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Abrió los ojos cuando el sol lo iluminó directamente. El día se veía brillante y muy claro, seguramente por el invierno, pero él se sentía en llamas pues el cuerpo junto a él no solo era muy cálido, sino que lo envolvía como si de otra cobija se tratara.
Nico sabía que debía levantarse pronto, especialmente porque poco a poco crecían sus ganas de ir al baño, pero decidió disfrutar un poco más con el abrazo y, de paso, admirar la habitación pacífica que combinaba sus múltiples figuras de colección con libros de historia y filosofía.
— Ya sé, limpiaré esta tarde — entre curiosidad y tanta comodidad, Nico no había notado lo desordenado que estaba todo.
La voz del hombre junto a él era preciosa: Calmada, suave y un poco ronca, pero no solo por el sueño. Le recordaba al sonido de una lejana lluvia eléctrica.
Se removió un poco para levantarse, pero el brazo que lo sostenía lo apretó más contra sí.
— No. Es temprano.
Nico se río. Era una voz muy grave, pero sonaba tan pequeño y mimado.
— Vamos, grandote. Necesito ir al baño — respondió él mismo, pero de alguna forma se sentía extraño. Como involuntario en el buen sentido.
— No, bebé. Más tarde.
— Lupacchiotto, de verdad tengo que ir.
Si era posible, el hombre lo apretaba contra sí más y más.
— Haz aquí. Limpiaré más tarde — Susurró contra su cuello, enterrando su rostro entre su hombro y la almohada.
Nico lo golpeó un poco en el brazo.
— No seas asqueroso, Jason Grace. Solo por eso acabas de acumular dos turnos de limpieza.
Jason volvió a reír.
— Muy bien, ahora, ¿podemos volver a dormir?
Nico finalmente se levantó y miró a Jason despeinado, cálido y adormilado. Ese era uno de sus Jason favoritos. Ese que no tenía su filtro políticamente correcto y podía ser tan mimado como desagradable, dependiendo del día.
— Buenos días, mio lupacchiotto.
— Buenos días, cariño.
Fuera de la cama Nico notó como ambos estaban usando muy poca ropa pese a que hacía bastante frío.
— Olvidaste prender la calefacción, ¿cierto? — su voz sonaba tan relajada pese a que estaba riñendo a Jason.
— No lo olvidé, solo no lo hice. Siempre dices que odias despertar sudado.
— Pero estamos como a 10° grados...
— Si estuvieras aquí ni siquiera te darías cuenta, pero como insistes en irte de mi lado...
Un puchero falso en un hombre adulto ni debería tener el efecto que Nico estaba sintiendo.
— Tengo que ir al baño.
— Yo te veo aquí, no allá...
— ¿no puedo detenerme a mirar un segundo a mi querido novio?
Jason sonrió brillantemente y aunque Nico no podía ver su propia sonrisa, sabía que era igual de grande.
— Puedes, especialmente porque yo puedo verte a ti.
Nico no pudo resistirse más y corrió hacia el baño, dejando a Jason riendo.
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— ¡Nico! — abrió los ojos y se encontró con Nyssa, de la cabaña de Hefesto, sosteniéndolo por los hombros con la mirada preocupada.
— ¿qué...? — trató de ubicarse en tiempo y espacio, tal como Will le había enseñado, pero le costó trabajo. Un segundo antes había visto el azulejo de su diminuto baño donde él y Jason habían instalado una tina porque ambos querían una y eran incapaces de recibir un no como respuesta y al siguiente estaba frente a su compañera campista.
— ¡Nico! — Will corrió hacia él — ¿se desmayó?
Nyssa negó.
— Estaba caminando distraído, pero chocó conmigo y se veía ausente — Nyssa tocó su cara suavemente — ¿no está muy caliente? Yo lo siento caliente...
— Gracias, Nyssa. Puedo encargarme desde aquí — Will lo miró y le sonrió con cariño — ¿ya comiste? Seguramente es eso. Tantos desvelos...
— Will, no se veía como algo así.
— Confía en mí, Nyss. Conozco a Nico...
Las voces se difuminaban dentro de su cabeza y a diferencia de su experiencia anterior donde su cuerpo y voz actuaban sin que el interfiriera, frente a sus compañeros sentía lo opuesto: Quería hablar y moverse, pero no podía. Aunque no había una razón como el dolor, simplemente se sentía desconectado.
— Estoy bien — musitó Nico, ganando la atención de ambos. — Alguien murió y pude sentirlo— dijo. Ni siquiera Will pretendía saber cómo ayudarlo cuando involucraba sus habilidades del inframundo, sin embargo, dentro de sí, Nico no lo sintió como una mentira, sino como una excusa bastante certera — A veces, si es muy cercana en ubicación o si hablé con la persona en mi vida, puedo sentirlo. Es desconcertante.
Will tomó su mano con compasión, mientras que Nyssa lo miró fijamente. Se veía preocupada, pero no dijo más.
— Dioses, debe ser horrible — Claramente no estaba convencida, pero no dijo más.
— Gracias por ayudarlo, Nyss.
— No hay problema. Debo volver a la forja, no quiero que Leo incendie todo de nuevo.
Corrió hacia la dirección contraria, pero ni Nico ni Will lo notaron.
— ¿Estás bien, Nico? — preguntó Will de nuevo.
— Lo estaré, solo... ya sabes. Cosas de Hades.
Will asintió, pero claramente no sabía y Nico lo prefería así.
— Creo que estoy engordando.
Nico dejó de peinarse para mirar a Jason. Se preparaban para cenar con Annabeth y Percy. Jason se miraba al espejo juzgando cada centímetro de su cuerpo.
— No hablarás en serio, ¿o sí?
— Solo mira esto — Se levantó la camisa y Nico pudo apreciar la lonjita que se asentaba justo sobre los pantalones.
— Jace, son los pantalones. Te quedan chicos, solo usa otros.
— Ese es el punto. Estos son mis pantalones buenos. Si no me quedan bien es porque estoy engordando.
Nico iba a reírse, pero se detuvo cuando miró la expresión decepcionada de Jason en el espejo, pues para él subir de peso poco tenía que ver con la manera en que se veía sino con el hecho de que, cuanto más perdiera su forma atletica, más estaría faltando a su naturaleza de soldado.
— Lupacchiotto — Nico lo abrazó por detrás — Es una vida calmada. Ya no peligras 24/7 ni pasas el dia entrenando. Es normal que cambies un poco, ¿Qué te parece si vamos al gimnasio mortal que está a unas calles de aqui? Tienen eso de entrenamiento aereo o algo así y un sauna muy bonito. Será divertido, podremos ir los dos.
Cruzaron miradas a través del espejo. Jason se sorprendió al mirar la seriedad de Nico mientras que él estaba conmovido por lo complacido que parecía.
— ¿De verdad? ¿Entrenarías en un gimnasio mortal solo por mí?
— Claro que sí. También podría hacer un viaje sombra diario a Nueva Roma o al Campamento si eso quisieras, pero ¿realmente lo necesitamos? Mientras estemos en movimiento no importa mucho que hagamos...
Jason se giró y llenó el rostro de Nico con besos que Nico respondió a carcajadas.
— Basta, Jay... o no iremos a la cena. Sabes que no me puedo resistir.
Nico tenía las manos en la cintura del pantalón de Jason.
— ¿En serio te parezco guapo? — Nico asintió — Me conociste en mi mejor momento y ¿crees que estoy bien ahora?
— Claro que sí, Jace. Creería que eres sexy si terminaras siendo enorme o muy delgado, si perdieras tu cabello o dejaras crecer ese feo bigotito como el que usó Frank una vez, yo siempre creo que eres sexy, Jace. Me encantas... además, dormir con un hombre grande tiene sus ventajas, ¿Has notado que Hazel casi no tiene cobijas?
Jason se río, pero no por la broma, sino porque era real: Nico lo amaba independiente de todo. En su habitación no había cabida para la timidez, el honor, las expectativas ni ninguna mierda que pudiera interferir. Solo ellos, el uno para el otro siempre.
— Pero eso es porque el novio de Hazel puede convertirse en un oso real, sin embargo, Nico di Angelo, eres increíble...
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— Por los dioses ¡Nico!
Abrió los ojos y se encontró tirado frente a Clarisse la Rue. Ella estaba muy preocupada y él lo supo desde el momento en el que la escuchó llamarlo Nico y no Di Angelo.
— ¿Lo mataste? — la voz debía ser de uno de esos jóvenes campistas.
— Espero que no...
— Estoy vivo — contestó con la voz ronca — Clarisse no me hizo nada...
— ¡Ya estoy aquí! — Will corrió hasta Nico y entonces él pudo ubicar dónde estaba: La arena de práctica con espada. Él y Clarisse harían una demostración para los chicos, pero se habían visto interrumpidos por el lapsus de Nico.
— ¿Qué me pasó? — preguntó a Clarisse. Los años habían asentado su empatía y preocupación por otros. No eran necesariamente amigos cercanos pero tenían ese cariño poderoso de haber crecido juntos.
