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Reencarne Para Salvarlos °Aegon Targaryen°

Summary:

"Yo reencarne para salvarlos"Aegon apreto con fuerzas sus puños " Ellos sufrirán lo que nos hicieron"

Tres vidas pasadas fueron suficientes para aprender de sus errores, en la cuarta sus enemigos sangraran como así Aegon, lo hizo en la tercera.

 

ATENCIÓN:
Este fanfic a sido publicado en Wattpad e inkitt (por precaución al igual que aquí) puedes hayar mis perfiles cómo:
Wattpad: Linny-1
Inkitt:Linny_1

Fanfic OMEGAVERSE.
AEGONXCREGAN
El chips Daegon (DaemonxAegon) es de los fans y es solo para fans de esta historia.

Chapter 1: ¿Reciviste suficiente en esta vida?

Chapter Text

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《Este no es el inicio de la tormenta, es el pequeño fragmento de lo que tuvo que enfrentar este pequeño Omega.

Un omega que dio el cambio, llenándose sus delicadas manos de sangre, pero antes de llegar a ese punto de la historia, tendrás que ver lo que ha sufrido y llorado, la vida nunca es justa. Mucho menos si los dioses la manejan por el antojo de diversión.

No te atrevas a derramar lágrimas, que el esfuerzo de este pequeño no sea en vano porque si te hundes en la tristeza darás por entendido que no te importa su sacrificio.》

Todos en Westeros han dicho: Los Targaryen, son los favoritos de aquellos seres que se mantiene en silencio. La sangre Valirya es bendita porque el señor de las sombras les habla en sueños.

Todos conocen a Balerion, El terror negro, el dragón más grande, su jinete fue nada más y nada menos que Aegon, El Conquistador. Pero hay algo que no saben, el nombre de aquel dragón fue tributo para el dios soberano de los Valiryos, Balerion; El señor de dragones, El que Reencarna la misma muerte y vida.

Balerion no era el único que gobernaba y escuchaba las deidades Valiryas, Syrax, deidad de la Armonía, la alegría y fertilidad, es su fiel compañera. Ambos mantuvieron unidos a los Targaryen, pero no fue suficiente porque a pesar de todos sus esfuerzo los demás dioses guardaron rencor hacia los últimos Valiryos y la maldición recayó con más intensidad cada generación que nacía, los Targaryen olvidaron a sus dioses al reconocer los extraños de Antigua.

Aquella decisión condenó a la dinastía, la sangre comenzó a volverse impura; los dragones nacían cada vez menos y la guía del dios Balerion, fue prohibida para ellos.

Aegon cerró el libro, a veces se preguntaba porque olvidaron sus tradiciones Valiryas, lo único que les quedaba de aquel legado olvidado por sus abuelos y bisabuelos, eran los títulos y dragones. No lo merecían, suspiro y sonrió.

El sabor a hierro de su propia sangre fue suficiente para avisarle que le quedaba poco tiempo, miro sus manos que estaban llenas de cortes. Todavía había visiones de la sangre que fue derramaba por su pecado, el era un mata sangre.

Se recostó en las almohadas, mirando con tranquilidad la habitación, odiaba el verde. El color del veneno, el veneno de dragón; presagio de la extinción de su casa. El condenó a su familia, no debió ser débil ante su madre y abuelo.

Sintió la humedad de las lágrimas resbalándose por sus mejillas mientras su respiración daba pausas, su corazón bombeada acelerado. Pequeños hilos de sangre se estaban resbalando de sus labios, el brillo de los ojos de Aegon estaba volviéndose opaco.

El arrepentimiento era el dulce tormento que tanto había deseado, la cordura regreso. Su odio hacia su madre aumento, lamentándose de su ingenuidad al creer que ser Rey, le daría el amor que nunca demostró su madre.

Alicent, jamás lo quiso ya que meramente era un peón para tener más poder, ella los veía así, a él y sus hermanos.

Merecía morir solo sin ninguna pisca de compañía después de tanto sufrimiento que causo. Aceptaba la muerte como una vieja amiga pensando en sus desdichados hermanos menores, quienes fueron arrastrados a la pelea de poder y envidia de Alicent contra Rhaenyra.

Agradeció mentalmente a Balerion, por haberle permitido tener momentos de cordura donde mando a su sobrino lejos de él, a salvo de su locura y rencor. El niño estaba bien, la cría de su hermana sobreviviría y gobernaría.

Estaba feliz por la victoria silenciosa de Rhaenyra, su hermana había ganado contra el verde maldito de Alicent.

Los párpados pesaban exigiéndole rendirse, Aegon luchaba inconscientemente contra su final bien merecido y el no quería luchar, le quedaba un deseo, pero no para él, si no para las almas de sus hermanos.

Quería que Helaena y Aemond, vivieran en paz en cualquier vida. Rhaenyra y sus hijos merecían su final feliz lleno de abundancia, esperaba, no, quería la felicidad de los que sufrieron a causa de sus decisiones.

Ojalá su nombre sea repudiado y olvidado, Aegon quería ser enviado al olvido.

El cuerpo de Aegon fue encontrado manchado de sangre acompañado de una sonrisa en sus labios y lágrimas en sus mejillas, la imagen irradiaba paz como si el fallecido Rey, hubiera esperado la expiración de su vida con alegría.

《Aegon desapareció de ese mundo, la mano de la diosa tomó su alma y la transporto, en un mundo desconocido y ajeno a él, pero asegurándole tranquilidad y amor de dos padres, algo que jamás obtuvo de su primera vida.》

El mundo desconocido en donde despertó Aegon, no fue indiferencia a su existencia, había amor; dos personas que le adoraban con su vida. La madre que tanto añoro estaba ahí, mirándole todo los días con ojos llenos de cariño desbordante. El padre que siempre deseo también, Ethan, el nombre de aquel adulto que le besaba sus mejillas regordetas y actuaba como una mamá pato para él.

Aegon adoro el trabajo de ambos adultos, lleno de curiosidad y admiración expreso su sueño, ambos padres celebraron con calidez el deseo de su hijo.

Le cumplieron cada pequeña petición, Aegon no era mimado. Jamás lo fue, le gustaba haber aprendido que su vida como príncipe había sido una mierda donde le volvieron inútil, aprovecho esa nueva oportunidad; adoraba pintar, le encantaba la esgrima ya que era lo único que le acercaba a sus hermanos.

Aprendió sobre la familia tóxica que tenía en su vida anterior y la aborreció, a veces deseaba haberles dado todo el amor de su omega interno a sus hermanos que su inutilidad y falta de carácter.

Aegon se centro en su nueva vida, debutó como el mejor amigo del protagonista en una nueva película juvenil, se rio tapándose con las manos para no reír a carcajadas al leer los comentarios. Su personaje era el más querido obviamente, era la viva representación de un joven serio, pero simpático lleno de sorpresas. Verdaderamente la viva representación del mejor amigo del personaje principal perfecto.

Se acercó a sus compañeros de Cats, aún con una sonrisa animada. Saludo y disfruto la cena, algunos bebían cerveza o vino, a Aegon le disgustaba el olor. Si bien en su vida pasada era un borracho en esta detestaba todo lo que tuviera que ver con el Alcohol.

Cuando una de sus colegas le ofreció se negó. Al parecer el joven no se daría por vencido hasta hacerlo beber, cosa que logró luego de tanta presión, el trago fue grande y casi vomita. Tuvo que fingir una sonrisa a pesar de su malestar.
Unos minutos después el pánico gobernó, Aegon trataba de respirar agarrando con cuidado su propia garganta, las lágrimas no tardaron en acompañar los gritos asustados de las damas.

La gente cercana había llamado una ambulancia, pero ya era tarde.

Aegon sabia que moriría, apretó los dientes negándose a rendirse y ceder ante la muerte, tenia una buena vida, padres que lo amaban. No quería dejarlos, no quería que un desconocido les dijera: “su hijo a muerto”

No había conocido a su hermana, la pequeña criatura que se formaba en el vientre de su madre, Rose, la mujer de mirada soñadora que le recordaba a Helaena. No quería morir.

La oscuridad le absorbió, su vida se había apagado fue ahí que sintió la mano cálida nuevamente y la sacudida agresiva que sintió antes de nacer en su segunda vida.

Aegon despertó jadeando, su cabeza dolía. Sollozo por los pinchazos en todo su cuerpo y ahogo un grito al ver las manos regordetas y pequeñas de niño. El pánico se instaló y casi suelta una carcajada, las lágrimas no pararon.

Estaba repitiendo el ciclo, odiaba tener que aguantar nuevamente su vida desafortunada como el príncipe Aegon, el segundo hijo de Viserys Targaryen. El usurpador.

Agarro su cabello jalando con fuerza, no se detuvo hasta que el maestre le apartó los brazos. Pataleo lleno de enojo, soltando gruñidos al hombre negándose a mantenerse tranquilo.

—Por favor, cálmese, alteza.

Aegon gruño.

—Necesito que mantenga la calma, se puede lastimar.

—¡Suelteme! ¡No me toque!

La puerta se había abierto estruendosamente interrumpiendo la lucha de Aegon, asustándolo al escuchar el caminar peculiar de su antigua madre; Alicent Hightower.

—¿Qué sucede? ¿Por qué tanto escándalo?

Aegon gimió del dolor ante el azote de recuerdos, cediendo al agarre del maestre. De inmediato le dieron de beber leche de amapola al igual que le obligaron a digerir el asqueroso remedio.

Alicent hablaba con el Maestre, los ojos de Aegon ardían, la angustia estaba moviéndose furiosamente desde sus adentros; la rabia estaba emergiendo. La beta era una demente, una obsesionada por el poder ¿A que madre se le ocurre tirar de las escaleras a su propio hijo?

La presencia de Viserys, fue inesperada dejándolo helado, el hombro había entrado en silencio acabando la conversación de la reina y medico. Ambos dieron reverencia por respeto. Alicent no se acercó a saludar por la mirada dorada y violeta que le daba el alfa.

Los ojos brillantes se posaron en Aegon, el infante aprovecho su atención al saber que el Alfa interno de Viserys, estaba presente. Alzó sus pequeños brazos hacia él en desesperación para apartarse de Alicent, no quería estar cerca de una loca.

Para sorpresa de los presentes, Viserys alzó el infante en sus brazos rodeándolo protectoramente, dejando salir sus feromonas delatando su tensión hacia el Maestre y Alicent, considerándolos amenazas. La tensión en el cuerpo de Alicent junto a su rigidez era muy notorio.

Viserys salió de la habitación con Aegon en brazos, el infante dormitaba por el cansancio mental y dolor físico.
El alfa camino en silencio, escuchando el latir del corazón más pequeño, el alfa interno de Viserys, ronroneo satisfecho al sentir que su cría estaba a salvo bajo su protección ya sabia muy bien el tipo de enemigo que era Alicent.

Las puertas de la sala de consejo estaban cerca, tomando el control del cuerpo de Viserys se dejó llevar por sus impulsos y la decisión que había tomado hace seis veranos atrás, debía expulsar a Otto Hightower para alejarlo de sus cachorros, ese beta era un dolor de culo y amenaza.

Los lores sentándose en sus puestos se tensaron y asustaron por las feromonas, la mirada igual al fuego les estaba callando furiosamente. El rey avanzo hasta su silla, sentándose y acomodando el cuerpo más pequeño en su regazo.

Otto tembló por el gruñido dirigió a él, los guardias habían entrado a la sala rugidos, esperando las órdenes del rey.

—Otto Hightower, dejara de ser mi mano y volverá a Antigua, no volverá a la capital a menos que sea por decreto real del Rey, tienes prohibido hablar con mi esposa antes de irte.

—Majesta-

—¡Silencio! —la voz de mando de Viserys, resonó por toda la sala—. ¿Te atreves a custionar mis ordenes? ¡Guardias, llévense a este insolente, que tome el siguiente barco a Antigua y que no regrese!

El forcejeo y lucha de Otto se escucho incluso cuando salió de la sala, el ciencia reino al igual que él aroma dominante del alfa.

—Iniciemos nuevamente con la reunión —ordeno.

El sonido de la chimenea despertó a Aegon, encontrándose con las iris amarillas y naranjas de Viserys; enseñando la dominación y manejo que tenía su alfa interno. Viserys ni había tenido oportunidad para tomar nuevamente su cuerpo siendo expulsado a lo más profundo por su parte más salvaje y dominante.

—Perdona a Viserys, por ser tan mal padre, cría mía. Te juro que yo luche para estar a tu lado, lo seguiré haciendo aunque provoque enemistad con mi humano.

Aegon guardo silencio, tratando de mantener sus párpados abiertos, pero las feromonas le relajaban en sobremanera y eso despertaba su cansancio.

—Prometo ser un buen padre, Aegon….

Al día siguiente se encontró en la cama del Rey, una dama le esperaba pacientemente con la cabeza gacha. Adormilado se sentó en el colchón, Aegon seguía desorientado.

—Su majestad, el rey me ha indicado alistarlo y llevarlo a la guardería, alteza. Debe estar con sus hermanos, ahí estará seguro, fue la orden de su majestad.

—Entiendo… ¿Me ayudas?, por favor.

—Por supuesto, alteza.

El baño fue breve aún seguía perdido en si mismo, fue vestido con un traje liviano de color negro con rojo, colores Targaryen, la calidez se piso en su pecho al recordar la promesa de alfa interno que tenía su padre.

¿Viserys estaba dispuesto a cuidar de él? Aegon, no era Rhaenyra, su pregunta no era más que un sueño estúpido.

Cerró los ojos escuchando en sonar de la suela, la sirvienta iba detrás suyo al igual que dos guardias; Aegon quería ignorar la reciente protección que le daban. Le hubiera servido días atrás evitando el ataque de furia que tuvo Alicent que lo termino arrojando escaleras abajo. Sabia que el recuerdo era borroso porque su inconsciente quería eliminarlo, antes de su reencarnación, su yo más pequeño estaba horrorizado por las acciones de la beta. Sus hermanos menores había presencia tal acto.

Se detuvo justo en la puerta suspirando, sonrió sin ganas y entró, Aemond era sostenido por la niñera y Helaena, jugaba con sus muñecas.

Ambos menores estaban absortos en cada distracción, ninguno se acercaba. Aegon, camino hacia Helaena, sentándose a su lado y en cambio la menor, le miró extrañada y con cierta pena.

—Hola Hel…

La niña sonrió tendiendole un muñeco, Aegon río ante la tierna acción agarrando el juguete para comenzar a jugar con Helaena, jamás hizo aquello, nunca fue tan cercano a su hermana porque a pesar de que ella cubría su casta, la indiferencia era muy visible entre los dos en ciertas ocasiones.

Aegon sentía una potente mirada detrás de su nuca y al voltearse, Aemond había apartado la mirada escondiendo su rostro en el hombro de la niñera, la dama estaba extrañada. Aegon río levantándose del suelo y se dirigió a su hermano tendiendo sus brazos.

—Quiero cargarlo, ¿Puedo?

La pregunta fue suficiente como para que Aemond, se quisiera lanzar en sus brazos, el niño se movía como lombriz en el agarre de la joven.

—Por supuesto, alteza. El pequeño príncipe, desea estar con usted.

Aegon no presto atención a la actitud de la niñera, agarro al menor en brazos y se lo llevo donde estaba Helaena, la niña se había parado sonriendo discretamente hacia ellos. Helaena y Aegon miraba con curiosidad a Aemond, el pequeño intentaba agarrar entre sus dedos los mechones sueltos de Helaena.

El ambiente ameno fue interrumpido ante la entrada denla Reina, Alicent tenía la mirada aguda. Como un ratón, una presa fácil era así como la veía Aegon, la mujer no era poderosa, pero la falta de autoridad de Viserys fue lo que le dio humos a la Hightower.

Aegon reaccionó dándole al pequeño Aemond a Helaena y posicionándose delante de ellos desafiando con la mirada a Alicent, la mujer miró con sorpresa y molestia la acción, los guardias que le cuidaban desde la mañana estaban tensos observando las acciones de la reina.

Harwin Strong, estaba entre ellos. Pendiente de algún movimiento agresivo, su madre estaba en una postura amenazante y era clara a simple vista.

Los impulsos le ganaron a Aegon al igual que la adrenalina, llegando a ignorar que todavía era aún niño sin poder y fuerzas.

—¡Aléjate! ¡No te acerques!

Los movimientos de la beta fueron rápidos, la caída de Aegon contra el suelo fue escandalosa, el golpe se torno rojo. El hijo del Rey había sido agredido por su propia madre, de la nariz del niño salió un hilo de sangre. Los guardias se posicionaron delante de los príncipes, teniendo un agarre en sus espadas. Harwin revisaba a Aegon, sintiendo rabia por el estado del niño.

—¡Llamen a su majestad! —ordeno a las sirvientas presentes que estaban heladas—.¡Ahora!

Viserys miraba con aburrimiento a los lores, escuchando las quejas y propuestas de estos mismos, su mente divagaba a las acciones de su alfa interno y la forma en que arrullo a Aegon. Le brindo la protección de dos guardias y Harwin Strong para cuidarlo, esperaba que fuera suficiente.

Los movimientos de Alicent, eran inquietantes y escalofriantes. Odiaba estar en un mismo lugar que la mujer, ambos consumaban el matrimonio por la petición y presión de la corte, no porque el la deseara.

Debió haberle hecho caso a su alfa interno y no haberse casado, hubiera evitado tantos problemas y tragedias, los cachorros en tierna edad que habían nacido de su semilla sufrían por el tipo de madre que les dio, pero no se las podía quitar, sería demasiado cruel.

Si bien le había informado sobre las actitudes agresivas de la beta, Aegon seguía siendo apegado, el arrebato a temprana edad sería una inmensa crueldad.

Cuando un guardia y una sirvienta entraron interrumpiendo, su paciencia fue puesta a tope, su humor empeoró llegando a ser inestable cuando le dijeron las acciones de Alicent, se levanto dando una pausa al consejo para irse ahí.

Caminaba con ira, su aroma estaba saliendo con descontrol. La fuerza en que apretaba sus puños era perfecta para hacerle sangrar por las uñas que se clavaban en la tierna piel.

Abrió la puerta, Alicent estaba siendo retenida por las otras dos niñeras. La mujer se detuvo al verlo, el pánico fue breve en su mirada, la lucha había parado, la beta levantó su mentón en alto retandolo, una conducta inadecuada con un Alfa. Alicent tentaba su suerte y la paciencia de Viserys se había acabado.

La imagen de su hijo con la mejilla tornándose morada y nariz sangrando entre sollozos fue suficiente como para dejar su alfa interno y así lo hizo.

—Encierren a la Reina Alicent en sus habitación, no saldrá a menos que sean mis ordenes.

La mujer quedó helada, mirándolo con incredulidad. Fue agarrada por los dos guardias, ambos tenían la mirada apagada se notaba la molestia que tenían por las acciones de Alicent hacia un pequeño cachorro indefenso.

La beta forcejeo, negándose a irse, pero se detuvo ante la mirada de muerte que le daba el alfa, no Viserys, era en persona lo que llamaban dragón humano, sería asesinada si seguía con esa actitud. Se sintió humillada, pero se negaba a morir por la mano de ese salvaje, bajo su mirada con resignación y vergüenza, sintiendo el rencor crecer contra Aegon, por el mocoso la estaban humillando.

Viserys se acercó a Aegon, acunando el pequeño rostro mientras lo examinaba, la rabia seguía incrustada. Decidió calmarse y respirar profundo ya que no le gustaría que los pequeños cachorros se ofuscaran por sus feromonas.

—Llamen al Maestre, que atienda a mi hijo—indico Viserys apartandose lentamente de Aegon, acaricio la pequeña mejilla con pesar—. He dejado al consejo en suspenso, pero debo regresar. Si hay algún inconveniente, Harwin, debes informármelo.

—Si majestad.

Viserys sintió una enorme pesadez cuando salió de la habitación, si bien quería quedarse y estaba preocupado para su desgracia era Rey, y no podría huir de sus miserables responsabilidades.

Aegon soltó un quejido ante las acciones del Maestre, la sangre había dejado de salir, su mejilla fue atendida con un ungüento, al menos Alicent, ya no estaría merodeando libremente en la fortaleza. El dolor valía la pena.

Aemond y Helaena, estaba sentados mirando con atención lo que hacía el Maestre, cuando Aegon se quejaba ñas mirada molestas las recibía el hombre.

Cuando terminaron de atenderle, Aegon se bajo de la silla y avanzo hacía sus hermanos con una sonrisa confiada tratando de transmitirles que estaba bien. Acaricio la pequeña mejilla de Aemond, dándole un beso en la frente, acción que fue una sorpresa para el infante. Nadie hacia eso, Aegon era el primero en brindar ese tipo de cariño a su hermano.

—¿Podrían traernos galletas y leche?

Una de las niñeras asintió, abandonando la habitación para cumplir con su deber. Las otras dos cuidadoras se mantenían al pendiente, pero sin interrumpir el momento de los tres niños , Harwin miraba la interacción con curiosidad.

Aegon volteo hacia el alfa, dándole una pequeña sonrisa agradecida. Corrió hacia Harwin agarrando su mano, invitándole a acercarse a sus hermanos, los otros dos niños le siguieron el juego, tres infantes estaban encima del guardia.

Las siguientes semanas eran tensas, Viserys seguía tratando o al menos hacia el intento por hacerse a él, no se apartaba de sus hermanos por lo cual el Rey, estaba en la obligación de compartir con los tres, aunque no supiera como manejar a tres niños.

Harwin, se había convertido en su Guardián. Al igual que la joven cuidadora que siempre se mantenía fiel a él, Rose; así le había llamado ya que ella no le gustaba su verdadero nombre.

Sabia por rumores sobre el regreso de su tío Daemon, no me gustaba el alfa. Había asesinado a su hermano, Aemond… seguía siendo un cachorro ¿Evitaría el accidente qué le arrebatará su ojo? Aegon, estaba decidido en intervenir. Si debía ganar el favor de Daemon, lo haría discretamente y con paciencia, lo haría por sus hermanos.

Camino observando con atención los pasillos, la falta de aforos y vida era totalmente desagradable. Su mamá Rose, jamás le gustaría ese tipo de estilo… la extrañaba, por ellos su cuidadora se llamaba igual que su amada madre.
Aegon, se aseguraría de convencer a Viserys, sobre decorar esos sombríos pasillos con pocas decoraciones insípidas que daban vibra de castillo embrujado y abandonado a la fortaleza.

Abrió la puerta de la sala del trono, Viserys estaba leyendo un mensaje y al oír los pasos de Aegon dirigió su atención al menor, se levanto con una pequeña sonrisa para recibir al cachorro en un abrazo. Lo levanto dejando parte del peso en sus caderas, agrandando levemente aquella sonrisa que poseía su rostro.

—Hola, pequeño cachorro. ¿Cómo te ha ido en tus lecciones?

—Muy bien, los Maestres son muy buenos enseñándome, la biblioteca es muy hermosa, me gustan los libros.

—¿Es así? Creo que deberías enriquecer ese viejo lugar ¿deseas más libros? Los comerciantes estarán aquí dentro de una semana con nueva mercancía entre ellos libros con maravillosas historias, si gustas los comprare.

—Por favor…

Le interrumpió la entrada inesperada de cierto alfa, el cabello recogido de Daemon, fue lo que llamó su total atencion; hermoso y guapo, la belleza de Daemon, era digna de un Alfa Targaryen, superando a la de Viserys. Viserys tenía cierto cuerpo delgado y delicado, pero los pocos años de adultez apenas conservaban lo que antes era de adolecente. Daemon, por otra parte seguía teniendo una belleza atractiva y llamativa.

—Daemon.

—Viserys.

Aegon sintió la tensión y lo amenazante de ambos hermanos, se removió incómodo sabiendo que lo que se aproximaba no sería nada fácil. Era reconciliación o más desacuerdo y pelea.

Chapter 2: ❝HERMANO MAYOR❞

Summary:

SOBREPROTECCION. UNA UNIÓN ENTRE HERMANOS, DEBER EN PROTEGERLOS.

Por ello naces primero, los hermanos mayores velan por los menores y aunque creas que es tarde, aún tienes tiempo para enmedar las heridas qué alguna vez les hiciste por tu ignorancia sobre ello.

Chapter Text

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《La sonrisa maternal fue un pequeño regalo dado por la divinidad, con la promesa silenciosa de un permiso; tenia la oportunidad de cambiar el desdichado destinado de sus hermanos menores.》

—Papá, ¿Puedo irme?

Viserys bajo a Aegon, observando como el más pequeño pasaba a lado de Daemon, deteniéndose. Los dos Targaryen mantuvieron sus miradas brevemente, la curiosidad era visible en Daemon mientras que en Aegon, era brillo de desprecio y temor invisible para el alfa.

Daemon se cruzo de brazos con aburrimiento manteniendo su postura defensiva, dispuesto a defenderse de las palabras afiladas que a veces le decía Viserys. La conversación sería totalmente larga o breve, ambos como los hermanos tercos que eran no dejaban de retarse de forma directa o indirecta.

Aegon troto, no era rápido así que para Harwin y Rose, no le era difícil seguirlo. Quería llegar lo más pronto a la "guardería" sus pequeños hermanos, estaría ahí con la vigilancia de los otros dos guardias que le había brindando Viserys.

Al llegar abrió sus brazos, sintiendo los dos pequeños cuerpos chocar con el suyo. Ambos infantes reían animados, Aegon les había prometido pasar las tardes en el jardín ya sea tomando Té o jugando, también se daban el tiempo de acostarse en el suelo mirando las mariposas.

Viserys le había prometido a Helena un jardín para las mariposas, en el mismo estaría las rosas que tanto le gustaban a Aegon, un regalo para darles el gusto a los dos. Aemond, era un niño energético, es suficiente tener el permiso de salir cada tarde para distraerse, un regalo individual para su hermano sería más adelante; eso le había prometido Viserys.

—Vamos.

Helaena corrió a los rosales, muchas mariposas revolotearon danzando alrededor de la niña, Aemond le siguió con pequeños pasos torpes, en sus pequeñas manos tenía un dragón de madera. Aegon los observo con una sonrisa, satisfecho de la felicidad y tranquilidad de sus hermanos menores, junto sus manos jugando con los dedos, estaba algo nervioso e inquieto por el ambiente tenso que dejó atrás con Viserys y Daemon.

Cerró los ojos tratando de analizar su sueño, una conversación con Syrax; diosa gobernante, esposa de Balerion. Al parecer su sangre le estaba permitiendo el consejo de la deidad, creyó que aquello había sido prohibido a los Targaryen, ellos como descendientes de la sangre Valirya, les habían fallado a los dioses al aceptar los de Antigua. Era sospechoso, pero estaba dispuesto a tomar esa oportunidad.

Syrax fue amable, la diosa era maternal y ella quería que fuera feliz según sus palabras. Entonces ¿por que dejaría pasar esta oportunidad?

Los pasos de dos personas atrás suyo le asustaron, de inmediato se dio la vuelta encontrándose con Rhaenyra y Laenor. Ambos alfas estaban curiosos como si Aegon y sus hermanos, eran los más interesante en esos días.

El hinchado vientre de Rhaenyra era muy visible y llamativo, su hermana llevaba prendas grises con tonos azules y detalles rojos, dando honor a los Velaryon y Targaryen. Su embarazo hacía resaltar las facciones de la joven, Rhaenyra acariciaba su vientre mirándolo con un brillo desconocido en su mirada.

El próximo nacimiento de Jacaerys, le recordó la exitencia de su pequeño hermano Daeron, Aegon estaba seguro que el anuncio sobre el embarazo de Alicent, estaba a la vuelta de la esquina. Una pequeña vida que tenía por proteger de la loca necesitaba tener a Daeron bajo su protección, no quería que el pequeño ser no nato fuera manipulado en un futuro y se convierta en él; un mata sangre.

Apretó las manos, sintiendo la ira e irritación burbujear desde su núcleo, su claro rechazo a la beta sería muy fácil de ver si no se controlaba. Su claro instinto sobreprotector amenazaba con salir al igual que enseñar los colmillos, cosa que no debería ocurrir hasta su presentación como omega.

El acercamiento repentino fue notable en los movimientos de Rhaenyra, Aegon retrocedió tenso. La Alfa se detuvo con una mirada lastimada, en el pecho de Aegon, se posó un sentimientos desconocido como si se arrepintieron de hacerla sentir mal.

Helaena y Aemond, se aferraron a sus costados mirando con ojos grandes a los dos alfas, los pequeños cuerpos estaban rígidos como si quisieran llevarlo lejos y evitar algún accidente, Alicent les había dejado malos recuerdos... esa reacción no sería fácil de quitar cuando conocieran a nuevas personas.

Las feromonas de Rhaenyra se sintieron el aire, cerezas con una mezcla dulce de leche y miel. El aroma delataba su estado, avisando que estaba más cerca del parto. Rhaenyra aún con su estómago grande se agacho al altura de los tres niños.

Tenía una sonrisa tímida y confiada como si estuviera segura de algo desconocido para Aegon.

