Más que una reforma: La casa de fos Studio en la que todos querríamos vivir
Desde lo alto de uno de los primeros rascacielos de España, en plena Gran Vía del Marqués del Turia, la ciudad de Valencia revela sus principales iconos. Solo entonces, la historia reciente de la arquitectura se confunde y la luz revela la capacidad de adaptar un antiguo oasis nacido del movimiento moderno o racionalismo en un refugio único y diferente. Una vivienda familiar convertida en el último triunfo de fos Studio.
Con sede en Valencia tras su nacimiento en el año 2000, fos Studio nace de la pasión compartida de Victor Forés, ingeniero con una inclinación por el arte; y María Fos, arquitecta e interiorista cuya visión holística del diseño aborda proyectos desde una perspectiva integral, que combina estética y funcionalidad. Nuevos enfoques bajo un pensamiento que desafía las normas del diseño y hace hablar a los espacios para proyectar cientos de historias.
Y esta nueva reforma, lo confirma.
Cómo Fos Studio reescribe la poesía del habitar
Ubicada en uno de los primeros rascacielos de España, en el emblemático ensanche de Valencia, esta vivienda ofrece una vista panorámica inigualable desde su azotea, donde se pueden apreciar los puntos más icónicos de la ciudad. El desafío de esta reforma interior fue preservar el espíritu mid-century de un edificio construido en 1960 bajo el estilo internacional pero adaptándolo a las necesidades contemporáneas.
Con una superficie de aproximadamente 150 m2, el piso se sitúa en chaflán, lo que otorga a la estancia con mejor orientación una forma irregular. Esta particularidad, junto con los robustos pilares que configuran dos ejes muy marcados dentro del espacio, condicionaban la distribución general. Para rendir homenaje a la herencia del movimiento moderno, se optó por desnudar la estructura, dejando al descubierto los pilares de hormigón armado de gran sección que, con un sutil guiño brutalista, aportan una gran expresividad a la vivienda.
“Siguiendo la filosofía de Miguel Milá, quien afirmaba que su diseño era “purista, racionalista, de esteticismo contenido, que intenta mejorar lo ya presente”, eso es lo que queríamos plasmar en esta vivienda. El resto de la vivienda la proyectamos en tonos neutros para potenciar el carácter que otorgan los pilares vistos, despojándola de cualquier ornamentación innecesaria”, cuenta el estudio.
La familia, compuesta por dos adultos y tres niños, requería que todas las habitaciones se ubicaran en una de las fachadas principales, dejando la zona de día en la fachada del chaflán. Además, la cocina debía ser un espacio independiente, pero versátil, que facilitara la comunicación con el resto de la vivienda.
Para lograrlo, se diseñó una cocina que actúa como un filtro entre el acceso y la zona de día, con dos pares de puertas correderas de vidrio enmarcadas en madera de roble. Estas puertas conectan el recibidor con el salón comedor, permitiendo la circulación fluida cuando están abiertas y garantizando independencia de la cocina cuando se cierran. Esta solución también permite que la luz natural inunde el recibidor, que anteriormente era un área en penumbra.
El diseño de la cocina incluye una gran isla con mesa a medida, que organiza el espacio y oculta los electrodomésticos tras panelados de madera de roble como el resto de la vivienda. En el recibidor, otro panelado de madera de roble esconde un armario y el lavadero.
La curva de la entrada nos guía hacia el pasillo y, por tanto, hacía la zona de noche, de una manera más orgánica, para evitar una esquina tan brusca en un espacio tan pequeño y suavizar así la circulación una vez se accede a la vivienda.
El pasillo continúa detrás de la cocina a través de otro panelado de madera de roble para mantener la coherencia estética con toda la carpintería de la vivienda. Este elemento recorre todas las habitaciones, con puertas de suelo a techo, hasta llegar al salón, al que se accede a través de una puerta pivotante con las mismas características que las de la cocina, lo que aporta luz natural a todo el pasillo.
En el dormitorio principal, de nuevo la protagonista es la madera, ya que un cabecero con almacenamiento interior - diseñado a medida junto con las mesitas de noche en cantiléver - crean una continuidad visual hasta llegar al vestidor. Éste último, también configurado con panelados de madera de roble hasta llegar a una puerta corredera alistonada, oculta el baño en suite.
El baño principal se presenta como un refugio monocolor en tonos beige con iluminación ambiental, buscando transmitir la serenidad y bienestar que nos evoca un spa.
“En el baño de los niños, queríamos que se mantuviera esta sobriedad del resto de la casa pero aportando un punto de color que lo hiciera más atractivo para ellos”, añade el estudio. “Para ello, nos inspiramos en el color verde del mosaico que reviste la fachada de los balcones del edificio.”
- Fotografías: Germán Sanz
- Styling: Ángela Esteban Librero
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