Chapter Text
"Si queremos las recompensas de ser amados tenemos que someternos a la experiencia mortificante de ser conocidos",
—Tim Kreider
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Era una fresca noche de primavera cuando Shen Yuan conoció a Luo Binghe. Desmayado en el suelo, justo afuera de su edificio, un hombre mucho más bello, alto y musculoso que él, o cualquier otra persona que jamás hubiera conocido, sus ropas estaban rasgadas y tenía varias heridas, su cabello se encontraba completamente despeinado y tenía una expresión de dolor en su cara. Su espada demoniaca, Xin Mo se hallaba desenvainada y tirada en el suelo, mostrando su particular aura maligna.
A pesar de todo hubo un detalle que no pasó por alto la atención de Shen Yuan fue el par de lágrimas que brillaban en el rostro de Luo Binghe.
Shen Yuan no era estúpido, sabía lo que estaba viendo, el protagonista de su novela más odiada se encontraba ante sus ojos, un personaje ficticio se encontraba ante sus ojos. Había vuelto a casa después de haber estado en una reunión con algunos amigos, jugando amistosamente entre algunos tragos de alcohol y probando el nuevo juego que uno de sus amigos había hecho por diversión, y a pesar del alcohol sabía lo que había visto: Había visto un enorme portal negro del que salía un hombre debilitado y tan pronto como el portal se cerró el hombre se derrumbó.
Luo Binghe, el protagonista de la novela “Camino del orgulloso demonio inmortal” estaba justo en frente de él. No era algo que sucediera… jamás ¿qué estaba pasando? ¿debía de ayudarlo? ¿debía de llamar a un hospital? Dios ¿qué pasaría si despertaba y comenzaba a atacar todo el personal del hospital?
Sin embargo, antes de que su mente lo llevara a escenarios más extremos Luo Binghe gruñó ante sus pies, y esta simple acción hizo que el tren de pensamientos paranoicos de Shen Yuan se detuviera. Sí, quizá fuera un personaje de una novela, pero ahora, enfrente de él se encontraba una persona de carne y hueso que necesitaba ayuda. Suspiró.
Luo Binghe despertó con los primeros rayos de sol, sus cinco sentidos en completo estado de alerta, con sus nervios a flor de piel. Lo primero que le llamó la atención al abrir los ojos fue su ambiente: la habitación era antinaturalmente rectangular y lisa, el techo de color completamente blanco, había muebles hechos de cristal y madera, aparatos extraños que solo podían ser artefactos demoniacos. La cama era enorme, con cobijas suaves, almohadones parecidos a nubes. Lo que le llamó más la atención al Rey Demonio fue el enorme ventanal de cristal que abarcaba toda la pared y que dirigía su vista a un extraño paisaje.
Se levantó y se examinó así mismo, se encontraba desnudo. Pero su cuerpo se encontraba limpio y sus heridas se encontraban vendadas, después se encargaría de curarlas. Tampoco se encontraba atado, ya fuera con cadenas o sogas inmortales. Agarró una sábana para cubrirse y se dirigió al enorme ventanal.
Nunca en su vida tal visión había visto, era terrorífica e igualmente increíble. Enormes monolitos, antinaturalmente rectangulares y llenos de ventanas de cristal, al acercarse miró hacia abajo y pudo ver calles negras, con signos pintados en ellas, y algo que no podía describir sino como carruajes metálicos que se encontraban sincronizados de alguna manera para poder moverse a velocidades que un caballo normal nunca alcanzaría. Había gente, pero era una multitud impresionante, tal cantidad de gente en una sola calle jamás había visto en su vida, yendo a todas direcciones, subiendo o bajando de los carruajes de metal, incluso había algunos montados en extraños artefactos de dos ruedas.
En resumen, era una visión completamente estrafalaria, extraña, ajena.
Revisando de nuevo la habitación no encontró sus cosas por ninguna parte, debían de estar con su extraña benefactora ¿Cómo iba a ser de otra manera? Acostado en una cama hecha para reyes, con su cuerpo limpio y atendido, esto era el trabajo de quizá una bella doncella.