— ¿Necesitas algo? — Will se abalanzó sobre Nico tratando de revisar sus signos vitales, pero ella lo detuvo.
— Déjalo respirar, Solace. Estábamos preparándonos para luchar, pero entonces Nico... — la chica lo pensó un momento — No lo sé, solo... se quedó quieto, lo golpeé con la espada, pero no se movió, ni siquiera lo herí, solo estaba ahí muy quieto y muy caliente.
Will intentó tocarlo, pero Nico se apartó instintivamente. Se sentía casi claustrofóbico y no entendía porqué.
— Tomen un respiro, mocosos. Nos veremos aquí en 10 — gritó Clarisse y nadie dudo en obedecer. — ¿Agua? — Nico asintió agradecido cuando ella le lanzó su cantimplora y salió detrás de los chicos, dejándolo solo con Will.
— ¿Otra muerte? — Nico se encogió de hombros bebiendo agua fría.
— No sé si se trata de muertes. Es... diferente. Extraño.
— Entonces de qué se trata si no es eso.
— No lo sé, no me había pasado. Solo sé que es algo muy real...
— Visiones — Nico negó. Seguía sintiéndose apesadumbrado y muy triste por haber sido arrancando de tan pacífica imagen. — Entonces fantasías...
— ¡No lo sé! — gritó sin poder evitarlo. Will lo miró sorprendido y Nico de inmediato se sintió mal — No lo sé. No sé que está pasando. Lo siento...
Will tomó su mano y le dio una sonrisa cálida.
— Está bien, estás asustado. Lamento ser tan incisivo. Estoy preocupado.
— Lo sé, no debí gritarte.
Will lo abrazó y Nico se derritió en el abrazo, pero la sensación no era la que esperaba.
Nico entró al apartamento quitándose los zapatos y el abrigo empapados. Se sentía como un idiota. Odiaba discutir con Jason, especialmente los días en que todo iba mal y no podía simplemente llegar a casa y acurrucarse en ese pecho que poco a poco se había vuelto su almohada.
— Oh, ya llegaste — dijo Jason con alegría oculta bajo una capa de falsa indiferencia. Él era pésimo para fingir cuando se trataba de Nico y eso de alguna manera eso era una gran noticia para su perpetuo miedo al abandono — Traje lasaña.
Nico miró la bolsa sobre la mesa y contuvo la carcajada: Era lasaña del restaurante que Nico constantemente criticaba por americanizar las recetas italianas, no diría que lo odiaba, más bien era algo así como su restaurante menos favorito y Jason había decidido que esa era la comida que debían comer el día en que tuvieron una fuerte discusión. Era su manera de rebelarse.
Nico sintió como su cuerpo se relajaba y si no se lanzó sobre Jason fue para salvaguardar la poca firmeza que le quedaba.
— ¿Qué sucede? — preguntó Jason inseguro. Nico lo amó porque incluso cuando había sacado su lado más mezquino seguía preocupado por Nico.
— Te amo, Jace. De verdad...
Se interrumpió riendo a carcajadas y se veía tan feliz y tan relajado que Jason se unió a él. Terminaron carcajeándose en el piso de la cocina.
— Lo lamento, Nico. Odio pelear. Pero es que odio cuando simplemente optas por no hablar y...
— Lo sé. Lo siento, te prometo que voy a dejar de hacerlo. Hablaremos, lo juro, incluso si es difícil. No es tu culpa que mi trabajo sea estresante. No quiero que te canses de mí por esto.
Nico recargó su cabeza en el hombro de Jason y él pasó un brazo por sus hombros para pegarlo más a su cuerpo.
— No voy a cansarme de ti, Nico. No me gusta que te encierres en ti mismo cuando se trata de algo importante, pero esa no es razón para que yo te deje. Creo que no hay una sola razón para que yo te deje.
— Aún así, eso no en cheque en blanco para comportarme como un idiota.
— Oye, no llames idiota a mi novio.
Nico lo miró y sonrió.
— ¿Qué hice para merecerte, Jason Grace?
— Ganar dos guerras, sobrevivir al infierno y tener paciencia para aceptarme en tu vida. Seguro hay más cosas pero...
Nico lo calló a besos. Amaba hacer eso, amaba besar a Jason y separarse un poco después para verlo mirarlo con los ojos abiertos llenos de sorpresa.
— Te amo, Jason — le dijo porque lo sintió, porque si no lo decía sentía que iba a morir. Su pecho se oprimía con la sensación. Lo amaba, vaya que lo amaba. Y lo mejor era que Jason lo amaba también.
— Te amo, Nico. Demasiado.
Jason lo cargó para sentarlo en su regazo, pero se detuvo cuando sintió su ropa.
— ¿Qué pasa?
— Cambio de planes, vamos a la ducha. No quiero que te resfríes.
Nico solo extendió los brazos y Jason lo cargó hasta el baño.
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Despertó solo... o al menos se sintió como despertar, aunque sin la pesadez del sueño. Todo quedaba en su mente tan claro como la cena del día anterior o la ventana frente a él. Y no solo en imágenes, sino el toque, Nico casi podía sentir el cuerpo de Jason junto a él en la cama, era tan real que no quería voltear porque sabía que en cuanto lo hiciera, ese calor desaparecería.
Contuvo las lágrimas. Cada visión se volvía más y más dolorosa. E inexplicable. No sabía que pasaba, dudaba que fuera su imaginación o un sueño, porque ni siquiera los sueños proféticos se sentían tan reales.
Comenzaron a tocar su puerta con fuerza y eso solo podía significar una cosa: Will estaba ahí para monitorearlo.
Nico gimió y le dió la espalda a la puerta. Realmente comenzaba a cansarse de Will y lo peor es que no era algo personal, al menos no se sentía personal. Se sentía como esa ira ciega e implacable que fue su compañera por muchos años. Y se avergonzaba porque Will no era más que un gran hombre.
— ¿Nico? ¿estás despierto?
Nico decidió que no quería lidiar con ello, así que cubrió su cabeza con las mantas y trató de deslizarse a otra escena, pero no lo logró.
Annabeth era una excelente bailarina incluso con la barriga tan gigante que lucía. Nico disfrutaba bailar con ella o en general, pasar tiempo con ella. Estaba acostumbrado a la presencia cotidiana de Hazel, Reyna, Piper y Nyssa, pero con Annabeth era diferente, quizá porque la conocía de más tiempo o quizá porque habían pasado experiencias similares, pero con ella se sentía lo suficientemente cómodo como para bajar la guardia y dejarse consentir no como un hermano responsable y contenido que era con Hazel y Reyna, sino como el hermano pequeño que Bianca había mimado en sus primeros años de vida.
— ¿Todo está bien? — le preguntó cuando ella se detuvo.
— Muero de sed... — Nico le ofreció el brazo y juntos caminaron hacia la mesa donde Jason y Percy los esperaban.
— Oye, Anne, ¿viste esto? — Jason le mostró un hilo de twitter y ella se sentó junto a él. Percy, intuyendo las necesidades de su esposa fue a conseguirle bebidas y Nico solo miró a los rubios interactuar.
— No sé si sea real, es decir, el material no corresponde al periodo de construcción, mira la coloración
— Si tiene una mano celestial tendría sentido.
— Podría ser, pero esa estructura es nórdica. A menos que quieras meterte con dioses que desconoces…
— No había pensando en ello.
Annabeth le sonrió a Jason. Su amistad era lo que Leo y Percy habían denominado "solidaridad nerd" pues aunque Annabeth estaba obsesionada con la arquitectura y Jason con la filosofía, siempre encontraban algo de que hablar que los mantenía conversando por horas, mientras que Percy y Nico simplemente los miraban encantados.
— Agua mineral y papas fritas, Annie-Anne.
Annabeth le sonrió a Percy y se detuvo un momento sintiendo su vientre.
— Nos haz salvado, cariño — Percy puso su mano en su abdomen y frunció el ceño.
— No siento nada.
— Haz que Nico lo despierte — Dijo Jason robando una patata mientras Nico tocaba el vientre de su amiga, de inmediato sintió al bebé moverse.
— Alguien tiene un favorito — Dijo Jason y Percy hizo un puchero.
— Supongo que tendremos que tener otro para que tú seas su favorito.
— El siguiente será mi ahijado, quizá el tercero — dijo Jason y Percy le lanzó una servilleta.
— Ese será de Grover y Enebro.
— Y el cuarto va para Tyson. El grandulón merece su propio ahijado. Igual que Estelle, pero para ella será el quinto.
Percy hizo otro puchero y Annabeth le dio muchos besos en el rostro. Mientras crecía, Nico admiró su capacidad de ser mejores amigos y pareja al mismo tiempo y siempre deseó algo similar, mirando a Jason se dio cuenta de que finalmente lo tenía: Jason era su mejor amigo y también su novio. Su sonrisa era difícil de reprimir.
— Bueno, no importa. Tendremos todos los que sean necesarios hasta que consigas a tu linda niña consentida, cerebro de alga.
