Los indestructibles
39.515
Acción
Un grupo de mercenarios es contratado para infiltrarse en un país sudamericano y derrocar a su despiadado y corrupto dictador. Una vez allí, se verán atrapados en una telaraña de engaño y traición. Una vez fracasada la misión, tendrán que enfrentarse a un reto aún más difícil; salvar la unidad del grupo y la amistad que los ha unido durante largos años. (FILMAFFINITY)
13 de agosto de 2010
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La línea temática de Stallone a la hora de hacer películas está ligada al género bélico, creo que entre otras cosas, porque para el argumento no se exige nada más que un motivo… Un motivo para entrar en guerra. Sencillito, no hay que complicarse.
Además, no se necesitan grandes guiones … De hecho los hace hasta el mismo Stallone.
Entre los escasos minutos de paréntesis en la acción, introduce diálogos de su cosecha que son un primor.
(Ir a la salita a leerlos; no descubren nada de la película, entre otras cosas porque es imposible, algunas “conversaciones” no tienen ni un sentido lógico de continuidad entre lo que dice uno y el otro.)
Ahora bien, este género no es el bélico, exactamente; no es el de mercenarios a lo Rod Taylor en Katanga o el de los Patos Salvajes. Son mercenarios a lo Rambo. Acción por acción.
Stallone ha compuesto un repertorio de acción tipo bélica en un pequeño escenario con la seguridad de que unos buenos efectos especiales lo arreglan todo. Aquí, cada uno dirá.
A Rambo le ha gustado más siempre ir por libre sólo que en estos tiempos parece que necesita compañía y ha sabido fichar muy acertadamente a un hombre que enlaza y da algo de coherencia a un torbellino de disparos y explosiones: Statham.
Importante también el trabajo de la muchacha para el trasfondo civil que requiere toda actuación de unos buenos mercenarios.
Como experto en esto del cine, Stallone introduce también viejas glorias a modo de cuñas para aumentar el espectáculo. Con Rourke y el rock uno se imagina ya que a continuación van a entrar los ZZ Top, y, la verdad, no hubieran desentonado nada. Y hubiera estado muy bien.
Los mercenarios, un equipo de centenarios ofreciendo un tipo de acción sin límites, ya consabida, en un escenario diferente y una serie de tipos gigantescos hechos de encargo.
Además, no se necesitan grandes guiones … De hecho los hace hasta el mismo Stallone.
Entre los escasos minutos de paréntesis en la acción, introduce diálogos de su cosecha que son un primor.
(Ir a la salita a leerlos; no descubren nada de la película, entre otras cosas porque es imposible, algunas “conversaciones” no tienen ni un sentido lógico de continuidad entre lo que dice uno y el otro.)
Ahora bien, este género no es el bélico, exactamente; no es el de mercenarios a lo Rod Taylor en Katanga o el de los Patos Salvajes. Son mercenarios a lo Rambo. Acción por acción.
Stallone ha compuesto un repertorio de acción tipo bélica en un pequeño escenario con la seguridad de que unos buenos efectos especiales lo arreglan todo. Aquí, cada uno dirá.
A Rambo le ha gustado más siempre ir por libre sólo que en estos tiempos parece que necesita compañía y ha sabido fichar muy acertadamente a un hombre que enlaza y da algo de coherencia a un torbellino de disparos y explosiones: Statham.
Importante también el trabajo de la muchacha para el trasfondo civil que requiere toda actuación de unos buenos mercenarios.
Como experto en esto del cine, Stallone introduce también viejas glorias a modo de cuñas para aumentar el espectáculo. Con Rourke y el rock uno se imagina ya que a continuación van a entrar los ZZ Top, y, la verdad, no hubieran desentonado nada. Y hubiera estado muy bien.
