MADRID
Cultura

La Torre de los Lodones cumple 100 años tras su restauración: de atalaya defensiva a regalo de Navidad junto a la A-6

Erigido por los árabes para vigilar las incursiones cristianas, 10 siglos después ve pasar a los miles de vehículos que transitan a diario por la A-6

Atalaya de Torrelodones desde la autopista A-6.
Atalaya de Torrelodones desde la autopista A-6.A. Merino
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Para muchos es el castillo más bonito de Madrid. Otros consideran que es un trampantojo colocado en un altozano para enredar la atención. De lo que no cabe duda es que se trata del monumento que más madrileños han visto a vuelapluma, siendo pocos los que conocen su historia.

Situada en lo alto del cerro de Las Marías, a la altura del kilómetro 29 de la A-6, autopista de A Coruña, la atalaya de Torrelodones desvía la mirada de quienes transitan bajo ella los breves segundos que les permite la velocidad de sus coches.

Así ha llamado la atención esta fortaleza al menos desde hace 1.000 años, tiempo al que se remonta su construcción, datada entre los siglos IX y XI. Fue en los momentos álgidos de la Reconquista de Hispania por los reinos cristianos que querían sacudirse de encima lo que Ortega y Gasset denominó soplo de aire africano.

La llamada Marca Media, frontera de Al-Andalus, fue desplazándose hacia el sur a medida que aquellos asentaban sus incursiones. Con el fin de controlarlas, los árabes levantaron una línea defensiva integrada por atalayas situadas al sur de los pasos principales que tenía la Sierra de Guadarrama durante el medievo: Somosierra, Fuenfría y Guadarrama.

Su misión era alertar, mediante señales de humo, de la llegada de las tropas cristianas a poblaciones andalusíes como Buitrago de Lozoya, Talamanca y Torrelaguna. Separadas entre sí por una distancia de 40 kilómetros, fueron más de una docena y junto a la de Torrelodones, todavía conservan un estado aceptable las de El Berrueco, El Vellón y Arrebatacapas.

La atalaya de Torrelodones.
La atalaya de Torrelodones.A. Merino

De silueta inconfundible, la atalaya de Torrelodones es lo que pintaría un niño a quien se le encomendase dibujar un castillo: torre esbelta, rematada de almenas, solitaria en la cima de una montaña.

Debe su nombre esta atalaya a la existencia en el pasado de abundantes lodones en su entorno. El árbol, más conocido con el nombre de almez, hoy está prácticamente desaparecido de la zona, excepto algún mínimo bosquete.

Como el resto de estas fortificaciones, la atalaya de Torrelodones es una torre cilíndrica hueca, de 11 metros de altura rematada con almenas, a la que se le ha añadido un cuerpo lateral de menores dimensiones, igualmente almenado.

Las sucesivas restauraciones la han convertido en una de las fortalezas árabes mejor conservada de la región madrileña, si bien transformaron su aspecto original.

Una de las fotografías más antiguas de este torreón se tomó hace justo un siglo, en 1925. Mostraba un aspecto ruinoso y desmochado, sin almenas en su cimera ni ventanas, y con el cuerpo lateral arruinado. Se reconstruyó en 1928, aunque un derrumbe posterior obligó a una nueva restauración la siguiente década. Fue en aquel momento cuando adquirió su aspecto actual.

La atalaya envuelta en papel de regalo.
La atalaya envuelta en papel de regalo.ALFREDO MERINO

Aunque, eso sí, hace 45 años, el 1 de marzo de 1979, la atalaya de Torrelodones sufrió un atentado. Junto a la puerta de la torre se instaló un artefacto explosivo que provocó algunos daños. A pesar de su reparación, sus restos son visibles.

Aquel día se celebraron las primeras elecciones generales constitucionales de la democracia. Los indicios señalaron a grupos de extrema derecha, especialmente activos en aquellos momentos y autores de otros atentados en el municipio torresano, entre ellos contra la vivienda de los cantantes Ana Belén y Víctor Manuel.

En 1983 la atalaya fue declarada monumento histórico-artístico. Más singular fue el último suceso que ha agitado la historia reciente de nuestra torre, del que estos días se cumplen 12 años. Fue cuando la corporación municipal decidió seguir la senda abierta por Christo, el artista búlgaro conocido por sus instalaciones que cubrían con telas monumentos y estructuras naturales.

Bajo la proclama Regálate Torrelodones, el Ayuntamiento de esta localidad celebró las Navidades de 2012 envolviendo la atalaya con una lona roja y un lazo blanco. La idea fue regalar un presente visual a los conductores que pasarán por el pueblo. El Gobierno regional denunció la actuación por posible deterioro del monumento protegido. Al parecer la lona se fijó con remaches clavados en la atalaya. La instalación no se ha vuelto a realizar.

Erigida por los omeya para alertar de la llegada de las huestes cristianas, la torre de los Lodones asiste 10 siglos después a otra invasión cuyas consecuencias muchos consideran van a ser más dramáticas: la de la marea de miles de vehículos que a diario pasan bajo sus sillares y circulan, con sus idas y venidas, por una de las autovías más transitadas de todo el territorio español.