—Mis pequeños hermanos, ¿Me quieren acompañar a comer pastelillos y té? —ofreció Rhaenyra, con un pequeño temblor en su voz—. También habrá leche y miel...

Helaena y Aemond, se adelantaron siendo tentados con facilidad por los bocadillos que ofrecía Rhaenyra, Aegon no tuvo más opción que aceptar aún con desconfianza. Puede que Rhaenyra jamás les haya hecho nada en su primera vida, pero nunca les presto alguna pisca de atención. Este acercamiento repentino le hacía sentir incómodo y asustado.

Rhaenyra le había tendido la mano, Aegon con cautela la tomó. Sus dos hermanos había agarrado a Laenor, el joven estaba perdido, pero acepto la cercanía con una sonrisa animada.

Caminaban en una conversación donde todos estaban participando menos él, estaba demasiado distraído en estar alerta como para darse el lujo de discutir si los pastelitos de fresas eran más ricos que los de limón o viceversa.

—¿Qué opinas Aegon?

—¿Disculpa?

Aegon miro de reojo a sus cuidadoras y guardias ir tras ellos a una distancia prudente. Harwin, era el más cercano, iba detrás de Laenor, quien tenía a sus hermanos.

—¿Qué pastelito te gusta más? ¿Los de fresas o limón?

—Los de manzana y mora, son los mejores.

—¡Egg, los de fresas son más ricos! —reclama Helaena con un puchero.

—Los de limón son más deliciosos.

Laenor ladeo la cabeza mirando a Rhaenyra, con una sonrisa divertida.

Las risas comenzaron al igual que los pequeños reclamos y bromas, Aegon se relajo al ver la alegría de sus hermanos nuevamente. Cerró los ojos mientras avanzaban por los pasillos tratando de confiar en el agarre de Rhaenyra, que le guiaba camino a la sala de té donde se reunía frecuentemente con Viserys.

El ambiente cayó en picada, la calidez se había ido con mucha facilidad, Rhaenyra se detuvo y eso hizo que Aegon, abriera los ojos. Sintió un escalofrío ante la mirada de Alicent, detrás de ella estaba Sir Criston. Ambos parecían dispuesto a dar comentarios sin delicadeza.

Ante el primer paso dado por la Beta, un gruñido le detuvo a dar más. Rhaenyra y Laenor estaban cubriendo a los infantes, Harwin tenía un firme agarre en mango de la espada. Los otros guardias estaban listos para intervenir si algo más ocurría.

Rhaenyra, sintió sus colmillos picar y la molestia de su alfa interno ante la presencia de Alicent, aún recordaba con bastante claridad el relato sobre cómo la beta, había golpeado a Aegon. Si se fijaban bien, la mejilla todavía tenía un hematoma, casi por desaparecer, pero era un recordatorio del poco corazón de Alicent. Ninguna madre lanzaría a su hijo por las escalera o le golpearía hasta hacerle sangrar la nariz.

—Será mejor que se controle, Princesa—advirtió Alicent con el mentón en alto—. Le recuerdo a quien le gruñó es la Reina y madre de Aegon, usted no-

—Es mejor que te mantengas con la boca cerrada, Hightower.

Las feromonas hicieron escogerse a Alicent, la voz fría y potente de Daemon, la hizo ceder. Cole, estaba igual. Detrás de Daemon, habían tres guardias y la promesa de Viserys, resonó en la mente de Alicent. Nuevamente sería humillada frente a la persona menor oportuna, la rabia creció y fulmino a Aegon.

—Llévense a Hightower a sus habitación y avísenle al Rey, sobre la desobediencia de su esposa ante su autoridad, Criston Cole deberá irse con la caballería para cuidar las puertas exteriores de la fortaleza, tiene prohibido tener comunicación con la reina.

Las órdenes fueron acatadas, antes de que Aegon las presenciara. Daemon, le tapo la vista a Alicent, mirándolo fijamente para luego dirigir un breve saludo a Rhaenyra.

—Ha pasado mucho tiempo, tío.

—Lo mismo digo, Rhaenyra. Al parecer ya te llenaron de un mocoso—Daemon observo a Laenor, con una sonrisa ladina—, felicidades.

—Gracias.

—¿Quieres acompañarnos tio?

—No, debo instalarme en la fortaleza nuevamente. Viserys, ha decidido por fin, el maldito ciego a nombrarme su mano—Daemon rodo los ojos—. Estaré ocupado, hagan sus travesuras sin mí.

Daemon se alejo tratando de memorizar el rostro que vio en sus sueños, por unos momentos pensó... que el hijo de su hermano, Aegon, era aquel joven de ojos dorados. Se sentía molesto, necesitaba sacar todo el enojo; un buen entrenamiento le ayudaría bastante.

El desayuno al día siguiente fue extraño para Aegon, su padre no los había esperado solo. Daemon, estaba en la mesa hablando con él. A la hora de comer el alfa no le quito la mirada encima haciendo que Aegon, se sintiera intimidad por su presencia, sus hermanos no parecían notar su ánimo así que siguieron hablando con Viserys, sobre insectos y dragones.

Tuvo que separarse de Helaena y Aemond, ya que le tocaban sus clases, dio toda su atención a la lección dispuesto a ser un buen príncipe. En su primera vida ignoraba y se la pasaba de perezoso, sin importarle como su falta de aplicación traería rumores, pero ahora no estaba dispuesto a dar su versión más mediocre, necesitaba darle un buen ejemplo a sus hermanitos.

Al terminar, salio dando un bostezo. Harwin le miraba divertido, Aegon ignoro al alfa comenzando a caminar por la fortaleza, viendo como los sirvientes hacían sus deberes y los guardias en cada cierta esquina cuidando de los pasillos.

Ingreso a la guaderia, dejando que Aemond y Helaena se colgarán de él, sus hermanos tenían determinación en sus ojos haciéndole sentir inquieto.

—No queremos a la reina Alicent, hermanito.

—Ella es mala, no te ha tratado bien, no la queremos siempre te ha pegado.

—Ella es como la bruja mala que sale en nuestros cuentos, debemos apartarnos de ella.

Esa opinión muy peculiar para una niña con la edad de Helaena, Aegon sonrió incomodo, no quería que sus hermanos tuvieron rencor en sus corazones y si eso era soportar a Alicent, estaba dispuesto hacerlo, pero no dejaría a sus hermanos con la demente.

—Es nuestra madre, no deben despreciarla, esta mal...

Los dos niños se negaron a escucharlos haciendo sus propios acuerdos y promesas entre ellos, una de ellas era mantener alejado a Aegon, de Alicent y protegerlo. Aegon sentía que sus hermanos leían demasiados cuentos para ser verdad.

Unas dos semanas después Aegon, había comenzado una pequeña rutina, las mañanas eran el desayuno con su padre y Daemon, la tardes luego de sus lecciones se dividían entre ir al jardín de rosas o tener una tarde té con Rahenyra y Laenor a veces también estaba Viserys acompañándolos. Luego de la tarde juegos, sus hermanos tomaban un baño con agua tibia para luego tener una pequeña siesta, en ese lapso Aegon tenía tiempo de completar sus deberes.

Las cena venía después a compañía de la mayoría de su familia, Laena al igual que Rhaenyra estaba embarazada. El embarazo de Alicent, ya había sido informado y la mayoría de la corte lo sabía, pero a pesar de eso tenía prohibido salir de sus aposentos, Aegon celebrara esa felicidad en silencio.

Habían pasados dos semanas luego del encuentro con Alicent, completando un mes y medio desde su regreso a esa vida y ya quería irse, trataba de contar hasta diez, su paciencia estaba casi al límite. Sus hermanos se aferraban a él cual peluche, no querían dejarlo ir a sus clases.

Le habían hecho berrinche a las niñeras, las pobres tenían la cabeza gacha avergonzadas. Aegon estaba seguro que Harwin trataba de mantener neutral, pero estaba a punto de reírse a carcajadas.

Aegon se separó, regañando con la mirada a sus dos hermanos, los benditos niños le estaban haciendo ojitos de cachorro pateado. Los condenados sabían que Aegon, era débil y cedía fácilmente si se lo pedían con esos ojitos.

—Después de mis lecciones regresaré, luego iremos con papá. El nos espera ¿entienden? Deben hacerle caso a sus niñeras.

Los dos niños asintieron haciendo pucheros, Aegon suspiro dándoles besos en la frente, despidiéndose.

—Si te ríes, le diré a Rhaenyra.

Harwin carraspeo dándole una pequeña sonrisa, iban caminando directo a la biblioteca.

—Lo siento, alteza. Pero es divertido ver como los pequeños príncipes tratan de mantenerlo a su lado.

—Son peores que las garrapatas, aunque no me disgusta.

Abrió la gran puerta mirando directamente a Harwin, el alfa dio una reverencia para retirar entendiendo su mensaje, debía cuidar a sus hermanos desde las sombras.

El Maestre le esperaba paciente, Aegon sonrió cordialmente tomando asiento; mirando con disimulo el movimiento de las septas a su alrededor.

Al salir se topo con una sonriente Rhaenyra, la alfa debía estar deambulando por ahí cumpliendo sus tareas como la princesa heredera; la saludo retirándose del lugar con la mirada vigilante de la heredera encima suyo.

Entro a la guardería, tomando las manos de Helaena y Aemond para caminar de forma rápida a la sala de trono, iban tarde y su padre siempre media el tiempo, si no... mandaría más de un guardia a buscarlo temiendo que les haya pasado algo.

Justo al terminar de pensar eso, Viserys estaba hablando con dos guardias y al verlos su mirada se suavizo. Despidió a los soldados abriendo sus brazos, Helaena y Aemond corrieron hacia él a diferencia de Aegon quien se acercó con tranquilidad.

Rhaenyra se sentó en el sillón, mirando por la ventana el hermoso dia, Laenor estaba en su escritorio escribiendo reportes y cartas para su padre; Corlys Velaryon.

—Algo te preocupa.

Laenor no estaba preguntando, solo confirmaba lo que ya sabía.

—Quiero acercarme a Aegon, pero cada vez que lo intento es como si existiera una pared invisible que lo impide. Ya he intentado todo, Laenor.

—Debes tener paciencia, no te has relacionado con tu hermano por seis veranos y es comprensible, conocer y ser cercano a alguien lleva tiempo y esfuerzo; ha pasado por situaciones difíciles. Es obvio que tendrá algo de desconfianza—dijo Laenor, con tranquilidad—Aunque debo admitir que su mirada no es común, es como si su alma fuera vieja; Alicent Hightower lo ha lastimado mucho...

Rhaenyra gruño, sintiendo la impotencia sobre el tema.

—Me arrepiento... debí darme cuenta, así habría evitado el sufrimiento a temprana edad de Aegon, esa mujer es un monstruo...

—Hay tiempo Nyra, aun no es tarde.

—Espero que tengas razón... ojalá pueda sanar esas heridas...

La semana no iba terminar como Aegon, quería. La tensión era demasiado notable en la mesa, el apetito terminó desapareciendo. Alicent, según palabras del maestre, necesitaba estar cerca de Viserys. El bebé exigía la presencia de su padre, si no estaría debilitando a la madre; el remordimiento por celebrar el encierro de Alicent, llego como una cachetada. Daeron había necesitado a Viserys, desde el principio del embarazo por ello a la ausencia de su padre en la mayoria del embarazo habia debilitado tanto Alicent como a Daeron.

La mujer estaba a unos días de dar a luz, se notaba demasiado. El tamaño era demasiado pequeño, ya habían pasado los ocho meses, Aegon temía que Daeron, muriera al nacer. En esa época y con la poca medicina adecuada, su hermano tenía ese riesgo, el no quería ese destinado para su hermanito.

Esa misma noche pidió y rogo a Syrax escucharle, quería hablar con ella, pedirle la supervivencia de su hermano y una buena salud. Incluso lleno de temor oro a Balerion, suplicando al dios.

Lo que no sabía, era que sus oraciones hicieron llamar con fuerza la fuente en el centro del palacio, Balerion sonrió satisfecho mirando con impresión a su esposa; Syrax estaba incomoda por la miradas de Vaghar, pero satisfecha del pequeño que eligió cuidar.

Tomo en cuenta la petición, enviando en el sueño de Aegon, una mariposa dorada revoloteando alrededor de un bebé con cabello plateado y ojos morados. La vida rebosaba en la mirada de aquel cachorro, fue ahí que el alivio y alegría hicieron llorar a Aegon, su hermano estaría bien.

La reina había despertado el castillo ante sus gritos. El labor de parto se extendió, durante diez horas la mujer pujaba y resistía, negándose a darse por vencida y ser abierta como cerdo para el matadero.

Viserys se negó a permanecer en el proceso, temiendo su impulsividad y decidir abrirla como así lo hizo con Aemma, por consejo de los lores.

Aegon había tratado de mantener su rutina, pero era ciertamente interrumpida en cada pregunta y noticia que hacían los señores a Rhaenyra o Viserys, incluso su padre no se había presentando a hora del té al igual que Rahenyra. Daemon fue el único que los acompaño, sus hermanos seguían jugando o aprendiendo, ignorando que Alicent, tenia cierta dificultades en el parto.

Ya en la madrugada con la mayoría de la familia real esperando noticias, el pensamiento de tener que avisar al pueblo llano y corte real sobre la posiblemente muerte de la reina y príncipe, corría por las mentes de Viserys, Aegon y Rhaenyra.

Antes de que la tensión pudiera ser cortada con una tijera, el llanto fuerte y claro de un recién nacido se escucho como una dulce melodía. Los presentes se relajaron, Aegon sonrió aguantando las lágrimas agradeciendo mentalmente el regalo de Syrax y Balerion.

Un de las parteras salió, sonriendo con un pequeño bulto. Había sangre, normal en los partos, el bebé daba pequeños hipidos.

De inmediato Viserys, se acerco dejando que la emoción de su alfa interno le guiara; sin embargo, no mantuvo a la cría en sus brazos por mucho tiempo, inesperadamente se lo dio a Aegon, la sala había quedado en un inmenso silencio. Expectantes ante la reacción de Aegon y la repentina acción del Rey.

Aegon, no sabia cuanto tiempo cargo a Daeron, sus ojos jamás se apartaron de la pequeña criatura. Daeron, había dejado de llorar, mirándolo sorprendido y una atención absoluta a él.

Al movimiento de Daemon, de inmediato gruño acercando a la cría contra él, Viserys estaba ausente. Se sentía amenazado inexplicablemente, Helaena y Aemond, estaban mirando a Daeron, con curiosidad.

Daemon retrocedió, alzando las manos demostrando que no quería amenazar a Aegon, retrocediendo lentamente a la atenta mirada del menor. Sonriendo levemente al reconocer ese comportamiento, Aemma fue igual cuando nació Rhaenyra, al parecer su familia tendría nuevamente a un omega.

Rhaenyra, jadeo sorprendida. Laena, estaba igual, no creía lo que pasaba en frente suyo. Daemon haciéndole caso a un niño el cual solo gruñía. El comportamiento casi dócil era difícil de creer. Laenor incluso abrió los ojos sorprendido, tenia la boca ligeramente abierta de la sorpresa, pero de inmediato la cerro admirando el agradable comportar de Daemon que era un alfa respetando a un futuro omega.

Los ojos de Rhaenyra, brillaron con admiración. Recordando perfectamente las palabras de su madre: "Los omegas siempre serán sobreprotectores con sus cachorros recién nacidos incluso un omega protegería el cachorro ajeno por falta de algún progenitor, nuestro tipo de comportamiento se presenta en una tierna edad, Rhaenyra"

Viserys, regreso observando la situación impresionado, pero satisfecho por el comportamiento de su hijo. De acuerdo ciertamente con su alfa de dejarle el pequeño recién nacido a su hijo.

—Alicent, esta débil, aunque al menos lograron estabilizarla—informo sin mucho interés—. Daeron, ha nacido sano, pero es mejor que el Maestre le revise, Aegon—incido a su hijo, dándole una señal de que le diera al cachorro, sonrió al ver cómo le estudiaba; decidiendo si era digno de cargar a la cría—. No le hare daño, deseo su bienestar, por favor, Aegon.

Aegon, termino cediendo, entregándole el pequeño bultito con olor a leche, característico de los cachorros. A regañadientes se retiró del lugar con sus dos hermanos siendo alzados por Harwin y Rose.

—Me daré un baño, arrópenlos. Descansaran las horas necesarias.

—Como usted desee, alteza.

—Si, príncipe.

Aegon, se quito la camisa de seda llena de sangre, Daeron se la lleno cuando lo apego contra él, en su acción repentina. No entendió aquel impulso, demasiada adrenalina cuando cayo en cuenta que Daemon, pudo haber usado su voz de mando ante su actitud.

El Aemond, de su primera vida lo había usado con él. No fue una experiencia agradable, esa vez su hermano demostró fácilmente su arrepentimiento para después ignorarlo como siempre lo hacía. Si eres un beta, la voz de mando te afecta menos que a los omegas, esa vez Aegon lloro al sentirse realmente vulnerable y amenazado sin algún alfa que defenderlo.

Su hermano no contaba, era claro la diferencia entre ellos. Aemond, jamás lo defendió usando su estatus de alfa o lo veía como alguien de su manada y si lo llegaba a defender, lo hacia porque Aegon, era el mayor o el Rey, para no tener problemas con Alicent.

Su primera vida era una verdadera mierda, totalmente deprimente y desgraciada.

La sangre jamás fue agradable, los recuerdos de los cortes que alguna vez se hizo con el trono de hierro no eran agradables por recordar. Tampoco los gritos y la sangre que alguna vez arrebato de los cuerpos inocentes de la gente.

Aegon, limpio con brusquedad la mancha roja contra el agua, apretando los labios molesto e ignorando las lagrimas acumuladas en sus ojos.

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NOTA;

Este capitulo fue reeditado este año, con una mejor narración y mas detalle que no tenia desde el año 2023 por mi inexperiencia, pero ahora que se me ha dado la oportunidad lo hare.

La historia puede ser posiblemente eliminada y como medida de precaución esta publicada en Inkitt con su segundo capítulo en estos momentos ya reeditado.

Los separadores se están realizando con la ayuda de mi amiga, ella siempre escucha en primera fila las ideas y escritos de todas mis historias y más la de Aegon, ya que fue la primera en saber que escribía esta historia.

PERFILES:

INKITT: Linny_1

WATTPAD: Linny-1

TIK TOK: Linny_.1

Publicado en Inkitt: 10/04/24

Publicado en Wattpad: 12/07/23

LINNY-1

Chapter 3: ¿INSTINTO OMEGA?

Summary:

"Deberías comenzar acostumbrarte al ritmo de esta historia, pequeño Dragon Dorado.
Sigue adelante, avanza y prospera; se sabio y no imprudente."

Chapter Text

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Los arrullos se escuchaban incluso afuera de los aposentos reales del príncipe Aegon, el tatareo comenzaba a relajar en sobremanera a los guardias fuera de la habitación. Lo único que los mantenía sin tambalearse o caerse del sueño era la presencia de Harwin.

El alfa se mantenía erguido con una pequeña sonrisa por el olor a cachorros que desprendía el cuarto, se sentía a gusto al saber que estaban a salvo. Su alfa interno como todo un sobreprotector movió con felicidad sus extremidades al escuchar las nanas porque sabía que Aegon, se encontraba feliz y relajado.

Los cuatro príncipes no estaban en peligro.

Los príncipes Helaena y Aemond, estaban con su hermano mayor y el pequeño integrante de la familia real estaba protegido con sus hermanos mayores a su alrededor.

Aegon, tenía en sus brazos a Daeron, el recién nacido miraba con curiosidad el rostro del menor. Helaena y Aemond, jugaban en el suelo sentados en la alfombra con sus dos cuidadoras.

Viserys, le permitió a Aegon, mantenerse en sus habitaciones hasta que la situación con Alicent, se calmara. La mujer estaba totalmente fuera de lugar después del parto, exigiendo e insultando a Aegon. Lo culpaba en pocas palabras sobre no tener a Daeron, con ella.

La inestabilidad y el temperamento de la Beta, era la verdadera razón por la cual Daeron, estaría al cuidado de Aegon de ahora en adelanto, por supuesto que Aegon, no haría todo el trabajo.

Rhaenyra se había encargado de elegir la nodriza y dos niñeras como apoyo. Rose, se mantenía en silencio, expectante por si Aegon, llegara a necesitar de su asistencia.

Daeron, le recordaba a Jahaerys cuando apenas había nacido. Pequeño y frágil, tenían el mismo cabello plateado y ojos morados, el niño que había tenido en brazos de primero cuando Helaena, le dio a luz. Jahaerys, era su pequeño mimado; el niño que jamás logró tener como suyo porque era el hijo de Aemond, no de Aegon.

Sabía que la muerte de ese pequeño había terminado con su poca estabilidad mental en su primera vida. Oh, Helaena, la pequeña que en estos momentos jugaba con Aemond al dragón y la guerrera, había sufrido tanto que se suicidó... Aegon, se sentía inútil.

Aguanto las lágrimas nuevamente y le sonrió a Daeron. Se apartó para mirar a la Nodriza, dándole permiso para alimentar a su hermano.

—Alimenta bien a mi hermano.

La nodriza asintió mientras se destapaba el pecho, Aegon apartó la mirada, no deseaba ver los senos de un dama. Además, necesitaba estar al pendiente también de sus otros dos hermanos, no quería que fueran celosos con Daeron, Aegon había visto muchos casos así en su segunda vida.

Su segunda vida... Aegon, extrañaba a su madre y padre, Ethan y Rose. Hubiera dado hasta su propio riñón con tal de conocer a su hermana, el pequeño ser humano que apenas tenía tres meses en el vientre de su madre.

Aegon, sabía que la pequeña niña que nacería y jamás conoció, tendría todo el amor posible porque ella sería la nueva estrella brillante de sus dos padres, ella sanara la herida que Aegon, dejo al morir.

Harwin, entró a la habitación dando una reverencia, atrás suyo estaba un silueta que Aegon, conocía bien. Daemon, esperaba ser anunciado, una actitud extraña que Aegon, no comprendía. El hombre, se estaba comportando de esa forma después que él, le gruñera cuando cargo por primera vez a Daeron.

—El príncipe Daemon, desea pasar, alteza.

—Que lo haga—acepto Aegon.

Harwin dio un paso atrás dándole espacio a Daemon, luego salió por la puerta para seguir cuidando.

—Aegon.

—Tío Daemon, ¿Cómo has estado? He escuchado que Lady Laena, tiene ciertas molestias...

—Los Maestres dicen que el parto estaba cada vez más cerca, lo cual sus molestias son normales —contestó Daemon, mirando a Helaena y Aemond—. Y yo me encuentro de maravillas.

—Me alegro oírlo... ¿Puedo preguntar a que se debe su visita?

—¿Tengo prohibido visitar al segundo príncipe?

Aegon, tembló. Alerta ante el rostro de Daemon, todavía se mantenía con una expresión neutral, pero el tono de voz demostraba otra cosa.

—Curiosidad, tío. Es meramente curiosidad...

—¿No irás a tus lecciones? Los maestros me han informado tu ausencia, aunque Viserys, no planea exigirte a diferencia de mí. No te huyas de tus deberes, tienes muchos ojos puestos en ti.

Aegon, sabía el mensaje. Entendió perfectamente la advertencia disfrazada.

Rumores.

La gente era venenosa, peor que una víbora, Daemon le ahorraba escuchar el chisme de los labios de la servidumbre, pero eso no evitaba la lengua filosa de Alicent, quien era la que provocaba tal revuelo.

—Lo liebre, mis lecciones empiezan dentro de media hora, gracias por tus palabras tío.

—Viserys, te espera a la misma hora para tomar el té. Nos vemos Aegon.

—Ten un buen día...

Daemon, dio la vuelta mirando fijamente a la nodriza, la joven se movió nerviosa con las mejillas rosadas. El alfa, sintió asco por la reacción, a veces las mujeres eran muy diferentes a como cualquier hombre se las imagina, obviamente se había percatado de la mirada coqueta que le daba la nodriza y en respuesta de Daemon, solo recibió una de repulsión y asco, estaba casado.

Tal vez en su juventud fue todo un lujurioso, pero ahora no tenía deseos o ganas de faltar a su matrimonio.

—La próxima elige bien al personal Aegon, la falta de profesionalidad es totalmente indignante y es peor cuando hay descaro donde te faltan el respeto.

Aegon, miró fijamente a la dama. La ira fue notable en su expresión, ya solos en su habitación movió su cabeza a Rose.
Su dama, fue de inmediato y tomó a Daeron en sus brazos, la nodriza se arrodilló nerviosa, tapándose con una velocidad impresionante, ella temblaba.

—Mi hermana te eligió-

—¡Perdóneme alteza!

—¡Silencio! —Aegon, avanzo hasta al frente de la mujer—. No me interrumpas—ordeno con los dientes apretándose con fuerza después de hablar—. No soy igual de benévolo que mi hermana, tu comportamiento fue notable para todos, un comportamiento totalmente irrespetuoso; separa lo personal con tu trabajo—dijo Aegon con enojo—. Serás despedida, no habrá más discusión y espero que para la próxima sepas tu lugar. ¡Harwin!

La respiración agitada de Aegon, fue lo que se escuchó ante el silencio que se formó. Levanto en alto su mentón mirando de reojo a las dos niñeras de Daeron, las jóvenes bajaron la mirada al notarlo.

—Quien no sepa su lugar trabajando para mí no dudare en sacarlo de la fortaleza. Vienen por trabajo, por la necesidad, pero no aceptaré comportamiento irrespetuosos hacia mí o mi familia de la misma forma de descaro que tuvo esa mujer, ¿Entienden?

Las mujeres asintieron.

Aegon, por otra parte, se obligó a calmarse. Helaena y Aemond, le miraban con ojos grandes, la curiosidad era intensan en su mirada.

—Rose, cuida a mis hermanos —ordeno—. Debo ir con los Maestres, regresaré después de mis lecciones para tomar el té con papá—prometió a Helaena y Aemond.

Acelero el paso, sin esperar que Harwin, le siguiera. Aegon, podría soportar casi cualquier actitud, él sabía que jamás le agradaría al cien por cien a los trabajadores de la Fortaleza, pero otra cosa era el coqueteo e insinuaciones en frente de él y sus hermanos.

Sabe que Daemon, era atractivo para las mujeres. Era algo que no le interesaba, lo único de su interés era tener respeto y que nadie lo falte de la misma manera que lo hizo descaradamente la nodriza.
No se repetiría, tenía que asegurarse de ello.

—Príncipe.

—Diez centavos, Harwin.

—¿No cree que debería calmarse?

—Bueno, si no me lo dices, no lo sabría.

—Alteza...

—No quiero discutir sobre lo sucedido, hazme el favor y ve a cuidar a mis hermanos; si algo les pasa tiene el total permiso de descuartizar a esa persona.

Aegon, cerró con fuerza la puerta de la biblioteca. Saludando al aturdido maestre por su actitud, necesitaba leer o hacer una actividad porque estaba seguro de que explotaría si no lo hacía.

Camino cansado, atrás suyo estaba Rose, la mujer ya le había informado sobre la presencia de sus hermanos en el jardín con su padre. Se sentía cansado más de lo normal.

—Buenas tardes, caballeros—saludo a los guardias.

—Buenas tardes, alteza.

Antes de sentarse beso la mejilla de Viserys, recibiendo una pequeña risa de su padre, divertido. Daeron, estaba en brazos del mayor así que también aprovecho para darle un beso en la pequeña frente.

Helaena y Aemond, le daban miradas pidiendo la misma atención, lo hizo con mucho gusto, los dos niños estuvieron satisfechos.

—tío.

—Aegon, escuche que atendiste el problema con la dama.

—No dejaría pasar tal comportamiento.

—Como debe ser.

—Conseguiré otra nodriza —interrumpió Viserys, el intercambio llamando la atención de Aegon—. Hay muchas damas que necesitan el trabajo, serán revisadas y te mandare sus datos.

—Rhaenyra, es la encargada, papá.

—El que pasa la mayoría del tiempo con Daeron, eres tu cachorro. También debes revisarlo.

—Entiendo, lo hare minuciosamente.

—Perfecto, no esperes pequeño, necesitas descansar—dijo con una sonrisa Viserys—. Han hecho tus pastelitos favoritos.

Aegon, disfrutaba el té, escuchando la extraña conversación de Helaena, Aemond y su padre. Daemon, seguía observándolo de reojo dándole más atención a la que la misma platica, haciéndolo sentir incómodo.

El ambiente animado fue interrumpido por una de las dama de Rhaenyra, la mujer estaba agitada y emocionada.

—La princesa Rhaenyra, está en labor de parto.

Viserys, se levantó de golpe dejando a Daeron, con Daemon, el alfa estaba estático. Viserys, ya se había ido cuando Aegon, logró reaccionar y procesar la información.

—Por favor, deme a Daeron.

—Por supuesto...

Aegon, se despidió siendo seguido por sus dos hermanos y Rose, Harwin les esperaba tenso. Aegon, entendía su comportamiento, pero era mejor callar por ahora.

