maldición, el vínculo se selló temporalmente porque si hubiera permanecido abierto, sería como una retroalimentación. Ambos sentiríais el dolor del otro y al hacerlo os dolería más y lo sentiríais de nuevo... Sería un bucle interminable. Además, si en un momento dado ese vínculo no se cierra, uno de los dos habría muerto y el alma dividida se habría fusionado en uno de vosotros.
Quinn había utilizado el hechizo que se suponía que no debía usar para poder hablar. Le era más sencillo y tenía las manos libres para lanzar hechizos de diagnóstico a los pelirrojos.

-¿Entonces... si no se hubiera cerrado el vínculo... uno de los dos habría muerto con el tiempo? -George cuestionó. Se aferraba fuertemente a su hermano.
-Sí. Y yo mismo os habría separado temporalmente para evitarlo si estuviéramos en esta situación pero con vuestro vínculo intacto. Suena aterrador, lo sé. Pero no será para siempre. El enlace se abrirá sólo cuando sea el momento apropiado.
-¿Lo prometes? -Fred inquirió.
-Lo prometo.

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Mientras eso ocurría, Harry les contaba a Blaise y Theo por qué Sirius estaba allí.
-Así que él es inocente y espero que esa rata asquerosa esté muerta. Y si lo está, ojalá sufra en el infierno... ¿Existe el infierno? -Le preguntó a Nico.
-Algo parecido. Y te prometo, mío sumiso, que ese hombre sufrirá por lo que ha hecho.
Harry le dedicó una amplia sonrisa.
-Mi alma ha elegido bien.
Extendió los brazos y di Angelo se agachó a su lado para acurrucarse juntos.