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Right now I'm just wondering about you

Summary:

Sam se sentía incómodo, debatiéndose entre sus propias emociones contradictorias al ver a Cas en ese estado tan… desconcertante. Estaba agradecido por haberlo curado finalmente, por lograr sacar a Lucifer de su cabeza de una vez por todas, pero también había resentimiento por lo que había hecho, lo que hizo en primer lugar que llevó a Sam a ese punto de quiebre. Con toda la locura de los leviatanes y muchas de las malas decisiones que Cas tomó en ese bullicio de poder y egoísmo, había dañado a Sam de una forma horrible y que sabía perfectamente como iba a repercutir.
O tal vez no lo sabía… era difícil decirlo. Y con su estado actual, no tenía el corazón para echárselo en cara. No podía confrontarlo como lo había hecho Dean.

Notes:

Prompt: "En la frente"

Uso la etiqueta de "Crazy Castiel" pero prefiero llamarlo "Bee Castiel"

Work Text:

La noche envolvía el tranquilo refugio de Rufus. Sam y Castiel se encontraban sentados en un rincón, compartiendo un momento de relativa calma en medio del caos que los rodeaba. La conversación fluyó entre ellos, saltando de un tema a otro mientras el resto del grupo preparaba el lugar para pasar la noche, e intentaban descifrar la tablilla de piedra.
Mientras la noche avanzaba, Sam había decidido aprovechar la oportunidad para hablar con Cas. La presencia de su amigo, aunque algo desequilibrada en su estado mental actual, seguía siendo reconfortante para él de alguna manera. Después de todo, había estado muerto (desaparecido más bien) durante muchos meses.
Cuando lo vieron entrar a ese lago y no dejar nada más que su sucia gabardina, habían pensado que sería lo último que verían de él. Sam apenas podía creer lo que le había contado su hermano, pues la idea de que Cas hubiese pasado los últimos meses con amnesia, “casado” y como alguna clase de curandero que no sabía que era un ser celestial sonaba como uno de los peores chistes de Dean.

Hubo un momento de silencio tenso entre ellos, roto solo por el crepitar del fuego en la chimenea. Sam se sentía incómodo, debatiéndose entre sus propias emociones contradictorias al ver a Cas en ese estado tan… desconcertante. Estaba agradecido por haberlo curado finalmente, por lograr sacar a Lucifer de su cabeza de una vez por todas, pero también había resentimiento por lo que había hecho, lo que hizo en primer lugar que llevó a Sam a ese punto de quiebre. Con toda la locura de los leviatanes y muchas de las malas decisiones que Cas tomó en ese bullicio de poder y egoísmo, había dañado a Sam de una forma horrible y que sabía perfectamente como iba a repercutir.

O tal vez no lo sabía… era difícil decirlo. Y con su estado actual, no tenía el corazón para echárselo en cara. No podía confrontarlo como lo había hecho Dean.

Le había preguntado si vio a Lucifer, preguntándose, tal vez esperando, que Cas haya experimentado aunque sea una parte de lo que él estuvo sufriendo durante meses. Las alucinaciones, las torturas visuales y auditivas… Y cuando Cas lo confirmó, solo asintió, comprendiendo en parte lo que quería decir.
No podía imaginar completamente lo que Castiel estaba sintiendo en este momento, lo que pasaba por su mente, pero sentía empatía por él, pese a lo que había hecho.

El ángel rompió el silencio con una expresión suave en su rostro.
—Sam, quiero... disculparme —dijo, sus ojos azules brillando con sinceridad.

El cazador frunció el ceño, sorprendido por la declaración—. ¿Por qué?

Castiel bajó la mirada por un momento antes de volver a encontrarse con la de Sam—. Cuando fui... diferente, cuando permití que la oscuridad me consumiera, hice muchas cosas de las que me arrepiento profundamente.

Sam, sorprendido por el cambio repentino, asintió lentamente, instándolo a continuar. También porque no sabía que responder.

—Lamento haber roto tu pared —dijo con una sonrisa torpe, su expresión ingenua, pero reflejando un atisbo de remordimiento.

Silencio.

Por unos segundos, Sam quedó sin palabras, sorprendido por la declaración directa e inesperada. No había esperado que Cas mencionara el tema ahí mismo. Vaya, no había esperado recibir una disculpa en absoluto. Estaba acostumbrado a cometer errores y dejar que las cosas se tranquilizaran; estaba acostumbrado a ser herido, culpado o recibir daño de otras personas, intencionalmente o no, y luego dejar que esas cosas cicatrizaran y no volver a mencionar el tema. Así funcionaba con Dean, así funcionó con su padre.
No sabía cómo reaccionar ante esa muestra de honestidad tan inesperada.

—Te hice mucho daño, Sam, y por eso quiero disculparme —continuó, sin esperar a que Sam diera una respuesta. No esperaba nada a cambio de hecho. Parecía más algo que quería expresar simplemente, una disculpa que necesitaba hacer—, aunque nunca te lo haya dicho antes, quiero que sepas que te aprecio. Tanto como a Dean.

La sorpresa pintó el rostro de Sam. Había guardado tantas emociones hacia su amigo, desde el resentimiento hasta la gratitud, desde la frustración hasta la compasión. Pero esa confesión le provocó sentimientos nuevos, la ingenuidad e incondicionalidad en la voz de Cas tocó algo dentro de él. A pesar de todo lo que habían pasado juntos, nunca esperó escuchar esas palabras, esa disculpa sincera con esa sonrisa melancólica de quien solía ser un poderoso y e imperturbable ángel del señor.
Las palabras le provocaron una condescendencia aún mayor por su estado desequilibrado actual.

Sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas, con un gesto impulsivo, Sam se levantó y pensándolo un momento, le dio un beso en la frente. Un gesto suave, cargado de gratitud y afecto, una expresión silenciosa de la gratitud que sentía por él. Y de la innegable lastima por no poder ayudarlo.

—Gracias, Cas —murmuró Sam con gratitud e incomodidad. Sin mirar atrás, se puso de pie y se dirigió hacia la puerta, dejando a Castiel sonriendo en el sillón, con los ojos brillando con una mezcla de alegría y melancolía, o emociones que nadie podría describir con precisión debido a su estado actual.

Meg, que había estado observando en silencio desde su asiento, suspiró mientras Sam salía de la habitación.
Había estado al tanto del sufrimiento de Cas. Tanto dolor y confusión, y en medio de ese caos, su pequeño Clarence parecía encontrar un momento de consuelo, con el hermano Winchester del que menos lo habría esperado.