La madrugada había pasado lentamente, aún no recibían noticia alguna sobre Jacaerys, Aegon caminaba ansioso en su habitación, sus hermanos ya estaban dormidos; Daeron en su cuna a lado de la cama. Helaena y Aemond en esta misma.

—Por favor... escuchen mi oración, tengan la misericordia de escuchar este deseo, ayúdenla... ayuden a Rhaenyra en su parto, ella es una mujer fuerte...—susurraba Aegon, apretando sus manos—. Tengan piedad... por favor que Jacaerys, nazca sano y fuerte... escúchame diosa Syrax, escucha este clamor de este Targaryen, te lo pido dios Balerion... oigan mis oraciones... tengan piedad de nosotros....

El viento le hizo tener escalofríos, la helada presencia se sintió en sus espaldas, su respiración fue temblorosa.

—Se lo suplicó...

El fuego atravesó con rapidez sus huesos, Aegon, estaba seguro de que casi cae de rodillas al suelo. La visión de aquella llama dorada que estaba en la fuente por un momento desbordo, la sonrisa ladina de aquel con ojos ónix le hizo jadear.

Le habían escuchado.

Estaba seguro de que a lo lejos se escuchó el primer llanto a grito partido de un bebé.

Se dejó caer, tembloroso con una sonrisa.

—Gracias...

Rhaenyra les sonrió al entrar a su habitaciones, Aegon estaba seguro que el pequeño bulto era Jacaerys. Helaena y Aemond, se acercaban cautelosos llenos de curiosidad.

—Es pequeño —comento Helaena, mirando a Rhaenyra—, muy chiquito.

—Bonito —dijo Aemond—, igual a Daeron.

Aegon, callo observando fijamente los pequeños mechones plateados en la cabecita de Jacaerys. Targaryen, había ganado la genética de su hermana, Jacaerys tenía un pequeño parecido a Harwin, pero era casi la copia de su hermana... Aegon no sabía cómo describirlo.

—Es hermoso...

—Sí, pequeño, frágil y hermoso —admitió Rhaenyra—. ¿Deseas cargarlo, hermano?

¿Rhaenyra, le había llamado hermano? Aegon miró con duda a la alfa, pero en cambio recibió una sonrisa confiada y cálida.

Acepto a Jacaerys, el pequeño abrió sus ojos encontrándose con los suyos; morados, era el morado Targaryen, Jacaerys no sería acusado de bastardía. Aegon, sintió alivio ante tal pensamiento.

—Sus ojos... son de un hermoso morado.

Rhaenyra, observó cada movimiento, satisfecha por la delicadeza de Aegon.
Al salir, Harwin estaba rígido. Daeron, se movió mirándolo fijamente, casi se ríe en la cara de su guardia.

—¿Tienes pequeños problemas, Harwin?

—No, alteza... bueno, es que... no estoy acostumbrado.

—Bueno, ya te acostumbraras, dámelo.

—¿Los príncipes?

—Se quedarán con Rhaenyra y Laenor, ven caminemos.

Harwin, le siguió detrás, Daeron se relajó y comenzó a dormitar. Aegon sonrió enternecido.

—Jacaerys, se parece a ti...

—¿Disculpe...?

—Consigue aliados, entra a los círculos sociales, mantente firme como heredero—aconsejo con firmeza, sabiendo que los movimientos de Larys eran peligrosos—, así protegerás a las personas que amas y ese pequeño, no hablaré con nadie lo que se, mantendré la boca cerrada, pero has tu parte ¿entiendes?

—Lo entiendo...

La celebración por el primer vástago de la princesa Rhaenyra Targaryen y ser Laenor Velaryon, fue extendida hasta los lugares más lejanos de King Landing, Viserys, hizo un brindis en el pequeño banquete que decidió hacer ese mismo día en honor a su nieto.

Aegon aún recordaba la celebración que hicieron para Daeron, fue un poco más grande. Su padre no se había separado de su lado esa vez ya que Aegon, era el que sostenía a Daeron.

—¿Te diviertes? —preguntó Laena a su lado—. Has estado serio por un buen rato, pequeño sobrino.

—Estoy bien, pero me preocupa más mi padre, está bebiendo mucho, tía Laena —bromeo con lo último al igual que Laena—. Tío Daemon, ha comenzado a hacer lo mismo.

—Bueno, al menos no seremos nosotros quienes lo carguen.

—Harán el ridículo...

—Bueno, espero que lo escriban en los libros de historias. Sería gracioso que mis hijos encuentren relatos sobre lo ridículo de su padre en las fiestas.

—¿Desea tener niñas?

—Me encantaría, tal vez dos niñas y un niño.

Aegon, sintió las palabras como una patada, Laena... ella fallecía en su segundo parto.

—Aunque... Daemon, me expresó su deseo de tener su propio ejército de niños —dijo con algo de disgusto—. Prefiero tres niños... más hijos serían más responsabilidades.

—Creo que... tener tres hijos, estará bien...

—¿Verdad? Los tres pequeños tendrán nuestra atención por igual por ello pienso que es mejor.

—Sí, eso creo.

La conversación con Laena se extendió, llegando hablar sobre su hogar, la mujer lo extrañaba.

Viserys y Daemon, terminaron haciendo el ridículo. Viserys había vomitado por los pasillos cuando Aegon, acompaño con Harwin; quien, por cierto, había comenzado nuevamente a socializar con los jóvenes lores.

Daemon, según a palabras de Laena, había cantado y bailado. Repitiendo que la quería, hasta le pregunto si tenía esposo... le insinuó hacerse cargo del cachorro que tenía en su vientre, exigiendo saber quién era su esposo.

—Fue divertido, se cayó detrás del sillón cuando retrocedió haciendo berrinche ya que, según él, no le quería decir quién era mi esposo.

Rhaenyra se rio a carcajadas, Aegon escondió su sonrisa detrás de la taza.

—¿Cómo va el pequeño Daeron? —Laena le miro fijamente.

—Muy bien, es un pequeño energético.

—Me han dicho que ha comenzado a gatear.

—No lo hace mucho, pero ya hay pequeños indicios.

—Oh, ya veo.

—¿No hay ningún problema en cuidar juntos a Jacaerys y Daeron, hermanito?

—No, me encantaría—contesto con timidez Aegon.

Estar presente en las reuniones del consejo era levemente incómodo, Rhaenyra estaba en su lugar escuchando con atención. Los meses habían pasado como un soplido y el día del nombre de Rhaenyra, estaba más cerca.

La cercanía que tenía con Daemon aumento, Laena después de dar a luz regresó a Marca Deriva, ya que extrañaba su hogar y madre. Daemon, no le detuvo, aunque estuviera en desacuerdo.

Oh, por si no lo dicho, Aegon se sorprendió cuando la única que nació fue Baela. Sólo una niña, no gemelas. La intervención de los dioses era cada vez más fuerte.

Aegon, decidió dejar ese tema para después.

Jugando con las manos de Daemon, trato de ignorar la pequeña discusión sobre el comercio entre los lores; su padre esperaba paciente al igual que Rhaenyra. Estaba sentado en las piernas de Daemon porque Viserys, tenía que estar libre y con más movimiento.

Sus manos eran demasiado pequeñas y delicadas comparadas a la de Daemon. Comparo el tamaño con total atención, dio un respingón cuando la más grande envolvió la suya.

Aegon volteo encontrándose con los ojos de Daemon, fijos en él. El alfa suavizo su mirada para luego tener su atención al frente, Aegon por otra parte siguió jugueteando para distraerse.

El aroma a hierro igual a la sangre llego a su olfato tensándolo, Daemon tenía su cuerpo realmente tenso y un gruñido broto desde su interior, Aegon tembló.

—¿Qué dijo? —preguntó Viserys, mirando amenazante a lord Lannister.

—Mi rey... usted sabe que la princesa Helaena o incluso el príncipe Aegon, deben comprometerse, sería una gran unión para conseguir grandes alizan-

Daemon, golpeó con fiereza  la mesa, callando las palabras del lord. Los ojos del Targaryen brillaron, enseñando un atisbo del color dorado y naranja.

Los ojos de Rhaenyra, estaban igual. La Alfa, estaba por enseñar sus colmillos, desde su pecho la vibración de los gruñidos sonaban por toda la sala, los nobles guardaron silencio con la mirada baja.

Porque incluso Viserys, les estaba ahogando con sus feromonas, sus ojos estaban totalmente dorados. El alfa interno del Rey, estaba a punto de lanzarse al pescuezo del Lannister.

Aegon, por otra parte se aferró a la ropa de Daemon, le era imposible controlar su temblor, le causaba repulsión el solo pensar que algún lord senil y aprovechado tocara a su hermana, su pequeña y hermosa Helaena.

La pequeña menor, dos años menor que Aegon, quien en esos momentos tenía ocho onomásticos después de su día del nombre. No lo permitirá, no dejará que Viserys, obligue a su hermana, primero muerto antes de permitir tal asquerosidad y atrocidad.

¿Le harán lo mismo a Aemond? Su adorable hermano, el niño que apenas era un año mayor a Helaena, el que fue totalmente alejado a las enseñanzas por el retorcido favoritismo que le tenía Alicent, el desarrollo de su hermano fue lento. Ahora, siendo más libre y sociable, igual a un hermoso dragón salvaje; Aegon, mataría para proteger su luz.

Quemaría todos los siete reinos, si sus hermanos eran obligados a tener un matrimonio infeliz lleno de tragedia y abuso.

Aegon, miró fijamente a Daemon, haciendo que el Alfa le regrese la mirada bajo la atenta atención de Viserys y Rhaenyra, le suplicó con la mirada, se obligó a sacar sus dotes de actor. Porque si era completamente necesario usar la debilidad de niño pequeño contra esos lores de para hacer que Daemon, caiga, lo hará.

—Será mejor que cuide sus palabras—advirtió peligrosamente Daemon—. No son más que cerdos buscando beneficio propio, no tienes ni siquiera el honor a insinuar una unión con mis sobrinos. Vuelves a mencionar tal espanto y no dudaré descuartizarte con Dark Sister para darte como refrigerio a Caraxes.

 

Daemon levantó a Aegon, con el mentón en alto se despidió de Viserys, abandonando la sala y tratando de controlar sus propias feromonas para no insultar a su hermano, sabia que Rhaenyra y Viserys, se encargarían de esos lores y sería peor. Porque aunque no lo parezca, a diferencia de su lado humano, los alfas internos de esos dos, eran más sádicos y crueles que el mismo Daemon, en su estado normal.

Daemon, fue comprometido a un tierna edad con una anciana, agradecía haberse divorciado de la mujer porque su matrimonio fue peor que la de caballo.

Jamás fue feliz en aquella unión, siendo acosado por la familia de la mujer un calvario mayor a que tus mismos enemigos te diera caza. Siendo un niño con una mujer mayor, era la peor decisión, Daemon se salvaba porque era Alfa, pero Aegon o Helaena... incluso Aemond... no lo permitirá.

Ese círculo vicioso tenía que romperse, eran Targaryen, nadie debería exigirles o mandarles sobre sus vidas u decisiones.

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NOTA RECIENTE:

1. Este capítulo fue reescrito por segunda vez.

2. Esta historia fue trasladada de Wattpad a Inkitt como precaución.

3. Ya tengo cuenta en Ao3, por si llega el caso de que te interese y sea más fácil la lectura, puedes buscar mi perfil. La historia se está trasladando igual en Ao3 como en Inkitt.

4. La publicación de esta historia con sus capítulos será al mismo tiempo en ambas aplicaciones y página; si hay el dado caso de que Wattpad la elimine. Solo se publicará Ao3 o incluso en Inkitt.

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Publicado en Ao3: 19/04/24

 LINNY-1

Chapter 4: ❝CONVIVIR ENTRE DRAGONES ❞

Summary:

«Quién diría que aquel Alfa, frío y distante. Encontraría la forma de darme consuelo, brindándome aquel confort que alguna vez desee; comenzamos a ser su debilidad, su familia. Es una dicha ser considerado parte importante de esta, es un tesoro invaluable.»

Chapter Text

 

 

TIEMPO DE TÍO Y SOBRINO.

 

Las decisiones desesperadas te guían a las consecuencias más catastróficas, una aceptación a tal invitación podría llevarlo directo a la muerte. 

 

Aegon, debió pensar mejor. No podría ser más imprudente, bueno, si podrá serlo. Pero en situaciones diferentes, donde su vida no estaría en juego o un gran dragón que es conocido por ser huraño se lo comería.

 

Es entonces que se atreve preguntar ¿Por qué acepto volar con El Príncipe Canalla?

 

Si bien Daemon, es conocido por... su "fechorías", aunque es imposible que le ordene a Caraxes, comerse a Aegon, ¿verdad? Estaría marcando su muerte, Aegon no cree que Viserys, le deje pasar tal atrocidad. 

 

Si volvemos a la pregunta anterior, Aegon no tendría respuestas a tal cuestión. Bueno, había aceptado para tener algo de tiempo con el alfa, escondiendo verdaderamente que lo quería de su lado, le aseguraría algo de seguridad para sus hermanos y menos odio hacia ellos.

 

Daemon, por otra parte, le pareció una gran idea volar con Aegon, así podría tener una relación familiar. Si bien Laena, se llevaba bien con el infante, el en cambio... casi no se relacionaba, excepto cuando Viserys, le mandaba a dar un mensaje a Aegon o decirle que era hora del té.

 

Si se acercaba a Aegon, vería los comportamientos de este y podría asegurar su futura casta. Un omega, después de tanto tiempo; Laena era una. La última omega adulta fue Aemma y años atrás había sido la Reina Visenya, ahora sería Aegon; el omega masculino que jamás nació en su familia luego de décadas, hasta que vio los comportamientos en el infante.

 

Un tesoro que debían cuidar y proteger; si caía en las manos de esos lores asquerosos... estaría tirando y faltando a sus dioses. Daemon, siempre leyó e investigo sobre los Valiryos, sus deidades que alguna vez favorecieron a los Targaryen, pero por culpa de la estupidez de sus bisabuelos perdieron la bendición y guía.

 

Daemon, evitaría hacer tal sandez.

 

Aegon, cerro los ojos al sentir el aliento caliento chocar con su rostro, Caraxes estaba demasiado cerca y los nervios eran inevitables al igual que su temblor. Respiro tembloroso y acercó su mano al hocico, apretando sus párpados. 

 

Esperando.

 

Podría quedarse sin mano o el dragón aceptaría sus caricias, lo cual es poco probable.

 

La sensación de dureza en su palma hizo que abriera sus ojos, tapándose con el gran hocico del dragón moviéndose levemente como si pidiera cual gato mimos. Río nervioso acatando la exigencia, Caraxes ronroneo.

 

―Le gustas.

 

Aegon asintió, ido por el dragón, claramente no era un sueño. Podría sentir el corazón y respiración de Caraxes, los susurros eran apenas entendibles, el dragón hablaba, pero no era audible ni para él.

 

―Es...increíble...

 

―Todo dragón, lo es. Cuando Sunfyre, crezca no perderás la oportunidad de estar con él, en el cielo.

 

―No lo dudo...―dijo Aegon, sonriéndole a Caraxes―. Son criaturas magnificas.

 

Daemon, sonrió discretamente, agarrando de la cintura al mas joven. Montándolo con una rapidez hecha de experiencia, antes había hecho lo mismo con Rhaenyra, no seria nada diferente con Aegon. 

 

Sujeto con fuerza al niño contra suyo, impidiendo alguna caída cuando Asciendan. Los temblores en el cuerpo de Aegon, llamaron su atención.

 

―No dejare que caigas, cachorro. Caraxes, tampoco.

 

El dragón gruño, como si el también asegurara lo que prometía Daemon.

 

Aegon grito eufórico, el viento choco con su rostro, el peinado que antes llevaba se convirtió en un desastre, pero eso no fue suficiente para eliminar la alegría que comenzó a sentir, rio escandalosamente cuándo Caraxes dio una vuelta.

 

Abrió los brazos, respirando el aire puro; nada compensaba la libertad que poseían los Targaryen al volar con sus dragones. La vibración y la risa de Daemon, lo sintió en su espalda. Compartió un grito emocionado con el alfa al caer en picada, las alas de Caraxes salpicaron el agua del mar.

 

Aegon sonrío con sinceridad a los dragones que volaban a su lado, Sasmoke y Syrax, rugieron avisando su compañía. Laenor, grito alzando los brazos. 

 

― ¡UNA CARRERA!

 

La sonrisa de Aegon, se desvaneció ante el grito de Laenor, La sonrisa burlona de Daemon, le altero.

 

Soltó un chillido cuando los dragones aumentaron la velocidad por la orden de sus jinetes, Aegon, esperaba no vomitar su amado desayuno. Se agarro con fuerza de la montura, casi sintió alivio al ver Kings Landing, cerca.

 

― ¡Sujétate con más fuerza, Aegon!

 

― ¡No me lo tienes que repetir tío!

 

«¡Que Balerion, nos ampare!» grito internamente Aegon, cerrando los ojos.

 

Todavía estaba rígido cuando Daemon, lo bajo; incluso se arrodillo en el suelo agradeciendo entre murmuros seguir vivo, su pobre corazón latía a mil. Jadeaba intentando calmarse.

 

―Si te desmayas, no pienso llevarte con el Maestre.

 

―No me voy a desmayar...―contesto, aguantando las náuseas―. La próxima, no aceptare una invitación suya... mi pobre corazón―dijo colocando una mano en su pecho―. Demasiadas emociones en un solo día.

 

―Eso, ya es exagerar, niño.

 

Aegon, miro de mala manera a Daemon.

 

― ¡Eso fue increíble! ―Laenor, se unió a ellos―. Dioses, Jamás pensé sentir nuevamente esta adrenalina―carcajeo―. Aunque no pensé que se tiraría en picada con gran rapidez, tío Daemon.

 

―Mejor aprende, novato―Daemon, se regreso a Caraxes―. Lleva a Aegon, con Rhaenyra, tengo entendido que escogerán a las nuevas damas para él y sus hermanos.

 

―Por supuesto―asintió Laenor―. ¿Estas bien Aegon?

 

―El suelo quería motivación Laenor, se sentía muy solo―contesto con una sonrisa amargada―. No, ayúdame, siento que todo me da vueltas o incluso llama a Harwin.

 

―No tiene que hacerlo, alteza―interrumpió el guardia, cargando con rapidez a Aegon―. ¿Disfruto su vuelo en dragón?

 

―Siento que regresare mi desayuno en cualquier momento ¿Eso quita tu duda?

 

― ¿Ya no más viajes en dragón?

 

―Primero muerto.

 

Harwin sonrió divertido, negando disimuladamente, las caras que hacia Aegon, eran dignas de presenciar.

 

― ¿Nos acompaña, Ser Laenor?

 

―Por supuesto... tenemos que ir a la reciente habitación Luna.

 

― ¿Ya la terminaron? ―pregunto impresionado Aegon―. Apenas pasaron dos semanas desde que la pedí.

 

―El Rey Viserys, pidió a los mejores constructores y diseñadores del reino, ordeno su más pronta realización. Complacidos por un reto, lo hicieron en dos semanas, están orgullosos de su trabajo.

 

― ¿Padre, les recompensó?

 

―Si, el mejor regalo fue ser parte del proyecto, aunque no se negaron al recibir el oro.

 

―Vaya...―murmuro Aegon, mirando los pasillos, aun necesitaban decoraciones―. ¿Sabes donde puedo conseguir pintura de alta calidad, Laenor?

 

―Un barco comerciante vendrá muy pronto, pero si la quieres de inmediato, puedo hablar con madre y padre.

 

―Por favor.

 

La conversación paro, la puerta abierta y las pequeñas risas llamaron la atención de los tres. Harwin, ingreso en la habitación dejando con cuidado a Aegon, en el suelo.

 

El omega miro con admiración el lugar, espacioso y perfecto. Los sillones eran de colores suaves, al igual que los cojines grises y negros siendo llamativos con detalles dorados o rojos. 

 

La alfombra vino tenia pequeños bordados de dragones plateados. Las cortinas siguieron con la paleta de colores escogida, siendo semitransparentes para poder apreciar la luz cálida del sol. Asimismo, la mesa rectangular de tamaño mediano con color marrón tenía tallado en su parte superior flores orquídeas discretamente en sus extremos, si te fijabas bien, verías la pintura dorada en sus trazos.

 

―Es hermosa...

 

―Dieron su mejor esfuerzo, incluso hay una habitación para los cachorros más pequeños―comento Rhaenyra, saliendo de dicha puerta―. Es un pequeño lugar para sus siestas.

 

―Pensaron en todo, un magnifico trabajo―estuvo de acuerdo Aegon―. Espero que sigan así, he pensado en una nueva habitación para ciertos estudios...―Aegon, despidió a Harwin, con un movimiento de cabeza.

 

― ¿Quieres esa habitación para tus cuadros, Aegon? ―pregunto curioso Laenor.

 

―De hecho, era para nosotros.

 

― ¿Nosotros?

 

―Hay ciertas ocasiones, donde los más grandes necesitan también un breve momento para distraerse, pienso que será magnifico tener un lugar para nosotros.

 

―Me gusta la idea.

 

―Pienso igual.

 

Días mas tarde, Aegon presento su idea y petición a Viserys, el alfa sonrio de acuerdo. Ambos, estaban en el jardín de rosas. Helaena y Aemond, estaban demasiados aburridos que incluso arrastraron a Daemon, con ellos para seguir las mariposas.

 

―Has crecido mucho, en estos meses, cachorro.

 

―Sigo demasiado, pequeño, de hecho.

 

―Tal vez en altura, mentalmente... pareces que has pasado por más de una vida―dijo Viserys, bebiendo su té.

 

Aegon, miro la taza en sus manos, ocultando sus nervios. No pensaba que Viserys, era tan observador.

 

―Me siento orgulloso por el gran Príncipe, que te convertirás.

 

―Padre...

 

―No quiero que dudes mi apoyo hacia ti―corto a Aegon, Viserys le señalo con su dedo―. Eres mi hijo, tus hermanos tendrán mi apoyo incondicional, al igual que el de Rhaenyra, no cambiara incluso si te presentas como un omega o Beta.

 

―Lo se...

 

―Mañana partiremos a Roca Dragon―cambio de tema Viserys, al ver la negativa de Aegon, sobre el tema―. ¿Tienes todo listo?

 

―Si―afirmo, recordando todo lo que empaco, llevaba lo necesario―. Me encargue personalmente, de las pertenecías de Hel y Aem.

 

―Deberías dejar que las niñeras se encarguen, Aegon―el tono de Viserys, iba con una advertencia―. Es su deber y tu eres un niño... deja que los adultos se encarguen.

 

―No confió en ellas, padre―admitió cansado, tomando la atención de Viserys―. Aún no hemos escogido finalmente a las damas, y esas cuidadoras son tan... se comportan extraño.

 

―Me encargaré de ellass con Rhaenyra, no tienes que preocuparte, cachorro.

 

―Gracias, padre...

 

―Ve con Daemon y los niños, deja este viejo―dijo Viserys, con un suspiro―. Deberías estar jugando, no hablando sobre esto conmigo.

 

―Me siento cómodo aquí... me resulta agradable hablar contigo.

 

―Siento, que te quito parte de lo que haría un niño...―murmuro―. Tu habitación para pintar, esta lista. Eres libre de ir cuando te plazca―sonrió―. Pero debes decirme antes, no quiero tener otro susto. Harwin te puede acompañar.

 

―Me gustaría ir solo.

 

DIA CON RHAENYRA.

 

Aegon, siguió bordando el pañuelo, riendo discretamente ante las ocurrencias que decían sus hermanos. Jacaerys y Daeron, estaban entre ellos, haciendo pequeños ruidos, Rhaenyra, estaba sentada divisándolos.

 

―Sabes... creo que... deberías sentarte a jugar con nosotros Egg.

 

Aegon, sonrió incomodo a Rhaenyra, jugar... no quería, se sentiría extraño y no le gustaba esa sensación.

 

―No gracias Rhaenyra, quiero terminar este bordado.

 

― ¿Los Maestres, te pidieron hacerlo?

 

―No, fueron las septas.

 

―Esas mujeres nunca me agradaron―se quejo Rhaenyra, arrugando la nariz del disgusto―, deberías divertirte no hacer esa estúpida tarea... No entiendo porque lo haces, según ellas eso le corresponde...

 

Rhaenyra callo, mirando con el ceño fruncido el pañuelo, teniendo la mandíbula apretada. Aegon, se detuvo nervioso devolviéndole la mirada a Rhaenyra.

 

― ¿Están insinuando...?

 

Aegon, asintió. 

 

Rhaenyra se levanto del suelo, con cuidado asegurándose que ninguna cría sufriera algún golpe y al estar segura se acerco a Aegon, agarrando las manos del menor con cuidado. Dándole pequeños apretones sin apartar la mirada de los ojos de Aegon, insistiendo en encontrar algún indicio del comportamiento de su hermano.

 

―Sabes... ser omega no tiene nada de malo, Egg.

 

―No quiero casarme con algún anciano senil, Rhaenyra...

 

La alfa sintió su pecho apretujarse, ante la imagen temerosa y llorosa de su hermano.

 

―Nadie te obligará a casarte... padre, no lo permitirá, tampoco yo―aseguro con determinación―. Daemon, primero mataría con Dark Sister, quien ose insinuar tal aberración, Egg.

 

―Tendré que casarme algún día... nada detendrá ese destino...

 

―Los omegas son tesoros valiosos para nosotros los Targaryen, jamás en nuestra familia tuvimos algún omega masculino; después de la Reina Visenya, mi madre Aemma―Rhaenyra, sintió un nudo en su garganta―... no hubo otra omega hasta que Laena, se presentó. No son monedas de intercambio, nunca serán forzados a un matrimonio como lo hacen en otras familias, pequeño. Te prometo que eso jamás ocurrirá si resultas omega, Egg y si así ocurre, prefiero que te cases con Jacaerys y estes a salvo en nuestra familia, no permitiré que hagan daño.

 

Aegon, fue abrazado por Rhaenyra, apretujado en sus brazos. Tratando de calmar su respiración, sintiendo el olor suave de las cerezas y la leche, recibiéndolo con gusto. No sabia que era lindo ser consolado de esa manera, pero no lo había esperado de Rhaenyra.

 

Como todos siempre dicen, la vida siempre da sorpresas.

 

Esa tarde, Rhaenyra siguió narrando las victorias de Visenya; notándose su gran admiración por la mujer, que fue omega, pero demostró la fuerza y dominación de estos mismos.

 

Esa misma tarde, al regresar de tomar te con Viserys, Aegon se topo con Daemon, el hombre le miraba expectante con una expresión ilegible.

 

―Necesito hablar contigo, acompáñame a la playa, Aegon.

 

El más joven, le siguió en total silencio. El chocar de las olas llegando a la orilla, le relajaban ante el silencio extenso del alfa. Casi choca con la espalda de Daemon, si no se hubiera detenido a tiempo.

 

―Rhaenyra, hablo conmigo.

 

Aegon, se tensó, mirando con más atención al mar.

 

―Sabes... si resultas omega―inicio―. Viserys y yo, primero haríamos sufrir a los hombres y mujeres alfas, que se atrevan a insinuarse a ti sin ningún tipo de respeto, los omegas no son juguetes, son iguale a ti y a mi―Daemon, miro a Aegon―. Antes de tener casta, son seres humanos. Con sentimientos y pensamientos, libre de expresarse, tienes la total libertad de elegir quien tomaras en matrimonio.

 

― ¿Lo tengo? ―pregunto con amargura.

 

―Es tu derecho, Aegon―contesto Daemon―. Eres un Targaryen, descendiente de los Valiryos, el hijo del Rey; nadie puede obligarte. Incluso si eres omega, serás el más grande tesoro que nosotros, los alfas de tu familia, mataríamos quien te ofenda o dañe―afirmo con total convicción―. Siempre será así, incluso si fallecemos, este legado y mando persistirá en el futuro; los omegas Targaryen, son poderosos y fuertes, ningún alfa es merecedor de ellos.

 

― ¿Y si en verdad lo olvidan? 

 

―Nunca bajes la cabeza Aegon―regaño, alzando el mentón de Aegon, tenia los ojos llorosos, Daemon apretó la mandíbula―. Ningún Targaryen Alfa o Beta, hará tal barbarie. Eres Aegon Targaryen, antes de tu casta; demuestra tu poder y orgullo, no por tu familia sino por ti, por lo que eres y serás. Demuéstrale a los siete reinos el poder proveniente de ti, no por ser omega, eso no te define ¿Lo entiendes?

 

Aegon asintió con determinación.

 

―iré a volar, Rhaenyra te espera.

 

Aegon, camino con una ceja alzada hasta estar en frente de Rhaenyra, la alfa tenía una sonrisa victoriosa.

 

― ¿Lo tienes en claro?

 

―Si, no imagine que ustedes dos se unirían para hacer esto...

 

―Bueno, somos familia, debemos dejarte en claro lo increíble y poderoso que eres y serás.