Los mercenarios, un equipo de centenarios ofreciendo un tipo de acción sin límites, ya consabida, en un escenario diferente y una serie de tipos gigantescos hechos de encargo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
15 de agosto de 2010
22 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los gloriosos años '80 hoy en día no son más que un resquicio a través del cual muchos de nosotros (especialmente aquellos que no sobrepasamos los 35 años de edad) tendemos a regocijarnos con nuestras particulares joyas cinéfilas, filmes que defendemos a capa y espada pese a las constantes críticas que recibimos por ello: había algunos que eran de Sly, de quién decían que era sin duda el más válido para esto del cine, pues tan pronto escribía un guión, como protagonizaba una película o la dirigía; otros eran del austríaco ex-estudiante de derecho, al que alababan por su increíble presencia en pantalla y sus épicos papeles en sagas como "Conan" o "Terminator"; también los había que disfrutaban con el musculoso belga, era el más ágil sin duda, y sus clases de ballet le habían costado, además repartía estopa de manera muy aceptable, sobre todo con sus emblemáticas patadas; pero en el tema de las patadas el caballero Chuck Norris le llevaba la delantera; el hombre fuerte de la política Reagan decían algunos, pero lo que estaba claro es que era un duro de verdad, de pelo en pecho (y espalda); Steven Seagal también contaba con su selecto círculo de seguidores, quienes no dudaban en ensalzar su peculiar estilo de lucha: el aikido, amén de sus atroces desmembramientos y roturas múltiples de huesos, que hacían las delicias de los más exigentes; era sin duda el más violento de cuantos poblaron las pantallas en los años '80-'90. Junto a ellos, teníamos a otros míticos como Dolph Lundgren, Bruce Willis, Wesley Snipes, Mark Dacascos, Michael Dudikoff, Kurt Russell, Mel Gibson... Auténticos héroes de acción todos ellos: nuestros héroes.
"The Expendables" surgió teniendo esta idea en la cabeza. Y la mente pensante tras el filme no era otra que la de Sly, un hombre que fue protagonista con mayúsculas de esta hornada de cine de acción ochentero y noventero. El objetivo estaba claro: hacer algo disfrutable para el ahora envejecido público (aún somos jóvenes, pero ya no somos el público objetivo al que va dirigido el cine actual, centrado especialmente en los adolescentes), tomando los códigos del cine de la época y empleándolos nuevamente en la actualidad.
El resultado: una película totalmente trasnochada y pasada de rosca que nos intenta acercar al cine de acción de los años '80 con una sinceridad tan palpable como gratificante, y que en algunos instantes lo consigue, pero en otros parece perderse por el camino. En cualquier caso, el esfuerzo ha merecido la pena.
"The Expendables" surgió teniendo esta idea en la cabeza. Y la mente pensante tras el filme no era otra que la de Sly, un hombre que fue protagonista con mayúsculas de esta hornada de cine de acción ochentero y noventero. El objetivo estaba claro: hacer algo disfrutable para el ahora envejecido público (aún somos jóvenes, pero ya no somos el público objetivo al que va dirigido el cine actual, centrado especialmente en los adolescentes), tomando los códigos del cine de la época y empleándolos nuevamente en la actualidad.
El resultado: una película totalmente trasnochada y pasada de rosca que nos intenta acercar al cine de acción de los años '80 con una sinceridad tan palpable como gratificante, y que en algunos instantes lo consigue, pero en otros parece perderse por el camino. En cualquier caso, el esfuerzo ha merecido la pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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13 de agosto de 2010
26 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stallone nos demuestra una vez más que el cine más casposo de acción de los 80 se jubiló mucho antes de dar todo lo que podía dar de sí. Escena tras escena el film nos escupe testosterona en el estado más puro.
El guión es lo que necesitamos para una película de este tipo, escaso. Si bien no llega a ocupar una servilleta de bar es suficientemente profundo para justificar tiroteos, peleas y explosiones siempre que sean necesarias, y también cuando no lo es.
Stallone ha decido jubilarse en lo más grande, Rambo IV y ahora ésta "mercenarios" son el principio de una serie de películas que no solo divertirán a los nostálgicos de las películas de acción de los 80, si no que se convertirán en un homenaje como nadie antes se atrevió ha hacer de un género que hizo disfrutar a generaciones de adolescentes y no tan adolescentes.