Suspiró y se sentó en la cama, su sentido del oído le indicaba que no había movimiento externo de su habitación, aunque podía escuchar movimiento en el piso inferior ¿Dónde estaba? Intentó rememorar los acontecimientos de la noche pasada.
Otro Luo Binghe… y otro Shen Qingqiu, su antiguo shizun.
Su pecho empezó a doler tan pronto como recordó la escena.
Ah sí… anoche había hecho lo que nunca jamás se hubiera atrevido a realizar en su vida.
Huyó.
Shen Yuan era casi una persona común y corriente.
Casi.
Su madre aún le insistía que se vistiera “elegantemente” a diario, su padre era un multimillonario, sus amigos eran todos unos raros como él que se encontraban en persona para torneos de juegos de cartas y no para ir a bares, y lo más cercano a una novia que alguna vez había tenido en todos sus 24 años de vida era su figurina de Hatsune Miku que había comprado cuando tenía 16. En resumen: un chico millennial rico, otaku y despreocupado.
Mientras regresaba de la tienda de comprar la despensa y algo de ropa para su… visitante… (¿Había otra forma de referirse a él?) se hundía en sus pensamientos, deseando internamente que todo fuera un sueño, pero entre haber regresado tarde a casa, a las malditas 4 de la mañana, encontrar el protagonista de su más odiada novela, tener que arrastrarlo hasta su departamento, cuidarlo, desnudarlo, vendarlo y tener que ir a la tienda, no había pegado ojo ni una sola vez. Ya eran las siete de la mañana y había una gran posibilidad de que su invitado despertara en cualquier momento e intentara atacar la ciudad con su espada demoniaca. Shen Yuan solo podía esperar que la falta de ropa lo frenara en esa cuestión, aunque fuera un poco.
Había algunos (dudosos) momentos positivos. Gracias a Dios el guardia se encontraba dormido, para ocultar un poco lo estrafalario sobre la forma de vestir de Luo Binghe lo había cubierto con su abrigo y debido al ángulo de las cámaras de seguridad estas no mostrarían las heridas y parecería que estaba ayudando a algún amigo borracho. Aunque había tenido que dejar la espada Xin Mo en la mesa de la cocina ¡A plena vista! En ningún momento se sintió más feliz de ser un otaku jodidamente rico, podía explicar que era una imitación bien hecha de la espada de un protagonista ¡Una verdad a medias! ¡De verdad que su situación no era tan mala!
Pero quizá la peor parte de la noche fue haber tenido que desnudar a Luo Binghe, bañarlo y volver a vestirlo, solo para descubrir que la ropa que tenía estaba rasgada y sucia, para colmo de males Shen Yuan era más pequeño que él así que ¡No tenía ropa que prestarle! ¡¿Estás jodiendo?! ¡¡Maldita suerte de mierda!! ¡¿Qué demonios?! La poca cara que tenía se desvaneció tan pronto se dio cuenta del… del…
…
¡Del enorme monstruo que poseía Luo Binghe!
¡Maldito seas Avión Disparando Hacía El Cielo!
Ha, ha, ha, la vida era muy graciosa, porque ¿cuáles eran las posibilidades de que se encontrara con el protagonista de una muy mala novela? ¡¿En serio?! ¡¡¡¿A quién le pasaba eso?!!! ¡¡¡A nadie!!! ¡¡¡A nadie, nunca en la maldita vida!!! ¡Ni siquiera debería de pasarle a él! ¡Era solo un humano normal! ¡¿No debía de aparecer ante el autor? ¿Ante Avión Disparando Hacia el Cielo?
Mientras Shen Yuan gritaba maldiciones internas hacía el autor de “Camino del orgulloso demonio inmortal” se encontró muy pronto ante la puerta de su departamento, cortesía de su padre multimillonario. Quizá su cantidad de karma positiva se había agotado y ahora la vida le pasaba factura y por eso se encontraba en tan estrafalaria situación. Se río internamente ante la idea mientras buscaba las llaves de su departamento. Pero inmediatamente dejó de reírse al abrir la puerta y encontrar, ahí en su sala, la visión de un hombre alto, musculoso, cubierto por una sola sábana, le saludó.