 

Aegon, negó divertido aguantando una pequeña risa.

 

―Admítelo, lo necesitabas.

 

―No diré nada Rhaenyra, no diré nada...

 

Rhaenyra rio, mirando detrás de Aegon aumentando su sonrisa. Haciendo que Aegon, volteara encontrándose con Harwin a unos cuantos pasos de ellos, el alfa estaba ido mirando a Rhaenyra.

 

Los dos mantenían sus miradas conectadas, teniendo una conversación intima y llena de cariño, Aegon, sentía que era prohibida incluso para el que estaba presente. 

 

Ambos se amaban.

 

Los dos Alfas, se dedicaron palabras silenciosas profesando su amor y orgullo hacia su cría, al niño fruto de su amor; Jacaerys.

 

Aegon, no cree encontrar a una pareja así de enamorada jamás.

 

En la cena, Aegon se percato en las miradas de Laenor, Rhaenyra y Harwin. Al parecer no fue el único, Daemon también estaba igual que él. Pero el alfa decidió callar, siguiéndole el juego a Helaena, cuando hablaba sobre los insectos que encontraba. 

 

Daeron, estaba en el regazo de Viserys, su padre no perdía el tiempo con el niño. Al parecer se estaba acostumbrando a darle el biberón, Aegon sonrió complacido por el afecto mostrado a su hermano.

 

― ¿Pensaste en mis palabras? ―murmuro Daemon a Aegon.

 

―Lo hice... he decidido no hacerle casos a los chismes y palabras negativas―contesto.

 

―Te acompañare―dijo Daemon, al terminar la cena―. Aemond esta cabeceando al igual que Daeron.

 

Aegon, agarro entre sus brazos a Daeron, recibiendo una mirada severa de Viserys, en cambio le dio una sonrisita dándose la vuelta. Agarrando la mano de Helaena y despidiéndose de Rhaenyra y Laenor.

 

Daemon iba detrás suyo con Aemond dormido. Daeron, le siguió agarrándose con sus pequeñas manitos a su ropa, demasiado adorable, admitió Aegon.

 

― ¿Podrías acompañarnos?

 

Aegon, miro con inquietud la puerta, estar lejos de su propia habitación y en Roca Dragon, le hacía sentir inseguro.

 

―Bien, ¿Dónde dejo a Aemond?

 

―El duerme conmigo al igual que Helaena y Daeron.

 

Daemon, le miro con una ceja arqueada.

 

―Bien, dormiré en el sillón.

 

― ¿No será incomodo?

 

―Necesito estar alerta, yo también he sentido una presencia extraña, no eres el único alerta en este lugar.

 

Aegon, se movió en medio de la noche, los pasos entrando a la habitación le asustaron al igual que el ruido de pelea, se mantuvo abrazando a Daeron, contra él.

 

El cuerpo cayo con la garganta abierta, Aegon jadeo sorprendido. Daemon, miraba con ira al intruso para luego abrir la puerta y gritar órdenes. 

 

Aemond y Helaena, fueron apretujados contra su pecho para evitar que miraran el cadáver, no recibió alguna queja por la acción.

 

Los guardias fueron los primeros en venir, Viserys y Laenor, también tenían manchas de sangre; el atentado no había sido solo para Aegon, Roca Dragon se sumió en ira y pánico.

 

Estaban en el barco de regreso, Rhaenyra venia con él, mientras su padre y Daemon, se había quedado para cazar lo que según ellos dijeron: "Parásitos escurridizos"

 

Harwin se mantenía erguido, al igual que Laenor, manteniéndose alerta por alguna señal de peligro.

 

Helaena y Aemond, miraban inquietos el comportamiento de los adultos, en el que Aegon, llego al punto de leerles un cuento para distraerlos. Rhaenyra, se unió inquieta, pero tratando de ignorar el intento de asesinato hacia ellos.

 

El tema murió cuando su padre regreso a Kings Landing tres días después con Daemon.

 

El Rey, se negó a dar razones, aumentando la seguridad en la fortaleza. 

 

Aegon, hizo todo el esfuerzo por seguir su vida medianamente normal, ignorando la agitación que seria normal una semana después.

 

DIA EN MARCADERIVA.

 

La familia real y la casa Velaryon, se situaron cerca de la costa. Mirando los grandes, jóvenes y adultos dragones. La reina roja, jugaba con Sasmoke; al igual que Caraxes persiguiendo juguetonamente a Sunfyre, Syrax volaba con Vaghar, la inmensa dragona de Laena.

 

―Son realmente encantadores ¿Verdad, sobrino?

 

―Si, tía Laena. Te hipnotizan sin que te des cuenta.

 

―Escuche el atendado contra...―Laena, hizo una mueca preocupada―. ¿Realmente estas bien? No debió ser una experiencia agradable.

 

―Tío Daemon, me protegió, estoy bien, gracias por preocuparte.

 

Aegon, no fue testigo de los ojos brillantes de Laena y el gesto en su boca. La joven sintió su omega interno moverse enojado, mirando de reojo a su marido.

 

―Me alegro de que Daemon, te haya protegido.

 

Aegon, asintió regresando hacia Rhaenyra, despidiéndose con un gesto de Laena, disimulando el gran bocado de aire que tuve que tomar por el asfixiante aroma a ciruelas de la omega.

 

La princesa Rhaenys, sostenía a Baela. La niña señalaba a Daeron, el pequeño le sonreía a la otra pequeña.

 

Daemon, se acerco a el con una sonrisa cómplice, Aegon ya sabia que le iba proponer.

 

― ¿Quieres volver, cachorro caprichoso?

 

―Sunfyre, aun es muy pequeño.

 

―En Caraxes.

 

―No tienes que preguntar dos veces, tío.

 

Nuevamente rio escandalosamente al sentir la libertad y alivio en el aire, mirando a Sunfyre rodear a Caraxes, el dragón mas grande le gruño a Sunfyre, recibiendo un ruido del dragón más joven para volar a su lado.

 

― ¡Al parecer se llevan bien!

 

― ¡Tu dragón es como una pulga pegada a Caraxes!

 

― ¡Creo que es inevitable! ¡Son buenos amigos!

 

Rio al bajar del lomo de Caraxes, dándole caricias al hocico del dragón cuando se acercó.

 

―Gracias, muchachón, fue un viaje grandioso.

 

Aegon se acerco a sus hermanos y padre, sonriendo animadamente. Se detuvo al escuchar a Rhaenyra, su sonrisa se mantuvo tensa.

 

―Estoy embarazada.

 

Lucerys venia en camino, Aegon estaba mas cerca de su presentación; un mal sentimiento se instalo en el pecho del joven, inquieto. Los susurros le rodearon en una advertencia lejana.

 

Balerion se dejo ver en el sueño, al igual que Syrax, ambos luciendo majestuosos y dispuestos a permitir a Aegon, conocerlos.

 

Aegon, sabia que no seria la ultima vez que los vería.

 

 

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NOTA ANTIGUA:

 

  

Con cariño : Linny-1

Publicado: 24/07/23

 

NOTA RECIENTE:

 

1. Este capitulo fue reescrito por segunda vez.

 

2. Esta historia fue trasladada de Wattpad a Inkitt como precaución.

 

3. Ya tengo cuenta en Ao3, por si llega el caso de que te interese y sea más fácil la lectura, puedes buscar mi perfil. La historia se está trasladando igual en Ao3 como en Inkitt.

 

4. La publicación de esta historia con sus capítulos será al misma tiempo en ambas aplicaciones y pagina; si hay el dado caso de que Wattpad la elimine. Solo se publicara Ao3 o incluso en Inkitt.

 

PERFILES:

 

WATTPAD: Linny-1

 

Ao3: Linny_1 

 

INKITT: Linny_1

 

TIK TOK: Linny_.1

 

Publicado en Inkitt y Wattpad: 19/04/24

 

LINNY-1

 

 

Chapter 5: POR FAVOR, NO NOS DEJES.

Summary:

Daemon, debe volver a Peldaños para luchar con Corlys, Aegon no esta de acuerdo; los años pasan y la presentación de Aegon esta cerca, aunque algunos sucesos a veces son inesperados de imaginar antes de llegar a su primer celo.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

☆♤♧☆♤♧☆

 

"Hay miedo en mí,

creciendo igual a una planta;

Hiedra venenosa.

Temo muchas cosas, una de ellas es...

la muerte de Daemon,

siendo herido en batalla.

Es injusto no ser escuchado,

no aceptaré que el muera,

me niego hacerlo ¡Es injusto!"

☆♤♧☆♤♧☆

Los meses pasaron, el cariño crecía tal cual el vinculo de manada que antes creían extinto; la intervención inesperada de los dioses calmo los murmullos y rumores sobre Laenor y la legitimidad de Jacaerys.

La tranquilidad fue puesta y Aegon, sintió el peso menos ahogante, pero no todo resulta como el quiere... no, la calma fue remplazada por una tormenta de emociones que a veces no comprendía o le ofuscan, demasiado irritante.

Gruño del disgusto y temor, se había encariñado demás, él lo sabía; Daemon tomo un lugar en espacio de sus personas especiales, no lo quería, pero también se negaba a expulsarlo. La guerra contra la Triárquia comenzó nuevamente, Lord Corlys pidió la ayuda de Daemon, el acepto con gusto, como no hacerlo al final... también era rey de ese reino ¿No?

Camino mas rápido, mirando de reojo a Rose y Harwin, lo que hubiera dado por ir solo, cosa que seria imposible por si no quiere olvidarlo y le resulta irritante todavía en esa vida era un príncipe.

Se detuvo en la puerta e hizo una señal con la cabeza, Harwin retrocedió al igual que Rose, Aegon suspiro y entro; Daemon observaba el exterior mediante la ventana, tratando de ignorar el arrebato de Aegon.

― ¿Te vas? ¿Por qué? ¿Iras a morir?

El alfa volteo, serio con la mandíbula apretada, suspirando con cansancio. Había tenido una fuerte discusión con Viserys sobre el asunto, su hermano termino aceptando de mala gana; Laena no había sido diferente, aunque en desacuerdo retrocedió por Rhaenys, que le logro convencer y ahora... Aegon... ¿Qué haría con ese cachorro?

Los temblores no pasaron desapercibidos por el alfa, Daemon apretó las manos, oprimiendo sus feromonas, una de las despedidas menos agraciadas seria con Aegon, lo sabia desde que acepto el pedido de Corlys. Rhaenyra, callaría, su sobrino no tendría porque quejarse, aunque quisiera ¿Pero Aegon? Habría discusión, doloroso.

Algo que le hacia sentir al mayor, incomodo por la necesidad se asegurar su regreso lo mas antes posible cuando sabría que no es verdad. No le daría ilusiones falsas al menor.

―Es mi deber y mi decisión, no discutiré contigo sobre eso.

El silencio permaneció, el gruñido del menor se escuchó, Daemon nuevamente lucho por mantener el control sobre sí mismo, sonrió burlón ante el enojo contrario, demasiado adorable.

―Iras a morir...―dijo entre dientes Aegon para luego soltar una risa llena de amargura―. ¡¿Morirás solo para demostrar que?! ¡Es injusto!

Miedo, miedo a perder a una persona importante, su familia, Daemon, su tío.

Temor a su muerte, sabe que Daemon es fuerte, pero eso no disipa el miedo y lo odia.

Tal vez cometió un error en haber gritado, pero en ese momento de colera y temor, Aegon no podía pensar bien lo que decía.

Daemon, avanzo. Mas cerca de Aegon, mirando los ojos llorosos del pequeño, odiando la sensación incomoda de su alfa interno por verlo así.

―Contrólate, no me grites, Aegon―ordeno con calma―. Es mi decisión, ni tu padre me hizo cambiar de opinión mucho menos lo harás tu―frunció el ceño molesto―, Creo que estas olvidando que soy Daemon, un Targ-

― ¡No me importa que seas un Targaryen! ―interrumpió Aegon, alzando la voz―. ¡Al igual que todos podrías salir herido o morir! ¡Tonto imprudente! ―reclamo con voz ahogada, lagrimas humedeciendo sus mejillas―. ¡Si quieres morir hazlo!

Silencio.

Tarde, demasiado tarde.

La impotencia le sacudió, el dolor fue reflejado, tembló.

― ¿No vas a decir algo...? ―pregunto casi en un susurro, dolido.

Daemon no respondió.

Daemon, no se movió, ni quiera cuando el niño se fue corriendo de su habitación, gruño molesto masajeando su pecho. Frustrado, mordiendo su labio, negándose ir detrás de Aegon porque si lo hacía cedería ante la exigencia y petición de él y no quería hacerlo, no cuando había aceptado la petición de Corlys, no debía dar marcha atrás.

Aegon corrió, tanto como se le fue permitido, alejándose de Harwin y Rose, tratando de mantener en equilibrio sus pensamientos, alejándose si quiera de los pasillo visibles de la Fortaleza.

Cayo de rodillas, sorbiéndose la nariz, sollozando, tratando de recuperar el aliento.

Temblando se recostó en la pared, escondiendo su rostro entre sus piernas, soltando pequeño quejidos, arrepintiéndose de sus actos imprudente y eso hacia aumentar su llanto silencioso.

Rhaenyra miro con una ceja alzada y molestia a su tío, Daemon tenía una mirada cansada.

― ¿Cómo esta?

― ¿Por quién preguntas tío?

―Sabes de quien hablo Rhaenyra―molesto, lo demostraban sus feromonas―, ¿Cómo esta Aegon?

―Harwin lo llevo a su habitación cuando lo encontró dormido...―informo molesta―, sus ojos estaban irritado, había rastros de lágrimas ¿Qué le hiciste?

―Nada, no acepte su exigencia simplemente...―suspiro―. No puedo desistir, deberían entenderlo.

―Tiene miedo de que mueras, tu eres el tonto aquí...

―Tu deberías aprender que no eres una niña Rhaenyra―advirtió―, me iré mañana, cuida de Aegon mientras no estoy, protégelo de la loca de Alicent. A las tres pulgas también; Helaena, Aemond y Daeron.

―Lo haría sin que me lo pidieras, tío.

―Lo sé―admitió aburrido―, pero si no lo hicieras sabes de lo que soy capaz.

― ¿Me amenazas?

―No, te advierto, no dudare de matar a Alicent o hacer sufrir a tu querido guardia ¿Cuál era su nombre? Harwin Strong.

―No hay necesidad tío de llegar a esto.

―Lo hago si es necesario, sé muy bien.

Rhaenyra hizo una mueca al verlo levantarse e ir hacia la puerta.

―Deberías de terminar con tu paranoia... estas igual que padre.

―Creo yo, que ya sabes porque estamos así Rhaenyra, no te hagas la sorprendida.

Aegon, miro con desgana el desayuno, comían en su habitación, Daeron se alimentaba de apenas alimentos sólidos, Helaena y Aemond había ido a sur recientes lecciones, sus pequeños hermanos crecían más.

Suspiro, creía... bueno tenía... era un tonto, de verdad tenia la esperanza de que el alfa le vendría escuchar, bueno así era su vínculo, pero ahora el esfuerzo y la relación amena y tranquila que había llevado se esfumo por su imprudencia.

Se levanto cargando a Daeron, con una pequeña sonrisa y camino hacia el balcón, tratando de tararear una canción, en vez de la melodía se escuchó un sollozo.

Daeron agarro las mejillas de Aegon, mirándolo preocupado, curioso, triste.

Aegon sonrió, besando las mejillas del cachorro por la acción, adorable, aunque eso no detuvo su angustia.

Se paralizo al sentir el picor de la menta y sangre, las feromonas perfumaron su habitación; Daemon estaba detrás suyo. Aegon tembló, oprimiendo un nuevo quejido.

Daemon rodeo con sus brazos a Aegon y Daeron, aspirando levemente el aroma a Orquídeas de Aegon y leche de Daeron. Sonrió al sentir los temblores, perfumo al menor en forma de consuelo.

―Volveré...―susurro en el oído de Aegon―, vendré con victoria. Sin heridas, a salvo. Solo espérame, te prometo regresar contigo.

―No te vayas...

Daemon rio, una risa desanimada, odiando ser tan débil, tan permisivo con su alfa interno.

―No puedo, tienes que esperarme y entonces... tendrás que recibirme con un postre, regresare a ti, a ustedes, a tu lado.

Aegon sonrió, escuchando con los ojos cerrados como la puerta se cerro y el llanto broto, Daeron se aferraba a sus ropas, el menor trataba de sonreír, pero no podía, la única prueba de que Daemon estuvo con el para despedirse eran sus feromonas impregnadas en la habitación.

Soltó una risa amarga, sintió esto como una lección o una prueba egoísta de la vida, el miedo tan cercano a cuando Aemond peleo contra Daemon en su primera vida, el temor a que Helaena muriera por su dolor y depresión, la agonía que sentía cada vez que podía ser descubierto como omega.

No quería perder a alguien cercano.

Daemon le sonrió a Caraxes, acaricio el hocico del dragón recibiendo un gruñido gustoso en respuesta. Mio por ultima vez la fortaleza, antes de voltear hacia delante recibiendo el viento de lleno.

Se prometió a si mismo, volver, pero no con las manos vacías, con victoria y obsequios, con el orgullos que poseían los Targaryen.

El nacimiento de Lucerys luego de la celebración día del nombre que se hizo para Jacaerys y Daeron lleno de regocijó el pueblo y la corte. Aegon fue quien sostuvo la mano de Rhaenyra en el parto, Laenor se encontraba en Peldaños con Daemon y Corlys por ello su ausencia.

La apariencia del pequeño era igual a la de Rhaenyra, mechones plateados y ojos violetas, tal vez demasiado suaves, pero aun así no detuvo el entusiasmo de Aegon, cuando lo cargo.

Helaena y Aemond, abrazaron a Rhaenyra, cuando descansaba, la mayor sonreí con verdadera alegría por los pequeños mimos de los menores, Jacaerys se movía en los brazos de su niñera.

Viserys, esperaba el permiso de Aegon, para sostener a su nieto, estaba realmente feliz y esa feliz no se desvaneció a pesar de que su hijo acaparaba a la cría.

Viserys, sintió su alfa interno moverse emocionado al tener a la pequeña criatura en sus brazos y rio con gozo. Miro a Aegon, acariciándole la mejilla.

―Un hermoso niño, Rhaenyra―dijo a su hija, acercándose con cuidado―, la viva imagen de mi hermosa hija, mi nieto tendrá una vida plena y feliz.

―Que así sea padre...

― ¿Qué estamos esperando? ―pregunto sin aliento Viserys, emocionado―. Que el pueblo llano celebre y la corte extienda la noticia, El príncipe Lucerys ha nacido, lleno de salud y amor; deberá de haber fiesta y prosperidad en nuestra capital―dicto a su mano―. Vamos, apúrate, no te quedes ahí.

Aegon y Rhaenyra, compartieron una sonrisa cómplice. Riéndose discretamente de Lord Strong al salir corriendo también feliz, emocionado, Aegon aseguro que aquello era porque Harwin y Rhaenyra, no había sido descubiertos y no habría derramamiento de sangre.

Semanas después Laenor llego agitado, tal vez con una herida u otro, pero no se detuvo hasta abrazar a Rhaenyra y sostener con devoción y amor a Lucerys; Aegon admiro la acción.

Aemond abrazo el brazo de Aegon. Helaena esperaba con paciencia, la tarde te en el jardín de rosas, su padre les esperaba.

La misma rutina después de un año sin ver a Daemon, donde la guerra contra la triarquia aumento, Aegon mordió su labio con inquietud, sintiendo el dolor, estaba seguro de que si seguía ejerciendo presión saldría sangre.

―Daemon, mando obsequios y cartas―informo Viserys a Aegon―. Toma.

―Gracias padre...

―Me informaron el... problema con Alicent.

―Me encargue del percance con Rhaenyra, padre. Pero me gustaría que la reina se mantuviera alejada de mis hermanos...

Viserys suspiro con comprensión, inquieto por los movimientos de Alicent.

―Lo hare, la mantendré lejos, no me gusta verte inquieto.

―No lo estaría si la reina no hubiera atacado a mi dama y se haya llevado a Daeron, amenazándome.

―Aegon...

―Padre, por favor. Sabes muy bien que ella me odia, no dejare que me amenace, mucho menos que aparte a mis hermanos de mi lado―dijo inquieto―, si puedes mantenerla en otro lugar, hazlo, te lo suplico padre.

La carta de Daemon había sido lo mismo; asegurándole que estaba bien, no había sido herido, dejándole en claro que avanzaban bien. Esperando ser recibido con postres y celebración, dando regalos hermosos... cosa que parecía innecesario para Aegon.

Bufo al sostener los aretes, mariposas, pequeños, con esmeralda y diamantes, rubies acompañándolos, Aegon miro el espejo con inquietud, se arrepentiría de lo que haría, estaba seguro.

Rose, dejo caer las sabanas mirando con horror la sangre en la camisa de Aegon; el menor sonreía nervioso a la vez victorioso, los aretes estaban en sus orejas, aunque dolían por la herida reciente para ponérselos.

― ¡Por los siete, alteza!

Viserys, le miro con molestia, Rhaenyra estaba peor, Laenor se mantenía nerviosos con Lucerys en sus brazos, Helaena y Aemond estaban serios, Jacaerys, estaba tenso por el ambiente. Harwin le daba miradas de reproche lleno de preocupación. Aegon sintió que exageraban, siseo por el ardor ante la medicina del Maestre.

―No oiré reclamos―se apresuró a decir―, no comiencen por favor.

―Aegon Targaryen, será mejor que me escuches, jovencito.

Aegon, pensó que Viserys comenzaba a comportarse como una madre gallina y Rhaenyra la hermana sobreprotectora, sus hermanos menores también asentían en el regaño de acuerdo.

Harwin trataba de no reírse al igual que Laenor, los fulmino con la mirada, no le parecía graciosos ser regañado por una pequeña tontería en su opinión.

Gruño molesto cuando días después, no sabe cómo, ni porque Daemon, se había enterado del pequeño incidente, termino siendo regañado mediante una carta y no sol fue el, incluso Laena le reprendió de la misma manera.

―Esto es realmente ridículo.

―Fue imprudente alteza.

―Cállate Harwin, si no tendrás que aguantar mi hermoso zapato en tu cara―amenazo con las mejillas rojas de la irritación―. No se me ha olvidado tus risas mientras me regañaban.

―No me arrepiento, alteza.

Harwin se carcajeo esquivando un libro, Aegon gruñía corriendo detrás de su guardia, los sirvientes ya acostumbrados a los juegos de ambos se apartaban riéndose levemente.

Dos años, Aegon miro con frustración la carta, había hecho muchas veces eso, pero jamás se acostumbro a ser formal mediante de estas, le gustaba ser informal, sin reglas, pero bien sabia que era importante ser eficiente en estas si en un futuro se vuelve cercano a un joven lord para mantener correspondencia.

Miro con decima vez la carta, la envolvió y se la entrego a Harwin, el guardia dio reverencia relajado yéndose con lentitud de la habitación.

―Hermano―llamo Aemond.

―Aem―Aegon, abrazo a su hermano, besando su coronilla―. ¿Quieres ir a caminar?

―Me encantaría, hermano mayor.

Aegon beso las mejillas de Aemond, siendo débil al impulso de apretujarlo en sus brazos, recibiendo pequeñas quejas por parte del menor.

Entrelazo sus brazos con el menor, camino con tranquilidad disfrutando el olor de las rosas, sintió los movimientos inquietos de Aemond haciéndole detener su andar.

―Algo te preocupa―afirmo.

Aemond trato de negarlo, pero bajo la mirada, Aegon levanto su barbilla con cuidado.

―jamás en tu vida Aemond, bajes la mirada, recuerda, eres Aemond Targaryen, no se que es lo que te inquieta―dijo con calma―. Tampoco te presionare para decírmelo, eres un Targaryen sé que podrás lograr y demostrar lo fuerte e increíble que eres ¿Entiendes? Estaré orgulloso siempre de ti, con cada esfuerzo y logro que consigas, abriré mis brazos y celebrare incluso si mis huesos duelen.

Aemond, abrazo con fuerza a Aegon. Sollozando, el mayor se sintió inquieto, pero sonrió besando la frente de su hermano.

―Vamos con Hel, Egg.

Aegon, miro con desprecio la mujer arrodillada, el olor a sangre predominaba en los calabozos, Rhaenyra limpio la sangre de sus garras con un paño, sus ojos brillaban iguales al fuego.

―Sera mejor que hable, señorita, no creo que quiera morir con... dolor.

― ¡No puedo, mi señora! ¡Se lo suplico! ¡Me han amenazado! ¡Yo no fui quien inicio el rumor! ¡Clemencia!

Rhaenyra miro de reojo la reacción de Aegon, el menor le devolvió la mirada sin apartarla; manteniéndose firme, asintió. El alfa interno de Rhaenyra, sonrió complacido.

Aegon, cerro los ojos ante los alaridos, Harwin miraba con admiración las acciones de la alfa, Aegon lo observo incrédulo, pero termino por darlo como normal, Harwin encontraba fascinación lo territorial y lo salvaje en el alfa interno de Rhaenyra y Aegon, no planeaba cuestionar tales reacciones.

Si hubiera psicólogos en esa época ya habría mandado a su guardia hace mucho tiempo.

Abrazo a Helaena, su hermana traía en sus manos a una mantis, Aegon no sintió asco o miedo como Aemond que miraba con horror el pequeño insecto, Aegon adoraba esos insectos ya que en su segunda vida su madre Rose, cuido de una por un tiempo.

―Es hermosa Hel.

―Es igual a ti, parecida a las orquídeas―comento Helaena con una sonrisa―. Una orquídea, padre seguido que eres igual a esa flor, hermano. Hermoso, delicado, precioso y especial; dijo que muy pocos saben apreciar este tipo de belleza.

Aegon, sintió sus ojos arder, oh, quería llorar. Todavía no se acostumbraba a este tipo de cariño con Viserys, rio besando la coronilla de Helaena con cariño.

Agarro a Daeron, sonriéndole al pequeño con adoración. Le dio el dragón de madera, regalo de Daemon; Aemond agarraba el catalejo con curiosidad, Helaena seguía con la Mantis observando la muñeca con ojos de diamante.

Rhaenyra entro a la habitación Luna, con Lucerys en brazos, Jacaerys se agarraba de Elinda tratando de caminar sin perder el equilibrio.

Daeron, bajo de los brazos de Aegon, caminando hacia Jacaerys, agarrando la pequeña mano de este, con entusiasmos, ambos niños se rieron.

―Son inseparables.

―serán grandes amigos―estuvo de acuerdo Aegon, caminando hacia Rhaenyra―. Déjame sostener a Lucerys, debe ser cansado.

―Oh, por los dioses―suspiro Rhaenyra―. Lo que me dice mi hermano menor cuando el cría tres pequeños al igual que yo.

―Rhaenyra.

―Bien, bien, ya entendí, madre gallinita―cedió a Lucerys burlándose de Aegon―. A este paso terminaras adueñándote de mis hijos.

―Ay, por favor...―bufo Aegon―. No seas exagerada.

―No lo soy, Lucerys y Jacaerys a veces ni siquiera se separan de ti, eres un imán para los niños.

Rose y Elinda, se mantuvieron pendientes de Daeron y Jacaerys, Lucerys se acurrucaba en el pecho de Aegon, Aemond se sentó a su lado tratando de jugar con Lucerys; Rhaenyra trataba de no gritar al sentir las patitas de la Mantis, en su palma. Helaena sonreía divertida por los temblores nerviosos de la mayor.

Viserys entro a la habitación horas después, compartiendo la alegría y curiosidad con Helaena sobre la Mantis.

―Los regalos me sorprenden cada vez más.

―La Mantis, no fue regalo de Daemon, padre.

Viserys asintió, extrañado y preocupado, Aegon estaba seguro de que habría muchas preguntas.

Tres años, despidió a Rose con la carta para Daemon, trato de abanicarse con las manos, sentía un calor ahogante, no entendía tal reacción de su cuerpo era cierto que esos días había demasiada presión y el fuerte clima caluroso salía a relucir, pero esa mañana era demasiado.

Aemond y Helaena jugaban con Daeron, el niño trataba de alcanzarlos, Aegon trato de disfrutar el juego por las risas adorables, pero el calor lo distraía demasiado.

Rhaenyra, entro a su habitación con una gran sonrisa a su lado corrió Jacaerys hacia el abrazándolo, Aegon correspondió gustoso, Lucerys le siguió con pasitos temblorosos abriendo sus bracitos para ser abrazado.

―Buenos días, pequeña madre gallinita.

―Nyra.

Aemond y Helaena abrazaron a la mayor haciéndola arrodillarse, Daeron se acerco a Aegon, con un puchero. Daeron era demasiado celoso con él, Aegon rio con gracia, abrazándolo también, los tres niños ronronearon gustosos, Aegon sentía que se parecían a los gatos.

―Dios, estos tres no te dejan suspirar.

―Así son los niños Nyra, les gusta abrazar y ser mimados.

