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the summer i fell in love

Summary:

Es el último verano de Julián en su pueblo antes de tener que irse a estudiar a la gran ciudad.
Está seguro de que será un verano relativamente normal, hasta casi aburrido como todos los anteriores. Que lo va a pasar junto a sus amigos y a su novio.
Hasta que aparece en su vida la figura de Enzo, el chico que trabaja en el campo de su padre.

¿Qué tanto puede cambiar en un solo verano?

Notes:

- está de mas decir que con esto no busco asumir la sexualidad de nadie no me rompan las pelotis porfa
-nunca escribí absolutamente nada en mi vida, pero literal se me ocurrió esto de la nada y si no lo sacaba de mi sistema me iba a morir
- por eso mismo es que estoy al tanto de que no es lo mejor que van a leer en su vida (si alguien lo lee) pero posta traté de hacerlo lo mejor posible, si hay errores no me digan o lloro
- traté de darle el contexto más argentino posible, si algo no es muy realista sepan disculparme de todas formas la realidad no es diver
- me inspire un poco en mi pueblo pero la gran mayoría lo invente, por eso no nombro a ningún pueblo en particular
- los títulos de los capítulos son nombres de canciones que básicamente son las responsables de que esta fic exista

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: fortnight (feat. Post Malone)

Chapter Text

El sol entra con fuerza por la gran ventana de la habitación, fuerza característica de un sol de los primeros días de diciembre, dándole a Julián en la cara alejándolo así del estado de sueño en el que se encontraba.

Aún si deseara seguir durmiendo, ahora que finalmente había terminado el colegio y podía hacerlo hasta la hora que quisiera, podía escuchar firmemente a su padre haciendo ruido en la cocina, así que finalmente decidió levantarse. De todas formas podría aprovechar el día tan caluroso y meterse a la pileta después de comer algo.

Después de lavarse la cara y cepillarse los dientes en su baño propio, que formaba parte de su habitación, decide cambiarse y ponerse algo simple y fresco como un short deportivo y una remera blanca.

Se dirigió hacia la cocina encontrándose con su papá hablando por teléfono parado cerca del umbral de la puerta que daba hacia el frente.
Como siempre se trataba del campo y de cómo se iban a organizar los horarios ahora que se acercaba el verano. Tema que a Julián nunca le interesó demasiado, ya que él desde chico tuvo en claro que no seguiría los pasos de su padre y anteriormente de su abuelo.
Siempre supo que al terminar el secundario se iría a estudiar a Buenos Aires junto a su amigo Lisandro, su sueño era estudiar para ser veterinario, algo por lo que él se apasionó desde chiquito al vivir en una zona rural llena de varios animales. Su amigo iría para estudiar derecho en la misma universidad.

-Está bien, sí. Perfecto, ya estoy yendo para allá, vayan arrancando ustedes. Nos vemos.- Julián escucha a su padre despedirse mientras él pone su agua a calentar para desayunar con medialunas que su papá seguramente había comprado esa mañana, que reposaban sobre la mesada.

-¿Qué hacés hijo? Buenos días.- Lo saluda mientras se sienta en la isla de mármol para tomar unos últimos mates con él antes de irse.

-Buenos días, pá. Voy a comer algo rapidito así me puedo meter un rato en la pileta antes de juntarme con Lisandro.- Le comenta Julián ignorando la mirada de su padre.

-¿Pero no tenías algo organizado con Ale vos hoy?- el castaño puede sentir la mirada seria de su papá, incluso si está dándole la espalda haciéndose ver ocupado mientras prepara el mate.

-A mí Alexis no me dijo nada, por eso ya organicé con Licha.- Contesta el castaño un poco enojado, todavía dándole la espalda, incluso así podía sentir la mirada de su papá clavada en él.

Era una ocurrencia común que Alexis ignore sus planes y decisiones, directamente arreglando todo de antemano con su padre sin preguntarle a él si realmente está de acuerdo o si desea hacer otra cosa. De todas formas Julián ya estaba acostumbrado a que planeen las cosas entre ellos, Alexis y su papá se llevaban demasiado bien.
Los padres de ambos son íntimos amigos, y fue gracias a la insistencia del padre de Julián que este último finalmente aceptó cuando Alexis le propuso ser su novio.

Al castaño no le parecía feo, pero realmente no sentía que lo conocía lo suficiente como para querer algo tan serio como una relación.
Su papá al enterarse de la propuesta quedó encantado con la noticia, en ese momento le dijo: “Lo conocemos a él y a su papá desde hace años, ya sé que es un chico buenísimo y que viene de una familia bien, sé que no tengo nada por lo que preocuparme. Me imagino que ya es una decisión tomada. Te felicito hijo.”
Recuerda firmemente como su papá lo abrazó y se fue con una sonrisa. La verdad es que Julián estaba convencido con su respuesta y pensaba decir que no, pero fue así que entendió que la decisión ya había sido más o menos tomada por él.