— Claro, Percy es un papá de niñas, ¿No? Solo hay que ver como es con Estelle...
— Oye, yo amaré al bebé sea niño o niña.
— Claro, pero…
— Te amo, Jason — las palabras brotaron naturales. No había razón lógica, solo la necesidad de decirlo, de hacerle saber a ese hombre lo amado que era, lo bendecido que se sentía poder compartir la mesa con él, lo amado que lo hacía sentir su sola presencia...
— ¡Vamos a bailar! — Annabeth tomó la mano de Percy y lo llevó a la pista como si Tolerated it fuera la canción más bailable del mundo.
— Yo también te amo, Nico...
— Lo sé, pero... es que es diferente — Jason puso esa cara de labrador confundido y Nico realmente, realmente lo amaba. — Me refiero a que te amo, con todo mi corazón porque no solo eres mi novio y te amo por eso, sino que eres mi mejor amigo, mi persona favorita. O sea, amo a nuestros amigos y te amo a ti por ser mi amigo, pero también te amo por ser mi novio...
— Tengo doble rebanada, ¿no? — fue el turno de Nico de lucir confundido — Rebanada de amor por ser mejor amigo y rebanada de amor por ser novio. Creo que lo entiendo, es justo así como te amo a ti. Aunque tengo una rebanada pendiente — tomó la mano izquierda de Nico le dio un beso en el dedo anular — La rebanada de esposo.
Sin importarles si estaban haciendo una escena, Nico saltó al regazo de Jason y este lo besó con toda la efusividad que sentía.
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Percy abrió los ojos de golpe. ¿Se había quedado dormido en el sofá? No tenía sentido, pero todo indicaba que sí.
— ¿Annie-Anne? — ella llegó hasta él con el cabello revuelto y una bata de baño.
— ¿Qué diablos? — lo miró y aparentemente notó lo que esperaba, porque suspiró con pesar. — Estaba en la tina y de pronto... ¿Tú...?
Él asintió y después miró el abdomen de Annabeth al mismo tiempo que ella. Todo estaba normal, aparentemente normal.
— Voy a la farmacia — dijo Percy de prisa y Annabeth regresó al baño, pero ignoró la copa de vino que por suerte no había tocado.
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Nico comenzó a llorar cuando despertó. Ya conocía la dinámica, ya sabía lo que le esperaba y lo odió. Jason lo amaba y sus ojos azules estaban clavados en él gritando todas esas declaraciones de amor que ninguno jamás se atrevió a poner en palabras y después de un parpadeo, Nico estaba de vuelta en el Campamento.
Solo.
Lo odiaba tanto.
— Oh, no — Will lo abrazó y le dio un beso en la coronilla, pero se sentía mal. Se sentía falso recibirlo. E irritante. Si Nico hubiese sido más fuerte le habría ordenado que lo dejara en paz, si hubiese sido más estable le habría pedido espacio, pero como solo era Nico, simplemente se dejó consolar sintiéndose cada vez peor.
— No puedo... — Murmuró porque era verdad, ya no podía, pero no estaba seguro de saber qué era lo que no podía.
— Haremos que se detengan, Nico. Tenemos que...
— ¡No! — gritó con toda la rabia que sentía. — ¡No van a detenerse! ¡Es lo único que me queda! ¡No vas a arrebatarme esto!
Las sombras se apoderaron de la habitación y Will sintió el frío recorrer su cuerpo, pero debía ser valiente por Nico.
— Entiendo — dijo tragándose el miedo — Solo estoy tratando de ayudar.
— ¡No quiero tu ayuda! ¡Quiero que me dejes en paz! ¡Quiero que esté conmigo! ¡Quiero que te vayas!
Will asintió con pesar y salió de la cabaña. No era el momento para estar con él, pero eso no quería decir que no pudiera ayudarlo.
— … y sí, me gusta el karaoke, pero cuando empezó a llover y no me detuve les juro que la pequeña multitud se volvió loca, me preocupó un poco que fuera poco profesional, pero cambié la letra a mi versión original y todo el mundo se volvió aún más loco. Incluso Reyna, aunque no lo crean y bueno, puede que un rayo me iluminara justo en el último verso.
Nico levantó una ceja al escuchar a su cuñada hablar de Reyna. No era un secreto que algo pasaba ahí, pero tanto Jason como él sospechaban que no tendrían una respuesta clara de ninguna de las dos porque posiblemente ellas tampoco lo tenían claro.
— No deberías usar tu poder para eso, Thalia, es peligroso. Los dioses...
— Los dioses usan su poder para follarse cisnes y árboles. Yo solo acompañé una canción con un rayo para una multitud de 49 personas, no van a reclamar mi alma por eso.
Jason la miró y aparentemente perdió una guerra contra sí mismo, pues suspiró y pasó un brazo por sus hombros.
— Nunca cambiarás, ¿No es así?
— Reyna dice lo mismo, aunque se queja menos según Blitz, pero sé que ella prefiere confesar su exasperación con Hearth.
Los años le habían sentado bien, pero no tan bien como su proyecto de rescate para niñas mortales, semidiosas y lo que estuviera en medio. Y aunque nadie se atrevería a decirlo en voz alta, la buena influencia de Reyna en su vida estaba siendo cada vez más notable, Jason tenía más de 25 años sin verla con sus rizos naturales y le quedaban bastante bien, se veía mucho más sana que en su inmortalidad.
— ¿Y qué opina sobre tus conciertos en galas de beneficencia?
— No le encanta, supongo. Pero me deja las relaciones públicas a mí, sabe exactamente cuál es mi encanto y me deja lucirlo cuando es necesario.
— ¿Entonces ella cree que eres encantadora? — Por alguna razón, las mejillas pecosas de Thalia se ruborizaron.
— ¡No! O sea, sí… es… — Nico la miró sorprendido, al igual que Jason, que fingía ser un poco más discreto.
— Thalia Grace… ¿estás conquistando a tu socia de negocios? No sé si eso sea una buena idea…
— ¡No lo hago! Lo juro… además, no es como si ella se dejara conquistar por mí. “Eres el retoño más parecido a Zeus” también significa “Tienes su habilidad para ser una pésima pareja” y Reyna lo entiende muy bien… no es que me importe. Pero no estamos hablando de eso porque no hay nada de qué hablar…
— ¿Cuánto tiempo te quedarás aquí? — Interrumpió Jason, pero Nico sabía que una vez que él se fuera a dormir, su novio hablaría con ella.
—Solo un par de días. Tenemos una reunión el jueves en Manhattan y quise adelantarme para pasar por aquí. Entre nuestro proyecto arrastrándome a Boston, Chicago y a California, tenía mucho tiempo sin venir aquí, lo extrañaba. — miró alrededor, como si desde las pequeñas ventanas del restaurante pudiese ver todo Nueva York. Además, necesito pasar por el estudio, tengo un par de letras que podrían convertirse en hits.
Jason no entendía muy bien el trabajo como autora fantasma de canciones pop de Thalia, especialmente porque ella nunca había sido nada fanática del pop, pero tenía sentido. Solo alguien con el ego complicado como ella podría escribir canciones que jamás tendría en sus playlist.
— No lo dudo, tienes una pluma mágica, Thal. Estoy muy orgulloso de ti.
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Thalia frenó de golpe mientras Reyna ponía el freno de mano. Desde el retrovisor logró ver a Blitz aferrarse al brazo de Hearthstone
— ¿Estás bien? — Gritó Blitz, mirando por las ventanas buscando una potencial amenaza.
— ¿Qué diablos, Thalia? — Con un vistazo Reyna se había percatado de que no había peligro. Sin embargo, cuando se giró para reñir a Thalia encontró lágrimas negras corriendo por su rostro.
— Fue tan real... — Murmuró mientras se orillaba y tan pronto como se estacionó, salió del auto seguida de Reyna — Sé que está muerto, pero... te juro que fue real.... te lo juro... estaba ahí... yo lo vi… lo sentí.
— ¿Jason? — Thalia asintió.
— Lo vi... pero... nos vi. Y a... — Sus ojos se iluminaron con comprensión, Reyna conocía esa mirada y la esperanza por una causa que sabía perdida se encendió en su pecho.
— Tenemos que ir al Campamento Mestizo. Necesito ver a Nico — caminó al auto sin importarle que sus amigos técnicamente no deberían estar cerca de Long Island, pero poco importaba eso y todo lo demás. Necesitaba respuestas.
Necesitaba hablar con Nico. Y en California, Percy tuvo el mismo pensamiento después de festejar e informar a su familia y a Grover que la prueba de Annabeth había sido positiva.
— ¿Estás solo? — Entró a la habitación, esperaba ver a Leo, Reyna o Piper con él.
— Necesitaba un momento. Las chicas entendieron pero Leo, bueno, a él le tuve que pedir que me trajera algo de hielo, eso lo mantendrá lejos un rato.
Hazel le sonrió. Jason se veía impresionante en su traje de bodas azul eléctrico. Llevaba el cabello solo un poco más largo de lo normal, justo como le gustaba a Nico.
