Vaciar la piedra. Hacer del acero o la madera un esqueleto. Contener y fugar el vacío. Desafiar a la gravedad y explorar el espacio como lo haría un astronauta. Poner a prueba la ligereza de lo rígido y la rigidez de lo ligero. Dejar que la luz perfore e inunde el espacio y ponga en evidencia el paso del tiempo; y finalmente, contemplar y dejarse conmover por los fenómenos que todos estos factores producen en nuestros sentidos. En lo personal, en eso radica la arquitectura.
No cabe duda deque la arquitectura radica en contemplar dichas ideas, e incluso muchas más. Me resulta curioso iniciar con estas palabras porque tal vez en ellas se encuentra escondido el tema de la poética en todo en función del consumo instantáneo. Al parecer Z. Bauman tenía razón, la modernidad se volvió líquida. Encontrando así, más artistas que arte, más poetas que poesía, y más arquitectos que arquitectura, es que resulta preciso encontrar un poco de firmeza entre tanta liquidez. Experiencias que detengan el tiempo, pero que, además, sean merecedoras de que el tiempo se detenga. Esta concepción ontológíca es esencial para comprender el tema de la poética.