―Lo entiendo perfectamente, cuando Laenor tiene la oportunidad de visitarnos, jamás se despegan de el-

La conversación fue interrumpida con la reverencia y presencia de un siervo, el joven tembló.

―Alteza, Aegon... piden su presencia en la sala del trono.

Rhaenyra miro inquieta al siervo esperando más información, pero el joven no agrego más, Aegon avanzo dándole una señal a Harwin.

―Iré, Nyra cuídalos por favor.

Rhaenyra asintió inquieta, abrazando con un poco más de fuerza a Aemond y Helaena.

Aegon camino con las manos en su espalda, Harwin iba detrás suyo alerta, al menor no le gusto los nervios del joven ciervo, si eso era una trampa de Alicent, se aseguraría castigar al sirviente. Casi se detiene al reconocer los pasillos, no iban a la sala del trono si no... la habitación de Daemon, la puerta seguía igual que años anteriores.

Algo se movió inquieto, emoción ajena, miro de reojo a Harwin, el alfa entendió aun en desconfianza.

Jadeo, sorprendido. Sonriendo vacilante, la habitación comenzó a ser perfumada, menta y hierro, sangre y el picor de la planta, aroma que no creyó extrañar.

Daemon le dedicaba una sonrisa socarrona, la corona no era llamativa, pero si elegante, su cabello había sido cortado aumentando su atractivo, Aegon estaba seguro de que muchas señoritas estarían encantadas por la belleza de su tío.

―Te lo dije, regresé sano y salvo, cachorro caprichoso.

Aegon se lanzo a los brazos de Daemon, sonriendo con alivio.

―Tio... has regresado.

―Como lo prometí, aunque debías mantenerte pequeño y enano―bromeo Daemon―, has crecido mucho.

Aegon rio ahogado.

―Si lloras, no te limpiare las lágrimas, mucho menos te daré un pañuelo para tus mocos.

Aegon golpeo el brazo de Daemon, con algo de molestia.

―No voy a llorar―reclamo―. ¿Padre sabes que estas aquí?

―Si, aunque lo ha mantenido en discreción.

Aegon negó divertido, chillo al sentir el calor aumentar de golpe al igual que el dolor de cabeza, estaba seguro de que si Daemon, no lo tendría agarrado se habría golpeado con fuerza contra el piso.

Su cuerpo estaba en llamas, sofocado sollozo, el dolor aumento.

―Mierda―murmuro Daemon, mirándolo alarmado.

Cargo a Aegon, saliendo apresurado, Harwin le miro impresionado, pero salió rápido de su sorpresa cuando miro el estado de Aegon.

―Hay que llevarlo a sus habitaciones, llama a un Maestre y dile a Viserys, el celo de Aegon ha comenzado.

Rhaenyra, miro con horror el estado de Aegon, ordenándole a las damas sacar a los menores de la habitaciones, apresurándose en acomodar la cama.

―Recuéstalo tío, por favor y retírate...

―No le hará nada Rhaenyra, no me afecta los celos de los omegas.

―Tío, este es el primer celo de Aegon, su estado será delicado, debes salir; no estoy segura cómo reaccionará mi hermano con tu presencia.

Viserys corrió, llego afuera de los aposentos escuchando los sollozos y llanto de Aegon, se contuvo de entrar por el estado vulnerable, Daemon miraba la puerta con el ceño fruncido.

― ¿Qué...?

―Entro en celo, se supone que estarías pendiente de las señales, Viserys.

―Lo estuvimos, pero no crei...

―El maestre a estado, Rhaenyra se ha mantenido con Aegon; su autocontrol es impresionante.

Aegon, bebió del medicamento con disgusto agarrando con fuerza el camisón, Rhaenyra trataba de animarlo, pero el calor le desorientaban y el dolor en sus extremidades no le ayudaban; había olvidado lo doloroso que era tener tu primer celo.

Se desmayo, no sabia cuando tiempo paso, la única sensación que lo mantenía consiente de su propia existencia era el aura maternal de Syrax, a su lado.

Despertó, incomodo al sentir el lubricante salir de su entrada, apretó los dientes con enojo. Se negó a beber la medicina, gruñéndole a Rhaenyra, su hermana estaba incomoda.

―Aegon, necesito que bebas la medicina.

―No quiero, sabe horrible.

―Aegon.

― ¡No, vete!

Rhaenyra retrocedió alzando las manos, los ojos dorados le siguieron, aguanto la reacción dominante de su propio alfa interno, se aseguro de salir de la habitación para sostener el mango de la puerta con temblor.

― ¿Qué es? Su casta...

―Omega―respondió Rhaenyra, inquieta a su padre―, la familia real ha tenido un omega nuevamente.

La noticia se expandió, el pueblo llano celebro, teniendo conocimiento de la grandeza de los omegas en la familia real; Visenya Targaryen y Aemma Arryn fueron el claro ejemplo de ello.

Daemon, suspiro casando. Laena se movió inquieta, furiosa, desconfiada.

―No he tocado a ninguna mujer, Laena―aseguro exasperado―, eres mi esposa, no te he sido infiel.

― ¿Cómo me lo aseguras? ¿Cómo sé que no me estas mintiendo?

Daemon apretó la mandíbula, se paró dirigiéndose a sus hijas, dándole suaves caricias en sus cabeza para luego salir de la habitación con la omega detrás suyo.

― ¡Daemon! ¡¿A dónde vas?!

―Caminar, no puedo más con tus celos, detesto que dudes de mi―dijo con ira―. Necesito aire así tal vez podre controlar mis impulsos de mi alfa interno Laena, ya no lo soporto.

Laena callo, mirando la figura de su esposo desaparecer, apretó los dientes molesta.

―Madre, ya se que estas ahí, por favor sal.

―Tus celos son cada vez mas ridículos, Laena―regaño Rhaenys―. Daemon ha regresado victorioso, buscando a su familia y tu... en vez de recibirlo le comienzas a preguntar o reclamar incluso gritar si tuvo alguna aventura.

―Madre-

―No Laena, posiblemente Daemon, aguanto estos celos por muchos años de tu omega interno, pero créeme todos tienen un limite y sabes muy bien que Daemon, no es un hombre paciente.

―No tendrías estas dudas... si el no se negara a marcarme.

Rhaenys suspiro cansada, negando con exasperación, retirándose del pasillo dejando a Laena, impotente.

Aegon, bebió la leche de amapola sintiendo alivio por como el dolor desaparecía, su celo estaba desapareciendo, se sentía avergonzado por la forma en que actuó con Rhaenyra.

―Conozco esa mirada y no pienso escuchar una disculpa―comenzó Rhaenyra―, no tienes que pedir perdona por la forma natural como actuó tu omega interno.

Aegon negó con una mueca.

―Las sirvientas te han preparado la bañera, date un baño así podrás relajarte.

―Gracias Nyra.

Rhaenyra le sonrió con alivio antes de retirarse.

Aegon dejo salir el aire que no pensó que contenía, relajándose, el agua le dio calma. Escucho la puerta abrirse y reconoció perfectamente el aroma, Daemon había entrado.

―Cachorro caprichoso.

―Tío Daemon, ¿Qué te trae a mi baño? No pensé que serias, así de maleducado.

―No vengo con otras intenciones, pequeño tonto―Daemon rodo los ojos sentándose lejos de la bañera―, sé que estas... ¿Cómo te sientes?

Aegon hizo una mueca adolorida al moverse.

―Con dolor, pero si te refieres a lo emocional... estoy asustado, tal vez tenga miedo de un matrimonio de nuevo.

―Sabes que nadie permitirá un compromiso así.

―Lo se...

―Eres un tesoro, una valioso, importante―aseguro Daemon al omega―. No permitiré que te toquen, mucho menos lo hará Viserys, estás a salvo.

―No eres bueno consolando tío.

―De eso se encarga Rhaenyra, agradece que hago el intento, moco malagradecido.

Aegon rio.

Daemon se relajó.

―Aun así, tío, gracias, aunque no eres el mejor, creo que me siento mejor.

―Soy fabuloso, obviamente subiría tus ánimos; por algo soy el Gran Daemon.

―Sí, sí, lo que tu digas tío.

―Eres difícil de domar―comento distraído―, sigue así, no aceptare que tomes un esposo y seas dominado ¿Entiendes?

―Primero prefiero morir antes de ser sumiso tío.

―Eso espero―estuvo de acuerdo―. Bien, te esperare con las pulgas, te esperan ansiosos.

Cuando Aegon, salió de la habitación hizo un gesto de disgusto ante la ropa. Incómodo se colocó la camisa de seda y pantalones cortos. Gruño disgustado ante el cambio de sus facciones, odiaba la delicadeza en cierta forma ya que el no era nada frágil. Pero aun así debía admitir, era bonito.

Al salir, los tres niños saltaron a sus brazos; jadeo del dolor por caer de trasero. Sonrió con dolor correspondiendo el abrazo.

― ¡Hermano eres hermoso!

―Hel, tiene razón, estas muy bonito―estuvo de acuerdo Aemond.

―Huevo, bonito―balbuceo Daeron.

Beso la frente de cada uno e inconscientemente los comenzó a perfumar.

―Eres hermoso, siempre lo fuiste―dijo Rhaenyra, entrando.

―Gracias...―agradeció avergonzado por la atención, pero también incómodo―, esto es nuevo.

―Siempre lo es cuando nos presentamos, nuestros cuerpos sufren cambios que pueden resultar incomodos.

―Pues espero que sean rápidos, no aguanto esta incomodidad.

Rhaenyra y Daemon compartieron una mirada; teniendo un acuerdo silencioso. La protección de Aegon, debía aumentar. Lo protegerían de aquellos que se querían aprovechar, no permitirían un solo error, esa era su promesa.

Protegerían a Aegon, Helaena, Aemond y Daeron.

 

 

☆♤♧☆♤♧☆

 

"Son importantes en mi vida,

se su instinto protector hacia mí,

agradezco con cariño tal protección,

pero no aceptaré ahogarme en ello.

Mucho menos sentirme inútil,

seré un omega,

pero soy capaz de defenderme.

Luchare para proteger a mis seres queridos,

solo te pido... no te atrevas abandonarnos,

jamás lo hagas".

 

☆♤♧☆♤♧☆

 

Notes:

NOTA RECIENTE:

1- Esta historia esta siendo reeditada con su primer temporada, este capitulo creo que es un poco mas largo que los anteriores; el siguiente capitulo será publicado mañana.

2- Puedes hallar esta historia en Inkitt, esta siendo publicada y actualizado al mismo tiempo que Wattpad.

3- Para mas comodidad... te recomiendo ir a Ao3, también para leerlo si gustas por cualquier cosa, espero que Wattpad no me elimine la historia.

4- Esta historia es el comienzo de las demás que he hecho:

1. Reencarne Para Salvarlos; Aegon Targaryen, al termina sigue con:

2. UN CAMBIO GRACIAS A LOS DIOSES; de AlicentxRhaenyra de la serie, continuación de la vida de Aegon, cuando termine esta historia. Después sigue con;

3. Sangre Condenada de Flores Amarilis y Azucenas; historia de Maegor Targaryen, hay menciones de esta historia y varios datos; luego sigue con;

4- DE CRIA A ELEGIDO DE VALIRYA; historia de Aemond Targaryen; con recuerdos de la tercera vida de Aegon y la primera vida de nuestro Egg. Chip de Lucemond, hace mención de esta historia.

5- En cualquier historia que decidas leer en desorden, si tienes dudas ya que son diferentes, pero hacen mención de una y otra, tienes la oportunidad de preguntarme siempre de lo que tienes dudas, yo responderé con gusto.

PERFILES:

WATTPAD: Linny-1

Ao3: Linny_1

TIK TOK: Linny_.1

INKITT: Linny_1

03/05/24

LINNY-1

Chapter 6: ¿PROBLEMAS CON LOS VERDES?

Summary:

Aegon, debe lidiar con su casta, trata de avanzar con el remolino de sentimientos e inquietudes, pero colapsa por los rumores esparcidos, difamándolo por orden de Alicent.
Rhaenyra cede al control de su alfa interno, Viserys trata de controlarse y Daemon encuentra una forma de consolar al omega, aunque nunca lo ha hecho de esa manera.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

☆♤♧☆♤♧☆

"Si te tragas

todo lo que sientes,

al final te ahogaras. "

Epifanías de medianoche.

☆♤♧☆♤♧☆

Omega, una casta, un nuevo ser dentro de ti mismo; obligado a aceptarlo... convivir con tu nueva naturaleza, aguantar las nuevas miradas y la codicia los ojos de las persona. Tratando de mantener tu mentón en alto queriendo olvidar el recuerdo de tu primera vida; donde sufriste, ocultaste tu verdadero yo.

Nunca fue fácil, trago la angustia y se mantuvo firme, no por él, no por la corte, por sus hermanos; sería la persona más fuerte de ser necesario donde tengan un apoyo, dándoles lo que les faltó en su primera vida.

Tomo el papel de madre y se aferró, tomo las responsabilidades las cuales había huido y las acepto, se adueñó de sus vínculos de manada y se negó a soltarlos.

Entonces, como había sido terco en esos años tragando sus angustias y aceptando su nueva realidad sin olvidar sus vidas anteriores, Aegon acepto su casta. No era fácil, nadie dijo que lo fuera, pero tenía la esperanza de saber cómo sobrellevarlos.

Al inicio se mostró tenso, se había vuelto el copero de su padre y Rhaenyra, en los consejos, escucho en silencio las decisiones y de ser necesario una sugerencia lo hacia en privacidad; Viserys, se mostró gustoso en escucharlo, la guardia de la ciudad aumentaría, los robos, asesinatos, abusos serian exterminados.

Daemon, se ofreció con entusiasmó, así como inicio fue con facilidad que exterminaron a esos grupos, el comercio aumento, Lord Corlys, estuvo encantado en compartir sus experiencias con los comerciantes; la riqueza estaba aumentando, pero la relación de su hermana con el pueblo llano estaba algo tensa.

Aegon termino convenciéndola, hicieron un recorrido, saludaron sin vergüenza de estrechar sus manos con los habitantes, repartieron víveres, mantas y dinero. Hablaron en persona con las preocupaciones que tenían las mujeres, hombre, jóvenes, niños y ancianos. Aegon se sintió satisfecho al ver la cercanía de su hermana con su gente.

No se quedo atrás, observo los edificios abandonados, pero en buen estado y le propuso a su padre un nuevo proyecto; El Rey acepto, Rhaenyra le apoyo. Un nuevo hospital y escuela serian colocados en Kings Landing.

Sus movimientos no pasaron desapercibidos por las casas nobles, mandando cartas de cortejo o matrimonio, su padre demostró su disgusto y las quemo todas, negándose en voz alta y con dominación a su consejo al asunto.

Lord Strong dejó de ser la mano, siendo Daemon, quien regresó para el puesto. Mostrándose serio ante el tema del matrimonio al igual que Rhaenyra, Aegon se mantenía apartado; sofocado e incluso cuando termino la reunión tuvo que salir en los jardines para lograr calmarse.

Semanas después, el día del nombre de Aemond se acercaba, las preparaciones se llevaban a cabo; suspiro cansado, el omega cabalgo negándose a subirse al carruaje para ir a Pozo Dragon, sonrió aumentando la velocidad del corcel hasta bajar.

Camino hacia Sunfyre, su dragón se adelantó pegando su gran cabeza con la pequeña de Aegon, el joven príncipe suspiro relajándose, acaricio a su amigo e ignoro a los cuidadores subiéndose al lomo del dragón incluso no espero a Harwin, se apresuró en alzar vuelo.

Grito de la emoción, Kings Landing se veía totalmente diminuta. Río a carcajadas por el vuelo de Sunfyre, permitiéndole libertad en el camino que llevarían, el mar les saludó con su brisa rebelde. El agua se veía hermosa y Aegon lo disfruto en sobremanera.

Horas más tarde se bajó del dragón, dándole palmaditas. Harwin le esperaba paciente con una sonrisa divertida.

―Príncipe.

Aegon le sonrió al alfa, caminando hacia él y despojando sus manos de los guantes que le había obsequiado Rhaenyra.

― ¿Hay mensajes?

―Los príncipes esperan por usted en la Fortaleza; el Rey también le espera en el jardín de rosas para tomar el té.

―Perfecto―murmuro―. ¿Dónde están mis hermanos?

―Con la princesa Rhaenyra, en la habitación Luna.

Aegon se subió al pura sangre con emoción, una hembra, fuerte y rebelde con la única excepción de ser el su jinete.

― ¡Una carrera Harwin!

Bajo del caballo, caminando con rapidez adentro del castillo; Rose le recibió con las damas. Miro los papeles que le entregaron, matrimonios; hizo una mueca al leerlo, Rhaenyra se encarga de ver los compromisos y ahora el siendo omega... Totalmente no le gustaba.

―Rose, prepara la bañera, luego de ver a mis hermanos me daré una ducha... realmente no aguanto el calor.

―Si alteza, suerte.

Harwin se apresuró, mirándolo con reproche, Aegon se burlo sin cuidado ignorando las miradas.

―Sabes, te has vuelto lento, Harwin.

―Usted está lleno de energía, es algo difícil seguirle el paso, alteza.

―Oh, estas demasiado viejas.

―Por favor, alteza. No me ofenda así...

―Dramático.

―Me pregunto de quién será la culpa que sea así.

―No diré quién soy.

Se detuvo en la puerta, arrugo la nariz por las feromonas adentro.

―Quédate aquí, Harwin, no entres por mucho que escuches gritos o insultos.

La posible discusión entre Rhaenyra y Daemon, se detuvo al ver a Aegon. El omega alzó una ceja interrogándolos, moviéndose incómodo por el sofocante aroma de los dos alfas. Trato de liberar el propio, pero era complicado aún no se acostumbraba.

― ¿Se puede saber el por qué están tan alterados?

―Los verdes―escupió Daemon, con desprecio―, ellos son el problema, esa perra y ese...―apretó los dientes―. Por mi esa zorra, estaría muerta.

Aegon dio un respingón por el brillo dorado en las iris de Daemon.

―No es tan fácil, tío.

― ¡Ay, por favor! ¡Viserys es el maldito Rey y tú la heredera! Bien podrían haber ejecutado a Alicent, sin problemas, pero son demasiado débiles―reclamo.

Rhaenyra lo miró impotente y apartó la mirada gruñendo molesta.

― ¿Podrían decirme que ocurre? ―Aegon, demostró su molestia, restándole importancia a su lenguaje―. Soy el único que no sabe que pasa mientras pelean como niños de cinco onomásticos.

Rhaenyra no logró detener a Daemon, el alfa confeso sin ningún cuidado.

―Alicent, invento un maldito rumor sobre ti, la servidumbre cree que tuviste una aventura sexual, mi querido sobrino con tu guardia.

Aegon, se agarró de la silla. Temblando, ira/ dolor/ temor, nuevamente le atacaron sin cuidado.

―La corte murmura y cree tal patraña, por esa maldita y Otto, si lo tuviera al frente le arrancaría sus extremidades...

― ¡Tío Daemon!

Daemon volteo molesto a Rhaenyra y la ira se esfumó por la preocupación por el estado de Aegon, el niño hiperventilaba, temblando con descontrol.

Daemon, se apresuró a abrazar a Aegon, perfumándolo con rapidez, tratando de calmarlo, murmurando palabras que Rhaenyra no reconocía, pero no estaban funcionando. Aegon estallo el llanto, pánico, fallando en respirar.

Aegon se desmayo con las mejillas rojas, llenas de lágrimas. Llegando a mostrarse pálido, la ira de Rhaenyra estallo en gruñidos, sus garras aumentaron. Daemon la ignoro verificando el estado de Aegon.

Rhaenyra salió mostrando sus colmillos, infestando los pasillos al amargo de las cerezas; Mostro sus garras a los guardias del salón de trono, entró sin ninguna gracia o delicadeza.

Viserys, se levantó impresionado, su alfa interno se irguió por el estado salvaje y dominante de Rhaenyra, ambos alfas chocaron.

― ¡Alicent Hightowers es una perra! ―grito Rhaenyra―. ¡La maldita ha inventado rumores de Aegon! ¡Difamándolo, manchando su honor!

Un sonido brutal surgió desde el núcleo de Viserys, el humano lucho con su alfa interno, aguantando los quejidos de dolor por ser arañado. El instinto asesino estaba a flor de piel, si no se detenía... haría una masacre.

― ¿Qué han dicho...? ¿Qué han murmurado... ¿Rhaenyra?

―Dicen que Aegon, es una perra abre piernas―dijo con amargura la princesa―. Abrió sus piernas y dio su virginidad a Harwin, tiene diez onomásticos, padre ¡¿Dejarás que lo difamen?! ―pregunto con ira―, Alicent debe ser ejecutada al igual que Otto Higthower, ambos con dolor y sufrimiento.

Viserys, sintió sus garras clavarse en sus palmas, contuvo el impulso de mostrar sus colmillos. Era un rey, si hacia acciones imprudentes afectarían a sus hijos, dudarían de su capacidad para gobernar y lo último que quería sería una rebelión.

― ¡Guardias! ¡Tráiganme a Alicent Higthower!

Aegon se movió en los brazos de Daemon, ahogando un quejido, su cabeza dolía. Su pecho se oprimía con fuerza, su omega interno lloriqueaba.

Sus esfuerzos para mantener una buena reputación e incluso el respeto a su persona, fue destrozada por las mentiras de Alicent, su propia madre le odiaba y le quería ver destruido ¿Qué clase madre hace algo así? ¿Se le podría llamar madre a una persona así?

Daemon, trato de consolarlo, pero eso aumentó su llanto silencioso, Aegon se cubrió el rostro con una mano, agarrando aire al sentirse ahogado.

―Todo está bien, Aegon―trato de decir Daemon―. Me encargaré yo mismo de hacerlos sufrir, les daré como bocadillos a Caraxes si es lo que deseas, solo... cálmate, respira...

Daemon jamás fue suave o sentimental, mucho menos había consolado a alguien en su vida y Rhaenyra con contaba cuando murió Aemma, solo fueron pocas palabras y no fueron las mejores.

―Me duele mucho... duele―confeso Aegon, con una sonrisa llena de amargura―. Creí... por una vez creí ser lo suficientemente fuerte para sobrellevar todo... pero no puedo, estoy cansado y aunque lo intente una y otra vez, jamás podré hacerlo―se sincero sollozando―. Mi propia madre me desprecia... me odia tanto que no le importa destruirme de esa manera... no puedo tío, son tan débil e inútil... ya no puedo más...

Daemon se acercó, juntando su frente con la de Aegon, ya no era el, sus ojos dorados demostraron la presencia de su alfa interno.

―Sabes niño, jamás había conocido a un omega criando a tan temprana edad a muchos cachorros, no vi a alguien de carácter inquebrantable como tú, por mucho de lo que has pasado tomaste todo con madures y lo resolviste, pensando con la mente fría―murmuro a Aegon, el niño le miraba sorprendido―. Pero también es cierto, al final eres un niño, cargando con un peso en soledad; podré ser un salvaje, bueno podremos. Ten en cuenta lo valioso y poderoso que eres, no por ser Targaryen, solo ser simplemente tú. Demuéstrale a esas escorias tu poder, porque somos pocos lo que hemos visto a relucir tu fortaleza, matare a cada uno, callare a cada rata... si eso detiene tus lágrimas y te brinda calma, los quemare. Hare que todo Kings Landing oiga sus gritos y nadie se atreverá hacerte llorar ¿Me entiendes? ―pregunto perfumando al omega―. Eres hermoso, ágil, mandón, honorable, protector y te diré esto un millón de veces, sabes muy bien que Alicent jamás tendrá razón sobre las artimañas que quiere esparcir como la zorra que es.

Aegon río, escondiendo su rostro en el pecho del alfa; Daemon le devolvió el abrazo con algo de fuerza, sus ojos brillaron en tonos naranjas y rojos.

Si no tuviera al omega en brazos, ya habría salido de habitación para torturar detenidamente a Alicent hasta hacerla suplicar no haber nacido.

―Soy capaz de matar por ti y esos mocosos ¿Qué me hiciste, omega? ―pregunto distraído observando el rostro relajado de Aegon―. Mi parte humana tiene estos mismos sentimientos e inquietudes―susurro―, odio la maldita brujería... Mocoso.

Laena, no estaría feliz con esto. Ya no valía la pena, su divorcio estaba en proceso, la pelea no fue agradable, los celos fueron enfermos; Daemon no soporto esa conducta ya la había aguantado por varios años, llegó a su límite.

La gota que derramo el vaso fue la acusación sobre Aegon, Laena había tocado un nervio. ¿Cómo se le ocurría decir que Aegon abría sus piernas a él? Tal vez tendrá una fama de lo peor por su juventud, pero Aegon tan solamente era un niño; su familiar parte de su manada. Tal acusación seria castigada con ejecución, Daemon decidió callar y divorciarse.

Rhaenys no se opuso al igual que Corlys, ambos siendo testigos y oyentes de la discusión, horrorizados de la acusación. Avergonzados por la conducta imprudente de su hija y omega interno, accedieron, aún con miedo al destino de Laena.

Daemon, no se atrevería a lastimar a la omega, cariño y amor que se fue apagando, pero seguía siendo madre de sus hijas, no sería capaz de hacer tal atrocidad. Un acuerdo, Baela y Rhaena, pasarían meses con el y Laena, repartiendo el cuidado de sus hijas.

Jamás las apartaría de su madre, nunca sería capaz.

Su vida comenzó a ser un desastre curiosos desde que conoció a Aegon.

Negó divertido, bueno, solo le quedaba esperar y cuidar de Aegon, resistiendo a sus impulsos, por una vez en su vida se autoconvencía forzadamente de que Rhaenyra y Viserys se encargarían de todo el asunto.

Aemond y Helaena ingresaron angustiados, Daemon suspiro.

―Vengan, su hermano está cansado, no hagan tanto ruido pulga.

―tío Dae ¿Estás bien? ―preguntó preocupado Helaena―. Tus ojos están dorados.

― ¿Estás enojado?

―Tal vez, traigan a Daeron, manténganse aquí; hay ciertos problemas en la fortaleza.

Los ojos de Aemond, brillaron y buscaron su mirada. Daemon, asintió a la pregunta silenciosa del niño a veces se sorprendió lo sigiloso e inteligente que era Aemond.

―Traigan a mi hermano menor―ordenó Aemond a Rose―. Y por favor leche y galletas, tenemos hambre.

Helaena se sentó a lado de Daemon, mirando inquieta la figura de Aegon.

La Mariposa Curiosa, así la llamaba Daemon por su gran curiosidad y sed de conocimiento por los libros de Valirya o insectos. Una pequeña futura guerrera, el entrenamiento de esos dos debía aumentar y era mejor que él se encargara personalmente.

Bueno, los convertiría en bueno guerreros, no serían débiles.

Daemon no permitiría que fueran vulnerables en el campo de batalla, ellos serían poderosos, veía la grandeza cada vez que convivía con los hermanos, Aegon estaría orgullosos.

 

☆♤♧☆♤♧☆

"A veces me odio,

no me entiendo,

soy más tormenta que paz,

un vaivén de sentimientos

que no apuntan a nada,

y termino sufriendo

por cosas que nunca hice."

Fragmento de; Epifanías de medianoche.

☆♤♧☆♤♧☆

Notes:

1-Puedes hallar esta historia en Inkitt, esta siendo publicada y actualizado al mismo tiempo que Wattpad.

2- Para más comodidad... te recomiendo ir a Ao3, también para leerlo si gustas por cualquier cosa, espero que Wattpad no me elimine la historia.

3- Esta historia es el comienzo de las demás que he hecho:

1. Reencarne Para Salvarlos; Aegon Targaryen, al termina sigue con:

2. UN CAMBIO GRACIAS A LOS DIOSES; de AlicentxRhaenyra de la serie, continuación de la vida de Aegon, cuando termine esta historia. Después sigue con;

3. Sangre Condenada de Flores Amarilis y Azucenas; historia de Maegor Targaryen, hay menciones de esta historia y varios datos; luego sigue con;

4. DE CRIA A ELEGIDO DE VALIRYA; historia de Aemond Targaryen; con recuerdos de la tercera vida de Aegon y la primera vida de nuestro Egg. Chip de Lucemond, hace mención de esta historia.

4- En cualquier historia que decidas leer en desorden, si tienes dudas ya que son diferentes, pero hacen mención de una y otra, tienes la oportunidad de preguntarme siempre de lo que tienes dudas, yo responderé con gusto.

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Chapter 7: RHAENYRA Y LAENOR

Summary:

Un matrimonio político, el deber y miedo. Laenor debe lidiar con el dolor de jamás poder tener hijos, cree que su semilla es podrida, pero Rhaenyra se niega a creerlo y Syrax escucha su oración. Pero antes de cumplir con la petición, debemos ver el inicio y puntos de vistas de ambos alfas ante su situación.

Notes:

ADVERTENCIA PARA WATTPAD:

1. ESTE CAPITULO FUE HECHO CON EL FIN DE DAR MAS PARTICIPACION Y CONTEXTO A LA RELACION QUE LLEVA RHAENYRA Y LAENOR EN EL FINC.