— ¿Está bien? — preguntó tímidamente mirando al espejo. Hazel sonrió enternecida. Hacía mucho que el retrato de Pretor perfecto, cortés y frío se había derretido para dar paso a su entrañable cuñado y amigo con el corazón de oro y los chistes de papá más tontos del mundo.
— Te ves maravilloso. Nico se va a quedar sin habla cuando te vea. Entonces se dará cuenta de que está haciendo el ridículo y va a fruncir el ceño, pero todos sabremos la verdad.
Jason soltó una carcajada nerviosa.
— Eso espero. Ni siquiera lo he visto, pero ya sé qué me va a encantar — Dio un largo suspiro — Estoy nervioso...
Hazel se acercó a él y le ajustó la corbata.
— ¿Qué te pone nervioso?
— Ser el centro de atención. Hace mucho que la gente no me mira tan… así y yo… Nico...
— Nico no se fugará, Jason.
— Lo sé — Hazel se sintió conmovida porque Jason estaba tan seguro de eso. Él no dudaba de Nico, lo amaba y se sabía igualmente amado. Hazel reprimió las lágrimas porque no quería deshacer el maquillaje que Thalia había hecho, al menos no antes de la boda
— Me pone nervioso pensar que él está nervioso. No quiero que se sienta incómodo.
— Contándolos a ustedes y a mí, debe haber máximo 50 personas allá afuera, todo estará bien.
— Está tu padre, Haze. Tu padre y Perséfone.
— Ella te ama y él... bueno, él es él, pero eso no es importante. Lo importante es que estarán ustedes y se casarán a su manera, ¿no es eso genial? ¿No es lo que soñaste toda tu vida?
— No. Nunca soñé con esto. No pensé que viviría tanto... — su voz se quebró y sonó algo diferente — Quisiera haberlo hecho, entonces tal vez me abría aferrado más a la vida, ¿no lo crees? — Su voz sonó diferente. Como si viniera de otra parte, casi como un video mal sincronizado.
— Jason…
— Hazel, por favor, quiero esto. Quiero volver a ver a Nico…
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Will esperaba la ayuda de Annabeth, Percy o incluso Reyna, pero tenía sentido que la hija del cielo y el hijo del océano aparecieran casi al mismo tiempo frente a la cabaña de Nico, donde él había montado guardia.
— Necesitamos ver a Nico.
— Los tres y creo que es justo por la misma razón.
Hazel estaba detrás de ellos con los ojos llorosos. Ambos griegos se giraron para mirarla, se habían sorprendido con su aparición repentina, pero no con su presencia.
— ¿Qué pasa? — Will no solo estaba frustrado por Nico, sino que también tenía el peso de no saber cómo enfrentar algo que desconocía y parecía no estar al alcance.
— ¿Está tratando de traerlo de nuevo? — preguntó Percy — Porque ha intentando esas cosas antes, pero esta vez el Inframundo está cerrado y no creo…
— ¿Está tomando nuestro poder o algo así? Hazel, de ti y de mí lo entiendo, pero ¿Percy? Yo no me opongo y creo que ustedes tampoco, daría lo que fuera por tenerlo de vuelta, pero igual debería decirnos qué está haciendo…
—No es Nico, ni yo. Ni siquiera es Hades, debe ser él mismo que se resiste a estar muerto.
— Pero sus fantasías son tan realistas… — Thalia se veía más desesperada que los otros dos — Son cosas que no tendría manera de saber. ¿Cómo podría hacernos fantasear con gente que él no conoció?
— No son fantasías — dijo Percy completamente seguro, mostrando una sonrisa — lo que pasa ahí es real, pero no entiendo cómo lo sabe. O como lo supo… no sé…
— Podrían ser algo así como recuerdos — Hazel se veía mucho más afectada que los otros tres — aunque sean del futuro o del presente, eso solo es porque son poderosos. Debe estar recibiendo ayuda de mi padre, no hay manera de que alguien haga algo así, ni siquiera Nico o yo podríamos.
— Bianca podía — Dijo Percy recordando las visiones que la hija mayor de Hades les había evocado.
— Sí, pero era porque papá la ayudaba. Y eran escenas del pasado, nada futuro. La cantidad de poder que eso requiere no es algo que un semidiós pueda hacer…
— Quizá Nico podría — Finalmente Percy miró a Will, esperaba que finalmente se dignaran a explicarle, pero no fue así — ¿Nico ha hecho agujeros de pepsi y mcnuggets?
— No — El entendimiento mudo de todos lo frustró un poco más. No quería preguntar, no quería sentirse más aislado de lo que ya se sentía, pero nada tenía sentido.
— Entonces definitivamente no es Nico.
— No soy la defensora más grande de mi padre, pero si no somos Nico, yo y con Bianca fuera del mapa, no tengo ideas. Eso solo podemos hacerlo nosotros ya que no creo que Hades quiera jugar a esto con nosotros.
— Bianca solo apareció cuando yo estaba ahí, ¿qué tal si además del ritual era necesario mi poder?
— ¿El poder del mar? Percy, no te ofendas… — Empezó Thalia, pero Hazel la detuvo.
— No, no. Tiene sentido. Técnicamente hay gente más cercana a él como Leo, Piper, Reyna… pero fuimos nosotros. Los hijos de los 3 grandes.
— ¿Qué me dices de Annabeth?
— Tiene sangre de uno de los tres grandes dentro de ella — Incluso Will se giró para mirarlo. Pese a la situación tensa, ninguno pudo reprimir la sonrisa — Debí esperar a resolver esto antes de contarles pero, bueno, lo confirmamos ayer…
— Perdón pero, ¿qué…?
Finalmente los tres parecieron percatarse por completo de Will.
— Tenemos que hablar con Nico — Dijo Thalia recuperando su aura intimidante, como si Will fuese capaz de interponerse.
No le quedo de otra más que retroceder y dejar pasar a los semidioses más poderosos que conocía.
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— Will, por favor no quiero... — Abrió la puerta y se encontró con Thalia, Percy y Hazel — ¿Qué pasa? — Preguntó sorprendido.
— Creo que tú sabes qué pasa — Le dijo Percy — Pero antes, ¿no vas a felicitarme? — Nico lo miró expectante y entonces abrió los ojos sorprendido.
— No estarás...
— Bueno, técnicamente yo no. Pero sí Annabeth. Que al final es lo mismo, lo que es de ella es mío y más en este sentido.
Nico lo miró muy feliz y se acercó para abrazarlo, hasta que se detuvo de golpe.
— No… entonces, ¿qué diablos está pasando?
Miró a Thalia, pero ella negó con el mismo desconocimiento que él. Entonces pareció finalmente notar a Hazel.
— Haze, por favor…
— Creo que tengo una idea.
— ¿Podemos dejar de hablar en clave? Estoy harta de no comprender. Quiero saber qué está pasando con mi hermano — La estática liberada por Thalia erizó el cabello de todos.
— Creo que se trata de recuerdos — Dijo Hazel.
— Nada de eso pasó, ¿pueden ser recuerdos de algo que no pasó?
— Pero pudo haber pasado. Es por eso que necesita el poder de tantos. Los únicos escenarios imaginarios son los que me involucran a mí solo y supongo que a ti también, ¿no, Hazel? — ella asintió. — Thal, ¿no se supone que nos veríamos en un par de semanas? ¿Qué se supone que haremos? — Thalia asintió porque era verdad, el bar del recuerdo era justo su favorito en Manhattan — Y tú, ¿Percy?
— Annabeth no está así de embarazada.
— No, pero sí lo está. No solo tenía mi poder y el tuyo. También estaba la mente fuerte de Annabeth y la del bebé.
— ¿Crees que sea el futuro? ¿Como Katoptris?
— No. Creo que es más bien como una muestra, algo… no lo sé…
— ¿Como el trailer de una película? — aportó Percy. Esperaba que se rieran, pero tanto Nico como Hazel asintieron.
— Creo que sí. Está tentandonos.
— Dime que no tengo que ir hasta el inframundo por mi hermano porque de verdad quiero saltarme la experiencia de ir al reino de tu padre. Ya me le escapé una vez y no sé que tan bien le caiga considerando que me volví inmortal y después renuncié a eso…
— No se meterá con las decisiones de Jup… Zeus, Thalia. Y tampoco con las tuyas, no es esa clase de Dios— La tranquilizó Hazel, aunque tampoco tenía muchas ganas de ir al reino de su padre.
— Debo avisarle a mi Annabeth, se preocupará si no le digo dónde estoy.
— ¿Le dirás a tu esposa embarazada que irás al Inframundo?
— Claro, denme un segundo y estaré listo, ¿tú guiarás, Nico?
El chico asintió agradecido. Todos ellos tenían algo que perder si la misión salía mal, pero esos recuerdos, todo en torno a la muerte de Jason…
— No tengo un plan, pero se me ocurre algo.
— ¡De ninguna manera! — Gritó Hades, pero sonaba falso, como si estuviese interpretando un papel.
