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Día 7:Apodos

Summary:

Barry tiene un mal día, pero la aparición de un chico castaño podría mejorar su día.

Notes:

Realmente no quede satisfecha con este fanfic, pero no tenía inspiración ni idea de que podía hacer, intente varias cosas; pero nada funcionaba, así que decidí dejarlo aquí, ya que por la escuela tampoco podía dedicarle tanto tiempo como me hubiera gustado.

Work Text:

Barry suspira mientras se deja caer sobre una silla en el pequeño sitio de aquella cafetería nueva.

Deja su maletín de lado y hunde su cabeza entre sus manos mientras siente sus ojos arderle.

 

Estaba apunto de llorar en un lugar público y eso era tan patético.

Pero eso estaba bien, Barry sabía que era muy patético, y eso era tan cierto que apenas había pasado su primer mes trabajando en la estación y él ya estaba pensando en renunciar.

Era decepcionante darse cuenta que no podía soportar más que un par de días de comentarios hirientes y miradas intensas antes de darse por vencido.

Pero en el fondo sabía que eso iba a suceder tarde o temprano.

 

Él nunca se había caracterizado por ser alguien fuerte o valiente, siempre rehuía de cualquier conflicto y prefería llorar en silencio antes que hacer un gran escándalo sobre el tema.

 

—¿Puedo ofrecerle algo?

 

Barry suspira y tímidamente asiente, levanta apenas un poco su cabeza lo suficiente para que el camarero pueda mirar su rostro pesimista y saber que no lo estaba ignorando.

 

—Un café está bien.

 

—¿Un café sin leche ni nada?—Barry asiente ligeramente con la cabeza y él atractivo hombre castaño le dedicó una sonrisa cálida antes de volver a preguntar—. Supongo que será para tomarlo aquí.

 

Barry vuelve a sentir hasta que el hombre se despide de él con un gesto amable y unas palabras que Barry realmente no logra escuchar ni entender del todo.

 

Eso siempre le sucede cuando está decaído, su cerebro se apaga y es incapaz de entender todo lo que sucede a su alrededor, Barry realmente no entiende porqué actúa de esta forma, no le gusta ser así, pero se convirtió en esto tras la muerte de su madre.

Se convirtió en ese adulto asustadizo y torpe incapaz de socializar correctamente en publico sin quedar como un estupido.

 

Le gustaba más su propia visión de su yo de la infancia, confiado, aventurero y sociable, capaz de conquistar a los niños de su edad con datos curiosos y demás conocimientos.

Pero Barry supone que crecer también produce ese tipo de cambios.

 

—Aquí tiene su orden de café—anuncia él camarero de ojos marrones provocando que Barry suspiré y afirme, apartando su cuerpo de la mesa.

 

Él chico le sonríe, guiña su ojo mientras deja su taza de café llena hasta el borde y a su vez extiende un pequeño plato con un muffin.

 

Barry abre los ojos con sorpresa cuándo el postre es colocado frente a él.

 

—Disculpa, yo no pedí esto.

 

—Ciertamente no lo hiciste—afirma él hombre con una sonrisa ladina—. Pero también sé que te gusta los muffins de arándano que vendemos, así que pensé en darte uno ya que te veía demasiado triste, Bar.

 

—¿Cómo sabes mi…?

 

—¿Tú nombre?—pregunta con un tono ligeramente burlesco—. Bueno, siempre llegas aquí a las seis veinte de la mañana, corriendo, miras tu reloj al menos tres veces antes de ordenar, siempre pides lo mismo; un café cargado sin leche ni azúcar con un muffin de arándanos para acompañarlo, y tú orden siempre queda al mismo nombre… Barry Allen, supongo que te llamas así, ¿Me equivoco?

 

—¿Tú me atiendes a diario?

 

Barry sabe que su pregunta es tonta e irrespetuosa, piensa disculparse después de que su boca se cierra, pero contrario a lo que espera él chico ríe sin pudor alguno.

 

—Siempre te he atendido—afirma dedicándole una sonrisa que hace que el corazón de Barry se sienta caliente y pesado—. Pero sabía que no me notaba, siempre parecías tan preocupado y nervioso, que no me atrevía a interrumpir tu rutina.

 

—Lo siento, yo realmente estaba muy distraído—murmura—mmmm… ¿Cómo te llamas?

 

Él chico amplía su sonrisa, mostrando sus dientes blancos y presumiendo los hoyuelos en sus mejillas.

 

—Hal Jordan—menciona extendiendo su mano a manera de saludo, Barry torpemente estira su mano y aprieta sus dedos contra los morenos del chico.

 

—Es un placer Hal.

 

—El placer es mío Barry.

 

Él rubio suspira sonrojado ante el guiño coqueto y el tacto intenso y demandante.

 

—Aunque me encantaría quedarme aquí todo el día hablando contigo, mis compañeros me mataran en cuánto se den cuenta que no estoy tomando pedidos.

 

—Está bien, lo entiendo Hal—susurra—. Espero que todo te vaya bien.

 

—Yo también lo espero—bromea—. Y también espero verte de nuevo aquí dispuesto a regalarme un poco de tu tiempo.

 

Barry asiente con una sonrisa y deja que Hal se aleje de ahí irradiando el mismo carisma y confianza con el qué había entregado su pedido.

Barry suspiró sintiendo una pequeña calidez extenderse por su cuerpo.

 

Estira sus manos, toma suavemente la taza de café y la lleva a sus labios mientras deja que el aroma a café recién molido llene todo su cuerpo.

Sólo después de haber dejado su taza, nota algo particular debajo de la misma.

 

Estira la mano y toma una servilleta de papel perfectamente doblado.

Cuándo la estira sus ojos se abren con sorpresa al ver qué tiene una pequeña dedicatoria.

 

Parece que hoy no has tenido un buen día y odio verte tan decaído, espero que mi pequeño regalo pueda regresarte tú hermosa sonrisa, Bear  :)”



Las mejillas de Barry se colorean y tímidamente guarda la nota en alguno de los bolsillos delanteros de su pantalón mientras da una mordida a su muffin.

 

Quizá las cosas no habían terminado tan mal cómo Barry creía.

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