Puedes sentarte en tu silla a criticar la falta de guión, lo decepcionante que es como pieza de este séptimo arte o, por otra parte, puedes sentarte en tu butaca dispuesto a disfrutar el viaje que "Mercenarios" te ofrece a un tiempo donde los tipos buenos machacaban a ostias a los malos, porque era lo que tenían que hacer.
El guión es lo que necesitamos para una película de este tipo, escaso. Si bien no llega a ocupar una servilleta de bar es suficientemente profundo para justificar tiroteos, peleas y explosiones siempre que sean necesarias, y también cuando no lo es.
Stallone ha decido jubilarse en lo más grande, Rambo IV y ahora ésta "mercenarios" son el principio de una serie de películas que no solo divertirán a los nostálgicos de las películas de acción de los 80, si no que se convertirán en un homenaje como nadie antes se atrevió ha hacer de un género que hizo disfrutar a generaciones de adolescentes y no tan adolescentes.
Puedes sentarte en tu silla a criticar la falta de guión, lo decepcionante que es como pieza de este séptimo arte o, por otra parte, puedes sentarte en tu butaca dispuesto a disfrutar el viaje que "Mercenarios" te ofrece a un tiempo donde los tipos buenos machacaban a ostias a los malos, porque era lo que tenían que hacer.
19 de agosto de 2010
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El bueno de Stallone vuelve a la carga a sus 64 tacos con una reunión intergeneracional de viejas y nuevas glorias del cine de acción para ofrecer el espectáculo más honesto, trepidante y descerebrado del verano, "Los Mercenarios". ¿Y qué tenemos? Pues lo esperado, una piara de cachas de gimnasio empecinados en defenestrar la república bananera de turno y como no, salvar a la damisela en apuros. Originalidad: cero, guión: ¿para qué?; aquí lo que hay son ensaladas de ostias a mansalva, decapitamientos in situ, exaltación yanqui pro militarista, desmembramientos soeces, explosiones por doquier, evisceraciones gratuitas, masacres de alta testosterona y mucho, mucho humor autoparódico. Como en los viejos tiempos, vaya.
Esto sólo es un inofensivo y vacuo producto explotaition consciente de su propia naturaleza de mero entretenimiento, que se dedica a encadenar set pieces de acción burra, intercaladas con innecesarios pasajes de transición, a excepción de esa hilarante reunión macarra de la cúpula del Planet Hollywood, Stallone-Schwarzenegger-Willis ("¿Qué le pasa a ese? Nada, que quiere ser presidente..."). La lástima y quizás la única pega que se le puede poner legítimamente a un film de estas características es que con tanta acumulación de protagonistas, hay poco espacio para el lucimiento individualizado de algunos, como un Jet Li algo desperdiciado y sobretodo, un grandísimo y recuperado Dolph Lundgren cuyo desquiciado y divertidísimo personaje merecía más cancha.
Poco más se puede decir salvo que es un digno intento por resucitar una manera más artesanal y por ende, más realista y espectacular, de hacer películas de aventuras en el actual y deleznable panorama del cine de acción digital. No hay tanques descendiendo en paracaídas ni helicópteros dando vueltas de campana por los aires; aquí los intérpretes se han ganado el pan llevándose a casa unos cuantos morados y algún hueso que otro roto, con tal de escenificar creíbles y efectivas batallas de aroma ochentero. Se agradece el esfuerzo conjunto de este adrenalínico ejercicio de morriña por los tiempos de la Guerra Fría, aunque me falten en la insalubre colección de machotes Norris, Seagal y Van Damme. ¿Para la secuela, quizás?