— Ni siquiera hemos pedido nada — Dijo Thalia y el dios del Inframundo la miró fijamente.
— Thalia Grace, hija de Beryl Grace y de Zeus — la miró como si fuera una pequeña molestia — Parece que a mis hermanos se les da criar pequeños engreídos prepotentes.
— Oye, no estás gritándole a mi hermanita, ¿o sí?
El aroma a rosas, frutas y vida inundó las fosas nasales de los semidioses presentes. Nico sonrió sin poder evitarlo. Las piezas caían en su lugar, tenía sentido que Jason hiciese eso en pleno noviembre.
— Kore, no…
— Nico, querido. Es un gusto verte — le dio un abrazo medianamente incómodo para él y no solo porque era su madrastra, sino porque su frondoso vestido de flores hacía muy difícil el contacto — Y Hazel — se dirigió a su otra hijastra — Es un placer verte de nuevo, querida. El amor te sienta bien, a veces todo lo que una chica necesita es un oso y una braza ardiente, ¿no es así?
También le dio un abrazo, Percy y Thalia compartieron una mirada confundida tanto por sus acciones como por sus palabras.
— ¿Cómo lo supiste? — dijo con sorpresa — Creí que habíamos sido discretos, pero supongo que Proserpina tiene sus métodos — murmuró más para sí que para ella.
— ¡Espera, no…! — La imagen de la diosa parpadeó un poco, su cabello rubio y tez morena se invirtieron de color un momento hasta que volvió — Lo siento, aún me cuesta esta unificación.
— Perséfone aún es joven. Al menos más que la mayoría de nosotros. Le cuesta un poco — Dijo el dios tomando la mano de su esposa y besando sus nudillos.
— Lo sentimos por eso — dijo Percy y ella lo notó.
— ¡Perseus Jackson. Hijo de Poseidón y la querida Sally Jackson. Oh, finalmente te conozco…
— Ya nos habíamos visto.
— Oh sí, pero estaba mi mamá. No soy yo misma cuando mi madre está cerca. Me vuelve un poquito infantil — Hades arrugó la nariz — En fin, es un gusto verte de nuevo. Y muchas felicidades.
— ¿Sabes lo de Annabeth?
— Claro que sí, cariño. No hay información que se le escape al inframundo. ¿Cómo está yendo la construcción de la casa, Thalia? Apuesto a que los mortales están encantados de ayudarte. No descartes la ayuda del Senado Romano ni de Quirón, necesitas tantos puentes como puedas tener, es una idea ambiciosa.
— Gracias por el consejo, Majestad. Por ahora tenemos apalabrados a un par de dioses y diosas.
— Hazlos firmar un contrato… y no te olvides de los dioses menores, ellos serán de gran ayuda. Especialmente Ganimedes, estará encantado de apoyar en un refugio para chicos y chicas en problemas, tiene una debilidad por ellos. Pero bueno, podemos hablar después, por ahora tenemos un asunto urgente del cual ocuparnos, ¿no es así?
— Querida — Hades se aclaró la garganta — Dijiste que no harías esas cosas sin consultarme de nuevo.
— Es diferente esta vez, querido. Euridice era más bien… callada. Jason es un encanto. Y teníamos mucho con qué trabajar, sabes que detesto lo que mi querida madrastra le hace a mis hermanitos, tenía que hacer algo.
— Sí, preciosa. Pero aunque detesto admitirlo, su muerte no fue cosa de ella.
— Aún así. Percy tuvo sus recuerdos y ella no pudo impedirlo, ¿por qué Jason tiene que privarse de ello? Es demasiado vieja como para mantener pequeñas venganzas con criaturas inocentes.
— ¿Jason está aquí? — Interrumpió Nico — ¿No debería estar en los Campos Elíseos?
— Técnicamente debería estar en la Isla de los Bienaventurados, pero alguien decidió llevarlo a otra parte.
— ¿Pueden llevar almas mortales a otras partes del Inframundo? — Preguntó Thalia y los reyes asintieron — ¿Eso no despedazaría su esencia o algo así?
— No cuando es un alma fuerte, pero puede crear una pequeña cantidad de caos — dijo Perséfone con indiferencia.
— No es algo común — replicó Hades. — Pero muchos factores le ayudaron, es un chico fuerte y demasiado noble para su propio bien.
— Además, es poderoso. Quienes lo quieren de vuelta son poderosos y lo más importante, hay alguien que lo está arrastrando hacia el mundo de los vivos. Alguien que ya se ha llevado al menos un alma de aquí.
— ¿Yo? — Murmuró Nico.
— Tú, cariño.
— No, yo sé que no debo interferir y…
— Pero el corazón quiere lo que quiere, ¿no?
Nico pensó en todas esas noches que había pasado imaginando las posibilidades. Incluso antes de los recuerdos que Jason aparentemente les había enviado, Nico había imaginado un mundo en el que Jason nunca murió. Donde las mañanas perezosas, las citas con amigos y el pésimo restaurante italiano eran parte de su día a día. Nico lo había deseado en muchos sentidos, algo parecido a cuando invocaba a Biana quince años atrás, con sus poderes menos agudos, su energía menos dirigida y sin la disposición del difunto en cuestión.
— ¿Yo lo llamé?
— Digamos que creaste una especie de espacio alternativo donde él no murió. Tu control sobre las almas hizo que eso saliera de tu fantasía y se volviera una memoria colectiva, al menos entre tú y él, pero con la influencia y el amor que otros le tienen, bueno, ¡Recuerdos!
— ¿Pueden ser recuerdos si no pasaron? — Thalia no quería sonar emocionada, pero sus palabras destilaban esperanza.
— Pasaron, como cuando alguien afirma que algo pasó y los demás siguen la corriente tan profundamente que de pronto todos lo recuerdan. Es algo así. Todos ustedes lo quieren de vuelta. Hay algo poderoso que los ata: Amistad, hermandad, arrepentimiento, justicia, lealtad, amor… Jason fue una persona impactante. Quizá sus otros amigos cercanos lo hayan soñado últimamente, pero, aunque suene horrible, la sangre de ustedes es más pura, más cercana a la de él, por eso pudieron contactarlo con mayor claridad.
— Reyna ha soñado con él — Dijo Thalia — Pero no así.
— Lo mismo para Leo y Frank — agregó Hazel — Y no dudo que Piper también lo haya hecho. Pero, volviendo a lo que importa, ¿Qué haremos ahora?
Perséfone miró a Hades. Parecieron discutir en silencio, las bellas facciones de ambos tenían pequeñas alteraciones, como si en otro espacio, uno que los semidioses no alcanzaban a ver, estuviesen discutiendo acaloradamente.
— Tú ganas. Mismas reglas — dijo Hades cansado — Bueno, no del todo: él podrá verlo, pero no tocarlo. Los otros no tienen mucho que hacer. Que se vayan por la puerta rápida. — los miró — No es que les desee una vida larga, pero no quiero verlos aquí en un muy largo tiempo. Excepto a ti Nico, tienes deberes que atender.
Chasqueó los dedos y desapareció en una bruma helada que olía a Agar y metal.
— Es un encanto, aunque pretenda ser un poco rudo — Perséfone se veía genuinamente enamorada — Muy bien, haremos lo siguiente. Haze, por favor escolta a tus primos fuera de aquí — le tendió la mano con tres claveles de plata — dáselos a Caronte y los llevará de vuelta sin preguntas. Esperarán en Central Park. Es importante que estén ahí, puede que Nico dirija la misión, pero ustedes la alimentan, entre los seis deben sacarlo de aquí.
— ¿Seis?
— Oh sí. Hazel, deberás ir por Annabeth, ella cuenta como dos. Es vital que estén todas las personas con las que Jason compartió recuerdos. Así que deben darse prisa — le lanzó una mirada simpática a Percy — Y descuida, el viaje sombra es seguro para las embarazadas. Y no le digan que les dije, pero tienen la bendición de Artemisa en este parto… y aparentemente también la… no… ¿o sí? — miró a Percy con severidad — No sé que tan buena idea sea esto — su mirada también atrapó a Thalia — deben tener cuidado con quien se relacionan, Griegos y Romanos son una cosa, chicos, pero ¿Ir más allá de esas fronteras?
—Ese barco zarpó hace mucho — Dijo Percy tratando de aligerar las cosas.
— ¿Qué pasa con Jason? — Thalia estaba irritada, la esperanza tan cercana pero incomprensible la desesperaba.
— Tú sólo haz caso de mis palabras. Salgan de aquí por el camino rápido, con mis flores Caronte lo desviará para que los deje en Central Park, Hazel deberá llevar a Annabeth y cuando Nico complete su parte, los seis deberán recibir a Jason en la vida. Es simple… de entender— se corrigió cuando notó que la parte más difícil de la misión aún no había sido explicada.
— ¿Con eso volverá?
— Bueno, eso dependerá de Nico, ¿Crees que puedas resistir la tentación, cariño?
Alecto entró volando al salón y se posó detrás de Perséfone, como si fuera un ave pequeña. Llevaba algo parecido a un capullo.