Aún así, es verdad lo que su padre decía, lo conocía a Alexis desde hace mucho y siempre fue de verdad muy bueno con él. Empezar una relación no había sido lo que realmente quería pero estaba agradecido de que este no lo presionara ni le pidiera más.

 

✧•─────✦•✦─────•✧

Después de que su papá se fuera, se dirigió a la pileta situada a unos metros de la puerta perteneciente a la parte de atrás de su casa -la cual poseía un deje de sombra natural gracias a el árbol que se encontraba en una esquina de ella, brindado una calmante brisa a pesar del aire caliente que ya se comenzaba a sentir en el ambiente- para pegarse un chapuzón rápido y así sacarse el calor.

Sale y trata de secarse lo más rápido que puede con una toalla que seguramente su papá le había dejado apoyada en la reposera antes de irse. Debe apurarse debido a que su amigo le había mandado un mensaje diciéndole que en 10 minutos lo iba a pasar a buscar en su camioneta, y que de ahí iban a pasar a buscar a su otro amigo, Paulo.

Los tres se conocían desde chiquitos ya que sus padres eran socios y buenos amigos. El padre de Lisandro era presidente de la Rural del pueblo y el papá de Paulo era dueño de gran cantidad de maquinaria que se solía usar en los campos de la zona.

De todas maneras Julián, consideraba a Lisandro más como su hermano que como su mejor amigo. Todavía podía recordar cómo había sido Licha el que había estado a su lado cuando su madre había fallecido, incluso si Julián era chico y ya habían pasado muchos años. También estuvo a su lado cuando hace dos años su papá le presentó a su nueva novia.

Julián no sabría que hacer sin Lisandro a su lado, por eso la idea de irse a estudiar juntos era algo que ambos siempre habían añorado. Tenían muchas ganas de dejar el pueblo atrás e irse a vivir a la ciudad.

No es que a él no le guste su pueblo, simplemente nunca estuvo muy de acuerdo con la línea invisible cada vez más marcada entre los que tenían dinero y los que no.
En su pueblo, la gente que tenía plata lo tenía en mucha cantidad, y la gente que tenía poco, tenía muy poco.
La dinámica era simple, o eras dueño del campo, o nada más trabajabas ahí. Si le preguntaran a Julián que era lo que más detestaba de su pueblo, era sin dudas eso.

El castaño estaba muy agradecido con que ni Lisandro ni él estuvieran encerrados en la burbuja en que parecían estar consciente o inconscientemente los demás, ignorando a todo aquel que no pertenezca a su clase social. Lamentablemente, era exactamente ahí donde se encontraban las personas con las que Julián más se relacionaba, como Alexis, sus amigos o hasta incluso su padre.

El castaño podría decir con certeza que él se sabía con exactitud el nombre de todo el personal que trabajaba en la casa de Alexis, incluso en la casa del amigo de este último, Alejandro, donde muchas veces Julián terminaba cuando Alexis lo pasaba a buscar, pero que si se lo preguntaban a cualquiera de los dos, ninguno sabría siquiera un solo nombre.

Es cuando se encontraba esperando en la tranquera de su casa que Lisandro llegue cuando ve que algo se mueve en su periferia. Se da vuelta pensando que era Norma, la señora que limpia su casa, que se estaba por ir. Así que se da vuelta con intención de saludarla. Cuando lo ve a él.

Si le preguntaran a Julián si alguna vez se había enamorado, todos esperarían que dijera que sí, que está enamorado de su novio, y que lo ama.

Y la verdad es que no, el castaño nunca estuvo enamorado, pero hay una persona que siempre le gustó, y no es Alexis.

Enzo es hijo de Marta, la que fue cocinera de la familia Álvarez por años, Julián recuerda que él se llevaba súper bien con ella y que en cambio ella lo apreciaba muchísimo. Pero después de tantos años, su cuerpo le estaba pasando factura así que decidió renunciar.
El padre del castaño, que también la apreciaba mucho a Marta, le hizo el grandísimo favor de dejar que Enzo trabaje en su campo, por lo menos hasta que pudieran conseguir otra cosa.
A su papá le gustó tanto la forma dedicada de trabajar de el morocho, que le permitió seguir trabajando para él.