2. HAY CIERTA "ESCENA" SUBIDA DE TONO, NO ESPECIFICA, PERO LO LEES BAJO TU RESPONSABILIDAD.

NOTA PARA AO3:
POR LAS POLITICAS DE WATTPAD, POR AHORA LA ESCENA NO ES ESPECIFICA, PERO EN UN FUTURO SI LO SERAN CON DISCRECION, PERO SOLO EN AO3 YA QUE NO QUIERO QUE WATTPAD ME ELIMINE LA HISTORIA.

DISFRUTA LA LECTURA.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

☆♤♧☆♤♧☆

"Siempre hay un silencio 

que nos engaña,

porque ahí sentimos

Todas las palabras

que nos asustan decir"

Epifanías de medianoche.

☆♤♧☆♤♧☆

 

Los matrimonios políticos son hechos por una razón, el de Rhaenyra fue para mantener su honor limpio, callando los rumores que circulaban a cerca de alguna aventura inexistente que alguna vez tuvo; se casó con Laenor Velaryon, no solo para apaciguar a las lenguas si no también tener una alianza más fuerte.

Fortalecer su derecho, Rhaenyra trato de ignorar su malestar al no conocer perfectamente a Laenor, si bien eran primos jamás eran tan cercanos. Cuando Laenor, le dejó en claro su atracción hacia los hombres a Rhaenyra, no le importó porque bien existían omegas masculinos que rara vez se encontraban, ella respetaba los gustos del Velaryon.

La princesa debía admitirlo, su noche nupcial fue placentera, Laenor le respetaba y defendía su derecho, incluso su amistad se volvió tan fuerte como el hierro. Ambos funcionaban en su matrimonio que en el principio había resultado incómodo, se acostumbraron a su compañía y repartieron los deberes ya que si incluso Laenor, es su consorte seguía siendo heredero de Marcaderiva.

Y ella como su esposa, también debía atender su responsabilidad como futura señora de Marcaderiva y heredera del Trono de Hierro.

Cuando Rhaenyra comenzó a sentir atracción hacia Harwin, hablo en privado y con calma a su esposo, llegando a un acuerdo. Laenor, expresó su preocupación por la falta de un cachorro en su unión y le permitió abiertamente tener hijos con Harwin, le prometió defender el honor y legitimidad de los niños.

Rhaenyra reconocía lo atractivo que era su esposo, el cabello platinado y ojos violetas con su figura esbelta y cintura pequeña atraería a cualquier alfa o beta. Laenor, disfrutaba sus noches maritales al igual que ella, pero no había hijos, ambos se querían, pero no se amaban como esposo.

En el momento del acuerdo, Rhaenyra pasaba noches nupciales con Laenor para intentar un cachorro de sangre, pero ante los fallos comenzó su aventura con Harwin y de esa unión nació Jacaerys.

Laenor amo y expresó su adoración hacia el pequeño, Rhaenyra se sintió de lo peor, si bien Laenor adoraba a su cachorro, ella no le había dado una cría propia y sabia la angustia y miedo que le atormentaba a su esposo.

Lo volvieron intentar y nuevamente fallaron, Rhaenyra abrazo al Velaryon mientras este lloraba mostrando su vulnerabilidad por primera vez a la princesa. Cuando la princesa desistió a tener más hijos, Laenor le convenció de tener más, según sus palabras ella merecía tener tantos hijos quisiera y el no sería un obstáculo.

Laenor no quería ser un impedimento a la vida de Rhaenyra, comprendió y apoyó su amor con Harwin, si bien tenía amantes, estos solo eran eso, amantes, solo atracción física. No había vínculo, eso no ayudaba a sus inquietudes.

Ante la noticia del segundo embarazo de Rhaenyra, su alfa interno se enrosco en su interior con tristeza. Busco un amante, lo tomo con frustración, Laenor le dio placer y al acabar ambos siguieron su camino. Laenor, no regresó a su habitación, pero si se topo con Aegon; cansado entró a la habitación Luna, siendo seguido por el curiosos príncipe.

Aegon tenía conocimiento de todo, las noches de Harwin y Rhaenyra incluyendo los amantes de Laenor, pero jamás abrió la boca manteniendo en secreto lo que sabía. Laenor, tembló frustrado explotando en llanto junto a su alfa interno, desahogándose con el niño.

Cuando termino de llorar se sintió avergonzado de haber llorado abrazado de un niño, peor siendo Aegon, se sintió inmaduro y cuando intentó separarse los brazos del menor se lo impidieron.

Sorpresivamente igual que una madre, le arrullo y le consoló, Laenor no había llorado como pequeño de tres años en los brazos de su progenitora desde hace veranos.

Le agradeció al príncipe, recibiendo una sonrisa maternal, Laenor sonrió y se mantuvo agradecido con el pequeño príncipe, sus sospechas de que Aegon seria un futuro omega se habían vuelto verdad.

La guerra contra la Triarquía llegó nuevamente, su padre pidió su apoyo y el de su dragón, aceptó con gusto ansioso por ir a batalla; Rhaenyra no le dejó ir tan fácilmente, pero llegó a convencerla.

Fue dolorosa la despedida, abrazo con fuerza a su esposa y Jacaerys, en discreción le exigió a Harwin, protegerlo y no solo a la alfa sino también sus cuñados. El alfa al principio se mostró sorprendido luego le dedico una sonrisa aliviada y divertida, prometió hacerlo. Laenor, se sintió satisfecho.

El nacimiento de Lucerys, llegó como una pequeña noticia de motivación porque en medio de su depresión con su alfa interno, la llegada de su pequeño fue como la luz que necesitaba en medio de la oscuridad. Sin esperar mucho, marchó y llegó a lado lo más pronto hacia Rhaenyra, al cargar al pequeño, su mundo se sacudió y se iluminó.

Rhaenyra, le convenció de estar bien como para intentar nuevamente un embarazo, Laenor se negó, besando su coronilla con cariño. Agradeciendo la convicción de que tenía la mujer, pero él no se sentía listo para confirmar por tercera vez que ella no quedaría embarazada de su semilla.

Nuevamente partió a Peldaños, siguió visitando periódicamente a su familia, sin perderse en la batalla, llegando con heridas, pero con energía. Levaba en algunas ocasiones los regalos de Daemon a sus sobrinos, teniendo cuidado cuando eran artesanías.

Victoria, Laenor llegó junto a Daemon con la victoria, ambos tomaron caminos diferentes. Cuando se enteró del celo de Aegon, se mantuvo apoyando a Rhaenyra cuando la alfa, llegaba cansada, cuidar a un omega en celo no era nada fácil.

La mujer insistió sobre tener una noche marital, Laenor no pudo negar, había huido de lo inevitable por tres años y con resignación acepto. No era porque le diera asco o le disgustara tocar a Rhaenyra, solo tenía miedo, temor a... ser podrido, su semilla estaba podrida, jamás lograría tener hijos.

Rhaenyra, aceptó el toque de Laenor, cada beso y caricia fue bienvenida. Arqueo la espalda cuando su punto fue tocado, el placer nublo su mente, dejándola en blanco.

Gimió y tembló en cada estocado o toque placentero, correspondiendo los besos y brindándole placer también a Laenor, quien a diferencia de Harwin; sabría sus puntos más sensibles que le hacían dejarla sin aliento.

Las caricias fueron con cariño y cuidado, Laenor se concentraba en brindarle una buena experiencia y ella con gusto la disfrutaba. Junto sus frentes chocando con la respiración del alfa, sus piernas temblaron ante el empuje.

Las manos ajenas acariciaron su pecho, Rhaenyra arqueó la espalda, queriendo más contacto, deseando saber el sentir de Laenor, sus mejillas ardían al igual que su cuerpo.

En medio del nudo y el dolor que sorpresivamente fue agradable haciéndole gemir con insistencia, Laenor se concentro en arrullarla esperando, su semilla lleno a Rhaenyra, pero eso no alegro al alfa.

Cuando se separaron, Laenor le acarició la espalda cuando ella se recostó en su pecho, ambos en silencio.

Rhaenyra, por primera vez hizo una oración a Syrax, imploró quedar embarazada de su esposo, las lágrimas silenciosas de Laenor le quebraran el corazón. La mujer se acercó al rostro del Velaryon, besando su frente y juntándola con la suya.

―Tendremos cachorros―prometió Rhaenyra―. Tendremos crías, solo de nosotros dos, te daré más de un hijo, lo prometo. Solo hay que tener paciencia... de mi vientre nacerá la niña que tanto ansiamos, te lo juro cariño.

Laenor le sonrió con cansancio a la Targaryen, beso sus labios y se levantó. Acomodándose mejor con su ropa de noche, Rhaenyra le observaba desde la cama, expectante. El alfa soltó una risita regresando a su lugar, abrazando a la mujer.

―Me quedare, duerme, Nyra. Yo cuidare tu sueño...―susurro.

Laenor escribió una nota y se retiró de la habitación, ordenando a la sirvientas llevarle el desayuno a Rhaenyra en cuanto despierta, camino a la habitación Luna, encontrándose con Daemon, Helaena, Aemond y Daeron.

Ayudo en el cuidado de Jacaerys y Lucerys, al igual que el de sus pequeños cuñados cuando Daemon, se retiraba al ser la mano del Rey.

Rhaenyra comió las tortitas sonriendo a la nota, relajándose luego de haber tomado un buen baño.

"Descansa, hoy me encargaré del cuidado de Jae y Lu,

tomate el día. Si hay alguna emergencia con Aegon,

ayudare, tengo un autocontrol con las feromonas,

no le ocurrirá nada. También cuidare de Aem,

Hel y el pequeño Dae por ello no te preocupes,

hoy es tu día.

Atte: Laenor.

Cuando Daemon, le informó sobre el extraño y vergonzoso comportamiento de Laena, se sintió mal por ambos, pero apoyó el divorcio, era lo mejor. Si seguían en un matrimonio así tanto como Laena y Daemon, serían infelices y aquello sería perjudicante para sus pequeñas sobrinas.

Suspiro mirando la ventaba, tenía a Jacaerys en sus brazos mientras Lucerys, jugaba con Aemond. Observo con cariño los rasgos del niño, rasgos Valiryos heredados de Rhaenyra, su pecho se oprimió y su alfa interno lloro.

Limpio con rapidez las lágrimas, el sueño o el deseo de tener una pequeña cría se hacía más lejano y el pensamiento de ser infértil le estaban lastimando en sobremanera.

Suspiro temblorosamente, y sonrió con amargura ya era hora de aceptar su realidad.

 

☆♤♧☆♤♧☆

"¿Estoy condenado? Solo deseo un cachorro... una cría de mía sangre, mío, un pequeño con mi esposa. Una pequeña parte con ojos violetas y rasgos Velaryon y Targaryen; al parecer he sido castigado, negándoseme tener pequeños y eso hace que el dolor sea tortuoso cada día que respiro.

Duele saber que soy estéril, mi semilla podrida jamás dará frutos, jamás tendré la felicidad de sostener a mi propio hijo o hija, amare a Jacaerys y Lucerys, pero no son míos... nunca serán mis cachorros y ante la falta tengo miedo a jamás ser suficiente, mi alfa llora con pesar y dolor en silencio."

Laenor Velaryon.

 

Notes:

Laenor, es cuidadoso cuando tiene noches de pasión con sus amantes, incluso Aegon le ha ayudado con te de Luna cuando tiene encuentros con omegas o otros alfas, hay un secretito en su sangre Valirya, que Laenor aun no sabe y Aegon esta informado sobre ello por los dioses.

¿Tienes alguna pregunta sobre lo que se ha mostrando en este capitulo? Con gusto contestare tu duda.

En el próximo capitulo que sigue después de este seguiremos con el caos que hizo Alicent.

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Chapter 8: ❝El castigo y un embarazo.❞

Chapter Text

"No eres demasiado sensible,

 

No estas exagerando.

 

Si duele, duele.

 

No minimices las cosas

 

solo porque alguien mas 

 

No las entiende."

 

Epifanías de medianoche.

 

☆♤♧☆♤♧☆

 

 

 

Aegon se aferro a la mano de Daemon, moviéndose con lentitud, aun aturdido y sin energías. Sus mejillas rojas por el llanto al igual que su nariz fue presenciada por la servidumbre, las jóvenes le miraban con lastimaba y simpatía. 

 

Harwin se movía nervioso y alerta, Daemon comprendía la inquietud del guardia, ambos preocupados por la poca fuerza en Aegon. No sabían como hablarle a un omega ni cómo tratar de convencerlo sin recibir una mirada mal humorada como minutos atrás.

 

―Los dos me están convenciendo en ignorarlos por el resto de mi vida.

 

Trato de bromear Aegon con desgana, su rostro carecía de diversión al igual que una sonrisa, solo su tono apagado fue quien le delato en su intento. Daemon hizo una mueca.

 

―Lo lamento alteza, solo... estoy preocupado.

 

―Descuida Harwin, estoy... bien―trato de convencerse a sí mismo―. Puedes calmar tus nervios.

 

Si se lo seguía repitiendo se lo terminaría convenciendo, ansiaba olvidar el sueño que tuvo, la sangre y discordia no tenían lugar para lo que ocurriría. Al igual que quería ignorar el sueño lo haría con las miradas indiscretas, terminaría odiando ser el centro de los murmuros y chismes, no sabía cómo su yo de su primera vida no le importaba en su momento las difamaciones hacia su persona solo por beber vino.

 

Se rio internamente, tantos años que Alicent, se había mantenido en silencio y con quietud no podrían ser buena señal. Ella ya había anticipado los rumores, no habrían importado cuales fueran, esa era la única manera que la reina conocía como una ridícula "venganza" a su alcance.

 

Ridículo.

 

La rabia llegaba entrometiéndose, pero se iba con una rapidez impresionante que le aturdía.

 

Los pasillos parecían alargarse, el frio comenzó a amenazarle, sus manos se sentían frías, el agarre de Daemon aumento. Sonrió con amargura, las paredes parecían sonreír con malicia con cada paso que daba a través de los cimientos de la Fortaleza.

 

Honor, victoria, buena fe.

 

Justicia.

 

Había accionado como le habría parecido correcto, Alicent sonrió cuando el Maestre le confirmo sus sospechas. Con un nuevo hijo que darle a Viserys, su influencia volvería más fuerte. Después de tres veranos, los ansiados nietos que pedía su padre para amansar a Viserys estarían en unas lunas en sus brazos.

 

Después de este cachorro, se embarazaría de nuevo.

 

Los rumores sobre la virtud manchada de Aegon se habían esparcido como pólvora, estaba orgullosa por los frutos de su no tan tedioso trabajo, pero al igual que la satisfacción permaneció el disgusto estaba presente. Porque el error nacido de su vientre era un omega, una perra que solo serviría para dar hijos.

 

Le haría pagar, a el y esos pequeños traicioneros de Aemond y Helaena, se habían llevado a su pequeño Daeron. Le habían quitado por todo lo que trabajo en años, tardo unos tres más para llevar a cabo todo, si iban por el buen camino el éxito le estaría esperando al final.

 

La vergüenza de la casta del niño que nació primero que todos se iría poco a poco cuando él le comencé a rogar perdón por su insolencia. Le conseguiría un buen esposo al cual servir, abrir las piernas a Aegon no debía ser un obstáculo ¿Verdad?

 

El ruido de la armadura y la intrusión agresiva de los guardias le inquietaron.

 

―Su majestad, el rey, solicita la presencia de la reina consorte en la sala del Trono.

 

Alicent sonrió fingidamente, teniendo un pequeño intercambio con el maestre.

 

―Bien, por favor guiar el camino.

 

Ser rodeada por los guardias no eran nada gratificante, la molestia fue notable en su rostro fruncido, el maestre le seguía detrás suyo. Cualesquiera que sean las razones para ser flanqueada igual a una criminal, Viserys la escucharía, estaba harta de ser humillada de esa forma.

 

«Pobre mujer ingenua, quien desprecia su sangre es castigado, debes pagar por este pecado en algún momento.»

 

Aegon evito la mirada de Viserys, avergonzado por todo lo dicho sobre su honor y virginidad. No quería ver la mirada que le daría su padre, tenía miedo, temor irrazonable por encontrar asco o desprecio hacia su persona.

 

Sus manos sudaban, el aire comenzaría a faltarle, las lágrimas amenazaban por desbordarse al igual que el interminable llanto estancado en su pecho y núcleo.

 

Viserys se acercó, acunando el rostro de su hijo, su cachorro. Besando su frente, tomando su mentón con gentileza para que le viera, sintiendo la ira aumentar ante la mirada llorosa de Aegon. 

 

Sin importarle la mirada de los cortesanos siguió tratando de calmar a su cría, sabia que pronto Alicent estaría presente y con resignación dejo ir al menor con Rhaenyra, su hija mayor abrazo al pequeño. Tomándole de la mano como muestra de su apoyo.

 

La gran puerta se abrió, mostrando a la beta con el Maestre, la molestia fue notable para las damas y jóvenes, los lores miraban todo con el ceño fruncido.

 

― ¿Por qué este Maestre, te acompaña Alicent?

 

―Su Majestad-

 

― ¡Silencio!

 

Alicent ignoro el grito, mirando su alrededor con el mentón en alto, dirigiendo su disgusto sin disimular hacia Aegon. 

 

― ¿A qué se debe todo esto, esposo?

 

Ante la mirada, Aegon se aferro a la mano de Rhaenyra, sin ceder su mirada a la reina. No la bajaría ni demostraría debilidad, no ahora, no cuando había muchas personas que le juzgarían cada pequeña acción.

 

El gruñido de Rhaenyra fue grotesco, silenciando la sala. 

 

―Consorte Alicent Higthower, estas en frente de nuestro Rey y corte para ser juzgada ante tus crímenes.

 

Viserys le concedió el control con un gesto de acuerdo, impresionando a las personas presentes. En desacuerdo con el rey compartieron miradas, ciertamente algunos seguían estupefactos admirando la acción del rey, quien confiaba en su heredera.

 

―No sé de qué habl-

 

― ¡Silencio! Sabes muy bien el peso de tus acciones, has difamado a un miembro de la familia real y conspirado contra el de esa manera, a tu propio hijo ¿En qué pensabas? ¿Con que objetivo lo has hecho?

 

Alicent apretó con fuerza la mandíbula, mirando con frustración a la princesa.

 

―Habla Alicent Higthower.

 

― ¡¿Por qué lo hice?! ¡Ja! ¡Todos sabemos la clase de perra abre piernas que son los omegas! ¡¿Acaso tengo culpa de que él sea una golfa?!

 

La sala jadeo, horrorizados y asqueados por las acciones de la mujer, incrédulos de que una madre sea capaz de hacer tal barbarie contra su propia cría.

 

― ¡Cállate! ¡Le has hecho la peor maldad a tu propio hijo! ¡Un crimen que debería ser castigado con la ejecución! ¡Pero como castigo, vivirás con el peso de mi misericordia, Alicent Higthower será encerrada en las mazmorras y jamás será liberada!

 

Daemon y Rhaenyra estaba en desacuerdo con la decisión tomada, pero bien sabían el revuelo que haría la ejecución de Alicent, su padre quería evitar más conflictos con Antigua.

 

― ¡Espere su majestad! ―intervino el Maestre con nerviosismo, temblando ante las miradas acaloradas de la familia real―. ¡Su Gracia esta embarazada, tenga piedad por esos cachorros!

 

Viserys miro con incredulidad al Maestre, su alfa interno rasguño su interior, Daemon estaba a punto de lanzarse a la beta para matarla. Rhaenyra en cambio dio un paso al frente, silenciando los murmuros.

 

―Alicent Higthower será recluida en sus habitación hasta el nacimiento del futuro príncipe real, no se le será permitido ningún visita, sus crímenes y el peso de ellos siguen en pie―dicto, obteniendo un asentimiento de su padre―. Guardias, llévensela.

 

El rey hizo una ceña, controlando su respiración, los lores no negaron solo compartieron miradas de disgusto ante las acciones de Alicent. Podrían ser ambiciosos, pero no estúpidos, el príncipe Aegon apenas comenzaba a madurar, el rumor esparcido no era más que una calumnia.

 

Alicent fue arrastrada, sintió vergüenza ante las miradas. 

 

― ¡Como se atreven! ¡No he dicho mentiras, el es una perra como todos los omegas!

 

El movimiento rápido de Rhaenyra hizo estremecer a mas de un alfa, el agarre sobre la mandíbula de Alicent comenzaba a ser peligroso, una advertencia de que en cualquier momento podría fracturarlo si lo deseaba.

 

―Este espectáculo solo ha revelado lo escoria de persona que eres, discriminas a tu propio hijo por su casta, deberías ahogarte en tus lagrimas para ya no existir, hablar de honor cuando eres la peor hipócrita existente, maldita zorra―murmuro amenazante, sus ojos brillaban en dorado y rojo―. Tus acciones no tienen perdón, tu castigo jamás será levantado, vivirás con esta vergüenza, solo vives por este cachorro en tu vientre, tenlo muy en claro Higthower. ¡Llévensela!

 

Silencio, Viserys ordeno el retiro de todos.

 

El sollozo bajito de Aegon, inquieto al alfa. El instinto protector de su alfa le exigía ir a matar a la beta, pero no lo haría. Abrazo a su pequeño hijo, sintiendo a primera mano la inquietud y miedo de Aegon.

 

Daemon fue bastante rápido a tomar a Rhaenyra, la palidez no paso desapercibida. Compartió una mirada rápida con Viserys, moviéndose con una impresionante agilidad entre los pasillos. Aegon iba detrás suyo mientras que su hermano dictaba ordenes, debian traer un maestre.

 

Laenor corrió, asustado, con un nudo en su garganta. Esquivando a quienes caminaban por los pasillos apenas consiente de lo que había ocurrido con Aegon. Bombardeó a Daemon con preguntas, inquieto por lo que le había ocurrido a su esposa.

 

―El Maestre le esta revisando, Aegon esta con ella―informo Viserys, intentándolo calmar.

 

Aegon miraba expectante al Maestre, Rhaenyra sostenía su mano, ambos en busca de apoyo. Un apoyo que solo ambos podrían brindarse, las inquietudes y estrés quedaba en segundo plano al ser consientes de estar solos con las cargas sobre sus hombros como príncipes Targaryen.

 

―Felicidades, alteza. Usted está embarazada.

 

La alegría hizo accionar con euforia a Aegon, saliendo de la habitación con rapidez, los tres alfas le miraron extrañados.

 

― ¡Rhaenyra está en cinta!

 

Laenor se acerco vacilante a Rhaenyra después del ahogo de felicitaciones, mirándola con ojos llorosos. La alfa sonreía con ternura acariciando su vientre, ambos sabían que era suyos, de ella y Laenor.

 

La oración de Rhaenyra había sido escuchada. 

 

Laenor tendría su cachorro, sollozo con felicidad abrazando a su esposa, dejando salir la tristeza que había cargado en esos meses. La escena fue presenciada por Aegon, Daemon y Viserys.

 

Daemon presto atención al aroma de Aegon, la tristeza y angustia informaban lo que no hacia su rostro. 

 

Aegon estaba feliz por la noticia de Rhaenyra, pero inquieto y triste ante su próximo hermano, ese pequeño no existía. Un cambio, uno que desconocía, un pequeño que seria arrebatado de su madre. Aegon quería llorar nuevamente.

 

Estaba asustado, con dolor todavía presente por las palabras de su propia madre, aun después de dos vidas, sanando lo que su abuela y madre habían dañado, seguía siendo accesible a sus palabras crueles y malos tratos. 

 

¿Por qué no la odia? Es lo que se pregunta constantemente, con todo el daño que le ha causado debería detestarla, pero sigue siendo su madre, la mujer que le dio a luz. Aegon no se entiende, siempre siendo un misterio incluso para el mismo.

 

La mano de Aegon acuno la suya. El aroma de Viserys inundo la habitación al igual que el de Rhaenyra, buscaban darle consuelo.

 

Sonrió con tristeza, tenia personas que le brindaban apoyo y cariño, pero la herida seguía sangrando, la advertencia de un futuro incierto se posaba en su espalda como una carga inmensa la cual no sabe si podrá soportar. Era frustrante.

 

«Ya no estoy solo.» pensó «Debería de tenerlo en claro, Alicent ya no podrá hacernos daño... sus palabras no deberían importarme.» se recordó con brusquedad «Debo seguir adelante, no dejes que sus palabras te afecten... soy fuerte.»

 

☆♤♧☆♤♧☆

 

"El poder corrompe a las personas, les hace olvidar lo que alguna vez fueron."

 Harwin Strong.

 

"Los dioses me han escuchado, he sido bendecido..."

 Laenor Velaryon

 

"Lucha sin parar, demuéstrales quién eres, un omega imparable e indomable. Eres el único que decide tu destino, ciega con tu brillo el mundo, demuestra tu inquebrantable fortaleza, Aegon." Daemon Targaryen.

 

"¿Y qué se hace

 

cuando el nudo

 

esta en el alma

 

y no en la garganta?"

 

Epifanías de medianoche.

 

Chapter 9: ❝EL PUEBLO DE KINGS LANDING ❞

Summary:

Semanas despues del Caos con Alicent. Daemon y aegon visitan el lugar que será una escuela, orfanato y hospital para quienes habitan en Kings Landing. El joven príncipe omega disfruta la libertad del día, apreciando a los ciudadanos de la capital y ganando el cariño de quienes le conocen en el camino. Aegon se hace una promesa al terminar el día.

Notes:

La cancion que aparece en el perfil de Wattpad la cual he tomado como inspiraciones para hacer este capítulo es la de Rapunzel cuando esta en el pueblo bailando.

Chapter Text

Aegon observo con atención las calles del pueblo, el carruaje se movía constantemente. Un detalle que ya no le incomodaba, acostumbrado gracias a los días de cacería y los viajes que daba Viserys con Rhaenyra.

 

Daemon tenía un expresión aburrida de no ser por la orden de Viserys por la seguridad de Aegon, ambos hubieran optado por cabalgar. Petición que fue negada, Viserys estaba más sobreprotector con Aegon con el pasar de los días.

 

Daemon acepto, se abstuvo a quejarse, de reojo admirada la expresión de fascinación en el omega. Estar afuera de la Fortaleza valía completamente la pena.

 

Habían cancelado ese viaje unos amaneceres atrás, dado la discordia de Alicent, querían asegurarse de la tranquilidad del menor. Las remodelaciones en la propiedad que había pedido Aegon apenas comenzaban.

 

Aegon y Rhaenyra, le había dado por unos días la administración del lugar a Laenor; el alfa quería evitarles estrés comprendiendo la situación. Ya recuperado Aegon, pidió de nuevo su propua participación en el proyecto con terquedad.

 

Aegon agarro la mano de Daemon al bajar del carruaje. Avergonzado por el tipo de trato, pero era un etiqueta incomoda. Se detuvo al mirar la gran mansión, habían muchos detalles que eran diferentes a los de hace lunas atrás. Una remodelación no sería de tan solo unos meses y el menor lo sabia.

 

La pintura azul le saluda, pequeños dibujos gritaban nueva vida, hojas iguales a las de Laurel. Los trabajadores dieron reverencia, saludando con respeto. Daemon no le dio importancia en cambio Aegon les regreso el saludo, dispuesto a generar un vínculo de confianza y tolerancia con ellos.

 

Solo así, ellos se sentirían cómodos y harían el trabajo con más entusiasmo. El omega volteo hacia los niños curiosos, los pequeños se acercaban sigilosamente. Miraban con cautela el lugar, sin confiar en los desconocidos. Un comportamiento que le daba ternura, les sonrió con entusiasmo saludandoles con la mano, un pequeños gesto infantil.

 

Detuvo con un gesto a los guardias, los hombres le dieron el paso. Daemon estaba detrás suyo, curioso. Igual a un depredador. 

 

Las acciones calmas, hicieron que los niños ganarán más confianza, comenzando con sus pequeñas y grandes preguntas, era lo normal. Le recordaban a Aemond y Helaena cuando se fascinaban por algo, sus dulces niños.

 

Hace lunas había investigado el lugar, hogar antiguo de unos mercaderes, se habían mudado, dejando el lugar abandonado y deshabitado. Aprovecho aquello y se lo pidió a Viserys, con su idea de una escuela y orfanato para quienes lo necesitarán. Un hospital no estaba mal, curanderos de Essos vendrían, convenció a Rhaenyra de buscarlos. 

 

La princesa estuvo de acuerdo, financiando su proyecto igual que Viserys. Tener un pueblo contento era mejor que hacerlos sufrir. El anuncio de una escuela para enseñar a los niños, jóvenes y adultos creo incertidumbre, pero no fue mal recibida.

 

Tanto mujeres y niñas tendrías las mismas oportunidades, omegas, betas y alfas por igual con los Septos y Septas mas aptos y voluntarios para ese desarrollo. Se había encargado personalmente de un nuevo sistema, solo para ese proyecto. Cada tanto le enviaban cartas con muchas preguntas, escritas por algún maestre de confianza transmitiendo las palabras del pueblo de King Landing lleno de dudas.