— Es hora. Les deseo el mayor de los éxitos, niños.
Extendió sus brazos y todos excepto Nico se echaron a correr hacia las grandes puertas.
— Eso me deja contigo, cariño — Miró a Alecto — ya puedes desenvolverlo, linda. No queremos que lo que lo mantenga aquí sea nuestra negligencia, ¿O si?
Aún así se interpuso entre la furia y Nico, poniendo su mano en su hombro.
— Perséfone, no entiendo… ¿esto es como lo de Orfeo?
— Algo así, sí. Es una buena manera de ponerlo. Claro que él tenía música, no amigos, pero servirán igual.
— No podré hacerlo… no confío en él. Ya me ha manipulado muchas veces, especialmente cuando se trata de los hijos de sus hermanos. No quiero… no podré hacerlo.
Perséfone sonrió con comprensión
— No te culpo, mi pequeño geranio. Tu padre nunca se ha mostrado muy de fiar contigo, pero yo no te he mentido, querido. Pedirle a un semidiós que confíe en una diosa es injustificablemente incoherente, pero sabes que amo el amor y esto es sobre amor, precioso.
— ¿Y si no lo logro? — Perséfone contuvo las ganas de abrazarlo. Nico se veía tan vulnerable, tan herido.
— Entre tú y yo, en toda mi vida aquí solo he conocido a una persona que es lo suficientemente opuesta a Hades como para tomar a su amante del inframundo y arrastrarlo fuera de aquí: tú, cariño.
— Es… es básicamente lo que padre hizo contigo — Ella asintió con una sonrisa.
— Claro, ¿Crees que todo esto es nuevo? Después de un rato te das cuenta de que las historias tienden a repetirse. Hades fue el primero y estoy segura de que tú serás el siguiente. Toma a tu amante y ráptalo en contra de los deseos de una diosa madre.
Perséfone le dio un beso en la frente justo a tiempo.
— Mi reina, todo está listo — Alecto se paró junto a ella. Nico la saludó amablemente, pese a ser una furia, era de sus criaturas favoritas en todo el Inframundo. Ella le hizo un gesto con la cabeza que Nico supo leer perfectamente “Puedes hacer esto, chico”. Le dio una pequeña sonrisa confiada.
— Gracias. Lety. Las reglas son simples, cariño. Podrás ver a Jason y escucharlo. Pero no podrás tocarlo. Ni un poco, nada de accidentes y ni siquiera un roce. Te advierto que el camino será tentador. Ante tus ojos se iluminará el sendero específico que deberás seguir. No te desvíes, ¿okay? Cuando hayan cruzado la puerta de Orfeo en Central Park tus amigos deberán llamarlo, debes salir primero tú y entre los 6 deberán llamarlo.
— Uno de ellos no ha nacido…
— Confía, Nico. Sé lo difícil que es, pero confía. Lety, es hora.
Tanto Perséfone como Alecto se movieron y de pronto Jason Grace estaba parado frente a Nico.
— Hola, Nico — Dijo sencillamente. Su voz sonaba tan familiar, justo como lo había hecho unas horas antes, en el último recuerdo que compartieron.
— Jason… — las lágrimas cayeron y Jason dio un paso más cerca, listo para limpiar su rostro como lo había hecho un par de veces en el pasado, pero Nico retrocedió.
— ¡No! No aún — Miró a Perséfone, que le dio la señal que necesitaba para comenzar — Vamos a sacarte de aquí, entonces voy a abrazarte y es posible que nunca, jamás, vaya a soltarte.
Nico comenzó a caminar hacia las grandes puertas de obsidiana. En silencio, Jason lo siguió.
— Es un gusto verte de nuevo, Nico. Pensé que sería algo común considerando el tiempo que pasas por aquí pero no fue así.
— No suelo ir al Jardín de Perséfone, me perdí ahí una vez y no fue agradable— Respondió secamente. Había tanto que quería decirle pero no podía hacerlo sin lanzarse a sus brazos, tocarlo, besarlo y eso era imposible. No perdería a Jason por no poder controlarse. Habían llegado tan lejos, había esperado tanto, podía esperar más.
— Ya veo. Lamento haberte hecho venir hasta aquí. Perséfone me dijo que causé bastante revuelo, ¿no es así?
— No te disculpes. Apuesto a que no lo hiciste a propósito.
— Es cierto, ni siquiera supe fue cómo lo hice. Estaba recordando mi vida antes de la amnesia, pero ahora que lo pienso, hay una imagen al fondo de mi cabeza en la que escogemos un departamento cercano al campamento mestizo. A…
— 16 kilómetros — Completó Nico. Jason lo miró sonriendo. Su cicatriz en el labio se veía… Nico se concentró. No podía tocarlo, no debía pensar en tocarlo porque su autocontrol era pésimo. Jason pareció notarlo, así que le dio un poco de espacio que Nico odió. Había perdido a Jason, no quería estar alejado de él, pero lo necesitaba.
— Así supe que esa no podía ser mi fantasía, yo habría pensando en 10 millas.
— Stupido americano — Dijo Nico con un falso y exagerado acento italiano, Jason se rio recordando las bromas que solían compartir antes de aquella fatídica misión.
— Era una linda casa, tiene espacio suficiente para dos y está cerca de la ciudad y del campamento.
— Sigue en venta, cuando salgamos de esto podemos ir a verla.
Jason se detuvo un momento y Nico resistió el impulso de tomarlo para llevarlo consigo.
— ¿De verdad quieres compartir un departamento conmigo? Llevo un año, seis meses y cuatro días muerto, ¿Cómo voy a ayudarte a pagarlo? No quiero ser una carga…
— Eres brillante. El más brillante que conozco, encontrarás la forma. Además, mi hermana es un detector de metales y soy el Embajador del Rey de la Riqueza. El dinero nunca es problema para mí.
— Lo sé, Embajador de Plutón, lo recuerdo… la túnica de sombras se ve bien en ti — Jason sonrió brillantemente y Nico simplemente quería besarlo. Necesitaba saber si sus labios eran muy diferentes a como los había imaginado, pero debía contenerse.
— Primero debo sacarte de aquí. Entonces podemos hablar de lo que recuerdas.
— De acuerdo.
Jason se sentía completamente feliz. Nico era hermoso, mucho más de lo que recordaba y con esos recuerdos que finalmente se habían asentado en su mente, pero ahora su corazón estaba sangrando ante la añoranza y la necesidad de retomar el último abrazo que realmente habían compartido y aunque era extraño, ambas sensaciones lo llevaban a donde mismo: Necesitaba a Nico. Pero no debían tocarse y aunque al principio de su amistad esa había sido la norma, nueve años siendo el mejor amigo del otro tumbaron las barreras del contacto y siempre había al menos una pequeña parte de alguno tocando al otro.
Pero no en ese momento. Era una cuestión de vida o muerte. Literalmente.
Caminaron un poco más en silencio. El Inframundo siempre se doblaba ante la voluntad de Nico, pero está vez lo experimentaba tal cual se mostraba para el resto: interminable, sinuoso y complejo. Apenas podía seguir sin detenerse un momento a tomar aire, situación que no aquejaba a Jason, ya que no tenía un cuerpo mortal con el cual cargar.
— Necesitas un momento, podemos descansar…
— Necesito sacarte de aquí.
Jason no sabía si era el momento de bromear, así que se tragó su broma, pero la sonrisa no se borró.
— ¿Qué sucede?
— Nada… pareces muy emocionado. ¿Tanto deseas sacarme de aquí?
Nico conocía esa sonrisa. Era la sonrisa. La que lo sacaba de quicio cuando Jason y él solo eran amigos, pero que en esos recuerdos lo empujaba a besarlo. Ahí, bajo la sombra de un árbol de Perséfone con el reflejo del Estigio junto a ellos, Nico deseó besarlo. Era una urgencia, una necesidad casi biológica. Se obligó a mirar hacia otra parte dispuesto a continuar con energía renovada.
— Vamos, Grace. Quiero salir de aquí.
— ¿Por qué? Pareces tener prisa, tanto que te gusta estar aquí— le dijo bromista.
— Claro que tengo prisa. Necesito que salgamos ya para callar tus bromitas con mi lengua en tu garganta.
— Ugh, explícito.
— ¿Asqueroso?
— Apetitoso.
Se sonrieron y retomaron la marcha. Había mucho que querían decirse, pero ninguno se atrevía a charlar. No se sentía bien, les hacía falta el toque y Nico comenzaba a entender a Orfeo: Lo difícil no era la tentación motivada por algo ficticio y casi lujurioso, sino el deseo natural y automático que surgían de una acción tan cotidiana que pesaba el doble cuando no podían simplemente hacer lo que su comodidad dictaba.
— ¿Recuerdas que tenemos una cita pendiente? — Jason esquivó la mirada. Quería hablar de eso pero eso no evitaba que estuviera avergonzado. Nico entendía, al final, ya había visto cómo sería su vida juntos, pero técnicamente no habían confesado sus sentimientos.
