Mientras la mayoría todavía no es capaz de desprenderse de cierto sentimiento de culpa cuando baja al súper en pijama o en chándal, Julia Fox se iba a hacer la compra en ropa interior con cazadora, botas y bolso vaquero, hecho a partir de unos jeans. El conjunto al completo lo firmaba su amigo Alexander Wang que lo compartió en Instagram y claro, las bromas, como las caras de sorpresa en el supermercado, no se hicieron esperar.
La modelo, que se mueve muy cómoda en tops microscópicos, pantalones hiperajustados y modelitos provocadores (que no provocativos) en general, contestaba: solo creo que si está socialmente aceptado en la playa debería estarlo en todas partes. A lo que el diseñador añadía: it’s not underwear, it’s bodywear. Un mensaje que parecen querer transmitir también las tendencias: no es ropa interior, es ropa y punto.
Si en 2020 la ropa de estar por casa pasó a ser solo “ropa”, puede que 2022 sea el año que la ropa interior pierda su epíteto, en que por fin caigan las últimas fronteras que separan la lencería del resto del vestuario o el primer cajón de la cómoda pase a ser considerado como parte del armario de diario.
Después de todo, con la ropa deportiva ocurrió exactamente lo mismo. Las zapatillas o los leggings salieron del gimnasio para entrar en las oficinas y lo que es más importante, qu estuviera bien visto. Y, al fin y al cabo, el camisón, el corsé o el tanga que asoma por encima de la cinturilla de los pantalones bajo, ya han dado el primer paso hacia el otro lado, era solo cuestión de tiempo que le siguieran el sujetador, la combinación e incluso el picardías atravesaran la barrera al exterior. O si no, preguntadle a Rihanna o Bella Hadid.
Se celebran fiestas pornceptual en Berlín con más ropa de la que había en la afterparty de la Gala MET 2022. Conocíamos la temática de la alfombra roja (Gilded Glamour), pero si hubiera que adivinar la etiqueta del evento posterior sería: un-dressed.
Kendall Jenner con un conjunto lencero de Miu Miu, Hailey Bieber con un bralette metálico o Bella Hadid con liguero, medias y pezoneras seguían los pasos de Rihanna en la semana de la moda de París que se había inventado el nuevo y auténtico vestido lencero: semitransparente y de plumeti.
Pero claro, aquello era una fiesta y como toda alfombra roja, puede y debe entenderse desde un punto de vista performativo y teatral. En cambio, Emily Ratajkowski paseando por la calle con un vestido semitransparente que no ocultaba (ni lo pretendía) su ropa interior, parecía posicionarse del lado de Julia Fox y Alexander Wang exactamente igual que algunas de las tendencias actuales.
Por ejemplo, los calzoncillos o bragas que asoman por encima de los pantalones, los conjuntos de americana con bralette, los vestidos de novia de Zara que podrían pasar por combinaciones o camisones y las tendencias en ropa interior cada vez más visible como los sujetadores que se llevan por encima de las camisas o el jersey, sean de malla metálica o no reivindican el papel protagonista de la lencería como si de otra prenda más se tratara. ¿Será que, en efecto, la ropa interior eso solo eso, ropa?
¿Tiene razón Julia Fox? Si un sujetador oculta tanto o más que otras prendas, ¿deberíamos aceptarlo como top? Si no nos choca ver a alguien en bañador en la playa, ¿debería hacerlo en supermercado? Por si acaso, nunca digas nunca, que mira lo que pasó con los leggings, las medias de rejilla, las mallas de ciclista o el regreso del palabra de honor.
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