Cuando en ese entonces Marta no podía dejar a su hijo chico al cuidado de nadie, lo llevaba con ella a la casa de los Álvarez. Julián siempre lo miró desde lejos, porque era muy tímido, y no se animaba a hablarle.

Años después, seguía sin poder mirar al morocho sin ponerse nervioso, pero ya había pasado tanto tiempo de eso, que Julián sentía que ya era tarde. Además, el castaño tenía la sensación de que él a Enzo no le caía muy bien, ya que el morocho nunca intentó hablarle tampoco, y al día de hoy simplemente lo ignoraba.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de música a muy alto volumen que cada vez se iba acercando más a él, para Julián no era necesario mirar porque ya sabía perfectamente que se trataba de Lisandro en su camioneta, o bueno, en una de las tantas camionetas de su padre.

Se corre hacia atrás para dejar que su amigo pare y se sube al asiento del acompañante.
-¿Es necesario que vengas con la música así?- le pregunta Julián a su amigo después de saludarlo.
-Ya sabés que sí,- su amigo le dice sonriente. -¿Con qué otra cosa querés que me divierta en este pueblo si no es molestarte a vos?-

-Que gracioso que sos. Y pensar que te voy a tener que aguantar en Buenos Aires también.- Le contesta Julián sonriendo, acostumbrado a esa forma de “discutir” que tiene con su amigo.

-Bueno pero eso va a ser en capital y no en este pueblo donde lo único que tenemos para hacer es vernos las caras entre nosotros.- Le responde Licha un tanto fastidiado arrancando el motor.

-No seas malo,- ríe el castaño. -Después vas a extrañar la tranquilidad.-

-Ya lo veremos.- dice mientras está por pisar el acelerador para arrancar, pero antes de que eso suceda, Julián ve como su amigo mira hacia la dirección donde se encontraba Enzo hace un rato.

-¿Qué tal Enzo, todo bien?- Saluda Lisandro después de bajar la ventanilla del lado de Julián.

-Qué hacés Martínez, acá andamos, con un calor asqueroso.- Le contesta el saludo el morocho, con esa voz que Julián tuvo muy pocas veces el privilegio de escuchar.

-Me imagino. Nos vemos Enzo, ponete una gorra o mojate la cabeza.- Enzo le contesta a su amigo con el pulgar hacia arriba antes de volver por donde había venido antes de que Julián lo viera.

-¿Desde cuándo se saludan ustedes?- exclamó escandalizado Julián una vez que Lisandro había subido el vidrio.

-¿Por qué?,- pregunta con una sonrisa burlona. -¿Estás celoso?-

-¿Qué decís boludo? Nada que ver.- Piensa culpar la subida de calor hacia su cara en la temperatura y no en otra cosa.

-Literalmente lo único que tuve que hacer fue saludarlo un día y ya está. Desde ahí nos saludamos siempre. Tampoco es que me charle mucho porque es medio seco pero por lo menos lo saludo,- le recrimina su amigo. -Vos porque sos un tarado que no te animás.-

-No lo saludo porque es obvio que le caigo mal, ¿Vos viste cómo me ignora?- le contesta Julián, tratando de que su amigo entienda su punto.

-¿Y cómo no le vas a caer mal si nunca le dirigiste la palabra boludón?-, le dice Lisandro mientras maniobra su camioneta sobre las calles de tierra. -Es él el que debe pensar que te cae mal y por eso no te habla. Peor, debe pensar que sos de los chetos que no les interesa quien trabaja para ellos.-

-Vos sabés que yo no soy así.- Le contesta el castaño ahora sintiéndose peor que antes, ¿Y si Enzo de verdad piensa que él es una mala persona?

Julián sabe que le tendría que haber hablado hace siglos, pero en su defensa el morocho siempre le pareció tan lindo que lo intimidaba. Y eso era cuando tenían cerca de 15 años, la situación había empeorado ahora que ambos tenían 18, y Enzo pasó de ser flaquito a que le crecieran mucho más los músculos debido al trabajo en el campo.
Y como si eso no fuera suficiente para la psiquis de Julián, Enzo había decidido llenarse de tatuajes, los cuales siempre fueron una gran debilidad para él.

Había intentado convencer a Alexis de que se haga alguno, pero este simplemente se rió y respondió: “Ni en pedo. Vos sabés que pienso tener un trabajo serio más adelante. No puedo andar haciéndome esas boludeces.”

El castaño se había molestado muchísimo con esa respuesta, porque tenía el claro ejemplo de Enzo, el cual estaba lleno de múltiples tatuajes y aún así se ganó el puesto de trabajo en el campo a base de esfuerzo y mérito propio.
En la opinión de Julián, los tatuajes no dicen nada sobre la calidad de una persona, y mucho menos habla de su habilidad para desempeñarse en cualquier trabajo.
Pero sabía que discutir con Alexis era un caso perdido, así que lo dejó ir.