— Italiano el viernes, lo recuerdo. El lugar aún existe, por si te lo preguntabas.
— Excelente, ¿qué día es hoy?
— Martes. Tienes suficiente tiempo para descansar, supongo.
— Solo si me puedo recostar en tu regazo.
Nico podía casi revivirlo. La primera mañana del año con la casa Chase-Jackson en silencio, ellos dos tumbados esperando la hora del desayuno antes de la inevitable separación, Nico con la cabeza en el regazo de Jason acompañados de charla ligera y jugo de naranja con un poco de ambrosia para evitar la resaca y de pronto Jason había bajado su rostro para encontrarse con el de Nico y lo había besado. Nico recordaba también despertar llorando incontrolablemente, con el corazón estrujado y el arrepentimiento paralizando su mente en un solo pensamiento: Si tan solo hubiera confesado antes.
— Fuiste mi último pensamiento, ¿Sabes? Creo que fue eso lo que despertó nuestra conexión.
Nico estaba llorando, por eso no quería que Jason viera su rostro. No era capaz de enfrentarlo así sin poder tocarlo.
— ¿Cuando eso pasó? — Jason asintió con pesar. Nico rápidamente desvío la mirada.
— No me arrepentí. O sea, sí, pero diferente. Recuerdo que cuando supe que no sobreviviría, pensé en ti y me dolió el corazón. Un dolor físico real. Pensé en que te prometí que te ayudaría a reacomodar la cabaña.
— Habrías dejado un caos.
— Pero lo habríamos hecho juntos.
— Si te callas, podremos hacerlo — Jason sonrió un poco y asintió. Caminaron un poco más en silencio. Se sentía horrible, la presión y la necesidad crecían con cada paso que daban, pero Nico conocía el camino, estaban casi en la entrada, podía sentir el aire exterior fluir. En teoría se veía como algo fácil. Quizá Perséfone intercedió de más, quizá…
— No debí tomar esa misión — Interrumpió Jason pensativo. Como si una gran verdad se asomara frente a ellos, algo más importante que la cegadora luz del sol que lograban ver entre grietas y rocas gigantes.
— No es momento de que te arrepientas, Jason. Estamos cerca, podremos hacerlo, entonces podremos llorar y eso, por ahora, debemos mantenernos firmes.
El trabajo de Orfeo tenía sus fallas, ni siquiera su música pudo crear un espacio liso y perfecto, pues entre las rocas y las grietas, miles de pequeños obstáculos y fallos en la estructura comenzaban a presentarse. Nico y Jason aminoraron el paso, pues cada metro era más y más recurrente tropezar, eso era… justo el tipo de camino que obligaría a Nico a tomar de la mano a su acompañante.
— No sé si sea buena idea.
— Jason, por favor. Ya estamos casi aquí, ¿no ves la luz?
— Sí, pero siento que no debería. Ya terminé con mi vida, ¿no? Lo que se hizo, se hizo. No debería interferir.
— Jason, por favor — Más que sarcasmo, esa sonó más a una súplica — Llevas un año y medio queriendo salir de aquí, ¿por qué dudas ahora?
— Porque no pensé que lo lograría — Nico quería detenerse y mirarlo, pero el sol estaba más al alcance, no podía parar, no cuando estaban tan cerca — No hay nada para mí allá afuera.
Por un momento Nico pensó que realmente eran palabras de Jason hasta que notó que su marcha tampoco había cesado. Esto era una prueba. “Tus amigos deberán llamarlo”. Los necesitaba a ellos, por supuesto. Tendrían que arrastrar a Jason fuera, pero no literal, sino con lo que podría llevarlos a ellos al Inframundo: Sus defectos fatales.
La lealtad de Percy, el orgullo de Annabeth, la ambición de Thalia, el arrepentimiento de Hazel, el rencor de Nico. Ellos debían ayudar a Jason contra lo que lo había llevado al inframundo en primer lugar: su tendencia a deliberar. La indecisión, considerar todas las opciones.
— Jay, Lupacchiotto. Por favor, hay tanto por que vivir, tienes una oportunidad, tú…
— La desperdiciaré, tal como lo hice antes. ¿De qué me sirve tener la posibilidad de vivir si mi vida no es mía? ¿Bajo el servicio de quién estaré? ¿A quién le voy a deber todo? No quiero hacerlo, Nico. No lo vale.
No lo vale. La sangre de Nico hirvió.
— ¿No lo vale? — Jason negó, como si fuera obvio, pero seguía caminando, ninguno se había detenido, Nico quería hacerlo, quería enfrentarlo, pero sus reflejos lo llevaban camino hacia la luz. Esto era una prueba, el último peldaño — ¿Cómo puedes decir que no lo vale?
“Si no lo haces por amor, lo harás por ira” decía una voz que salía de la tierra y aunque trató de ponerle cara, podría ser cualquier alma que estuviera ahí. Cualquiera que tuviera algo en contra de Jason o del propio Nico.
— Porque es la verdad. Te ame desde hace una década y nunca te lo dije porque no tengo el valor. Y si no tengo valor, no merezco estar allá. No pertenezco a ningún lugar, ¿Por qué debería estar donde no me quieren?
—Yo te quiero, la gente allá te quiere. Thalia, Percy, Hazel, Annabeth, Frank, Reyna, Piper y Leo…
— Unos no supieron honrarme, ni mantener su palabra, otros ni siquiera se quedaron en mi funeral. ¿Quién además de ti me quiere allá? Si no fuera por los recuerdos nadie sabría que yo…
— ¡Ni siquiera te atrevas a decirlo, Jason! — Gritó y se detuvo. Estaba a unos metros de la gran roca. Olía al aire contaminado de Nueva York y podía percibir las sombras de sus amigos, pero la ira podía más. Quería concentrarse, quería aferrarse, pero Jason parecía tan seguro. — ¡Te queremos aquí! Bajamos al inframundo por ti, ¡Habría ido al mismísimo Tartaro por ti! ¡Y ellos también!
— Pero, ¿Para qué? ¿Sanar culpas?
— ¡Nico! — Le llamó Thalia desde afuera. Esa era su señal, debía llevar a Jason hasta ellos, convencerlo entre todos, pero parecía incapaz de moverse.
— No… o quizá sí, entre todo el amor siempre hay un poco de culpa, ¿no?
— Lo sé, por eso no debo volver. ¿qué me hace más digno que los demás?
— ¡Necesito ayuda! — exclamó y los escuchó acercarse. Quizá no podían atravesar la barrera, pero eso no impediría que Jason los escuchara.
— ¿Nico? ¿Qué está pasando?
— ¿Por qué quieren que salga? — Preguntó Jason — ¿Por qué estamos haciendo esto?
— Jason — Percy, como era de esperarse, tomó la palabra — Mereces una segunda oportunidad, es…
— ¿Por qué me quieres allá, Jackson? ¿por qué deseas que esté vivo?
— ¿Jason? ¿Qué diablos?
— Respondan, ¿qué ganan si salgo? ¿Por qué vale la pena? — Nico notó que su voz no era retadora sino curiosa. No buscaba pelea, buscaba deliberar. Parte de la maldición debía impedirle decirlo, pero confiaba en sus amigos, confiaba que ellos pudieran sacarlo. No necesitaban magia ni poderes, necesitaban su humanidad, esos defectos, esas ataduras a la tierra. Jason no quería buenas razones, quería razones humanas, eso lo liberaría.
— Porque no es justo que hayas muerto — dijo Nico con toda la ira que sentía por Jason, por Bianca y por cualquier semidiós inocente que hubiese perdido la vida a causa de misiones insulsas y caprichos divinos — Porque no debieron arrebatarte de nuestro lado. Porque nadie debería morir solo porque estamos condenados a ser los niñeros de los dioses.
— Porque no puedes dejar tu proyecto a medias, Jason — Gritó Annabeth entendiendo todo, esperaba que ella pudiera explicarles o cuando menos, hacerles entender con su ejemplo — Porque eres demasiado bueno para ello, porque el mundo, los dioses, todos deben agradecerte el que la civilización los recuerde. Necesitas escuchar su gratitud. Te lo deben.
— Así es, Jason. No brillarás por tu muerte, sino por tu vida. Porque eres un maldito hijo de Zeus que será recordado por todo menos por nuestro padre. La gente hablará del Pontífice, el héroe de los olvidados, serás tu propia influencia divina — La ira de Thalia escurría entre sus palabras. Nico la respetó un poco más por ello, porque no tenía miedo de que el Olimpo la escuchara — Nadie lo mencionará cuando te mencionen y mereces que así sea, el mundo debe saber de ti y maldita sea, no vas a dejar que te roben la oportunidad.
— No si podemos evitarlo. Eres mi amigo y eres un buen hombre, no dejaremos que te quedes ahí, Jason. Secuestraremos a Tánatos otra vez si es necesario, pero saldrás de ahí — Percy sonaba enojado pero envalentonado. Nico podía imaginarlo planeando rutas de escape con su espada en mano.