¡REALMENTE IBA A MATAR A ESE MALDITO AUTOR!
—¿Hola? —saludó Luo Binghe, curioso y (aparentemente) sin una pincha de malicia.
Shen Yuan, con la cara roja y evitando mirar directamente al hombre, respiró profundamente para recomponer su compostura, antes de devolver el saludo.
—Hola, —respondió de manera escueta.
Luo Binghe no sabía como reaccionar ante el joven que se presentaba ante él, había pensado que su salvador era una doncella, toda la experiencia de su vida le había indicado que si se encontraba malherido y terminaba en manos de un hombre era altamente probable que despertara atado y en condición de prisionero, mientras que sucedía lo contrario si terminaba en manos de una mujer.
Usualmente.
Confundido y aún sin poder articular palabra por la sorpresa volvió a repasar la situación. La noche anterior se encontraba en un estado mental realmente poco favorecedor, la imagen de su antiguo shizun y su otro yo le había conmocionado de sobremanera. Confundido, herido física y emocionalmente abrió un portal hacía su mundo, excepto que era muy probable que se equivocara en su invocación debido a su estado mental y terminara en un mundo tan extraño.
El joven ante sus ojos era un chico que aparentaba tener un poco más de 20 años, vestía de forma igual de extraña a la de todas las personas que Luo Binghe había observado desde el ventanal, con pantalones de lona negra, una camisa blanca con un extraño dibujo, tenía un ¿tatuaje? Sí, un tatuaje de una espada en su antebrazo izquierdo, unas botas negras con detalles metálicos y que se unían con cordones. Lo más interesante era su rostro, tenía el pelo increíblemente corto (al parecer así era con todos los varones de esta dimensión) una frente clara y brillante como el jade, un par de ojos que evitaban su mirada directamente y enmarcados por dos cristales circulares. A primera vista el chico era un debilucho, y, a pesar de estar vestido como un raro, no era alguien que considerarías amenazante. Pero tan pronto como el chico le saludó y lo miró directamente a los ojos algo en Luo Binghe se movió en su interior.
—Soy Shen Yuan, —el chico se presentó mientras volvía a evadir su mirada. Ah sí, su estado justo ahora era ciertamente poco decente.
Un poco orgulloso de sí mismo y de su belleza física Luo Binghe se enderezó y también se presentó:
—Mi nombre es Luo Binghe.
—Eso ya lo sé. —espetó el muchacho mientras cruzaba la habitación y le presentaba una bolsa de papel blanca con un dibujo extraño. —Ten: ropa, la tuya estaba rota y sucia, vístete rápido, voy a preparar el desayuno.
Un poco más confundido que antes aceptó la bolsa y regresó a la habitación con el enorme ventanal. ¿Había otra cosa que hacer? La situación por sí sola era bastante surreal y por el momento era una buena idea vestirse pensó Luo Binghe al volver a la habitación con la bolsa blanca. Inspeccionó la ropa; no era tan estrafalaria como la de otras personas que había visto; era bastante plana, de colores grisáceos y blancos. Supo distinguir de ropa interior con ropa exterior inmediatamente y se sorprendió de lo cómodo que era todo, lo único que le faltaba eran zapatos, pero no era algo que le importara de sobremanera. El piso del extraño hogar era liso y sin ninguna protuberancia, acaso un poco frío hacía sus pies descalzos.
Una vez vestido salió de nuevo y buscó al extraño muchacho. Un cierto olor le llamó la atención ¿qué era? Olía a tostado, había varios olores más, pero ese en particular le llamó la atención. Se dirigió a donde solo podía ser la cocina, a pesar de los extraños aparatos que contenía. Al igual que su habitación poseía un enorme ventanal con vista al exterior, excepto que contenía otra perspectiva del extraño paisaje.
Una ciudad de espejos.
—¿Dónde estamos? —preguntó Luo Binghe, aún fijándose en el extraño paisaje.
—No creo que importe que te diga en donde estamos, pero si realmente quieres saber: nos encontramos en una ciudad llamada Shanghái.