Esto sólo es un inofensivo y vacuo producto explotaition consciente de su propia naturaleza de mero entretenimiento, que se dedica a encadenar set pieces de acción burra, intercaladas con innecesarios pasajes de transición, a excepción de esa hilarante reunión macarra de la cúpula del Planet Hollywood, Stallone-Schwarzenegger-Willis ("¿Qué le pasa a ese? Nada, que quiere ser presidente..."). La lástima y quizás la única pega que se le puede poner legítimamente a un film de estas características es que con tanta acumulación de protagonistas, hay poco espacio para el lucimiento individualizado de algunos, como un Jet Li algo desperdiciado y sobretodo, un grandísimo y recuperado Dolph Lundgren cuyo desquiciado y divertidísimo personaje merecía más cancha.
Poco más se puede decir salvo que es un digno intento por resucitar una manera más artesanal y por ende, más realista y espectacular, de hacer películas de aventuras en el actual y deleznable panorama del cine de acción digital. No hay tanques descendiendo en paracaídas ni helicópteros dando vueltas de campana por los aires; aquí los intérpretes se han ganado el pan llevándose a casa unos cuantos morados y algún hueso que otro roto, con tal de escenificar creíbles y efectivas batallas de aroma ochentero. Se agradece el esfuerzo conjunto de este adrenalínico ejercicio de morriña por los tiempos de la Guerra Fría, aunque me falten en la insalubre colección de machotes Norris, Seagal y Van Damme. ¿Para la secuela, quizás?
6 de agosto de 2010
24 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los mercenarios es un producto cinematográfico que no engaña a nadie y que ofrece lo que se prometió desde el primer día en que se gestó el proyecto: acción de los 80 con los medios técnicos del 2010. Aparentemente, esto es algo que El equipo A, desde una perspectiva semblante, también promete y consigue sin demasiado esfuerzo, de manera razonablemente satisfactoria. ¿En que se diferencian, pues, The expendables de las nuevas andaduras de Hannibal Smith y sus hombres?
Fácil: en su inteligente y eficaz explotación de la mitomanía más macarra (el elenco de la película de Stallone es difícilmente superable) y, sobre todo, en su voluntad autorreferencial, una voluntad consciente y muy marcada que minimiza la importancia del argumento haciéndolo básico, casi ridículo.
Esta voluntad autorreferencial va desde el guiño directo a la realidad (me refiero a la escena que protagonizan Willis, Arnold y Stallone), hasta la acción hiperbólica (explosiones y desmembramientos son más propios del gore y el anime que de un film al uso), pasando por la parodia no declarada (inconsciente, diría yo) y una evidente nostalgia. Una cualidad autorreferencial que distingue y ensalza a la nueva película de Stallone con respecto a otros films similares, pero que sin embargo se queda corta, dejando la sensación final de que la veta se podría haber explotado mucho más, emplazándonos a una segunda parte para ver lo que da de sí. Mientras tanto, abróchense los cinturones y diviértanse. La ocasión lo merece.
Lo mejor: El personaje interpretado por Mickey Rourke y la BSO (Thinn Lizzy, John Fogerty)
Lo peor: Que la broma se podría haber estirado muuuucho más.
Fácil: en su inteligente y eficaz explotación de la mitomanía más macarra (el elenco de la película de Stallone es difícilmente superable) y, sobre todo, en su voluntad autorreferencial, una voluntad consciente y muy marcada que minimiza la importancia del argumento haciéndolo básico, casi ridículo.
Esta voluntad autorreferencial va desde el guiño directo a la realidad (me refiero a la escena que protagonizan Willis, Arnold y Stallone), hasta la acción hiperbólica (explosiones y desmembramientos son más propios del gore y el anime que de un film al uso), pasando por la parodia no declarada (inconsciente, diría yo) y una evidente nostalgia. Una cualidad autorreferencial que distingue y ensalza a la nueva película de Stallone con respecto a otros films similares, pero que sin embargo se queda corta, dejando la sensación final de que la veta se podría haber explotado mucho más, emplazándonos a una segunda parte para ver lo que da de sí. Mientras tanto, abróchense los cinturones y diviértanse. La ocasión lo merece.
Lo mejor: El personaje interpretado por Mickey Rourke y la BSO (Thinn Lizzy, John Fogerty)
Lo peor: Que la broma se podría haber estirado muuuucho más.
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