Lisandro lo saca de sus pensamientos al hablar.

-Yo sé que vos no sos así, pero él no lo sabe. Y yo se que vos realmente lo querés conocer,- le dice su amigo con una sonrisa leve. -Así que prometeme que le vas a hablar. Por lo menos intentar saludarlo.-

Julián mira agradecido a su amigo, él siempre está ahí para darle el consejo que necesita escuchar en el momento adecuado.

-Está bien. Lo prometo.- Le dice el castaño mientras ambos sonríen.

El momento es interrumpido por el sonido del celular de Julián indicando que le estaba entrando una llamada.

Cuando mira la pantalla puede ver que el que lo estaba llamando era Alexis, probablemente porque éste habría arreglado algún plan para hoy con su padre de antemano, y seguro lo había ido a buscar a su casa.

-Escuchame una cosita vos,- le dice Licha en tono amenazante. -Más vale que ese bagre no se aparezca como la otra vez diciendo que se tienen que ir a no se donde carajo, porque yo te juro que lo saco a patadas.-

Julián suelta una carcajada ante el tono por demás serio de su amigo. -No tarado, no le voy a contestar. Igual no le dije a mi papá a dónde íbamos así que no sabe y no le va a poder decir. Hoy nada más me quiero juntar con vos y Pau.-

-Más te vale, sabés que no lo soporto.- Continúa.
Julián no puede hacer otra cosa más que seguir riendo porque siempre le causó mucha gracia el odio que le tiene su amigo a su novio.

Antes de poder decir algo más, se da cuenta que ya llegaron a la casa de Paulo, que es casi incluso mas hermosa que la de Julián, y que este se encontraba esperándolos cerca de la entrada.

✧•─────✦•✦─────•✧

Enzo se seca la transpiración de la cara como puede con su remera, cansado después de varias de trabajo al rayo del sol. De todas formas ya terminó de hacer lo que le quedaba por hoy.

Saluda a su compañero, Lautaro, y agarra sus cosas para así comenzar a dirigirse hacia donde dejó estacionada la moto, cerca de la entrada.
No es que le encante trabajar en el campo, pero se considera muy agradecido con el señor Álvarez por dejarlo trabajar ahí, ya que al haber tenido que dejar el secundario para ayudar a su mamá hace unos años, sabe que probablemente no lo aceptarían en ningún otro lugar.

Aprovechó que sabía que hoy saldría más temprano y arregló con sus amigos para juntarse a tomar algo fresco en el taller cuando todos terminaran de trabajar.
Estaba Cristian, o el Cuti, como le solían decir, para Enzo su amigo más cercano, quien trabajaba en el campo de los Martínez, el cual se encontraba totalmente “enamorado” como solía decirle él, de el hijo más chico de los Martínez, Lisandro.

Y Leandro, quien era el que trabajaba en el taller perteneciente a su padre.

Le avisó a Cristian que estaba por salir y se subió a su moto, se puso el casco, que le había regalado su madre con mucho esfuerzo, y salió por las calles de tierra hacia el taller de su amigo.

Al llegar puede ver que sus amigos lo están esperando sentados en la vereda afuera del taller mientras toman tereré.
Así los tres, después de saludarse, arrancaron a contarse todo lo que les había pasado a cada uno en la semana anterior, donde no pudieron verse debido al trabajo.

Mientras Enzo les contaba a sus amigos como le había ido con el calor de hoy, es interrumpido de repente por Cristian que se encontraba mirando en dirección de una camioneta azul que estaba esperando en el semáforo.

-¿Qué onda lindo? ¿A todos lados me pensás seguir vos? - exclama su amigo.
Cuando Enzo enfoca la mirada para ver a quién le estaba hablando Cristian, se da cuenta que es la camioneta de Lisandro, el cual baja la ventanilla y responde sonriendo: -Ya quisieras vos me parece. -Lo que desata las risas de Cristian y Leandro.

Enzo no se ríe junto a sus amigos porque su cuerpo se congela por segunda vez en el día al ver a el acompañante de Licha, el hijo de su patrón, Julián.

En su cabeza se repite la única palabra en la que puede pensar cada vez que lo ve, “hermoso”.

Es básicamente una de las tantas palabras que podría usar para describir lo que piensa cada vez que tiene la oportunidad de cruzarse al más bajo.
Lleva años intentando dejar de pensar de esa forma en el hijo de su jefe, no solo porque considera que es inapropiado, sino porque está casi seguro que Julián lo detesta.