—Tienes razón, no sé dónde estamos. —Aceptó Luo Binghe, conteniendo su creciente frustración.
—Te lo dije, te conozco.
El chico le respondió de forma tajante mientras preparaba el desayuno en uno de los artefactos, era una caja de metal enorme que a pesar de no emitir flama alguna desprendía calor, en una de ellas se encontraba una sartén con huevos y otra pequeña olla que hervía una sopa de verduras. A su lado se encontraba otro artefacto extraño que preparaba una bebida caliente de color oscuro, de ahí venía el olor a tostado y todavía se encontraba otro artefacto con dos ranuras que contenían algo Luo Binghe no sabía qué.
Atónito ante la respuesta de Shen Yuan decidió presionar más sobre el asunto.
—¿Realmente me conoces?
—Algo así.
—¿Cómo es eso posible?
El chico suspiró, al verlo más de cerca pudo ver que unas ojeras se marcaban en su rostro ¿Había pasado la noche en vela? Shen Yuan agarró de la mesa un artefacto del tamaño y forma de una pequeña tabla, excepto que estaba hecha de metal y cristal. Presionando un botón emitió luz y puso a la vista algo realmente extraño, lo más particular era como el chico podía mover los dibujos y hasta podía escribir en ella, tocando los caracteres, era fascinante. Había escrito “Camino del orgulloso demonio inmortal”.
—Esto es una página de internet, —dijo señalando la pantalla de vidrio, —y esto es una tableta —explicó refiriéndose al artefacto. — No es nada antinatural, es solo tecnología increíblemente avanzada para tu época, aunque esta cosa se puede romper fácilmente si se te cae. No le des muchas vueltas.
Luo Binghe, poderoso Rey de los mundos Demoniaco y Humano, aceptó la “tableta” y leyó mientras que su extraño benefactor seguía preparando el desayuno.
“Camino del orgulloso demonio inmortal” era una novela de semental, pero era también la existencia entera de Luo Binghe, el protagonista de tan infamosa novela.
Infamosa parecía el termino adecuado; con una extensión que se alargaba por varios cientos de capítulos, publicada en el lapso de varios años y que en la narrativa se extendía por siglos. Desde su nacimiento, pasando por su infancia hasta su último momento antes de aparecer ante su antiguo shizun y el otro Luo Binghe. Así lo decía la última actualización —el término que había utilizado Shen Yuan— pues a pesar de que Avión Disparando Hacia El Cielo se había creado una enorme fama por publicar a velocidades increíblemente extremas su última publicación explicaba que se encontraba en un indeterminado descanso debido a problemas de salud.
El mundo de Luo Binghe se había vuelto boca abajo. Aún no entendía del todo lo que estaba pasando y estaba a punto de mandarlo todo a la mierda con su enorme poder cuando descubrió que su situación era mucho peor de lo que en principio había pensado.
Su poder, antes enorme e ilimitado, se encontraba sellado.
Se hubiera dado cuenta antes sí hubiera intentado sanar sus heridas al despertar, pero sus circunstancias así como su alrededor lo habían distraído y hasta ahora notaba su falta de poder.
Luo Binghe se encontraba ante un dilema. En condiciones normales hubiera confabulado y mentido contra Shen Yuan por haberle mostrado tan maldecida información, pero pronto se dio cuenta de que si necesitaba sobrevivir iba a necesitar ayuda y todos sus trucos anteriores: manipulación, lavado de cerebro, tortura, etcétera, no iban a ser de ayuda. Para colmo de males, y tal como Shen Yuan había insinuado, el chico parecía conocerlo mejor que nadie en el mundo, mientras que Luo Binghe poseía la desventaja de no conocer absolutamente nada ni del extraño mundo en el que se encontraba varando, ni del propio Shen Yuan.
Simplemente era demasiado inconveniente tenerlo de enemigo o intentar deshacerse de él. Por primera vez en mucho, mucho tiempo, el poderoso Rey Demonio dependía de alguien más.
Tal conclusión hizo sentir a Luo Binghe un asco que jamás había sentido en la vida.