 

La emoción de los niños se fue desvaneciendo cuando cada quien se despidió. Con la alegría infantil comenzaron a jugar no muy lejos, Aegon sonrió con tristeza, niños inocentes, pensar que el había condenado estos ciudadanos al ser Rey Usurpador en su primera vida. 

 

En esa vida no los dejaría morir de hambre, había muchos gobiernos que tomaría de referencia para una mejor Capital Real, volverla superior a las grandes ciudades que superaban a Kings Landing. Eran la realeza, seres de alta cuna que ignoraban el sentir de los plebeyos trabajadores. 

 

Como príncipe, consiente de este tipo de ignorancia al igual que Rhaenyra, habrían cambios, cambios que estaban asegurados por suceder con el apoyo del Rey. Así, solo así... fortalecerán la posición de Rhaenyra como princesa heredera ganando en más de una forma el favor del pueblo llano.

 

—¿Qué te ocurre?

 

—Nada—contesto, volteando hacia los constructores—, ¿como van?

 

—Haciendo su trabajo de manera eficiente. Debo admitir que tu y Rhaenyra han escogido colores agradables. Será magnífico terminado.

 

Aegon sonrió agradecido, dentro del lugar, en algunas salas ya terminadas las imágenes de dragones, ciervos y bosques densos estaban retratando las afueras de la capital. Imágenes detalladas, con el objetivo de compartir su visión con los niños que disfrutarían el lugar. 

 

—Quisiera ver el pueblo... ¿Podríamos hacer un pequeño recorrido?

 

Daemon alzó una ceja interrogante, comprendiendo la segunda intención del viaje. Soltó una pequeña risa de diversión, ese acto rebelde no haría ningún daño. Suspiro a sabiendo que el omega era impredecible.

 

—Bien, lo haremos—movió las manos llamando a las capas doradas—, ellos nos acompañaran.

 

Daemon era capaz de matar y defender, pero un ataque de más de veinte hombres en medio del combate cualquiera podría herir a Aegon, algo que con una sed y instinto primario no dejaría que sucediera, protector con el omega. Sujeto el hombro con suavidad y comenzó la caminata.

 

Aegon le miro de mala gana, dándole un pequeño puchero dirigiendo su mirada a las nuevas calles que no había conocido antes.

 

—No hagas eso—dijo tocando con un dedo las mejillas del omega—. Lo hago por tu protección y porque tu Viserys, me condenaría si llegaras con algún rasguño.

 

El crepúsculo estaba más cerca, la plaza, el centro de la capital se bañaba en la riqueza de puestos, ya sea con comida u objetos, comerciantes grandes y pequeños saludaban manteniéndose en sus negocios. Niños corriendo hacia sus padres o persiguiendose entre sí, había gente con pocos recursos pidiendo monedas, acto que no dejó ignorado, Aegon ofreció monedas a través de las Capas Doradas.

 

Recorrieron con calma cada centímetro, brindando a sus acompañantes comida a petición de Aegon. Los hombres charlaban con tranquilidad entre ellos, disfrutando de la cidra con el pan dulce. Daemon y Aegon, se acercaron a señora, mayor con pequeñas arrugas en su rostro. Había una mirada gentil y maternal al observar a Aegon.

 

Compro las frutas, ansioso por algún fruto que le quitara el antojo; dando de apoco la mayoría a sus guardias. Daemon estaba alerta, con el cuerpo relajado. Tanto su alfa interno como él, percibían las miradas indiscretas.

 

—Usted, mi pequeño señor. Es hermoso. 

 

—Muchas gracias, abuela...

 

—De nada—la señora río a gusto—. Hace años que alguien me llamaba así, hazle un favor a esta anciana, toma una manzana, la qué quieras, es mi regalo... ante tu amabilidad por nosotros, pequeños noble.

 

Aegon, la tomo. Sonriendo con melancolía agradeciendo con un susurro el gesto, la calidez de la mujer no se desvaneció.

 

—Es... realmente cálido este ambiente—comento.

 

Daemon asintió, había tranquilidad en el día, en los barrios promedio, pero entre más se adentraron, habría robos y asesinatos. Sus hombres habían hecho de todo para acabarlos, pero todavía hacía falta para erradicar a muchos de esos criminales.

 

La música comenzó, las personas se reunieron, se sonreian con esperanza. Los movimientos apenas comenzaban, Aegon agarro la mano de Daemon, guiándolo al centro.

 

Soltó al alfa para acercar al grupo de niños que jugaba con las pinturas, hipnotizado se unió, quitándose la chaqueta de su traje, con la camisa blanca afuera, ignoro las pequeñas manchas en la tela. Amaba pintar, abrazo de nuevo el recuerdo.

 

Los tatareos de su mamá Rose se colaban tercamente en su mente. La mujer que le dio la vida, la mejor madre que podría existir. Río contagiando a los infantes, uniéndose al pequeño cántico. Emocionados esperando el resultado.

 

Al terminar, avergonzado por su comportamiento, se acerco rápidamente a Daemon. El alfa le miro con diversión, negando divertido. Pidiendo el agua para lavarle las manos, las mejillas de Aegon se tiñeron de rojo. Las personas se acercaban al mural con alegría, había un brillo en sus miradas.

 

—Usted es muy talentoso—Elogio uno de los cachorros—, adiós.

 

—Los niños están fascinados contigo y ese talento—señaló—, es admirable, cachorro caprichoso. Estas lleno de sorpresas.

 

Aegon trato de esquivar el gesto, Daemon lo atrapó desordenando su cabello, ignorando las quejas de Aegon.

 

—Vamos por algo de comer, te ves algo hambriento.

 

La carne era rica, no tan prepara como la del Castillo, pero le bastaba. Los guardias sonreían animados, Daemon compartía palabra con ellos, tal vez recordando los viejos tiempos cuando impartía justicia... de manera sangrienta con Dark Sister.

 

La música se intensificó, terminando su ración. Le hizo un gesto cómplice a Daemon. Encargando a dos de los Capas Doradas de repartir raciones a las familias que vivían en las calles y niños huérfanos, agarro la mano del alfa para avanzar al centro de la plaza. Todas las dolencias y necesidades de su gente serían atendidas, en un futuro... un futuro mejor, un reino que sería entregado, este tipo de sistema no sería solamente en King Landing, con la inspiración de Rhaenyra al ver avances positivos que Aegon, no duda que habrá.

 

En más de una ciudad de cada Lord de alto y bajo rango, cada ciudadano será atendido, según sus necesidad, carencias y enfermedad. Rhaenyra, su hermana, ella sería una gran Reina.

 

Daemon tomo la pequeña cintura de Aegon, comenzando el baile. Animado, consciente de la felicidad en la feromonas de Aegon, los olores y aromas ajenos quedaron en el olvido. Hipnotizados por el ritmo y música sus cuerpos comenzaron a actuar.

 

La altura de Aegon aumentaba cada día, llegando apenas hasta su pecho, era increíble la forma en que crecía. Sus rasgos delicados se acentuaban con su cabello, los aretes en forma de mariposa se movían delicadamente. El brillo en los ojos de Aegon, era un detalle que Daemon no iba olvidar. 

 

Había complicidad, una de tío y sobrino, de dos personas que comprendían que ese momento era para disfrute, conocer a su gente, plantear un nuevo futuro uno donde la visión que tenía Aegon y Rhaenyra se haría realidad. Sueños y objetivos que con cada acción de ambos príncipes se iba realizando exitosamente.

 

Las vueltas eran intensas, siendo ignorado el vértigo por las risas de Daemon y Aegon, los plebeyos cercanos miraban a la pareja con fascinación. Los compañeros de baila a su alrededor contagiados por el ánimo estimulante, siguieron su ejemplo, siendo libres en expresar su felicidad con pasos que parecían erróneos, pero llenos de pasión.

 

Al ser alzado reprimió un jadeo, abriendo sus párpados de la sorpresa, la sonrisa socarrona de Daemon prometía más sorpresas en ese intercambio. Sin amargura acepto lo inesperado, Aegon quería un día lejos de los lujos y la corte. No había miradas chismosas de la corte, solo por un momento añoro volver a su segunda vida donde nadie era igual a este tipo de gobierno feudal. 

 

Pero los arrepentimiento de una vida anterior quedaban en el olvido cuando recordaba a su familia, sus queridos hermanos, a sus cercanos. Por todo lo que perdió... Aegon recibió más a pesar de todos los pecados que alguna vez cometió en su primera vida.

 

Ahora sin las preocupaciones de ser Príncipe Targaryen, Alfa y Omega. Rieron, dando más vueltas bruscas, pasos animados. Uniéndose a la multitud llena de júbilo por la alegría, ancianos y niños, adultos y jovencitas, madre e hijos, padre e hijas. Siguieron el ejemplo, por una vez todos... añoraron esa paz transmitida en las mirada de ambos Targaryen.

 

La calidez y libertad permaneció, aún si el baile ya no era intenso, la complicidad de ambos iba creciendo. Aegon soltó un jadeo, ante la vuelta y ser manipulado en el baile con una gran facilidad, sin poder creer que alguien como Daemon, daría un buen aporte a un baile con las pocas veces presencio su participación.

 

Río a carcajadas, ignorando nuevamente sus pensamientos y dejando que el momento lo arrastrase con delicadeza y familiaridad.

 

Sin saber que en uno de las esquinas, los hombres que apoyaban a Daemon, quienes recibieron las Capas Doradas, juraron lealtad a él. Protegerlo por la amabilidad, cuidar de su objetivo al ver que por una vez, un príncipe hizo lo que no mucho se atreven, abrirse a su gente. Velar por su bienestar y cumplir sus promesas, aunque tardaran.

 

«Ojalá este día nunca termine, pero en sue llaga a hacerlo... será mi tesoro, solo mio, uno donde yo; Aegon Targaryen, reencarnado dos veces, ha sido libre. Tan libre como un plebeyo de sangre real, un desconocido para el pueblo que se convirtió en un cercano—pensó—. Protegeré este delicado y hermoso espíritu, donde todos aquellos que no son de cuna de oro sean libres, tan libres para darles el hermoso regalo de la paz.»

 

En un pueblo donde hay esperanza, vale la pena proteger lo que presencio en carne y hueso, humanidad. Humanidad ante todos las palabrerías de ser salvajes , humanidad ante el recuerdo de su segunda vida, amor a lo que perdió y lo que ganará.

 

Promesa a lo que fue y será, un cambio a las cadenas de odio y envidia, ese era el pueblo de King Landing, un pueblo dispuesto al cambio, un cambio que Rhaenyra Targaryen y Aegon Targaryen están dispuesto a dar.

 

❝No perdamos la esperanza, la fe y perspectiva, en un mundo llenos de envidioso, demostremos la diferencia y seamos quienes inicien este renacer. Demostremos nuestra humanidad.

—Aegon II Targaryen.❞

 

❝¿Acaso ser un humano depende de la crueldad del pensamiento y acciones?

 

¿Por qué nosotros los humanos relacionamos a la humanidad con todo lo malo?

 

¿A caso no hay humanos buenos y llenos de bondad o acaso estamos llenos de miedo que todo lo asociamos con maldad?

 

En este mundo herido por cada acción cruel aumentando, se nos olvida que el humano alguna vez fue un ser lleno de amabilidad y justicia. Abrazado del manto de amor y comprensión. Ser humano, no depende de los monstruos disfrazados con piel de persona, que respira y habla, vistiendo la delicada ropa de lo que es: "Un ser humano".❞

Chapter 10: ❝CRIAS TARGARYEN❞

Chapter Text

CAPITULO DIEZ.

 

TEMPORADA UNO.

 

❝CRÍAS TARGARYEN❞

 

«Entonces te vi, pequeño y frágil. Una existencia carente de maldad y lleno de pureza, oh pequeño bebé, mamá esta aquí y él va cuidarte siempre.

—Del Diario de Aegon Targaryen; Dragon Dorado, Tercera Vida. Para sus dos hermanos menores, Myssaera y Aegor Targaryen.»

 

 

 

Aemond, tercer hijo de Viserys Targaryen y su segunda consorte. Segundo hijo varón, pequeño hermano de Aegon a quien considera verdaderamente su mamá. Hace días sentía incomodidad, y sabía que solo Aegon comprendería su carga, su sentir.

 

—Mamá.

 

—Dime, cachorro—dijo Aegon, disfrutando del té.

 

El jardín de Rosas compartía su belleza como si fueran eternas, una tarde calurosa avisando la primavera. La estación más tranquila y querida por sus hermanos menores. Aegon presumía el jardín, un jardín lleno de recuerdos creados por él y los menores, su lugar seguro.

 

—Crees que....—Aemond dudó—, ¿Yo podía llegar a ser un buen Beta?

 

La pregunta descolocó a Aegon, mirando con alerta la angustia de su hermano siendo el lenguaje corporal del cachorro quien le avisaba su inquietud. El omega sabia que él nunca sería Beta, la casta de Aemond era Alfa. Esa inseguridad era provocada.

 

—Cachorro, ¿por qué crees que serás Beta?

 

Era un cuestionamiento válido, no había muchos Betas en su familia, no después de Rhaenys Targaryen, Segunda Esposa de Aegon El Conquistador. La Casa Targaryen daba lugar a los más fuertes Alfas, incluso, hasta hoy tiempo; los únicos omegas vivos eran el mismo Aegon y Laena Valeryon. ¿Pero Betas? No hay registro alguno, eso es lo que ha encontrado en sus investigaciones.

 

—Me gustaría ser Beta para mantenerte a salvo... y no...

 

Aegon sintió un nudo en su garganta y de inmediato abrazo al menor, teniendo una idea del dilema que sufría Aemond. Días atrás los Lores comenzaron hablar sobre las propuestas de matrimonio por su mano, claro está que Daemon casi los asesina y su padre estaba peor, sin contar la reacción amenazante de Rhaenyra.

 

Aemond había estado presente como copero, un signo de confianza por parte de su padre y de Rhaenyra al sugerirlo. Aegon se mantuvo en silencio en toda la reunión, observando con cautela cada reacción, pendiente de su cachorro.

 

No argumento nada en contra ni a favor dejando la desición y crítica a su hermana. Siendo la única Alfa femenina ella tenía más intimidad de hablar el tema con él personalmente.

 

Aunque, tampoco perdieron el tiempo de proponer un matrimonio con Aemond si resultara Alfa ya que su pequeño y adorado niño estaba llegando a la edad de presentación.

 

La sugerencia fue ignorada y su padre con impaciencia e ira dio por terminada la reunión. Claro estaba qué Aemond quedó con miedos, miedo a lo que ocurriría en el futuro.

 

—Serás un gran alfa—afirmó con una sonrisa—. Pero si resultaras Beta, no veo ningún problema, eso no cambiará que eres un niño brillante, siendo Alfa u otra casta, seguirás siendo Aemond Targaryen.

 

Aemond nego con una sonrisa tímida. En su corazón había temor, uno grande. No quería resultar Alfa y obligarán a su querido hermano ser su esposo, un matrimonio forzado, Aegon era su madre. Eso sería perturbador, inconsciente, horrible.

 

Aegon beso la frente de su hijo, decidiendo terminar la reunión ante la indesponibilidad del pequeño. Consiente de que no debería darle más preocupación y lo que pensara en su mente no sería calmado, prefería tratar el tema con más calma en un lugar apropiado.

 

Apenas habían ocurrido tres meses de embarazo.

 

Rhaenyra no de quejaba, mirar su vientre hinchado con el signo de que ahí se procreaba vida. En cierto modo agradecía qué no le dieran nauseas y malestares, según los maestres su embarazo iría con seguridad y sin ningún problema.

 

Algo que alegraba a Laenor y por consecuencia la calidez en su pecho aumentaba. Ver feliz a su esposo, era su mayor alegría junto con sus dos crías curiosas por su hermanito o hermanita.

 

—¿Cómo está la Reina Alicent—pregunto al maestre encargado de la consorte, Rhaenyra se encargaba de controlar todo sobre ella, por ahora—. Al igual que yo, ella lleva unos tres meses de gestación, ¿no?

 

—El bebé está fuera de peligro, alteza. Su Gracia sigue las instrucciones de manera positiva.

 

Rhaenyra asintió y despidió al Maestre, saber que el bebé estuviera bien era su única prioridad. Saber más de Alicent no era de su verdadero interés.

 

La entrada de Aegon con Lucerys en sus brazos la saco de su ensoñación y de inmediato abrió sus brazos con alegría. Su pequeña cría pedía con entusiasmo apenas contenido ir hacia ella. Al igual que Jacaerys, pero ese pequeño lo hacia con más calma.

 

Aegon se sentó en frente suyo, mirando la escena con una sonrisa tranquila. Disfrutando de la calma en esa reunión, sabiendo que Aemond y Helaena estarían en sus lección, y más tarde aprendiendo el manejo de espada con Daemon.

 

—Las cachorras de tío Daemon vendrán en unos días—informo Aegon a Rhaenyra—. Aún no puedo creer que ella acepto el acuerdo...

 

—Estoy segura que hubo una intervención por parte de Rhaenys.

 

El tema se dio por terminado.

 

«Apenas había amanecido, el sol ni siquiera estaba en lo mas alto, pero Rhaenyera sabia que Laenor estaba hablándole a su vientre con aquella excusa de que su alfa interno se lo pedía y ella no tenia el corazon para llevarle la contraria.

 

—Es muy temprano, ¿no lo crees?—interrumpió suavemente. 

 

—Es inevitable—susurro el alfa con dulzura y vergüenza.

 

—Estoy segura que nuestro bebé te escucha, no hay duda de ello.

 

Abrazados en silencio, escuchando los pasos de los sirvientes al iniciar su día, los guardias seguían custodiando su puerta. Guardaron calma y se dejaron llevar por el sueño.»

 

Una risa salió de labios de Rhaenyra. La Princesa tenía una sonrisa traviesa a los ojos de Aegon y Viserys, ninguno se atrevió a preguntar retomando la conversación del proyecto de Aegon.

 

Ya en la tarde, cerca del ocaso. Aegon recibió a sus hermanos dándoles las orden de tomar un baño para la cena, en cambio Daemon miro el intercambio con una sonrisa y se acercó al omega ya solos.

 

Mostrando en sus manos el collar, la orquídea con diamantes hicieron estremecer al omega y emocionar a su parte interna. 

 

—¿Es para mi...? ¿No cree que se le vería mejor a Rhaenyra?—Pregunto alarmado.

 

—Es para ti, solo tuyo.

 

En la cena observo con una ceja alzada el collar en el cuello de su hijo, viendo de reojo a su hermano, quien con una sonrisa presumida le devolvió la mirada. Rhaenyra se río internamente ante la acción pícara y traviesa, en cambio Aemond fulminaba a su tío con inconformidad ante sus intenciones.

 

Helaena decidió ignorar el desacuerdo silencioso, centrándose en Daeron, Aegon lo alimentaba, comida que podría digerir y al igual que su pequeña hermana decidió hacerse el ignorante a la situación.

 

Cinco meses de embarazo.

 

Nuevas rutinas a la que adaptarse, siendo Rhaenyra quien no podía sobreesforzarse por su embarazo, la tarea de cuidar a los cachorros recayó en Aegon. No se quejo y se entrego arduamente a su nueva responsabilidad

 

Claro que no era fácil, tener a Rhaena y Baela a su cuidado no lo era. Ellas al igual que sus hermanos necesitaban cierta atención, más que Helaena y Aemond, pero no tenía el corazón para darles más y fue igual tanto en el trato y tiempo.

 

Daemon comprendió su dilema y se ofreció ayudarle, cosa que el omega no negó. Laenor ayudaba con Lucerys y Jacaerys que al igual que Daeron pedían por Aegon.

 

—A este paso te convertirás en un pulpo cuidando tantos niños—comento Rhaenyra haciendo una mueca, notando las ojeras en el rostro delicado de su hermano—. Necesitas descansar un poco, hermanito.

 

—Estoy bien, me estoy adaptanto—Aegon cargaba a Rhaena en su brazos, Daeron hacia pucheros en los de Aemond—. Pronto vendrá Helaena después del entrenamiento, tío Daemon se encargará de ellas.

 

—Nuestro padre ha ido a Marca Deriva, necesita hacer algunos acuerdos con Lord Corlys.

 

—¿Es así?—Aegon ya lo sabía, su padre se lo había comentado de primero—. Le deseo un buen viaje y que Balerion lo cuide.

 

—He notado que siempre nombras nuestros Dioses Valiryos, ¿Has leído los libros? Nadie de nuestra familia siguió creyendo en ellos.

 

—Nosotros sí—Aegon asintió a Aemond. El niño de inmediato se sentó, Baela jugaba con Jacaerys—. Yo creo en ellos, se los he inculcado a Aemond y Helaena, pronto a Daeron. Son nuestros Dioses. No debemos aceptar a los desconocidos.

 

Rhaenyra soltó una risa, pero no le sermoneo, es más acepto con gusto la creencia de su hermano.

 

—Haré lo mismo con mis cachorros, tienes razón.

 

El ingreso de Helaena hizo que los ánimos de Aegon subieran, el cansancio quedó a segundo plano y la recibió en un inusual abrazo al tener a Rhaena en sus brazos. Aún así la alegría no se esfumó, Daemon de inmediato tomo su cachorra y dio palmadas en la cabeza de Helaena, beso la coronilla de Aegon y aparto dirigiéndose hacia Baela, Aemond y Daeron.

 

Una sonrisa se escapo de Aegon, avergonzado decidió ignorar la de su hermana, quien con picardia no borraba la emoción.

 

Estando solo con sus hermanos y al cuidado de Harwin, Daeron pedía ser levantado por el alfa y su guardia, débil ante los niños que ha cuidado por casi cuatro veranos y primaveras cedió.

 

Aegon se preguntaba si tenía un peligroso guardia cuidándolo o un pichónsito Harwin.

 

«Haber vivido en un mundo morderno me esta afectando junto con la presión que estoy sintiendo—pensó escuchando las risas de su hermano menor—, pero es inevitable no pensar así.»

 

Se acomodó en el sillón, en la noche se encontraría con Rhaenyra para saber sobre el estado de su embarazo y el de Alicent.

 

Seis meses de embarazo.

 

El peso en su vientre era apenas soportable, el tamaño inchado era inusual, pero los doctores le avisaron que todo saldría bien. Tanto su bebé y ella estaban a salvo.

 

Pero no podía asegurar lo mismo de Alicent, la mujer se notaba demacrada y el alumbramiento de su hermano estaba a pocos días de suceder, apenas con algunos meses de diferencia.

 

El día lo paso con Aegon, su hermano estaba rígido, nervioso por lo que iba suceder estos días, los niños se distraían con pequeños juegos a diferencia de Aemond y Helaena al pendientes de su hermano.

 

Rhaenyra sentirá admiración hacia esos dos pequeños por la forma celosa en que cuidaban al omega siendo parecidos a una devoción inimaginable. Ella a veces lo era, su hermano menor era importante, los tres. Daría cualquiera vida con tal de mantenerlo a salvo.

 

—Altezas.

 

La interrupción de la sirvienta apago el ambiente tranquilo, trayendo incertidumbre y miedo a Aegon, Rhaenyra quería gruñir y castigarla. Aemond y Helaena parecían bestias a punto de lanzarse a la mujer.

 

—Su Majestad, La Reina Alicent esta en labor de parto, El Rey me ha dado la tarea de avisarles—anuncio la criada sin apartar la mirada del suelo, asustada por las feromonas de la heredera y los pequeños gruñidos de los dos príncipes menores.

 

—Puedes retirarte.

 

Aegon se sintió más cansado, acurrucó a Daeron en sus brazos, ignorando el hecho de que sus hermanos seguían molestos con la criada. Aemond le abrazo, escondiendo su rostro en hombro, Helaena sostenía su mano libre, alerta.

 

—Debemos esperar, no creo que los niños te dejen ir y no deseo darte más inquietud.

 

—¿Y si le pasa algo Rhaenyra? En el estado de Alicent, el bebé peligra.

 

—Nuestro padre garantizará la vida del bebé.

 

Las nauseas atacaron al omega, teniendo el conocimiento de esta desición, una cruel. Una que no le dejaba a ninguna madre durante el parto, porque en un acto egoísta preferían a las crías siendo en el proceso mataban a las madres.

 

Los niños acostados en la cama, Rhaenyra se moría de la ansiedad al igual que Aegon, sentados en silencio en dos asientos. La habitación del príncipe jamás se sintió tan fría como esa noche.

 

Daemon entro con un bulto en sus brazos y el corazón de Aegon martillaba dolorosamente el pecho del omega. Se levanto para luego sentarse de nuevo con una señal de Daemon. El pequeño bultito fue puesto en sus brazos y no reconocio la presencia de Laenor hasta que aparto la vista del pequeño rostro. Jadeo impresionado por el otro bebé y las lágrimas se rebalzaron.

 

—¿Niños?

 

—No, una niña y un niño, Viserys quiere que decidas sus nombres—dijo con cautela Daemon.

 

Aegon abrazo al bebé, sonriendole aún en lágrimas, y beso su pequeña frente.

 

—Aegor, el se llamara Aegor. Mi pequeño dragón.

 

—¿La niña?—llamo su atención Laenor, mirándolo con alegría—. ¿Como la llamaras?

 

—Myssaera, nuestra pequeña Myssaera, la tercera princesa de nuestra familia.

 

Una sonrisa de satisfacción surgió en los labios de Daemon, besando la frente de Aegon para despedirse, necesitaba estar a lado de su hermano quien no la pasaba de maravilla.

 

—Los veré más tarde, cuídate.

 

Aun caminando se podía escuchar desde una distancia considerable la alegría de Aegon, Daemon guardo esa felicidad en sus recuerdos.

 

«Aegor, vaya nombre...—pensó Daemono—, estoy seguro que ese niño será la viva imagen de Aegon»

 

Una promesa hizo Aegon, cuidarlos. Cuidar a esas pequeñas criaturas parecidas a él, pequeños bebés que le recordaban a Jahaerys y Jahaera, sus dos sobrinos. Sus adorados hijos.

 

—Mamá los cuidara—susurro como un secreto al bebé.

 

—Vendrán días difíciles—Laenor le dio la bebé a su esposa—. Ya son más de seis cachorros.

 

—Tienes razón, pero es inevitable. Mientras nos mantengamos unidos, todo saldrá bien.

 

Mientras la Fortaleza donde habitaba la familia Real se mantenía llena de gozo, en Pozo Dragón nacieron dos crías, con la promesa de un futuro brillante para aquellos príncipes que llegaron al mundo.

 

La sangre es más densa si los Dragones se mantienen unidos, que el vínculo nazca y con ellos nuevas bestias surjan.

 

El dios se regodeo a carcajadas por su voluntad, pero aún no estaba satisfecho. El enemigo se movía astutamente y el omega que decidió cuidar su esposa deseaba ignorar la realidad, dejando a la Divinidad molesta e insatisfecho.

 

Las desgracias no pararán y los ojos ciegos no ayudarian a los Targaryen.

Chapter 11: ❝QUIERO UN STARK❞

Chapter Text

CAPITULO ONCE.

 

TEMPORADA UNO.

 

❝QUIERO A UN STARK.❞

 

«Han dicho: En el Norte hay lealtad, hombres valientes cumpliendo su deber y juramento. En el pasado esas palabras cobraron sentido, ante la presencia de Cregan Stark; en mi primera vida, esta frase quedo marcada en mí: "El Norte recuerda."

 

Para cumplir mi deseo, vivir en paz con mi futuro cónyuge, yo; Aegon Targaryen, elijo a Cregan Stark. Para asegurar también el derecho de mi hermana y mantener cercano a su aliado.»

 

 

En los pocos meses de embarazo de Rhaenyra, el recién nacimiento de los gemelos y la vida ajetreada que comenzó a tener. Aegon se encontraba con un nuevo obstáculo; muchos pedían su mano en matrimonio.

 

El joven omega cansado de la presión, apartado de los pasillos principales de la fortaleza, en la habitación Luna tomó un descanso con Daeron a su lado. Aegor y Myssaera dormitaban en las dos cunas, las dos jóvenes nodrizas habían sido despedidas para descansar.

 

Daemon consiente de la tensión en su sobrino, decidió no asistir a la reunión del consejo privado, no solo para acompañar a Aegon, sino también para mantener la poca paz mental ante el tema del matrimonio. Se acerco en silencio, Daeron recostado en el pecho del omega le ofreció una dulce risita, el alfa se sintió relajado. El aroma de las crías y las feromonas del omega eran el mejor desestrezante que tenían los Targaryen.

 

«Son casi iguales—pensó Daemon—. Aegor es casi la copia de Aegon.»

 

—Myssaera tiene tu nariz, es ciertamente parecida a ti—comentó el alfa.

 

—Rhaenyra opina igual, me lo dijo ayer. Va a ser una princesa muy bella.

 

—¿Te inquieta que llegue a ser cortejada?—preguntó al notar la ansiedad de Aegon—. Viserys no permitirá que ella se case con algún lord, lo más cercano es un matrimonio entre Jacaerys o Aegor.