— No vas a quedarte encerrado lamentando todo lo que pudo ser y no fue — Agregó Hazel, ella hablaba desde la melancolía — No vas a vivir dos medias vidas, Jason. Tú no, vivirás esta vida y vas a cumplir ese recuerdo. Voy a arreglar tu pajarita y charlaremos antes de que vayas al altar. Así debe ser y así será.
Nico miró a Jason. Estaba llorando pero parecía feliz de algún modo, aunque muy lastimado. Nico lloró más al saberse incapaz de tocarlo porque no había nada más que quisiera hacer que lanzarse a esos brazos que por más de un año y medio había extrañado.
— Jace, lupacchiotto, por favor. Salgamos de aquí — Jason dio un paso hacia Nico.
— Nicks, no…
— ¡Conviértete en el tío favorito de Albert! — Gritó Annabeth — Tú serás su favorito, le vas a cantar canciones romanas y lo consolarás cuando nosotros lo retemos, pero le harás ver sus errores.
— ¡Penny va a amarte! — Completó Percy — Estará obsesionada contigo, pedirá que la lleves al jardín de niños y les presumirá a todos que su tío es el Pontífice Máximo.
Esperanza. Eso era.
— Yo digo que será Albert — Susurró Nico — ¿Tú qué piensas?
— Penny — respondió Jason, como en un trance — Será una niña.
— ¿Y si vamos y lo descubrimos? — Jason lo pensó un momento más, miró hacia el Inframundo dubitativo — Podemos apostar.
Una chispa cobró vida en los ojos de Jason, que asintió alegre y dio un paso hacia donde brillaba el sol.
— Vas a perder, Nico. Y te tocará hacer la colada por dos meses.
Como si estuviesen jugando a las carreras, Jason se adelantó y corrió hacia afuera. Nico lo siguió casi en shock. Estaba aturdido, pero no podía perder la oportunidad de llevarlo lejos de la muerte.
— ¡No lo toquen hasta que la puerta se selle! — Gritó, entonces se detuvo un momento cuando la luz del atardecer en Central Park lo cegó.
— ¿Qué…? — Jason cayó de rodillas cuando salió, respiraba con dificultad después de haber estado conteniendo el aliento por un año. Thalia estaba frente a él y todos podían notar que hacía un gran esfuerzo en no tocarlo.
— ¿Jay? — el chico abrió los ojos un poco, después mucho más con sorpresa.
— ¡Thalia!
— Ya sé, estoy mucho más vieja de lo que esperabas. Es una larga historia.
— Nosotros estamos embarazados — dijo Percy, optimista pero cauteloso. Annabeth se aferró a él, pero sus ojos escaneaban a Jason buscando algo, solo sonrió cuando ese algo no apareció.
— Yo no, pero me voy a casar pronto y tanto Frank como Leo pelearán por tenerte en su cortejo nupcial, pero, ¿estarás en el mío, verdad?
— Estoy en aprietos, llevo un año sin trabajar y les dije que si se casaban yo pagaría la boda — Dijo Jason recuperando el aliento pero con una sonrisa brillante.
— Ya pensarás en algo, después de mi esposa eres la persona más lista que conozco — Percy se acercó a él y todos podían ver cómo contenía el impulso de abrazarlo.
Jason miró a Nico y ambos sintieron que el mundo se detuvo por un segundo.
— Un año, seis meses y cuatro días, Jason.
— Y no he podido dejar de pensar en ti desde hace una década, ¿ya puedo? — Jason le tendió la mano a Nico, pero este lo ignoró mirando hacia la entrada de Orfeo.
— Esperen… — Hazel hizo una seña con la mano y el hueco de la puerta de Orfeo se abrió para dejar salir a Alecto. Percy sacó su espada, pero la furia ni siquiera lo miró.
— Felicidades, Jason Grace. Eres el primero en escapar del Inframundo — Miró a Nico — Y tú, el primero en reclamar exitosamente una alma con las puertas cerradas. Diría que pasarás a la historia, pero los éxitos tienden a ser olvidados.
Con un chasquido Alecto desapareció.
— Entonces, ¿Ya pu…?
Thalia se lanzó sobre Jason y ambos hermanos compartieron un fuerte abrazo lleno de lágrimas y felicidad.
— No creas que te librarás de mí, Jason. Ahora que no soy cazadora tendré más tiempo para verte, te juro por el estigio que no desperdiciaré ningún momento, te voy a visitar tanto como pueda, incluso cuando no pueda…
— Déjanos algo, Thals — La chica se separó y Percy abrió los brazos — Bienvenido de vuelta, Jason, te estábamos esperando. — Los chicos se abrazaron. — Vaya que fue larga tu siesta, pero la vida espera… y Nico también.
— Déjalo, Percy. Espera un momento para que puedas intimidarlo, hermano mayor honorario — Jason felicitó a Annabeth por el embarazo y le dio un gran abrazo. — Tengo muchas ideas para los templos, Jason. Pero necesito tu opinión, este es tu proyecto, juré que te ayudaría, pero es tu corazón el que necesitamos.
— No lo dices literal, ¿Verdad?
— Claro que no. Ann no dejaría a su bebé sin padrino, Pontífice. La legión lo espera, y sus amigos más — Hazel lo abrazó y Jason tomó ese gesto como una bienvenida a la familia.
— Oh no. Mis pobres Frank, Reyna y tú. Han esperado doble: una por el amigo, otra por el colega.
— Y triple, en el caso de Nico.
Jason se giró, estaba hecho un desastre entre lágrimas propias y ajenas. Ropa rota y cabello más largo y despeinado que de costumbre. Más que volver de la muerte parecía que había escapado de alguna prisión, pero Nico nunca lo había visto más atractivo.
— ¿No hay abrazo para tu musa, don recuerdos?
— Tú no solo eres mi musa, Nico. Eres mi razón de vivir.
Se abrazaron y quizá fue la corriente eléctrica que Jason desahogó después de un año sin utilizarla, pero ambos podían jurar que sintieron una fuerte descarga cuando sus pechos se tocaron.
— Te amo, Jason. Y volvería al infierno por ti.
— Te prometo que no será necesario, Nico. No tengo intención de morir pronto. Hades me prometió una larga vida y sé que él cumple sus promesas.
— ¿Hades te prometió eso? — Annabeth estaba incrédula.
— Perséfone, en realidad. Pero ya sabes, en este caso es un poco lo mismo.
Jason no soltó a Nico, simplemente acomodó su brazo sobre su hombro y llenó de besos su cabeza. Quizá Nico estaba incomodo por la exhibición de contacto físico, pero no dijo nada, ¿cómo podría quejarse cuando Jason finalmente estaba de vuelta con él?
— Voy a ir por Frank, Reyna, Piper y Leo. Estoy segura de que quieren verte — Percy asintió y silbó fuerte.
— Tú ve a Nueva Roma, yo iré al Campamento Mestizo. ¿Nos vemos en casa? — dijo Annabeth claramente trazando el plan en su cabeza, un lugar en donde solo Percy alcanzaba a vislumbrar.
Otros tres pegasos aterrizaron junto con Blackjack.
— Podemos viajar de dos por pega…
— Está bien, Thalia — Dijo Jason mirando a Nico — No quiero aparecer frente a todos como un vagabundo, ¿qué tal si me alisto y los veo ahí? Nico nos llevará.
Todos asintieron entendiendo muy bien que lo que lo apartaba de ellos no era su deseo de estar presentable.
— No vayas a perderte, Jason. Tenemos mucho de qué hablar — Thalia le dio un último abrazo y todos se prepararon para partir — Nos vemos, hermanito.
Todos partieron rápidamente y en medio de ese hueco en Central Park solo quedaron Jason y Nico.
— Nico, no sabes… — No pudo terminar. Di Angelo se lanzó a besarlo. Jason sintió su alma conectarse a la de él, como si se hubiesen vuelto uno solo, así que simplemente se aferró a él y lo abrazó con más fuerza, besando esos labios que amaba con desesperación y ganas.
— Vamos, nuestros amigos nos esperan — dijo Nico cuando se separaron.
— ¿Nuestros? Estoy tan orgulloso de ti, Nico. Por todo. Quiero estar contigo por siempre.
— Más te vale porque yo también quiero que estés conmigo siempre.
Jason sonrió con tanta alegría que Nico no pudo evitar imitarlo.
— Bueno, entonces es un hecho, la siguiente boda es la nuestra — Nico abrió los ojos con sorpresa.
— ¿No quieres que salgamos un poco? ¿conocernos más?
— Yo no quiero nada más que tenerte a mi lado… y una ducha.
— ¿Qué tal si me quedo a tu lado mientras te duchas y después podemos planear nuestro futuro?
— Me gusta la idea, de cualquier modo nos espera todo una vida para planear, por ahora solo necesito tres cosas: Agua, Jabón y mi Nico. Lo demás puede esperar.
Nico sonrió, tomó su mano y los llevó hasta su casa. Esa que con la presencia de Jason pronto se volvería un hogar.