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Flufftober prompt #2: Atardecer
En recompensa por todo lo que habían hecho por ella. Por su valentía, su lealtad, sus años de entrenamiento, y hasta cierto punto, para alivianar su consciencia, Saori les ofreció a los jóvenes caballeros lo que le había heredado Mitsumasa Kido.
—A pesar de ser la heredera de Mitsumasa Kido, no puedo quedarme con todo esto. Ustedes, son lo más importante para mí, así que pensé que podría darles las propiedades a ustedes. El problema es que todo esto viene con responsabilidades distintas a las cuales están acostumbrados, por eso pensé en dejarlos escoger quien se quedaría con las responsabilidades, dependiendo de a quien le salgan mejor.
Como ninguno se vió muy convencido por la oferta, añadió:
—Solo vayan a unos cuantos eventos conmigo. Tatsumi y yo los podremos guiar. Si después de varios eventos no les convence entonces veremos qué hacemos en su lugar.
Y fue así como Seiya y Shun estaban en el departamento del primero probándose los trajes que Saori consiguió para ellos.
Desde que regresaron a Japón, Shun desarrolló una cierta aversión por la Mansión Kido. La razón se debía a que lo último que recordaba eran las visiones de Pandora y Hades antes de que se diera La Guerra Santa. Cuando regresó con Saori cargando el antídoto para despertar a Seiya de su letargo, la realidad de lo que le había sucedido en el Infierno le empezó a causar cierto dolor. Una de las formas que este se empezó a manifestar fue en pesadillas cuyo escenario era la Mansión Kido.
Seiya le ofreció quedarse con él y con Seika. Si bien, tener a su hermana de vuelta era reconfortante, no se acostumbraba aún a tenerla otra vez en carne y hueso. Seika en algún punto de su vida se había convertido en un concepto, una meta, más algo que lo hacía seguir adelante que una persona de carne y hueso, por ello, tenía que adaptarse al cambio de circunstancias. Es por esta razón que le pidió a Shun, quien se había convertido en su mejor amigo, que estuviera ahí como intermediario, a pesar de que él tampoco la conocía bien.
El asunto es que, a pesar de las complicaciones que presentaba el vivir con Seiya, existía cierta tranquilidad para él. Para los dos realmente.
Mientras pensaba tocaron la puerta de su cuarto.
—Shun, ¿todo bien? ¿Ya te lo terminaste de poner? —era Saori.
—Sí —le contestó y abrió la puerta para dejarla pasar.
Ella lo miró y quedó sin palabras por un momento.
—¡Es increíble! Te queda perfecto —logró decir con una sonrisa en el rostro.
—¿Te parece?
—Definitivamente —le aseguró alisándole las pequeñas arrugas en el traje. El traje era uno de terciopelo color borgoña y una camisa blanca, contrastando maravillosamente con su cabello y ojos verdes —¿Sigues sin estar seguro de esto? —Shun le negó con la cabeza.
—No, pero, sé cuánto significa esto para ti.
—Ya te lo dije, no tienes que quedarte en la Mansión Kido si no es lo que deseas. Solo quiero darte la oportunidad.
—Lo sé, gracias.
Saori dio un paso atrás y dejó que Shun se moviera un poco en su nuevo traje.
—Seiya esta afuera por si quieres verlo. Seika le está tomando fotos con su nueva cámara. Está aprovechando “el arte de una boda”, al menos así lo dijo ella.
Habían tenido un día lluvioso, con esta deteniéndose un poco antes de que Saori llegara. Ellos en especial habían tenido suerte, ya que la lluvia caía sin parar, pero el sol tampoco dejaba de brillar, dando así el refrán de “la zorra que se casa con el ruiseñor”.
Ambos bajaron las escaleras y alcanzaban a escuchar al par de hermanos divirtiéndose afuera de la casa. Una vez abajo escucharon un chiflido proveniente de Tatsumi.
—Mírate nada más, así pareces todo un jovencito respetable.
Shun hizo una mueca, desconcertado por el comentario de aquel hombre. Saori por su parte, le lanzó una mirada que claramente era un regaño.
—Te quedaría muy bien el ser el señorito Kido, con o sin el traje —se corrigió intentando quedar bien de nuevo, fallando notablemente.
Ignorando el comentario ambos salieron, encontrando a Seika dirigiendo a Seiya para que hiciera ciertas poses. Debido a que el sol estaba bastante bajo no alcanzaba a ver bien a Seiya, quien estaba rodeado por su luz a petición de Seika.
—Deja caer más la cabeza, como si no te importara nada, como si fueras demasiado bueno para la cámara.
—¿Cómo se supone que pose eso? —se quejó Seiya.
Saori y Shun rieron al escucharlos, haciendo que ambos voltearan a verlos.
—¡Wow, Shun! ¡Eso te queda perfecto! ¿No te parece, Seiya?
Aún no podía distinguirlos bien por la fuerte luz del sol, pero alcanzó a escucharlo tartamudear.
—Eso es un sí. Shun, ven para que les pueda tomar fotos a los dos —lo llamó. Saori asintió, impaciente por tener una foto de ellos dos con sus trajes antes del gran día.
Shun, haciéndole caso se acercó a ellos, con la mirada baja por el sol. Una vez más cerca, alcanzó a apreciar la elegante tela de cashmere negro. Subió la mirada poco a poco, revelando a un muchacho atractivo usando una faja roja sobre una camisa blanca y la chaqueta negra de cashmere.
La verdad que, a sus ojos, Seiya se veía encantadoramente guapo.
—Ese traje te sienta muy bien, Seiya —logró decir con bastante calma.
—¿Yo? —hizo una trompetilla que logró hacer reír a su amigo —Tú te ves… ¡wow! —exclamó rascándose la cabeza como si estuviera avergonzado. —Nos vas a hacer quedar mal a los demás, de eso no tengo duda.
—No lo creo.
—Eso ya lo verán después —los interrumpió Seika —. Por ahora, quiero tomarles fotos porque se ven geniales. Acomódense juntos para que salgan bien —les indicó —Pero más cerca, entre ustedes no muerden… bueno, Seiya tal vez.
Estuvieron afuera divirtiéndose, tomando fotos, Saori mirando con ternura al tímido baile de los enamorados que estaban ejecutando sus dos caballeros. Lo notó desde que llegó aquella tarde. Seika parecía aún no haberse dado cuenta, esperaba que pudiera aceptarlos, aún más por lo mucho que le importaría a Seiya.
—¿De verdad quieres que hagamos esta pose? —le preguntó Seiya.
—Por supuesto, es del tipo que aparecen en las revistas de moda. Créeme, solo tienen que ponerle mucha actitud. ¡Pero así no! ¡Sin pena!
Tal vez no tenía que preocuparse por ella.
Una vez que terminó de oscurecerse los jóvenes entraron, con Saori detrás de ellos mientras veía con recelo al cuervo que los observaba desde que salieron.