Lo admiro de lejos durante muchos años mientras él iba a la casa de los Álvarez cuando su mamá trabajaba ahí. Nunca pudo tomar el coraje suficiente para hablarle porque sentía que alguien como Julián no iba a querer tener ningún tipo de conversación con alguien como Enzo.

Después, cuando creció, comenzó a entender que siempre tuvo razón cuando Álvarez tampoco no hizo nunca ni el más mínimo movimiento con la intención de acercarse hacia él.

Aún así, nunca pudo llegar a tomarle ningún tipo de resentimiento, después de todo, Julián ya lo tenía todo y no ganaba nada con la amistad de Enzo.
Además, Enzo sabía que el castaño no era como los demás chetos de su pueblo, porque podía ver con frecuencia como este trataba con respeto y amabilidad a todo el que trabajara en el campo de su padre o en su casa.
Simplemente el morocho asumió que el problema debía ser él.

Hace más o menos un año, cuando llegó Alexis a la vida de Julián, pensó que si veía que el castaño era feliz con él, iba a poder dejar atrás de una vez por todas ese “enamoramiento” que sentía desde chiquito.
Al ver que Alexis solía tratarlo más como un trofeo que mostrar por todos lados y no realmente como Julián lo merecía, su atracción pareció intensificarse, ya que Enzo no podía evitar pensar en todas las cosas que él haría diferente si fuera el novio del castaño.

El hilo de sus pensamientos es interrumpido cuando el semáforo se pone en verde y la camioneta arranca, solo ahí es que se da cuenta que todo este tiempo que estuvieron parados, Julián y él estuvieron mirándose a los ojos sin despegar la vista del otro ni por un segundo.

-Ah bueno, ¿Algo más que te estés olvidando de contarnos Fernández? - le pregunta burlón Leandro mientras Cristian se ríe.

-¿Contarles de qué tarado? No arranquen con la pavada. - Responde el morocho enojado.

-Mirá como se pone a la defensiva enseguida. - Se sigue burlando su amigo Cristian entre risas, mientras Enzo trata de clavarles la peor cara que le sea posible.

-Na fuera de joda, - dice Cristian ahora con un tono más serio. -No aguanto un segundo más que lo mires así cada vez que te lo cruzas. O le hablás o me voy a ver obligado a pegarte una patada en el culo a ver si reaccionás. - lo amenaza.

-¿Vos sos loco? - exclama Enzo escandalizado. -Pero ni en pedo amigo. -

-Dale flaco, no podés ser tan cagón. Todos sabemos que le tenés ganas, y que en secreto te cae bien. - le contesta exasperado su amigo mientras toma el tereré que anteriormente le había cebado Enzo.

-Aparte esa idea de que Julián es un cheto y que te odia te la metiste vos solo en la cabeza. Yo siempre hablo con él cuando va a lo de Licha y es más bueno que el pan. - Lo trata de convencer Cristian.

-¿Che igual no tiene novio? - pregunta extrañado Leandro.
Enzo, ya comenzando a sentirse mal, le iba a responder a su amigo que sí, que Julián tiene novio y que sus amigos deberían dejarse de joder con el tema, de todas formas nunca iba a llegar a ningún lado.

Pero Cristian le gana de antemano, -¿Y a mí qué carajo me importa que tenga novio? Aparte en el grupito del novio son todos unos pavos bárbaros, yo los detesto. Si este negrito le llega a robar el novio al cheto ese yo salgo de caravana. - Exclama con un tono divertido refiriéndose a Enzo.

-¿No ves que sos un boludo?, -le contesta Enzo ofendido entre las risas de su amigo Leandro por lo que había dicho Cristian. -Si estaba pensando en hablarle ahora no le hablo nada. -

-Vos sabés que te estoy jodiendo. - le responde el Cuti. -Yo posta se que Julián es re bueno y también te conozco a vos y se que sos una excelente persona, Julián no te va a sacar cagando, aparte sé que le querés hablar desde hace mucho, no seas pelotudo y animate. -

-Ay, Cuti, amor me vas a hacer llorar. - Responde burlón Enzo haciendo su voz más aguda entre risas, las cuales se contagian hacia su amigo Leandro.

-Uh no ves que no se les puede dar ni un consejo a ustedes. Vayanse a cagar, no me saben apreciar. - exclama Cristian enojado con sus amigos.

Enzo sigue riendo de la expresión de su amigo, pero interiormente se pregunta si quizás, y solo quizás, su amigo pueda llegar a tener un poco de razón, y lo único que tenga que hacer sea simplemente dar el primer paso.