 

—Quiero que ella sea libre de elegir a su pareja...

 

Daemon asintió, dando por terminado el tema. Cerró los párpados tratando de captar los sonidos del exterior, los pasos y risas de Baela y Rhaena hicieron relucir una sonrisa divertida en los labios del príncipe.

 

La puerta antes cerrada fue abierta, permitiendoles a los dos Targaryen deleitarse con la alegría infantil de ambas niñas. Aegon tendió su mano a Baela como un saludo, Rhaena quien aun era un tanto avergonzada corrió a los brazos de su padre. Las dos cuidadoras de las princesas se reverenciaron esperando una orden.

 

—Puedes retirarte, su servicio no es necesitado.

 

Ya solos, con los infantes a su alrededor. Aegon mecío a Daeron en busca de ordenar sus pensamientos y emociones. El tema de contraer matrimonio se volvió delicado, su padre explotaría al igual que Daemon. Rhaenyera era su última opción para ofrecer a un solo candidato en su mente. Y no sólo beneficiaria tener un buen marido que respetaría su sentir y pensar, tendrá a un aliado poderoso a lado de su hermana ante cualquier peligro de las posibles Casas que no estén de acuerdo con su derecho de sucesión.

 

El entrenamiento que llevaba Helaena con Aemond, era ver dos figuras iguales con diferentes sombras. La coordinación y eficiencia de cada paso, golpe dado al oponente. Hacia ver el alto potencial que poseían ambos príncipes en el arte de la espada. Daemon, quien se encargaba del entrenamiento de Helaena sonrió orgulloso a la cachorra. La segunda princesa buscaba brechas, unas las cuales le permitieran desarmar y atacar con éxito al oponente.

 

Aegon apretó levemente la mano de Jacaerys. El niño lo observo con ojos curiosos, analizando su expresión. Daeron, alzado por Harwin. Siendo un niño inteligente comprendió la ansiedad de su madre, mirando sus dos hermanos pelear. Sabia que la inquietud de Aegon era que algún saliera lastimado.

 

Rhaenyra vio tal comportamiento de ambos infantes como algo fascinante. Laenor sonreí divertido, la inteligencia de un niño con sangre Valirya era tan embelezante para cualquier como aterradora. Lucerys, aun siendo pequeño olió el aroma del omega y se inquieto. Llegando a quejarse levemente en los brazos de Laenor. 

 

Rose, apartada del balcón. Escondió su risita. Ver directamente como las crías reaccionaban ante la preocupación de quien los cuidaba con tanto esmero era encantador. La naturaleza de un vínculo entre omega y cachorro era invaluable, Aegon que se mantenía al pendiente de cada niño para disminuir la carga a Rhaenyra, se mantuvo en un espacio invaluable para cada niño, aunque no lo supieran. Rose sabía que su joven príncipe lograría grandes hazañas con su corazón bondadoso y "malas costumbres" sobre el orden que mantenía.

 

«Hace mucho frío—pensó Aegon, temblando ante la brisa helada—, posiblemente esta tarde lloverá.»

 

—No entiendo el esmero de conseguir un prometido, Egg. Puedes casarte con Jacaerys, el te tratara muy bien. No tienes porque estresarte por lo que dicen esos Lords.

 

Las palabras de Rhaenyra sacaron a Aegon de su ensoñación. La conversación que no había querido iniciar había llegado, buscar la aprobación de su hermana sobre este tema no sería fácil. Menos si tu misma hermana ofrecía a su hijo como esposo, por mucho que quisiera a Jacaerys, jamás lo vería como una potencial pareja y lo más importante, es un niño. La madurez mental de Aegon no soportaría tener a Jacaerys como prometido, caería en la locura y vergüenza en sí mismo.

 

—Quiero a Cregan Stark—interrumpió con una enorme sonrisa.

 

Rhaenyra tartamudeo, helada e impresionada.

 

—¿Disculpa?

 

—Quiero casarme con Cregan Stark, hermana.

 

—Mierda.

 

Un joven de cuerpo flaco y escuálido, corrió con una carta en mano. La puerta del estudio de su señor parecía más grande que nunca y el miedo a molestarlo repentinamente luego de que pidiera no ser molestado era asfixiante, pero debía entregar tal carta. Enviada desde La Capital con el sello Real, era importante si o si.

 

—Adelante.

 

Rickon miro al niño con una ceja alzada, Los temblores eran apenas imperceptibles en el menor. La carta en sus manos atrajeron su atención. Debía ser realmente importante para llegar a interrumpirlo.

 

—¿Y bien muchacho? ¿Qué traes en las manos?

 

—Una carta de su Majestad, El Rey. Mi señor.

 

Rickon la recibió y al terminar de leerla se carcajeo fuertemente, la sonrisa satisfecha en su rostro no se borro. Ni incluso cuando su esposa, quien a veces se mantenía de mal humor le preguntó el motivo de tal alegría.

 

—El Rey Viserys solicita un compromiso con Cregan. Pero antes, le he entregado a nuestro hijo la carta del Príncipe Aegon hacia él, ¿Comprendes? El joven príncipe, incluso ha pedido comprensión de mi parte.

 

—¿Por qué un Príncipe como él se fijaría repentinamente en nuestro hijo? Habiendo tantos jóvenes alfas para contraer matrimonios, yo-

 

—Es mejor, querida esposa. Que guardes tus pensamientos y comentarios no agradables hacia su Alteza Real—advirtió Rickon.

 

—Tu solo estas feliz porque el Rey te solicito, ¿no es así?

 

Rickon negó a la pregunta, besando la frente de la mujer. Retirándose de la habitación. Los recuerdos de su infancia y juventud llegaron para ponerlo nostálgico, luego de años regresaba a la capital. La cual sólo en dos veranos fue su hogar en su dichosa juventud.

 

—Es una locura—susurro Viserys, sobando sus cienes.

 

—Cregan Stark, es el mejor partido que podría escoger. Es tan solo unos años mayor que yo y además, un joven audaz e inteligente, me gusta.

 

—¿Gustar? Nunca lo has conocido Aegon, me has hecho solicitar a Rickon con su hijo, aquí. En la capital por un compromiso que podría ser libremente rechazado por ese niño, ante tu petición.

 

—Papá, por favor.

 

—Aún no creo... El como lo elegiste como futuro marido, ya estoy viejo para esto...

 

—No lo escogí como tal, quiero conocerlo y si el acepta. Nos casaremos, quiero hacer esto correctamente, papá.

 

—¿Rhaenyra?—el hombre volteo con desesperación a su hija mayor.

 

—Es la desición y propuesta de Aegon, no podemos ignorar a un posible aliado como dice Egg. Incluso, lo tendrás bajo nuestro techo y podrás juzgarlo debidamente padre, si es alguien que merezca a Aegon lo veremos en primera persona.

 

El hombre suspiro con cansancio ante la terquedad de sus dos hijos, algo impresionado en la posición que se encontraba Rhaenyra, aun si ella no estuviera de acuerdo.

 

—Los Lords del Consejo ya saben sobre esta desición, los rumores no se harán esperar y Daemon no está contento—dijo Viserys—. Pero si es algo que te podría dar paz y tranquilidad, hijo mío. Aceptare está locura con una única condición. El día que Cregan Stark traspase los limites y haga algo indebido, este compromiso se anulará.

 

Aegon salto de su asiento abrazando a Viserys.

 

Cregan Stark leyó por tercera vez la carta. Sentado a lado de la ventana de su habitación, con curiosidad analizó la letra del Príncipe.

 

«Joven Lord Cregan Stark.

 

Me dirijo a usted con el debido respeto, deseo solicitar un compromiso contigo. Tomando en cuenta tu opinión a esta propuesta repentina, deseo que sepas: Tienes la libertad de rechazar la propuesta con toda la libertad.

 

Me disculpa por la falta de formalidad en los escrito. Es la segunda persona con la cual intercambio correspondencia, claro... si decides contestar mi carta.

 

Expreso mi deseo en esta carta, si decides rechazarme puedes marcharte libremente de Kings Landing e igual si aceptas, tus opiniones y deseos ante la situación serán escuchados.

 

Tal vez no nos conozcamos y por ellos, me tome el atrevimiento de... escribir sobre mi; me gusta volar en mi dragon, el tesoro más valioso que poseo son mis hermanos, mis cinco hermanos pequeños y mi hermana mayor Rhaenyra Targaryen. Cuido de mis sobrinos; Jacaerys y Lucerys.

 

Si le resulta extraño, pido disculpas dw antemano. Me gustaría que al llegar a Kings Landing, usted me escuchara, tengo una única petición hacia ti.

 

Espero con ansias su llegada.

Siempre suyo, 

Aegon Targaryen.»

 

El alfa sonrió a la Luna, ante la última frase en la carta. Ese adorable descaro era algo que le gusta tanto a él como a su alfa interno. Sus mejillas se calentaron, nunca imagino ser él a quien pidiera su mano cuando regularmente y normalmente, son los omegas quienes son cortejados de esa manera. 

 

La situación era graciosa, que no sería imposible no ir a Kings Landing para conocerle.

 

—Usted es interesante, Alteza—murmuró a la carta.

 

Tal vez y solo tal vez, Aegon Targaryen seria perfecto para ser su compañero. Un Príncipe diferente e interesante, se dio cuenta que las historias de su padre comenzaban a cobrar sentido, un Lobo siempre tendrá un vínculo con un Dragón así como su padre lo tuvo con el Rey.

 

Aegon se acomodó en la bañera, los pétalos de rosas y el perfume en el agua apenas lo relajaban, el ajetreo afuera del baño le hacía irritarse en sobremanera. El mes había concurrido con preparativos y rumores sobre su posible compromiso haciendo que el mal humor de Daemon incrementara, Rhaenyra apenas aguantaba estar fuera de la habitación Eclipse o Luna. Su padre tensionado y Aegon apenas manteniéndose unido con ellos a pesar de su reacción negativa a lo que pidió.

 

Ahora con toda la atención estaba abrumado.

 

—Salgan, puedo bañarme solo.

 

—Pero, Alteza.

 

—Es una orden.

 

Suspiro, el silencio de la habitación le producía inquietud, aun más que el ajetreo de afuera. Sin muchos ánimos termino el baño, envuelto en un camizon apenas secándose. La fría piedra del suelo abrazo sus pies, heladas ante el cambio de temperatura fuera del agua caliente.

 

Al salir, la atención llego nuevamente. Su cabello había sido peinado en un pequeña corona de trenzas. Rhaenyra sonrió al ver sus aretes de mariposa, las pequeñas joyas enredadas en las hebras brillaban tenuemente. 

 

—Lo cautivarás—Aseguro Rhaenyra.

 

—Eso espero, incluso me han puesto algo de maquillaje, ojalá valga la pena—se quejó de mal humor.

 

Al pararse en frente hizo una mueca ante la figura afeminada, sus prominentes caderas al igual que sus muslos. Su belleza no se comparaba a la de Rhaenyra más joven, pero era envidiable comparado a las otras damas de la corte. Sus pestañas tupidas y ojos grandes, cambios en su físico que no experimento en su primera vida debido a su mal cuidado persona sumándole el querer esconder su casta dolorosamente.

 

Viserys apretó la mano de Rickon con una sonrisa, verlo luego de tantos años la alegría calentó su pecho. Ambos alfas compartieron miradas cómplices.

 

—Tanto tiempo sin vernos, Majestad.

 

Daemon rodó los ojos con desinterés al intercambio antes de fijarse con intensidad en el cachorro Stark. Juzgando apropiadamente que tipo de proveedor sería para su pequeño sobrino, el niño en frente suyo no era más que un cachorro al igual que Aegon. ¿Que le podría ofrecer a Aegon? Si el omega lo tenia todo y no debía conformarse con menos.

 

Cregan devolvió la mirada con el rostro en blanco, sintiendo sus colmillo picar ante la amenazante aura del Targaryen. La diferencia entre sus castas era notoria, la dominación y la tensión fue notable para Viserys y Rickon.

 

«Tiene pantalones—pensó Daemon—. Aun no eres digno de merecer a Aegon.»

 

—Lamento la espera, Mi Lord—Aegon se poso al frente de Daemon con una sonrisa forma—. Es un placer, conocerte mi joven señor. Soy Aegon Targaryen.

 

Cregan parpadeo detenidamente, la figura delicada del omega lo aturdio. Su belleza embelezante de sus ojos le recordó fácilmente a las auroras boreales. El Targaryen distaba de gracia y poder, amabilidad y fiereza. Su alfa interno salto de alegría, reconoció aquella sensación.

 

—El placer es todo mio, Alteza. Cregan Stark—beso la mano del omega con una sonrisa.

 

Su placer y alegría aumento ante el pequeño sonrojo de Aegon. Ambos ignorando el creciente mal humor de Daemon. Viserys logró sonreír tenso, inconforme con el coqueteo a su cría, Rickon le apretó el hombro presumiendo su hijo con la mirada.

 

Surgió una nueva alianza. Tal vez un nuevo amor. Nadie lo sabrá, algunos secretos del pasado comenzarán a ser descubiertos, salir de aquel cofre hecho de miedo. Tal vez Cregan Stark no es el primer Lobo en enamorarse de un Dragón, al igual que Aegon al sentirse atraído por un Stark. 

 

Posiblemente, lo que cautivo al Lobo no fue la belleza del Dragón, sino fue aquella fiereza y peligro a su alrededor, un misterio atrayente en su presencia.

 

Creo que, los Lobos heredan un gusto singular por los Dragones con sangre Valirya.

 

Una Nueva alianza comienza, talvez un nuevo amor. Nadie lo sabrá, algunos asuntos del pasado quedaron en el olvido  tal vez no es la primera vez que un Targaryen se ha interesado en un Stark. Posiblemente no solo Cregan se haya encantado con los ojos morados de un Targaryen, al parecer los lobos heredan un gusto por los dragones. 

 

❝Ilusión y un deseo inocente. Una mirada brillante y una sonrisa que hipnotiza. Alteza, usted con su misterio me ha conquistado, pero el amor no surge a primera vista. Déjeme conocerlo, cortejarlo debidamente y darle todo lo que desea.

 

—Cregan Stark.❞

 

Chapter 12: ❝UN DIA DE CAOS❞

Chapter Text

 

«Luceros morados con matices misteriosos, tan afable, afectuoso sin limites. Digno de admiracion, un dragon dorado tan feroz, lleno de peligros y belleza. Oh, vida mia. Solo tu puedes asesinar con una sola mirada este atrevido corazón.

—CREGAN STARK.»

 

 

 

El temple de Aegon titubeo, jugo con los anillos en sus dedos. Los pasillos parecían interminables e incluso el silencio hacia más tedioso el recorrido. El calor de sus mejillas aumentaba por la vergüenza, sentía la pesada mirada del Stark encima suyo.

 

Su padre le había ordenado hacer ese trabajo, Lord Stark se estaba reuniendo después de años con su padre, era claro que los dos querían recuperar el tiempo perdido. Daemon en cambio se había ido inmediatamente en la primera oportunidad, dejándolo sólo con Cregan al no acompañarlo. 

 

—Mi padre me contó sobre las aventuras que hizo con el Rey Viserys—comento Cregan apartando la mirada de Aegon—.  Mirando su cercanía me doy cuenta que fueron muy buenos amigos, Alteza. 

 

—Así debe ser—concedió—. Con la bienvenida tan alegre no podría pensar en otra cosa, mi padre se ha iluminado al ver a Lord Rickon.

 

El sonido emitido por parte de Cregan fue una respuesta breve en de acuerdo. Los cuadros en los pasillos llamaban la atención del joven Lord. Sonriendo discretamente sabía que su madre se habría fascinado por las decoraciones de la Fortaleza. Quien había elegido los adornos tenía un buen gusto.

 

De pronto la oleada de feromonas le hizo detenerse, se volvió a Aegon. El Príncipe le miró desconcertado por su movimiento brusco.

 

—Alteza... su aroma.

 

—Discúlpame, mi señor—Aegon retrocedió unos pasos lejos de Cregan, no se dio cuenta de su descontrol—. Es algo que aún me cuesta controlar.

 

—Lo entiendo, Alteza—se apresuro a decir Cregan—. No se preocupe.

 

Aegon asintió, controlando su respiración. Sentía su cara arder con más intensidad. 

 

—Príncipe, quisiera preguntar...

 

—¿Si, mi señor?

 

—Sobre la propuesta.

 

—Oh—musito Aegon con comprensión—. Claro, por supuesto. Creo que lo más cómodo sería hablarlo en privacidad.

 

Cregan sostuvo el brazos de Viserys sonriendo entusiasta. Compartiendo sus feromonas con el alfa. Era un comportamiento infantil si lo veían ajenos a ellos, pero para los dos, era el reencuentro más esperado por sus castas que por ellos mismos.

 

—Ha pasado mucho tiempo, Viserys.

 

—No tienes idea de todo lo que ha ocurrido en tu ausencia, muchas locuras.

 

—Me las imagino amigo mio, me las imagino—suspiro—. Tenemos mucho tiempo para que puedas contármelo personalmente.

 

—¡Mi Príncipe!

 

Un enorme escalofrío recorrió el cuerpo del omega. Volteo desesperado para sostener a Rose, la mujer respiraba agitada, mirándolo desesperada.

 

—¿Qué paso, Rose? ¿Algo les ocurrió a mis hermanos?

 

—Su Alteza, el Príncipe Aemond...

 

La mujer no termino la frase, Aegon acelero los pasos dejándola atrás. Cregan le siguió preocupado con la dama corriendo atrás suyo. La angustia del omega era tan profunda que ni siquiera pudo controlar el picor de su nariz, el Stark conocía esa reacción. Meses atrás había ayudado una omega de Inverlandia, su niña había caído a un lago. Por suerte logró salvarla actuando con rapidez. La preocupación de un omega llegaba a ser abrumadora, sus feromonas al descontrol al cien por ciento y la agresividad si tratabas de acercarte.

 

Aegon no midió su falta de delicadeza. Le comenzó importar una mierda sudar y correr descontrolado por los pasillos de la fortaleza para poder llegar a la habitación Luna. Apartando los cortesanos de su camino entre maldiciones, resto importancia la presencia de Cregan, en esos momentos todos podrían irse al carajos, sus hijos lo necesitaban, Aemond lo necesitaba.

 

Rhaenyra le miro desconcertada sin poder detenerlo a entrar a la habitación Luna. El cuerpo de Aegon se congelo, el aroma sofocante del celo de Aemond lo angustio. E incluso cuando intento acercarse recibió un gruñido inhumano.

 

—Aemond...—llamo sutilmente, la cordura apenas llegaba al menor—. Soy yo, Aegon, no te haré daño.

 

Aemond sollozo, entre el razonamiento y la locura de su calor busco desesperadamente a Aegon.

 

—Tengo miedo, mamá...

 

—Lo sé amor, pero estoy aquí, mírame Aemond—el corazón del omega se apretó, el nudo era inevitable en su garganta—. Estarás bien, cachorro...

 

Aemond se acerco, temblando. Sus huesos le dolían, el cuerpo entero ardia mientras luchaba con una voz dentro suyo, una que le pedía rendirse y dejarlo actuar. 

 

«Muérdelo.»

 

La escena fue horrorizante, Aegon sostenía la boca de Aemond con sus manos. Forcejeando para mantenerlo controlado, sus clavículas sangraban, el alfa interno de Aemond quería marcarlo. Cregan corrió tomando entre sus brazos al alfa menor, entre arañazos y gruñidos logro controlarlo. Los sollozos de Helaena trajeron de vuelta a Aemond. El niño miro horrizado la sangre en la ropa de Aegon, su boca sabía a hierro. Jadeo desesperado, su mirada se nubló por las lagrimas.

 

—Harwin—llamo Aegon a su guardia—. Ayúdame con Aemond, tenemos que llevarlo a sus habitaciones. Rhaenyra—llamo a su hermana, incorporándose con la ayuda de Rose—. Tenemos que informarle a papá lo que ocurrió.

 

—Soy un monstruo.

 

Aegon se tambaleó, volteandose con angustia a Aemond. La sala se lleno de un silencio desgarrador.

 

Viserys se sentó en los sillones, su estudio apenas iluminado le dio la bienvenida nuevamente. Rickon se recostó cansado, el viaje fuera realmente tedioso y largo.

 

—Hace mucho que no venía aquí, pensé que te volvería a ver con Aemma bromeando sobre tus fracasos como Rey—bromeo Rickon con amargura—. Su ausencia se siente demasiado.

 

—Lo sé, ella animaría esta reunión.

 

—¿No me presentarás fuera de protocolo a tu esposa?

 

—Esta confinada en sus habitaciones, lleva meses sin acercarse a la corte, Rickon.

 

El alfa miro con sorpresa a Viserys. Comprendiendo que por mucho que quisiera preguntar, era un tema incomodo para el Rey.

 

—¡Padre!—Rhaenyra irrumpió en el estudio, agitada.

 

—¿Rhaenyra, que ocurre?—Viserys se levanto para sostener a su hija.

 

—Es Aemond—murmuro angustiada—. Ha entrado en celo. Es un caos, padre. No sabes lo que ocurrió...

 

El aire chocaba contra el rostro de Daemon, disfrutaba del clima y la libertad en los aires, calmando su agitada mente sobre el tema del matrimonio. El sol comenzaba a ocultarse y lo tomó como una señal para regresar a pozo dragón con Caraxes.

 

En el camino en su pecho se instaló in sentimiento de angustia como si algo terrible ocurriera. Aumentando la sensación, abrumado apenas logró captar el movimiento de los cuidadores en recibirlo al aterrizar. 

 

La presencia de Harwin Strong, le hizo detenerse. Apretó los dientes teniendo la esperanza que en su ausencia ninguna atrocidad ocurrió.

 

—Príncipe.

 

—Suéltalo Strong—bramó—. ¿Que ocurrió?—pregunto desesperado.

 

Empujó la puerta con fuerza, la figura encorvada y frágil de Aegon lo recibió, no dudo en abrir sus brazos para estrechar con fuerza al menor. El aroma agrio y salado por las lagrimas irritaron el olfato de Daemon acostumbrado al dulzón de Aegon.

 

—No sé qué hacer tío—apenas artículo Aegon—. No para de gritar o murmurar que es un monstruo. No sabes cuanto me duele que se haga eso, no sé que hacer—sollozo.

 

Daemon dirigió a Aegon al zofa, sentándose para acomodarlo en su regazo acariciando los cabellos ajenos del omega. 

 

—Tranquilo, cachorro. Ya estoy aquí—prometió en susurrós.

 

La angustia de Aegon no sólo era por como se autopercibia Aemond. Sino también el chock que recibió al ser atacado agresivamente e inesperadamente por Aemond. Conocía que los primeros celos de un Targaryen los alfas se descontrolaban, el sentido salvaje y territorial era aún mayor que el de los alfas comunes. Pero no pensó que esa agresividad lo tomaría tan desprevenido. Su mejilla dolía por el enorme golpe que había recibido entre la lucha por mantener a Aemond lejos de su glándula. Sus brazos tenían enormes hematomas, incluso la mordida en su clavícula comenzaba a punzar del ardor.

 

Su padre se había descontrolado, enormemente enojado por no haber sido acudido en esa situación, llegando a regañarlo por su imprudencia para luego abrazarlo angustiado, lleno de miedo que eso hubiera pasado a mayores. Sabia que ni Aegon o Aemond tenían la culpa de los instintos descontrolados. Incluso trato de hablar con Aemond en sus momentos de lucidez y al igual que Rhaenyra solo obtuvo rechazo y llanto.

 

—Tengo que hablar con él.

 

—Lo harás, pero no ahora. Tienes que recuperarte. Tener una mente fría, Aemond no estará estable—Daemon negó suavemente—. Permite que su celo pase, dale tiempo. Cuando sea menos agresivo podrás hacerlo, ten paciencia.

 

—¿Cómo podría tener paciencia mientras mi cachorro se tortura llamándose "monstruo"?

 

Daemon acaricio la mejilla roja de Aegon, las lágrimas se resbalan, los ojos cristalizados llenos de dolor y miedo inquietaron a Daemon.

 

—Lo harás, eres Aegon Targaryen. Encontrarás la manera, cuando termine el celo de Aemond, se que lo harás. Eres fuerte, una fiera. Sabrás que hacer.

 

El cuerpo cansado de Aegon colapso en los brazos de Daemon momentos más tarde. La madera de la chimenea era lo único que se escuchar, quemándose lentamente ignorante de la batalla interna del Príncipe contra su alfa interno por dejar desprotegido a Aegon.

 

—No puedo estar lejos unos momentos a menos que la Fortaleza se lleno de caos—murmuro de mal humor Daemon, culpando la incompetencia de los demás por no proteger debidamente a los cachorros, ignorando nuevamente la lucha de su alfa interno.

 

—Es feroz, incluso con todo el caos encima supo manejar la situación—comento Cregan a su padre, cenaban en la habitación asignada para el menor—. Es... un dragón indomable, supo luchar contra la fuerza de su hermano. Incluso yo no pude totalmente con la fuerza del Príncipe Aemond, es inhumano el descontrol que sufren.

 

—Cregan—interrumpio su padre con una sonrisa comprensiva—. Se que estas emocionado por la impresión que te ha dado el príncipe Aegon, pero te recuerdo que es un humano. Aunque lo vieras liderar, lo que paso hoy es un tema delicado. Mañana si te reúnes con su Alteza, debes tener tacto—advirtió suavemente—. Ningún miembro de la familia real la está pasando bien, hay angustia por el Tercer Príncipe.

 

Cregan asintió, estaba algo avergonzado por dejarse llevar. Su padre tenía razón, la conmoción era mucha entre los Príncipes y el mismo Rey seguía agitado. Incluso al caer la noche, el ambiente seguía pesado. La bienvenida no era tan alegre, todo el animo del día se había acabo, un total caos e incertidumbre entre todos.

 

Rhaenyra acaricio su vientre, las patadas del bebé le incomodaban. Helaena dormía con Jacaerys, Daeron observaba la habitación con ojos grandes y curiosos como si el niño supiera que Aegon no estaba ahí y que algo malo había ocurrido.

 

—Daeron sabe que algo anda mal—dijo Laenor sosteniendo a Lucerys—. Es más inteligente de lo que creemos.

 

—No siente el aroma de Aegon, eso lo pone alerta—informo Rhaenyra con una mueca—. Tío Daemon debe estar a su lado, solo el podrá calmarlo. Mi padre apenas llegó a razonar con Aemond, el alfa interno de mi pequeño hermano es demasiado rebelde.

 

—Lo mejor es esperar que su celo pase, ni tu ni Aegon están en condiciones de razonar o hablarle. Seria peligroso y sofocante, Daemon en cambio podría.

 

—No lo hará, Aegon se negaría. Si mi padre apenas logró pequeños avances con Daemon sería una lucha de dominio, el alfa interno de mi tío usaría la voz de mando y eso seria malo. Aemond apenas despierta su casta.

 

Nuevamente se sumergieron en el silencio. Rose seguía vigilando a Daeron. La puerta se abrió rompiendo la pequeña e incomoda paz.

 

—Vine por Daeron, Aegon lo quiere a su lado—Daemon se acerco apenas prestando atención a los presentes—. Ven pequeña bestia—murmuro al niño en sus brazos, Daeron se aferro a las ropas del alfa—. Rose, cuida de Helaena, al despertar ve a las habitaciones de Aegon. Es una orden.

 

—Tío, ¿cómo esta mi hermano? 

 

—Cansado Rhaenyra, muy conmocionado. Necesita descansar y sentir a sus hermanos para tranquilizar su omega interno.

 

Los Maestres salían y entraban de la habitación, el Rey se sirvió vino. Tragandolo con amargura, escuchando los grotescos sonidos de Aemond. Incluso los sollozos que se iban con los gruñidos repentinos, su hijo batallaba por el control sobre su cuerpo. Ni siquiera Viserys podría ayudarlo, esa lucha era interna, solo Aemond podría demostrar su dominio a su casta. Incluso las heridas sufridas podían ser atendidas con rapidez, pero lo interno llevaría tiempo para sanar.

 

«El cachorro es fuerte—informo en lo mas profundo el alfa interno del Rey—. Lo va a lograr, es un Alfa con gran potencial.»

 

Viserys esperaba que fuera verdad, no viviría más si su hijo no sobrevivía a su calor. 

 

❝Dominio y autocontrol, es algo que los Alfas Targaryen aprendemos en una lucha de vida o muerte con nuestras castas internas. Eres salvaje o civilizado, comprendí a mi edad que soy más fuerte, un luchador. Incluso si me despreciaba por dañar a mi madre no quise decepcionarlo al caer en la locura de mis instintos. Luche y gane. Soy la descendencia de la sangre Valirya, soy fuerte. Soy Aemond Targaryen, el hijo de Aegon II Targaryen. Y un Targaryen siempre gana aunque eso sea con Fuego y Sangre.

—Aemond Targaryen, Segundo ginete de Vermithor; Cartas que fueron olvidadas. Tercera Vida de Aegon II Targaryen, El Dragón Dorado.❞